dale mag

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Poco o nada de contenidos de dise帽o, poco o nada de Sushi, de c贸mo reconocer el sabor a fresas en un vino tinto, o de botox.

DALE. 00.


HOLA!

Zabala 3142 / Ciudad de Buenos Aires Tel/Fax. 4551.1452 info@dalemag.com / www.dalemag.com

DALE. año 1 nº0 / Noviembre de 2009 Una publicación mensual propiedad de Me Gustas Tú S.A. Registro Nacional de la propiedad intelectual 407926.


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ONTEIDOS. VISUALES.

URBANOS.

MUSICALES.

ESPECIALES.

PATRIMONIALES.

TEXTILES.

LITERARIOS.

CINEMATOGRÁFICOS.

CIENTÍFICOS.

VIAJEROS.

CULINARIOS.

05.

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Suspiro limeño. Postre emblema del Perú.

Un chino en África. Desde el almacén.

Física cuántica, electrones y molinetes. De eso no se habla.

Nuevo cine argentino 1997-2009. Un movimiento de reconocimiento mundial.

Bioy Casares. En líneas...

Martín Churba. El lujo no es sólo vulgaridad.

Salamone. La cultura del cemento.

Revolver. La reedición de los Beatles.

Tonolec. La tierra llama.

Eloisa cartonera. De cartonera a editora.

Andy Warhol. El personaje que se inventó a sí mismo.


DOSSIER.

AGENDA.

León Ferrari. Un artista coherente que no tiene pegado en la piel el líquen de la posmodernidad.

Novedades. Discos y libros destacados del mes.

Recitales. Visitas y escena local.

Teatro. 4 imperdibles y los destacados de la cartelera.

Cine. Películas de estreno y en cartel.


A VEINTIDÓS AÑOS DE LA MUERTE DE ANDY WARHOL, EL ARTISTA DE LA REVOLUCION POP.

05.

EL PERSONAJE QUE SE INVENTÓ A SÍ MISMO. Por Julián Gorodischer.

VISUALES.


Retratista de estrellas, hacedor en serie de pinturas que demolieron la noción clásica de autor y anticipador de la telerrealidad con sus célebres “15 minutos de fama”, Warhol selló una nueva relación entre arte y mercado que se mantiene hasta la actualidad.

Veintidós años después de su muerte, el mercado lo incorpora como un hijo dilecto, cerrando el círculo de toda vanguardia: el icono de Andy Warhol (anteojos y platinada palidez) se reproduce en tazas, discos, remeras, car teras y calendarios en los cinco continentes, mientras que su obra bate records en las subastas. Su figura es retomada por la lógica de consumo que el artista satirizó, por ejemplo, con sus retratos de latas de conserva Campbell’s (Sopas Campbell’s, 1965). Hace un par de semanas, la marca Levi’s lanzó, en los Estados Unidos, unos jeans (Warhol Factory X) que llevan impresos emblemas de su obra, desde la Marilyn flúo al retrato de Mick Jagger. Nació en 1928 en Pittsburgh (Estados Unidos), según los papeles, como Andrew Warhola, hijo de eslovacos que se formó como ilustrador de revistas de moda desde Vogue a Harper’s Bazaar. El rey del pop –de quien se pudo conocer en 2005 una completa retrospectiva en el Centro Cultural Borges– eligió ser cronista de su época, focalizado en “lo banal” o “lo frívolo”, poniendo la mira en ídolos fundamentales de la cultura y el espectáculo de la segunda mitad del Siglo XX. “La perspicacia de Warhol fue seleccionar y plasmar imágenes dest acadas – escribió Vivien Greene, su curadora en el Guggenheim de Bilbao – que sintetizan a la sociedad moderna y que han permitido que su obra adquiera resonancia perenne.”

ELOGIO DE LA SERIE. Warhol produjo imágenes en cantidades industriales. Desde 1962 empezó a utilizar la técnica de la serigrafía, montando con sus colaboradores una cadena de producción que refirió tanto al proceso de creación

como a la obra producida: el método –se propuso – sería p ar te del mens aje. L a producción mecánica lesionó la idea de autenticidad. “Cuestionó profundamente la importancia de la mano del artista como ejecutora”, sigue Greene. Así se sucedieron (entre otros trabajos que se vieron en Buenos Aires) sus Diez retratos de judíos del Siglo XX (Sigmund Freud/Franz Kafka/ George Gershwin...), sus Flowers (flores), con una misma imagen repetida según ligeras modificaciones de fondo y figura. Latas de sopa, rostros de celebridades, muebles de uso cotidiano pierden en su obra su gravitación original, convirtiéndose en objetos decorativos. Su Bolsa de compras con sopa Campell’s expresó ese punto intermedio entre la fascinación por el icono publicitario y la voluntad de resignificar el consumo masivo. Se apoyó, para realizar su obra, en el estudio The Factory, en el corazón de Manhattan, donde logró modificar la idea de obra haciendo que sus amigos y ayudantes colorearan a mano sus trabajos en las míticas Coloring parties (fiestas para colorear). “Con ayudantes y allegados –biografió la investigadora Paola Fraticola– creó una corte al estilo renacentista para mantener un alto ritmo de producción y satisfacer su necesidad de seguridad.” El grupo demolió al autor. Su elección de temas (en su período Fama y fortuna), desde el principio, eleva y entierra simultáneamente el mito hollywodense, desde la Marilyn (Marilyn, 1964) esfumada, donde no se reconocen nítidamente sus rasgos y que altera la imagen fosilizada por los medios, a las imágenes de Elizabeth Taylor, Elvis Presley (Triple Elvis, 1962) y Mick Jagger, multiplicado en diez reproducciones que hablan tanto de su om-

nipresencia en la cultura contemporánea como de la explotación banalizada del mito. Se movió cómodo en esa zona en la que se hibrida la idolatría y el distanciamiento, como una conciencia crítica de la condición de fan. Su catálogo compone una vidriera de personajes resignificada, donde una ligera variación de la trama o un incremento de color subrayan la irrealidad de la relación entre el espectador y sus ídolos. El punto de fuga está dado en su mira a los seres comunes (Ladies and Gentlemen, 1965), allí donde los retratos de travestis negros desconocidos, por ejemplo, esos labios rojísimos y perfiles impostados recuperan una humanidad corriente que, sin embargo, con sus miradas a cámara y sus mentones hacia el cielo siguen reproduciendo el sistema de estrellas. Hace diez años, sin embargo, todo era muy diferente, y no se lo sometía a grandes negocios: en 1994, por ejemplo, Sotheby’s no pudo vender diez de doce obras ofertadas y por un Double Elvis (1963) no se pagó ni la mitad del precio inicial. La Warholmanía no lo tuvo como testigo vivo.

LLEGAR ANTES. Sus quince minutos de fama prefiguraron la búsqueda frenética por estar en la TV; sus films voyeuristas dedicados a interceptar la nada, el reposo, la pasividad de un durmiente (Sleep, 1963) o una construcción fijada como el Empire (19 6 4) llegaron mucho antes de la tan mentada telerrealidad. Sus reproducciones serigráficas, sus esfumados y saturación de flúos hicieron arte digital antes de que la disciplina tuviera método, forma y nombre propio; sus latas de Campbell’s anunciaron el género de la publicidad paródica, que luego utilizó la


tórica autodenigratoria/autocelebratoria tanto para ironizar como para vender con eficacia. “Esta doble fascinación por la exuberancia y el refinamiento de las estrellas bien peinadas y elegantemente vestidas del cine comercial –escribió su curadora audiovisual Mary Lea Bandy–, por un lado, y por la expresividad libre del trabajo poético y extremadamente personal, por otro, confluiría más tarde en su propio modo de hacer cine.” Sus motion pictures (que se exhibieron el año pasado en el museo Malba) se perciben en sintonía con su obra plástica: hacer desaparecer el autor para que aparezca con violencia, dejar la cámara en un falso reposo que ilumina zonas imprevistas de un beso pescado in fraganti o una intelectual (Susan Sontag) imperturbable en su mirada a cámara. “Cuando los rollos son proyectados a una velocidad menor –sigue Bandy–, las actuaciones parecen desarrollarse a un ritmo ajeno al de la realidad cotidiana y adquieren una dimensión de metro poético, de movimiento mágico tan controlado como la animación, la danza o el ritual religioso o secular.... Warhol logra que un momento cualquiera se torne casi indiscretamente largo, íntimo y ajeno a este mundo.” En homenaje a los veinte años desde su muerte, la Berlinale acaba de presentar el film A Walk into the Sea: Danny Williams and The Warhol Factory, un documental sobre el amante de Warhol, Williams, y su vida a la sombra del maestro. También se exhibió en Nueva York Factory girl (de George Hickenlooper), una nueva película sobre Eddie Sedgewick, la más conocida entre las estrellitas consagradas por la paleta de Warhol, con Sienna Miller como protagonista. Allí se retrata al icono del pop como un vampiro emocional que utilizaba a

sus musas para luego dejarlas caer. De sus besos, rostros, fachadas, durmientes eternizados en la fijeza de una acción única, sin conflicto dramático ni evolución de una trama, con larguísimas funciones que empezaban igual que como terminaban, se ha dicho que eran onanistas u ombliguistas, pero también se los ha referido como revolución profunda al corazón de la industria cultural. Si Warhol solía explicar su método cinematográfico con la frase Prendés la cámara y te vas, el análisis crítico de su obra arriesga, en cambio, complejidad e intención. “La frase –escribió el escritor y crítico Alan Pauls– suena a boutade, pero basta ver cualquier documental convencional sobre las efervescencias sesentistas de la Factory para entender hasta qué punto, boutade o no, daba en el corazón mismo de su credo artístico: todos pintan, sopletean paredes, bailan, actúan, se drogan, charlan, fuman, beben, se besan, sacan fotos. Warhol es el único que nunca hace nada.... Nadie tan apropiado como Warhol para merecer la definición que tanto halagaba a John Cage: un artista no hace; permite que algo se haga.”

FUNCIÓN Y DESPEDIDA. Desde 1972, cuando se considera que comienza su última etapa creativa, produce en un estudio situado en Broadway: desde un enorme retrato de Mao Zedong hasta una serie de Oxidaciones, literalmente armadas mediante la orina solicitada a los invitados. La performance histriónica adquiría el estatuto de la obra: la participación del entorno aporta a esa desacralización del “ser artista” que sostuvo desde los primeros tiempos de The Factory. Los ’70 y principios de los ’80 lo encontraron

“Warhol es el único que nunca hace nada... Nadie tan apropiado como Warhol para merecer la definición que tanto halagaba a John Cage: un artista no hace; permite que algo se haga.”

repuesto del disparo que le pegó en el pecho la misteriosa Valerie Solanas (¿una fan que amó demasiado?), cansado de filmar, más volcado a temas de contenido político o psicológico, como se ve en su serie de Roscharchs, con imágenes modificadas del célebre test psiquiátrico. De este tiempo data su producción televisiva (Fashion, Andy Warhol’s TV y Andy Warhol fifteen minutes), recorriendo la fama circundante con ese deleite irónico con paralelo en su pintura. Sus obras Sombras, Hilos, Huevos lo entregan, por primera vez, al campo puramente abstracto, corriéndose de la adoración anterior por el espectáculo. Hasta que un 22 de febrero de 1987 se murió, por un ataque al corazón después de una operación corriente de vesícula. En una vida híperexpuesta, a la que no le faltó público, fue el único acto que no documentó.


Andy en Detroit, 1985


DE CARTONERA A EDITORA.

09.

La “Osa” Miriam vivía de vender cartón y hoy lo colorea para hacer portadas de libros; junto a otros compañeros, trabaja en Eloísa Cartonera, cooperativa fundada en 2003 por Washington Cucurto.

Por Virginia Lauricella

A metros de la Bombonera, la “Osa” Miriam, Ricardo, Juan, Alejandro, Celeste y Carolina (“Car tolina” para sus compañeros) se rebelan contra la tiranía azul y amarilla. En un pequeño local de Brandsen 467 pintan a mano pedazos de cartón para transformarlos en coloridas portadas de libros que se imprimen allí, en el barrio de La Boca. Eloísa Cartonera surgió en 2003. “En ese momento, con los precios disparados, la única manera de seguir imprimiendo era usando el cartón que recogíamos de la calle. Eloísa surgió con lo que teníamos a mano”, asegura Washing ton Cucur to (seudónimo de Santiago Vega), responsable del proyecto, junto a Javier Barilaro y Fernanda Laguna. Desde su página , la “editorial más colorinche del mundo”, que funciona como cooperativa, toma posición: “Ni un producto de la crisis ni un intento por estetizar la miseria”. Se definen como un grupo de personas que se juntó para hacer las cosas de otra forma. Y eso se nota sólo con verlos trabajar sobre el cartón que cubrirá los ejemplares de La Noche , relatos fantásticos para chicos escritos por David Wapner. El infantil es el género más vendido. Casualidad o no, agarran una caja de Nesquik. La “Osa”, que solía ganarse la vida como cartonera, se entusiasma ahora al imaginar las posibilidades que le ofrece ese material. “Me gusta cuando una tapa me queda re linda y la ven todos”, dice. El cartón lo compran a cartoneros que recorren el barrio a 1,50 pesos el kilo o 0,25 centavos la caja. Una cifra muy superior a la ofrecida en otros puntos de reciclaje. Los libros salen 5 y algunas ediciones más acabadas como El sol albañil, de Ernesto

Camilli, cuestan el doble. También hay cuadernos por 15. El catálogo contiene más de 120 títulos, todos de autores latinoamericanos con diferentes grados de visibilidad. “Cedí dos obras y, como muchos, habría cedido más, de puro amor a Cucurto. Nunca cifré expectativas en el proyecto Eloísa, pero celebré su existencia como recordatorio de la condición lumpen y marginal de toda buena literatura”, asegura el escritor Rodolfo Fogwill, autor de Los Pichiciegos, a lanacion.com. Como él, hicieron Ricardo Piglia, Tomás Eloy Martínez, Alan Pauls, Pedro Lemebel, César Aira, Leónidas Lamborghini, Fabián Casas y Gabriela Bejerman, entre otros. Eloísa propone una estética sustentada en fuertes principios sociales y comunitarios que ya trasciende las fronteras. E xisten iniciativas similares en varios países de la región. Como Brasil (Dulcineía Catadora), Perú (Sarita Cartonera), Paraguay (Yiyi Jambo), Chile (Animita Cartonera) y Bolivia (Yerba Mala Cartonera), por nombrar algunos. En nuestro país, no es necesario irse hasta la Boca para conseguirlos. Se venden también en varias librerías: Boutique del Libro, Antígona, Rincón del Anticuario, Prometeo, De la Mancha, Otra Lluvia, Crack Up, Eterna Cadencia, Zivals, Club Dumas, De Avila, MU, Librería de las Madres, Fundación Proa. Aunque acercarse a la calle Brandsen (lunes a sábado de 14 a 20) es una buena oportunidad para entrar a la cocina del proyecto y hasta pintar un libro, o encargar el armado del propio. Klaus Stadmuller, un turista alemán, llega para retirar la caja de ejemplares de su 50 por Buenos Aires. Postales de cartón que repartirá a su regreso.

URBANOS.


+ LA HISTORIA DE LA EDITORIAL MÁS “COLORINCHE” DEL MUNDO ELOÍSA CARTONERA

Cada libro de esta editorial es un objeto único e irrepetible, su manufactura es responsabilidad de un grupo de cartoneros y artistas movilizados por el cambio social. Todo comenzó en una pequeña, casi imperceptible, librería situada en el barrio de Almagro bautizada “ No hay cuchillo sin rosas”. No se trataba sólo de una nueva editorial. En este lugar los objetos a la venta serían manufacturados y pintados a mano por cartoneros a quienes los fundadores de Eloísa Cartonera les compraban el cartón, los mismos que después se encargarían de crear y pintar a mano cada ejemplar. Así se desarrolló la que ellos consideran la editorial más colorinche del mundo. Washington Cucurto junto a Javier Barilaro, entre otros artistas poligénero, escritores y poetas urbanos fue uno de los creadores de Eloísa Cartonera que vio la luz cuando corría el 2002. Y el proyecto inicial creció dando trabajo a personas de bajos recursos pero, también, dándole empuje a la literatura, de autores conocidos y a escritores nóveles e ignotoso.

“El cartón se compra a $1,50 el kilo, cuando habitualmente se paga $0,30. Y por la realización, los chicos cobran $3 la hora de trabajo. El proyecto pretende generar mano de obra genuina, sustentada en la venta de libros. No posee financiación de ningún otro tipo”, se lee en el sitio de Eloísa Cartonera . Cada ejemplar es único y está pintado con temperas multicolor. Con un catálogo que ellos califican “puntiagudo” con textos de autores argentinos consagrados como Ricardo Piglia, César Aira o de los nuevos como Washington Cucurto, Dani Umpi y Gabriela Bejerman, entre otros, que ceden sus obras a este emprendimiento con vistas a la transformación social. Ahora la editorial se mudó al barrio de La Boca y funciona en un local en Brandsen 647. Allí se hacen los libros y muestras de arte. Esta usina de libros e ideas está abierta a todos aquellos que quieran acercarse, de lunes a viernes de 13 a 18, a editar sus obras para formar parte de algo que comenzó como una editorial y epicentro de manifestaciones artísticas, y muta al compás de los cambios sociales.

La vidriera del local de Eloisa en Brandsen 467, la Boca.


TONO LEC.


O-

TONOLEC.

Multidisciplinaria y étnica, Charo Bogarín es la voz del dúo dinámico Tonolec que, entre fusión de electrónica y canto originario, lanza disco nuevo y reafirma la necesidad de volver a las raíces.

MUSICALES.

LA TIERRA LLAMA. Por Guadalupe Treibel

12.


Con los ojos grandes y la voz partida, Charo Bogarín relata la historia de los tiempos, entre lenguas autóctonas y mundo occidental. Desde la canción, su arte devuelve a la tradición originaria lo verde y celeste, lo orgánico. Y, como aire puro, la propuesta toma –ahora– forma de oración: Plegaria del Arbol Negro es el título del segundo disco de su banda, Tonolec, donde –junto a Diego Pérez– fusiona música electrónica y canción toba. Mezclar para conservar lo étnico, el lenguaje qom. Desde la propia denominación, el dúo evoca un ave del monte chaqueño que con el canto hipnotiza a sus presas. Y, para llevar el proyecto adelante, se valió de una “banda de zorzales”, el coro institucionalizado Chelaalapi, de Resistencia Chaco, de cuyos adultos tomaron canciones y costumbres. Eso, desde 2002, y como parte de la intentona nacional. Explica Charo: “Desde 2000 llegó la vertiente ideológica de la new age, donde lo étnico estaba presente, pero desde la visión europeizante. Entonces surgió el emergente social artístico de volver a las raíces, buscar más hondo... Estamos tan intoxicados que hay una necesidad de volver a la cédula de madre”. Su primer (y homónimo) larga duración fue bien recibido dentro y fuera de las fronteras locales. Y, con un sonido más consolidado, el segundo inaugura 12 temas, cantados mayoritariamente en lengua toba. “El nuevo material es más maduro, más afianzado. Lleva hacia las raíces de la música indígena y coquetea con el folklore”, advierte la pata femenina de Tonolec. Mientras, entre dibujos rupestres, el arte del disco evoca cierta intención que Charo reconoce: el cuento infantil para adultos, que también pudiera decodificar un pe queño. A cargo del director artístico Carlos Coccia, el clima remite a Tim Burton. “Este disco, a diferencia del otro, tiene tonos más arriba, canciones infantiles, oscuridad y densidad”, asegura la mujer, entre colores. Inicialmente, ¿cómo fue el abordaje de la música toba? – En 20 01, con Diego (Pérez) teníamos una banda llamada Laboratorio Wab, con una particular manera de componer: a distancia. Ganamos un concurso de la señal MTV para editar un disco producido por Santaolalla (que no prosperó por el cimbronazo de la inflación y la crisis) y viajar. Estando afuera tuvimos una crisis personal porque nos cayó la responsabilidad de mostrar la propia cultura y nuestra música no reflejaba eso. Así emprendimos lo que

queríamos hacer: cruzar la música originaria, los ritmos nuestros. Era una invitación a compartir una ceremonia... ¿Buscaron conservar lo religioso y espiritual de este tipo de canción? –Totalmente. Para ellos, en los cantos, rituales, rondas de danza y canto, el valor sagrado continúa presente. Hay un vínculo con la naturaleza. Nosotros nos sentimos atraídos por esa energía, por esa forma de trabajo. ¡Tal es así que estuvimos tres años hasta grabar el primer disco! Y no sabíamos cómo iba a ser el segundo disco. Incluso pensamos que podríamos abarcar la comunidad guaraní, pero finalmente comprendimos que todavía no habíamos terminado con la cultura toba. No es solamente cantar en lengua autóctona y que Diego lance las bases: hay que lograr que la electrónica y la música toba se incluyan sin bastardearse, que sean un nuevo ser. Pero, ¿no descartan trabajar con otros grupos originarios? –Tenemos la particularidad de nunca limitarnos. Siempre decimos que estamos empezando, aunque éste sea nuestro segundo disco. Lo guaraní está muy presente y en algún momento va a salir, sin dudas. Para eso me estoy preparando. Cuando sea el momento, ¡nos enteraremos todos! Irónicamente, desde su mirada, la fusión de géneros funcionaría como una forma de conservar la cultura originaria. –Sí, por supuesto. Es una manera de conservar una cultura viva. Ellos, como tobas, se mantienen fuertes por su capacidad de adaptación a los tiempos que corren. Y el lenguaje nunca lo perdieron. Sin embargo, como músicos, se niegan en poner en papel o en registrar cualquier partitura. Dicen que la música les pertenece a todos. Has mencionado que no buscan izar la bandera de pueblo oprimido. –Abordamos la música toba desde el orgullo de ser originario, de tener ese color de piel, esa forma de expresión, ese arte divino, las canciones. En lo musical, encontré en los cantos indígenas registros vocales que no encontraba en el rock nacional y me identifican. De todas formas, inconscientemente se puede generar conciencia sobre el respeto a lo natural, a los tiempos, al silencio. Son sonidos muy particulares. ¿Cómo trabajas la voz? – ¡Por ósmosis! De escuchar el tono, la forma de emitir el sonido particular, gutural, con esa forma quebrada. Con Diego, cada uno tiene su lugar y su energía. Yo

me manejo con la intuición; él tiene aprendizaje de carrera. Nos equilibramos: uno transmite la fuerza de la tierra y el otro, una energía contenedora y contenida. Cuando recién empezábamos, la gente de la comunidad toba miraba sorprendida y las más ancianas se reían. Les resultaba extraño escucharme cantar porque, si bien no parezco occidental y tengo rasgos indígenas marcados, no dejo de ser alguien que viene de afuera. ¿Cuál es tu ascendencia indígena? –Soy tataranieta del Cacique Guaraní Guayraré. Nací en Clorinda, Formosa, y viví los primeros cinco años de mi vida ahí. Por la circunstancia de que mi papá fue desaparecido en el ‘76, con mi mamá y mi hermana nos mudamos a Resistencia. Mi padre es uno de los no identificados. Era congresal, del peronismo de las ligas agrarias. Mi mamá, que era maestra de frontera (y después se hizo ingeniera en Sistemas), lo ayudaba y enseñaba a las mujeres a coser a máquina. No fue sencillo para mi madre criarnos y hacerse cargo de nuestra educación, como tampoco fue fácil para mí ser madre soltera. Mi hija pasó un poco mi misma historia; su padre falleció cuando ella era pequeñita y nos mudamos a Buenos Aires a sus siete años. Somos un matriarcado fuerte. ¿Cómo no vamos a ser así si toda nuestra vida tuvimos que salir adelante solas? Tu carrera está marcada por un interés interdisciplinario: canto, composición, baile... –En realidad, yo estudié para ser bailarina clásica. Jamás imaginé que iba a dedicarme al canto. ¡Sólo quería estar con el tutú de cisne! Me recibí de maestra y dejé las zapatillas de punta. Decidí ser periodista y trabajé seis años escribiendo en un periódico de Resistencia, donde hacía de todo: política, cultura... Después terminé cantando. Y ahora estoy por filmar Paco, una película de Diego Rafecas –director de Un Buda–, donde mi personaje es de la villa y seguramente aparezca cantando. Va a ser el catalizador de todo lo que ocurra en la historia, la chica de encanto que enamore al protagonista (Tomás Fonzi) y lo introduzca en el tema del paco. Como una flor de loto en medio del fango.

MÁS INFO: http://www.tonolec.com.ar/


Tenemos la particularidad de nunca limitarnos. Siempre decimos que estamos empezando. Aunque éste sea nuestro segundo disco.

Abordamos la música toba desde el orgullo de ser originario, de tener ese color de piel, esa forma de expresión, ese arte divino, las canciones.

TONOLEC ID.

Es un dúo originario de Resistencia Chaco, integrado por la cantante Charo Bogarín y el músico Diego Pérez, ambos compositores que reafirmaron su labor musical abordando la fusión de los géneros electrónico y étnico desde un lugar legítimo. Estos jóvenes artistas decidieron dedicarse durante los últimos tres años a investigar la cultura toba desde adentro, intercambiando experiencias musicales con las comunidades tobas originarias del norte argentino y trabajando exhaustivamente en la mixtura de los cantos populares tobas con la electrónica. Parte de su trabajo se basó en las rondas de canto y de baile del coro de mujeres y hombres tobas “Chelaalapí” (Bandada de Zorzales), que viven en Resistencia, quienes les abrieron sus brazos. Las canciones tradicionales que aprendieron les fueron transmitidas oralmente por los ancianos de esa comunidad, más allá de todo el material histórico que lograron recopilar. También realizaron experiencias junto a la comunidad toba de Derqui, provincia de Buenos Aires. De allí nace Tonolec, caracterizado por la voz poderosa e intimista de Charo y las refinadas composiciones de Diego. Ambos son autores y plasman en su obra canciones propias en lengua castellana y en lengua toba, con el interesante aditivo de versiones de cantos tradicionales de la etnia qom (toba). De vuelta a Argentina y con inquietudes respecto de la identidad musical como compositores, el dúo decidió cambiar el rumbo del trabajo que venía haciendo. El principal objetivo fue entonces crear música con identidad, volviendo a las raíces más profundas y mirando con más detenimiento al medio en donde fueron criados. El trabajo con las comunidades tobas es el leit motive de la obra de Tonolec, que al final del camino recorrido nos ofrece: una voz femenina entretejiendo diálogos diversos con la naturaleza, delicadas mixturas entre sonidos acústicos y coros indígenas procesados. Y finalmente la comunión de todos estos elementos dando la conformación de paisajes diversos por los cuales es posible imaginar el tránsito de los primeros hombres sobre nuestro suelo.


15.


ESPECIALES.

REVOLVER. REVOLVER.


Los Beatles son la infancia. Me explico: los Beatles no son sólo mi infancia y la de tantos otros (nací en 1963 y puedo afirmar que su música fue el colorido soundtrack de los primeros y decisivos años de mi vida y sigue resonando, aquí y allá y en todas partes, como si el tiempo no pasara) sino que, además, son la infancia en sí misma. La infancia que no pasa y que se renueva una y otra vez y uno se la pasa escribiendo sobre los Beatles como alguna vez escribió sobre esa vaca fundamental y eterna y amiga que no deja de darnos carne y leche. LA REEDICIÓN DE LOS BEATLES. Por Julián Gorodischer.


La carrera de los Beatles –tantos discos y tantas canciones registradas en poco más de siete años de estudio y estudios– tuvieron y tienen y mantendrán por siempre esa inequívoca voracidad infantil: el impulso de pasar al frente para gritar, las ganas de comerse el mundo, de digerirlo, de cambiarlo para siempre como quien parte una manzana verde en dos mitades y procede a masticarla sonriendo. El vértigo de su trayectoria, su recta y eufórica conquista del planeta, la melancólica alegría que demuestran –incluso, en ese medley final de Abbey Road, cuando las cosas ya estaban torcidas y se impuso el inevitable deseo de empezar a jugar solos, a otras cosas o con otros compañeritos– se me hace inseparable de la época en que todo parece sonar como nunca sonó ni volverá a sonar. Y lo más asombroso de todo: los Beatles –que fueron la juventud en sincro con ellos para la generación de mi padres, que creció y envejece y comienza a morir con ellos– siguen siendo la infancia de los míos. Y siempre me extrañó que, entre tanta recopilación y Anthology a ninguno de ellos se les haya ocurrido proponer un All Together Now: The Beatles Sing for Children y meter allí tracks como “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, “Cry Baby Cry”, “Yellow Sumarine”, “Maxwell’s Silver Hammer”, “The Continuing Story Bungalow

UNO. Bill”, “Drive My Car”, “For the Benefit of Mr. Kite”, “Octopus’s Garden”, “Blackbird”, “Piggies”, “Mother Nature’s Son”, “Penny Lane”, “Birthday”, “Good Day Sunshine”, “Here Comes the Sun”, “Hello, Goodbye”, “Good Morning Good Morning” o “Good Night”. Los Beatles –a diferencia de Bob Dylan y de los Rolling Stones– no se arrugan. Los Beatles, en cambio, son siempre jóvenes. Los Beatles se “acabaron” para no dejar de ser alrededor de sus treinta años luego de una década de actividad profesional y ahí siguen estando. Y quienes se añejan hoy son, apenas, un señor llamado Paul McCartney (quien ahora resuena como el más inventivo y melodioso bajista de todos los tiempos) y otro llamado Ringo Starr (cuyos redobles en “Strawbery Fields Forever”, su entrada en “A Day in the Life” y su único y breve y perfecto solo en el arranque de “The End” bastan y sobran para caer de rodillas frente a su batería). Y, al otro lado pero por siempre aquí, la voz de navaja derritiéndose del surrealista ácido John Lennon y la sombría calidez del místico George Harrison quien, cuando una vez le preguntaron “¿Cómo es ser un Beatle?” respondió: “¿Cómo es no ser un Beatle?”. Los Beatles son como Peter Pan y nosotros somos el retrato de Dorian Gray de los Beatles. Y, aun así, mientras nos vamos deshaciendo, seguimos disfrutándolos como chicos.


Y puede argumentarse un mayor peso poético y una personalidad mucho más interesante en la figura del ya mencionado Dylan. O una mayor habilidad poética y una flema satírica y un mundo más personal en la obra de Ray Davies y The Kinks. Pero los Beatles tienen una intensidad sónica que jamás tuvo ninguno de ellos (a no olvidarlo: los Beatles contaron y sumaron con un tal George Martin, algo así como un Alfred con superpoderes) y una vocación por el experimento y la metamorfosis jamás superada ni igualada. Los Beatles –para bien o para mal– patentaron la desde entonces casi obligada compulsión p op de transformar s e sin cesar, de no quedarse quietos, de ver más allá. Alcanza, hoy, arrastrados por esta nueva marea revisionista, con observar en fotografías o filmaciones el constante y desenfrenado cambio en sus modales y looks. O volver a maravillarse con Rubber Soul y Revolver y Sg t. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, que ofrecen la versión definitiva del pop que se hacía entonces

DOS. a cargo de cuatro músicos encajando las piezas de un rompe/arrasacabezas perfecto rematando con esa cumbre apocalíptica del presente que es “A Day in the Life”. O encandilarse con la blancura de The Beatles, que muy bien 10 puede entenderse y decodificarse como manual de todo lo que vendría incluyendo punk, heavy-rock, folkpastoral, new wave, grunge, alt-country, indie, vanguardismo snob y, seguro, la tendencia de moda que se impondrá en el 2010, sin por eso privarse de parodiar cálida pero afiladamente a varios de sus co legas y –I’ve got blisters in my ears!– cómo grita ahora “Helter Skelter”. O escuchar las primarias y primales “She Loves You” o “I Want to Hold Your Hand” y comprender que son el equivalente a esas pinturas rupestres en las paredes de Altamira en las que alguien como Picasso supo ver el núcleo irreducible de la inmortalidad, de lo que no pasa ni pasará jamás de moda, de lo clásico coexistiendo con lo moderno y anulando la idea que tenemos del tiempo.

Los Beatles –para bien o para mal– patentaron la desde entonces casi obligada compulsión pop de transformarse sin cesar, de no quedarse quietos, de ver más allá.


No conforme con todo ello –ya lo dije muchas veces– los Beatles inventaron, también, el hecho de separarse luego de subirse a tocar a los techos de Londres (intenten elaborar una lista de videoclips con bandas tocando en techos –de Amaral a U2– y comprenderán que les faltará tiempo para incluirlas a todas). A Mick y a Keith, pupilos destinados a repetir de grado y a la repetición perpetua de una o dos gracias, no les quedó otra que conformarse con –como esos matrimonios que ya no pueden verse pero temen al que dirán y a quedarse sin recursos– inventar el recurso de seguir juntos para siempre. Y ahora –luego de recopilaciones en rojo y azul, grabaciones live, documentales, descubrimientos arqueológicos de demos y variaciones, breves reuniones con fantasma incluido, reposiciones con honores de sus películas, colección de singles triunfales, clonación desnuda pero ya corregida y retocada de Let It Be, espectáculo circense y hasta video-game interactivo– llega una nueva resurrección. Beatles For Sale! Remasterizados. Limpios. Refulgentes. Cósmicos. Todos juntos ahora dentro de

TRES. una caja que –nada es casual– recuerda a ese monolito de 2001: A Space Odissey al que le rinden culto hombres prehistóricos y astronautas futuristas. Aquí está: el sonido del sonido del que ya habíamos tenido un avance con el relanzamiento de Yellow Submarine y el estreno de Love. Me gustó lo que escribió y describió al respecto el especialista Diego Manrique: “El equivalente a entrar en una habitación particular en la que unos profesionales hubieran movido levemente los muebles y sacado brillo a la decoración”. Y así es. Una sensación rara. Como un feliz y desconcertante mareo. Como una caricia con modales de bofetada (o viceversa). Como un déjà vu con retoques de lo tanta veces experimentado (y hasta hay momentos de ligera irritación porque se siente que nos están metiendo el dedo en el tímpano de nuestra memoria; la misma perturbación de ver por primera vez la Capilla Sixtina restaurada con sus colores como alguna vez fueron) pero que mantiene, inmaculado, su genio central e inamovible. De aquí a unos años, seguro, habrá otra mutación con la excusa de una nueva tecnología. Lo leeremos mañana en las noticias,

oh boy. La posibilidad de que los Beatles estén en el aire y ya no se los oiga sino que se los respire y llenen nuestros pulmones. O los Beatles como una droga inyectable que correrá directamente hasta nuestro corazón y cerebro. Quién sabe, qué importa. Aquí y ahora, esta nueva invasión de los Fab Four los convertirá, dicen, en los artistas más vendidos en lo que va del tercer milenio. Y, a cuatro décadas de “The End”, en los mejores maestros de tantos “nuevos beatles” (que van de la nobleza y sofisticación de Crowded House a la torpe vulgaridad de ese espejismo llamado Oasis) y, en el momento de sacar promedios y comunicar calificaciones, en los mejores alumnos de sí mismos. Alfa y Omega y estaciones intermedias y tomorrow always knows. Y me acuerdo de aquella pregunta que le hicieron a John Lennon –“¿Cuándo volverán a juntarse los Beatles?”– y de la respuesta que dio Lennon: “El día que tú vuelvas a la escuela”. Bueno, ahora volvemos otra vez. Ahora –a través del universo, en nuestra vida– vuelven los que nunca se fueron. Creen en el ayer, sí. Pero el futuro les pertenece.


LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD EN 14 DISCOS.


La escucha cronológica de los álbumes, de Please Please me a Abbey Road, equivale a observar la evolución desde el homo sapiens hasta Bill Gates en el lapso de unas pocas horas.

La palabra singularidad está de moda. Penrose y Hawking la utilizan para explicar un fenómeno que representa una excepción al campo gravitacional. Vernor Vinge llama “singularidad” al momento del futuro que sobrevendrá una vez que desarrollemos una máquina superinteligente. Robin Hanson sostiene que, a lo largo de la historia, la humanidad protagonizó muchas “singularidades” que entrañaron saltos cualitativos y cuantitativos (la Revolución Industrial, sin ir más lejos). La remasterización de la música de los Beatles constituye una mini–singularidad: las cifras indican que, por sí sola y en escasos días, le concedió a la moribunda industria discográfica un salto cuantitativo, metiendo cinco álbumes en el Top Ten y vendiendo casi un millón de ejemplares. En sí mismos, ni los Box-Sets ni los discos individuales necesitan más justificación que la que exhiben: cualquier excusa para volver a escuchar esa música es buena en sí misma (por cara que nos cueste). Pero lo que la tecnología y la remezcla conceden al oyente no es una gracia menor. Al resetear la vieja música, dotándola de la sonoridad que nos habituamos a registrar desde la invención de la tecnología digital, los Beatles quedaron en pie de igualdad con el resto de los artistas que grabaron desde los ‘70 hasta hoy. Y una vez puestos en la misma línea de largada, lo primero que salta al oído es hasta qué punto siguen estando a años luz de todo lo demás, dicho esto con cariño y respeto por otros artistas. No deberían ni siquiera tomarse el trabajo de sentir ofensa: con una “singularidad” es imposible competir, y eso es lo que fueron los Beatles, y lo que siguen siendo: un salto cualitativo tan inesperado, y tan irrepetible, que la ciencia sólo puede explicarlo una vez consumado. (La que suele explicar este tipo de cosas con más naturalidad es, por cierto, la religión.) La escucha cronológica de los álbumes, de Please Please me a Abbey Road con el intercalado de Past Masters, equivale a la posibilidad de observar la evolución desde el homo sapiens hasta Bill Gates en el lapso de unas pocas horas: no existe forma de contemplar el principio y conjeturar lo que habrá de ocurrir, lo insólito del camino que se tomará y las alturas que conquistará en su vuelo. En la retrospectiva parece fácil oír algunas de las canciones primitivas y concluir que tanto Lennon como

McCartney todavía estaban en vías de convertirse en buenos compositores. Pero no hay forma de escuchar “Little Child” y conjeturar que en el futuro de esos artistas –un futuro que ya existía, si hay que creer en la noción del tiempo difundida por el bueno de Einstein– ocurriría algo como “Strawberry Fields Forever”. Lo que va de un punto a otro es inefable. Podemos, sí, desmenuzar cada elemento de lo preexistente: en qué track y en qué dosis hay elementos de rhythm & blues, del cancionero de music hall, de bolero, de flamenco, de folk y de raga, dónde hay armonías eólicas y arreglos de jazz, dónde melodías que hubiesen conminado a Mozart a devorarse la peluca. Lo que no se puede anticipar ni siquiera hoy es la modalidad de la combinatoria, la progresión a que daría lugar, y en consecuencia la creación de algo completamente nuevo (tanto, que para llegar a fruición tuvo que generar a pasos agigantados una tecnología que por entonces no existía). En esa alquimia ladina entre lo viejo –la vastísima tradición que estos muchachos se cargaron sobre los hombros, incluyendo la que ellos mismos desarrollaron a velocidad lumínica durante aquella década– y lo que todavía estaba por venir sin que nadie lo viese venir, hay una experiencia del tiempo que pone a prueba los límites de lo humano. Pero esto es algo que deberían estudiar los científicos. Ya llegará aquel que probará la existencia de universos múltiples con “A Day in the Life” por todo teorema. Por el momento, el común de los mortales nos contentamos con experimentar esta música que, a la manera del perseguidor cortazariano, mañana estará todavía mejor compuesta e interpretada que hoy; una belleza que ya está grabada de manera indeleble en nuestro cuerpo, y aun así sigue conmoviéndonos porque todavía hoy es, de la manera más inexplicable, inesperada. Algún día la tecnología evolucionará al punto de que una cámara nos enseñará el Big Bang, o sea la Primera Singularidad, en vivo y en directo. (Todavía podemos ver sus resabios, cada vez que nuestros televisores se quedan sin imagen y nos muestran una lluvia gris.) Pero, por el momento, no tenemos posibilidad de experimentar nada análogo a esa maravilla, salvo atendiendo a Shakespeare, contemplando la pintura One: Number 31, 1950 de Jackson Pollock o rindiéndonos a la música de los Beatles.


LA DISCOTECA DE BABEL. Los hombres inventan dioses extraños. Algunos, como el de los judíos, se complacen en permitirles cualquier cosa a sus enemigos mientras castigan con furia a sus fieles ante las faltas más insignificantes. Muchos prometen la vida eterna, sin demasiado poder de convicción, si se juzga a partir de los llantos de los creyentes durante las ceremonias fúnebres. Y a prácticamente todos, empezando por el bueno de Zeus y siguiendo por Jehová, lo que más les molesta es que alguien quiera parecerse a ellos. Tal vez por eso, cuando los Beatles aseguraron ser más famosos que Jesucristo, Dios repitió uno de sus mejores trucos. Según se cuenta en la Biblia, en el capítulo 11 del Génesis, cuando Jehová advirtió que los hombres, que hablaban un mismo idioma, llegarían al cielo con la curiosa torre que estaban construyendo, separó sus lenguas para que ya no se entendieran y la empresa fracasara. Rodrigo Fresán, en la contratapa del pasado 15 de septiembre, hablaba de los dioses griegos opinando (y actuando) y, también, de dioses que ya no juegan al ajedrez y de cielos vacíos de padres y, claro, de los Beatles. Es posible que pensando en ellos se despierten los ánimos teológicos, pero lo cierto es que Dios volvió a ver que el hombre llegaba al cielo, y que se le parecía demasiado, y nuevamente mezcló sus lenguas e hizo que no se comprendieran. Y entonces llegó Let it Be y los Beatles se separaron, no sin antes usar la hybris una última vez para demostrar con Abbey Road que no todo estaba dicho.

Esa es una explicación. La otra es atómica. Existe una remota posibilidad de que alguien gane la lotería cuatro veces seguidas, de la misma manera que es posible que coincidan, como sucedió, en una época ávida de novedades, cuatro personas entre las cuales dos eran excepcionalmente talentosas como compositores de canciones y como cantantes y una quinta, contratada por un sello discográfico, que, además de tener una enciclopedia más amplia (y desplegada en otras direcciones que la de los cuatro), era capaz de entusiasmarse con lo que ellos hacían y de entusiasmarlos con su curiosidad y sus ocurrencias. Como en la propia vida (y tal vez como en la mismísima materia), todo dependía de la tensión entre los elementos y lo mismo que lo hacía posible (Lennon y McCartney, tan distintos y, al mismo tiempo, tan pendientes de despertar cada uno la admiración del otro) era lo que podía (y pudo) causar la destrucción. Los materiales (las canciones “peladas”) podían provenir de uno u otro –y hasta de George Harrison–, pero en los procedimientos el paradigma McCartney/George Martin fue adueñándose progresivamente del todo. Y si hubo un momento perfecto, en que Lennon logró ser McCartney y Paul consiguió confundirse con John, fue el de ese pequeño disco con dos canciones, luego incluido en la versión estadounidense de Magical Mistery Tour. Allí, con “Strawberry Fields Forever” y “Penny Lane”, el homo gestalt llegaba a su punto más cercano al cielo. Allí y, por supuesto, en “A Day in


Lennon y McCartney, tan distintos y, al mismo tiempo, tan pendientes de despertar cada uno la admiración del otro. Y todos vuelven a escucharlos y a sorprenderse y a pensar que por ahí los Beatles no fueron sólo los primeros sino también los últimos, o los únicos, o simplemente los mejores.

the Life”, esa canción de Lennon que para ser la obra que fue debió ser inseminada por McCartney / Martin. Y ya se sabe: está la teoría del caos, y eso de que cuanto más compleja es la estructura, más cerca de su disolución andará. Y entonces llegó Let it Be y los Beatles se separaron, no sin que antes McCartney / Martin vampirizaran retazos de aquí, allí y todas partes para decir, con Abbey Road, que los Beatles eran más sus procedimientos que sus materiales. Los Beatles no se han ido. Pero sin embargo vuelven. Se perfeccionan. Ahora se han remasterizado las tomas originales, antes del proceso de mezcla y no después, como se había hecho hasta el momento para la edición en CD de sus discos. Y todos vuelven a escucharlos y a sorprenderse y a pensar que por ahí los Beatles no fueron sólo los primeros sino también los últimos, o los únicos, o simplemente los mejores. Están los que dicen que prefieren el sonido original (¿el de un Winco o el de una bandeja Thorens con una cápsula altamente sofisticada y un amplificador Audio Research conectado a bafles de cuatro vías?). Están en su derecho. También hay gente a la que le gustan los trencitos en las fiestas de casamiento o que los azoten con látigos de varias puntas rematadas en plomo. Pero en este caso, con la remasterización de sus discos, no se ha hecho otra cosa (la traducción del Quijote a un madrileño vulgar diseñado por Anagrama) sino que se ha mejorado la misma cosa (las letras se hicieron más nítidas y legibles). No

se transformó el concepto sonoro, no se llevaron los discos al caldo standard del pop actual, no se los igualó entre sí, ni se les puso nada que no estuviera ya en las grabaciones. No se cambiaron los planos. El bajo sigue estando tan al frente como siempre, pero la diferencia es que ahora suena a bajo. De la misma manera en que suenan las vibraciones –y su permanencia– de los platillos y el hi-hat, en que se distingue el timbre del bombo de pie, en que resuena la trompeta de “Penny Lane”, se escucha el aire y se perciben los ataques en la flauta dulce (o el whistle) de “A Fool in the Hill” y, sobre todo, en que aparecen las voces, con todo el fantasma y el grano que hasta ahora debían adivinarse. Y, ahora, con la restitución del sonido original (que estaba, pero la tecnología original no permitía escuchar), “Helter Skelter” vuelve a impresionar con su dureza. Como impresionan el corno –sus matices, el vibrato– de “For No One”, la guitarra en “Blackbird” y, cada vez que cantan juntos, Lennon y McCartney y Harrison, ahora absolutamente diferenciables entre sí y asombrosamente empastados. Los dioses, algunos dioses, juegan, o jugaban, al ajedrez. Borges decía que “Dios mueve al jugador y éste a su pieza”, y se preguntaba “qué Dios detrás de Dios la trama empieza”. Y parece evidente que hay un Dios detrás de ese Dios vengativo y cruel que mezcló las lenguas. Un Dios capaz de olvidar su propia soberbia y de prosternarse ante los Beatles, los otros inmortales.


DETRÁS DEL VELO. Conviene poner ciertas cosas en claro desde el principio: NO soy un fanático de los remasters. A diferencia de ciertos audiófilos que corren a comprarse la última edición de un disco que probablemente ya tienen una o dos veces, creo que en muchos casos constituyen un anzuelo de la industria discográfica, con escasas (o nulas) recompensas para el oyente. Lo que en términos del audio ya se denomina como “la guerra del loudness”, hace que se sacrifique rango dinámico en beneficio del volumen, comprimiendo al máximo los sonidos con resultados tan obviamente unidimensionales que han promovido –como lógica reacción– el movimiento llamado back to vinyl, que no es otra cosa que la vuelta al viejo y querido LP de vinilo. Pero los Beatles siempre se mantuvieron varios pasos adelante de la competencia, y este caso no es la excepción, si bien la espera demandó 22 años. Mientras que algunos de sus contemporáneos, como los Who y los Stones, han remasterizado hasta tres veces su catálogo, los discos de los Beatles habían permanecido incólumes desde su inicial transferencia al formato CD en 1987 (y aquí conviene recordar que en las reediciones posteriores, como el Yellow Submarine Songtrack y Let it Be... Naked, los temas habían sido remezclados, un proceso mucho más radical que el remastering, en el que se toman los canales individuales pudiendo alterar el balance, el sonido y otros parámetros). Otra cosa que vale la pena tener en cuenta es que el ahora reivindicado LP de vinilo también tenía sus limitaciones: además del molesto ruido de superficie, los ingenieros debían atenuar ciertas frecuencias –especialmente las graves– porque podían hacer saltar la púa del surco. Por eso, si bien se han hecho escuchas comparativas con el vinilo, la principal referencia para el equipo de ingenieros de Abbey Road comandado por Allan Rouse, que trabajó durante 4 años en el proyecto, han sido las cintas master, algo que sólo conocen los que tuvieron la suerte de estar en el estudio en el momento de la grabación y/o mezcla. Los nuevos remasters añaden profundidad y claridad –con un sonido más grande y rico que en sus anteriores encarnaciones–, pero no de una manera artificial. Con los 2009 Remasters (14 álbumes, incluyendo Past Masters, ahora editado como doble CD), la sensación es como si un velo hubiera sido levantado, lo que permite apreciar más plenamente todo el contenido y la información que los Beatles incluían en cada canción, especialmente de Rubber Soul en adelante, cuando tanto las grabaciones como la música fueron adquiriendo creciente complejidad. En una primera escucha, la diferencia mayor aparece en las voces, que dan la impresión de estar un poco más adelante en la mezcla (esto es debido a la mayor definición, los planos no se han alterado). Pero, más allá de eso, lo que impacta es la presencia y cercanía, especialmente de las voces de los dos principales vocalistas del grupo, John Lennon y Paul McCartney. A propósito, Paul declaró recientemente: “Ahora escucho a John y pienso: ‘Ahí está él’. Es casi como que cerrás los ojos

y podés verlo, porque la calidad es tan real”. Lo mismo puede aplicarse a su propia voz y a la de George Harrison: son tan vívidas que da la sensación de que estuvieran “ahí nomás”. La otra diferencia que se percibe de inmediato está en el bajo y la batería, lo que coloca en su verdadera dimensión el extraordinario trabajo de Paul y las sutilezas del siempre injustamente devaluado Ringo. Pero esto es sólo el principio: son miles de detalles. Para focalizar en un álbum específico, me concentré en uno de mis preferidos, el White Album, de 1968 –en realidad, el nombre verdadero es The Beatles–, un disco increíble que anticipó prácticamente todos los desarrollos que aparecerían en la música durante las cuatro décadas siguientes. Después de la experimentación de Sgt. Pepper’s, los Beatles volvían a ser una banda, y el devenir de sus 30 canciones constituye una caja de sorpresas de una calidad y variedad deslumbrantes. Una mirada a mis apuntes destaca, entre los descubrimientos que salen a la luz con los nuevos remasters, las cuerdas en “Martha my Dear”, los fills de la guitarra de Harrison en “Why don’t we do it in the Road?”, la claridad de las acústicas en las respectivas obras maestras de Lennon y McCartney, “Julia” y “Blackbird” (en esta última suplementadas por el sonido de sus pies marcando el ritmo contra el piso), la persistente campana en “Everybody’s Got Something to Hide Except me and my Monkey”, la dimensión casi celestial del coro y la orquesta en “Good Night”, los numerosos “sonidos encontrados” en el collage sonoro “Revolution 9” y sus paneos por los extremos del stereo, y así podríamos seguir indefinidamente. Ya fuera del Album Blanco, un ejemplo remarcable son las apocalípticas guitarras sobregrabadas de Lennon en “I Want you (She’s so Heavy)”, de Abbey Road, que habían sido reducidas debido a las limitaciones del vinilo y ahora emergen creando una tormenta sonora. Con las ediciones remasterizadas de otros grupos, en muchos casos sucede que, cuando se levanta el velo, la mayor claridad permite distinguir las contribuciones individuales que forman el todo, y eso evapora parte de la magia. El misterio constituye uno de los componentes fundamentales de toda obra de arte, y nadie quiere que eso se pierda. Con la música de los Beatles sucede lo contrario: su poder es tal (alguien apuntó que es una federación –no una unión– de elementos) que se benefician con el intento de mejorar su claridad. Como sucede cuando observamos un cuadro de Velázquez, o de Leonardo, podemos mirarlos –escucharlos– miles de veces, y siempre descubrir cosas nuevas. Además del hecho de que esta campaña hace que la música de los cuatro de Liverpool vuelva a ser escuchada y redescubierta en todo el mundo, y alcance (como sucedió en su momento con los Anthology) a una nueva generación, lo más importante que puede sacarse como conclusión es comprobar que con los Beatles sucede como en los cuentos: asistimos, una vez más, al triunfo del bien. La tecnología no pudo destruir la magia.


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TOCÁ CON ELLOS. La frutilla sobre la torta de este 9-9-9 es de lo que menos se habla: el videojuego The Beatles: Rock Band. Producido por la misma empresa que empezó con Guitar Hero y luego subió la apuesta con Rock Band (juegos que ya facturaron nada menos que 3 mil millones de dólares), el juego de los Beatles tiene la aprobación de los cuatro mandamases de Apple: Yoko Ono por Lennon, Olivia Harrison por George y Paul y Ringo. “Cuando empezamos con Los Beatles el rock and roll era una música menor, una fase pasajera, y ahora es reverenciada como una forma de arte. Lo mismo sucedió con las historietas. Vi tantas cosas no consideradas arte convertidas en uno, que nunca menospreciaría un videojuego”, declaró McCartney a la revista del New York Times. Así como la primera edición de Los Beatles en compact fue considerada como la confirmación del éxito del formato allá por 1987, veintidós años más tarde este nuevo lanzamiento parece darle la despedida. Pero si el compact está cantando sus hurras, atención con el videojuego, porque –como señala Paul– puede ser el comienzo de algo. El primero en ver el potencial de un juego dedicado a las canciones de Los Beatles, según el artículo firmado por Daniel Radish, fue Dhani Harrison, el hijo de George, jugando al Guitar Hero. Cuando la casualidad lo puso cerca de Van Toffler, uno de los ejecutivos de MTV –que acababa de comprar Harmonix, la empresa creadora del juego, por 175 millones–, Dhani le dijo que deberían hacer un juego con más instrumentos. Así fue como Van Toffler lo puso en contacto con Alex Rigopoulos, que ya estaba trabajando en Rock Band. Cuando le propusieron trabajar en la música del juego –que viene con 45 temas y al que, a diferencia del Rock Band original, no se le podrán agregar canciones por separado sino álbumes completos (los tres primeros anunciados son Rubber Soul, Sgt. Pepper’s y Abbey Road)–, Gilles Martin, el hijo del legendario productor del grupo, asegura que se preguntó si realmente quería hacer un juego de los Beatles para guitarras de plástico. Lo que lo convenció, cuenta, es cómo la gente se compromete con el juego. “Es lo más parecido que he visto a la forma en que antes escuchábamos los discos. Algo que los chicos no hacen más, porque hay otras cosas que compiten por su atención.” Según McCartney, imitar a sus artistas preferidos “fue como empezamos”. Y subraya que, más allá de los formatos –vinilo, cassettes, compacts y downloads–, la base está en la canción. “Así que no hay ninguna diferencia”, dice. ¿Y el futuro? “En diez años vos vas a poder ser Paul McCartney, con una cobertura holográfica en tu muñeca. Y yo sólo voy a ser el tipo que estaba en los discos originales.”

Desarrolladora: Harmonix Music Systems (Xbox 360/PS3) Pi Studios (Wii) Diseñadores: Chris Foster, Sylvain Dubrofsky, Casey Malone Fecha de lanzamiento: 9 de septiembre del 2009 Modos de juego: 1 Jugador y Multiplayer Plataforma: PlayStation 3, Xbox 360, Wii Formato: DVD, Blu-ray Disc, Wii Optical Disc


HEARTS CLUB BAND

SGT. PEPPER’S LONELY

REVOLVER

RUBBER SOUL

HELP!

MEET THE BEATLES

BEATLES FOR SALE

A HARD DAY'S NIGHT

WITH THE BEATLES

PLEASE PLEASE ME


LET IT BE

ABBEY ROAD

YELLOW SUBMARINE

THE BEATLES (WHITE ALBUM)

MAGICAL MYSTERY TOUR


Por Fabio Grementieri.

LA CULTURA DEL CEMENTO.

LA CULTURA DEL CEMENTO 29.

PATRIMONIALES.


Rescatan en Azul el legado de Francisco Salamone, el arquitecto que conquistó Buenos Aires en los años 30 con decenas de obras monumentales devenidas objeto de culto.

En la Argentina hay valiosos “sistemas patrimoniales” integrados por obras construidas con una misma estética, derivadas de una misma tecnología o diseñadas para una misma función. Es el caso del patrimonio art nouveau , del ferroviario o del escolar, por citar algunos grupos. Son muy pocos, en cambio, los casos de conjuntos patrimoniales notables compuestos por una gran cantidad de piezas erigidas por un solo proyectista. Entre ellos descuella la impresionante colección de edificios y espacios diseñados por Francisco Salamone en la Provincia de Buenos Aires, entre 1936 y 1940. Hijo de un constructor italiano, Salamone nació en Sicilia en 1897 y arribó al país de pequeño. Estudió en el colegio Otto Krause y posteriormente se radicó en Córdoba; allí se recibió de ingeniero y arquitecto, realizó obras menores e intentó una carrera política en el Partido Radical. Su gran oportunidad llegó de la mano del autoritario Manuel Fresco, gobernador de Buenos Aires en la segunda mitad de los años treinta. Dentro del amplio plan de obras públicas de matriz keynesiana y fascista encarado por el caudillo conservador, Salamone construyó sedes municipales, plazas, mataderos y portales de cementerios en localidades de la mitad sudeste del territorio provincial. En sólo cuatro años desplegó una fantasía inagotable y una capacidad de trabajo frenética. Esta erupción de creatividad se extinguió en 1940, cuando Fresco dejó el poder y Salamone se instaló definitivamente en la ciudad de Buenos Aires. Hasta su muerte, en 1959, dirigió una empresa de pavimentación urbana y construyó apenas un par de edificios más. Afortunadamente, este acervo fue redescubierto hace poco más de quince años y se está transformando en objeto de culto y circuito de peregrinación. Atentos a este fenómeno, la Municipalidad de Azul y el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires organizaron las Primeras Jornadas Salamone, que se realizan hasta mañana en Azul con el objetivo de profundizar el estudio de esa obra y generar conciencia sobre su preservación, puesta en valor y uso sustentable. El insólito y magnético universo de las obras de Salamone está desperdigado por el lado sur de la cuenca del río Salado, un territorio respaldado por las sierras de Tandil y de la Ventania. Una comarca donde la pampa empieza a oler a Patagonia, donde cincuenta años antes del fenómeno Salamone corría la zanja de Alsina, proliferaban los fortines y los malones arrasaban más que el pampero. Varias ciudades y pueblos, como Azul, Laprida, Pellegrini, Rauch, Carhué, Guaminí, Coronel Pringles y Tornquist, ostentan piezas de esta colección signada por un estilo indefinible. Es que Salamone,

típico argentino del siglo XX, parece no tener prejuicios, ni políticos ni formales. Puede asimilar y combinar todo lo disponible en el supermercado europeo y americano: expresionismo alemán, futurismo italiano, decorativismo francés, neoplasticismo holandés, constructivismo ruso, efectismo hollywoodense. Las formas que en Europa expresaban aspiraciones artísticas, sociales, revolucionarias o reaccionarias, aquí licuaron sus significados y se transformaron en puro lenguaje “remasterizado”. Inquietante condición preposmoderna, como tantas manifestaciones de la cultura argentina de la época. El mítico suelo pampeano era fértil. Como en la botánica, todo podía brotar y florecer. Y Salamone era un jardinero desbocado, un alquimista especializado en transgénicos arquitectónicos fascinantes, especie de futurismo operístico en clave de itálica locuacidad. En la mentalidad argentina cabía un imperio europeo imaginario al que podía adosarse también Estados Unidos. Probablemente, he ahí la clave de la seducción que Salamone provocó en el espíritu nacionalista y megalómano de Fresco. Recorriendo sus obras, más allá de la irresistible y fotogénica atracción de formas y volúmenes, se encuentran referencias a muchos íconos de la modernidad. Los pórticos de los cementerios son modernos altares, pero también escenografías o emblemas de empresas cinematográficas. Imposible no asociar el portal del cementerio de Azul y su ciclópeo R.I.P. con el logo de la 20th Century Fox. Los mataderos parecen gabinetes de películas expresionistas donde los faenadores son aprendices del doctor Caligari. Y las sedes municipales, más allá de evocar el ancestral ayuntamiento con torre y reloj, parecen bases de operaciones, plataformas de despegue o palacios de películas de Flash Gordon. En la placidez de ciudades y pueblos hechos de hierro y ladrillos, de alambrado y tierra, donde reinaba el estilo inglés ferroviario o el clasicismo de los albañiles italianos, las nuevas formas irrumpían cubiertas de la familiaridad del revoque símil piedra que, desde 1900, maquillaba las fachadas urbanas de cierta pretensión. Pero, además, el gran sustento de las obras de Salamone era el hormigón armado, esa mágica piedra líquida, disponible por la alquimia del cemento de las cercanas canteras de Olavarría, el agua pampeana y las armaduras de hierro. Este material y su desarrollo formal y tecnológico constituyeron toda una cultura arquitectónica en la Argentina de entreguerras, que produjo un rico patrimonio monumental: silos, caminos, puentes, tanques de agua, fábricas, usinas, frigoríficos. Son los tiempos en que el auto y los caminos van reemplazando al ferrocarril. En los que el cemento sustituye al hierro. En los que el libro va siendo desplazado por la radio y el cine y la correspondencia, por el teléfono. La “felliniana” obra de Salamone se erige en la “era del cemento” en las pampas y descuella como la de Miguel Ángel en el Renacimiento. Brilla también dentro del panorama internacional del patrimonio art déco. En estos días se analiza el futuro del patrimonio de Salamone tratando de aunar esfuerzos municipales, provinciales y nacionales. Es una gran oportunidad para demostrar que los argentinos podemos trabajar en equipo. Aunque, como en este caso, sea para abordar la obra de un individualista.


Municipalidad de Guaminí .

+ SALAMONE ID.

Francisco Salamone fue un arquitecto italiano, que vivió y trabajó en Argentina; construyó en apenas cuatro años, entre 1936 y 1940, más de 60 edificios en 25 municipios de la Provincia de Buenos Aires. Nació en León For te, Catania, Sicilia el 5 de junio de 1897. Llegó a Buenos Aires cuando su padre, un constructor siciliano decidió buscar fortuna en el nuevo mundo. Después de egresar del Colegio Otto Krausse de Buenos Aires decidió seguir los pasos de su padre en el oficio de la cons -

trucción. Inició sus estudios en Universidad Nacional de La Plata y los finalizó en la Universidad de Córdoba. En 1917 egresó con el título de arquitecto e ingeniero. Intentó hacer carrera política, postulando como candidato a senador pro vincial por el Partido Radical, sin mayor éxito. Se casó con una ciudadana británica con quien tuvo cuatro hijos. Su obra comenzó en la década del 30, cuando se intentó modernizar a la obra pública de los municipios del interior de la Provincia de Buenos Aires. Salamone tenía una gran amistad con el gobernador de dicha provincia, Manuel A. Fresco, quien si bien era un admirador de Mussolini, circunscribiendonos a la época podríamos entender que era una corriente polític a en desarrollo en varios lugares del mundo por aquellos años y aún no tenía la connotación que implicó luego. Éste le encomendó a Salamone el trabajo de re alizar edificios públicos en la Pampa húmeda, dándole car ta blanca para sus proyectos. L a idea era fomentar el crecimiento de algunas pequeñas ciudades y pueblos del


Matadero en Guaminí .

interior. Salamone llegó a construir mas de 60 grandes obras en pocos años, y algunas obras menores. Su trabajo se c aracteriza por tre s tipos de construccione s: municipalidades, portales de cementerios y mataderos, aunque también realizó plazas, pórticos, mobiliario urbano y de interior a los palacios municipales, como así también veredas y luminarias para mantener un estilo coherente. Palacios Municipales, cuyas características principales son la monumentalidad y las torres que simbolizan la avanzada de la civilización sobre el desierto. El Palacio Municipal de Coronel Pringles es uno de los tantos exponentes. De la misma forma hay que nombrar como originales y emblemáticos los Palacios Municipales de Carhué, Guaminí, Pellegrini, Rauch, entre otros. Los Cementerios se caracterizan también por su monumentalidad y enormes portales que simbolizan el cuerpo humano reintegrándose a la tierra. Suelen ser obras integrales y no solo pórticos. Los Mataderos. Funcionales en su representación arquitectó nica. Uno de los principales exponentes es el de Coronel Prin-

gles, cuya torre simboliza la hoja de una cuchilla. Cuando terminó la administración del gobernador Fresco, en 1940, Salamone y su familia se trasladaron a la capital, donde dirigió múltiples obras de pavimentación urbana y proyectó solo 2 edificios de estilo racionalista. Francisco Salamone falleció el 8 de agosto de 1959, relati vamente olvidado, pero dejando una herencia arquitectónica monumental en la pampa argentina. Sus restos descansan en el cementerio Jardín de Paz. Su obra más importante es el Palacio Municipal de Carhué, inaugurado el 3 de diciembre de 1938, que combina Art decó, Futurismo Italiano, y Funcionalismo inspirado en el Bauhaus. Fue declarado “Monumento Arquitectónico Municipal”. Luego de muchos años su obra se vió nuevamente reconsi derada, valorizada y citada por parte de la prensa especializada, estudios de arquitectura, y muestras de fotografías de las mismas, invitando a que en plan turístico la gente se acerque a conocerlas.


EL LUJO NO ES SÓLO VULGARIDAD.

Martín Churba vuelve a desafiar los conceptos de la alta costura cruzando cristales Swarovski con telas tejidas por cooperativas textiles de la Puna, creando la noción de “nuevo lujo”, ese que obliga a quien lo lleva a ser consciente de su privilegio y también a pagar por lo que vale el trabajo de las artesanas que, desde su paisaje de montes y quebradas, aceptan a regañadientes agregar esos artificios a sus creaciones tradicionales.

Por Victoria Lescano

Luego de haber investigado en la estética del gaucho y delineado una bombacha avant garde y un vestido con estampas de rastras que causan furor en Japón, de haber realizado colecciones con anclaje político —guardapolvos confeccionados junto a la cooperativa La Juanita—, de haber logrado una deconstrucción de un desfile en el cual sonó como hit el llanto de una modelo y el público pudo adentrarse en un backstage irónico y poético a la vez, y de haberse montado una celebración de carnaval con procesión a un centro de compras un año después de aquella colección junto al escultor Pablo Reynoso; para celebrar las últimas noticias de su laboratorio textil invierno 09 el diseñador Martín Churba —aliado con la firma de cristales Swarovski— ideó una colección subversiva en los modos de enlazar textiles y avíos. La presentó con una puesta en varios actos desde Villa Ocampo, epicentro de la Belle Epoque en Buenos Aires: cada habitación fue tomada por una acción de moda regida por textos de la dramaturga Inés Saavedra, con la coartada de lucir los vestidos romanos de seda y otros denominados “elastic” -construcciones en jersey de algodón, seda, goma y lana, que fueron disparadores de la nueva colección. Luego de un banquete y ataviado con una levita rescatada de la casa Gil Antigüedades pero con un gadget sofisticado de tecnología siglo veintiuno en sus oídos, Churba dio la señal de partida de un desfile entre los eucaliptos y tipas de Villa Ocampo que exaltó los plisados, los romanos de seda y novedosos sacos y tapados de llama, devenidos abrigos muy chic con piedras Swarovski. Dijo sobre la perfomance: “Tuvo mucho en común con los relatos que hago a diario en mi estudio de diseño para aplicar a mis textiles. Fue un cuento hecho junto a la bailarina Gaby Ayala, la música Mariana Baraj —quien improvisó sonidos de una tormenta e hizo de hechicera— y yo, como director y diseñador. Contamos la historia de un espíritu vinculado con la tierra y con la oscuridad. La bailarina apareció con un gran libro bajo el brazo mientras que se dio inicio al desfile de vestidos en color peltre brillante, verde y negro. Una mujer descalza con vestido negro y manto blanco jugó al fantasma en el intervalo y antes de una nueva pasada de atavíos para noche en colores cobre y tierra, marfil y dorado pálido. Finalmente, vestida en color humo, la bailarina llegó al paroxismo, hubo un malambo, con instrumentos autóctonos y pañuelos de seda en alusión al canto boliviano religioso Hatun Ilimani y de un libro aparecieron cristales que simbolizaron la sabiduría.

33.

TEXTILES.



Hoy el lujo pasa por saber que tu prenda, tiene una historia, una materia única y que se hace a mano.

¿Cúal fue el argumento sobre el cual se construyó la performance con profusión de cristales en cada habitación y la arbitrariedad de hacer brillar a la máquina de escribir, la colección de revista Sur y hasta el teléfono de disco? Las habitaciones fueron escenarios para imaginar la vida de princesas de siglo pasado, chicas muy bien, anglo y franco parlantes, muy viajadas, algunas más femeninas que otras y todas criadas con muchas nodrizas e institutrices. Por un lado, las doncellas reclinadas en la bañera, vestidas de seda y lana, por otro una mujer sentada en el banquito del baño, erguida, con gesto adulto y anteojos de carey. Mientras que en la habitación, las hermanas confluyeron alrededor de la cama. La escena reflejó el grado de preferencia que unas y otras se tienen. Los anteojos, los cigarrillos y libros hablaron de mujeres fálico-femeninas, antesala de una nueva sexualidad. En otra escena, que transcurrió en la biblioteca se jugó cartas y se tomó pastís, tal vez jugaron por un botín de cristales o de brillantes, pero quisimos reflejar que en ese entorno el dinero siempre estuvo y nunca hubo que preocuparse. Por otro lado, en el escritorio, dos hermanas jugaron a hacerse el peinado trenza. Encargue un trabajo de documentación a la fotógrafa Candelaria Gil. ¿Cúales son los ejes del nuevo lujo con el que bautizaste a un segmento de la colección desarrollado con tejedoras de la Red Puna? En la Argentina el lujo es un juego de resignificaciones: la chapa de frente del colectivo alas, borlas estilo palacio que cuelgan del espejo biselado, y que junto con el estilo fileteado anuncian línea 60, son lugares tomados por el lujo o tratados de manera lujosa. Elegí llamar “Nuevo Lujo” y lujo socialmente responsable al que se hace a conciencia de que todos los que participan lo vivan como tal. Muchas de las prendas fueron desarrolladas por los artesanos textiles de la Puna y la quebrada con diseñadores del programa “Red Puna” que ya lleva tres años, y a través del cual se capacitó al grupo de treinta familias que la componen en temas de artesanía textil con camélidos. Las piezas se hacen a partir de fibra de llama, que se esquila a mano una vez cada dos años y de la que se selecciona la parte de fibra mas fina. Acto seguido, se lava, se mecha, se limpia la cerda, se hila y se teje. Cada pieza lleva entre setenta y noventa horas de trabajo. Los artesanos están cobrando entre tres cuatro veces más por la factura de estas prendas que lo que suelen cobrar en los mercados tradicionales de artesanías. Además hicimos una trampa: les agregamos cristal y así conseguimos llamar la atención del ojo buscador de glamour, mientras que las piezas reflejan cruce de viejos y nuevos paradigma de lujo . Con respecto al agregado de cristales las tejedoras lo ven como algo artificial, pero les gusta la combinación. ¿Considerás que la fusión de alta costura con nuevas tecnologías simboliza una patada a la tradición de la alta costura? No, porque no se necesitan telas únicas, especiales para hacer una pieza genial. En realidad es agregar una variante más a la tradición de alta costura, la de las telas que tienen un valor agregado y son creadas por el mismo creativo que luego las trabaja para convertirlas en vestimenta. Es algo como los sistemas constructivos de laminados con el cual el arquitecto Frank Ghery hizo muebles o el A-poc del diseñador japonés Issey Miyake —un tubo de tela con múltiples posibilidades de uso—. ¿Cómo funciona el mercado de la moda en tiempos de recessionismo? Hoy la moda se piensa y se vive con amplitud; comprás tu ropa interior y los básicos en supermercados de moda barata, inteligente y a little bit trendy. Y luego la mezclás en la coctelera hogareña con las prendas más amadas, las que tienen injerencia en tu diario personal. Considero que de estas últimas se componen mis colecciones, que son hitos para el guardarropas, pareciera que siempre se estrenan porque cada vez que las usáss vivís los cumplidos de un estreno. Permanecen vigentes y sorprenden tanto en tiempos recesivos, como en otros de más opulencia. Hoy el lujo pasa por saber que tu prenda, tiene una historia, una materia única y que se hace a mano. ¿Cómo se traza la toile de los nuevos atuendos? ¿En el proceso hay un síntesis de la vestimenta y las estampas? La línea Elastic que presenté no tiene toile, se hacen sobre el bustier directamente y a partir de un nuevo sistema constructivo, mediante vendas con cintas elásticas que envuelven el cuerpo casi con el mismo método de las momias. La cinta, creada a partir de un jersey engomado y separado en tiras que se vuelve a consolidar luego de ser estirado, adopta una forma de bordes enrulados similares al dibujo de una palmerita de azúcar. Y es en el interior del textil donde se acomodan los cristales, porque seguí a rajatabla esa observación que hizo Markus Swarovski de los cristales escondidos y la idea es que el brillo aparezca con el movimiento del cuerpo. ¿En el trabajo con cristales hubo puntos de contacto con tus primeras búsquedas textiles, cuando cual un personaje de glam rock solías tener la cara pintada con purpurina? Recuerdo que en mi segundo taller de experimentación textil, el que funcionó en el taller de autopartes, tuve un eureka al pegar simulaciones plásticas de piezas de cristal en tela, al grito de ¡soy el swarovski sudaka!


+ MARTIN CHURBA ID

Comenzó hace diez años su camino de artista textil. Con imágenes fotográficas armaba collages y, con ellos, patrones para estampar. A fines de los ‘90, con la marca trosmanchurba, revolucionó el diseño de indumentaria en la Argentina desde la intervención lúdica de los textiles. Con un producto de total elaboración nacional y manufactura artesanal, la marca logró posicionarse en el mercado local e internacional con puntos de venta propios. A fines de 2001, trosmanchurba abrió su primer local franquiciado en España. En 2002, disuelta la sociedad, Martín Churba comienza a tramar un nuevo y ambicioso emprendimiento que combina la investigación desde un laboratorio textil con el desarrollo estratégico del diseño y la venta a través de una tienda: Martín Churba Tramando Casamatriz. Ya convertido en referente de moda, esta etapa está marcada por dos aspectos: el crecimiento como empresario joven con proyección internacional y la conversión del textil como objeto. A partir de 2000, comienza a ejercer una interesante y motivadora actividad como docente, dentro de la cátedra de Laura Novik en la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil de la Universidad de Buenos Aires.


BIOY CASARES EN LÍNEAS…

37.

Por Daniel Olivera para "Noticias", 13 de noviembre de 1994

LITERARIOS.


¿Cómo está el alma? Muy bien. Estoy escribiendo cuentos breves, que tienen el inconveniente que uno los termina pronto, entonces hay que ver si viene otro. ¿Le duele ser el último Bioy de la estirpe? Creo que no. Más bien que me gustaría que hublera algún otro que continuara el apellido en la Argentina. Es un apellido bastante raro, parece japonés ¿no? ¿Le hubiera gustado tener un hijo varón? ¡Qué sé yo!... Si me hubiera llevado bien con él, me hubiera gustado. Con mi hija Marta me llevaba blen, compartíamos muchas cosas. En realidad usted siempre se llevó mejor con las mujeres que con los hombres. Será porqué me gustan bastante y ellas se sentirán halagadas por eso. Tampoco soy el campeón mundial de los mujeriegos. He tenido las necesarias, lo que es mucho. Si Silvina estuviera viva, seguramente no pensaría lo mismo... Ella siempre me decía: “Vos siempre volvés a mis brazos porque me amás”. Y era verdad. Pero no se ama de una sola manera, a pesar de que las mujeres dicen que sí. ¿Hoy existe el amor para usted? No, existe la amistad. Sería un amor peligroso, el de un viejo enamorado. Puede suceder, pero generalmente el viejo enamorado es un viejo burlado, y eso ya no es un amor perfecto. ¿Esto quiere decir que renuncló al sexo? Estoy haclendo otras cosas, estoy escribiendo. Quiero mucho a algunas mujeres,

pero me cuido mucho de enamorarme. ¿Cómo viviría, si fuera joven, el amor en los tiempos del Sida? Tal vez porque como no corro ese riesgo, no siento miedo. Si este mal hubiera aparecido en mi época, la vida hubiera sido bastante distinta para mí. Tuve mucha suerte; es como si hubieran dicho: “Para éste no le vamos a dar ninguna molestia, no hay enfermedades venéreas incurables, no hay Sida, no hay límites”. A casi un año de la muerte de Silvina, ¿cómo la siente hoy? La extraño muchísimo. Me siento culpable de no haber estado más tiempo con ella, qulzá porque ahora no puedo estar nada. Si por un milagro ella apareciera, modificaría mi conducta, estaría más atento a ella. Creo que siempre se mereció más. Ahora que no está Borges para compartir la pasión por la literatura, ni Silvina, ni su hija Marta, ¿cuál es su mejor momento del día? Es muy difícil contestar eso. Quizás al despertar, porque uno comprueba que va a vivir un día más. ¿Sigue teniendo miedo? Sigo teniendo horror a la muerte. Arrastro esa falencia desde chiquito. No me parece nada simpática. ¿Alguna vez se sintió vencido? Por ahora no. Ojalá no me dé cuenta el día en que lo esté. Espero morirme creyendo que voy a seguir escribiendo, que venga la muerte de un momento a otro. Me gustaría decir, segundos antes de la

muerte, lo mismo que un personaje de un libro que estoy leyendo: “Rápido cochero, a todo galope, al cielo”. ¿Alguna vez pensó en suicidarse? En algún tiempo me gustó la idea. Era una elegante forma de terminar con la vida. Además, tuve tres tíos que lo hicieron. ¿No lo asusta la idea de morir sin haber escrito algo sobre Borges? Sí. Lo que pasa es que no sé si sabré hacerlo. Yo fui una de las personas que mejor lo conoció y me gustaría tratar de comunicar eso a mis lectores. ¿La literatura sigue siendo lo más importante de su vida? Sí, porque creo que refleja la inteligencia y la sinceridad de las mejores personas que vivieron sobre la tierra. ¿Por qué esa frialdad en el trato con Ernesto Sábato? Quizá porque no se puede congeniar con todo el mundo. ¿Qué le hubiera gustado hacer en la vida y no pudo? Bueno, no corrí los cien metros llanos en ocho segundos como hubiera querido. Qué raro, usted siempre se jactó de ser un buen deportista. Fui un buen centroforward, en el fútbol; un buen tres cuartos, en el rugby; y un buen singlista en el tenis. Eso marca toda una tendencia a la individualidad. No se crea, en el amor siempre me gustaron los mixtos.


+ SILVINA OCAMPO & ADOLFO BIOY CASARES: EXTRAÑA PAREJA. Por Alicia Dujovne Ortiz

Ella le llevaba once años, y desde que lo vio por primera vez, vestido de blanco, apuesto y hermoso como un dios, ya no pudo dejar de pensar en él. Se casaron y formaron una pareja particular. Ella, extraña y celosa, perdonaba todas las infidelidades de un hombre que, a pesar de todo, la adoraba. Siempre tiene frío. Esta noche, para sentarse a la mes a se volverá a envolver en su tapado de piel de tigre. Ha mandado encender la calefacción, pero no demasiado. Para qué andar gastando; cuanto menos tenga que abrir las bolsas de plástico llenas de plata guardadas en el ropero, mejor será. Desde la muerte de Marta, su mujer, el padre de Adolfito vive con ellos. Cada día, al regresar de su bufete de abogado, se cambia de arriba abajo para pasar al comedor, se sienta ceremoniosamente en el lugar indicado y come mirando el plato, esquivándole a ella la mirada y sin sumarse a las risas de Adolfito y de Borges: Georgie. Por suerte para ella vendrán los Pepes; Pepe Bianco, el escritor, y Pepe Fernández, el muchachito risueño que toca el piano, el amigo de Wilcock. A los Pepes y a Johnny (para ellos Wilcock siempre será Johnny) los hace venir para alivianar el aire, para no estar aislada; su suegro por su lado, Adolfito con Georgie por el suyo, y ella, sola. Nada ha cambiado desde que era la hermana feúcha, la menorcita aplastada bajo el peso de las otras: Victoria, la brillante; Rosa, Pancha y Angélica, con su fama de ser la más inteligente de las cinco (la sexta ha muerto hace tiempo). Salvo Victoria, que reina majestuosa en San Isidro, sus hermanas siguen viviendo cerca, cada una en su piso, y ella arrinconada en el suyo. La calle Posadas prolonga la casa natal de la calle Viamonte. A falta de lugar en la banda poderosa de sus hermanas, Silvina siempre ha andado escabulléndose por los rincones, espiando, curioseando a los pobres, a los raros. Ahora podría compartir las rarezas de Georgie y Adolfito, pero algo en ella se resiste a divertirse igual. Sus rarezas no son las mismas. Anoche se han reído juntos los dos durante toda la comida, imaginando colores

cambiados. “¿Y si el cielo fuera verde?”, decía Georgie. Ja, ja. “¿Y si el pasto fuera violeta?”, decía Adolfito. Ja, ja, ja. En ese momento, hasta la seriedad inabordable del suegro le ha resultado más afín que esos chistes de nenes genios. El suegro a ella no la quiere. Primero no la quiso por su amistad con Marta, demasiado íntima para su gusto. Pero el colmo para él fue asistir impotente al casamiento de su hijo, bellísimo, talentosísimo, riquísimo, con la feaza de los Ocampo, que tenía tanta plata como él, pero que le llevaba sus buenos años (las respectivas fechas de nacimiento, 1903, 1914, aún le suenan a insulto). Silvina no podrá hacerlo abuelo. La concentrada y oscura bronca ni siquiera se le calmará cuando Adolfito y Silvina viajen a Pau, Francia, para buscar a Marta, la hija. Se estremece sin pausa, tal vez de miedo. Esa tarde ha visto a Alejandra, la poeta. Alejandra Pizarnik. Con Alejandra se ríe, pero comparte sobre todo el temblor. Ella también es una criatura feíta y abandonada. Por eso la ama: otra nena genial, pero habitante de una región profunda que no acepta risitas de niños bien. No es que Alejandra sea compungida ni solemne, es que sus enigmas no son un juego. Los de ella tampoco. Enigmas espeluznantes de verdad, porque rozan la muerte: ¿qué son los cuentos de Silvina sino pequeños sepulcros adornados con plumas y piedritas, ritualesÛ de niña mala que ha matado un insecto y le rinde honores? La primera vez que lo vio, en 1933, en casa de Marta, Adolfito llevaba una raqueta de tenis. Su belleza le resultó una puñalada. A ella le bastó verlo para sentirse desesperada de celos. Pero algo había en él peor que su hermosura: sus ojos hundidos bajo unas cejas despeinadas por un viento invisible revelaban su desamparo. Silvina en eso no era diferente de cualquier otra mujer: podía resistirse a la salud, a la fuerza; al desamparo no. Por lo demás, en ese rostro tan fino se anunciaba un rasgo futuro, al que tampoco se resiste ninguna mujer: con el tiempo, a ambos lados de la boca, los músculos se le dibujarán con nitidez, labrándole dos surcos

que no aludirán a vejez, sino a virilidad. Poco tiempo después, el muchacho estatuario publicaba La invención de Morel. Le propuso casamiento siete años más tarde. Ella se preguntó por qué razón la elegía, elegante, graciosa, creativa y Ocampo, pero madura, nada linda y de una sexualidad incierta. Sospechó que la elegía por razones literarias y, más oscuramente, para acercarse a su madre por caminos oblicuos. Después ya no se preguntó más nada: Adolfito y Silvina se convirtieron en ese monstruo de dos cabezas llamado pareja. Aunque cada uno de los dos existió por separado –él con su guirnalda de amores, ella también enguirnaldada pero menos, apartada y secreta, jugando a las escondidas, como siempre–, los dos existieron en conjunto. En la pareja de Silvina y Adolfito cabían muchos. No por eso dejaban de ser la criatura bifronte denominada los Bioy. Silvina sabe todo, acepta todo y se calla, pero tiembla sin pausa. Tiene terror de las noches en las que él tarda en llegar. Para espiarlo, pone una silla delante de la puerta. El correrá la silla al abrir, y ella al oír el ruido se volverá a la cama a hacerse la dormida. Sentirse ridícula no disminuye la quemazón de la rabia. Quizá Georgie tenga razón cuando dice: “Yo sospecho que para Silvina Ocampo, Silvina Ocampo es una de las tantas personas con las que tiene que alternar durante su residencia en la Tierra”. Nadie podrá afirmar nunca cómo es Silvina; a lo sumo podrán preguntar: ¿cuál de ellas? Algunas Silvinas, por desgracia, se reconocen entre sí: la que al ver a Adolfo Bioy Casares con su raqueta de tenis sintióque su belleza la apuñalaba es la misma que por las noches espera su regreso, temiendo que alguien esta vez consiga retenerlo y ella lo pierda. Su cuarto está caldeado, pero se estremece como nunca. Puede entenderlo todo, hasta que Adolfito la traicione con su propia sobrina. Pero no hay adivino que no tiemble, y Silvina adivina lo que vendrá. Como si ya intuyera el peligro que representará para ella el amor de Adolfito por Elena Garro. La


mujer de Octavio Paz, excelente autora de cuentos fantásticos, escribirá una novela titulada Recuerdos del porvenir. Silvina siempre ha tenido recuerdos del porvenir. Ahora cree recordar un futuro en el que Adolfito se habrá ido con la escritora mexicana, y entonces mete la cabeza entre sus pieles de fiera frágil. Si por lo menos Adolfito y ella hubieran continuado escribiendo de a dos. Si ella le hubiera demostrado que su guirnalda podía ser de mujeres, pero jamás de escritoras. Si ambos se hubieran convertido en otro monstruo de dos cabezas, pero esta vez literario: un Bustos Domecq formado por ambos Bioy. Al principio lo ha intentado: en 1946, Silvina ha escrito con Adolfito una novela policial de título elocuente, Los que aman odian. Ha sido una parodia, porque está escrita en broma, y porque Silvina se ha esforzado en adaptarse a los misterios de Bioy, que se resuelven gracias a una trama rigurosamente controlada, mientras que los de Silvina quedan flotando. Imposible competir con Georgie en ese terreno; la complicidad literaria ya no ha sido con ella, sino con él. ¿Pero entonces a ella qué terreno le queda, salvo escribir lo suyo en soledad? Esa noche de 1954, Silvina entra en el comedor envuelta en sus tigres, como una actriz adulada que en el fondo se muere de timidez. El suegro, Georgie, los Pepes y Adolfito la esperan desde hace rato. Se levantan, corteses. El cocinero de toca y el maître d’hôtel de guante blanco que presenta la bandeja se han esmerado: el soufflé está en su punto, la comida transcurre como siempre, ritual inamovible en el que Georgie y Adolfito comparten ese sentido del humor que a ella la cansa. Como siempre también, después del último bocado el suegro se despide y Adolfito se retira con Georgie al salón del café. Los Pepes la rodean inquietos. Son los únicos que se han dado cuenta de su inusual palidez. Silvina cae desvanecida. Hay corridas y gritos; Adolfito se asoma con la cara desencajada. Se la llevan alzada, llaman a un médico que diagnostica meningitis. Abrazado a sus amigos, Adolfito llora como un chico repitiendo: “Pero yo qué voy

a hacer si Silvina se va, qué voy a hacer sin Silvina”. Ella no puede oírlo. Si lo oyera entendería que su marido nunca se irá, porque sencillamente la adora. Poco tiempo después viajaron a Pau para buscar a la nena, Marta, nacida tres meses antes. Un viaje del que Silvina regresaría convertida en madre legal. Cosa inesperada, la hija de Adolfito con esa presunta costurera que cumplió con su pacto de hacer mutis por el foro, a Silvina se le metió en el alma. (Cuando con el tiempo lleguen los nietos, Florencio, Lucila y Victoria, se mostrará igual de cariñosa). Nadie la había creído capaz de sentimientos maternales, ni siquiera ella misma, y sin embargo sí, los tuvo. Al principio lo hizo por Adolfito: él deseaba hijos y le rogó que hiciera de madre de este bebé. Después lo hizo porque Martita le cayó bien. Descubrió el placer de celebrarle los cumpleaños, de llevarla al Zoológico. Y se rió durante años del día en que enfrentó a la beba por primera vez. Estaba colorada hasta las orejas y, de puro nerviosa, dijo la primera zoncera que se le ocurrió: “Qué naricita más chica tiene, ¿no será homosexual?” “No –le contestó Adolfito, muy serio, como si la pregunta le pareciera de lo más atinada–; es que es ñatita”. Extraña Silvina. Extraña relación de pareja que no se pareció a ninguna, pero que lejos de ser una tranquila amistad fue un agitado amor. Silvina Ocampo murió en 1994. Veinte días después de su muerte, su hija Marta murió atropellada por un automóvil. Bioy Casares las sobrevivió cinco años. Finalmente, había sido Silvina la que lo había abandonado a él. Cuando se hizo evidente que ella se tropezaba con las cosas, con las ideas, él contrató a unas cuidadoras encargadas de vigilarla. De creerle a su mucama Jovita, testigo de una de las Silvinas que compusieron a Silvina, la anciana señora no se lo perdonó. Nunca más volvió a hablarle. Arrodillado ante ella, el viejo señor le suplicaba llorando como un chico, igual que en 1954: “Silvinita, por favor, contestame, dame un beso, Silvinita, no me dejes aquí”. Ella le daba vuelta la cara, por una vez de viaje sin él.


41.

CINEMATOGRテ:ICOS.


UN MOVIMIENTO DE RECONOCIMIENTO MUNDIAL.

La irrupción de Pizza, birra y faso, dirigida por los debutantes Adrián Caetano y Bruno Stagnaro, en el Festival de Mar del Plata de 1997 asombró al público y a los críticos de todo el mundo, marcando el surgimiento de lo que más tarde se denominó “nuevo cine argentino”.

Los premios obtenidos por Mundo grúa, la ópera prima de Pablo Trapero en el primer Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente realizado en 1999 y luego en las muestras de Venecia, La Habana y Rotterdam, terminaron de consolidar la potencia renovadora que representaba para el cine argentino la emergencia de una camada de jóvenes directores. Se trataba de un grupo heterogéneo de películas que asumían su carácter contemporáneo, que entrelazaba de forma sutil realidad y ficción, y que se destacaba por la libertad de sus personajes y la descripción de “estados de ánimo”. Eran producciones que se apoyaban en grupos de amigos y actores no profesionales, transformando los bajos presupuestos en una apuest a estétic a. Las causas del nacimiento del “nuevo cine argentino independiente” podían encontrarse en el auge de escuelas de cine que se dio en la Argentina de la primera mitad de 1990 y la sanción de la nueva ley de Cine hasta la aparición de nuevas revistas especializadas y la puesta en marcha de festivales como el de Mar del Plata y el Bafici, que actuaron como plataforma de los nóveles directores. Entre los antecedentes podían encontrarse las obras de Martín Rejtman (Rapado,

NUEVO CINE ARGENTINO: 19972009. Silvia Prieto), Esteban Sapir (Picado Fino), Raúl Perrone (Graciadió), Alejandro Agresti (Buenos Aires Viceversa), Ana Poliak (¡Qué vivan los crotos!) y, de forma especial, en el estreno de Historias breves en 1995, una selección de cortometrajes producidos por el INCAA que dio a conocer los primeros trabajos de cineastas de la talla de Adrián Caetano, Bruno Stagnaro, Lucrecia Martel, Jorge Gaggero y Daniel Burman. Por esos años, también la Universidad del Cine emprendía con Moebius (Gustavo Mosquera, 1996) un ambicioso plan de producción de films-escuela, para introducir en el ámbito profesional a sus alumnos. Con el inicio del nuevo siglo, los nuevos directores nacionales comenzaron a obtener prestigiosos premios en el circuito internacional. Lucrecia Martel ganó el premio Alfred Bauer en el Festival de Berlín de 2001 con La ciénaga, su ópera prima. Daniel Burman obtuvo dos Osos de Plata en Berlín 2004 con El abrazo partido. En el mismo festival también fueron galardonadas El custodio (Rodrigo Moreno, 2006) y El Otro (Ariel Rotter, 2007). Al mismo tiempo, producciones independientes como Balnearios (Mariano Llinás, 2002), Los rubios (Albertina Carri, 2003) y Los muertos (Lisandro Alonso,


+ MÁS DE DIEZ AÑOS DEL NUEVO CINE ARGENTINO.

Todo esto comenzó hace más o menos diez años. Argentina, uno de los puntales de la creación fílmica latinoamericana junto a México y Brasil, comenzaba a superar los ecos de la dictadura y de sus mitos tradicionales, de Gardel a Perón, para mostrarle al mundo una cara más viva y moderna que rompía con una producción “obsoleta en lo estético, falsa en lo temático e ineficiente en lo económico”, en palabras del crítico Quintín. No se trataba de olvidar las miserias del pasado sino de reconocer también los monstruos del presente, caso de la corrupción y de las diferencias sociales asumidas por el sistema, para retratarlos con una concepción formal contemporánea, que no ignora el paso del tiempo. Rapado de Martin Reitjman adelantó las señales de cambio allá por 1992, pero aún tardaría seis años en llegar uno de los títulos fundacionales, Pizza birra faso, película codirigida por Bruno Stagnaro y Adrián Caetano que reflejaba de manera naturalista la vida cotidiana de un grupo de jóvenes que sobreviven a fuerza de cometer pequeños delitos. Las magníficas Bolivia y Un oso rojo (e incluso Crónica de una fuga, aunque sea más convencional) consolidaron a Israel Adrián Caetano como uno de los cineastas argentinos más importantes. Casi en paralelo avanza la carrera de Pablo Trapero, que debutó a finales de los noventa con Mundo grúa y continuó haciendo con El bonaerense o Familia rodante un cine áspero y duro de temática social que no cae en el error de transmitir mensajes moralistas. Su último trabajo, Leonera, compitió en el festival de Cannes este año; compartió sección oficial con una película extraordinaria de Lucrecia Martel, La mujer rubia, más densa y sutil que las anteriores La ciénaga y La niña santa, y quizá por eso mucho peor entendida. Tras la estimulante Balnearios Mariano Llinás recibió críticas ditirámbicas por la monumental Historias extraordinarias, que se verá en el próximo Festival de Las Palmas. La bonaerense Albertina Carri sorprendió en 2003 con Los rubios, un brillante ejercicio de reconstrucción y representación que explora el horror de la dictadura y la tragedia de los desaparecidos a partir de la experiencia personal de la directora, que perdió a sus padres siendo una niña. Mucho más decepcionante fue Géminis, un vulgar melodrama sobre el incesto. Sucede lo contrario con Anahí Berneri, que después de la prescindible Un año sin amor dirigió en 2007 la sublime Encarnación, sobre una actriz madura cuya época de esplendor ya ha pasado y la relación que mantiene con su sobrina, fascinada por el glamour que aquella representa. Una joya reposada y audaz llena de exquisita sensibilidad e ironía que cuenta entre sus guionistas con Sergio Wolf, actual director del BAFICI y autor también de un interesante documental, Yo no sé qué me han hecho tus ojos. La pletórica Nueve reinas creó grandes esperanzas sobre Fabián Bielinsky, que falleció de un ataque al corazón unos meses después de presentar su siguiente película, El aura, acogida con disparidad de opiniones. Podría haber representado una vía intermedia entre el cine de autor más riguroso y los pasteles de Juan José Campanella tipo El hijo de la novia, igual que XXY de Lucía Puenzo o las películas de Daniel Burman, que en los últimos tiempos parece haber perdido la frescura de la deliciosa El abrazo partido y demuestra una preocupante tendencia a la repetición de ciertas fórmulas. La misma frase es aplicable para Carlos Sorín, alabado sin mucha justificación a cuenta de Historias mínimas y que desde entonces no ha hecho nada medianamente valioso, en el caso de que aquella lo fuese. Las películas de Sorín y Burman suelen tener distribución comercial en nuestro país, de manera que para muchos espectadores ellos dos han de ser los directores argentinos más reconocibles. No deja de ser curioso que del nuevo cine argentino lo que se conoce en España es justo el más viejo e impersonal, en buena medida porque es el que más se parece al audiovisual que se fabrica en el estado. Eso explica también el escaso conocimiento que aquí hay de las cuatro obras maestras de Lisandro Alonso, La libertad, Los muertos, Fantasma y Liverpool, un autor cuya aparición es lo mejor que le ha pasado al cine en lo que va de siglo.


2004), comenzaban a ser programadas en las salas no tradicionales, encontrando su propio público entre los porteños. También se consolidaba la generación anterior de cineastas, con elogiados títulos, entre los que se destacaban Nueve reinas (Fabián Bielinsky, 2000); El hijo de la novia (Juan José Campanella, 2001); Plata quemada (Marcelo Piñeyro, 2001); e Historias mínimas (Carlos Sorín, 2002). En los años previos y posteriores a la crisis económica y social que la Argentina sufrió en 2001 surgieron distintos grupos de realizadores que indagaban en el registro documental, con películas como Grissinopoli (Darío Doria, 2005) y Habitación disponible (Eva Poncet, Marcelo Burd y Diego Gachassin, 2004). En el Festival de Mar del Plata de 2007, Nicolás Prividera fue premiado por el documental M. El cine argentino estableció una marca récord en 2007 con el estreno de 92 filmes nacionales, que reunieron a más de 3.100.000 espectadores. ¿Quién dice que es fácil? (Juan Taratuto, 2007), La señal

(que, a raíz del fallecimiento de Eduardo Mignogna, marcó el debut en la dirección de Ricardo Darín) y el filme animado Isidoro (José Luis Massa, 2007) fueron algunas de las más taquilleras. Con XXY, su debut en la dirección, Lucía Puenzo obtuvo el Premio Goya a la mejor película hispanoamericana y el Gran Premio de la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes. El año 2008 marcó varios hitos para el cine argentino. Por un lado, significó el regreso al cine del vigente talento de Leonardo Favio con Aniceto, una versión musical de su filme de 1966 Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más. En el festival de Cannes, dos filmes nacionales -La mujer sin cabeza, de Lucrecia Martel y Leonera, de Pablo Trapero- participaron en la competencia oficial en el Festival de Cannes y Pablo Fendrik fue galardonado por su segundo largo, La sangre brota, en la Semana de la Crítica. Y en San Sebastián, El nido vacío, de Daniel Burman, ganó el premio al mejor actor (Oscar Martínez) y

a la mejor fotografía (Hugo Colace). En la décima edición del BAFICI sobresalieron la monumental Historias extraordinarias, una radical apuesta de Mariano Llinas; y Los pa ranoicos, la ópera prima de Gabriel Medina. En las taquillas se destacó la comedia ro mántica Un novio para mi mujer –protago nizada por Valeria Bertuccelli y Adrián Suar, bajo la dirección de Juan Taratuto-, que fue vista por más de 1.400.000 espectadores. A través de un novedoso sistema de fideicomi so, también se estrenaron con éxito Motivos para no enamorarse (Mariano Mucci) y, ya en 2009, Música en espera, de Hernán Gol dfrid y con Natalia Oreiro y Diego Peretti. En el BAFICI 20 0 9 los jóvenes realiza dores mostraron sus películas El último verano de la Boyita (Julia Solomonoff); Todos mienten (Matías Piñeiro); E xcur siones (E zequiel Acuña); Castro (Alejo Moguillansky); Tekton (Mariano Donoso); y el sorprendente documental Iraqi Short Film, realizado por Mauro Andrizzi con videos censurados de grupos insurgentes iraquíes y soldados norteamericanos.


FÍSICA CUÁNTICA, ELECTRONES Y MOLINETES.

Mediante un curioso recurso, el de la extensión del dominio de su lógica particular, dos investigadores argentinos intentan paliar las dificultades conceptuales que siempre planteó la física cuántica, mediante el recurso curioso de la extensión del dominio de su lógica particular. Pronto, quizá, debamos admitir que nuestra lógica convencional es una aproximación de uso macroscópico. Porque la realidad atempera sus dones con infalibles toques de mezquindad, para acceder a la estación Ciudad Universitaria del subte F –una promesa de campaña inesperadamente cumplida–, sólo existen dos molinetes, y para colmo de males, no suelen estar abiertos al mismo tiempo. Cuando no lo están, sin embargo, la vida transcurre con normalidad. Todos los estudiantes pasan con obediencia suprema por el único molinete abierto y quedan desparramados sobre el andén, a la espera del subte, de un modo regular, previsible; es decir, la mayor parte se detiene cerca del lugar por el que entró y los que se alejan mucho son casos aislados. Lo inquietante es que se ha observado que si los dos molinetes están abiertos al mismo tiempo –algo felizmente infrecuente–, la normalidad de la vida inopinadamente se altera: los estudiantes que entran a esperar el subte quedan distribuidos de un modo particular, no uniforme, sobre el andén –forman inexplicables grupos compactos, como las manchas crecientes y circunscriptas de un tigre– y, lo que es tal vez peor, ninguno recuerda por cuál de los dos molinetes pasó. Los asalta una amnesia tan perfecta que no tiene sentido preguntárselos. Afortunadamente, porque el ingenio popular no descansa, los empleados ociosos han observado que si se instalan junto a los molinetes a controlar el paso de los estudiantes –a mirarlos pasar, simplemente–, entonces, aun cuando los dos molinetes estén abiertos al mismo tiempo, los estudiantes se distribuyen uniformemente por el andén, y cada uno recuerda perfectamente por cuál de los dos molinetes pasó. Instalarse a mirar pasar a los estudiantes: es lo que hacen los empleados

45.

cuando ambos molinetes funcionan para evitar el escándalo de las manchas del tigre y de la amnesia.

LAS DOS RENDIJAS ABIERTAS O LA LIBERTAD DEL ELECTRÓN. El único elemento decididamente fantástico de los párrafos anteriores es la imposible estación de subte. El comportamiento inexplicable de los estudiantes, en cambio, es la transposición a la vida macroscópica de un resultado famoso de la física cuántica. Si se reemplaza a los estudiantes por electrones, y a los dos molinetes por sendas rendijas –dos aberturas verticales en una pantalla opaca– se obtiene un experimento célebre, narrado en infinitos textos didácticos, de los cuales quizá el más conocido sea el de Richard Feynman, un físico norteamericano estudiadamente excéntrico. El experimento de la cuántica consiste en hacer incidir un haz de electrones sobre el sistema de las dos rendijas. Del otro lado de la pantalla, a una cierta distancia, hay una película fotográfica. Cada vez que un electrón llega a la película, merced a una reacción química, queda registrado como un punto. Siempre que, indistintamente, se abra una rendija mientras la otra permanece cerrada, el resultado de la experiencia es el que podría esperarse a priori: los electrones pasan a través de la rendija abierta y dejan una serie de puntos registrados en la película que reproducen, más o menos, la forma de la rendija. Ese resultado es compatible con una interpretación –con una representación mental, digamos– de los electrones como partículas localizadas moviéndose a través del espacio. Los problemas empiezan con las dos rendi-

CIENTÍFICOS.


DE ESO NO SE HABLA. Por Matias Alinovi


jas abiertas al mismo tiempo. En ese caso, se obtiene lo que se conoce como un “patrón de interferencia”: sobre la película, los puntos se distribuyen de un modo curiosísimo, formando franjas de una cierta intensidad uniforme –franjas oscuras–, alternadas con franjas claras. Las franjas se corresponden con una interpretación ondulatoria de la naturaleza de los electrones. La analogía, sin embargo, no es total, porque las franjas siguen formándose por la acumulación de puntos, cada uno debido al registro localizado de un electrón en la película. Que la distribución de puntos que se obtiene con ambas rendijas abiertas no sea la suma de las dos distribuciones con sólo una rendija abierta, pone en cuestión la posibilidad de atribuir al mundo microscópico propiedades que consideramos evidentes en el mundo macroscópico. Así, por ejemplo, con las dos rendijas abiertas, parece no tener sentido preguntarse por cuál de las dos pasó cada electrón. Porque si tuviera sentido decir que un determinado electrón pasó por una de las rendijas, su comportamiento no debería depender de que la otra rendija estuviera abierta o cerrada y, en consecuencia, la distribución de los puntos con ambas rendijas abiertas debería ser la acumulación de las dos distribuciones con una sola rendija abierta. Es la amnesia de los estudiantes. La cuántica explica –o no explica– esos resultados diciendo que la naturaleza del electrón es dual: es una onda –cuando hay dos rendijas abiertas– y es una partícula – cuando hay una sola–. Pero esos resultados establecen la imposibilidad conceptual de describir al electrón dentro del marco teórico de la mecánica clásica como un objeto localizado con una posición y una velocidad. Establecen, también, que es imposible describirlo exhaustivamente como una onda dentro del marco de una teoría clásica de campos, como la acústica o el electromagnetismo. Más aún, ponen en cuestión la identidad misma del objeto hipotético, conjetural, que llamamos electrón. Digámoslo así: los resultados de los dos experimentos son inconciliables como perspectivas distintas del comportamiento de un objeto autónomo, independientemente del diseño experimental que intenta registrarlo. Dice Feynman que cuando las dos rendijas están abiertas al mismo tiempo, al considerar un electrón en particular no tiene sentido preguntarse por cuál de las dos pasó, porque, simplemente, de eso no puede hablarse.

¿Y LA LÓGICA DÓNDE ESTÁ? Pero la conclusión de Feynman sobre el silencio necesario de la cuántica –sobre los límites del universo discursivo de la teoría– es el corolario de un experimento que se diseñó considerando al electrón como una partícula –o como una onda, es lo mismo– con rendijas por las que, alternativamente, se lo haría pasar. La conclusión final es: de eso no puede hablarse. ¿No hay algo que, lógicamente, se quiebra en esa conclusión? Es más, sobre la película, aun cuando obedezcan a un patrón de interferencia, las franjas siguen estando formadas por puntos. Como los estudiantes siguen siendo, al menos en apariencia, estudiantes que esperan sobre el andén aun cuando estén curiosamente agrupados. No es la única dificultad lógica. Por un lado, es lícito preguntarse cómo “sabe” el electrón que incide sobre una de las rendijas que la otra está abierta, o cerrada, para, de acuerdo con ese conocimiento, comportarse como onda o como partícula. Por el otro, hay que decir que se ha observado que si junto a las rendijas se instala un aparato de medición que registre el paso de los electrones –los empleados ociosos del ejemplo– la interferencia se rompe, y sobre la película se obtiene una distribución que corresponde a la suma de los resultados de una sola rendija abierta. Observar deshace la interferencia. Otra vez, equivale a admitir que el electrón “sabe” que su paso va a ser controlado, y decide comportarse como partícula. La descripción de las experiencias de la cuántica apela, necesariamente, a metáforas insatisfactorias – onda, partícula–, y por eso algo falla en la interpretación. ¿Cómo operó lógicamente la cuántica con esos resultados? Dijimos que los encuadró dentro del esquema conceptual de la dualidad onda-partícula. Lo cierto es que habría otras posibilidades, que hoy comienzan a vislumbrarse.

LA MUERTE DE LA TÍA ÁGATA, O LAS DOS LÓGICAS. La física clásica se asienta en la lógica clásica. La lógica clásica está estructurada, esencialmente, como la lógica de los subconjuntos de un conjunto. Los objetos de los que se ocupa la física clásica –la Tierra en movimiento alrededor del Sol, digamos– se describen por su posición y su velocidad, que son representadas como un punto en un espacio de seis dimensiones –-tres dimensiones para las coordenadas de la posición y otras tres para la velocidad–.

A Einstein, sin embargo, no le gustaba la interpretación de Copenhague. Decía que, en su opinión, la física debía ser “un intento conceptual por captar la realidad tal como es, independientemente de cómo es observada”.


Una proposición tal como “la Tierra se encuentra en esta región determinada del espacio, desplazándose a una velocidad entre tanto y tanto” es representable por un subconjunto de ese espacio de seis dimensiones. Un discurso que articule proposiciones de ese tipo es inmediatamente representable con uniones e intersecciones de los correspondientes subconjuntos. La lógica clásica, que es la adecuada para argumentar sobre física clásica, es esencialmente distributiva. ¿Qué quiere decir eso? Que la afirmación “la tía Agata fue asesinada, y el asesino fue el mayordomo o el jardinero”, por ejemplo, es equivalente a “la tía Agata fue asesinada por el mayordomo o fue asesinada por el jardinero”. La distributividad es una propiedad esencial de la lógica clásica, que determina el modo en que hablamos y nos entendemos. Pero los inventores de la mecánica cuántica – en par ticular G. Birkhof f y J. von Neumann– nos legaron una teoría en la que el espacio en el que se representan las propiedades de un sistema microscópico, como un electrón, es un espacio vectorial abstracto –más precisamente, un espacio de Hilbert–. Cada propiedad del electrón se representa con un subespacio de ese espacio de Hilbert. Esa representación matemática es adecuada para caracterizar las posibles propiedades de un sistema microscópico, pero la lógica que resulta de combinar esas proposiciones es muy diferente de la lógica usual: no resulta distributiva. Las dos teorías en conflicto en nuestro ejemplo –la mecánica clásica y la mecánica cuántica– operarían entonces con lógicas tan distintas que dos proposiciones como las que involucran a la tía Agata, más arriba, no serían equivalentes en el marco de la teoría cuántica. Si esas dos teorías se limitan a dominios de aplicación diferentes –la clásica para referirse a la deplorable muerte de la tía Agata, la cuántica para disertar sobre electrones– no parece haber mayores problemas. Esa separación de los dominios de aplicación de las dos mecánicas es lo que se conoce como la “interpretación de Copenhague” de la mecánica cuántica: el mundo macroscópico debe ser descripto por la teoría clásica, y el mundo microscópico por la teoría cuántica. Por eso –¿por eso?– los estudiantes no se comportan como en el ejemplo del principio, pero los electrones sí. A Einstein, sin embargo, no le gustaba la interpretación de Copenhague. Decía que, en su opinión, la física debía ser “un intento conceptual por captar la realidad tal como es, independientemente de cómo es observada”.

¿UNA NUEVA TEORÍA? Recientemente, la extraña lógica cuántica fue generalizada, para poder considerar propiedades cuánticas a tiempos diferentes, por Roberto Laura y Leonardo Vanni, investigadores de las universidades de Rosario y Buenos Aires respectivamente. Contrariamente a lo que ocurría con el asesinato de la tía Agata en la lógica clásica, en el experimento de la doble rendija, la afirmación “el electrón que impresiona la película pasó por la primera o la segunda rendija”, y la afirmación “el electrón que impresiona la película pasó por la primera rendija o el electrón que impresiona la placa pasó por la segunda rendija”, no son equivalentes. ¿Qué hacer con esa lógica extraña al sentido común? Algunos investigadores han tomado el arduo camino de explorar el significado físico de la lógica no distributiva. Laura y Vanni han optado por postular que sólo son válidas aquellas descripciones del sistema físico que involucran propiedades que pueden articularse en una lógica convencional, distributiva. En el experimento de la doble rendija, por ejemplo, de la aplicación de este postulado se obtiene que no es posible considerar expresiones que involucren al electrón llegando a la película y habiendo pasado por una sola de las dos rendijas. Esas expresiones, postulan los investigadores, no forman parte de ninguna descripción posible del proceso. El trabajo de Laura y Vanni ha logrado, hast a ahora, sup erar dignamente una primera comparación con la teoría, más conocida, de las historias consistentes, de R. Griffiths, R. Omnès, M. Gell-Mann y J. Hartle. Es posible, entonces, que en el futuro entendamos los resultados de la cuántica pensando en que existe una lógica “verdadera” –justamente, la de la cuántica– de la cual la lógica clásica constituye una aproximación válida sólo en el dominio macroscópico, del mismo modo en que la geometría plana, por ejemplo, es una aproximación de la esférica. Eso, de algún modo, ya ocurrió muchas veces. La física es una disciplina acostumbrada a esos cambios conceptuales de escala. Ocurrió cuando se entendió que las transformaciones de Galileo eran una buena aproximación a las de Lorentz, y que la teoría de la gravitación era una buena aproximación a la relatividad general. Esta vez, la diferencia, esencial, estribaría en el hecho inaudito de que el cambio conceptual de escala involucaría a la lógica.


UN CHINO EN ÁFRICA.

DESDE EL ALMACÉN. Gillespi y Carlos Albertoni.

Carlos Albertoni, el “Chino”, un querido amigo de la casa que suele escribir simpáticas crónicas de viajes, acaba de emprender -hace días- un periplo al continente africano. Conocedores de su buena prosa y fino humor le solicitamos, abusando de su gentileza, que nos vaya enviando material para ir compartiéndolo con todos ustedes. Esperamos, estimados clientes del Almacén, que les interese; más allá de que escape al estilo de nuestros habituales posteos no deja de ser un excelente aporte cultural… y si no les gusta se lo tendrán que bancar igual, ¡manga de burros de cabotaje!

49.

VIAJEROS.


BUSCANDO A SAM, PADECÍ A RONALD.

44 EN NOUADHIBOU.

Tras cuatro días de fatigar tierras marroquíes llegué al tercer capítulo de mi rumbo moro, Casablanca. Orillando el delirio, en la idea de hallar en algún rincón al propietario del Rick’s Café y su negro amigo pianista, me vi instalado en la ciudad más grande de Marruecos, la de arquitectura ecléctica y centro económico del país. Sin embargo, no hubo Rick, ni música, ni amores de espías escapados del yugo nazi en viejos aviones. En su lugar, como un lastimoso tormento, un ocasional compañero de cuarto llamado Ronald me privó del descanso durante toda una noche con sus malditos ronquidos. Presentí que no era el comienzo de una hermosa amistad. Había llegado a Marruecos desde España navegando efímeramente el estrecho de Gibraltar en un ferry que me dejó, apenas en cincuenta minutos, frente a la costa morisca ya bajo el debido amparo de Alá y sus fieles guardianes de cimitarras celestiales. Tetuan (Tétouan, la otrora capital del protectorado hispano en sus dominios transmediterráneos) fue mi primer hogar en suelo africano. Ociosas noches de té negro con hierbas buenas en las veredas, sombras de babuchas en la laberíntica medina, y el rezo omnipresente del almuecín en el minarete, me hicieron compañía durante dos días antes de partir -en un micro en estado de extremaunción- hacia costas atlánticas, previo cruzar la imponente región montañosa conocida como las alturas del Rif. Una noche brumosa me recibió en la imperial Rabat, sede del gobierno de Marruecos y eterno descanso para el cuerpo de Mohammed V (padre de la independencia marroquí y abuelo del actual rey). Un enorme mausoleo y varios guardias montados en esplendidos caballos velan por su sueño, que ya no es asunto de este mundo. Y desde allí, desde la capital de estos suelos -empujado por aquella obsesión hollywoodense- fue que puse proa a Casablanca. Ahora, con los ojos a media asta, tras una noche en vela, y sin haber logrado encontrar a los muchachos -menos aún a Victor e Ilsa-, partiré hacia Marrakech, cuya sola mención agita la memoria con historias de encantamientos árabes y mecas hippies de épocas setentosas. Tal vez allí, perdidos en los arcanos mercados de su barrio antiguo, encuentre finalmente a Rick y a Sam, confusos en un viaje sin rumbo.

Cumplir años en un lugar extraño y distante acelera invariablemente las notas de la sensibilidad. Lejos de los afectos, las emociones no dejan recuerdo por hurgar. Nouadhibou, la segunda población en importancia de Mauritania, está ubicada en la península de Cabo Blanco, bien al oeste africano. Un lugar con muy poco encanto al que llegué luego de desandar un larguísimo camino desde Marrakech, primero en un bus hasta Dakhla y luego en camión hasta la frontera misma. Perdido en las quimeras de los narradores de historias de la plaza Jemaa el Fna y los sortilegios de los encantadores de serpientes que tocan su flauta por unos pocos dirhams, había pasado tres días inolvidables en aquella deslumbrante ciudad marroquí. Al cabo de ellos, empapado de fantasías pero sin encontrar a Rick ni a Sam tampoco por allí, me subí una tarde de jueves al bus rumbo a Dakhla; más de 1400 kilómetros hacia el sur. El viaje fue una dura lucha contra el tedio y los dolores dorsolumbares, aquejados por suspensiones en mal estado y rutas agrietadas. En horas de la madrugada el traslado ingresó en lo que se conoce como Sahara Occidental. Una enorme extensión de tierra casi desértica que hoy es ocupada por el Reino de Marruecos pero que, hasta hace no tanto tiempo atrás, estaba bajo el dominio fáctico del Frente Polisario (grupo que lucha por su independencia de los marroquíes y la autodeterminación del pueblo saharaui) En cierto lugar del recorrido me despertó un uniformado. A salvo de conflictos armados, la zona aún conserva ciertos procederes inquisitorios para con los extranjeros que en aquella época del Polisario tenían vedado, por tierra y sobradas razones, su ingreso a Mauritania. Le entregué mi pasaporte. Lo miró, me miró, y se lo llevó hasta una garita cercana para apuntar algunos datos. Al regresar comenzó con las preguntas de rigor, a saber: ¿Por qué ha venido hasta aquí? ¿Adónde se dirige? ¿A qué se dedica? En lo relativo a esta ultima cuestión, la experiencia me ha enseñado que no es conveniente decir que se es periodista en sitios insospechados como éste, ya que ello deriva en más signos de interrogación a responder; así que opté por contestar que era abogado lo que es verdad muy a pesar mío. De todas maneras, y valga la acotación, el individuo de uniforme me dijo -con una sonrisa complaciente- que no tenía aspecto

de hombre de leyes. Obviamente, asentí para mis adentros. Casi sin diferencias, el procedimiento se repitió seis veces antes de llegar a Dakhla. Para entonces había trabado amistad con un austríaco de dotes artísticas, un francés con espíritu ecologista, una italiana de expresiva simpatía, y una pareja de españoles venidos de Burgos, patria sempiterna del muy hidalgo Cid Campeador. Todos ellos también habían pasado por la repetida requisitoria de datos y documentación, lo que permitió conocernos, poco a poco, en cada uno de los sucesivos checkpoints. Pudimos confeccionar el “identikit” de cada uno y ponernos de acuerdo para ir juntos a la frontera con Mauritania. El asunto era conseguir un vehículo para conducirnos hasta allí. La negociación en las calles de Dakhla fue áspera. Primero cruzamos ofertas y contraofertas con un mauritano altísimo que me recordó vagamente, a un extra de alguna película de Boris Karloff ambientada en el norte de Africa. Después regateamos cien veces con un marroquí de mirada torva y escasas palabras. Finalmente, en la antesala de la medianoche, cerramos trato con otro lugareño menos alto y más permeable. Un camión nos llevaría primero hasta la frontera y después a Nouadhibou, ya en suelo mauritano. En la mañana siguiente, bien temprano, partimos hasta nuestro destino. De un lado del camino: el desierto, con sus arenas minadas como herencia de las batallas entre Polisario y el gobierno moro, y varios personajes atractivos bien predispuestos; del otro: el Atlántico. De noche, tras doce horas de viaje a un ritmo bastante diferente al de las antiguas ediciones del Rally Dakar, llegamos a Nouadhibou. No hubo velitas en mis 44, pero le reservé un espacio -en una de las paredes de nuestro alojamiento- a un dibujo que me hiciera mi hija Malena justo antes de partir a este largo viaje africano. De más esta decir que fue suficiente.

Extraído del weblog de Gillespi en clarin.com, “Almacén”. http://weblogs.clarin.com/almacen/



Para los amantes de los dulces, el suspiro limeño es una elección sin igual. Un representativo postre peruano con el sabor irresistible de la leche condensada (manjarblanco) y el merengue con almíbar.

SUSPIRO LIMEÑO.

1 Leche condensada. 1 leche en polvo. 5 yemas.

3 claras. 1 pocillo de vino dulce. 1 taza de azúcar.

PASO 1.

PASO 2.

PASO 3.

Se ponen las dos leches en una olla con el fuego bien bajo, se cuece lentamente, revolviendo de vez en cuando con una cuchara de madera hasta que al revolver se vea el fondo para obtener un manjarblanco con consistencia y espeso.

Sacar del fuego y agregar las yemas batidas, mezclar y verter en recipientes de cristal sin llenar hasta el borde, que falten más o menos un dedo y medio, y dejar enfriar.

Hacer un almíbar con el azúcar y el vino dulce. Por otro lado batir las claras a punto nieve, agregar el almíbar sin dejar de batir y cubrir las copas donde se puso el manjarblanco dándole forma, espolvorear con canela en polvo.

52.

CULINARIOS.


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mes de noviembre. a単o 2009.

AGENDA.


AGENDA. CINE.

mes de noviembre. año 2009.

ESTRENOS. DEL 5 AL 11.

TRES DESEOS.

LOS AMANTES.

500 DÍAS CON ELLA.

El extraño mundo de Jack 3D.

Pablo y Victoria viven en Buenos Aires y viajan por un fin de semana a Colonia para festejar el cumpleaños 40 de ella. Están casados hace ocho años. Es el primer fin de semana que pasan solos, desde que nació la hija, y a lo largo del mismo, tomarán conciencia de que se aproxima el final de la relación. La primera tarde salen a caminar por la playa y luego de una fuerte discusión, él se aleja solo por la costa. En un momento se detiene junto a un grupo de personas frente a un bote de pescadores. Pablo se siente atraído por una mujer algo menor que él, se aproxima a ella y reconoce a Ana, a la que abandonó doce años atrás.

Es la historia de Leonard (Joaquin Phoenix), un joven atractivo pero problemático que se muda a la casa de sus padres luego de un intento de suicidio. Mientras se recuperaba bajo la atenta mirada de sus padres (Isabella Rossellini y Moni Monoshov), preocupados, pero en realidad sin comprender exactamente que le pasa a su hijo, se encuentra con dos mujeres casi simultáneamente: Michelle (Gwyneth Paltrow), una vecina misteriosa, hermosa y exótica que nada tiene que ver con el vecindario de Leonard. Pero pronto descubre que que ella esta profundamente conflictuada.

Tom (Joseph Gordon-Levitt, de la serie 3rd rock from the sun) aún sigue creyendo en la clase de amor que está predestinado por el cosmos y que golpea como un rayo sólo una vez. Summer no cree en el amor verdadero. Pero eso no impedirá que Tom deje de perseguirla, una y otra vez, como un moderno Don Quijote, con todo su poder y valor. De pronto, Tom se enamora no sólo de la adorable, lista e inteligente mujer, sino de la idea misma de Summer, la idea misma de un amor que sigue teniendo el poder de sacudir el corazón y detener el mundo.

Título original Tres deseos. Género Drama. Director Vivian Imar. Protagonistas Florencia Raggi, Julieta Cardinali, Antonio Birabent. Calificación mayores de 13 años.

Título original Two lovers. Género Drama, romance. Director James Gray. Protagonistas Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow. Calificación mayores de 13 años con reservas.

Título original (500) days of Summer. Género Comedia, Romance. Director Marc Webb. Protagonistas Zooey Deschanel, Joseph Gordon-Levitt. Calificación todo público.

El juego del miedo 6. Camino a la redención. La canción de París. Tres deseos. Shotgun Stories. La extranjera.

DEL 12 AL 18. Terror en la Antártida. U2 3D. Mr 73: La última misión. El último verano de la boyita. Sangre del pacífico. Ellos son, Los Violadores. Alicia y John, el peronismo olvidado. Volver a amar.

DEL 19 AL 25. Luna nueva. 500 días con ella. Los amantes. Poema de salvación. La invención de la carne.

EN CARTEL. SECTOR 9.

EL SECRETO DE SUS OJOS.

BASTARDOS SIN GLORIA.

EL SOLISTA.

Probablemente el primer film que maneja cuestiones políticas en lo que a extraterrestres respecta. La historia está contada a modo de falso documental, siguiendo la vida de una suerte de trabajador social encargado de desalojar a los visitantes de otro planeta quienes trafican armas y comida de gato en una especie de villa miseria alienígena, hacia un nuevo hogar situado en las afueras de Johannesburgo.

“El Secreto de sus Ojos” sale airoso en su búsqueda de originalidad, o al menos de forjar una identidad propia, agregando ciertos toques de nostalgia, drama y suspenso a este relato policial. Tanto Darín como Villamil hacen muy bien sus papeles pero cabe destacar el buen trabajo de Guillermo Francella en un papel más serio del que nos tiene acostumbrados, al menos en cine.

Tarantino vuelve con su mejor artillería en una historia de la segunda guerra mundial donde osa tomarse licencias históricas y eliminar a los grandes mandos nazis a partir de un incendio en un cine provocado con rollos de fílmico. Bastardos sin gloria celebra el poder del séptimo arte que sirve para derrotar a los nazis de la mano de los judíos, gran catarsis histórica.

Basada en un caso real, “The Soloist” es un drama construido de manera casi intimista alrededor de la vida de estos dos personajes que confeccionan una atípica y emocionante amistad. Si bien es cierto que de a momentos se torna un tanto lenta y densa, en parte es justificado ya que la idea es retratar de la manera más fiel posible la realidad de estos dos personajes.


> MALBA. JUEVES 5 14:00 Marihuana, de Dwain Esper 16:00 Los Monkees, de Bob Rafelson 18:00 ARTFUTURA: The Best of the Rest / Chris Landreth 20:00 ARTFUTURA: Segmento Local / Premio Fundación Banco Cuidad 22:00 ARTFUTURA: Improve Everywhere / Pes 24:00 El hombre elefante, de David Lynch. VIERNES 6 15:00 The Blues Brothers, de John Landis 18:00 ARTFUTURA: Digital Kitchen / Conferencia Motion Graphics 3.0 20:00 ARTFUTURA: Conversaciones entre artistas y científicos 22:00 ARTFUTURA: 3D en España / Mente Global 24:00 Una historia sencilla, de David Lynch. SÁBADO 7 14:00 Los chicos están bien, de Jeff Stein 16:00 Quadrophenia, de Franc Roddam 18:00 ARTFUTURA: Futura Graphics / Pes 20:00 ARTFUTURA: Conferencia Internacional Dvein 22:00 ARTFUTURA: The Best of the Rest / Reality Bytes 24:00 Carretera perdida, de David Lynch. DOMINGO 8 14:00 Anochecer de un día agitado, de Richard Lester 16:00 Submarino amarillo, de George Dunning 18:00 ARTFUTURA: Digital Kitchen / Chris Landreth / Cibermedia 20:00 ARTFUTURA: Artfutura Show / Reality Bytes

22:00 ARTFUTURA: Conferencia Estado lateral. JUEVES 12 14:00 200 moteles, de Frank Zappa 16:00 Marihuana, de Dwain Esper 18:00 La guerra, la música y nosotros, de Susan Winslow 20:00 La ley de la calle, de Francis Ford Coppola 22:00 1991: The Year that Punk Broke, de Dave Markey 24:00 Corazón salvaje, de David Lynch. VIERNES 13 14:00 Los Monkees, de Bob Rafelson 16:00 Crazy Mama, de Jonathan Demme 18:00 Unidad 25, de Alejo Hoijman 20:00 Austin Powers, de Jay Roach 22:00 Heavy Metal, de Gerald Potterton 24:00 Carretera perdida, de David Lynch SÁBADO 14 14:30 Crazy Mama, de Jonathan Demme 16:30 Melody, de Waris Hussein 18:30 Anochecer de un día agitado, de Richard Lester 21:00 Noche de los museos: Nobleza gaucha, de Eduardo Martínez de la Pera, Ernesto Gunche y Humberto Cairo + La mosca y sus peligros, de Eduardo Martínez de la Pera, Ernesto Gunche + MV 23:00 Noche de los museos: Destinos, de Edmo Cominetti + MV. DOMINGO 15 14:00 Austin Powers, de Jay Roach 16:00 Pajarito Gómez,

de Rodolfo Kuhn 17:30 Cream’s Farewell Concert, de Sandy Oliveri y Tony Palmer 19:00 Todos Mienten, de Matías Piñeiro 20:30 Castro, de Alejo Moguillansky 22:00 The Rocky Horror Picture Show, de Jim Sharman JUEVES 19 14:00 U2: Rattle & Hum, de Phil Joanou 16:00 Cream’s Farewell Concert, de Sandy Oliveri y Tony Palmer. VIERNES 20 14:00 Submarino amarillo, de George Dunning 16:00 La guerra, la música y nosotros, de Susan Winslow 18:00 Unidad 25, de Alejo Hoijman 20:00 La casa de Alice, de Chico Teixeira 22:30 Juventud, de Domingos de Oliveira 00:00 Corazón salvaje, de David Lynch SÁBADO 21 14:30 Christine, de John Carpenter 16:30 Gira mágica y misteriosa, de The Beatles 18:00 El signo de la ciudad, de Carlos Ricelli 20:00 El misterio de la Samba, de Lula Buarque de Holanda 22:00 Romance, de Guel Arraes 24:00 Carretera perdida, de David Lynch DOMINGO 22 12:00 Los desafinados, de Walter Lima Jr 14:00 Venganza, de Paulo Pons 16:00 Juego de escena, de Eduardo Coutinho 19:00 Todos Mienten, de Matías Piñeiro

20:30 Castro, de Alejo Moguillansky 22:00 Melody, de Waris Hussein. JUEVES 26 14:00 Gira mágica y misteriosa, de The Beatles 15:00 Stones in the Park, de Leslie Woodhead 16:00 Prisionero del rock, de Richard Torpe 20:00 MI-CINE: Vogliamo Anche Le Rose, de Alina Marazzi 22:00 MI-CINE: La Piccola A, de Salvatore D’Alia, Giuliano Ricci 24:00 Carretera perdida, de David Lynch VIERNES 27 14:00 Heavy Metal, de Gerald Potterton 16:00 200 moteles, de Frank Zappa 18:00 Unidad 25, de Alejo Hoijman 20:00 MI-CINE: L’importanza di Essere Scomodo, de Andrea Bettinetti 22:00 MI-CINE: Fuga dal Call Center, de Federico Rizzo 24:00 Corazón salvaje, de David Lynch SÁBADO 28 20:00 MI-CINE: Biutiful Cauntri, de Esmeralda Calabria, Andrea D’Ambrosio, Peppe Ruggiero 22:00 MI-CINE: Diari, de Attilio Azzola 24:00 Una historia sencilla, de David Lynch. DOMINGO 29 20:30 Castro, de Alejo Moguillansky 22:00 The Rocky Horror Picture Show, de Jim Sharman. MV: con música en vivo. La programación puede sufrir alteraciones por imprevistos técnicos.


AGENDA. RECITALES.

mes de noviembre. año 2009.

DESTACADOS. THE END.

ONDA VAGA.

PEPSI MUSIC.

ENTRE RÍOS.

domingo 1. La banda tributo australiana presenta lo mejor de Pink Floyd. Artista invitada: Durga Mc Broom, vocalista de Pink Floyd en numerosas giras desde fines de los ‘80, recordada por sus solos en The Great Gig in the Sky.

domingo 1. Luego de la gira Europea que los alejó de los mismos por 3 meses, Onda vaga vuelva a la Argentina para presentarse todos los Domingos de Noviembre a las 21.30 en Ciudad Cultural Konex.

viernes 6. Llega el turno de Living Colour, Calle 13, Duff McKagan, Los Cafres, Dividos, Las Pelotas, La Vela Puerca y No Te Va Gustar, entre otros artistas.

sábado 7.

21:00 Teatro Gran Rex.

21:30 CC Konex.

15:00 Club Ciudad de Bs. As.

20:30 Ultra Bar.

SKA-P.

LUCAS MARTÍ.

BANDA DE TURISTAS.

LISANDRO ARISTIMUÑO.

domingo 8. La banda española Ska-P regresa a la Argentina para continuar con su extensa y exitosa gira de presentación de su último álbum “Lágrimas y Gozos”. Estará en Rosario y Córdoba.

viernes 13. Adelanta temas de su nuevo disco junto a Eze Kronenberg y María Ezquiaga (invitada). Show acústico.Banda invitada: Ideal para el Invierno.

sábado 14. La banda de La plata se presenta para seguir promocionando su nuevo y segundo album de estudio “El retorno”. Anticipadas en Ticketek.

21:00 Estadio cubierto de Newell’s Old Boys, Rosario.

22:00 Plasma.

21:00 Auditorio Belgrano.

21:00 Teatro ND Ateneo.

THE EXPLOITED.

MASSACRE.

SKAY BEILINSON.

EL OTRO YO.

domingo 15. La banda punk escocesa regresa a la Argentina en el marco del Tour 2009 que los llevó por Europa y Japón. Bandas invitadas: Mal Pasar, Tenebre, Instinto de Venganza y Phyrexian.

viernes 20.

sábado 21. El ex guitarrista de los Redondos brindará dos shows en Colegiales.

domingo 22. El grupo liderado por los hermanos Aldana se presenta en La Trastienda, adelantando temas de su próximo álbum “Ailobiu EOY”.

22:00 Teatro Flores.

19:00 Sira Pub.

21:00 Teatro Colegiales.

20:00 La trastienda.

THE KILLERS.

JUANA MOLINA.

MANU CHAO.

TREMENDA SANATA.

viernes 27. Ofrecerán un recital en GEBA, las entradas se consiguen en TopShow y puntos de venta. La banda estadounidense vendrá por segunda vez a nuestro país, con su último disco bajo el brazo, Day and age.

sábado 28. Luego de participar en el ciclo La Grande (grupo liderado por Santiago Vázquez), Juana Molina cierra la gira mundial de su último gran disco “Un día”, en el teatro ND Ateneo.

sábado 28 y domingo 29.

domingo 29. La banda emergente de rock con preceptos spinettianos y raíces de Serú Girán se presentarán estrenando su ópera prima.

22:00 GEBA.

21:00 Teatro ND Ateneo.

22:00 Estadio de Newell’s.

21:00 Teatro del Bufón.

sábado 14.

para más información sobre horarios y puntos de venta entrá a www.ticketek.com.ar o www.topshow.com.ar.


> FESTIVALES. BAFIM 2009.

Del 19 al 22 de Noviembre se realiza la cuarta edición de Buenos Aires Feria Internacional de la Música, con shows en vivo, stands comerciales, conferencias, workshops y clínicas. Los siguientes artistas se estarán presentando en los escenarios montados en el predio Costa Salguero.

JUEVES 19.

VIERNES 20.

SÁBADO 21.

DOMINGO 22.

Escenario A 16:30 Carlos Mendez 17:30 Dona Zefinha 18:30 La Chilinga 19:30 Orq Tipica Fernandez Fierro 20:30 Mil Astillas 21:15 Los Cafres

Escenario A 15:30 Papando Moscas 16:30 Musictango Ensamble 17:30 Nena Daconte 18:30 Pereza 19:30 Agustin Almeyda 20:00 Dj Paul 20:30 Elctrotangoparty

Escenario A 15:30 Alejandro Balbis 16:30 King Coya 17:30 Banda Criolla 18:30 Ana Prada 19:30 Los Umbanda 20:30 Nairobi 21:00 La Bomba De Tiempo

Escenario A 15:30 The Kavanaghs 16:00 Pony Bravo 17:00 Ze Da Guiomar 18:00 Rondamon 19:00 Capsula 20:00 Rocola Bacalao 21:00 Fidel

Plaza Central 18:00 Alfredo Rubin

Plaza Central 17:30 More Fernandez Nunez 18:30 Laptork 20:00 Klauss

Plaza Central 18:00 Papando Moscas 20:00 Tres Bien Ensamble

Plaza Central 17:00 Juliana 18:30 Fusionadas: Yusa & V Condomi 19:30 Sergio Sandoval 20:00 Peppe Voltarelli

Escenario B 16:00 Mamporro 16:45 Renacer 17:30 Annie B Sweet 18:15 Xoel Lopez 19:00 Walter Dominguez 19:45 Pablo Sbaraglia 20:30 Hollerado 21:15 Hijos Del Oeste

3º FESTIVAL JAZZ ENSAMBLE 09.

Escenario B 15:30 Pedro Piedra 16:00 Famasloop 16:45 Tierra Del Fuego 17:30 Rosal 18:15 Anetol Delmonte 19:00 Mostro 19:45 Loli Molina 20:30 Nour 21:15 Riddim

Escenario B 15:30 Revolver 16:00 Tarco Trio 16:30 Terraplen 17:00 Nico Falcoff Y La Insurgencia 17:45 Andrea Dias 18:30 Manel 19:15 Puerto Candelaria 20:00 Gabo Ferro 20:45 Los Hermanos Nunez

Escenario B 15:45 Pedro Menendez - Zona Tango (Electro Tango & Bossa) 17:30 Manuel Wirzt 18:30 Juan Darthes 19:30 Nico Ibarburu 20:30 Edu Smith 21:15 Borregos Border

El Festival Jazz Ensamble ya es un evento consagrado que se ha transformado en un referente para los seguidores del género y de la música en general, con una gran repercusión en la prensa y en el público, no solo local, sino del conurbano sur y Capital Federal. La edición 2008 contó con más de 1200 espectadores que asistieron a los conciertos, clínicas y jamm sessions y reunió a los más destacados músicos del género. La 3era edición tendrá lugar durante los domingos del 8 al 29 de noviembre de 2009, en el Complejo Cultural Banfield Teatro Ensamble, y apuesta a superar las expectativas con cuatro jornadas colmadas de actividades y conciertos.

DOMINGO 15.

DOMINGO 22.

DOMINGO 29.

18:00 Seminario / Clínica: Pipi Piazzolla 20:00 Concierto presentación de uno de los ganadores. 21:00 Concierto: solo set: Paula Shocron 22:00 Concierto: Escalandrum

18:00 Seminario / Clínica: Juan Cruz de Urquiza - Ensamble 20:00 Concierto presentación de uno de los ganadores. 21:00 Concierto: Dúo Ernesto Jodos – Carlos Casazza 22:00 Concierto: Juan Cruz de Urquiza – Kind of Blue

18:00 Seminario / Clínica: Ramiro Flores 20:00 Concierto presentación de uno de los ganadores. 21:00 Concierto: Hernán Merlo XL9tet. La música de Mingus. 22:00 Jamm Session: abre Francisco Salgado cuarteto


AGENDA. TEATRO.

mes de noviembre. año 2009.

EN CARTEL. COMO QUIEN OYE LLOVER.

EL DIARIO DE ANA FRANK.

REY LEAR.

SOUVENIR.

Una mirada sobre la especial relación entre madres e hijos, contada a través del relato de tres mujeres. Con una fuerte impronta humorística, y con la notable habilidad del actor para emocionar y llevar a la platea hacia la reflexión e identificación con su propia vida, utiliza el lenguaje popular para contar historias de gente común.

Es la historia de una niña judía que relata en su diario personal la invasión nazi a Holanda. Cuenta como con otras siete personas - entre ellos sus padres y su hermana – se escondieron en los ambientes traseros de las grandes oficinas de una empresa, desde Junio de 1942 hasta Agosto de 1944.

En Rey Lear todo lo humano está encerrado en el microcosmos que construye Shakespeare: las pasiones más altas y las más bajas, las formas más luminosas del amor y las más oscuras del egoísmo, todos nuestros deseos y todos nuestros miedos, lo que soñamos y aquello que nos asalta en las pesadillas.

Souvenir es una obra basada en la vida de la cantante lírica Florence Foster Jenkins, (1868–1944) una soprano estadounidense que se hizo famosa por su completa falta de habilidad musical. A pesar de ello, el público la adoraba por la diversión que esto les causaba. Ella estaba convencida de su grandeza y se comparaba con las mejores sopranos del momento.

Cubo Cultural.

Multiespacio los ángeles.

Teatro Apolo.

Teatro Regina.

CRIMINAL.

SUBIÓ LA CARNE.

CÓMO TENER SEXO TODA TU VIDA CON LA MISMA PERSONA.

EL ÉXODO PORTEÑO.

Se presenta como una parodia al psicoanálisis -y como toda parodia, un homenaje: a su discurso, su método de trabajo, sus lugares comunes, que la clase media banalizó e hizo propios. A partir del melodrama, la comedia y el policial negro realza, la falsedad de toda verdad, que se diluye en los vericuetos de la subjetividad.

La selección de las escenas más representativas del grupo, buscan mostrar a través de las actuaciones de Francisco Pesqueira y Claudio Pazos, las historias más vigentes con la habitual ironía del grupo, nueva estructura, en un formato de varieté que deslumbrará al nuevo público tanto como a los fieles seguidores.

"Annette Poché", una sexóloga recién llegada de Europa que nos introduce en la vida erótica de las parejas, con sus vicisitudes y altibajos, dando remedios insólitos para superar las diferentes crisis. Con su técnica revolucionaria enseñará a mantener el fuego de una relación con una sola persona.

En un bar del centro de Buenos Aires, un grupo de porteños recuerda la odisea de un valiente puñado de hombres y mujeres… Estos han partido dejándolo todo en la búsqueda de un ideal, de un sueño que se encuentra tras la misteriosa General Paz: …irse a vivir a san martin de los andes.

Teatro Del Borde

Teatro La Comedia

Teatro Petit Tabarís.

Galpón Ve.

LA CARNE. ESA COSA ROJA DULCE.

DEL CALIFATO A LA PINGÜINERA.

VENIMOS DE MUY LEJOS.

SI PARÍS.

Un hombre es el que las aglutina en un lugar inhóspito. Una muerte. O mejor dicho, la muerte de alguien más. Una historia sin grandes peripecias que oscila entre lo cómico y lo trágico. Todo lo que se mueve, o las mueve, no se ve. El afuera atraviesa. Ellas permanecen. En escena sólo pasa el tiempo, parece.

Del califato a la pingüinera es una selección de los mejores momentos de aquellos espectáculos y suma nuevas canciones y escenas para dar cuenta de los sucesos transcurridos en los últimos gobiernos, tratando de ejercitar la frágil memoria, acaso un rasgo distintivo de los argentinos.

Venimos de muy lejos pone en escena a los “gringos”, sus sufrimientos y añoranzas de la tierra que tuvieron que dejar, la solidaridad en el patio del conventillo, la alegría de sus fiestas y canciones, su amor y la lucha por vivir. Los personajes y situaciones fueron construidos a partir de la imaginación colectiva y de los relatos de la gente de La Boca.

La obra plantea un tema de candente actualidad y hasta una contradicción para la mujer de nuestra época, la maternidad como obstáculo para el crecimiento personal y profesional. La mujer de hoy se pregunta acerca del mandato biológico y social y su derecho a oponerse y a planificar su maternidad como parte de un proyecto de vida.

Club del Bufón.

Galpón de Catalinas Grupo de Teatro Catalinas Sur

Galpón de Catalinas Grupo de Teatro Catalinas Sur

Paseo La Plaza.

para más información entrá a www.mundoteatral.com.ar


> DESTACADOS. BARAKA.

ART.

Cuatro hombres reunidos bajo una madurez que soportada tanto por la esperanza como por la desilusión. Baraka examina con humor y emoción el goce y los obstáculos de la amistad masculina.

Ricardo Darín, uno de los más importantes actores de la escena hispanoamericana, regresará al teatro en 2010 para volver a protagonizar la obra Art después de 10 años sin encarnarla en Buenos Aires.

Director/es: Javier Daulte Reparto: Hugo Arana, Dario Grandinetti, Juan Leyrado y Jorge Marrale Teatro: Metropolitan 2

Director/es: Yasmina Reza Reparto: Ricardo Darín, Germán Palacios, José Luis Mazza. Teatro: Gran Rex

AGOSTO.

PIAF.

La numerosa familia se reúne tras la desaparición del padre y la morada familiar explota. Una gran obra de teatro que expone con humor e inteligencia el lado oscuro de una típica familia contemporánea.

Llega a la Argentina Piaf, la obra que se convirtió en un suceso de público en Londres, cosechó las mejores críticas en todo el mundo y consagró a Elena Roger, su protagonista.

Director/es: Claudio Tolcachir Reparto: Norma Aleandro, Mercedes Morán, Juan Manuel Tenuta, Andrea Pietra. Teatro: Lola Membrives

Director/es: Jamie Lloyd Reparto: Elena Roger, Julia Calvo, Diego Jaraz, Néstor Sánchez. Teatro: Liceo


AGENDA. NOVEDADES.

mes de noviembre. año 2009.

DISCOS. VECKATIMEST.

FURTHER COMPLICATIONS.

REPTILECTRIC.

EL RETORNO.

Grizzly Bear.

Jarvis Cocker.

Zoé.

Banda de Turistas.

Indie rock experimental. Estados Unidos.

Brit Pop Inglaterra

Indie rock, alternativo. México.

Indie pop. Argentina.

ALL DRESSED UP AND SMELLING OF STRANGERS.

EMBRYONIC.

BACKSPACER.

EL TONEL DE LAS DANAIDES.

The Flaming Lips.

Pearl Jam.

Coiffeur.

Micah P. Hinson.

Indie rock, experimental. Estados Unidos.

Grunge rock, alternativo. Estados Unidos.

Folk. Argentina.

Folk, country alternativo. Estados Unidos.

WHAT WILL WE BE.

WHERE THE WILD THINGS ARE.

NO MORE STORIES ARE TOLD TODAY...

LOGOS.

Devendra Banhart.

Karen O And The Kids.

Mew.

Atlas Sound.

Folk. Estados Unidos.

Indie rock, alternativo. Estados Unidos.

Dream pop, progresivo. Dinamarca.

Shoegaze, experimental. Estados Unidos.


LIBROS. EL TRESORO DE LA LENGUA. Ariel Schettini.

Editorial Entropía. 304 páginas.

JI-DO. Compilado por Oliverio Coelho.

Santiago Arcos Editor. 216 páginas.

TU MANO IZQUIERDA. Laura Meradi Editorial Alfaguara. 174 páginas.

ESA INCREÍBLE NECESIDAD DE CREER. Julia Kristeva.

Editorial Paidós. 152 páginas.

SOFIA KOVALEVSKAIA, 1850-1891. SÍMBOLO Y EJEMPLO. Ada Korn.

Ada Korn Editora. 432 páginas.

El tesoro de la lengua es una antología de los poemas más escuchados de la lengua española en Latinoamérica. Una antología de los versos que se grabaron en la lengua y que fueron perdiendo su autor y se volvieron creaciones de la lengua misma. Pliegues extraños de la lengua que hablan los latinoamericanos que, al perder su yo biográfico y sus pesadas ataduras a una verdad del escritor, se volvieron todos los yoes. De allí que el proyecto de este libro se plantee sobre la voluntad de liberar al poema de todas sus ataduras: la historia, la sociedad, el espacio, la biografía, las escuelas, los movimientos y, por último, la lengua. Permitirle vivir y respirar como si se tratara de un objeto que llegó al mundo para generar el mundo u otro mundo probable: el Nuevo Mundo. A partir de ahí escucharlo como si fuera la única lengua posible y la única lengua traducible. La sirena de un toque de queda en un cuento puede marcar muchas cosas. Tomémosla, para empezar, como lo que es: una oración, una serie de palabras juntas que no entran por los oídos sino por los ojos. Claro que no se puede negar la sinestesia, la mezcla de percepciones: leemos “sirena de toque de queda” y enseguida nuestra cabeza oye el ruido, nos obliga a revisar los relojes (y a hacer memoria). El ruido de una sirena es uno de esos sonidos que, una vez leídos, no deja de generar más y más asociaciones, sumergiéndonos de movida en toda una historia; en este caso, es un –lamentable– sonido de algo autóctono. Que ese sonido aparezca mencionado en dos de los cuentos reunidos en la antología Ji-Do: antología de la narrativa coreana contemporánea, no significa que el resto de los relatos carezca de la misma crudeza, del mismo desamparo que sólo la estridencia de ese aullido vigilante pude desencadenar. En Tu mano izquierda, la narración no busca consuelo, ni un lugar donde encontrar reparo: va directo a las grietas, a esa mano izquierda llena de verrugas a las que Manuel trata de esconder mientras su hermana quiere contarlas una por una, poder tocarlas con la punta de sus dedos cuando le pide, para dormirse, que le dé la mano del otro lado de su cama. Aunque Cecilia comprenda que muy pronto ya no habrá ninguna mano de la cual sujetarse, sólo la propia, esa mano con la que recién ha aprendido a dibujar las letras, a reordenar el sentido, esa mano que de ahora en más volverá una y otra vez al lugar de la escritura. El lugar de las artes es una constante en toda la reflexión de Kristeva y siempre en términos de valorizar su función en la propuesta refundadora que propicia. El otro gran tema conexo es el del sufrimiento, y nuevamente aquí se subraya la importancia del cristianismo cifrada en el Dios sufriente en el sacrificio de la cruz. El sufrimiento aparece como parte integrante del ser hablante y el lenguaje es la vía regia para atravesarlo y aliviarlo. Psicoanálisis y religión aparecen así también en esta vertiente, vinculados. Acercarse al sufrimiento del otro para compartirlo e interpretarlo, para volverlo parte de la propia capacidad de pensar y crear, aparece efectivamente ligado a la experiencia del analista, pero se amplía a la propuesta de otras formas de relaciones interhumanas, donde tienen lugar el perdón y la reconciliación. En todo gran lector hay un escritor que no se anima... Y una de las formas más generosas de acortar las modestias en torno de esa pasión por la palabra escrita –aunque sea la de otros– a veces ha sido publicarla. Esas parecen haber sido las estaciones iniciales del recorrido de Ada Korn: leer con avidez a lo largo de toda la vida, fundar una editorial que mantuvo mientras le dio más placer que problemas, y finalmente transformar esa pasión de siempre en una tarea enorme y en una satisfacción: la de concretar el viejo proyecto de rendir a Sofia Kovalevskaia, la ilustre matemática rusa y notable escritora, el homenaje que venía postergando desde su primer contacto con ella mientras cursaba la licenciatura en matemáticas en la Universidad de Buenos Aires. Y entonces Ada Korn escribió su primer libro. Y lo publicó. Su exigente ritmo de trabajo no le impidió dedicarse con éxito a la literatura, su declarada segunda gran opción en la vida, pero ninguna de estas satisfacciones alcanzó para evitar que un estúpido resfrío mal cuidado se convirtiera en la “pleuresía supurativa” que la mató a los cuarenta y un años, cuando el futuro parecía insinuarle ciertas promesas. Ada Korn la instala hondo en nuestras emociones, desde donde con un pequeño silencio también la saludamos.


BAJANDO. MOON. de Duncan Jones, con Sam Rockwell.

Las películas de ciencia ficción pueden tener diversas vertientes según el tema que se elija y el presupuesto de que se disponga. Hay films de este género que se centran en las futuras catástrofes que pueda sufrir nuestro planeta y en cambio otros se sitúan en el espacio exterior, los avances de la ciencia y la tecnología espacial. En este segundo apartado se coloca la ópera prima de Duncan Jones, hijo del cantante David Bowie. Ante el corto presupuesto de 3,5 millones de euros, Duncan Jones ha optado por hacer una producción a la antigua usanza a base de maquetas y decorados, rodada en estudio y con un solo actor protagonista, Sam Rockwell, que carga con todo el peso de la trama e incluso a partir de determinado momento con una doble interpretación, lo que tal vez le ha llevado a ganar el premio a su trabajo en el Festival de Sitges, donde ha obtenido también los de mejor película, guión y diseño de producción. El guión tiene una corta anécdota desposeída casi por completo de acción y se centra más en estudiar la falta de relación con otros seres humanos en todo ese tiempo. Dosifica bien la exigua intriga, aunque en ocasiones lleva a la confusión al espectador. De paso se critica la ambición desmedida de las grandes empresas que desprecian la vida del ser humano con tal de conseguir sus beneficios, la excesiva comercialización de la ciencia o la clonación. El aislamiento lunar no es más que una excusa para reflexionar sobre la soledad y la pequeñez del hombre ante la inmensidad del universo. Título original: Moon Género: Sci-fi, Drama Director/es: Duncan Jones Protagonistas: Sam Rockwell, Kevin Spacey.


Alambre.

LEÓN FERRARI.

Escultura. 1980.

Homenaje a Alceu Amoroso Lima. Escultura. 1983.

La civilización occidental y cristiana.

LEÓN FERRARI.

Escultura. 1965.

LEÓN FERRARI.

Ideas para infiernos. Escultura. 1968.

LEÓN FERRARI.


DOSSIER.

DALE.

DOSSIER.

DALE.

LEÓN FERRARI. DOSSIER.

DALE.

DOSSIER.

DALE.


Alfabeto deformado 1 y 6.

LEÓN FERRARI.

Tinta sobre papel. 1976.

Alfabeto deformado 4 y 7. Tinta sobre papel. 1976.

Cartas a un general.

LEÓN FERRARI.

Tinta sobre papel. 1978.

LEÓN FERRARI.

Cartas a un general. Tinta sobre papel. 1978.

LEÓN FERRARI.


DOSSIER.

DALE.

DOSSIER.

DALE.

LEÓN FERRARI.

DOSSIER.

DALE.

DOSSIER.

DALE.


HASTA LUEGO.


CULINARIOS.

VIAJEROS.

CIENTÍFICOS.

CINEMATOGRÁFICOS.

LITERARIOS.

TEXTILES.

PATRIMONIALES.

ESPECIALES.

MUSICALES.

URBANOS.

VISUALES.

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