Creacion como proceso de transformacion

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Arte-terapia : la creacion como proceso de transformacion « Dénle una máscara y os dirá la verdad » Oscar Wilde Se podría definir el arte-terapia como una psicoterapia de mediación artística. El arte sería así un medio como otros, una técnica del mismo tipo que la medicación. De hecho, el arte-terapia tiene sus ventajas: interroga al arte como interroga a la terapia, explora tanto sus puntos comunes como su enriquecimiento recíproco, dentre de una complementariedad sorprendente para nuestras mentalidades contemporáneas, acostumbradas al labrado de la imaginación por la tecnicidad.

I Principios : El Arte-Terapia es un acompañamiento

El arte-terapia es un acompañamiento de la persona en dificultad, de manera que la sucesión de sus creaciones pictóricas, sonoras, teatrales, de ficción etc., generen un proceso de transformación de si misma. El arte-terapia se preocupa de la persona. No es un proyecto sobre ella, sino un proyecto con ella a partir de eso que ella aporta en sí como deseo de cambio positivo de ella misma (deseo que coexiste con otros: deseo de destrucción de sí y de otros; deseo de no cambiar). El arte-terapia no se limita a la expresión que descarga, sino que tiene exigencias por lo que respecta a la calidad de la producción. Es necesaria una indicación terapéutica precisa que evite brutalizar los síntomas, que respete las defensas de la persona y que envuelva las resistencias con una estratégia de lo indirecto o de rodeo. El arte-terapia no actua en el acoso constante del síntoma, ni en el comfort de resistencias ya instaladas, no se mueve en las fácilidades de la persona (no eligirá, por ejemplo, el arte al cual está habituada) ni en sus dificultades mayores (esas que la persona no puede aceptar). La indicación técnica precisa: definición del marco (lugar+tiempo+reglas del juego+actores en presencia) está al servicio global de la persona y no al contrario, es decir, la persona se moldea en un sistema terapéutico que le pre-existe. La invención rigurosa del marco propuesto, sea individual o grupal, es indispensable en el comienzo del arte-terapia. Este rigor del continente es factor de la libertad del contenido imprevisto y puede ir muy lejos en este "espacio-tiempo" delimitado; territorio simbólico distinto absolutamente de la realidad, incluso en el caso de una institución. Asi como "la imaginación no se humilla delante de la realidad" según

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las palabras del surrealista André Bretón, el arte-terapia no se somete a una institución, sino que es siempre un espacio de libertad. El arte-terapia no programa un contenido sino un marco rigurosamente pensado para cada persona o cada grupo de personas, que despliega de ella su propio contenido. Al comienzo, este contenido importa menos que el trabajo sobre la forma, sea ella a la vez la más clara, la menos estereotipada, la menos simplista, la más inventiva. Hasta el momento no se pensaba en la persona en situación terapéutica sino que en términos de la patología en la que estaba prisionera. De ser objeto de su patología llegará a ser sujeto de una producción nacida de ella misma y que se alimentará forzosamente de esta patología, que desde entonces no será únicamente la fuente de un sufrimiento. El arte-terapia se desarrolla a una cierta distancia. Se trata de una cuestión personal, de uno mismo, al nivel más profundo: pero la persona no habla en directo, pasa del /yo/ al /él/ de la persona al personaje por ejemplo de la obra y el trabajo no consiste en reducir a cualquier precio la producción a sus significados subyacentes. El arte-terapia es un recorrido a buena distancia; ni en la repetición introspectiva del dolor, ni en la distracción desimplicada. ella busca la autenticidad disfrazada, que se desvela en ciertas ocaciones aunque esto no es indispensable. Sus resoluciones son simbólicas, una especie de anticipación a las resoluciones psíquicas del propio sujeto. El arte-terapia creativa utiliza la audacia con las resistencias al cambio. Va más allá del mal individual para hacer "belleza". En arte-terapia el retorno tiene el rol de la linea recta y la ficción de una instrospección sutil. La persona actúa con los posibles de eso que ella es y eso que no quiere ser, sus dobles (doble invertido, doble contenido, doble distorcionado), sus fantasmas o el de sus ancestros, la locura es aliada de la persona y del arteterapéuta, quien la hace mover en una tierra de asilo (al primer sentido del término) reconocida como el Arte. En esta se unen las pasiones, los "delirios" de ciertos creadores, las extravagancias que han dinamizado la historia del arte, las anomalías de toda clase. El arte-terapia no es normativa, ella abre los caminos disidentes de la verdadera creación. Las producciones son forzosamente hechas de lo innominable y el cerebro no es el único órgano libidinoso de la persona, ni tampoco el más alto en la escala. La atención terapéutica no debe primeramente fijarse sobre el enunciado sino sobre la enunciación. Si el enunciado pone en forma horrores, la enunciación constituye el comienzo de un proceso de distanciamiento y de juego posible con esos horrores en una extensión simbólica fuera de la realidad.

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El arte-terapia tampoco es un proceso cognitivo. Lo que es importante es el recorrido simbólico con su parte irreductible de enigma que, por la metaforización que opera permite que la persona se vaya haciendo un poco más sujeto de si mismo a través de sus producciones, que hace evolucionar las figuras de repetición dolorosas de los síntomas alienados que lleva y que le es imposible de poder atacar directamente. El arte-terapia no busca la significación de las producciones, no es una busqueda cognitiva. Lo importante no es el análisis semántico de los síntomas de la persona ni de sus producciones en sesión sino el acompañamiento de su autor en una metaforizasión de él mismo a travez de los soportes que marcan evidentemente el campo simbólico, siendo connotados como aquellos en su status artístico. Lo importante no es tampoco el placer (frecuentemente buscado como compensatorio al peso de la alienación) el placer en una terapia puede ser también ese de la producción sin sorpresa, rutinaria, de las sesiones (como en el teatro burgués, o la exposición de mamarrachos o en conciertos de música, fragmentos clásicos machacados donde todo el mundo encuentra lo que espera a la satisfacción general). El placer profundo, en revancha, no programado- yo diria mas bien el gozo -señala el descubrimiento sorpresa de una formulación justa, aunque siempre restando un tanto enigmática (porque la forma es irreductible a una explicación exhaustiva). El arte-terapia no busca la exacerbación del sufrimiento a la manera de esas terapias que empujan al extremo la expresión lenguística, emotiva, corporal con miras de un alivio (momentáneo) persivido sobre el modo exorsista como la expulsión definitiva del mal. El arte-terapia encuentra forzosamente el sufrimiento pero es en su transformación a la que procede la obra que reside su acción, transformación no buscada activamente en una positivización artificial muy new age, sino que alcanzada comunmente a la ignorancia de todos, porque habremos progresado en una cierta penumbra; no obscurantismo ni luz cruda de interrogatorios policiales. El cerebro participa (el derecho, el izquierdo,y las comisuras interhemisféricas...) pero es solo una parte de un todo que es el cuerpo, refiriéndose a una persona de carne, de corazón, de sentidos, de alma y de espíritu. El arte-terapéuta en sí no es este "analizador" que los malos analistas se contentan de ser, como el niño aficionado a la lectura que balbucea en lugar de volverse un verdadero lector. Es una persona que está por otra parte y por su propia cuenta confrontada al arte, aficionado o profesional. El se acostumbra así a hacer el viaje de la realidad a lo simbólico, teniendo siempre los boletos de regreso en el bolsillo (los niños son particularmente dotados en este ejercicio).

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Por cierto el arte (entidad difícilmente definible) no es sino raramente alcanzado en arte-terapia. Hacer referencia de esto permite notificar que la locura de la persona puede también participar a una producción en un campo que simboliza a sabiendas o no, a la vez las problemáticas de su autor, ese de todo ser humano, esas de su o (sus) creatura (s). Mas bien que avalanzarse en lo genético de un diagnóstico que lo enrarece, o de una institución que lo engloba, la persona se coloca en movimiento hacia una creación personal de obras a fin de mejor recrear posteriormente su propia vida (de la mejor forma sobre el modelo de la creación artística), ella se vuelve, entonces, sujeto de eso que la atravieza, la recorre y la atemoriza, sin por tanto ser de eso la maestra absoluta. En efecto, ella puede hacer la experiencia en el fenómeno misterioso de la inspiración, es decir el sobrecogimiento de la persona por algo que parece venir de otro lugar, seguido del sobrecogimiento por la persona de esta cosa a fin de objetivar, movimiento seguido por un trabajo secundario sobre esta expresión inmediata... Bella metáfora del movimiento terapéutico. El arte-terapia como la obra de arte para Henri Maldiney (1) filósofo de fenomenología es asi: « Una búsqueda de sí que no está ahí por anticipado: El no está sino que al estado de posibilidad. La obra es un acontecimiento que abre un mundo y puede transformarlo. » (1) Henri Maldiney- el vacío como recurso de la obra, Art et Thérapie. 50/51 (la pintura adelante de si) 1994 pag. 45. En qué el Arte-terapia se distingue de una psicoterapia tradicional. Intentemos sistematizar aquello que se comienza a desgranar como particularidad del arte-terapia, la personasufre (y hace sufrir) perturbaciones que son producciones espontáneas complejas. Se las comunica a un terapeuta que las oficializa y las transforma en síntomas de sufrimiento. A partir de esto, aparecen dos caminos que se separan, según se trate de una psicoterapie tradicional o del arte-terapia. En la psicoterapia clásica, el psicoterapeuta propone un cuadro (reglas de la cura que suponen entre otras la delimitación de un lugar y de un tiempo fuera de la realidad de la persona) en el interior del cual, la persona se expresa en el /yo/aquí/ahora/, evocando la presentación de un /yo/allí/en el pasado/ (en la infancia por ejemplo). Por eso, examinará sus síntomas, así como sus otras producciones complejas espontáneas (lapsus, actos fallidos, sueños), como vías de conocimiento de su inconciente, gracias al análisis que procede a una « descomplejización » a la búsqueda de significaciones. El proceso se desarrolla dentro de la relación transferencial actual.

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La terapia es menos una diligencia cognitiva que una experiencia actual que bebe de la reminiscencia y de la creación inédita. Estaré tentado de afirmar que se trata menos de un sí mismo reencontrado dentro de su propio pasado, que de un sí mismo elegido como héroe de una leyenda edificada y vaciada en el aquí y el ahora con el terapeuta, al fin en su presencia, en el presente, y dentro de las proyecciones que se operan sobre él, si no temiera poner la psicoterapia del lado del arte-terapia... El dibujo Tomemos la situación más común: esa del dibujo en terapia. Alguien hace un dibujo. El objetivo es su placer, y eventualmente el de la gente a quien lo muestra. Esperar más no es necesario. Ahora, él consulta un “psi” porque las cosas no van bien. Si él es un niño, lo llevamos, pero de todas formas, él sabe que viene por él y sus dificultades y que quien lo recibe va ayudarlo a ir mejor. Este último no le pide hablar de él, sino que le propone obrar en el imaginario, de dibujar, de contar la historia de un personaje que él imagina. El dibujo que él hace esta impregnado de eso y, de golpe, los trazos que él realiza en el papel configuran su mundo íntimo, fantasmal. Aceptar los rodeos de la ficción, es acceder a ese proceso sorprendente: hacer una imagen es fuente de efectos en la persona misma, inventar la tercera persona en sus relatos, imaginar un cuadro o improvisar una escena teatral no son más actos “gratuitos” (como podemos a veces contarlo en la producción artística “pura”), ellos son designados en relación a la transformación de la persona. Incluso si la persona no es el “motivo” del dibujo, ella es de este la motivación. El proceso del arte-terapia podría ser resumido de la siguiente forma: El trabajo de la puesta en forma re-creativa de si mismo no se hace en 1era persona, sino en el artificio de la descripción de un personaje que permite a veces develarse con más autenticidad y profundidad, y esto es particularmente cuando el sujeto está demaciado cómodo y relajado en el lenguaje seudo-introspectivo. El solo hecho que la producción no figure a la persona en forma explícita, y que se manifieste en un espacio-tiempo psicoterápico basta para que forzosamente la producción sea impregnada de problemáticas propias del sujeto quien sabe que viene para resolverlas. La teoría del elipsis. La persona se presenta en terapia con producciones sincréticas espontaneas: síntomas, trastornos del comportamiento, sueños, lapsus, etc. Su problemática es al principio expuesta por ella misma ( y eventualmente por su familia), permitiendo plantear las interrogaciones sobre las cuales trabajar ( a diferencia de objetivos limitados y precisos a obtener, lo que es propio de la re-educación). Se propone en seguida a la persona de pasar de un discurso implicado a la primera persona en yo /aqui/ ahora, a un discurso (en el amplio sentido del término) en /él/, discurso de la ficción: invención de relatos, de cuentos, de diálogos, de escenas de marionetas, de comixs, de foto novelas, talleres de escritura, trabajo de actor o de clown) o realización de obras segun otros lenguajes: pictóricos, gráficos, de maquillaje, escultural, gestual, bailado, mimado, rítmico, melódico, vocal o instrumental, etc. Debemos recordar aquí que el arte-terapia no puede funcionar que cuando, de una manera u otra, el primer tiempo es respetado: la creación debe efectuarse a partir de sí, sino, ella no es mas que pequeños juegos de sociedad no implicados.

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El solo hecho de que el arte-terapia se desarrolle en un cuadro (lugar+ tiempo+ reglas del juego) que la persona investida como las condiciones mismas de su proyecto de resolución de sus dificultades, (de terapia afirmada como tal, o de desarrollo personal, o de relación de ayuda), ocaciona que todas estas figuren enteras en la producción. Esta producción es así impregnada de problemáticas propias del sujeto pero no es recomendable provocar de forma muy deliberada al paciente, arriezgando de no mostrar entonces que la legenda conciente que él ha elavorado a propósito de sus trastornos y de su origen. Para que el proceso pueda desarrollarse, hay que desconfiar de la intelectualización, forma francesa habitual de resistencia al cambio. Nosotros pensamos que las tomas de conciencia tienen menos a ser rebuscadas laboreosamente que a imponerse mas allá del camino en eso que yo llamo “sorpresas del conciente”. Como lo ha escrito André Breton: “La lucidez es el gran enemigo de la revelación” . El estatus de la interpretación El arte-terapia creativa prefiere trabajar en una cierta penumbra: en ella comprendemos un poco, es decir que “tomamos con” el otro, un poco de sentido pero no nos afanamos a reducir el enigma. Lo acompañamos mas bien en un proceso que, de producción en producción, se enriquece progresivamente. Se trata de vivir plenamente ese recorrido simbólico que, a término, repercute sobre la evolución de la persona. Este acompañamiento debe ser discreto, no girado hacia la restauración-reparación-regreso a un pasado, sino hacia un avenir procedente de la transformación de esta forma compleja nacida de toda una vida compleja, de varias vidas incluso si nos referimos a la transmisión transgeneracional, en este arte-terapia respetuosa al servicio de fuerzas de construcción que el enfermo posée en él, sabiendo que él contiene tanto de inercia como de destrucción. Nos contentaremos primero de hacer de modo que la producción sea lo mas satisfaciente posible: evitar las disperciones del relato, por ejemplo, las soluciones hechas, los dibujos apurados de forma defensiva o copiada, las reproducciones de figuras plásticas o melódicas conocidas, etc. El arte-terapéuta programa menos un contenido a descubrir que un marco terapéutico definido de forma rigurosa (espacio, tiempo, soporte, actores, reglas del juego). El acompañamiento sutil de creación en creación es acentuado por revelaciones interpretativas surgidas en el curso del desarrollo del proceso. Las interpretaciones no se hacen obligatoriamente en una explicación verbalizada, ellas pueden tomar diferentes lenguajes: sonoro, gestual, pictórico, etc. Es asi que la terapia reproduce la figura del elipsis en un va y ven entre el discurso en /yo/, (1er centro), y ese en /él/, (2° centro). El contenido aporta menos que el sentido mismo de la creación que es metafórico de la terapia misma: dejarse guiar por los grafismos, los colores surgidos de la mano y organizar esas producciones espontáneas es metafórico de la relación con sus fantasmas y de su dominio progresivo: llegar a construir un relato en una continuidad narrativa y una descripción precisa del héroe, de sus acciones y pruebas es una búsqueda de identidad ficticia que ayudará a la evolución personal; delimitar el espacio de la expresión imaginaria en relación a una realidad reencontrada en fin de seción permite la definición del campo donde se puede jugar con sus miedos más arcáicos mas bien que ser de ellos el objeto delirante atemorizado; llegar a la elavoración de ritmos y de diálogos sonoros es partir de sus violencias para traducirlas en harmonía y en comunicación. Se trata entonces no de restauración sino que de construcción a partir de la existencia, de reconstrucción, de renovación (que significa acto de renovelar, de dar

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una nueva forma). Así, de creación en creación, sin que haya necesidad de buscar demaciado explícitamente sus significaciones, la persona en terapia hace toda una evolución sin mucho darse cuenta al comienzo, lo que permite respetar las defensas, rodear las resistencias y no violentar los síntomas en directo, de desbaratar un poco la cerebralidad. Se trata en realidad de crear “puestas en formas imaginarias de si mismo”, de posibilidades de su identidad a través de formas artísticas, en un recorrido de creaciones que provocan poco a poco la transformación del sujeto creador, que le indican un sentido como un padre da sentidos a las producciones de su hijo (el terapeuta es en efecto en la función parental y no en la substitución parental). Las tres condiciones. El arte-terapia reposa en tres condiciones: La primera es el proyecto global del re-encuentro: la transformación positiva del paciente por él mismo; la segunda es la proposición por el terapeuta del marco de la representación terapéutica; la tercera es que no hay programación del contenido . No se trata en efecto de hacer engullir al otro un simbolismo previo, sino al contrario, de encontrar su propia simbólica y hacerla evolucionar, de forma imprevisible. Las reglas del marco deben ser precisas y firmemente mantenidas, el contenido no debe ser programado. Se trata de ser exigente en cuanto a su calidad y no aceptar las facilidades de una producción ligera. Contentarse de poco, teniendo cuenta de las capacidades del otro, es desvalorizante para todos empezando por el trabajo solicitado. El terapeuta no debe ser ni complaciente ni intrusivo. El interviene no para decir lo que hay que hacer de forma directiva sino para ayudar al paciente a llevar a cabo lo mejor y lo mas lejos posible la forma producida. La creación en situación intersubjetiva terapéutica es proposición de desplazamiento imaginando en una escena y una forma diferente las figuras dolorosas de repetición de una vida. La comunicación interpersonal del encuentro terapéutico constituye eso que es a la vez singular y común a las personas en presencia y por consecuencia sobre sus versiones singulares de temas universales. La comunicación por el arte re-envía a los temas comunes y permite así el encuentro entre el autor y el destinatario de la obra. En las dos situaciones, podemos notar una compatibilidad entre subjetividad y objetividad, entre individualidades distintas y lo que forma un cuerpo común. Para ser arte-terapeuta se debe experimentar cómo tomar esas locuras, esos dolores, esas violencias, esas alegrías, como materiales para su progreso personal. Debemos también permitir a la expresión desprenderse y saber trabajar secundariamente bajo ella. La formación tiene por objetivo se dar a luz primero como creador de formas proyectivas sucesivas de si mismo, a fin de ayudar a los otros a cumplir ese mismo movimiento. Una regla de la formación es absoluta: La prohibición de interpretación de cualquiera sobre cualquiera en la revelación de problemáticas del otro, lo que favoriza las salvajerías. Se trata de darse a luz como creador a partir de sus propias dificultades para ayudar a los otros a hacerlo.

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Se trata de alguna forma decrear « representaciones en formas imaginarias de sí mismo », de declinaciones de su identidad, a través de formas artísticas dentro de un decurso de creaciones, que provocan poco a poco la transformación del sujeto creador, que le indican un sentido, que parten de sus dolores y de sus violencias, de sus locuras, también de sus alegrías, de todas sus intensidades, tanto de sus ideales como de sus formas obscuras, para hacer el materia de su caminar personal. Total, como se dice a veces, « transformar la mierda en fertilizante », o de manera más pulcra transformar los obstaculos en pruebas, es decir en etapas de la gesta del heroe que se apoya sobre sus dificultades tanto exteriores como interiores para continuar su búsqueda. Es entonces que la persona puede comprender que a través de su caminar, reúne el movimiento mismo del ser humano ensayando ser un poco más, sujeto de su propio destino. El trabajo de producción en terapia significa entonces el rechazo del hombre a hundirse en el mal, la desgracia, la enfermedad, el malestar, lo maligno y el maleficio. Dentro de un mundo donde las grandes cuestiones permanecen ocultas, el arte como la filosofía son los últimos bastiones desde los que uno puede abordar los misterios. La terapia por su lado pone el acento sobre la transformación positiva de sí. El arte-terapia permite juntar los dos campos, toca lo universal de la condición humana, mas su acercamiento está anclado en el individuo global, su espíritu, su cuerpo y su alma, que a través de sus producciones atienden a la figuración de sus mitos individuales como versiones de temas colectivos: la historia remitida al tema del sacrificio, la figuración al otro del doble, la creación musical al encuentro con el caos, la danza en el paso de la pesadez a una gracia efímera. La persona percibe que el arte-terapia es sensible a este simbólico que también le concierne y su comunicación interpersonal esta hecha de lo que es al fin singular a cada uno, común a su reencuentro y universal. La terapia aporta al arte el proyecto de transformación de sí mismo, pero el arte aporta a la terapia la ambición de figurar una versión de las grandes cuestiones de la humanidad. Si la creación dentro del arte, que nace del reencuentro del hombre y de una materia, revela que las formas así creadas pueden ser una forma de exploración de los misterios del mundo y producir efectos en la cultura, la creación en terapia, que nace del reencuentro de dos subjetividades, revela que las formas así creadas pueden ser una exploración de los enigmas individuales y producir efectos en la persona que une en otra a las culturas que lleva en ella.

Jean-Pierre KLEIN Psiquiatra honorario de los hospitales Doctor habilitado para dirigir investigaciones en Psicología Director del Instituto Nacional de Expresión, Creación y Arteterapia (Inecat) de París, 27, rue Boyer, F75020 Paris, www.inecat.org, 33 (0) 6 62 37 46 93 Presidente de la federación internacional de terapia y relación de ayuda con mediación (Consejo de Europa, Strasbourg) Autor de “Arteterapia” ediciones octaedro Barcelona “La creación como proceso de transformación » (con los profesores de la escuela de

arteterapia linea Jean-Pierre Klein de Barcelona, ediciones Octaedro, Barcelona

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