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Trata de un niño que
TRATA DE UN CHICO QUE
Espera en el crucero con pantalones justos y esa mirada en que cada pestaña es una antena. No es necesario un cartel.Todo en él invita: carne dispuesta, roja elasticidad. Los transeúntes en sus carros lo miran bajo sus gafas. Se ha aromado de dudoso perfume que, si no cautiva, le disimula el tufo a cigarro y sudor ajenos.
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Ha dejado lápices por un día de paga cada día.
Ante el desfile de hombres,prefiere imaginar ser el astro de un orbe como aceitado, (en el que no sabe que resbala) hecho para el placer. Y en la complacencia siente el sacrificio golpeando en sus adentros. Astro roto, aparente, de lo que dura su noche.
Al volver, el padrastro que le ha impuesto oficio, le arrebatará el metal cobrado. Apenas sí le ha dejado para una prenda nueva radiante.
Si no, es la bofetada que no se discute, la vejación en que el hogar se hace infierno. Del que no escapa, porque asume, con todos, que no hay lugar mejor para recogerse que la casa familiar.