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ste Museo de la Altagracia fue concebido como parte del conjunto de obras que se realizarían en el entorno de la Basílica.
La Basílica es el eje central y se complementa con el Museo y el Auditorio que se realizará en un futuro. Gracias al Señor y a la Santísima Madre, la Vírgen de La Altagracia, y, a la generosidad de los dominicanos, hemos logrado la construcción de este museo.
El Santo Padre Juan Pablo II, en diversos documentos ha insistido en la necesidad y urgencia de realizar el inventario y catalogación del patrimonio histórico de la Iglesia; el museo altagraciano viene a dar cumplimiento a esta recomendación del Santo Padre. En él se intenta ofrecer una contribución para reforzar la acción evangelizadora de la Iglesia por medio de los bienes culturales que se han acumulado a través de los años como ofrenda del pueblo dominicano por las gracias recibidas de manos del Señor por intercesión de la Virgen de La Altagracia, y de ésta forma favorecer un nuevo humanismo de cara a la nueva evangelización. La Comisión encargada del remozamiento de la Basílica ha tenido como objetivo que todo el pueblo de Dios y sobre todo los agentes laicos y eclesiásticos, valoren en el ámbito pastoral el ingente patrimonio histórico-artístico de la Iglesia. La Iglesia a través de la historia se ha servido de las diferentes culturas para difundir y explicar el mensaje cristiano. “La fe tiende por su propia naturaleza a expresarse en formas artísticas y en testimonios históricos que entrañan gran fuerza evangelizadora y valor cultural, a los cuales la Iglesia debe prestar la máxima atención” (Carta Circular “La función pastoral de los museos eclesiásticos” 15/agosto 2001). Este museo de la Altagracia, con todo lo que en él se exhibe, esta íntimamente unido a la vivencia eclesial, ya que documenta, de forma visible, el camino recorrido por esta Iglesia local a lo largo de quinientos años del culto altagraciano, en la catequesis, en la cultura y en la caridad. Es por tanto, un lugar que documenta no sólo el desarrollo de la vida cultural y religiosa del pueblo dominicano, sino, además, el ingenio del hombre dominicano para manifestar su fe en objetos tangibles mediante obras de orfebrería, cera,
madera y pinturas. El museo no será un elemento desasociado de las actividades pastorales de la Diócesis, sino que estará relacionado con todo el quehacer de la vida eclesial, por medio del acercamiento del pueblo de Dios al patrimonio histórico-artístico. Como se puede observar, en la organización de las diferentes salas del museo se ha tenido en cuenta el fundamento eclesiológico, una perspectiva teológica y por supuesto la dimensión espiritual, porque solo así puede integrarse en el proyecto pastoral diocesano. Monseñor Nicanor Peña Rodríguez Obispo de Higüey La creación de este museo ha tenido como finalidad recuperar el patrimonio artístico e histórico que posee el Santuario, ponerlo en valor, restaurarlo y mostrarlo para que el ciudadano dominicano lo conozca, lo admire y valore, es decir, que se identifique con él, y para que los ciudadanos del mundo que lo visiten lo admiren también y difundan nuestras tradiciones en otras latitudes.
En la Sala del Tesoro, se exhiben auténticas joyas de la orfebrería local y de otros países de América del siglo XVII al XIX. Se destacan, entre otras, el portaviático de oro y esmeraldas, un incensario, la sacra de la Consagración y el manifestador. Los miles de exvotos, promesas o milagros conservados en el Santuario son testimonios tangibles de gracias recibidas. Esta costumbre milenaria no ha perdido vigencia en la actualidad. Generalmente confeccionados en plata y oro, también los hay realizados, con habilidades disímiles, en los más diversos materiales. Todos han sido eficaces vehículos de agradecimiento y responden a distintas épocas y concepciones estéticas. Constituyen, en su conjunto, la manifestación de la fe a través de la historia. El canónigo Alcocer escribió en 1650 que los peregrinos hacían pintar sus ofrendas en las paredes de la iglesia. Gracias a Dios, podemos decir que el último agradecimiento por la intercesión de María, estará siempre por ofrendarse. Prof. Sergio Barbieri