Minas

Page 1


GILBERTO ARGüELLO ALTúZAR (1945-1982)

Dibujo a lápiz hecho por un arquitecto guatemalteco, becario de posgrado. Burdeos, 1972. i


Gilberto Argüello Altúzar

MINAS, AGRICULTURA Y POLÍTICA EN LA FORMACIÓN DEL CAPITALISMO MEXICANO (1770-1870)

Traducción y coordinación editorial de Patricia Cabrera López, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades

México, 2008 ii


Gilberto Argüello Altúzar Mines, agriculture et politique dans la formation du capitalisme mexicain (1770-1870), 2 tomes Thèse de Doctorat de IIIème cycle Directeur: Dr. Pierre Vilar Université de Paris I-Sorbonne - EHESS Paris, Printemps 1980 Traducción: Patricia Cabrera López © 2008 Pasionaria Argüello Cabrera Diseño y formación editorial: Pasionaria Argüello Cabrera Edición digital: Pasionaria Argüello Cabrera y Rubén Darío Santamaría Morales Diseño de portada: Rubén Darío Santamaría Morales Edición del texto y del aparato crítico: Patricia Cabrera López y Pasionaria Argüello Cabrera Prohibida la reproducción parcial o total por cualquier medio sin autorización escrita de los editores y titulares de los derechos de autor. Para cualquier asunto relacionado con la edición digital, contactar a Pasionaria Argüello Cabrera pasionaria_arguello@yahoo.com Edición limitada para el Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México ISBN 970-32-4107-7 México, D. F. iii


ÍNDICE GENERAL

Con Gilberto, en el torreón de Juana de Arco, por Patricia Cabrera López In Memoriam de Gilberto Argüello Anselmo Arellanes Meixueiro

xi

Rosa Cusminsky

xix

Pedro López Díaz

xxii

Constancia del Instituto de América Latina de la URSS

xxix

Título de Doctor en Historia

xxx

[Prólogo], por Gilberto Argüello Altúzar

xxxi

xvii xvii

MINAS, AGRICULTURA Y POLÍTICA EN LA FORMACIÓN DEL CAPITALISMO MEXICANO (1770-1870) BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

1

Bibliografía de bibliografías

1

Guía de archivos

3 iv


Documentos utilizados

7

Fuentes hemerográficas

40

Bibliografía general

43

I. Problemática general

78

II. Minas y mercado interno: 1770‑1810

85

La estructura interna del proceso de producción minera de la Nueva España

87

La división técnico‑material y social interna de la producción minera

89

Las rentas diferenciales agrícolas y mineras

90

Las fases del proceso minero privado

96

Los trabajos subterráneos

110

La lógica interna de los trabajos subterráneos (3)

122

Fases de los trabajos subterráneos (3)

125

III. Agricultura y estructura de autoconsumo, 1770-1810

172

El clima

176

Características de la estructura demográfica

180

Características y crisis de la estructura agraria

181 v


IV. Un caso: Zongolica, tabaco y sociedad indígena, 1767-1830

215

V. Problemas económicos con fondo político en un periodo de transición: 1821-1870

248

248

Éxitos, limitaciones y consecuencias desestructurantes de la insurrección

1. Los problemas resultantes de la conclusión de la insurgencia

248

2. Naturaleza de clases y objetivos de la insurrección

249

3. Éxitos y límites de la insurrección

250

4. Efectos duraderos desestructurantes de la insurrección

251

5. La anarquía: complejidad del proceso de transición

253

6. Desigualdad de la distribución demográfica y obstáculos al desarrollo económico

255

7. Naturaleza de clases, limitaciones y contradicciones entre liberales y conservadores

256

La coyuntura mundial y la historia mexicana

259

1. Las ondas largas expansivas y depresivas del capitalismo industrial

259

2. Crisis agrícolas e industriales del capitalismo mundial y sus relaciones con la historia mexicana

261

3. La revolución industrial, la era del acero y el fin de la era de los metales preciosos: sus efectos sobre la historia mexicana

263

La difícil génesis del capitalismo mexicano

264

vi


1. Intracumulación primitiva del capital

264

2. México: manzana de la discordia

265

3. Nuevas tendencias del desarrollo agroeconómico-minero-comercial exportador en las zonas periféricas

267

4. Los grandes proyectos económicos: impulsos y resultados

268

4.1. Causas y fracasos de la aventura minera inglesa en México

269

4.2. El Banco de Avío: palanca del desarrollo moderno

271

4.3. Obstáculos estructurales para el surgimiento del capitalismo en México

271

5. Características de la génesis del capitalismo mexicano a mediados del siglo XIX

273

Clases y lucha de clases en la época de transición

277

1. La clase dominante y sus fracciones en mutación

277

1.1. El clero: aumento de su poder

278

1.2. Expansión y transición interna de los terratenientes

279

1.3. La burguesía comercial-usurera todopoderosa

280

2. Las clases oprimidas

281

2.1. Las masas rurales

281

2.2. Las masas urbanas

281 vii


2.3. La igualdad jurídica: la maldición de los trabajadores

282

3. La lucha de clases se caldea: golpes y contragolpes, rebeliones e invasiones

282

3.1. La era de Santa Anna

282

3.2. La anarquía: expresión de la lucha de clases en el proceso de génesis del Estado nacional

286

4. Las invasiones extranjeras: una de las condiciones del desarrollo de la nación y de la hegemonía burguesa

287

Bases históricas de la formación del Estado nacional

288

1. Las reformas borbónicas al final de la Colonia

288

2. Supervivencia y reestructuración del aparato del Estado colonial en el Estado mexicano independiente

289

Bases antiguas y modernas del “presidencialismo” despótico

290

3. Problemas de la génesis del Estado moderno durante el periodo de transición

292

3.1. Fuerza y corrosión del poder eclesiástico

292

3.2. Crisis de la clase precapitalista dominante: hipertrofia del ejército

292

3. 3. Crisis del tesoro público o el Estado como juguete de los prestamistas

293

3.4. Crisis irreversible de las relaciones sociales: sociedad parroquial vs. sociedad civil 294 viii


3.5. Unidad y lucha de las fracciones de la clase dominante, obstáculos contra la formación de una burguesía moderna 4. El momento crucial: decadencia de la antigua clase dominante vs. madurez política de la burguesía liberal

296

5. Aparición de las capas medias: su función orgánica al servicio de la burguesía

298

6. Base de masas del proyecto liberal burgués: condición para la toma del poder

298

La cultura de transición hacia la hegemonía burguesa

299

297

1. La herencia colonial

299

2. “Protonacionalismo” y lucha de clases: la insurrección y sus efectos en la cultura

300

3. Clases y cultura de las clases en transición

300

4. Formación y triunfo de la cultura liberal-nacional-burguesa dominante

302

Coyuntura mundial y consolidación del modo de producción capitalista en México

304

1. Panorama mundial

304

2. Estímulos externos para el apogeo del mercado interno y del sector agro-exportador

304

3. La actividad minera: lenta recuperación y sostenida expansión

305

4. El proceso de la revolución burguesa de Reforma

305

5. Desarrollo de la división del trabajo y del mercado

308 ix


6. Tránsito del comercio exterior diversificado al comercio cautivo de EUA

309

7. Consolidación de la nación mexicana

310

8. Instauración del Estado nacional: el mayor logro de la re­volución burguesa de Reforma

311

VI. Conclusión general

313

Anexos Anexo I. Cultivo de la caña de azúcar y del maíz en Chiapas, México (1932-1974)

317

Anexo II. Análisis de la Mina de Rayas

326

Anexo III. Vocabulario de los mineros novohispanos y mexicanos (1700-1870)

341

Índice de mapas

383

Índice de figuras

386

Índice de cuadros

393

Índice de gráficas

398

x


CON GILBERTO, EN EL TORREÓN DE JUANA DE ARCO Patricia Cabrera López

L’absence, la voilà L’absence D’un enfant, d’un amour L’absence est la même Quand on a dit je t’aime Un jour… Le silence est le même Canción “L’Absence”, de S. Reggiani, 1971

La pasión es un estado existencial y un objeto; domina el juicio, embriaga la razón y nos ciega ante la desmesura de nuestras empresas. Nos proponemos tareas temerarias que parecen nunca tener fin porque en su proceso de extensión, el objeto se va volviendo más deseable y, en la misma medida, nuestra ilusión de heroicidad. La pasión de Gilberto fue la de un visionario de acontecimientos históricos heterogéneos, cuyas numerosas e invisibles interconexiones él se sentía predestinado a descubrir y dar a conocer al mundo. A la luz de la categoría marxista de totalidad, bajo el pretexto de sus tesis supo justificar su pasión por hurgar archivos y bibliotecas, y entregarse a la relectura de sus apuntes

durante las madrugadas. Rodeado del silencio y la penumbra –como un cartomante furtivo—, de sus innumerables libretas y tarjetas iba sacando los arcanos para leer el pasado y vislumbrar el futuro. Gustaba nutrirse en las fuentes primarias y en los clásicos, más que en los cánones de moda. Eran madrugadas de convivencia con fantasmas queridos, que —como nos sucede a los latinoamericanos que no negamos nuestro pensamiento mágico (ni lo exageramos para efectos exotistas)— al día siguiente se traducían en conversaciones paradójicamente racionales y mágicas (para desconcierto xi


de mentalidades cartesianas). Así era como Gilberto mezclaba en el mismo relato de sus hallazgos históricos, alguna anécdota del estilo de: ‘…anoche sentí un soplo que abrió la puerta de la ventana (la mesa de trabajo estaba frente a la ventana del minúsculo departamento que ocupábamos en la residencia universitaria de Antony)… pensé que mi madre acababa de morir’… Días después, tras recibir una carta de su padre, Gilberto hallaría la explicación de sus percepciones fantasmales: una tía anciana había agonizado y muerto precisamente en las fechas de la anécdota. Otra mañana me contó, entusiasmado, que había soñado con Karel Kosik, autor de uno de sus libros favoritos, Dialéctica de lo concreto. Una de las fuentes nutricias de su pasión fue su militancia comunista, implicada, entretejida, fusionada con su faceta de investigador riguroso. Su acción y pasión en y por los archivos (al menos los relacionados con esta tesis) comenzó en Zongolica, en 1970. Para ir allá había tenido el apoyo económico gestionado por el celebérrimo Ricardo Pozas Arciniega, entonces director del ¿Centro para estudios del desarrollo? de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. En Zongolica Gilberto Argüello se dio tiempo para investigar los archivos y encontrarse con un campesino comunista que vivía en la sierra; el único recuerdo que comentó fue el de las tribulaciones del campesino por adquirir medicinas y hallar un médico para su hijo con fiebre.

En estas situaciones dolorosas e indignantes, Gilberto percibía la manifestación de las leyes despiadadas de la explotación y del despojo, del engaño y el racismo, profundamente arraigadas en la historia regional y reproducidas aun bajo la apariencia de la modernización capitalista. Para él, si el presente arrastraba su cauda histórica, el reto consistía en revertir la reproducción al infinito de la fatalidad de haber sido colonizados por la potencia monárquico-feudal del siglo XVI, independizados para cumplir los designios de la casta de criollos e incorporados a la modernidad en la fase del imperialismo. Era vehemente y crítico al relatar esta historia de injusticias e incongruencias. La edición de su tesis doctoral, a más de 20 años de haberla traducido por primera vez, me lleva a evocar nuestros años parisinos, con sus calles, sus rostros, sus paisajes, sus experiencias. Los evoco porque fue entonces cuando él estuvo más concentrado en la tesis y compartimos con intensidad nuestros sueños. Un acontecimiento que transformó nuestras vidas y agregó un aprendizaje más en territorio europeo fue el nacimiento de Pasionaria. Sus primeros tres años alternaron con nuestra vida cotidiana de estudiantes extranjeros en París, más la militancia. Ésta era doble: el círculo de estudios con otros mexicanos y las células del partido comunista francés. En el primero leíamos desde Hegel hasta Lenin pasando por Marx, discutíamos, construíamos la comprensión de México y el mundo, y paseábamos. En las células del PCF, Gilberto cumplía cuidadosamente la tarea de tesorero, discutía xii


con los compañeros las peculiaridades del “eurocomunismo” y argumentaba contra la socialdemocracia. Tan notable era su pasión por la historia, que un fin de semana el camarada Jean-Pierre Gregoire nos invitó a una larga caminata a través de los bosques de la Creuze para mostrarnos la llamada “tumba de Vercingétorix” (no había pruebas de que allí estuvieran los restos del caudillo galo, pero el imaginario local así había resuelto el anonimato de la tumba). Aparte vienen a mi memoria las charlas con los comunistas de otras partes del mundo: Níger, Argentina, Sudáfrica, Portugal, Irán, España, Argelia, Siria, Italia, Perú, Brasil, Bulgaria, Grecia, Vietnam… que hallaban en París refugio político y reproducían las —hoy prehistóricas y risibles— discusiones sobre la rivalidad chino-soviética. La Fête de L’Humanité era la ocasión para los encuentros con los camaradas hispanoamericanos en los puestos de venta que instalaban los partidos invitados, donde los mexicanos vendíamos artesanías y el periódico Oposición. Gilberto irradiaba su carisma en conversaciones que devenían lecciones de historia contadas por el narrador dotado de los matices emocionales y las intensidades expresivas de la palabra oral, que era él. Su seguridad teórica y su conocimiento empírico y documental le abrían puertas sin necesidad de credenciales ni cargos universitarios o políticos. Seducía tanto a los reservados campesinos de Azé —una aldea de la Borgoña—, para quienes trabajamos en la vendimia de 1972, como a profesores de la Sorbona que lo invitaron a impartir conferencias. En el otoño de 1974, estando como turistas en Herculano, hallamos la fiesta de L’Unità, el periódi-

co del partido comunista italiano. Bastó una breve pero sustanciosa conversación sobre México con un dirigente local, para que éste expresara a Gilberto su admiración. La estadía en Europa nos dio la oportunidad de visitar los santuarios del izquierdismo y atestiguar las confrontaciones históricas de aquellos años. Cada año Gilberto iba, con amigos también becarios, al cementerio de Père-Lachaise para conmemorar la Comuna de París. Asistíamos a eventos en la Mutualité para estar en el mismo recinto del Congreso Internacional de los Escritores para la Defensa de la Cultura, de 1935. Viajando por Alemania Gilberto no escatimó recursos para detenerse en Trier y visitar la casa donde había nacido Marx. En ocasión de los “acuerdos de París” que anunciaron la derrota de Estados Unidos en Vietnam, se hallaba en la multitud que aclamaba a la delegación norvietnamita en 1973. Durante las memorables jornadas de 1974 para exigir a Franco que absolviera de la pena de muerte al anarquista Salvador Puig Antich, nos plantamos frente a la embajada española en París, aferrados a la ilusión de que la presión internacional lograría salvarlo. Cuando estuvo en Londres se sentó en el lugar de la biblioteca del Museo Británico donde Marx lo había hecho, en la época en que preparaba El capital; en esa misma ocasión (1975) fue testigo de las grandes manifestaciones de los mineros del carbón y escribió una crónica que nunca logró ver publicada en México. Su sed de historia no se detenía en el pasado remoto. Antes de regresar a México, en 1976, fue a Ámsterdam para recabar documentos relativos a México en la xiii


Internacional Anarquista. Después entendí que estaba poniendo las bases para un proyecto de investigación sobre la clase obrera mexicana, tema del doctorado de estado que iniciaría bajo la dirección de Frédéric Mauro, y que no alcanzó a concluir. He relatado todo lo anterior acaso para explicarme a mí misma por qué mientras estuvimos en Francia vivíamos en una suerte de conciencia trascendental materialista en cuya virtud concebíamos que nuestros actos personales y los fenómenos sociales sólo podían comprenderse como resultado de procesos colectivos que formaban parte, a su vez, de una trama histórica más basta que exigía de nosotros conocerla y transformarla. El fin último era alcanzar el socialismo, y uno de los medios –intelectuales— para lograrlo era desentrañar los vínculos entre los hechos pasados y el presente, invisibilizados por la despolitización y los adversarios de la memoria histórica. Desdeñábamos la dimensión empírica inmediata de la vida porque nos importaba más su constitución histórica profunda, determinada por el pasado y, a pesar de éste, proyectada hacia el único futuro aceptable: la utopía de la transformación revolucionaria. A lo anterior Gilberto agregó aquella vieja convicción, típica de los comunistas de la primera mitad del siglo XX y de los que optaron por la guerrilla: el compromiso de dar la vida por la causa. Aunque nuestras conversaciones eran ejercicios inteligentes para intercambiar lo que aprendíamos de nuestras lecturas y las motivaciones para concebir nuevos problemas de investigación, en ocasiones las palabras salían sobrando y los silencios se imponían.

Hubo un momento que retorna frecuentemente a mi memoria porque no recuerdo que haya habido argumentaciones o reflexiones racionales. Lo inolvidable es la sensación de una comunicación absoluta y silenciosa, nacida del corazón y de las convicciones compartidas. Sucedió un fin de semana primaveral pero frío y nublado, en Ruán. Tras la visita a la casamuseo de Flaubert, donde nos reímos de la solemnidad afectada de la guía de turistas, quien aseguraba que la atracción del escritor por las escenas mórbidas se debía a que, desde la ventana de su dormitorio, había contemplado las cirugías realizadas por su padre, o a los recién nacidos con malformaciones, nos dirigimos al torreón donde había estado encarcelada Juana de Arco. La penumbra y la frialdad de los espesos muros; el sufrimiento, la soledad, la tristeza, la opresión que ahí se sentían, crearon una corriente magnética común que traspasaba nuestros cuerpos y volvía innecesarias las palabras. Al salir, Gilberto comentó escuetamente que esa prisión y la quema en la hoguera habían sido el precio que la controvertida campesina hubo de pagar por no haber cedido en sus convicciones. Para él la firmeza en las convicciones era un valor de moral política, admirable por encima de las diferencias históricas e ideológicas. Creo que esas experiencias han influido para que, al paso de los años, Gilberto reaparezca en mis pensamientos como un personaje de Nicolai Ostrovski. Estos recuerdos tan amables pertenecen al siglo XX. Tanto como aquellas masas de mochileros politizados de la que formábamos parte cuando, en las gradas xiv


de la Piazza della Signoria de Florencia, comíamos de latas y compartíamos los panes mientras hablábamos con regocijo de nuestras experiencias de viaje. Pero también porque el proceso de investigación mismo en que se sustenta Minas, agricultura y política en la formación del capitalismo mexicano (1770-1870) es anterior a la era del internet y las computadoras. Gilberto viajó y consultó personalmente archivos y bibliotecas en Zongolica, París, Madrid, Sevilla, Londres, Munich y México; cuando no le era posible fotocopiar los documentos o microfilmarlos, tomaba notas a mano. Solamente su pasión por la historia puede explicar su peregrinaje en condiciones modestas y su entusiasmo por fuentes primarias. La muerte de Gilberto (en San Jerónimo, Guerrero) fue sorpresiva y sus causas mediatas siguen siendo desconocidas. Sin embargo, hubo, a finales de 1981, algunas ceremonias del adiós premonitorias. Así como a Rosa Cusminsmky le indicó las características del seminario para el doctorado en economía, a mí me comentó su seguridad de que el hijo todavía en mi vientre, sería una niña, y dijo que quería llamarla Libertad. Él no vivió para corroborar su acierto. Libertad eligió estudiar Historia y también prefiere las fuentes primarias.

tes de cumplir él los 37 años, me retrasé en entregar la traducción completa pero finalmente lo hice en 1982 ó 1983. Por estos años el maquinoscrito estuvo en la DEP, a la disposición de los profesores (no sé quiénes, si fueron pocos o numerosos). En 1989, con motivo de mi viaje de estudios a Italia, regalé las fichas de trabajo y numerosas fotocopias de Gilberto a algunos de sus colegas de la DEP, por ejemplo, a María Eugenia Romero Ibarra y, por consejo suyo, a la biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia. También obsequié microfilmes a Luis Lozano Arredondo, profesor de la Facultad de Economía (FE), quien solicitó al director de ésta, Juan Pablo Arroyo Ortiz, la publicación de la tesis. En 1990 la Coordinación de Extensión Académica de la FE inició la edición pero nunca la concluyó, inexplicablemente.

§

En 2000 Luis, con la ayuda de sus estudiantes en servicio social, se ocupó nuevamente de la edición del original de la tesis y lo presentó para su dictaminación, pero ésta no fue favorable. La tenacidad de Luis, su esfuerzo editorial y sus gestiones para la publicación de Minas, agricultura y política en la formación del capitalismo mexicano (1770-1870) fueron el estímulo moral más ejemplar para que mi hija Pasionaria y yo decidiéramos hacer la presente edición.

En 1980 ó 1981, Gilberto gestionó que la División de Estudios de Posgrado (DEP) de la Facultad de Economía de la UNAM me pagara la traducción de la tesis, y fue entonces cuando la comencé. Tras su muerte, an-

También agradezco a Norma de los Ríos, mientras se desempeñó como coordinadora del Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la UNAM, el haberse interesado en 2003 por este proyecto de edixv


ción digital. Ella figura, al igual que Gilberto, entre los fundadores de la Asociación de Historiadores de Latinoamérica y el Caribe. Por azar, al estar depurando mis papeles, hallé los discursos que in memoriam de Gilberto, pronunciaron Anselmo Arellanes Meixueiro, Rosa Cusminsky y Pedro López Díaz cuando la DEP le organizó un homenaje en 1983. Decidimos incluirlos porque constituyen emotivas semblanzas del maestro y compañero. Aunque hayan pasado 28 años de que Minas, agricultura y política en la formación del capitalismo mexicano (1770-1870) fue concluida por su autor, la tesis es testimonio de una apasionada vocación por la historia y de un trabajo académico honesto y riguroso. México, D. F., otoño de 2008

xvi


IN MEMORIAM de Gilberto Argüello* Anselmo Arellanes Meixueiro**

Pocas veces se tiene oportunidad de convivir con maestros de la talla de Gilberto. Su marcado celo profesional —ese entregar conocimientos sin ninguna objeción, brindar ampliamente todas sus posibilidades— constituía un sello natural de su persona. Su cubículo número 10, al principio, y después la oficina, no muy de su parecer, siempre fueron ámbitos de respiro e introducción a experiencias renovadas. La amplia charla más allá del tema y sin pretensiones diletantes flotaba en esos momentos. La claridad sobre los temas propuestos abría horizontes imprevistos que necesariamente llevaban de la mano a replantearlos, ir más al fondo de las cosas. El material recibía los cambios indicados, con su enriquecimiento correspondiente. Aquí el maestro nunca dejó

de tender la mano a quien lo solicitara, inclusive abandonando otras actividades más urgentes. Esa pasión por los archivos históricos lo lleva a hurgar en el pasado para revivir la realidad actuante, revalorizando, interpretando los hechos estáticos con profunda visión. Frecuentemente generaba de los maltrechos volúmenes, hipótesis, o por lo menos movía a reflexión al interpretar el contenido. El motivar a sus discípulos y alumnos por la historia era su objetivo oculto preferente: ésta figuraba en su más alta estima, como ciencia del todo social. Buscando siempre la dinámica de la sociedad, realizó una fructífera inmersión en diversos materiales y documentos: esos enormes cúmulos de papel no pocas veces ocultos por la ignorancia y el olvido, veneros inagotables de pri-

* Textos leídos en el homenaje efectuado en 1983, organizado por la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM. ** Profesor de la División de Estudios de Posgrado e Investigación, del Instituto Tecnológico de Oaxaca. xvii


mera mano a los que hay que clavarles el diente, si se quiere hacer un trabajo científico de la historia. De ahí la importancia de sus trabajos —por cierto, algunos no publicados—. Buscar el fondo, tocarlo, allí donde se encuentra la esencia, era una obsesión, un desafío; riesgo que siempre tuvo el atrevimiento de correr. Su posición, siempre definida, entera. Con él fue posible hacer frente a situaciones adversas, difíciles que entorpecían la labor académica e investigativa; y no sólo esto, crispaba los puños contra toda situación encubierta de oportunismo, explotación, engaño. En tales aspectos su actitud fue siempre honesta y tajante. La unidad congruencial de teoría y práctica no quedaba de lado. Podría pensarse que al final del camino tal posición le creó diversos conflictos. No hizo de la necedad un estandarte. Característica propia fue su posición razonada, imbricando siempre elementos objetivos y subjetivos dentro de una dimensión correcta.

de que el camino del hombre nuevo está abierto como una realidad. Con Gilberto aprendí a dejar todo recelo, a matar cualquier vileza. Con Gilberto como maestro, hermano, penetré en el enorme horizonte del marxismo. Encontramos que la historia, esa totalidad fija y cambiante, contiene el secreto de remover las conocidas y vigentes estructuras en que descansa el sistema dominante. He de aventurarme a decir que con el maestro entré al camino de la ciencia de la historia que ayudará, para cuando llegue el momento de superar la prehistoria de la humanidad.

Puedo afirmar que nunca el fatalismo, las simplezas, los juicios de valor o la desesperanza fueron parte de su ser. Con su abrupta desaparición se han quedado proyectos comenzados, luchas iniciales, compromisos de cambio, pláticas, tareas concretas. En todo siempre campeaba su objetivo definido. Gilberto sabía de la dialéctica de esta sociedad y, a diferencia del que ve en la bola de cristal, él abreva de la historia hasta su médula para llegar a la conclusión xviii


Rosa Cusminsky†*

Compañera Patricia: Compañeros: Queremos recordar a Gilberto, hoy cuando hace más de un año que no está con nosotros. El tiempo ha ido pasando y corremos el riesgo de que su imagen se nos vaya desdibujando sin darnos cuenta... Sin embargo, yo siento que nos es necesario evocarle cada vez que en nuestro camino común, el de la División de Estudios de Posgrado, por ejemplo, encontramos las piedras de la incomprensión, de la envidia, de la incompetencia, que a veces nos impiden caminar, que hacen duro el tránsito e imposible la marcha. Bien recuerdo de qué manera tranquila pero apasionada al mismo tiempo, él se encargaba de levantar nuestro ánimo y de hacernos recuperar el entusiasmo y la fe.

Hace ahora alrededor de dos años que conocí a Gilberto en vida. Yo acababa de llegar desde Argentina, una vez más, a la hospitalaria tierra mexicana que desde el año 1946 había venido visitando con cierta frecuencia. Por alguna razón –que ahora con el correr del tiempo se me hace más clara— buscaba yo encontrar más que nunca antes, la posibilidad de incorporarme al quehacer y sentir de los mexicanos, del pueblo mexicano tan necesitado y tan urgido de que se le entienda, de que se le ame, de que se le ayude. Nos encontramos con Gilberto en algún aula o algún corredor de lo que entonces era el local de la maestría, y de inmediato él, de quien yo nada sabía, me abrió su corazón y me habló de cómo había sido su niñez y su adolescencia; de cómo pudo llegar desde su lejano lugar de Chiapas a incorporarse en la vida intelectual

* Profesora de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía y, posteriormente, investigadora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte, UNAM. xix


y política de su país. Y me confesó que nunca pudo ni podría olvidar el terruño y su pueblo, sus pueblos, allá perdidos entre el mar y la sierra. Gilberto me habló de su compromiso social, de su deber con los desheredados, y su autenticidad me convenció de que él era uno de aquellos a quienes yo buscaba para sentir que esta vez no había venido a México en vano. Con el transcurrir de los años fueron otras, después, las ocasiones en que nos ocupamos de la vida académica, de su Facultad, que ahora también era la mía, de sus alumnos, algunos de los cuales también eran mis alumnos. Hubo muchos temas en nuestras pláticas ligadas al quehacer docente y la investigación. Pero Gilberto, fiel a aquel compromiso del que me había hablado en nuestro primer encuentro, se volcaba siempre en las formas de las que pudiéramos valernos para que los estudiantes de la provincia tuvieran acceso a los niveles que aquí en México se sospechan más elevados que los del interior. Recuerdo nuestra discusión al respecto: él se empeñaba por traer a las aulas de la capital al mayor número de estudiantes; yo, por mandarles de aquí a los maestros. Quién sabe por qué a Gilberto le parecía mejor tener aquí, durante algún tiempo, a los jóvenes de provincia. Sin embargo, él fue de los maestros a quien nunca le arredraban los viajes al interior. Nunca dejó de ir a donde lo llamaran, donde creía que hacía falta. Viajes increíbles los de Gilberto. Dos días de marcha para una conferencia de dos horas y un debate de tres...

Cuando lo pienso ahora –y lo pensaba también antes de que se nos fuera— Gilberto se me aparece como el intelectual apasionado por lo que está realizando –su historia de la minería en México, por ejemplo, de cuyos detalles me habló tantas veces— y como el hombre que ni por un instante olvida su compromiso de clase, en su caso con los campesinos, por sobre todo lo demás. Gilberto fue muy generoso. Lo supe bien el día en que fui a pedirle que no sancionara a un alumno de la licenciatura que por su conducta insolente y violenta, por su increíble falta de respeto hacia él, merecía como única sanción ser expulsado de la Universidad para siempre. Gilberto le perdonó. Olvidó el incidente y cuando supo que aquel alumno había muerto unos meses después, me pidió que buscara a la madre del muchacho y le expresara su sentir. Creo que a pesar de su juventud, Gilberto llegó a ser un verdadero Maestro. Un hombre que nunca se sintió juez de sus alumnos, que los quería y se hacía querer por ellos, que era capaz de despertar vocaciones sin imponerse ni con la superioridad de su saber ni con la autoridad de su cargo. ¿No son acaso éstas las condiciones primigenias de un Maestro? El último día que vi a Gilberto, en el atardecer de aquella tarde a mediados de diciembre en que nos despedíamos hasta después de las vacaciones, hablamos del futuro. A manera de testamento me hizo tomar nota de lo que a él le parecía debía ser desarrollado en el Seminario General No. 10 del Doctorado. El tema debía ser xx


“El desarrollo del capitalismo en México”, y el responsable, Pedro López. Estaba entusiasmado y me explicaba los detalles para que también yo me compenetrara de la importancia y oportunidad del tema. Nunca más volvió Gilberto. Pero la esencia de su espíritu, su desafío permanente a los avatares y trampas de la vida; su infatigable preocupación por los demás, su sincera entrega a todo lo que hacía, han de servirnos como lección a quienes mucho le quisimos.

xxi


Pedro López Díaz*

Hay momentos en la vida que rasgan la existencia y marcan la vida del ser humano. Para mí fue un atardecer cuando el momento premonitorio de una llamada de Ana Rico, mujer de temple y manojo de pasión política, me comunicaba el fenecer de una vida que por azares del destino se había mil veces entrecruzado en la existencia mía y, estoy seguro, de muchos de ustedes. En un momento como ése, al saber que Gilberto se había marchado para cabalgar eternamente en la memoria colectiva de quienes le conocieron, el pasado se agrandaba sobre el pequeño instan­te de la noticia. ¿Quién fue realmente Gilberto? ¿Por qué dia­blos el paralelismo de nuestras vidas? En ese momento los recuerdos se sucedieron vertiginosamente durante toda una noche, solamente interrumpidos por el continuo sonar del teléfono: parecía que se había desatado toda una competencia por hacerme saber primero la trágica noticia. Por primera vez entraba la muerte en el espacio existencial de mi vida.

Alguien de mi generación, cercano a mí, se había ido sin tan siquiera despedirse. La muerte se corporizaba en una posibilidad real, no leja­na; su muerte era la cercanía de la mía y a partir de ese momento entraba un invitado más en la maraña de mis pensamientos, en mi filosofía de la vida y en una desenfrenada pasión por existir, vivir más antes de lo siempre inesperado. Emprendía así una carrera por la vida que certeramente sabía de antemano que tarde o temprano acabaría por perder. Gilberto fue una de esas trágicas criaturas del Universo que, como el esclavo de Hegel, no alcanzó a lograr la plena libertad a partir del total reconocimiento de su valía por el pequeño mundo que lo rodeó, quizá solamente de unos pocos. Siempre se quejó, mas no amargamente, de esa indiferencia, de esa angustiante, para él, incomprensión no sólo de lo que hacía, sino de su obra que, como vino impaciente en

* Profesor de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM. xxii


la solera, estaba en el momento preciso de su vida de dar de sí. La expresión vital de una vida dedicada a la investigación se fue sin el reconocimiento público de su opera prima como científico social, pero nos dejó el fulgurante sendero de su búsqueda, la rigurosidad de sus primeros esbozos y la radicalidad de su existencia y visión política. Para muchos Gilberto era un indescifrable enigma, tal vez porque no transitó por una existencia unívoca. Su vida fue múltiple, cargada de compromisos y sobresaturada de proyectos. Aparecía y desaparecía con la mayor soltura; cuidadosamente y en el sigilo más absoluto se encargaba de no evidenciar las 4 ó 5 reuniones que podía sobrellevar en el mismo día; se mo­vía de la academia a la militancia obrera y de allí a la vida partidaria, tenía el don de alargar los minutos para poder cumplir y, también, por qué no, para disculparse por no poder hacerlo con algunos de ellos; era, pues,un inasible torbellino cuya dirección nos fue desconocida a la mayoría de nosotros. Hurgando en los recuerdos del pasado, lo veo caminar por los estrechos pasillos de lo que fue la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, bajo de estatura, siempre en movimiento, con cierto circular movimiento de las manos al charlar, agrediendo siempre con la palabra, refutando la cátedra de González Casanova, disputando sobre la Revolución Cubana con Gon­zález Pedrero o polemizando sobre Hegel con Flores Olea. Ello nos retrata a un joven de vasta cultura que siempre le sirvió como un dispositivo extraordina-

rio en la lucha teórica e ideo­lógica. Su radicalismo, a veces a ultranza, lo condujo a la incomunicación en la medida en que pocas veces cedía, tenía una seguridad en sus planteamientos que a veces rayaba en la obsesión. Terminó su carrera en Ciencias Políticas con una voluminosa tesis sobre la acumulación originaria en el caso de Zongolica, precedida de un extraordinario ensayo teórico sobre la génesis del concepto en Marx. Al irse a París cometió el gravísimo error de dejarme el texto, con plenos poderes para establecer el convenio de su publicación con alguna de las editoriales hasta el momento existentes, poniendo sólo una condi­ción: se publicaba íntegra o no se publicaba. Fue un infructuoso peregrinar con el voluminoso manuscrito de un desconocido al interior de la mafia –siempre las hay– que controlaba este tipo de publicaciones. Lo más que logré fue la aceptación de la publicación de una de las partes. Su respuesta fue tajante: “¡No! ¡Todo o nada!” Quería entrar por la puerta grande, nada de ventanas semiabiertas ni fugaces intersticios. Después su­pe de la angustia que le provocó su decision. Ése era Gilberto: inmolándose, clausurándose la entrada al mundo intelectual antes de ceder. El manuscrito sigue allí, esperando a ser descubierto después de su partida. Hubo una vertiente que nunca abandonó entre sus preocupacio­nes políticas, que fue, a la manera gramsciana –aunque, cosa curiosa, siempre lo cuestionó–, el papel de los intelectuales y la Revolución Social. Su análisis crítico de los intelectuales del Establishxxiii


ment mexicano constituye un esbozo de crítica de lo que había que superar la nueva intelectualidad de la revo­ lución. Su visión teórica del problema supo articularse a la militancia del viejo P.C., donde llegó sin padrinazgo alguno a su Comité Central; le bastó una apasionada intervención en el pleno del XVIII Congreso para ganarse la simpatía y apoyo. Creo, sin temor a equivocarme, que esa intervención marcó el preámbu­lo de lo que fue la renovación en el XIX Congreso. Recuerdo su ir y venir, las reuniones clandestinas que tuvimos para formular una protesta por escrito y la dura respuesta de la Dirección que lo impidió, acusándonos ya desde entonces, de un fraccionalismo que a lo más que llegó fue a una comunidad incipiente de ideas en torno a la necesidad de democratizar la vida interna del Partido. A pesar de ello, logró entrar al C.C. sin padrinazgo alguno, solamente acompañado de sus ideas, las nuestras en aquel entonces. Su preocupación teórica se corrobora­ba en la consecuencia de su práctica política: la conformación de la nueva intelectualidad pasaba por la lucha contra prácti­cas cerradas, contra la armazón anquilosada de un Partido que debía renovarse. Su obrerismo, alguien diría a ultranza, se convirtió en un permanente referente de sus preocupaciones políticas. Buscaba en todo momento al Prometeo encadenado, razón única de la existencia del Partido; sabía de antemano que el así denominado nuevo sujeto revolucionario del siglo XX, bien podría convertirse en un mito si le faltaba la armazón social que genera la estructura industrial de la moderna sociedad. Su búsqueda fue inagotable; en la academia fue consecuente con

su visión polí­tica de las cosas; su proyecto del Seminario o Área de la Cuestión Obrera está allí, para atestiguarlo; quizá estaba avizorando las necesidades del futuro en medio de la penuria de un presente agotado por la inercia del pasado. Buscando los signos premonitorios de la futura revolución en México, fue un incansable lector de todo lo relacionado con la Revolución Mexicana; era capaz de embelesarnos con la descripción detallista de un hecho de la Revolución, siempre hurgando en voz alta sus posibles significados. Con su creadora imaginación rastreaba el hecho hasta el cansancio. Y para no fallarle a su parcial destino al anonimato, recuerdo su brillante intervención en torno al libro de Arnaldo Córdova: como Quijote desconocido se lanzó a la polémica solo con sus ideas, aún no plasmadas más que en las escasas cuartillas que llevaba. Res­petuoso pero hiriente, apasionado pero seguro de su análisis. Creo que ha sido una de las críticas más certeras al trabajo de Arnaldo; por desgracia sus ideas no quedaron impresas en el libro que se publicó a partir del evento. Gilberto sigue así encadenado, por circunstancias del destino, a la tragedia del anonimato. Al amigo, al compañero de lucha, se le acepta tal y como es, con sus virtudes y sus limitaciones, con sus dones y sus fallas; cosa difícil de aprender, situación que se logra con la madurez, no de edad sino de razonamiento. Gilberto, pues, era un ser, un humano, manojo de pasiones e interminable tejedor de fantasías. Recreaba la realidad a su manera, para excusar sus fallas con frecuencia mentía, no para engañar –creo que en el xxiv


fondo lo sabía–, sino para salir lo más rápido posible de la angustiosa situación de no haber cumplido un compromiso, o para justificar la inocua tardanza a la cita. Recuerdo una conferencia de Balibar en la División. Gilberto era el promotor del evento; llegó tarde, más bien, diría yo, demasiado tarde. Todo había empezado, pero no era suficiente la oportunidad de pasar por desapercibida su tardanza. Se sentía obligado a explicarla públicamente. Un cuento de Allan Poe sería insuficiente para explicar en forma de tragedia o misterio el hecho de su tardanza. Creo que con el transcurrir del tiempo terminamos todos por aceptarlo. En ésas sus fantasías, sus inocentes y bondadosas mentiras, eran tantas sus bondades, era tanta su entrega, que mirando a nuestro interior comparábamos sus desaciertos con los nuestros, y en verdad resultaban travesuras escolares. Sentía, creo yo, una angustiosa necesidad de hablar, de explicar y volver hablar, era un historiador inhato, no le bastaba explicar el hecho en su presente, tenía que hurgar, siempre y en todo momento, en el pasado. Quién no recuerda la tensa situación que se generaba cuando en las asambleas de profesores Gilberto pedía la palabra. Se provocaba una especie de resignación colectiva; sabíamos de antemano que, obligadamente, empezaría por el contexto histórico de lo que se estaba discutiendo; si era posible y necesario para su argumentación, se iría a la relación de Adán y Eva para salir avante en su explicación. El respeto que le teníamos siempre fue suficiente para, como ahora se dice, aguantar el rollo. Sin embargo, trasladando esta situación a la cátedra, el supuesto o real defec­to se convertía

en una inagotable virtud. Allí está Gilberto hablando de los liberales del siglo pasado, de Mora y de la pasión que tenía por Lucas Alamán, conservador de primera pero, a su decir, el más brillante intelectual orgánico de la na­ ciente burguesía mexicana. Su profundo conocimiento de la estructura y desarrollo de las fuerzas productivas en el siglo pasado se trasmutaba en una cátedra inédita en la Universidad; era capaz de lograr, ahora parece imposible, que los estudian­tes de la Maestría se quedaran impávidos frente a él hasta las 9:30 de la noche, a pesar de las protestas de los trabajadores de intendencia, cuyas obligaciones llegaban a no más de las 9 p.m. Para decirlo de una manera más jocosa, el Gilberto obrerista violaba sistemáticamente el contrato colectivo de los trabajadores con la Universidad. Existía en Gilberto una rara habilidad para convencer a tra­vés de la tumultuosa carga de argumentación y el no menos can­sado recurso de la alusión a los hechos. Si lograba, pienso yo, sentirse satisfecho sin importar qué pasaría des­pués, desaparecía de nuestro horizonte. Tengo muy pre­sente un día, o sería el siguiente: una o dos de la madrugada, sonó el timbre de la casa; a pesar de mi renuencia a abrirle, era él, tan fresco como si acabara de despertar. Quería hablar seriamente conmigo, me largó toda su teoría del ciclo de las revoluciones en México (creo que eso sí lo dejó por escri­to); establecía una sincronía de frases de ascenso del capitalis­mo y sus crisis, de ahí establecía una correlación con las rupturas políticas, ello lo comprobaba a partir de sus interminables estudios de la historia de México desde la Independencia. La exposición duró no xxv


me­nos de dos horas y terminaba afirmando que el momento que vivíamos, de acuerdo con su teoría, se encontraba en el preámbu­lo de turbulentas luchas sociales y políticas en México. Por la pasional forma de exponer sus predicciones, me hizo sentir que la revolución social estaba por venir; ello, desde luego, no estaba en mis cálculos. ¿Y qué pasaría, me pregunté yo, con mi trabajo honorable en la Universidad, de marxista legal?, ¿y el estéreo que acababa de comprar al contado?, ¿y la T.V. a co­lor que compré a plazos, y los vinos importados que compraba en Aurrerá sumamente baratos? Este intruso nocturno con sus teorías me venía a decir descaradamente que se podrían acabar con sus predicciones de catástrofe social. Fue obvio que un miedo pánico se despertó en mí. Claro, y a pesar de que era yo un radical que quería y luchaba por la revolución social para pasado mañana a la 9 a.m., ni antes ni después. Recuerdo que asustado le pregunté qué debíamos hacer, quizá citar a una reunión extraordi­naria de la célula para el día siguiente. Me vio fijamente con una ligera sonrisa burlona que se asomaba a través de la comi­sura cerrada de sus labios, se levantó parsimoniosamente y me dijo: “Yo no sé qué harás tú, yo vine a despedirme: me voy maña­na a París a trabajar con Pierre Vilar”. ¿Qué quería con esta puesta en escena? Hasta ahora no lo sé. Quizá dentro de su ha­bitual seriedad, era una forma de manifestar su sentido del humor a costa de un amigo y de su terrible ignorancia de la historia del país. Pasó el tiempo y pasaron nuestras vidas y vino el momento del reencuentro, charlamos interminables momentos acerca de nuestros objetivos; era claro que

habíamos madurado cada uno a su manera. Él era ya un Doctor en Historia. Yo, sin ser Doctor, pasé a dirigir un antro académico que preparaba a Doctores. El Dr. Semo, el Dr. Corona, el Dr. Dos Santos, el Dr. Varela, el Dr. Saldívar, el Dr. Paz y, para variar, la Dra. Cusminsky y, claro, el Dr. Argüello. Me llegué a sentir como Director de una Clínica del Seguro Social. ¡Ah!, y el Dr. De la Vega, y en esta fauna de Esopo, los jóvenes cachorros que querían ser doctores: Eduardo González, Arturo Huerta y anexas. Siempre peleándonos, siem­pre contentándonos, pero ésta es otra historia. Argüello llegó, como tenía que ser, a Jefe del Posgrado, un posgrado muy raro, por cierto. Siempre ha sido dirigido de acuerdo con la jerga, no por economistas, sino por gente que tiene qué ver algo con la economía: Semo, historiador; Donald es la excepción; Argüello, historiador; De la Vega, todavía no sé qué es; la Burbuja, nóvel historiadora, y yo, una tragedia prudoniana. Los economistas como Raúl González creen que soy un excelente politólogo, y los sociólogos creen que soy un pasable economista, y hay otros, claro, que no me califican ni en una ni otra posibilidad, considerando que soy un frustrado escritor de cuentos. Argüello llegó a ser Jefe de la División, no sin antes ha­ber desatado una fuerte discusión al interior del ya desaparecido P.C. No las tenía del todo consigo. No faltó quien lo vetara terminantemente como un posible candidato, en la medida en que, según ellos, no tenía consenso alguno. La voz cantante la llevó un joven de rápido ascenso en la estructura burocrática y de poder xxvi


del Partido; en esos instantes era ya brillante asesor de los parlamentarios de la Coalición de Izquierda, y egresado de la División. La realidad mostró otra cosa: el consenso fue mayoritario y Argüello dirigió el posgrado hasta que un mar en movimiento truncó prematuramente su vida. Recuerdo ahora una de las innumerables pláticas con Balibar, alrededor de una buena botella de vino mexicano. Se hablaba de todo: ¿cómo era posible –así deduje yo– que uno de los más brillantes filósofos del P.C.F. nunca llegó a dar clases en la Escuela de Cuadros del Partido?, ¿y qué pasó con la tormentosa vida teórica de Althusser?, ¿y Garaudy? Y ello se entrecruzaba con la vida y acción de Argüello: ¿qué le pasa?, ¿qué hace?, ¿qué quiere? Balibar lo reconocía como un brillante y agudo intellectual crítico mexicano, del cual (qué gran modestia) mucho había aprendido sobre México. Quien quisiera indagar un poco más de lo que Argüello fue y valió, no tiene más que preguntarle a Semo, a pesar de sus profundas divergencias, o a Pierre Vilar, quien reconoció a Argüello como uno de los discípulos más brillantes que ha tenido. Y aún más, revisando mi correspondencia con Althusser, no escapa a mi memoria una pregunta aparentemente inconexa con la discusión o, si se quiere, con el intercambio de ideas en la carta: ¿Qué pasa con Argüello? Qu’est-ce qu’il-y-a avec Argüello? ¡Ah, mi querido y remembrado Argüello!, no me culpes por haber develado un poco de tu gran humanidad. Dios me perdone por haber faltado al respeto de tu

intimidad privada que sólo a ti te pertenece y a nadie más, llámese Estado, Partido o lo que sea. Quisiera terminar transcribiendo la carta que me mandó desde París el 31 de agosto de 1973. Cuán jóvenes eramos entonces y cuán jóvenes siguen siendo nuestras ideas. París, 31-VIII-73. Estimado Pedro: Escribo con la esperanza de que algún día, quizá antes que termine el siglo, reciba carta tuya. Porque ya tú bien sabes que así, tan distantes del país de origen, una comunicación mínima entre compañeros y amigos sirve de estímulo al espíritu y a la decisión de trabajar arduamente. Pero, lo más importante, permite que no se mantenga uno desconectado de la realidad nacional. De lo cual se desprende que debiera ser una labor del partido y de los compañeros más conscientes comunicarse frecuentemente con los compañeros ausentes de la realidad nacional, a fin de no permitir que la realidad se les escape del horizonte, que su ánimo se mantenga tenso y su decisión revolucionaria sufra mengua. Sin embargo, tal pareciera ser que a quienes menos les importa la suerte de los compañeros radicados en otras realidades es a los miembros del partido. Esto te lo planteo con toda claridad, se­guro de que los lazos fraternales de militantes sabrán disculparme. Pero en realidad me saca de quicio el que los días (meses) corran y no cuente con un pinche saludo de uno de los amigos y compañeros que más estimo y respeto, ni con xxvii


materiales -por ejemplo, fotográficos- sobre, digamos, la represión, etcétera; mate­riales que servirían para dar a conocer al mundo lo que ocurre en ese paraíso tricolor. ¿Acaso nada de esto importa? ¿No se te hace que hay un menosprecio de las posibilidades de difundir nuestra lucha y una subutilización de los recursos de la propa­ ganda y un descuido hacia quienes estamos dispuestos a darlo todo por la causa? Bueno, todo esto es “normal” que así ocurra. De tu propia experiencia, cuando ausente del país, saco conclusiones.

a veces no quedaría mal que ocurriera un milagro.) Si algo quieres, mi dirección la tiene Enrique Semo, para quien envío un cariñoso saludo. Recibe recuerdos de Gilberto Argüello.

Mi trabajo marcha lentamente. Primero por inopia de recursos económicos, luego porque cuidamos mi compañera y yo a una linda nena (nuestra hija). Pero ya voy aumentando mis horas de trabajo. Pronto tendré redactado un primer borrador de todas las hipótesis generales. Por lo demás la vida se desenvuelve hoy, con tranquilidad de ánimo, a pesar de la crisis del dólar, de las broncas que se desatan con cada vez mayor frecuencia y violencia, y a pesar de que nadie escriba. ¿Cómo le pareció a Labastida1 mi intento (tesis)? Aquí preparo un ensayo para La Pensée; espero que al final de año vaya a la prensa. Saludos a todos los amigos del Seminario. ¿Y el Consejo? ¿Y las soberonadas?2 Por favor, da recuerdos en mi nombre, a Luis Sandoval, a Wing,3 a Jorge Veraza (el chico aquél, “hegelito”). ¡Cómo deseo que el tiempo vuele para reintegrarme! Hasta pronto. (Ya no creo en los santos reyes; aunque 1 2 3

Jaime Labastida, director de la editorial SigloXXI: N. de E. Alusión al rector de la UNAM en la época de la carta: N. de E. Juvencio Wing, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y profesor de la Facultad de Economía, UNAM: N. de E. xxviii


CONSTANCIA DEL INSTITUTO DE AMÉRICA LATINA DE LA URSS*

* Academia de Ciencias de la URSS INSTITUTO DE AMÉRICA LATINA Moscú, B-35 Ordinka, 21 Tel. B 1-53-23

12 de octubre 1966 No. 446-311 CONSTANCIA

Se otorga la presente constancia al ciudadano mexicano Argüello Altúzar Gilberto por haber cursado una estadía/curso del 10 de septiembre de 1965 al 2 de octubre de 1966 en el Instituto de Investigación de América Latina de la Academia de Ciencias de la URSS. Durante su estadía Argüello Altúzar trabajó en el tema “Génesis del capitalismo en México”. Director del Instituto de América Latina Dr. en Ciencias Económicas

V. V. Volsky xxix


TÍTULO DE DOCTOR EN HISTORIA

xxx


[PRÓLOGO]*

Gilberto Argüello Altúzar

He puesto punto final. Ocho años de investigación y el triple de reflexiones transcurrieron entre el prólogo1 y las conclusiones. El tema de investigación surgió un día de julio de 1956 cuando, niño aún, presenciaba una de esas imágenes fantásticas, normales en América Latina: El parpadear cada vez más espaciado de unos ojos profundos, vivos, incrustados en un rostro pálido y tranquilo, de una cabeza sin su cuerpo; de la cabeza de José, un campesino rebelde contra el despojo de sus tierras, diez minutos antes fusilado y decapitado por el ejército. De origen campesino, nacido en una microrregión indígena de Chiapas, vi y viví el desmoronamiento de los últimos restos de la comunidad indocolonial. Con mi padre y parientes trabajamos la tierra y crecimos en una sociedad agroartesanofamiliar no muy diferente a la de nuestros antepasados en el siglo XVII. La intro-

ducción de las máquinas, de los abonos químicos, del crédito y del papel moneda en esta esquina del mundo, es una historia de los años cincuenta. Entre 1955 y 1960 una oleada de expansión capitalista se impuso a sangre y fuego. Fui testigo ocular. ¿Por qué hay comunidades indígenas y ciudades de “ladinos”? ¿Por qué se tiene que abandonar la tierra y emigrar en busca de trabajo asalariado? ¿Por qué las tierras comunales son pronto acaparadas? ¿Por qué el ejército siempre protege a los acaparadores? ¿Por qué el dinero se vuelve el amo y señor de todas las cosas y de los hombres? Estas preguntas surgieron una a una de la voz de la gente. Yo las oí. Años después he tratado de encontrar algunas respuestas. Durante mis estudios de licenciatura en la UNAM combiné la investigación de campo a sociedades agrarias con la investigación de archivo (Archivo General de

* Transcripción del manuscrito leído, presumiblemente, cuando el autor presentó su examen de grado: N. de E. 1

Esta palabra nos llevó a pensar que el autor había concebido el presente texto como el prólogo para la posterior edición de su tesis: N. de E. xxxi


la Nación, Archivo Municipal de Zongolica, Archivo del Instituto Nacional de Antropología e Historia). En estos años fueron perfilándose los temas precisos de investigación hasta concluir con el objeto central de mis búsquedas: el proceso de génesis del capitalismo en México. Una avidez por todo me asaltó. Una noción de totalidad me obsesionó. Decidí en 1972 dedicarme a despejar hipótesis ya bien establecidas. Con una beca concedida por el gobierno francés vine a París. El doctor Pierre Vilar me recibió en su seminario de la école des Hautes études [en Sciences Sociales], me abrió un panorama inmenso con su sabiduría y sus obras, y me brindó consejos y amistad que valoro altamente. Gracias a una beca de CONACYT (organismo descentralizado mexicano) pude acudir en dos ocasiones (de tres meses cada una) a los archivos españoles (Archivo General de Indias, en Sevilla; Biblioteca Nacional de Madrid), a los archivos británicos (el British Museum y Public Record Office), y trabajar intensamente en la Biblioteca Nacional de París. De regreso a mi país proseguí mis búsquedas en el Archivo General de la Nación y en el Fondo Lafragua de la Biblioteca Nacional. Un día descubrí con horror que me había “ahogado” en mis materiales. Muchos años habían transcurrido sin resultados precisos. El rechazo a la historiografía

tradicional me llevó a bucear en el océano de los libros y archivos impidiéndome –a la vez– publicar trabajitos. No reniego de mis pasos, pero corría el riesgo de quedar bloqueado para siempre. Finalmente decidí terminar a este nivel. Soy consciente de las fallas del trabajo que presento. Un largo capítulo sobre la economía novohispana de conjunto se quedó a la mitad. Otro capítulo sobre la moneda y los problemas de su inserción hipertrofiada en una economía con un polo autoconsuntivo y otro polo inmerso dentro de la economía mundial capitalista, permanece sobre mi mesa de trabajo sin haber sido afinado y traducido. Otro más, sobre la manufactura, está delineado; otro sobre el desarrollo tecnológico y la productividad quedó esbozado. Traté de conjugar el análisis de las tendencias internas de la lógica objetiva de la estructura en su conjunto con el estudio empírico de microhistorias regional y de empresas. Encontré una doble dificultad quizá insuperable: a) de nivel macroeconómico: a pesar de la importancia de la documentación reunida por Revillagigedo en los años 1790-1794 (base de la obra de Humboldt) y de las preciosas evaluaciones de Cancelada y Ortiz de Ayala, en orden estricto, no son estadísticas ni fuentes seriales, sino cortes, “radiografías” de momentos coyunturales dramáticos ; b) de nivel microeconómico: hasta este momento muy pocos son los estudios de libros de cuentas de empresas dados a conocer. A excepción de trabajos publicados por CLACSO, los estudios de Jan Bazant sobre cinco haciendas de San xxxii


Luis Potosí y el de Berthe sobre Xochimancas, no contamos con suficientes porque en verdad hay pocos libros de contabilidad conservados y Ios disponibles no tienen valor histórico-estadístico de larga duración. Por otro lado no es fácil procesar manualmente los datos de un libro de contabilidad, y frecuentemente de nada sirve procesar las informaciones sin una concepción teórica del tipo de estructura precapitalista a la que pertenecen, como Kula lo ha demostrado. La documentación del siglo XIX es todavía más fragmentaria y menos rigurosa que la del siglo XVIII (finales), aunque las memorias de Hacienda y las del ministerio de Relaciones Interiores y Exteriores, así como las de Fomento (segunda mitad del siglo [XIX]) y de algunas empresas mineras son materiales con riquísismas informaciones. Por todas estas causas, stricto-sensu, el trabajo es un ensayo de modelo analítico-histórico más que un estudio historiográfico. Intenté, pues, la construcción de un análisis teórico-empírico de los procesos más significativos de la lógica interna del proceso de transición, más que un estudio descriptivo-estadístico. Una gran cantidad de informaciones fragmentarias de muchos documentos no es manejada en el trabajo, porque transcribir textos y datos habríanme exigido elaborar muchísimas notas de pie de página e invertir largos meses más de construcción y de angustias.

Un trabajo es parte de la vida misma del autor: ¡Cuántas horas de desvelos y de esfuerzos, cuántas privaciones económicas y espirituales por investigar y elaborar un texto! Lamento haber pasado por París-SevillaLondres-Madrid siempre de prisa; siempre con el tiempo limitado y la mente puesta en la conclusión de la tesis... Quizá por eso, al final, tengo más una enorme amargura que satisfacción alguna. Sobre todo porque me percato de que el trabajo tiene más ausencias que resultados. Las hipótesis centrales de cada uno de los distintos capítulos son las siguientes: 1. La acumulación originaria del capital es la base de la génesis del capitalismo tanto en las metrópolis como en las colonias, aunque en éstas adquiere características y efectos particulares. 2. La expansión capitalista industrial de 1760 a 1840 desató profundos cambios en Europa y el mundo, propiciando y bloqueando la expansión de la minería mexicana y la transición hacia el capitalismo en México. 3. La acumulación originaria interna del capital (intracumulación) en la Colonia, es un largo y accidentado proceso de desarticulación y homogeneización de los diversos modos de producción precapitalistas, mediante el doble proceso de separación de los productores originales, consistente en su destribalización y, luego, en su proletarización; constatándose plenamente este proceso en el nivel del análisis microhistórico. xxxiii


4. Durante el último tercio del siglo XVIII se desataron diversas tendencias seculares muy dinámicas que pusieron en quiebra la antigua economía colonial. La base autoconsuntiva-mercantil simple y su lógica interna no pudieron adecuarse a la coyuntura, entrando en una brusca crisis general. 5. La minería, y no sólo el comercio, fue el sector de punta del proceso de intracumulación primitiva del capital, debido a la creciente diversificación de la división del trabajo en su estructura y al amplio despliegue mercantil y monetario que exigía a todos los otros sectores conexos a ella. Pero en el interior mismo de su lógica económica estaban sus límites, que se vieron fuertemente impregnados por la coyuntura bélico-política y económica mundial, así como por la naturaleza de clase elitista-nobiliaria de la oligarquía novohispana.

jefe de la División de Estudios de Posgrado (donde presto mis servicios docentes como miembro fundador de la misma), sin cuya valiosa colaboración nunca habría podido investigar los archivos durante los últimos dos años, ni haber venido a París a presentar este trabajo. Quiero expresar mi más profundo cariño a mis padres (mi madre habría llorado de alegría si aún viviera), por haberme enseñado la constancia y el amor a la verdad; a Patricia, mi compañera, por haberme tenido confianza. A mis muchos amigos y amigas franceses, argentinos y mexicanos (que me ayudaron a corregir la traducción, a mecanografiar los materiales y a no flaquear), mi estimación total.

México-París, primavera de 1980

6. La revolución de insurgencia es la culminación del conjunto de contradicciones internas de las clases, fracciones y grupos sociales del proceso global de la intracumulación primitiva y la transición, inaugurando, a la vez, otro momento dentro de la transición y consolidación del modo de producción capitalista dominante y del estado nacional moderno. Quiero dejar constancia del apoyo institucional, académico y económico que me han otorgado la maestra Elena Sandoval, directora de la Facultad de Economía de la UNAM, y el maestro Ángel de la Vega Navarro, xxxiv


MINAS, AGRICULTURA Y POLÍTICA EN LA FORMACIÓN DEL CAPITALISMO MEXICANO (1770-1870)

Gilberto Argüello Altúzar xxxv


BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES*

Instrumentos, guías de archivos, fuentes manuscritas y hemerográficas, bibliografía general

BIBLIOGRAFÍA DE BIBLIOGRAFÍAS BALANGER, Claude, Histoire générale de la presse française, Paris, PUF, 1962, t. II, 1815-1871, 4 vol./BNP/Presse 146. BERTHELET, Anne, Bibliographie des relations de voyages en Amérique Espagnole au XVIIIme et XlXme siècles, Paris / BIAL/ Br 11 (123). Bibliografía mexicana de estadística, México, Sría. de la Economía Nacional, 1942, 2 vol./BIAL 19.786 (8o.). CASTAÑEDA ALCOCER, V., Ensayo de una bibliografía comentada de manuales de artes, ciencias, oficios, costumbres públicas y privadas de España (siglos XVI-XIX), Madrid, 1955. CHAMPIER, L., La recherche française en matière d’histoire et de géographie agraire depuis un quart de siècle. Résultats et problèmes, Études Rhodaniennes, 1956. COLMEIRO, Manuel, Biblioteca de los economistas de los siglos XVI, XVII y XVIII, Madrid, 1888. Madrid: [s.n.], 195354 (Publicaciones de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas). *Agradecemos a Libertad Argüello Cabrera su colaboración para regularizar este aparato crítico: N. de E.

Diccionario geográfico universal: redactado de los más recientes y acreditados diccionarios de Europa, particularmente españoles, franceses, ingleses y alemanes / Por una Sociedad de Literatos: S.B.M.F.C.L.D. (Seguido de un Suplemento al Diccionario y acompañado de un Atlas), Barcelona: [s.n.], 1831-1834 (Imp. de J. Torner) 18311834, 10 vol. 1


GILLE, B., “État de la presse économique et financière en France”, Histoire des Entreprises, No 4, Nov., 1959. HATIN, H., Bibliographie de la presse périodique française, Paris, Didot, 1866, BNP/ Bureau/ Presse (152). JOOSE, Many, Guide to Current British Periodical, London, The Library Association, 1962. MAFFEI, Eugenio y Ramón RÚA F., Apuntes para una biblioteca española de libros, folletos y artículos impresos y manuscritos relativos al conocimiento y explotación de las riquezas minerales y á las ciencias auxiliares, Madrid: [s.n.], 1871-1872 (Imp. de J.M. Lapuente) ,2 vol, vol. I/M. MATEU Y LLOPIS, Felipe, Bibliografía de la historia monetaria de España con suplementos referentes a los países con ella más relacionados, Madrid: Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, 1958, XV, 410 pp. McCULLOCH, J. R., The Literature of Political Economy: a Classified Cata­logue, London, Longmans, 1845. (Reeditado por London School of Economics, serie N° 5. 1938-XII-40, 7 pp.) –––– A Selected Collection of Scarce and Valuable Tracts on Money, London, Political Economy Club, 1856, 637 pp. Statistical Account of the British Empire Exhibiting its Extent, Physical Capacities, Population Industry, Civil and Religion Institutions, 2 vol., London, Charles Knight and Co., 1837 /BNP/ 8º N/ 257 (1) (2). –––– A Selected of Scarce and Valuable Tracts and other Publications on Paper Currency and Banking, London, S. l, 1857 XX, 684 pp. Un trabajo de D. RICARDO, The High Price of Bullion. A Proof of the Depreciation of Banks. Notes, London, Murray, 1811, 72 pp. –––– A Treatise on Metallic and Paper Money Banks, Edinburgh, Adam, 1858, 79 pp. PIRENNE, H., Bibliographie de l’histoire de Belgique, Bruxelles, 3me édition, 1931. QUERALL, Dictionary of Chronology, Historical and Statistical Register, London, William Tegg, 1870. /F.O. 2


ROYAL HISTORICAL SOCIETY, Writings on British History 1901-1933. (A Bibliography of Books and Articles on the History of Great Britain from about 400 to 1904, Published During the Years 1901 to 1933 Inclusive), vol. V, l8l5-19l4, part I, London, Jonathan Cape, 1930. RUSSO, François, Histoire des sciences et des techniques. (Bibliographie), Paris, Hermann, 1954. SEMPERE Y GUARINOS, Juan, Biblioteca española económico-política, Madrid, 1801-1821, 4 vol. TAWNEY, R. H., Studies in Bibliography: Modern Capitalism, Economic History Review, 1932- 1934. TOLSADA PICAZO, Fr., Bibliografía española de agricultura 1495–1900, Madrid, Instituto Nacional del Libro Español, 1953, LXVII-122. VARIOS, La minería hispana e hispanoamericana. Contribución a su investigación histórica. Estudios, fuentes bibliográficas, León, Cátedra de San Isidro, 1970. 1. Estudios, 2. Bibliografía, 3. Bibliografía, 4. Bibliografía, 5. Fuentes, Archivos (Simancas), 6. Fuentes, 7. Fuentes /BIAL/ 21.456. WARD, William Smith, British Periodical and Newspapers, 1789-1832: a Bibliography of Secondary Sources, Lexington, The University Press of Kentuky [1972]. ZAVALA, Silvio, Fuentes para la historia del trabajo en Nueva España, México, FCE, 1931-1946, 8 vol.

GUÍA DE ARCHIVOS Gran Bretaña

ANDREWS, Charles M., Guide to the Materials for American History to 1783, in the Public Record Office of Great Britain, vol. I: The State Papers, vol. II: Department and Miscellaneous-Papers-Carnegie, Inst. of Washington, 1912-14, Public. N. 90.A, Catalogue of Action Collection. Spain and Portugal, Cambridge University Library Bulletin, 1908 (extra-serie). Biblioteca Mejicana. Gazeta del Gobierno de México, 1810 a 1822, 25 vol./ B. Br. Mm / 1142. 3


BRITISH MUSEUM, Manuscripts Collections: Egerton No. 517 - King George IV Greenville - Additional No. 17557 y 20999. GAYANGOS, Pascual de, Catalogue of the Manuscripts in the Spanish Museum. London, the Trustees, 1875-1893, 4 vol./ B. Br. Mm/ Dep. Manusc. 0 1189, C. 22. GRAJALES, Gloria, Guía de documentos para la historia de México en archi­vos ingleses. Siglo XIX (1827-I830), México, UNAM, 1969 (11 B, Serie: Guía, 1) BIAL/20760 (l) / 13256 (5) / B. Br. Mm /20.760 (1) /80. MARGOHOUTH, “Spanish Service-Books in the British Quarterly Review”, XVI, 1904. PUBLIC RECORD OFFICE - State Papers Foreign. - State Papers Domestic. - Treasury Papers. - Foreign Affairs. - Board of Trade.

España (Madrid y Sevilla) Archivo de Indias, Sevilla. Índice de documentos de Nueva España existentes en el A.G.I. de Sevilla, México, SRE, 1928/ 8° Q/4980 (12). ASENJO, A., Catálogo de las publicaciones periódicas madrileñas existentes en la Hemeroteca Municipal de Madrid 1661-1930, Madrid, 1933, vol. 1. 4


Catálogo de documentos, Sección IX. Archivo General de Indias, Sevilla, Serie 1/a y 2/a. México, 1949/ BIAL / II.180 (51) 8°. Catálogo de pasajeros a Indias durante los siglos XVI, XVII y XVIII, Madrid, Espasa Calpe, 1930 / M. Guía de las bibliotecas de Madrid, Madrid, Dir. Gral. de Arch. y Bibliotecas, 1952–X, 592 pp. MATILLA TASCÓN Y NIETO, C., Ministerio de Hacienda. Catálogo de la Biblioteca Central, Madrid, 1955. PAZ, Julián, Catálogo de manuscritos de América existentes en la Biblioteca Nacional de Madrid, Madrid, 1933/ BNMD/0.17.1 (45.41)/Ms/(016-091). PEÑA Y CÁMARA, José Ma. de la, El Archivo General de Indias de Sevilla, guía del visitante, Sevilla, 1958. PESCADOR, Ma. del Carmen, Documentos de Indias, siglos XVI-XIX. Catálogo de la Sección Diversos, Madrid, Dir. Gral. de Arch. y Biblioteca, 1954/BIAL/19.434. SÁNCHEZ ALONSO, Benito, Fuentes de la historia española e hispanoamericana, Madrid, Revista Filosófica Española, 1953, 3 vol., 1) VIII-678 p., 2) 508 pp., 3) 737 pp. TORRES LANZAS, Relación descriptiva de los mapas del Archivo General de Indias, Sevilla, AGI, 1900, 2 vol. ZABALBURGO, [Fco. de], Nueva colección de documentos inéditos para la historia de España y sus Indias, Madrid, 1892-94, 5 vol. /BIAL/10.990 (4-5).

Francia Guide du chercheur dans les archives françaises, Paris, J.H.A.A.L., 4-1. Les Off. Etr./BIAL/l4.673 (4). NAVARRO GARCÍA, Luis, Guía de los Doc. sobre México existentes en la Bibliothèque Nationale de Paris. 5


PAZ, Julián, Catálogo de documentos españoles existentes en el archivo de Negocios Extranjeros de París, Madrid, 1932, 383 pp. –––– Documentos relativos a España existentes en los Archivos Nacionales de París, Madrid, 1934, 387 pp. TORRE VILLAR, Ernesto de la, Fuentes francesas para la historia de México, México, Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 1962/BIAL/15.62O.

México ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN (AGN) Guía del Archivo Histórico de Hacienda, siglos XVI–XIX, México, SHCP, 1940. Ramos: General de Parte. 82 vol. Hay catálogo N°1, 1 t. Probl. Ec., industria, comercio – Infidentes, 82 vol., ca­tálogo -informes económicos- Intestados = 344 vol., catálogo propiedades intestados. Marina 185 vol., comercio -Virreyes - Minería 230 vol., catálogo - Tabaco, doc. rel. al monop. tabaco 532 vol., Casa de Moneda - Tierras -Indios. SILVA HERZOG, Jesús, Archivo histórico de Hacienda. Consulado año 1805, Leg. 917-4 (En noticias estadísticas de las provincias de Sonora y Sinaloa incluidas en: Colección de Documentos... publicados bajo la dirección de...) –––– Relaciones estadísticas de Nueva España de principios del siglo XIX, México, 1944 /M. –––– Archivo histórico de Hacienda. Noticias estadísticas de la provincia de Gto. 1803, Leg. 917-6/M. –––– Archivo histórico de Hacienda. Provincia de Guadalajara 1803, Leg. 917-1 México, 1944/M. MILLARES, Carlos A., Índices y extractos de los protocolos del Archivo de Notarías de México, México, 1945, El Colegio de México/BIAL/ 13.735 (1,5). 6


Archivos del ayuntamiento. Catálogo central del archivo del Ayuntamiento de la Ciudad de México, México, INAH, 1972/42.525.

DOCUMENTOS UTILIZADOS Sevilla ARCHIVO GENERAL DE INDIAS (AGI) Sec. V. - Aud. de México. - Indiferente General - Muestras - AGI Méjico. Leg. 1554. Consulado a la Corona, 31 de mayo, 1788, Leg. 1617. Iturrigaray a Soler, 26 de junio, l808. (Descripción máquina de agua experimentada por Elhuyar y del Río en Morán, Pachuca, 4 años y 40 mil p fisco.) Leg. 1775. Consulado a la Corona, 14 de agosto, 1787. Leg. 1809. Informe de Pedro Aparicio, 23 de sept., 1805. Leg. 2254. Elhuyar a Lizama, 24 de agosto, 1809. (Sobre máquina de agua y fracaso.) Leg. 25O5. Informe de Ramón de Losada, 27 de enero, 1792. 7


Leg. 2512. Real Orden funda Consulado de Veracruz, 21 de enero, 1795. Leg. 2026. Estados de Real Hacienda, intendencias y localidades, 1789-1790. Leg. 2032. Sobre Zacatecas, 1701, 1805. Leg. 224l Elhuyar, F., Reflexiones sobre el trabajo de las minas y operaciones de afinado en el Real de Gua­najuato. Leg. 1587. El administrador de Veta Grande declara, marzo, 1797. Leg. 1045. Vista de ojos de la mina de Rayas. Audiencia de Bracamonte, 22 de septiembre, 1704. Leg. l8l5. El virrey de Nueva España da cuenta del Exp. promovido por el Marqués del Apartado... sobre Veta Negra, Madrid, 27 de diciembre, 1779. Leg. 1815. Resolución de S. M. Leg. 2214. El Marqués del Apartado al Virrey, 31 de agosto, 1793. Leg. 2215. Cuentas de azogues de Guanajuato, 1811-1821. Leg. 18l6. Guanajuato. Leg. 2235. Contratos con varios mineros alemanes, Madrid, 22 de febrero, 1708 (Sonneschmidt). Leg. 1130. Consulta al Consejo de Indias, Madrid, 22 de diciembre, 1777. Leg. 2127. Guanajuato, 30 de diciembre, 1810. Leg. 179O. Autos por litigios de la mina “no pensada”, Guanajuato, 1803. 8


Leg. 1795. Diego de Rull solicita mayorazgo, título de nobleza, 1790-1804. Leg. 2215. /1. El virrey Venegas sobre azogues, marzo, l8ll. /2. Estado de la distribución del azogue en 1810 (Cádiz, 13 de febrero, 1813). /3. Gobierno de Veracruz, 1813. /4. Informe del Tribunal General de Minería en 1814. /5. Tratado económico de conducción de azogues, 1815. /7. Cuenta de azogue de Veracruz, 1819. /8. Cuenta de azogue de Veracruz. /10. Manifiesto de Don José Quevedo y Chieza sobre moneda, Veracruz, 1812. Leg. 2235. /10. Concesión a minas de Morán, 16 de marzo, 1804. /ll.Títulos y contratas celebrados con varios extranjeros (mineros alemanes). Federico Sonneschmidt. /12. Murphy solicita al Rey permiso para introducir sus máquinas, Madrid, 25 de enero, 1820. /13. Lucas Alamán solicita autorización para ensayar un nuevo método. /14. Reducción precio del azogue, Madrid, 12 de julio, 1796. Leg. 2248. /l. La mina de Quebradilla, año de l804. /17. Testimonio de Veta Grande. 9


/l8. Superior Gobierno, 1809, situación de la mina de Quebradilla. /19. E1 Virrey interino, Garibay. /20. Nueva Teórica Práctica de Garcés y Eguía, México, 1802. Leg. 2126. Cuentas de Real Hacienda de Guanajuato, 1796-1817. Leg. 2138. Cuentas de Real Hacienda de Pachuca, 1796-1817. Leg. 2184. Cuentas de azogue, Guanajuato, 1781-1815. Leg. 1804. Tabaco, Oaxaca. Leg. 1809. Obrajes. Leg. 1811. Indios. - Indiferente General Leg. 1738. Leg. 1830. Leg. 1728. Leg. 1825. Leg. 1785. 10


- Muestras 431. Est. 89, cajón 6, Leg.20, M.1436. Mapa camino México-Toluca, México, mayo de 1791. 456. Est. 89, C. I., Leg. 8 (1), M.1310. Plano de San Luis Potosí, 1794. 457. Plano de la Ciudad de Puebla, año 1794. Est. 89, C. I., Leg. 8 (1) M.1310. 458. Plano del Puerto de Veracruz, año 1796. Est. 98, cajón 7, Leg. 4(1) M. 2995. 497. Plano de los Puertos de Acapulco y del Marqués, año 1808, Carpeta del Marqués del AGI. Serv.(l3). 514. Mapa de la nueva demarcación del Virreynato de México, según el Capitán Pablo Rognel, 1521. M. 3176. 96. Plano con diseños de las obras y norias, mina de Rayas, 1704. 97. Plano y diseño del camino interior de la mina de Rayas, Guanajuato, año 1704. M.6l4. 263. Mapa de la Intendencia de Guanajuato. Est. 146, c.6, Leg. 14 (8) Id. 1714. BIBLIOTECA NACIONAL DE MADRID - Manuscritos M.S.S. 1873926 Ventajas del libre comercio. 1873935 Informe de Fray Antonio de San Miguel, 8 de febrero, 1805. 17618 Papeles varios. Testimonio de la Escritura de Venta de la Hacienda de Parangueo... que fue de los Jesuitas de Guanajuato, México, 15 de junio, 1782. 11


Londres 1. BRITISH MUSEUM LIBRARY 8223.e.10(21) United Mexican Mining Association. London 1825. Prospectus. 8247.ff.17 (perdidas) Report of The Court of Directors. 7 de septiembre, l825. London 1835. 8227.h.16 (perdidas) 13 de junio, 1827. London 1827. P.P.2124-a

7 de junio, 1831. London 1831

726-i-18

14 de marzo, 1832. London 1832.

8227.h.17

Report of the Proceeding at a General Meeting of Proprietors. 30 de julio, 1828. London 1828.

970-i-30 29 de julio, 1829. London 1829. 8247-EE-21 27 de julio, 1831. London 1831. l490-i-l6 Report of a Committee of Proprietors Read at a Special General Meeting. l8 de octubre, 1831, Baynes Harris, London, 1831. 6.613.C.1

MORRISON, Mining Reports, Chicago, Callaghan, 1833, 16 vol.

8235.a.65 Mining Guide. The Mining Guide Constraining the Particulars of Each Mine British and Foreign, London, s.p.i., 1853. Mining Man. What Every Mining Should Know. England Board of Trade. Society in Mines Research Board, s. f., Mining Manual and Almanach, British Museum Library, Periodical Publication, London, s. f. P.P.2095

Henry English. 12


The Quarterly Mining Review from l830. vol. I - London 1830. vol. II - London 1831-1834. vol. III - London 1835-1836. vol. IV - London 1837. The Mining Review and Journal of Geology, Mineralogy and Metallurgy, No. X, New Series, London, Published by Sinkin and Marshall, Dec. 1837. Feb. 1837, No. IX. Dec. 1837, No. X. TAYLOR, John, Lectures of the Economy of Mining, London, Longmans, s. f. (diagramas, planos, tablas sobre México). - MÉXICO - Arreglo - Lista de subtítulos 1850.a.191 Association for Working the Mines of Tlalpujahua. 1850.a.192 Compañía de Minas Zacatecano-Mexicana. l850.a.191 Tribunal General de Minería. 13


8l80. E.9 Las Ordenanzas de Minería 1851. Free State of l824-36. Colección de decretos del Congreso del Estado Libre y Soberano de México, 1850. t. 4. 9770.k.3(33) Ordenanza para la formación de los autos de visitas y padrones y tasas de tributarios de Nueva España, 2 de enero, 1793. L.A.S.528/6 Cámara de Senadores. Análisis de la Memoria presentada por el Señor Secretario del despacho de Hacienda, al primer Congreso Constituyente de los Estados Unidos de México hecho por la Comisión de Hacienda de la Cámara de Senadores, 10 de abril, 1825, México, 1825, 46 pp. L.A.S.527/26(4) Dictamen de la Comisión inspectora de la Cámara de Representantes del Congreso General sobre cuenta de hacienda, presentada por el Ministerio del ramo, respectiva a los ocho primeros meses del año de 1825, 21 de mayo, 1827, México, 1827, 99 pp. L.A.S.527/26(3) Dictamen... sobre el presupuesto de ingresos, respectivos al año económico. Comprensión desde el 1° de julio de 1824 hasta fin de junio de 1828, 21 de agosto, 1827, México, 1827. L.A.S.527/17(1) Dictamen de la segunda comisión de Hacienda de Cámara de Diputados sobre arreglo de la venta de tabaco, 31 de mayo, 1828, México, 1828. L.A.S.527/17(2) Idem, 25 de agosto, 1828. L.A.S.527/17(3) Idem, 13 de septiembre, 1828. 8244.bbb.37(5) José María Quiroz, Ideas políticas económicas de Gobierno, Veracruz, 1821. 8244 .bbb. 37(4) Memoria de Estatuto. Causas de que ha procedido que la agricultura, ind. y minería, México, 1818. 8244.bbb.37(3) Memoria de Estatuto. Idea de la riqueza, México, 1817 8244.bbb.37(2) Memoria de Instituto en que se manifiesta que el comercio... La Habana, 1814. 14


8244.bbb.37(l) Memoria de Instituto, La Habana, 1812. British Museum Additional. 17634, 17635: Mapas sobre México, 17636 British Museum Additional. 17657 y 17650: Cuenca minera de Zacatecas, mapas. CALDERÓN QUIJANO, J. A. y Luis NAVARRO, Guía de documentos, mapas y planos españoles y americanos en la Biblioteca Nacional de París, Museo Británico, Public Record Office, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1962.

2. PUBLIC RECORD OFFICE P.R.O.8244.bb.38. Informe que da la junta menor permanente de la Com­pañía de Minas […] Zacatecano-Mexicana del estado de la negociación del Fresnillo, en el segundo semestre de 1840, México, D. Cumplido, 1841. P.R.O.8244.bb.38. Informe que la junta menor del mineral de Guadalupe, en el Estado de Guerrero, produce a la General, 5 de febrero de 1850, México, Tipografía de Morguía, 185O. P.R.O.8244.bb.38. Pronto y toda la plata. O sea exposición dirigida al público haciendo algunas explicaciones del método de los ciudadanos NIÑO, CAMIÑA y GIRONY sobre benefi­cio de las platas en tiempo muy rápido, Guanajuato, Tipografía de Juan Oñate, 1848. P.R.O.8244.bb.38. Minas de oro y plata de México. Compañía franco-mejicana para renovar su laborio, París, 25 de octubre, 1822, Lucas Alamán, Víctor Letelier, Celestino Vial, José Gourmez, Francisco Fagoaga. Board of Trade. (Facturas de exportación de máquinas inglesas a América latina y a México entre 1836–1880.) 15


Francia Archivos de París BIBLIOTHÈQUE NATIONALE DE PARIS (BNP) - Section Manuscrits - Archives Orientales

Fond Mexicain Doc. N° 1/201. Notices géographiques, Autlán, Nayarit, 1777. 2/202. Notices géographiques, Santa Ana, Guanajuato, San Miguel El Gde., etc. 3/205. Breve resumen del estado geográfico-político del Reyno de la Nueva España (1808), L.F.C., Toluca. 4/228. Alboroto y motín de los indios de México (1692). 5/238. Notice sur l’or de mines et 1’or de tepuztli. 6/241. Noticias de las inundaciones de México. 7/26l. Statistique comparative entre Madrid et Mexique vers la fin du XVIIIme siècle, par José A. Alzate. 8/369. Reglamento sobre la agricultura de la caña, 1796. 9/370. L’Inquisition au Mexique de 1811 à 1815. 16


10/149. Plan du centre de la Ville de Mexico. 11/150. Plan gravé de la Ville de Mexico et ses faubourgs en 1789, anoté par A. Alzate. 12/151. Carte de la Vallé du Mexique. 13/258. Tributos y tributarios de Nueva España, 1776. Fond Espagnol Doc. N° 423. Fuerzas de la Marina de España. 474. Resumen de las rentas que el Rey de España tiene al año... en todos sus reinos, siglo XVII. 554–55. Manuscritos de Fray Bartolomé de las Casas. 566. Informe de Don José de Gálvez, visitador general de México de 1765 a 1771 a su sucesor Don Antonio María de Bucareli, 31 de diciembre, 1771. l4l-1. Dictamen que... produce el Virrey Revillagigedo, 4 de diciembre, 1786. 2. Informe sobre el libre comercio, México, 31 de agosto de 1793, Diego Gardoqui. 3. 5. y 7. Forman parte del Informe de Gardoqui. 8. Relación compendiosa del tabaco, su descubrimiento, uso y propagación, progresos de la renta y estanco de Nueva España, 1792, Miguel Balero, México, 1° de agosto, 1793. 9. Estado del Real Tribunal General de Minería de Nueva España, 13 de enero de 1777 a 21 de agosto de 1793. 10. Notas de los productos y gastos do las ciudades, villas y pueblos de la Nueva España. 17


12. Regulación provisional de las cantidades que el estado eclesiástico del Reyno de la Nueva España ha debido contribuir a la Real hacienda en 4 años, 1790-94, México, 4 de febrero,1794. 13. Catorce estados de diezmos... y extracción de caudales para España e islas. 15. Copie d’une lettre de San Antonio de Béjar donnant des informations sur le projet des Américains d’étendre la frontière de Loussiana du côté de Texas, et sur l’insuffissance du matériel et des troupes chargées de défendre le territoire espagnol, 7 avril 1806. 146. Instrucción reservada del Conde de Revillagigedo a su sucesor, México, 30 de junio, 1794. 176. Muchos documentos sobre Perú. Section Estampes Série “Q”, Amérique Qg IV, Amérique espagnole, Mexique NEBEL, C., Voyage au Mexique, Paris, Moench, 1836. Antiquités mexicaines, Paris, 1834, 2 vol. Bellin. Atlas maritime. Mexique. Album mexicain. Portrait des personnages illustres du Mexique, Paris, Prudhomme, 1843. Série Vd.20: más de 100 ejemplares de mapas y planos. Section Cartes et Plans. Section Voyages. 18


México ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN (AGN) Ramo Minería Vol. 11. Caja real de Guanajuato. Comunicación a Bucareli sobre suspensión de partidos y sus consecuencias, 5 de febrero, 1774. 17. Ante carencia [de] azoguez el Capitán A. González propone explotar minas de dicho metal (sic) de Puerto Durazno, Hacienda Villela, s.p.i., México, s.f., 1789. 18. Cuadro que representa el estado de la minería de Guanajuato y sus consecuencias sobre el común, informa don Manuel García de Cevallos, Guanajuato, 8 de octubre de 1781. 18. Informe de Manuel García de Ceballos, 28 de mayo de 1786. l8. Cuentas sobre baja del precio del azogue... México, 1785. 18. Estado del costo de gastos de una mina. 18. Método de tratar cobre en las minas de Chihuahua, México, febrero de 1803. 18. Protesta de la Diputación mercantil contra aumento impuesto monedaje real, México, 7 de mayo de 178l. 18. Juan Pedro de Bastiba, de Cádiz, sobre una máquina que ha inventado para moler y desaguar metales, México, 1803. 25. Plano de minas de Bolaños (a medio volumen), Real de Bolaños, 1787. 25. Declaración de Bibanco, 3 de octubre, 1787. 25. Comunicación de Bibanco al Virrey, 30 de octubre, 1787. 19


26. Informe de Francisco Saavedra al Virrey sobre la mina de “Cuatro Picos”, 21 de septiembre de 1790. 26. Estado de los marcos de plata de 1769 a 1790 por Don Manuel de Moya, México, 2 de octubre de 1790. 26. Informe de Joseph Manuel Valcarce sobre labores de desagüe de las minas de Pachuca, Pachuca, 2 de oct., 1790 Idem, 9 de oct., 1790 Idem, 16 de oct., 1790 Idem, 23 de oct., 1790 Idem, 29 de oct., 1790. Idem, 31 de dic., 1790. 26. Descripción de las minas de Pachuca por su administrador, Joseph Manuel Valcarce. 26. Información sobre la muerte (suicidio) de un minero alemán en Taxco y la situación de otros, México, 1° de julio de 1791. 26. Carta del minero alemán Carlos Windhold sobre la invención de un mortero de las minas hediondas Oaxaca y sobre su situación legal, 7 de feb., 1794. 26. Carta de Don Fausto de Elhuyar, Manuel García de Zevallos y otro (ilegible) sobre la escasez de crédito a los mineros y los efectos negativos sobre la producción, México, 25 de abril, 1794. 26. Mariano Pérez de Tagle en nombre de Don José Mariano de Mimiaga y don Miguel de Olascuaga, parcioneros de la mina de Pachuca, propone una relación con el Banco de Minería para fomentar las actividades (descripción del funcionamiento del Tribunal, Banco), México, 4 de octubre, 1790. 20


26. Informe de Don Fausto de Elhuyar relativo a la obra del profesor Werner sobre el origen de las vetas (crítica rigurosa), México, 24 de octubre de 1793. 28. Sobre disminuir el consumo de azogues y modo de pre­miar a los inventores, México, 26 de agosto, 1821. 28. Sobre si serán útiles las bombas de fuego adoptadas en Almadén, México, julio de l804. 28. Por no demorar por más tiempo el informe que Vuestra Excelencia me tiene pedido sobre si es útil y posi­ble el establecimiento de las bombas de fuego, México, 22 de marzo de 1809. 28. Bomba de fuego (diagrama y descripción), México, 1809. 28. Don Tomás Pérez acerca del establecimiento de la bomba de fuego, México, 1805. 28. Utilidad de la bomba de fuego, 10 de abril, 1805. 28. Compañía para introducir máquina de vapor, México, 11 de septiembre de 1820. 28. Promoviendo providencias para surtir de combustibles a las máquinas de vapor, México, 1821 (importantísimo). 30. Deuda de la mina “Cuatro Picos” al Tribunal de Minería, diciembre, 1784. 30. Carlos Windhold, minero alemán, solicita autorización para casarse con doña Joaquina Jiménez, México, 18 de junio, 1795. 30. Real orden para impulso del establecimiento de bombas de vapor, México, 13 de agosto, l8l9. 30. La diputación de minería de Mazapil denuncia que el fiscal de Real Hacienda impone exacciones a los introductores de semillas y comestibles encareciendo salarios, México, 8 de noviembre de 1794. 30. Fundidor pidiendo 40 quintales de cobre para herramientas de minas y salitreras, México, 1795. 21


30. Descubrimientos de minas en Baja California por Don Joseph de Argüello, México, 15 de febrero de 1819. 30. Minas de Sonora y Sinaloa, descripción, México, 1802. 32. Sobre pailas de cobre, México, marzo 1798. 35. Fibra de cuentas, gastos y productos del Real Ensaye, México, año 1795. 37. Sobre títulos de Haciendas de Beneficio, México, 1791. 37. Lista de las haciendas que tienen beneficio de metales con quadrillas en Guanajuato, Guanajuato, 28 de agosto de 1791. 37. Manifestando lo elevado de los gravámenes impuestos a los productos mineros, México, 1781. 42. Entrega de la casa de moneda por Don Juan de Salesán al tesorero, inventario (importante), 40 pp., México, 1781. 42. Remisión de España de varios instrumentos para la Real Casa de Moneda, México, 1778. 42. Expediente sobre instrumentos de precisión para ensayadores, México, 1782-90. 42. Don Ignacio Nieva, ensayador de la Real Casa de Moneda, da a conocer que algunos instrumentos son viejos e inútiles, pide adquirir nuevos (compuestos, los viejos instrumentos son enviados a la Caja de San Luis de Potosí), México, 10 de enero de 1796. 42. Peritaje a Don Juan Salesán (precios de instrumentos y tipo), México, 1779. 42. Antonio de Acosta, conductor de 18 cajones de herramientas y 20 quintales de fierro en varias piezas y planchas de cobre batido de Cádiz con destino a la Casa de Moneda, México, 2 de junio, 1778 (44 pp.). 45. El Conde de Regla pide al Virrey 4 % de repartimientos de indios a las comunidades indígenas a varias leguas vecinas, Pachuca, 18 de junio de 1776. 22


45. Cinco gobernadores indígenas que contribuyan indios de trabajo a minas de Pachuca, julio de 1776. 45. Las comunidades de indios contra las medidas de trabajo de minas, 2 de agosto, 1776. 45. Mina la Leonera, asientos de Ibarra (Jalisco). Avalúo de Instrumentos, México, 17 de octubre de 1796. 45. Cuenta de gastos mina Leonera, por embargo. 46. Accionistas de minas de Veta Grande, Zacatecas, para fundir plata en la Hacienda de la Sauceda, México, 1807. 46. Declaración de Bassoco, 31 de enero de 1805, accionista de Veta Grande. 46. Declaración de Bassoco, 31 de octubre de 1805, socio de Fagoaga. 48. Real Orden para que la distribución de azogue a mineros pobres la realicen las diputaciones sin intermediarios (se describen los procedimientos), México, 19 de febrero, 1774. 48. El Real Tribunal de minería señala que el Rey no concedió prórroga de privilegio por otros diez años al descubridor del reparo de caballos para beneficiar metales de azogue, logrado patentar por Don José Cobejo en 1777. 48. Expediente sobre once mineros alemanes que trajo a Nueva España don Fausto de Elhuyar, México, 18 de julio de 1788. 48. Efectos catastróficos de la escasez de víveres sobre minería, Real de Catorce, septiembre de 1790. 50. Declaración de José de Sardaneta, 27 de octubre, 1724. 50. Vista de ojos de la mina de Rayas, 1728. 50. Declaración de testigos, mina de Rayas, 1728. 50. Efectos de los temporales de agua, 1728. 23


50. Vista de ojos. Situación de las obras interiores de la mina de Rayas, Guanajuato, enero de 1728. 51. Hacienda de Beneficio de Rayas. Deuda de mercurio, 1726. 52. Sobre la construcción en Inguarán de una fábrica de fundiciones, México, 1793. 54. Avalúo de los bienes de Josefa Tilly Girón, dueña de minas, México, 1775. 56. Sobre la necesidad de liberar tributos a los operarios, México, 1792. 56. Estado en que se hallan las minas, México, 1792. 58. Oficiales de Hacienda de Guanajuato, al Virrey, 30 de mayo 1774. 59. Certificación de las existencias y avalúo de la Hacienda de Flores, México, 1792. 62. Sobre minas de cobre de Inguarán, informe de producción, precios y causas decadencia, México, 1801. 62. Concediendo exportación a España de 30 mil quintales de cobre, 1797. 64. Problema entre la Iglesia y el vecindario de Pachuca por reparación de cañerías del agua formadas por la iglesia, año 1797. 64. El apoderado general de los vecinos, mineros y comerciantes de Pachuca contra religiosos de San Francisco por litigio de aguas, Pachuca, 9 de agosto, 1778. 75. Información sobre minas no costeables, México, 1801. 75. Oficiales de Hacienda de Pachuca denuncian al Virrey fraude en la mina de Cuatro Picos, 25 de septiembre de l804. 76. La diputación minera de Guanajuato al Tribunal de Minería, 20 de septiembre de 1791. 24


76. La diputación minera de Guanajuato propone sueldos y mejor funcionamiento del tribunal de minería, Guanajuato, 21 de septiembre, 1791. 76. Don Timoteo Paniagua propone nuevo método de beneficiar metales, México 8 de febrero de 1795. 76. El Intendente de Comayagua sobre una máquina que ha inventado para moler metales, México, 11 de julio de 1799. 80. La diputación de minería de Guanajuato pide providencias para que se provea de sal a la minería por carecer de tal... año l804. 82. Representación minera de Zacatecas, 16 de mayo de 1801. 87. Carta de Bassoco al Virrey Revillagigedo, 19 de junio, 1791. 94. Consulta del director de minería, Don Fausto de Elhuyar, sobre el estado de los 8 cajones de instrumentos de química llegados a Veracruz, México, 1791. 94. Francisco Martínez Calezón, agente de la compañía de Bolaños declara lo invertido en las obras, Bolaños, 18 de julio de 1791. 106. José de la Borda a Bucareli, marzo de 1775 (declara deudas, 400 000 p.). 106. José de la Borda a Bucareli, marzo de 1775 (da a conocer compra de Hacienda Malpaso, 102 000 p., para producir maíz y pastura para sus 1400 mulas). 107. El cura Bugarin forma Compañía para desaguar Veta Grande, 19 de julio, 1786. 108. Declaración de Bassoco sobre pérdidas en Bolaños, 27 de julio de 1804. 108. Declaración del agente de la Compañía Veta Grande, año 1805. 25


110. Informe de los oficiales de Hacienda de San Luis Potosí sobre la expansión del mineral de Catorce, 24 de enero de 1785. 111. Embargos a diversos mineros de Guanajuato por deudas de mercurio, 1724. 114. Informe de Francisco Pallaser, 5 de mayo de 1791 (los propios trabajadores adquieren sus herramientas y velas). 114. José Gómez Campos al Virrey, 5 de mayo, 1791 (acerca de la impresión de partidos). 115. Informe del Administrador de Borda, 6 de mayo, 1780 (en Zacatecas, la Hacienda de Beneficio La Sagrada Familia era la más grande del norte, con 70 arrastres). 120. La diputación minera de Guanajuato al Tribunal de Minería, 22 de noviembre, 1786. 130. Don Antonio Tapia señala un nuevo método y arte de fondir metales, México, 1792. 130. Pedro José Núñez sobre beneficio de metales, México, 1793. 134. Expediente formado por Don José Gorostiza y Don Juan Antonio Ayardi sobre un nuevo método de beneficio de metales a fuego, México, 18l8. 137. El Conde de Regla sobre denuncia general de cinco pertenencias al rumbo mismo de la veta La Vizcaína en el Real del Monte, México, 1803. 138. Bibanco, abril de 1774. 141. Informe de los bienes y gastos de Pedro Luciano de Otero, 29 de octubre de 1790. 143. Expediente de la recusación que hizo el Sr. D. Fausto Elhuyar a Don Manuel del Campo y Rivas, México, 1816. 145. Desagüe de la mina de San Nicolás, México, 1797. 26


148. Informe de Pedro José de Leoz, junio de 1770 (más de mil trabajadores en Veta Vizcaína). 151. El tesorero Sebastián de la Torre, al Virrey, 16 de octubre de 1776 (da cuenta del derrumbe de Bolaños). Idem, Oficiales de hacienda al Virrey en Grande de Biban­co. 16 de octubre 1772. 167. Cantidad de azogue para venderla a Manuel de Otero, Guanajuato, 1786. 167. Certificación del valor del metal de oro y plata y azogue, 1786. 171. Memorias de la Hacienda de San Juan Bautista. Memorias de la Hacienda del Frayle. Memorias de la Hacienda San Pedro y San Pablo. Comprobantes y cuentas de los gastos en las minas de Taxco. 175. Sobre averiguación del estado de las minas de Pabellón de Sombrerete, 1804. 176. Cuenta y relación de los gastos de envases de azogues, en 1800. 180. La diputación minera de Zacatecas informa de la Quebradilla, 20 de mayo, 1818. 192. La diputación minera de Guanajuato al Virrey, 8 de noviembre, 1816 (informa que en 1810, por sequías y costos elevados, sólo trabajaban 1200 de 1700 arrastres). 193. Tribunal de Minería, 22 de abril, 1815. 202. Manuel de Aldaco al Virrey, 13 de febrero, 1768. 202. Cuenta general de azogue, México, 1796. 202. Envío de azogue desde Cádiz a Veracruz, México, 1810. 211. Cargas de azogue que llegan a Guanajuato, Guanajuato, 1816. 27


211. Pago por fletes desde México a Guanajuato, 1813. 211. Revisión de cuentas de la Casa de Moneda de México, 1821. 211. Pago por fletes a arrieros que llevan carga a Guanajuato, 1816. 211. Lo recaudado por el Fondo Total del Real Tribunal de Minería, 1816. 211. Documentos de lo cobrado de 1816 a 1824. 221. Estado de cuentas del azogue de Nueva España, 1787. 221. Repartimiento de 12 mil quintales de azogue, 1790. 221. Informe de la Caja Real de Guanajuato, 21 de junio, 1797 (sobre haciendas de beneficio y la más grande, la de Salgado, con 42 arrastres). 225. Comunicación de los oficiales de Real Hacienda al Virrey, 10 de junio, 1805 (Bassoco participa en Bolaños con 600 mil pesos). 225. Oficiales de Hacienda de Pachuca al Virrey, 10 de junio, 1805 (Bibanco asociado a Bassoco = fracaso). 225. Cuadro que representa una negociación minera, 1810. Ramo Tierras Vol. 50. “Minas de San Cayetano Yuridiapúndaro, Guanajuato” (plano ilustrativo, notable), Guanajuato, 1783. 194. “Memoria e inventario de los bienes del Capitán García Fragoso”, Puebla, 1692. 679. “Pedro Luciano Otero adquiere tierras”, 31 de octubre de 1788. 28


835. “Instrumentos de medición topográfica para la Hacienda Machorra, Querétaro” (ilustración y mapa), año 1761. 1196. “Hacienda Santo Domingo y Real de Santa Ana, Guanajuato” (mapa a color, notable), Guanajuato, 1793. 2783. “Haciendas Nextengo, Xentla y Chilhuacan, Atlixco, Puebla”. Mapa a color, año 1766. 2785. “Zongolica, Veracruz”, mapa a color, año l6l6. 3702. “Zongolica, Veracruz”, mapa, año 1592. 2781. “Hacienda San Juan de Dios Tepustepec”, Michoacán (mapa), 1743. 2809. “Chocamán, Tequila, Veracruz” (mapa), 1590. 2809. “Sitio para moler metales, Pachuca”, mapa, 1578. 2874. “Minas de Pachuca, San Francisco Xavier y San Vicente”, mapa a color, 1749. 3185. “Medidas que deben tener las estancias de ganado mayor y menor” (por Juan Curzillo, medidor del Reino), plano, año 1675. 3257. “Real fábrica de Cigarros, Querétaro” (plano), año 1779. 3454. “Haciendas La Gavia y Las Llaves, Metepec” (mapa), año 1779. 3551. “Sitios Ocotillo, Mesa del Carpintero y Tinaja, Hacienda Tetillas, Real de Nieves, Zacatecas”, mapa (año 1794). 3651. “Hacienda de San Diego y Minas de Sichú, San Luis de la Paz, Guanajuato” (mapa a color), 1771. Ramo Bandos Vol. 8. Folio 99-100, “Bando sobre gañanías y buen trato de los indios...” Virrey Bucareli, México 1771-1774. 29


13. 100 y ss, “Conservación y cuidado de los indios...” Matías de Gálvez, México, 1784-84 Ramo Intendentes Vol. 48. Folio 71, “Estado que manifiesta el valor de las haciendas, molinos y batanes...”, Cholula, 1790. 48. 3 y ss, “Fiesta de Iglesia y lo que contribuyen los naturales...” Cholula, año 1790. 48. 77 y ss, “A los señores fiscales de la Real Hacienda. Relación sobre estado económico de Cholula-Tlaxcala...”, año 1790. 48. 88 y ss, “Sobre el mismo asunto anterior”, año 1803. 48. 96, “Usurpación de aguas de Cholula por frayles de la Hacienda de Buenavista...” año 1790. 64. “El intendente informa sobre la ocupación de los habitantes, labranzas, telares, curtidos, etc.”, Guanajuato, año 1803. 64. “El intendente informa las dificultades para visitar la provincia de Guanajuato”, año 1807. 73. “El intendente informa escasez de agua y precios del maíz”, l809. 73. “Cuadro estadístico que presenta la cosecha de maíz habido en las jurisdicciones de Guanajuato”, 1809. 73. “Cuadro estadístico que presenta la existencia de maíz, trigo, cebada, etc.”, 1809. 79. “Cuadro que explica la existencia de caudales en la Tesorería de Guanajuato...” año 1789. Ramo Virreyes Vol. 33/717. Folio 44, “El Virrey expresa las resoluciones para la mejor observancia, órdenes de tributos...”, 1772. 30


9,2a.S. 4, “Sucesos notables: sublevación de mineros de Guanajuato...” año 1765. 27. 323, “Testimonio sobre la resistencia de dueños de haciendas para pagar tributos sus sirvientes...”, 1792. 27. 392, “Al administrador de Haciendas se le participa la nueva forma de cobrar tributos”, año 1772. Ramo Alcaldías Mayores Vol. 1. Folio 96, “Proceso contra tumultuarios en Chietla”, 1772. 5. 242, “Mandato sobre matanzas de res e impues­tos”, 1782. 5. 243, “Rehúsan cooperar con donativo gracioso pedido por S. M.”, 1782. 5. 244, “Multa al perceptor de alcabala de Cholula”, 1782. 5. 245, “Indios hacen respetar su tradición”, 1782. 5. 17, “Orden para arreglar el camino real de Acapulco, por mayor tráfico...”, 1782. 5. 53, “Se notifica tumulto de indios en Totomehuacan”, 1782. 5. 55, “Alcalde Mayor ordena represión ejemplar a indios tumultuarios de Totomehuacan”, 1782. 5. l6l, Referencia a sublevación indígena en San Luis de Potosí, año 1776. 2. 147, “Lista de reos del tumulto en Real del Monte”, 15 de agosto de 1776 (falta folio con lista). 4. 72, “Tráfico de esclavos indios chichimecas (mecos) para hacerlos trabajar en corte tabaco en Orizaba...” 3. s.n., “Cartas de alcaldes mayores dando razón de indios huyen a las montañas...” 31


2. 144, “Orden a los arrieros de Puebla para ir a Veracruz a cargar harina”. 2. 121, “Precios y control de precios del trigo”. 2. 131, “Noticia sobre arriendo de molinos de tri­go en Puebla, surtidores de flotas...” Ramo Factorías Vol. 1. De Veracruz se remiten a Puebla 134 ba­lones de 24 resmas de papel a 12 pesos carga 8048. De Veracruz a Oaxaca 14 pe­sos carga. De Veracruz a Oaxaca, 25 de ene­ro de 1792, 21 pesos carga. Veracruz, 27 de enero, 1792. 2. Partido de San Juan del Río. Recibo: “Recibí de Don Roque de Avizporra, Ad­ministrador de la Renta del Tabaco de Este Partido 134 g. 3r. por haber el 5% sobre 2687 p. 4r. que importan 43 000 cajas de cigarros consumidos en la Hacienda de Sauceda, 31 de diciembre de 1793”. 3. Avalúo de utensilios de la Garita Thomatlán, 15 de agosto de 1794 (barretas, almadanetes, chiviscoles, cuvetas, chiquihuites forrados de cuero, bateas, petates, palas). En Córdoba, Veracruz, se sentaba el local de la Factoría del Estanco de Tabaco en 1235 pesos al año, 15 de agosto de 1794. R.S.I. Caja 1, Exp. 9, Regencia Segundo Imperio Informe sobre el comercio y situación de la California a fines del año de 1864 (importantísimo documento sobre el boom del oro californiano y sus múltiples consecuencias económico-sociales; describe situación de minas, placines y grandes empresas; petróleo y su uso, etc.). Ramo Padrones Vol. 25. “Descripción geográfica y económica de la villa de Atlixco, Puebla”, 1790. 30. “Padrón militar de minas, ranchos, haciendas, de Guanajuato”, 1792. 33. “Relación de los hombres útiles 1a clase”, Guanajuato, 1792. 32


33. “Relación de los hombres útiles 2a clase”, Guanajuato, 1792. 33. “Relación de los hombres útiles 3a clase”, Guanajuato, 1792. 33. “Relación de los muchachos de cerca de 16 años”, Guanajuato, 1792. 33. “Relación de los exentos fin de julio de 1792”, 1792. 33. “Relación general de familiares de morenos y pardos”, Guanajuato, 1792. MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA (MNA) Fondo de Microfotografía Serie Archivo Judicial de Puebla Microfilm. Rollo N° 25 Testamentaría. Exp. No 11 hasta 59. Inventario de la cuenta, la división y partición de los bienes de Don Salvador González, Cholula, Atlixco, 1800-1805. Microfilm. Rollo N° 27 Haciendas. Exp. N° 1 hasta 45. Testamentaría. Hacienda San Bartolomé Zapotecas, litigio desde 1724 hasta 1802, Cholula. ACERVO HISTÓRICO DEL PALACIO DE MINERÍA (AHM) Libro de Rayas, de la mina La Valenciana, de Real de Angangueo, 21de noviembre 1808 a 16 de enero de 1810. AHM Leg. N° 1411. / otros no consignados ARCHIVO MUNICIPAL DE ZONGOLICA (AMZ), Veracruz, 40 documentos ARCHIVO PARROQUIAL DE ZONGOLICA (APZ), Veracruz, 8 documentos (Véanse notas: Zongolica) 33


COLECCIONES DE DOCUMENTOS A. 1. Colección de documentos inéditos para la historia de México, México, Librería de Andrade, 1858-1866, 2 vol. 1.1. Tomo I., Fray Toribio de Benavente (MOTOLINÍA), Memorias de Fray... Historia de los Indios de Nueva España. 1.2. Tomo II, Fray Bartolomé de LAS CASAS, “Petición a S. S. Pío V” (1563), pp. 599-600. “Memorial de Fray Bartolomé al Consejo de Indias”, pp. 597-98. Fray Bartolomé... Historia de las Indias... (México, FCE, 1951), Brevísima relación de la destrucción de Indias, México, UNAM, 1969. 2. Documentos Históricos de México, México, s.p.i., 1903-1904, 2 vol. 2.1. Tomo II. Manuscritos de la Colección de Don Joaquín García Icazbalceta, México, Donceles N° 9, casa del autor, 1904. Relación de los Obispados de Tlaxcala, Michoacán, Oaxaca y otros lugares, del siglo XVI. B. PASO Y TRONCOSO, Francisco del, Epistolario de Nueva España (1505-1518), México, Antigua Librería Robredo, 1939, l4.vol. Revisados minuciosamente: t. I y t. IV. C. TORRES DE MENDOZA, Luis, Colección de documentos inéditos, relativos al descubri­miento, conquista y organización de las antiguas pose­siones españolas de América y Oceanía, sacados de los archivos del Reino y muy especialmente del de Indias. Competentemente autorizado, Madrid, s.p.i., 1864-1884, 52 vol. Revisados minuciosamente: tomos I al XXXII. DELGADO, Jaime, España y México en el siglo XIX. D. ZAVALA, Silvio (y María CASTELO), Fuentes para la historia del trabajo en Nueva España, México, FCE, 1940. Revisados cuidadosamente: tomos: III, años 1587-88 y 1590-91; IV, años 1599-1601; V, 1602-1604. KONETZKE, Richard, Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica, Madrid, C.S.I.C., 1953, 3 vol. 34


PEÑAFIEL, Antonio, Colección de documentos para la historia mexicana, México, Editor Peñafiel, 1897-1903, 6 vol. SCHOLES, France V. y Eleanor B. ADAMS, Advertimientos generales que los Virreyes dejaron a sus sucesores para el gobierno de Nueva España (l590-l604), México, Porrúa, 1956. Colección Gómez de Orozco (México). Papeles varios: Leg. 57, III. Representación ante el Rey de vasallos y dueños de minas para que no les cobre dobles derechos, año 1774. Leg. 57, IX. Audiencia de México: disposición sobre censos, tributos, e hipotecas de casas y heredades, México, 1784. Leg. 57, X. Reglamento del vano de aguardiente de caña, México, 1796. Leg. 64, I. Edicto de la Inquisición condenando el bayle popular llamado Jarabe Gatuno, México 1802. Leg. 63, III. La mitra de Puebla llama a unirse en torno al gobierno frente a la invasión española por reconquistar México, s.f. (l828, presumiblemente). Leg. 66, VII, 40. Toma de Puebla por el General Santa Ana, 1828. OBRAS CLÁSICAS SOBRE MINERÍA ELHUYAR, F. de, Reflexiones sobre el trabajo de las minas y operaciones del afinado en el Real de Guanajuato. Sevilla, AGI, Méjico, Leg. 2241. –––– Informe relativo a la obra del Prof. Weiner sobre la teoría de las vetas, México, AGN, Minería, V. 26, 1794. –––– Carta de Don Fausto de Elhuyar... sobre escasez ayuda de crédito a los mineros y los efectos negativos sobre la producción, México, 25 de abril de 1794, AGN, V. 26, 1794. 35


FABRY, J. Antonio, Compendiosa demostración de los crecidos adelantamientos que pudiera lograr la real hacienda de Su Magestad mediante la rebaja en el precio del azogue, que se consume para el laborio de las minas de este reino... con una previa impugnación a las reflexiones del contador Joseph de Villa-Señor y Sánchez. Añádese un breve modo de reducir, ligar y alear el oro y la plata a la ley de 22 quilates, México, por la Vda. de J. B. Hogal, 1743. GAMBOA, F. J. D., Comentarios a las Ordenanzas de Minas dedicados al Católico Rey, Nuestro Señor Don Carlos III, Madrid, Joaquín Ibarra, 1761. LASSAGA, Lucas de y Joaquín VELÁZQUEZ DE LEÓN, Representación que a nombre de la minería de esta Nueva España hacen al Rey, México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1774. MORENO Y CASTRO, Juan, Arte o nuevo modo de beneficiar los metales de oro y plata, México, Biblioteca Mejicana, 1758. SARRIA, Francisco Javier de, Ensayo de metalurgia, México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1784. BIBLIOTECA NACIONAL DE MÉXICO FONDO LAFRAGUA LAF 12 TERREROS, Pedro, Representación al augusto Congreso, México, I. Cumplido, 1830. L 12 Plan de la compañía para trabajar las ricas minas de Zacualpan, México, Ojeda, 1837. L 12 Informe del establecimiento de minería al Excemo. Sr. Ministro de Hacienda, México, I. Cumplido, 1838. L 12 Empresa de avío para la mina de San Nicolás, Pachuca, 1841, s.p.i. L 12 Información, presupuesto, bases y condiciones de la Compañía de Minas Restauradora de Temascaltepec, México, I. Cumplido, 1838. 36


L 12 EGUÍA, José Joaquín de, Memorias sobre la utilidad e influjo de la minería en el Reino, México, Imp. Juan Bautista, 1818. L 12 Exposición presentada a 1a cámara de representantes en apoyo de la solicitud del Gobierno de Zacatecas, México, Galván, 1831. L 12 Informe que da la junta menor permanente de la compañía Zacatecano-mexicana del estado de la negociación del Fresnillo, en el primer semestre del año de 1838, México, I. Cumplido, 1838. L 12 Escritura de Asociación de la Compañía de Minas Zacatecano-Mexicana, en la cual está inclusa la contrata celebrada con el gobierno, México, I. Cumplido, 1835. L 12 FAJARDO, José Ignacio, Informa sobre la negociación de minas aviada por la Compañía Potosina Restauradora de Charcas, S.L.P., México, Imprenta del supremo gobierno, 1836. L 13 Informe que da la junta menor permanente de la Compañía de Minas Zacatecano-Mexicana, del estado de 1a negociación del Fresnillo en el año de 1842, México, Imp. de V. G. Torres, 1845. L 13 Escritura de contrata y de asociación de los accionistas del mineral de Guadalupe , en la Sierra Madre, al sur de Morelia, en el estado de México, con el propietario de las minas Providencia, Morros, Guadalupe del Tajo, Santa Ana, Ánimas y Santa Eduviges, don José Mariano Larreátegui, México, Tipografía de R. Rafael, 1849. L 13 Informe que dio el perito facultativo Don Pablo Parkman al Sr. D. Juan de Dios Pérez-Gálvez, sobre las minas del mineral de El Gallo, mineral de Guadalupe en la Sierra Madre al sur de Morelia... las de fierro; acero; cobre, magistral y carbón de piedra; las cuales reconoció por cuenta y orden del mismo en febrero de 1848; para la formación de una compañía con Don Mariano Larreátegui, dueño de ellas, México, Imp. de R. Rafael, 1848. L 13 Breve reseña que sobre el estado de los azogues en México, hace a S. E., Ministro de Hacienda, Don Francisco de Paula Enrile, Guanajuato, Imp. Félix Conejo, 1847. L 13 BARRERA, José Ma., Noticia del estado de las minas de Catorce en 1845. 37


L 13 Exposición de la Junta de Fomento y Administrativa de Minería y resoluciones que en favor del importante cuerpo de mineros ha tenido a bien decretar el Supremo Gobierno de la República con fecha 17 de febrero de 1843, México, I. Cumplido, 1843. L 13 Descripción de la máquina de repasar lama metálica, inventada por D. José María del Regato, México, I. Cumplido, 1845. L 13 Representación que los mineros de Zacatecas dirigen a la Cámara sobre la libre explotación de sales, México, 1854. L 33 ALFARO Y PIÑA, Luis, Noticia de los minerales que hay en la República Mexicana, México, Imp. de V. G. Torres, 1868. L 32 Noticias estadísticas de Sonora y Sinaloa, México, Agustín Escudero, 1849. L 118 El mineral del Catorce, Revista Científica y Literaria, 1850. L 374 KERATY, Emilio de, “La contraguerrilla francesa en México”, en Lefèvre, Eugène, Documentos oficiales recogidos en la Secretaría Privada de Maximiliano. Historia de la Intervención francesa en Méjico, Bruselas y Londres, 1869, s.p.i., t. I. L 443 SAUZ, José María y Ramón del POZO, Instrucción sobre la Mina de la Corteza, Pachuca, Hidalgo, 1832. L 504 Informe de la Junta de Fomento y Administración de Minería, 1850. L 504 Memoria de Hacienda nacional presentada por el secretario del ramo, México, Imp. García Torres, 1850. L 510 BUSTAMANTE, I. M. y Carlos de BERGHES, Descripción de la serranía de Zacatecas, México, Imp. de Galván,1834. L 517 Relación circunstanciada de las habilitaciones dadas por el Banco de Avío... para varias empresas industriales, México, 1837. 38


L 697 Exposición hecha por la comisión especial de Minería a la Soberana Junta Gubernativa sobre la necesidad de fomentar este ramo principal de industria con la baja de derechos que propuso en su dictamen de 24 de octubre próximo pasado, México, Imp. de Ontiveros, 1822. L 697 Dictamen de la Comisión especial... sobre el ramo de minería. México, Imp. A. de la Torre, 1821. L 697 Memoria presentada a las dos cámaras del Congreso General de la Federación, México, 1825. L 701 Memoria sobre el estado en que se encuentran los diversos ramos de la administración pública... Saltillo, Imp. del Gobierno, 1822, L 701 Memoria de todos los ramos de 1a administración del Estado de Tlaxcala, Tlaxcala, Imp. del gobierno, 1878. L 774 PAYNO, Manuel, Memoria sobre el ferrocarril de México a Veracruz, México, Imp. de N. Chávez a cargo de J. Moreno, 1868. L 779 Noticias estadísticas del Estado de Durango, 1849. L 791 Valuación de la industria algodonera en la república, México, 6 de octubre de 1850. L 863 Noticias estadísticas del Estado de Chihuahua, México, Juan Ojeda, 1834. L 863 Nota estadística remitida por el Gobierno Supremo del Estado de Jalisco a la Cámara de Senadores del Soberano Congreso General, México, 1826, Imp. del Águila. L 873 Carta del General Rosenkrans al general Ramón Corona y contestación de éste, sobre ferrocarriles, México, 1872. L 873 ROSENKRANS, Gral. Williams, México necesita atraer capital extranjero para construir sus ferrocarriles y los medios necesarios para conseguirlo, por el... México, Tip. de Aguilar Ortiz, 1872. L 923. Representación dirigida al Excemo. Señor Presidente provisional de la República por la Junta General Directiva de la Ind. Nacional, México, J. M. Lara, 1843. (Aquí se encuentran varios trabajos de Esteban de Antuñano.) 39


L 945 Conveniencias a las compañías ferrocarrileras para que sus líneas tomen mejor el sur de Jalisco... Cd. Guzmán, Imp. de Irineo Orozco, 1880. R. Estad. 12, 1138. Minas de Jalisco (mapas) L 1434 “Influencia de los medios de transporte en la prosperidad de la República Mexicana”, recorte de El Correo de Jalisco, Guadalajara, 1899. L 1532 Un ferrocarril y un telégrafo, México, Imp. Díaz de León, 1838 (un mapa). L 1540 BÁRCENA, Mariano, Los ferrocarriles mexicanos, México, Tipografía de F. Mata, 1881. L 1542 La concesión del ferrocarril entre México y Veracruz, ante el Congreso, México, 1868. L 1542 MÉNDEZ, Santiago, Presupuesto del ferrocarril, Veracruz, 1857. M.O. 56, REG. t. V. I y II Registro Trimestre, México, 1832-33.

FUENTES HEMEROGRÁFICAS (PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX) INGLESAS British Traveller London, No. 1, July 19, 1821; No. 3703, May 25, 1833. Course of the Exchange London, March 11, 1825; June 30, 1908. Daily Commercial Report l853. Current prices of metals, Bagot and Thompson, Ltd. London. 40


El Repertorio Americano. London, 1826-1827. Evening Times. London, No. 1, Nov. 14, 1825; No. 45, January 2, 1818; December 30, 1864. London, Price Current. London, Janu. 1, 1822 No. 1; March 28, 1826, 220 (Same: British and Foreign Price Current, 1826, No. 221; 1832, No. 525). Trades Newspaper and Mechanics. Weekly Journal, London No. 1, July 17, 1825; No. 106, July 22, 1827. The Mechanics Magazine. (Ed. Robertson) London, 1823-1872. The Technical Repository Illustrated. London, by B. T. Gill, 1822, 183O. The London Journal of Arts and Sciences. (By N. Newton. ed.) London, 1820-1854. The American Monitor, South America. London, 1824-1825. The Bankers Magazine. 1844, Monthly 3, 5-6d 405, p.d., Watul and Sons Ltd., 85-86, London Wall, E. C. 2. The European Review On mines and its productions, London, 1824-1826. The European Magazine 1825-26. London (Same = Monthly Magazine 1826-1845). 41


FRANCESAS Le Constitutionnel. Journal Politique et Littéraire. N° 1, janvier 1817. 1824/BNP/ Périodiques/Lc2 1034. L’Opinion. 1er Dec. 1825; 1er Janv. 1827, BNP/Périodiques/ 2.1408/ 1409. L’Observateur 1826-1828, BNP/Périodiques/2.29413. Annales des Finances 1822-1827, 5 vol. Journal de Commerce 24j, 1817; ler mai 1819, BNP/Périodiques/Lc 2.1055. 1/a N° 2 Dec. 1819; 9 mai 1827, BNP/Périodiques/ Lc. 2.1165. Journal des Mines 1854 Révue Universelle des Mines, Directeur Cuyper, 1857. Journal Commercial Industriel, Agricole et Maritime, juin 1820-août 1850, 48 vol. Le Producteur (sansimoniano) Journal Phylosophique de l’Industrie, des Sciences et des Beaux Arts, 1825-26, 5 vol. 8°/V/26653-7. Journal des Économistes (mensual) 15 Déc. 1841 (primer número), 1866 (último número), BNP/8° R. 667. 42


BIBLIOGRAFÍA GENERAL (LAS ENTRADAS CON ASTERISCO [*] SON FUENTES PRIMARIAS IMPRESAS)

* ABAD Y QUEIPO, Manuel, Estudios, México, Sept. 1947 (Biblioteca Enciclopédica Popular, 196). AFTALION, Albert, Monnaie et industrie, Paris, Recueil Sirey, 1929. * AGRICOLAE, Georgii, De re metallica, Basilea, in offina Frobeniana, per Hier Frobenium et Nic. Episcopium, mense Martio, anno Domini MDLXI. AGUILAR, Alonso, Dialéctica de la economía mexicana, México, Nuestro Tiempo, 1967. –––– Teoría y política del desarrollo latinoamericano, México, UNAM, 1967. –––– Desarrollo y desarrollismo, Buenos Aires, Moderna, 1963. AGUIRRE BELTRÁN, Gonzalo, La población negra de México, 1519 -1810, México, Fuente Cultural, 1946. AGULLA, Juan Carlos, Estructura y función, México, UNAM/IIS, 1962. * AJOFRIN, Fray Francisco de, Diario de viaje, 2 vol., México, Instituto Cultural Hispano-Mexicano, 1964. AKERMAN, O., Structures et cycles économiques, Paris, PUF, 1955. * ALAMÁN, Lucas, Historia de México, 5 vol., México, edición del autor, l849-52. [Otra edición: Ed. Jus, 1942; Obras completas, México, ed. Jus, 1949, 16 vol.] *–––– et al., Diccionario universal de historia y geografía, 7 vol., México, Tipografía de R. Rafael, 1853-56. ALCARAZ, Ramón et al., Apuntes para la historia de la guerra entre México y los Estados Unidos, México, Tipografía de M. Payno, 1848 (reeditado en México, Siglo XXI, 1970). 43


ALPEROVICH, M. S., Historia de la Independencia de México, México, Grijalbo, 1967. *

ALTAMIRANO, Ignacio M., Historia y política de México (1821-1882), México, Empresas Editoriales, 1958.

* ALTES, F., Traité comparatif des monnais, poids et mesures entre la France, l’Espagne et L’Angleterre, Marseille, Imprimerie Militaire de J. Barile et Boulouch, 1832. ALTHUSSER, Louis y E. BALIBAR, Para leer El capital, México, Siglo XXI, 1969. AMAYA TOPETE, José, Cholula, ciudad sagrada, Puebla (México), Centro de Estudios Históricos, 196l, ANÓNIMO, Lazarillo de Tormes (prólogo de G. Díaz Plaja), México, Porrúa, 1961. ANTÚNEZ ECHEGARAY, F., Monografía histórica y minera del Distrito de Guanajuato, México, Consejo de Recursos Naturales No Renovables, 1964 (Pub. N° 17-E). * ANTUÑANO, Esteban, Pensamientos para la regeneración industrial de México, México, Imprenta Gálvez, 1855. (Doc. para la historia industrial nacional, Banco de México, 1952). Appleton. Dictionary of Machines, 2 vol., New York, Appleton, 1852. ARGÜELLO, Vicente, Memoria sobre el valor de las monedas de Don Alfonso el Sabio, Madrid, Memoria de la Real Academia de Historia, 1880. ARGÜELLO ALTÚZAR, Gilberto, “Ensayo acerca de las precondiciones para la génesis del capitalismo en México”, 1972 (inédito). –––– “La acumulación originaria de capital en la Nueva España”, México, Historia y Sociedad, II época, N° 2, primavera de 1975. –––– En torno al poder y a la ideología dominantes en México, Puebla (México), UAP, 1978. 44


ARNAUD, P. et al., Rousseau et la philosophie politique, Paris, PUF, 1965 (Annales de philosophie politique, 5). ARNAULT, J., Historia del colonialismo, Buenos Aires, Futuro, 1960. *

ARRANGOIS, Francisco de Paula de, México desde 1808 hasta 1867, México, Porrúa, 1968.

ARRIAGA, Antonio, Jesús González Ortega: héroe de Calpulalpan y del Sitio de Puebla, México, s.p.i., 1962. ASHTON, M. S., La Revolución Industrial, México, FCE, 1950. BABBAGE, Charles, Traité sur I’économie des machines et des manufactures (traduit de l’anglais), Paris, Bachelier, 1833. –––– The Exposition of 1851 or Views of the Industry, 2nd ed., London, Murray, 1851. BAGEHOT, W., Lombard Street. El mercado monetario de Londres, México, FCE, 1968. BAGÚ, Sergio, Economía de la sociedad colonial: ensayo de historia comparada de América Latina, Buenos Aires, Ateneo, 1949. BAIROCH, Paul, Revolución industrial y subdesarrollo, México, Siglo XXI, 1967 (El mundo del hombre. Economía y demografía). BAJITOV, S. et al., El capitalismo actual y sociología burguesa, Bogotá, Sudamericana, 1966. BAKEWELL, P. J., Silver Mining and Society in Colonial México. Zacatecas 1546-1700, New York, Cambridge University Press, 1971. BALLESTEROS Y BERETA, A., Historia de España y de su influencia en la historia universal, t. VI, Barcelona, Salvat, 1932. BANFIELD, M. T. C., Organisation de l’industrie, Paris, Guillaumin, 1851. BARAN, P. A., La economía política del crecimiento, México, FCE, 1961. 45


BARAN, Paul A. y H. J. HOBSBAWM, “Las etapas del crecimiento económico”, México, El Trimestre Económico, N° 118, 1963. BARBUT, Marc y Pierre BOURDIEU, Problemas del estructuralismo, México, Siglo XXI, 1967. BARGALLÓ, Modesto, La minería y la metalurgia en la América española durante la época colonial, México, FCE, 1955. –––– El beneficio de amalgamación de patio: originalidad, paternidad y primeras modalidades en México, Sobretiro de Ciencia, XXV (5), México, 20 de julio de 1967. BARTRA, Roger, El modo de producción asiático, México, ERA, 1969. –––– “Modos de producción precapitalistas”, Historia y Sociedad, II época, N° 12, 1978. BAZANT, Jan, Cinco haciendas mexicanas (tres siglos de vida rural en San Luis Potosí, 1600-1910), México, El Colegio de México, 1975. –––– Historia de la deuda pública de México, de 1821 a 1940, México, El Colegio de México, 1969. –––– “Evolución de la industria textil poblana: 1554-l845”, Historia Mexicana, vol. XIII, N° 4, 1964. –––– “Industria algodonera poblana, 1840-1843, en números”, Historia Mexicana, vol. XIX N° 1 (53). BEDOUCHA, Janine et Annie DULAC, Le Mexique sous la domination espagnole. Féodalisme ou capitalisme, Université de Paris, Sorbonne VIII, 1970 (thèse). BENEYTO PÉREZ, Juan, Historia social de España y de Hispanoamérica, Madrid, Aguilar, 1961. –––– Del feudo a la economía nacional, Madrid, Aguilar, 1953. –––– España y el problema de Europa. Historia y política exterior, Madrid, Espasa-Calpe, 1950. –––– Historia de la administración española e hispanoamericana, Madrid, Aguilar, 1958. 46


BENEYTO PÉREZ, Juan, Historia de la administración española e hispanoamericana, Madrid, Aguilar, 1958. BERNAL, J. D., Ciencia e industria en el siglo XIX, Barcelona, M. Roca, 1973 (Novocurso, 35). –––– Historia social de la ciencia, México, UNAM, 1966. BERTHE, J. P., Production et productivité agricole au Mexique du XVme au XVIIIme siècles, Paris, Mouton, 1965. –––– “Xochimancas”, Jahrbuch für Geschichte von Staat, wirtschaft und gesellschaft Lateinamerikas, Band 3, 1963. * BEULLOCH, J., Le Mexique en 1823. Relation d´un voyage dans la Nouvelle Espagne, Paris, Alexis-Eymery, l824. BIRNIE, A., Economic History of Europe 1800-1914, London, 1944. [México, FCE, 1944.] * BLAKE, W. P., Notices of Mining Machinery in Use in the Pacific States and Territories, s.p.i. 1871. BLANCHE, Vidal de la, Géographie universelle, t. XIV, Paris, Armand Colin, 1928. BONNEFOUX et PARIS, Dictionnaire de marine à voiles et à vapeur, 2 vol., Paris, Arthur Bertrand, s.f. (vers 1860). BORAH, W., “New Spanish Century of Depression”, Iberoamericana, Berkeley, 1951, N° 51. BRADING, David A., Mineros y comerciantes en el México borbónico: 1763-1810, México, FCE, 1977. [Cambridge, 1971.] –––- “La minería mexicana en el siglo XVIII”, Historia Mexicana, vol. XVIII, N° 3, 1969. BRAUDEL, F., El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 2 vol., México, FCE, 1958. –––– Civilisation matérielle et capitalisme, XVme au XVIIIme siècles, 2 vol., Paris, PUF, 1962. BROOM OPHEMBACKER, J., Esbozo de historia universal, México, Grijalbo, 1967. 47


BULNES, F., Las grandes mentiras de nuestra historia. (La nación y el ejército en las guerras extranjeras), México, Ed. Nacional, 1973. CARANDE, Ramón, Carlos V y sus banqueros. La vida económica de España en una fase de su hegemonía: 1516-1556, 2 vol., Madrid, Revista de Occidente, 1943 (vol. I, 1943; vol. II, 1949). CALDERÓN, F. R., “La vida económica”, en Historia moderna de México. La República restaurada, México, Hermes, 1955. * CALDERÓN DE LA BARCA, Marquesa de, La vida en México, México, Porrúa, 1966. CALDERÓN QUIJANO, J. A., El Banco de San Carlos y las comunidades de indios de Nueva España, Sevilla, Banco de España, 1963. CÁMARA DE DIPUTADOS, Los presidentes de México ante la Nación. Informes: 1821-1966, México, Cámara de diputados, 1966. CAMERON, Rondo, France and the Economic Development of Europe, 1800-1914. Conquests of Peace and Seeds of War, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1961. –––– Banking and Economic Development. Some Lessons of History, New York, Oxford University Press, 1972. –––– Banking in the Early Stage of Industrialization. Study in Comparative Economic History, New York, Oxford University Press, I967. CARR, Raymond, Spain, 1808-1839. Oxford History of Modern Europe, Oxford, UK, Oxford Clarendon Press, 1966. CARRERA PUJAL, J., Historia de la economía española, 5 vol., Barcelona, Bosch, 1943-47. CASTRO, Américo, Los españoles.Cómo llegaron a serlo, Madrid, Taurus, 1965. –––– La realidad histórica de España, México, Porrúa, 1954 (Biblioteca Porrúa, 4). 48


*

CASASÚS, Joaquín, La cuestión de la plata en México, México, Tip. Of. Imp. Libre, Palacio Nacional, 1896.

CASTRO MADRIGAL, G., Laboreo de minas, Madrid, s.p.i., 1870. * CAUS, Isaac de, Nouvelle invention de lever l’eau plus haut que sa source avec quelques machines mouvantes par le moyen de l’eau et discours de la conduite d’y celle, par... London, s.p.i., 1644. * CERVANTES, Enrique, Nómina de loceros poblanos durante el periodo virreynal, México, s.p.i., 1933. CHABERT, Alexandre, Structure économique et théorie monétaire. Essai sur le comportement monétaire dans les pays sous-dévéloppés, Paris, Armand Colin, 1956. CHAUNU, Huguette et Pierre CHAUNU, Seville et l’Atlantique, 1504-1650, 8 vol., Paris, Armand Colin, 1954-59 (EPHE, Centre de recherches Historiques. Ports, routes, trafics, 6). CHAUNU, Pierre, L’Amérique et les Amériques, Paris, Armand Colin, 1964. –––– Histoire de l’Amérique latine, Paris, PUF, 1949. * CHAVERO, Alfredo, México a través de los siglos. T. I. Historia antigua de la Conquista, escrita por el licenciado... (RIVA PALACIO, Vicente, dir.),15ª ed. facsimilar, México, Editorial Cumbre, 1953. CHÁVEZ OROZCO, L., Historia de México, México, Botas, 1938. –––– Las instituciones democráticas de los indígenas mexicanos, México, Instituto Indigenista Interamericano, 1943. *–––– Documentos para la historia económica de México, México, Talleres Gráficos de la Nación, 1936. *–––– Colección de documentos para la historia del comercio exterior de México, t. II, México, publicaciones del Banco Nacional de Comercio Exterior, 1959. “Controversia que suscitó”... (trabajos de: López Cancelada; J. M. Quiroz: 1. memoria... l8l4; 2. memoria... 1817; 3. memoria... 1821; 4. Florencio Pérez). CHESNEAUX, Jean et al., El modo de producción asiático, México, Grijalbo, 1969. 49


CHEVALIER, François, La formation des grandes domaines au Mexique. Terre et société aux XVIme-XVIIIme siècles, Paris, Institut d’ethnologie, 1952. CHEVALIER, Michel, Le Méxique ancien et moderne, Paris, Librairie de L. Hachette, 1863. CHILDE, Gordon, De la prehistoire à l’histoire, Paris, Gallimard, 1961. –––– Reconstruyendo el pasado, México, UNAM, 1958. CLAPHAM, Sir John, The Bank of England, New York, The McMillan Press, 1945. COATSWORTH, J. H., El impacto económico de los ferrocarriles en el porfiriato: crecimiento contra desarrollo, México, SepSetentas, 1976. COLE, G. D. H., Introducción a la historia económica, 1750-1950, México, FCE, 1957. COLEGIO DE ABOGADOS DE MÉXICO, El Constituyente de 1856 y el pensamiento liberal mexicano, México, Porrúa, 1960. * CONSUEGRA, F., Manual de labores y beneficio de metales, Madrid, 1880. CORDERO Y TORRES, Enrique, Diccionario general de Puebla, t. II, Puebla (México), Centro de Estudios Históricos de Puebla, 1958. CORTÉS, Hernán, Cartas de relación, México, Porrúa, 1961. COSTELOE, Michel, Church Wealth in Mexico. A study of the “Juzgado de Capellanías” Archobichopric of México 18001856, London, Cambridge University Press, 1967. *

COTTE, L., Dictionnaire portatif des mécaniques, Paris, Dentu, 1807.

CRESPO Y M., Gilberto, “La evolución minera”, en SIERRA, Justo, México y su evolución social, t. I., México, Ch. Bouret, 1901. 50


CROCE, Benedetto, La historia como hazaña de la libertad, México, FCE, 1960. CRUSSARD, L., Exploitation des mines, Paris, Octave Doin et Fils, 1911. CUE CÁNOVAS, Agustín, Historia social y económica de México, 1521-1854, México, F. Trillas, 1967. –––– La industria en México, 1521-1845, México, Centenario, 1959. DAHLERUS, C. G., Exposé de l’industrie minière et métallurgique de la Suède, Stockholm, Imp. Royale, 1905. DAHLGREN, Charles B., Minas históricas de la República Mexicana. Revista de las minas descubiertas en los tres últimos siglos, escrita con datos tomados de las obras de Humboldt, Ward, Burkart, Egloffstein, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887. DANILEVSKI, V., Historia de la técnica, siglos XVIII y XIX, Buenos Aires, Lautaro, 1947. DAY, Clive, Historia del comercio, México, FCE, 1941, 2 vol., t. II. DEANE, Phyllis, La primera revolución industrial, Barcelona, Península, 1968. * DELIUS, Cristophe-François, Traité sur la science de l’exploitation des mines par théorie et pratique avec un discours sur les principes des finances. Fait par l’Académie impériale et royale de Schemintz par... Conseiller comisaire de la Cour de Sa Majesté Imperiale, Royale, Apostolique et Romaine, à sa chambre de monnais et mines. Traduit en français par M. Schereiber, dedié à l’Emperatrice Reine, et imprimé à Vienne aux frais de S. M. I. et R., et imprimé en France par l’ordre du Roi et aux frais de Sa Majesté, 2 vol. À Paris, Imprimerie de Philippe-Denys Pierres, Imprimeur du Gran Conseil du Roi et du Collège Royal de France, rue St. Jacques, MDCCLXXVIII. DÍAZ RAMÍREZ, Manuel, Apuntes sobre el movimiento obrero y campesino de México, México, Ediciones de Cultura Popular, 1974. DÍAZ Y DÍAZ, Fernando, Santa Ana y Juan Álvarez frente a frente, México, SepSetentas, 1972. 51


* DIDEROT, D., Encyclopédie, Paris, Imprimerie Royale, 1756. DIVERS, Album des machines-outils, Le Havre, Ed. Le Fournier et Marechal, 1867. DOBB, M., Studies in the development of capitalism, London, Routledge and Kegan, 1975. –––– Capitalismo, crecimiento económico y subdesarrollo, Barcelona, Oikos, 1967. DOBB, M. et al., La transición del feudalismo al capitalismo, Madrid, Ciencia Nueva, 1967. DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., Política y hacienda de Felipe IV, Madrid, Ed. Derecho Financiero, 1960. DOS SANTOS, T., “Capitalismo colonial según A. G. Frank”, Monthly Review, año V, N° 56, Nov. 1968 (ed. esp.). DUFRENOY, P. A., Voyages métalliques en Angleterre, Paris, Bachelier, 1837-39, 2 vol. DUPONT-FERRIER, G. et al., El comienzo de las monarquías modernas de Occidente, México, Uteha, 1956 (La evolución de la humanidad, 62). DUSEMBERRY, W., The Mexican Mesta. The Administration in Ranching in Colonial Mexico, Chicago, University of Illinois Press, 1963. DUVAL, C., Le mercure, Paris, PUF, 1968. DYNNICK, M. A., Historia de la filosofía, t. IV, México, Grijalbo, 1960. EFIMOV, A. V. et al., Historia moderna, México, Grijalbo, 1964. * ELHUYAR, Fausto de, Indagaciones sobre la amonedación de la Nueva España, Madrid, Imprenta de la Calle de Greda, 18l8. –––– La influencia de la minería en la Nueva España, México, Consejo de Recursos Naturales No Renovables, 1969. 52


ELLSWORTH, J., Comercio internacional, México, FCE, 1948. ENGELS, F., Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Del socialismo utópico al socialismo científico. Antidühring, Escritos militares, Correspondencia. * FAULHABER, Johann, Geheime kunstammer, darinen hundert aller hand kriegs strategemata, auch andere uner horte secreta und machinae mirabiles zusehen, Ulm, Saurn, 1628. FERNÁNDEZ DE LIZARDI, José Joaquín, El Periquillo Sarniento, 3 vol., México, Porrúa, 1949 (Escritores mexicanos, 56-58). * –––– Chamorro y Dominguín; diálogo joco-serio sobre la independencia de América, México, 1o de marzo de 1821. FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Manuel, Colección de los viajes y descubrimientos, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1954. FERNÁNDEZ DE RECAS, E., Mayorazgos de la Nueva España, México, UNAM, 1962. FEVRE, Lucien, Martín Lutero, México, FCE, 1960. FLORES CABALLERO, R., La contrarrevolución en la independencia. Los españoles en la vida política, social y económica de México 1804 -1848, México, El Colegio de México, 1969. FLORESCANO, Enrique, Precios del maíz y crisis agrícolas en México (1708-1810), México, El Colegio de México, 1969. –––– Estructura y problemas agrarios de México, México, SepSetentas, 1972. –––– Agricultura e industria textil en Veracruz, siglo XIX. Fuentes para la historia económica y social de Veracruz, México, Universidad Veracruzana, s.f. 53


FLORESCANO, Enrique, “El problema agrario en los últimos años del virreynato”, Historia Mexicana, vol. XX, N° 4 (8), 1971. FLORESCANO, Enrique (coord.), Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina, México, Siglo XXICLACSO, 1975. ––––- e Isabel Gil (comp.), Descripciones económicas generales de Nueva España, 1784-1817, México, INAH, 1973. FONSECA, Fabián de y Carlos de URRUTIA, Historia general de la Real Hacienda, Imp. de Vicente García Torres, México, l845-50, t. I. *

FONTAINE, H., Description des machines les plus remarquables et les plus nouvelles à l’exposition de Vienne en 1873, Paris, Atlas, 1874. FONTANA, Lázaro, La quiebra de la monarquía absoluta, Barcelona, Ariel, 1972. FORBES, R. J., Studies in Ancient Technology, Leiden, Brill, 1965, t. II. [En español: Historia de la técnica, México, FCE, 1958.] FOURASTIÉ, Jean, La productivité, Paris, PUF, 1962. FRANK, André G., Desarrollo del subdesarrollo, México, ENAH-Comité de lucha, 1969. –––– Capitalism and Underdevelopment in Latin America, Monthly Review Press, New York-London, 1967. –––– Lumpenburguesía: lumpendesarrollo, México, ERA, 1967. FURTADO, Celso, Desarrollo y subdesarrollo, Buenos Aires, Eudeba, 1965. * GALLARDO FERNÁNDEZ, F., Orígenes, progresos y estado de las rentas de la Corona de España; su gobierno y administración, Madrid, 1805-1808, 7 vol. GALLOWAY, R. L., A History of Coal Mining in Great Britain, London, Newton Abbot, 1969. 54


GARAUDY, Roger, Dialéctica y estructuralismo, Buenos Aires, Orbelius, 1969. * GARCÉS Y EGUÍA, Joseph, Nueva teórica práctica del beneficio de los metales de oro y plata por fundición y amalgamación, México, M. de Zúñiga y Ontiveros, l802, GARCÍA, Genaro, Carácter de la conquista española en América y en México, según los textos de los historiadores primitivos, México, Sría. de Fomento, 1901. GARCÍA CANTU, Gastón, Las invasiones norteamericanas a México, México, ERA, 1971. –––– El socialismo en México, siglo XIX, México, ERA, 1969, * GARCÍA CUBAS, A., Diccionario geográfico, histórico y biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, México, Imp. Murguía, 1888-91, 5 vol. *–––– El libro de mis recuerdos, México, ed. del autor, 1876. GARCÍA MARTÍNEZ, Bernardo, “El sistema monetario de los últimos años del periodo novohispano”, Historia Mexicana, vol. VIII, N° 3, 1968. * Gédéon. Galerie profonde de Gédéon, minière très importante du district de mines de Marienberg, Saxe, s.p.i., 1787. GERHARD, Peter, México en 1742, México, Porrúa, 1962. GIBSON, Charles, Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810, México, Siglo XXI, 1967. GILLE, B., “Les problèmes de la technique minière au Moyen Âge”, Revue Historique des Mines, Paris, N° 92, t. I., 1969. GIMPEL, Jean, La Révolution industrielle du Moyen Âge, Paris, Points Histoire, 1975 (Livre de poche). GODELIER, M., El modo de producción asiático, Barcelona, Martínez Roca, 1969. 55


GONZÁLEZ, Fernando et al., La industria minera de México, México, Secretaría de Fomento, 1911. GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo, Estudio de la técnica social, México, UNAM, 1958. –––– El misoneísmo y la modernidad cristiana en el siglo XVIII, México, El Colegio de México, 1959. –––– La democracia en México, México, ERA, 1969. GONZÁLEZ NAVARRO, Moisés, “La revolución industrial en México”, Historia Mexicana, vol. IX, N° 4 (36). GONZÁLEZ ORTEGA, José, El golpe de estado de Juárez, México, ed. del autor, 1941. GONZÁLEZ REYNA, Jenaro, Minería y riqueza minera de México, México, Gráfica Panamericana, 1944. –––– Riqueza minera y yacimientos minerales de México, 3a ed., México, Banco de México/Departamento de Investigaciones Industriales, 1956. GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ, Luis, El optimismo nacionalista como factor de la Independencia de México, México, El Colegio de México, 1948. –––– La economía mexicana en la época de Juárez, México, SepSetentas, 1976. GORSKI, I., Lógica, México, Grijalbo, 1968. GORTARI, Eli de, Ciencia y conciencia en México (1777-1883), México, SepSetentas, 1973. –––– La ciencia en la historia de México, México, FCE, 1963. GORTARI, Hira de y Guillermo PALACIOS, “El Comercio novohispano a través de Veracruz. 1802-1810”, Historia Mexicana, vol. XVII, N° 3 (67). GRAMSCI, Antonio, Notas sobre Maquiavelo y el Estado moderno, Buenos Aires, Lautaro, 1965. 56


GRESHAM, Chapman J., La construcción del ferrocarril mexicano (1837-1880), México, SepSetentas, 1975. GROTTE, Alberto, Adelantos de la minería en México durante el siglo del centenario de la Independencia, México, Tip. Vda. de F. Díaz de León, 1911. *–––– La industria minera de México. Estados de Hidalgo y México, México, Sría. de Fomento, 1912. *–––– La industria minera de México. Estado de Michoacán, México, Sría. de Fomento, 1912. HALE, Charles, Mexican Liberalism in the Age of Mora: 1821 -1853, New Haven, CT, Yale University Press, 1968. * HAMILTON, E. J., American Treasure and the Price Revolution in Spain, 1501-1650, Cambridge, MA, Harvard University Press, 1934. –––– “The Foundation of the Bank of Spain”, Journal of Political Economy, t. LIV, No. 1 y 2, 1946. –––– War and Prices in Spain, 1751-1800, Cambridge, MA, Harvard University Press, 1947. –––– “War and Inflation in Spain: 1700-1800”, Quarterly Journal of Economics, LIX, Nov., 1944. HAMMET, Brian, Politics and Trade in Southern Mexico: 1750-1821, Cambridge, UK, Cambridge University Press, 1971. HANNA, Alfred J. y Kathryn A. HANNA, Napoleón III y México, México, FCE, 1973 (Sección de obras de historia). HEGEL, W. F., Ciencia de la lógica, Buenos Aires, Hachette-Solar, 1970. –––– Philosophie du droit, Paris, Gallimard, 1968. –––– Filosofía de la historia, Barcelona, Zeus, 1970. HELLER, H., Teoría del Estado, México, FCE, 1961. 57


HERNÁNDEZ, Octavio et al., La República Federal Mexicana, México, Cámara de Dipu­tados, D. D. F., 1972, 7 vol. HERNÁNDEZ SANCHEZ-BARBA, M., Historia universal de América, Madrid, Guadarrama, 1963, 2 vol. t. II. HERR, Richard, The Eighteen Century Revolution in Spain, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1958. HOBSBAWM, E. J., Las revoluciones burguesas. Europa: 1789 -1848, Madrid, Guadarrama, 1964. –––– Les bandits, Paris, Maspero, 1974. HORTON, S. Dana, The Silver Pound, London, McMillan, 1887. HOSELITS, B. F., Aspectos sociológicos del desarrollo económico, Barcelona. Ed. Hispano-Europea, 1962. HUARD, J., “Les planches de l’Encyclopédie et celles de la description des arts et métiers de la Académie des Sciences”, en DELORME, S. y R. TATON, L´Encyclopédie et le progrès des sciences et des techniques, Paris, PUF, 1952. * HUMBOLDT, Alexander von, Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España (ed. y comp. J. A. Ortega y Medina), México, Porrúa, 1966 (Sepan cuantos, 39). *–––– Tablas geográficas políticas del Reyno de Nueva España y correspondencia mexicana. Edición de Homenaje 1769-1969, Wionczeck, Miguel S. y Florescano, Enrique. (ed.), Loyo, G. (present.), México, Dir. Gral. de Estadística, 1970. –––– y A. BONPLAND, Personal Narrative of Travel to the Equinoctial Regions of America During the Years 1799-1804, London, Longmans, 1870, 3 vol. HÜTTER, Jean Paul, La question de la monnaie d’argent aux États-Unis dès origines à 1900, Thèse principale pour le Doctorat des Lettres, Paris, Les Éditions des presses modernes, 1938. ITURRIBARRÍA, J. F., “Una marquesa nos divisa”, Historia Mexicana, vol. VIII, N° 2. 58


IZQUIERDO, José Joaquín, La primera casa de la ciencia en México: el Real Seminario de Minería (1792-1811), México, Ed. Ciencias, 1958. JACOB, William, On Historical Inquiry Into the Production and Consumption of the Precious Metals, London, John Murray, 1831, 2 vol. JANACEK, J., La reforma protestante, Buenos Aires, Cartago, 1966. JARA, Álvaro, Plata y pulque en el siglo XVIII mexicano, Cambridge, UK, University of Cambridge/Centre of Latin American Studies, 1973 (Series Working Papers, 9). JEVONS, W. Stanley, Investigations in Currency and Finance, London, McMillan and Co., 1884. * JUGLAR, Clément, Enquêtes parlementaires anglaises sur les questions de Banque, de circulation monétaire et de crédit. (Enquêtes de 1810, 18l8, 1819, 1841. Bullion report, intérêt de l’argent, paiements en espèces), Paris, Furne et Cie. Guillaumin, 1865. –––– La baisse et la hausse de l’argent, Paris, Imprimerie céntrale des Chemins de Fer, A. Chaix et Cie., 1877. KARATAEV, Nikolai Konstantinovich, Historia de las doctrinas económicas, México, Grijalbo, 1966, 2 vol. KAMEN, H., La Inquisición española, México, Grijalbo, 1967. KAUTSKY, Karl, La cuestión agraria, México, Ediciones de Cultura Popular, 1974. KEREMITSIS, Dawn, La industria textil mexicana en el siglo XIX, México, SepSetentas, 1973. KIRKLAND, Edward, Historia económica de los Estados Unidos, México, FCE, 1947. KLEIN, Julius, The Mesta. A Study in Spanish Economic History, 1273-1836, Cambridge, MA, Harvard University Press, 1920. KOCK, M. H. de, Banca Central (apéndice sobre el banco de México), Méxi­co, FCE, 1955. 59


* KONDRATIEFF, N., “Grandes ciclos de la vida económica”, en Varios, Teo­ría del ciclo económico, México, FCE, 1950. KOSIK, Karel, Dialéctica de lo concreto, México, Grijalbo, 1967. KOSSOK, Manfred, Historia de la Santa Alianza y la emancipación de América Latina, Buenos Aires, Ed. Silbana, 1968. KULA, Witold, Teoría económica del sistema feudal, Buenos Aires, Siglo XXI, 1974. LAMBERT, René, L’Espagne (1750-1936), Paris, Ed. Ouvrières, s.f. LANDIN, H., Dictionnaire de minéralogie, géologie et métallurgie, Paris, Firmin Didot et Frères, 1856. LANGE, Oskar, Economía política, México, FCE, 1966. t. I. –––– La economía en las sociedades modernas, México, Grijalbo, 1966. LASKI, H., El liberalismo europeo, México, FCE, 1961. LAV1SSE, E. et A. RAMBAUD, Histoire générale du IVme siècle à nos jours. t. X: Les monarchies constitutionnelles, 1815, 1847, Paris, Armand Colin, 1898, LAVRIN, Asunción, “La riqueza de los conventos de monjas en Nueva España. Estructura y evolución durante el s. XVIII”, Cahiers de l’Amérique latine, N° 8, 1973, pp. 118-122 * LE BLANC, N. L., Récueil des machines, instruments et appareils qui servent à l’économie rurale et industrielle, publié par... Professeur, Conservateur des collections du Conservatoire Impériale des Arts et Métiers, Paris, s. f. (vers 1820). LE ROY LADURIE, Emmanuel, Histoire du climat depuis l’an mil, Paris, Flammarion, 1967. LEFÈBVRE, Henri et al., Estructuralismo y marxismo, México, Grijalbo, 1970. 60


LENIN, ¿Quiénes son los amigos del pueblo y cómo luchan contra la social-democracia? El desarrollo del capitalismo en Rusia. Observación sobre el problema de la teoría de los mercados. El Estado y la revolución. Cuadernos filosóficos. Materialismo y empiriocriticismo. * LERDO DE TEJADA, M., Comercio exterior de México desde la conquista hasta hoy (1853), México, Imp. R. Rafael, 1853 (la edición), Banco Nacional de Comercio Exterior, 1967. LESOURD, Jean, Histoire économique du XlXme et XXme siècles, Paris, Armand Colin, 1963, 2 vol. LEVASSEUR, Émile, La question de l’or, les mines de Californie et d’Australie, les anciennes mines d’or et d’argent, Paris, Guillaumin, 1858. –––– Coup d’oeil sur les forces productives de l’Amérique du Sud. Conférence, 19 sept. 1882, Bordeaux, Grounouilhou, 1886. LEVAT, David, Mines, prospection et exploitation, préparation mécanique, Paris, Pinat, 1913. LÉVI-STRAUSS, Claude, El pensamiento salvaje, Trad. de Francisco González Aramburo, México, FCE, 1964 (Breviarios, 173). LILLEY, S., Hombres, máquinas e historia, 2a ed., Madrid, Artiach, 1973. LIRA GONZÁLEZ, Andrés, “Sobre M. N. Farris: Crown and Clergy in Colonial Mexico: 1579-1821. The Crisis of Ecclesiastical Privilege”, Historia Mexicana, vol. XVIII, N° 3 (71). LÓPEZ APARICIO, Alfonso, El movimiento obrero en México, México, Jus, 1952. LÓPEZ-AUSTIN, Alfredo, La Constitución Real de los aztecas, México, UNAM, IIH, 1961. 61


LÓPEZ-AUSTIN, Alfredo, Hombre Dios, México, UNAM, IIH, 1976. LÓPEZ CÁMARA, F., La estructura económica y social de México en la época de la Reforma , México, Siglo XXI, 1967. –––– Génesis de la conciencia liberal, México, UNAM, 1964. LÓPEZ GALLO, Manuel, Economía y política en la historia de México, México, El Caballito, 1972. LÓPEZ MIRAMONTES, Álvaro, “El establecimiento del Real de Bolaños”, Historia Mexicana, vol. XXIII, N° 3, 1974. LÓPEZ ROSADO, Diego, Curso de historia económica de México, México, UNAM, 1972. –––– Historia económica de México, México UNAM, IIE, 1979, 7 vol. –––– Historia del peso mexicano, México, FCE, 1975. –––– Historia y pensamiento económico de México, 6 vol., México, UNAM/IIEc, 1968. LÖWIT, Karl, El sentido de la historia, Madrid, Aguilar, 1958. LOZADA ALDAMA, Ramón, Dialéctica del subdesarrollo, México, Grijalbo, 1969. LUKACS, Georg, El asalto a la razón, México, FCE, 1959. –––– La novela histórica, México, Grijalbo, 1976. LUPORINI, Cesare, Dialéctica marxista e historicismo, Córdoba (Argentina), Pasado y Presente, 1969. LURAGHI, Raimondo, Histoire du colonialisme. Dès grandes découvertes aux mouvements d’indépendence, Paris, Verviers Gérard et Cie., 1967. LUXEMBURGO, Rosa, La acumulación de capital, México, Grijalbo, 1969. 62


MADARIAGA, César, La industria minera, Madrid, Calpe, 1925 (Libros de invenciones e industrias). MALTHUS, R., Political Economy, London, Longmans, 1820. –––– Principios de economía política, México, FCE, 1946. MANERO, Antonio, El Banco de México, New York, s.p.i., 1926. –––– La revolución bancaria en México, México, ed. del Autor, 1926. * MANERO, Vicente, Noticias históricas sobre el comercio exterior de México desde la Conquista hasta el año de 1878, México, s.p.i., 1879. MANHEIM, K., Ideología y utopía, México, FCE, 1941. * MANTOUX, P., La Révolution industrielle en Angleterre au XVIIIme siècle: essai sur les commencements de la grande industrie moderne en Angleterre, Paris, Société Nouvelle de Librairie et d´edition (G. Bellais), 1906. MAQUIAVELO, N., Obras completas, Buenos Aires, Eudeba, 1960. MARAVALL, José Antonio, Carlos V y el pensamiento político del Renacimiento, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1960. MARIÁTEGUI, José Carlos, 7 ensayos de interpretación sobre la realidad peruana, Lima, Amauta, 1968. MARMOLEJO, Lucio, Efemérides guanajuatenses o datos para formar la historia de la ciudad de Guanajuato/Obra escrita con presencia de los más auténticos e interesantes documentos por Lucio Marmolejo, 5 vol., Guanajuato, Imprenta, librería y papelería de Francisco Díaz, 1907. MARTIN, Alfred von, Sociología del Renacimiento, México, FCE, 1946. MARTIN, Percy F., Mexico’s Treasure House: Guanajuato, New York, Chetterharn Press, 1916. 63


MARX, Karl, El capital, México, FCE, 1966 (4a. ed.), 3 vol. –––– Crítica a la filosofía del derecho de Hegel, México, Grijalbo, 1971. –––– Los manuscritos económico-filosóficos de 1844, México, FCE, 1962. –––– El capital, capítulo VI, Buenos Aires, Signos, 1971. –––– Contribución a la crítica de la economía política, La Habana, Ed. Política, 1963. –––– Trabajo asalariado y capital, Moscú, Progreso, c1977. –––– Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Borrador, 1857-1858), trad. por José Arico, Miguel Murmis y Pedro Scaron, México, Siglo XXI, 1971 –––– Historia crítica de la teoría de la plusvalía, La Habana, Venceremos, 1965, 2 vol. –––– La revolución española, Moscú, Edics. en Lenguas Extranjeras, 1964. –––– Escritos sobre la guerra norteamericana de secesión.[sólo está un registro con esto: La guerra civil en los Estados Unidos / Carlos Marx, F. Engels, tr. del francés de Paulino García Moya, México, Roca, 1973]. –––– “Sobre la crisis de 1848”, Historia y Sociedad, México, 1978, II época. –––– Correspondence, Paris, Éditions Sociales, 1976 MATEU Y LLOPIS, F., La moneda española; breve historia monetaria de España, Barcelona, Edit. Alberto Martín,1946. MAURO, F., “Agricultura colonial”, Historia Mexicana, vol. X, N° 1 (37), 1961. McCULLOCH, J. R., A Dictionary Practical Theorical and Historical of Commerce and commercial Navigation. (Latest Edition with a Supplement... The Most Recent Information by A. J. Wilson), London, Longmans, 1882. 64


McCULLOCH, J. R., The Theory of Money with Considerations on the Bank of England, London, Longmans, 1811. McMASTER, J., “Aventuras asiáticas del peso mexicano”, Historia Mexicana, N° 31, México, 1959. MEEK, W. T., The Exchange Media of Colonial Mexico, New York, King’s Crown Press, 1948. Memorias relativas a la explotación de las minas de Guanajuato, México, 1866 MERTENS, J. E., La naissance et le dévéloppement de l’étalon-or 1692-1922.Les faits et les théories. Essai de synthèse économique et sociologique, Louvain, Université de Louvain, Institut de Recherches économiques, Ed. Warny, 1944. MERTON, R. K., Teoría y estructura sociales, México, FCE, 1960. México en las Cortes de Cádiz, México, Empresas Editoriales, 1949. MIRANDA, José, La función económica del encomendero en los orígenes del régimen colonial (Nueva España 15211531), México, Talleres Gráficos de la Nación, 1947. –––– Las ideas y las instituciones políticas mexicanas, México, UNAM, 1952. –––– El tributo indígena en la Nueva España en el siglo XVI, México, El Colegio de México, 1952. –––– y Silvio ZAVALA, Instituciones indígenas en la Colonia, México, 1953.1 * MORA, José María Luis, E1 clero, el estado y la economía nacional, México, Empresas Editoriales, 1950. *–––– México y sus revoluciones, Prólogo y edición de Agustín Yáñez, México, Porrúa, 1950. MORGAN, Lewis, La sociedad primitiva, México, Ed. Allende, 1977. MONTEMAYOR, Felipe, La población de Veracruz, México, Gobierno del Estado de Veracruz, 1956. 1

No pudimos hallar la referencia completa del libro, pero éste sí existió porque hallamos una edición de la SEP y del INI de 1981: N. de E. 65


MUN, Thomas, La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior, introd. J. Silva Herzog, México, FCE, 1954. [ed. original: London, 1621.] MUNFORD, Lewis, Technique et civilisation, Paris, Seuil, 1950. –––– La cultura de las ciudades, Buenos Aires, Emecé, 1957. NADAL, Oller, “La revolución de los precios españoles en el siglo XVI”, Hispania, t. XIX, N° LXXVII, Madrid, 1959. * NEBEL, C., Voyage au Mexique, Paris, Moench, 1836. NOËL, F. J. M. et CARPENTIER, Nouveau dictionnaire des origines, inventions et découvertes dans les arts, sciences, géographie, l’agriculture, le commerce, Paris, Janet et Cotelle, 1833-34, 4 vol. O’BRIEN, Robert, Les machines, Paris, Robert Laffont, 1970. O’GORMAN, E., Historia de las divisiones territoriales de México, México, Porrúa, 1948. OCAMPO, Melchor, La religión, la Iglesia y el clero, México, Empresas Editoriales, 1948 (El liberalismo mexicano en pensamiento y en acción, 6). OLAGUIBEL Y ARISTA, C., El proteccionismo en México, México, Santiago Sierra tipógrafo, 1877. OLMEDA, Mauro, Sociedades precapitalistas, t. I: “Introducción a las sociedades preclasistas”, México, ed. del autor, 1964. OROZCO, Rafael, La industria minera de México. Distrito de Guanajuato, México, SEP, Tall. Gráf., 1921. OROZCO Y BERRA, M., Diccionario universal de historia y de geografía, México, Imp. Andrade, 1853, 7 vol. *–––– “Informe sobre la acuñación en las casas de moneda de la República Mexicana”, Anexo a la Memoria de la Secretaría de Fomento, México, 1857. 66


ORTEGA Y MEDINA, Juan, “México a raíz de la Independencia”, Historia Mexicana, vol. X, N° 4 (40). * ORTIZ, Simón Tadeo, México considerado como nación independiente y libre, 2 vol., Guadalajara, México, ITG, 1952. * OTERO, Mariano, Ensayo sobre el verdadero estado de la cuestión social y política que se agita en la República Mexicana, Guadalajara, México, ITG, 1952. OTS CAPDEQUI, J. M., El Estado español en las Indias, México, El Colegio de México, 1941. PALACIO ATARD, Vicente, Derrota, agotamiento y decadencia en la España del siglo XVII, Madrid, Ediciones Rial, 1949 (Biblioteca del pensamiento actual, 3). PARCERO, María de la Luz, Lorenzo de Zavala, México, INAH, 1969. PARIAS, Louis-Henri, Historia general del trabajo, México, Grijalbo, 1965, 5 vol. PARRY, J. H., El imperio español de ultramar, Madrid, Aguilar, 1970. –––– Europa y la expansión del mundo, México, FCE, 1952. * PAYNO, Manuel, La reforma social en España y México, México, UNAM, 1958. * –––– Los bandidos de Río Frío, México, UNAM, 1959. –––– El fistol del Diablo. Novela de costumbres mexicanas, México, Porrúa, 1967. PEILLART, Leonce, La vie quotidienne à Londres au temps de Nelson et de Wellington, 1774-1852, Paris, Hachette, 1968. PENOT, J., Le rôle de la Marine Royale dans l’établissement des relations franco-mexicaines, Lille, Université de Lille III, Éditions Universitaires, 1973. 67


PEREYRA, Carlos, Hernán Cortés, México, Espasa-Calpe, 1959. * PETITCOLIN et CHAUMONT, Machines et appareils, Paris, s. p. i., 1817. PETTY, W., Les oeuvres économiques, Paris, Giard et Brière, 1905, 2 vol. PIGOU, A. C., Industrial Fluctuations, London, McMillan, 1927. PIRENNE, Henri, Historia económica y social de la Edad Media, México, FCE, 1961. PLETCHER, David, Rails, Mines and Progress: Seven American Promoters in México, 1867-1911, New York, Ithaca, 1958. * POINSETT, J. R., Notes on Mexico Made in Autumn of 1822, London, John Miller, 1825. POLIANSKI, F., Historia económica de los países capitalistas, México, Grijalbo, 1965. POTAIL, Félix, L’éveil des nationalités et le mouvement liberal: 1815-48, Paris, PUF, 1960. POTASH, Robert K., El banco de Avío de México, 1821-46, México, FCE, 1959. POZAS ARCINIEGAS, R., Los indios en las clases sociales de México, México, Siglo XXI, 1971. PRIETO, Carlos, La minería en el mundo nuevo, Madrid, Revista de Occidente, 1969. * PRIETO, Guillermo, Memorias de mis tiempos, 1828-1860, México, Patria, 1969. PUIGRÓS, Rodolfo, La España que conquistó el Nuevo Mundo, Buenos Aires, Siglo XX, 1965. QUESNAY, François, Tableau économique des physiocrates, Paris, Calmann-Levy, 1969. QUINTANA, Miguel, Esteban de Antuñano, fundador de la industria textil en Puebla, México, Talleres Gráficos de Impresión de Estampillas, 1957, 2 vol. 68


* QUIROZ, José María, “Memorias de Instituto en que se manifiesta que ni la España ha adquirido con las posesionesde la América las grandes ventajas”... La Habana, 1812.2 –––– “Memoria de Instituto en que manifiesta que el comercio marítimo ha llamado siempre la atención de todas las naciones”, La Habana, 1814. –––– “Memoria de Estatuto. Idea de la riqueza que daban a la masa circulante en la Nueva España, sus naturales producciones en los años de tranquilidad y su abatimiento en las presentes conmociones”, Impreso en Veracruz, año de 1817. RANKE, Leopold von, Pueblos y estados en la historia moderna, México, FCE, 1948. –––– La monarquía española de los siglos XVI y XVII, México, Ed. Leyenda, 1946. * RAMÍREZ, Ignacio, Obras sueltas, México, SEP, 1944 (Biblioteca Enciclopédica Popular, 11). * RAMÍREZ, Santiago, Noticia histórica de la riqueza minera de México, México, Imprenta del Gobierno Federal, 1890. RAMÍREZ GÓMEZ, Ramón, Teoría marxista de la moneda, México, UNAM, 1972. REAL DÍAZ, José Joaquín, Las ferias de Jalapa, Sevilla, Esc. de Estudios Hispanoamericanos, 1959. REYES HEROLES, Jesús, “El caso Antuñano”, Historia Mexicana, vol. XI, N° 2 (42). –––– El liberalismo mexicano, México, Fac. de Derecho-UNAM, 1964, 3 vol. REYNOLDS, Clark, The Mexican Economy, New Haven, 1970. [En español: Estructura y Crecimiento de la economía mexicana en el siglo XX, FCE, 1974.] 2 Los textos de este autor se hallan, al parecer, en el libro de Luis Chávez Orozco, Colección de documentos para la historia del comercio exterior de México, t. II. (ver la referencia en esta misma lista) o entre los documentos de la British Museum Library: N. de E. 69


RICARDO, David, Oeuvres complètes de David Ricardo, Paris, Guillaumin, 1847. –––– Principios de economía política y de tributación, 2a ed., Madrid, España, Aguilar, 1955. –––– Works and Correspondence of David Ricardo, Great Britain, Cambridge University Press, 1952. RICKARD, T. A., L’homme et les métaux, Paris, Gallimard, 1938. –––– The Economics of Mining, New York, Engineering of Mining Journal, 1905. RIDWAY, Robert H., Summarized Data of Gold Production, U.S. Bureau of Mines, Economics Papers N° 6, Washington, 1929. RIVA PALACIO, Vicente, Calvario y Tabor. Novela histórica y de costumbres, México, Ed. León Sánchez, 1923, 2 vol. RIVERA CAMBAS, Manuel, México pintoresco, artístico y monumental, México, Imp. de la Reforma, 1882, 3 vol. ROGERS, J. E. T., Interprétation économique de l’histoire. (Cours professé à Oxford 1887-88), Paris, Guillaumin, 1892. –––– A History of Agriculture and Prices in England (1259-1793), 10 vol., Oxford, UK, Clarendon Press, 1866-1902. * ROMERO, J. M., Memoria sobre el Distrito de Pachuca, México, Imp. Andrade y Escalante, 1865. * ROMERO, Matías, Memoria de Hacienda, México, Sría. de Fomento, 1870. ROMERO DE TERREROS, Manuel, La moneda mexicana. Bosquejo histórico-numismático, México, Banco de México, 1952. ROMERO FLORES, Jesús, Melchor Ocampo. El filósofo de la Reforma, biografía y selección de textos de Jesús Romero Flores, México, SEP, 1944 (Biblioteca Enciclopédica Popular, 15). ROSENBLAT, Ángel, La población indígena de América desde 1497 hasta la actualidad, Buenos Aires, Institución Cultural Española, 1945. 70


ROSTOW, Walt Whitman, Les étapes de la croissance économique, Paris, Seuil, 1970 (Points). ROSWAG, C., L’argent et l’or: production, consommation et circulation des métaux précieux, Paris, Dunod editeur, 1889. RUDNEY, John, The Golden Age of Steam, London, Hamilton, 1867. SABINE, G. H., Historia de la teoría política, México, FCE, 1961. SAINT-CLAIR-DUPORT, H., De la production des métaux précieux au Mexique, Paris, F. Didot Frères, 1843. SAINT-SIMON, H. de, El catecismo político de los industriales, México, Aguilar, 1951. –––– Oeuvres complètes. Completées par tous les textes tardifs, disperses et inédits, Paris, Slatkin Reprint, 1975. SALAMA, Pierre, Le processus de sous-dévéloppement, Paris, Maspero, 1972. SANDOVAL, Fernando B., La industria del azúcar en Nueva España, México, UNAM, IIH, 1951. SANTILLÁN LÓPEZ, Roberto y A. ROSAS, Teoría general de las finanzas públicas y el caso de México, México, UNAM, ENE, 1962. SCHNABEL, C., Traité théorique et pratique de métallurgie, cuivre-plomb-argent-or, Paris, Librairie Polytechnique C. H. Béranger, Paris et Liège, 1907. SCHNITZLER, Hermann, The Republic of Mexico. Its Agriculture,Commerce and Industries, New York, N. Brown, 1924. SEABY, H. A., Roman Coins and their Values, London, B. A. Seaby Ltd., 1954. SEÉ, Henri, Los orígenes del capitalismo moderno, México, FCE, 1961. SEMO, Enrique, Historia del capitalismo en México, México, ERA, 1973. 71


SEMO, Enrique, “El desarrollo del capitalismo en la minería y en la agricultura en Nueva España”, Historia y Sociedad, N° 15, 1a época, 1969. SHADOW, W. A., The History of Currency 1252-1894. Being an Account of the Gold and Silver Monies and Monetary Standards of Europe and America, Together with an Examination of the Effects of Currency and Exchange Phenomena on Commercial and National Progress and Well-Being, London, Wilson and Milne, s.f. SHTAERMAN, Elena, “El problema del análisis estructural en la historia”, Historia y Sociedad, N° 13-14, julio-dic. 1968. SIMIAND, François, Inflation et stabilisation alternées. Le dévéloppement économique des États-Unis. Dès origines coloniales aux temps présente, Paris, Domat-Mont-Chrétien, 1934. –––– La méthode positive en science économique, Paris, Alcan, 1912. –––– La monnaie, réalité sociale, Paris, Alcan, 1934. –––– Le salaire, l’évolution sociale et la monnaie. Essai de théorie éxpérimentale du salaire, 3 vol., Paris, Alcan, 1932. –––– Les fluctuations économiques à longue période et la crise mondiale, Paris, Alcan, 1932. –––– Cours d’économie politique professé en 1928-29, Paris, Domat-Mont-Chrétien, 1930. –––– Recherches anciennes et nouvelles sur le mouvement général des prix du XVIme au XlXme siècles, Paris, Laviton, 1932. SIERRA, Justo, Evolución política del pueblo mexicano, México, UNAM, 1957. –––– Obras completas. (ed. E. O’Gorman), México, UNAM, 1957, 10 vol. * SILVA HERZOG, Jesús, Mercedes y pensiones, limosnas y salarios de la Real Hacienda de la Nueva España, México, SHCP, 1945. 72


* SILVA HERZOG, Jesús, Colección de documentos para la historia económica de México. III. Relaciones estadísticas de Nueva España a principios del siglo XIX, México, SHCP, 1944. SMITH, Adam, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Trad. y estudio prel. de Gabriel Franco, edición de Edwin Cannan, México, Fondo de Cultura Económica, 1958. SMITH, Robert Sidney, “Shipping in the Port of Veracruz: 1790-1821”, Hispanic American Historical Review, vol. XXIII, february 1943. SNELL, J. B., Premiers chemins de fer, Paris, Hachette, 1966. SOETBEER, Adolf, Matériaux pour faciliter l’intelligence et l’examen des rapports économiques des métaux précieux et de la question monétaire, réunis, sur la demande de l’Association pour la protection des intérêts économiques du commerce et de l’industrie, 2me édition, Paris, Berger-Levrault, 1889. SOMBART, W., Lujo y capitalismo, Madrid, Revista de Occidente, 1965. –––– Apogeo del capitalismo, 2 vol., México, FCE, 1964. * SONNESCHMIDT, Friederich T., Tratado de amalgamación de Nueva España, escrito por don... y sacado a la luz por d. J. M. F., París-México, Galería de Bossange y Librería de Bossange, Antoran y Cía., 1825. STAVENHAGEN, Rodolfo, Las clases sociales en las sociedades agrarias, México, Siglo XXI, 1968. State of Nation. Causes and Effects on the Rise and Fall in Value of Property and Commodities from the Year 1790 to the Present Time, London, Sarenders and Ottley, 1835. SWEEZY, Paul, Teoría del desarrollo capitalista, México, FCE, 1958. TAMAYO, Jorge L., Geografía general de México, México, Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas, 1962. TATON, René, La science moderne, 3 vol., Paris, PUF, 1958. 73


TAVERA ALFARO, Javier, “Un alemán en el México de 1830”, Historia Mexicana, vol. VI, N° 2 (22). TEJA ZABRE, Alfonso, Historia de México, México, Botas, 1961. TERRAZAS, Alfredo, Brief Notes on the Guanajuato Mining District (1522-1967), Terrazas, General Manager of Sociedad Cooperativa Minero-Metalúrgica, Santa Fe de Guanajuato, October, 1968. * TOOKE, Thomas, A History of Prices and the State of the Circulation from 1793 to 1837. (Preceded by a Brief Sketches of the State of Corn Trade in the Last Two Centuries), 2 vol., London, Longmans, 1838. TORRES GAYTÁN, Ricardo, Política monetaria mexicana, México, UNAM, 1944. TORTELA CÁSARES, R., Los orígenes del capitalismo en España, Madrid, Tecnos, 1973. TOUGAN BARANOWSKI, Mikjail, Les crises industrielles en Angleterre (trad. du russe Joseph Shapiro, revue et augmentée par l’auteur), Paris, Giard et Brière, 1913.[1a ed. rusa, 1906 .] TRENS, Manuel B., Historia de Veracruz, 6 vol., Jalapa, Gobierno del Estado, 1947. URE, Andrew, Philosophie des manufactures ou économie industrielle, 2 vol., Paris, L. Mathies, 1836. –––– The Cotton Manufactures of Great Britain, 2 vol., London, Charles Knight, 1834. –––– A Dictionary of Arts, Manufactures and Mines, London, Longmans, 1839. USHER, P., Historia de los descubrimientos técnicos, México, FCE, 1941. VARIOS, L’économie du Mexique d’aujourd’hui, Paris, 1957 (Travaux et mémoires de l’Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine, 1). VICENS VIVES, J., Historia social y económica de España y América, Barcelona, Teide, 1958. 74


VICENS VIVES, J., Coyuntura económica y reformismo burgués, Barcelona, Ariel, 1968. –––– y NADAL, Oller, Manual de historia económica de España, Barcelona, Teide, 1959. VILAR, Pierre, “Problems of the Formation of Capitalism”, Past and Present, London, University College, N° 10, Nov. de 1958. –––– “Remarques sur l’histoire des prix”, Annales, Paris, EPHE VI Section, N° 1, Jan.-Fev. 1961(XVIme année). –––– Crecimiento y desarrollo, Barcelona, Ariel, 1970. –––– Histoire de l’Espagne, Paris, PUF, 1958. –––– “Histoire marxiste, histoire en construction”, Annales, Paris, EPHE VI Section, vol. 28, N° 1,1973. –––– “Entretien avec Pierre Vilar”, Paris, La Nouvelle Critique, N° 50, 1972. –––– et al., La transición del feudalismo al capitalismo, Barcelona, Orbelus, 1976. –––– Oro y moneda en la historia: 1450-1920, Barcelona, Ariel, 1972. –––– La Catalogne dans l’Espagne moderne. Recherches sur les fondements économiques des structures nationales, 3 vols., Paris, SEVPEN, 1962. * VILLASEÑOR Y SÁNCHEZ, Joseph Antonio de, Theatro americano, descripción general de los reynos y provincias de la Nueva España y sus jurisdicciones, México, Imprenta de la Vda. de J. B. Hogal, 1746. VIOLLET, Eugène, Le problème de l’argent et l’étalon d’or au Mexique, Paris, Giard et Brière, 1907. WALSH, W. H., Introducción a la filosofía de la historia, México, Siglo XXI, 1968. WARD, H. G., Mexico in 1827, 2 vols., London, Longmans, 1828. 75


WEBER, Max, Historia económica general, México, FCE, 1964. –––– La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Barcelona, Península, 1969. –––– Economía y sociedad, 2 vols., México, FCE, 1964. WEIS, Paul, L’exploitation des mines par l’État. Mines fiscales de Prusse et régime minier français, Paris, Arthur Rousseau, 1901. WEST, Robert C., The Mining Community in Northern New Spain: The Parral Mining District, Berkeley, CA, University of California Press, 1949. WILSON, J., Capital Currency and Banking, London, D. N. Aird, Economist Office, 1859, 6a ed. WOLF, Erich, El Bajío en el siglo XVIII, México, SepSetentas, 1972. * ZAVALA, Lorenzo de, Ensayo histórico de las revoluciones en México, 2 vol., Paris, Imprimerie de P. Dupont et G. Laguionie, 1831-32. –––– Venganza de la Colonia, México, s.p.i., 1831. ZAVALA, Silvio, Los intereses particulares en la conquista de la Nueva España, México, UNAM, IIH, 1964. –––– Los esclavos indios en la Nueva España, México, El Colegio Nacional, 1967. –––– La libertad de movimiento de los indios de Nueva España, sobretiro, El Colegio Nacional, México, 1948. –––– El mundo americano en la época colonial, México, Porrúa, 1967, 2 vol. –––– Apuntes de historia nacional, México, SepSetentas, 1976. –––– De encomiendas y propiedad territorial en algunas regiones de América, México, El Colegio de México, 1944. 76


ZAVALA, Silvio, La encomienda indiana, 2ª ed. revisada y aumentada, México, Porrúa, 1973. *–––– Documentos para la historia del trabajo en Nueva España, México, FCE, 1949, 6 vol. ZAYAS ENRÍQUEZ, Rafael de, Los Estados Unidos Mexicanos: sus condiciones naturales y sus elementos de prosperidad/ obra escrita por R. de Zayas Enríquez, México, Secretaría de Fomento, colonización e industria, 1893. ZILLI, Juan, Historia sucinta de Veracruz, México, Ed. Citlaltépetl, 1962. ZWEIG, F., El pensamiento económico y su perspectiva histórica, México, FCE, 1954.

77


I. Problemática general

La acumulación primitiva en el proceso no clásico: desacumulación-intracumulación

En América Latina –y en la Nueva España– tuvo lugar un episodio fundamental para la historia del capitalismo. Durante el colonialismo español –y europeo– operó la transferencia a Europa de inmensas riquezas de metales preciosos, adquiridos a costos monetarios irrisorios (pero a costos sociales enormes), que desataron “la revolución de los precios” así como el intercambio comercial desigual, y contribuyeron a acelerar la acumulación primitiva de capital en Europa. Así, de 1500 a 1700 lo que para Europa significó acumulación primitiva multiplicada, para América Latina –también Asia y África– implicó la desacumulación catastrófica de sus recursos humanos y naturales.

Es por ello que el advenimiento del capitalismo en los países ex coloniales se reviste de características especiales; en primer lugar, porque su acumulación primitiva interna se deriva de una desacumulación original que se repite continuamente (incluso en una fase avanzada del capitalismo “colonial”); luego, porque la intracumulación primitiva colonial surge de formaciones económico-sociales muy heterogéneas, por último, porque el proceso de génesis del capitalismo “colonial” apenas comienza formando parte del sistema capitalista mundial ya consolidado, en tanto que en los países centrales el periodo del capitalismo industrial está en plena expansión.

Cuando el capitalismo europeo se consolidó durante el siglo XVIII, la desacumulación primitiva en las colonias había provocado una regresión histórica, articulando los restos de modos de producción precapitalistas con una explotación mercantil rígida que abrió un abismo entre los niveles de desarrollo de las colonias y los de las metrópolis; abismo que se reprodujo continuamente.

Por falta de tiempo, sintetizaré las principales semejanzas y diferencias entre el proceso clásico “euroccidental” de la acumulación primitiva y el proceso no clásico de la intracumulación primitiva colonial. Si entendemos como base de acumulación la formación socioeconómica preexistente a la que surge, ocurre que durante el proceso de transición en Europa occidental, entre 1400 y 1600, la base de acumulación era: 1) or78


gánica (estructuralmente muy homogénea); 2) concentrada (alta densidad demográfica, integración entre la ciudad y el campo); 3) dinámica (todos los descubrimientos tecno-económicos y científicos son integrados rápidamente en la producción); 4) autónoma (en general, aunque los países euroccidentales sufrieron el colonialismo esclavista romano, cuando advino el capitalismo ya tenían largo tiempo de ser independientes). En sentido contrario, la intracumulación primitiva colonial parte de una base de acumulación: 1) desigual, desequilibrada y heterogénea (restos capitalistas muy sólidos que se rearticulan con las dinámicas regional y mundial); 2) dispersa (baja densidad demográfica, espacios geográficos intermedios muy amplios, puntos de concentración demográfica aislados); 3) estática (baja productividad, espíritu de rutina, sobrexplotación de la fuerza de trabajo, proteccionismo del Estado; todos ellos factores que paralizan la expansión tecnológica); 4) interferida (una sociedad sujeta a una rígida división internacional del trabajo, a la explotación desmedida, a la transferencia al exterior de sus valores y a un sistema colonial rígido). Por esas razones el proceso de intracumulación primitiva o transición del precapitalismo colonial hacia el capitalismo subordinado presenta las siguientes particularidades: El proceso de separación de los productores originales respecto de sus medios de vida y de producción es doble:

1.1. Separación original de las masas de sus condiciones comunitarias de autoconsumo: destribalización. Tal proceso no conduce a su liberación, sino a su reacomodamiento en el interior de sistemas coercitivos de dependencia (repartimiento, hacienda, peonaje acasillado). 1.2. Separación de las masas destribalizadas de los restos de sus medios de vida y de producción: proletarización. Durante el proceso de la desacumulación originaria se efectúa la destribalización, pero el desarrollo desigual y combinado de los restos de las estructuras antiguas (intraestructuras) hace que el proceso de intracumulación y la acumulación capitalista dominante de los sectores y regiones más desarrollados, coexistan y refuncionalicen permanentemente la destribalización de los sectores y regiones más atrasados. Tal refuncionalización desempeña un papel de sobrexplotación permanente tanto de los sectores más atrasados como de los más desarrollados (los primeros son un peso muerto en relación con los segundos, ya que constituyen una especie de “ejército industrial de reserva” disponible todo el tiempo, que hace bajar el ingreso de los trabajadores de las estructuras más desarrolladas y, en consecuencia, aumenta la tasa media de ganancia que obtiene el sistema en su conjunto). 1.3. Este doble proceso de separación puede entrecruzarse en el tiempo y en el espacio, en lo que toca a ciertos factores parciales y modificados a medias; incluso, pueden reforzarse mutuamente. Por ejemplo: 79


a) Las comunidades prehispánicas fueron desarraigadas y diezmadas; pero algunas, luego de ser absorbidas por las haciendas, reprodujeron ciertos elementos fundamentales de su antigua estructura (idiomas, conocimientos tecnológicos, economía familiar de autoconsumo) modificados a medias. Simultáneamente no son dueñas de su fuerza de masa, ni de la cooperación social-productiva; tampoco de sus tierras, puestas al servicio de la hacienda. b) Persisten en calidad de comunidades semilibres. Cuando la mayor parte de sus tierras es expropiada por las haciendas, los trabajadores se transforman en obreros agrícolas estacionales (a cambio de un salario miserable) al servicio de las haciendas o en las ciudades; sobre todo en épocas de malas cosechas, aunque permanezcan atados a sus comunidades. c) Tras haber sido totalmente expropiados, e incluso proletarizados hasta el punto de volverse mineros asalariados o trabajadores agrícolas jornaleros de tiempo completo, los nativos eran contratados en grupos socioculturales homogéneos y formaban “cuadrillas” (o equipos de trabajo), donde reproducían su lenguaje, cultura, costumbres y la jerarquía y disciplina productivas de su organización comunal. d) Tras haber sido expropiadas sus tierras, agua y bosques comunales, expulsados de sus villorrios y transformados en asalariados, los nativos compraban por su propia cuenta los útiles más indispensables y ciertas condiciones de producción (por ejemplo, los

mineros compraban ciertas herramientas y velas para alumbrar su lugar de trabajo; los campesinos acasillados poseían a veces algunos instrumentos) a cambio de lo cual recibirían un miserable pago extra en especie (“partido” para los mineros, “mediería” para los campesinos acasillados) además de su salario jornalero, más formal que real. 1.4. Entrecruzado y reforzado mutuamente, este doble proceso sirve de base a la reproducción permanente del despotismo indo-español y, globalmente, a la perpetuación secular de instituciones, mentalidad y relaciones de trabajo coercitivas y antidemocráticas. Todos éstos fueron obstáculos para la redistribución de la riqueza social, la modernización técnica y el crecimiento del mercado interno. 2. La expropiación de los medios de producción por parte de los propietarios ricos no implicó que las nuevas condiciones de producción se convirtieran completamente en elementos materiales de la economía mercantil generalizada. La expropiación y concentración desmesurada de la riqueza en pocas manos mataba desde el origen toda iniciativa creadora de los individuos, su voluntad de progreso y la individualización subjetiva de las masas, y las sometía al embrutecimiento espiritual. La concentración material, basada en un modelo de autarquía, integrada a un mercado urbano insignificante y a una circulación mercantil colonial monstruosa, favorecía a pesar de todo una relación mercantil simple y permanente. La concentración material y, simultáneamente, la concentración social 80


de las masas (acasillados, en la agricultura; semilibres, en las manufacturas, y libres en las minas), hicieron innecesarias la modernización técnica, puesto que el gran propietario disponía siempre de la fuerza productiva social que genera la cooperación simple; fuerza disciplinada y acostumbrada a esfuerzos prolongados y a exigencias materiales mínimas. El rico propietario obtenía una densidad elevada de trabajo social colectivo no retribuido, aunque la productividad fuera mínima. Pero eso lo condenaba a la rutina, a la explotación coercitiva de los trabajadores, y a la incesante expansión horizontal de la escala cuantitativa de la concentración de la riqueza y de la producción. De ahí que la acumulación previa de dinero no pudiera ser invertida en la producción. Empero, su abundancia –liquidez– en la Nueva España era otro factor de inflación y especulación que obstaculizaba su conversión en capital. 3. En la acumulación primitiva clásica la crisis estructural de la base de acumulación fue más o menos simultánea y generalizada. Por esta razón, durante el proceso de transición los elementos constitutivos del nuevo modo de producción estaban maduros para combinarse en una nueva dinámica altamente “explosiva”. Esta combinación adquirió pronto una característica inusitada; una reproducción que se ampliaba y potenciaba exponencialmente, en contraste con la reproducción del antiguo sistema en crisis. En la intracumulación primitiva de capital colonial, a causa de la in-

organicidad y de la combinación compleja-desigual de intraestructuras sobredeterminadas por la explotación y la dominación coloniales, la crisis estructural de la base de acumulación es asimétrica y arrítmica: diversos tipos de transición a estadios y niveles históricos de desarrollos diferentes se producen simultáneamente; se entrecruzan los unos de manera progresiva y los otros de manera regresiva. Esta dialéctica interna compleja, sometida a poderosos estímulos-obstáculos generales, disloca en dos momentos la intracumulación previa: 3.1. El momento que reproduce en el interior de la Colonia la acumulación mundial capitalista, sometido a la acción de la división mundial del trabajo y al intercambio constantemente desigual (desacumulación amplificada). 3.2. El momento interno que, estimulado desde el exterior, reproduce una dinámica propia: intracumulación opuesta y articulada con la dinámica mundial. En este macro-proceso, la doble dialéctica aquí mencionada encuentra su síntesis interna en una reproducción negativa combinada interferida. 4. En la acumulación primitiva clásica la reproducción ampliada fue favorecida por una proporcionalidad intersectorial consolidada. En la intracumulación primitiva colonial, la desproporcionalidad y parcialización sectorial (merced al monopolio colonial y a la división mundial del trabajo) deformaban el proceso de transición y la génesis del mercado interno. 81


5. En el capitalismo clásico la transición tuvo lugar a partir de una dominación formal del capital mercantil sobre la producción, y desembocó en una dominación real del capital sobre la circulación mercantil. A partir de esta importante transición se abrieron dos vías de transición secundarias: a) La vía de la manufactura dispersa (verlag system), y b) la vía de la manufactura concentrada. Generalmente esas vías se sostienen mutuamente, pero la segunda domina y pronto se encuentra a la cabeza del proceso en su conjunto. La manufactura concentrada en un modelo de reproducción ampliada constantemente e incluso, en una división creciente del trabajo y en una proporcionalidad intersectorial, desencadena una expansión tecnológica nunca antes vista y un cambio radical de la productividad del trabajo. En el proceso de la intracumulación primitiva colonial, prevaleció una dominación formal permanente de la circulación capitalista mundial sobre el conjunto colonial, más una sobredeterminación formal de la circulación mercantil simple interna que ejercía una dominación real –aunque parcial y secundaria– del capital interno sobre la producción. Las vías secundarias de tránsito entremezclaron un Verlag System hipertrofiado (un gran comerciante mayorista, “almacenero”, dominaba regiones enteras e integraba en su órbita a miles de artesanos e indígenas) con un tipo de manufactura altamente concentrado (despachos de tabaco, minas, obrajes, haciendas), pero sobre la base de formas arcaicas: coerción social, equipamiento tecnológico y dependencia de los ritmos agrícolas. Es por causa de ello que el proceso de transición

hacia el capitalismo estaba sobredeterminado por la potencia del capital mercantil a larga distancia, y dependía de un ciclo histórico convulsionado, violento y secular de revoluciones burguesas, mismas que, cada una a su tiempo, destruían parcialmente los obstáculos, homogeneizaban lentamente las estructuras e instalaban superestructuras que “desde arriba” conducían a la culminación del proceso de advenimiento del modo de producción capitalista y del Estado nacional moderno, combatiendo a la vez enemigos internos y externos. Las hipótesis principales de cada uno de los diferentes capítulos son: I) La acumulación originaria del capital es la base de la génesis del capitalismo tanto en las metrópolis como en las colonias. En estas últimas adquiere características y efectos particulares. II) La expansión capitalista industrial de 1760 a 1840 desencadenó cambios profundos en Europa y en el mundo, fuera estimulando o bloqueando el crecimiento de la actividad minera y de la economía mercantil mexicana en su transición hacia el capitalismo. III) La acumulación originaria interna del capital (intracumulación) de la Colonia es un proceso de desarticulación y homogeneización, largo y accidentado, de diferentes modos de producción precapitalistas. Este proceso implica una doble separación: la destribalización de las masas y la proletarización. El análisis microhistórico puede demostrarlo. 82


V) En el curso del último tercio del siglo XVIII se desarrollaron diversas tendencias seculares muy dinámicas, que sacudieron la antigua economía colonial. La base de autoconsumo mercantil-simple y su lógica interna (crisis de viejo tipo) no pudieron adaptarse a la coyuntura y estallaron en una brusca crisis general. V) La actividad minera y no la comercial, fue el sector ariete del proceso de intracumulación primitiva del capital. La creciente diversificación de la división del trabajo sobre una base mercantil, la fuerte erogación monetaria en salarios y el trabajo de otros sectores ligados a la actividad minera estimularon el mercado interno. Pero en su lógica interna estaban inscritos los límites del proceso, marcadamente definidos por la coyuntura política y militar mundial, así como por la naturaleza de clase “nobiliaria” de la oligarquía novohispana. VI) La revolución anticolonialista es la culminación del conjunto de contradicciones internas de todas las clases, fracciones y grupos sociales, agudizada por el proceso de intracumulación primitiva. Al mismo tiempo, abre el periodo de la transición hacia la consolidación del modo de producción capitalista dominante y del Estado nacional moderno. El proceso de intracumulación-transición en su conjunto llega a sus límites entre el momento del estallido de la crisis general de la sociedad colonial precapitalista, y el momento de la consolidación del modo de producción capitalista dominante; es decir, entre las décadas 1770-1780 y 1860-1870.

En el curso de este siglo se pueden establecer los siguientes periodos bien definidos:

I. Crisis general de la economía colonial novohispana y expansión brutal del comercio y de las actividades minera, agrícola y manufacturera: 1770-1810 (intracumulación originaria expansiva). Interciclo: cambio de coyuntura, desaceleración económica debida al alza de precios, costos de producción elevados, liquidez, rendimientos decrecientes; limitaciones tecnológicas; coyuntura económica trastornada, “refeudalización” de la clase dominante (1795‑1808). II. Crisis revolucionaria, destrucción violenta y depresión profunda prolongada: 1808-1850 (intracumulación originaria negativa). Interciclo: cambio de coyuntura y proceso de reestructuración interna del modelo de acumulación, de las relaciones de fuerza y de la naturaleza de las clases y de las coaliciones dominantes (1835-1850). III. Relanzamiento económico y culminación del proceso de intracumulación originaria-transición, con el advenimiento del modo de producción capitalista industrial y de la consolidación total de un todo poderoso Estado nacional burgués (1850-1876). Interciclo: problemas de la normalización de la nueva sociedad y del nuevo statu quo (1870-1884). Bajo la guía de este esquema intentaremos seguir la lógica interna del proceso de la intracumulación83


transición y consolidación del modo de producción capitalista en México. Trato de integrar el análisis de las tendencias internas de la lógica de la estructura en su conjunto, con el estudio empírico de la micro-historia de las regiones y de las empresas. Encontré dos dificultades insuperables para mí: a) En el nivel macroeconómico, a pesar de lo importantes que son la documentación reunida por el Virrey Revillagigedo entre 1790 y 1794, los datos de la obra de Humboldt y las preciosas evaluaciones de Cancelada y de Ortiz de Ayala, strictu senso no se trata de estadísticas serias, sino de “radiografías” de momentos coyunturales dramáticos. b) En el nivel microeconómico existen muy pocos libros de contabilidad de antiguas empresas (haciendas, minas, obrajes) conocidos y estudiados. Con excepción de los trabajos publicados por CLACSO, los estudios de Jan Bazant sobre cinco haciendas de San Luis Potosí, el de Semo y el de Berthe sobre los xochimancas, no hay otros. A decir verdad, a causa de los acontecimientos políticos y militares del país durante el siglo XIX, la mayor parte de los libros fue destruida, y los que están disponibles en los archivos generales del país tienen muy pocos datos de periodos largos.

Por otra parte, es difícil sistematizar artesanalmente los datos encontrados, incluso si se refieren a un mismo año, a causa de su cantidad y del desorden de su asentamiento. Sin una concepción teórica del sistema social precapitalista al que pertenecen los datos, como lo demostró Kula, es imposible deducir un modelo de integración de datos y al mismo tiempo hacer un análisis teórico de la realidad. La documentación sobre las antiguas empresas se remonta al siglo XIX, y la que pertenece a las postrimerías del siglo XVIII es aún más fragmentaria y menos rigurosa. Para el conocimiento de datos generales de la economía nacional, las memorias de Hacienda, de las secretarías de Gobernación, Relaciones Exteriores y de Fomento (segunda mitad del siglo) y también las de ciertas empresas mineras (sobre todo las inglesas), disponen de informaciones muy ricas. En consecuencia, traté de construir un análisis teórico-empírico de los procesos más significativos de la lógica interna de la transición hacia el capitalismo, más que un análisis estadístico descriptivo.

84


II. Minas y mercado interno: 1770‑1810

La actividad minera colonial mexicana ha sido objeto desde el siglo XVIII de diversos estudios.1 El trabajo de investigación contemporáneo más sistemático, profundo y mejor elaborado es el de David A. Brading.2 Su obra abarca los aspectos más sobresa1 J. A. Fabry, Compendiosa demostración de los crecidos adelantos que pudiera lograr la real hacienda... mediante la rebaja en el precio del azogue, que se consume para el laborio de las minas de este reino, México, s.p.i., 1743. F. J. de Gamboa, Comentarios a las Ordenanzas de Minas, Madrid, 1761. L. de Lassaga y J. Velázquez de León, Representación que a nombre de la minería de esta Nueva España hacen al Rey, México, 1774. F. J. de Sarria, Ensayo de metalurgia, México, 1784. J. Garcés y Eguía, Nueva teórica y práctica del beneficio de los metales de oro y plata por fundición y amalgamación, México, s.p.i., 1802. A. von Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, México, 1966. F. de Elhuyar, Indagaciones sobre la amonedación de la Nueva España, Madrid, Imprenta de la calle de Grada, 1818; “Reflexiones sobre el trabajo de las minas y operaciones de afinado en el Real de Guanajuato”, Sevilla, AGI, Audiencia de México, Leg. 2241. F. Sonneschmidt, Tratado de amalgamación de Nueva España, París, 1825. H. G. Ward, Mexico in 1827, London, Longmans, 1828, 2 vols. United Mexican Mining Association (UMMA), London, 1825, “Prospectus. Reports, 1827-1831”,The Mining Review and Journal of Geology, Mineralogy and Metallurgy, Henry English, London, 1830-1837 (vol. 1-X). Registro Trimestre. Artes, Ciencias, México, 1831-1832. 2

D. A. Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico

lientes del auge minero novohispano y sienta las bases para un estudio científico del fenómeno, por lo que su calidad es difícil de superar. Sin embargo, aunque los trate de manera somera, no enfatiza suficientemente los problemas fundamentales de la estructura interna de la producción. Al abordar el tema con otra óptica, buscando llenar el vacío señalado, nos proponemos relacionar varias tesis con la naturaleza de la división del trabajo en la actividad minera: a) El nivel de desarrollo de las fuerzas productivas materiales y los obstáculos que se oponen a éste. b) El problema de la renta diferencial de las minas (RDI-M) y su enorme influencia sobre la actividad global. c) Las relaciones sociales de producción y la formación del costo social y mercantil de producción en el seno del movimiento secular de la intracumulación (1763-1810) (Cambridge, 1971), México, FCE, 1977. 85


primitiva colonial del capital (base de la génesis del capitalismo mexicano), en la coyuntura de la Revolución Industrial, estudiando a la vez las influencias recíprocas en un proceso desigual y combinado, interno e intersectorial-externo y mundial. Ése es el objetivo final de esta síntesis. No estudiamos el proceso minero en sí mismo, sino para ilustrar cómo en el sector más dinámico, concentrado y sometido al capital comercial, las leyes internas de la producción no eran radicalmente diferentes de las dominantes en los sectores agrícola y artesanal. Sin embargo, es sobre todo en el sector minero donde la crisis estructural entre las necesidades de producción y sobredeterminación de la circulación mercantil especulativa, se sentirá más y desatará, en el dispositivo global (marcado por tendencias seculares de los precios y por coyunturas brutales), un proceso generalizado de intracumulación primitiva de capital. La intracumulación originaria de la Nueva España no debe ser comprendida como una difusión de los “enclaves” externos, que resulta de la interacción de tendencias internas estimuladas por diversos factores externos de la coyuntura del último tercio del siglo XVIII. La acumulación primitiva del capital es el proceso de formación de los capitales libres y de la clase patronal, pero también el de la separación de los productores originales respecto de sus condiciones y de sus medios de vida y producción. Aquéllos se transforman

en desocupados y se proletarizan potencialmente, en tanto que sus antiguos medios de subsistencia, bajo la forma de propiedad concentrada, son integrados por extraños en el proceso de producción y constituyen la condición material de explotación de la fuerza de trabajo en su calidad de mercancía. Con el objeto de desentrañar ese proceso interno, es esencial estudiar las leyes económicas que están en la base de los dos aspectos de la estructura de la producción material: a) La estructura técnica material y económica: estudio de la naturaleza y del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas materiales, su articulación, la racionalidad práctica y técnica que las caracteriza, su productividad, su implantación y su difusión, los costos, la dirección patronal, el mercado, la división del trabajo, el mercado interno, etcétera. b) La estructura socioeconómica: la formación de las clases sociales, la articulación funcional entre categorías sociales durante el acto productivo, la formación del valor social, apropiación y distribución del ingreso y el problema del mercado, las luchas por la defensa del salario y de la ganancia emprendidas por cada una de las clases sociales, etcétera. Es igualmente necesario analizar las proporcionalidades según las cuales se articulan los diferentes elementos materiales y sociales, y el grado y las formas de explotación de los trabajadores. Asimismo el análisis debe determinar el nivel de articulación global y la interdependencia con el sistema económico dominante a escala mundial, de manera que se pueda estimular la potencialidad productiva o im86


productiva interna de la riqueza social así como la parte de ésta que es canalizada hacia el exterior.

pitalista colonial al periodo de génesis del capitalismo mexicano.

El análisis debe observar el funcionamiento de las fuerzas productivas, su naturaleza material, su utilización y su costo con relación al costo global de la fuerza de trabajo; los problemas de la producción sometida a las rentas diferenciales, la utilización productiva e improductiva y el valor, con el fin de descubrir los límites internos y las causas de la crisis de la reproducción global del modo de producción precapitalista.3

La estructura interna del proceso de producción minera de la Nueva España

Además, el análisis debe considerar el desarrollo desigual y combinado, las articulaciones directas e indirectas y las dominaciones formales y reales de las diferentes estructuras internas y externas así como la posibilidad de adaptación mutua, la contradicción y la crisis perturbadora de la dinámica a corto, mediano y largo plazos.4 Finalmente, el análisis debe implicar la observación del conjunto de factores, periodos y coyunturas que rigen un proceso general de transición hacia otro modo de producción, en el momento en que ocurre el periodo de transición de la sociedad preca3 W. Kula, Teoría económica del sistema feudal. Vilar, La Catalogne dans 1’histoire moderne. Recherches sur les fondements économiques des structures nationales, Paris, SEVPEN, 1962, 3 vol. ; “Histoire des prix: histoire générale”, Annales, 1949. “Problems of the Formation of Capitalism”, Past and Present, N° 10, Nov. 1956, London (ver: Crecimiento y desarrollo, Ariel, Barcelona, 1970 ); “Histoire marxiste, histoire en construction”, Annales, 1973. “Interview avec Pierre Vilar”, La Nouvelle Critique, N° 50, 1972. 4

Ibíd.

La zona minera mexicana comprende una extensión de más de 2574.88 km que se extiende del noroeste al sureste del estado de Sonora y hasta al sur de Oaxaca. El vasto paralelograma formado por esta zona pasa por 402.32 km de ancho. Las minas más ricas son las descubiertas sobre la vertiente occidental de la Sierra Madre, entre 912.9 y 1521.5 m en rocas primitivas y de transición (muy excepcionalmente en rocas secundarias), como pizarras primitivas y caliza alpina. En estas últimas se encuentran las minas más antiguas y más ricas.5 Durante la época colonial fueron descubiertas y explotadas las “vetas madres”, que son las más grandes y constantes, y propiciaron una especialización rígida y secular regional alrededor de diez micro-regiones mineras altamente concentradas. La más antiguas y notorias fueron: 1. Taxco, 2. Pachuca, Real del Monte y El Chico, 3.Zacatecas y Fresnillo, 4. Guanajuato, 5. Bolaños, 6. Veta Grande y Mineral de Catorce, 7. Tlalpujahua y Angangueo y El Oro, 8. Zimapán, 9. Batopilas, Santa Eulalia, Cosala y Álamos, 10.Temascaltepec, 11. Etla (ver el mapa 1). 5 E. Zayas Enríquez, Los Estados Unidos Mexicanos, sus condiciones naturales, p. 137. 87


demográficos. La naturaleza tectónica del terreno impedía la implantación de la actividad agrícola en el mismo emplazamiento de la explotación minera. El campo minero tuvo que importar de otras regiones, ya desarrolladas, 95% de sus productos de consumo. Las distancias, los caminos y los senderos de montaña; la escasez de los productos frente a una demanda apremiante, la abundancia de recursos monetarios líquidos y la naturaleza especulativa del capital comercial determinaron inflaciones galopantes, descritas por Pierre Vilar y confirmadas por numerosos documentos.6 Todo eso estimulaba a gente emprendedora, ávida de enriquecerse, a traficar y a consagrarse a la actividad agrícola en los valles avecindados a los centros mineros. Centros de un consumo absolutamente mercantil.

MAPA 1 Los centros mineros más antiguos e importantes del México colonial.

Sobre esta localización geográfica precisa se estableció en el curso de los siglos y a pesar de fases de retrocesos espectaculares, una red de centros mineros, con su propia articulación económico-mercantil que provocó una escisión rápida entre ciudad y campo. Tal escisión es una consecuencia del emplazamiento geográfico de los centros mineros y de sus funciones económicas, que contrastan con la actividad productiva instalada en los valles fértiles y en los antiguos centros de población prehispánicos. Los centros mineros se localizan en cordilleras aisladas y lejanas, alrededor del altiplano mexicano, muy alejados de los viejos centros

Esta división natural geográfica del trabajo está ligada a otra división mucho más significativa: la división funcional económica del trabajo entre la actividad extractivo-minera y la circulación monetaria que resultó de la inserción de la actividad minera novohispana en la división mundial del trabajo, durante la época de la expansión mercantil-capitalista. La división funcional económica señalada hará del sector minero el sector regional más dinámico a causa de que es el eslabón interno de la circulación 6 Vilar, Oro y moneda… AGN, Segundo Imperio, caja 1, Exp. 9 “Informe del encargado de la aduana del puerto de San Francisco, California”, 1864 (manuscrito, 8 hojas ). 88


internacional del capital. En sentido contrario la agricultura, no obstante su notable expansión, desempeñará el papel de sector de autoconsumo, base estratégica de apoyo no solamente para el sector dinámico en lo referente al aprovisionamiento de productos alimentarios para la fuerza de trabajo humana, sino también para la alimentación y el abastecimiento de bestias de trabajo necesarias a las distintas labores del proceso de producción minera y del proceso de producción en su conjunto. Paralelamente a la separación funcional y económica creciente del trabajo entre la actividad minera y la agricultura, se asiste a la división social-histórica cada vez más importante entre la agricultura y la manufactura urbana, por un lado, y la agricultura y la ganadería, por el otro. A fines del siglo XVIII ese proceso no había terminado todavía: dos millones de indígenas forman parte de las estructuras agro-artesanal-familiares, y cerca de un millón de habitantes rurales y de pequeños pueblitos, provenientes de castas sociales, están integrados en estructuras agro-artesanales en vía de disolución; importantes áreas de los sectores rurales y urbanos (y mineros) que conocen una gran dinámica mercantil, son todavía tributarias de la estructura de autoconsumo.7 Finalmente, todos los factores combinados actúan en el sentido de la división técnico-material y 7

Ch. Gibson, Los aztecas... Humboldt, Ensayo...

social-interna de la producción. La situación se vuelve cada vez más compleja, estimula el conjunto de divisiones del trabajo y da lugar, igualmente, a la manifestación de un gran número de necesidades, de funciones, de especializaciones e incluso de subdivisiones de ramas económicas; todas ellas dependientes de la circulación mercantil y con límites estructurales fuertemente ligados a las contradicciones internas y a la división mundial del trabajo. La división técnico‑material y social interna de la producción minera A causa de las características naturales (renta diferencial de minas: RD-I-M) de los yacimientos mineros mexicanos, la producción conoció una constancia secular favorecida por la potencia de las “vetas madres”. El emplazamiento colonizador instalado sobre el altiplano mexicano, flanqueado por cadenas montañosas que lo aíslan de las costas; el proteccionismo mercantil y las necesidades técnicas de explotación poco complejas permitieron, a través de sucesivas generaciones, la acumulación, la adquisición de experiencia, la estructuración y la reproducción del proceso minero, según una lenta progresión, es cierto, pero continua y realizada sobre bases propias, internas, locales. Se reprodujo siempre a escalas cuantitativas superiores y a un grado de concentración más elevado, pero demandaba también medios cada vez más complejos y costosos en la medida en que la profundidad de la explotación aumentaba. 89


El atraso tecnológico de España, el desarrollo capitalista europeo todavía joven durante los siglos XVII y XVIII, y la mundialización de la circulación mercantil permitieron que la actividad minera de Nueva España se desarrollase a una escala sin precedentes en el mundo colonial, y sin capitales, sin tecnología ni empresarios extranjeros, por lo que su expansión secular debió resolver de una manera “doméstica” difíciles problemas técnicos, económicos, administrativos, jurídicos y políticos. Las rentas diferenciales agrícolas y mineras La renta diferencial aparece en la circulación mercantil como una sobreganancia determinada esencialmente por la disponibilidad de una cantidad más o menos importante de valores de uso: La sobreganancia, cuando se presenta de una manera normal y no como el resultado de fenómenos fortuitos del proceso de circulación, se define siempre como la diferencia entre el producto de dos cantidades iguales de capital y de trabajo. Esta sobreganancia se vuelve renta diferencial del suelo cuando dos cantidades iguales de capital y de trabajo se invierten en tierras de dimensiones semejantes y dan lugar a resultados desiguales...8

elevada del capital constante (inversiones productivas en valores fijos y circulantes) y una densidad reducida del capital variable (inversión consagrada a la compra de fuerza de trabajo). Sus leyes de reproducción no se diferencian prácticamente de las del capital industrial. A pesar de esto, el desarrollo histórico del capital pone en evidencia el hecho de que: Tanto en la actividad minera como en la agricultura, funcionando según las leyes generales, existen diferencias en el nivel del desarrollo material del equipo productivo con efectos desiguales para el volumen del producto; pero también las desigualdades naturales de las condiciones de producción determinan, a su vez, un volumen diferente del producto para una escala dada de inversión. A estos dos tipos diferentes de condiciones histórico-materiales y naturaleza de producción de excedentes en la agricultura, la pesca y el sector minero, Marx los llamará Renta Diferencial II (condición histórico-social) y Renta Diferencial I (determinada esencialmente por circunstancias naturales diversas) cuando retoma de manera crítica la terminología clásica.9 Hacia 1760 un sacerdote jesuita de Nueva España hablaba de la producción agrícola y de las condiciones naturales diferenciales en los términos siguientes: El valor intrínseco de las tierras laborables, de pastoreo o de montaña depende inmediatamente de ese más o menos puede ser producido en ellas cuando

El capital invertido en la agricultura y en la actividad minera durante la época en que predomina el modo de producción capitalista, supone una densidad 8

K. Marx, El capital, t. II, pp. 604 y ss.

9

Marx, Historia crítica de la teoría de la plusvalía. 90


son bien tratadas y debidamente cuidadas, y ese más o menos de sus frutos (TFN) tiene su fuente en la combinación de un número infinito de factores que contribuyen al crecimiento perfecto de las plantas, tales como el clima, la moderación de los vientos que soplan más frecuentemente, la cantidad de ritmo aéreo que es -según la opinión más digna de crédito- el espíritu prolífico de los vegetales, la cantidad mayor o menor de las partes de salitre de varias especies, de sales como el vitriolo, ‘alumbre’, tequesquite y otros; las diversas posiciones de las tierras, sean paralelas al horizonte o inclinadas... la humedad natural, la distancia de las tierras con relación a los calores subterráneo o internos; la posibilidad o imposibilidad de recibir los efectos del sol, del aire... los colores diversos de las tierras; la naturaleza del suelo: sea pedregoso, arenoso, fino, grueso, limpio, sucio...10

La fertilidad natural y el emplazamiento diferencial son la base de la RD-I en agricultura. En las minas, además de esas constantes actúan otros elementos combinados con los de la agricultura. Examinemos de cerca la complejidad del problema. La fertilidad natural de los suelos está determinada por los factores siguientes: 1. Factores geológicos: el tipo fisiográfico de la región y de los suelos. Los tipos de fertilidad de una región formada en el curso de la era terciaria no son los 10 Archivo Nacional de Chile, Jesuitas, México, t. 277. Doc. 1 citado por P. Hermes, “Haciendas jesuitas”, en E. Florescano (coord.), Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina, pp. 166-167.

mismos que los de una región derivada de una actividad volcánica, o constituida de sedimentos marinos o formada por aluviones. De estos factores depende la composición química de los suelos, su consistencia, permeabilidad, impermeabilidad, su mecánica respecto de los fenómenos hidráulicos, eolianos o telúricos. 2. Factores geográficos. Éstos determinan: la extensión de la superficie cultivable. En efecto, la extensión no será la misma según se trate de una sabana o de un valle andino. La inclinación de los terrenos: ya sean planos, accidentados o sobre la pendiente de una colina más o menos inclinada. La formación cíclica natural de los suelos: de conservación duradera o susceptibles de ser destruidos fácilmente. Hay terrenos de aluvión en valles cerrados o atravesados por ríos que tienen la virtud de reconstituirse una vez terminado el período de lluvias, pues el agua de las pendientes lleva consigo los suelos en formación; asimismo, la corriente de los ríos deposita el limo arrastrado desde lejos, sobre los terrenos aledaños. El caso más conocido es el del Nilo en el Egipto antiguo. 3. Factores eco-climáticos: por razones climáticas (cambios climáticos seculares),11 que comprenden fases de enfriamiento y de recalentamiento, mismas que provocan la ruptura del equilibrio tradicional de las 11

Le Roy Ladurie, Histoire du climat.... 91


diferentes especies biológicas superiores e inferiores (flora bacteriana). Por razones histórico-políticas (guerras, rebeliones campesinas). Por razones económicas, sociales y ecobiológicas: enfermedades transmitidas a pueblos conquistados como los de América. En México y en Perú los colonialistas españoles, a fin de sacar el volumen máximo de plata con un costo mínimo, destruyeron la población prehispánica al romper el equilibrio sociocultural entre el tiempo de trabajo necesario vital para la subsistencia del grupo y el tiempo excedente. La explotación despiadada obligó a la comunidad a dar todo su tiempo de trabajo social en favor de los intereses colonialistas. La reducción del trabajo necesario alcanzó proporciones tan importantes que se descuidaron los cultivos, el sistema de irrigación, el sistema de prevención social por medio de la acumulación de cosechas en lugares estratégicos de distribución por causas de sequía o de pérdidas importantes, etcétera. La debilidad orgánica provocó la ausencia de defensas biológicas contra agentes patógenos desconocidos. Ése fue el origen de la catástrofe demográfica del siglo XVI.12 La 12 W. Borah, New Spanish Century of Depression. Gibson, Los aztecas... F. Chevalier, La formation des grands domains au Mexique... p. 7. Fray B. de las Casas. “Brevísima relación de la destrucción de las Indias. Petición a S. S. Pío V” (s.f. aprox. 1563), en García Icazbalceta J., Colección de documentos para la historia de México, t. 11, pp. 599-600. Fray T. de Benavente (Motolinía), “Historia de los indios de la Nueva España” en García Icazbalceta J., Colección de documentos... t. 1, p. 19. S. Zavala, Fuentes para la historia del trabajo en la Nueva

expansión urbana y la destrucción de la naturaleza (ecocidio) resultadas de la búsqueda de la máxima ganancia capitalista, conllevaron la destrucción de bosques, utilización irracional de los ríos y playas para la evacuación de los desechos urbanos y provenientes de la unidades de producción; contaminación del ambiente, destrucción de la flora, la fauna y los recursos marinos. 4. Factores climáticos cíclicos: oleadas decenales de lluvias, sequía, “buenos y malos años”,13 que son tantas causas inmediatas como las crisis agrícolas típicas de antaño. Se puede constatar que las crisis agrícolas que se presentan progresivamente en forma tan aguda durante la segunda mitad del siglo XVIII se debieron, por una parte, a la tala generalizada e irracional de los bosques impuesta por el auge minero. Las crisis agrícolas y la tala de bosques determinaron, juntas, la escasez y la carestía de los bienes, el incremento de los costos de producción, y desencadenaron el hambre, generalizaron la emigración de masas que abandonaban su economía de autoconsumo, y sustituyeron el sistema minero de fundición por el de amalgamación, que no exige una gran cantidad de madera para combustible. España, t. I y II. AGN, Ramo Indios, 20 vol., 1540-1600; Ramos de Mercedes Reales, Ramos de tierras. 13 Vilar, Cours de méthodologie historique. S. Jevons, Investigations in Currency and Finance, pp. 30-48,107-141, cuadros pp. 154 y 192. T. Tooke, A History of Prices. E. Florescano, Precios del maíz. 92


5. Factores geoeconómicos: los complejos regionales agro-artesanal-familiares caracterizados por policultivos, y sus estados de integración en tanto que factores diferenciales para la disponibilidad de la fuerza de trabajo. La existencia natural de una proporción conveniente y adecuada entre superficies terrestres, recursos hidráulicos, ríos navegables, pastos, bosques, ganado, caza y pesca. El problema de la situación diferencial en su calidad de componente de la renta conlleva de manera implícita determinaciones tales como: a) Factores naturales: Tipo de topografía. Tipo de regionalización natural. Problemas de “microclimas”. Vías fluviales de comunicación interna o con posibilidad de desembocar en el mar, su situación geográfica, el sentido que sigue su curso de agua y sus valores económicos potenciales. b) Factores socio-económicos: Vías de comunicación principales y derivadas. Naturaleza y estado permanente o temporal de las vías de comunicación. Vías directas o indirectas. Distancias parciales o totales.

Medios de transporte (tipo, capacidad, resistencias, velocidad de desplazamiento, comodidad, seguridad, disponibilidad). c) Factores socio-políticos: Estabilidad e inestabilidad sociales. Seguridad e inseguridad. Bandidismo social.14 Guerras, revoluciones. Además de los factores ya citados, hay otros que intervienen también en la formación de la renta diferencial. Tales factores son: 1. Impuestos y contribuciones diferenciales (reclutamiento forzado, migraciones exteriores). Diferentes tipos de impuestos estables, regionales y locales: a) normales, b) extraordinarios, c) en dinero, d) en especie, e) en trabajo . 2. Las contribuciones hechas a la Iglesia: Diezmos permanentes. Donaciones parroquiales como consecuencia de bautizos, confirmaciones, confesiones, matrimonios y decesos de cada individuo. Limosnas obsequiadas en el curso de actos religiosos y de festividades eclesiásticas. 14

E. J. Hobsbawm, Les bandits. M. Payno, Los bandidos de Río Frío. 93


Esta pesada carga impositiva a la cual fueron sometidas las masas son (sobre todo el diezmo) según Ricardo:15 a) un impuesto sobre el producto bruto de la tierra cuya carga recae fundamentalmente sobre el consumidor, b) un impuesto que castiga las tierras sin tener en cuenta la calidad, sea buena, mediana o mala, que constituye su valor diferencial y que, por ese hecho, determina el aumento del nivel general de precios, c) un impuesto que presenta todos los caracteres de la igualdad, d) una carga resentida por los propietarios. Desde su óptica burguesa Ricardo no puede comprender que detrás de esta igualdad aparente ideal (“igualdad para todos”: para los ricos y para los pobres, tierras excelentes o de mala calidad) se oculta una desigualdad real. Para él, los terratenientes ricos y los consumidores son los grupos en mayor desventaja. Pero, ¿es sensato afirmar que el diezmo representa una erogación social que es la misma para el terrateniente que posee un producto de 1000 y una tierra de excelente calidad, que para el campesino que solamente produce 10 en una tierra extremadamente mala? Ricardo no ve que el diezmo es uno de los factores diferenciales en los que se asienta el poder material de la feudalidad, y que en conjunto actúa en el sentido de la proletarización de las masas en tierras de quinta, cuarta, tercera y segunda categorías. Los liberales mexicanos del siglo XIX –Ocampo y Ote15 D. Ricardo, Principios... cap. X. M. Ocampo, La religión, la Iglesia y el clero. M. Otero, Ensayo... Colegio de Abogados de México, El Constituyente de 1856 y el pensamiento liberal mexicano. D. Gardoqui, Informe... México, 1793 (F. 134 diezmos ).

ro– lucharon encarnizadamente contra la iglesia y el diezmo como fuente de poder eclesiástico.16 La renta diferencial de las minas está determinada igualmente por su calidad y su localización, a la manera de la renta diferencial agrícola. Sin embargo, en este caso el subsuelo y las modalidades específicas son distintas. Veamos de cerca la complejidad de la cuestión:

1. La calidad diferencial del subsuelo.

1.1. Factores geológicos.

1.1.1. La composición orogénica del subsuelo de la región. Este factor establece caracteres diferenciales en las estructuras fisiográficas profundas, en la mecánica del subsuelo, en la naturaleza química y física de las rocas (consistencia, permeabilidad, formación de las mineralizaciones). Es la base de la estructura general de la mineralización o “envoltura” macrorregional de los minerales. 1.1.2. Factores geofísicos. Determinan los caracteres de las “vetas madres” o matriz de los minerales. El volumen importante o reducido de la masa mineral (“potencia”): una “veta madre” con alta potencia propicia la explotación minera a largo plazo (el caso más significativo es el de la veta madre de 16 F. Antúnez Echegaray, Monografía histórica y minera del Distrito de Guanajuato. 94


Guanajuato, cuyas dimensiones son 35 km de largo, 1 km de ancho y más de 1 km de profundidad; su explotación prosiguió 200 años después de un periodo de existencia de cuatro siglos. La combinación de los factores que se acaba de señalarse determina caracteres diferenciales que intervendrían de manera importante en la formación de los costos de producción y en las extraordinarias disponibilidades de sus valores de uso: de la composición orogénica se derivan el tipo de los minerales que acompañan a los metales preciosos así como la pureza de los mismos (“ley metálica”) y los tipos de componentes químicos. Debido al hecho de que en México los metales preciosos vienen siempre acompañados de otros metales ferrosos y no ferrosos, una misma inversión permitirá la obtención de varios productos y subproductos. Y esto no a causa de la existencia de un complejo metalúrgico, sino del desarrollo de la industria misma. La actividad minera de la Nueva España invertía recursos considerables con el fin exclusivo de la explotación de metales preciosos de ley media, y despreciaba la explotación de minerales de baja ley y de los demás metales secundarios. Por ello el valor social del oro y de la plata era elevado. De la potencia de las vetas metálicas así como de sus direcciones y del tipo de “roca madre” dependían diferenciales importantes tales como el volumen de minerales disponibles por unidad de costo; la permanencia de la actividad de explotación o su interrupción definitiva; la continuidad o discontinuidad

del ritmo semanal de trabajo y, en consecuencia, la absorción normal o errática de la fuerza de trabajo, materiales, gastos y el nivel de financiamiento de las condiciones materiales dinámicas; el sentido, dirección y profundidad de las obras mineras y de las distancias diferenciales entre el frente de ataque de la roca y el punto de expulsión de los minerales fuera de la veta; las velocidades diferenciales del transporte y la creciente inversión de recursos monetarios en condiciones productivas de rendimientos decrecientes; finalmente, la dureza de las rocas impone diferenciales entre su rompimiento y en la velocidad de extracción por unidad de tiempo y de esfuerzo aplicado. 1.1.3. Otro factor diferencial es la localización de la mina con relación al lugar de refinación: a una distancia superior corresponde un costo de transporte exterior más elevado; igualmente, la extensión de las áreas de explotación (“pertenencias”) y los conflictos ligados con la ocupación y la estrechez de las áreas. 1.1.4. La localización geográfica externa y el clima, combinados con la composición química del subsuelo determinan un factor diferencial significativo: la permeabilidad, y las corrientes acuáticas eventuales (estacionales) o permanentes, y las inundaciones constantes o periódicas de los trabajos mineros. 1.1.5. Las variaciones climáticas pluviométricas determinan de manera importante factores diferenciales subterráneos y no subterráneos, considerando que el volumen y el precio de la fuerza humana, de la fuerza 95


motriz animal, de su alimentación, y de los útiles auxiliares, oscilaban de manera favorable o desfavorable. Esas variaciones también afectaban el proceso de refinación (tanto los costos de los materiales como las condiciones químico-atómicas): el sol y la humedad favorecían o limitaban la amalgamación y la fundición (con leña verde, el potencial calórico era mínimo mientras que el costo se elevaba). Además del complicado problema del abastecimiento, la actividad minera se enfrentó a obstáculos adicionales planteados por la renta diferencial agrícola (RD-I-A). A pesar de todo lo anterior, esta actividad fue la empresa preferida por la Corona Española a causa de su considerable importancia económica mercantil. Así, a los factores diferenciales extra-económicos ya señalados se añaden otros que la favorecieron igualmente de manera extraordinaria: a) Exención de alcabalas (impuesto sobre la venta de productos) para reducir el costo de los factores. b) Sacrificio fiscal absoluto, por el bajo precio del mercurio, las exenciones y los subsidios.

la intracumulación primitiva de capital en la Nueva España, sus posibilidades y sus limitaciones, es necesario dilucidar las fases y momentos del proceso productivo minero así como sus “tiempos y movimientos”, herramientas y materiales que requiere, organización del trabajo y lógica económica; productividad y costos; la incidencia de las rentas diferenciales agrícola y minera y su relación con el predominio del capital usurero en la circulación; asimismo, la influencia de la circulación sobre la actividad minera. Es en el sector minero donde la división del trabajo bajo diversas formas alcanza sus niveles más desarrollados. La totalidad de las labores mineras puede ser dividida en tres grandes fases; a su vez, cada una de éstas es susceptible de una subdivisión en subfases múltiples. 1. La fase de obtención de los minerales. 2. La fase de beneficio o de reducción de los metales. 3. La fase de acuñación de las monedas.

c) Legislación favorable. d) Condiciones favorables de financiamiento público para la compra de mercurio, pólvora, etcétera.

La fase de obtención de los metales se caracteriza por la necesidad de labores subterráneas. Ella tiene tres subfases principales.

Las fases del proceso minero privado

1. Prospección y localización de zonas y vetas metalíferas.

A fin de lograr una mejor interpretación del auge minero colonial, y de revelar varios secretos de

2. Perforación, acondicionamiento de pozos y galerías y excavación. 96


cho menos un dispositivo técnico complejo (barrenos de prospección) como el que Delius aconsejaba hacia 1776 en su magistral obra, y que fue utilizado desde mediados del siglo XVIII en Freiberg, Alemania, y en Schemintz.18

FIGURA 1 Barrena de exploración utilizada en Schemintz alrededor de 1750. Fuente: C. F. Delius, Traité sur la science...

3. Extracción de agua y de minerales. Cada una de estas subfases comprende procesos intermedios: 1. La fase de prospección y localización puede ser externa cuando se trata de determinar nuevas vetas a partir de yacimientos y galerías antiguos que entonces reciben el nombre de “minas descubridoras”. La mayoría de las veces fueron el azar y los medios empíricos rudimentarios (galerías experimentales) los que permitieron caer sobre ricos yacimientos. La Nueva España nunca conoció método sistemático alguno de observación prospectiva, tal como lo proponía George Agrícola desde 1525,17 y mu17

G. Agricola, De re metallica.

La ausencia de racionalidad económica moderna impedía toda suerte de previsiones a largo plazo en los planes de producción. Las ideas de predicción y pronóstico no figuraban en las condiciones productivas. Se vivía, en cierta medida, “al día”, a merced del azar o aun de la buena suerte. Incluso había toda una mitología acerca de los trabajos mineros: eran una aventura en la que se perdía o ganaba todo, incluida la máxima celebridad, los títulos nobiliarios y las riquezas. Pero, por uno o diez que se hacían célebres, una centena fracasaba. La mitología a la que se hace referencia no era sino la traducción fantástica, ideológica, de la “antigua lógica económica” de la racionalidad práctico-técnica mercantil simple y transicional, sometida a las leyes de la renta diferencial minera, es decir, a una multitud de factores de naturaleza cambiante: clima, lluvias, sequías, migraciones, en los cuales no podía intervenir el control humano debido al atraso científico-técnico y la implantación todavía reciente y débil del capital en la producción. 2. La segunda subfase de la obtención de minerales se divide en varios momentos: 18 C. F. Delius, Traité sur la science de l’exploitation des mines... (1778), 2 vol., t. I, pp. 185 y ss. 97


secundario en comparación con la utilización que se le daba a la tecnología de tradición antigua. La perforación inclinada descendiente permitía a la vez extraer la materia y bajar, pero ella era la prueba más evidente del atraso técnico: las poleas y los torniquetes no fueron casi nunca empleados (ni siquiera los más simples) en los puestos de perforación, para extraer los metales, tal como lo hacían los mineros alemanes del siglo XV.19

FIGURA 2.A Diversos instrumentos, métodos y técnicas utilizados en Europa a mediados del s. XVIII, propuestos por Gamboa a los mineros novohispanos. Fuente: F. J. D. Gamboa, Comentarios a las Ordenanzas de Minas

2.1 La perforación de galerías y de pozos centrales. 2.2 El acondicionamiento de éstos.

Su empleo habría implicado complejos conocimientos de geometría rectilínea, la utilización del cuadrante, brújulas, del método de triangulación, del cálculo trigonométrico, de mecanismos y poleas multiplicadores de la fuerza original, así como costos extras. Tiempo después Francisco Javier Gamboa lo recomendaba, sin ningún éxito, en su obra Ordenanzas de minería.20 Lo mismo hizo Lassaga. Esto se encontraba demasiado lejano del nivel común de los mineros, quienes seguían siendo prácticos, ignorantes y despilfarradores.21 Aunque había raras excepciones, esta constatación aunada a la existencia de relaciones sociales

2.3 La excavación de vetas metalíferas. 2.1. La perforación seguía, generalmente, una trayectoria perpendicular (inclinada) descendiente, hasta el punto de encuentro con la veta principal. Originalmente, en 1730, este trabajo se efectuaba con la ayuda de herramientas simples (barretas, palas, picos, carga sobre espaldas de hombre de las extracciones mineras). A partir de 1730 se asiste a la generalización del empleo de la pólvora, que ocupa, sin embargo, un lugar

19 Agricola. B. Gille, “Les problèmes de la technique minière au Moyen Âge”, Revue Historique des mines, t. I, N° 2, 1969, París. R. J. Forbes, Studies in Ancient Technology, t. II. Gédéon. Galerie profonde de Gédéon; miníère très importante du district de mines de Marienberg, Saxe, 1787. J. Faulhaber, Geheime Kunstmammer, darinem hendert allerhand Kriegs Strategemata auch andere uner hôrte Secreta und machinae mirabiles zusehen, ULM, 1628. 20 Gamboa, Comentarios a las Ordenanzas de Minas, pp. 169, 178, 297. 21

Ibíd., pp. 148, 246. 98


cidentes, abandonos, deforestación o bien en gastos enormes indispensables para proseguir la actividad en condiciones semejantes a las que existían antes de la destrucción. Esta lógica aparentemente irracional, lo es sólo para la óptica del mundo moderno, pues en su época no era sino la expresión formal de la práctica minera entendida como aventura, pero además como resultado de los factores siguientes: a) Un control técnico muy reducido del hombre sobre la naturaleza. b) La ausencia de una red moderna de financiamiento productivo.

FIGURA 2.B Diversos instrumentos, métodos y técnicas utilizados en Europa a mediados del s. XVIII, propuestos por Gamboa a los mineros novohispanos. Fuente: Ibíd.

de producción basadas en la explotación extensiva y colonial de la fuerza de trabajo (a la que se añaden la abundancia relativa de la mano de obra y su atraso cultural) determinaron la utilización “especulativa” de los factores productivos; es decir, un uso asentado en el mínimo de gastos y de inversiones en “obra muerta” (obra muerta: grandes instalaciones y condiciones materiales de producción), y en instrumentos poco complejos, buscando la máxima ganancia en el lapso más corto. Dicho en otras palabras: se invertía siempre a muy corto plazo. La lógica de la época descuidaba las inversiones a largo plazo, lo que se traducía frecuentemente en hundimiento y destrucción de los soportes naturales (comerse los pilares), ac-

c) El predominio global del capital comercial previo respecto del capital productivo. 2.2. En las grandes minas, la escala de la producción, la considerable masa de recursos humanos en acción y la búsqueda de seguridad decidieron la puesta en marcha de un dispositivo que evitara el derrumbe de las obras subterráneas. Desde el siglo XVIII se asiste a la generalización de guarniciones construidas con cal y piedra, y de construcciones en las galerías principales hasta el lugar de la mina llamado “despacho”, donde se contabilizaban los pesos que llevaban sobre las espaldas los cargadores. Más allá de ese límite los laberintos subterráneos no ofrecían ninguna seguridad a los trabajadores. Las minas de pequeña y mediana dimensio99


medía 615 varas (530 m);24 el de la veta Vizcaína en Real del Monte medía 375 varas (313 m)25 en 1790; el de Veta Grande, Zacatecas, tenía 360 varas (300 m) en 1797.26 En la guarnición de los tiros se invertían enormes sumas de dinero, equivalentes a dos tercios de la inversión en “obras muertas”. Las obras de guarnición exigían experiencia adquirida durante años, de la misma manera que debían tenerla los trabajadores. Por ello tanto éstos como los maestros eran contratados a destajo para la realización de grandes obras cuya construcción absorbía volúmenes enormes de materiales, tales como cal, piedra y madera. De la construcción de guarniciones dependen cuatro sub-ramas productivas que dieron lugar a la formación de un vasto mercado de consumo parcialmente mercantil, como lo veremos más adelante.

FIGURA 3 Horno para cal o calera. Elaboración: G.A.A.

nes utilizaban guarniciones de madera, incluso en los siglos XIX y XX.22 A partir de 1738 se comienzan a utilizar los tiros centrales para instalar malacates,23 los que exigieron la realización de obras de albañilería en las guarniciones. Esta práctica se extendió lentamente. A fines del siglo XVIII las minas alcanzaron profundidades increíbles: en 1810 el tiro central de la Valenciana, en Guanajuato,

a) La sub-rama de producción de materia prima cal, que generó la construcción de hornos para fundición de piedras (caleras)27 y empleos para un volumen importante de trabajadores (fundidores y acarreadores) de la piedra y el producto (ver la figura 3). 24 Ward, México in... t. II, p. 440 (635 varas, en 1810). “Breve resumen del estado Geográfico-político del Reino de Nueva España”, Toluca, L.F.C., 8/25 de 1808, F. 5a, 615 varas. 25

Humboldt, Ensayo... pp. 361, 362.

22

A. Grotte, La industria minera de México, p. 26

26 AGI, México, Leg. 1587, Administrador de Veta Grande, declaración, marzo de 1797.

23

Ver el Anexo III: “Vocabulario de los mineros”.

27

UMMA. Report... 30 th. July 1828, p. 38 100


b) La sub-rama de la construcción de canteras (piedras talladas y semitalladas) incluye una infinidad de obreros talladores y de cargadores. c) La sub-rama que proveía de madera trabajada. Ella se caracteriza por una intensa actividad de la tala de árboles necesarios para la construcción y producción de carbón vegetal como combustible, y su resultado fue arrasar catastrófica e irreversiblemente bosques enteros situados en el altiplano mexicano con efectos globales nocivos para el clima y la agricultura, y todavía resentidos en nuestros días. Esta actividad relacionaba numerosos trabajadores de diversos oficios: comunidades indígenas que aportaban leñadores; acaparadores (comerciantes) locales de madera que semitallaban los troncos; jornaleros que transportaban la materia prima en bueyes (que hacían colas infinitas) hasta las proximidades de las minas, donde se improvisaban carpinterías para la preparación de soportes y puntales de las medidas requeridas. Frecuentemente los acaparadores locales tallaban la madera de tal manera que los mineros la compraban de inmediato. Un gran número de trabajadores: leñadores, cargadores, carpinteros y ademadores preparaban la materia prima fundamental cuyo consumo era importante. d) La sub-rama de producción propiamente dicha, con sus maestros “ademadores”, oficiales, cargadores, con sus instrumentos y técnicas entre las que figuraban escaleras, cucharas de albañil, niveladores, plomadas, castillos de madera para las cimbras (es decir, para las mamposterías provisionales encima de las

cuales se construían las definitivas cuando se trataba de obras de albañilería a base de cal y piedra), palas, picos, martillos, cantidades enormes de arena de río y cal, así como de piedra de gran tamaño, cinceles y mazos que servían para romper y modelar las piedras. 2.3. Excavaciones de vetas metalíferas. Los trabajos de obtención de minerales se iniciaban en general, inmediatamente después de descubierta la veta. Estaban hechos “al filo de la veta”, es decir, siguiendo fielmente las trayectorias y las líneas caprichosas de la veta, sin responder a criterio alguno de funcionalidad práctico-técnica (los trabajos de los últimos quince años en La Valenciana son una excepción). Se hacía así, no solamente por razones de atraso tecnológico, sino también por las condiciones de producción; en ausencia de un sistema moderno de financiamiento productivo, era difícil –si no imposible– obtener a largo plazo, a tasas de interés y en condiciones convenientes de reintegro, considerables sumas de capital. El único capital disponible era el mercantil-usurario, que solamente prestaba a corto plazo, a tasas de interés muy elevadas, en condiciones de reintegro especulativo, y poco dispuesto a mezclarse en aventuras (inciertas) mineras. Por tanto, solamente los muy ricos podían obtener fácilmente capitales para financiar aventuras mineras y sobre todo para pagar la “obra muerta” (es decir, grandes instalaciones fijas, tales como mamposterías de tiros, canales, etc.) merced a la hipoteca de sus grandes posesiones agropecuarias, en tanto que el resto de mineros obtenía préstamos a cargos de sus gastos corrientes. 101


Asimismo, la concepción de las Ordenanzas de Minería definía la estructura jurídica de las explotaciones mineras como concesiones usufructuarias hechas por la Corona Española al mayor número de particulares. Las superficies de los terrenos concedidas eran cuadradas, de reducidas medidas, y debían ser explotadas profundamente. De ello resultaban divisiones y conflictos entre los mineros, con repercusiones lamentables en la prosecución normal de las actividad y para la construcción de verdaderas compañías mineras. La actividad quedaba en manos de los individuos más ricos, y no podía ser objeto de planeación en sus estructuras técnico-materiales en vista de optimar los recursos invertidos. No era raro encontrar dos tiros cavados muy cercanamente el uno al otro y sirviendo para las funciones de escurrimiento de la misma agua. Hechos como éste solo podían evitarse en presencia de una concentración y una integración máximas de los múltiples sectores de la actividad minera, bajo un solo y único poder. Éste fue el caso, por otra parte, de las minas La Valenciana, dirigida por tres riquísimos concuñados: Obregón, Otero y Rull; Real del Monte, por Romero de Terreros; Veta grande, por Fagoaga.28 En su gran mayoría, los mineros estaban obligados a someterse a una “carrera contra el tiempo” a causa de la falta de capitales para invertir. Se trataba de producir y de vender en el menor tiempo, para no tener que recurrir al capital usurario y reinvertir los capitales provenientes de la venta de los minerales extraídos. En 28

Brading, Mineros y comerciantes... cap. 1X

consecuencia, se descuidaba la construcción de obras complejas subterráneas, tales como galerías horizontales, tiros para la circulación del aire, planos inclinados con la función de permitir el descenso o el ascenso hacia los diferentes niveles; tiros interiores secundarios, túneles centrales profundos que comunicaran con el tiro central, vías férreas interiores necesarias para transportar los minerales en carretillas, poleas internas e intermedias, etcétera. Todas esas instalaciones de ingeniería minera eran desconocidas en la Nueva España. Por todo eso los mineros estaban permanentemente expuestos a quiebras catastróficas. De ahí que se asistiera a un rápido deterioro del medio natural. Presionados por la urgencia de recursos monetarios, los mineros vendían día con día sus minerales, para poder autofinanciarse pronto, y no hacían inversiones importantes a corto plazo y poco rentables a fin de evitar los préstamos al capital usurario o comercial. Guanajuato, el centro minero más notable, y La Valenciana, la mina más grande de la Nueva España, tuvieron la producción más autónoma respecto del capital usurario; pero, en general, todos los centros dependían de éste, y sus inciertas ganancias sufrían una merma continua y la canalización hacia la circulación mercantil. Por tanto, esa dependencia financiera era gran obstáculo para el crecimiento de la producción. En 1774, el sabio Lassaga (según Gamboa)29 apuntaba 29 Lassaga y Velázquez de León, Representación... pp. 19 y 20. Gamboa, Comentarios a las Ordenanzas de Minas, p. 99 (entre el crecido número de mineros “...no se encontraría 12 con caudales suficientes para mantener su corriente...”). 102


que solamente l2 mineros eran capaces de autofinanciar su actividad, y que el r resto era víctima de usureros (aviadores) especuladores. El ejercicio de la actividad minera como una aventura se oponía a la implantación y generalización de técnicas avanzadas de la Revolución Industrial.30 Teniendo dimensiones notablemente superiores y de mayor importancia que las minas de Freiberg,31 Schemintz, Kremintz, Cornwall,32 y de Suecia,33 las de Nueva España se parecían más por su aspecto y retraso tecnológico a las minas romanas de Macedonia durante el esclavismo.34 En comparación con estas últimas, solamente contaban con dos elementos de adelanto: la utilización de la pólvora y de los malacates, y un elemento social diferente: el empleo de trabajo asalariado. En otros aspectos estaban más atrasadas; por ejemplo, en la utilización rigurosa de un sistema de ángulos rectos (escuadra), en la construcción de galerías muy racionalmente trazadas, y en la administración estricta basada en criterios sólidos de contabilidad y de rentabilidad económica. 30 Delius, op. cit., t. II, pp. 287 y ss. Economía de Minas. Diderot, Encyclopédie. J. Huard, Les planches de 1’ Encyclopédie et celles de la description des arts et métiers de la Académie des sciences... P. A. Dufrenoy, Voyages métalliques en Angleterre, t. 1., p. 70 31

Humboldt, Ensayo... pp. 353 y 356.

32

R. L. Galloway, History of Coal Mining in Great Britain.

33 C. G. Dahlerus, Exposé de 1’industrie minière et métallurgique de la Suède, p. 36. 34

Delius, op. cit., t. I, pp. 134, 171.

El modo primitivo de explotación subterránea tenía la apariencia de ser, en cierta forma, un ahorro económico, por el hecho de que no se necesitaba invertir cuantiosos capitales en obra muerta. En este último caso, la inversión aparecía como desperdicio de recursos disponibles, pues la productividad global que se obtenía era muy débil. En los últimos quince años del régimen virreinal, por ejemplo, se iniciaron trabajos subterráneos bajo la dirección de la Escuela de Minería,35 con la mira de aplicar la ciencia moderna; pero los resultados no fueron satisfactorios. Por otra parte, la irracionalidad en los tiempos y movimientos de trabajo para extraer los minerales, y el empleo del tiempo de trabajo retardaban el desarrollo de la actividad minera. En efecto, esta fase de la actividad minera utilizaba más de la mitad de los recursos en gastos de operación corrientes, implicaba un tanto global del tiempo de trabajo enorme por la explotación desmedida y brutal de la fuerza humana de trabajo y absorbía el porcentaje más elevado de la mano de obra. Empero, la actividad minera tuvo efecto multiplicador sobre la actividad global interna, merced a la movilización de una cantidad considerable de recursos para los cuales ella constituía el eje. El minero que lograba el hallazgo de una veta metalífera se enfrentaba de inmediato a su peor enemigo: el problema del agua. 35 J. J. Izquierdo, La primera casa de la ciencia en México. Elhuyar, “Informe relativo a la obra del prof. Werner”... (AGN, Minería, 26, 1793). Brading, op. cit., pp. 228 y 267. 103


Las filtraciones y los manantiales subterráneos amenazaban las obras de extracción y lo obligaban a desplegar un esfuerzo encarnizado. Durante el siglo XVII la solución tradicional de extraer el agua en tenates que cargaban los trabajadores sobre sus espaldas fracasó por completo; eso provocó el abandono de varias minas. Entonces, en las más importantes se introdujo una tecnología hidráulica compleja, ya utilizada en Alemania durante el siglo XV. Ella se componía de una serie de “cajas de agua” (estanques) escalonadas a una distancia de entre 5 y 10 m de abajo hacia arriba. Cada caja de agua tenía su respectiva rueda hidráulica subterránea. La primera rueda hidráulica sacaba el agua directamente del manantial situado en la profundidad de la mina. Cada rueda hidráulica hacía girar una larga cadena (de 5 a 10 m) que portaba varios baldecitos. Al girar la rueda, tirada por un trabajador al nivel de cada caja de agua, la cadena hacía llenar los baldecitos cuando pasaban dentro de la caja de agua. Al pasar los baldecitos por encima de la rueda hidráulica, vaciaban el agua en un canalete que desembocaba en la caja de agua superior, y así sucesivamente hasta tirar el agua fuera de la mina36 (ver la figura 4). Hacia 1700-1710 se introdujo un mecanismo un poco más complejo, cuyas diferencias, grosso modo, FIGURA 4 Tecnología hidráulica en la Mina de San Juan de Rayas, Guanajuato, 1704. Fuente: AGN Ver el “Anexo II”, p. 338

36 Agricola, op. cit. AGN, Minería N° 51, “Vista de ojos de la mina de Rayas”, Guanajuato, 1728. Minería N° 50, “José de Sardaneta, 27 de octubre 1724”. AGI, México 1045 “Audiencia a Bracamonte, 22 de septiembre 1724”, México 1045 “Vista de ojos de la mina de Raya, descripción y mapa de los trabajos interiores” por el Dr. Juan Diez de Bracamonte. 104


eran que sustituía la fuerza motriz humana por la animal, colocada ésta a cada nivel sobre una tarima, y que contaba con una máquina que combinaba dos ruedas, una horizontal y otra vertical, en lugar de una sola rueda. Sin embargo, el problema de la subida de agua no se resolvió, pues frecuentemente la ruptura de una de sus partes ocasionaba la interrupción del movimiento permanente de la cadena. Por otra parte, el costo de funcionamiento era elevado y su capacidad de extracción no se adaptaba a las variaciones en el volumen de agua de los manantiales. Es por eso que se combinaban los dos mecanismos que acaban de ser descritos con el antiguo método de los tenates. Empero, resultaban completamente ineficaces cuando la extracción de minerales debía realizarse a 200 varas debajo de la superficie terrestre. La decadencia de la minería en el siglo XVII se debió, en parte, a esta limitación tecnológica que persiste todavía en el primer tercio del siglo XVIII. La devaluación del oro como consecuencia de los descubrimientos de ese metal en Brasil da lugar a la búsqueda de minas de plata.37 Entonces se tratará de contrarrestar el problema tecnológico de extracción del agua por tres medios diferentes:

la época en que Bolaños tuvo su primera “bonanza”,38 Vetanegra, en Zacatecas, adquiere su renombre, y otros centros de importancia menor hacen su aparición; algunos de éstos volverían a funcionar en el siglo XIX.39 Sin ningún progreso tecnológico el problema de las inundaciones subsiste y algunos centros desaparecerán porque se encontraban en regiones muy lejanas; los costos de transporte son más elevados; el negocio minero, poco rentable, y solamente una ley alta en los minerales dejaba ganancias convenientes. b) La perforación de un túnel central inclinado en la zona donde la pendiente era más pronunciada, y construido hacia el exterior de los lugares de trabajo, permitía expulsar el agua fuera de la mina por la acción de la gravedad. Este trabajo era titánico y en él concurrían factores bien conocidos: 1) tecnología atrasada; 2) “capital inicial” poco abundante, y 3) condiciones inciertas de explotación. Pero a largo plazo la inversión en “obras muertas” como éstas era lo más rentable. Dos mineros célebres, José Vicente de Anza, en Tehuilotepec, y el Conde de Regla, propietario de la veta Vizcaína, son los únicos que utilizan este se-

a) Explotación de nuevos yacimientos (plata fácil) en regiones localizadas más al norte del país. Es

38 A. López Miramontes, “El establecimiento del Real de Bolaños”, Historia Mexicana, vol. XX111, N° 3, 1974. AGI, México, Leg. 1815 “El Virrey de Nueva España de cuenta con testimonios del expediente promovido por el Marqués del Apartado....sobre Veta Negra”, Madrid, 27 de diciembre de 1779. Brading, op. cit., p. 268.

37 Vilar, Oro y moneda... W. Jacob, On Historical Inquiry Into the Production and Consumption of the Precious Metals, 2 vol., t. 1, pp.136-141, 367-371.

39 S. Ramírez, Noticia histórica de la riqueza minera de... p. 566. José M. Barrera, Noticia del estado de las minas de Catorce, S.L.P., 1845, p. 7. Compañía de minas Zacatecano-Mexicana, “Informe de la negociación del Fresnillo en el año de 1842”, México, 1845, pp. 10-12. 105


gundo medio. El primero se llevó 12 años en construir un túnel de drenaje de agua de 477 varas de longitud, y el segundo inicia en 1781, la construcción del túnel contemporáneo más largo del mundo –2881 varas– que dura 30 años.40 c) La introducción del malacate combinada con la apertura de un túnel interno inclinado que comunica el manantial con el tiro central, o la perforación de un segundo pozo precisamente en el manantial a fin de sacar el agua con malacate. Este medio se impuso sobre los demás y resultó ser el más exitoso. La instalación del malacate conllevaba las obras siguientes:

Enganchadas a la cruz del malacate, dos cuadrillas de caballos, una detrás de la otra, y formadas por cuatro, seis u ocho caballos cada una, hacían girar el torno a toda velocidad durante tres horas; después de este lapso los caballos eran cambiados por otros frescos. Esta alternancia se hacía las 24 horas del día. Según la potencia del malacate, tenía 16, 24 ó 32 caballos, los cuales a su vez necesitaban dos “arriadores” cada ocho horas para apurarlos. Bajo tierra, en la confluencia del tiro con el manantial, algunos trabajadores “achicadores” y “tenateros” vigilaban las averías eventuales que podían sufrir las cajas de agua y los canales, y estaban listos para llenar de agua a la mayor brevedad los odres del malacate.

Los trabajos internos o subterráneos:

a) Perforación de un tiro nuevo con su respectiva guarnición. b) Canalización interior. c) Construcción de “cajas de agua”.

Una vez concluida la etapa de desagüe, los trabajos de obtención y extracción del mineral, propiamente dichos, consistían en:

a) Construcción del malacate (de madera y en algunas partes de fierro colado); b) construcción de las bases para la maquinaria del malacate; c) canalización del agua hacia el exterior y en un lugar alejado de la zona de trabajo; d) el desecamiento, que en la superficie exigía las condiciones siguientes:

Atacar la roca misma. Esta operación se hacía con pólvora desde comienzos del siglo XVIII, y se generaliza entre 1730 y l760.41 Tal como lo veremos más adelante, ella representa un importante progreso tecnológico, y si sus efectos tienen poca significación, ello se explica por la inexistencia de innovaciones tecnológicas en otros procesos de la minería. Así, los métodos tradicionales de extracción de agua ya descritos y la utilización de la pólvora permitían profundizar progresivamente en la mina, con el siguiente esquema de divi-

40

41

Los trabajos exteriores:

Brading, op. cit., p. 187.

Ibíd., p. 352. 106


con punta de acero. Esto lo hacían varios “barreteros” o “atacadores”. Remover y recoger las piedras proyectadas por las explosiones y las barrenas. Esto lo hacían los “zapapiqueros”, llamados así porque utilizaban zapapicos. Romper las rocas en pedacitos tan pequeños que puedan caber dos o tres en una sola mano y ser introducidos fácilmente en los tenates. Esto lo hacían los “quebradores”, que en ocasiones eran mujeres. Los útiles: martillos cortos de cabeza pesada. Trabajos auxiliares. Consistían en iluminar los lugares de trabajo con antorchas de madera resinosa y/o velas de sebo; también en suministrar agua a los trabajadores y a los animales; generalmente eran niños quienes se ocupaban de estas tareas. Los útiles: antorchas, velas, jarros. FIGURA 5 Instrumentos de mineros utilizados en trabajos subterráneos, 1764. Fuente: AGI Ver el “Anexo III”, p. 349 Las figuras agregadas son de G.A.A.

sión de funciones basado en trabajadores especializados con sus respectivos instrumentos: Perforar la roca para colocar la carga explosiva. Esto lo hacía un equipo de dos “barrenadores”: el uno sostenía una barrena corta con punta de acero mientras el otro golpeaba la barrena con un mazo (los medios técnicos utilizados eran papel, pólvora, explosivo, mazo, barrenas y barretas). Barrenar directamente la roca con barretas, nombre que se daba a una pesada barra de fierro

2.3.2. Transportación interna del mineral

Desde el frente de trabajo (llamado de labores) hasta el punto de carga y descarga de las mulas, los tenateros llevaban el mineral arrastrándose por estrechos laberintos agotadores y peligrosos. Subían por unas escaleras llamadas “de gallo”, cargando sobre sus espaldas tenates con 150 a 300 libras de mineral. Los útiles: tenates y escaleras de gallo. Cuando se utilizaban malacates para subir el mineral, los tenateros llegaban hasta la base del tiro 107


FIGURA 6 Escalera de gallo. Elaboración: G.A.A.

de los planos muy profundos hasta el malacate, y de la boca de la mina a la hacienda de beneficio.

central; allí, trabajadores especializados estaban listos para llenar el odre del malacate con el mineral. A estos trabajadores se les llamaban cargadores malacateros.

2.3.4. La dirección y la vigilancia del conjunto de trabajos subterráneos constituían factores importantes que exigían experiencia y confiabilidad. Evidentemente, casi siempre los cuadros directivos y de vigilancia se habían formado en la práctica de rutina, y sin ninguna especie de conocimientos científicos. La cantidad de administradores y de empleados era reducida en comparación con la de mineros. Aquéllos sabían leer, escribir y hacer cuentas; debían llevar un sistema simple de contabilidad de las tareas realizadas y de las cantidades de mineral que se manejaban, necesarias para calcular la remuneración de los trabajadores después de las jornadas y los gastos generales. Cada explotación minera tenía reglas del juego diferentes para hacer ese cálculo. El salario de los trabajadores de administración y de vigilancia era, en general, más elevado que el de los mineros.

Las jerarquías eran las siguientes:

2.3.3. Transportación externa del mineral desde la entrada de la mina hasta la hacienda de beneficio

- Administración: Contador (rayador) Capitán (maestro de obras)

El trabajo de extracción de minerales por medio de malacates se combinaba con métodos tradicionales. Estos eran aplicados para retirar el mineral desde las labores poco profundas hasta la boca de la mina o des-

- Trabajo técnico: Minero (evaluaba el costo y la ley del mineral basado en una muestra rudimentaria) Herrero (fundía el acero para dar mantenimiento cotidiano a los instrumentos). 108


- Vigilancia: Guardamina (guardia de la mina). Velador. Otros. En general el cuerpo de vigilancia era reducido. Esto suponía la existencia de un “orden natural” de las cosas, de una especie de armonía patriarcal fundada en “el temor de Dios”, el fatalismo y la obediencia; pero también de estímulos materiales derivados del hecho de que al trabajador se le pagaba, de acuerdo con su jornada de trabajo, en dinero; además, recibía el “partido”, que era una suma extraordinaria de ingreso monetario producto de la extracción de cierta cantidad de mineral por encima del mínimo obligatorio. Esta cantidad extraordinaria se repartía entre el trabajador y el propietario a la mitad, a cuarto y a octavo. El “partido” resultaba ser una relación de producción semejante a la mediería agrícola, que tiende a desaparecer: los trabajadores poseen algunos útiles de trabajo y compran ellos mismos las velas para iluminar su labor. A partir de 1776 los costos de producción aumentan paralelamente al alza de precios. Los propietarios de las minas reducen entonces los salarios nominales y llegan hasta la supresión del “partido”. Frente a la brutal caída de su nivel de vida, el descontento de los trabajadores estalla en motines y “huelgas” salvajes en Zacatecas, Guanajuato y Pachuca. Ante el ascenso de las luchas, la clase dominante crea un aparato de represión a su servicio. En 1766 en Guanajuato, los precios aumentan a raíz de

la introducción del monopolio del tabaco (estanco de tabaco);42 los trabajadores se apoderan de la ciudad y logran, por primera y única vez, que los precios bajen. En contraste, en 1767 tras la expulsión de la Compañía de Jesús, muy respetada por los mineros, éstos manifestaron su descontento en Guanajuato, en San Luis de la Paz (provincia de Guanajuato) y en San Luis Potosí. Como respuesta, el virrey José de Gálvez (un déspota ilustrado) ordena una represión ejemplar: en Guanajuato hubo 600 personas aprehendidas, 31 encarceladas a perpetuidad en presidios (prisión-fortaleza ubicada en la frontera); 148 con condenas de seis a diez años, y nueve ahorcados; el “partido” fue suprimido y la ciudad de Guanajuato condenada, por deslealtad al Rey, a pagar una “capitación” o contribución especial de tiempos de guerra.43 Desde entonces la clase dominante utiliza la represión de manera generalizada para castigar a los trabajadores, a fin de que éstos aprendan a obedecer y a entregar una cantidad creciente de trabajo. El capital, antes de los primeros balbuceos de su nacimiento, hace de la violencia estatal un componente necesario a la nueva dinámica económico-política. Él desposee a las masas: 42 Ward, México in..., t. II, p. 565. Humboldt, Ensayo..., pp. 368 y 453. E. Semo, Historia del capitalismo en México. A. López Aparicio, El movimiento obrero en México, p. 26. Ver el capítulo IV de esta tesis. 43 L. Marmolejo, Efemérides guanajuatenses, t. II, pp. 161, 170 y 217. Brading. op.cit., pp. 314-315. 109


1. De las condiciones de vida que ellas gozaban hasta entonces y las somete al nuevo orden económico de la empresa. 2. De su autonomía y de su capacidad instintiva de defensa, para, no solamente garantizar el orden en la empresa, sino también mantener un statu quo que permitiría la reproducción ampliada del orden sociopolítico vigente. Los mineros fueron las primeras víctimas de nuevo Estado en formación, el Estado burgués. Los trabajos subterráneos De todas las fases del proceso minero en la Nueva España es la de los trabajadores subterráneos la que presenta el mayor interés en lo que se refiere a sus efectos sobre la división del trabajo y sobre el mercado interno. Ello se debe a que necesita una elevada densidad de mano de obra, grado tecnológico poco avanzado y que determina la movilización de un volumen considerable de recursos. Sin embargo, esta fase es la menos conocida y evaluada. Para dar una idea de su importancia, nos bastaría recordar que a fines del virreinato para acuñar 3 millones de marcos (cada marco tenía 248 g de plata fina) correspondiente a 744 toneladas de mineral puro, hacía falta (a causa de la baja ley del mineral de entre 0.003 y 0.006) sacar de las profundidades subterráneas hasta la fundición un volumen anual de mineral bruto que variaba entre las 123 504 toneladas (ley 0.006) y las 246 108 toneladas (ley 0.003).

Según una estimación hecha por Garcés y Eguía,44 autoridad en la materia, el volumen anual del mineral bruto obtenido ascendería a 10 millones de quintales en números redondos, lo que equivale a 202 mil toneladas. Si se considera el mineral efectivamente extraído más el que fue fundido o amalgamado, se concluye que 300 mil toneladas de mineral son sacadas durante 300 días efectivos de trabajo, que corresponden a la extracción de mil toneladas por día de labor. Trescientas mil toneladas equivalen a 18 300 quintales, o sea 9150 tenates, cada uno de 220 libras, que corresponden a 2287 trabajadores, quienes realizarían en promedio cuatro viajes diariamente. Al distribuir a los trabajadores en las funciones productivas fundamentales, se les clasifica en seis categorías: 1. Perforadores, 2. Ademadores y/o guarnecedores, 3. Atacadores, 4.Tenateros, 5. Trabajos externos, 6. Administradores, técnicos y vigilantes. Aunque en el interior de cada especialidad la proporción relativa del número de trabajadores era diferente en cada mina, según que ella fuera grande o pequeña, según la época y el año considerados y según la coyuntura de apogeo o de decadencia en que se encontrara, la tecnología utilizada presentaba, donde quiera, la misma insuficiencia de desarrollo, y había sido implantada de manera semejante. Igualmente, las leyes de los minerales en cada fase, generalmente bajas, eran dondequiera las mismas, y las “vetas madres” presen44

Garcés y Eguía, Nueva teórica y... p. 125. 110


CUADRO 1 Elaboración: G.A.A. 1 AGN, Minería, V. 36, Vista de ojos de la mina de Rayas,13 de julio de 1728. 2 AHM, Libro de Rayas, de Angangueo, Michoacán, años de 1808-1809. 3 J. Silva Herzog, Colección de documentos... t. III, pp. 75-78.

taban también una configuración orogénica parecida. Es por eso que las proporciones relativas de los trabajadores empleados en cada especialidad dentro de los diversos procesos mineros, no eran muy diferentes. Esas proporciones se alejaban un poco de lo normal en el caso de la mina gigante La Valenciana, de Guanajuato, que era la mejor administrada. Dos factores son los responsables de esta variación: a) el empleo a gran escala de la pólvora (160 mil libras por año, a cuatro reales cada libra,45 que le da una capacidad de obtención de mineral de 720 mil quintales al año;46 b) su batería de malacates (ocho en actividad) situada en el pozo de extracción de agua que fuera el más ancho y profundo del país. La productividad superior de los procesos intermedios ligados a esos factores libera un porcentaje considerable de trabajadores, mismo que se emplea en labores de extracción, selección 45 Humboldt, Ensayo... p. 353 y 356. Breve resumen del Estado geográfico del reino, F.5 a, “se consumen 700 mil pesos de pólvora al año en todo el reyno”, en el año de 1808. 46 J. Silva Herzog, Colección de documentos... III, “Relaciones geográficas”... pp. 79-81.

de minerales y vigilancia. Asimismo, una mina vieja con una veta madre muy constante no necesita más que una cantidad reducida de trabajadores perforadores y ademadores para la realización de “obras muertas” que, con más exactitud, son trabajos de mantenimiento. No obstante, en esta mina vuelven a hallarse las tendencias generales existentes dondequiera, particularmente la utilización masiva de la fuerza humana en relación con un débil uso de útiles complejos (ver el cuadro 1). Un análisis detallado de la estructura social y funcional de las dos minas, abstracción hecha de variantes débiles, confirma esas categorías y proporciones (ver el cuadro 2). A la vez que soy consciente de mis limitaciones frente a la ausencia de suficientes libros de raya susceptibles de servir como pruebas que apoyen mis hipótesis, me siento obligado a plantear por adelantado la velocidad de la proporción. En efecto, si los 2287 trabajadores de las labores extractivas representaban realmente 6% del total de trabajadores subterráneos, el número de estos últimos sería de 37 964, cantidad significativa si se sabe que durante los últimos quince años del virreinato, el total de mineros era de 45 mil diariamente. Por otra parte, el conjunto de trabajadores de la fase de refinación era sensiblemente inferior al de los trabajadores subterráneos, mientras que la cantidad de quienes se ocupaban de la acuñación y amonedación no 111


llegaba a la cifra de 700.47 En consecuencia, es probable que los 45 mil mineros se repartieran en las tres grandes fases del proceso minero según las proporciones señaladas en el cuadro 3. La proporción más elevada de trabajadores corresponde a la fase de obtención del mineral. Esto explicaría su importante papel en la dinámica del mercado interno. Con excepción del acero, los otros medios e instrumentos (materias primas) requeridos para cumplir esta fase eran fabricados en la Nueva España, lo que se traducía en estímulos importantes para la producción artesanal y manufacturera. Empero fue sobre todo, la necesidad del maíz para alimentar a esos 45 mil trabajadores, el factor más determinante para la economía local. Con el fin de ilustrar la importancia considerable de la producción minera respecto del mercado interno y otras ramas productivas, señalaré la significación del empleo de malacates en la extracción del agua y de una parte del mineral. CUADRO 2 Fuente: AHM, Libro de Rayas Elaboración: G.A.A. 1 N. de E.: Así aparece en el original en francés. Empero, en una página anterior el autor anotó la frase “Estructura social y funcional e ingresos diarios per capita de los trabajadores de La Valenciana y de Guanajuato” , con las siguientes precisiones: Fuente: J. Silva Herzog, Colección de documentos... t. III, pp. 75-78. Observaciones: Los datos se relacionan con el consumo de pólvora y de acero (ver A. Von Humboldt, Ensayo... pp. 353-356). En los datos de Silva Herzog hay una laguna en cuanto al ingreso diario del personal administrativo y técnico; ingreso que estimamos en 16 pesos al día. Sumando los desembolsos cotidianos para el pago del conjunto de los trabajadores y multiplicándolo por 313 jornadas efectivas de trabajo al año, obtenemos que los gastos por mano de obra se elevan a 1 330 000 pesos (75% del gasto global). El restante, 25%, abarca los gastos en materiales: 443 333 pesos de un total de 1 773 333 pesos, para 720 mil quintales (33 120 toneladas) de mineral. Para los datos del precio de la pólvora, ver AHM, Libro de

El malacate era un mecanismo de madera constituido por un carrete de amplio diámetro, del cual salían dos cables gruesos enrollados en sentido inverso el uno del otro, del tal suerte que cuando el carrete giraba, un cable subía y el otro bajaba. El carrete estaba fijado sobre una base sólida y un eje central. Los cables corrían en sendas poleas situa47 BNP Doc. 3/205 Breve Resumen... F. 5. a “Al presente...el número de sus operarios... es de 350 a 4000” (de la Casa Real de Moneda), 1808, más una cantidad menor de operarios del Apartado. 112


Los primeros malacates (en 1738) levantaban cargas de aproximadamente 875 libras (426 kg) en promedio, 400 veces durante 24 horas. A fines de siglo se instalaron malacates gigantes con una capacidad de 1250 libras por carga y una velocidad promedio más alta, que llegó a cuadruplicar la capacidad original. Sin embargo, la mayoría de las minas utilizaba una maquinaria simple y reducida.

CUADRO 3 Elaboración: G.A.A.

das a la entrada misma del tiro central de la mina, y de sus extremos colgaban dos enormes cueros que servían para llevar el agua y los materiales, ya fuera hacia arriba o hacia abajo. Dos juegos de arneses estaban atados a una barra colocada transversalmente llamada “cruz”, que servía para sujetar dos cuadrigas, cuyo número de caballos variaba según la resistencia del carrete, el peso por levantar, la profundidad del tiro y la fuerza motriz. Había cuadrigas de cuatro caballos, dos por cada arnés, de seis y de ocho caballos. Éstos daban vueltas alrededor del carrete, bajo el látigo y el garrote de dos arriadores a fin de desarrollar el máximo esfuerzo y la velocidad posibles durante tres horas sin interrupción. Cuando estaban a punto de reventar, se cambiaba el equipo motriz. Esto se hacía cada tres horas a lo largo de las 24 horas del día, los 365 días del año. Era el trabajo más intenso, más permanente y más costoso que intervenía en la obtención del mineral y figuraba entre los “gastos de operación” de la mina.

Al principio, en cada mina había un solo malacate. Al final del siglo eran dos o cuatro malacates, y para La Valenciana, ocho. En esta época las minas importantes contaban con equipo complejo de malacates, por ejemplo La Quebradilla, de Zacatecas, tenía de 14 a 16 malacates,48 tirados por 800 caballos en un día; cada caballo costaba entre 10 y 12 pesos, su vida de trabajo era de tres años y consumía anualmente 22.5 fanegas de maíz, lo que se traducía en 18 mil fanegas para todos los caballos. En 1801 en la veta Vizcaína de Real del Monte, perteneciente al Conde de Regla, se hizo una erogación anual de 250 mil pesos para mantener 28 malacates. La mina Veta Negra disponía de 29 malacates movidos por mil caballos.49 En abril de l792, cuando se inundó, fueron puestos en marcha 26 malacates: 48 Brading, op. cit., p. 186. AGI, México, Leg. 2214, “El Marqués del Apartado al Virrey”, 31 de agosto de 1793. AGN, Minería, Vol. 26, “Descripción de la mina de Pachuca”, por Joseph Manuel Valcarce (Administrador), 16 de octubre de 1790 (siete informes de octubre a diciembre). 49 AGI, México, Leg. 1815, “Resolución de S. M. acordada el 22 de agosto de 1800...” sobre el expediente promovido por el Marqués del Apartado. 113


FIGURA 7.A Diversos instrumentos y máquinas para el agua, una comparación. Malacate de la Nueva España (hacia 1780). Fuente: AGI

...Con 6 de manteo, que anduvieron hasta diciembre de aquel año sin interrupción (...) hasta quedar 12 para agua; como la labor aumentaba me pidieron otros tres de manteo (...) cuyo costo de unos y otros con el de caballadas y muladas, ascendía a 1500 pesos semanarios en los 9 meses que se los mantenía en caballeriza y a 1100 pesos semanarios de los tres restantes meses que pastaban en el campo, importando sólo estos gastos, 67 200 pesos al año, a que debían agregarse la pérdida de valor de 300 caballos a 10 pesos y 25 mulas a 20 pesos cada una, que morían, lo que hacía 3500 pesos + 67 200 que componían 70 700 p.

FIGURA 7.B Máquina Newcomen de vapor usada en Schemintz hacia 1750. Fuente: C. F. Delius, Traité sur la science... tomo II

114


Hacia el 6 de julio de 1793 habían puesto en marcha:

...3 tiros antiguos de un malacate cada uno, y 5 nuevos, los 3 con caxas para 8 malacates cada uno (24), otro para cuatro y otro para 2 (30 nuevos + 3 viejos), los gastos, a la tercera parte de la profundidad llegaban a 65-70 mil pesos...50

FIGURA 7.C Malacate usado en Schemintz hacia 1750. Fuente: Ibíd.

FIGURA 7.D Malacate usado en la Mina de Arévalo, Zacatecas, hacia 1840-1850, importado de Francia. Fuente: Petitcolin et Chaumont, Machines et appareils...

Humboldt afirmaba que solamente en Guanajuato se utilizaban cotidianamente un total de 14 mil caballos y mulas como fuerza motriz para los malacates, “arrastres”, molinos y cargas. Sobre la base de que la producción minera de Guanajuato representaba la quinta parte de la producción total anual de plata entre los años 1800-l8l0, a 5 200 000 pesos, podemos suponer que el total de los animales de trabajo utilizados cada día por el centro minero completo variaba entre 70 mil y 80 mil cabezas, sin tomar en cuenta la reserva para las diversas eventualidades. Esta fuerza de tracción animal era empleada de la manera siguiente: Quince mil caballos servían para mover los arrastres. Cerca de mil caballos accionaban los molinos de pisones. Cerca de l5 mil caballos movían los malacates. Cinco mil servían para el transporte inter-minas, y para quebrar y moler las piedras. 50 AGI, México, Leg. 1815, “El Virrey de Nueva España da cuenta con testimonios del expediente del Marqués del Apartado”, Madrid, 26 de septiembre de 1794. 115


de 1 875 000 fanegas de maíz por lo menos; es decir, casi 86 250 toneladas. Semejante producción, tanto para los tiempos de abundancia como para los de penuria, significó, sin duda, presiones considerables sobre la agricultura y la sociedad tradicionales, por su naturaleza fundamentalmente de autoconsumo.51

CUADRO 4 Cálculos: G.A.A. 1 A 2 pesos la fanega de maíz (precio medio); a 4 pesos = 1 par. 2 A 10 pesos/animal (caballo); 20 pesos una mula, por lo tanto, las mulas cuestan el doble. 3 A 22.5 fanegas por cabeza. 4 A 33% de depreciación global + 10% de amortización de la pérdida anual por animales muertos cada año.

Aproximadamente ese mismo número permanecía en reserva para ser utilizado alternativamente cada tres horas durante las 24 horas. Suponiendo que de 14 mil a 15 mil caballos que movían los malacates, 60% era de grupos de tracción simple compuestos por cuatro caballos; 20% de grupos medios de tracción, con seis caballos; 20% de grupos poderosos de tracción, con ocho caballos, el número de malacates, su capacidad, el consumo de maíz y el costo de los animales serían los señalados en el cuadro 4. Las cifras ahí mostradas son enormes para la época considerada. El consumo promedio por cabeza es de 22.5 fanegas de maíz (3.42 litros al día), lo que da un total de 1 575 000 fanegas para 70 mil bestias. El consumo per capita de los trabajadores mineros (abstracción hecha de sus familias) es de un litro al día, lo que exige en total 300 mil fanegas de maíz. Según esto, la agricultura debía proveer a la actividad minera de un volumen

Solamente en el Bajío de Guanajuato se encontraban 29 granjas ganaderas, 448 haciendas, 360 ranchos autónomos y 1046 ranchos dependientes o arrendados, cuyas tierras se destinaban al cultivo de 26 160 fanegas de maíz. Si se estima que los ranchos autónomos o dependientes eran diez veces más pequeños que una hacienda, se puede afirmar que en conjunto las haciendas aportaban 80% del suministro total de maíz, o sea 20 928 fanegas de siembra; de ahí se deduce que una hacienda daba en promedio 46.71 fanegas. Esto muestra la reducida superficie de las haciendas de Guanajuato, sobre todo si se las compara con la superficie del rancho San Benito, de la Intendencia de Puebla, el cual siendo cuatro o cinco veces más pequeño que una hacienda, sembraba 220 fanegas de maíz. Aunque pequeñas, las haciendas de Guanajuato se ubicaban en una región altamente mercantil, fértil e irrigada, producto del despojo a 37 comunidades indígenas, cuyos miembros fueron reducidos a las categorías de vagos, desarraigados, proletarios que no pagaban tributo. De los 168 879 tributarios cuantificados en Guanajuato, solamente 76 882 pagaban tributo. En contraste, en la 51 En toda la Nueva España se cosechaban 17 millones de fanegas de maíz: Humboldt, op. cit., p. 319. 116


cada hacienda producía 46.71 fanegas, lo que se traducía en 2 millones 100 mil fanegas al año. Pero, como ya se vio en el capítulo anterior, para reproducir la escala simple de la economía de autoconsumo el IFN 1:100 dejaba, con muchas dificultades, excedentes vendibles. Por esa causa, en Guanajuato se desarrollaron pequeños sistemas de represas para la irrigación que permitieran elevar el IFN a 1:150 salvando los efectos de las oscilaciones climáticas. El consumo total de la Villas de Guanajuato era de 400 mil a 600 mil fanegas en los mejores momentos aproximadamente.53 Las 448 haciendas eran proporcionales al consumo urbano pero en ningún caso excedentarias, porque entonces los precios habrían sido mucho más bajos, siendo que ocurría lo contrario. De la misma manera, enviar 86 250 toneladas de maíz hacia las minas requería 517 500 cargas de mulas, aproximadamente, y por lo menos 51 750 mulas para hacer un mínimo de diez viajes, ya que en cada uno podían cargarse 166 kg, y en 6, una tonelada.

MAPA 1.B La Nueva España Y Guanajuato, 1794.

Intendencia de México, de los 982 621 indígenas considerados tributarios, solamente 13 553 estaban clasificados como vagos.52

Lo anterior muestra la importancia de la fase de obtención del mineral para la formación del mercado interno del consumo masivo, ya que era la palanca que estimulaba la división del trabajo y favorecía el crecimiento de ese mercado interno.54

Todas las haciendas estaban conectadas al mercado urbano de Guanajuato, pero con un IFN de 1:100

53

52

Brading, op. cit., p. 307.

Ibíd., p. 311.

54 A. Smith, Riqueza de las naciones... Delius, op. cit.: “Nadie ignora que la producción minera desata inmediatamente el establecimien117


Cada malacate, a su vez, consumía semanalmente su lote de cuerdas, cuero, grasa, etcétera, lo que representaba el equivalente a 135 pesos semanales (7 mil pesos de equipamiento auxiliar al año, más la depreciación y la reparación de los carretes). Del mantenimiento que requerían los malacates para funcionar, se derivaban motivaciones para crear tres ramas productivas que proveyeran los materiales auxiliares: cordelería, curtidurías, maderas y carpintería para mantener algunas partes de la maquinaria.

MAPA 2 La Intendencia de Guanajuato, hacia 1800. Fuente: AGI

Los trabajos subterráneos demandaban semanalmente el abastecimiento de una variedad infinita de productos agroforestales, pastorales, artesanales y manufactureros, todos con carácter mercantil. Si se les agrupa según su naturaleza, se obtiene la estructura de la división del trabajo por tipo de abastecimiento. Se observará el costo relativo de cada uno de los medios y de los instrumentos de producción que intervienen en el proceso de obtención del mineral. En seguida se comparará el costo global del proceso entero con el de la fuerza humana del trabajo. Hay tres categorías de medios e instrumentos correspondientes a la fase de trabajos subterráneos: de madera, de fierro, otros accesorios de fabricación artesanal y manufacturera (ver cuadro 6).

MAPA 2.B Estado de Guanajuato hacia 1975.

to de artes y oficios, manufacturas y otras artes donde se fabrican todas las cosas necesarias para el uso de los hombres y lujo del Estado...”, t. 11, p. 326 (ver desde p. 321: Finanzas de Minas, hasta p. 350). 118


recordar que el nivel general de desarrollo de la técnica minera es muy bajo. Gardoqui, uno de los funcionarios virreinales más informado y analíticos de la época dice: La minería ha aumentado pero... no habiendo hecho progresos considerables en ésta, en utensilios o máquinas que ahorren o economicen el sebo, el cuero, la mulada y la caballada y los granos necesarios para mantener a ésta y a los operarios.55

CUADRO 5 Elaboración: G.A.A.

En ausencia de libros de rayas (contabilidad) de numerosas minas de diferentes tamaños y ubicaciones, es imposible afirmar que ese cuadro representa la estructura verdadera de los medios e instrumentos de los trabajos subterráneos de la Nueva España. Debió haber variaciones tanto en el empleo de instrumentos como en sus costos. Empero, es necesario

Es precisamente en los trabajos subterráneos donde los progresos fueron menos importantes, puesta aparte la utilización de pólvora y de malacates –estos últimos, esencialmente para extraer agua–. Eso hace pensar que la estructura de los instrumentos sería prácticamente la misma dondequiera, y que cambiaría sólo por el tipo de coyuntura –de auge o de decadencia– y según la estación del año. Durante los periodos de sequía y de calor, por ejemplo, había que extraer menos agua y se podía disponer de un número superior de brazos para otras fases del proceso; mientras que durante las estaciones húmedas o lluviosas, la extracción de agua era indispensable y ocupaba de nuevo la mano de obra desplazada antes. Al analizar el peso relativo de los factores que componen el costo global de los instrumentos y medios de trabajo en relación con los gastos por concepto de salarios, saltan a la vista problemas sorprendentes: 55 BNP, D. Gardoqui, Informe.... A El Virrey. 31 de Agosto de 1793 F.105. 119


1.4. En su CMP (condiciones materiales de producción), la actividad minera, frente a la agricultura, conlleva una densidad más elevada de inversión en “obras muertas”. 1.5. La actividad minera está influida por la RD-I-M pero también, simultáneamente, por la RD-I agrícola.

CUADRO 6 Fuentes: Real de Angangueo, Libro de Rayas... 21 de noviembre de 1808 y 16 de enero de 1810, AHM No. 1411. También: Angangueo, Hacienda de la frontera entre el Arzobispado de México y Michoacán y las jurisdicciones de Maravatío e Ixtlahuaca, AGN, Tierras, Vol. 2216, año 1729. Elaboración: G.A.A.

1. A pesar de la enorme importancia de la actividad minera y de su nivel de producción, sus condiciones materiales fijas y sus condiciones materiales dinámicas son muy parecidas a las que había en la agricultura: 1.1. Materiales de cal, piedra y madera; reducida proporción de metales en los instrumentos simples.

1.2. Fuerza motriz animal y humana.

1.3. La inversión en condiciones materiales dinámicas (CMD) registra una diferencia enorme en favor de sueldos y salarios (76.15%) y en detrimento de materiales de todo tipo (23.84%), lo cual contrasta con la agricultura por su nivel más elevado de proletarización de la fuerza de trabajo, de división del trabajo y de comercialización de sus intercambios.

Esta proporción de 76% para sueldos y salarios y de 24% para condiciones materiales de operaciones cotidianas, se encuentra tanto en la mina más grande, La Valenciana, de Guanajuato con 75% y 25% respectivamente, como en una mina de mediana importancia, la de Temascaltepec, con 73% y 27% respectivamente,56 y en una mina pequeña, la de Angangueo, con 76.15% y 23.84% respectivamente. Esto parece confirmar una proporcionalidad técnico-material constante, consecuencia del bajo nivel general de desarrollo de las fuerzas productivas materiales que actuaban sobre cuencas mineras más o menos semejantes, un nivel promedio comparable de la productividad agrícola, un valor social homogéneo de la fuerza de trabajo, una ley metálica general homogénea (baja) y enormes volúmenes de yacimientos de mineral igualmente proporcionales con las diversas rentas diferenciales I de minas y I agrícola. En tales condiciones, solamente cinco factores romperían esa proporcionalidad homogénea y rígida: a) las innovaciones 56 Humboldt, Ensayo... pp. 354-35. Ward, México in... t. II, pp. 389- 390. AHM, Real de Angangueo, Libro de Rayas, del 21 de nov. de 1808 al 16 de enero de 1810. 120


tecnológicas, b) mayor grado de explotación mediante la reducción de salarios y el aumento en la intensidad del trabajo, c) disminución del valor de los materiales auxiliares, motrices y alimentarios, d) aumento de la ley metálica, e) incremento del precio de la plata en el mercado internacional. Los cinco factores actuaron en este orden de importancia: El “b”, por causa de la disminución de los “partidos” hasta su total supresión; del descenso del salario nominal en los grandes centros, provocado por una afluencia masiva de brazos disponibles, y de una disciplina más brutal impuesta por la creación de aparatos represivos. El “c”, por causa de la baja del precio del mercurio que, tras haber costado 82 pesos, el 24 de noviembre de 1767 se redujo a 41 pesos, 2 reales y 2 granos (50%);57 de haber suprimido las gabelas sobre los instrumentos y abastos alimentarios para las minas (9%), y de los sacrificios fiscales que se sumaron a las subvenciones en beneficio de la reparación de las grandes minas (10%). El “a”, por causa de un relativo mejoramiento de la producción agropecuaria merced a la puesta en marcha de sistemas de irrigación limitados para depender menos del ciclo agrícola antiguo (5%) y de la combinación del empleo de malacates, pólvora, quebradores, “arrastres” (muelas), hornos de fundición más grandes y sólidos, y auxiliares químicos como 57 Elhuyar, Indagaciones... pp. 125-127. BNP, Gardoqui, Informe... Estado N° 6 Advertencias F. 153: “El azogue de Almadén se vende en México a 41 p 2 r 11 gramos y el de Alemania a 63 p”.

el tequesquite que mejoraron la amalgama. El “d”, por causa de dos o tres “bonanzas” importantes y del descubrimiento de mineral de más alta ley. Y el “e”, por causa de la coyuntura mundial en que se elevó el precio de la onza Troy en Londres. 2. Uno de los problemas más difíciles era el del alumbrado. Éste representa, junto con la madera, el gasto relativo más elevado. Solamente había dos maneras de alumbrar: la antorcha de pino resinoso y las velas de sebo. La primera era más barata, pero producía demasiado anhídrido carbónico tóxico. Dado que no existían sistemas de ventilación, ni siquiera rústicos, los trabajadores la rechazaban. La segunda era mucho más cara pero menos peligrosa. En México no se utilizaba el alumbrado con aceite –tal como se conoció en Roma antigua y en la Edad Media europea,58 y que tenía grandes ventajas por su bajo costo– porque en el país no se cultivaba el olivo en gran escala y los aceites animales eran muy caros, malolientes y de poca potencia luminosa. 3. Otro problema era la escasa seguridad operativa. Por ello se abastecían de miles de planchones de madera y de puntales para sostener las galerías. Evidentemente, en las grandes minas con vetas altamente productivas y constantes, se prefería construir “ademes” de cal y piedra, a fin de no gastar frecuentemente en la compra de madera que pronto era destruida por el agua y los gases minerales. 58

Delius, op. cit., t. I., p. 134. 121


4. En todas las minas próximas a los frentes de ataque del mineral se instalaba una forja, que reparaba sin cesar los instrumentos dañados en el curso del trabajo, poniendo puntas de acero a cada útil de metal, mientras que el resto era de fierro forjado. El acero importado de España (de Vizcaya y/o Cataluña) era muy caro, y el fierro también importado en grandes cantidades era de precio bajo. El acero era utilizado para la punta de los instrumentos a fin de mejorar su capacidad de penetración al menor costo. 5. El costo de los instrumentos dependía de su peso en libras y de ninguna manera de su fabricación. Esta parte del presupuesto se preservaba rigurosamente y se cuidaban los materiales. Debido al volumen considerable de la fuerza de trabajo en acción, el conjunto de instrumentos entraba en el presupuesto como costo global, pero sobre todo como gasto inicial; puesto que en el curso de su utilización su depreciación era mínima en razón de que el costo de reparación era muy bajo.

Empero, su uso y su importancia se acrecentaron constantemente hasta el punto de hacer necesaria la construcción de la Fábrica Real de Pólvora y, posteriormente, su expansión de acuerdo con el ritmo de incremento de la producción mineral anual. La lógica interna de los trabajos subterráneos (3) El ritmo de avance de los trabajos subterráneos depende de a) la RDM, de la RDA (crisis agrícolas), b) del crédito y de la cantidad original de recursos monetarios disponibles y c) de la abundancia o insuficiencia de mano de obra. Estos tres factores combinados de manera desigual en todos los momentos permiten una progresión irregular, rápida o lenta en cada semana. A veces el terreno presenta dificultades o muchas facilidades. Otras, hace falta dinero para adquirir algunos elementos o es insuficiente la mano de obra. Empero, la progresión en su conjunto tiene una tendencia constante y creciente a pesar de las oscilaciones semanales, hasta que llega a un punto determinado del proceso global. Aunque las condiciones del terreno sean favorables, el factor diferencial profundidad desempeña un papel inversamente proporcional. Hasta una profundidad de 20 varas, con útiles simples de la época, una labor media y un terreno favorable, un minero podía perforar 1.10 varas cúbicas en promedio al día60 (ver las gráficas 1 y 2).

6. El quantum global del costo de la pólvora era mínimo mientras que su importancia cualitativa era considerable. Sin embargo su eficacia dejaba mucho que desear. En efecto, la pólvora no significaba un elemento fundamental, sino auxiliar de la fuerza humana de choque debido a su composición química artesanal, a la técnica de su empleo como explosivo y a la naturaleza de las mineralizaciones de México.59

Después de las 20 varas los rendimientos comienzan a decrecer; la progresión cotidiana de cada

59

60

Ibíd., p. 216 (técnica de explosivos). Humboldt, op. cit.

Real de Angangueo, Libro de Rayas... cálculos de G.A.A. 122


GRÁFICA 1 Escala: 10-10 pesos Problema: Gasto semanal en perforación por trabajadores destajeros. Elaboración: G.A.A. Fuente: Libro de Rayas, de la mina La Valenciana, de Real de Angangueo, 1808-1809. AHM

GRÁFICA 2 Cantidad de varas perforadas a la semana por trabajadores destajeros. Fuente: Ibíd. Elaboración: G.A.A.

trabajador no pasa de 0.83 varas cúbicas, lo que representa una pérdida de velocidad de 25% y un esfuerzo extra inversamente proporcional entre brazos y recursos para poder mantener un ritmo uniforme a través de sucesivas etapas decrecientes. Este problema fue, durante dos siglos, junto con el del agua, el obstáculo principal para el progreso de las minas. Además, la antigua costumbre de seguir el mineral al hilo de la veta, en lugar de hacer cortes horizontales sistemáticos en la masa mineral, hacía que la mina avanzara constantemente en profundidad y que, por ese hecho, el límite de la rentabilidad se encontrara a 100 varas, puesto que más allá el costo original se duplicaba a causa de una productividad primitiva mediana. En definitiva, la prosecución o la suspensión de los trabajos más allá de 40 varas se determinaba por la ley del mineral encontrado, su volumen y su constancia. La pólvora vino a resolver parcialmente ese problema, ya que su utilización para demoler la roca liberaba a barreteros y perforadores de manera que éstos aumentaban o mantenían constante su capacidad media per capita de perforación. Sin embargo el problema de la extracción del mineral persistió en 90% de las minas. En los alrededores de 1790, las grandes minas utilizaron los malacates no solamente para extraer el agua, sino también para extraer el mineral; precisamente cuando aumentó la capacidad de refinación de la haciendas de beneficio. Para los trabajos subterráneos hay dos tipos de relaciones salariales: a) trabajadores destajeros y b) trabajadores jornaleros o pagados por día (por tarea). Los primeros eran contratados para la realización de 123


un trabajo específico permanente y no eventual. Generalmente los destajeros eran destinados a la construcción de estructuras fijas (obra muerta) tales como albañilería, trabajos hidráulicos, tiros, etcétera (ver la gráfica 3). A los jornaleros se les contrataba en función de las necesidades de brazos para la progresión cotidiana y según la riqueza del mineral descubierto, o la esperanza de descubrirlo; unos y otros eran remunerados en dinero contante y sonante (aunque a partir de 1790 dejaron de percibir el “partido”). Pero mientras los trabajadores a destajo eran pagados por obra terminada (o semanalmente), los segundos lo eran cotidianamente. Los primeros estaban mejor especializados y pagados, con excepción de los barrenadores, quienes, aunque jornaleros, ganaban mucho más en promedio a causa de los graves riesgos que corrían en la preparación de los explosivos. La supresión de los “partidos” (evidentemente no generalizada en todas las minas) provocó en 1827 GRÁFICA 3 (arriba) Sueldos y salarios semanales comparados. Fuente: Ibíd. Elaboración: G.A.A. GRáFICA 4 Mina de Angangueo 1808 - 1809. Gastos totales de todo tipo. Fuente: Ibíd. Elaboración: G.A.A. 124


la eliminación de este modo de retribución precapitalista en valores de uso, las relaciones salariales de explotación se “purificaron”. El patrón, igualmente, se volvía plenamente consciente de la rentabilidad y la ganancia, puesto que para acrecentarla aún más instalaba una relación burguesa moderna estrictamente salarial. Así se constituía en el sector minero una estructura de clases típicamente capitalista. Fases de los trabajos subterráneos (3) Los trabajos subterráneos tienen tres fases: a) hallazgo de la veta, b) prospección y c) despliegue de los trabajos y brusca suspensión. Durante la primera fase la progresión es muy dinámica, el objetivo es “dar al clavo”; es decir, encontrar la veta más constante y rica. Los útiles son los más simples y la mano de obra se compone de perforadores y apuntaladores.

Gráfica 5 Mina de Angangueo 18081809. Total gastos en sueldos y salarios, e instrumentos y medios materiales. Fuente: Ibíd. Elaboración: G.A.A.

un gran conflicto minero que estalló en Real del Monte, cuando los trabajadores mexicanos se unieron con obreros ingleses especializados (“cartistas”) y juntos se opusieron violentamente a las compañías inglesas que intentaron suprimir totalmente el “partido”.61 Con 61

Public Record Office.

La primera fase termina con el descubrimiento de vetas de metal, su potencia y su rendimiento potencial. Comienza entonces la extracción del mineral en cantidades pequeñas con el fin de “calcular” –con métodos primitivos (la “lisa”) y numerosas pruebas– su rentabilidad en relación con la ley del metal. Si después de ese cálculo se decide continuar la explotación, comienza la segunda fase con la instalación de puntales protectores provisionales. A partir de ese momento se compran grandes cantidades de mate125


riales y empieza la explotación propiamente dicha. Se contrata un gran número de trabajadores y se constituyen las jerarquías administrativas de vigilancia y técnicas. El propietario (o empresario) despliega toda su energía y su capacidad de empresa; sus relaciones con el comerciante financiero se ponen a prueba.

FIGURA 8 Iglesia de la Valenciana, Guanajuato.

En la tercera fase se asiste al despliegue acelerado de los trabajos mineros correspondientes al volumen de medios materiales y de fuerza de trabajo, determinados éstos, a su vez, por la masa, la riqueza y la constancia del mineral, y por la disponibilidad de recursos en dinero, créditos y hombres. Durante esta tercera fase se establecen todas las funciones técnicoproductivas y el contingente de trabajadores necesarios, así como su interacción cotidiana. Se contratan trabajadores de noche y de día, se adquieren grandes cantidades de medios auxiliares para mantener el rendimiento semanal. La mina es un micro-cosmos subterráneo: con su batahola, su hormiguero humano, sus problemas naturales –resueltos la mayor parte de veces burdamente– las angustias del patrón y sus ambiciones aumentadas por las cantidades del mineral; los accidentes de obreros atascados en el fango; el inicio de la lenta e inexorable destrucción de sus pulmones, sus manos y su cuerpo, en la lucha silenciosa contra los riesgos de trabajo que llevan esos héroes anónimos. Todos los obreros, antes de bajar, se encomendaban a la imagen de un santo alumbrada por la pálida luz de una vela. Abandonaban su nombre de pila por el de su santo protector; con un gesto ritual descendían a los infiernos “como dios y su madre los habían echado al mundo”: 126


desnudos, miedosos y desheredados. Toribio,“un valiente obrero enfermo”, sufre un accidente en la décima quinta semana de trabajo.62 En los libros de rayas aparece excepcionalmente registrada una tragedia: e1 l4 de junio de 1780, mientras se cavaba un tiro en La Valenciana, súbitamente se llegó a otro, lleno de agua, perteneciente a la mina Santo Cristo: 250 mineros murieron ahogados. Ésa fue una de las más grandes tragedias de la época63 colonial, parecida a la que tuvo lugar en 1898 en la misma mina, y que ocasionó la desaparición de 1600 obreros (ver las figuras 8 y 9). Una vez localizado y molido el mineral, se le separa según la calidad media de sus leyes. El experto minero, contratado a partir de la segunda fase, dedica todo su tiempo a realizar “ensayos” siguiendo un método primitivo de muestreo para calcular el contenido medio de cada muestra. En ese momento interviene el comprador del mineral. Si la mina es pequeña o mediana, el producto no tiene nada que ver con el refinador, y entre ambos se interpone generalmente un mediadorcomerciante-especulador.

FIGURA 9 Mina de San Juan de Rayas, trabajos subterráneos, Guanajuato, 1704. Fuente: AGN Ver el “Anexo II”, p. 340

Si la mina es grande, entonces el circuito se cierra: el productor se asocia con el refinador y el comprador-especulador, o él mismo desempeña esas tres funciones. El caso más típico de integración mo62

Real de Angangueo, Libro de Rayas.

63 A. Terrazas, Brief Notes on the Guanajuato Mining District (15221967), México, oct., 1968, pp. 5 y 8. 127


nopolista es el del Conde de Regla: era propietario de la veta más rica de Real del Monte y de Pachuca; el propietario de las haciendas de minas más grandes y mejor equipadas; de inmensos capitales comerciales usurarios; de un “banco de plata”; de vastas posesiones agropecuarias (treinta de los más notables latifundios agrícolas). La Valenciana, que era la mina más grande de la Nueva España, formaba un sistema muy amplio y complejo de vasos comunicantes entre tres ricas familias de propietarios (Otero, Obregón y Rull) y numerosos comerciantes socios capitalistas (aviadores) y refinadores, además de que los propietarios eran ellos mismos comerciantes y refinadores. Una vez que la venta del mineral estaba asegurada y se habían obtenido los créditos en dinero líquido o en medios, útiles de trabajo y medios auxiliares, la explotación minera alcanzaba su plenitud. Esta continuaba hasta el momento en que la RD-I-M (rendimientos decrecientes) o cualesquiera de los otros componentes imprevistos, en relación con la RD-I agrícola, interrumpían súbitamente la actividad. El perfil de la curva de los trabajos semanales muestra ritmos cortos con altas y bajas bruscas. A causa de la combinación de los factores diferenciales por resolver, semanalmente se destinaban volúmenes diferentes de fuerza de trabajo y de materiales de desigual costo a las diversas funciones. Esto se refleja en el cambiante ritmo que registran las curvas. Todo el dispositivo de la producción de las antiguas empresas depende de la RD-I-M. La curva registra su máxima elevación en

el momento del comienzo de la tercera fase del proceso general de trabajo, después de la cual, mientras los costos en medios, útiles y salarios se duplican o triplican, los rendimientos decrecientes aparecen fatalmente. La curva registra el cambio de signo con una caída “tendencial” parabólica, aunque los descensos máximos de la curva anuncien una profunda caída. Esta última se registra antes de que el proceso termine. El filón está agotado pero hay siempre posibilidades de encontrar otro más rico. La explotación continúa al máximo de sus posibilidades; varias semanas más tarde, después de haber invertido 23.24 % de los gastos totales se confirma la duda: la veta está agotada. A los rendimientos decrecientes normales hay que añadir un sobrecosto de 23.24 % por doce semanas de trabajo intensivo totalmente inútiles. La mina es abandonada, ¿por decepción o por falta de previsión del propietario minero? Puede ser, esas razones no se descartan; pero la más importante es la falta de financiamiento y la operatividad de leyes derivadas de la RD-I-M. Muchas minas fueron abandonadas de esta manera. Poco tiempo después, otro propietario minero más audaz y bien financiado encontraba el tesoro que el otro había perdido en la misma veta. Es el azar la forma que toma la ley del valor para poner a funcionar la producción, sometida ésta a los caprichos del capital usurario y de la naturaleza. Todo ello nos lleva a creer en el “golpe de suerte”. Durante la época precapitalista colonial novohispana y hasta los años setenta del siglo XIX, las condiciones naturales dominaron la producción agrí128


de concentración y el nivel de desarrollo) de las empresas y su articulación con la dinámica cíclica de la producción agrícola. Mientras que la mayor parte de los recursos económicos invertidos se destina al financiamiento de los costos de operación corrientes (activos “circulantes” y, sobre todo, pago de la fuerza de trabajo), los gastos monetarios para financiar las condiciones materiales fijas (CMF) de producción (activo “circulante”) son inferiores o mínimas.

GRAFICA 6 Producción, costo y ganancia de la Mina La Valenciana, Guanajuato, 1788 - 1809. Fuente: Ibíd. Elaboración: G. A. A

cola y minera.64 Lo constatamos plenamente si observamos la composición técnica y social (o el grado 64 AGN, Minería, Vol. 50, “Vista de ojo de la mina de Rayas. José de Sardaneta”, 27 de octubre de 1724; Minería, Vol. 54, “Avalúo de bienes de Josefa Nieto Téllez Girón, México, 1755; Minería, Vol. 48, “El Real Tribunal de Minería señala que el Rey no concedió prorroga de privilegio por otros diez años al descubridor del repaso de callos para beneficiar metales por azogue, patentado por don José Cobejo en 1777”, México, 17 de enero de 1787; Minería, Vol. 26, “Descripción de las minas de Pachuca”, 2 de octubre de 1790; Minería, Vol. 48, “Efectos fatales de la escasez de víveres sobre la minería” Real de Catorce, agosto de 1790; Minería, Vol. 45 “Avalúo de herramientas de la mina Leonera por embargo”, México, 1796. Public Record Office 8244.bb.38, “Informe que da la junta menor permanente de la Cía. de Minas Zacatecano Mexicana del Estado de la negociación del Fresnillo en el segundo semestre de 1840”, México, 28 de enero de 1841. (Desde ese año se sustituyeron las antiguas ruedas hidráulicas y malacates por bombas de vapor inglesas, con gran éxito.) LAF, L. Alfaro y Piña, Noticias de los minerales que hay en la República Mexicana, México, 1868. Ward, op. cit., t. II. Zayas Enríquez, Los Estados Unidos Mexicanos... pp. 137-138.

Empero, la proporción más grande de estos últimos gastos sirve para realizar “obras muertas”; es decir, condiciones materiales improductivas auxiliares, pero jamás equipamiento productivo complejo y moderno (máquinas-herramientas). La contabilidad de la época (y la concepción teórica del proceso global que se deriva de una economía mercantil simple de autoconsumo) no alcanza a comprender esos factores convenientemente y no los evalúa con precisión. Es muy frecuente dejarse engañar por la contabilidad de antaño, por causa de que no todos los componentes eran tomados en cuenta y por el hecho de que no intervenían en calidad de “costos” monetarios considerados como verdaderos gastos. De ahí que los investigadores contemporáneos crean que los gastos son poco importantes. Sin embargo, como los gastos monetarios claramente contabilizados en las antiguas empresas corresponden a 129


“obras muertas”, los investigadores contemporáneos creen encontrarse frente a inversiones productivas, capitalistas y modernas. Hay que escaparse de esta doble ilusión para comprender la lógica interna de la producción mercantil. Por un lado, la mayor parte de los “activos circulantes” (condiciones materiales dinámicas: CMD) intervienen sin que haya intercambio mercantil debido a la integración intersectorial alrededor del autoconsumo. Tales activos deben ser calculados en su volumen, su significación cualitativa y su precio potencial (es decir, el precio que habrían tenido si los hubieran comprado); hay que calcular también las depreciaciones, los impuestos, diezmos y tasas que pesan sobre el conjunto del valor de uso. Después, calcular el costo monetario y el costo en valor de uso de la fuerza de trabajo, tomando en cuenta que la inversión en “obra muerta” no interviene directamente en la formación del nuevo valor, ya que por lo general no es una inversión en útiles y máquinas, sino en medios auxiliares. Sin embargo, su depreciación es dinámica pues consiste en objetos de madera fácilmente dañables por el agua, los gases tóxicos, las lluvias y el fuego. En los análisis de costos de producción se ha constatado que no se toman en cuenta dichas condiciones desfavorables; más bien se las utiliza para inflar ciertas cifras de costo aparente, sin considerar que se trata de condiciones negativas que absorben e inmovilizan cantidades enormes de recursos cotidianamente y que no contribuyen en nada, o muy poco, a incrementar la productividad. En el caso novohispano las minas eran explotadas durante siglos, pero la vida productiva de una empresa minera no alcan-

zaba ni siquiera los diez años. Tras una brusca prosperidad sobrevenía una caída súbita. Ésta se atribuye frecuentemente al abandono, pero si se observa la estructura interna de la producción, puede concluirse que los factores naturales no hacen más que agudizar los efectos de las causas internas económicas, sociales y tecnológicas preexistentes. La estructura interna es débil porque la riqueza social invertida se destina en gran parte al financiamiento de “obras muertas” –que caducan en 20 ó 30 años (a veces en menos tiempo)– y al pago del enorme volumen de mano de obra, condiciones auxiliares (fácilmente dañables) e instrumentos de producción caros y poco productivos que no permiten ganancias capaces de reproducir los procesos. Todo lo anterior estaba condicionado por las rentas diferenciales mineras y agrícolas, más rendimientos decrecientes de los valores de uso y alza de los costos por unidad de producto. La caída potencial de la empresa se esbozaba desde el momento en que los débiles rendimientos decrecientes ya no podían financiar los gastos crecientes de las operaciones cotidianas, y a la vez las “obras muertas” gastadas exigían una renovación general; es decir, una nueva inversión improductiva para “obras muertas” en niveles más profundos. Esto se derivaba de la mala costumbre de perforar un tiro vertical 65 siguiendo el hilo de la veta, lo que conducía a los frentes de trabajo a niveles más bajos que el tiro central de extracción de agua, y provocaba su rápida 65 United Mexican Mining Association (UMMA), Report 7th June 1831. 130


por expertos empíricos (maestros mineros que fueron elogiados por metalurgistas ingleses y alemanes residentes en México durante los años 1824‑1833, y contratados por las compañías inglesas de la época de la Revolución Industrial).

FIGURA 10 La Mina San Juan de Rayas, Guanajuato, 1827, bajo el control de la compañía inglesa UMMA (United Mexican Mining Association). Fuente: British Museum, 8223. e.10(21)

inundación, dado que no existía una red de vasos comunicantes ni tecnología moderna. En tal momento, aunque no se presente un accidente, la fragilidad del conjunto es tan grande que cualquier factor coyuntural puede romper ese equilibrio negativo. La caída es brusca y fatal. La refinación La segunda fase del proceso minero consiste en la reducción y la refinación del mineral. Ésta combina operaciones físico-químicas que eran realizadas hasta el siglo XIX en “laboratorios” con técnicas artesanales. Dichos “laboratorios” estaban dirigidos

La actividad minera novohispana combinaba el uso de grandes y pequeños “laboratorios” llamados, respectivamente, “haciendas de minas” y “zangarros”. La denominación de haciendas es testimonio de la fuerza del modelo agrario en la totalidad de la estructura económica. No se trata de una simple constatación léxica, sino es la prueba de que los principios y estructuras materiales del mundo agrícola tienen un reflejo semántico en el mundo industrial. Asimismo, las diferencias en cuanto a la utilización de las fuerzas naturales, la fuerza motriz y los útiles de trabajo, no son significativas. Los únicos dos elementos cualitativamente diferentes entre la minería y la agricultura son la presencia de un volumen permanente de capital comercial en actividad y de trabajadores asalariados cotidianamente libres, que representaban de 80% a 90% de la mano de obra. Como se verá más adelante, la hacienda agrícola desempeñaba un papel determinante en el funcionamiento de la hacienda de minas, ya que ésta necesitaba un apoyo logístico masivo por parte de la primera; lo que conducía a integrar la agricultura y la actividad minera bajo el control exclusivo de algunos ricos propietarios novohispanos (ver la figura 10). La “hacienda de beneficio” era un complejo de instalaciones especializadas: 1) depósito de mate131


La fase de refinación La fase de refinación del mineral en la Nueva España tenía un esquema de funciones perfectamente diferenciadas:

FIGURA 11 Medios de transporte de mineral en Schemintz, 1750. Fuente: C. F. Delius, op. cit.

riales y minerales, 2) molinos de “pisones” y de ruedas hidráulicas, 3) molinos pulverizadores o “arrastres”, 4) un patio amplio y rectangular para la amalgama del mineral y del mercurio, 5) sección de fundición y de forjas con diversos tipos de hornos, 6) serie de estanques ligeramente inclinados y comunicados a un sistema de canales de agua corriente (lavaderos), 7) almacén de sólida construcción para guardar la plata y los lingotes, 8) cuadras para los animales de trabajo, 9) cuartos para alojar gratuitamente a ciertos obreros especializados, 10) hornos para fundir la cal, y 11) edificio para oficinas, archivos y habitaciones de los administradores.66 66

Ibíd., Report, 30th July 1828.

1. Se comenzaba por llevar el mineral quebrado de la salida de la mina a la hacienda de beneficio. La dimensión de ésta tenía relación con el volumen y la potencia del filón y los recursos monetarios originales. En las zonas aisladas y áridas descubiertas recientemente, se transportaba el mineral en mulas hasta la hacienda más próxima. Los altos costos de transportes hacen a veces que sean inexplotables los filones de acceso difícil; la distancia, el volumen y los medios de comunicación diferenciales imponían al mineral un sobrecosto proporcional a la distancia entre la mina y el “laboratorio”. Por regla general, solamente las grandes empresas podían integrar todas las instalaciones y cubrir en su conjunto el proceso de producción. Las empresas medianas y pequeñas se dedicaban a refinar minerales suministrados por una gran cantidad de pequeños mineros (buscones o cazafortunas). Hasta el último tercio del siglo XIX se utilizaban bestias y peones de carga, nunca vagones, carretas o vagonetas empujadas a mano sobre rieles de fierro o de madera, como se hacía en Inglaterra desde el siglo XVIII.67 67 F. J. M. Noël, Nouveau dictionnaire des origines, inventions et découvertes... 4 vol., t. 1. J. B. Snell, Premiers chemins de fer, p. 10. Delius, op. cit., t. 1., p. 406. Agricola, op. cit., p. 50. 132


alternadas, formado éste de un tronco de árbol sólido y largo que en un extremo se unía a una base fija y en el otro se encajaba en una pesada y lenta rueda hidráulica (ver la figura 11). El eje tenía a cada lado sendas baterías de pesados maderos verticales, equipados con muescas alternadas que correspondían a las salientes del eje central. Además, esos maderos tenían en sus extremidades inferiores rocas compactas que pesaban entre 50 y 100 libras cada una, por lo que se les llamaba “mazos”. Cuando el eje se movía, los mazos caían de manera rítmica y brusca sobre piedras horizontales, anchas, gruesas y lisas. Tal sistema fue importado de Alemania68 (ver la figura 12).

FIGURA 12 Máquina para triturar y moler el mineral, Schemintz, 1750. Fuente: Ibíd.

2. Mientras unos obreros se ocupaban del transporte del mineral, otros lo molían. En esta fase, el mineral que los quebradores bajo tierra entregaban en pequeños trozos, era reducido en un primer tiempo a una consistencia granulosa, y en un segundo, a polvo fino. Para el primer proceso se utilizó en el siglo XVIII el antiguo método de quebradores manuales equipados con un pesado martillo de acero. Ya en el último tercio de este siglo, en las haciendas de beneficio más modernas y mejor equipadas se instalaron sistemas de motores hidráulicos de madera para mover los molinos del mineral, llamados quebradores o pisones; compuestos de un eje giratorio provisto de salientes

Según la ley del metal, la cantidad disponible de mercurio, el precio reducido y la urgencia de refinar o de vender el metal, se aplicaba el método del patio o del fuego. El más corriente (en 80% de los casos) fue el primero. Veámoslo de cerca: bajo la presión de los mazos, los trozos de mineral eran reduci68 AGN, Minería, Vol. 26, sobre ocupaciones de los mineros alemanes, México, 1791; Minería, Vol. 26, Carta del minero alemán Carlos Windhold sobre la invención de un mortero, de las minas hediondas de Oaxaca, México,7 de febrero de 1794; Minería, Vol. 26, Información sobre la muerte de un minero alemán en Taxco y la situación de otros, México, 1º de julio de 1791. Fausto de Elhuyar, Andrés Manuel del Río y Federico Sonneschmidt, prominentes sabios mineralogistas de la Escuela de Minas de Nueva España, eran ex alumnos de la Escuelas de Friburg, Sajonia. AGI, México, Leg. 2235, contratos con varios mineros alemanes, Madrid, 22 de febrero de 1788. J. J. Izquierdo, La primera casa de la ciencia en México. 133


minas las instalaciones para los molinos y las muelas (arrastres) se albergaban en enormes galeras, donde el vaivén, los ruidos de los molinos, los rebuznos de los equinos y los gritos humanos daban a la minería mexicana el aspecto de enormes concentraciones productivas, más parecidas a las manufacturas antiguas alemanas o italianas del siglo XV que a las empresas de la revolución industrial inglesa, contemporáneas cronológicamente, pero pertenecientes a un modo de producción diferente, a otra generación histórica, por sus mecanismos, tecnologías, materiales y objetos de consumo. La empresa novohispana correspondía con más exactitud a la primera revolución industrial del siglo XV.69

FIGURA 13.A El arrastre, molino para pulverizar el mineral inventado por Sardaneta hacia 1770. Corte vertical y proyección horizontal. A, tasa; B, B’, travesaño; M, palancas para sostener los arneces; V, voladoras; S, eje. Fuente: C. Roswag, L’Argent et l’or... p. 91.

dos a una consistencia granulosa. Cabe aclarar que simultáneamente a los mazos se utilizaba el antiguo método de quebradores. Sin embargo, gracias a los mazos la productividad y el costo del producto se modificaron de manera sustancial, aunque la inexistencia de cifras precisas impida conocer las proporciones exactas. En estado granuloso el mineral entraba a la fase siguiente: la molienda. Se vaciaba en los “arrastres” para ser finamente pulverizado. En las grandes

El arrastre (figuras 13.A y 13.B), inventado hacia 1770 por José de Sardaneta, propietario de la mina de Rayas,70 consistía en un recipiente cilíndrico llamado taza, de 1 m de diámetro y de 40 a 60 cm de altura. El fondo estaba hecho de seis hileras excéntricas de piedras lisas muy duras, profundamente cimentadas en el suelo. La pared del cilindro se formaba por 39 piedras duras labradas, más grandes y de diferente forma que las del fondo, clavadas en la tierra. La taza tenía la capacidad de 100 a 125 kg de mineral. En su centro se encontraba un eje de madera 69 Agricola, op. cit. Ph. Deane, La primera revolución industrial, p. 60. J. Gimpel, La Révolution industrielle... 70 AGI, México, Leg. 1130, “Consulta al consejo de Indias”, Madrid, 22 de diciembre de 1777. 134


Cada carga de 100 a 125 kg se molía en un lapso de tres horas, al término de las cuales se cambiaba el tiro de mulas por otras descansadas para comenzar con otra carga. Como la jornada de trabajo era de doce horas, se requerían dos tiros de mulas que trabajaran alternadamente para pulverizar cuatro cargas de mineral, o sea entre 400 y 500 kg por día.

FIGURA 13.B Galera de la Hacienda de Salgado. Fuente: H. G. Ward, Mexico in 1827, BNP

profundamente cimentado, cuyo extremo superior se embonaba a un travesaño para impedir las oscilaciones. En este eje se insertaban dos palos a diferentes niveles; el más alto sostenía los arneses de los que tiraban dos mulas; y el más bajo sostenía dos correas, las cuales sujetaban cuatro pesadísimas piedras muy compactas llamadas voladoras, que las mulas arrastraban continuamente al hacer girar el eje, a un ritmo de cuatro vueltas por minuto. Dentro de la taza se vaciaba el mineral granulado (granza) para que fuera finalmente pulverizado por las voladoras en su continuo frotamiento circular.

La capacidad media de los más grandes arrastres, como los de Real del Monte, era de 600 kg de mineral por día; es decir, cambiaban de carga de 150 kg cada tres horas.71 Por esta razón la capacidad y potencia de una hacienda de beneficio dependía de la cantidad y de la capacidad de sus arrastres. En el curso del siglo XVIII la concentración de la escala de producción alcanzó niveles elevados: en 1775 en Zacatecas, el propietario minero más rico e inteligente del momento, José de la Borda, instaló la más grande hacienda de beneficio de la década, que se componía de 70 arrastres y de 10 molinos.72 En Real del Monte, la empresa más moderna e integral de su época, el Conde de Regla montó una hacienda de beneficio con 24 arrastres (con una capacidad de 14.5 toneladas al día, ó 100 toneladas semanales) y ruedas hidráulicas (el progreso de la fuerza motriz fue el más significativo en el conjunto), con un valor aproximado de un millón de pesos de plata. Esta hacienda seguía funcionando en 1827 con las mismas caracte71

Roswag, pp. 91 y ss.

72 AGN, Minería. Vol. 115, Exp. 1, “Informe del administrador de José de la Borda”, 6 de marzo de 1780. 135


rísticas antes vistas.73 Hacia 1843 Saint Clair Duport74 la describe con el mismo sistema hidráulico, pero más desarrollado, y con 130 arrastres con capacidad de 600 kg al día cada uno; es decir, con una producción de 600 toneladas a la semana, ó 31 200 anuales. En esa misma época, la nueva mina de Fresnillo, Zacatecas, establecida en 183575 y equipada con las técnicas europeas más perfeccionadas (fuerza motriz de vapor), podía moler 35 mil toneladas al año76 ó 670 a la semana. En 1800 en Sombrerete, Zacatecas, los Fagoaga establecieron una enorme hacienda de beneficio equipada con 84 arrastres, 14 hornos, cuya capacidad de molienda al día era de 50.4 toneladas (ó 352 a la semana ó 18 304 al año).77 Esos mismos magnates mineros construyeron tres años más tarde otra hacienda de beneficio que fue la más grande y concentrada en toda la Nueva España. De los 460 arrastres instalados en Zacatecas, 138 les pertenecían, y su capacidad era de 82.8 toneladas al día, 496.8 a la semana ó 25 833 al año.78 73

Humboldt, Ensayo... p. 361. Ward, op. cit., t. II, p. 358.

74 H. Saint Clair Duport, De la production des métaux précieux au Mexique, Paris, 1843. 75 Escritura de asociación de la Compañía de Minas Zacatecano-Mexicana, en la cual está inclusa la contrata celebrada con el gobierno, México, 1835. Informe... de la compañía Zacatecano-mexicana... en el primer semestre de 1818. Informe... de la compañía Zacatecano-mexicana... en el año de 1842.

La diputación regional de Minería de Guanajuato (...) produce cada año 5‑6 millones de pesos, dos veces más que la célebre mina de Potosí en su mejor época. En este centro minero existen 366 haciendas de beneficio, 116 molinos, 1896 muelas (arrastres), 14 620 mulas de trabajo, 9 mil obreros mineros, que muelen cada día 11 376 quintales de mineral proveniente de las 1803 minas que lo componen. La más célebre es la Valenciana, cuyos tiros tienen 615 varas de profundidad, y sólo les faltan 38 para igualar a la famosa mina de Cuzchach en Sajonia. En estos tiros el calor alcanza 93º F (33º C), o sea 11 grados más que en Veracruz.79

Otra fuente, tal vez mejor informada (o más conocedora de la coyuntura), aporta un número menor de haciendas pero concuerda con otros datos: 75 haciendas de beneficio y 200 “zangarros”,80 (o sea 275 respecto de 366) con 1866 muelas en servicio, lo que prueba que en general se trataba de laboratorios o haciendas medianas; mientras que en la misma época Zacatecas contaba con 460 muelas en pocas pero grandes haciendas. Con el riesgo de equivocarse, se supone que si cada muela mediana podía moler al día entre 150 y 300 kg (al máximo 600) o sea entre 54.7 y 110 toneladas anualmente, para moler 300 mil toneladas de mineral extraído por año hacían falta entre 5454 y 2727 arrastres. Las 1866 muelas en servicio que había en Guanajuato eran de pequeñas dimensiones. Sólo en las diez más grandes haciendas de minas existían aproximadamente 250

76

Informe... Ibídem, 2º semestre de 1840, p. 12.

77

Ward, op. cit., t. II, pp. 535-543. Roswag, op. cit., p. 92.

79 BNP, Breve resumen del Estado geográfico-político del Reyno... F. 5a.

78

AGN, Historia, Vol. 49, Exp. 26, 2 de mayo de 1803.

80

AGI, México, Leg. 1622, 9 de julio de 1804. 136


Las haciendas de beneficio medianas costaban entre 15 mil y 100 mil pesos, mientras que las grandes, entre 100 mil y 450 mil pesos (la mayoría costaba alrededor de los 250 mil pesos). La instalación de un arrastre nuevo salía en 150 pesos, y más caro aún si era movido por fuerza hidráulica. Aunque esto se considere un avance técnico, la manera de instalarlo (“...el centro del tiro es ocupado por el tronco de la rueda motriz de cucharas, sobre el que están montadas las palancas de las voladoras...”81) permitía utilizar apenas 25% de la potencia de la rueda motriz, lo que procuraba un incremento muy raquítico de la productividad. Los molinos de pisones movidos por la fuerza motriz animal exigían un tiro de diez mulas cada uno, mientras que para cada arrastre se necesitaban solamente dos pares de mulas cada tres horas, por lo cual el equipo permanente era de cuatro bestias que se relevaban trabajando dos turnos al día.

FIGURA 14 Patio de la Hacienda de Salgado. Fuente: Ibíd.

arrastres capaces de moler de 500 a 600 kg por día. En tales condiciones la cantidad necesaria de muelas para la Nueva España habría sido de 5454, apoyadas en una fuerza motriz animal de 15 mil a 20 mil bestias de tracción, en promedio (Humboldt señala que sólo en Guanajuato había una cantidad semejante, lo que es posible para la totalidad del trabajo, no exclusivamente para la molienda). Si se tomaran en cuenta igualmente los molinos y el transporte del mineral, haría falta aumentar 15 mil mulas más.

Reducido a fino polvo, el mineral era mojado y extendido en uno de los extremos del patio, situado en medio de las instalaciones y construido de piedras lisas cuidadosamente ajustadas. Cuando el sol lo había secado se le llevaba al otro extremo, donde se le acumulaba en montones de 15 a 32 quintales (según las costumbres regionales) y se le adicionaban los ingredientes que se enumeran a continuación: 81

Roswag, op. cit., p. 92. 137


millones de pesos en oro y en plata. Asimismo exigía numerosos medios materiales, entre ellos el principal era el mercurio. En México, aunque se hicieron prospecciones para detectar y explotar el mercurio durante la época colonial, los resultados fueron mediocres o nulos.83 Por esta razón la economía minera de la Nueva España era muy frágil, y su talón de Aquiles se situaba en el aprovisionamiento de mercurio.

FIGURA 15 Embalaje moderno para transportar el mercurio de Almadén a Veracruz-centros mineros. Seguridad: 100% (antes 75%). Introducido en 1793. Fuente: AGI

a) de 2.5 a 5 libras de sal (cloruro de sodio). b) de 5 a 10 libras de pirita de cobre. c) de 15 a 20 libras de cal. d) se agregaba el mercurio según el cálculo de la ley metálica del mineral, a razón de 3.4 libras por un marco de plata (286 g). A esta operación se le llamaba “incorporo”.82 Esta fase era decisiva: como verdaderos alquimistas, los mineros de la Nueva España transformaban 82

Garcés y Eguía, Nueva teórica... p. 91.

La plata mexicana fue no solamente el principal patrón de las circulaciones de valor durante tres siglos, sino que también favoreció el fortalecimiento de numerosas fortunas que aceleraron la consolidación del capitalismo europeo; entre otras razones por un intercambio desigual –desfavorable a la Nueva España de manera constante de 1 a 5– de la plata como moneda hispano-colonial y el metal argénteo como mercancía en Europa. Cuando los consejeros de Carlos III observaron un alza de larga duración en el precio de la plata (de 1760 a 1783 el valor promedio de una onza troy en Londres fue de 66.57 dineros) a la vez que las minas de Nueva España no salían de su declive del siglo XVII, buscaron la implantación de una política económica tendiente a mejorar el proceso minero. Comenzaron por transformar de manera sustancial las minas de mercurio de Almadén mediante la importación de la 83

Brading, op. cit., p. 196. 138


FIGURA 16 Barco de 400 toneladas para transportar el mercurio. Año 1790. Doble de capacidad con respecto a los barcos normales. Fuente: AGI

tecnología alemana más perfeccionada.84 Modernizaron las técnicas, la organización, la explotación, el financiamiento y la comercialización. Poco después mejoraron los sistemas de empaque, para no perder cantidades extraordinarias durante el transporte; la seguridad, la capacidad de carga y la velocidad de los barcos. De esta manera el volumen aumentó y el costo de producción descendió. Hacia 1790 México importaba de Almadén 16 mil quintales por año (768 toneladas), de un total de 30 mil quintales que se consumían en todas las minas hispanoamericanas,85 a precios sucesivamente reducidos: de 82 pesos 4 reales y 98 granos, el antiguo

precio, el mercurio bajó a 62 pesos 4 granos en 1767, y finalmente a 41 pesos 2 reales y dos granos en 1796.86 El precio de costo oficialmente aceptado por la Corona para un quintal de mercurio era de 31 pesos entregado en Veracruz.87 Y el incremento de tres pesos por concepto de transporte de Veracruz a México era absorbido por la Corona.

84

Ibíd., p. 195.

86

Gardoqui, Informe... F. 153 a.

85

BNP, Breve resumen del estado geográfico-político... F. 5a.

87

Brading, op. cit., p. 271.

De acuerdo con las distancias, los precios de transporte para cada quintal de mercurio eran los que señalan en el cuadro 7.

139


El monopolio del mercurio era una de las empresas mercantiles de Estado más voluminosas, complejas y significativas. Era el alma de la actividad minera de la Nueva España. Gracias al mercurio se realizaba una especie de triangulación tricontinental: de Almadén, España, a las minas de la Nueva España y nuevamente a Europa, donde el producto (plata transformada en moneda) se distribuía para consolidar el mercado interno de masas y el gran mercado mundial con el Extremo Oriente. De ahí que la circulación del mercurio fuera frágil en medio de la coyuntura político-bélica mundial europea, si bien los propietarios mineros mexicanos ignoraban por completo el problema (ver los mapas 3.A, 3.B, 3.C, 3.D).

CUADRO 7 1 A 15 pesos la carga de 3 quintales (AGN, Factorías, Vol. 2, folio 63, 31 de diciembre de 1793). A 3 pesos la carga de 8 arrobas de Veracruz a Córdoba. (AGN, Factorías, Vol. 1, 1o de febrero de 1792). 2 El 30 de diciembre de 1810, a 6..5 pesos la carga (AGI, L.2127 Guanajuato). De Veracruz a Puebla, a 12 pesos la carga; de Veracruz a Oaxaca, a 21 pesos la carga (AGN, Factorías, Vol. 1, folio 233, 25 de enero de 1792). Fuentes: BNP – M.O. Fond Mexicain, Doc No 258, “Notices géographiques sur la Nouvelle Espagne”. General Noticia de todas las jurisdicciones de esta Nueva España. Sin firma, año de 1784. Notas: Distancias que se encuentran en este manuscrito se contaba por leguas “20 leguas el grado astronómico o leguas llamadas francesas”. Ver: “breve resumen del Estado Geográfico-Político de la Nueva España”, p. 12, Toluca, abril, 1808. Elaboración: G.A.A.

El mercurio era encaminado desde la ciudad de México hasta los centros mineros en las cajas reales (caja marca), cuyo número no era mayor de quince en todo el territorio. El rey daba todo a crédito y pagaba tanto los anticipos como el equipo. Pero una vez que la plata era reducida a barras en las haciendas de beneficio, se la transportaba a las cajas reales para que fuera legalizada, “diezmada”; los funcionarios reales deducían el impuesto de 10% aumentado de 1% que servía de muestra para evaluar la pureza, más el costo del mercurio entregado a crédito y el costo del transporte.88 De 88 AGI, México, Leg. 2127, Guanajuato, 30 de diciembre de 1810. Debido a los problemas derivados de la revolución, los precios de transporte se duplicaron: a 6 p. 4 r. cada carga. 140


ahí era enviada a México –a la Real Casa de Moneda– en largas caravanas de mulas (o conductas de plata), celosamente escoltadas por un destacamento militar hasta su destino. Las tarificaciones de distancias y precios Es evidente que uno de los factores diferenciales que influían de la manera más directa y decisiva sobre la actividad minera en su conjunto, era el problema de las distancias:

MAPA 3.A Caminos, hacia 1804.

MAPA 3.B Camino moderno MéxicoToluca, 1795.

1) De los trabajos subterráneos a la base del tiro. 2) De la base del tiro y del lugar de distribución a la entrada de la mina 3) De la entrada de la mina al departamento de molinos en la hacienda de beneficio. 4) Del lugar de pulverización al patio. 5) Del patio de amalgamas al lugar de fundición. 6) Del lugar de fundición a la tienda. 7) De la tienda a la caja de impuestos de la provincia. 8) De la caja de impuestos a la Casa Real de Moneda, en México. 9) Para la plata obtenida por fundición, de la Caja de Impuestos y la Caja de Separación, en México, al departamento de depuración de impurezas de la plata y el oro. 10) Del departamento de depuración al Ministerio Real de Monedas en la misma ciudad. 11) De México a Veracruz. 12) Finalmente de Veracruz a España (Londres, París, Ginebra... Oriente). 141


escarpadas, el único vehículo posible y bien adaptado era la mula. Pero el escaso desarrollo de la tecnología social y, particularmente, de las empresas eran las razones del atraso en la construcción de caminos y en el perfeccionamiento de los vehículos.

MAPA 3.C Kilometraje aproximado de caminos en la Nueva España, hacia 1804.

13) Para otras materias primas necesarias para la fundición (tequesquite, carbón vegetal, sal marina, cal, magistral, etc.), de los yacimientos a las haciendas de beneficio. 14) Para el aprovisionamiento de alimentos, bestias de trabajo, hombres y otras materias primas necesarias a las “obras muertas”, del lugar de cosecha al centro minero. Generalmente, cada uno de los 14 tiempos y movimientos requería medios motores, humanos y económicos apropiados, desarticulados en el espacio. Por esta razón el problema del transporte de un lugar a otro repercutía tanto en la velocidad general del proceso de producción (el tiempo global de producción era demasiado lento), como en el costo y la eficacia de la productividad global. Esto era resultado del tipo de actividad y del tipo de transporte. En efecto, como los centros de extracción del mineral, a excepción de los cuatro o cinco más grandes, se localizaban en cadenas montañosas

Miles de mulas eran los vehículos más solicitados y mejor cotizados. Ahí donde un caballo o un buey costaban entre 10 y 12 pesos, una mula joven, inexperimentada y sin arnés costaba de 15 a 20 pesos, y una en plena madurez (4 a 9 años de edad) y con arnés, alcanzaba los 30 pesos. Un cargador podía llevar sobre sus espaldas y a cortas distancias 100 a 120 kg; normalmente sólo cargaba 50 kg. Una mula podía transportar normalmente 100 kg a largas distancias y ocasionalmente 150 a 200 kg. Su productividad bruta era de dos a tres años “en relación con la de los cargadores”, pero su productividad neta consistía en resistencia y velocidad mayores a largas distancias. Los viejos arrieros sabían que una mula podía caminar cerca de 4 leguas al día (aproximadamente 25 km), iniciando su marcha a las 3 ó 4 de la mañana. Muchos factores influían para que la carga fuera de pesos mínimo o máximo, según se quisiera proteger o no a largo término al animal: 1) La estación. En verano, como el terreno estaba más seco y el sol salía más temprano, se hacían trayectos más largos y rápidos hasta antes del medio día; a esta hora el calor intenso volvía imposible la marcha y obligaba a reposarse para dar de comer y de beber a las bes142


8) La responsabilidad y de la capacidad del patrónarriero para conducir la recua.89

MAPA 3.D Progreso en la construcción de caminos. Caminos modernos, años 1865-1876.

tias. En otoño e invierno, estaciones lluviosas, el agua empantanaba los caminos haciendo difícil la marcha; con frecuencia impedían el tránsito multitud de torrentes que caían en los lechos de ríos estacionales. 2) La topografía del terreno. Si era montañosa, la carga era poca; si era plana, abundante. 3) El precio del maíz vinculado con la existencia o no la de pastos naturales a los lados del camino. 4) El tipo de carga. 5) La resistencia. 6) El estado de salud de la bestia. 7) El tipo de aparejos utilizados.

Así, el transporte de 1600 quintales de mercurio, a 3 km ó 4 mil km a través del territorio novohispano; de 10 millones de quintales de mineral, de la entrada de la mina a los beneficios; de 750 toneladas de mineral purificado, de las haciendas de beneficio a las Cajas Reales, y de éstas a la Casa de Moneda de México, y de ahí a Veracruz, además de unos 3 millones de quintales de sales minerales, pólvora y cal, y de unas 150 toneladas de maíz y otros productos comestibles, necesitaron varios centenares de mulas, lo que implicaba un aumento global en el precio del transporte de 25% a 50%, que no estaba contabilizado ni en los precios de transporte ni en los costos de equipo ni en la inversión anual ni en la depreciación por uso. Sin embargo, se conocen los negativos efectos de esta situación: los ricos yacimientos del extremo norte de la Nueva España, a pesar de su potencial e importancia, no eran explotados; no a causa del elevado precio del transporte del mercurio, sino del dispositivo económico y administrativo colonial, cuyo proteccionismo exigía que todos los aprovisionamientos y controles dependieran necesariamente del centro (México) y del eje central comercial Europa-Veracruz-México-Altiplano central. Tal estado de cosas impedía la vinculación (para el efecto de remesas y controles) entre los centros mineros, 89 Testimonio oral (grabado el 26 de septiembre de 1977) de Emilio Altúzar Gómez –tío del autor–, mulero durante 20 años de su vida (nació en 1910, murió en 1979), hijo de Manuel Altúzar R. (nacido en 1875, muerto en 1949), abuelo del autor, mulero y artesano durante toda su vida, al igual que su abuelo. 143


o tres días) por seis tiros de cuatro mulas cada uno, que caminaban sin parar sobre la “torta” durante tres horas seguidas, lo que da un total de 48 mulas al día. Hasta 1777 esta operación era realizada por obreros, después el uso de mulas se generalizó poco a poco. Según fuera la experiencia del maestro “azoguero” (del mercurio), la naturaleza química del mineral y la estación (en verano los rayos del sol aceleraban el proceso de mezcla al reducir en un tercio el tiempo normalmente necesario),91 el proceso de mezcla se llevaba entre 20 y 50 días.

FIGURA 17.A Serie de hornos diversos. Horno antiguo, siglos XVI-XVII (método de Barba).

su periferia próxima y los puestos de control vecinos; si ésa hubiera existido, habría hecho bajar los precios pero también habría minado el control central que reproducía el poder oligárquico-comercial de la metrópoli. Gracias a la revolución de Independencia fue posible romper esta compleja situación. Francisco Javier Gamboa, el sabio mineralogista, en sus Ordenanzas preveía la necesidad de abrir una casa de moneda en Guadalajara para beneficiar la explotación de los yacimientos del norte.90 Después de hecha la mezcla, los montones eran extendidos dos o tres veces en el patio (durante dos 90

Gamboa, Comentarios... Prólogo.

Durante los “repasos” o mezclas, el maestro azoguero agregaba sustancias tales como sal marina, magistral o pirita de cobre dependiendo de que el material estuviera caliente o frío. Finalizando el proceso de mezcla (caída), el mineral era transportado a la sección de lavado. En las haciendas mejor equipadas, ésta consistía en construcciones al aire libre en forma de piscinas rectangulares, poco profundas y cuyo fondo era ligeramente inclinado, situadas una al lado de la otra. Desde el sistema hidráulico de la hacienda un canal llevaba el agua hasta estos “lavaderos”, en cuya extremidad baja había un bordo de 5 a 10 cm de altura, sobre el cual se desplegaban pieles de borrego, anchas y bien cardadas. 91 UMMA. Report... 7th June 1831, p. 32. P.R.O. 8244 BB38, Niño, Camiña y Girony, Pronto y toda la plata...exposición de los ciudadanos...sobre beneficios de las platas en tiempo muy rápido, Guanajuato, 1848, p. 6. 144


FIGURA 17.B Horno del siglo XVIII. Fuente: AGI

FIGURA 17.C.1 Copelina para recuperar el mercurio, siglo XIX. Elaboración: G.A.A.

Por el efecto del agua corriente el mineral mezclado con el mercurio (plata pella) y otras impurezas, eran arrastradas hacia la parte baja del lavadero, y al pasar sobre las pieles de borrego, éstas recogían los granos más finos del mineral en sus pelos. La operación se repetía hasta recuperar todo el mineral. En las haciendas descuidadas o sin equipo, se perdía mucha plata y mercurio durante esta operación.92 Después de la amalgamación y el lavado se obtenía la plata-pella o plata pasta, de consistencia gelatinosa, que era colocada en sacos de yute (“guangos” o “guangoches”) colgados de una viga para destilar el mercurio, el cual se recogía en su recipiente. Para lograr una depuración del mercurio más completa, la plata-pella era introducida en un horno de destilación especial llamado “compella” o “copelina”, de campana o azoguero, según fuera su forma y su tipo (ver las figuras 17A a 17H). Debido a que el mercurio y la plata tienen naturalezas químicas diferentes sometidos al calor, mientras que el mercurio se evapora, la plata se licua solamente a una temperatura tres veces mayor. Por ello, una vez que el mercurio estaba gasificado se arrojaba agua corriente sobre los muros del horno, de manera que se pudiera recuperar la mayor cantidad posible de mercurio. Durante la amalgamación, lavado y fundición se perdía en promedio 25% del peso original del mer92 Memorias relativas a la explotación de las minas de Guanajuato, México, 1866, p. 12. Roswag, op. cit., pp. 92-106. Niño, Camiña y Girony, Pronto y... p. 15. 145


FIGURA 17.C.2 Copelina. Elaboración: G.A.A.

FIGURA 17.D Horno alemán utilizado en Oaxaca, México, 1830

FIGURA 17.C.3 Horno de Perú, 1864. Fuente: BNP Elaboración: G.A.A.

curio incorporado, o sea unas 12 onzas por cada marco de plata obtenido (0.372 g perdidos por 0.248 g de plata): sobre los 3 millones de marcos de plata producidos anualmente, se perdían 36 millones de onzas de mercurio equivalentes a 4 millones 222 mil libras o sea 75 392 quintales. Pero entonces ¿cómo alcanzar hasta 16 146


FIGURA 17.E Horno en México a mediados del siglo XIX. Destilación de amalgama. A, entrada; B, cenicero; C, cilindros; D, receptáculo con agua; E, cañón; F, chimenea. Fuente: BNP

FIGURA 17.F Horno alemán en España, a mediados del siglo XIX. Horno de manga Pilz,. Corte vertical. Fábrica de Águilas, provincia de Murcia, España. Fuente: BNP 147


FIGURA 17.G Horno castellano, alrededor de 1850-1876. Corte vertical y horizontal. M, puerta de carga y salida del gas de la combustión; AA’, plataforma de carga; A’B, escalera para llegar a la plataforma; C, chimenea; D, recubrimiento interior del horno con ladrillos refractarios; E, E’, E”, boquillas para aire que se comunican con el conducto subterráneo O O’ con un ventilador, así como con tubos verticales de aleación FO y F’O’; F, F’, válvula de regulación del aire.Fuente: BNP

FIGURA 17.H Horno tipo “cazo”, Mineral de Catorce, S.L.P., México, 1876. Fuente: BNP

mil quintales anuales, si se perdían 75 392? Porque al perderse 25% cada año, había un excedente disponible en la proporción mostrada en el cuadro 8. Gracias a este excedente anual acumulado, aunque la producción minera bajara, no se interrumpía, a pesar de las oscilaciones coyunturales. Así, el valor de los 75 392 quintales realmente destruidos cada año equivalía a 3 100 000 pesos en números redondos, sin contar el elevado precio de los transportes 148


CUADRO 8 Fuente: F. Sonneschmidt, Tratado de amalgamación, p. 53 Elaboración del cuadro y cálculo: G.A.A.

y los impuestos. En la fase de destilación y purificación de la plata se utilizaban hornos, utensilios metálicos y sobre todo carbón vegetal en gran cantidad. Como se dijo antes, la fase de reducción del mineral se terminaba cuando, después de purificar la plata en las copelinas, se transformaba en lingotes para llevarla a las “cajas marca”. Luego venía la tercera y última fase del proceso minero. Para comprender mejor la importancia de la fase de refinación de la plata, así como su estructura técnico-productiva, su estructura social, la relativa importancia de su compra como producto comercializable en el mercado interno y su costo, veamos el cuadro 9. Este cuadro muestra una estructura compleja y bien diferenciada. Esta fase necesita instalaciones fijas y sólidas como las de los trabajos subterráneos. La fase de reducción por amalgamación del mineral puede dividirse en dos sub-fases: a) quebrado-pulverización y

b) copelación, que requieren máquinas y no solamente utensilios. Todo el dispositivo en su conjunto dependía de la fuerza motriz animal y, al principio, de la energía hidráulica; si bien desde esa época comenzó a utilizarse la máquina-herramienta (muelas, hornos) construida con materiales primarios (piedra, madera) de resistencia débil y baja productividad. Por todo ello la amalgamación se adaptaba perfectamente a la estructura técnico-material anticuada y fue el punto culminante de la tecnología colonial precapitalista en México; prevaleció hasta fines del siglo XIX, a pesar de los importantes esfuerzos por parte de ingleses y alemanes para introducir, de 1824 a 1836, la revolución industrial en México.93 La verdadera revolución industrial en la me93 UMMA, London, Prospectus, 1825. Reports, 1827-1831, The Mining Review and Journal of Geology, Mineralogy and Metallurgy, London, 1830-1837. Registro Trimestre, México, 1831-1832, vol. I “Metalurgia: Noticias sobre los métodos de beneficio por fuego de los minerales de plata en Freyberg en Alemania, con respecto a su aplicación en México”, por D. Federico Gerolt, secretario del consulado general de Prusia, México, 1831. Ídem, vol. 2, “Metalurgia”: Noticia sobre el beneficio por fuego de los minerales de plata de Angangueo, por D. Diego Schmitz, director de los establecimientos de fundición de la compañía alemana, México, 1831. Ídem, vol. 1, N° 4, Metalurgia, Resultados del método de amalgamación alemán con barriles, practicado en la Hacienda de Santa Ana, en el estado de Oaxaca, bajo la dirección del Sr. Eduardo Spanberg, México, agosto de 1832. Informe que la junta menor del Mineral de Guadalupe en el estado de Guerrero produce a la General el 5 de febrero de 1850, México, Murguía,1850, p. 6. “El director del mineral D. Manuel Trujillo contrató al perito facultativo de minas Federico Kampfer, al Sr. Enrique Baar para plantar una Hacienda de Beneficio y al Sr. Pablo Parkmant para hacer un mapa”. Dahlgren, op. cit. Joseph Burkardt (director de negociaciones alemanas en Oaxaca y Veta Grande, Zacatecas, entre 1828 y 1833). Gilberto Crespo y Martínez, “La evolución minera”, en J. Sierra, México. Su evolución social, t. I, México, 1901. 149


talurgia minera de la plata fue introducida en México de manera radical cuando la fase más importante del proceso –la transformación química de los elementos– se realizó con el método de cianuración y electrólisis, y se sustituyeron los utensilios que exigían un gran volumen de mano de obra y tenían baja productividad (y el costo relativamente elevado: 24.9%); sobre todo cuando se reemplazó la antigua fuerza motriz animal por energía eléctrica, los aparatos rudimentarios de piedra y madera por máquinas‑herramienta; los procesos de fundición artesanales por procesos científico‑técnicos, y las estructuras técnico‑administrativas empíricas por estructuras racional‑científicas.94 94 Ibíd. W. P. Blake, Notices of Mining Machinery in Use in the Pacific States and Territories, Londres, s.p.i., 1871. F. Consuegra, Manual de labores y beneficio de metales, Madrid, 1880. M. T. C. Banfield, CUADRO 9* Fuente: Brading, D. A., Mineros y comerciantes... p. 210 Brading transcribe la tabla de Humboldt (Ensayo... pp. 354-356 y de Ward, Mexico in... t. II, pp. 389-390) sin dar una base teórica a sus datos. Por esta causa, reduciendo los datos a “grupos un poco diferentes”, en el rubro “diversos” él mezcla salarios no especificados con depreciación y materias [primas] auxiliares. Por nuestra parte, diferenciamos los rubros para reagruparlos mejor. 2 Tras una larga reflexión consideramos que esta parte de los gastos debe incluir a los trabajadores pues eran ellos quienes hacían y volvían a hacer los montones ayudándose con mulas. Falta el precio del mineral. Nueva elaboración: G.A.A. Ley media = 3 ø x 1 Q. 3 El costo de transporte no está considerado: aproximadamente 9% a 15%. 1

*Por fidelidad al texto original, conservamos este cuadro con la advertencia de que no resultan comprensibles las operaciones aritméticas que sustentan los resultados de la última columna: N de E. 150


El cuadro 9 muestra cómo 24.9% de los costos se destina a salarios, pero de esta proporción, tan sólo dos personas (el administrador y el maestro azoguero) tomaban 26%, mientras que 74% restante se repartía entre 20 ó 25 obreros. Éste es un ejemplo claro de la desigualdad social entre directivos y obreros. También salta a la vista el considerable costo de la fuerza motriz animal: 25.5%, y la mínima utilización de la energía hidráulica como elemento que apoya y se combina con la fuerza animal. Un análisis comparativo de la utilización de la fuerza motriz en minas de la Nueva España (siglo XVIII) y minas alemanas95 o suecas96 de fines del siglo XV, revela que estas últimas tenían un mayor desarrollo tecnológico tres siglos antes que la época minera novohispana. La explicación científica de esta situación puede aportar elementos interpretativos de gran valor para comprender la evolución económico‑política posterior de los países llamados subdesarrollados, y las características del origen y desarrollo del capitalismo en América Latina y en México durante los siglos XVIII y XIX, relacionadas con la interdependencia de esta región y los centros hegemónicos capitalistas. El cuadro también muestra que el costo de las materias primas era el más importante: representaba 46.9% del total; Organisation de 1’industrie, París, 1851. Zayas Enríquez, Los Estados Unidos Mexicanos... pp. 137 y ss. A. Grotte, Adelantos de la minería en México... pp. 26 y ss. R. Orozco, La industria minera de México. Distrito de Guanajuato, México, 1921. 95

Agricola, op. cit.

96 Dahlerus, Exposé de l’ industrie minière et métallurgique de la Suède.

entre aquéllas, el mercurio se sitúa a la cabeza: su costo equivale a 55% del de materias primas y a 27.7% de los costos totales. Pero en este análisis (lo mismo que en todos los análisis posibles) el precio de mercado (no el costo social real) de la materia prima principal –el mineral de plata y de oro– no estaba considerado en general. En su monumental investigación, Brading sostiene: “...el precio de compra del mineral determinaba generalmente la diferencia en el costo final de producción”.97 Enseguida muestra el costo de dos montones de mineral de 30 quintales en Real del Monte. Un montón con un contenido de metal de una onza por quintal, costaba 10 pesos, mientras otro del mismo peso pero con una ley de 2.5 onzas por quintal, costaba 25 pesos. “Para el mineral de bajo contenido –comenta Brading– alcanzaba 36.2% de su costo final, y para el de contenido medio, 54.2%”.98 Aun considerando estos datos con reservas, pues son una muestra entre infinitas variables diferenciales, tienen validez y verosimilitud. Si con base en las cifras y porcentajes del cuadro 9, volvemos a calcular considerando las nuevas informaciones aportadas por Brading en su cuadro 10 –en el que figuran explícitamente los costos de transporte y del mineral99– y si rehacemos los índices, 97

Brading, op. cit., p. 212.

98

Ibíd., p. 213.

99

Ibíd. 151


CUADRO 10 Fuente: Brading, Mineros y comerciantes... pp. 210 y 213 Reelaboración y cálculos: G.A.A.

el costo final hipotético del mineral de contenido medio de 12.5 a 23 onzas por quintal sería como aparece en el cuadro 10.

La última fase del proceso, la amonedación, tenía lugar en la Casa Real de Moneda de México desde 1542, alquilada a particulares hasta 1729, año en que se transformó en monopolio real directo. Durante el siglo XVII, las instalaciones, las herramientas de acuñación y los métodos de financiamiento fueron mejorados. Cuando Humboldt la visitó, en 1804, más de 400 obreros asalariados trabajaban cotidianamente, en un edificio, con un magnífico herramental y con una elevada productividad, ya que si en 1733 para convertir un marco de plata en moneda se gastaba 1.75 reales, hacia 1804 el mismo trabajo requería solamente 0.75 de real,100 lo que permitía:

Si estas cifras son aproximadamente ciertas, el costo global de 10 millones de quintales refinados (3 millones de marcos = 744 toneladas de plata pura) habría sido de 20 millones de pesos, sin haber pagado los impuestos de ensayo, de señorío y amonedación a la Casa Real de Moneda de México, y sin incluir el costo del transporte (el costo de vigilancia estaba a cargo del Rey).

Una utilidad anual de esta Casa de la Moneda, que consistía en un millón y medio de pesos, pues el rey ganaba 6.5/5% de todo lo que era acuñado. La de Lima produce solamente 250 mil pesos por año (...) En 1796, 25 644 000 pesos fueron acuñados (...) hoy sin aumentar las máquinas de esta Real Casa ni el número de sus obreros –de 350 a 400– se puede acuñar fácilmente 30 millones cada año, puesto que ya

Pero esto no puede representar el costo real, pues falta la depreciación global por año de todos los animales de trabajo, así como la depreciación global de las “obras muertas” de la fase de trabajos subterráneos, y de las grandes haciendas de beneficio, y de la Casa Real de Moneda y de las cajas marca, y finalmente, de una multitud de pequeños costos de naturaleza diversa no tomados en cuenta.

100 Humboldt, op. cit., p. 458 (describe la casa de Moneda). AGN, Minería, Vol. 42, Expediente sobre instrumento de precisión para ensayadores, México, 1782-1790; Minería, Vol. 42, Don Antonio de Acosta conduce 18 cajones de herramientas y 20 quintales de fierro en varias piezas y planchas de cobre batido de Cádiz con destino a la Real Casa de Moneda de México, Madrid, 1778; Minería, Vol. 42, peritaje a don Juan de Salesán sobre estado y precio de instrumentos, México, 1979; Minería, Vol. 94, Consulta del director de Minería Don Fausto de Elhuyar sobre los 8 cajones de instrumentos de química llegados de Veracruz, México, 12 de marzo de 1791. 152


Las gestiones administrativas no influían mucho en la diversificación de la división del trabajo, aunque constituyeran gastos cotidianos que en un año alcanzaban un monto considerable en el mercado urbano, a causa de los altos salarios pagados a los funcionarios y a los trabajadores, como puede observarse en el cuadro 12. Los lingotes de plata que salían de las “copelinas” eran depositados en las Cajas Reales para pagar el impuesto de 1%, el diezmo y el impuesto de señorío.103

CUADRO 11 Fuente: Brading, Mineros y comerciantes... p. 200, cuadro 9. Aportamos los datos de costos de gestión y elaboramos los porcentajes: G.A.A.

en el mes de abril de 1796, 2 922 185 pesos habían sido acuñados...101

Las ganancias –como lo mostró Brading– eran más altas según los datos de 1789. Sin duda aumentaron considerablemente merced a la próspera situación de la minería durante la última década de la dominación española. Alamán afirma que la Corona española gravaba la plata mexicana con varios impuestos: 17.5% por la extracción, más 12% por la introducción en España: 29.5% en total. Después de 1823, ella solamente obtenía 6%, lo que significa que las ganancias habían aumentado en 23.5%102 (ver el cuadro 11). 101

El marco de plata pesaba media libra (8 onzas); con la ley de “12 dineros” costaba 8 pesos, 2 reales y 30 maravedíes. El Rey compra cada marco de ley a 11 dineros (a 8 pesos 2 reales) y lo vende al público o lo hace circular a 8 pesos 4 reales; la diferencia de 3 reales 32 maravedíes constituye la ganancia acostumbrada que saca Su Majestad de esta especie de comercio monopolizado, consistente en que de cada marco acuñado salen 8.5 pesos que hacen 68 `reales columnaria`... el oro se parece en todo a la plata, a excepción de su relación bimetálica que es 16 veces más elevada que el valor de la plata. La acuñación del oro era reducida y no dejaba al Rey más que 50 mil pesos de utilidad, mientras la plata le dejaba 1 650 000. De 1 700 000, 400 mil se gastaban en administración (salarios: 100

BNP, Breve resumen del estado... F. 5.

102 P.R.O.8244, bb 38 L. Alamán y otros, Minas de oro y plata de México. Compañía franco-mejicana para renovar su laborio, París, 25

de octubre de 1822, p. 3. 103

Gardoqui, Informe... F. 151 a. 153


CUADRO 12 Fuente: BNP, M.O., FM Doc. N° 145: Diego Gardoqui, Informe..., F 178a, Estado N° 8 1 En el informe de Gardoqui el total de gastos asciende a 400 mil pesos, pero en el estado N° 8 a las remuneraciones de las cinco secciones él agrega 18 830 pesos inexplicablemente. Cf. “Informe” 31 de agosto de 1793 F 153 y F 178a, Estado N° 8. Elaboración: G.A.A.

mil, gastos: 180 mil, y fábricas: 120 mil), y la ganancia líquida era de 1 300 000.104 Si a lo anterior se le adicionan todos los costos monetarios y sociales posibles de la plata en las tres fases del proceso completo, tendremos las cifras aproximativas que se presentan en el cuadro 13. Podemos afirmar –con un amplio margen de veracidad– que la industria minera no era un buen negocio, sobre todo para los productores. En efecto, mientras que el valor promedio total de la producción minera durante el último decenio de la dominación española ascendía a 28 millones de pesos, el costo monetario era de 23 785 778 pesos. Por otra parte, el costo social real sobrepasaba seguramente los 24 676 104

Ibíd., F. 152-153.

778 pesos, dejando una utilidad de 3 millones de pesos. Esta ganancia era el resultado de un conjunto de transferencias de valor social garantizado por la imposición de la política y el aparato económico del Estado colonial. La exención de toda clase de impuestos sobre las materias primas y útiles mineros, la reducción de la mitad en el precio del mercurio; el sacrificio fiscal con el que la corona subvencionaba frecuentemente a los mineros durante largos años al comienzo de la explotación de toda mina o para rehabilitar las antiguas; las leyes proteccionistas; los aparatos económicos de estado controlados desde el centro a fin de asegurar la buena marcha del conjunto económico; la utilización del ejército como fuerza represiva contra los trabajadores, fueron los factores que permitieron abatir el costo de producción real. Si tales factores de administración pública no hubieran existido o hubieran operado a la antigua manera, dejando la actividad minera a merced de las leyes económicas “naturales”, los costos habrían sido de 125% a 130% más elevados, hasta volver la explotación totalmente deficitaria. Eso se produjo después de la Independencia, cuando el Estado se desentendió de todos los factores mencionados en aras del libre juego de mercado. Si en la época colonial podía beneficiarse un mineral de baja ley, “era porque se obtenía el mercurio a crédito, con largos plazos de pago a un valor máximo de 40 pesos el quintal, siendo que el precio era de 150 y hasta 200 pesos... y no por otra ventaja...”.105 105

Niño, Camiña y Girony, Pronto y toda... p. 7. 154


–por periodos que rara vez sobrepasan los diez años– 7, 6, 15, 16 y 10 reales en relación al precio más bajo del ciclo respectivo. Durante los últimos cinco ciclos (1766‑1814), el aumento es de 16, 12, 38 y 20 reales en cada uno...106

La amplitud y la agresividad de los ciclos agrícolas de fines de siglo se muestran claramente en el cuadro 14 y la gráfica 7.

CUADRO 13 1 Antes de la recaudación real neta del año 1789: 4 509 973 pesos. Observaciones: Los datos del costo social monetario son admisibles pero no reales; el costo de los animales de trabajo se obtuvo multiplicando 70 mil cabezas por 10 pesos cada una. La devaluación de las instalaciones subterráneas se obtuvo sobre la base de 25 años como lapso de amortización; de las instalaciones de refinación, 30 años, y de las de acuñación y cajas reales, 50 años. La rúbrica “diversos” contiene numerosos gastos menudos no contabilizados o cargos de valores de uso no comprados. Elaboración: G.A.A.

En el último tercio del régimen colonial hubo una inflación sostenida debido a razones internas y externas; dicha inflación provocó una tendencia al alza de precios que afectaba sistemáticamente la economía minera. En esta misma época las grandes minas alcanzaron niveles de profundidad y de extensión considerables; por otra parte, se imponían las rentas diferenciales: agrícola (crisis agrícolas) y minera (rendimientos decrecientes) durante la etapa extractiva, que era la fase que exigía la máxima cantidad de factores de producción (obras muertas) y elevados costos de operación. Florescano ha mostrado claramente la tendencia al alza de precios que se mantuvo en el curso del siglo XVIII: ...Durante los cinco primeros ciclos de la serie (1720‑1765) el precio de la fanega de maíz aumenta

Puesto que el maíz era el combustible universal para los animales motores y de trabajo, las variaciones coyunturales y estacionales cíclicas de su precio influían positivamente (precio bajo) o negativamente (precio elevado) en la economía minera y en la sociedad en general. Entre la industria minera y la agricultura se establecieron vínculos estructurales gracias a la división del trabajo y al intercambio mercantil, pero también a la estrecha relación entre las rentas diferenciales agrícola (I) y minera (I), unidas por la ley del valor en una economía subordinada a la circulación del capital comercial. Durante el siglo XVIII en la economía minera novohispana se desarrolló con todas sus posibilidades la intracumulación primitiva del capital, favorecida por la posibilidad histórica del pasaje de México al capitalismo. Aunque en los siglos XVI y XVII hubo grandes minas, eran en general pequeñas y medianas empresas que prevalecieron hasta mediados del siglo XVIII. El 106

Florescano, Precios del maíz... p. 139. 155


CUADRO 14 Fuente: E. Florescano : Precios… p. 137, tabla 13 * Los datos sobre la duración de los ciclos son de la tabla 8.

auge minero que comenzó en 1760 se estructura a partir de seis grandes transformaciones cuantitativas de dimensiones gigantescas: 1. Las dimensiones de la producción y de las “empresas”. 2. El volumen de la masa de trabajadores en acción. 3. La estructura de algunos medios de producción. 4. La articulación intersectorial. 5. La función del Estado. 6. La intervención del capital comercial en la producción. Estos tipos de transformaciones cuantitativas y su mutua influencia condujeron a los resultados siguientes: Treinta ó 50 empresas contaban con 300 a 3 mil trabajadores (y tal vez representaban entre 70% y 80% de la producción), contrastando con las 3 mil minas restantes. Es evidente que la concentración de la producción alcanzó su grado más alto. Si bien sus medios e instrumentos, sistemas

de financiamiento, de contabilidad y de estructuración –en los trabajos subterráneos– eran primitivos (por eso los cambios no fueron cualitativos), por su alto grado de concentración estas empresas se volvieron verdaderas manufacturas concentradas, en las cuales el ritmo, el control y el tiempo alcanzaron nuevas proporciones. La elevada densidad de mano de obra asalariada –bajo un mismo tiempo de trabajo, de control y de producción y con una importante división del trabajo– permitía explotar fuerzas cualitativamente nuevas: la cooperación, la emulación y la especialización incipiente, incluso si la productividad era muy débil. Las dimensiones material y social exigían resolver algunos problemas técnicos difíciles. Por causa de ello –aunque fueran limitadas su naturaleza, potencia y significación–, la reciente transformación técnica representada en el uso de la pólvora, de los tornos, de los “arrastres”, de la energía motriz de animales (aunque excesivamente cara) y de los “ademes”, permitió una productividad más elevada que hizo contrapeso al alza de costos en las empresas más complejas de la Nueva España, con la aclaración de que eran semejantes a las de Alemania en los siglos XIV y XV. La articulación intersectorial alentaba el desarrollo del mercado interno; eso permitía la ampliación, la regularidad y la homogeneización sostenidas de los intercambios. De esta manera la ley del valor operaba de manera más autónoma, unificaba las diversas ramas 156


y favorecía una ganancia media. Sin embargo, importantes problemas internos limitaban sus alcances. La intervención del Estado alcanzó una escala intercontinental gigantesca: la unión de Huancavelica, Idria, Almadén y las diez regiones mineras más grandes, con la Casa de Moneda más célebre del mundo –que gozaba de circulación económica mundial– permitió aplicar una política económica radicalmente propicia a la modernización global económica, técnica e institucional, que favoreció el moderno desarrollo capitalista. Para hacer frente a este desafío la dinastía de los Borbones no ajustó sus medidas fiscales. Pero la estructura social y la composición de las elites correspondían perfectamente a la época y a la lógica de la circulación mercantil. Como resultado, el dispositivo de concentración económica y estatal favoreció al gran comerciante especulador, en ausencia de un Estado moderno y de una banca también provista de sistemas modernos, monetario y financiero.

GRáFICA 7 Fuente: Florescano, Precios... pp.138 y 108.

Este conjunto de hechos condujo al predominio del capital comercial interno sobre las tendencias económicas, la racionalidad en el uso y funcionamiento de los medios materiales y la explotación de la fuerza de trabajo. Fortalecido por la circulación capitalista mundial, el gran capital comercial instauró su modelo formal primitivo en la producción (una de sus ramas), sin revolucionar por ello la estructura técnico‑material de la producción ni del conjunto, sino al contrario: reforzando su carácter atrasado. De esta sobredeterminación formal 157


transformadora, pero también conservadora, nacieron profundas e irresolubles contradicciones. Esta combinación compleja implicaba una contradicción irreconciliable: al mismo tiempo que la actividad minera se desarrollaba, las rentas diferenciales agrícolas y mineras aumentaban, lo que constituyó un obstáculo al desenvolvimiento posterior de la industria minera. El aumento provocaba múltiples efectos: 1. Se descubría un gran número de minas en regiones muy alejadas de los centros tradicionales, lo que aumentaba los costos pero también los beneficios de los centros tradicionales, a causa de las rentas diferenciales. 2. Un mayor volumen de actividad minera –inclusive si el desuso del proceso de fundición favoreció el de la amalgama– exigía considerables cantidades de recursos forestales, los cuales se volvían cada vez más caros y escasos. La destrucción sistemática de los bosques fue sin duda la causa principal de transformación climática de la Nueva España: a partir de 1780 se inicia un periodo de sequías constantes que provocó, junto con otros factores, un alza secular de precios. 3. Dentro de la tendencia constante al alza de precios, una mayor demanda de producto elevaba los costos. 4. El aumento de la profundidad y complejidad de las minas puso un límite al auge: súbitamente aparecieron los rendimientos decrecientes a largo plazo. 5. Los gastos corrientes de operación aumentaban progresivamente, los rubros más importantes eran la alimentación de bestias de trabajo y la adqui-

sición de productos manufacturados. En tales condiciones, ante la carestía y la escasez de la plata, las ganancias disminuían. 6. Los riesgos y la inseguridad aumentaban. Los grandes comerciantes “aviadores” españoles –usureros que financiaban a los mineros–, aunque comprometidos con las minas debido al libre intercambio y a la baja de tasa de ganancia monopólica en la circulación mercantil, dejan de interesarse. Cuando se dan cuenta de que la baja en la tasa de ganancia se uniforma y se vuelve media, retornan al comercio y a la usura. La coyuntura mundial –el alza de precios a causa de las guerras napoleónicas‑- los atrae de nuevo: entre 1800 y 1816 el precio de la onza troy salta en Londres, de 427 dineros pasa a 794.107 Todos esos factores provocaban que los mineros dependieran cada vez menos de la relación comercial, de la división del trabajo y de la relación mercantil de intercambio. Por ello reinvertían sus ganancias para ampliar su actividad productiva, y al mismo tiempo adquirían inmensas posesiones agropecuarias con el objeto de asegurar su capital “líquido” amenazado por la inflación. Esta compra de valores “refugio” les servía para producir, por ellos mismos y en la misma medida 107 J. E. Mertens, La naissance et le dévéloppement de l’ étalonor, 1692-1922, pp. 71-74 (coyuntura de 1798 a 1814). S. D. Horton, The Silver Pound, London, 1887. W. A. Shadow, The History of Currency 1252-1894, pp. 244-299. S. Jevons, Investigations in Currency and Finance, London, 1884, pp. 192-238 (últimas grandes tablas, importantísimas). Wilson, Capital Currency and Banking, London, 1859, p. 155. Jacob, On Historical Inquiry into the Production and Consumption of the Precious Metals, 2 vol., London, 1831, t. I, pp. 369 y ss. 158


que la enorme demanda minera, el “combustible” cada vez más caro: el maíz y los animales motores. Los grandes mineros y los comerciantes que servían de aval se convirtieron en latifundistas; los primeros porque no querían depender de los segundos ni de los especuladores. A su vez, los especuladores hacían lo mismo para no depender de los latifundistas y hacer del maíz –cada vez más caro y demandado por la creciente masa de desarraigados y de campesinos desocupados– un objeto de especulación. De esta manera, a fines del siglo XVIII se observa una especie de ruralización tardía de los grandes mineros: éstos apoyan directamente la economía agropecuaria de manera que pueda continuar alimentando la industria minera sin la intermediación de los usureros. En consecuencia, el circuito agropecuario‑minero se cierra, pero no sobre la base de una división del trabajo más profunda y de la autonomía de la producción, sino, por el contrario, sobre la integración funcional compleja no mercantil de la división del trabajo, y determinada por las leyes de la economía de autoconsumo mercantil simple. El prestigio ganado en la industria minera y en la usura culminaba con esplendidez en la compra de títulos de nobleza y en el establecimiento de mayorazgos. Así, una nueva nobleza, salida de la usura, invade la actividad agropecuaria. El modo de producción despótico‑feudal‑tributario está en crisis a causa del capital comercial, de la división del trabajo y de la producción minera mercantil. En el umbral de la transición, en

plena acumulación primitiva interna del capital, en el mismo momento en que el capital comercial se inserta en la producción material con un grado monstruoso de concentración, ese modo de producción no revoluciona ni la producción ni la productividad (única forma de bajar los costos y mantener una tasa de ganancia elevada para el patrón). Por el contrario, vuelve hacia el pasado, a la lógica especulativa usurera, subordina al sector más avanzado de la economía a las leyes de autoconsumo y derrocha en “el barril sin fondo de la agricultura”, del lujo y del “censo” eclesiástico108 la acumulación primitiva monetaria. Un ejemplo, entre otros, de esta tendencia a la “refeudalización” de los ricos mineros y de los comerciantes, y de su conversión en nueva nobleza lo ilustra el caso de Diego de Rull, vecino republicano y minero de esta ciudad de Guanajuato que ... habiendo nacido gentilhombre y queriendo conservar para sus descendientes el honor y el nombre, pretende fundar un mayorazgo de 200 mil “pesos fuertes” o de una cantidad constituida por un quinto de sus numerosas posesiones...

Para lograrlo compró la hacienda de Santa Rita de Tetillas por 589 mil pesos; además era propietario de una parte de La Valenciana (por su matrimonio con una heredera del Conde de la Valenciana). Los documentos y constancias se anexaban: 108

Brading, op. cit., p. 297. 159


Primer documento: título de compra de las haciendas San José de la Cieneguilla, Ciénega Grande y Santa Rita de Tetillas, piezas anexas y todo lo que pertenecía a la Compañía de Jesús, adquirido a su vez por el Conde de Regla, a quien Diego de Rull se las había comprado.

A su vez, la Viuda del Conde de la Valenciana aportó al Rey durante ocho años la suma de 234 816 pesos; hizo donativos graciosos por 36 426 pesos; donó al erario 110 mil pesos; a las misiones, 8 mil; a la Academia de San Carlos, 2 mil, y por concepto de compra de maíz para los necesitados, 40 mil pesos.

Segundo documento: constancia del administrador de la hacienda de Salgado (beneficio de metales) acerca de la cantidad de metales fundidos y amalgamados en cinco meses del año 1798 (10 398 marcos de copela y 2497 pesos 5 reales en fundición). Tercer documento: que atestigua los méritos del interesado y su fidelidad al Rey: aportó 1309 pesos en quintos al Rey; consumió grandes cantidades de pólvora real y de mercurio; financió los uniformes y las armas de 100 hombres durante la última guerra con Francia; compró los uniformes y las armas de los 800 soldados que formaban el cuerpo de guardia a su cargo, por tal servicio Su Majestad lo nombró coronel (lo que también le costó 30 mil pesos). Se casó con doña Ignacia de Obregón, hija mayor del Conde de la Valenciana, cuyos méritos son: donó graciosamente a Su Majestad durante su vida un total de 2 648 868 pesos; aumentó el erario público merced a sus enormes consumos de pólvora y de mercurio; la industria minera de Guanajuato debía su auge a su generosidad; dio asistencia a las necesidades públicas y privadas; hizo generosos y piadosos donativos a religiosos franciscanos y betlemitas.

El interesado es además cuñado del heredero del Mayorazgo de la Valenciana, y cuñado del conde Pérez Gálvez, esposo de la segunda hija del Conde de la Valenciana. Ha comprado muchas y buenas tierras. Pide que le sea acordado el título de Conde de la Casa Rull. También adjunta los estados de cuentas que dan testimonio de su riquezas: gastó 112 450 pesos en la construcción de su nueva casa en la Plaza Mayor de Guanajuato; del primero de junio de 1794 al 14 de noviembre de 1795 sacó de La Valenciana 3 1/3 barras pertenecientes a su mujer, o sea 20 058 cargas con un valor de 279 708 pesos, 72 1/2 reales (sin deducir la pólvora, el mercurio y el diezmo); el estado de la herencia de Doña Ignacia de Obregón, legada por su padre, el Conde de la Valenciana es de 767 171 pesos. En el legado original, fechado el 9 de febrero de 1789, cuando murió su padre, se le atribuían los valores siguientes: hacienda de San Pedro del Monte, casas de la calle del Turco y de la calle Alfonso, joyas, vestidos, reales líquidos, deudas activas reembolsables con intereses. Esto hace suponer que el Conde de la Valenciana había legado 1 549 574 pesos. Pero a su muerte: 160


...no fueron evaluadas las haciendas ni los aumentos de los costos que implican las mejorías; en lo que concierne a los bienes inmobiliarios, deudas y otras partes del legado, éstos fueron alterados en el número y en el precio; se estimó su estado presente y alcanzan la suma de 4 691 760 pesos incluyendo 599 094 pesos de deudas pasivas.109

Se contabilizan, además, los bienes de la viuda: ocho barras de la mina de San Juan de Fraustros y de San Miguel de la Gavilla; la mitad pertenecía a ella y la otra mitad a sus tres hijos. No se incluían los terrenos y los bienes en sociedad o que pertenecían parcialmente a terceros. Los créditos activos cobrables o no y los avales de las minas no fueron repartidos individualmente sino a todos: la madre se quedaba con la mitad y la otra se repartía entre los tres hijos, tocándole a cada uno la sexta parte, o sean 1 411 993 pesos.110 De lo anterior se deduce que la herencia total a la muerte del Conde de la Valenciana se distribuía en: 109 AGI, México, Leg. 1795, “Don Diego de Rull, natural de la ciudad de Málaga, vecino y regidor de la de Guanajuato y Coronel del Regimiento de Infantería Provincial de Mechuacán en la Nueva España, expone: ....” Guanajuato, 11 de octubre de 1798. (Su apoderado desde Madrid insiste, con fecha 14 de enero de 1802... que prosiga los trámites conforme a la Real Cédula de 13 de noviembre de 1709. Con fecha 9 de mayo de 1803, la Audiencia de México envió a Madrid todos los documentos probatorios anexos.) 110

N. de E.: En el original aparece así: 1.411.993.41,9.

valores líquidos que incluyen las deudas pasivas, créditos activos cobrables o no, avales de minas y “vínculos” parciales o totales con terceros, lo que hacía un total de 6 702 747 pesos, sin considerar los latifundios y las obras de mejoramiento. De acuerdo con la nueva evaluación de los valores líquidos, a la esposa de Diego de Rull correspondía la sexta parte del valor de artículos y de mercancías de dinero líquido, de créditos de cobranza segura, de deudas activas y pasivas y de deudas de avales de minas. Asimismo el valor, sitio, instalaciones y maquinaria de hacienda de Minas de Salgado; el valor de una casa ubicada en la plaza mayor de Guanajuato; joyas; valor de gastos personales, gastos de las “memoria” de 3.33 de las barras de La Valenciana, valores recibidos en efectos y herramientas para la refinación de los metales provenientes de las haciendas de Salgado, Barrera y Fundición de Rocha, y 1/6 de la deuda de los avales de las minas. En el documento se transcribe minuciosamente la evaluación de los bienes inmobiliarios ubicados en Guanajuato y Aguascalientes, así como los latifundios de Cieneguilla y anexas; Ciénega Grande con sus minas, casas, acequias, establos y molinos, San Jacinto y Reoyos, en Aguascalientes; Las Tetillas, en Real de Nieves, Zacatecas. Con fecha de 9 de mayo de 1803, la Audiencia de México dio respuesta a la petición de Rull conforme a la Real Cédula, que hacía una relación de los bienes de Rull: 161


...Ellos podían alcanzar, según un cálculo moderado, al menos 2.5 millones de pesos, cuya quinta parte sobrepasa ampliamente los ciento cincuenta mil que vos pretendéis vincular, la relación a 2.5 sería de 580 mil, los 150 mil debiendo permanecer vinculados a perpetuidad en la parte principal y en la raíz con la Hacienda llamada Tetillas... ...Consultados el consejo, la contabilidad general, etc. decidí acordaros la gracia del título de Castilla con denominación de Conde de la Casa de Rull... se procederá acordaros (también) el de Vizconde de las Tetillas... Según el cual encargo al serenísimo príncipe Don Fernando, mi hijo bienamado, y a los infantes, prelados (etc.) presentes y futuros de España y de las Indias nombraros Vizconde de las Tetillas, y que os rinda y os hagan rendir todos honores, gracias, favores, libertades, exenciones, primacías y todas esas altas cosas que por razón del mismo título deben ser aprovechadas y rendidas... Yo el Rey (rúbrica) 26 de agosto de 1804.111

Rull fue el último de los ricos mineros que adquirieron títulos nobiliarios. El ciclo del esplendor de la plata mexicana –como resultado del impresionante apogeo mercantil novohispano– agotó sus posibilidades. El modo de producción de autoconsumo, en rápido proceso de desestructuración, fue trastornado profundamente por la expansión comercial, la proletarización 111

AGI, México, Leg. 1795.

y la inflación. La miseria de la gran masa se generalizó en medio de una hambruna latente. Se despojaba a las masas de sus posesiones comunitarias, pero en su calidad de proletarios nacientes se congelaban sus salarios y se suprimían los “partidos”; todo eso mientras los víveres escaseaban. Sin otras perspectivas más avanzadas, la oligarquía usurera se vinculaba al pasado (ver el cuadro 15). La expansión europea en la época de la acumulación primitiva del capital (desde fines del siglo XIV hasta el siglo XVII), del capitalismo manufacturero y de la Revolución Industrial generalizó la necesidad de la circulación monetaria a escala mundial. Los metales preciosos eran, por definición, la moneda más corriente y desempeñaban el papel de representantes supremos, de modelos de medidas para todos los valores,112 así como el medio de pagos internacionales e intercontinentales (Occidente‑Europa Oriente). Su demanda se desarrolló paralelamente a la acumulación primitiva de capital desde el siglo XV, y su ciclo hístórico‑universal terminaría solamente en el curso del siglo XIX, con la consolidación y la internacionalización de la Revolución Industrial –fundada en el ciclo histórico de los metales industriales– y con la revolución bancaria y monetaria.113 112

Marx, El capital, t. I, Sec. I.

113 Mertens, op. cit., pp. 69-77. É. Levasseur, La question de l’or. Les mines de Californie et d’Australie, les anciennes mines d’or et d’argent, Paris, 1858. Vilar, Oro y moneda... 162


minero‑metalúrgica en los útiles técnicos, los procedimientos, el volumen y la amplitud de la producción de las minas de Europa oriental. Fue tal vez en esta rama donde la revolución tecnológica y económica que daría a luz al capitalismo se desarrolló más rápido y temprano. Sin embargo, la renta diferencial de las minas impidió resolver esta necesidad: la falta de plata era decisiva. El descubrimiento de América y, desde 1550, de los grandes centros mineros novohispanos, resolvió en parte la necesidad de aire y de sangre del capital en desarrollo. Desde 1550, a causa de la división natural geográfica del trabajo y del colonialismo “fase superior del feudalismo”,114 México y América Latina fueron constreñidos por las complejas redes de una doble interacción colonial: a) Subordinados directamente por el colonialismo español, estancado desde siglos atrás en el mercantilismo “bullionista” –producto de un estado despótico desarrollado– y en la encrucijada de una profunda refeudalización tardía, provocada en parte por la “revolución de los precios”, dictada a su vez por la plata mexicana.115

CUADRO 15 Fuente: Brading, Mineros y comerciantes... p. 146, cuadro 6; p. 234, cuadro 12, y p. 283, cuadro 19. Reelaboración en un solo cuadro y cálculos: G.A.A.

La expansión colonial del occidente europeo hacia el Atlántico buscaba enfrentar la extraordinaria necesidad de metales preciosos y su elevado costo, y responder a la dificultad de extraer pequeñas cantidades en medio de enormes obstáculos naturales y económicos. Ello estimuló una verdadera revolución industrial

b) Articulados indirectamente como elementos de la circulación mundial capitalista (sucesivamente 114

Vilar, op. cit.

115 E. J. Hamilton, American Treasure and the Price Revolution in Spain, 1501-1650. J. Vicens Vives, Historia social y económica de España y de Hispanoamérica. Vilar, Histoire de l’Espagne, La Catalogne... 163


Moneda de México, la más suntuosa del mundo, 1 304 070 807 “pesos duros” (de 28 onzas, ley 0.992; es decir, 36 514 toneladas de plata pura). La parte más grande de esta inmensa suma fue dirigida hacia el Oriente, provocando la casi ruina total de las fábricas de España, e innumerables revoluciones e intrigas en los ministerios y países de Europa...116

Para apreciar mejor la importancia de la plata mexicana veamos los cuadros 16 y 17. Se observa cómo durante 107 años, de 1493 a 1600, la Nueva España daba al mundo occidental 2812 toneladas de plata fina, o sea 16.5% del total mundial (17 012 toneladas); de 1601 a 1700, 9538 toneladas o sea 34.5% (el total eran 27 680 toneladas); de 1701 a 1760 se registra al mismo tiempo que la caída irreversible de Potosí (Virreinato del Perú), un importante aumento de la plata mexicana que alcanza la cantidad de 13 912 toneladas, 75% del total mundial (18 387 toneladas). CUADRO 16 1 En el original la primera unidad de las cifras es el kilogramo, pero decidimos dejar solamente la de toneladas para reducir la cantidad de columnas: N. de E. Fuente: Roswag, p. 331 Cálculos: G.A.A.

representada por los Países Bajos, Francia e Inglaterra) durante el periodo del capitalismo manufacturero. La expansión del capital transformó indirectamente la actividad minera novohispana en el momento fundamental de la acumulación a escala mundial. El papel histórico de la industria minera mexicana en el advenimiento y expansión del capitalismo occidental fue decisivo: Desde la Conquista hasta 1803, el reino de la Nueva España produjo aproximadamente 2 mil millones de pesos, durante 113 años fueron acuñados en la Casa de

Por otra parte, el salto impresionante de fines del siglo XVIII significó una contribución de 82.4% del total mundial, o sean 26 017 toneladas de 31 560. Los prolongados efectos de la guerra de insurgencia y de la independencia de España, se manifiestan brutalmente en la caída de la participación de la plata mexicana en la producción mundial: 54.4%. El contrabando era inmenso; por lo tanto, el estimado de 30% es verosímil (ver los cuadros 16 y 17). 116

BNP, Breve resumen... F. 5. 164


tantes a bajo costo, pues los indígenas eran “mitallos” –forzados– y producían su propia alimentación (en sus comunidades), de manera que quienes trabajaban no le costaban nada al conquistador.117 Por estas razones consideramos pertinente el cálculo de Mardle. Soetbeer, por su parte, considera que la producción crece permanentemente, mientras que Mardle aprecia mejor la expansión súbita desde fines del siglo XVI hasta la mitad del XVII; desde la caída en el siglo XVII hasta la mitad del siglo XVIII y el repunte desde el último tercio del siglo XVIII hasta 1810; después, la recaída hasta 1848, tras el descubrimiento de yacimientos en California. La Nueva España era, mutatis mutandis, el Medio Oriente petrolero de la época. Todo un dispositivo despótico y colonial fue echado a andar por el Estado español para convertir la economía novohispana en mono‑productiva: la mono producción más rentable de ese tiempo.

CUADRO 17 1 Fuente: cifras de Mardle, ver Roswag, p. 331. 2 Fuente: cifras de González Reyna, p. 30. 3 Fuente: Humboldt. 4 A las cifras de la década 18411850 se les restaron proporcionalmente dos años. 5 Fuente: cifras de Roswag, p. 329. Reelaboración y cálculos: G.A.A.

Los cálculos de Soetbeer no parecen exagerados en lo que toca al volumen de plata aportado por América durante los primeros 50 años de dominación española. En este periodo no se explotaban las minas en gran escala; se “rescataba” (es decir, se robaba) el metal indígena acumulado tiempo atrás. A partir de 1560 se establecen las primeras grandes explotaciones de “plata fácil”, donde la abundancia del metal y de brazos indígenas facilitaban la extracción de volúmenes impor-

La economía minera servía de fuente de las riquezas más directamente utilizadas por el Tesoro Español; ella era, por una parte, una actividad económica sectorial interna en la Colonia, profundamente determinada por la estructura general (agrícola, artesanal manufacturera y comercial) y por la otra, en el otro extremo, se integraba totalmente a la economía mundial. Por causa de esta segmentación estructural y de la naturaleza de clase de la oligarquía novohis117

Motolinía, Historia de los indios... p. 19. 165


necesaria en el interior sino a muy pequeña escala (7% a 14%), mientras que buscaba su estatus de mercancía‑metal en el mercado mundial ante una demanda siempre elástica y creciente. La plata era una riqueza, pero en la Nueva España no funcionaba ni como “capital” ni como metal industrial. Una mínima cantidad bastaba para inundar el mercado. Pero su abundancia creciente, basada en costos monetarios y sociales elevados, provocaba en el interior de la Nueva España una distorsión total de los valores, contribuyendo así al alza generalizada de los precios, la disminución de los ingresos de las masas y de las potencialidades de expansión del mercado interno. Pero de manera simultánea y paradójica, a causa de la profundidad y la complejidad de la división del trabajo en su explotación, la plata era el sector más dinámico y más importante porque absorbía crecientes volúmenes de las más diversas mercancías: era, junto con la expansión urbana, el mercado interno por definición. Tales circunstancias se entrecruzaban para dar a la plata mexicana una función contradictoria:

GRÁFICA 8 Fuente: E. J. Hamilton, American Treasure and the Price...

pana –eslabón local del feudalismo despótico‑centralista metropolitano y también de la supervivencia de la economía de autoconsumo–, la reproducción del modo de producción explicaba que la plata no fuera

1. En el mercado interno en formación, era un metal inflacionario. Para abatir costos recibía una inyección permanente de valor transferido por múltiples mecanismos del Estado (pero también de carácter estructural), derivados de la integración funcional no monetaria y del sector agropecuario‑forestal. De todos esos vasos comunicantes recibía un trabajo socialmente necesario bajo formas no monetarias. 166


pana entraba en el mercado oficial devaluada 5% en promedio. Con 1 kg de oro comprado en Londres –al que se atribuía más valor que el que tenía originalmente– se podía comprar, de 1760 a 1780, 16 kg de plata en México. En Londres ese kilogramo se cambiaba por 14.7 kg; por lo tanto quedaba 1.3 kg a favor del comerciante‑especulador o una devaluación de 9.8% (ver la gráfica 9).

GRÁFICA 9 Precio de la plata en Londres, 1697-1910. Dineros por onza troy 31gr 103 496. Elaboración: G.A.A.

2. A causa de esas razones, en el mercado mundial se compraba la plata mexicana en forma de moneda a muy bajo precio; en cambio, como valor de uso el precio de la onza troy en Londres era mucho más elevado. La relación bimetálica de valor oro/plata pasó de 10.73 (valor de la plata por onza de oro) entre 1493 y 1520 a 12.24 entre 1601 y 1620; a 15 entre 1681 y 1700; a 14.7 entre 1760 y 1789; a 15.4 entre 1790 y 1807; a 15.9 entre 1808 y 1813; de 15.4 a 15.93 entre 1814 y 1873; a 16.16 en 1874; a 20 en 1886; a 26.49 en 1893; a 38.22 en 1910.118 Sin embargo, de 1732 a 1821 la Corona Española había fijado por decreto una relación bimetálica oficial de 1:16, sin tomar en cuenta las fluctuaciones de esta relación en el mercado de Londres, totalmente desfavorables a la plata mexicana, pues durante ese mismo lapso la plata novohis118

Mertens, op. cit., tabla N° 40.

Entre 1798 y 1816 la cotización de la onza troy en Londres fue superior a 71 dineros. La relación bimetálica promedio entre 1808 y 1813 era de 15.9, o sea la más cercana a la relación oficial decretada por la Corona Española, de 1:16. A pesar de esos factores positivos, la plata novohispana estaba en desventaja desde hacía largo tiempo. La estructura económica general y la política económica metropolitana conspiraban contra la Colonia. La estructura global del comercio novohispano se basaba en la producción de plata acuñada. Las exportaciones se componían de 90% a 95% de plata (el oro intervenía en proporciones muy reducidas), no incluían productos agropecuarios ni de actividades de transformación. He ahí por qué no se generaban divisas, sino exclusivamente transferencias. Noventa por ciento de la importación servía esencialmente para el consumo y suntuarios, y solamente 10% se destinaba a factores necesarios para la producción (técnicos, mercurio, metales para los utensilios) que garantizaban la reproducción del conjunto minero. Por otra parte, el Estado –de acuerdo con los grandes comerciantes metropolitanos– se encargaba de la infraestructura, de una línea parcial del crédito 167


productivo (mercurio) y de la comercialización global. Los comerciantes novohispanos resultaban ser intermediarios entre el Estado colonial, los comerciantes metropolitanos y los propietarios de minas; también eran los financieros, usureros de estos últimos. El ciclo de circulación de capital comercial entre la mina novohispana y Cádiz‑Almadén duraba más de un año. El ciclo productivo de la plata dentro de la Nueva España, entre el otorgamiento del crédito para el mercurio y su pago, era de seis meses. Tales factores explicaban que la tasa de ganancia comercial fuera tan elevada a costa del productor minero. La estructura de clases era totalmente cerrada. En la base, una masa miserable con ingresos casi nulos y un poder de compra muy bajo, inmersa en estructuras de autoconsumo. En la cúspide, una elite poderosa y minoritaria, poseedora de cantidades increíbles de plata líquida y detentadora de una estructura económica estrechamente vinculada con la metrópoli. Es por ello que la economía minera no podía reproducirse globalmente desde el interior, sino como una etapa complementaria del comercio de importación y como una parte fundamental de la circulación monetaria a escala mundial. La Corona Española consideraba el oro como la verdadera moneda, y atribuía a la plata, por su abundancia, un papel secundario en el mercado interno y la función de objeto de compra en el mercado internacional. El oro no llegaba nunca a España y mucho menos a la Nueva España; el que se podía encontrar era expulsado por la ley de Greshan, que estipulaba que de dos mo-

nedas, la buena “expulsaba” a la mala; “el peso duro” tenía un alto valor social pero no se vendía caro al valor del mercado interno. En China circulaba con un valor superior y una prima de 50% máximo.119 Era moneda local en todos los países poco desarrollados y moneda mundial de todas las transacciones de éstos con Inglaterra. Hasta 1857 circulaba normalmente como moneda nacional en los Estados Unidos,120 hasta 1880 en Japón y 1894 en la India, año en que Inglaterra emitió el “British Dollar”. Después de 1821 el peso mexicano sufrió algunas variaciones en la acuñación (el águila sustituyó al retrato de Carlos III), el peso y la ley, lo cual hizo que perdiera 22% de su valor comercial. En 1867 se reorganizó el régimen monetario al introducir el sistema decimal con la misma ley (0.9027) pero con una relación bimetálica diferente: 1:13.95, y Londres 1:15.50. Durante la época colonial y sobre todo de 1760 a 1875, la plata mexicana fue fijada a una relación bimetálica estable pero siempre en desventaja respecto de las fluctuaciones mundiales. A cambio de enormes masas de plata devaluada por 1) la relación bimetálica, 2) su elevada ley y su bajo precio como moneda, y 3) su bajo precio como metal, la importación de mercancías extranjeras de bajo costo de producción significaba –además de una ganancia comercial elevada– una sobretasa extraordinaria de ganancia permanente. Era como si se pagara un impuesto elevado 119 E. Viollet, Le problème de l’argent et de l’ étalon d’or au Mexique, Paris, 1907, p. 49. 120

Ibíd., p. 48 168


de importación, totalmente desfavorable a la acumulación capitalista en México. La política metropolitana de apoyo total a la economía minera mexicana se fundamentaba en una clara visión de las coyunturas y las tendencias mundiales, que tomaba en cuenta el alza del precio de la plata en el mercado londinense; en efecto, de 1697 a 1760 la onza troy de plata (31 g ley de 0.925) costaba respectivamente 60 y 66 dineros. El “peso duro” o “Real de a ocho” era la moneda más buscada en Europa y Asia durante los siglos XVII y XVIII a causa de su pureza metálica (0.992); es decir, que la ley metálica era la más elevada según la antigua denominación de 1 dinero = 24 granos. Así hasta 1732, la Corona Española valuó un marco de plata de 248 g en 69.3 reales de plata de 3.5 granos cada uno, que resultaba lo mismo que una pieza de ocho reales con peso efectivo de 28 g, equivalente a una pureza de 11 dineros, 4 granos ó 268 granos de 1000 x 1000. A partir de 1732 devaluó la ley a 11 dineros justos (264 granos) y se reserva por “razones de Estado” el resto en granos; al mismo tiempo redujo el marco de plata vendido al público, de 65 a 64 reales. Finalmente, en 1786 se redujo (y de golpe se estabilizó) la ley metálica a 10 dineros 18 granos,121 lo que significaba una disminución de un dinero a 23.45 granos en lugar de 24, en otras palabras, una ley de 0.977 mg por unidad de peso. Sin embargo, lo que explica la demanda del “peso duro” no es la reducción de su ley (una verdadera devaluación), sino la cotización diferente del metal de plata en Londres respecto al peso y ley de la moneda novohis121

F. Elhuyar, Indagaciones... pp. 14-39. Florescano, Precios... p. 80.

pana. En efecto, si como moneda representaba 10 dineros 18 granos (258 granos), según su peso efectivo como metal (28 g con ley de 0.977), en Londres una onza troy de 0.31103496 (o sea exactamente 8 onzas por 248 g o un marco) costaba 60 dineros ó 1440 granos.122 Se comprende fácilmente por qué los reales de a 8 eran tan solicitados: un peso duro por 3 g menos (11%) que una onza troy, costaba 1192 granos; o sea que resultaba cinco veces menos caro si se le fundía para revenderlo como metal. Durante el último tercio del siglo XVIII (1760‑1783) el precio de la onza troy alcanzó 66.57 dineros; de 1784 a 1798 cayó a 62.75, para volver a subir bruscamente a un promedio de 71.94, entre 1798 y 1816. Esta alza de la onza troy demuestra cómo el volumen de los intercambios y los conflictos bélicos provocados por la Revolución Industrial repercutían considerablemente en el aumento del precio de la plata. Tal estado de cosas obligó a la banca y al gobierno ingleses a suprimir provisionalmente, de 1792 a 1822, el patrón metálico monetario e imponer la circulación obligatoria del papel moneda sin libre convertibilidad,123 creando así en definitiva el moderno sistema bancario y monetario. Desde 1606, cuando Thomas Mun escribió su célebre obra, Inglaterra se 122 Mertens, op. cit., tabla N° 37 (en 1786 el precio de una onza troy en Londres era de 62 d). 123 Ibíd. Ricardo, “Papers Against Gold or the History and Mistery of the Bank of England” 1810, Works; Proposiciones tendientes al establecimiento de una circulación monetaria económica y segura; seguida de observaciones sobre las ganancias del banco de Inglaterra, Oeuvres, p. 574. 169


encaminaba hacia la primacía comercial. Durante el siglo XVII el sistema monetario inglés reposaba en primer lugar sobre la plata y, en segundo, sobre el oro. De 1660 a 1702 fueron acuñadas 5 609 769 libras esterlinas de oro y 11 333 569 de plata.124 Merced a la creciente dependencia comercial de Portugal –y por lo tanto de Brasil– respecto de Inglaterra, y del descubrimiento de las grandes minas de oro en Brasil, a partir de 1702, sin romper el bimetalismo, el patrón oro se impuso rápidamente.

bajo costo a precio alto a México y la India. En 1892 había en la India una reserva metálica de plata de 5.1 millones de rupias, de las cuales 1.7 millones en circulación, 400 millones almacenadas bajo la forma de moneda y 3 mil en lingotes, monedas antiguas y objetos de arte. Tal reserva representaba 1.750 millones de onzas finas, o sea la cuarta parte de la producción mundial de 1492 a 1892. La India consumió, entre 1801 y 1873, 14.5% de la producción mundial de oro y 53.1% de plata.125

De 1702 a 1760 fueron acuñadas 1 054 872 libras esterlinas de plata y 22 639 624 de oro. De 1701 a 1816 la diferencia en favor del oro fue definitiva: 90 millones de libras de oro frente a 900 mil de plata. ¿Por qué entonces Londres acaparó la plata americana después de ser distribuida por España (comercio legal) y las Antillas (comercio de contrabando)? Porque durante todo el siglo XVII –durante la extensión de la primacía inglesa– el comercio con Oriente aumentó. Durante la primera mitad del siglo XVIII la dominación colonial inglesa sobre la India y el lejano Oriente se implantan sólidamente. Con la Revolución Industrial el algodón de Oriente se vuelve materia prima para las fábricas inglesas. A pesar de la insistencia de Inglaterra en imponer en la India el patrón oro, el Oriente exigía los pagos en plata. Esto favorecía a los ingleses en todos los aspectos: a) compran la plata americana a bajo precio, b) con ésta pagan las mercancías de Oriente a bajo precio, y c) venden los productos ingleses de

En pleno auge de la economía minera mexicana, la coyuntura mundial le sirve de trasfondo; la relación bimetálica del valor oro/plata desempeña también su papel: entre 1493 y 1621 la relación pasa de 10.73 a 14.02; de 1701 a 1737 oscila entre 15.07 y 15.02; de 1738 a 1789 entre 14.91 y 14.75; de 1790 a 1807 sube a 15.43, y alcanza su máximo valor en 1813 con 16.25. Este proceso continúa de 1814 a 1873 cuando oscila, respectivamente, de 15.04 a 15.93; sube verticalmente desde 1876, con 17.75, a 1910, con 38.2. Estas oscilaciones, según Pierre Vilar, reflejan cambios seculares en los costos de producción.126 La Revolución

124

Mertens, op. cit., tabla N° 42.

125

Ibíd., p. 293, tabla N° 31.

126 P. Vilar, Oro y moneda… Ricardo: “El precio alto de los lingotes es una prueba de la depreciación de los billetes bancarios” (1809), Oeuvres, p. 401. “El oro y la plata tienen un valor intrínseco (…) 1. depende de su escasez; 2. del volumen de trabajo para comprarlos; 3. y del valor del capital invertido en las minas…” La noción de costo de producción está presente pero de modo confuso. Levasseur, en La question de l’or, p. 150, dice: “El valor de los metales preciosos se funda en el costo de producción y se regula por la oferta y la demanda; es decir, la relación existente en170


Industrial plantea tres problemas a la plata mexicana: 1) la desmonetización de los metales y la revolución bancaria, 2) la generalización de un nuevo ciclo histórico de los metales relacionado con el acero, y 3) la conversión progresiva de los metales preciosos en metales secundarios. La plata mexicana se ve entonces en un callejón sin salida: es expulsada del mercado europeo (tal es la tendencia, aunque todavía no esté generalizada); sin embargo, el auge del comercio con Oriente sostiene su demanda.

capital usurario sobre la producción alcanzó sus límites: la intracumulación primitiva de capital exigía otra estructura y otro poder. Sobre esas bases ya conocidas la revolución abrió un nuevo ciclo.

En el interior de la Nueva España los grandes sacudimientos mundiales estimulan la producción de plata, si bien los mineros mexicanos son los menos beneficiados. Pero el auge a fines del siglo XVIII agota todas sus potencialidades tecnológicas internas (que no eran numerosas): sin una profunda revolución en máquinas e instrumentos los costos de producción acaban con cualquier empresa. Tampoco se avanza sin una revolución financiera, incluso disponiendo de grandes aparatos; sin revoluciones en la estructura social es imposible aplicar la ciencia, la técnica y el capital a la producción. La antigua dominación del tre la cantidad de metales actualmente disponibles, multiplicada por la rapidez de la circulación y la suma total de las mercancías y del trabajo actualmente en venta, multiplicado por la rapidez de la circulación y al que se le resta toda la cantidad comprada a crédito; por lo tanto: valor = TC (M – R) C’ + CR donde T = suma total del trabajo y de las mercancías, C = rapidez de circulación general, CR = crédito bajo todas sus formas, M = cantidad de metales preciosos, R = la parte de esos metales reservada, C’ = rapidez de circulación de los metales preciosos…” 171


III. Agricultura y estructura de autoconsumo, 1770-1810

El territorio mexicano se parece a un polígono irregular que rodea al Golfo de México, con base estrecha (en el istmo de Tehuantepec) que se ensancha progresivamente desde el sureste hacia el noroeste a medida que se vincula con el actual territorio de los Estados Unidos. Está situado en la parte sur de América del Norte y se integra a América Central mediante el istmo de Tehuantepec.

MAPA 4 México antes de la invasión norteamericana (1847).

Desde 1819 hasta 1847 el territorio nor-hispano-mexicano se situaba entre los paralelos 14º 28’ (frontera sur Guatemala) y 42° (frontera norte extrema, cerca del actual puerto de Seatle); y entre los meridianos 80° 40’ (Península de Yucatán ). Desde allí, a partir del paralelo 30°, intersección con el meridiano de 94° sobre el lecho del Río Sabinas, hasta confluir con el Río Rojo (Texas). Siguiendo su curso hacia el oeste hasta el meridiano 100°, con la intersección en el curso del Río Arkansas hacia el oeste hasta la intersección con el meridiano 103° 108’,hasta la intersección con el paralelo 42°, extremo norte, hasta la confluencia, en el extremo oeste, con el paralelo 125° (territorio ex172


consecuencia de la invasión y victoria militar de los norteamericanos, el territorio se redujo a la superficie comprendida entre los paralelos 14º 28’ y 32º 43’ 33’’ y los meridianos 86º 46’ y 118º 23’, respectivamente, con un total de 1 963 678 km2. Sin embargo, debido a la tardía colonización hacia el extremo norte y a la escasa población hispánica situada en las Provincias Interiores, el territorio actual de México es aproximadamente el doble más extenso que el que ocupaba, hacia fines del siglo XVIII, el reino de la Nueva España (ver el mapa 5).

MAPA 5 División antigua de México antes de las Intendencias: Reino de México. Fuente: E. O’Gorman, Historia de las divisiones territoriales...

tremo occidental de la Provincia de Nueva California). En total tenía una extensión de 4 000 000 km2 (ver el mapa 4).1 A partir de los tratados de Guadalupe-Hidalgo, concluidos entre México y Estados Unidos en 1853 como 1

J. L. Tamayo, Geografía general de México, pp. 15 y ss.

El territorio está configurado por los elementos fisiográficos: continental, ístmico, peninsular e insular. El elemento continental es el determinante por su extensión y significación histórico-económica, y se caracteriza por ser un macizo de altiplanicie –resultado de un esqueleto orográfico integrado por las Sierras Madres (Occidental, Oriental y del Sur)– que, partiendo del intrincado Nudo Mixteco (Oaxaca-Guerrero) en la intersección del macizo continental con la zona ístmica y paralelamente a las costas, del sureste hacia el noroeste, da al país su particular forma de pirámide trapezoidal, cuyas bases no paralelas están invertidas. Este esqueleto orográfico define un macizo continental con tres regiones perfectamente diferenciadas: 1) la Gran Meseta, que se forma de la vertiente inferior de la Sierra Madre Oriental (cadena orográfica del Golfo de México), la Sierra Madre Occidental (cadena del Océano Pacífico) y la Sierra Tarasco-Nahua o Eje Transversal Neovolcánico; 2) las llanuras costeras o declives del 173


Golfo y del Pacífico; 3) la Depresión Austral resultante del brusco dislocamiento del macizo continental en la confluencia con la región ístmica. La meseta se divide en dos grandes sub-regiones separadas por la Sierras de San Luis y Zacatecas: a) la meseta de Anáhuac, b) las llanuras del Norte.

MAPA 6.A Corte físico de la cuesta oriental de la Meseta de la Nueva España. Camino de México a Veracruz por Puebla y Jalapa, según Humboldt. Fuente: BNP

MAPA 6.B Corte físico de la cuesta oriental de la Meseta de la Nueva España. Camino de México a Acapulco, según Humboldt. Fuente: BNP

La meseta de Anáhuac, por su parte, está subdividida por pronunciadas cadenas de montañas transversales que encierran numerosos valles y regiones, entre los cuales se distinguen: a) la cuenca cerrada del Valle de México, b) la cuenca cerrada de Pátzcuaro, Cuitzeo y Yuriria (Michoacán), c) la cuenca abierta del río Lerma que comienza en el Valle de Toluca, d) la cuenca abierta de Santiago que une la importante región del Bajío (Guanajuato, Michoacán, Querétaro) con la región del lago de Chapala y el Valle de Atemajac (Guadalajara), e) la cuenca abierta del Río Pánuco, que irriga diversos valles de la región de las Huastecas (llanuras de Ápam, Mezquital, Tulancingo, Metztitlán, Veracruz Norte, Tamaulipas-Costa). Las llanuras del norte se subdividen (desde el extremo norte hacia el sur) hacia el noroeste, en llanuras de los indios pueblos, llanuras de la cuenca del Río Conchos y el Bolsón de Mapimí. Más al sur, están la llanura Tarahumara, la cuenca del río Nazas, la cuenca del río Aguanaval y la región lagunera entre Coahuila y Durango; hacia el centro noroeste: la llanura de Zacatecas, la llanura de San Luis y el Valle del Salado; las llanuras del Norte, al contrario de la meseta de Anáhuac, son semidesérticas aunque amplias y sin contrafuertes transversales demasiado pronunciados. 174


excepción del Valle de Toluca, a 2650 m.s.n.m); es la región más importante desde el punto de vista de la historia y de la economía porque allí se sucedieron las principales civilizaciones mesoamericanas (excepto la maya) y los principales asentamientos de población desde la época colonial hasta hoy. No obstante, gracias a esta misma estructura fisiográfica, el territorio de la Nueva España presentaba algunas ventajas para el tipo de desarrollo económico interno a fines del siglo XVIII. En efecto, un observador muy agudo, Humboldt, decía al respecto:

MAPA 7 Corte de la Meseta Central de montañas de México entre las latitudes 19 y 21. Camino de México a Guanajuato, según Humboldt. Fuente: BNP

El Altiplano encierra dos tercios del territorio y presta su particular fisonomía a todos los procesos geoclimáticos del país. Hacia el interior, es típico un panorama de valles aislados con cuencas hidrológicas cerradas (“endorreicas”); con excepción de las cuencas abiertas (“exorreicas”) hidrológicas de los ríos Lerma-Santiago y Pánuco. Hacia los declives externos, las altas cordilleras y las cordilleras cercanas a las costas dan origen a estrechas llanuras costeras, muy fértiles y con un sistema hidrológico dirigido hacia el mar, limitado en su profundidad continental, con pendientes abruptas y torrentes que en época de lluvias son poco favorables para la navegación interna y el riego. La altura media del altiplano mexicano varía entre 1500 m y 2300 m sobre el nivel del mar (con

La forma en que están agrupadas las montañas, la extensión de las mesetas, la elevación que determina la temperatura de las mismas y su sequedad, tienen las más estrechas relaciones con el progreso de la población y el bienestar de sus habitantes. Esta estructura influye en la agricultura y la dirección de las líneas isotérmicas, en la facilidad del comercio interior, en las comunicaciones más o menos favorecidas por la naturaleza del terreno y, finalmente, en la defensa militar de la que depende la seguridad exterior de la colonia....2

En otras palabras, el clima templado (sub-tropical de altura) del Altiplano, así como la disponibilidad de las aguas estacionarias en las cuencas cerradas han permitido la formación de lagunas y que en sus alrededores se establecieran las poblaciones más estables y florecientes a la llegada de los colonizadores españo2

Humboldt, Ensayo... p. 44. 175


El clima Los factores geográficos determinan para México condiciones que pueden considerarse excepcionales desde el punto de vista climático.

MAPA 8 Perfil de la cordillera neovolcánica, según el Ing. Ramiro Robles Ramos. Fuente: J. L. Tamayo, Geografía general de México, p. 401

les. Éstos, huyendo de las costas (y de las enfermedades endémicas que allí se presentaban, como la malaria, la fiebre amarilla, etc.) reestructuraron su civilización sobre el modelo de las antiguas, estableciéndose conforme a la naturaleza geoclimática del territorio. El aislamiento del Altiplano respecto de las costas, a la vez que impidió la formación de una sociedad orientada hacia el mar (no obstante los 16 mil km de costa que tenía México hasta 1847), permitió una defensa natural contra el colonialismo mercantilista, al impedir el contrabando en gran escala, exigir un elevado costo de transporte a las importaciones extrajeras y al reagrupar en un espacio más o menos compacto a dos tercios de la población novohispana. Con estos factores combinados, a pesar del proteccionismo mercantilista metropolitano, pudieron sentarse las bases para la génesis del capitalismo interno durante el siglo XVIII.

El país se extiende sobre 18° de latitud comprendidos entre los 14º 33’ y los 33º 43’. Se encuentra, por lo tanto, a caballo sobre el Trópico de Cáncer; alcanza en el sur las zonas tropicales húmedas donde las precipitaciones pueden llegar como en Teapa (Tabasco) a 4000 mm anuales, mientras que en el norte de grandes extensiones, la mayor parte del territorio se encuentra en pleno cinturón de los desiertos sub-tropicales, donde caen apenas, como en los estados de Sonora y de Baja California, 100 mm anuales. Por tanto, estas regiones tienen un clima comparable con el del Sahara3 (ver el mapa 8). Entre estos límites se encuentra un verdadero mosaico de condiciones climáticas provocadas por la influencia del relieve que es preponderante en México y determina la división vertical del país, que ya se ha hecho clásica, en tierras cálidas, tierras templadas y tierras frías, así como la presencia de diferentes formas de vegetación espontánea o cultivada que constituye el rasgo principal del paisaje mexicano. Por su latitud, el país, con una mitad situada en la zona tropical y la otra en la zona subtropical, recibe 3

Varios, L’économie du Mexique d’aujourd’hui, p. 29 y ss. 176


del sol un flujo de calor y de luz particularmente importante. Las estaciones, por tanto, no están marcadas claramente, y en la mayor parte del país las diferencias más acentuadas son las que permiten distinguir una estación seca y una estación de lluvias. Estos climas determinan la división de los cultivos en cultivos tropicales, subtropicales y templados. Los cultivos tropicales se encuentran en las regiones costeras de las dos vertientes hasta una altura de 500 m a 900 m, donde la temperatura media durante el año se estabiliza entre 25° C y 26° C, con variaciones poco importantes entre máxima y mínima. Los valles interiores de las tierras cálidas, más secos que los litorales, presentan variaciones más fuertes: la temperatura máxima puede alcanzar allí 45° C y la media 27° C. Los cultivos tropicales menos exigentes de agua pueden prosperar en esta zona. Por encima del Trópico de Cáncer las tierras bajas y cálidas ya presentan los caracteres de la aridez. Las tierras templadas son la región habitable por excelencia del país. Ocupan el altiplano central que se extiende casi a todo lo largo del país con una altitud media de 1500 a 2000 m y cuya superficie va disminuyendo de 2100 m a 700 m, en dirección sur-norte. Las partes más altas del altiplano son más húmedas que las partes bajas del norte que limitan con el desierto. Desgraciadamente el hielo se presenta allí con demasiada frecuencia durante el invierno.

Las tierras frías, cuya altura supera los 2000 m, se caracterizan por una temperatura media de 13° C. Allí se pueden contar hasta 90 días al año con temperatura de 0° C o más baja, y llega a haber -20° C. El promedio de las precipitaciones atmosféricas (durante los años cincuenta del siglo XX): lluvia, nieve, granizo y rocío, es sólo de 160 mm para todo el país, pero el régimen de lluvias es completamente irregular y el índice de evaporación muy fuerte. Por el contrario, el granizo, esa plaga de la agricultura, se presenta con demasiada frecuencia como compañero inevitable de las tormentas de verano que se abaten sobre la meseta central con efectos siempre desastrosos. La lluvia, distribuida irregularmente en relación con la superficie, como ya señalamos, es aún más irregular respecto de su distribución en el tiempo. Los vientos húmedos por excelencia son los del régimen de monzones. El monzón de verano que viene del Atlántico es la causa de las lluvias más fuertes sobre casi la totalidad de la superficie del país. Solamente 1% de la superficie total del país recibe de 1000 a 1500 mm de lluvia por año con una distribución favorable para el desarrollo de una agricultura normal. Sin embargo, incluso en estas regiones relativamente privilegiadas, cada cuatro o cinco años se presenta un año de sequía. 177


Sobre 40% de la superficie del país sólo caen de 500 a 1000 mm de lluvia por año. Por otra parte, en esta región de tierras semiáridas, la precipitación es absolutamente desigual a lo largo del año, y más todavía de un año a otro. Sobre el resto del país, es decir, sobre 53% de su superficie, sólo caen de 100 a 200 mm de lluvia por año. En las tierras de temporal (es decir, las tierras no irrigadas), los campos se mantienen verdes hasta marzo o abril, meses durante los cuales se abate el viento del suroeste, llamado “viento de la Mixteca”, seco y cálido, el cual provoca que las gramíneas y otras plantas se sequen. Los efectos se advierten mucho más cuando ha llovido poco el año anterior y el verano ha sido más caluroso; entonces –particularmente durante el mes de mayo– el trigo sufre mucho (lo mismo que otras gramíneas), si no se puede utilizar la irrigación. Pero como cada cuatro o cinco años se presentan intensas sequías, aun con sistemas de riego, de cualquier modo la agricultura padece considerablemente. Las lluvias hacen que la vegetación renazca hacia el mes de junio. Con las primeras aguas los campos se cubren de prados.4 El ciclo climático anual (estacional) seguía durante tres o cuatro años cierta regularidad: las primeras lluvias y las lluvias habituales se presentaban a mediados de junio. Desde la segunda quincena de mayo se iniciaban los trabajos agrícolas para preparar la tie4

Humboldt, op. cit., p. 325.

rra (arar y después cruzar; es decir, arar en el sentido de oriente a poniente y, días después, de norte a sur). Hacia mediados se junio, después de la primera lluvia, se comenzaba la siembra. De junio a noviembre caían lluvias intensas pero normalmente espaciadas, lo cual permitía el riego apropiado de las siembras y la evaporación que impedía la inundación y salvaba las plantas jóvenes de ahogarse. De julio a septiembre se hacía la labor de dos limpias para matar las hierbas e impedir que éstas absorbieran los jugos nutricios de los cereales y les hicieran sombra; ya que, de no ser limpiados, los cereales carecían de vitalidad tanto por la ausencia de jugos como de sol. De septiembre a noviembre los cereales producían sus frutos y maduraban, las lluvias cesaban o disminuían y se realizaba la cosecha entre la segunda quincena de noviembre y la primera de diciembre o enero. Las hierbas y pastos comunales no levantados en la cosecha (“pastos comunales” o eras) servían de forraje al ganado de diciembre-enero a febrero-marzo. Entre febrero y abril se iniciaba la roza de las tierras de labor, “acahuales”, para reducir a cenizas las hierbas secas y dejar los campos preparados, “descansando” entre marzo y mayo (mes de intenso calor y de sequía), en espera del nuevo ciclo agrícola entre mayo y junio. En total, las labores agrícolas comprendían unos 90 ó 110 días efectivos de trabajos repartidos en seis meses y realizados en seis fases diferentes (labranza, siembra, dos limpias, cosecha y roza). Sin embargo, en un lapso de cada cuatro o cinco años, uno o dos eran de importante sequía que alternaban con uno o dos de lluvias torrenciales, en los úl178


nitrógeno no sobrepasan un contenido del 1%. El tipo medio de suelo mexicano... no supera el 0.4%. La meseta central es aún más pobre y sus recursos tienden a agotarse por la práctica errónea de los monocultivos.

timos tres o cuatro años. Por el hecho de que en México solamente se distinguen dos estaciones del año, la estación “seca” y la estación “de aguas” (cada una dura seis meses), cuando llovía más de lo acostumbrado los terrenos de temporal (o sea la mayoría) se inundaban y anegaban, y en consecuencia las cosechas se perdían.

El fósforo se encuentra siempre en cantidad insuficiente, sobre todo en los suelos sometidos a la erosión, que es el caso de casi toda la superficie del país.

Por el contrario, cuando la sequía se prolongaba durante más de seis meses, sin que lloviera en junio ni en julio, no resultaba posible la germinación de las semillas ni la nueva siembra de septiembre; ya que las granizadas de septiembre, noviembre y diciembre –generalmente muy intensas, tanto más cuanto que los veranos eran muy secos– impedían el crecimiento de las plantas, destruyéndolas todavía jóvenes.

Por el contrario, el potasio es relativamente abundante... Los asientos graníticos y volcánicos del país proporcionan potasio en cantidades 5 a 10 veces mayores de lo que podría ser asimilado por los vegetales en función de su contenido en nitrógeno y en fósforo. El calcio es muy abundante, así como el magnesio, salvo en las regiones tropicales donde el PH del suelo se encuentra siempre por debajo de 7.

En estos casos podían sobrevivir y producir las siembras de las tierras irrigadas y las de zonas cálidas (pocas en relación con las de meseta, donde se cultivaban cereales), atravesadas por ríos de los cursos subterráneos provenientes de la meseta central (plan de milpas, Morelos). A pesar de las autorizadas opiniones de Humboldt, referentes a la extraordinaria fertilidad de los suelos mexicanos (que sin duda existieron en microrregiones muy localizadas), la verdad es muy diferente.

Hay carencia de materia orgánica en la mayor parte de las zonas cultivadas. Es incluso el elemento del suelo cuya insuficiencia resulta más notoria. Los residuos no son devueltos a la tierra. Las tierras son rozadas por el fuego. La paja se pierde y el bagazo es quemado en las calderas de los ingenios azucareros como combustible de mala calidad... Por último, el estiércol, dado el divorcio existente entre la agriculltura y la ganadería en el país, se obtiene con mucha dificultad y a precios que hacen imposible su empleo como abono...5

Con base en estudios edafológicos ha podido probarse que:

Difícilmente se encuentran en México suelos ricos en elementos fértiles. Las tierras más ricas en

5

Varios, L´économie du Mexique... p. 34. 179


dad de la tierra y su rendimiento decreciente en el curso de los periodos históricos. De esta singular estructura geoclimática y de los ciclos recurrentes de sequías y lluvias torrenciales que actuaban sobre los suelos, resultaban las causas naturales del antiguo ciclo,6 ligadas a las causas económicas, técnicas y sociales derivadas de la estructura agraria y al escaso desarrollo de las fuerzas productivas en la agricultura y en la sociedad novohispana en su conjunto. CUADRO 18 Reelaboración: G.A.A.

Esta apreciación global es enteramente válida en 1950. Un siglo antes, en 1850, había que considerar factores diferentes: a) la cantidad de tierra realmente puesta a cultivar era probablemente la cuarta parte de la cultivada en 1950; b) la cantidad de tierra de primera (es decir, de la más alta fertilidad natural) era mayor relativamente hablando que un siglo más tarde, debido a la expansión de las áreas de cultivo. Dos siglos antes (de 1750 a 1810), sobre la base de los hechos anteriores hay que considerar los datos siguientes: la erosión no era tan importante aún, porque todavía no se terminaban de talar los bosques para los trabajos de minería; había millones de ovejas y cabras en todas las haciendas y ranchos, e incluso en las comunidades indígenas. Las grandes revoluciones de 1810 a 1821, 1854 a 1869, 1910 a 1920 destruyeron esta riqueza, especialmente entre los campesinos y las comunidades indígenas, modificando radicalmente de manera negativa la fertili-

Características de la estructura demográfica Hacia 1518 el México prehispánico estaba poblado por unos 9 millones a 15 millones de aborígenes. Por diversas causas derivadas de los efectos de la conquista española,7 hacia 1590 la población se había reducido 6

Florescano, Precios del maíz... pp. 140-180.

7 W. Borah, “New Spanish Century of Depression”: México en 1519 tenía 11 millones de habitantes, en 1540 de 4 a 6 millones; en 1597, 2.5 millones; en 1607, 1.5 millones; en 1700, 2 millones. ¡Una verdadera catástrofe! “Sobre los nativos llovieron nueve terribles plagas: 1) viruelas; 2) la conquista; 3) el hambre ; 4) los calpixques (cobradores de tributos), estanqueros y negros; 5) tributos y servicios; 6) trabajos en las minas ; 7) edificaciones de ciudades ; 8) esclavitud ; 9) repartimientos en las minas....”: Motolinía, “Historia de los indios de la Nueva España”, en García Icazbalceta, t. I, p. 19. “Yo Don Antonio de Mendoza hago saber a vos el gobernador de Cholula que Gerónimo del Campo me hiso saber que a él se le fue una india suya....llamada Madalena, la cual vos la enviabais; os encargo y mando se prive a esta dicha india y pillada la deis a dicho Gerónimo del Campo que constando ser esclava suya se provea lo que es...” México, 4 de julio de 1542, 180


a unos 2 500 000, para llegar al punto mínimo en 1607 con 1 500 000 habitantes. Desde esta fecha comenzó una lenta y secular recuperación, hasta 1742, cuando se desencadena un franco auge demográfico. En 1793 poblaban la Nueva España de 3 900 000 a 4 832 100 personas.8 En 1804 Humboldt calculaba unos 5 764 700 habitantes, y en 1810 Navarro y Noriega contaba 6 122 354.

CUADRO 19 Fuente: R. Santillán y A. Rosas Figueroa, Teoría de las finanzas públicas, anexo 36, pp. 257 y 258. 1

Borah W., New Spanish Century...

AGN, Mercedes Reales, Vol. I, Exp. 199, F. 96. Disponemos de cincuenta documentos similares de diversos lugares y decenios del siglo XVI. “...Todos los reinos y señoríos de las Indias tenemos usurpadas... todo cuanto oro y plata, perlas y otras riquezas han venido a España, y en las Indias se trata de nuestros españoles como un poquito sacado, ES TODO ROBADO... LAS GENTES NATURALES DE TODAS LAS PARTES Y CUALQUIERA DE ELLAS DONDE HABEMOS ENTRADO DE LAS INDIAS TIENEN DERECHO ADQUIRIDO DE HACERNOS GUERRA JUSTÍSIMA Y SACARNOS DEL LAS HAS DE LA TIERRA, Y ESTE DERECHO LES DURARA HASTA EL DIA DEL JUICIO, “Memorial al Consejo de Indias,” 1565, Las Casas, Obispo de Chiapas, en Icazbalceta, op. cit., t. II, pp. 597-598.

Con la revolución de la Independencia la población bajó por causas bélicas y por epidemias, hacia 1815, hasta 5.5 millones de habitantes, manteniéndose estática, por un crecimiento muy lento de menos de 1% anual, frecuentemente sometida a epidemias brutales, como la de 1831 que mató a alrededor de medio millón de personas. De 1831 a 1855 la población pasó de 6 382 000 a cerca de 7 800 000 habitantes; entre 1871 (9 097 000) y 1881 (10 025 000) comienza la expansión demográfica moderna, ya que sólo a partir de esta fecha (1881) –350 años después– pudo recuperarse la población existente en el momento de la conquista española. En 1910 había 15 160 000; en 1940, 19 653 000; en 1960, 35 millones, y en 1980, 70 millones (ver el cuadro 20). Características y crisis de la estructura agraria A fines del régimen novohispano, los hombres más lúcidos percibían con claridad el peso muerto que signi8 D. López Rosado, Curso de historia económica de México, pp. 54-58. 181


ficaba para el progreso ulterior una estructura socioeconómica profundamente desigual, particularmente en economía agraria. Humboldt decía al respecto:

Otro minucioso observador contemporáneo afirmaba sobre un problema similar: La mala distribución de las tierras es también un obstáculo para el progreso de la agricultura y el comercio, lo mismo que cuando ellas pertenecen a mayorazgos cuyos poseedores están ausentes o son descuidados...11

México es el país de la desigualdad. Tal vez en ninguna otra parte exista una tan espantosa distribución de la riqueza, civilización, cultivo de tierras y población...9

Las contradicciones internas de la economía, agudizadas hasta el extremo a fines del siglo XVIII –como ha puesto Florescano en evidencia–, acentuaban aún más las desigualdades, ya importantes particularmente en la estructura agraria debido: 1. A la creciente reducción del número de propietarios, merced a una mayor concentración de la tierra. 2. Al aumento de la acumulación de vastas superficies, con la consecuente expansión de grandes espacios no trabajados por la generalización de la ganadería extensiva. 3. A la indivisibilidad de la superficie agrícola por la introducción del mayorazgo. 4. Al avance de las “manos muertas” eclesiásticas, por endeudamiento hipotecario de la mayor parte de los propietarios de tierras. 5. A la reducción de las tierras de comunidades indígenas con la pobreza subsecuente, la migración de los indios y su proletarización.10

Hacia 1804, de los 5 775 000 habitantes de la Nueva España, 80 mil eran europeos (peninsulares españoles); un millón, criollos; 2 millones, indios puros; 2 685 000, mestizos, mulatos y castas, y unos 10 mil, esclavos africanos. De 85% a 86% aproximadamente (5 133 591 habitantes) vivía en el campo; entre ellos unos 2 millones de indios puros en 4682 pueblos de indios12 (un promedio de 4273 personas por pueblo); el resto, 3 133 591 habitantes eran mestizos, mulatos y castas distribuidos, la mayoría, en pequeños pueblos semilibres y en pueblos “acasillados” en el interior de las haciendas, y la minoría, en pequeñas ciudades. Pero en tanto que las tierras de los “fundos legales” (600 varas por viento de cada pueblo: 248 004 m2, o sea 24.8 ha) de los 4682 pueblos totalizan 113 113 habitantes, 11 628 propiedades rurales de todo género (3749 haciendas cerealeras, 1495 estancias ganaderas y 6684 ranchos o haciendas menores)13 acumulaban mucho más de 24 millones de ha de tierra de labor de primera calidad , existentes en los 11

Gardoqui, op. cit., 31 de agosto de 1793, F. 135a.

9

Humboldt, op. cit., p. 74.

12

Humboldt, op. cit., p. 162.

10

Florescano, Precios del maíz... p. 171; Humboldt, op. cit., p. 198.

13

Ibíd. 182


196 millones de ha que constituían el antiguo territorio de la Nueva España, sin contar las provincias internas. Considerando los 220 millones de ha de este vasto territorio, en él, sin embargo, había muy poca población y, en consecuencia, grandes espacios vacíos que eran tierras pertenecientes a la Corona, y agregando aún 20 millones de ha susceptibles de ser trabajadas como tierras estacionales, podemos afirmar que la concentración de la tierra era realmente enorme: en promedio cada propiedad agrícola tenía alrededor de 7 mil ha y las estancias ganaderas tenían 10 mil ha o más. Sin embargo, de las 11 628 unidades de propiedad, no todos los latifundios pertenecían al mismo número de propietarios; por el contrario, era frecuente que un propietario tuviera varias haciendas y estancias al mismo tiempo. Varios de estos “ranchos” dependían, a la vez, de haciendas y de estancias, y en consecuencia no todos podían ser considerados autónomos, de la misma manera que las llamadas “haciendas menores”. El proceso de concentración llegó al extremo después de la expropiación de las haciendas de la Compañía de Jesús (1767), cuando éstas fueron vendidas a muy bajos precios en relación con su valor y pasaron a manos de mayorazgos. Los efectos de la concentración fueron múltiples, tanto en el centro (más sometido al control de las “manos muertas” eclesiásticas) como en el norte (más sometido a los latifundios privados). Los efectos más evidentes fueron el bloqueo al desarrollo de los ranchos y el recorte de las tierras de los pueblos indios.

En la circunscripción de Atlixco (Intendencia de Puebla), la concentración de la tierra era significativa, ya que en 25 leguas cuadradas de perímetro había sólo 34 pueblos de indios y 87 “haciendas y ranchos”, entre los cuales se destacaban 34 por ser los productores de los trigos más preciados y abundantes de la Nueva España. Las 87 haciendas y ranchos eran gravados con un “censo” eclesiástico global de 1 400 000 pesos y con un diezmo líquido (34 del Valle de Atlixco y 7 vecinas) de 37 mil cargas de trigo, más de 37 mil cargas de maíz, de 5 mil a 6 mil cargas de frijoles y de 7 mil a 8 mil arrobas de chile.14 A causa de este diezmo, a pesar de su fertilidad la pequeña ciudad era pobre, los caminos estaban abandonados y la ciudad, afeada por muchas casas en ruinas pertenecientes a órdenes religiosas. En la Intendencia de Durango, hacia 1803, la alta concentración de tierras en pocas manos provocaba: La escasez de la población, la extrema pobreza de los pequeños propietarios de tierras y la inmensidad de tierras de las grandes haciendas, muchas de ellas desgraciadamente pertenecen a vecinos de México, cuyo principal interés se reduce a que los administradores les envíen la producción... son los obstáculos que padece la agricultura...15 14

AGN, Padrones, Vol. 25, Atlixco, Puebla, 1792.

15 “Lista o noticia de las jurisdicciones de Nueva Vizcaya, año 1803”, por Bernardo Bonavá, en E. Florescano e Isabel Gil, Descripciones económicas generales... p. 95. 183


En la circunscripción de Santa María de la Nieves, Intendencia de Zacatecas, el 25 de marzo de 1804 escribe un funcionario llamado Mayagoitia: Esta jurisdicción verdaderamente afortunada por su situación, por el clima sano y agradable, por la fertilidad para la cría de ganado.... tiene la desgracia de ser esclava de cinco o seis todopoderosos que sin habitar aquí, hacen desdichadas a más de veinte mil almas, que apenas pueden buscar el alimento cotidiano, aunque el país sea tan propicio para la agricultura y la cría de ganado, no pueden siquiera adquirir un pedazo de tierra, ni en propiedad ni en arriendo, siendo las víctimas deplorables de la miseria, del hambre y de la desnudez...16

Uno de los cinco o seis poderosos de la región era nada menos que el muy rico minero de Guanajuato, Diego de Rull (Conde de la Casa Rull),17 propietario de la Hacienda Tetillas, latifundio ganadero de 169 leguas cuadradas (de 5 mil varas, y de 863 mm por vara), una de las haciendas más ricas de la Nueva España, valuada en 1795 en 784 564 pesos. Del mismo modo, en la jurisdicción (partido) de Fresnillo, Zacatecas, la hacienda Valle de Valparaíso (cuyo propietario –mayorazgo–, el Conde San Mateo Valparaíso, era uno de los más notables de México), 16

Ibíd., p. 108.

17 Brading, op. cit., pp. 392, 395, 410-430. AGN Méjico, Leg. 1795 (expediente de Rull solicitando título de nobleza).

acaparaba una superficie de 120 leguas cuadradas de las mejores tierras. Latifundios de este tipo abundaban en las vastas llanuras del norte. Otro ejemplo: la hacienda de Abrego, en la misma región, situada entre Sombrerete y Xerez, tenía 119 leguas cuadradas, una presa, rebaños, minas y un pueblo en el casco (vivienda del patrón), de 1400 habitantes españoles y “castas” (mestizos y mulatos). En la misma jurisdicción de Fresnillo, la Hacienda de Santa Cruz de Baños tenía 143 leguas cuadradas; allí se había fundado un caserío o “congregación” de San Cosme, compuesto por 226 personas, teniendo además un pueblo enfeudado de “peones acasillados” compuesto por 1250 habitantes.18 Durante el último tercio del siglo XVIII las tendencias contradictorias de la estructura económico-social se agudizaron. El aumento de la circulación mercantil, gracias a la expansión minera y urbana, alcanzaba áreas crecientes de la actividad agropecuaria. El libre comercio, al hacer bajar la alta tasa de ganancia comercial de los grandes especuladores, los obligó a transferir sus recursos a la actividad agropecuaria.19 En este periodo se agudizaron las tendencias al alza de los precios de 18 Varios autores, “Noticias geográficas...,” E. Florescano e Isabel Gil, pp. 129 y ss. AGN, Factorías, Vol. 2: “Se consumieron 43 mil cajas de cigarros por valor de 2687 p. durante el año de 1793 en la Hacienda de la SAUCEDA; 43 mil cajillas, 2687 p. en la Hacienda San Salvador; 26 mil cajillas, 1662 p. en la Hacienda Cuchiapa, todas del partido de San Juan del Río, Querétaro, 31 de diciembre de 1793”. Promedio: 126 cajillas diarias; suponiendo una cajilla por cabeza = 126 peones acasillados adultos hombres. 19

Gardoqui, op. cit., F. 134. 184


y aceleraban el aspecto mercantil del intercambio, reforzaban la no-división social del trabajo y la parálisis interna de la estructura productiva.

MAPA 9 Zacatecas (antes de la organización de las Intendencias), los centros mineros y los latifundios. Fuente: AGI

productos agropecuarios a causa de las intensas crisis agrícolas y de la relativa disminución de las masas autoconsumidoras de las comunidades indígenas; tendencias debidas a la expoliación y a la emigración hacia las ciudades. Por esta razón los grandes comerciantes especuladores hacían buenos negocios gracias a la carestía y a la agricultura comercial. Al mismo tiempo, los grandes propietarios mineros, para no depender del alza de los precios agropecuarios que aumentaban desmesuradamente los costos de mantenimiento de los animales de trabajo y de los obreros mineros, integraban sus posesiones haciéndose también latifundistas. Con esto, al mismo tiempo que aumentaban su riqueza

Como propietarios de tierras, la dinámica comercial los obligaba a cambiar su estructura introduciendo mejoras agrícolas (riego, instrumentos de labranza), y a aumentar la extensión de sus posesiones para ejercer un mayor número de actividades y depender menos del mercado. Como especuladores comerciales, usureros y propietarios mineros, la mayor disponibilidad de capital los obligaba a colocarlo de manera segura, ante la eventualidad de una baja económica en las minas y en los obrajes (manufacturas), aumentando sus propiedades agropecuarias, único “capital” seguro (valor refugio) no sometido a numerosos riesgos. Y para garantizar la persistencia de su futura prole, fundaban “vínculos” y “mayorazgos”, lo cual reforzaba las tendencias retardatarias y frenaba el proceso de disolución de la antigua estructura, por más que ellos mismos fuesen (como especuladores) los agentes activos de esta disolución. En el último tercio del siglo XVIII, la avalancha de pedidos en pro de la fundación de mayorazgos amenazaba con congelar la libre circulación de las propiedades de tierras, a pesar de que, al mismo tiempo, se aceleraba la circulación comercial de la propiedad rural. La mayor parte de las medianas y pequeñas haciendas hacia el final de la colonia: No pertenecía a una misma familia durante varias generaciones... hay un mercado de tierras y de hacien185


das que se venden casi en cada generación. Pasan de mano en mano según las necesidades de sus propietarios. La propiedad de la tierra puede ser una fuente de prestigio y de estatus, pero la hacienda es una empresa que tiene un precio en el mercado. Un precio que, naturalmente, está determinado por su rentabilidad.20

Para impedir este congelamiento y hacer selectivos los favores reales a fin de contener a los arribistas y mantener “pura” a la casta dominante, Carlos III escribió una Cédula Real el 28 de abril de 1789 (Ley 19, Tit. 17, Lib. 10, Novísima Recopilación) en la cual exigía: Para fundar un mayorazgo se obtendrá una autorización real, después de consulta al consejo o de una información para saber si el mayorazgo alcanza o sobrepasa los tres mil ducados o más de renta, si la familia merece esta distinción, para emplearse en la carrera militar o política, y si todos los bienes vinculados al mayorazgo consisten en tierras...21

Los mayorazgos constituían el pináculo de la sociedad –junto con el clero y la alta burocracia colonial– de la clase dominante. Disponían de un considerable número de propiedades urbanas y rurales, de minas, solares en las ciudades y en sus haciendas, muebles, joyas 20 E. Semo y G. Pedrero, “La vida en una hacienda-aserradero mexicana a principios del siglo XIX”, en E. Florescano (coord.), Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina, México, Siglo XXICLACSO, 1975, p. 303. 21 E. Fernández de Recas, Mayorazgos de la Nueva España, México, UNAM, 1962, p. XXIV.

en abundancia, lingotes de plata, carrozas, tiros de animales de raza, rebaños de miles de cabezas de caballos, de ganado y de cabras, casas y capitales en circulación, comerciales y usureros. Construían iglesias, capillas y conventos a sus expensas; mantenían centros de beneficencia y fundaban obras pías y “capellanías”22 para ganarse el cielo a la hora de la muerte; llevaban un suntuoso tren de vida, importando los productos más finos y más caros de Europa y de Oriente. Uno de los casos más típicos era el del mayorazgo de San Miguel Aguayo, en lo que respecta a la concentración de la tierra: Su propietario podía salir de la capital de la Nueva España por su rancho de El Altillo, en Coyoacán, y llegar a su hacienda principal llamada Patos, en Coahuila, sin pisar tierras que no fuesen de su propiedad. Otros casos semejantes fueron... el de Jaral de Barrio, San Mateo Valparaíso, Santiago Calimaya Guerrero-Villaseca, Conde de Regla, Valle de Orizaba, Prado Alegre y muchos otros...23

Otro de los mayorazgos de gran riqueza y notoriedad fue el que constituyó Pedro Romero de Terreros24 mediante Cédula Real del 31 de agosto de 1766, firmada en San Ildefonso por Carlos III, quien concedió a Ro22

M. Costeloe, Church Wealth in México....

23

Fernández de Recas, op. cit., pp. XVI-XVIII.

24

Ibíd., pp. 212 y ss. 186


mero de Terreros el derecho de fundar tres mayorazgos para otros tantos hijos, con el título de Conde de Regla, en honor de la célebre mina que le dio su riqueza, la del mineral de Pachuca. El mayorazgo se constituyó con 300 mil pesos y diez latifundios llamados: Jalpa, Casablanca, Xilocingo, Los Portales, El Panal, La Concepción, Xuchimangas, Santa Inés, La Gavia y El Agostadero.

Pocos años después se les agregaron otras propiedades que terminaron por constituir, con el título de Conde de Regla, las siguientes riquezas: a) Minas y haciendas de beneficio para los metales de Real del Monte y de Zimapán. b) Las casas en México: la de la calle de San Felipe Neri con sus muebles, la casa de Pachuca y la de Real del Monte. c) Las haciendas de labor de San Javier, Chicavazco, San Pablo, La Concepción, La Florida, Pastores de Ocuila, Santa Lucía, Tepenemé, San Juan de la Labor, Ixtula, San Juan Bautista, Estanzuela y Aljibes con sus ranchos anexos (o sea 13 haciendas). Al título de Marqués de San Cristóbal (1779) estaban unidas las siguientes propiedades: las haciendas de Xalpa, Casa Blanca, Temoaya, Santa Inés, La Gavia , Portales, Xuchimangas, Pastores de Colima, Jilocingo, El Panal, La Concepción, Tepotzotlán, los ranchos anexos y el molino de Tepotzotlán25 (o sea 11 haciendas, más los ranchos y un molino).

FIGURA 18 Residencias de hacendados novohispanos.Casa en Paso de Ovejas, siglo XVIII.

Al título de Marqués de San Francisco estaban unidas las siguientes haciendas: San Cristóbal, Acámbaro, Guadalupe, La Trinidad, San Juan, Coyotes, Magueyes, Parácuaro y las anexas, La Cañada y San Nicolás (o sea diez haciendas). 25

Ibíd., pp. 215-216. 187


dad global. Por estas razones la desigualdad de ingresos y de estatus era tan notoria, si no es que más, como en el interior de los otros grupos sociales. Así es como un puñado de integrantes de la alta jerarquía (asimilados, por razones familiares y de clase, al grupo dominante) gozaba de sumas fabulosas, mientras que la mayor parte de los curas de pueblo vivía en el nivel de las capas bajas de la población. CUADRO 20 Fuente: A. von Humboldt, Tablas geográficas... p. 52 Reelaboración: G.A.A. Nota: Si bien se han censado sólo cinco intendencias, éstas son las más pobladas en almas y en sacerdotes. Hay que tomar en cuenta las demás intendencias restantes: San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Sonora, Guadalajara, Veracruz y Yucatán, así como las vastas Provincias Internas, muy poco pobladas.

En total, a Romero de Terreros pertenecían varias minas de las más ricas de la Nueva España, varias de las más grandes haciendas de beneficio para los métales, varias casas solariegas y 35 haciendas de las más prósperas, las mejor cultivadas e irrigadas de la época; sin contar el Monte de Piedad, la suntuosa riqueza en joyas, créditos acordados a los empresarios mineros, su propio crédito, etcétera.26 Otro factor decisivo para la estructura agraria de la agonizante sociedad colonial era la riqueza eclesiástica y su creciente control sobre la propiedad urbana y rural. El clero novohispano era poco numeroso comparado con el de España, pero extremadamente rico.27 En total comprendía alrededor de 9 mil a 10 mil personas, sin contar unos 5 mil hermanos legos, huérfanos, recogidos y sirvientes (ver el cuadro 20). Dentro del grupo clerical se encontraban todas las capas y clases (y sus conflictos) y etnias de la socie26

Ibíd.

27

Humboldt, op. cit., p. 85.

La renta anual de ocho sacerdotes mexicanos se eleva a la suma total de 539 mil pesos, de los cuales 130 mil corresponden al arzobispo de la capital. Lo que resulta... desolador es que en una misma diócesis haya curas de pueblos de indios que apenas reciben de 100 a 120 pesos por año. Los bienes en tierras del clero mexicano no alcanzan más de 2 y medio a 3 millones de pesos; pero este mismo clero posee 44 millones de pesos “fuertes” bajo la forma de capitales, de hipotecas sobre propiedades particulares...28

La fuente original de la riqueza eclesiástica en posesiones agrícolas y en dinero se constituyó, en el transcurso del siglo XVII, gracias a las donaciones, legados a obras pías y a las compras. Posteriormente, en la misma medida en que se acentuó la depresión del siglo XVII29 y 28

Ibíd.

29 F. Chevalier, La formation des grands domains au Mexique... pp. 210 y ss. J. P. Berthe, Xochimancas.... durante la segunda mitad del siglo XVII la Compañía de Jesús tenía endeudado su principal ingenio 188


CUADRO 21 Fuente: A. von Humboldt, Ensayo... (edición de 1818), p. 445. Reelaboración: G.A.A. 1 No están incluidas las cifras de cuatro intendencias: Guanajuato, Veracruz, San Luis Potosí y Zacatecas (las dos primeras, de gran importancia).

disminuyó la circulación monetaria, la riqueza eclesiástica cobró nuevo auge, ya que era la única riqueza acumulada en cantidad suficiente, disponible, segura y –sobre todo– a una tasa de interés y en condiciones de préstamo altamente favorables, en relación con la usura privada. Entre las instituciones eclesiásticas que practicaban el crédito hipotecario hay que señalar particularmente los conventos de monjas que florecían a principios del siglo XVIII. El crédito hipotecario se otorgaba mediante fórmulas económico-legales: los censos y los depósitos. Mientras que desde todo el siglo XVII hasta el primer tercio del XVIII lo que prevaleció fue el censo; posteriormente fue el depósito el que cobró mayor significación. Sin embargo, la fuente principal de riqueza de los conventos de monjas proviene de la adquisición y del arrendamiento de bienes inmobiliarios urbanos. azucarero, p. 91.

La raíz del censo es medieval y su uso se generalizó en las posesiones españolas de América debido a la falta de capital en dinero efectivo de muchos propietarios. El censo podía consistir en un gravamen derivado de una donación de dinero a una institución clerical, pero en lugar de entregarla de una vez, el otorgante se obligaba a pagar un interés anual a la institución beneficiada. En Nueva España, el interés (o rédito) fue generalmente de un 5% anual (censos perpetuos). También se usó mucho el censo consignativo (censo redimible), aquel en que el dueño de una propiedad (o censuatario) recibía una suma de dinero de una corporación (el censualista) y se obligaba a pagar un interés anual de un 5% por la suma recibida. En ambos casos, los dueños sucesivos de la propiedad seguían obligados a pagar el interés, a menos que redimieran el censo, o sea, pagaran la suma original de dinero, recibida o prometida, por el censatario original. Los depósitos, por su parte, eran préstamos de dinero al 5% de interés anual que se devolvían al cabo de varios años. Aunque a veces el término de devolución era específico, por tres o cinco años, en muchos casos los depósitos se extendían por más de diez años. Los depósitos requerían fiadores como garantía de su pago, o la hipoteca de alguna propiedad como colateral. Los fiadores podían ofrecer sus propiedades o negocios como garantía de su crédito, y se comprometían legalmente a reintegrar el todo o una parte del préstamo en caso de quiebra o falta de pago del depositario. La diferencia práctica entre el censo y el depósito consistía en que los censos se perpetuaban por muchos años, a veces generaciones, mientras que los depósitos siempre fueron de duración más restringida...30 30 Asunción Lavrin, “La riqueza de los conventos de monjas en Nueva España”... pp. 118-122 y 98. 189


cinco conventos, el valor absoluto en casas se elevaba a 3 095 200 pesos; lo cual permite suponer que si se dispusiera de datos para esos 16 conventos, la cifra sería, por lo menos, el doble.

FIGURA 19 Un ejemplo del poder económico de la iglesia: Iglesia de la Compañía de Jesús en Guanajuato

b) El destino de los créditos se desplaza de los censos a los depósitos, disminuyendo sensiblemente los primeros. Esto pondría en evidencia de qué modo (ver el cuadro 23) a fines del siglo XVIII, el crédito a corto plazo (entre cinco y diez años, término corto en relación con la rapidez de la amortización de las hipotecas en esta época y con este tipo de economía) tiende a convertirse en un factor de incidencia decisiva para la primitiva acumulación de capital; pero –al mismo tiempo– refleja una mayor necesidad de disponer de capitales capaces de hacer frente a empresas agrícolas y mineras o urbanas y comerciales más dinámicas, al ritmo del desarrollo económico de la segunda mitad del siglo.

Es innegable la importancia de los conventos de monjas, como puede observarse en el cuadro 23. Durante toda la segunda mitad del siglo XVIII, a pesar de los datos fragmentarios se puede comprobar que se acentuaban las siguientes tendencias: a) La riqueza en inmuebles urbanos representa 60% en 1744; hacia 1790, más de 70%. En valores absolutos representa 4 202 330 pesos para 16 de los 18 conventos en la primera fecha. De 1780 a 1787, para sólo

La riqueza eclesiástica ejerció un impacto decisivo sobre la estructura agraria, al someter a su control un creciente número de haciendas: Todas las propiedades se encuentran muy cargadas de censos y resguardos, de depósito irregular, por la facilidad que ha existido de gravarlas principalmente a causa de las “manos muertas” que siempre han tenido capitales para prestar y son los verdaderos usufructuarios de las haciendas, en tanto que éstas soportan los daños y perjuicios a cuenta de quienes se llaman amos y propietarios de sus dominios, cuando 190


en realidad trabajan más para los “sensualistas” (sic) que para sí mismos...31

Encontramos un ejemplo extremo del poder de las “manos muertas” sobre las haciendas en el Partido de Cholula, Intendencia de Puebla, en 1790. Un precioso documento del Archivo General de la Nación (México), encontrado en el “Ramo de Intendentes”,32 firmado por el Intendente Manuel de Flon, titulado “Estado de las Haciendas, ranchos, molinos y batanes del Partido de Cholula, de la Provincia e Intendencia de Puebla, sus precios y sus poseedores y lo que éstos reconocen en favor de las manos muertas, los hermanos legos y particulares y la suma que resulta para sus poseedores”, nos ilustra de manera fehaciente este problema.

CUADRO 22 1 “Censos” + depósitos 2 Sin registro Fuente: Lavrin, Asunción, “La riqueza de los conventos de monjas en Nueva España. Estructura y evolución durante el s. XVIII”, Cahiers de l’Amérique latine, N° 8, 1973, pp. 118-122. Reinterpretamos las 5 tablas para elaborar este cuadro. Reelaboración: G.A.A.

En el Partido de Cholula, hacia 1790 había 41 haciendas, 19 ranchos, cuatro molinos y dos batanes. De las haciendas, cuatro pertenecían al obispo de Oaxaca, dos a Diego Fernández, dos a Francisco Javier Vasconcelos (quien, a su vez, era propietario de dos ranchos) y todas las demás pertenecían cada una a un propietario diferente. Del conjunto, las más importantes –según el precio reconocido– eran: San Miguel Xostla, con un valor de 31

Gardoqui, op. cit., F. 111a.

32 AGN, Intendentes, Vol. 48, F. 71 r y ss. “Estado de las Haciendas, Ranchos, Molinos y batanes del partido de Cholula, de la Provincia e Intendencia de Puebla, sus precios y sus poseedores y lo que éstos reconocen a favor de manos muertas a legos y particulares y lo que resulta de residuo a los poseedores”, Intendente Manuel de Flon, Cholula 1790. 191


sos, a Mariano Zambrano; San Bartolomé Almoloya, en 26 mil pesos, a José Villegas; San Miguel de la Laguna, en 23 205 pesos, a José Carrera. Las demás eran haciendas medianas. El precio global de las 41 haciendas ascendía a 587 592 pesos, y cada una en promedio costaba 14 331.5 pesos; el precio global de los 19 ranchos se elevaba a 103 500 pesos, lo cual significa, en promedio, 5463.1 pesos para cada uno; por su parte, los cuatro molinos totalizaban un precio de 86 700 pesos con un valor unitario promedio de 21 675 pesos y los dos batanes totalizaban 11 252 pesos, o sea, en promedio 5525 pesos cada uno. El precio global de las 41 haciendas, 19 ranchos, cuatro molinos y dos batanes se elevaba a 789 142 pesos. Pero la suma de las hipotecas, bajo la forma de censos con conventos, capillas, obras piadosas y con los hermanos legos era de 584 157 pesos, de los cuales 329 019 pesos correspondían a las haciendas, 63 488 pesos a los ranchos, 72 600 pesos a los molinos y 9650 pesos a los batanes. La suma total se repartía entre las cuatro categorías (censos, hipoteca, capellanías y obras pías) de la siguiente manera: 1) Los censos para los conventos, de haciendas, ranchos, molinos y batanes se elevaban a 153 244 pesos, de los cuales 127 494 pesos correspondían solamente a las haciendas, 7200 a los ranchos, 10 mil a los molinos y 8050 a los batanes. MAPA 10 La Intendencia de Puebla, 1795. Partidos de Cholula y Atlixco.

60 mil pesos, que pertenecía a Tomás de Otáñez; San Isidro, valuada en 40 mil pesos, a Francisco Olaguiven; San Bartolomé Zapotecas, valuada en 40 mil pesos, a Francisco Jiménez; Zacatepec, valuada en 25 mil pe-

2) La suma de las hipotecas debidas a las capellanías, por parte de las haciendas, ranchos, molinos y batanes se elevaba a 331 162 pesos, de los cuales 192


236 420 correspondían a las haciendas, 39 138 a los ranchos, 55 600 a los molinos, y cero a los batanes. 3) La hipoteca debida a las obras pías se elevaba a 55 950 pesos, de los cuales 35 250 correspondían a las haciendas, 12 100 a los ranchos, 6 mil a los molinos y 1600 a los batanes. 4) El crédito acordado por los hermanos legos totalizaba 33 150, o sea 6.4% del crédito total eclesiástico que se elevaba a 551 607 pesos, de los cuales 28 600 correspondían a las haciendas y 4550 a los ranchos. De ello resultaba en favor de los propietarios originales un excedente de 161 505 pesos, o sea solamente 20.6% del precio original de 789 142 pesos. En promedio, lo que quedaba en favor de cada uno de los propietarios de haciendas se reducía a 2892.4 pesos, o sea solamente 20% del precio original; el sobrante en favor de cada uno de los propietarios de ranchos se reducía a 1448 pesos (o sea 26%); el sobrante en favor de cada uno de los propietarios de molinos totalizaba 3500 pesos, lo que equivalía a 16%, y lo que restaba a cada uno de los propietarios de batanes era 700 pesos, o sea 12% del precio original promedio. Sin embargo hay que... ...tomar en consideración los siguientes datos: el primero, los excedentes que resultan en favor de los poseedores de dichos dominios en su conjunto e individualmente, no deben ser considerados como de su pertenencia, dado que la mayor parte de ellos son deudores de grandes sumas que exceden lo que les resta en sus

respectivos dominios, en razón de los intereses de esas mismas sumas prestadas, y así no tienen ninguna propiedad o bien propio, y si los conservan en sus manos es para no declararse en quiebra y porque conservándolas tienen una vivienda y también préstamos que de otra manera no obtendrían. El segundo: muchas propiedades se encuentran en litigio desde hace mucho tiempo, e incluso algunas están desde hace más de veinte años en los tribunales tanto eclesiásticos como seculares; los procesos se eternizan sin encontrar jamás una conclusión, ya que los pretendidos propietarios no tienen con qué pagar su desarrollo ni el desenlace del juicio a causa de su indigencia y de la extrema miseria que la propiedad del dominio tan cargado de gravámenes y de intereses insoportables les ocasiona...33

El tercero: examinando el libro de cuentas de diversas propiedades, se advierte que el valor de la propiedad en el momento de la compra es igual al monto global de las cargas eclesiásticas, y los pretendidos propietarios se ven obligados a pagar las cargas y los intereses, ya sean buenas o malas las cosechas. 33 Ibíd. Para seguir de cerca el litigio (concurso) de una hacienda, ver MNA, Fondo de Microfotografía, Serie: Archivo Judicial de Puebla, Rollo N° 27, HACIENDAS. Hacienda San Bartolomé Zapotecas. Testamentería, traspaso por deudas. Lista de Acreedores. Inventario con prolija y precisa descripción de objetos y precios: capilla, casa, otras construcciones, mobiliario, aperos agrícolas, ganado, magueyales, tierras de labor, indios acasillados y libres. Plano. Partido de Cholula, 1775-1802. Expediente N° 1. El litigio se inició en el año de 1724. Desde el expediente 11 hasta los expedientes 25 a 28, todos fechados en el año de 1795, se procedió a su remate y se consiguió un nuevo arrendatario (Exp. 28). El “concurso” duró 71 años. Por falta de tiempo no trabajamos fuente tan rica. 193


El cuarto y último: para establecer el presente documento me fue menester un trabajo penoso y laborioso, porque en los libros de censos de la ciudad de Cholula, donde deberían estar consignados estos datos, no lo están. Se encuentran consignados en la ciudad de Puebla.

habitantes, que es la suerte de todo hombre que se considera como un esclavo...

...debidas, precisamente, al dominio religioso: ...Considero que la agricultura es imperfecta y lo seguirá siendo fatalmente en tanto que las circunstancias actuales del reino no se modifiquen ya que el trabajo de la tierra es realizado por brazos precarios y bajo el rigor del castigo...

Las consecuencias socio-económicas del dominio eclesiástico sobre las propiedades rurales eran de diverso orden, afectaban tanto a los propietarios como a los indígenas; tanto a las ciudades como a la naturaleza. Durante la visita al Partido de Cholula, efectuada por el intendente Manuel de Flon (cuya observación minuciosa inspiró la conclusión del documento sobre las haciendas, ranchos, molinos y batanes), éste percibe claramente los efectos negativos de semejante dominio: La visita a este Partido da una idea de la situación (...) en todo el reino; no pueden estar en una miseria más profunda, y el Estado sufre por ello todos los días...34

Las causas de esta miseria son: ...Las exorbitantes contribuciones a la Iglesia, tanto por parte de esos desdichados indios como parte de quienes poseen las haciendas (...) dan cuenta de la esterilidad de la naturaleza y de la inercia de esos

34 Desafortunadamente [en esta tesis] no se pudo incluir tal capítulo. AGN, Intendentes, Vol. 48, Flon.

Pero también porque: ...Los poseedores de haciendas no son otra cosa que administradores de los censualistas...y los crecientes intereses que deben pagar no les dejan progresar, ni siquiera vivir...

Por estas razones: Siembran mucho, pero los gastos son exorbitantes, y el cultivo penoso, pero están satisfechos cuando ven en sus campos cien yuntas de labor acompañadas por sus trabajadores indios y por el mayordomo a caballo que los mira rascar la tierra y a quien le importa tanto como a los indios que la tierra esté bien o mal roturada; y si después de esto cae una helada, como sucede con frecuencia, comienzan los reclamos, siguen las querellas, las tierras descansan durante años, al cabo de los cuales las casas, los graneros y las herramientas se encuentran perdidos y arruinados; otro (ranchero) toma la propiedad para sufrir la misma suerte; así vemos en pocos años aniquilarse 194


y empobrecerse a muchas familias, incluso de las más afortunadas...

El remedio sería una reforma agraria: Todo esto no se produciría si las tierras perteneciesen a quienes las tienen en sus manos y fuera repartidas sin excesos, como lo prevé nuestra ley fundamental que dice, en el artículo 142 de la Ordenanza Real de Intendentes: “...como que vale más una pequeña heredad bien mantenida que un vasto campo mal cultivado...”

El mal se acentuó, acarreando efectos catastróficos sobre la ciudad y la actividad artesanal y manufacturera a partir del momento en que: ...La Hacienda de Buenavista, perteneciente a los religiosos agustinos de la Provincia de Filipinas, le quitó el agua para su aprovisionamiento; de allí resultó el despoblamiento, causando la ruina de grandes manufacturas y de la mayor parte de sus casas, cuyos terrenos se ven convertidos en campos de maguey... En otra época había más de cien telares de lana que alimentaban a muchas familias, hoy no quedan más que seis, pero al borde del hundimiento. En los telares de algodón se produjo la misma decadencia... De la corporación de tejedores no quedan más que cuatro maestros, que ocupan de 16 a 18 compañeros, en tanto que veinte de ellos no encuentran dónde trabajar, lo cual ha provocado el abandono masivo del lugar... FIGURA 20 Puebla: ciudad y meseta hacia 1830-1840.

Aunque se remedió el daño causado por la usurpación de las aguas por parte de la hacienda de los re195


CUADRO 23 Reelaboración y cálculos: G.A.A. Fuente: (1) Brading, p. 310 ; (2) Humboldt

ligiosos, y aunque se las haya restituido al Partido de Cholula, poco después las cosas volvieron a ser como antes, por una abierta rebelión de los religiosos contra la autoridad civil. El remedio es esbozado por el Intendente, aunque no se atreve a decirlo explícitamente; todo continuará sin cambios: “mientras que la constitución actual del Reino no cambie...”35 En la estructura agraria del final del periodo colonial se contaba, como un elemento secundario, una gran cantidad de ranchos (6684 ranchos o haciendas menores, según Humboldt). En el interior de una demarcación territorial relativamente reducida en comparación con la hacienda, el rancho era una construcción provisional poco sólida, formada por una habitación de techo de paja o de palma, rodeada de jacales y de una 35 Ibíd., F. 90, “Dios Guarde a V. M., Puebla de los Ángeles, 12 mayo 1796”.

cerca.36 Los ranchos se clasificaban en dependientes e independientes. Los primeros eran los pertenecientes a los terrenos de las haciendas y latifundios, que se construían para ser utilizados de manera estacional: en el momento en que se traspasaban rebaños de una región a otra, pero siempre dentro del latifundio; o bien para administrar y cuidar una parte especializada de la hacienda, dedicada a un cultivo diferente o para un corral de ganado, alejados ambos del casco (casa fortificada del patrón) de la hacienda y de sus alrededores inmediatos. Los ranchos dependientes eran, sin ninguna duda, numerosos; pero la ausencia de especificación sistemática de su carácter nos impide hacernos una idea precisa de su cantidad en relación con los ranchos independientes. Estos últimos eran propiedades medianas o pequeñas (en comparación con los latifundios), que pertenecían a propietarios diferentes de los latifundistas. Los ranchos dependientes, como hemos visto, podían ser parcelas técnica y funcionalmente integradas a las haciendas, o bien parcelaFs dadas en arriendo a rancheros y a campesinos libres. La inexistencia de especificación de estas subcategorías impide captar el grado de disolución de la gran propiedad.37 36 Ward, op. cit., t. II. Hasta los 18 años de edad viví en una región de Chiapas llena de haciendas, ranchos y comunidades indígenas: G.A.A. 37 “Don Juan Atanasio de Cervantes, por don Joseph Pedro de Luna Gorraez, Mariscal de Castilla, Alguacil Mayor de el Real Tribunal y Audiencia deste Reyno... Digo por administrador de su Hacienda... Mi parte tiene tres haciendas, la una, La Concepción en la congregación de San Pedro Piedra Gorda, Thenientazgo de la Villa de León; la otra nombrada la R, cita en la jurisdicción de Guanajuato y San Miguel el Grande; otra, Las Arandas en las jurisdicciones de Guanajuato y Villa 196


de León ...éstas tienen los arrendatarios de las tres listas: consta que en la Concepción hay actualmente 128 arrendatarios de todas clases que pagan de pensión 3656 pesos.. En la R. 371 arrendatarios, la mayor parte indios, que pagan 10 127 p. 2 r. En la de las Arandas los de todas calidades que pagan 8 040 p., resultando que el número de los arrendatarios suma 594 y las pensiones que se les cobran 21 823 p. 4 r.” (En el original dice 2829 p. 2 r.) “...Todos estos arrendatarios tienen otros subarrendatarios de parte de las tierras que arriendan, uno o dos o más a proporción de sus ranchos, con los cuales se ayudan a la contribución de sus pensiones y todos tienen sirvientes que les cultivan y benefician sus sementeras; tienen también peones o alquilados que necesitan las temporadas de siembras: cosechas y otras faenas prezisas, los que se retiran pasado el tiempo de la urgencia. Los subarrendatarios del arrendamiento principal, sus sirvientes y peones muchas vezes no subsisten en las tierras más de las temporadas de las siembras de maíz y trigo o para prestar granos, conforme lo pide la estación del año... Sería preciso dedicar un Comisionado con numero competente de subalternos que en las tierras de cada arrendatario principal cidassen de los entranttes y salientes (para poder cobrar el tributo). No se puede confiar en los arrendatarios para cobrar (pues se lo robarían) como ocurre con la pensión... siendo muy frecuente que levantadas sus cosechas se retiran a otros lugares y cuando por habérseles sido contrario el tiempo las pierden, se retiran mucho antes por no pagar el arrendamiento... haviendo muchos arrendatarios de Ranchos Grandes que con solo subarrendamientos que hazen pudieran cubrir las rentas sobrándoles algunas cantidades y quedándoles libres las tierras que benefician para sí: cobran enteramente de sus subarrendatarios y quiebran con el Hazendero como está sucediendo a mis partes cada DIA... Lo propio sucede con gran número de subarrendatarios que quiebran cada año. Los dueños no pueden hacerlo por sus personas pues que no viven por lo regular en las haciendas... contentándose el más diligente y activo con visitarlas una vez al año por pocos días siendo frecuente en otros que en muchos años y aun en toda la vida los vean... hay una multitud de vagos... el más infeliz que tiene un pedazo de tierra por diez pesos de pensión tiene siempre alguno o algunos arrimados que mantiene... No hay hacienda de mediano gobierno en que no se preocupe continuamente con la menor eficacia extirpar y asolar este género de gentes por los latrocinios

En una estadística de la Intendencia de Guanajuato hacia 1793 (ver el cuadro 23) se consignan cifras que nos dan una idea de la estructura agraria. Dado que Guanajuato era la intendencia más avanzada en el proceso de intracumulación primitiva de capital, su estructura agraria no es típica en relación con la zonas más tradicionales. Pero es por esto precisamente que recoge, contrario sensu, las tendencias fundamentales del proceso de transición en su conjunto: a) En la regiones más adelantadas, las comunidades indígenas son poco significativas en número y en importancia cualitativa. b) En las regiones más adelantadas, las estancias ganaderas son escasas y poco influyentes.38 c) En las regiones adelantadas las haciendas de cereales son numerosas y de reducida superficie (en Guanajuato, en promedio, menos de una legua cuadrada). Ésta se obtendría restando las superficies de los 27 pueblos, las 29 estancias –probablemente más extensas–, las 16 ciudades y villas y 20% de terrenos no cultivables (lechos de ríos, etc.) y de los 360 ranchos autónomos, de seis a diez veces más pequeños que cometen... por eso dixo un Americano Comentador que no habrá Corte ni Ciudad donde haya tantos criados de criados o siervos vicarios como México...”: AGN, Virreyes, Vol. 27, F. 392 y ss., año de 1772. En Guanajuato el proceso de disolución (por tanto, de proletarización) estaba muy avanzado. 38

AGN, Virreyes, ibíd. La “R” fue una estancia de ganado. 197


que una hacienda. Total de superficie: entre 150 y 160 leguas cuadradas a restar de 468 leguas cuadradas (las de Guanajuato). Así, 448 haciendas se dividirían en 308 leguas cuadradas, o sea 0.69 legua cuadrada cada una, en tanto que existían haciendas de 30, 60, 100 y 140 leguas cuadradas y más. d) En las regiones más adelantadas el grado de individualización y de disolución de las grandes propiedades por el camino de la parcelización privada y de la parcelización usufructuaria se había acentuado al punto de constituir, en número y en peso, un elemento significativo dentro de la estructura agraria (más adelante volveremos a hablar de este proceso de disolución).39 Por causa de la relativa falta de datos originales respecto de la estructura y la dinámica de los ranchos autónomos, y por el hecho de que el análisis de un caso permite formular propuestas generales, describiremos el caso del rancho San Benito, jurisdicción de Atlixto, Puebla.40 En ocasión del deceso de su primera esposa y de su segundo matrimonio, que se produjeron, respec39 Desafortunadamente [en esta tesis] no pude incluir ese capítulo.

CUADRO 24 (continua)

40 Rancho San Benito de Salvador Sebastián González. MNA, F. N., Rollo N° 25, Exp. 11 a 17, Atlixco, Puebla, 1800, 1840. AGN, Tierras, Vol. 2783, Exp. 4. Haciendas de Nextengo, Xahuentla y Chilhuacán, año de 1766. (Hemos hecho una búsqueda comparativa sin tener éxito, por causa de la presión del tiempo.) AGN, Intendentes, Vol. 48, Flon. 198


En 1802 afirmaba que al morir su primera esposa (en 1800) su hijo menor tenía 9 años y su hijo mayor (de seis hijos en total) alrededor de 30. De este modo, podemos inferir que contrajo matrimonio hacia 1769.

CUADRO 24 (continua) Fuente: MNA, Fondo de Microfotografía, Rollo 125; Exp. N) 11 al 17. Atlixco, 1800- 1802. Inventario y Avalúo para los bienes del rancho de don Salvador González, llamado San Benito. Elaboración: G.A.A. 1 Temazcal: antiguo sauna prehispánico utilizado hasta nuestros días. 2 Marco: medida antigua = 286 g de plata fina. 3 Solar: terreno sin construcción a cielo abierto, utilizado, entre otros usos, para secar al sol semillas o cultivos diversos.

En esa fecha ya era mayor de edad, y comenzó su vida adulta con un capital de 3 mil pesos, ya que cuenta que: ...yo recibí en herencia de mis padres un capital propio de tres mil pesos que se me entregaron en debido pago de mi herencia legítima, bajo la forma de diversos bienes y efectos...41

En Cholula, el 13 de julio de 1813, María Quirina Alsibia, su segunda esposa, ya viuda, envía al licenciado José Guadalupe León la nota de gastos de los funerales, entierro y trajes de luto (18.2 pesos + 10 pesos + 39 pesos, respectivamente) de su difunto esposo, recientemente fallecido (no se precisa la fecha) Salvador González.

tivamente, el 14 de agosto de 1800 y el 5 de abril de 1802, Salvador Sebastián González ordenó un avalúo general de sus bienes, realizado y firmado por el juezperito José García.

Si suponemos que a la hora de contraer matrimonio por primera vez tenía 20-25 años, es posible que hubiera nacido entre 1745 y 1750. Así, habría vivido entre 65 y 70 años. Ocurre que vivió en pleno desarrollo de la economía colonial novohispana. Su experiencia biográfica avanza a la par de la coyuntura, ya que, teniendo 3 mil pesos de riqueza al comienzo, pudo multiplicarla en el curso de 30 años hasta acumular un total de 10 mil pesos. En el momento de su segundo matri41

Salvador Sebastián González, op. cit. 199


da42 de siembra de maíz, con los datos consignados en el avalúo pueden hacerse las siguientes deducciones: 1) El empleo de 332 pares de bueyes para la labranza de las tierras de trigo indica una extensión de 13.8 fanegadas de siembra (332/24 pares de bueyes/ fanegadas: 13.8). Las 13.8 fanegadas de siembra de trigo multiplicadas por 3 (ó 3.5) ha por fanegada dan una extensión de entre 41.4 y 48 ha que equivalen aproximadamente a una “caballería” de siembra (42.79 ha). CUADRO 25 Fuente: MNA, Rollo N°25... Inventario . Elaboración: G.A.A.

monio, el documento toma en cuenta otros dos ranchos que, sin embargo, no fueron evaluados. Pero considerando los censos eclesiásticos vinculados a sus bienes, se puede calcular su valor en 9 mil pesos cada uno. Por lo tanto se puede suponer que poseía 28 mil pesos. Esto pondría en evidencia la mayor velocidad relativa de rotación del capital en manos de los pequeños propietarios rurales que en las de las grandes propiedades, ya que en 30 años obtuvo una acumulación neta declarada y comprobada de 7 mil pesos, es decir de 273% ( y probablemente de 25 mil pesos, es decir, 8300% ). Las características cualitativas y cuantitativas del rancho San Benito en 1800 son: En primer lugar se plantea el problema de saber qué extensión habría tenido el rancho San Benito. Basándonos en la indicación clave de que necesitaba un promedio de 24 pares de bueyes para trabajar una fanega-

2) El empleo de 824 pares de bueyes para la labranza de la milpa hace suponer una extensión de 34.3 fanegadas de siembra (824/24 = 24.2 fanegadas) que equivalen a 103-120 ha, o sea 2.3-2.8 caballerías. 3) El empleo de 455 pares de bueyes para el “chilar” hace suponer una extensión de 18.9 fanegadas (455/24 = 18.9) que equivalen a 56.7-66 ha, o sea de 1.3 a 1.8 caballerías (ver el cuadro 25). Así pues, en síntesis, el rancho San Benito ocupaba (en 1800) alrededor de 67 fanegadas de siembra, lo que equivale a 201-234 ha, es decir, cerca de 5 caballerías. Para cultivar cerca de 5 caballerías era indispensable tener una fuente permanente de energía motriz aportada por los animales y los “peones acasillados” (ver el cuadro 26). 42 Testimonio de Gilberto Argüello Guillén, padre del autor, quien vivió en el campo durante 40 años de su vida (ver el Anexo 3). 200


de un rancho, la tierra solamente significa 400 pesos, en relación con 10 906 pesos, es decir, 3.6%.

CUADRO 26 1 Calculado con base en la deuda global de los peones acasillados. 2 Añadir 30 vacas para el fondo de reconstitución del ganado de tiro de más de 13 crías (no especificadas en número ni en valor, pero que posiblemente serían 13); de esas 30 vacas, 13 tenían cría, unas eran vaquillas, alrededor de 7 eran estériles (“horras”). Total: 137 bueyes + 30 vacas = 167 + 13 crías = 180 cabezas. Fuente: MNA, Fondo de Micrografía. Película N° 25, Exp. N° 11 a 17, Atlixco, 1800, 1802.

Para mantener 183 animales de trabajo y 30 vacas con 13 crías (en total 226) era necesario disponer en el rancho de tierras de pastoreo y de corrales de pastoreo. Según la fertilidad de los suelos (los de la región de Atlixco eran célebres por su fertilidad), con métodos tradicionales (extensivos) no se podría garantizar la supervivencia de una cabeza de ganado por hectárea de tierra buena. De ahí se deduce que, aparte de las tierras de labor agrícolas (203 a 230 ha) habría que agregar 200 ha para el pastoreo del ganado mayor y otras 20 ha –como mínimo– para alimentar 249 cabezas de ganado menor. En total, en las tierras del rancho San Benito habría habido de 10 a 12 caballerías. La extensión de 10 caballerías parece confirmarse juzgando el precio original del rancho, que, explícitamente, se estima en 400 pesos. Si el cálculo de 10 a 12 caballerías es correcto hacia fines del siglo XVIII, se confirmaría el hecho de que, aun cuando la tierra funcione en el mercado como mercadería (existe la renta absoluta), el valor de cambio es tan bajo que en el contexto del valor

Una caballería de tierra, por lo tanto, costaría entre 36 y 40 pesos; es decir, menos de un peso la hectárea. El precio irrisorio de la superficie de la tierra rural –pero no su depreciación absoluta y su carácter de “valor de refugio” a largo plazo, junto con todos los factores socio-polìticos– explicaría también la constitución de los latifundios y la razón por la que fueron justamente los más ricos propietarios de minas, comerciantes y administradores, quienes acapararon la mayor cantidad de tierras. Por otra parte, el bajo nivel de la renta absoluta de la tierra se deriva de la baja tasa de interés del capital hipotecario eclesiástico (5% anual) y de la lentitud de la rotación y amortización del capital por su naturaleza todavía no capitalista. Así, el precio de 400 pesos al interés de 5% equivale a un capital de 400 pesos a interés que se amortizaría en 20 años. La inversión en las instalaciones fijas improductivas era lo que hacía subir el precio, pero no la tierra, ya que las inversiones productivas eran mínimas o inexistentes. Esto se comprueba observando de qué modo el precio original de la tierra (400 pesos) antes de la adquisición, es el mismo 30 años después; pero el precio del rancho en tierra y casa había subido de mil a 2 mil pesos. Es decir, en términos absolutos durante 30 años la renta absoluta de la tierra (400 pesos) se habia mantenido fija, pero no en términos relativos, ya que si en el momento de la compra representaba 40% (400 pesos de mil, los otros 600 pesos correspondían a instalaciones 201


MAPA 11 Índice de pastizal natural por cabeza de ganado. Fuente: J. L. Tamayo, Geografía general de México, p. 48

“natural” (renta diferencial I), derivada directamente de las condiciones naturales geoclimáticas y químicas del suelo, ya que la inversión en mejoras materiales productivas como el sistema hidráulico, equipo tecnoagrícola complejo, abonos, semillas mejoradas, fumigación, etcétera era escasa o nula.

del habitat), tres décadas después, habiendo invertido 100% (mil pesos) en extensión de habitaciones y en inversiones productivas fijas (“heras, machero, caballeriza”), la renta absoluta de la tierra había bajado en términos relativos de 40% a 20%. Estas cifras revelan también que la producción agrícola a fines del periodo colonial, con excepción de algunas grandes haciendas muy modernas, se mantenía sobre la renta diferencial

Comparando el precio de la tierra y de la casa del rancho rural con el precio de la “pequeña casa” urbana, se puede concluir que ya a fines del periodo colonial la distancia social, histórica y económica entre la ciudad y el campo se había vuelto enorme. Mientras que en el campo 10 caballerías de tierra y casa costaban 400 pesos y mil pesos, en total, en la ciudad de Cholula, Florentino González, hijo del propietario del rancho San Benito, compró en 1814 “una propiedad de construcciones altas y bajas ...todas las casas estaban construidas sobre el terreno de 45 1/3 varas de oriente a poniente y 44 1/4 varas de norte a sur... por 821 pesos”.43 Casa y terreno que pueden estimarse más grandes que los de San Benito (pero en una ciudad decadente como Cholula, en lugar de la floreciente Puebla, donde se encontraba la casa más pequeña de Salvador González). La comparación daría una proporción diferencial fabulosa, ya que 6 094 080 varas cuadradas (una caballería = 609 408 varas cuadradas) en total y la construcción costaban en el campo (antes de las ampliaciones) mil pesos; mientras que 1980 varas cuadradas, incluyendo la casa en la ciudad costaba 821 pesos. El rancho de labor San Benito dedicaba la mitad de sus tierras a 43

Salvador Sebastián González, op.cit. 202


gración plurisectorial interna (estrecha división de trabajo) de toda economía mercantil simple. Analizando con atención la relación entre las superficies, el costo de la labranza, la cantidad de productos almacenados y los precios de venta de los tres cultivos, podemos formar el cuadro 28.

CUADRO 27 Fuente: Id. Elaboración: G.A.A.

la siembra, y la otra mitad a garantizar la manutención ordinaria de su fuerza motriz animal. En las condiciones técnicas tradicionales podemos establecer una proporcionalidad entre el sector agrícola y el sector de tracción animal de 1/2; 1/2, en lo que concierne a la extensión óptima del suelo para servir a los fines productivos agrícolas de una propiedad rural. El rancho San Benito era una propiedad dedicada a la producción agrícola, pero en su funcionamiento era un complejo de policultivos agrícolas (trigo, maíz, chile y –aunque no se consignen a causa de su nulo valor monetario– plantas comestibles como las calabazas, chayotes, verdolagas, etc.) y de policultivos vinculados con la cría de terneros, caballos, mulas, cabras, vacunos (y no consignados, pero sin ninguna duda, para “uso doméstico”, puercos y aves de corral). A escala microscópica, en relación con una hacienda, un rancho reproducía la necesidad de la inte-

¿Acaso lo que estaba acumulando en los stocks (al 14 de agosto de 1800) era todo lo que se había cosechado en 1799? No hay ningún indicador de cambios en la extensión cultivada. Suponiendo que la extensiones cultivadas fueran semejantes a las de los años de 1799 y 1800, la cosecha de noviembre a diciembre de 1799 representaba una cantidad mayor en relación con los stocks al 14 de agosto de 1800. ¿Cómo calcular la producción? Según las estimaciones de la época, las tierras de Atlixco eran muy fértiles.44 De las tierras fértiles se levantaban cosechas, en los años buenos, 150 veces más de cada fanega que se sembraba; en los años de sequía, sólo se cosechaba 50 veces más de lo que se sembraba. Con esta clave que llamamos Indice de Fertilidad Natural (IFN) podemos apreciar la medida del producto anual para una microrregión fértil (cada cultivo, cada microrregión y cada coyuntura etacional concreta tenían su propio IFN, gracias al hecho de que de éste se derivaba la renta diferencial I). Así, se habían cosechado 44 Humboldt, op. cit., pp. 312 a 328. “...Los terrenos fértiles dan un año con otro 300-400... Generalmente se valúa el producto del maíz en la región equinoccial de Nueva España, a 150 por uno...”, p. 315. 203


sobrante, una vez satisfechas las necesidades de autoconsumo. El rancho San Benito autoconsumía íntegramente su cosecha de maíz. ¿Cómo era posible consumir íntegramente 1715 fanegas de maíz? La lógica de la economía ganadera y agraria autoconsumidora-mercantil simple de la Nueva España exigía que el maíz se destinara a las siguientes funciones: cuadro 28 Fuente: ídem. Elaboración: G.A.A. 1 Cálculo obtenido considerando la carga a 2 pesos; 200 pesos=100 cargas + 111 litros; 11 100 L.

1715, 414 y 226 fanegas de maíz, trigo y chile, respectivamente (ver el cuadro 29).

¿Qué destino tenía cada producto?

Por la naturaleza de clase de la sociedad, el consumo final seguía caminos típicos muy rígidos: los cultivos respondían directamente a patrones de consumo clasistas y a la naturaleza de autoconsumo de la economía basda en la fuerza de trabajo “acasillada” y libre de indígenas, mestizos y castas, y en la fuerza motriz animal. Por este motivo el maíz “...era la base de toda la economía novohispana, de su precio dependían todos los demás...”,45 por ser el combustible de la economía de autoconsumo y de la economía doméstica de las masas urbanas, así como de los trabajadores y de los animales de tiro y de carga en las minas. El trigo estaba íntegradamente destinado al mercado urbano para las clases y sectores dominantes, como cultivo comercial por excelencia; mientras el chile se destinaba al mercado urbano de masas. Del maíz sólo se comercializaba el 45

Ibíd.

1. Fondos de reserva para nuevas siembras. En el caso de que se perdieran las primeras siembras, se ponía aparte el doble para volver a sembrar. 2. Fondos para alimentar parcialmente (en los años de buenos pastos) o totalmente (en años de sequía) la fuente de fuerza motriz animal (bueyes, caballos, mulas). 3. Fondos para alimentar parcialmente la fuerza humana de trabajo disponible en forma permanente (peones acasillados). 4. Fondos para el consumo familar; para la alimentación de la familia y de los animales domésticos. 5. El resto se almacenaba en espera de los meses de julio a noviembre, época de la mayor escasez antes de la siguiente cosecha, y si todavía sobraba, se vendía a elevados precios. Pero ¿es que el papel central del cultivo del maíz era, tal vez, el de funcionar como base natural de la producción mercantil simple? ¿Acaso el propio maíz no era un objeto de venta? En función de los factores ya analizados, podemos afirmar que la lógica interna de la producción agropecuaria novohispana había puesto al desnudo 204


maicero porque utilizaba 51% de sus yuntas de bueyes, 51% del costo de la labranza y 51% de la superficie territorial para la producción de maíz, mentras que para el trigo utilizaba solamente 20.5% de esos tres factores (y 28.5% para el cultivo del chile). La base óptima de cálculo para conocer la relación funcional entre los cultivos era nada menos que la producción de maíz del peor año. cuadro 29 Fuente: ídem. Elaboración: G.A.A.

una proporcionalidad técnico-natural entre sectores no diferenciados de una unidad autoconsumidora: a) Suponiendo como dados los factores tradicionales de tecnología constantes (y una productividad basada en la RD-I). b) Suponiendo como dada una reproducción a escala simple. c) Suponiendo como dada una débil división del trabajo dentro de una unidad productiva. d) Suponiendo también como dada una división natural y geográfica del trabajo entre ciudad y campo. Entonces, toda unidad de producción era la síntesis de un sector principalmente autoconsumidor y servía de base de apoyo para un sector secundario mercantil simple. Así, la mitad física de la superficie terrestre de la unidad de producción estaba destinada a cultivos agrícolas, y la otra mitad a la ganadería y al cultivo de las plantas forrajeras. Pero la relación funcional entre los cultivos no era exactamente de 1 a 1. En apariencia, por la extensión de la superficie y por el uso de la energía motriz, el rancho San Benito era un rancho

Sin conocer teóricamente ninguna noción de economía política ricardiana, los agricultores del final de la época colonial, basándose en la observación y en la experimentación, habían llegado a la conclusión de que la base de cálculo para establecer la escala cuantitativa de yuntas de bueyes y de superficies es el índice de fertilidad natural más bajo del peor año agrícola, capaz de mantener sin ningún gasto monetario las condiciones de reproducción simple de todos los factores productivos y motores de la unidad de producción. Las antiguas crisis agrícolas, con sus fluctuaciones de dos o tres años buenos, dos o tres años regulares, y dos o tres años malos, servían de base natural de regulación de la escala simple de la reproducción, en razón del carácter primitivo de las fuerzas productivas; lo que hacía que la expansión fuera primordialmente horizontal, cuantitativa. De esta base natural-material de la producción se deriva el carácter cíclico de la disponibilidad de los productos. En los años “buenos” el índice de fertilidad natural (IFN) pasaba de 50:1 (años malos) a 100:1 y a 150:1 y más, triplicando el volumen disponible que sobrepasaba entonces la satisfacción de las necesidades internas. Entonces, y sólo 205


en ese caso, el maíz se convertía en un objeto mercantil. Pero en esos años de abundancia todos tenían excedentes de maíz, lo cual provocaba una baja de precios hasta el grado de no poderse, en el caso extremo, cubrir los gastos de transporte. Por este motivo toda unidad productiva debía tener en su interior, según la división natural-geográfica del trabajo, un cultivo que tanto en los años “buenos” como en los “malos” conservara su carácter mercantil para no depender de las oscilaciones de volumen del valor de uso (del maíz) del sector autoconsumidor mayoritario.

a precios elevados, factores secundarios (o endeudarse y caer en manos de la usura). Mientras, el sector maíz servía para transferir recursos de valor socialmente necesario –bajo formas no mercantiles– al sector mercantil simple, y se aseguraba así un ingreso monetario mínimo constante, aun en las peores condiciones del sector de autoconsumo (época de escasez), que eran, paradójicamente, las mejores para el sector mercantil simple, o también en las peores circunstancias del sector mercantil simple: paradójicamente, el periodo de abundancia de los valores de uso.

El criterio para la fijación del volumen de siembras (y en consecuencia de la superficie) de trigo no se deriva, como en el caso del maíz, de la extensión respecto del índice de fertilidad del peor año, en relación con las necesidades autoconsumidoras satisfechas óptimamente. El criterio era diferente; dependía de la correlación: volumen de la demanda urbana/índice de fertilidad natural de los años de abundancia. En los mejores años los precios en el mercado urbano eran más bajos. Sobre la base de los precios más bajos se calculaba el costo de las yuntas de bueyes, las semillas, el transporte hasta la ciudad y el antiguo impuesto sobre el trigo, en relación con el precio del mercado del “peor año”; es decir, del año en que el volumen del valor de uso era lo más importante, y a partir de este cálculo empírico se determinaba la superficie por cultivar para el año siguiente. De esta manera el sector autoconsumidor aseguraba la reproducción simple de los factores productivos aun en las peores condiciones, a fin de no verse en la catastrófica obligación de vender factores necesarios para adquirir,

¿Cuál era el peso real del sector autoconsumidor en relación con el del sector mercantil simple, y cómo éste le transfería un valor social no pagado en formas monetarias? ¿Cuál era el costo social de producción del trigo? Estos problemas difícilmente serán abordados con todo rigor por la ausencia de una contabilidad precisa de horas-hombre y costos monetarios. Pero el hecho de adelantar algunas respuestas aproximativas contribuirá a sentar las bases científicas de un estudio de las economías mercantiles simples. Para determinar de manera aproximada el costo social no mercantil entre los cultivos, contabilizaremos la dimensión de los recursos en tierras, animales en actividad, instrumentos de trabajo y deuda hipotecaria a largo plazo; por el hecho de que no se destruyen en cada ciclo agrícola los llamamos condiciones materiales fijas (CMF) de producción. Haciendo la suma de sus precios obtenemos la cantidad de 9645 pesos. En razón de la inexistencia de una relación de producción capitalista 206


dominante y del bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas materiales, no existe el capital constante y, en consecuencia, tampoco la noción de “capital fijo”. Posteriormente clasificamos los recursos que se usan y se destruyen en cada ciclo agrícola y los factores que transfieren una parte alícuota de su valor según la depreciación anual calculada con los fines analíticos. A todos estos recursos y factores, tengan o no valor monetario, les atribuimos un precio monetario corriente, los llamamos condiciones materiales dinámicas (CMD) de producción que alcanzan un total de 5953 pesos y son:

3) La transferencia anual de los ingresos del préstamo hipotecario (alrededor de 5%). 4) La suma monetaria –la única contabilizada por la costumbre novohispana– de la inversión en labores de la tierra (con fines analíticos, se separa de esta suma la mitad –correspondiente al costo de los tiros– y se considera solamente la otra mitad que cubre los jornales de los yunteros o conductores de los tiros). 5) La suma monetaria (hipotética) gastada en semillas, alimentación de los animales de trabajo y de la familia. 6) La suma monetaria (hipotética) del valor de la fuerza de trabajo acasillado (FTA) constituida por:

1) La depreciación y la transferencia anual de valor al nuevo producto de la renta absoluta y de las instalaciones (5% anual). 2) La depreciación y la transferencia anual de valor de los instrumentos de producción y de los animales de trabajo (10 % anual).

a) Pago del jornal (dos reales per capita, diaramente), más hipotético que real. b) El conjunto de valores de uso, sobre todo el maíz: dos “almudes” (medida mexicana del maíz, equivalente a 20 litros) semanales a los que se les ha fijado precio. c) Créditos diversos (“deudas de los indios”).

En general, se “entrega” un animal de trabajo cuando tiene dos o dos y medio años de edad. Su vida “productiva” de labor dura entre siete y doce años, según la raza, la alimentación, el mantenimiento y el trato durante el trabajo. Después de diez años de edad a los animales de trabajo se les considera “viejos”. En tales circunstancias, si no se pueden adquirir rápidamente animales jóvenes, se unce uno viejo con uno joven. Así se equilibra normalmente la fuerza de tracción y el viejo “enseña” los usos del trabajo al novillo.46

Ni los propietarios ni los contadores de las unidades productivas precapitalistas novohispanas realizaban semejantes cálculos. Las leyes económicas y la racionalidad tecnológico-administrativa que les corresponden no lo permitían ni lo exigían. Aunque la producción mercantil simple se basaba en el tiempo de trabajo socialmente necesario, es sólo con la producción capitalista donde toda parte alícuota del valor social tiene fatalmente un valor de cambio y, consecuentemente, un precio de mercado; situación parcialmente presente en condiciones autoconsumidoras

46

Testimonio de G. Argüello Guillén.

207


mercantiles –simples–, cada vez más generalizadas a medida que se profundizaba el proceso de transición hacia el capitalismo. Es extremadamente importante observar la ausencia de la relación económica de producción que podríamos llamar, utilizando un concepto comprensible pero anacrónico, “capital variable”. En efecto, en el “libro de Gobierno de Rancho San Benito” se consigna: “pago por yuntas enteras... cuatro reales cada litro completo...” (subrayado de G.A.A.). Una yunta entera (un tiro completo) se compone de un par de bueyes, el arado egipcio y el yuntero (conductor de arado). En el costo por tiro completo se cuentan 2 reales para el alojamiento hipotético de los bueyes y del arado y 2 reales para el jornal de la fuerza de trabajo acasillada. La mercancía fuerza de trabajo no existe, sino en proceso de génesis. El trabajador estaba considerando como uno, entre otros, de los componentes técnicoproductivos de la unidad autoconsumidora. Sin embargo, para los fines del análisis podemos encontrar el valor social real no monetario de la FTA, adicionando los siguientes componentes “impuros” en transición: 1) Parcialmente un jornal monetario: 402.5 pesos (pago en labranza). 2) Monto del volumen (traducido en precio) del maíz aportado a la FTA: 258 pesos. 3) Suministro de créditos “atados” para adquirir las diversas condiciones de subsistencia familiar de la FTA (en la contabilidad, “deudas de los indios”): 207 pesos.

En conjunto, hacia 1800 el valor real socialmente necesario no monetario para reproducir las condiciones mínimas de subsistencia de la FTA del rancho San Benito, era de 867 pesos calculados, mientras que en la contabilidad novohispana se considera indirectamente el crédito a la FTA sólo bajo la forma de “deudas de los indios”, en tanto que se amalgaban los demás conceptos en otros rubros. Así, cada acasillado necesitaba recibir, como mínimo para sobrevivir, el equivalente a 30 pesos anuales, o sea 2.50 mensuales u 83 centavos diarios para él y su familia, siendo que el pago nominal monetario era de 25 centavos por día. Así, del valor social invertido en el ciclo agrícola de 1800, compuesto por 5953.4 pesos (CMD), el monto correspondiente a condiciones materiales muertas llegaba a alcanzar a 5086 pesos, mientras que el equivalente real no monetario en FTA (condiciones vivas) llegaba a 867 pesos, o sea 586 % menos que las anteriores. En ese caso el valor social real del nuevo producto (no totalmente monetario) es la síntesis del valor que las condiciones materiales muertas transfieren, más el valor de éstas (muy bajo a causa de la débil productividad), y se encuentra amalgamada con el índice cíclico de fertilidad natural (IFN), dependiendo de la Renta Diferencial I que define el volumen variable disponible del valor de uso anual. De los 5953.4 pesos de las CMD de la producción, 3059.23 pesos estaban destinados a la producción de maíz; 1632.28 pesos a la de chile y 1330.30 pesos a la de trigo. Luego, el chile y el trigo recibían un tiem208


po de trabajo social, no consignado monetariamente, proveniente del maíz y consistente en uso de las instalaciones, los espacios agrícolas, las semillas, la fuerza motriz y el “combustible”, y en tiempo de trabajo humano. Un cálculo hipotético agregaría para el chile, una transferencia de 1414.79 pesos (87%), y para el trigo, una transferencia de 1243.36 pesos (93.4%). Desde otro punto de vista, el valor monetario de las CMF, calculado de manera hipotética, es igual al costo de la producción anual de los volúmenes variables de los valores de uso del maíz, el chile y el trigo. Pero mientras que el costo de producción del maíz se definía exclusivamente por el valor social para producirlo y consumirlo in situ en calidad de producto esencialmente autoconsumido, el chile y el trigo incorporaban otros factores adicionales de costos. Uno de ellos, el precio de transporte (flete), es una variable dependiente de la diferencia distancia-calidad y tiempo de transporte del campo a la ciudad. Esto ocurría para todos los productos comercializables. Para el trigo había que agregar otro factor de costo fijo: el impuesto (o el antiguo impuesto). Y a todos los productos agrícolas había que añadir la enorme carga del diezmo eclesiástico que funcionaba como un costo de producción no mercantil, descontando del producto bruto de los particulares 10% de la riqueza en especies, independientemente del IFN anual. Ello suponía una transferencia asfixiante en los años en que los productos eran escasos, lo que elevaba todavía más los costos, pero era una carga ligera durante los años de buenas cosechas y hacía bajar aún más, relativamente, los precios.

Suponiendo un IFN de 50:1 (año de sequía), se obtiene un producto total de 1715 fanegas de maíz, con un costo de producción calculado en 3059.23 pesos, más 305.27 pesos para el descuento bruto del diezmo, lo cual habría significado un costo in situ de 3.92 pesos, más 50 centavos de flete posible, por carga. Se habría alcanzado entonces la suma exacta de 4.42 pesos, mientras que el precio de mercado (elevado, por tratarse de un año de sequía) era de 4.5 pesos por carga. Esto permite suponer, por lo tanto, que la venta de maíz no era un negocio ya que, como decía Humboldt “...el maíz se produce a un costo elevado...”47 Por su parte, el costo de producción del trigo parecía ser bajo ya que la inversión monetaria para su producción, además de no ser considerada en su totalidad, era mínima. Suponiendo un IFN de 30:1, se habrían cosechado 207 cargas (ó 414 fanegas). Como el costo de producción del trigo in situ es de 1330.30 pesos, más 171.12 de flete y antiguo impuesto, más 141.64 a cuenta del diezmo, igual a 1643.06 pesos en total; si dividimos 207 cargas entre 1643.06 pesos, la carga equivaldría a 7.92 pesos, cuando el precio de mercado era de 13.12 pesos, lo cual deja suponer una ganancia de 5.20 pesos por carga o de 1076 pesos en total (65%). Por el contrario, el costo de producción del chile llega a 1643 pesos más el diezmo (163.16) o sea 1795 pesos. Con un IFN de 12:1 se obtendrían 113 cargas a 2 pesos: o sea un ingreso de 246 pesos, siendo que cada carga 47

Humboldt, op. cit., p. 316. 209


costaba 12.40 pesos, lo cual deja suponer una pérdida de 10.40 pesos por carga y de 1509 pesos en total.

ción de todos los factores: CMF y CMD. En apariencia su costo se triplica:

Estas cifras muestran la situación precaria del sector mercantil simple, ya que lo que habría podido ganarse en la venta del trigo se perdía en la venta del chile.

a) Porque en la contabilidad de la empresa precapitalista no se descuentan las transferencias del sector autoconsumidor hacia el sector mercantil. b) Porque en la antigua contabilidad no se consideran todos los factores productivos, sino solamente algunos gastos monetarios limitados. c) Porque el conjunto de la economía de autoconsumo sirve de base material al costo real del sector mercantil. Es por eso que en los años en que el sector mercantil se encuentra floreciente (años de escasez), el costo social del producto mercantil es muy elevado, porque es la suma del costo individual de ese producto más la suma de todos los costos no monetarios del conjunto del sector de autoconsumo. En el caso del trigo sería por carga:

No obstante, aunque en apariencia el cultivo del trigo es rentable, si se compara el ingreso global con el tipo de grano vendido o almacenado, se descubre que se tenía una riqueza potencial de 3154 pesos, y que el costo global de producción (calculado) de los tres granos (CMD) alcanzaba un total de 5953.4 pesos. Como en la formación del costo real de producción del trigo la transferencia de valor social del sector maíz (sector de autoconsumo) alcanza 93.4%, y para el chile, 87.4% (un promedio de 90.4%), puede decirse que aunque el precio de mercado del trigo –como unidad mercantil por excelencia– sea de 13.12 pesos por carga y su costo de producción unitaria aparente ser de 7.92 pesos, su costo social real es mucho más elevado porque transfiere un valor global socialmente necesario del sector autoconsumidor y de sí mismo que no es pagado ni considerado en el plano monetario. El trigo, en consecuencia, no debe ser considerado aisladamente del conjunto de cultivos, sino en la síntesis del valor social del conjunto de la unidad autoconsumidora. En otras palabras, si se considera la unidad de producción como especializada para producir exclusivamente trigo, el costo de producción de una carga de trigo sería igual a la suma del costo de produc-

A) 7.92 + B) 12.40 + C) 4.42 = 24.74 , mientras que el precio del mercado en 1800 era de 13.12. Esto significa, nada más y nada menos, que la sociedad rural y la economía agrícola efectuaban un intercambio desigual permanente con la sociedad urbano-mercantil, vendiendo un producto mercantil (caro) al precio de 13.12 pesos por carga, cuando tenía un costo real de 24.74; así, por cada carga vendida la pérdida era de 11.62 pesos o sea una tasa de transferencia de 46%. A su vez, este elevado costo social explica el alto precio de mercado, que no se debe solamente –como supone la economía vulgar– a la “escasez” y a la vocación especuladora de los agricultores novohispanos. 210


Esto explicaría por qué el 20 de enero de 1800, el propietario del rancho San Benito contrajo un préstamo de 3 mil pesos a 5% de interés anual: la economía de autoconsumo mercantil simple (el maíz) no fue capaz, por su baja productividad, de transferir valor a los sectores mercantiles simples (a causa de la terrible pérdida en el cultivo de chile), aunque en los sectores autoconsumidores y mercantiles básicos habría sido posible el equilibrio estadístico. Nos queda por considerar la función autoconsumidora y mercantil de los demás factores pastoriles del rancho San Benito y de la economía colonial novohispana en su conjunto. Ya vimos que el rancho San Benito era un complejo de policultivos agrícolas y pastoriles. Sin duda, al mismo tiempo que el maíz, el trigo y el chile, se cultivaban frijoles, calabazas, frutas y legumbres para el consumo familiar. Esto evitaba gastar dinero y, al mismo tiempo, permitía una autosuficiencia protectora en los años de escasez, ya que el poco dinero obtenido mediante la venta de los productos mercantiles debía ser cuidadosamente administrado para hacer frente a las emergencias y a los desastres. Al mismo tiempo, el policultivo pastoril no sólo garantizaba la existencia y el mantenimiento de la energía motriz (bueyes de tiro), sino también los vehículos de conducción del valor de uso (mulas) y los medios de transporte para asegurar el control y la vigilancia cotidiana del funcionamiento del trabajo agrícola (caballos de silla). Para no depender del mercado y garantizar la reproducción autónoma de la economía de autoconsumo –teniendo en cuenta que cada año había que “jubilar” 13

bueyes viejos (10% de depreciación anual); 30 vacas (13 de las cuales eran recién nacidas, 10 eran novillas y 9, estériles)–, cada año se podían reproducir los animales de trabajo necesarios. Como los recién nacidos no siempre eran becerros, bastaba vender terneras, además de los toros viejos, para adquirir toros jóvenes así como caballos y mulas jóvenes. Por lo que hace a la existencia de ovejas y cabras, merece una atención especial por su gran importancia, simultáneamente autoconsumidora y mercantil. Fueron los organismos religiosos, especialmente la Compañía de Jesús, quienes introdujeron, a gran escala en la Nueva España ,los ovinos, los cuales abundaban en la región central de México durante el siglo XVIII. La región de Puebla-Tlaxcala fue el centro de un intercambio mercantil campo-ciudad muy activo gracias a la cría de ovejas para la utilización de sus derivados. Puebla, Tlaxcala y Santa Ana Chiautempan fueron importantes centros manufactureros de lana, jabones, pieles y salazones (carnes preparadas para conservarse durante los largos viajes por “tierra caliente” y para las provisiones en los navíos). Una muy importante fuente de acumulación primitiva de capital monetario y de actividad mercantil manufacturero fue la cría de ovejas, que no ha sido suficientemente estudiada hasta hoy. En las haciendas y los ranchos las ovejas cumplían las siguientes funciones:

1. Dentro de la unidad de producción: 211


a) Proporcionaban el abono natural para mejorar la fertilidad e impedir que en el transcurso del tiempo el rendimiento fuera en descenso; elevaban de este modo la renta diferencial. b) Proporcionaban alimento a las familias de los propietarios y –frecuentemente– a los acasillados más pobres, lo cual hacía que la alimentación no fuera deficiente en proteínas, a causa del precio relativamente bajo de cada animal (1.12 pesos por una bestia de 30 a 50 kg, lo cual supone un precio de aproximadamente 2 centavos el kilo). c) Proporcionaban cueros para uso productivo (correas, arneses, sandalias) y para los muebles del hogar. d) Proporcionaban sebo y grasas espesas (“untos”) para las medicinas domésticas, jabón hecho en casa, y para fabricar la enorme cantidad de velas que se consumían en las minas. e) Proporcionaban la lana para tejer los vestidos de la familia, realizados en los antiguos telares que cada una poseía. f) Proporcionaban la leche para los quesos, requesón y dulces hechos en casa, sobre todo la “cajeta”, muy consumida por la población. 2. Fuera de la unidad de Produción: a) Anualmente se les vendía en pie para las “matanzas” (rastros); 90% eran “ovejas de vientre”, es decir, productoras de nuevas crías. b) Anualmente, antes de venderlas en pie se las esquilaba o se les sacaba la lana para venderla por libra a los intermediarios urbanos que luego proveían de materia prima a los “obrajes de lana” y a los telares familiares.

c) Ocasionalmente, en las unidades de producción se realizaban matanzas para vender después las pieles y hacer las salazones. Esta crianza era una importante fuente secundaria, pero segura, de ingresos monetarios, y – al mismo tiempo– de bienes de autoconsumo. Las sucesivas revoluciones de los siglos XIX y XX liquidaron esta riqueza, con efectos desastrosos para la economía rural y la economía en su conjunto. Para funcionar como economía mercantil simple, el sector mercantil simple necesitaba del sector autoconsumidor y viceversa. Éste, a su vez, para poder garantizar la adquisición de algunos componentes materiales de la producción (sobre todo de las CMF),como por ejemplo herramientas, materiales de construción e ingresos monetarios (crédito hipotecario en los años malos), requería el concurso del sector mercantil simple; es decir, con el dinero obtenido mediante la venta del producto comercial se adquirían materiales para el sector de autoconsumo. Así, la fórmula de la circulación en el sector autoconsumidor y de este último hacia el sector mercantil simple y de éste hacia sí mismo, tal como lo hacía el sector autoconsumidor, es la que se presenta en el cuadro 30. La fórmula del cuadro 30 ofrece una perfecta proporcionalidad intersectorial técnico-material, en la cual el sector autoconsumidor, sobre la base del “peor año” (sequía), es capaz de autorreproducirse 212


Esto hacía que el precio del producto destinado al mercado aumentara, ya que el alza servía de base para romper la tendencia a la mutua multiplicación de las alzas de los precios de compra y de venta. En los años en que se rompía la proporcionalidad interna perfecta a causa del sector autoconsumidor: 50:1) (IFN 40:1) 30:1) la economía podía recobrar su equilibrio si se transferían mercancías adquiridas de emergencia, gracias a un posible excedente monetario acumulado en los años anteriores en el sector mercantil simple, o gracias a un préstamo usurario o a una renta eclesiástica pagada a cuenta del futuro producto mercantil.

CUADRO 30 Elaboración: G.A.A.

manteniendo la transferencia normal hacia el sector mercantil simple que aprovecha la sequía aportando recursos monetarios al sector de autoconsumo, pero no permitiendo más que la reproducción simple del conjunto. Esto era posible porque la penuria en el sector autoconsumidor hace suponer un alza de los precios de venta del producto mercantil pero también un alza de los precios de las mercaderías “importadas” de la ciudad, generalmente a tasas desiguales y en favor del mercado urbano.

En los años en que el equilibrio interno se rompía a causa de la abundancia del sector autoconsumidor, la economía podía reproducirse nuevamente en su conjunto si no se transferían en exceso los recursos hacia el sector mercantil simple y si, por el contrario, se mantenía en éste el mínimo posible de productos para encarecerlos al máximo y así contrabalancear la caída de los precios del producto de autoconsumo. Cuando el equilibrio se rompía por exceso de valor de uso del sector mercantil simple (teniendo en cuenta que, en general, los años malos y buenos afectaban casi de manera idéntica a los dos sectores), auto213


máticamente el ingreso monetario global descendía ya que la economía novohispana nunca supo exportar exitosamente sus excedentes al mercado mundial. Cuando el equilibrio se rompía a causa del déficit material del sector mercantil simple pero con un nivel adecuado al del sector autoconsumidor, el ingreso monetario era elevado y se podía disponer de excedentes en dinero contante y sonante para emplearlo no sólo en reproducir el conjunto, sino también para acumular el capital naciente en formación. En ese caso la[s] fórmula[s] es[tán en los cuadros 31 y 32]. cuadro 31 Elaboración: G.A.A.

cuadro 32 Elaboración: G.A.A. 214


IV. Un caso: Zongolica, tabaco y sociedad indígena, 1767-1830

Las propiedades de la compañía de Jesús fueron puestas bajo caución y pasaron a ser administradas por un Patronato que se formó en la cabecera de cada obispado; en nuestro caso, dicho Patronato funcionó en Puebla. Después de tres años de tenerlas bajo caución, el Patronato vendió las tierras de la Hacienda de San Gerónimo y anexos, en las cuales se encontraba Zongolica, al Marqués de Selva Nevada por la suma de 1779 pesos oro.1 A partir de este momento Zongolica se convirtió en parte del Marquesado de Selva Nevada, cuyo titular era un rico propietario de tierras y de minas de la ciudad de México. Los indios no cambiaron tranquilamente de propietario. Por el contrario, desde el momento mismo en que se hizo el acta de transferencia de la propiedad al Marqués de Selva Nevada, alegaron con indignación sus derechos seculares, pero una vez más sus argumentos fueron despreciados. No obstante, obtuvieron que la 1 AMZ, Cuad. I, Años 1775-1788, Autos, F. 23 y ss. “Autos seguidos por el Marqués de Selva Nevada” México, 1775.

situación existente cuando la Compañía de Jesús era la propietaria, se mantuviera intacta.2 Los indios prosiguieron su litigio inmemorial con renovada energía y cada vez con mayor agresividad. En 1791 los indígenas de Zongolica ocuparon por la fuerza las tierras que reivindicaban como propias, pero que estaban en poder del Marqués de Selva Nevada. Inmediatamente, el Procurador José Toraya, apoderado de la Marquesa de Selva Nevada (el Marqués había muerto), pidió el 12 de septiembre de 1791, al Fiscal de Temporalidades de la Real Hacienda, que se le diera posesión, después de expulsar a los indios de Zongolica, de las tierras usurpadas a su concomitente.3 2 Ibíd. “Copia de los instrumentos pertenecientes al pueblo de San Francisco Zongolica donde muestran sus derechos por copia de dotación de tierras a caciques y macehuales de Zongolica hecha por el Rey de España, y sacadas de documentos originales en el año de 1620, por coadyuvar a la conquista de Nueva España”, México, 1775. 3 AMZ, Autos judiciales No. 3, Mesa Segunda, años 1791-1792. “El procurador José Toraya a nombre de la Marquesa de Selva Nevada exige expulsión de los indios de las tierras de la Marquesa ocupadas...”, México, 12 de septiembre de 1791. 215


mapa 12 El camino Veracruz - Cd. de México, 1804. Fuente: Humboldt y Bonpland

El apoderado de la Marquesa señalaba que ningún juez de la región, a pesar de las demandas, había restituido las tierras a la Marquesa. Por esta razón solicitó al Administrador de Temporalidades de Orizaba que fuera personalmente a arreglar la situación con el Alcalde de Zongolica, quien se negaba a solucionar esta situación argumentando que los indios eran muy insolentes y amenazaban con matar a cualquiera; aunque la verdad era que el Alcalde “...estaba en Zongolica nada menos que para vigilar las siembras que poseía en estas mismas tierras usurpadas...” y el

señor Toraya se preguntaba: “¿Se puede esperar que este juez actúe contra sus propios intereses?”4 Durante el año de 1779 se hicieron los Requerimientos con miras a la toma de posesión de la ex hacienda del ex Colegio del Espíritu Santo de Puebla –de la ex Compañía de Jesús–, por parte del representante del Marqués de Selva Nevada, Don Andrés de Ochoa.5 4

Ibíd.

5

AMZ, Cuad. I, Años 1775-1788. Don Andrés de Ochoa repre216


Cada representante defendió los intereses de sus representados. El Apoderado del Marqués de Selva Nevada pretendía reivindicar plenamente para el Marqués las tierras de Zongolica y su propiedad absoluta, exigiendo que los indios y los españoles que habían fundado ranchos pagasen arrendamiento, e incluso imponiendo a los indios de San Juan Textuacán un acuerdo oneroso que les permitiría continuar ocupando las tierras y cultivarlas, pero exigía “...que para ello no podrían jamás alegar la propiedad de dichas tierras, y que los rastrojos y acahualeras8 deberían servir para el ganando de dicho Señor, sin que nunca se opusieran a dejarlo entrar y salir...” 9

figura 21 Indios de tierras templadas. Al fondo, el volcán de Orizaba, Veracruz. Fuente: C. Nebel, Voyage au Mexique.

Recibió esos requerimientos el Adjunto del Alcalde de Zongolica, Don Antonio del Corro, por designación del Señor Bernardo del Campo Mires, alcalde.6 Los indios de Zongolica nombraron al Licenciado Don José Anastacio de Rendón, abogado de la Real Audiencia y vecino de Orizaba, Apoderado de la comunidad indígena de Zongolica, los Reyes, Cayahualoico y Quezala.7 sentante del Marqués de Selva Nevada en los autos de toma de posesión de la ex-hacienda de la Compañía de Jesús. Zongolica, año de 1779. 6 AMZ, Id. El Lic. José Anastacio de Rendón, abogado de la Real Audiencia y vecino de Orizaba, representante de las comunidades de indios de Zongolica, Los Reyes, Cayahualolco y Quezala en los autos de toma de posesión por el Marqués de Selva Nevada, Zongolica, 12 de julio de 1779. 7

Ibíd.

Por el contrario, el Apoderado de los indios de Zongolica sostenía que ...el derecho del pueblo sobre el conjunto de las tierras (incluidas las tierras de la Hacienda ) nunca había sido cuestionado, porque las tierras de la Hacienda no habían sido delimitadas legalmente de las del pueblo...

y que aceptaban ese acuerdo sin perjuicio de continuar su litigio.10 8

Pasturajes.

9

Ibíd.

10

Ibíd. 217


mapa 13 El Puerto de Veracruz, año 1800. Fuente: AGI

Finalmente, el 5 de mayo de 1791, en Zongolica, Don Antonio del Corro, Adjunto del Alcalde de San Francisco Zongolica, daba posesión a Don Andrés de Ochoa, Apoderado del Marqués de Selva Nevada, de las tierras y lugares que se encontraban en dicha jurisdicción,11 y a pesar de su esfuerzo, los indios dependían de un nuevo amo. 11 AMZ, Autos Judiciales. Años 1791-1792. Cuad. No. 6. F. 52-53. “Contrato de arrendamiento de tierras firmado entre los indios de Zongolica y el representante de la Marquesa de Selva Nevada. Zongolica,

Durante el resto del año y la mitad de 1792 el conflicto continuó. Antonio de Sobrevilla logró que los indios aceptasen reconocer las tierras en las que sembraban tabaco como pertenecientes a la Marquesa de Selva Nevada, e incluso que pagaran un arrendamiento anual de 15 pesos por el uso global de las tierras que cultivaban. Pero después, al darse cuenta de que esta cantidad era muy baja y la extensión de tierra que los indios trabajaban, muy grande, la Marquesa rompió unilateralmente el acuerdo original, amenazando con hacer desalojar a los indios por las tropas del virreinato, que fueron movilizadas para tal efecto. Estas medidas inflamaron los espíritus de los indios. Don José Toraya renunció al darse cuenta de la cólera de los indios que mataban el ganado, golpeaban a los pastores, rompían los cercos, amenazaban con matar a los pastores y estuvieron a punto de quemar la Alcaldía, insultando al Alcalde Adjunto, al que despojaron del cargo otorgándoselo a otro meredor de su confianza.12 Esta rebelión –una fuente de juventud– puede ser considerada como una verdadera lucha agraria precursora de la gran insurrección que surgiría poco tiempo después. La rebelión no cobró mayor envergadura. Distintos factores se combinaron para que quedara reducida a dimensiones poco importantes y, a fin de 13 de marzo de 1791”. 12 Ibíd. 36-37. “Carta de Don Manuel José de Cervantes, ex teniente de Zongolica, a Don Gregorio Bezares donde indica el estado de ánimo de los indios y las formas en que fue destituido del cargo. Zongolica, 10 de junio de 1792”. 218


pesar de este nuevo fracaso, los indios pudieron extraer de él varias lecciones: a) su unidad y decisión fueron capaces de derrocar una autoridad colonial local, lo cual demostraba que ella no era intocable; b) la autoridad local no era más que un instrumento al servicio del patrón-terrateniente-gobierno colonial, y c) el apoyo de algunos hacendados criollos y ciertas autoridades locales que se oponían a la dominación colonial española. El motín había tenido lugar durante los primeros días de junio. La gota que hizo desbordar el vaso, como ya señalamos, fue el hecho de que el Apoderado Sustituto de la Sra. Marquesa de Selva Nevada, Gregorio Bezares, rompiera unilateralmente el contrato de arrendamiento entre los indios de Zongolica y la Marquesa, firmado el 13 de marzo de 1792 en Zongolica, en los siguientes términos:

mapa 14 Valle de México, año 1824, según un mapa de Humboldt.

cuentas, triunfara el terrateniente, a causa de: el aislamiento de los indios entre sí, la simple inmediatez de su objetivo, la intervención directa y apaciguadora del clero,13 la relativa flexibilidad de las autoridades locales14 y hasta cierta complicidad de su parte.15 A 13

Ibíd.

14

Ibíd.

15

Ibíd.

... Dijeron/ los habitantes de Zongolica/ que aceptaban/ el contrato de arrendamiento/ tal y como estaba redactado, sin perjuicios del Derecho que puede resultarles en el litigio que tienen en curso sobre esas mismas tierras, bajo los términos siguientes: que deben pagar anualmente los quince pesos estipulados por todo lo que comprende este pueblo y sus dependencias, sin que posteriormente se les obligue a pagar una cantidad mayor que la ya fijada y que debe mantenerse (ad perpetuam). Que no deben llevar perjuicios a sus cultivos el ganado...Que por cada una de las dos partes no habrá controversia y que el que actúe fuera 219


El Apoderado de la Marquesa, ese mismo día, 13 de marzo, en Zongolica, afirmó que aceptaba plenamente y con satisfacción las condiciones negociadas con los indios.17 Pero en los últimos días de mayo un nuevo Apoderado de la Marquesa de Selva Nevada, Gregorio Bezares, rompió el acuerdo anterior y exigió el pago de un arrendamiento a cada indio, que no sembrasen más tabaco y se conformaran con sembrar maíz para sobrevivir sobre un superficie de 600 varas hacia cada punto cardinal (lo que la Corona concedía a todas las comunidades indígenas ), o pena de expulsión violenta. El motín obligó al Apoderado sustituto a dar marcha atrás en sus ambiciosas pretensiones. Gracias a la lucha decidida de los indios, una vez reconocido el acuerdo del 13 de marzo por ambas partes, los indios aceptaron pagar los quince pesos, lo cual resolvía temporalmente el conflicto en favor del terrateniente. Los campesinos que cultivaban tabaco se vieron en obligación de pagar por cada rancho cincuenta pesos de arriendo a la Marquesa de Selva Nevada.18 mapa 15 Plano de la ciudad de México, 1824. Fuente: BNP

de la razón será castigado por el Gobernador y el Apoderado...que todo habitante originario del pueblo tinen el privilegio de cultivar sin trabas las tierras que quiera elegir.16 16 Ibíd. “Respuesta del Apoderado de la Marquesa... al requerimiento de Don Antonio de Sobrevilla para fijar las condiciones del arriendo a Rancheros e Indios”. Zongolica, 13 de marzo de 1792. Id. F. 57, “Monto del arriendo cobrado a los rancheros”.

17

Ibíd. Respuesta del apoderado.

18 Ibíd. F 27. “Denuncia de Don Gregorio Bezares, vecino de Orizaba y Apoderado de la Marquesa, de personas de Zongolica que tienen ranchos en las tierras de la Marquesa sin que paguen arriendos...” Orizaba, 12 de abril de 1792. Id. Informe de Don Antonio de Sobrevilla, donde da a conocer los atropellos efectuados por le representante de la Marquesa... a los indios de Zongolica, después de concertado en contrato. México, 20 de julio de 1792. 220


esto con la demanda reducida, pero creciente, de la población española y mestiza de Zongolica. Hacia 1792 se observan dos o tres ranchos pertenecientes a españoles que siembran tabaco. Cuando en 1778 Carlos III decreta el libre comercio restringido, hay varias explotaciones de tabaco en Zongolica. Hacia 1766, con la creación del estanco de tabaco, aumenta su cultivo de manera inusitada en la misma región. Hacia 1791, año de los conflictos entre los indios y la Marquesa de Selva Nevada, el procurador Don José Toraya, en el nombre de la Marquesa, denunciaba que en Zongolica se sembraban, bajo licencia real, 3 980 000 pies de tabaco, y sin licencia 2 066 000.19

figura 22 Máquina para el tabaco dentro de la Real Fábrica de Cigarros, hacia 1794. Fuente: AGI

La raíz profunda de este conflicto radica en el cambio de la estructura de clases de la sociedad regional de Zongolica a causa de cambios poco importantes, pero crecientes, en la estructura socioeconómica global de la Nueva España y en la estructura interna de Zongolica, provocados por el nacimiento de una débil burguesía colonial y por las reformas que desde la metrópoli había introducido el déspota ilustrado Carlos III. Desde 1713 el tabaco había empezado a ser cultivado por los indios, probablemente para uso familiar y para venderlo en el mercado local, vinculado

La introducción masiva de este cultivo en la región de Zongolica debe ser analizada en toda su complejidad, porque provocó profundas conmociones dentro de la estructura económica regional y en el tipo y la forma de interrelación de ésta con la sociedad colonial pluriparticular y con el sistema mundial capitalista. En España las compañías mercantil-coloniales conservaban todavía su esencia típicamente “mercantil” y continuaban subordinadas a los fines del Estado absolutista; es decir, no dependían de las necesidades de la producción, sino de la necesidad de la circulación mercantil simple, no capitalista. Por esta razón en las colonias españolas, durante la segunda mitad del siglo 19 AMZ, Autos Judiciales. Cuad. No. 3 Mesa segunda. Años 17911792. El Procurador José Toraya... 12 de septiembre de 1792. 221


XVIII se extendieron cultivos no industriales de exportación, directamente aptos para el consumo (o escasamente “industriales”, es decir, cuyo consumo exigía un tratamiento manual mínimo) como la caña de azúcar y, sobre todo, el tabaco. No sucedía como en las colonias inglesas (euroccidentales), donde los cultivos no industriales alternaban con los cultivos industriales, por ejemplo, el algodón. Así, el estímulo básico provino de Europa occidental. España fue influida por tal estímulo, y la monarquía absolutista ilustrada aceptó, como consecuencia de las necesidades estructurales internas, que sus colonias se abriesen al cultivo de nuevas especies altamente comerciales. El Estado asumió un papel de “empresario”, colocando bajo su égida y control el procesamiento y mercado de tabaco. El Estanco del tabaco no fue creado solamente por razones “proteccionistas”, sino porque en España la burguesía autóctona era raquítica, y en esas condiciones el no controlar el comercio internacional-colonial equivalía a dejar en manos de compañías privadas extranjeras una rica fuente de ganancias, cosa que había sucedido en España desde el siglo XVI. Además, la monarquía borbónica necesitaba grandes sumas de dinero proveniente de impuestos, lo que no podía obtener en condiciones de una débil producción mercantil interna, intracolonial, metropolitana-colonial e intercolonial. Por estas múltiples razones el “proteccionismo” del siglo XVIII –ahora manifiesto bajo la forma de un estanco de tabaco– en su calidad de monopolio de acapa-

ramiento, elaboración, transporte y comercialización, no tenía estrictamente la misma causa ni la misma finalidad que el “proteccionismo” mercantil, aunque por razones históricas y formales se le haya semejado mucho. En es­ta época no se “protegía” para impedir que las colonias produje­sen y entrasen en competencia con la Metrópoli, sino que se favorecía la producción de un tipo de cultivo muy bien definido para sostener el crecimiento del presupuesto estatal. El tipo mismo del cultivo del tabaco, desprendido de una necesidad estructural, vinculada a la circulación mercantil-sim­ple emanada del modo de producción feudal español en decadencia, no requiere de fuerzas productivas complejas para su explotación. Exige, en general, tratamientos manuales. Por esta razón no son necesarias grandes cantidades de dinero inicial para comenzar su explotación. Una situación social de atraso generalizado (atraso técnico) como el que predominaba en la Nueva España, es muy favorable también a la introducción del cultivo del tabaco o, por lo menos, no constituye un obstáculo. La explota­ción del tabaco, sin embargo, puede realizarse principalmente de dos maneras: 1) mediante la pequeña producción y 2) mediante la gran producción tipo plantación. La primera –como ya hemos dicho— no requiere importantes capitales; la segunda sí los necesita. Tanto en la primera como en la segunda las fuerzas productivas (sobre todo los instrumentos de produc­ción) son débiles. Pero para una plantación deben ser más avanzadas y racionales, ya que la gran unidad de explotación exige una compleja organización del trabajo, de la 222


administración, de los recursos y del transporte de los productos. En cambio, en la pequeña explotación solamente hay una racionalidad primitiva y tradicional. En la gran explotación predominan relaciones sociales de producción esclavistas, aunque no sean las únicas. La mayoría de los procesos del trabajo se efectúa mediante el trabajo de los esclavos. En la pequeña producción pueden coexistir relaciones de trabajo artesanales –familiares y relaciones de trabajo débilmente capitalistaasalariado— circunstanciales. En la gran explotación el plantador-esclavista es un empresario privado, cuyo principal objetivo es la obtención de la ganancia proveniente de la explotación de los esclavos bajo la forma de la diferencia del costo de producción de los éstos (es de­cir: costo de su compra, más el costo de su manutención y de las otras condiciones para la producción) y de la ganancia global en cada ciclo productivo. En la pequeña explotación –aunque en la mayoría de los casos ya existe la propiedad privada–, el propietario puede ser un usufructuario privado (arrendatario) de la tierra o un usufructuario comunal (miembro de una sociedad comunal-comunitaria) que explota su parcela con la ayuda de su familia sin retribuir ningún salario a sus miembros, pero en función de las circunstancias puede contratar fuerza de trabajo semiasalariada. Su objetivo fundamental es producir una determinada cantidad de valores de uso (o de consumo inmediato) a fin de obtener, al cambiarla, dinero disponible con el cual adquirir otros bienes de uso y de consumo. Eventualmente puede lograr acumular dinero, ya sea para la explotación de la baja plusvalía de los

semiproletarios agrícolas, sea por las coyunturas favorables en el mecanismo de los precios de venta. En la gran explotación el mercado es organizado por grandes compañías comerciales, cuando no por el mismo propietario en su calidad de dueño de empresas comerciales o como miembro, asociado, de alguna gran empresa comercial. En la pequeña producción el mercado es individual y local y cada propietario lleva su producto al mercado local cuyo radio de acción es limitado, debido a que no puede alejarse mucho del centro de explotación a falta de medios económicos y técnicos. Por lo tanto, la pequeña producción es el último eslabón de una larga cadena de intermediarios; está subordinada a la circulación mercantil simple y al autoconsumo, de­ pende de su dinámica. Es por eso que aparece y desaparece por causas que le son externas; y se reanima y conoce perio­dos de apogeo de acuerdo con el aumento de la demanda y/o la re­gularidad de los transportes, la comercialización y la importan­cia de la circulación. La gran plantación fue típica de la etapa de acumulación del capital en las regiones directamente subordinadas a metrópolis ya capitalistas (como en la India, sur de EUA, etc.). La pequeña producción, por el contrario, no es privativa del modo de producción capitalista, sino que se encuentra en cualquier modo de producción clasista desde el momento en que se profundizó la división social del trabajo sobre las bases de la propiedad privada o la posesión familiar particular de la tierra y del comercio; por lo tanto, se la encuentra con regularidad, pero se generaliza durante la época de transición. 223


figura 23 Vista de la plaza de Veracruz; al fondo, las casas consistoriales. Primer tercio del siglo XIX.

Ante el aumento de la demanda de tabaco en Europa, España, Antillas e incluso la Nueva España (como resultado de la expan­sión urbana, minera, mercantil y demográfica), Carlos III decreta la formación de un Estanco de Tabaco, posteriormente el libre comercio y la reforma del sistema de transporte marítimo , y exenta al comercio de algunas cargas fiscales. Esto desencadenó poderosos estímulos dentro de Nueva España para que una multitud de individuos, por lo general criollos (pero también peninsulares y mestizos), propietarios de cierta cantidad de dinero libre, acumulado anteriormente de las más diversas formas, se lanzasen al comercio de la preparación del tabaco o de su cultivo. En tal caso debían previamente comprar, arrendar u ocupar tierras, pero quienes se encargaron de realizar el culti­vo

y/o preparación del tabaco no fueron los terratenientes latifundistas tradicionales, sino una multitud de pequeños y medianos propietarios que chocaron contra la realidad indiscutible de que todas las tierras estaban ya acaparadas en pocas manos, y que no había un solo metro de tierra sin propietario. Comprar tierras era muy difícil porque la mayor parte pertenecía a mayorazgos o latifundios indivisibles, porque los propietarios no estaban interesados en venderlas o pedían precios elevados y porque los recursos de los pequeños propietarios (capital inicial) eran probablemente reducidos. Por estas razones el arrendamiento y/o la ocupación ilegal eran las únicas alternativas viables. En Zongolica se conjuntaron varios factores para que los pequeños propietarios, de una manera original, ocupasen las tierras sin ninguna autorización, pagando solamente una “renta” simbólica a la comu­nidad indígena de Zongolica. En primer lugar las tierras eran estériles para cualquier otro cultivo que no fuese el del taba­co; en segundo, eso había provocado el abandono de dichas tierras por parte del latifundista, el Marqués de Selva Nevada; en tercero, desde hacía un siglo y medio los indios las reclamaban activamente como suyas porque eran tierras en litigio. Gracias a su es­tratégica posición regional como punto obligado de contacto entre el puerto de Veracruz y el valle de Anáhuac, y con el libre comercio, en Orizaba la actividad mercantil había prosperado, produciendo una rápida proli­feración de pequeños comerciantes con espíritu especulador que supieron aprovechar el apogeo de la demanda de tabaco y las con­diciones favorables existentes en Zongolica para cultivar allí ese producto. Esto se realizó probablemente en el transcurso de 224


un proceso lento pero progresivo, desde la época de la Compañía de Jesús, antes de que fuera expulsada de la Nueva España, y tomó un vigor inusitado a partir de 1766, año de la instalación del Estanco de Tabaco. Los pequeños propietarios, muchos oriundos de Orizaba y otros, menos numerosos, de Zongolica, instalaron ranchos, es decir, cabañas en una pequeña porción determinada de tierra de cultivos, donde almacenaban y ponían a secar el tabaco. Hacia 1792 se nombraba, en la zona de Zongolica, a los si­guientes rancheros: ...Agustín López, José Zabaleta, Antonio López, José Guillermo, tienen un rancho en Amatepeque; Tiburcio Zamorán en Sochitla; Thomás de León en Goiametla; José Romero en Palapa; Perfecto Corro en Mojuila; Marcos Corro en el mismo lugar; José Jaramillo en Amatepeque y Tequiatlaca; Timoteo Amador en Palocuautla; José Antonio Guebara cerca del rancho de ganado de Desiderio Clemente; Bernabé del Corro en Tehuistlapa con Juan Velásques, José Raymundo en Tonalisco; Don Benito Rocha, Don Thomás Faxino, Don Francisco Moreno, Don Balentín Cano con inver­siones usurarias en varios lugares; José Espíndola y Juan Antonio Guebara en Tecolutla; Phelipe del Corro en Palapa; en San Gerónimo Vicente del Corro; en Tlacoitla Clemente Barragán; en Zochitla Bentura Amador; Sebastián Marques en Papalocuautla y también otras personas distintas cuyos nombres ignoro...20 figura 24 El aguador de Veracruz.

20

Ibíd. 225


Todos estos rancheros eran criollos o mestizos, y algunos (todos los nombrados con el título de Don) tenían un reconocido prestigio en la zona, tal vez a causa de las riquezas que habían acumulado anteriormente (lo que explica además el hecho de que estos rancheros fuesen también usureros) y/o por los cargos que ocupaban en el gobierno colonial local. Pero había también una gran cantidad de indios rancheros, los menos trabajando por su cuenta y la mayor parte como habilitados21 por los habilitadores; en síntesis, eran alrededor de 86722 que en total sembraban 6 066 000 pies de tabaco en Zongolica y 327 mil en Tequila.23

taba con la Marquesa de Selva Nevada, los criollos estaban de su parte: El caso es que este juez, como casi todos los de Orizaba, está tan lejos de solicitar el cumplimiento del mandato . . . que está dispuesto a impedirlo de todas las maneras posibles, conteniendo y exci­tando para ellos a los indios, a quienes luego echa la culpa... Todos están interesados en que los indios sigan siendo propietarios de las tierras, o mejor dicho, en sostener esta farsa para beneficiarse con sus tierras. El Juez Comisionado, el Adjunto de este lugar, su hijo y muchos otros que tienen aquí gran influencia, son los que disfrutan, en nombre de los indios, de su trabajo y de sus tierras. Ellos son los propietarios de esos cultivos que hacen que los territorios sembrados bajo licencia real den tres millones nove­cientos ochenta mil pies (de tabaco) y sin licencia dos millones sesenta y seis mil, mientras que los indios sólo tienen para subsistir su jornal y el pequeño arrendamiento que se les paga. Y por eso los engañan y los empujan a la sedición...

Los rancheros, para asegurarse legalmente y poder sembrar, argumentarían que pagaban arrendamientos por sus ranchos a la comunidad indígena de Zongolica. Aunque no poseemos ninguna cifra creemos que, aun en el caso de que pagasen realmente un arriendo a los indios, la suma era muy poca, prácticamente simbólica. Los indios estaban totalmente de acuerdo en prestarse a esta ficción porque los “cosecheros criollos” les prestaban dine­ro para que sembrasen tabaco, y además se lo compraban siempre. A esto hay que añadir el hecho de que en el conflicto que los enfren21 Habilitados: indios que debían trabajar en sus propias tierras por cuenta de un usurero.

Y el Apoderado José Toraya concluye su denuncia afirmando que “es imprescriptible hacer aplicar la ley castigando la insolencia de los indios, y la indolencia y la complicidad de los jueces con seve­ras penas que servirían de ejemplo para que no se extienda un precedente tan malo.24

22 AMZ, Autos Judiciales. Cuad. No. 3 Mesa segunda. Años 17911792. El Procurador José Toraya... 12 de septiembre de 1792.

Como puede observarse en todo lo anterior, Zongolica du­rante el final del siglo XVIII había sufrido

23

24

Ibíd.

Ibíd. 226


en un corto periodo profundos cambios de estructura. Entre los indios y los criollos se habían establecido relaciones sociales muy fuertes, ya que ...Normalmente los indios realizan el comercio del tabaco con los cosecheros: lo siembran, lo cortan, lo

secan, lo enhebran en rosarios, lo venden y lo en­tregan a los cosecheros (habilitadores), quienes realizan los últimos tratamientos del tabaco en la sede del Estanco del Tabaco, lo preparan por manojos de tercios, a fin de entregarlo a cuenta del Rey, quien lo junta en los comercios del Estanco del Tabaco

Por esto los habilitadores sostienen a los indios. Los rancheros son los que salen completamente beneficiados, ya que no pagan arriendo a la Marquesa de Selva Nevada —ni tampoco a los indios—. Pero como no aparecen personalmente como cultivado­res de tabaco, no pagan diezmo al clero ni impuestos al Estado. Así el beneficio resulta enorme y completo. El alcalde y su hijo eran los más poderosos prestamistas de dinero a los indios, es decir, eran los principales “coseche­ros”. En el cuadro 34 aparece la lista de “...los individuos que prestan a los indios para el cultivo del tabaco sobre las tierras de V. M. en el territorio del ci­tado Zongolica”.

cuadro 33 Fuente: AMZ, Autos Judiciales. Cuad. No. 3 Mesa segunda. Años 1791-1792. El Procurador José Toraya... 12 de septiembre de 1792

Por estas razones de mucho peso, a pesar de las Ordenanzas que otorgaban la posesión definitiva a la Marquesa de la Selva Nevada y estipulaba la reducción a 600 varas (una vara = 836 mm) hacia cada punto cardinal de las tierras para las comunidades indígenas, nadie le restituyó nada –decía el Apoderado de la Marquesa–. Por este motivo enviaron al administrador a Orizaba para que se arreglara personalmente con el Alcalde Ordinario, pero éste “... se encuentra en Zongolica nada menos que con el fin de vigilar los cultivos 227


que posee sobre esas mismas tierras usurpadas; qué esperanza puede haber de que este juez actúe contra sí mismo...”25 Dicho juez, proseguía Don José Toraya, argumenta que no puede ejecutar la orden porque los indios son muy insolentes y amenazan con matar a quienquiera que sea. Por eso ...es necesario que se libre una orden permitiendo la entrada de la tropa para someter a dichos indios, y es alarmante que en una monarquía la voluntad del rey no sea respetada por cualquier juececillo de pueblo...26

Para convencer al Rey, Toraya señalaba que los cosecheros evitaban pagar la renta de la tierra: “sin pagar la renta de las tierras sobre las que se recoge el fruto, les compran a los indios las tierras de tabaco, la principal planta que se cosecha en Zongolica”.27 Este lugar había sufrido durante la última parte del siglo XVIII profundos cambios estructurales, en comparación con la situación social existente pocas décadas anteriores. A pesar de las terribles y periódicas pestes que diezmaban a la población,28 Zongolica 25

Ibíd.

26

Ibíd.

27

Ibíd.

28 APZ, Defunciones. Leg. I, años 1683-1843. Se constatan plenamente las mismas catástrofes demográficas estudiadas por Flores-

tendría, hacia 1792, una concentración demográfica de una 500 a mil familias. La gran mayoría seguía siendo indígena, pero ahora ya se notaba en su estructura socio-étnico-cultural la presencia de una veintena de familias criollas y tal vez unas cincuenta familias mestizas y mulatas que formaban en conjunto los sectores medios y superiores de la pirámide social, cuya base era la población indígena. Esta pirámide social diferente era la expresión de cambios en la estructura socio-económica regional registrados durante los últimos veinte años, como consecuencia de la introducción de nuevas actividades económicas que resultaban de los cambios en la estructura global de la Colonia, en razón de modificaciones socioeconómicas y superestructurales en la Metrópoli y de su interrelación global con el sistema de producción capitalista, cuyo representante mayor era Inglaterra. Hasta entonces Zongolica seguía siendo una supervivencia prehispánica, por la fuerza de las instituciones despótico-tributarias y de la producción indígena-comunitaria. En la cabecera de Zongolica tenían su asiento las instituciones político-religiosas indígenas coloniales, portadoras de los lazos de dominación cocano. Bautismos, Leg. I, años 1600-1731. Leg. II, años 1675-1777. No están completos los archivos parroquiales debido a que católicos de Zongolica y su cura párroco, Juan Moctezuma (descendiente del emperador azteca), fueron activos guerrilleros insurgentes a las órdenes de lugartenientes de José María Morelos. 228


lonial sobre las masas indígenas que les estaban subordinadas y representantes locales del orden colonial. Los indígenas eran 99% de la poblción. En la nueva situación, la relación entre la sociedad prehispánica y la sociedad colonial no se realizaba ya solamente por rmedio de los tributos-diezmos y/o el trabajo semiproletariado efectuado por los indios fuera de su sociedad regional en la tierras bajas de la zona de cultivos de caña de azúcar.29 Estas formas –como ya señalamos– conservan el modo de producción porque no lo disuelven desde su interior. A pesar de ellas, habían surgido formas nuevas y diferentes: en el propio seno de la comunidad prehispánica se incrustó una población colonial española, reducida pero relativamente numerosa. Por ser una parte sustancial de la población colonial dominante, tanto por razones socioestructurales como étnico-culturales,aquélla subordinó rápidamente la población indígena a sus intereses. La población colonial española fue portadora de la nueva dinámica mercantil liberada por las refor29 AMZ, Libro El Misal. Año 1824.Trascripción de copias originales de las mercedes reales de tierras dadas a españoles por el Virrey Luis de Velasco a fines del Siglo XVI: “Merced fecha por el SOR Don Luis Velasco Vissorrey que fue desta Nueva España: a Juan Hernández de Mata y a otros 10 individuos, en la zona de Zongolica y los poblados de indios aledaños. 24 de octubre de 1595. Merced a Don Luis de Vivero para que disponga de repartimientos de indios por un año, para su trapiche de Córdoba. Luis de Velazco. México, 12 de diciembre de 1596 (copias originales sacadas de datos del señor Don Gerónimo Chacón de Abarca, alcalde de corte y juez de Provincia. San Miguel Tepetitlanapa, 29 de marzo de 1713 años)”.

mas borbónicas. Al encontrar condiciones propicias: las mejores tierras para el cultivo del tabaco, una fuerza de trabajo indígena abundante y dócil, extremadamente pauperizada y comprometida en un conflicto secular contra un latifundista, aquella población se transformó inmediatamente en una fracción local intracomunal de la clase dominante colonial. Pero frente a la clase dominante tradicional (terrateniente-mineral-mercantil), esta fracción no extrajo su poder de la extensión territorial, de la cantidad de recursos humano-económicos concentrados bajo sus órdenes o de la explotación semiservil de los indígenas –acasillados– , sino de la explotación de un cultivo altamente comercial –en parcelas (ranchos) reducidas– y de una multitud de campesinos indígenas libres, usufructuarios de minifundios alquilados al propietario latifundista. Esta explotación se realizaba dentro de la órbita de la circulación mercantil simple mediante la concesión de préstamos; es decir, los cosecheros prestaban dinero individualmente, a elevadas tasas, a los indígenas, para llevar a cabo el ciclo agrícola y asegurarse así la adquisición, a bajo precio, del producto a fin de venderlo después al acaparador único –el Estado–, a los precios oficiales del Estanco. Este tipo de explotación existía en todos los casos en que los cosecheros daban a los indios un adelanto a fin de que efectuasen estos últimos los diferentes trabajos necesarios para el cultivo del tabaco. En tales casos los indios podían realizar –con ayuda de su familia– todas las etapas del ciclo agrícola, ya que cultivaban pequeñas parcelas sobre las cuales sembraban y cuidaban, en promedio, alrededor de 6500 229


pies de tabaco, cantidad que puede cultivarse sobre una hectárea de tierra. Pero muchos de los cosecheros (los acaparadores de las cosechas realizadas por otros) poseían también ranchos en los que cultivaban tabaco, mediante el pago de un jornal a una multitud de indios semiproletariados. Podemos pensar que si bien originalmente los indios eran libres, después de varios ciclos agrícolas podían haberse endeudado de tal manera que se transformaban en verdaderos empleados del cosechero, en verdaderos preasalariados: 1. Continuaban cultivando “parcelas” en su comunidad como usufructuarios de los bienes de esa comunidad. 2. Al mismo tiempo realizaban el cultivo más remunerador: el tabaco. 2.1. Sembraban en un rancho que era producto familiar del arrendamiento global-comunal de las tierras del latifundista. 2.2. Recibían un anticipo de los comerciantes, de los rancheros y de los funcionarios locales de Orizaba para: a) Las diversas etapas del ciclo agrícola. b) Sobrevivir. 2.3. El préstamo era fijado a precios y condiciones usurarias por los cosecheros: a) Altas tasas de interés para el dinero. b) Subterfugios para inflar las cifras o para reducirlas. c) Monopolio de la adquisición. d) Apropiación de la cosecha a precios ínfimos. e) Trampas en el peso y en la cantidad. 2.4. Aunque aparentemente el producto pertenecía al indígena-cultivador, puesto que él controlaba las condiciones de producción, en realidad, indirecta-

mente, por el endeudamiento, la relación de la clientela y el sometimiento colonial, el producto pertenecía al cosechero, quien subordinaba al indígena. Así, aparentemente el indio y su familia formaban un tipo individual-familiar de cultivadores libres, muy semejante al tipo artesano-familiar de lo que se llamaba manufactura dispersa. Por este motivo era similar a la pequeña producción mercantil simple de origen feudal. Pero en la medida en que el productor individual caía bajo la dependencia parcial o total del “mayorista”30 (mutatis mutandis= cosechero), el primero –sobreviviendo en apariencia como libre de sí mismo y de sus condiciones de producción, pues continuaba trabajando como antes (individualmente, con la ayuda de su familia, en su terreno, con sus instrumentos, etc.)– se había transformado, de hecho, en su propio explotador. Era una relación indirecta bajo la forma de la manufactura simple dispersa en transición hacia el capitalismo. Al mismo tiempo, el indígena continuaba cultivando su parcela en calidad de pequeño usufructuario de las tierras de la comunidad indígena. Por causa de esta doble situación podemos considerarlo también como un semiproletario agrícola, que continuaba formando parte de la comunidad indígena con su identidad india. También por causa del tipo de relaciones de producción surgidas de la manufactu30 Mayorista: comerciante español rico que prestaba a tasas usurarias a los artesanos, quienes de este modo se volvían totalmente dependientes (semejante al verlag system). 230


ra dispersa que lo desarraigaba como indio y, en gran medida, disolvía parcialmente su modo de producción prehispánico. Pero el desarraigo no era total, pues mantenía y prolongaba su estatus de semi-indio y no lo transformaba en proletario. Sin embargo, muchos de ellos quedaban como verdaderos proletarios que venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario, al ser sacrificados y privados de toda posibilidad de autosubsistencia. Al incrustarse dentro de la comunidad indígena, la población criolla, pequeña propietaria, ejerció sobre la comunidad prehispánica, hasta entonces muy estructurada, un impacto semidestructor ya que introdujo un nuevo cultivo. Merced a la presencia de la mano de obra indígena, abundante y colonizada, se modifican las actividades productivas que antes eran exclusivamente locales y de subsistencia, y coexisten más o menos con las actividades mercantiles, aunque estas últimas terminan subordinando a las primeras. Así, las relaciones de producción prehispánicas remanentes fueron destruidas a medias por la transformación de las relaciones de producción feudales en vías de disolución hacia el capitalismo. Por estas razones surgió, ahora sí, una nueva estructura local de clases que venía a superponerse a las relaciones coloniales que databan del tiempo de la sociedad prehispánica sobreviviente. La comunidad indígena dejó entonces de formar un todo homogéneo más o menos igualitario “exteriormente”, que se contactaba con la sociedad colonial por intermedio del pago de los tributos a la Corona y de los diez-

mos al clero. Esos indios, primero como semiesclavos “repartidos” y después como semiproletarios eventuales en las tierras cálidas, quedaron fuera de su modo de producción remanente. De las relaciones de producción que ahora sobrevivían de una manera más desarticulada, al haber sido sacudidas desde dentro por la dominación colonial ejercida por las autoridades civiles-religiosas y por relaciones mercantiles, resultaron dos sectores dentro de las demás clases en formación (subsistiendo las formas anteriores y típicamente coloniales de la interrelación con la sociedad colonial en su conjunto): el de los caciques enriquecidos que llegaron a ser miembros de la mediana burguesía criolla en formación, y el de la mayoría de los indios que se integró como semiproletariacolonizada –semiproletarios del proletariado en formación– sin dejar de ser totalmente “india”. La población de la Cabecera de Zongolica aumentó a un ritmo acelerado. Y al volverse la población indígena más dependiente de la actividad ligada al cultivo del tabaco, y marginalmente (o al menos en igual proporción) de las actividades de subsistencia, no pudo, en las mismas proporciones que antes, continuar produciendo dentro de la familia los bienes de uso y de consumo que necesitaba. En estas condiciones aparecieron los oficios artesanales a fin de proporcionar objetos de uso y de consumo inmediato a una población en aumento y cada vez más concentrada, que se autoaprovisionaba en forma decreciente, y que recibía –al menos durante los ciclos agrícolas– un 231


ciantes, distribuidores de los grandes mayoristas de Orizaba, y regresaban a Zongolica con sus mulas cargadas de alimentos (maíz y frijoles que hacían falta a causa de la esterilidad de las tierras y también de la introducción del cultivo de tabaco, pero sobre todo en periodos de sequía o de pestes, cuando más escaseaban y, por ello, los precios aumentaban terriblemente), ropa, cobijas, lazos, machetes, etc., para vender.

figura 25 Vista panorámica de Orizaba, Veracruz.

jornal o una ganancia disminuida, viéndose obligada a comprar cada vez con mayor regularidad bienes de uso y de consumo indispensables. Entre los oficios artesanales creados estaban los vinculados a la producción de sillas de montar y para muleros, ya que el transporte por mulas era el único medio para llegar a la montaña y traer el tabaco de Zongolica a Orizaba. Había otros oficios artesanales vinculados con la producción de huaraches, ropa, sombreros, etcétera, pero al circular regularmente grandes cantidades de dinero, los cosecheros se transformaron también en comer-

Zongolica dejó entonces de estar “aislada” del mundo colonial. Se hizo famosa en Nueva España por la alta calidad de sus tabacos. Sus relaciones extralocales dejaron de ser institucionales (sometidas a la colonia) y se volvieron estructurales: con Orizaba el comercio se hizo regularmente normal e intenso. Orizaba, el lugar donde se encontraba el Estanco de Tabaco, era el punto intermedio entre Veracruz, Puebla y México –y por ello la posta obligada del comercio colonial–, y funcionaba como centro regional de la distribución y de la circulación mercantil, transformándose en una especie de metrópoli-interna-regional. Pero como el Estanco de Tabaco era un negocio perteneciente a la Corona, que exportaba fuera de la Nueva España, Zongolica indirectamente se vinculaba con Cuba y Europa, ya que grandes cantidades de tabaco eran enviadas a la isla para ser transformadas en puros y/o ser redistribuidas definitivamente en el mercado mundial. Se convirtió en un importante centro de consumo, satélite de Orizaba, integrándose más o menos estrechamente al mercado regional. Por todas estas razones Zongolica se integró entonces a la estructura pluriparticular de la Nueva 232


España como intraestructura indocolonial. Su dinámica local, aunque semiautónoma, encontraba su motor fundamental en la dinámica global, ya que su estructura social de clases se insertaba como un segmento regional y local dentro de la estructura social global de la Nueva España (en esta época en plena ebullición), cuyas tensiones sociales surgían de las contradicciones entre la fracción “criolla” de la clase dominante –en proceso de transformarse en verdadera burguesía nacional–, formando una de sus capas, y la fracción española de la clase dominante en crisis –clase semifeudal en descomposición–. Simultáneamente, esas tensiones provocaban conflictos seculares pero subterráneos entre la población indígena y mestiza, por una parte, y la población “blanca” que comenzó la Conquista, por la otra. Conflictos que resurgían bajo nuevas y viejas formas, pero con nuevos contenidos: ahora como lucha de la clase oprimida (semiservil, semiesclava, semiproletaria) en vías de proletarización, contra la clase colonial opresora (semifeudal, semiesclavista, preburguesa) “española” y “criolla”. Las contradicciones de clase surgidas del modo de producción dominante dentro de la estructura pluriparticular colonial, se extendían desde el centro hacia las zonas periféricas sacudiendo las viejas relaciones de producción en las zonas de supervivencia prehispánicas; se reproducían en el interior de las otras zonas periféricas y repercutían sobre la totalidad acelerando la constelación global de las contradicciones. Esto, al profundizarse, imprimía una dinámica global a la estructura pluriparticular de la Nueva España y le daba un aspecto de sociedad colonial en crisis, que al cru-

zarse con la constelación de contradicciones de la metrópoli directa (España) o indirecta (Inglaterra), formaba una sociedad internacional caótica, conflictiva y dinámica, debido a la lucha mundial de la burguesía ascendente (cuyos principales representantes eran el capitalismo inglés en expansión mundial, la joven nación norteamericana y la burguesía francesa en plena revolución) contra las clases feudales monárquicas y su mundo tradicional en Europa, en España, en las colonias españolas y en la misma Zongolica. En general, el tipo descrito precedentemente de estructura social y de situación socioeconómica fue dominante durante los últimos años del siglo XVIII hasta la ruptura del sistema colonial. El secular conflicto entre los indios de Zongolica y los latifundistas (Compañía de Jesús, Marqués de Selva Nevada) prosiguió con menos virulencia pero con igual obstinación. Los indios, como ya hemos visto, reivindicaban un derecho inmemorial y con razón más que suficiente, ya que la posesión de un espacio para cultivar era para ellos casi una cuestión de vida o muerte. Pero con la introducción y la difusión del cultivo del tabaco, los pequeños productores criollos y los cosecheros se volvieron los más interesados en que los indios prosiguiesen su litigio contra los antiguos terratenientes, ya que ésta era la condición primordial para que ellos pudiesen ocupar las tierras, fundar ranchos y acaparar el tabaco sin pagar arriendo, diezmos, impuestos, etc., y obtener ganancias elevadas y seguras. Es por esto que hacían causa común con los 233


indios. Esta alianza temporal era necesaria a unos y a otros para oponerse eficazmente al terrateniente y, simultáneamente, era la expresión más clara de la lucha histórica entre la clase burguesa nacional insurgente y la clase colonial decadente. Para la clase en formación a nivel local, el libre comercio y la disminución de los controles “mercantiles” eran necesarios para su desarrollo y la razón de ser de su presencia en la lucha histórica anticolonial. En cierto modo, ella era resultado y beneficiaria de las reformas borbónicas, y de manera más lejana, producto de la necesaria demanda del mercado capitalista mundial en expansión. Por todas estas razones cualquier impedimento al comercio internacional debía afectarla muy seriamente, ya que la interrupción (temporal o no) de éste significaba la parálisis inmediata de sus actividades productivas y/o de acaparamiento local y, en consecuencia, su ruina. Por estos motivos, tal vez, reprobó las continuas guerras de España contra Inglaterra, contra Francia y la invasión napoleónica de España que se desarrollaron en 1750, 1794, 1792, 1804 y 1808. La afectó el sobresalto de agonía del imperio colonial español que, con su progresiva impotencia para asegurar un comercio continuo entre sus colonias, permitía que la nueva clase en formación comenzara a repudiar la metrópoli y aceptara como necesarias las crecientes relaciones con Inglaterra. En 1792 concluyó el litigio con el siguiente acuerdo: los indios pagarían a la Marquesa de Selva Nevada 15 pesos anuales de arriendo y los cosecheros, 50 pesos.

Pero los indios, gracias a los criollos, habían aprendido a poner en práctica el proverbio “se respeta pero no se acata”. En 1799 el defensor de los indios de Zongolica, Francisco Cueto, ante un reclamo del segundo Marqués de Selva Nevada por no haber respetado el acuerdo en 1792, señalaba que la posesión que fue otorgada a la Marquesa de Selva Nevada en ese año ...carece de toda formalidad y por consiguiente es nula... y en esto radica la causa de que a pesar de la persistente demanda de la Marquesa para hacerles pagar el arrendamiento, los indios no hayan pagado un céntimo porque, por pequeña que sea la suma, pagar significaba reconocer que la Marquesa era propietaria de las tierras, pero incluso si ellos no habían en aquella época reclamado las tierras, yo lo hubieran hecho después cuando me encargué de su defensa. Además de esto, gracias a una increíble providencia, pude encontrar en el Secretariado de la Intendencia de Veracruz los documentos que acreditan plenamente la propiedad de las tierras en favor de los indios, otorgados por el Sr. Dn. Francisco de Balenzuela y Venegas, Juez de Tierras y Aguas, el 21 de febrero de 1710. En conocimiento de ello, los indios no pueden comprometerse a arrendar tierras de las que son propietarios y por el contrario, a instancias mías, han permitido la entrada de ganado en espera de una decisión superior...31 31 AMZ, Cuad. No. 11, años 1792-1803. F. 35 y s.s. Don Cayetano Peimbert agente de negocios del Gobierno Virreynal como apoderado de los naturales de Zongolica en el litigio sobre tierras... México, 18 de abril de 1793, transcribe los autos y cédulas de los indios de Zongolica en los años que se indican: “Auto de composición de tierras por el cual los naturales de Zongolica legalizan la posesión que ocupan para sus labores de tiempo inme234


Éste es un documento suficientemente válido, porque revela una voluntad decidida de ayudar a los indios; voluntad proveniente en parte de un sentido elemental de la justicia, pero también de un intenso odio hacia los “gachupines” terratenientes, así como de una afinidad de intereses inmediatos derivados de la lucha común por la obtención de la tierra acaparada, para proseguir el cultivo del tabaco. De 1799 a 1803 el Apoderado del Segundo Marqués de Selva Nevada continuó el difícil e interminable conflicto obteniendo, gracias –sin duda alguna– a sus relaciones, que el Rey autorizara la expulsión violenta de los indios de las tierras que ocupaban. Pero los indios encontraban en cada ocasión aliados situados más arriba dentro de la burocracia colonial. Y por ello podían continuar viviendo en sus tierras. Uno de los altos funcionarios coloniales que los apoyaban abiertamente era el licenciado Antonio López de Santa Anna, Subdelegado de la Antigua Veracruz, a quien el apoderado del Segundo Marqués de Selva Nevada acusaba de parcialidad en favor de los indios de Zongolica por motivos corruptos, ya que siendo Juez, morial. Zongolica, 21 de enero de 1710”, F. 73. “Autos de dotación de tierras por la composición entre los naturales de Zongolica y el Rey. Resolución. México, 12 de noviembre de 1712. Id. Vista de ojos del comisionado. Zongolica, 16 de octubre de 1712. Testimonio del español Diego de la Paz y Amarillas, Zongolica 12 de octubre de 1712. Carta del apoderado de los naturales de Zongolica Francisco Cueto al Marqués de Selva Nevada, en que expone la justificación de que las tierras son de los indios y la negativa –por ellos– de pagar arrendamiento. Zongolica, 14 de junio de 1799”.

era al mismo tiempo protector de los indios a cambio de fuertes sumas de dinero: Se comprende –añadía el apoderado– que un Juez que era al mismo tiempo Apoderado de los indios, recibiendo de ellos, además de los mil pesos que le pasaban por su trabajo, sumas extraordinarias, no podía ser imparcial, sino que defendía los intereses de los indios como si defendiera los propios...”32

Una de las maniobras que redituaron mayor éxito e impidieron que se cumpliera la orden de expulsión, fue el envío al Rey de un informe que exageraba la situación miserable de los indios, fechado el 6 de febrero de 1803, ante el cual el Rey, conmovido, ordenó la anulación de la orden de expulsión de los indios de Zongolica. Este licenciado no era otro que el padre del célebre Antonio López de Santa Anna, que sería varias veces Presidente de la República de 1836 a 1856, periodo de la historia de México caracterizado por la inestabilidad política, durante la cual este individuo desempeñó el papel de caudillo equilibrista, hábil y pintoresco.33 (El segundo López de Santa Anna comenzaría su carrera política como defensor del Rey en el ejér32 AMZ, Libro El Misal. F. 294-295. Año 1795. “Diligencias para la toma de posesión de la Ex hacienda del Ex colegio del Espíritu Santo de Puebla, de la Ex compañía de Jesús por el representante del Marqués de Selva Nevada”. San Juan Texhuacan, 20 de marzo de 1799. 33 AMZ, Cuad. No. 10. Años 1802-1870. F. 51. Informe al Rey del Sudelegado de la Antigua Veracruz, Lic. Antonio López Santa Anna, de los autos de los naturales de Zongolica, Antigua Veracruz. 6 de febrero de 1803. 235


cito colonial contrarrevolucionario, llegando pronto a ser capitán y convirtiéndose a última hora, antes de la Independencia, en revolucionario y posteriormente, en un importante terrateniente dueño de cuatro grandes haciendas, la mayor de las cuales era Manga de Clavo, un latifundio de 40 mil ha cerca de Zongolica y de Córdoba, Veracruz. Habría demostrado su amor proverbial por la “mordida”, institución arraigada desde entonces en la burocracia que se agudizó por la corrupción administrativa de una sociedad colonial en crisis, en el momento de la acumulación originaria de capital interna.) En 1803 el Segundo Marqués de Selva Nevada, cansado de los interminables y costosos procesos contra los indios de Zongolica, vendió la hacienda de San Gerónimo y sus anexos al Señor Antonio Alfaro,34 de quien no conocemos el origen ni ninguna otra característica. Poco tiempo después el representante de Alfaro prosiguió el litigio contra los indios, argumentando que éstos no tenían derecho a solicitar tierra para sembrar tabaco ya que este cultivo no les estaba reservado: ...no tenían derecho a pedirla con el fin de hacer comercio con ella sino sólo para los cultivos de los granos necesarios para su estricta subsistencia; y si no la lograban, que trabajasen como lo hacían los otros pueblos de las haciendas que se encontraban 34 Ibíd. Venta de la Hacienda de San Gerónimo y Anexas por el Marqués de Selva Nevada a Don Antonio Alfaro. Zongolica, 1803.

por aquí o en la de San Gerónimo y sus anexos, cuyo centro está situado en Zongolica...35

Después de haber denunciado que los cosecheros de tabaco eran responsables de los conflictos entre los indios y el terrateniente, y perjudicaban a los indios, el representante de Alfaro exigía que los indios pagaran una modesta suma de dinero por el arriendo de dichas tierras, solamente para demostrar que lo reconocían como propietario, a lo cual se negaban los indios.36 Unos años más tarde, poco antes del final de la Revolución de la Independencia, el señor Alfaro vendió una parte de la propiedad de San Gerónimo y sus anexos al Coronel Aniceto José de Benavídez. Pero la actitud obstinada de los indios, apoyados cada vez más abiertamente por los cosecheros criollos, impidió al comprador toda posibilidad de beneficiarse tranquilamente de la posesión de la hacienda, llamada Buena Vista. En 1824, en plena Independencia de España, en la Muy Leal Villa de Orizaba, el 27 de enero, ante el Capitán Miguel Fernández, Alcalde de Primera Instancia, el Teniente Coronel Don Aniceto José de Benavídez, propietario de las tierras de la hacienda de 35 Ibíd. F. 62. Don Antonio Alfaro señala que los indios no deben sembrar cultivos comerciales sino exclusivamente para subsistir. Zongolica 1803. 36 AMZ, Libro El Misal. Año de 1824. F. 305. Litigio entre el capitán Benavídez y el pueblo de Zongolica. Zongolica, 1820. 236


Buena Vista, integrante de la hacienda de San Gerónimo y anexos, reclamaba daños y perjuicios a los indios por ocupación de tierras sin pago de arrendamiento y por impedir el acceso a su ganado que quería penetrar libremente hacia su hacienda. Comparecieron el Regidor Procurador General de Zongolica, Don Antonio Manuel Galindo, representante de sí mismo y de los pueblos de San Juan Texhuacan; el alcalde y representante de Santiago Tehuipango y el Procurador Don Rafael Argüelles, defensor de Tlaquilpa y Aztazinga.37

Segundamente: que después de que se autorice a Don Francisco Queto... se procederá a la redacción del acta para fijar el precio y delimitar los terrenos.

Después de las verificaciones necesarias, el señor Francisco Queto (defensor del pueblo de Zongolica y hombre de toda confianza de dicho pueblo) mostró los documentos de Composición del año de 1712 y todos los demás documentos de los litigios de los años de 1742, 1799, 1802-1803, y luego de que el señor Benavídez hubo mostrado sus documentos, las dos partes llegaron a un acuerdo:

Quintamente: que como indemnización por los perjuicios reclamados por la mortalidad del ganado que ascienden a 2300 pesos y algunas cabezas, se comprometen a dar 265 pesos como satisfacción, 200 para Zongolica, 40 para Tlaquilpa y 25 para Aztazinga. El propietario acepta aunque sostiene que el daño supera los 2000 pesos, y los interesados, puestos de acuerdo, firmaron en Orizaba el 16 de junio de 1824.

Primeramente: El Teniente Coronel Benavídez se compromete a vender a los pueblos de Zongolica y a sus habitantes los terrenos comprendidos en la Actual Doctrina y Curato de Zongolica bajo la condición precisa de que el paso y pastoreo de su ganado debe mantenerse en favor suyo en las épocas y lugares habituales, manteniéndose esta servidumbre perpetua e irremisible con derecho a recuperar la propiedad en caso de conflicto. 37

Ibíd.

Terceramente: que la última posesión de las tierras de Tlaquilpa que fue otorgada en noviembre pasado despojado sin derecho a la Hacienda de Buena Vista queda nula de por sí. Cuartamente: que los pueblos que han solicitado un arrendamiento sin comprometerse a esta Acta quedan libres de hacer lo que mejor les convenga.

En el contrato de compraventa se estipulaba que ...el precio de venta debía ser de 12 000 pesos, de los cuales sólo debían percibirse nueve, ya que los tres restantes sirven para el valor de la mencionada servidumbre de pastoreo y de paso del ganado... Que es obligación de los compradores colocar mojones de piedra y cal. Que todos los costos correrán por cuenta de los compradores, y que si quieren separase de la servi237


dumbre de pastoreo y de paso, deberán reembolsar los 3 mil pesos.38

Después de un siglo de litigio interminable, la comunidad de Zongolica adquirió, a precio elevado, las tierras que ocupaban desde siempre pero que habían sido usurpadas por el conquistador español en el momento del choque histórico que significó la conquista y la dominación colonial. No sabemos con certeza la proporción de dinero con que participaron los criollos de Zongolica, ni cuál fue la parte de los indios. Lo que sí conocemos es el hecho de que las tierras tradicionalmente reivindicadas por los indios –toda la tierra perteneciente a la hacienda de las Cabras de la ex hacienda de Sn. Gerónimo de la ex Compañía de Jesús– formaron parte de las tierras del Ayuntamiento (después Municipio) de Zongolica, sin ser adjudicadas a ningún individuo en particular, sino a la comunidad en su conjunto. En las páginas precedentes señalamos –grosso modo– cuáles fueron las características socioeconómicas de la sociedad regional de Zongolica en los últimos años del siglo XVIII, e indicamos que en general éstas dominaron hasta la llegada de la Independencia. Desde fines del siglo XVIII y más o menos hasta 1811, Zongolica se mantuvo como una región próspera, y el pueblo de Zongolica, como una concentración demográfica de 5 mil a 6 mil habitantes. (En el litigio en38

Ibíd. Orizaba, 16 de Junio de 1824.

tre los indios y la Marquesa de Selva Nevada, en 1792, se decía que tenía una población de mil familias.) Habría habido unas 30 familias “criollas”, de rancheros y cosecheros que se dedicaban al cultivo del tabaco y a la usura, pero también al comercio intermediario de mercancías de uso y consumo necesarios entre la población de Zongolica (pueblo y región), y que eran los más importantes proveedores de Orizaba, a cambio del cultivo mercantil del tabaco. Existía también una escasa población indio-mestiza y mulata que se dedicaba al comercio y era propietaria de recuas de mulas para transportar los productos a Orizaba; lo suficientemente rica como para transformarse en una minoría usurera y propietaria de casas. Otra parte de esa población indio-mestiza y mulata39 se dedicaba a florecientes actividades artesanales, trabajo de tiro, tareas administrativas en los ranchos, a proveer de capataces y a otras actividades eventuales. En la base de la pirámide social se encontraba la población indígena más o menos disuelta, con sus características prehispánicas (mucho más disueltas en el pueblo de Zongolica que en las aldeas y los alrededores montañosos), en proceso de semiproletarización, conservando, sin embargo, su lengua en vías de desaparición y algunas de sus costumbres, confundidas con las que habían surgido durante los siglos anteriores al con39 APZ, Bautismos. Leg. II. Años 1675-1777. Lista de bautismos semanal y anual. Se nota la presencia de castas. 238


tacto con la cultura dominante. Esta población era víctima de una doble cadena de opresión: la colonial, en virtud de la cual el “indio” estaba sometido a leyes protectoras que lo mantenían dentro de una red de relaciones jurídicas tutelares y dentro de una constelación de relaciones de valor discriminatorias, generalizadas con el concepto de “indio” y con una connotación sociocultural tipo casta. La segunda cadena era la opresión socioestructural, en virtud de la cual el indio ocupaba el último nivel en la clase trabajadora –a raíz de los cambios socioeconómicos de fines del siglo XVIII– en vías de proletarización; si bien de forma completa y desigual, ya que los cambios se producían de manera desfasada en Zongolica y en los pueblos de la montaña. En Zongolica se habían mantenido, durante toda la época colonial, dos instituciones: la indocolonial y la prehispánica. A partir de la segunda mitad del siglo XVI la supervivencia de la institución prehispánica se organizó y se adaptó a las necesidades de la dominación colonial. La comunidad indígena conservaba sus jefes tradicionales de carácter patriarcal-familiar (gens), pero convertidos ahora en Gobernadores y/o Alcaldes de la República de los Indios, con la tarea de ser los eslabones locales autóctonos de la cadena de dominación colonial político-religiosa. En cada localidad, al mismo tiempo que funcionaban las autoridades indígenas, actuaban los representantes de las instituciones coloniales (el Alcalde Mayor, el Alcalde Adjunto, el Cura) que trataban directamente con las autoridades indígenas, transmitían las órdenes y

aseguraban el control eficaz de la ejecución de las decisiones tomadas en la metrópoli de la Colonia y del régimen colonial. Este esquema administrativo se conservó hasta finales del siglo XVIII, cuando una reforma de Carlos III lo modificó pero sin cambiar esencialmente sus bases. No disponemos de datos que cuestionen la validez de esta institución entre fines del siglo XVIII y 1820, año en el cual se llevó a cabo una nueva y muy importante reforma institucional-jurídico-política. En efecto, el 25 de junio de 1820 se implantó en Zongolica el régimen Constitucional-Monárquico-Municipal: ...estando congregada y reunida toda la población en la Plaza Mayor, a falta del obispado, para celebrar la Asamblea parroquial de acuerdo con el artículo 46 del capítulo 5o. de la Constitución Política de la Monarquía Española...”40

para elegir al Secretario y a los Escrutadores del Primer Consejo Constitucional Monárquico. La Asamblea fue presidida por el Auxiliar de Justicia, Don Francisco Xavier de Ariza, siendo Don Juan Peña y Don Francisco Garrido y Don Juan Rosas elegidos, respectivamente, Secretario y Escrutadores.41 El impacto de la Revolución de Independencia sobre Zongolica fue considerable, ya que los habitan40 APZ, Cabildo 1820-1823. Actas F. 2. Acta de la sesión del día 25 de junio de 1820. 41

Ibíd. 239


monocultivo de exportación y su comercio se vieron alterados. La insurrección perturbó fuertemente las relaciones comerciales: los caminos fueron abandonados, los puentes destruidos, la seguridad desapareció, los insurgentes destruían deliberadamente los cultivos y/o las tiendas de productos de exportación (tabaco) de los españoles con el fin de golpear las bases mismas del régimen colonial. Por todos estos motivos Zongolica declinó –probablemente– hacia 1815 en su aspecto comercial y en las actividades ligadas al cultivo del tabaco (íntimamente conectados las dos). Diversos patriotas originarios de Zongolica se adhirieron a la insurrección y operaron en pequeños grupos guerrilleros desde la montaña impenetrable, relacionados con las tropas insurgentes comandadas por diversos lugartenientes de José María Morelos.

figura 26 Casa donde se alojó José María Morelos en Orizaba, durante el curso de su campaña militar en 1812.

tes participaron activamente en la insurrección.42 El 42 Autor anónimo (un sacerdote), “La guerra de Independencia en la provincia de Veracruz según el manuscrito de un testigo ocular. México (hacia 1824)”, Ed. Cossío, 1943 (reimpresión): “La noticia del levantamiento de Hidalgo llegó a Jalapa, Veracruz, el 8 de octubre de 1810. Un año después, el 18 de octubre de 1811, comenzó la insurrección popular”. Más de 10 curas guerrilleros lucharon en el estado. “En marzo de 1812 sublevó a sus feligreses el cura de Zongolica Don Juan de Moctezuma y Cortés, descendiente del emperador azteca y dueño de un cacicazgo, por eso en Tepeji de la seda. Cura muy querido en su región y hasta en Orizaba por su elocuencia y conducta y era la viva

En esas condiciones el comercio se interrumpió, la exportación de tabaco se volvió irregular y, posteriormente, cesó; el cultivo del tabaco declinó, teniendo como consecuencia una caída de las ganancias para los cosecheros y rancheros; la actividad artesanal sufrió trastornos. Una gran cantidad de indígenas semiproleimagen de Moctezuma”. Ocuparon Orizaba y sublevaron la tierra caliente liberando a los esclavos negros que pelearon al lado de Morelos. Desde 1817 derrotados y divididos los insurgentes, los propietarios de trapiches y haciendas formaron milicias privadas que se dedicaron a cometer ferocidades contra los negros y mulatos. Hevia, el jefe militar español mandó fusilar 246 insurgentes restableciéndose después una esclavitud peor y más cruel que antes de la revolución. 240


de Zongolica compra, por la suma de 9 mil pesos, la ex hacienda de Buena Vista (es decir, sus tierras). Está claro que no hubiera podido adquirirla sin disponer de dinero y de la seguridad de poder recuperarlo rápidamente, y si el cultivo del tabaco no hubiera sido una actividad altamente remuneradora.

figura 27 Panorama antiguo de Veracruz.

tarios se pauperizó al interrumpirse la actividad de la que obtenían un jornal miserable y temporal. Probablemente la población huyó hacia los centros más poblados (de las aldeas y los alrededores hacia Zongolica, y de Zongolica hacia Orizaba) en busca de seguridad, empleo y/o caridad. Algunos fueron a engrosar las gavillas de bandidos que atacaban caminos y pueblos, fenómeno que toda conmoción social provoca infaliblemente. Pero una vez más, si la actividad de monocultivo no desapareció totalmente fue gracias a la presencia de los comerciantes ingleses y de los intermediarios nacionales que realizaban un comercio de contrabando muy activo. La mejor prueba de que el monocultivo del tabaco subsistió es el hecho de que, en 1824, la comunidad

Es probable que la insurrección haya repercutido en el interior mismo de la comunidad de Zongolica, ya que durante varios años dejaron de llevarse los registros de bautismos y defunciones pues los sacerdotes se habían unido a la insurrección. Asimismo, la población indígena al sufrir la brusca disminución de sus medios de subsistencia, fue víctima de la hambruna y posteriormente de la peste, por causa del efectivo decremento del abasto y de la interrupción del comercio, añadiéndose a esto la inexistencia de sus magros ingresos monetarios de jornaleros y la inusitada alza especulativa de precios provocada por los comerciantes. Sin embargo, hacia 1820 aparece un principio de normalización debido, entre otras causas, a la disminución de la actividad de las fuerzas revolucionarias y al control, una vez más, que ejercía el Estado colonial sobre la situación global. Por estas razones, a partir de 1819 regresaron los curas y se realizaron nuevamente los registros de bautismos y defunciones.43 Las actividades mercantiles se recuperaban lentamente, lo cual repercutió favorable43

Ibíd. Juan de Moctezuma y Cortés regresó a Zongolica en 1819 241


mente en el ámbito del monocultivo del tabaco que se reanimó, aunque –tal vez– nunca en las mismas proporciones que antes de la insurrección. Los cosecheros seguían siendo los personajes predominantes en la vida económica de la región, aunque algunos lo fueran también en la esfera burocrático-militar-judicial, no obstante que el mayor número de puestos, y los más importantes, permanecieron en manos de los peninsulares. Todo parecía mostrar que el movimiento insurreccional había sido el responsable de la decadencia y había fracasado. Pero al mismo tiempo que el pueblo de la Colonia luchaba contra la dominación de la metrópoli, el pueblo de ésta luchaba también contra la clase dominante global en el propio seno del monstruo colonialista. La España decadente es incapaz de sobrevivir como monarquía absoluta, pero las fuerzas burguesas ascendentes son demasiado débiles como para barrer de la faz de la historia a semejante vejestorio. En 1820 se reimplantó una monarquía constitucional, ya esbozada en 1812 con las Cortes de Cádiz, pero cortada de raíz por la restauración de Fernando VII. Por ello, a pesar de que en Zongolica ya no había insurrección, se implantó el Municipio Monárquico-Constitucional que luego siguió siendo un poder directamente en manos de los criollos, lo cual les daba acceso al poder colonial al que antes aspiraban.

Desde la instalación de la Asamblea Monárquica, el 24 de junio, hasta el 4 de diciembre de 1820, no se encuentra ninguna anotación en el libro de Actas sobre el contenido de alguna sesión, lo cual nos permite creer que durante ese tiempo la Asamblea Monárquica no se reunió, e incluso que no funcionó en absoluto.

El 4 de diciembre de 1820 ... se trata en Asamblea Ordinaria de pedir a los ciudadanos indios un préstamo de cuatro pesos por individuo para cubrir el crédito abierto en Puebla, con el fin de adquirir las vituallas destinadas a la fiesta para celebrar la creación del Cabildo, amueblar su sede y también para subvencionar los costos del pago a los maestros de escuela, y la instalación de ésta, reembolsable cuando el Cabildo tenga fondos...44

Como podemos observar, la Asamblea Monárquica tenía serias dificultades presupuestarias para funcionar; sus primeros actos fueron tratar de obtener los elementos indispensables para la instalación de la sala de Sesiones, y entre sus preocupaciones básicas estaban el conseguir un préstamo de 4 pesos per capita de los ciudadanos indios para pagar los salarios de los profesores. Hay que subrayar la pobreza de la Asamblea (Cabildo) pero también la manera de tratar a los indios ciudadanos y el impulso dado a la enseñanza. Estos elementos permiten pensar que habrían tenido lugar importantes cambios político-ideológicos, ya que ahora todos eran considerados iguales, tanto para los 44 AMZ, Cabildo 1820-1823. Actas F. 13. Acta de la sesión del 4 de diciembre de 1820. 242


derechos jurídicos como para la valoración social. Como trasfondo puede notarse la influencia de la Revolución Insurreccional y de la nueva concepción proveniente de la nueva conciencia burguesa en desarrollo a nivel mundial, con débiles raíces locales apenas visibles y nacientes. Empujados –tal vez– por las noticias procedentes de otros lugares del Reino que informaban sobre la instalación y el buen funcionamiento de los Cabildos, a partir de la sesión del 4 de diciembre los consejeros municipales se reunieron regularmente. Así, en la sesión del 16 de diciembre de 1820 se reclamó la presencia regular del Presidente Electo de la Asamblea, quien no quería hacerse cargo de su puesto alegando estar enfermo; argumento desmentido por un ciudadano que denunció que el Presidente Electo experimentaba repugnancia por el cargo.45 Con esto podemos tener una pista que nos permitiría comprender una de las razones por las que la Asamblea no había funcionado desde su instalación. El 25 de diciembre, a pesar de la celebración de la Navidad, los consejeros se reunieron en Sesión Ordinaria de la Asamblea, en la cual renovaron la solicitud de un préstamo para pagar el costo de la instalación de la misma y el salario de un profesor.46 El 26 de diciembre la Asamblea se reunió nuevamente: ...estando reunidos todos los habitantes de razón los cuales contestaron / Agradecemos a la Asamblea/ 45

Ibíd. Acta del 16 de diciembre de 1820.

46

Ibíd. Acta del 25 de diciembre de 1820.

y estamos de acuerdo en prestar el dinero porque eso nos beneficia / y también a nuestros descendientes, lo que es mejor, para la enseñanza de nuestros hijos debida a la escuela...47

Es importante observar de qué modo, a pesar de los cambios jurídico-formales e ideológicos efectuados, sobrevivían aún los estereotipos del pasado inmediato fuertemente arraigados entre los criollos (los consejeros de la Alcaldía y, evidentemente, el Secretario) que se consideran a sí mismo como “gente de razón” y, en consecuencia, a los indios como “gente sin razón”. Es notoria la aceptación con que los criollos y los mestizos “ladinos” (habitante de razón) acogieron la instalación de la escuela. Es probable que solamente los hijos de los “habitantes de razón” concurriesen a ella, y no los hijos de los indios. Sin embargo, se observa que el Alcalde exigió 4 pesos de préstamo per capita a los ciudadanos indios para la escuela, y dejó en libertad a los “habitantes de razón” para cooperar con lo que ellos decidiesen. En este hecho podemos ver ya la justificación de una nueva opresión de los indígenas por parte de los criollos, la cual, como luego esbozaremos, va a agravarse con el favor de diferentes circunstancias. Durante el año de 1821 la Asamblea de la Alcaldía de Zongolica se reunió con regularidad: seis veces en 47 Ibíd. Actas de: 26 de diciembre de 1820, 13 de enero de 1821, 16 de enero de 1821, 22 de enero de 1821, 30 de enero de 1821, 6 de febrero de 1821, 19 de febrero de 1821, 26 de febrero de 1821, 20 de marzo de 1821. 243


enero, tres veces en febrero, una vez en marzo, una vez en abril, una vez en mayo, dos veces en junio, y ninguna de julio a octubre a causa de los trabajos agrícolas; tres veces en noviembre y nueve veces en diciembre. En la sesión del 13 de enero se discutió acerca de un nuevo proyecto de impuestos; en la del 16 de enero, sobre los perjuicios causados a los indios de Zongolica por la entrada de las cabras del señor Antonio Alfaro, propietario de la antigua hacienda del Marqués de Selva Nevada. En la del 22 de enero, acerca de la reconvención al mayordomo del señor Alfaro por haber dejado entrar su ganado en Zongolica, y para hacerlo pagar los daños causados por el pastoreo. En la del 30 de enero se trató la recaudación de la renta de pastoreo al señor Alfaro. En la del 6 de febrero se conoció que los vecinos de San Sebastián vendrían a instalarse en Zongolica. El en acta del 19 de febrero se discute la necesidad de que la asamblea posea bienes comunales para subvencionar las necesidades de la alcaldía, la construcción del edificio parroquial, el pago del maestro, etcétera. En la del 26 de febrero se trató la recaudación a los vecinos para pagarle al maestro. En la del 20 de marzo se nombra una comisión para medir las tierras y otorgarlas en arriendo como bienes comunales de la Alcaldía.

En la sesión del 9 de abril de 1821 ...se recibieron dos órdenes del Señor Comandante del Ejército Trigarante, don José Joaquín Herrera, que fueron leídas por el Secretario; una de ellas decía QUE NO SE RECONOCIERA NINGUNA AUTORIDAD EMANADA DEL GOBIERNO DE MÉXICO Y QUE YA NO SE OBEDECIERAN SUS

ÓRDENES SINO LAS DEL COMANDANTE GENERAL DE ORIZABA, y la otra pedía UNA DOTACIÓN VOLUNTARIA PARA EL SOSTÉN DEL EJÉRCITO...48

En la del 28 de mayo se recibieron 15 pesos aportados por los indios para la escuela y por los “habitantes de razón” (que los donaban aparte). En la del 9 de junio se discutió acerca de la deuda de 1090 pesos de la Sra. Vda. del Sr. Corro para la edificación del templo. En la del 4 de junio se trató la renuncia de la “gente de razón” a aportar un trabajo personal para la construcción del templo y para los otros trabajos del Municipio, alegando que era un trabajo propio de los indios. Nuevamente, de julio a octubre no hubo asambleas a causa de los trabajos agrícolas. En la sesión del primero de noviembre se discutió sobre la necesidad que tenía la Alcaldía de recaudar impuestos, como lo hacían las demás comunas. En la del 19 de noviembre, el pago del maestro de la escuela y la recaudación para construir la parroquia. En la del 26 de noviembre se firmó un contrato con un arquitecto para la construcción de ésta. En la del 3 de diciembre se discute sobre la inmigración de 25 familias de indios de San Sebastián a Zongolica, el pedido de la Alcaldía de que se regresen y su negativa a hacerlo. En la sesión del 12 de diciembre de 1821, bajo el auspicio de la Virgen de Guadalupe49 fue proclamada y jurada solemnemente la independencia (en Zongolica), 48

Ibíd. Acta del 9 de abril de 1821.

49

Ibíd. Acta del 12 de diciembre de 1821. 244


REPRESENTADA POR LA ASAMBLEA GUBERNAMENTAL PROVISONAL? a lo que respondieron SÍ LA RECONOCEMOS, repitió ¿JURÁIS OBEDECER SUS ÓRDENES, OBSERVAR LOS DERECHOS PROCLAMADOS EN IGUALA POR EL EJÉRCITO DEL IMPERIO MEXICANO CON SU PRIMER JEFE Y LOS TRATADOS CELEBRADOS EN CÓRDOBA? a lo que respondieron SÍ JURAMOS. El Alcalde impuso nuevamente silencio y dijo en voz alta: ZONGOLICA, ZONGOLICA, ZONGOLICA, HOY POR EL IMPERIO MEXICANO... lo cual fue seguido por repetidos aplausos, toques de campanas, disparos y cohetes con lo cual el acto se terminó quedando prevista la misa de Acción de Gracias para el otro día, lo mismo que las otras demostraciones de alegría que siguieron...50

en virtud de decreto del 6 de octubre de la Asamblea Soberana de este imperio: ...para que se proclame y jure la Independencia respecto de la Antigua España, habiendo hecho saber por proclama esta determinación y se señala el día de hoy para un acto tan solemne. Con miras a hacer el juramento individual previsto en esta Orden Soberana se citó para las nueve horas de la mañana a los Elegidos, disponiendo de modo que pudieran asistir el sacerdote y sus vicarios y los demás vecinos. Reunidos a la hora citada en esta Sala Capitular, Don Francisco Xavier Avia, Primer Alcalde Constitucional, Don Pablo Sánchez, Segundo, Domingo Juárez, Don José Lima, Don José Mazahua, en presencia del sacerdote y de los demás vecinos que asistieron al acto, se procedió al juramento bajo la forma prevista en el decreto del 6 de octubre citado. A las cuatro de la tarde del mismo día la Alcaldía se reunió nuevamente con el sacerdote, los vicarios y numerosos habitantes de la villa, y se realizó el desfile por las calles que el Alcalde había indicado llevando el presidente un estandarte con las armas del Imperio; por todo ello fue proclamada la INDEPENDENCIA con indecible entusiasmo por parte de un gran número de habitantes. Habiendo hecho la vuelta al pueblo, subió sobre un estrado que se había construido con el mayor ornato posible y allí se fijó el estandarte, y habiendo leído en voz alta el PLAN DE IGUALA, los TRATADOS DE CÓRDOBA Y EL ACTA DE LA ASAMBLEA SOBERANA, el Primer Alcalde Constitucional, después de haber impuesto silencio, preguntó en voz alta: ¿RECONOCÉIS LA SOBERANÍA DE ESTE IMPERIO

Por todas estas diversas razones y aunque desde hacía algunos años la llama de la insurrección se había extinguido en la región de Zongolica, la proclamación de la Independencia fue un acontecimiento recibido con alegría y entusiasmo por los habitantes del lugar. Los criollos, mestizos e indios que a partir de ese momento se integraban al “Imperio Mexicano”, inauguraban un camino que resultaría largo y difícil en diferentes circunstancias generales y locales. En efecto, ahora México ya no dependía de España; ahora ya no eran peninsulares los que dominaban en nombre de una metrópoli: ahora las instituciones ya no eran consideradas un medio de explotación ejercida por el opresor colonial. Ahora las rígidas instituciones “proteccionistas” que impedían 50

Ibíd. 245


el libre desarrollo de las incalculables potencialidades del país, “cuerno de la abundancia”, ya no existirían; ahora las leyes corporativas que legislaban las separaciones sociales en rígidas “castas” ya no dominarían. En adelante, según la ideología burguesa ascendente,51 México sería libre, soberano e independiente, con su propio gobierno, emanación de sí mismo, organizado con el fin de luchar por la prosperidad de sus habitantes y por la independencia nacional; un gobierno que garantizaría la libertad de iniciativa, propiedad y comercio con todos los países de la tierra para conquistar la abundancia soñada. En adelante todos los hombres serían libres e iguales ante la Ley, como convenía a los ciudadanos de las naciones civilizadas a cuyas filas México se enorgullecía de permanecer desde entonces. La realidad, sin embargo, era muy diferente en cuanto a la ley, a los valores burgueses comúnmente aceptados e implícitos en las legislaciones y a la forma de gobierno adoptados posteriormente; al menos para la inmensa mayoría de los habitantes de México, especialmente los indios. En Zongolica, la Independencia trajo como resultado inmediatamente la instauración de un poder legal, moral y de hecho de los cosecheros “criollos”, que entonces se quedaron solos a la cabeza de las institu51 En el original en francés, aquí aparece un número de nota, y más adelante otros dos; sin embargo, la lista final de notas no incluye las tres últimas. Por ello decidimos indicar con la señal “N”, en el texto, el lugar donde aparecían estos números: N. de E.

ciones locales, así como del comercio, de la usura y del financiamiento usurario del monocultivo del tabaco. En general –aunque disminuido por el caos global entonces reinante– el cultivo del tabaco continuó realizándose. Pero no con el mismo acaparador y distribuidor extrarregional y mundial ni con la misma importancia. Después de la Independencia Inglaterra instaló sus bases en el “vacío” dejado por España. Tras la Independencia se creó una situación estructural diferente en Zongolica, que no modificó completamente las características estructurales anteriores, si bien hizo desaparecer algunas de sus manifestaciones y desarrollarse otras apenas esbozadas durante la vida colonial. Esa situación era la génesis de un estado nacional moderno burgués, y por su calidad diferente en desarrollo, desde el punto de vista de la superestructura era (potencialmente) distinta. La interrupción preinsurreccional del comercio, en valor y en cantidad; el decremento de la población (por migración y destrucción, provocadas por la hambruna, la guerra y la peste), el descenso en la actividad de monocultivo y, en consecuencia, la desacelereción de la doble dinámica observada en los años anteriores (de semiproletarización-destribalización creciente de la población indígena y de acumulación primitiva creciente del capital mercantil y agrario-comercial por parte de una burguesía pequeña y mediana “criolla” en formación) causaron dos tendencias diferentes. La primera fue el fortalecimiento, una vez más, del modo de 246


producción prehispánico sobreviviente (poco antes en clara decadencia) bajo el efecto de la interrupción de la dinámica liquidadora de la comunidad, resultante de la presencia en el interior de ésa, de la producción mercantil simple. La segunda, el surgimiento (o reforzamiento) de relaciones de producción semifeudales, vinculadas con la retención por deudas o con la coacción física de los indígenas y de sus familias en los ranchos, los cuales adquirían cada vez más las características de la hacienda colonial con sus peones acasillados. Los cosecheros continuaron, aunque en bajos niveles, produciendo tabaco para venderlo a los grandes acaparadores privados de Orizaba (el Estanco fue suprimido hacia 1830),N los cuales proveían a los contrabandistas ingleses. Pero los indios eran relativamente poco numerosos, y muchos de ellos regresaban a refugiarse en sus aldeas, en el seno de su sociedad tradicional. Esto, sin duda alguna, aumentó el precio de los jornales, al disminuir la oferta de brazos. Ahora todos los hombres eran libres e iguales ante la Ley, y ya no existía una legislación colonial que “protegiera” a los indios. Pero, aunque reducida, la demanda de tabaco se mantenía. Por eso los cosecheros se transformaron en rancheros semifeudales-comerciantes e intermediarios, ya que habían dejado de explotar la fuerza de trabajo seemiproletaria y semindígena, como lo hacían antes, y la sometían ahora al interés de sus ranchos, impidiéndole la libertad de movimientos de manera formal (por retención a causa de deudas) o de manera brutal (por coacción). Así, la semiservidumbre repetía formas de semifeudalización tardías, aplicadas en otras regiones

desde los últimos años del siglo XVI en el momento de la decadencia de la institución de la encomienda. Los rancheros pudieron llevar a cabo este proceso gracias, entre otras razones, al hecho de que la Asamblea de la Alcaldía Independiente tenía necesidad de bienes propios para cubrir sus gasto, y para obtenerlos dio primero en arriendo las tierras de la Alcaldía a los nuevos vecinos ricos cultivadores de tabaco, y luego las vendió en pequeñas propiedades de absoluta propiedad privada a quienes tenían más dinero y posibilidades en la comercialización de la planta. Con este sistema regido por la ley del valor, sin ninguna traba “proteccionista”, comenzó un nuevo proceso en la zona; proceso de concentración de tierras en manos de los cosecheros-comerciantes que explotaban la fuerza de trabajo semiservil de los indios tardíamente acasillados. Ésta será la estructura dominante durante todo el siglo XIX hasta mediados de siglo XX. N

247


V. Problemas económicos con fondo político en un periodo de transición: 1821-1870 ÉXITOS, LIMITACIONES Y CONSECUENCIAS DESESTRUCTURANTES DE LA INSURRECCIÓN 1. Los problemas resultantes de la conclusión de la insurgencia1 La revolución de insurrección concluyó como una transacción restauradora del antiguo orden,N pero simultánea a la caída de la dominación colonial directa impuesta por España durante tres siglos. Por causa de que las fuerzas revolucionarias habían sido diezmadas, desarticuladas y reducidas a focos aislados de heróica resistencia después de la muerte de José María Morelos, la última fase de la insurrección significó una reconquista para las fuerzas favorables a la reacción.N Por ello cuando en España la revolución 1 A causa de un lamentable olvido, las referencias bibliográficas de este capítulo se quedaron en México. La mayor parte de los datos fue tomada del Fondo Lafragua de la Biblioteca Nacional de México: G.A.A. Como en el texto original aparecen los números de las notas (presumiblemente, de las referencias), optamos por conservar los señalamientos con una “N”: N. de E.

liberal del Riego amenaza los intereses más reaccionarios de la metrópoli y de las colonias,N el alto clero, los comerciantes ricos, la burocracia militar y colonial, los terratenientes “novohispanos” se alían para declararse independientes de la España liberal; así protegían sus privilegios y dirigían la administración en favor suyo, a la espera de mejores tiempos para traer un príncipe extranjero reaccionario a quien entregar el poder. Por su parte, el ala revolucionaria, bajo las órdenes de Vicente Guerrero, interpretando las aspiraciones de independencia y de mejora social de las masas, estaba consciente de su debilidad material y militar, lo cual la obligaba en lo inmediato a unirse con los reaccionarios a fin de unificar los esfuerzos para conquistar la independencia política total respecto de España. De esta manera se obtendría un objetivo político fundamental de la Revolución insurreccional. Pero al mismo tiempo se abriría el camino para que surgiera de modo directo la contradicción esencial entre las masas y sus opresores directos, antes ocultos por la dominación colonial. 248


Así el pacto “trigarante” firmado entre Guerrero y Agustín de Iturbide en Acatempan dio fuerzas favorables a los reaccionarios, pero también encarnó los objetivos revolucionarios del pueblo mexicano. El pacto “trigarante” fortalece un frente independiente de reaccionarios y de revolucionarios contra un enemigo único por causas diametralmente opuestas: para los reaccionarios, la metrópoli era una amenaza porque en la “Madre Patria” se había formado un gobierno liberal-burgués; para los revolucionarios este gobierno liberal-burgués, aliado potencial contra los reaccionarios, era, sin embargo, el gobierno de una metrópoli contra la cual se había sublevado el pueblo mexicano. Por estas razones cada fuerza, con sus propios objetivos, integró el frente autonomista. Pero esta acción unificada no borraba la contradicción esencial, sobre todo la de clases, entre oprimidos y opresores, entre revolucionarios y reaccionarios; contradicción que no pudo ocultar ni siquiera el entusiasmo más desbordante con que el pueblo mexicano celebró su independencia,N ya que cada clase interpretó y festejó el acontecimiento a su manera. Unos con Te Deum, otros con danzas autóctonas; unos con vinos importados, otros con sotol o chinguirito; unos con la falsa conciencia de la conclusión del proceso, otros con la sensación de que la lucha entre oprimidos y opresores apenas acababa de comenzar. 2. Naturaleza de clases y objetivos de la insurrección La naturaleza de clases de la insurrección estaba determinada tanto por las fuerzas motrices de la revolución (la insurrección en ascenso estaba integrada por

las masas indígenas, campesinos, artesanos, obrerosmineros y obreros-artesanos), como por los objetivos históricos dispuestos a romper el sistema despóticofeudo-colonial novohispano; por ello se proponía romper un orden de explotación de castas, de compulsión de la fuerza de los trabajadores, y sustituirlo por la explotación libre; un rígido orden eclesiástico de adscripción social para, en su lugar, instaurar un orden civil de igualdad jurídica y un orden de independencia políticoadministrativa de una metrópoli directa que permitiera instaurar una entidad política independiente, autónoma y soberana. Por estas razones la burguesía en ascenso logró movilizar amplias masas e imprimir un sello democrático al proceso, gracias a la participación decidida (y por momentos hegemónica) de su ala radical popular.N Esta ala fue derrotada y las masas aniquiladas. En consecuencia, de los tres objetivos básicos, sólo uno se realizó totalmente: el anticolonial, político; la realización del resto fue parcial. En efecto, aunque debilitada, la explotación compulsiva no fue suprimida, se volvió esclavitud, peonaje acasillado generalizado; al mismo tiempo, la afluencia masiva de gente hacia las ciudades aumentó la explotación libre asalariada. Pero a medida que se debilitaba el poder de la sociedad eclesiástico-parroquial (al instaurarse legislaciones avanzadas que establecían un modelo liberal-burgués de una sociedad civil jurídicamente igualitaria), las costumbres, la profunda desigualdad social, la supervivencia de modos de producción precapitalista producían barreras étnicas, lingüísticas y culturales como base para la discriminación casi sociocultural (semejante a la de un régimen de castas) entre las clases. 249


Por otra parte, la revolución burguesa no se propone necesariamente suprimir por completo la explotación del hombre por el hombre sino cambiar su forma y generalizarla siguiendo las nuevas leyes de producción.N Por lo mismo, la burguesía ascendente no es antagónica a la antigua clase dominante, salvo en su aspecto puramente político y dependiendo de la intensidad (y el tipo de alianzas) de la lucha de clases. Así, el sentido real de la revolución burguesa depende de la naturaleza del proceso de origen y de la articulación de la burguesía ascendente con la antigua clase dominante y con los medios de producción. Si en su origen surge como una burguesía comercial y usurera asociada el poder feudo-colonial, y mostrándose como acaparadora del circuito comercial, su futuro desarrollo seguirá estando marcado por su origen y su función económica. Con el advenimiento de la Independencia, la burguesía ascendente independiente (debilitada por el conflicto armado) era una clase débil, conciliadora con el pasado y articulada a éste por los circuitos comerciales, usureros y especulativos. La precaria expansión del mercado interno durante esos años (1825-1850) permitía sobrevivir a casi todas las estructuras precapitalistas anteriores (en otro contexto y otro marco de alianza). Ante la evidencia del poder del clero y de la sociedad eclesiástico-parroquial, los objetivos económico-sociales y (parcialmente) políticos de la revolución burguesa: instauración de una sociedad de libre explotación de la fuerza de trabajo, una sociedad civil de igualdad jurídica y un poder político laico, moderno y soberano, seguían siendo válidos.

3. Éxitos y límites de la insurrección El mayor logro de la insurrección fue la conquista de la libertad política de México. Los beneficiarios de este cambio fueron los terratenientes, que representaban una clase formada por una fracción nueva. Por el contrario, las masas no hicieron más que cambiar de amo; el nuevo resultó aún más cruel que el anterior. Durante la época colonial las Leyes de Indias protegían jurídicamente a las comunidades, por más que las primeras hubieran establecido capas sociales rígidas, cerradas y discriminatorias. En la nueva era pronto se estableció la igualdad (formal) de todos los individuos ante la ley. Pero bajo esta apariencia subsistió durante largo tiempo la más brutal desigualdad real entre las clases, y en detrimento de los trabajadores. La nueva clase dominante tenía pocas diferencias con la anterior, pero presentaba una innovación: el grupo peninsular había sido destruido por el criollo, y éste compartía el poder con el grupo de insurgentes arribistas. Durante todo el periodo (1825-1850) la clase dominante se constituirá con elementos del antiguo clero reaccionario, criollos ricos, mineros, comerciantes y, sobre todo, terratenientes, generales hijos de criollos ricos que durante la lucha armada habían sido realistas antirrevolucionarios,N burócratas, letrados, abogados y generales arribistas salidos de las capas medias, rancheros, muleros y contrabandistas 250


que habían dirigido la insurrección. Estas dos fracciones de la clase dominante firmaron el pacto trigarante, pero respondían a tendencias históricas diferentes. Por ello, y a pesar de los intereses comunes, en el momento de compartir el poder sus relaciones eran tensas y conflictivas, ya que los primeros representaban la conservación y la prolongación del pasado en el presente, pero sin la suficiente fuerza como para imponer su exclusividad; mientas que los segundos expresaban la innovación y la supresión del pasado, sin la fuerza capaz de desplazar a los primeros pero con el apoyo suficiente de las masas como para compartir el poder al menos en las esferas importantes. 4. Efectos duraderos desestructurantes de la insurrección A largo plazo, la insurrección desencadenó procesos irreversibles por su capacidad destructora de las bases materiales, socio-jurídicas, políticas y psicológicas del antiguo mundo despótico-feudo-colonial. Bajo este aspecto negativo, los efectos a largo plazo fueron irreversibles: 1) Diez años de luchas crueles y treinta de inestabilidad provocaron la destrucción parcial de importantes fuerzas productivas materiales erigidas durante los siglos de dominación colonial. Hacia fines de este periodo, alrededor de 700 hectáreas eran irrigadas mediante lagunas artificiales, pequeñas presas locales, canales desviados, arroyos o ríos, ruedas hidráulicas

estanques y acueductos.N Una gran parte de estas obras sufrieron el impacto directo de la guerra civil, y todas padecieron el abandono del pueblo que las dejó deteriorarse, sin tomar ninguna decisión para mantenerlas y repararlas. 2) Millares de cabezas de ganado vacuno, caprino, porcino y caballar fueron consumidas durante la lucha, utilizadas para el transporte y para usos bélicos. Otras, por el abandono del campo y la actividad agraria normal, se dispersaron y retornaron al estado salvaje, mientras que el deterioro del sistema de riego hizo que los ciclos climáticos volvieran más agudas las sequías periódicas que destruían las cosechas y mataban miles de cabezas de ganado, provocando una distribución regional muy desigual de los animales y elevando sensiblemente sus precios como animales de trabajo agrícola. En consecuencia hubo un aumento desmesurado de los precios de los productos agrícolas, obligando a enormes regiones a regresar nuevamente a un estado agro-técnico de cultivo manual, y a padecer hambrunas periódicas. 3) La mayoría de las minas más importantes fue utilizada como fuente de riqueza con fines bélicos; las otras fueron destruidasN y en su mayor parte abandonadas pues la falta de mantenimiento provocó derrumbes, inundaciones y su clausura definitiva. 4) La red de caminos (naturalmente deficiente) así como los puentes, sufrieron también por los abusos y el abandono hasta su total inutilidad. 251


5) Las regiones de intensa actividad manufacturera vieron cerrados sus mercados regionales, se vaciaron de su fuerza de trabajo, carecieron de aprovisionamiento de materias primas, así como de “circulante monetario”.N 6) La lucha arrastró a cientos de miles de trabajadores provenientes de todas las estructuras socio-económicas existentes, los cuales abandonaron sus antiguas relaciones sociales de producción en los pueblos indígenas y comunidades, las haciendas, las minas, las manufacturas y la servidumbre, alejándose de sus costumbres, de su estatus y de las clases sociales tradicionales, lo que provocó en ellos cambios subjetivos, técnicos y sociales. 7) Cientos de los más ricos propietarios “gachupines” (terratenientes y comerciantes) abandonaron su región e incluso el país, llevándose entre 200 millones y 300 millones de pesos de plata,N lo cual minó el poder de la clase dominante, redujo la circulación monetaria y debilitó el carácter dinámico de la “intracumulación” primitiva del capital monetario alcanzada al final del siglo XVIII. 8) El impacto insurreccional debilitó, hasta 1850, el centro despótico mercantilista del aparato colonial y, aunque la administración continuó funcionando bajo las reglas novohispanas, fue destruido su poder centralizador, abriendo paso a un proceso centrífugo de regionalismo. Así la crisis de la estructura provocada por la destrucción y el abandono repercutió sobre la superestructura debilitándola por la falta de fuentes

tradicionales (con métodos tradicionales) de excedente fiscal. Se desorganizaron las finanzas públicas e hizo su aparición la era de los préstamos usurarios internos y externos y del déficit crónico.N El regionalismo se vio beneficiado por la destrucción socio-económica y por la desagregación del centralismo mercantilista y fiscal del antiguo aparato colonial (el sistema). El centralismo vigente se volvió más vulnerable por haber sido modificado. 9) La actividad productiva y la antigua lógica de la acumulación primitiva interna se encontraron obstaculizadas; el importante circuito del financiamiento usurario privado y eclesiástico tradicional (lo mismo que el volumen, tiempo de circulación y costo del circulante) se vieron afectados, generalizándose la escasez, el contrabando y la especulación; se desencadenaron la inflación, la miseria entre las masas, la contracción en el aspecto mercantilista simple (antes generalizado), reforzándose el circuito de autoconsumo y las estructuras agroartesanales. 10) Desde 1821 hasta 1880 el sistema monetario, vinculado a la actividad minera y a su bajo nivel de desarrollo técnico, sufrió un desequilibrio que repercutió en el conjunto del proceso económico-social. El alto costo de la producciónN y la diversidad de impuestos fiscales, derivados del atraso técnico y de la permanente bancarrota de las finanzas públicas, hicieron que aumentara la tasa monetaria, tanto en el mercado interno como en el mercado mundial, provocando una circulación mercantil interna inflexible y una menor demanda ex252


te la misma época se constataba una caída constante del costo y del precio de la plata a causa de los descubrimientos masivos en otros lugares del mundo, de las mejoras técnicas introducidas en la producción,N acuñación y transporte del metal, y de la generalización del sistema moderno fiduciario y bancario que se originó en la banca de Londres.N 5. La anarquía: complejidad del proceso de transición Durante los primeros treinta años de vida independiente, la sociedad cambió en su grado de integración interna de las diversas estructuras sobrevivientes del orden colonial. cuadro 34 Fuente: F. R. Calderón, “La vida económica”.

terna (así como un activo contrabando para reducir los precios de exportación). Cada peso de plata exportado tenía una tasa de 19.42% por encima de su costo intrínseco, por impuestos sobre el valor de uso; y cada peso de plata, en el mercado interno, una tasa de 11.92%, ya que al costo de la plata purificada había que agregar los impuestos (ver el cuadro 34). Esto condenaba al mercado interno a tener una moneda muy cara y, por lo tanto, a una circulación limitada a los valores de uso de gran valor intrínseco, mientras que los valores de uso común y corriente debían ser producidos en circuitos de autoconsumo. Por otra parte esto obligaba a una explotación minera de minerales fáciles de extraer y de elevada ley (escasos en el país), restringiendo la expansión de este sector, en otros tiempos el más dinámico, paralelamente a su nuevo rechazo en el mercado mundial. En éste, duran-

Sobrevivieron: a) la sociedad indígena comunitaria, b) las haciendas, c) los obrajes, d) las minas y e) la sociedad eclesiástica colonial, aunque no con las mismas relaciones ya que gran parte de las comunidades recobraron su autonomía al mismo tiempo que se debilitaba la propiedad rural. La esclavitud desapareció en las plantaciones incendiadas por la revolución; miles de siervos emigraron hacia las ciudades; grandes cantidades de manufacturas desaparecieron ante la afluencia masiva de mercancías extranjeras a bajo precioN y la falta de dinero y de empresarios. La actividad minera se derrumbó a causa de la falta de seguridad, de los elevados precios de los productos agrícolas y de la falta de brazos, no obstante las fuertes inversiones inglesas.N La sociedad parroquial-eclesiástica sobrevivió pero en medio de una crisis de conciencia, credulidad y eficacia, aunque su poder como fuente de crédito usurario, 253


se fortificó ante la desbandada de los antiguos ricos peninsulares: una nueva sociedad civil burguesa estaba en vías de constituirse. En ese momento se produjo un hecho contradictorio: por un lado se interrumpió de manera bastante catastrófica la continuidad del proceso de acumulación primitiva interna del capital novohispano. Pero por otro, el violento impacto de la revolución y la inestabilidad producida contra todas las estructuras arrancó (rápidamente y en forma masiva) a los productores de sus sociedades de autoconsumo. El ritmo de acumulación de la riqueza y de su reinversión productiva no correspondió, en igual proporción ni en significación, a esos despojos masivos. En tanto que aumentaban los desocupados, la riqueza huía al extranjero o se destruía en aventuras bélicas. En consecuencia no hubo nuevas articulaciones productivas de elementos sustanciales de la acumulación primitiva ni un statu quo, es decir, un nuevo orden económico-social, mientras que se profundizaba la crisis de todas las estructuras. Por estas razones se reproducía constantemente el círculo vicioso de la inestabilidad que, a su vez, impedía la normalidad de una nueva estructura, en tanto que se desarticulaban todas las relaciones socio-económicas, configurando así la crisis irreversible (desestructuración) del viejo orden colonial. Esta “disfuncionalidad” generalizada dio lugar a una ola depresiva de larga duración, una especie de regresión económica de los sectores antes prósperos

y una “disyunción” entre las diferentes ramas económicas y las regiones en las que en otros tiempos ya habían comenzado a consolidarse los embriones del capitalismo interno. La inestabilidad social permanente impedía la consolidación de la producción ordenada e incitaba a las masas a la indisciplina (molesta para la burguesía, quien de este modo no podía extraer su plusvalía). La imposibilidad de inversión productiva y la oscilación en las alianzas de clases acrecentaban los conflictos y la desorganización del sistema político. Esta época, por lo tanto, estuvo marcada por el bandolerismo social,N el arribismo político, la especulación usurera, la desocupación y la mendicidad, los levantamientos militares, las luchas permanentes entre las fracciones hegemónicas y el “bonapartismo” de Antonio López de Santa Anna.N La sociedad mexicana era un archipiélago de islotes agitados por continuos sobresaltos. Los acontecimientos cotidianos estaban marcados por la inestabilidad, a modo de trastrocamiento radical de tres siglos de estabilidad en la sociedad colonial: a) Conspiraciones de los peninsulares contra las instituciones. b) Fobia antihispánica que se manifestaba mediante lapidaciones a sus tiendas. c) Motines restauradores del antiguo régimen. 254


d) El peligro de la reconquista por parte de España o de una las potencias de la Santa Alianza.N

(o más), a causa de hambrunas periódicas, epidemias, guerras y las malas condiciones médico-sociales.

e) Disputas entre monarquistas y republicanos a causa de las formas de gobierno por instaurar o por echar abajo, dada la autoconciencia de la posibilidad o de la imposibilidad de autogobernarse.N

De este modo la población, que es la base y la fuerza de trabajo, se encontraba subordinada y relegada a segundo término, y no podía ser útil al proceso económico. Por otra parte el promedio de vida era de 25 años y, sin embargo, la base de la pirámide de población era muy amplia. ¿Cómo esperar un desarrollo mejor? Al mismo tiempo, la densidad y la distribución demográfica eran muy bajas y desiguales, ya que hasta 1847, año de la invasión norteamericana y de la pérdida de 2 millones de kilómetros cuadrados, sobre 4 millones de kilómetros cuadrados vivían 7 millones de personas, es decir, un 1.7 habitantes por kilómetro cuadrado.

f) Ataques de liberales masónicos contra las instituciones religiosas, y respuestas rabiosas de estas últimas desde el púlpito y gacetas ocasionales. g) Ceremonias civiles y eclesiásticas fastuosas, en medio de ditirambos poéticos de los bardos oficiales y festejos anárquicos de las capas sociales bajas de la ciudad.

6. Desigualdad de la distribución demográfica y obstáculos al desarrollo económico

Pero no todos se repartían equitativamente sobre un territorio ideal, solamente en el altiplano central se aglomeraban alrededor de 5 millones de habitantes en un espacio de casi medio millón de kilómetros cuadrados, lo cual llevaba la densidad a 50 habitantes por kilómetro cuadrado. En cambio, el norte era la tierra de nadie, los mismo que las costas; el sureste era la tierra de los mayas. Esta desigualdad geográfico-humana daba un aspecto desarticulado a los “asentamientos”. El centro estaba aislado de sus extremidades y de sus costas a causa de los imponentes contrafuertes montañosos transversales y horizontales.N

Desde 1825 hasta 1850 la población aumentó muy poco, ya que a una tasa de natalidad de alrededor de 40% correspondía una tasa de mortalidad de 30%

De los 7 millones de habitantes, 10% solamente constituía la población urbana aglomerada en 25 ciudades, entre las cuales se destacaban: México (con

h) Llamados a la paz, a la concordancia y a la unidad, mientras que cada fuerza preparaba un golpe o un contragolpe. i) Inquietudes causadas por los rumores de cuartelazos promovidos por los caudillos, cada vez que las arcas del tesoro público (escaso y saqueado por el peculado) no podían pagar los sueldos de las tropas famélicas ni saciar los apetitos de tantos libertadores de la Patria.N

255


200 mil habitantes), Puebla, Guanajuato, Guadalajara y Querétaro (con 50 mil habitantes cada una); en tanto que las otras veinte ciudades pequeñas albergaban en promedio 15 mil habitantes cada una. Pero su situación no era tampoco proporcionada, ya que sólo en el Bajío se ubicaban 10 de las 20 ciudades, mientras que el resto se dispersaba en el vasto desierto rural. De la población restante, 90% se dispersaba en millares de pueblos indígenas, congregaciones, ranchos y grandes haciendas, aislados entre sí, enclavados entre los cientos de valles que encierran las diversas cadenas montañosas de México. Por otra parte, algunos millares de seminómadas vagaban a través del extenso norte como fósiles vivientes de las antiguas tribus pastoriles prehispánicas. Otros cientos de miles integraban las comunidades indígenas, herederas directas de las grandes civilizaciones conquistadas durante el siglo XVI, y rearticuladas en torno a los pueblos, ranchos, haciendas y minas españolas, como carne permanente de explotación. Otros cientos de miles formaban congregaciones y pueblos de mestizos y de blancos, salidos directamente del antiguo “estamento” de las castas, dedicados a la agricultura, a la artesanía y al comercio locales. Otros aún se agrupaban en unas 6 mil haciendas que se habían extendido durante este periodo sobre las tierras comunales y estatales. Así, entre la ciudad y el campo mediaban numerosos obstáculos para una adecuada integración: mientras que el Bajío era la zona de mayor integración a causa de su proximidad, su uniformidad de medio

geográfico, el desarrollo de las vías de comunicación y su densidad demográfica, el resto del país se repartía en zonas desiguales. La desigualdad de las estructuras regionales (remanentes de los modos de producción), la extensión de los espacios libres (desiertos) en relación con la cantidad de concentraciones urbanas, la dispersión de éstas últimas respecto a sus fuentes de aprovisionamiento de los productos agrícolas y manufacturados, la inseguridad y el mal estado de los caminos, la naturaleza agro-artesanal de autoconsumo de diferentes estructuras agrarias y la debilidad de las actividades productivas urbanas hacían que la base material de la acumulación primitiva se volviera estrecha, desarticulada y heterogénea. Por estas razones el país parecía un mosaico de mercados perdidos entre la soledad de los espacios, con un comercio desperdigado en interminables distancias. Junto a esto se acentuaba la huida del comercio hacia las costas; las antiguas rutas que eran el eje del Altiplano perdieron su importancia cuando el centralismo comercial de México fue transtornado por la Independencia. 7. Naturaleza de clases, limitaciones y contradicciones entre liberales y conservadores Al sobrevenir la Independencia se produjo una escisión en el frente anticolonial; en un lado se agruparon todos los “evolucionistas”, los amantes de las antiguas costumbres y de los privilegios, mientras que en el otro se coaligaron quienes aspiraban a cambios radicales, los innovadores y los demócratas. 256


Muy pronto las opciones ideológicas de estos últimos dejaron de ser simples prédicas orales o escritas, para convertirse en programa de acción y de gobierno. Unos y otros proclamaban la independencia del país y su progeso, pero mientras los primeros consideraban a la revolución como nefasta a causa de la destrucción provocada por el conflicto, los segundos creían en la justicia de la violencia. Mientras que los primeros proclamaban la fuerza de un Estado central, de una política económica proteccionista que fomentara la industria sin transformar la estructura agraria tradicional y clerical, los segundos sostenían la viabilidad de un Estado federal, una política de libre competencia, un reforma de la estructura agraria clerical y el impulso por iniciativa individual hacia las actividades de agro-exportación. Los primeros consideraban a los españoles como aliados, y a Inglaterra como una fuente de capitales y de tecnología avanzada, así como una posible aliada frente a las intenciones de la Santa Alianza de reconquistar, en beneficio de España, sus antiguas posesiones americanas ante el avance estadounidense. Los segundos tomaban a los españoles como enemigos mortales, pensaban que Inglaterra quería someter a la América Hispánica y, ante las amenazas de la Santa Alianza, confiaban en el odio y en la xenofobia de las masas (que por esta razón fomentaban), y en la alianza con el país que consideraban como un modelo de virtudes revolucionarias anticolonialistas y de avanzada democrática: Estados Unidos. Los demócratas, basándose en la doctrina Monroe de 1823 –que aseguraba ofrecer su poder de ayuda a todo país latinoamericano agredido por cualquier otro país de ultramar–, no se daban cuenta de las intenciones

expansionistas de Estados Unidos. Los primeros fueron llamados monárquicos, borbónicos, cangrejos y finalmente, conservadores; los segundos fueron bautizados como demócratas, demagogos, radicales, y más tarde, liberales. Desde 1824, durante el primer congreso constitucional de la era independiente, sus posiciones se enfrentaron y finalmente se definieron. Pero no fue sino hasta 1826-1827 cuando se organizaron en dos grandes logias masónicas: los conservadores se integraron en la logia del rito de escocés y los liberales en la del rito yorkino.N Por este motivo unos y otros fueron conocidos por el nombre de escoceses y yorkinos, respectivamente. En el fondo escoceses y yorkinos eran dos fracciones políticas de la misma clase dominante: terratenientes y comerciantes. Pero mientras que los primeros formaban una alianza de clases con los restos del antiguo orden novohispano, los segundos intentaban articular una alianza de clases con los oprimidos y sobre todo con las masas urbanas. Por este motivo, conservadores y liberales compartían alternativamente el poder, firmando pactos y acuerdos a pesar de sus conflictos. Unos y otros formaban la “clase política” (burocracia política) de la época, dentro de la cual, como en una familia, se rompían y se reconstituían los acuerdos. La gran mayoría de la población se mantenía totalmente alejada de la política, en parte porque la derrota de los insurgentes frustró el poderoso ímpetu de las masas, en parte, porque la lucha de insurgencia se había producido con toda espontaneidad y no se dio, a continuación, ninguna organización social arraigada en las masas; pero también porque 90% de los habitantes del país eran campesinos, la mayoría inmersa en medio de relaciones 257


socio-familiares y políticas de control patriarcal-comunal-despótico y parroquial; la mayoría, por lo tanto, vivía alejada de las formas políticas demo-burguesas que comenzaban a operar en la “clase política” urbana y moderna. A todo esto podría agregarse la incomunicación por deficiencias materiales, pero también por barreras lingüísticas y culturales entre los habitantes de múltiples sociedades remanentes de antiguos modos de producción y la importancia decreciente, para no llamarla pobreza, del mercado interno, en compleja transición hacia el capitalismo. Esta circunstancia define un cuadro de fuerzas socio-políticas con el siguiente perfil: del lado de los conservadores se integraban los políticos e ideólogos conservadores, los grupos más tradicionales del alto clero de la era colonial, los poderosos grupos de comerciantes y de mineros criollos, los altos funcionarios civiles, militares y abogados de los aparatos de Estado heredados de la colonia y de la revolución (en el ejército había quienes lucharon leales al rey, con excepciones como el General Bravo,N razón por la cual se los llamó “borbónicos”). En las filas de los liberales se alineaban los políticos, ideólogos y caudillos insurgentes, así como grandes terratenientes, usureros contrabandistas y grupos de pequeños y medianos rancheros,N comerciantes, artesanos, funcionarios y también sectores de arribistas surgidos de las masas urbanas (castas), o desclasados sobrevivientes de familias antiguamente poderosas.N Los conservadores respondían más bien a la antigua clase feudo-colonial, mientras que los liberales se emparentaban con

los proyectos y tendencias de la burguesía ascendente. Pero los propietarios de la riqueza se distribuían entre ambos bandos, lo cual los hacía elitistas, tanto a unos como a otros, respecto de la democracia. Los conservadores blandían el argumento de la democracia igualitaria (entre propietarios, se entiende, es decir, una democracia “censitaria”), en tanto que para los otros la democracia debía funcionar entre todos los hombres iluminados por la cultura. Sin embargo, los respectivos proyectos eran intrínsecamente contradictorios. El proyecto político-económico de los conservadores consistía en hacer instaurar un gobierno fuerte para estabilizar el país y poner a todo el mundo en orden, con el fin de explotar a los trabajadores y crear un sector industrial moderno, pero sin por ello transformar la estructura agraria ni el tradicionalismo y el poder económico clerical; y dependía del capital inglés para alcanzar sus fines. Pero ¿cómo llegar a este objetivo si el mismo Estado continuaba allí, semejante a un viejo mueble inútil del tiempo aparatoso de la Colonia? ¿Cómo romper los obstáculos que paralizaban el mercado interno, única garantía para el desarrollo industrial, sin destruir el poder del clero sobre las “manos muertas” de la riqueza –y sobre todo– sobre las manos vivas de los trabajadores sojuzgados y localizados en economías agro-artesanales y de autoconsumo? Pero el proyecto liberal, correcto en su propósito de crear un nuevo Estado con sus propios aparatos novedosos y funcionales, era también intrínsecamente contradictorio; porque ¿cómo lograr progresar con un Estado nuevo pero exclusivamente guardián, que no intervi258


niere en la economía, con la sola expropiación de las tierras y las riquezas del clero y de las comunidades, abandonando el mercado nacional al libre juego de las leyes económicas del capitalismo moderno, sin pensar en crear un poderoso sector industrial basado en el Estado central, sino sólo un sector comercial y agroexportador? Este doble juego de contradicciones tanto en el interior de cada proyecto como entre los proyectos mismos, era el reflejo de las extraordinarias dificultades que atravesó el país durante los primeros treinta años de vida independiente, en la inseguridad en la que diariamente se debatía, entre un pasado aún vivo y un futuro incierto, porque las clases sociales oprimidas se manifestaban poco y en las clases altas, el empate entre las fracciones dominantes provocaba un círculo vicioso de golpes y contragolpes. LA COYUNTURA MUNDIAL Y LA HISTORIA MEXICANA 1. Las ondas largas expansivas y depresivas del capitalismo industrial La historia de México, de 1770 a 1870, se ve influida directamente por la coyuntura económica mundial determinada por la revolución industrial inglesa y por la Revolución Francesa, que experimentaban, tanto la una como la otra, la transición del capitalismo manufacturero hacia el capitalismo industrial. Esta transición nació y se formó en medio de un prolongado periodo de inestabilidad económica, política y militar en las metrópolis que sirvió de fondo a todos los procesos revolucionarios de América.

El desarrollo desigual del capitalismo se manifestó por el poderío absoluto demostrado por Inglaterra durante todo el siglo XIX, que transformó a España, antigua potencia mercantil, en un país de tercer orden. Por esta razón los países latinoamericanos, y México entre ellos, después de haberse independizado de su antigua metrópoli, se convirtieron en la manzana de la discordia de las potencias capitalistas en ascenso, así como en terrenos de inversión y de aventuras comerciales y militares. De hecho, entre 1825 y 1850 se abre en el comercio mundial un periodo de reajustes, ya que los vacíos dejados por España comienzan a llenarse, pero con titubeos e indefiniciones. En tanto que la potencia industrial de Inglaterra está en su apogeo, y otros países entran en la competencia, los precios bajan y los representantes del capital ofrecen novedosos productos al mejor postor. Este lapso (1825-1850), tanto en el mundo como dentro de México, es un momento de readaptación a otra lógica de producción y de circulación económica. De los siglos vividos bajo el proteccionismo se pasó a la libre competencia, tanto en la economía mundial como en México; de siglos de sujeción y de control se pasó a un utópico libre intercambio; mientras que las viejas estructuras semidestruidas ya no funcionaban –ni siquiera para sí mismas–, el impacto externo las deterioraba aún más, sin, como contrapartida, reestructurarlas. En este sentido, ese lapso transitorrio es un nuevo tipo de integración y de interdependencia con el capitalismo mundial. La economía mundial crece en función de expansiones y contracciones periódicas de carácter se259


cular, decenal (e incluso estacional, en el transcurso de un año). Las ondas de larga duración subordinan a las de carácter decenal y duran alrededor de 50 años, con fases de apogeo (“A”) y otras de depresión (“B”) cada 25 años.N Las revoluciones burguesas mexicanas coincidieron con la presencia de ondas seculares en el momento mismo de la variación de las coyunturas de cambio de las fases de larga duración. Así de 1770 a 1810 se habría presentado una fase “A” de alza generalizada, y entre 1810 y 1850, una fase de baja generalizada (“B”); después, desde 1851 hasta 1873, otra fase “A”; de 1873 a 1896, una nueva fase “B”, y finalmente, de 1896 a 1914, una fase “A”. Las revoluciones generalmente tienen lugar al final de las fases “A”, ya que en el momento en que se presentan estas últimas, los precios oscilan con fuertes inflaciones, agudizando la lucha de clases; los salarios aumentan, flexibilizando el mercado interno; se acelera la producción, las innovaciones descubiertas anteriormente se adaptan y encuentran finalmente su utilidad. Por el contrario, durante la fase “B” disminuyen los precios, se paraliza la producción, se congelan los salarios, aumenta la desocupación y se comprueba una fiebre de migración hacia territorios vírgenes. Las tasas de ganancia caen en forma persistente; se declaran numerosas quiebras. A fin de elevar la tasa de ganancia al nivel buscado por la reproducción del capital, se desencadenan represiones contra las masas, se aplican

innovaciones tecnológicas, se deja penetrar la invasión extranjera y se recurre a la intervención del Estado. En las colonias y en los países sometidos y dependientes, la fase “A” provoca problemas derivados del antiguo orden colonial (verdaderas revueltas anticoloniales), mientras que durante la fase “B” se experimenta la constante invasión de mercancías a bajo precio, la amenaza permanente de invasiones militares y –al mismo tiempo– el cierre de los mercados metropolitanos a los productos primarios agro-mineros, a causa de una baja en los precios de compra y una demanda reducida. Por todo ello, durante la fase “B” los países colonizados se ven sometidos a un marasmo generalizado, no sólo porque sus estructuras caducas ya no resisten la avalancha de mercancías baratas que han invadido sus mercados, sino también –y sobre todo– porque, al no poder ya exportar sus materias primas que han perdido competitividad, entran en un déficit crónico y ya no pueden hacer frente a sus obligaciones, llevando a una excesiva fragilidad la existencia de su tesoro público agotado, de su soberanía nacional y de su unidad política interna. En los países atrasados, y dependiendo del tipo y grado de integración de la división internacional del trabajo, las ondas de larga duración ejercen una influencia interna estimulante (en la fase “A”), o bien una influencia paralizante (en la fase “B”) sobre los sectores más vinculados (o sometidos) al mercado mundial y, a través de ellos, sobre todos los sectores internos articulados por los primeros sectores. Tal sería el caso del 260


sector minero mexicano, cuyo apogeo sostenido hasta 1808, se encuentra en la base de la expansión interna “novohispana”, pero halla su lugar gracias al apogeo del mercado mundial.

que aceleraron la disolución del antiguo régimen y prepararon el advenimiento de la revolución industrial en Inglaterra y la intracumulación primitiva de capital en la Nueva España.

En cambio, de 1810 a 1850 (con excepción de un fallido ensayo inglés entre 1824 y 1828), la caída de los precios y de la demanda mundial de la plata anuló la producción argentífera mexicana. Poco a poco, de 1850 a 1876 la producción recobra su apogeo, y en el último año se halla al mismo nivel que en 1808. La larga depresión de la plata provocada por los factores duraderos y conmocionantes de la insurrección, y reproducida por los efectos de la fase “B” sobre el mercado mundial, fue responsable en gran parte de la desarticulación interna de México, entre la agricultura, la manufactura artesanal y el comercio, todos subordinados a la producción minera. Ésta, a su vez, fue causa y consecuencia de la inactividad, de la desorganización y de la inestabilidad permanente de la sociedad y de la política, de 1825 a 1870.

En los países atrasados y en las regiones precapitalistas de los países industriales, las viejas crisis agrícolas subsisten pero combinadas y subordinadas a otro tipo de crisis: el nuevo tipo de crisis de superproducción industrial, característico de una sociedad capitalista madura.

2. Crisis agrícolas e industriales del capitalismo mundial y sus relaciones con la historia mexicana El viejo mundo precapitalista se veía sujeto a crisis agrícolas periódicas, derivadas de ciclos alternativos de sequía e inundación.N Durante todo el siglo XVIII, particularmente en su último tercio, tanto en Europa como en Asia o en México se manifestaron fluctuaciones agrícolas catastróficas

A partir de 1816, Europa (y más tarde el mundo capitalista en su conjunto) se vio sacudida por catástrofes industriales. Sin embargo, la primera crisis realmente moderna estalló en Inglaterra en diciembre de 1825 y se prolongó hasta 1827.N Estuvo íntimamente ligada con la exportación de capitales ingleses invertidos en préstamos a gobiernos extranjeros y en actividades mineras en América Latina (sobre todo en México). La escandalosa especulación de la Bolsa de Londres hizo que la tasa de descuento de las acciones mineras mexicanas alcanzara hasta 400% de su precio; esto canalizó enormes sumas de dinero hacia la especulación y paralizó el crédito y la inversión productivos, desencadenando en 1826 un violento crack en la industria textil y (a causa de esto) en el comercio inglés con el Oriente y en el resto de Europa (comercio textil y de grano, respectivamente). El resultado fue: violenta inflación, desocupación y miseria entre los obreros, quienes se coaligaron, en cuanto les fue posible, en las primeras asociaciones, conocidas más tarde como cartistas. 261


Más adelante, entre 1836 y 1839, habría de sobrevenir otra crisis que incluyó a Inglaterra y, por primera vez, a Estados Unidos, luego de especulaciones bursátiles sobre préstamos a los gobiernos de Portugal y de España para la construcción de minas y de ferrocarriles, y de una alza enorme del precio del algodón. N Una década después, en 1846, surgiría una de las más profundas y significativas crisis cíclicas del siglo XIX. Duraría cinco años (1846-1851), alcanzando a Europa, después a Estados Unidos (donde desencadenó la invasión a México de 1847, al tratar de buscar, mediante la guerra, una salida al desempleo y la crisis), y a sus respectivas colonias. De paso se mezcló con una crisis agrícola de tipo antiguo y con otras de carácter moderno, como la pérdida de cosechas (en Irlanda, la de la papa, a causa de una plaga de hongos; en Estados Unidos, la del algodón, debida a lluvias torrenciales que provocaron diversas plagas; en Rusia y en Polonia, la del trigo, debida a las heladas durante el invierno de 1846-1847). En 1847 las grandes compañías ferrocarrileras, para concluir sus proyectos de expansión, exigen inversiones complementarias a sus accionistas; el crédito disminuye por efectos de una considerable importación; los alimentos alcanzan precios astronómicos; se eleva la tasa de interés y se produce una intensa especulación que paraliza la inversión productiva. El hecho se complica porque las masas destinan sus ingresos completos a adquirir alimentos, por lo cual el mercado interno manufacturero se contrae hasta el crack de 1848. La conjugación de la crisis agrícola con la crisis industrial y financiera explica la profundidad, la simul-

taneidad y la violencia que desembocaron en la revolución franco-prusiana de 1848, la cual influyó en Marx y Engels para que escribieran el Manifiesto comunista. Poco después, en 1857, una crisis –esta vez corta– estalló en EUA, luego desembocó en Inglaterra y en Europa, y su reflujo, como contragolpe, atacó nuevamente a EUA que se encontraba bloqueado en una guerra civil –1861 a 1866–.N En 1866 aparece una nueva crisis industrial –bastante breve– en Europa, después otra, entre 1869 y 1871, que se extiende simultáneamente a todos los países capitalistas altamente industrializados y desde allí, a todo el sistema mundial capitalista. Se la encuentra en todas las grandes empresas siderometalúrgicas y en los circuitos de las altas finanzas mundiales, vinculada con la bancarrota española, la suspensión de pagos de la deuda pública turca, la de Rusia y la de América Latina (en México, Juárez suspende el pago de la deuda en 1862 y lo reanuda en 1882), cosa que provoca la caída de la tasa de ganancia y el crack industrial. Esta crisis desencadena la Comuna de París y constituye una fase del capitalismo competitivo que sienta las bases para el nacimiento del capitalismo financiero o imperialismo.N Hacía 1873, comienza un largo periodo depresivo marcado por crisis cíclicas cortas como las de 1878, 1882-1884, 1890-1893 y 1899-1902. Así, a lo largo del siglo XIX se presentaron en la economía capitalista mundial las crisis cíclicas, de una duración de seis a once años cada una, cuya influencia en el curso de los acontecimientos políticos y militares se hizo sentir en la 262


historia de México bajo el aspecto de factores acelerados del proceso de transición interna hacia el capitalismo, hacia la consolidación del Estado nacional burgués y hacia la integración con el capitalismo internacional, basada en un esquema de interdependencia desigual. 3. La revolución industrial, la era del acero y el fin de la era de los metales preciosos: sus efectos sobre la historia mexicana El siglo XIX europeo es el siglo de la expansión mundial de la civilización capitalista caracterizada por: a) la gran industria, la urbanización populosa y su triste paisaje de fábricas, contaminado por los desechos industriales; b) la productividad, la rentabilidad y la eficacia como las conquistas más importantes de la razón; c) la máxima ganancia, como el fin supremo; d) la aglomeración obrera, con su secuela de miserias –escandalizantes para la moral burguesa– y explosiones subversivas; e) la exportación, hacia nuevos mercados, de productos manufacturados cada vez más diversos y a precios más bajos; f) la extensión de la “cultura” hacia las zonas de la periferia consideradas “bárbaras”, con su secuela de invasiones militares y sus masacres, justificadas en nombre del espíritu y la libertad de comercio; g) el acero, como el soporte material milagroso de la nueva era, y el vapor como su fuerza motriz; h) la era del capital productivo desplegándose bajo la forma de la civilización industrial del ferrocarril y del vapor; i) la especulación bursátil y el papel moneda; j) las crisis seculares espasmódicas y

decenales, seguidas de febriles actividades económicas y de explosiones revolucionarias. Con la expansión industrial (generalizada a partir de 1830) se cierra el ciclo histórico de los metales preciosos, abierto por la acumulación primitiva del capital (europeo) a partir del siglo XV. De éste a 1792, la expansión del mercado mundial se había basado en el circulante monetario (metálico) del oro y la plata. México desempeñó un papel esencial en esta etapa, ya que del fondo de sus minas así como de los brazos de sus trabajadores, salieron más de los dos tercios de la producción del metal precioso durante tres siglos. Con la revolución industrial, a partir de 1792, Inglaterra suprime el patrón monetario metálico y el respaldo en oro y plata del circulante fiduciario (papel-moneda), abriendo así la era del moderno sistema bancario y monetario –que pronto se impondrá durante todo el siglo XIX– y la etapa histórica de los metales industriales basados en el acero. Esta doble circunstancia (nuevo sistema monetario y nuevo ciclo de los metales) hizo que cada vez los metales preciosos se volvieran menos necesarios y que las inversiones más voluminosas y rentables se aplicaran a actividades siderometalúrgicas relacionadas directamente con la generalización de las redes ferroviarias.N La era del acero bloqueó el desarrollo de la actividad minera mexicana hasta 1870, época en que 263


–gracias a una nueva demanda mundial de metales preciosos, ligada a la apertura del mercado oriental de productos industriales occidentales– la actividad minera recupera su vitalidad pero en otro plano: el de la explotación de minerales industriales integrados en el “mineral argentífero”, empleado éste como corolario.N A partir de 1880 la explotación minera en gran escala se volvió rentable en México, gracias a una importante revolución tecnocientífica en la industria de la minería que permitió una reducción en los costos de producción, la extracción del oro y la plata e incluso de otros minerales de una ley de aleación ínfima y –sobre todo– la utilización industrial de cinco metales que acompañan a la plata. Todo ello debido a la expansión del capital norteamericano en la nueva era del imperialismo.N La era del acero debía traer consecuencias definitivas en la articulación de los países centrales con los países subdesarrollados. En efecto, hasta antes cualquier país podía convertirse en una potencia porque sus relaciones eran simplemente comerciales. Sin embargo, cuando la producción industrial de ciertos países se especializó y se volvió prácticamente exclusiva, los otros se vieron condenados a ser y a seguir siendo proveedores de materias primas, y nunca pudieron llegar a crear fuerzas autónomas productoras de la gran industria. De este modo, sobre la antigua división mundial del trabajo de tipo colonial se instaló otra, más dura, absorbente y totalmente basada en la explotación capitalista de los recursos agromineros y de las masas trabajadoras de

los países subdesarrollados, y en el bloqueo sistemático al desarrollo de la ciencia, la técnica y la industria modernas, condenándolos a una subordinación permanente. Esta rearticulación sobre un nuevo modelo de división internacional del trabajo se habría preparado entre 1825 y 1850; después continuaría sin obstáculos dentro de la órbita del imperialismo.N LA DIFÍCIL GÉNESIS DEL CAPITALISMO MEXICANO 1. Intracumulación primitiva del capital El modo de producción capitalista aparece en la historia cuando las masas (artesanos, campesinos, etc.) se ven despojadas de sus condiciones y medios de vida y de producción. En virtud de este despojo, los productores originales son separados de sus posibilidades de autoconsumo. Sus antiguos medios de existencia son acaparados por otros y puestos a funcionar como condición material de la producción capitalista. Por su parte, y sin tener otra cosa que sus brazos, las masas se ven obligadas –para poder sobrevivir– a vender su fuerza de trabajo como una mercancía, transformándose así en condición social de la producción capitalista. Cuando se amplía continuamente la relación cotidiana entre la base material de la producción como capital constante y la base social como capital variable, el capitalismo se consolida como modo de producción dominante.N En México, el despojo de las masas comenzó en el siglo XVI. Pero las masas despojadas no se liberaron, sino fueron recapturadas como otra condición material.N 264


Por este motivo y a causa también de la naturaleza de la explotación colonial (despótico-feudal), la producción era mercantil pero no capitalista.N Solamente a fines del sigo XVIII aparecieron –pero sin romper la dominación– las bases internas de la génesis del capitalismo:

j) La proliferación del artesanado urbano. k) La urbanización y el esplendor de las construcciones. l) La generalización del comercio y de la actividad de los arrieros.

a) Despojo y liberación de las masas. m) La modernización de la agricultura. b) Emigración y expansión urbana. c) Profundización de la división del trabajo. d) Ampliación del mercado regional-interno. e) Acaparamiento de importantes riquezas monetarias conservadas en manos privadas (la riqueza eclesiástica era un obstáculo para el nacimiento del capitalismo). f) Una nueva estructura social –donde las castas eran el fermento del proletariado, y los mineros y rancheros criollos, las larvas de la nueva burguesía nacional–. Solamente cuando estas nuevas fracciones de clase conquistaron la fuerza suficiente, la riqueza social pudo comenzar a ser invertida (y reinvertida) de manera productiva, como capital interno, propio y autógeno. g) La coyuntura del apogeo minero. h) La expansión agrícola y ganadera. i) La consolidación de los obrajes (grandes manufacturas concentradas).

n) La implantación de las reformas estatales borbónicas al Estado. Esta eclosión de actividad económico-social y la crisis general de la vieja sociedad colonial son la base de la acumulación interna primitiva del capital (intracumulación); condición histórica de una transición hacia el capitalismo que sirve de telón de fondo a la Independencia, hasta 1850-1876, cuando se constituye el modo de producción capitalista dominante en México. 2. México: manzana de la discordia A partir de 1822 se desencadenó en torno a México la competencia entre los países capitalistas, con el fin de colocar sus productos y sus capitales. Esta red de expansión externa coincidió con una urgente necesidad interna de créditos para sanear el Tesoro Público y reactivar la producción minera (considerada –con razón– por los independientes contemporáneos como el pivote del brillante apogeo económico que se le auguraba al país). Inglaterra –muy especialmente– y Estados Unidos se interesaron pronto en México y enviaron 265


importantes agentes diplomáticos oficiosos que prepararon el terreno para el reconocimiento oficial de la Independencia y del país como nación autónoma.N Poco tiempo antes había llegado a México –en octubre de 1822 ( y con carácter extraoficial)– el enviado norteamericano Joel R. Poinsett, expulsado más tarde por Iturbide.N En enero de 1824, M. Canning, ministro inglés de Relaciones Exteriores, manifestó su intención de entablar relaciones con los jóvenes países latinoamericanos y firmar un tratado de amistad, comercio y navegación reconociendo, de facto y de jure, la Independencia de México respecto de España. Después de haberse firmado con Inglaterra un tratado muy ventajoso para esta última, nació en Londres el mito de la plata; difundido primeramente por la popularidad del libro Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, de Alejandro von Humboldt, y en segundo lugar por Lucas Alamán, quien, en ese momento, buscaba febrilmente socios capitalistas en Francia y en Inglaterra para fundar varias compañías mineras en México.N Un poco más adelante, en 1825 llegaba a México el enviado oficial de EUA, el ya conocido Joel R. Poinsett, quien inmediatamente comenzó a armar intrigas con la evidente intensión de extender su país sobre territorio mexicano.N Con una actividad política inusitada, aprovechando la buena fe de los patriotas radicales mexicanos y su admiración hacia EUA como modelo de país anticolonialista, republicano y federal, organizó la logia “yorquina” y se inmiscuyó activamente en la política interna con el fin de obtener

desmesuradas ventajas territoriales. Mas a pesar de la subordinación ideológica de los radicales a Poinsett y a sus presiones, éstos fueron intransigentes en lo concerniente a la integridad territorial... hasta que no tuviera lugar la guerra de agresión a causa del designio expansionista yanqui. En medio de un clima de xenofobia antihispánica, derivado del miedo a la reconquista por parte de España, de los odios fomentados por ingleses y norteamericanos (que trataban de apoderarse del control del comercio) y de la participación política promonárquica de los residentes españoles,N los insurgentes radicales pretendían ganar la voluntad de las masas e impulsar el proyecto federalista y liberal con toda celeridad. En 1828 fueron expulsados de México algunos millares de españoles, dejando vacíos en los circuitos del comercio regional, pronto colmados por una multitud de aventureros y de comerciantes ingleses, franceses, norteamericanos y alemanes, atraídos por el mito de la plata mexicana.N Con ellos nació un nuevo género de relaciones comerciales mucho más avanzadas en la técnica comercial, pero más vinculadas a una mentalidad colonizadora moderna. Pronto las casas y las modas extranjeras dominaron el panorama económico y cultural de la elite urbana.N Con la entrada de nuevos métodos y de estilos diferentes en los negocios, en el mismo momento en que se difundía la idea federalista a ultranza y el centro perdía su hegemonía económica y su control 266


cios eran más bajos, más accesibles a un mayor número de compradores, y eso facilitaba la realización de la mercadería. 3. Nuevas tendencias del desarrollo agroeconómico-minero-comercial exportador en las zonas periféricas Las guerras y los levantamientos movilizan a las masas y empujan a la gente desde las regiones densamente pobladas de la meseta central –el Altiplano– hacia el norte y las costas. Esta amplia periferia está formada por una tierra dura y poco hospitalaria, pero promisoria. Cualquier persona provista de coraje y de iniciativa puede construirse allí un porvenir, si se dedica al cultivo o al contrabando. Las interminables costas desiertas, los largos valles y las altas montañas son el refugio natural de aventureros, malhechores, desertores y rebeldes. Una administración federalista o centralista, cuyo radio de control no alcanza más allá del Valle de México, no puede saber lo que ocurre en su periferia. mapa 16 Puerto de Acapulco, fundamental para México.

administrativo, aparecieron nuevas zonas periféricas de exportación de metales preciosos y de una naciente producción agroexportadora. Los minerales de Zacatecas o de Parral, de Batopilas o de Santa Rosalía, ya no pasaban por México para ir de allí a Veracruz, sino que se enviaban directamente hacia Tampico o Mazatlán.N El camino era infinitamente más corto y menos accidentado; por tanto, los pre-

Ésta comenzó a poblarse lentamente con habitantes diferentes desprovisos de vínculos sociales. Grandes latifundios, restos de las antiguas haciendas novohispanas se debatían en la inseguridad y el aislamiento; paralelamente, surgían otros nuevos en medio del caos, arrancando tierras a las comunidades, a los propietarios ausentes o apoderándose de las “tierras de nadie”. 267


los hijos naturales de estas nuevas tendencias, cuyo florecimiento tendrá lugar después de 1850. Esta expansión periférica tendrá mucho que ver con la creación de una firme base de apoyo al proyecto liberal burgués y con la consolidación de una retaguardia estratégica que será la segunda línea de contra-ataque frente a las invasiones extranjeras y en pro de la consolidación del Estado nacional.

mapa 17 Puerto de Veracruz, fundamental para México.

4. Los grandes proyectos económicos: impulsos y resultados Bajo los destellos del prestigio del mundo europeo se forja, en las elites de México, la imagen del progreso sostenido por el desarrollo industrial, como característica del siglo y base del floreciente porvenir del país. México será fuerte, libre y dichoso, dirá Esteban de Antuñano (el más obstinado e ilustre impulsor de la industria),N si implanta el sistema moderno de fábricas, textiles y siderúrgicas (“sustituir importaciones”, se habría dicho en lenguaje moderno). En la misma época Alamán se asociaba con los ingleses para revitalizar la industria minera, tras lo cual fundaría el “Banco de Avío” para impulsar la industria.N El terreno, sin embargo, era poco propicio, ya que las máquinas modernas no podían instalarse, sin más, en un país atrasado, desarticulado y tecnológicamente inculto. Numerosos caudillos liberales dedicaban sus horas de descanso o sus días de ostracismo a cultivar sus tierras y a explotar a sus jornaleros como cualquier cacique regional. Los puestos del norte y la periferia son

El esfuerzo contra la corriente fue admirable. Los monstruos de la era industrial llegaron, uno tras otro, se instalaron aquí y allá en las minas, montaron empresas textiles, construyeron molinos. Pero pocos lograron el éxito: unos fracasaron a causa de los elevados 268


precios de mantenimiento de sus empresas y de la falta de refacciones; y todos a causa de la falta de competitividad frente al extranjero, y por el hecho de que el mercado interno estaba en sus comienzos. 4.1. Causas y fracasos de la aventura minera inglesa en México Los ensayos más serios para dotar al conjunto de la actividad económica de un nuevo dinamismo estuvieron representados por las inversiones realizadas en la industria minera y por el Banco de Avío. Como ya se ha visto, hacia 1824 Alamán se asoció con empresarios ingleses que, aprovechando las grandes ofertas de capitales disponibles en Londres, destinaron enormes sumas a restaurar –con técnicas modernas– el antiguo esplendor minero mexicano.N En total se formaron seis sociedades anónimas, entre las cuales se destacaron la Compañía Unida de las Minas de México y la Compañía Anglo-Mexicana; en menos de cinco años éstas repartieron sobre México alrededor de 30 millones de pesos; sus inversiones coincidieron con dos acontecimientos absolutamente contradictorios, pero paralelamente explicables: 1) la primera y única administración pública independiente que terminó su periodo de cuatro años de gobierno en México (la de Guadalupe Victoria) y 2) en Inglaterra, la primera crisis capitalista moderna. La instauración de una administración pública estable fue posible gracias al hecho de que las grandes inversiones mineras proporcionaron trabajo a miles de hombres y permitieron la redistribución de ingresos

estimulantes de la joven industria textil y de los nuevos recursos fiscales, abriéndose por allí una efímera recuperación económica y un principio de confianza. En la crisis influyó la gran expectativa de los inversionistas ingleses, creada por la industria minera mexicana, que llevó a una escandalosa especulación bursátil en Londres. En efecto, las acciones de la Compañía Unida y de la Anglomexicana llegaron a valer hasta 400% por encima de su valor nominal.N Varias decenas de millones de libras esterlinas se canalizaron en acciones que dejaban altos y fáciles beneficios; pero todo esto terminó por acarrear la paralización del crédito a las empresas productivas y la brusca disminución de las tasas de inversión en las industrias, hasta alcanzar una situación de quiebra, a partir de mediados de 1826.N En diciembre del mismo año el comercio textil de exportación hacia oriente y de importación de cereales desde Europa Oriental (Rusia-Polonia) se encontró a su vez paralizada. Con un mercado interno en recesión, por el despido de obreros y por los precios muy elevados de los cereales, bastó una falsa alarma –en este caso corrió el rumor de que un bancoN situado cerca de la Bolsa de Londres se había incendiado– para transmitir el pánico a todos los bancos y empresas interesados. Miles de accionistas exigían que las compañías les reembolsasen sus acciones nominales en moneda metálica. La mayor parte de los bancos no pudo saldar las cuentas de sus acreedores. Gran cantidad de bancos y empresas se declararon en quiebra durante 1827. La desconfianza de los acreedores ingleses llegó al colmo a mediados de 1826, cuando las informaciones de los agentes ingleses 269


en México señalaron que los importantes capitales invertidos dos años antes, no sólo no habían comenzado a producir un centavo, sino que todavía faltaba realizar la mitad de los trabajos para poner las minas en buenas condiciones,N desaguarlas y montar laboratorios de fundición, a fin de volverlas aptas para funcionar. ¿Qué había sucedido entre las expectativas ilusorias sobre las riquezas mineras de México, el poderío de la técnica moderna, el fracaso y la quiebra ? Los ingleses y Lucas Alamán confiaban en la fuerza del capital y de la tecnología moderna para devolver su grandeza a la industria minera.N Pero el capital vive de los beneficios y la rapidez con que se recupera la inversión para aumentar la ganancia. Al mismo tiempo, la técnica moderna en materia de bombas para extraer el agua de las minas (surgida con la revolución industrial) habría funcionado bien y a un precio módico, si aquéllas hubieran sido instaladas en un medio productivo adecuado a la racionalidad tecnoeconómica y a su nivel de desarrollo. En México no existía el capital productivo. Sólo existía el capital usurario. Por este motivo la inversión en la actividad minera enriquecía a los prestamistas pero dejaba a los jefes de empresa abrumados de deudas enormes.N Si a este problema le agregamos que la nueva explotación debía –ante todo– reconstruir toda la infraestructura minera destruida durante la insurrección, el tiempo de recuperación de la inversión se volvía dos veces más lento:

a) Por causa de la misma naturaleza de la producción. b) Por causa de la demora en el reacondicionamiento –aunque fuera mínimo– necesario para comenzar a producir. Éste no era el único obstáculo por vencer; había otros de origen estrictamente técnico o histórico. En efecto, las minas mexicanas coloniales (hasta 1880) habían sido construidas según una lógica primitivocolonial, basada en la depredación de la naturaleza y de los hombres, y no en la previsión racional de su uso y de su explotación. Por estas razones nunca se siguió el esquema de ángulos rectos en el sistema de galerías interiores, ni un esquema de optimización del medio natural para el desagüe; ni un esquema de explotación calculado sobre la base de recursos a bajo precio, de las leyes de los minerales, de los gastos de transporte o de la disponibilidad de recursos adicionales. Prevalecieron la abundancia de brazos y la indolencia, lo cual hizo que cuando los ingleses instalaron sus pesadas bombas, éstas no sirvieran para gran cosa ya que las minas mexicanas no eran un sistema de vasos comunicantes, sino cavernas sin comunicaciones entre ellas,N anárquicas, sin soportes ni ventilación. En los alrededores no se encontraba carbón –ni vegetal ni mineral– pues tres siglos de depredación irracional habían terminado por destruir los bosques. Los caminos poco seguros, y además en mal estado, impedían el transporte de las refacciones y de las materias primas auxiliares. En resumen, la aventura minera estaba condenada al fracaso a causa de la lentitud del ciclo productivo del capital, el costo excesivo de la producción y la contradicción irreconciliable entre la lógica de la máxima ganancia (en el plazo más corto) 270


del capital industrial moderno, y su operación sobre un medio y una tecnoestructura corrrespondientes a fuerzas productivas de la era colonial precapitalista. 4.2. El Banco de Avío: palanca del desarrollo moderno La idea de fundar un banco de crédito industrial o de “avío” nació en 1825, cuando Lorenzo de Zavala, admirador del sistema industrial, sugirió a Ildefonso Maniau, alto funcionario de la Hacienda Pública, un plan para desarrollar las manufacturas nacionales, que consistía en lo siguiente: “el Estado proveerá a los artesanos mexicanos de capital, así como de máquinas modernas y del aprendizaje técnico necesarios”.N Sin embargo, no fue el grupo liberal el que llevó a cabo el proyecto, sino el grupo conservador, con Lucas Alamán como principal promotor. De este modo, el 16 de octubre de 1830, bajo la administración centralista del general Anastacio Bustamante, se promulgó la ley fundadora del Banco de Avío. Éste se fundó con un capital de un millón de pesos, extraídos de los impuestos a la importación de tejidos de algodón y textiles. Los fondos se destinaban a la compra y distribución de una maquinaria moderna (sobre todo textil), con un crédito al 5% de interés anual y a precio de costo en beneficio de las empresas que solicitasen el préstamo. Se insistió en impulsar a las empresas siderúrgicas modernas con el fin de construir las máquinas en México.N Durante doce años, en medio de altibajos, se llegó a canalizar un capital efectivo de 650 mil pesos, invertido en múltiples proyectos, algunos de los cuales fueron verdaderos fiascos, aunque 14 de ellos prosperaron y se convirtieron en empresas florecientes.

El General López de Santa Anna decretó su clausura el 23 de septiembre de 1842, pero fundó, el 2 de diciembre del mismo año, la Dirección General de Industrias con el objeto de formar “Juntas de Vecinos” en todo el país –como se había hecho en España 70 años antes, llamándose entonces, Sociedades de Amigos del País–,N las cuales se asociaron para crear, con base en iniciativas individuales, las tan deseadas industrias. La penuria fiscal y el magro presupuesto destinado a su fomento volvió la cosa aún más difícil. Mientras se ponían en marcha los proyectos anteriores, a partir de 1828 José María Godoy, asociado con capitalistas ingleses, solicitaba al Congreso de la Unión el derecho de importar máquinas textiles para tratar algodón y lana; a cambio, se comprometía a instalar mil telares modernos en el país.N Esto, decía, haría prosperar al país y aumentaría los ingresos del Estado. En el Congreso, la representación artesanal del Estado de Puebla, donde sobrevivía la manufactura con todo su antiguo esplendor, rechazó el proyecto, tachándolo de maquinación extranjera tendiente a apropiarse de la industria nacional y de proletarizar a los artesanos. El proyecto fue archivado. 4.3. Obstáculos estructurales para el surgimiento del capitalismo en México Durante el periodo de 1824 a 1850, las diversas iniciativas de industrialización tropezaron con numerosos obstáculos y conocieron pocos éxitos. Entre los obstáculos más significativos se podrían enumerar los siguientes: 271


raleza de la política fiscal (elevados impuestos a la importación), la reducida vigilancia –por la insuficiencia de la administración pública frente a la extensión de las fronteras despobladas–, la presencia de aventureros y la corrupción administrativa hacían del contrabando un oficio próspero, que abatía todas las iniciativas de los empresarios nativos.

figura 28 Antiguas diligencias, hacia 1850.

1) Aunque el país era ya independiente, el aparato del Estado y la política económica (fiscal) continuaban funcionando según la vieja forma del mercantilismo colonial español, lo cual mantenía y reproducía las deformaciones estructurales heredadas, basadas en un estrecho mercado interno para elites urbanas y una amplia economía de autoconsumo, reforzada por la existencia de todo tipo de cargos y obligaciones sobre la circulación interna. 2) Los elevados precios internos de los productos locales elaborados con base en métodos rudimentarios, así como la débil producción y la baja calidad de los productos, empujaban a los consumidores hacia las mercancías importadas, de mejores precios, calidad y novedad en su presentación. Al mismo tiempo, la natu-

3) La descapitalización interna provocada: a) por la transferencia de capitales a causa de la emigración y, más tarde, de la expulsión de las ganancias debida a los intercambios desiguales con los extranjeros; y b) por la descapitalización provocada por el atesoramiento (fortunas enterradas, adquisición de valores refugio como bienes inmuebles, tierras, joyas) de enormes sumas, dada la desconfianza generalizada por la inflación y la inestabilidad política. 4) La característica interna del capital, predominantemente usurario. En efecto, hasta poco después de la mitad del siglo XIX el capital-monetario acumulado correspondía a la etapa de intracumulación primitiva, en fase regresiva. Por ello el capital en manos de los particulares era usurero, especulativo, surgido del peculado, del contrabando y de la expropiación de los bienes eclesiásticos. Sin embargo, el capital eclesiástico continuaba dominando a causa de la supervivencia de los antiguos sistemas de créditos hipotecarios a la agricultura, la supervivencia del diezmo eclesiástico, las donaciones de los fieles ricos y de un comercio próspero: los inmuebles urbanos en poder del clero. Simultáneamente, una estructura económico-social mayoritaria272


mente precapitalista impedía la adecuada formación interna del capital mientras sobrevivían todavía las antiguas formas de acumulación primitiva, en medio de una explotación comercial moderna que drenaba hacia el exterior –por un intercambio desigual– el magro excedente económico. 5) La supervivencia de una antigua estructura económica en quiebra, caracterizada por: a) dispersión de los recursos naturales; b) aislamiento de los mercados regionales (perdidos en medio de vastas extensiones ); c) baja densidad demográfica y su desigual concentración de población; d) desarticulación entre las actividades económicas, dada la estrecha división social del trabajo; e) falta de una red fluvial interna y de una red de caminos apropiadas, con rudimentarios medios de transporte; f) impuestos muy elevados; g) baja productividad debida a instrumentos y medios de producción rudimentarios, artesanales y tradicionales; h) sistema caduco de crédito usurario, prácticamente basado en los bienes de la iglesia; i) destrucción de las fuerzas productivas agrícolas y mineras (que hizo bajar los índices de productos agrícolas, elevar los precios y depender irremediablemente de las crisis agrícolas tradicionales, con sus secuelas de hambrunas periódicas, resultantes de la sequía, de las inundaciones y de una elevada renta absoluta de la tierra que impedía su conversión en agricultura capitalista); j) importación de las materias primas industriales (algodón), que representaba hasta 3/4 del consumo total; k) elevados costos de los transportes locales e imposibilidad de aumentar el rendimiento de la agricultura del algodón para satisfacer la

demanda, así como la deficiencia de los procedimientos para tratarlo (despepitarlo). 6) La supervivencia de la industria artesanal que hasta mediados del siglo XIX producía la mayor parte de los tejidos, ya que la mayoría de las fábricas lo era de materias textiles hiladas. El acoplamiento de los dos sistemas agregaba un obstáculo más al desarrollo capitalista.N 7) Finalmente, la permanente inestabilidad política y social. A pesar de la cantidad de obstáculos, el proceso de acumulación capitalista se abría camino, lenta y accidentalmente. En los mercados urbanos iba naciendo una burguesía con vocación moderna. Poco a poco se modernizaban los métodos de producción y el comercio se integraba a circuitos permanentes. La acumulación originaria avanzaba a medida que se integraba al mercado interurbano. Hacia 1850 se contaban cerca de 50 empresas modernas que funcionaban en cinco regiones del país, especialmente en el Valle de México.N 5. Características de la génesis del capitalismo mexicano a mediados del siglo XIX Las características más significativas de ese proceso de génesis se observan en el desarrollo de la industria textil, y son las siguientes: 273


300 mil pesos; la fábrica Hércules, de Cayetano Rubio, 800 mil pesos; la Magdalena, de Garay en la Ciudad de México, un millón de pesos. Si se toma en cuenta el valor real del peso en esa época (una vaca costaba de 10 a 15 pesos), se puede afirmar que los capitales empleados eran considerables. c) Aparecen poderosos capitalistas mexicanos agiotistas, financieros del gobierno, que le prestaban al 50%, mientras que la tasa de interés para los particulares se elevaba a 23%. Estos financieros se llamaban Antonio de Garay, Cayetano Rubio, Manuel Escandón; pero al principio no se interesaron en instalar fábricas. Se convirtieron en fabricantes años más tarde, cuando descubrieron que la industria textil dejaba un beneficio de 50%. d) En 1837 se instalaron en Puebla cuatro modernas hilanderías, con ocho mil husos; en 1844 había 47 instaladas en todo el país, con 113 813 husos. figura 29.a Máquinas para hilar algodón de los años 1820-1830. Fuente: AGI

a) Hasta 1846, los fondos privados habían invertido en la producción textil alrededor de 12 millones de pesos, mientras que el Banco de Avío canalizaba unos 650 mil pesos. b) La mayor parte de los inversionistas eran de origen extranjero (ingleses y franceses), pero vinculados al país (como propietarios o como empresarios). No tenían relaciones con el financiamiento externo, sino que procedían por iniciativa individual. Una fábrica no podía fundarse sin una inversión promedio de 100 mil pesos. Sin embargo, hubo casos como el de La Constancia, de Antuñano, que costó

Durante mucho tiempo se hiló en las fábricas, en tanto que se tejía según la vieja industria artesanal. En 1843 había en total 1889 telares mecánicos, de los cuales 540 correspondían a Puebla; de los 7 mil telares manuales existentes en todo el país, 1275 estaban en ese mismo lugar; es decir que a esta ciudad le corres­pondía 25% de los telares mecánicos y 17% de los manuales. e) En 1842 estaban parados 2932 husos por falta de algodón, y habían cerrado 5 fábricas en Puebla. El algodón mexicano, producido sobre todo en Veracruz y en Tepic, era de mala calidad y de alto precio; costaba, en 274


su lugar de producción, 22 y 15 pesos el quintal, respectivamente, mientras que en Puebla llegaba a costar 38 y 48 pesos, por los costos de transporte. En contraste, el algodón importado desde EUA costaba, antes de pagar los derechos aduaneros en Veracruz, 12 pesos. f) En 1845 se producían en total 641 182 piezas de tejido de algodón burdo, vendidas por el fabricante a 5 pesos con 5 reales cada una, lo cual representaba un total de 4 606 625 pesos. El costo por pieza había sido, en 1843, de 2.20 pesos, más 1.35 p adicio­nales para gastos e impuestos; los mismos habrían ascendido en 1845 –para las mismas piezas en total– a 1 520 600, y para los otros gastos, 865 595. Si se agrega a esto el precio del algodón, cotizado a 35 p. el quintal, se añaden 31 237 pesos. El costo total, por lo tanto, es de 2 417 432 pesos, con una entrada bruta de 4 606 625 p., lo cual indica una ganancia neta de alrededor de 50%.N g) Hasta 1840 se viajaba de México a Veracruz en diligen­cia, pero el transporte pesado (de carga) continuaba realizándose a lomo de mula. El precio del viaje era muy caro: 50 p. por persona y 10 p. por valija. Se hacían tres viajes semanales por caminos infestados de los bandoleros que Payno volvió célebres en su novela Los bandidos de Río Frío.N h) La población, que ascendía a 6 millones de habitantes en 1810, llegó a los 7 millones en 1845, con un crefiguras 29.b y 29.C Vista frontal de máquinas para hilar algodón. Fuente: AGI 275


i) La maquinaria textil se importaba enteramente de EUA, de Inglaterra y de Francia.N Los precios eran elevados; el transporte y la instalación, caros y azarosos; el salario de los técnicos, prohibitivo; las refacciones, imposibles de ad­quirir con facilidad; los tipos de tecnología para las hilanderías no se adaptaban a cualquier calidad de algodón; la materia prima era escasa y cara; los trabajadores, difíciles de encontrar y además, inexpertos, frecuentemente reclutados por las levas militares. Por este motivo se insistía en que dentro de las modernas hilanderías se tejiera según la técnica artesanal. Así, la fábrica moderna coexistía y reproducía la actividad artesanal.

Figura 29.D Vista frontal de máquina para hilar algodón. Fuente: AGI

cimiento de 25% en un periodo de casi medio siglo, o sea menos de 1% anual. Si se calcula (con exageración) que cada persona hubiera podido consumir diez varas de manta por año, y que en 1850 los telares mecánicos producían 1 231 500 piezas y los manuales, 1 350 000, es decir, un total de 2 581 500 piezas de unas 30 varas como pro­medio (lo cual significa 77 445 000 varas), se puede deducir que la producción era suficiente para satisfacer el mercado potencial. Pero la competencia inglesa era muy fuerte, y la del sec­tor artesanal no lo era menos. En efecto, mientras que en 1867 una pieza de manta mexicana, manufacturada, de la mejor calidad costaba 8.50 p., la artesanal costaba 5 pesos 3 reales. Esto explica por qué motivo había un gran porcentaje de capacidad productiva inutilizada.

La mayoría de las empresas era movida por energía hidráulica y a bajo precio, ya que el vapor exigía carbón mineral (escaso en México, y muy caro si era importado) o vegetal (extremadamente costoso a causa de las talas de bosques y de su bajo rendimiento calórico). Pero el inconveniente de este sistema es que frecuentemente se veía sometido al ciclo estacional de lluvias irregulares (sequía versus lluvias diluvianas) que afectaban el ritmo y el volumen de la producción. j) La agricultura, productora del algodón, era tradicional y no aportaba la cuota exigida por el ritmo de expansión industrial; en 1850 sólo cubría una quinta parte de la materia prima. De aquí también procedía el hecho de que el sistema para desprender los granos del algodón fuera rudimentario, y nulo el control de calidad. 276


obreros especializados. Los jornales que se pagaban en Puebla eran generalmente 50% más bajos que los que se pagaban en otras regiones. La totalidad de los trabajadores estaba formada por 25% de niños, 25% de mujeres y el resto por hombres que trabajaban en condiciones malsanas, por lo general deplorables, sometidos a una terrible explotación. Los técnicos, administradores y directores eran extranjeros, muy bien remunerados. Una parte de los trabajadores estaba formada por artesanos y campesinos que combinaban sus actividades agroartesanales con el trabajo manufacturero estacional.

figura 30 Bandidos en acción, hacia 1850-1860.

k) Durante este tiempo, el mercado del algodón estaba sometido al control de los grandes comerciantes usureros que sobrecargaban los precios con el fin de obtener ganancias excesivas, tanto sobre el algodón nacional como sobre el importado. l) Los trabajadores eran escasos, al principio, limitados y acostumbrados a tener muchas fiestas religiosas en el curso del año. Poco a poco adquirieron una nueva disciplina y hábitos de trabajo industrial. Trabajaban seis días a la semana con jornadas que duraban desde las cinco de la mañana hasta las nueve de la noche, con jornales muy bajos que iban de dos a tres reales por día, en la mayoría de los casos, y hasta tres pesos diarios (24 reales) para los escasos

m) El Estado fijaba impuestos a la industria textil: 1.5% sobre los edificios y la maquinaria, más un real y medio por cada huso en funcionamiento, más el impuesto sobre la importación de materias primas. Pero cada estado (región) –como si fuera un país soberano– recaudaba impuestos de las empresas locales y otros, más elevados todavía, sobre los productos “importados” de otros estados. CLASES Y LUCHA DE CLASES EN LA ÉPOCA DE TRANSICIÓN 1. La clase dominante y sus fracciones en mutación Durante el lapso transcurrido entre 1825 y 1850, la estructura de las clases sociales en México presenta semejanzas contundentes con la antigua sociedad colonial.N Sin embargo, tanto los efectos de la insurrección como la expulsión de los españoles en 1828, la presencia de extranjeros y el proceso general de deses277


En efecto, la supresión de las antiguas leyes proteccionistas y la instauración de la igualdad jurídica de los ciudadanos formales permitieron a los más poderosos explotar a los trabajadores, sin ninguna traba. La anarquía fue la mejor coyuntura para que los más ambiciosos y los más emprendedores, despojados de todo escrúpulo, aumentasen su riqueza, no por medio de mayor producción, sino de la transferencia más rápida de riquezas ya formadas, de las manos de unos a las manos de otros.

figura 31 La clase dominante en México, hacia 1830-1850. El paseo público de la Alameda en la ciudad de México. Fuente: C. Nebel, Voyage au Mexique.

tructuración social, introdujeron nuevos componentes y subrayaron ciertos rasgos de la transición. La clase dominante está constituida, como en el pasado, por los terratenientes y los grandes propietarios mineros, los comerciantes, los manufactureros y el clero. Empero, la mayor parte ya no está formada por españoles; ahora son criollos y mestizos. Visto desde este ángulo, se podría afirmar que, definitivamente, el poder económico de la antigua fracción hegemónica ha desaparecido y que una fracción diferente (aunque ya poderosa desde la época colonial) ha tomado el relevo. Los primeros treinta años de vida independiente fueron una oportunidad excepcional para el incremento de la riqueza de esta clase dominante, a pesar del marasmo económico general.

Esta transferencia y el predominio de otra fracción hegemónica no significaron la transformación de las antiguas relaciones sociales de producción, sino, de manera bastante paradójica, su extensión y su reforzamiento, aunque, por otra parte, sus crisis y la desaparición de ciertas formas de esclavitud. Los sectores de la clase dominante que se fortalecieron fueron el clero, los terratenientes y los comerciantes-usureros, mientras que los manufactureros se vieron debilitados tanto por los trastornos que sufrió la producción como por la competencia externa de los productos ingleses manufacturados y –sobre todo– por el lento, pero sistemático avance de las fábricas modernas a partir de 1830. 1.1. El clero: aumento de su poder El clero aumentó su poder en doble sentido, social y económico, a causa del debilitamiento de la antigua administración colonial despótica-tributaria-centralista y por la ausencia de las antiguas fortunas españolas. De 278


figura 32 El Noroeste. La vida campesina. El volcán Jorullo, en Michoacán. Fuente: C. Nebel, Voyage au Mexique.

este modo, el clero se convirtió en la única fuerza social cohesiva nacional ante la anarquía política, social y económica. Pronto llegó a ser el único hilo común que atravesaba las clases, los sectores económicos, las regiones y las diferentes estructuras económicas-sociales. Desde el punto de vista económico se convirtió en depositario casi exclusivo del crédito hipotecario sobre la tierra, con una tasa de interés especulativa. Por este motivo los efectos dia-lécticos del proceso lo llevaron a convertirse, gracias a su fortalecimiento, en el blanco de todos los ataques y en el principal obstáculo a vencer por partes de la burguesía ascendente. 1.2. Expansión y transición interna de los terratenientes Los terratenientes sufrieron importantes mutaciones en comparación con sus antecesores de la

Colonia; por un lado, debido a la Independencia, ya no podían formar mayorazgos ni adquirir títulos mobiliarios, y por el otro, aunque los nuevos terratenientes procedieran de un estrato plebeyo, gracias a la expropiación de las riquezas del clero, y del apoderamiento de propiedades abandonadas por los españoles, de nuevas tierras y de terrenos de las comunidades indígenas, habían llegado a formar una nueva capa todopoderosa. Sin embargo, un grupo reducido de propietarios criollos, herederos directos de los ricos criollos novohispanos, conservó artificialmente un esplendor cortesano y nobiliario que llegaba hasta el lujo y la prodigalidad.N Pero la capa plebeya, más dinámica y dúctil ante las circunstancias, al mismo tiempo que se extendía sobre las regiones periféricas y reproducía las relaciones sociales tradicionales como el peonaje, se adaptaba a las exigencias del mercado mundial, transformándose lentamente en agroexportadora. Se podría afirmar, por ello, que el siglo XIX fue el de la mayor expansión de la propiedad rural (hacienda).N Pero ésta contenía en sí misma una cualidad contradictoria basada en la combinación de un sector mercantil simple (desarrollado) y un sector de autoconsumo muy sólido, procedente de la época de transición del precapitalismo colonial hacia el capitalismo, en medio del cual se desarrolló y consolidó. Por ello, podía adaptarse con facilidad a coyunturas de apogeo mercantil lo mismo que a coyunturas depresivas de reconstitución del autoconsumo. Entre 1825 y 1850, el proceso incluyó un complejo derrumbe del antiguo esplendor mercantil simple del Altiplano, y 279


más tarde se convirtieron en una especie de banqueros del Estado. Especularon con la bancarrota permanente del Tesoro Público, el peculado, el contrabando, el hambre periódica de las masas –provocada por las tradicionales crisis, muy frecuentes en esta época–; la falta de metálico –a causa de la decadencia minera–; los elevados precios de los productos y de las materias primas –por el deterioro de los caminos y su inseguridad–, y por último con la ausencia de un sistema de crédito moderno.

figuraS 33 Clases sociales urbanas. Ciudad de México, 1830-1850.

simultáneamente el avance del carácter de autoconsumo de la economía, pero al mismo tiempo la expansión de la propiedad rural hacia las regiones periféricas, situadas en el cruce de las tendencias centrífugas que permitirían, poco después de 1850 (con el cambio de la coyuntura hacia una nueva fase expansiva del mercado mundial), rearticular éste sobre la base de un modelo agroexportador. 1.3. La burguesía comercial-usurera todopoderosa Los comerciantes y usureros particulares, aunque menos numerosos y de distinto origen que los de la época colonial, se enriquecieron de todas maneras;

A medida en que aumentaba el poder de esta fracción hegemónica tradicional (nueva en el sentido de que era la heredera de los peninsulares), se presentaba un nuevo proceso de reconstitución de la burguesía nacional, sostenido por la aparición de ricos pueblerinos, vinculados con el contrabando y la arriería; las capas medias urbanas, los caudillos arribistas y la naciente inteligencia, formada por los profesionales liberales, los políticos profesionales y los periodistas. Durante este periodo surgió una nueva fracción: los empresarios industriales, cuyas alianzas, durante esta etapa, se articulan en torno a la fracción tradicional usurera y a la de los terratenientes, ya que esto les garantizaba, durante el centralismo, apoyo, protección y seguridad para sus negocios. Sin embargo, a mediados del siglo usureros y fabricantes van a desplazar su alianza hacia los liberales, cuando se consolida la hegemonía política y social de la burguesía y se instaura el Estado nacional moderno. 280


Los nuevos amos habían olvidado su antiguo espíritu cristiano y se movían, cada vez más, sólo por su sed de lucro. Por otra parte había frecuentes hambrunas seguidas de pestes, levas militares y despojos. En las zonas rurales, aisladas y sujetas al autoconsumo, la ley estaba hecha para el más fuerte. Por eso los caciques aplicaban la violencia impunemente y se convertían en amos de las masas. El hecho de que las haciendas se extendiesen hacia nuevos territorios poco poblados, hacía resurgir la antigua necesidad –ya conocida durante el siglo XVII– de retener (acasillar) a los trabajadores rurales y someterlos, gracias al sistema de las deudas y de las tiendas de raya, a una doble explotación, en la producción y en el consumo. Los obreros agrícolas temporales, en otro tiempo muy numerosos, se dispersaron, concentrándose en la ciudades o huyendo del campo, donde con frecuencia se incorporaban en bandas de asaltantes.N figuraS 34 Clases sociales urbanas. Ciudad de México, 1830-1850.

2. Las clases oprimidas

2.2. Las masas urbanas

2.1. Las masas rurales

Por su parte, las masas urbanas se ven sometidas a nuevas tendencias. El artesanado sobrevive en medio de mutaciones lentas pero irreversibles, ya que la competencia externa mina sus fuerzas, en tanto que una contracción importante de la economía mercantil simple lo obliga a sobrevivir precariamente mientras que poco a poco se instalan fábricas modernas.N Durante el periodo 1825-1850, como las empresas son en su mayor parte hilanderías, su expansión provoca el retorno del artesanado tradicional del tejido, pero aho-

Las clases oprimidas habían visto surgir algunos cambios: se había liberado a los esclavos y las castas habían sido poco a poco suprimidas. Pero tanto los campesinos indígenas de las comunidades como los peones acasillados habían cambiado de amo y visto empeorar su situación, pues ahora, por ser libres e iguales ante la ley, jurídicamente no existía ningún mecanismo institucional que los defendiera.

281


zonas de actividad minera que se reactivan lentamente después de 1850.N

figura 35 Capas medias, soldados y trabajadores. Ciudad de México, 1840-1850. Fuente: C. Nebel, Voyage au Mexique

ra incorporado en la fábrica moderna y no tanto en los talleres familiares. Durante este tiempo la inestabilidad socio-política generalizada incide sobre la separación de las masas respecto de sus antiguas condiciones de vida y de producción. Miles de personas se aglomeran en las ciudades, donde se dedican al pequeño comercio, al artesanado y al trabajo industrial; estas actividades llegaron a contar, hacia 1850, con 11 mil personas en todo el país. En este momento abundan miles de desocupados, malhechores, mendigos y “subempleados”.N 2.3. La igualdad jurídica: la maldición de los trabajadores El proletariado minero se dispersa y luego se concentra, aunque en menor cantidad, en las escasas

Durante esos años las masas campesinas y urbanas ven transformarse el viejo régimen colonial –de pósitos, alhóndigas y hospitales de beneficencia con mentalidad caritativa– en ausencia de protección, igualdad jurídica y sed de ganancia que se desencadenan furiosamente contra su vida, contra su tiempo vital (durante las largas y duras jornadas) y contra el bajo nivel de sus salarios, hasta volverse verdaderas maldiciones cotidianas. Son frecuentes las insurrecciones rurales y los motines, en los cuales se mezclan confusamente los combates de la gleba precapitalista con las luchas “clasistas” modernas en proceso de aparición, derivadas de la nueva disciplina manufacturera, duramente impuesta por la expansión capitalista, hasta crearse un verdadero proletariado moderno entre 1860 y 1876.N 3. La lucha de clases se caldea: golpes y contragolpes, rebeliones e invasiones 3.1. La era de Santa Anna El periodo de 1824 a 1825 es caracterizado por Alamán como el de “la historia de las revoluciones de Santa Anna”.N Motines, pronunciamientos, rebeliones e invasiones llenan las páginas de la historia de este tercio de siglo. En efecto, en diciembre de 1822, Santa Anna se levanta en armas contra Iturbide, enarbolando la bandera de la República, en defensa de la libertad 282


conspiración fallida dio lugar a una ola popular antihispana y a la expulsión de varios miles de españoles. El 23 de noviembre de 1825, el Vicepresidente de la República, General Bravo, se rebeló contra el Presidente Guadalupe Victoria, quien llamó a Vicente Guerrero para combatir a los rebeldes, derrotarlos y expatriarlos.N

figura 36 Capas medias, soldados y trabajadores. Ciudad de México, 1840-1850. Fuente: C. Nebel, Voyage au Mexique.

que negaba el régimen monárquico y despótico. Durante este levantamiento fue derrocado Iturbide, se instauró el Congreso Constituyente y se proclamó la primera Constitución republicana y federal de la época independiente y el primer gobierno constitucional: el del Presidente Guadalupe Victoria (1824-1828). El 18 de noviembre de 1825, después de algunas escaramuzas y del cañoneo de Veracruz, la última guarnición española, acantonada en San Juan de Ulúa, capitula.N Pero el temor a una reconquista por parte de España se conjugaba con cierto estado conspirativo de los residentes españoles que, guiados por el sacerdote Arenas, intentaron un levantamiento en 1826. Esta

En 1828 es elegido Presidente de la República el general Gómez Pedraza. Los partidarios de Guerrero ignoran el resultado de las elecciones. Santa Anna se pronuncia el 16 de septiembre de 1828 en favor de Guerrero, y se extiende la rebelión con Zabala y Lobato. Después de ocupar la capital, desencadenan el saqueo e incendio del Parián, antiguo mercado de los ricos comerciantes españoles de ultramar.N En abril de 1829 Guerrero es nombrado presidente por un congreso dócil. En septiembre de 1829, se materializa el intento de reconquista española mediante el desembarco y la derrota del brigadier Isidro Barradas en Tampico. Santa Anna encuentra su renombre que le durará hasta después de su muerte, por haber triunfado en condiciones totalmente azarosas, y en gran medida por el hambre, la debilidad y la imprevisión del enemigo.N En diciembre del mismo año, el General Anastacio Bustamente, Vicepresidente de la República, se levanta contra Guerrero, al que derroca y hace fusilar cobardemente el 14 de febrero de 1831, después de haberle tendido una trampa. 283


ro, firma un armisticio que reconoce la Independencia. El gobierno “provisional” mexicano desconoce el pacto, el 20 de mayo de 1836, y reanuda el conflicto.

figura 37 La era de Santa Anna.

El 2 de enero de 1832, Santa Anna se pronuncia contra Bustamante, llega a derrocarlo; después lleva provisionalmente al general Gómez Pedraza al poder, y luego se hace elegir Presidente de la República, con Valentín Gómez Farías como vicepresidente, el cual decreta una serie de medidas liberal-reformistas pronto desaprobadas por Santa Anna. Éste da marcha atrás, expulsa a Gómez Farías, se vuelve hacia los conservadores y decreta, el 23 de octubre de 1835, la República Central.N En 1835 Texas declara su separación de México, impulsado por Estados Unidos. Santa Anna se coloca a la cabeza de un ejército para retomar el control de la región y expulsar a las tropas de EUA; es derrotado en abril de 1836 sobre el Río San Jacinto;N Santa Anna, prisione-

En pleno clima de guerra el general Anastacio Bustamante es elegido Presidente por segunda vez, en 1936. Durante el mes de mayo de ese mismo año en San Luis Potosí, se subleva el general Esteban Moctezuma, pero pronto es puesto bajo control. En marzo de 1838, cuando México apenas acaba de salir del conflicto con Texas (EUA), la marina de guerra francesa bloquea y cañonea Veracruz. Esa fue la “guerra de los pasteles”N –que durante casi un año impidió un tráfico comercial adecuado– pretextando reclamos económicos, pero con intenciones colonialistas. A causa de las rivalidades entre Francia, Inglaterra y EUA (que México explotaba en su favor), el conflicto se arregla en mayo de 1839, con el reconocimiento, por parte de México, de una deuda de 600 mil pesos y el retiro de las naves francesas del puerto de Veracruz. En 1839, en diversas regiones del país se levantaron jefes liberales contra Bustamante y Santa Anna. Los primeros fueron derrotados en Tampico y Acajete. El 5 de julio de 1840 Valentín Gómez Farias y el general José Urrea se sublevan en la ciudad de México: son derrotados y expatriados. Un año más tarde, Santa Anna regresa como Presidente de la República, instituyendo el 6 de enero de 1843 la segunda República Centralista.N 284


en Guadalajara Gómez Farías y el general Mariano Salas, derrocando a Paredes y elevando a la presidencia de la República a Santa Anna, el 6 de diciembre de 1846. En febrero de 1847 Santa Anna es derrotado por los norteamericanos en Angostura; más adelante éstos toman Puebla el 15 de mayo de 1847. El 27 de febrero de 1847, ante la política liberal-reformista de Gómez Farías (de confiscación de los bienes eclesiásticos) para hacer frente a las urgencias económicas y militares del Estado mexicano y expulsar al invasor, el clero apoya la sublevación de los “polkos”, Santa Anna recobra el poder, destituye a Gómez Farías y deroga la ley de confiscación. figura 38 El puerto de Veracruz después del bombardeo de los cañones de la flota francesa, 1838.

En 1840 el coronel Santiago Imán se subleva en Yucatán, proclamando una república federalista que se reintegró al país en 1843. En noviembre de 1844, se sublevó, a su vez, el general Mariano Paredes Arrillaga, cosa que aprovecha Santa Anna para cerrar las cámaras de diputados y de senadores, pero éste fue derrocado y enviado a prisión hasta 1845. El 14 de diciembre de 1845 se levanta de nuevo en San Luis Potosí el general Paredes Arrillaga. Se hace dueño del poder en enero de 1846. El 13 de mayo de 1846 EUA declara la guerra a México, y en pleno conflicto internacional se sublevan

La capital (México) capitula el 14 de septiembre de 1847 y los invasores yanquis pueden imponer, el 2 de febrero de 1848, un oneroso tratado de paz, en Villa de Guadalupe Hidalgo, por el cual México pierde 111 882 leguas cuadradas (2 100 000 km2).N En mayo de 1847 se desencadena una rebelión indígena, “campesina”, en Yucatán, que fue ferozmente reprimida. Yucatán, finalmente es reintegrado a México en 1848.N El 3 de junio de 1848 el General José Joaquín Herrera se convierte en presidente de la república. Pronto tuvo que sofocar la rebelión del cura Cenobio Jarauta y del general Mariano Paredes en Guanajuato. 285


denciales, definitivas o interinas; cada una duró como promedio unos ocho meses. Durante esa misma época se dieron cien levantamientos militares, motines y rebeliones, a razón de una cada cuatro meses. Santa Anna gobernó el país en once ocasiones, cinco veces con los liberales y seis con los conservadores. Se ensayaron tres constituciones y tipos de régimen de gobierno diferentes: un liberal y dos centralistas. El país conoció cuatro invasiones militares extranjeras de gran envergadura, una de las cuales, la yanqui, re­sultó funesta. La situación política era de permanente inestabilidad. 3.2. La anarquía: expresión de la lucha de clases en el proceso de génesis del Estado nacional

Mapa 18 La invasión de Estados Unidos a México y el cambio de fronteras,1846-1847.

En octubre de 1852 los conservadores se sublevan, proclamando el Plan del Hospicio que, tras derrocar a Arista, impuso en 1853 a Santa Anna; éste gobernó como déspota oriental, vendió la “Mesilla” a EUA por 10 millones de pesos y se entregó al derroche.N

Se puede caracterizar a la inestabilidad como una larga serie de escaramuzas destinadas a preparar los enfrentamientos de­cisivos entre las clases antiguas y la nueva burguesía, los cua­les se suceden casi sin tregua desde la revolución de Ayutla (1854-1856), la guerra de Reforma (1858-1861) hasta la guerra popular nacional antiintervencionista (1862-1867).N

En 1854 estalla la Revolución de Ayutla que derrocó nuevamente a Santa Anna en 1855 y abrió las puertas a la Constitución Liberal de 1857 y a las guerras de Reforma.N

Estos tres últimos conflictos, vinculados por la lógica interna derivada de la necesidad de consolidación del Estado nacional burgués, se convirtieron en una verdadera fuerza centralizadora, después de haber roto la columna vertebral del poder ecle­siásticomilitar tradicional.

Durante el lapso transcurrido entre 1824 y 1855, se vio desfilar por el poder a 45 administraciones presi-

Durante doce años de confrontaciones sucesivas, todas las energías colectivas giraron en torno a un solo eje: 286


figura 39 Wienfield Scott, jefe de la flota estadounidense, autor del bombardeo a Veracruz en marzo de 1847.

¿cómo —en definitiva– vencer al opositor? Durante la lucha las opciones liberales radicales llegaron a ganar para su proyecto a las fuerzas decisivas: las masas y la burguesía. Por esta razón pudieron imponerse a la tradición y a la intervención extranjera: pe­ro el país estaba agotado, las masas fatigadas y la burguesía, triunfante en la política y en la ideología, era dueña, sin competencia, de la riqueza y de la política económica del nuevo Estado. 4. Las invasiones extranjeras: una de las condiciones del desarrollo de la nación y de la hegemonía burguesa Las invasiones extranjeras desempeñaron un papel decisivo en la movilización voluntaria o forza-

da de decenas de miles de hombres arrancados de sus estructuras originales, obligados a someterse a una disciplina, a recibir un salario miserable, a deambular a través del país, a batirse por un ideal patriótico todavía indefinido, a aprender el manejo de las armas, etcétera. Los antiguos campesinos, transformados en soldados, morían durante las guerras por la peste o por el hambre, pero era raro que regresaran, si sobrevivían, a su pueblo o a su actividad de origen. Generalmente iban a engrosar el populacho urbano o el “pueblo” de las minas o se instalaban en “tierras de nadie” como campesinos libres. Al mismo tiempo que se transformaban en desarraigados y en potenciales proletarios, aprendían las nociones de patria, de heroísmo, de nación, de libertad, de igualdad y de iniciativa individual. Esta cantidad de cambios sociales y psicológicos formaban parte del proceso de nacimiento del pueblo y de la nación mexicana. Durante este mismo periodo los dirigentes políticos y militares de ese mismo pueblo aprendían, a su vez, a dirigir, a organizar (manipular) al pueblo en formación, en función de las necesidades políticas de la burguesía en ascenso. Es por esto que las guerras “antiintervencionistas” contribuyeron, no sólo a constituir la nacionalidad, sino también a dar a las masas un sentimiento de autonomía y de iniciativa, y a la burguesía, un sentimiento de capacidad nacional, una autoconciencia histórica y una hegemonía sobre las masas, hasta consolidarse como clase dominante con una sólida conciencia de su capacidad de dirección del Estado y de su autoridad moral sobre el pueblo.N 287


BASES HISTÓRICAS DE LA FORMACIÓN DEL ESTADO NACIONAL 1. Las reformas borbónicas al final de la Colonia A fines del siglo XVIII la Corona española implantó en la Nueva España diversas reformas, con el fin de rentabilizar su principal fuente de economía y asegurar su dominio sobre la colonia frente a la competencia de las otras potencias y el ejemplo anticolonial de Estados Unidos.N Entre las reformas administrativas se destacan, por su importancia, la instauración de un sistema fiscal, de un aparato administrativo y de un ejército permanente. Se puede señalar, a grandes rasgos, que el caos y la irracionalidad de la antigua Real Hacienda (el Tesoro Real) disminuyeron; se cambió el antiguo sistema de “oficios vendibles y renunciables” que consistía en vender las plazas administrativas al mejor postor y en arrendar la administración de las rentas a los usureros,N por la instalación de funcionarios eficaces, técnicos contables a sueldo del Estado (que podían ser reemplazados en cualquier momento), los cuales tomaban bajo su cargo el poder público de recaudación, control y funcionamiento del sistema fiscal. Se procedió de este modo al establecimiento de reglas precisas y claras, a un riguroso control, a la vigilancia y el “registro” sobre la base de procedimientos racionales y del empleo de la contabilidad doble o “técnica de balance”.N Se procedió al recuento de los contribuyentes; se estableció un nuevo (“organigrama”) programa de organización del funcionamiento y la integración de las diversas ramas;

se establecieron nuevos impuestos y se suprimieron otros. Este nuevo sistema hacendario –nuevo en relación con el antiguo sistema colonial– requería un aparato constituido por varios centenares de funcionarios, una legislación y un trabajo dinámico y de especial calidad en medio del viejo estado colonial. Asimismo, una delimitación estrictamente administrativa (territorial) llamada intendencia que sirvió de criterio para dividir la colonia.N Las intendencias (doce en total) permitieron ...una mejor distribución del territorio en jurisdicción políticas y económicas y por lo tanto una vigilancia más estrecha e inmediata sobre los contribuyentes y... la actividad económica, en general, lo que hizo más efectivas las recaudaciones.N

El nuevo sistema fiscal se basó en una clara concepción colonial, ya que la recaudación (fiscal) consistía en impuestos a la importación de toda mercancía que no fuera española, sobre la exportación de los productos coloniales y –sobre todo– al consumo interno de la gran masa, conocidos como “alcabala” (tributos en dinero a la Corona), y en la exención de impuestos sobre las herramientas, instrumentos y materiales auxiliares empleados en la explotación minera. Su implantación provocó diversos tumultos que fue necesario reprimir, y también un rápido aumento de los ingresos fiscales, hasta un punto difícilmente imaginable.N Este sistema funcionaba porque la economía novohispana desplegaba en su conjunto un intenso proceso de acumulación primitiva de capital, eviden288


ciado por la expansión de la actividad minera, de la agricultura, el comercio y la manufactura.N Así como la sociedad colonial –parroquial– controlaba de una manera adecuada las costumbres, la mentalidad y el tiempo vital de los trabajadores, éstos, a pesar de los grandes abusos sobre su nivel de vida, obedecían y contribuían a su existencia. Con el crecimiento de los ingresos fiscales, el Tesoro novohispano pudo agrandar la burocracia colonial y conferirle mayor eficacia, centralización y organización de su superestructura, hasta hacerla llegar a los confines del vasto territorio novohispano y configurarla como un cuerpo implantado territorialmente sobre un dominio exclusivo. Sobre este esquema se realizó la división territorial administrativa después de la Independencia, y es el que se conserva en la base de la actual división territorial de México. Fue necesario, entonces, instaurar un ejército permanente de carácter colonial (soldados de la metrópoli, fuerza de ocupación) combinado con cuerpos de voluntarios nativos, hijos de ricos terratenientes (milicias provinciales), para afrontar el creciente número de revueltas e insurrecciones populares, así como el peligro de invasión, amenaza perpetua proveniente de otras potencias. Con la instauración de estas nuevas instituciones del Estado la administración colonial tomó un

carácter más moderno. A través de ellas, y sin habérselo propuesto, la Corona española echaba las bases de su propia perdición. En efecto: la institución fiscal sirve para transferir al Estado una parte de la plusvalía, engendrada por las masas, para la reproducción de la burocracia, el pago del ejército, la inducción a una política de fomento para la acumulación del capital y el sostenimiento en el poder de la clase dominante. El instrumento armado sirve para conservar el orden público necesario para un tipo y un nivel de explotación de las masas por una parte de la clase dominante, y para mantener la exclusividad de ésta sobre un terreno sin competencia donde ejercer su opresión. Así, el aparato fiscal y el aparato armado son instrumentos del Estado, a través de los cuales una clase dominante ejerce abusos contra reclamos y luchas de los dominados. Sin embargo, estas bases son elementales e ineluctables para la formación del Estado nacional moderno. La antigua clase colonial no podía evitar que los criollos y los mestizos fueran reclutados como funcionarios y oficiales. De este modo, la fracción criolla (nativa) de la clase dominante aprendió a administrar, dirigir y organizar la sociedad a pesar de los fines colonialistas con los que fueron creados estos aparatos de estado. 2. Supervivencia y reestructuración del aparato del Estado colonial en el Estado mexicano independiente Tras el advenimiento de la Independencia, a partir de 1824, después del corte del cordón umbilical entre 289


México y España y de la destrucción de la vieja administración colonialista, sobrevivieron –semimodificados– sus antiguos aparatos de Estado (su régimen administrativo). Entre los comienzos de la Independencia y el momento de la fundación del Estado nacional burgués, durante un lapso que duró cuarenta años, hubo un largo proceso de transformación del poder de la clase dominante, de las alianzas de clase, de la hegemonía político-cultural, de la sociedad parroquial en civil; de los aparatos del Estado, del ejercicio real de la soberanía del pueblo, de la nación de los valores dominantes y de la estructura económico-social. Este proceso de transformación desplazó la hegemonía político-económica de la fracción peninsular de la clase dominante (terratenientes, clero), pero no lo suprimió. La Independencia no instauró automáticamente un nuevo tipo de poder aun cuando, a partir del Congreso de 1824, se implanta una nueva forma constitucional de éste ya experimentada desde 1820 con la instauración de los Cabildos Municipales y Monárquicos.N El poder sigue estando, en el fondo, en manos de los viejos criollos: los latifundistas, el clero, los ricos propietarios mineros y los usureros. Sin embargo, la lucha revolucionaria de 1810-1821 dejó su huella y elevó a algunos caudillos insurgentes, representantes indirectos de los oprimidos y de la nueva clase (la burguesía) en ascenso. Los viejos criollos, representantes de la antigua clase dominante, debían aceptar una nueva correlación de fuerzas determinada por la ausencia de la fracción hegemónica anterior (peninsular) –derrotada y expulsada por la revolución– y por la presencia de los

caudillos populares (debilitados por la derrota durante la última fase de la insurrección). 2.1. Bases antiguas y modernas del “presidencialismo” despótico De esta situación se deriva el hecho de que la Constitución de 1824, después de haber instaurado una república democrática federal y una forma de Estado democrático-liberal, erigido sobre una arquitectura constitucional basada en la división ens tres poderes, haya implantado, en realidad, un poder presidencial despótico, copiado de la constitución española de Cádiz (1812 y 1820) que consagraba un régimen monárquico-constitucional en España. La constitución mexicana de 1824 instauró un sistema presidencialista porque: a) El Presidente era elegido por los legisladores locales y no por el Congreso Federal, ante el cual no era responsable políticamente. b) Ni el Presidente ni sus secretarios podían formar parte del Congreso. c) El Presidente nombraba y cambiaba libremente a los secretarios de su gabinete; éstos eran responsables –políticamente– sólo ante él. d) La voluntad del Presidente planeaba por encima de la oposición de las Cámaras, cualesquiera fuesen sus decisiones. 290


e) El Presidente era el depositario del poder global del Estado.

a) El recuerdo del terrible levantamiento de las masas contra los propietarios.

f) El Presidente era el jefe supremo del ejército (al que no podía comandar personalmente sin el acuerdo del Congreso).

b) El riesgo de la poliarquía y del desmembramiento de la nueva nación por la autonomía de los estados.

g) El Presidente era el depositario exclusivo de la política internacional con la aprobación del Senado. h) El Presidente decreta y se encargaba de las inversiones oficiales. i) El Presidente nombraba a los jueces propuestos por la Suprema Corte. j) El Presidente disponía de la facultad de veto ante los demás poderes. k) El Presidente disponía, por ley, de amplios poderes. l) El Presidente disponía sobre la publicación y la ejecución de las leyes. m) El Presidente tomaba sus decisiones frente a un Congreso compuesto por dos cámaras, es decir, frente a un poder dividido.N Los constituyentes de 1824 (casi todos criollos ilustrados –ricos propietarios–, en su mayor parte conservadores) tenían muy fresco el recuerdo del régimen colonial absolutista de Iturbide. Sin embargo, tres amenazas se cernían en el horizonte político:

c) El peligro inminente de una posible reconquista española o de la invasión armada de otra potencia. Al recuerdo de un estado colonialista y monárquico se oponía la necesidad de un régimen de derecho que regulara los poderes. Sin embargo, por otra parte los constituyentes estaban fascinados por la eficacia y la concentración de las decisiones. Ante las tres amenazas, oponían un régimen constitucional fuerte y despótico, defensor de la propiedad; un régimen federalista (copiado de Estados Unidos, pero impuesto por la realidad interna de la separación y la autonomía decretada por Jalisco, Yucatán, Chiapas y San Luis Potosí en 1823-1824) lo suficientemente flexible como para dejar hablar a las realidades locales y, simultáneamente, centralizador del tesoro público, del ejército y de las relaciones internacionales, con lo cual suprimían por adelantado los riesgos. Finalmente, se decidieron a implantar un régimen casi monárquico (sin designar a su depositario por ese nombre satanizado), capaz de concentrar al máximo el poder, la voluntad general, la fuerza, la razón y la eficacia, a fin de salvaguardar la integridad territorial de la nueva nación. 291


3. Problemas de la génesis del Estado moderno durante el periodo de transición Durante un tercio de siglo, de 1824 a 1854, bajo la “forma” demo-liberal-federalista o bajo la forma conservadora-centralista, prevalecieron las mismas bases de clase del poder, así como las necesidades de concentración de su ejército e inclusive, los mismos aparatos de Estado de origen colonial. La situación de la estructura económica era diferente, lo mismo que su destino; la suma y la significación del excedente interno eran diferentes, y también el terreno sociopsicológico de sustentación de la superestructura.N Entre los límites de la superestructura se debatían tendencias contradictorias, determinadas por el proceso general de transición en el cual este mismo se encontraba sumergido en su conjunto. 3.1. Fuerza y corrosión del poder eclesiástico Durante estos treinta años la institución eclesiástica se volvió más poderosa que nunca, hasta llegar a construir un verdadero sistema de vasos comunicantes que se extendían a todas las clases, capas, regiones y estructuras sociales. Frente al deterioro social, frente al regionalismo, a la inestabilidad y al canibalismo del poder civil, la sociedad eclesiástica fue la única fuerza cohesiva general y orgánica del país. Así su fisonomía adquirió un perfil parroquial. La vida cotidiana del pueblo se encontraba integrada al ritmo de las festividades del calendario religioso. Las ferias, el comercio, las distracciones y los gastos internos se desarrollaban en torno a

esas celebraciones religiosas. Por tal motivo, a medida que la Iglesia ampliaba estas funciones totalizadoras y dejaba al descubierto su terrenalidad, más se convertía en el centro de todas las críticas, más se disolvía. 3.2. Crisis de la clase precapitalista dominante: hipertrofia del ejército La anarquía generalizada refluía sobre el poder de la clase dominante (de origen colonial) hasta volverlo inconsistente, dúctil y escurridizo. Esta clase era la dueña de los medios de producción, de la técnica tradicional y de los aparatos del Estado, pero no podía emplearlos de manera adecuada para explotar al pueblo a un nivel productivo, a causa de su falta de seguridad. En cambio desarrollaba su sentido especulativo. Sabía manipular los antiguos aparatos del Estado pero no podía explotarlos al máximo, a causa del descenso de la producción, habiéndose reducido el excedente del valor social. Con la contracción del valor social disminuía no sólo el monto de los ingresos fiscales, sino con él la eficacia del Tesoro Público y, por lo tanto, la estabilidad en la redistribución de los fondos destinados a la burocracia, a las obras públicas y al ejército.N La clase dominante, por el intercambio de sus políticos profesionales, ensayaba alianzas, formas de gobierno y formas de control, sin éxito aparente. El potro de la política había soltado su freno. Paralelamente, debido, sin duda, a estas causas, se hipertrofiaba el papel de uno de esos aparatos de Es292


anarquía de una columna vertebral. De allí la imperiosa necesidad de mantenerlo y de sobrestimarlo. De 1824 a 1870 el ejército fue el barril sin fondo en el cual se vertían las cuatro quintas partes del presupuesto del Estado.N El Tesoro vivía para el ejército, aparato hipertrofiado, juez y parte, factotum de la patria naciente, vieja columna vertebral de un estado moderno en formación.

cuadro 35

3. 3. Crisis del tesoro público o el Estado como juguete de los prestamistas El tesoro público sufría por el hecho de ser un aparato de Estado de tiempos de una economía en apogeo y de una lógica colonialista, pero empotrado en una estructura económica deteriorada, una situación internacional de expansión comercial moderna y una superestructura inestable en proceso de transición hacia un tipo de Estado moderno. Por estos motivos, lo que había sido anteriormente avanzada y eslabón del progreso, se convirtió en peso muerto y caos, ya que con el regionalismo y la política impositiva a ultranza, cada estado de la República aplicaba su propio tipo de política impositiva, calcada sobre la política general, aumentando así la irracionalidad generalizada y la pobreza de la sociedad en beneficio de los especuladores. tado, hasta confundirse con el Estado mismo: el ejército. Dotado de una mínima integración orgánica, jerárquica, institucional e ideológica (y dueño, además, de los medios legales y materiales de la violencia suprema), en medio del caos generalizado el ejército era el factor supremo, ayudado por el clero, que podía dotar a la

El sistema fiscal de México hacia 1850 continuaba siendo el mismo que en la época colonial: los sucesivos gobiernos simplemente habían agregado, sin ningún orden, toda clase de medidas, a menudo contradictorias y dictadas por la necesidad. No sólo era difícil conocer esta complicada legislación sino 293


grÁfica 10

estructura económica; la lucha entre los sectores de la clase dominante para conducir, según su parecer y para su servicio directo, las finanzas públicas; la obsesión de los militares por controlar la llave del tesoro como una palanca para mantener en calma el todopoderoso aparato armado, y la concepción de las aduanas como botín de guerra y enclave estratégico para apoderarse de las entradas legales e ilegales, armas y relaciones capaces de hacer triunfar a una u otra fracción en medio de los múltiples golpes y contragolpes.

que, a causa de esta ignorancia, se la aplicaba de una manera arbitraria en los diferentes estados de la República, en los cuales gobernadores y jueces locales, creyéndose autorizados por la Federación, promulgaban sus propios decretos fiscales. Este caos impedía todo tipo de control real, en cuya ausencia florecían el libre arbitrio, el peculado, el contrabando, la imposibilidad de adoptar un sistema fiscal que incidiera como política de protección sobre la

Ante esta situación, los diversos regímenes liberales y conservadores debieron recurrir a préstamos usurarios internos, pagando intereses anuales de 20% a 50%,N a la deuda externa en gran escalaN y al aumento de las gabelas. Pero inclusive de esta manera se prolongaba el círculo vicioso, a tales extremos que el poder público se hundía en el pantano de la ineficacia, convertido en juguete en manos de los usureros (particulares y eclesiásticos locales), y en marioneta de los intereses políticos de las potencias extranjeras, al punto de que el Estado parecía marcado por el lastre de la dependencia respecto de las finanzas extranjeras.N 3.4. Crisis irreversible de las relaciones sociales: sociedad parroquial vs. sociedad civil En medio de este panorama avanzaba una irreversible crisis de las relaciones sociales. Las formas demo-burguesas de organización política sólo tenían curso en las pocas grandes ciudades con que contaba entonces México; en las ciudades pequeñas, en los pue294


grÁfica 11 Fuente: D. López Rosado, Historia y pensamiento económico de México, p.120

ciones (por parte de otros) de tierras y de fuerza de trabajo. Una lucha sorda, pero cotidiana, estallaba entre la sociedad parroquial antigua y (precapitalista) y la sociedad civil (burguesa y moderna): aquélla era heterogénea (combinación de modos de producción caducos); replegada sobre sí misma, por su economía autoconsumidora mercantil simple; sólida por su estructura familiar, basada en la producción agroartesanal y en la ligazón entre la mentalidad prehispánica y la ideología católica de inquisición. La sociedad burguesa era parcial e “insular” por su presencia exclusivamente urbana; débil para abrirse camino en un mercado dislocado, disperso por la rearticulación con el mercado mundial; corrosiva por basarse en las contradicciones, en la violencia, en la novedad, en la generalización de la moneda, en la movilización forzada contra los invasores, en la secularización de las costumbres, en el “pecado”, en la lenta difusión de la cultura burguesa (laica y liberal), y en la formación de una ideología nacional.

blos, congregaciones, comunidades, grandes haciendas y ranchos, donde vivía 90% de los habitantes, el ritmo de vida seguía estando dominado por la sociedad parroquial (precapitalista), por las crisis agrícolas y por la tradición. Pero la crisis general de la economía, la sociedad y la política afectaban esta vida apacible, arrastrándola en oleadas de violencia hacia abusos, movilizaciones, migraciones y despojos, a reapropia-

Esta creciente dislocación de la sociedad parroquial y, al mismo tiempo, la homogeneización de la sociedad civil eran el laboratorio en el cual las luchas de las clases desintegraban los antiguos valores, dirigiéndolos hacia nuevos horizontes ideológico-culturales, lingüísticos y políticos. Eran el medio donde se entretejía una red de intercambios sociales, monetarios, sexuales y técnicos; constituyendo una nueva nación basada en el mestizaje, en la violencia, en el cruce de sociedades de carácter asiático y de carácter 295


“castellano-feudal” con novedosos elementos del carácter capitalista moderno. 3.5. Unidad y lucha de las fracciones de la clase dominante, obstáculos contra la formación de una burguesía moderna Ya hemos visto de qué modo la clase dominante sufrió cambios económicos, políticos e ideológicos. Mientras estuvieron presentes en la escena histórica el clero, los antiguos criollos y los militares, éstos eran el blanco de la crítica, la causa de la decadencia del prestigio y de la crisis. Su fuerza resurgía del vértigo de su caída inminente. La adopción de medidas constitucionales (federalistas o centralistas) para mantener mejor un régimen fuertemente despótico, era necesaria para rechazar la galopante crisis general. El militarismo y el clericalismo militante eran las respuestas, la reacción del viejo mundo ante los espasmos del alumbramiento de la nueva sociedad burguesa. Sin embargo, esta nueva sociedad no podía avanzar y desarrollarse orgánica y democráticamente con fluidez, porque la clase dominante era una mezcla de sectores feudo-coloniales con una especie de nueva aristocracia usurera, agrominera. El cruce entre la feudalidad y la burguesía comerciante volvía extremadamente compleja la contradicción secundaria entre estas clases, ya que, a pesar de que la segunda adquiría más fuerza y espíritu de nobleza, al mismo tiempo introducía en la primera un riesgo mayor de disolución.

A la vez, mientras que la primera se aferraba a vínculos tradicionales y a negocios exclusivamente internos (y por eso era básicamente conservadora y centralista), la segunda, liberal moderada, se enriquecía con especulaciones, contrabando y vínculos internacionales; pero la usura, en detrimento de las finanzas públicas, hacía de ella la aliada natural de un Estado centralista, porque ella salía ganando gracias a todos los problemas. Así, el carácter estático de la feudalidad era correlativo al carácter dinámico de la burguesía comerciante, ya que según la reacción de la primera frente al progreso, aumentaba su inestabilidad caótica, la cual era la base de una mayor acumulación especulativa. Este complejo de relaciones opuestas y complementarias, a fin de cuentas, se revertía sobre una clase dominante parasitaria, improductiva, habituada a extraer el excedente del valor social mediante la imposición del diezmo, la renta feudal sobre la tierra, la transferencia monetaria en el circuito de la circulación, la concesión del poder público (su prisionero), la ilegalidad y el peculado. Todas estas formas de acumulación primitiva del capital (de directa herencia mercantilista), se reproducían, hipertrofiadas, en el periodo de 1824 a 1850, precisamente por la quiebra de la antigua estructura productiva, por el tipo de mercado urbanoinsular a larga distancia sobre el vasto territorio de 4 millones de km2, con una baja densidad de 1.7 habitantes por km2; por su origen histórico de clase dominantedominada, por la facilidad para acumulación usuraria en las épocas de caos interno. 296


En el momento en que la quiebra del tesoro público y del crédito internacional se resentían con mayor intensidad, la fuerza de esta clase dominante aumentaba más, porque entonces ella podía justificar plenamente una superestructura centralista despótica. Pero la contraparte (dialéctica) no se hacía esperar, haciendo saltar el inestable equilibrio. En efecto, era en el tiempo del más fuerte centralismo cuando se podía dar mayor seguridad a los propietarios, más estabilidad para la explotación de la clase obrera, destinar algunos magros presupuestos públicos para el apoyo económico, controlar las importaciones y proteger las actividades productivas internas; reprimir sin disimulo a las masas y crear un clima de confianza para los inversores extranjeros.N Fue en el momento del esplendor de la antigua capa dominante cuando los sectores productivos internos de la burguesía y del mercado interno en formación avanzaron con mayor rapidez y se fortificaron más. Este fortalecimiento obligaba, al principio, a esta nueva clase en ascenso a conciliar sus intereses con el centralismo, sin dejar de seguir siendo liberal y moderada en su ideología. La nueva situación le permitió acumular fuerzas y, poco después, desplazar pasajeramente a los centralistas de la dirección de la función pública. 4. El momento crucial: decadencia de la antigua clase dominante vs. madurez política de la burguesía liberal Puede decirse que hacia la mitad del siglo XIX, la ineficacia de la vieja superestructura alcanzó su punto culminante: a) la bancarrota del tesoro público, b) la anarquía entre los estados y el centro político, c) la

caída del antiguo militarismo (ante la derrota por la invasión norteamericana), d) el total descrédito internacional de México, y e) el predominio político del clero. Lo anterior fue simultáneo a la consolidación de los grupos urbanos de sectores modernos de la burguesía (el sector liberal “puro”), la configuración de una unidad de voluntad política en torno a un proyecto de ideología, de simbolismo y de experiencia de carácter nacional-burgués vivida por las masas, los sectores independientes de la clase dominante, los sectores pequeño burgueses y la moderna burguesía. Llegadas al punto de mayor desarticulación interna, todas las contradicciones habían madurado como para intentar sustituir las antiguas estructuras; y todos los sectores político-demo-liberales estaban conscientes del hecho de que esa situación no podía durar, a riesgo de ver a México desaparecer como nación en vías de formarse, como unidad y como pueblo dotado de perfil propio. La mayor parte de los sectores veía en el clero no sólo el principal obstáculo para el progreso, sino también el único depositario del capital-dinero acumulado, el poseedor de las mejores y más vastas tierras, el poseedor del dominio sobre las conciencias. Ante el ascenso de los liberales, la reacción se unió fuertemente con el clero y el ejército y decidió su porvenir postulando como necesario e ineluctable el advenimiento de la monarquía, y la dependencia sumisa de una potencia extranjera colonialista, como único remedio para su causa perdida. 297


5. Aparición de las capas medias: su función orgánica al servicio de la burguesía De 1824 a 1850 las capas medias urbanas y los sectores intelectuales demócrata-burgueses se fueron ampliando poco a poco, aunque de manera espasmódica. La crisis permanente del tesoro público hace de los presupuestívoros sus primeras víctimas, ya que el sueldo del ejército está en primer lugar, lo cual obliga con frecuencia al Estado a retener y/o bajar los salarios. Las profesiones liberales, artesanales y comerciales sirven de sustentación a las capas medias de la sociedad, insatisfechas y oprimidas por la tradición y la superestructura. Pronto unen sus destinos a un proyecto burgués; se inclinan por el modernismo, la generalización –en todo su significado– de la libertad, la iniciativa individual, un Estado fuerte y estable pero democrático;N la salvaguarda de la integridad territorial; la puesta en circulación de las riquezas de las “manos muertas”; la destrucción de las corporaciones y comunidades indígenas, para barrer los obstáculos al progreso. Sin ser racistas, consideraban a los indios como una raza inferior, y a la civilización anglosajona y europea como un arquetipo a seguir; lo cual las convirtió en enemigas feroces del clero y de las comunidades de la institución eclesiástica, aunque fueran, la mayoría de aquellas clases, religiosas, creyentes pro-indígenas y antiespañolas. Esta amplia gama de nuevos sectores no entra en la estructura social estatal rígida; son los

bastardos de la crisis de la antigua sociedad, “la carne y la sangre” de la transición, los arribistas que irrumpen en el escenario de la política, a través de las oleadas de inestabilidad, violencia y corrupción; son aliados de los sectores moderados de la clase dominante y portavoces de un nacionalismo de base. Como terceros en discordia, salidos recientemente de las capas más bajas de la sociedad, conocen los problemas de las masas y los mecanismos para dominarlas. Los representantes más lúcidos de las capas medias son excelentes ideólogos, dirigentes políticos y militares de la burguesía. Aprenden a manejar los antiguos aparatos del Estado cuando un golpe o un contragolpe afortunado les permite llegar al poder como aliados de Santa Anna. Comparten el poder por un momento con la clase dominante, pero su impetuosidad reformista, su concepción liberal-republicana y su demagogia “populista” los colocan muy pronto en el centro de todos los ataques, hasta verse excluidos de las áreas del poder. Su debilidad es recompensada por su facilidad para enarbolar las banderas populares ya que la demagogia y el liberalismo social,N predecesora del “populismo”, son los instrumentos para formar una alianza de clases con los oprimidos y subordinarlos a sus necesidades. 6. Base de masas del proyecto liberal burgués: condición para la toma del poder Mientras las masas hacían oídos sordos a los llamados a una alianza, la fuerza política liberal-burguesa era simplemente coyuntural. De tiempo en tiempo, una 298


crisis agrícola encarecía el precio de los alimentos, y el hambre se atosigaba de las masas que estaban entonces listas para el levantamiento. En ese instante los conductores liberal-demagógicos hacían brotar las chispas; se colocaban a la cabeza del motín e imponían por la fuerza una situación negociable. Cuando ya no le era posible hacer frente a la violencia, la clase dominante transigía, dejaba un lugar bajo el sol a su adversario, lo absorbía para anularlo enseguida, lo incorporaba para desembarazarse de él y aniquilarlo en tanto la crisis pasaba. La desorganización impedía la continuidad de la lucha espontánea, se generalizaba la desconfianza y se agotaba la fuerza que impulsaba el proyecto liberal, lo cual facilitaba su desplazamiento. Solamente cuando entre las masas se instaló una amplia experiencia de desarraigo, de trashumancia y de autonomía (provocada por las levas militares, la naciente proletarización, la “universalización” creciente del vehículo lingüístico-cultural del castellano y la laicización de las costumbres urbanas), se hizo posible hacerlas participar en un vago proyecto de nación en vías de formarse, en una autoidentidad colectiva y en una unidad de voluntad político-social, como integrantes del pueblo mexicano.N Justo en el momento en que la desorganización y la ineficacia del antiguo aparato estatal llegaba al colmo, comenzaba a formarse un grupo dirigente liberal-burgués, experimentado para gobernar, dotado del prestigio de ser el depositario de las virtudes de los caudillos insurgentes, arraigado en las masas y con una buena alianza de clases. Sin embargo, paralelamente se habían

encarnado en amplios sectores las ideas de autonomía, de unidad nacional y de autoconciencia histórica. Eran las condiciones objetivas y subjetivas para la formación del pueblo y de la nación, pilares del Estado nacional burgués moderno. LA CULTURA DE TRANSICIÓN HACIA LA HEGEMONÍA BURGUESA 1. La herencia colonial De la herencia colonial, la ignorancia, el analfabetismo y los sistemas educativos escolástico-tradicionales fueron los elementos más significativos y duraderos. Hacia 1867 Ignacio Ramírez trazaba un cuadro de la situación educativa de México:N ...7 000 000 de habitantes en completa ignorancia; 500 000 apenas saben leer y escribir, y muchas cosas inútiles; 400 000 poseen una instrucción un poco mejor, sin que ésta se eleve al nivel de la del siglo ... y alrededor de 100 000 pedantes...

Si esto sucedía cincuenta años después de la Independencia, en el momento de ésta la situación era aún más sombría. En efecto, Francisco Pimentel, en su libro Historia crítica de las ciencias y de las letras en Méjico, esbozaba la idea negativa de la herencia colonial en el comienzo del siglo XIX:N ...sermones de una oscuridad incomprensible, versos místicos en los cuales se encuentran a veces verdaderas blasfemias; saludos a los monarcas que se 299


sucedían en España; frías imitaciones de los poetas latinos o españoles; tal era el vasallaje de las letras.

2. “Protonacionalismo” y lucha de clases: la insurrección y sus efectos en la cultura En el orden de la cultura, la insurrección simbolizó el crisol en el cual la tradición “protonacionalista” de Sor Juana, Eguiara, Gamarra, Bartolache, Clavijero, Alegre, Miguel Hidalgo y Costilla (en su doble faceta de filósofo y libertador), Navarrete, Tagle, Lizardi, Teresa de Mier y Bustamante se fundieron con las realidades cruciales de la lucha de clases y se vivificaron en nuevas dimensiones ideológicas y psicosociales. Un optimismo ingenuo sobre la libertad y la grandeza del pueblo, basado en una riqueza material ilusoria, inundaba de fe en el destino del país a todos los actores de la historia. Este sentimiento contrastaba con el de los propietarios, para los cuales la insurrección había venido a destruir la edad de oro. Es alrededor de estos dos ejes como se agrupan todos los pensadores, las disputas ideológicas y las soluciones institucionales durante los cincuenta años que siguieron. Por otra parte, la insurrección liberó las energías creativas del pueblo, hasta entonces reprimidas por la Inquisición como licenciosas. A partir de esta época comenzaron a manifestarse dos grandes sistemas culturales, rechazándose mutuamente, entrecruzándose y redefiniéndose de manera compleja en cada coyuntura histórico-política de México: el sistema cultural de la clase dominante y el sistema cultural de la clase dominada.

3. Clases y cultura de las clases en transición Mientras la clase dominante (un puñado de apenas 10 mil personas) que reinaba sobre los jornaleros, artesanos y trabajadores, habitaba en mansiones suntuosas, aunque decadentes, y ostentaba pomposos vestidos bordados de oro y adornados con perlas y pedrería, la mayor parte de los habitantes urbanos y rurales continuaba viviendo en condiciones miserables;N habitaba en chozas cuyas paredes eran de “cañita” (las de adobe eran un lujo), el techo era de paja; el fogón, formado por tres grandes piedras, se encontraba sobre el suelo; había una sola pieza, llena de humo, que servía a la vez de dormitorio, de cocina y hasta de velatorio; a guisa de cama, un montón de paja y una estera. El maíz, los frijoles y el chile eran prácticamente los únicos alimentos. Un andrajo que dejaba ver la piel desnuda del torso, por camisa, y un pantalón de tela burda eran la única ropa para todo el año. Niños flacos y sucios, hijos del hambre y del polvo, corriendo semidesnudos en medio de perros sarnosos. Millares de gente sin trabajo vivían del robo y de la caridad. Tal era el terreno sobre el que germinaba la “cultura nacional”. Para la clase alta, las reuniones sociales fueron el reducido ámbito donde se encontraban y se comunicaban los “habitantes” durante todo el siglo XIX;N más tarde se añadió a las reuniones la prensa diaria (200 suscripciones regulares eran un récord para cualquier periódico hasta 1870); más tarde aún, entre 1821 y 1835, hicieron su aparición los espectáculos públicos “de sociedad” –el bel canto, minué, zarzuelas, decla300


mación– así como las grandes atracciones del palenque; enseguida el teatro y la ópera, que desde 1836 se denominó Teatro Santa Anna.N Durante un tiempo (1830-1840), el carnaval, como la novedad licenciosa del siglo, fue festejado con toda pompa por la clase alta, hasta que la presencia irrespetuosa e insolente de las masas en las mismas calles asustó a los ricos, a principios de la década de los cuarenta. Para las masas, las pastorelas de fin de año, la Pasión de Cristo durante la Semana Santa, la fiesta del santo patrón del barrio o del pueblo, los pregoneros, el carnaval y, sobre todo, el fandango, fueron los “medios” de comunicación sociocultural. A medida que avanzaba la crisis de la sociedad parroquial eclesiástica, la secularización de las costumbres abrió paso a una intensa transformación de los gustos y juegos psicosexuales, hasta hacer del fandango jarocho –baile popular de origen andaluz– y de los “jarabes” (el jarabe gatuno había sido condenado ex profeso por la Inquisición en 1808N) la explosión más libidinosa y típica del nuevo México en formación. Los arrieros –trotamundos de Veracruz a México, a San Juan de los Lagos, al Bajío y a Saltillo–, transportaban las mercancías, los refranes, las noticias, las canciones y los bailes. Con sus bandolones, jaranas y flautas, pespunteaban y cantaban: “El jarabe gatuno” Mama mía que el gato me araña / que su cola peluda me asusta / diga’sté si será cosa justa / que se vaya atrevido a mi cama

“Los enanos” Ay que bonitos / son los enanos / cuando los bailan / los mexicanos / son, son, son los enanos / largos de pies / cortos de manos... “La güerita” Oiga’sté güerita santa / la de la mascada negra / dígale’sté a su mamá / que si quiere ser mi suegra... “El periquito” Pica, pica perico / pica, pica la rama / pica, pica el piquito / de aquella dama... “El palomo” Una paloma me dijo / en la tapia de un convento / dónde estás, palomo mío, / donde estás que no te siento... “El pajarito” Un pajarito voló / al interior de un convento / y las monjitas contentas / con el pajarito adentro... “El atole” Yo quiero beber atole / de enfrente de San Fernando / el atole es lo de menos / la atolera se está agriando… “La pera” La mujer es una pera / que en el árbol está dura / cuando se cae de madura / la coge el que no la espera / y goza de su hermosura ... “La petenera” La petenera señores / nadie la puede gozar / sólo los marineritos / que la encuentran en la mar ... 301


Y seguían con “El jorobante”, “El durazno”, “Señá Severiana”, “El guajito”, “El físico”, “La casucha”, “Los arrieros”, “El negrito” y demás, cuyos nombres y coplas de ocasión se han perdido para siempre. 4. Formación y triunfo de la cultura liberal-nacionalburguesa dominante A partir de la creación del Diario de México (fundado en 1805 por Carlos María Bustamante), el Despertador Americano, el Correo Americano del Sur (periódicos insurgentes), La Libertad (de José Joaquín Fernández de Lizardi), se formó la tradición de un periodismo de agitación.N Más tarde, de 1820 a 1830, se hicieron famosos: El Sol, El Calavera, El Federalista; en 1840-1850, Las Cosquillas, La Oposición, El Liberal, etcétera. Hacia 1850-1860, El Monitor Republicano, El Heraldo.N Valerosos, patriotas, críticos, presos políticos a causa de sus ideas liberales, los nuevos periodistas, panfletistas y editores arrojaban una luz en medio de las tinieblas de la ignorancia. Se distinguieron como “patriarcas” intelectuales: Andrés Quintana Roo (que fue, a los 20 años, secretario particular de Morelos),N Fray Servando Teresa de Mier, José María Luis Mora, Lorenzo de Zavala, durante los primeros veinte años posteriores a la Independencia. Luego Mariano Otero, Guillermo Prieto, Vicente Riva Palacio, Manuel Payno y, sobre todo, Ignacio Ramírez; y después de la Reforma, hasta el porfiriato, Ignacio Manuel Altamirano, Gabino Barreda, Justo Sierra.N

La creación de la Academia de Letrán en 1836, por obra de los poetas José y Juan Lacunza, Manuel Tonat y Guillermo Prieto, fue un acontecimiento crucial.N A partir de ese momento, las influencias intelectualliterarias de los clásicos grecolatinos y de los escritores hispano-místicos dominantes, marcadas por la búsqueda de una influencia extranjera, fueron permanentemente criticadas y confrontadas con las corrientes modernas (Goethe, Schiller, Ossian, Milton, Byron) y las contemporáneas (Stendhal, Balzac, Victor Hugo), pero en función de problemas y temas nacionales.N La intelectualidad democrática, durante casi una década, se aglutinó en torno a la Academia, y de allí nacieron nuevas tendencias nacionalistas. José Joaquín Pesado, con su obra El inquisidor; José Ramón Pacheco con El criollo; José María Lacunza con Netzula; Ignacio Rodríguez Galván con su Manolito pisaverde; Fernando Calderón, con Adela; Justo Sierra O’Reilly, con La hija del judío; Manuel Eduardo de Gorostiza con Contigo pan y cebolla; Guillermo Prieto con El insurgente, escriben la novela del México colonial y abren el camino a la obra de los más jóvenes (Riva Palacio, Payno, Altamirano, Sierra).N En las obras, los poemas y la pintura comenzaron a aparecer paisajes, personajes, costumbres y mentalidades autóctonas. La intelectualidad democráticoburguesa descubría su país, su historia y su pueblo; las elites se comunicaban indirectamente con las masas; las huellas de éstas se imprimían en viñetas costumbristas, cuentos y poemas. 302


De la misma manera que se resquebrajaba las costumbres, en la cultura (superestructura) la lucha entre liberales y conservadores era también violenta. Frente a los abogados clericales, los juristas de avanzada –como Crescencio Rejón y Mariano Otero–N producían nuevas obras tendientes a suprimir el antiguo derecho estatal y legitimar el derecho moderno democrático-liberal. Frente –o contra– a las prácticas médicas ancestrales y antihigiénicas, surgió en 1837 la Escuela de Medicina de San Hipólito, impulsada por los sabios José I. Durán, Leopoldo Río de la Loza, Francisco Ortega y el cirujano Jecker, hermano del célebre banquero, discípulo de Claude Bernard y de la medicina científicoexperimental.N Frente a Lucas Alamán, caudillo intelectual reaccionario, historiador y publicista de sólida cultura, Carlos María Bustamante, José María Luis Mora, Lorenzo de Zavala, después Vicente Riva Palacio, Joaquín Icazbalceta, Melchor Ocampo, Ignacio Ramírez e Ignacio Manuel AltamiranoN incursionaron en el mundo de la historiografía y de la politología, esbozando las primeras interpretaciones científicas del proceso histórico nacional. En medio del caos, las peripecias y las penurias, la Escuela de Minas era el faro de la ciencia, aunque a escala reducida.N Frente a la enseñanza dogmática del catecismo del Padre Ripalda, los colegios confesionales y la Real y Pontificia Univer­sidad —base de la dominación clerical sobre las masas y la elite—, los liberales impulsaban la creación de escuelas “lancasterianas” (la primera fue fundada el 12 de noviembre de 1823),N y difundían

una fe absoluta en la razón y en la duda metódica; lu­ chaban para asimilar y popularizar la economía política (basándose en Adam Smith),N así como las ciencias y la técnica modernas. Pretendían clausurar –por arcaica— la Real y Pontificia Universidad, y sustituirla por las Escuelas Mayores (decreto de Valentín Gómez Farías del 23 de octubre de 1833),N destinadas a difundir es­tudios medios y primarios en forma gratuita. Estos combates llegaron a su fin con el triunfo liberal juarista: por decreto del 15 de abril de 1861 (que promulgó la Ley de Instrucción Pública, redactada por Ignacio Ramírez), la burguesía arrebataba al clero su dominio espiritual sobre el pueblo y consagraba el estableci­miento del aparato Ideológico del Estado a su servicio, fundado en el positivismo filosófico.N Hacia el año 1850, si bien la mayor parte de los periódicos, las escuelas y las imprentas pertenecía al partido conser­vador,N una nueva cultura democráticoliberal y “nacio­nal” florecía en las ciudades, y de allí refluía lentamente ha­cia el campo. En plena guerra de Reforma y contra la Intervención, las viejas canciones, sones y jarabes (carne y sangre de las masas) se transforman y se adaptan como himnos de combate, con letras políticas revolucionarias;N las caricaturas y los panfletos satíricos vuelan de mano en mano. Una nueva generación de intelectuales radicales lucha con las ideas y con las armas y compone, con los hechos de la vida cotidiana, los grandes temas literarios y artísticos que servirán de levadura para reproducir la ideología dominante y la hegemonía cultural burguesa sobre el pueblo.N Sin embargo, ya en 1860 y después de 303


esta fecha, casi al mismo tiempo que se consolidaba la ideología nacional-burguesa, hace irrupción sobre el escena­rio político el germen de la ideología proletaria: el socialismo utópico. Con él se inaugura otro ciclo histórico de contradic­ciones ideológicas y de clase: la burguesía vs. el proletariado.N COYUNTURA MUNDIAL Y CONSOLIDACIÓN DEL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA EN MÉXICO

mea (Francia vs. Rusia) inauguró una serie de invasiones europeas sobre los países débiles de Asia, África y América Latina. El al­za creciente de los precios de mercancías manufacturadas, las frecuentes sequías y otros desastres de la naturaleza provocaban hambrunas, crisis industriales, desocupación para una gran parte de la población, desencadenando a la vez una serie de motines, revoluciones y migraciones. Ésta fue la época en que dieron sus primeros pasos las asociaciones obreras internacionales.N

1. Panorama mundial Los años 1850-1876 estuvieron marcados en el plano mundial por el estallido de las crisis internacionales de 1846-1849, 1857 y 1866-1873. La primera dio lugar a la guerra franco-prusiana (y a la revolución obrera de París en 1848), así como a la invasión norteamericana a México; la última, a la Comuna de París. Durante estos años, en la mayor parte de los países capita­listas se propagó la construcción y el empleo de los ferrocarri­les, la navegación a vapor, la industria metalúrgica pesada y los sistemas bancarios modernos.N En Estados Unidos (en Ca­lifornia, recientemente arrancada a México) y en Australia se re­descubrieron importantes yacimientos de oro, los cuales, en poco tiempo, permitieron inundar el mercado con un volumen de 30% más de metal amarillo, a precio vil.N En Estados Unidos la Guerra de Secesión (1861-1865)N generalizó el empobrecimiento de la producción de algodón, hizo subir su precio y obli­gó a buscarlo en otras regiones del globo. La guerra de Cri-

Durante el mismo lapso, gracias a los procesos internos desencadenados durante los 20 años anteriores (la permanente inestabilidad causada por el derrumbe del poder centralizador del Valle de México, y la eclosión de polos de crecimiento periféricos), México se vio totalmente envuelto en la coyuntura mundial. 2. Estímulos externos para el apogeo del mercado interno y del sector agro-exportador La invasión norteamericana sacudió al país hasta sus ci­mientos, impulsando el nacionalismo y la necesidad de unidad del Estado. El boom del oro en California favoreció la expansión agrícola y comercial del noroeste;N el apogeo naval mundial estimuló la generalización del henequén en Yucatán; la Guerra de Sece­sión norteamericana impulsó el desarrollo de la región Laguna-Monterrey-Tampico;N la guerra de Cuba, al destruir los caña­verales, hizo rentable la explotación de la caña de azúcar en el sur de México (Morelos); la prosperidad 304


de la población urbana mundial y la explotación excesiva de los obreros, hicieron necesaria la exportación del café del sureste (Oaxaca-Chiapas). El aumento de los precios de los productos manufacturados europeos sirvió de barrera de protección a las empresas textiles ya formadas, favoreciendo su desarrollo, a pesar del contrabando estimulado por las altas tarifas aplicadas a la importación; tarifas dictadas por la política proteccionista del juarismo.N La caída de la exportación del algodón de Texas, durante la guerra de Secesión, fue propicia para el surgimiento de la región lagunera (Durango-Coahuila) y para la integración entre la industria y las materias primas locales; así como para implantar vías férreas y nuevas industrias textiles, como la empresa La Estrella, fundada en Parras, Coahuila, en 1870, en la gran plantación algodonera Rosario por Evaristo Madero, padre de Francisco I. Madero, el futuro líder de la Revolución Mexicana. Su efecto más significativo fue el de impulsar la expansión de la demanda de plata mexicana para pagar las importaciones eu­ropeas de algodón del Lejano Oriente, donde el patrón metálico siempre había sido la plata, y así continuó hasta 1929.N

fas del transporte, y la inseguridad continuaban siendo los poderosos factores que impedían las inversiones en la industria minera, lo mismo que el apogeo del mercado de gran consumo de las masa, por falta de circulante y exceso del costo intrínseco de la moneda. Sin embargo, en 1873 se llegó a exportar una cantidad igual a la del año récord del periodo colonial, o sea 1808. Desde entonces la expansión fue dinámica, gracias a la introducción de capitales importados y de una técnica muy avanzada, es decir, de una red fe­rroviaria ya instalada y de la feroz explotación de los trabaja­dores. 4. El proceso de la revolución burguesa de Reforma

3. La actividad minera: lenta recuperación y sostenida expansión

El periodo de 1850-1870 registró profundas transformaciones económicas, sociales y políticas, que concluyeron con la instau­ración del modo de producción capitalista dominante, integrado al mercado mundial en un momento en que la capacidad nacional para instalar industrias pesadas productoras de máquinas-herramientas estaba en sus comienzos, mientras que a nivel mundial el capitalismo manufacturero e industrial ya se había implantado des­de hacía mucho tiempo. Por tal razón, en la división mundial del trabajo esta forma de capitalismo se inscribió como “dominante-dominado”. El porfiriato la desarrollaría plenamente.

Durante este periodo, el elevado precio de la plata mexica­na (la amalgama y la purificación de una carga de mineral costa­ba en Inglaterra, 54 centavos, mientras que en Pachuca costaba 4 pesos)N y las fabulosas tari-

Hasta 1850 la alianza entre los sectores de origen colonial y la naciente burguesía industrial con el clero, los terra­tenientes y las fuerzas político-militares conservadoras en su conjunto, demostraba (en medio 305


de avances y retrocesos) la natu­raleza limitada del impulso burgués y de la transición hacia el capitalismo. A partir de 1850, en medio de una etapa de reanimación del comercio mundial, la burguesía descubre mejores condiciones de expansión gracias a los factores acumulados durante la etapa anterior. Empero, los obstáculos tradicionales a la moderniza­ción no habían abandonado la lucha. Entonces la burguesía libe­ral volvió sus baterías contra las corporaciones, su sistema de alianzas políticas y sus bases económicas y jurídicas. Se trataba de destruir el control eclesiástico sobre la renta absoluta de la tierra y la especulación usuraria urbana, así como sobre los brazos y las conciencias de las masas; de separar a éstas de sus medios de producción y de existencia, a fin de emplear esos recur­sos y concentrarlos, como capital productivo, en las manos de un sector más dinámico de la burguesía, y —de este modo– proletarizar a las masas, dotándose la burguesía de una base irreversible hacia el nuevo poder político, al implantar el modo de producción capitalista El 7 de julio de 1859, durante la fase más cruel de la Guerra de Reforma, desde Veracruz, Benito Juárez, Presidente de la República y líder de los liberales, en el Manifiesto del Gobierno General a la NaciónN definía los objetivos históricos de su lucha, sosteniendo que el gobierno liberal: ...lejos de contrariar los intereses y las justas exigencias de los particulares, está, por el contrario, re-

suelto a apoyarlos por todos los medios que estén a su alcance, viniendo en su ayuda para todo lo que, de alguna manera, condujera a mejorar la situación de cada uno, a fin de estrechar así los lazos de unión que deben existir entre las localidades y el centro de la República... y sobre todo, para crear los grandes intereses que se identificarán con la reforma social, contribuyendo con eficacia a la marcha liberal y progresista de la Nación... (subrayado de G.A.A.)

Por la Ley Lerdo (25 de julio de 1858) se inicia un ataque frontal contra los bienes eclesiásticos y las comunidades indíge­nas. Durante el segundo semestre de 1858 se expropiaron y vendieron inmuebles urbanos (base del capital usurario del clero) con valor de 23 millones de pesos, de los cuales, 13 millones se recaudaron en la Ciudad de México.N En 1861, otra vez y solamente en el Distrito Federal, se enajenaron los bienes del clero con valor de 16 millones de pesos. Si tenemos en cuenta el hecho de que la guerra de desamor­tización prosiguió por todo el país al mismo tiempo que la gue­rra civil, durante muchos años, y sin control suficiente, tendremos una idea más clara de su dimensión. Entre julio de 1863 y diciembre de 1867, el gobierno juarista vendió a 309 individuos 1 733 468 ha a un precio total de 109 719 pesos; cada individuo pudo así adquirir un promedio de 5609 ha a 6 centavos la hectárea. La mayor parte de los com­pradores era de comerciantes y funcionarios. De este modo, el juaris306


proceso de intracumulación primitiva hasta desembocar en la instauración del modo de producción capitalista dominante, en medio de una estructura económico-social todavía muy heterogénea pero sometida a la lógica del beneficio industrial dominante y a la consolidación del Estado nacional moderno.N Entre 1850 y 1870, México se desarrolló a un ritmo lento. La población pasó de 7 millones a algo más de 8 millones, entre los cuales se contaban, en los primeros tiempos, alrededor de 3 millones de blancos y mestizos (de 30 mil a 40 mil extranjeros, propietarios de los principales comercios y minas),N y algo más de 4 millones de indios, proporción que 20 años más tarde se mantiene prácticamente sin alteraciones, inclinándose más bien en favor de los blancos.

mapa 19 Itinerario del Presidente Benito Juárez durante la invasión francesa a México, 1862-1867. Fuente: A. J. Hanna y K. A. Hanna, Napoleón III y México, p. 80

mo creaba fuertes intereses en torno suyo, por medio de la violencia. Por ello las guerras de reforma y contra la intervención francesa fueron la forma que tomó la segunda gran revolución burguesa mexicana del siglo XIX. Durante el transcurso de esta revolución ininterrumpida a lo largo de 20 años (1854-1869), concluyó el

Del tota1 de la población durante este periodo, alrededor de 1 200 000 eran hombres en edad de trabajar, de los cuales la­boraban realmente en la agricultura, las minas, fábricas, talle­res y comercios algo más de 300 mil, mientras que el resto formaba grupos improductivos, como el clero, los empleados, las profesiones liberales, el ejército y una gran población de vagabundos, gambusinos, bandoleros, gavilleros, léperos y desocupados urbanos.N La mayor parte de los indios vivía en comunidades, pueblos y villas de autosubsistencia, mientras que la mitad de ellos (proporción que iba en aumento) vivía en los “ranchos” —en cho­zas– y en las haciendas, un poco como 307


siervos, y algunos milla­res más eran todavía nómadas que recorrían las llanuras del norte de México.N Mientras que en 1850 había alrededor de 7 mil propietarios rurales, en 1870 se contaban 13 mil haciendas rústicas, muchas de las cuales eran bastante más extensas que 20 años antes a causa de la expropiación de las corporaciones eclesiásticas y del despojo de las tierras comunales indígenas.N Hacia 1850 se contaban en el país 52 hilanderías y fábricas textiles, mientras que en 1879 llegaban a 98. En la primera fecha trabajaban en total 23 mil obreros (5 mil de ellos ma­nejaban 113 813 husos; 14 mil tejían con telares manuales y 3350 con telares mecánicos). Hacia 1873 se contaban en total 150 mil husos, movidos por 11 790 obreros (2011 mujeres y 2474 niños, 37.2% del total); es decir, había más de 32 mil telares que contaban en total con 43 mil obreros textiles. En 1850 se calculaba el valor de la industria de todo tipo en 100 millones de pesos, mientras que el de la industria textil ascendía a 10 millones; 20 años más tarde, el valor de la industria textil se elevaba a 20-25 millones de pesos. A pesar de la lentitud de los cambios (y de la escasa confianza que podría tenerse en las cifras), la industria textil duplicó su valor y la cantidad de obreros que trabajaba por su cuenta, en tanto que se registraba una expansión de 75.7% en la cantidad de husos en funcionamiento. Esto hace destacar un mayor crecimiento relativo respecto a la pobla­ción total y un mayor desarrollo técnico.N

En dos décadas las condiciones de trabajo variaron poco. La mayor parte de las fábricas, incluso las más modernas, se pa­recían a las propiedades rurales que encerraban peones acasillados.N En efecto, la jornada era de 14 a 16 horas con 15 mi­nutos de interrupción (dos veces al día) para que los obreros pudieran engullir una magra comida (tortillas, chile, atole, frijoles) con un salario nominal de 2 a 3 reales diarios (0.25 a 37.2 centavos), rigurosamente controlado por la tienda de raya que les procuraba los bienes de uso y de consumo a precios elevados. Los trabajadores vivían dentro de los terrenos de la empresa, en cabañas adyacentes a las fábricas; aquí funcionaba la ley del patrón con su sistema de castigos y de prisión, autónoma y santificada por el cura al servicio del patrón.N Uno de los problemas más serios contra los que se debatían las empresas era el elevado precio del algodón. En 1850 el quintal valía 20 pesos, mientras que en 1870 había subido a 40 pesos. Durante el mismo periodo, en Inglaterra valía entre 1/3 y 1/4 del precio existente en México. 5. Desarrollo de la división del trabajo y del mercado Entre 1850 y 1870 la expansión de la industria no fue espectacular, pero llegó a mayor profundidad en la división del trabajo y en la instalación de mayor número de establecimientos, pequeños y medianos. Durante esta época se desarrollaron las manufacturas concentradas del azúcar y el aguardiente, del papel, las hilanderías, los tejidos de lana, de ixtle, de seda y henequén, 308


enclaves regionales, dada la insuficiencia y el carácter tradicional de las comunicaciones.

grÁfica 12 Fuente: W. W. Rostow, Les étapes de la croissance économique, p.7. Traducción de G.A.A.

Durante estos 20 años, debido a la generalización de la economía mercantil y gracias a la expansión y a la conclusión de la acumulación primitiva de capital, y al advenimiento del capi­talismo como modo de producción dominante, el antiguo sistema monetario, basado en la moneda metálica, mostraba, en cada ocasión, una fisonomía más anticuada. Al mismo tiempo se profundizaba la desigualdad de las diversas estructuras en transición hacia el mercado interno, en medio de obstáculos derivados de los diferentes circuitos de circulación. Por este motivo (y por la exportación de la plata), la falta de circulante reforzaba los circuitos tradicionales, impedía la libre realización del valor y obstaculizaba la acumulación capitalista. Los intentos de fundar un banco nacional (desde 1821, con Iturbide, hasta el más reciente, en 1853, con Santa Anna) habían fracasado: en 1864 se fundó el Banco de Londres y México; así, el país entraba en 1a senda del capitalismo dominante-dominado.N así como las imprentas, manufacturas de muebles y de carruajes, peleterías, zapaterías, herrerías, platerías, fábricas de vidrio, de aceites, de jabones, etcétera. Alrededor de un tercio de todas las industrias se localizaba en el Valle de México, y los dos tercios restantes, en todo el país.N Esta localización geográfica respondía, básicamente, a la integración con las fuentes de materias primas y con el mercado de consumo situado en los

6. Tránsito del comercio exterior diversificado al comercio cautivo de EUA Entre 1856 y 1872 el comercio exterior de México (total de importación-exportación) varió muy poco: de 54 millones de pesos a 60 millones respectivamente.N Durante veinte años se mantuvo constante el total de las importaciones suntuarias (vestidos, alimen­tos, bebidas) que representaba alrededor de 75% del total de 309


gar como fuente de 26% de las importaciones mexicanas; Francia era la tercera, con 16%, y Alemania la cuarta, con 13%. Por lo que toca a las exportaciones mexicanas, 80% del total era absorbido por Europa en 1856, y Estados Unidos só­lo tenía 16%, mientras que en 1872-1873, Europa importaba 60% y EUA, 36%. Después de 1873, con la inauguración del ferrocarril México-Veracruz, esta tendencia se acentuó hasta volverse irreversible. A partir de 1876 México se desplazó hacia la órbita imperial de Estados Unidos.N 7. Consolidación de la nación mexicana

cuadro 36 Fuente: P. Bairoch, Revolución industrial y subdesarrollo.

las importaciones, lo cual supone un derroche permanente y una negativa estructural de las cla­ses dominantes a sustituir las importaciones. Durante el mismo lapso, 78% del total de las exportaciones estaba constituido por la plata (76%) y el oro (2%), mientras que el resto lo representaban los productos agrícolas.N

Durante la época de la Reforma y de la lucha contra la in­tervención extranjera, las energías se desplegaron al máximo; hay que contar también la unificación cultural y social y la au­to-identidad histórica del pueblo mexicano. Gracias —si puede decirse— a la encarnizada guerra civil y a la situación de peligro nacional frente a las potencias extranjeras, fue posi­ble consolidar la unidad de voluntad en torno a la lengua, a la aspiración nacional, a la conciencia de la autonomía y de la inviolabilidad del territorio y al proyecto político-social-liberal-burgués.N

Sin embargo, hubo en esta época cambios decisivos en lo concerniente al origen de las importaciones y el destino de las exportaciones. Hasta 1856, 43% de las importaciones provenía de Inglaterra; 16% de Francia; 13%, de Alemania, y 10% de EUA. En cambio, en 1872 Inglaterra conservaba el primer lugar con 35%, pero ahora Estados Unidos venía en segun­do lu-

Desde hacía más de un siglo y medio, el proceso de génesis de la nación avanzaba al calor del surgimiento de la ideología criollista,N de la mentalidad antimetafísica y del retorno al pasado indígena prehispánico, relacionados con la legitimación de la necesidad creciente de autonomía ante la dominación colonial.N Pero la rígida división estamental-clasista así como el pre310


poderoso ariete contra la organi­zación y la mentalidad premodernas y —paralelamente— una con­dición de integración sobre nuevas bases sociales, jurídicas, psicológicas e ideológicas. Esta reintegración fue llevada a cabo por la única clase históricamente capaz —en ese nivel de de­sarrollo social— de dotar al pueblo en lucha con un proyecto de autonomía nacional: la burguesía.N Por este motivo, al de­rrotar a la reacción local y a la invasión externa, la cohesión socio-cultural y políticoideológica que se consolidó permitió a la nación mexicana cristalizarse bajo el escudo de la burguesía 1iberal-nacionalista. La invasión francesa, primer ensayo de colonialismo capitalista moderno, provocó no sólo una destrucción material, sino también la implantación de nuevas técnicas, la movilización social y la consolidación de la voluntad popular en torno al eje de la defensa de la soberanía nacional. La capacidad de dirección de la burguesía liberal y la plena e indiscutible implantación del Estado soberano dentro del país y en el concierto de las naciones, fueron las conquistas más amplias de esta coyuntura bélica y económica.N 8. Instauración del Estado nacional: el mayor logro de la re­volución burguesa de Reforma cuadro 37 Fuente: R. Santillán y A. Rosas, Teoría general de las finanzas ... pp. 254-256. Actualización manuscrita: G.A.A.

dominio absoluto de la sociedad parroquial-eclesiástica limitaban ese avance. Por ello, después de la insurrección y a través de largo medio siglo de inestabilidad y de crisis económico-social, la desintegración de las antiguas relaciones despótico-feudo-coloniales era un

La instauración del Estado nacional burgués fue el princi­pal resultado de la revolución de Reforma y de liberación anticolonial. Cuando la burguesía liberal quebró el poder económico del clero, hizo refluir las riquezas de las “manos muertas” hacia la circulación y 311


cade­nas tradicionales sobre las conciencias de los individuos, y transfirió al Estado el ejercicio de la dominación ideológica (con la escuela, en primer lugar), al mismo tiempo que creaba un espacio más amplio para la eclosión de la libertad de pensamien­to, necesaria para la expansión del nuevo sistema capitalista. La Constitución de 1857 dio una base de “estado de derecho” al Estado nacional moderno, fundamentando su legitimidad jurídica, su base ético-filosófica, su “naturaleza” de clase, sus límites y su estructura formal de poder.N Sin esta consti­tución, el Estado no habría podido caracterizarse bajo la forma de un Estado moderno. Pero el Estado moderno no habría podido constituirse sin conquistar la soberanía nacional ante la inva­sión francesa ni aplastar ética, política y militarmente a las fuerzas socio-políticas del antiguo régimen. El mérito le corresponde a Benito Juárez y a la generación liberal-reformista. cuadro 38 Fuente: J. González Reyna, Riqueza minera y yacimientos... p. 30.

suprimió los diezmos y muchos otros abusos que ejercía el clero sobre los ciudadanos. Estas medidas asegu­ raron las bases de un nuevo sistema impositivo, transfiriendo al Estado la exclusividad de la extracción y el uso de los recursos fiscales, y garantizando su autonomía como poder público.N La Reforma conquistó la separación de la Iglesia (y su subordinación) respecto al Estado. De esta manera pudo delimitar la frontera histórica entre la legitimación metafísica del poder civil (típica de la época feudal) y la legitimación laica, terrenal, humano-política, típica de la ética económica de la era del capital.N Esta separación permitió la ruptura de las

A partir de este momento varían los regímenes políticos, pero la naturaleza histórica y la arquitectura del Estado nacional bur­gués han permanecido idénticas.N

312


VI. Conclusión general

El proceso de intracumulación originaria del capital en Nueva España alcanza su madurez durante la segunda mitad del si­glo XVIII. En una economía colonial la intracumulación tropieza con dos obstáculos: 1) La explotación internacional, que drena permanentemen­te un volumen considerable de recursos económicos hacia diversos polos metropolitanos y deforma la naturaleza de la clase dominante en clase dominante-dominada. 2) La supervivencia de modos de producción precapitalistas en extinción. El primero impide la adecuada disponibilidad de los medios financieros necesarios para la realización del valor en el interior del mercado en formación, reforzando al mismo tiempo el carácter parasitario y usurero de la clase dominante.

El segundo impone límites al proceso de la división del trabajo, a la proletarización y a la libre movilidad de los recursos económicos y naturales. Sin embargo, la explotación externa y las supervivencias internas constituyen factores mutuamente complementarios de la explotación colonial ya que, mediante el empleo de formas compulsivas, se multiplica la explotación colonial. Estos dos fenómenos combinados en la Nueva España de mediados del siglo XVIII, hacían que la riqueza monetaria no encontrara una estructura interna que permitiera absorberla. Así, la acumulación interna originaria del capital es no sólo el pro­ceso de origen de los recursos monetarios, sino también, y sobre todo, el conjunto de transformaciones a nivel de la estructura económico-social (nuevas clases sociales, nuevas articulaciones sectoriales, nuevas divisiones del trabajo, nueva lógica y nuevos métodos para rentabilizar la riqueza) que posibilitan el uso y la reproducción autónomos de los recursos económicos, a pesar de la explotación internacional de las riquezas internas, al es­tar situado el conjunto dentro del radio de la expansión capita­lista industrial mundial moderna. 313


Las teorías de los “enclaves”, de la “difusión” y de la “dependencia” ignoran por completo la diversidad de las estructuras, la arritmia de los procesos, la interpenetración de la singularidad y de la generalidad, el entrecruzamiento de los ciclos largos de la economía internacional con las crisis agrícolas de las sociedades colonizadas. Por eso son esencialmente falsas, aunque existan los fenómenos descritos y desempeñen un papel importante en el curso de la historia de las economías colonia­les. El desarrollo desigual de las estructuras socioeconómicas en el centro de las formaciones económicas mundiales, la explotación externa-interna y la muy particular base de acumulación que sirve de plataforma de lanzamiento, nos permiten construir el concepto de intracumulación originario. La expansión europea en el transcurso del ciclo histórico de las revoluciones burguesas (y de la revolución industrial) fue importante porque: a) Para hacer frente al crecimiento de un mercado interno de una gran cantidad de pequeñas compras en Europa, era necesa­rio disponer de un enorme volumen de dinero. b) Para saldar los fuertes gastos militares y la compra de mercancías de Oriente también era necesario disponer de dinero. Paradójicamente, la expansión europea deformaba la economía mexi­cana al establecer una división internacional del trabajo muy estricta, e imponer

el patrón oro que desplazó a la plata, la des-monetización de los metales preciosos, la edad del acero y del carbón, la explotación a bajo precio de los productos para las fábricas. La transición hacia el capitalismo, por lo tanto, sufrió la explotación, el intercambio desigual y la imposibilidad de hacer funcionar una reproducción ampliada autónoma. Estaba así sentada la estructura deformada del capitalismo actual. La acumulación originaria del capital y la transición ha­cia el capitalismo en un país colonizado de base indígena, como es el caso de México, implica una abigarrada serie de transicio­nes secundarias simultáneas, ya sea en sentido progresivo o re­gresivo. Al separar a las masas de sus medios de vida y de pro­ducción, la intracumulación hace desaparecer (o impone una desestructuración) la antigua homogeneidad de las sociedades indo-coloniales, y al mismo tiempo suprime, a largo plazo, la heterogeneidad de los diferentes modos de producción. Las relaciones de articulación directas (a nivel de la producción) y/o indirectas (a nivel de la circulación) permitieron el encadenamiento de una microrregión indígena tabacalera con el mercado interno de compras, integrado por las masas de mineros y de acasillados de las haciendas. Al mismo tiempo, a expensas de las masas, por vía de la circulación mercantil y de los impuestos, la Corona española extraía cada año de la Colonia varios millones de pesos, enseguida incorporados directamente a su presupuesto estatal. 314


En el curso de la expansión mercantil la sociedad de auto-consumo cae en la desestructuración hacia la transición positiva. Pero durante el periodo de recesión profunda de 1808-1850 recobra fuerzas, reestructurándose sobre los antiguos vestigios del modo de producción agroartesanal. Así la independencia de España, a pesar de su importancia política, no fue una ruptura que superara los modos de producción precapitalistas sino, para­dójicamente, un fortalecimiento de los aspectos atrasados del régimen colonial, al mismo tiempo que representaba una más profun­da desestructuración generalizada de la antigua sociedad. El resurgimiento económico de 1835-1860 sobre un esquema di­ferente y una tecnología moderna, debió relanzar los aspectos mercantiles de las relaciones heterogéneas de articulación, aprovechando las antiguas formas compulsivas para reforzar la explotación de plusvalía absoluta y relativa. En el curso del último tercio del siglo XVIII, la economía tradicional (el sector de autoconsumo, de las comunidades, las Haciendas, las manufacturas) se veía afectada por el alza de precios, las migraciones, la moneda, la expansión de la actividad minera, la formación de diversos aparatos de Estado, la expansión del trabajo asalariado, la profundización de las crisis agrícolas y la coyuntura mundial. Todos estos factores servían de aceleradores del sector mercantil-simple en el interior de todas las unidades, ramas económicas e incluso, micro-regiones de la Nueva España. La estructura de base agropastoril se vio sometida a una agresi-

va demanda de productos primarios. Su lógica interna de autoconsumo mercantil-simple no pudo responder po­sitivamente, al tener una muy baja productividad, un régimen de coerción social, y una dependencia financiera del capital eclesiástico y usurario, y al desempeñar un papel cada vez más brutal las crisis de antiguo tipo. El costo de producción mercantil y so­cial del maíz y del ganado subió, haciendo insoportables los gastos de producción de la actividad minera y manufacturera. La Corona, por lo tanto, hacía un enorme sacrificio fiscal para sostener la producción minera. Los empresarios mineros bajaron bru­talmente el salario y el “partido” de los trabajadores, mientras introducían mediocres innovaciones técnicas sin, por otra par­te, contrarrestar la tendencia a la baja de la tasa de ganancia; en ese momento se inclinan en favor de los grandes usure­ros, y los mineros más poderosos se convierten en una especie de aristocracia nobiliaria de terratenientes, a fin de no de­pender más del mercado en la compra de bienes para sus minas. Así clausuraban el proceso de la división del trabajo, marcando un retroceso en la lógica de la economía de autoconsumo mercantil-simple. La guerra de Independencia acababa de destruir importantes fuerzas productivas, agregando la ruptura con el poderoso dispositivo colonial de apoyo fiscal, técnico y militar que mantenía muy bajo el precio del mercurio (a pesar del alza de precios) y la calma social de las masas. En un clima de libre mercado del mercurio y de disturbios mundiales e internos, subieron los cos­ tos de todas las mercancías. Las compañías inglesas fracasaron en su pretensión de relanzar la actividad 315


minera tan sólo mediante la “maravillosa” fuerza de la máquina de vapor y la especulación bursátil, a causa de la imposibilidad de hacer funcionar una maquinaria moderna sobre la antigua lógica minera de trabajos subterráneos, y en un medio arrasado (carente de carbón de leña), sin una red de comunicaciones modernas y en el momento mismo del cambio de coyuntura hacia la era de los ferrocarriles y del acero en Inglaterra.

ginaria y de la consolidación del modo de producción capitalista en México. El conocimiento de la génesis de un sistema y de un Esta­do se inscribe en la lógica de la posibilidad histórica de su superación.

El resurgimiento de la actividad minera debió esperar las décadas 40-60 sobre otra base y, nuevamente, contar con una nue­va coyuntura mundial favorable, y con el apoyo del Estado moderno que estaba construyéndose en México. Asimismo, con el impulso de una bur­guesía local profundamente ligada a los capitales y empresarios extranjeros. No hay, por lo tanto, una línea evolutiva recta entre la historia del último tercio del siglo XVIII y la de la primera mitad del XIX, aun tratándose de la misma historia del proceso de transi­ción hacia el capitalismo. Hemos tratado de poner en evidencia este desarrollo desigual, complejo y apasionante. La formación de la nacionalidad, del pueblo y del Estado burgués mexicano es una historia de luchas encarnizadas contra una estructura social desigualitaria de origen colonial y, simultáneamente, una lucha contra las tentativas externas de recon­quista por parte de las potencias capitalistas. Esta historia es la expresión dialéctica de las transformaciones internas del mo­vimiento de larga duración, marcado por el auge de la intracumulación ori316


Anexo I. Cultivo de la caña de azúcar y del maíz en Chiapas, México (1932-1974) Descripción de métodos antiguos e instrumentos primitivos aplicados todavía por los campesinos

Zona de la Tierra Caliente, Chiapas, México Encuesta y cuestionario: GAA Testimonios de Gilberto Argüello Guillén y Emilio Altúzar Gómez 1. Ciclo vegetativo: de junio a marzo del año siguiente o de noviembre a noviembre. 2. Gastos que se originan en el cultivo de una hectárea, época actual (1974): acahualeo, 3 jornales a 20 pesos cada uno. Zanjeo a mano: zanja de 25 cm de ancho por 25 cm de profundidad y surcos de 1.60 m de surco a surco, cincuenta jornales a 20 pesos cada uno. 3. Siembra. Ésta se verifica en cuanto las zanjas están listas y en la forma indicada en la figura 1, utilizándose aproximadamente 5 mil kg de semilla. Figura 40 Tren de mulas en Chiapas, l928. Fuente: V. de la Blanche, Géographie universelle, t. XIV, pl. XIV

4. Limpia. Treinta días después de verificada la siembra se da la primera limpia y se hace el relleno de la zanja hasta la mitad de la misma. Sesenta días después se le 317


da la segunda limpia junto con el desbroce correspondiente. La tercera limpia se hace 30 días antes de llevarse a cabo la zafra, esto con el fin de que la caña se asolee y adquiera su completa madurez. Para las tres limpias se utilizan 75 jornales a 20 pesos cada uno. 5. Cosecha. Produce de 6 mil kg a 7 mil kg del primero al segundo año; del tercero al cuarto la producción aumenta hasta 8 mil 500 kg. De ahí para adelante si no se le riega y abona, la producción mengua, de tal manera que a los 6 ó 7 años ya no es costeable la producción de piloncillo. 6. Precio por tonelada del piloncillo, 2 mil pesos.

Mapa 20 Chiapas, microrregión estudiada, donde se emplea una tecnología del siglo XVII.

7. Para la elaboración del piloncillo se necesita lo siguiente: horno de ladrillos y peroles de cobre o fierro; trapiche de fierro y moldes de madera. En la actualidad se suple el horno y el perol en la forma siguiente: en un lugar apropiado (parte alta) se abre una zanja de 4 m de largo por 60 cm de ancho y 1.40 m de profundidad, se ponen paredes laterales de ladrillo, se sienta una caja de madera de sabino, sin fondo, forrada de lámina gruesa de 1.60 m de largo por 80 cm de boca y fondo; a esta caja se le denomina “paila”, y suple inmejorablemente al perol y al horno usados anteriormente. En 35 días, con dos turnos de trabajo, se lleva a término la zafra de una hectárea de caña en el cual se utilizan los siguientes trabajadores: un moledor, tres cañeros, un hornero, un arreador y un envolvedor; así también una yunta de bueyes o caballos que trabajan durante cinco horas en moler dos “burros” de caña, según se indica en 318


la figura 2, y que va a producir unos 230 kg de piloncillo por cada turno de trabajo.

2. El valor del arreglo de una hectárea con tractor de tamaño medio es de 300 pesos (arado y rastreado).

8. Combustible usado: 10% de leña de cualquier madera y 90% de bagazo de la propia caña. En la siembra de noviembre a noviembre es más retardada la cosecha, en ella sólo se da una limpia, resultando más económica pero no más productiva.

3.La siembra de una hectárea con tractor se hace en una a dos horas, y se paga por dicho trabajo 100 pesos.

Cultivo de la caña en 1932

5. Se aplican 250 kg de fertilizante por hectárea. Cuesta el kg un peso. Se aplica en una proporción de 3 de nitrato por 2 de urea; esta maniobra cuesta 100 pesos.

Todo igual que lo expuesto anteriomente, la diferencia está en los precios. Se molía un solo turno y al peón se le pagaba 50 centavos por turno de trabajo (hasta 12 horas por jornada). Se le daba la comida, consistente en frijoles, arroz, café y tortillas, y una vez por semana, carne de res. Una junta de bueyes y su acón ganaba 1.50 pesos por día. Se molía un solo turno de tres tareas (o “burros”) que producían 350 kg. Se vendía a 85 pesos la tonelada. Cultivo del maíz en la zona de Tierra Caliente. Época actual (1974). Cultivo con tractor 1. Ciclo vegetativo, 120 días. Siembra del 10 al 25 de abril, maíz criollo blanco, con semilla seleccionada. Dicha selección se hace en la forma siguiente: se eliminan los granos de la punta y de la base de la mazorca. El valor de esta semilla es de 2 pesos el kg. Lleva 16 kg la hectárea.

4. Se le dan dos cultivos o limpias, y se pagan de 150 a 200 pesos por hectárea, según tenga poca o mucha hierba.

6. La tonelada pizcada y desgranada tiene un gasto de 240 pesos. 7. La producción por hectárea es de 3 a 3.5 toneladas; su valor actual es de 1500 pesos la tonelada. Cultivo del maíz en la misma zona pero con instrumentos rudimentarios de labranza 1.Ciclo vegetativo: 120 días. Siembra del 10 al 20 de abril, maíz criollo blanco. Se siembra a macana. Las tierras que ya tienen dos o tres años de cultivadas y que no tienen piedras ni troncos se aran en noviembre y se siembra como ya queda indicado antes. Tiene la ventaja de que se puede sembrar en seco con semilla fumigada y que no habrá necesidad de resembrar. 2.Preparación de la tierra. Noventa días después de la cosecha se hace el acahualeo; días después de éste se 319


hace la quema de basura, y a los 15 días siguientes, la siembra. El acahualeo o rastrojeo se hace con tres hombres por hectárea a razón de 20 pesos por jornal. El arado de una hectárea, utilizando arado egipcio con reja de fierro y dando dos pasadas (arado y cruzado), se lleva cuatro y tres días, respectivamente. Se paga por el trabajo de la yunta y del peón 40 pesos por día. 3. La siembra se lleva a cabo a macana, utilizándose tres jornaleros a 20 pesos. La distancia entre mata y mata es de 1.20 m aproximadamente (3 y 4 granos por mata). 4. Limpia. Se le dan dos limpias o cultivos con azadón y, según como esté le yerba, escasa o mucha, se pagan de 150 pesos a 200 por hectárea. La primera limpia se da cuando la siembra tiene unos 15 cm, y la otra cuando ya alcanza los 80, calzándose la mata; es decir, se le arrima tierra por todo el contorno de la mata a una altura de 30 cm aproximadamente.

siembras, entonces busca trabajo en el mismo lugar o en lugares vecinos a su comunidad mientras llega el momento de levantar su cosecha. Cuando alguna persona no tiene suficiente terreno para sus siembras, entonces lo pide arrendado, pagando por cada hectárea entre 100 y 125 pesos por la temporada. 9. El valor de una yunta de bueyes de edad y calidad (grandes) es de 8 a 10 mil pesos. El valor de un arado egipcio equipado con reja de fierro es de 150 a 170 pesos. El valor de una carreta de madera hecha por los mismos campesinos es de 300 pesos. El valor de una carreta de radios enllantada de fierro y con masa del mismo material es de 1200 a 1300 pesos. Solamente está comprendido el valor de las dos ruedas. Se adquieren en la ciudad de Arriaga, Chiapas. 10. Precios comparados de algunos instrumentos de labranza:

5. Abono. Se le aplica en la misma proporción de 3 de nitrato por 2 de urea, y 250 kg por hectárea. Se ocupan para este trabajo cinco peones a 20 pesos cada jornal. Su aplicación es después de la segunda limpia. 6. Cosecha. Ésta se efectúa con 12 peones a 20 pesos cada uno. 7. Producción. De 3 mil a 3500 kg por hectárea. 8. Valor de la tonelada: 1500 pesos. Cuando el campesino ha dejado listas las dos limpias o cultivos a sus 320


Figura 41 Técnica antigua para sembrar caña en Chiapas, 1963. Elaboración: G.A.A.

Figura 42.A Instrumentos agrícolas antiguos (siglos XVI y XVII), usados por los campesinos y comunidades indígenas de Chiapas, México, 1974. Elaboración: G.A.A. 321


Figura 42.B Ídem. Elaboración: G.A.A.

Figura 42.C Ídem. Elaboración: G.A.A. 322


Figura 43.A Aditamentos e instalaciones de un trapiche. Último año de servicio: 1963. Tecnología antigua. Dueño: Emilio Altúzar Gómez. El Jocote, Comalapa, Chiapas. Elaboración: G.A.A. 323


Figura 43.B Ídem. Elaboración: G.A.A.

Figura 44 Horno para azúcar, s. XVII, Nueva España. Fuente: AGI 324


Figura 45 Trapiche usado hacia 1830. Fuente: AGI 325


Anexo II. Análisis de la Mina de Rayas Guanajuato - Años 1704-1707

I. Profundidad hasta el plan más hondo: a plomo 235 varas; al echado: 306; al venero: 200; 264. II. Guarnición de los tiros, de los muros exteriores y de las piletas y pozos de cal y canto (¿probablemente de ladri­llos?) III. El desagüe se efectuaba por el sistema de norias a diferentes niveles alternados. 1. Originalmente prevalecía el sistema llamado de norias de mano, es decir: a. Norias b. Cadenas sin fin en las que se sujetaban 3 recipientes que giraban en torno a una c. Rueda d. Tirada por hombres. 2. Hacia el año de 1707 se observaban dos sistemas: a. El antiguo de norias de mano b. El moderno de norias de andenes

3. El proceso de extracción se repartían en cada sistema a partes iguales. a. La mitad inferior en el viejo sistema b. La mitad superior en el nuevo sistema 4. En 1707 se uniformó a un solo sistema, el de andenes, suprimiéndose el de norias de mano 5. El sistema de andenes consistía en: a. En general norias más amplias y —quizá— más hon­das. b. Cadenas sin fin más largas, con eslabones más amplios para dar cabida a c. Recipientes con mayor capacidad d. Girando en torno a una rueda dentada e. Movida por un torniquete f. Impulsada por una mula arreada por un g. Operario. Aparato y mula sentados sobre un h. Andén o tarima. 326


6. En la mitad superior se localizan ya de antemano (qui­zá por una innovación anterior reciente pero parcial), andenes. 7. Con la modernización de 1707 se introdujeron 8 nuevos andenes correspondientes a la mitad inferior. 8. Los 8 andenes nuevos vinieron a desplazar 14 antiguas norias de mano. 9. Después de 1707 trabajaban, pues, 17 andenes, desde un nivel después del venero, hasta antes del tiro capitán 10. Por razones no conocidas conservóse una noria de mano: exactamente la colocada sobre el venero. 11. En el tiro capitán, por el que se extraía el agua hacia el exterior de la mina, se ubicaba otro andén con mecanismo de torniquete movido por 4 mulas.

Dimensiones aproximadas según la escala = Andén 1º del Tiro capitán =

Figura 4 Tecnología hidráulica en la Mina de San Juan de Rayas, Guanajuato, 1704. AGN.

5. Cruz del torniquete donde se sujetan los arneses del tiro de mulas = 5.5 varas. 6. Eje de la rueda de la cadena sin fin = largo: 15 varas 1 Diámetro = 1 7. Rueda de la cadena sin fin = diámetro = 3.7; grueso = 1.2 8. Cadena sin fin del tiro capitán = largo = 40 varas; ancho = .8; eslabón de la cadena = 1.1.; depósito para -extraer agua en el eslabón = alto .8 x .6 ancho 9. Tiro Capitán = guarnición (o ademe) 3.7 x lado; luz (espacio interior) - 2.7 10. Caminos interiores: alto 5 x 2.7 ancho 11. Primera noria, la directamente abajo del tiro capitán = 22 largo x 15 ancho x 6 alto varas. Andén 1º del interior = 1. Soportes (mosillos) alto= (A)4 x (A).2 x (Gr).2

1. Travesaños = largo 14 varas x .8 x .8 2 x 12.5 x .8 x .8 2 #

2. Travesaños = 6 x .8 x .4

2. Soportes del asegurador del torniquete (alto) = 4

3. Tarima (cada planchón) = 7.8 x .5 x .3 (mínimo 9, máximo 12)

3. Asegurador del torniquete 8 varas x .8 x .8 4. Rueda central del torniquete = diámetro = 2.3

4. Rueda central del torniquete = diámetro = 3.2; grueso: .5 327


5. Cruz para el arnés del tiro = largo (radio) 2.5 6. Ruedas dentada y de la cadena sin fin = diámetro: 1.6; grueso: .6; diámetro: 2; grueso = .8 7. Eje entre las ruedas anteriores = a) de rueda a rueda = 5 varas; b) largo total: 6.5 8. Cadena sin fin: altura = 10 varas; ancho: .6; espacio entre cada eslabón = 1.1 9. Depósito para extraer el agua adherido a cada eslabón= .7 alto x .3 10. Pileta: 3.4 x 2.1. x 1.2 11. Canalete desde la rueda de la cadena sin fin hasta la pileta del tiro capitán = largo = 19 x .4 x .4 El mayor número de andenes nuevos y preexistentes mantienen similares medidas que el antes descrito. Los andenes preexistentes, sin embargo, mantienen una mayor simetría entre sí respecto de los nuevos. Las dimensiones (diámetro y grosor) de la rueda del torni­quete y las de la rueda dentada y de la cadena sin fin son, más o menos, similares en todos los casos. En los andenes preexistentes, de 9 cadenas, 7 oscilaban entre 7.8 a 9 varas de altura y sólo dos tenían entre 14 y 16; al mismo tiempo, de 9 canaletes, 6 oscilaban entre 14.8 y 15 varas de largo y sólo 3 eran de 15,

16 y 18 varas, respectivamente. En cambio, de los 8 andenes nuevos, 6 tenían cadenas sin fin con alturas entre 10 y 11.5 varas y 2 de 20 varas; pero de 9 canaletes, 2 tenían entre 10.3 y 11.6 varas de largo; 3 entre 16 y 19 varas; 1 de 26, y 3 entre 30 y 40 varas. Tomemos una de las antiguas norias de mano, la que nos pa­rece típica. Observemos que: 1. Tiene cuatro morillos o soportes; dimensiones = 8 x .5 x .5 varas. 2. Tiene cuatro travesaños = 2 más largos: 5.9 varas; 2 más cortos = 4. 3. Rueda para cadena sin fin tirada directamente por hom­bres - diámetro = 2.8 varas, como de .3 de vara. 4. Cadena sin fin = altura = 8.6 varas; eslabón: .6; depósito para extraer el agua entre cada eslabón = alto: .5; grueso: .2 5. Noria = 3.7 x 2.3 x 2.1 6. Canalote = 4.8 varas 7. Recibidor de agua (caja) del que parte el canalete: 1.2 x .4 x .4 De un total de 15 antiguas norias de mano, 14 fueron sustituidas por los 7 nuevos andenes, habiendo 328


quedado en pie y funcionando, integrada al nuevo sistema, la noria de mano localizada sobre el venero.

Otros detalles interesantes de recalcar son los siguientes:

En las 14 norias de mano trabajaban en total 49 hombres tirando de las cadenas sin fin. En los 8 nuevos andenes, sólo 8 hombres y 8 mulas.

En el anden No. 14 de la figura 9 se observa una gran pila con dimensiones = 16 x 4 x 2.3, en la que desemboca una atarjea con longitud total de 45 varas, proveniente de la mina de Bibanco, por donde ésta efectuaba su desagüe. Se señala que an­tes de introducir esta atarjea en el sistema de desagüe de la mina de Rayas, en la mina de Bibanco había 11 norias de mano para efectuar similar propósito.

De las 15 cadenas sin fin, 3 medían entre 5.7 y 6.4 varas; 5, entre 7.5 varas y 8.5; y 7 cadenas, entre 10 y 12 varas. Es interesante observar que las 3 más cortas eran movidas cada una de ellas por 2 operarios; que las 5 intermedias requerían 3 peones, y 2, 4 peones; y que 5 cadenas largas exigían 4 obreros cada una, y 2 cadenas, 5 cada una. En total ,en los 17 andenes interiores trabajaban 17 arriadores y 17 mulas. Pero en todo el sistema de extracción, incluyendo el anden del tiro capitán, trabajaban 16 hombres y 21 mulas. Suponiendo iguales las condiciones entre la mitad baja y la mitad alta de la mina, podemos pensar que igual número de no­rias de mano estarían instaladas en la mitad alta antes de introducirse los andenes ya dados hacia 1707. Así, se habrían requeri­do, por lo menos, otras 15 norias y otros 51 operarios. Por lo tanto, antes de la introducción de los andenes en todo el sistema extractor habría habido, supuestamente, 30 norias de mano con, al menos, 101 operarios. Con el nuevo sis­tema se ahorraban 83 operarios.

La intercomunicación de dos minas como la de Rayas y la de Bibanco, efectuada hacia 1707, muestra un importante avance en la técnica minera. Parece que el sistema de andenes era muy superior al de norias de mano, pues 18 de los primeros eran capaces de expulsar el agua de dos torrentes (el de Rayas y el de Bibanco) que antes exigían 41 norias y 136 operarios (suponiendo que las 11 norias adicionales hayan utilizado en promedio 3.26 operarios, como las de Rayas). El conjunto da la impresión de ser un todo muy racional. Todas las ruedas del torniquete eran del mismo diámetro, pero no todas las cadenas sin fin tenían la misma longitud. Había 3 cadenas de 18 a 20 varas, mientras que 13 oscilaban entre 7.8 y 11.6 varas; no obstante, eran por igual movidas por una mula cada una. Por desgracia no conocemos la capacidad de cada depósito pendiente de cada eslabón, pero sí su longitud 329


aproximada. De tal suerte se puede calcular que una cadena sin fin de 20 varas arrastraba en total 42 y 46 depósitos, mientras que una de 8 varas sólo movía entre 19 y 21 depósitos. Si to­das se llenaban por igual, en los andenes de cadenas más largas había mayor peso que en los de cadenas cortas. Así el animal de la cadena de 20 varas debía efectuar el doble de esfuerzo que el animal que movía una cadena de 10 varas. Esta incongruencia entre la capacidad motriz constante de cada andén y la masa diferencial en movimiento, demuestra que el conjunto carecía de la proporcionalidad técnica adecuada entre sus partes. Por ello es creíble que hubiera habido:

pues mientras en aquéllas el animal de tiro debía correr a más velocidad para mover un volumen mayor que su capacidad proveniente del andén más cargado; en éste el animal de tiro habría tenido que desplegar, con menor lentitud, una mucha mayor resistencia. Esta incongruencia por falta de proporcionalidad técnica adecuada salta a la vista notablemente, al constatarse que la noria de mano (No. 38, de Santa Lucía) del venero conservó sus funciones integrada al nuevo sistema de andenes. Así, aunque en la época representó un notable avance en la productividad, la instalación de andenes demuestra:

1. Frecuentes rupturas de las partes sobrecargadas.

2. Paros en el ritmo constante necesario de extracción, debidos al agotamiento de la energía motriz del animal de los eslabones más pesados. 3. Cambio frecuente de los animales de tiro de los es1abones más pesados por otros más “frescos”, con la consi­guiente pérdida de ritmo sostenido. 4. O bien aceleración del ritmo general pero con la consiguiente destrucción física, a corto plazo, del animal de tiro. 5. Inexistencia de una adecuada uniformidad entre las partes menos cargadas y las más cargadas,

1. Sencillez de los mecanismos.

2. Debilidad de los materiales para construir má­quinas más potentes. 3. Obsolescencia y atraso de tales fuerzas productivas (las más avanzadas en la Nueva España), comparadas con las empleadas en las minas europeas durante la misma época.

4. Racionalidad técnica incipiente.

5. Propensión para generar desocupación, dada la escasez de andenes. 330


MINA DE RAYAS Trabajos de extracción de minerales Desde la boca hasta el echado de la veta, la mina tenía 306 varas en línea recta. El camino por donde transitaban las mulas, desde la boca hasta los cargaderos, tenía 820 varas –y 5 de ancho y 5 de alto– . El camino fue hecho nuevamente por el Dr. Bracamont desde el numero 17 para abajo, es decir, 450 varas, y se laboró, también desde el tiempo del Dr. Bracamont, a partir del número 31. Hacia 1707 se trabajaban 4 minas sobre la veta madre: a) Vírgenes, b) Cazuela, c) Candelaria y d) Buen Suceso. La más importante, parece, era la última, pues de ella se dejó el testimonio minucioso. Los trabajos de extracción de minerales consistían en las siguientes fases: 1. Obtención del mineral mediante la roturación directa de la veta por medio de:

Figura 9 Mina de San Juan de Rayas, trabajos subterráneos. Guanajuato, 1704. AGN.

a. Barretas y barreteros. b. Barrenos y barrenadores. c. Picos y zapapiqueros. d. Martillos y quebradores. e. Niños auxiliares que detenían y cuidaban las can­delas para iluminar las labores.

2. Transportación del mineral desde las profundidades de las labores y/o de los planes, hasta los cargaderos de metales o sean los lugares en que concluían los caminos de mulas.

Esta fase era efectuada mediante:

a. Escaleras de gallo. b. Botillas de lomo o tenates. c. Tenateros subiendo con pesadas cargas a la espalda por las escaleras de gallo.

3. Transportación del mineral desde los cargaderos hasta el exterior de la mina. Esta fase abarcaba diferentes actividades: a. Al concluir el camino de mulas y casi a la boca de las labores se localizaba el cargadero. A éste lle­ gaban los tenateros con sus cargas a espaldas. Allí parece que tenían tres opciones: a.1. Si no había mulas disponibles, deja­ban los tenates llenos y bajaban por otros. a.2. Descargaban los tenates formando grandes montones de mineral, para luego bajar a las labores por otras cargas. a.3. Esperaban el arribo de las mulas y colocaban dos de los tenates sobre cada mula. La tercera posibilidad parece haber sido la más aceptable, si se observa con detenimiento el 331


descargadero No. 30 de la mina Buen Suceso y el de la mina Vírgenes. b. Generalmente un solo individuo era capaz de guiar un par de mulas hasta el cargadero. c. Una mula llevaba las cargas de dos tenateros. d. El arriador de un par de mulas y los dos tenateros se coordinaban para cargar y sujetar la carga sobre cada mula. e. Acto seguido, se iniciaba el ascenso por un camino zigzagueante de 820 varas de largo, 5 varas de amplitud y 5 varas de alto. f. Cada arriador de mulas llevaba en una mano una lumina­ria y en la otra un látigo. g. De trecho en trecho se localizaban individuos distribuyendo agua para bestias y hombres. h. Las mulas subían cargando mineral y bajaban cargando materiales (madera, luminarias-teas, herramientas, piedras para guarniciones, etc.). i. Todos los trabajadores subterráneos (hombres y niños) andaban desnudos. Descripción detallada del interior 1. Trabajadores Número total en los diversos tipos de funciones

137

Funciones particulares y número de trabajadores a. Arreando mulas. 13 subiendo mineral y 6 bajando material 19 b. Subiendo hacia el exterior cargando barretas 8 c. Iluminando el camino (o subiendo después

de trabajar o quizá arreando mulas, pero aleja­dos de los hatos) 15 d. Distribuyendo agua en diferentes puntos del camino 3 e. Bajando hacia las labores cargando barretas 2 f. Viendo pasar las mulas 2 g. Llevando a espaldas los tenates, sobre el camino 2 ____ Total localizados en el camino 51 h. Trepando la carga a lomo de mulas 9 i. Subiendo por escaleras de gallo con tenates a las espaldas o cargando mineral en los tenates para subirlos después 28 j. Subiendo por escaleras de gallo, pero sin carga alguna 9 k. Barreteros atacando la veta 15 l. Niños auxiliares alumbrando el trabajo de los barreteros 8 m. Piqueros atacando la veta 5 n. Barrenadores (2 individualmente y una pareja) 4 o. Quebradores de mineral 2 p. Sentados, descansando o vigilando 2 q. Defecando 2 _____ Total localizados en las labores 86 2. Mulas Total en la mina Suben hacia el exterior cargando mineral Bajan cargando materiales

61 36 16 332


Esperan ser cargadas o están siendo cargadas

9

Modos de arrear las mulas: Generalmente un individuo arreaba 2 mulas pero hay excepciones; por ejemplo: Hay

15 2 2 1 2

parejas de mulas grupos de 3 mulas grupos de 4 mulas grupo de 5 mulas grupos de 6 mulas

21

arriadores

30 6 8 5 12 ________ 61 mulas

Modos de cargar las mulas 1. Sobre el lomo de la mula se colocaba una especie de aparejo pero sin manzana ni respaldo, sino plano; sin duda era de material resistente (cuero) y, a la par, acolchona­do a fin de proteger la piel del animal. 2. Esta especie de aparejo plano era afianzado al animal en tres lugares diferentes, mediante correas anchas: a. Cuello (pecho) b. Cintura c. Grupa (pero no haciendo pasar la grupera por debajo y en el asiento de la cola, como en las sillas y aparejos novohispanos y mexicanos desde el siglo XVIII hasta la actualidad, sino sujetando al animal con una correa por las ancas; cosa que le habría dificultado grandemente caminar en pendientes).

Características de las labores Desde el camino de mulas se abrían socavones que daban paso a las labores: Había 19 entradas a otras tantas labores, quizá abandonadas, más las entradas a las labores en activo de las ve­tas Vírgenes, Cazuela, Candelaria y Buen Suceso. a. Entrada a las labores.Los socavones daban paso a las labores; no tenían formas, amplitud y dirección regulares; eran estrechos e inclinados. Generalmente las escaleras de gallo se reclina­ban sobre las “paredes” de los socavones, dificultando el paso de los tenateros, quienes subían ras con ras. b. Escaleras de gallo. En total había 17; 5 alternadas para bajar a los planes. Dimensiones: largo mínimo, 11 varas x 1 x .5; largo máximo, 16. c. Las labores c.1. Dimensiones. Semejaban bolsas irregulares de dimensiones variables, aproximadamente entre: 10-12 varas de alto x 5.8-10.5 de largo x 5.8-10.5 de fondo. c.2. Iluminación. La iluminación de los trabajos la efectuaban niños con teas, probablemente de madera de pino (ocote) resinosa. En las labores pequeñas trabajaban pocos operarios a la luz de una tea. En las grandes o en los planes, varios opera­rios a la luz de 2 ó más teas. 333


c.3. Disposición de las labores. Éstas se ubicaban irregularmente a diversos niveles, direcciones y formas siguiendo los caprichos de las vetas, la resistencia de las paredes, la inspiración de los barreteros. En consecuencia, dentro de la mi­na era cotidiana la amenaza latente de derrumbes y de muerte segura para los trabajadores. c.4. El problema de la ventilación. No se observa ningún indicio de un sistema específico de ventilación. La amplitud del camino in­terior permitía que el aire entrara, pero el laberinto de socavones, labores y planes sin orden ni salida impedía su circulación interna. A esto debe agregarse el uso de teas (presumible­ mente de madera resinosa de ocote) o de candelas de cebo para iluminación; el tránsito y el trabajo de animales y hombres, más la humedad, la oxidación de los minerales y la descomposición química de la madera de escaleras y demás. En resumen, es seguro que el aire fuera casi irrespirable y la temperatura, elevadísima. Por ello los operarios debían trabajar completamente desnudos, descalzos y casi asfixiándose. La veta Buen Suceso se hundía perpendicularmente. Por eso las labores se abrían a ambos lados del echado, es decir, del pozo, que llevaba hacia los planes, 60 varas bajo el nivel del camino.

Apreciaciones generales

1. De la boca de la mina hasta el comienzo de la veta, en línea recta, había 306 varas de profundidad; en

tanto que siguiendo el camino, de la boca a los cargadores, había 820 varas. Esto significa que se debía recorrer casi 2 veces más (514 varas) la profundidad de la mina para sacar los minerales, meter los materiales y entrar-salir del trabajo. Así, para determinar el tiempo de trabajo en la extracción de los minerales (con el siste­ma de extracción por camino y por mulas) no basta conocer la profundidad de la mina, sino tomar en cuenta, sobre todo, la extensión real total del camino. Además, su estado, la sequedad o humedad del ambiente; la ventilación adecuada o no; la pendiente de los zigzagueos del camino; la naturaleza y alimentación de los animales de tiro; la congruencia o no entre el proceso de roturación de las paredes minerales y el de transportación por tenateros hasta los cargaderos, así como entre éstos en sí y la velocidad y capacidad de desplazamiento desde los cargaderos hasta la boca-mina. 2. Partiendo del supuesto de que los tenates de los cargadores eran los mismos que se colocaban a lomo de mulas, podríamos formular las siguientes estimaciones: Cada mula, en tal hipótesis, habría transportado la carga de dos tenateros. La productividad, pues, habría sido del doble, en lo que se refiere a la capacidad de transportación por unidad de viaje. Parece, sin embargo, muy mediocre. La ventaja mayor quizá habría radicado en que la mula hacía el trayecto con más uniformidad y velocidad que un hombre; ya que éste, me334


nos re­sistente que el animal, en igual distancia habría debido descansar más frecuentemente de trecho en trecho, resultando así un tiempo total mucho más largo para un volumen mucho menor de mineral extraído. Si observamos el mismo problema desde el ángulo del costo económico podríamos afirmar que: a. Cada mula significa el ahorro de dos jornales, pe­ro cuesta la amortización del precio del ani­mal de carga y su alimentación cotidiana, así como la porción del jornal pagado al arriador, según el número de mulas que él condujera en cada viaje. Así, suponiendo que no hubiera habido 61 mulas, las 122 cargas habrían exigido otros tantos tenateros. Pero con 61 mulas se gastaba en el mantenimiento de éstas y en los jornales de sus 21 arriadores. b. En la perforación y construcción de un camino de mulas de esas dimensiones parece que se invertían mucho tiempo y recursos. Sobre todo si se coteja el hecho de que en línea recta la mina tenía 306 varas y el camino, 820. Así, un tiro general o una serie de tiros alternados, para extracción de materiales, parece que habrían significado, de golpe, el ahorro de 514 varas de trayecto, de tiempo, de costos en perforación y construcción. 3. Si reagrupamos el número de trabajadores en grandes tipos de funciones del proceso, obtendremos al­g unos elementos de juicio para captar

más profundamen­te el problema de la lógica interna de la empresa. a. Trabajadores arreando mulas cargadas de mineral en camino al exte­rior (o trepando las cargas a lomo de mulas), sin contar 6 que bajan material

22

b. Trabajadores tenateros subiendo con carga, por escaleras de gallo, rumbo a los cargaderos, más otros cargando tenates sobre el camino

30

c. Trabajadores atacando la veta para obtener el mine­ral (barreteros, piqueros, barrenadores, quebradores)

26

Más 8 niños iluminando las labores Más 2 barreteros, a medio camino, que van hacia las labores

36

d. Trabajadores que suben hacia la salida; unos cargan barretas y otros no

25

e. Trabajadores subiendo por escaleras de gallo pero sin carga; más otros sentados (descansando o vigilando), más otros defecando

15

f. Trabajadores que bajan arreando mulas cargadas con materiales

6 335


g. Más los repartidores de agua:

1. Vemos que la mayor cantidad de trabajadores adultos se localizaba en el proceso intermedio de transportar a espaldas el mineral de las labores al cargadero

3

30

2. Los trabajadores que roturan el mineral están en segundo lugar 28 (aunque en primer lugar, si se suman los niños = 36) 3. Los trabajadores que conducen las mulas carga­das de mineral van en tercer lugar (+ 6 que arrean mulas bajando materiales)

22

Todo esto parece indicar que ya había una división del trabajo a partir de esas tres funciones simples diferentes. (Pero también podía ser que los barreteros y rompedores de veta en general, luego de obtener una cantidad de mineral, llenaran un te­nate y ellos mismos condujeran “su” mineral hasta los cargaderos para que así les fuera contabilizado en su raya o jornal y/o su partido. En tal caso, sólo habría habido una división de funciones desde las labores hasta el cargadero y de la extracción a la bocamina. Sin embargo, el documento gráfico no sugiere esta se­gunda hipótesis.) Así, entre las tres funciones habría habido una relación de pro­porcionalidad intrínseca. Transportar a espaldas el mineral, desde las labores y planes, subiendo por escaleras de gallo, re­quería un poco mayor tiempo que roturar la misma cantidad de mi­neral, y un

considerable mayor tiempo que sacar hasta la bocami­ na igual cantidad de mineral y regresar hasta los cargaderos. El transporte del mineral en sus dos formas y funciones era, en esta mina y en este periodo, el más agudo problema, pues –como se ve– exigía el trabajo de 52 operarios (y 36 mulas), mientras que el de roturación, efectivamente sólo el de 26. Es claro que no podemos generalizar estas características y proporciones a todas las minas de la época. Pero sí nos pueden dar pautas para formarnos una idea de lo que ocurría en las grandes minas, y en las que prevalecieran condiciones naturales, socioeconómicas y tecnológicas similares o parecidas. En este caso era posible que 26 roturadores de la veta proporcionaran la cantidad de mineral suficiente para ser moviliza­da por 52 operarios y 36 mulas, en gran medida porque: 1. Parece que el mineral se encontraba en mantos metalíferos escasamente compactos. De allí que predominara el número de barreteros sobre el de picadores, barrenadores y quebradores. De lo contrario, las proporciones habrían sido inversas. No se concibe que una veta encerrada en roca porfírica pudiera haber sido atacada por trabajadores provistos de simples barretas con una sola cabeza de acero. Así, en todas las minas cuyas vetas estuvieran en hori­zontes y formaciones geológicas poco completas, los barreteros, con sus instrumentos simples, eran 336


capaces de romper grandes cantidades de mineral en un tiempo nor­mal. 2. Parece que la ausencia de un plan en la perforación de las labores traía múltiples consecuencias negativas: estrechez, excesiva inclinación y prolongación innecesaria de los socavones, con la con­siguiente dificultad, peligro y lentitud de la transportación del mineral a espaldas de los tenateros. 3. La carencia de conocimientos tecnológicos modernos da­ba por resultado que se perforara siguiendo los capri­chos de la veta de más alta ley. En gran medida por esta causa las minas alcanzaban pronto una gran profundidad, mientras las ramificaciones paralelas permanecían casi intocadas. Así, a mayor pro­fundidad –tomando en consideración la escasa producti­vidad de los medios de transporte y la irracionalidad de los caminos subterráneos–, mayor desproporción entre capacidad de roturación y capacidad de expulsión y transportación. De tal suerte que a 360 varas de pro­fundidad total, se tenía que mantener una proporción de 2 a 1 entre trabajadores transportistas y trabajadores “productivos” (los roturadores). Pero el costo en el proceso de transportación seguramente era muy superior al de roturación, pues no sólo se debía pagar el doble número de operarios, sino además el equivalente al mantenimiento y amortización de 36 mulas, más el de amortización de otros tantos aparejos, lazos y 72 tenates. Suponiendo la existencia de minerales de alta ley a 360 varas, es creíble que a 60 varas más de pro-

fundidad se podrían ha­ber presentado serios problemas de incosteabilidad por el solo hecho de la ruptura en la proporción de 2 a 1 entre transporta­ción y roturación. En efecto, suponiendo la modificación en 3 a 1, los mismos 26 roturadores habrían arrancado una cantidad de mineral que exigía 78 operarios transportadores con las mismas 36 mulas, suponiendo fijo el recorrido del camino de la bocamina a los cargaderos, y sólo variable la distancia entre los cargaderos y los planes. Tal modificación habría provocado la elevación del costo de transportación en un tercio. Así, con apenas una ligera disminución de la ley de los minerales, la empresa hab­ría estado seriamente amenazada. Situación de los trabajadores 1. La fuerza directa de los trabajadores es el elemento motriz primordial en esta mina y en esta época. a. En total, los trabajadores ubicados en las diversas funciones son 94. En total, las mulas que suben mineral y bajan materiales son 61. La fuerza humana es como 2 a 1 superior a la animal. b. De 94 hombres trabajando, 28 son arriadores de mulas mientras 66 son operarios vinculados con sus propios órganos corporales al proceso de enfrentamiento contra la naturaleza. c. De los 66 operarios, 30 tenateros usan su propio cuerpo como el instrumento de transporte; 28 337


(barreteros, piqueros, barrenadores y quebradores, sin contar los niños iluminadores) se auxilian con instrumentos sencillos de trabajo. d. Ningún mecanismo complejo sirve de auxiliar al trabajo humano. 2. Condiciones de trabajo. Cada operario debía: a. Bajar por el camino de mulas completamente desnudo y descalzo; recorrer a pie 1640 varas para entrar y salir. b. Llevar en una mano una tea o una candela para iluminar el camino y en la otra, los instrumentos de trabajo. c. Introducirse por los socavones, bajar por las escale­ras de gallo y llegar hasta las labores y planes. d. Transitar y trabajar en un ambiente húmedo, en medio de una elevada temperatura y de un aire enrarecido. e. Efectuar las operaciones sin ningún tipo de plan ni orientación previos, conocimientos técnicos modernos, dirección racional, protección corporal ni protección ambiental. De tal suerte que prevalecía el peligro, cotidianamente, de hundimientos, deslaves, caídas y otro tipo de accidentes.

f. Desplegar un esfuerzo corporal intenso y prolongado debido a la sencillez de los instrumentos de trabajo empleados, al ambiente enrarecido, al tipo de pago reci­bido, a la estrecha división del trabajo social existente y a la enorme distancia a recorrer para bajar y subir a pie por los socavones y por el camino hasta la bo­camina. g. En el caso de que no hubiera prevalecido división alguna entre la acción de romper la veta y la de subir el mineral en los tenates hasta el cargadero, cada operario debía obtener el mineral, llenar un tenate, echárselo a la espalda, subir por las escaleras de gallo, llegar al cargadero, ayudar al arriador (o arriadores) para cargar a la mula con dos tenates... y luego bajar para repetir muchas veces las mismas acciones. h. Al terminar la tarea, llevar a cuestas sus ins­trumentes de trabajo y recorrer a pie, de subida, otras 820 varas del camino; sin contar los recorridos para bajar y para regresar del cargadero a las labores y los planes. i. Al salir de la bocamina, emerger desnudo. Luego de una dura jornada subterránea, regresar al clima nor­mal de la superficie, generalmente frío y húmedo pues los principales reales de minas se encontraban en zo­nas montañosas a más de 2400 metros sobre el nivel del mar. Así los trabajadores iban, todos los días, de un clima frío y húmedo a otro subterráneo caliente, húmedo y enrarecido; para regresar, luego de un desgaste 338


físico intenso, a un clima inclemente, a varios grados de temperatura y de presión diferentes de los existentes durante el trabajo. Se veían expuestos a fulminantes neumonías y todo género de afecciones de las vías respiratorias, y padecimientos reumáticos. LA MINA EN SU CONJUNTO La actividad minera en su conjunto se dividía en dos gran­des tipos de trabajos :

1. Los de superficie. 2. Los subterráneos.

Aquí nos interesa centrarnos en los segundos y dividirlos en dos subtipos: a. Trabajos subterráneos para roturación y transporte del mineral. b. Trabajos subterráneos para la extracción del agua. Si observamos con detenimiento las características de ambos subtipos encontraremos que:

Cuadro 1 Elaboración: G.A.A.

1. El de extracción de agua parece haber sido el más exigente y complejo. En efecto, el enemigo principal de las minas profundas era el agua. Sin agua era posible la obtención y extracción de mineral; con agua abundante no. Para resolver tan agudo problema, la utilización del trabajo simple de hombres y animales estaba descartada. A pesar de la posible abundancia de brazos (inclusive a ningún costo) y del uso de sistemas de cooperación social simple (por ejemplo, “cadenas” 339


humanas), el escurrimiento de un torrente en las profundidades de una mina, por más mediocre que fuera, no tenía solución sen­cilla. Por eso, para extraer el agua pronto debieron aplicarse un método y una tecnología más desarrollados que los aplicados en la roturación y la extracción del mineral. 2. En efecto, para la roturación y extracción de mineral, la fuerza viva humana y la animal son más importantes que la fuerza me­cánica (ver el cuadro 1).

340


Anexo III. Vocabulario de los mineros novohispanos y mexicanos (1700-1870) (1700-1870)

A Abras Son aberturas de los cerros (como los riscos que suelen tener en sus bocas) provocadas por fuerzas subterráneas que los hicieron reventar, y son signos de mineral. Acero Material indispensable para elaborar todo tipo de utensilios y maquinaria de mine­ría. Achicar Hacer disminuir el nivel del agua en alguna labor o tiro minero. Achicadores Operarios mineros destinados a achicar; ejecutan la operación mediante botas a veces usando utensilios simples.

Achichinques Operarios destinados a recoger las aguas de los veneros subterráneos de las minas en unas cubetas de cuero de toro, y conducirlas a las piletas o cajas del tiro, desde donde se las sa­ca con malacate. Ademes Cubiertas o forros de madera con que se soportan y resguardan los tiros, pilares y labores. Cimbras, castillos, palizadas, maderamen, sopor­tes de seguridad. Ademador Operario minero que efectúa el trabajo de ade­mes. Adobe Ladrillos grandes de tierra y paja para construcción. Se usa frecuentemente con ventaja en los climas cálidos y secos, porque no es de tierra cocida. Administración Mando de la obra minera. 341


Administrador Superintendente de los trabajos mineros. Afinación Quitar a las planchas o tejos de plata las es­corias o heces que les quedan después de fundidas. También se dice refinado. Aguafuerte Nitrato. Ácido nítrico. Ahonde Perforación hacia los trabajos internos. Albañil Ejecutor de obras de construcción, sobre todo en trabajos de superficie. Albañal Atarjea; canal estrecho. Albarradón Dique; muralla para contención de torrentes. Albergue Hoyo cavado en la pared de la mina para servir de protección, en caso de urgencia, a los mineros. Alcribís o tobera Especie de embudo, por donde entra y se encaja­ el cañón de los fuelles en el horno de fundi­ción, para dar aire y soplo.

Alimentos Pagos periódicos dados a los propietarios de las minas por los arrendatarios, en el caso de que las minas fueran productivas. Almadaneta Cabeza de un mazo aporreador para moler piedra o mineral. Mazos movidos por fuerza animal o hidráulica. Al hilo o al rumbo En línea recta horizontal. Se dice de un trabajo minero que se efectúa siguiendo la línea de la veta. Al echado o al recueste En línea recta vertical, siguiendo la veta en profundidad. Alto La parte superior de un tiro. Amparo Derecho legal de los propietarios por posesión continua. En minería puede sólo ser preserva­do en el caso de que en una mina se mantengan cierto número de trabajadores y de trabajos mineros ininterrumpidamente, aunque no sea pro­ductiva a largo plazo, pues de lo contrario se pierde el amparo. Entonces puede ser sujeta a denuncio por cualquiera que pueda trabajarla. Hecho el denuncio, el amparo puede ser suprimi­do al antiguo poseedor y ser transferido a uno nuevo. 342


Anchura Espacio interno de un tiro, de una galería o de un trabajo.

Apolvillados Minerales muy ricos.

Ángulo Esquina.

Apuradores Hombres o mujeres que buscan par­tículas de metal en los derrames de las haciendas de azoguerías.

Aparejo Máquina para levantar los ademes de los tiros cuando se hunden o desquician; también para levantar grandes vigas que llaman llaves en los que se empotran los malacates. También es un apero que se coloca sobre los lomos de las mulas y sirve para fijar la carga. Apartado Establecimiento minero donde se funden otra vez las platas con ley de oro para separar los dos metales. Aperos Utensilios. Son todo tipo de instrumentos para mantener en perfecto estado tiros, norias, acueductos, zanjas, galeras, malacates, cami­nos y demás obras subterráneas y de superficie de las minas. Aperador El encargado de guardar, cuidar y distribuir los aperos según convenga. A pique Trabajar a pique, trabajar ahondando perpendicularmente en las vetas clavadas.

Arcilla Piedra dura. Arena Piedrecillas redondas acumuladas en criaderos próximos a los ríos o en antiguos lechos de ríos. Se usa para la construcción en una mez­cla de cal y canto. Arenilla Igual que la arena pero de partículas finísimas Arrastrar Jalar, tirar, llevar a rastras. Se usa también para designar la acción de quebrar, moler la piedra o el mineral en los arrastres. Arrastre Aparato utilizado para moler los minerales de plata y oro en polvillos a fin de prepararlos para formar las tortas con mercurio y efectuar la amalgamación. Consiste básicamente, en un depósito en el que giran una sobre otra pesa­das piedras durísimas que son las muelas del molino. Generalmente se usa la tracción animal, pero también la hidráulica. 343


Arreador o “arriador” Trabajador cuyo oficio consiste en ir montando sobre uno de los caballos que tiran los malacates, precisamente para asustarlos a fin de que desplieguen el máximo esfuerzo y velocidad. También se nombra de igual modo a los caballos que mueven los malacates. Arriero Individuo que trabaja en la arriería, es decir, en la actividad de transportación de carga a lomo de mula. Arroba Medida española compuesta de 25 libras españolas. Atacador Instrumento; hierro cilíndrico de mediano largor, liso, con un diámetro más delgado que el de una barrena. Sirve para que los barrenadores, una vez perforada la roca y vaciada la pólvora en los barrenos, formen el cohete, atacando, apelmazando, a fin de que adquiera la máxima compresión para que reviente mejor la peña al darle mecha. No debe ser de acero, pues de serlo puede saltar una chispa y estallar prematuramente con grave riesgo de los operarios. A tajo abierto Minas a cielo raso, es decir, minas cuyas labores no son subterráneas Atajador Mozo que trae las mulas o caballos al tiempo de ser mudados para las tahonas, molinos y desagües.

Atarjea Canal hecho de cal y canto en el interior de la mina o en los trabajos de lavado de minerales. Atecas Los operarios que echan el agua de los planes de las minas, en las botas para que salgan por los tiros mediante malacates. Atierres Tierras corrientes o minerales de bajísima ley, dejados en las labores en los antiguos trabajos. Impiden los nuevos trabajos, por lo que deben ser sacados hacia los terreros. Aviado El propietario de la mina a quien se le han dado fondos para explotar las labores. Aviador El dueño de dinero que proporciona, en préstamo o avío, cantidades determinadas al dueño de minas para hacerlas trabajar. Avío Préstamo a rédito; fondo avanzado para los trabajos mineros. Ayudante Asistente, auxiliar. 344


Azogue Mercurio. El material más importante para obtener las platas de Nueva España, pues la mayor proporción se las obtiene por amalgamación y no por fundición. Azogue en caldo El mercurio tal y como se lo adquiere, condu­ce y almacena. Azogue razonable La cantidad adecuada de azogue según la ley y carácter del mineral. Azogue apolvillado Mineral de alta ley con azogue incorporado una vez ya lograda la amalgama y después de haber procedido al lavado. Estado en que se encuen­tra la amalgama de plata después de lavada y poco antes de ser destilada en frío para ser enviada luego a la cupela, a destilación por fuego. Azoguería Haciendas de minas donde se obtiene el oro y la plata por amalgamación. Se dice también del lugar donde se beneficia, donde se efectúa el proceso de amalgamación y el departamento donde se guarda el azogue en caldo (mercurio puro).

B Bancos Peñas fuertes que levantan y estrechan la veta o la desvían de su rumbo. Bajo Partes inferiores de las depresiones internas de la mina donde se efectúan las labores. Barquines Forjas, fuelles. Barra Instrumento de hierro al que se le calza la punta con acero para que tenga más resistencia. Indispensable en los trabajos mineros pues de la barra o barreta se sirven los operarios en las labores para despeñar las vetas, después de haber hecho estallar los cohetes o tacos de los barrenos. Barra de plata Plata fundida y purificada, lingote. General­mente al salir de la Hacienda de Minas va como plata-piña. De aquí se la conduce, ya en ba­rras, a la Casa de Moneda. En ésta analizan su ley, cobran los impuestos legales y certifican su peso y ley. En ocasiones la plata en barras contiene ley de oro, por ello se la conduce al Apartado para separar su contenido. 345


Barras Acciones o títulos en que se consideraba dividida una negociación minera. La propiedad total de una mina se expresaba, generalmente, en 24 barras o acciones. A veces el propietario no la explotaba directamente, sino que la arrendaba. El arrendatario podía convertirse en copropietario si el propietario le cedía una o más barras. A veces el aviador facilitaba sumas al propieta­rio a cuenta de que éste le cediera un número de barras. No fue frecuente la explotación minera por medio de grandes compañías con muchos socios, sino por medio de capitales individua­les o familiares. A partir de la instalación de las compañías inglesas cambia el panorama.

Barrenarse Cuando en el interior de la mina se perfora una comunicación corta para unir dos planes o dos labores.

Barrena Instrumento de hierro cilíndrico con diámetro del de una peseta, con punta de acero en forma de escoplo o en forma de cuatro filos de cruz, con una cabeza aplanada a martillazos, tan larga como tres cuartas partes de una va­ra; sirve para barrenar las peñas y darles cohetazo para desmoronarlas.

Batea Depósito hecho de madera, generalmente de un grueso tronco ahuecado. Se usa para lavar los minerales.

Barrenador Operario minero que, junto con otro, perfora la roca con barrena y martillo para poner tacos de pólvora o barrenos. Barrenos Las perforaciones efectuadas en las peñas para acomodar el cohete.

Barreta Lo mismo que barra; instrumento largo de hierro. Barretero Operario de la mina que trabaja con barra, cu­ña o pico (también a éste último se le llama zapapico) para romper la pared del mineral en las labores subterráneas. Barro Lodo pegajoso, dificulta el paso de animales, personas y carretas por ser muy adherente.

Beneficio Local de una negociación minera donde se hace la reducción de los minerales, ya por azogue o por fundición. Más genéricamente se dice de las haciendas mineras, la parte externa, los trabajos e instalaciones de superficie de la misma. Beneficio de cazo Método particular del proceso de amalgamación usado para determinados minerales argentíferos; consiste en poner la amalgama en depósitos de cobre (cazos o fon346


dones) sentados sobre fuego. Con el calentamiento se acelera el proceso de amalgamación. Beneficio de hierro Igual, sólo que a la amalgama se le agregan fragmentos de hierro en determinadas circunstancias. Beneficio de colpa Igual, pero cuando se usa magistral (cobre) o colpa como materia auxiliar. Beneficio de pella de plata Cuando a un montón ya en amalgama se le agrega otra masa en amalgamación. Beneficio de fuego Procedimiento para reducir la plata mediante fundición. Generalmente se funden sólo los minerales de elevada ley. Los trabajos de superficie, métodos y utensilios requeridos son di­ferentes en todo a los exigidos por el benefi­cio por amalgamación. Un factor primordial que decide la aplicación de aquel beneficio es la disponibilidad o no y el bajo precio de la madera para combustible. Beneficio de patio Lo mismo que beneficio de amalgamación. Su nombre se deriva del hecho de que la amalgamación se efectúa en grandes patios, donde se colocan los montones de mineral ya pulverizado. A los montones clasificados según la ley de sus minerales se los extiende sobre el patio formando con cada uno de ellos una masa cir-

cular con un determinado grosor, a la que se incorpora azogue razonable. Una vez hecho esto, hom­bres o animales se dedican a pisar el mineral hasta formar la torta. La torta ya formada inicia el proceso de amalgamación entre las partículas de mercurio que absorben a las de plata. Podrá ser pisada las veces que sea ne­cesario. Pasado un tiempo de reposo muy variable (mínimo 10 días, máximo 90), según multitud de factores, se obtiene la torta ren­dida, concluyendo así la amalgamación. Se procede al lavado, luego a la destilación a frío y a fuego para separar el mercurio y dejar la plata pura. Blandura Finura del mineral; suavidad. Fácil de obtener. Boca Entrada. La abertura primera que se hace sobre la veta. Boca mejora Tiro o salida para comunicarse con la estaca fija a partir de la cual se conocen con toda precisión los límites originales de la perte­nencia. Asimismo es como el punto de referen­cia para efectuar y facilitar el trazo y la ejecución de las labores subterráneas. Bochorno Excesivo calor que apaga las luces dentro de las minas, por falta de ventilación y por haberlas trabajado sin dar cruceros para permi­tir el paso del vient. Con los efluvios que despiden los operarios con la fatiga, se aumenta y se apagan las luces; es menester que sal­gan luego al347


gunos, con lo que suele volver a tomar aliento la llama. (Véase vaho.) Boletas Recibos de venta de los minerales; cuentas de las cargas que se han conducido o que ya se han amalgamado. Bolsa Banco de excelente mineral pero aislado del resto de la veta. Bomba Máquina para extraer agua. Puede haber bombas para extraer agua que utilizan la presión del agua misma como fuerza impulsora. Las más usuales son las bombas aspirantes-impelentes, impulsadas por la fuerza motriz del vapor. Bonanza Cuando en una mina se encuentran minerales ricos en gran cantidad. Mina en próspero estado. Borrasca Adversidad. Torrente que inunda la mina y la perjudica. Mina hundida o en muy mal estado, por lo que es intrabajable. Bordes Muralla a ambos lados de un cauce; o bien muralla interna de una mina para proteger los tra­bajos, galerías o tiros de posibles derrumbes. Mineral abandonado en antiguas minas.

Botas Recipientes para sacar el agua de los planes de las minas mediante malacates. Generalmente son hechas de la piel entera de un buey. Bota chica: hecha de un solo cuero. Bota grande: hecha de dos o dos y medio cueros. Botilla de burro Saco para extraer agua, hecho de un cuero no grande. La botilla es extraída por la fuerza de un burro o tirada a mano. Botilla de lomo Saco hecho con la tercera parte de una piel de res para extraer agua sobre las espaldas de un hombre. Brócula Taladro; útil indispensable del carpintero. Bronce Pirita de fierro. Buscones Los que, en minas abandonadas, buscan el metal para disfrutarlo o para dar noticia del hallazgo y obtener un premio. Mineros que trabajan no por un salario fijo, sino con el incentivo de obtener una determinada parte de las utilidades (Véase partido).

348


C

Caja del tiro Cavidad amplia, recibidor, en el fondo del ti­ro.

Caballo Este cuadrúpedo es usado para transportarse (caballo de silla) pero también para diversos trabajos mineros, sobre todo para tirar de los malacates a fin de extraer agua. En este trabajo se le prefiere a las mulas por su mayor peso, vivacidad, velocidad de arranque y docilidad. Es menos resistente que la mula para soportar grandes cargas y esfuerzos continuos. Masa de montaña rocallosa estéril inmersa en el mineral. También se le designa “caballo de tepetate”; dureza de la roca.

Cajón Medida de mineral que contiene muchos quintales. En San Luis Potosí: un cajón = 5 mil libras; su capacidad varía de un mineral a otro.

Caballitos Hombres que cargan sobre sus espaldas a los mandones y capitanes mineros cuando se trasladan en el interior de las minas. Caballerangos Cuidadores de los caballos (sobre todo de los caballos de silla de los patrones). Cadena Lazo engarzado sobre sí mismo formando eslabones, arreglado para lograr gran resistencia. Aparato de hierro para unir y resistir grandes esfuerzos. Caja Depósito; depósito de dinero.

Cajoneros Cargadores de mineral que trabajan en el fondo del tiro. Cal Carbonato de calcio. Cal piedra: la cal inmediatamente después de calcinada la piedra en las caleras. Cal molida: cal fina, pulveriza­da. Elemento indispensable para todo tipo de construcción sólida. La cal pulverizada se mezcla con arenilla en proporción de 1:3 ó 1:2; luego se agrega agua suficiente para hacer una torta que se revuelve múltiples veces. Se deja reposar de 3 a 5 días, lapso en el que se le dan otras dos revolturas. Al cabo de tal tiem­po adquiere una especial calidad adhesiva. La mezcla así formada sirve para asentar las pie­dras y rellenar los intersticios que quedan entre unas y otras. Las paredes así formadas se las llama de cal y canto. Cimientos y muros de haciendas, los patios de las azoguerías, los canales, las presas, los brocales o guarniciones de los tiros, etc. eran levantados con este material. Para reforzar la cohesión y obtener un alto grado de impermeabilidad, a la mezcla descrita se agregaba, en la última revoltura, la mayor cantidad posible de claras de huevos de ave. 349


Calera Horno para fundir piedra caliza y obtener cal piedra. Caldera Lugar en donde se quema madera para combustible; parte de metal muy importante de las má­quinas de vapor. Calentadura La primera operación en el horno de fundición. La primera plancha que se beneficia en el hor­no. Poner el horno ad hoc. Calientes Minerales ya en amalgamación que contienen sulfatos de fierro o de cobre, por lo tanto no calcáreos. Caliche Materias calcáreas, auxiliares en el proceso de amalgamación. Campista Que trabaja en un campo (o manto) minero como tributario o buscón. Campo Plan o tiro donde trabajan varios buscones como poseedores. Camino Brecha; lugar por donde se transita. En algunas partes del país se llaman así los costales y el acto de sacar los minerales.

Cañones Callejones o pasadizos subterráneos por donde se efectúa la labor de la mina. Nivel o gale­ría. Caños Tubos por donde circula agua. Cañuela o caños Tallo hueco por donde pasa el fuego, o mecha, para hacer estallar los tacos de los barrenos. Cantera Roca dura de la que se pueden obtener bloques para sólidas construcciones (de cal y canto). Cantero Trabajador que rompe canteras, que rompe piedra. Se aplica al trabajador que labra los bloques de cantera. Capellina, copola o copelina Vaso de dos piezas para desazogar la plata. Gran depósito de hierro o cobre en el cual se separa el azogue de la plata-pasta mediante fuego y destilación. Carbón Combustible; carbón de leña; carbón de piedra. Carga Carga de mula = 300 libras españolas. El peso varía en cada mineral. 350


Carpintero Trabajador que se dedica a formar y reparar todas las cosas de madera de la mina. Carrillero Cargador de mineral. Casa de Moneda Casa de acuñación y ensaye. Cascajo Piedra inútil Cascajal Depósito de cascajo. Castina Flúor. Cata Mina que no tiene mucha profundidad y que es productiva. Cebar Introducir; fundir en hornos metales ricos. Cuando no caben todas las planchas en el horno, conforme va saliendo metal se va introduciendo nuevo metal para ser fundido. A dicho acto se le llama cebar. También cuando se in­troduce una cantidad adicional de combustible en el horno, luego de remover las cenizas, para reactivar la intensidad de calor o cuando se añade mercurio a las tortas ya en proceso de amalgamación.

Cebo Materia grasa de origen animal usada para lubricar las coyunturas y ejes de todo tipo de máquinas, carros y carretas. Asimismo es ma­teria muy consumida para hacer candelas que iluminen el paso por las minas. Cuando la roca es muy dura se unta cebo en la barrena para facilitar la perforación. Cuando es muy húmedo el barreno se unta cebo en las paredes para impedir que se moje la pólvora del taco, pues de lo contrario no estallaría el cohetazo Cedazo Tela que se coloca al final de cada lavadero con el objeto de impedir el paso de los polvillos finos. Tamiz. Cendrada Fondo del horno de fundición hecho de tierra fina y de cenizas de plantas. Cendradilla, cendrilla, cupelo o galeme Pequeño horno de fundición para metales ricos. Cerro Monte, elevación no muy pronunciada. Cesta Canasta; objeto destinado a llevar o guardar cosas. Charqueo interior Limpiar las piletas; desasolvar los canales interiores de la mina; quitar los charcos (es decir, el agua estancada) para dirigir el agua sin obstáculos hacia el tiro cen351


tral. A veces se charquea a mano llenando las botas de lomo para vaciarlas en la caja del tiro. Charqueador Operario minero que desagua el interior de la mina con las manos y conduce el agua en botas de lomo. Chichicles Calcáreos cristalizados. Chifilón Trabajar una mina a chifilón es ir simultánea­mente ganando longitud y profundidad. Chino Hierro con piritas cupríferas. Cielo Parte superior de la veta. Trabajar a cielo se dice cuando el operario minero, en pie o de rodillas, trabaja rompiendo la bóveda de la labor. Cilindro Pieza metálica que forma el cuerpo de una bomba. Clavo Masa compacta de mineral que se encuentra en medio de las venas metalíferas. Cobre Mineral cuprífero; se le usa para hacer los peroles o cazos o fondones.

Cohete Explosivo de pólvora colocado en los barrenos para perforar las duras rocas y avanzar rápidamente en los trabajos mineros. Cohetazo Explosión de la peña. Previamente se hace el cohete envolviendo pólvora en papel, en forma de taco (cilíndrica), que se lía cuidadosamen­te con palma u otra hierba correosa. Luego se introduce en el barreno. Del extremo superior del taco sale un pedazo de cañuela o mecha. Colocado el taco, se usa el atacador para apre­tar, apelmazar el contenido con tierra blanca cernida. Listo el barreno, se da aviso al pueble. Todo mundo se protege. El barrenador prende la mecha y huye a guarecerse. Colores Tonalidades que se perciben gracias a la acción del sol sobre la tierra con entrañas metalíferas. Son signos de mineral. Colorados Plata con óxido de hierro, rojizos o pacos. Collado Colina. Comerse los pilares Derribar, descarnar, debilitar los testeros o pilares naturales de las minas. En los trabajos se dejan masas de roca o aun minerales sin tocar para que soporten el peso de los planes superiores. Por codicia o mala ad352


ministración, los buscones o los arrendatarios atacan los pilares, con lo que provocan, tarde o temprano, el hundimiento. En sentido figurado, comerse los pilares significa abandonar la mina. Comillo Horno de reververo. Conducta Convoy o caravana. Guarnición militar que protege la conducción de los metales preciosos o amonedados de un lugar a otro, debido a la in­seguridad que reina en los sinuosos caminos por la presencia de bandidos. Consumido Lo mismo que Lis. Contracielo Trabajo en dirección hacia arriba. Contramina Comunicación entre dos o más minas, por donde se logra limpiarlas, extraer los desmontes y sacar los metales. A los socavones se les llama contraminas cuando se comu­nican con los tiros. En este caso el tiro de­semboca por la superficie, mientras que el soca­vón por el lado del monte. Contratiro Tiro auxiliar contiguo al principal; sirve pa­ra transitar a pie o para permitir la ventilación.

Copos o pajillas Pequeños glóbulos de mercurio no incorporados que aparecen en pleno proceso de amalgamación. Cortar pilar Terminar con un pilar para fines de dar crucero o bien para formar el descanso que llaman tapextle (tapesco). Asimismo, para formar un refugio o desembarcadero de mineral. Cortar sogas Expresión idéntica a comerse los pilares, es decir, abandonar las minas y sus tiros. Costal Bolsa de hilos de yute entretejidos. Saco hecho de pita para cargar mineral. También se le nombra huango o huangoche. Crestones Peñascos formados de metal crudo, quemazones, guijas o peñas superficiales que ha hecho bro­tar la fuerza de la veta con figura de cresta de gallo, que se ven desde una legua y son co­mo la corteza de la veta. Criadero Bolsa o bóveda en que está el metal suelto. Se le llama también boveda1, distrito metalífero. Crucero Dar crucero se llama trabajar horizontalmente a lo largo o ancho de la veta, para dar venti­lación a las labores o 353


para evitar una dureza invencible o para ir a buscar la veta. En las vetas paradas se cruza por la labor principal y en las tendidas, por el frontón. Cuchara Instrumento utilizado para reunir los minerales pulverizados en el patio.

Curtir Operación que consiste en agregar fierro o magistral a los minerales calientes en el proceso de la amalgamación. Curtir: proceso mediante el cual se preparan las pieles recién deso­lladas a fin de dejarlas aptas para ser traba­jadas por los artesanos talabarteros.

Cuele Acto de efectuar el corte o camino de una mina. Trabajo minero subterráneo hacia cualquier di­rección. Cuerda Lazo delgado. Cuerpo El mineral en conjunto. Cuerpo alto: una rama superior del cuerpo. Cuerpo medio. Cuerpo bajo. Estos términos se usan en los campos mineros donde el mineral, en masas o vetas compactas, se encuentra en capas superpuestas. Cuña Pedazo de madera o de hierro en forma plana, como tejo, con un extremo aguzado que sirve para ser introducido en las junturas de dos pie­zas de madera o metal. Si es fina, para reforzar la juntura; si es gruesa, para ablandar la juntura y separar las piezas. Se golpea en un extremo con un martillo o con un pico. 354


D Dedo Medida española de longitud. La doceava parte de un palmo. Doce dedos = 8 pulgadas. Cua­tro palmos = 1 vara. 48 dedos = una vara; una vara = 32 pulgadas. Denuncio Acción de denunciar la despoblación (abandono de todo tipo de trabajo) durante cuatro meses consecutivos de una mina, para que se adjudi­que al denunciador –luego de pregones y citación de partes– el título de poseedor y el de­recho de explotarla inmediatamente, según las Ordenanzas de Minería. Derrumbe o derrumbamiento La ruina de las minas. Se dice cuando se hunden sus cielos y labores por falta de firmeza de sus pilares o de cuidados. También se llama hundido.

Descostradores Trabajadores que se encargan de despegar las costras o escorias de la última fundición. Desfrutar Gozar los beneficios de una mina. Desmonte Clarear, desbrozar, limpiar. Se dice de toda piedra inútil (tepetate) que se quita de los lados y tapas de la veta. Despacho Punto de conjunción entre un tiro y un nivel. En este lugar se coloca una oficina de control donde se recibe, cuenta y a veces se pesa ca­da carga de mineral proveniente de los planes en actividad, para después retribuir a los trabajadores su raya semanal y, a veces, su par­ tido. De este punto, en ocasiones, es retira­do el mineral mediante malacates o mediante mulas, hacia la superficie. Otras ocasiones el trabajador extrae el mineral desde los planes hasta la superficie en grandes tenates o boti­llas de lomo.

Desagües Por tiros o socavones, sacar las aguas de los planes de las minas. También se dice desagües a los canales.

Despachadores Individuos que en los despachos controlan el número y peso de las cargas de mineral extraído por cada operario.

Descargue Quitar la carga. Descargue se llama la última plancha que se beneficia en el horno de fundi­ción, que es la mayor. Descargar el horno sig­nifica derribarlo.

Despensa Un cuarto especial muy seguro y guarnecido de la hacienda de minas, destinado a guardar los metales ricos. Es la bodega para el mercurio en caldo y los metales amonedados. 355


Despueble Desamparar la mina de toda obra interior y ex­terior, inclusive sin el mínimo de cuatro operarios como lo mandan las Ordenanzas de Minería. También se dice cuando hay insuficiencia de trabajadores en relación con las necesidades. Destajo Contrato de trabajo, pago por número de piezas obtenidas en unidad constante de tiempo. Destajero El operario que trabaja a destajo. Dique Muro de contención.

E Echadero Un terreno plano formado o encontrado en el cerro en donde se cargan y descargan las mulas, se tienden los metales, se los limpia y pesa. Echado Pendiente; inclinación de la veta de uno o de otro lado. Émbolo Pistón; parte de una bomba de vapor que es como un cilindro que corre en el interior de un cilindro hueco y sirve para succionar el agua. Emborrascarse la mina Perder la veta, encontrar sólo guijas. Malograrse la mina por diversas causas. Empleo Cantidad de mercurio agregado en la amalgamación. Encampanar Cortar los trabajos de una mina sobre sus echados, por debajo de los planes más profundos de las minas vecinas. Ensayes Experimento por fuego o azogue en corta porción de metal para saber su ley y si es costeable. También 356


se dice cuando el ensayador ofi­c ial de la Casa de Moneda califica la ley de oro o ley de plata del metal en barras y la escribe en cada barra así como su peso en marcos. En bonanza En prosperidad, que deja ganancias. Encapillar Formar una capilla o ampliar el espacio para aumentar los trabajos mineros. Escaleras Maderos cilíndricos de 8 – 10 ó más varas de largo, con muescas que sirven de escalones para subir de un plan a otro mediante los pozos. Al final de cada escalera se encuentra una oquedad en la pared, o un tapesco, que se llama descanso para que los operarios puedan subir o bajar sin interrumpirse el paso. También se les nombra escaleras de gallo, porque es el mismo principio del madero con muescas que se usa en los gallineros. Parte de la mina don­de hay trabajos muertos, usado como medio para ascender.

Estaca fija La boca principal en que se registra la mina, la que es siempre invariable pues desde allí se miden las varas que corresponden a cada per­tenencia, o cuando se amplían o mejoran las me­didas al minero por nuevas pertenencias. Estado Balance, cuenta general. Medida de longitud antigua. Estaño Metal. Estoraque Blenda café.

Escorial Depósito de escorias; cúmulo de desperdicios. Espejuelo Especie de guija, menos consistente que la or­dinaria, con un aspecto como el del talco y semejante al yeso. 357


F

pio de la fundición. También se llama del mismo modo a los instrumentos de minas, a las armas blancas (cuchillos y puñales) y a las marcas para herrar al ganado.

Faenas Obras muertas, es decir, que no se efectúan sobre venas metalíferas, sino sobre minas en bo­rrasca, con el fin de habilitar la veta. Tra­bajos tales como dar lumbrera, socavón, cañón o desagüe. Trabajar a faena significa pagar menos jornal al barretero, pero partir a medias con el dueño el metal sacado. Véase tequio.

Fragua Forja; instalación indispensable en toda hacienda de minas, usada para reparar los instrumentos mineros y también, en ocasiones, para calzarlos con puntas de acero a fin de que sean resistentes y penetrantes. Las hay dentro y fuera de las mi­nas.

Faenero Trabajador que trabaja a faena. Operario que extrae mineral. Fanega Medida. Una fanega contiene 12 celamines (o almudes). Un almud de maíz con granos normales contiene el equivalente de 20 litros y 16 kilogramos de peso. Una fanega, en cuanto a capacidad, equivale a 240 litros; en relación con el peso significa alrededor de 190-200 kilogramos. Con un almud de semilla de maíz se podía sembrar la extensión de una hectárea de terre­no. Fanegada Una extensión de tierra para cultivo, sobre todo, de maíz. 90 1/3 fanegadas = 100 acres ingleses. Fierros Herrumbe que se quita a las planchas después de haber entrado el plomo en la planchera, o el que sale al princi-

Frente Extremidad de un tiro o nivel. Fríos Metales fríos; en amalgamación: aquellos minerales que contienen elevada proporción de materias calcáreas y requieren, para una mejor reducción, gran cantidad de sulfuro ácido de ma­gistral. Frontón Es la labor subterránea en que los operarios, estando de pie, atacan el mineral de frente y avanzan hacia adelante. Frutos Minerales buenos; ganancias. Fuelles Aditamentos necesarios de las fraguas, que sirven para dar ventilación intensa y permanente al combustible (carbón de madera) a fin de mantener una elevada temperatura normal, capaz de derretir y fundir los metales, 358


tanto en las fraguas de interiores y de exteriores (que sirven para reparar, calzar o forjar barras, picos, etc.), como en los hornos de las haciendas de fundición. Fundición Acción de reducir los minerales a metal compacto mediante el calor en hornos especiales. Hacienda de fundición: lugar donde está instalado el horno. Fundidor El experto que dirige el proceso de fundición. Maestro fundidor.

G Galera Un gran hangar. Un techo amplio bajo el cual se instalan, para ser protegidos de las inclemencias del clima, los molinos de mineral (arrastres) o el patio donde son repasados los montones de amalgama. También sirve para proteger los malacates de los tiros principales. Gallos Dícese de los metales ricos con hilos de metal en estado natural, oro o plata, o con gruesos granos metalíferos. Gamela Un gran depósito de madera con guarniciones de metal. También se le nombra baúl. Golpeador Operario compañero inseparable del barrenador, pues mientras éste sujeta con ambas manos la barrena y la hace girar incesantemente, aquél golpea la cabeza de la barrena, acompasadamente, con un martillo, para perforar la peña y poner el cohete. Grano Polvillo o bien el metal en estado natural en pequeñas bolitas. 359


Granzas Minerales de baja ley. Partículas del mineral después de la primera molida en los arrastres, por lo que requiere otras para reducirlas a polvo. Grasas Natas o escorias que se apartan del metal cuando, del horno de fundición, salen a la pileta. Estas natas sueltan los plomillos. Grasero o escorial Lugar donde se arrojan las escorias o grasas. Greña Mineral en estado tosco, lleno de tierra.

Guía Señal en la que se basa el minero para dar con la riqueza de la veta o encontrar otra nueva. También se dice de la señal que se pone en los montones de metal en la amalgama, en los incorporados, para saber su estado y calidad. Guija Pedernal duro de color pardo o materia muy cristalina, no muy bien condensada, que a sua­ves golpes se desmorona; tiene pintas de varios colores, y el negro es la mejor señal de mineral. Guijo Perno de hierro, sobre el que estriba el mortero

Guarda Sustancias terrosas que envuelven las venas metalíferas. Guarda-raya Señal o límite de piedra y cal o piedra y lo­do, en el lugar donde se han barrenado las mi­nas, después de medidas. Guarda-marco Limite de los trabajos señalados en el interior de una mina. Guardas Piedras que quedan a los lados de la veta o en el cielo de la labor. 360


H

Haciendas de minas Instalaciones mineras de superficie, destinadas a reducir los minerales por amalgamación o por fundición.

Habilitador Persona que concede en préstamo cantidades de dinero para que otra emprenda obras. Aviador, en el caso que conceda préstamos a mineros.

Herramienta Implementos metálicos de trabajo.

Hachas Herramientas usadas por los leñadores para derribar árboles gruesos y rajar las ramas para sacar leña. Hacienda Dominio; gran propiedad rural destinada a la producción agrícola y ganadera, cuyas labores son efectuadas, sobre todo, por peones acasillados que dan parte de su trabajo a baldío (tributación obligatoria) y parte a jornal. Generalmente los trabajos se encuentran bajo la administración del mayordomo, puesto que el patrón (propietario) reside la mayor parte del año en su mansión de la ciudad. Más particu­larmente, la hacienda es la edificación, la ca­sa grande y sus anexos, donde reside temporal­mente el patrón. Hacienda de caña o de molienda Gran propiedad rural dedicada a la siembra de caña de azúcar, con grandes instalaciones (ingenios, trapiches) para extraer y transformar el jugo de la caña en azúcar (panela, piloncillo, panocha).

Hierro Hierro colado (aleación de fierro y carbón), del que se hacen las herramientas y máquinas modernas. Hilos Venillas de mineral. Hilo alto: venilla que procede de arriba hacia abajo. Hijo bajo, venilla que sigue una trayectoria inversa. Hoja de libro Finísima lámina de metal casi transparente. Horno Dispositivo para transformar por fuego el estado natural de diversas materias y reducirlas a otra naturaleza. Horno de fundición: horno para transformar los metales. Horno de hacer cal: calera. Horno de pan: horno para cocer el pan. Hueco Cavidad. Tosco refugio subterráneo. Hundido Derrumbe. Labor minera, plan o tiro que se destruyó. 361


I

J

Incorporar Acción de mezclar por vez primera el mercurio en caldo a los montones de mineral molido en finísimos polvillos, en los patios. También se dice incorporo. (Véase cebar.)

Jaboncillos Mineral blanquizco pegajoso. Es guía de venas metalíferas ricas.

Incorporadero Lugar, galera o patio en donde se incorpora el azogue en los montones de mineral con los otros ingredientes auxiliares para la amalgamación.

Jalsontles Partes mal molidas del mineral que deben ser remolidas. Asimismo reciben este nombre las lamas o tierras que se sacan de las tinas de la azoguería, con las que después se hacen montones para amalgamarlas y no desperdiciar el mineral de residuos.

Ingenios Todo tipo de maquinas complejas que facilitan el trabajo. Ingenios (trapiches) de moler ca­ña. Ingenios de extraer agua (malacates con tracción animal o fuerza hidráulica; bombas de agua a presión; bombas aspirantes-impelentes de vapor). Ingenios para moler mineral (arrastres, de tracción animal o hidráulica; mazos hidráulicos). Intendencia Administración de una negociación minera. Intendente Persona que dirige una administración minera. También se le llama capitán.

362


L Labor Se dice en general de todo tipo de trabajo, y en especial de todo tipo de trabajo minero. En particular se designa el lugar subterráneo específico donde los operarios están extrayendo en ese momento los minerales de las vetas, de los clavos, de las bolsas. Labor de frontón: cuando los operarios atacan la veta de pie y avan­zan de frente; labor de cielo: cuando atacan la bóveda. Labor perpendicular: cuando atacan hacia abajo. Labor de hacienda Todo tipo de trabajo de superficie destinado a la reducción del mineral. Ladrillos Material de construcción de tierra cocida en hornos o ladrilleras. Lamas Tierras que salen de las tinas de las azoguerías, después de lavar el mineral, con las que se vuelven a hacer montones. Lamero Lugar destinado a las lamas para luego volver a hacer montones y amalgamarlas.

Lampazo Instrumento formado de ramas verdes que, puesto en la punta de un palo largo, sirve para moderar el exceso de llamas en los hornos de fundición. Lavadero Tina grande de madera, con un batidor, en medio, en forma de molinillo, donde se lavan los mon­tones de metal para separarlos de la tierra. Ésta sale mezclada con el agua por un conducto, quedando la plata en el fondo. Llaves Morillos (largos y troncos cilíndricos) de encino, con muescas y encajes circulares para en­samblar los travesaños en los cuatro ángulos del cuadrado con el que empieza el brocal del tiro, y que sirven de base para sostener los ade­mes. Asimismo reciben el nombre de llaves los dos maderos que sostienen el canal de los desagües. Lazadores Reclutadores de gente para el trabajo de las minas. Dada la escasez de operarios, los lazadores eran diestros en echar un lazo, es decir, en captu­rar a aquéllos con el auxilio de una mangana, como los vaqueros a una res. Leña Combustible de madera. Leña seca: el mejor combustible; leña verde (o sea madera húmeda o de árbol recién cortado): el peor combustible; no recomendable por el denso humo que expide, el bajo calor que produce y el mucho peso que significa. 363


Leñador Operario dedicado a derribar los árboles con hacha; a cortar y rajar la madera y a conducir, generalmente sobre sus espaldas, los tercios de leña. También el operario que suministra la leña para los hornos de fundición. Ley Relación entre el peso de un metal fino contenido en una aleación y el peso total de ésta. Ley de oro Cantidad de oro contenida en la plata ya redu­cida. Cuando no se los purifica se dice que es plata dorada o vermellón. Para separar am­bos metales se acude a una nueva fundición en la Casa del Apartado.

Limpia Limpiar, desescombrar los antiguos trabajos de una mina. Lis Hacer lis: cuando el azogue se convierte en partículas cuasi imperceptibles, de donde resulta la pérdida o consumido (en el beneficio por azogue), en el momento de lavar los monto­nes o repasarlos. Particular estado de la amalgama, observado gracias a las tentaduras. Lumbreras Intercomunicación entre dos labores de una mi­na a fin de dar ventilación, respiración y permitir que ardan las candelas para dar iluminación.

Ley de plata Pureza del mineral. Un mineral tiene más ley que otro cuando por unidad de volumen igual, de uno se obtienen más marcos que de otro. Libramiento (en inglés warrant = garantía) Vales u obligaciones de pago a cuenta de barras de oro o plata entrega­das en la Casa de Moneda. Limadura Ceja que forma el metal en los ensayes por me­nor, para saberse el estado del montón y el azo­gue o auxiliar que necesita. 364


M Maestro Experto, encargado de dirigir y supervisar los trabajos de un taller. Maestro forjador; maestro carpintero; maestro minero; maestro amalgamador; maestro fundidor. Magistral Pirita cuprífera muy usada en amalgamación para facilitar el procesamiento de cierto tipo de minerales argentíferos. Malacate Máquina para extraer agua o minerales, movida por mulas o caballos. Se compone de rueda, linternilla y eje donde se enredan las sogas para que suban y bajen las mantas con metal o las botas llenas de agua que penden de un extremo de la soga. Malacate doble: malacate del que penden dos botas hechas con 2 ó más cueros de res, con capacidad total de 1250 libras de agua. Malaca­te sencillo: con una bota colgante de un solo lado, y capacidad media de 625 libras.

Manga Nivel perforado para permitir la ventilación. Pipas de aire para ventilación. Manta Lona de piel de caballo usada para contener minerales, herramientas, madera, etc. y ser bajada o subida, pendiente de un malacate. Fueron sustituidas, en general, por sacos (costales) de fibras de agave (pita o mecate) o por cue­ros de res. Mantear Elevar los minerales y otros materiales por medio de mantas o botas colgando de malacates. Mantos Yacimientos metalíferos extendidos, poco profundos pero bien delimitados.

Malacatero El operario que vigila el procedimiento de sa­car el agua mediante malacates.

Máquinas Aparatos. Máquinas de vapor: aparatos modernos movidos por la fuerza del vapor, usados para diversos procesos, sobre todo como bombas hidráulicas. Son muy útiles porque sacan más agua en el mismo tiempo que un malacate y es más barato su mantenimiento (pues no exige comprar caballos o mulas y su alimentación), siempre que abunde la madera combustible en las vecindades.

Mandón El maestro minero. Supervisor experto en los diferentes trabajos subterráneos.

Maquila Renta pagada al propietario de una fundición o azoguería para reducir los minerales a cuenta de otro. 365


Marca Escudo real, logotipo oficial, estampada sobre la pieza o barra de plata ensayada en la Casa de Moneda, para indicar su ley, peso y carácter legal, así como para evidenciar que ha pa­gado los derechos reales a S. M. o al Estado. Marco Medida en que se expresa la ley de la plata. Un marco = 8 onzas = una libra española, o lo que es igual a 3552 granos de la medida inglesa. Marco de oro; marco de plata. Marquesitas Piritas de fierro. Martillo Instrumento de fierro que sirve para golpear. Hay de diversos usos, formas y pesos. Maza Cabeza de un mazo para moler mineral. Mecha Un hilo formado de pita o de tela torcida con cebo adherido, hecho con los girones de la ro­pa del cohetero o golpeador (el operario que forma pareja con el barrenador y se dedica a golpear con el martillo, a veces con el marro, la cabeza de la barrena); la mecha sirve para comunicar el fuego en el interior del barreno y hacer estallar el cohete.

Medidas de mina Cuando se obtiene una concesión minera o pertenencia, se clava una estaca central y fija; a partir de ahí se traza un cuadrilongo, en el exterior de la mina, de 160 varas de largo y 80 de ancho en la mina descubridora, 120 x 60 varas en la mina ordinaria (o nueva concesión) de plata. En la de oro: 100 x 50 varas para la descubridora y 80 x 40, en la ordinaria. El cuadrilon­ go externo, o de superficie, se prolonga hacia la profundidad sin limite pero conservando siempre sus dimensiones de la superficie. Memoria Cuentas semanales de los gastos, por todos los conceptos, de una mina. Metal de ayuda El que coadyuva a reducir al principal y a templarlo. Metal de cebo Metal muy rico que se derrite en vasos de afi­nación. Metal pepena El mineral más rico de oro y de plata en estado natural. Es el más escogido por los operarios con la intención de extraerlo furtivamente. Por eso a la salida de los trabajos se encuentra normalmente el quitapepena. El mineral común se llama metal ordinario o metal común. Metal de fundición El mineral de alta ley que, por ello, se lo reduce por fuego. 366


Metales plomosos o plomosos Mineral argentífero con alta proporción de plomo.

el acto de quebrar el mineral, de molerlo en mazos o en arrastres o aporreo.

Metales porosos Metales ligeros.

Molino Máquina para pulverizar el mineral con mazos o con arrastres, mediante fuerza animal o fuerza hidráulica.

Mina Lugar de extracción de minerales. Mina descubridora, la primera mina sobre la veta; o la primera mina de nueva veta en el mismo cerro. A las demás, después de ella, se las llama minas ordinarias. Minero Propietario de mina; arrendatario de una mina que realmente la explota. Trabajador subterráneo en los diversos oficios de una mina. Mineral Hasta antes de la Independencia se los llamaba Real de Mina. Después, distrito minero. Un mineral es un lugar de importante actividad extractiva. A los de poca monta se los llama realitos.

Molonque Mineral rico que contiene una proporción igual de plata y de materias terrosas. Montaña Sierra escarpada. Montón Cúmulo de mineral extraído y clasificado según su ley, dispuesto para ser procesado. Montón Medida de las cargas de mineral; varía su peso en cada distrito minero. Por ejemplo:

Mogrollo Metal de cebo. Riquísimo metal en estado natural; por ello no es preciso fundirlo en el hor­no, sino que es suficiente en el baño del vaso, en la cupelina. Molienda En el ingenio de azúcar, se dice de la estación y del proceso en que se efectúa la zafra y realiza la actividad de transformación del jugo en azúcar. En minería: 367


N

O

Natas Escorias.

Obra Trabajo, labor. Maestro de obra encargado de dirigir una obra de construcción.

Negociación Empresa. Nivel Distintos planes en el interior de una mina. Nivel de agua Altura que alcanza el agua al subir por los tiros. Noria Tiro para extraer agua. Generalmente se usa una cadena sin fin con cubos pendientes, que gira sin cesar alrededor y gracias a una rueda hidráulica. Es usada en los tiros subterráneos para extraer agua de pozos localizados en un plan inferior a donde se encuentra la caja del tiro principal.

Ojo Depósito pequeño de mineral en estado natural localizado en un manto. Ojo de polvillo Depósito de mineral de alta ley en masas no compactas. Ojo de víbora Sulfato de zinc negro. Oro Metal aurífero. Oro de cupela Oro de alta ley en polvo.

368


P

Parcionero Compañero en minas, socio.

Pacos Mineral rojo; colorados; pirita ferrosa; óxido de fierro argentífero. Se los encuentra en los mantos próximos a la superficie; por eso se oxidan.

Partido División del producto de los metales entre socios, según sus respectivas partes. División que hacen los barreteros que sacan el metal y el dueño, de la porción excedente de metal sa­cada por aquéllos, por encima de la porción obligatoria o tequio que deben entregar en un tiempo predeterminado. Lo que pagan los mine­ros al dueño del socavón o desagüe general pa­ra sacar desmontes, metales y desaguar.

Paja Forraje para animales, combustible. Generalmente es de hojas de las matas de maíz o bien de heno. Palanca Instrumento para potenciar la fuerza y elevar un peso. Se la usa para colocar ademes o mover rocas. Barreta de fierro. Palmo La cuarta parte de una vara. Una mano abierta, distancia entre el extremo del pulgar y el del meñique. Panino Campo metalífero. Conocer el panino: cuando, con base en la experiencia y según los signos en­contrados, se determina la naturaleza de los metales y la existencia o no de minerales pre­ciosos. Panizo Cuerpo de piedra.

Patio Espacio amplio; lugar donde se efectúa la amalgamación. Construido de argamasa y grandes lajas (piedras duras y de superficie completamente lisa, sacadas de los cauces de los ríos, por cuya acción fueron aplanadas) a nivel. Con un adecuado sistema de canaletes pa­ ra irrigar. Perfectamente protegido en sus bordes para impedir la pérdida de polvillos y de lamas. En ocasiones se encuentra a cielo abierto, y en otras, bajo amplias galeras para proteger las tortas de las lluvias. Pegador Hombre que tiene como oficio prender fuego a las mechas de los barrenos para hacer estallar los cohetazos y quebrar la roca. Es uno de los oficios más peligrosos, puesto que, en ocasio­nes, cuando da mecha a las rocas en el cielo de las labores, debe salir precipitadamente hasta los refugios. Otras veces es elevado velozmente por el malacate para recibir la explosión en otro plan 369


de la mina. La mecha da tiempo justamente para que el cohete no le estalle encima. Pella Revoltura de mineral con mercurio cuando ya todo el mercurio en caldo ha sido exprimido en frío en un tamiz. La amalgama en forma de pe­lla es ya plata bajo la forma de plata-pasta. La pella es conducida a la cupelina en donde se le destila el mercurio mediante el fuego para dar la consistencia propia a la plata pura, bajo la forma de plata piña, o no lingotada y legalizada aún. Peones Trabajadores nativos (indígenas); asistentes; barreteros, etc. Pepe El muchacho que alumbra a cada barretero para que pueda trabajar en los subterráneos y le ayuda a la faena en ciertas horas. Pepena Escoger, clasificar, lavar y recoger los minerales. Pepenadores Lavadores y clasificadores del mineral. Pepenado Metal lavado. Pepita Granos de oro o plata en estado natural (puros).

Pertenencia Extensión a los cuatro vientos de 200 varas sobre el curso de la veta madre, cuyo título es obtenido por denuncia. Peso Unidad monetaria; medida de densidad. Las principales unidades de peso son: onza, libra, arroba, quintal. Pico Herramienta de hierro, calzada por ambos lados, en uno con punta y en otro con una especie de tejo, de 8 10 - 12 libras de peso, con mango más o menos largo, según se acomode al pulso del barretero. Instrumento indispensable en aquellas labores cuyas venas van en medio de ro­ca dura; asimismo sirve para romper los cascajales después del cohetazo. Se le llama también talache o zapapico. Piedras de mano Minerales incrustados en rocas y de buena calidad, que los mineros suelen asignar a fi­nes piadosos. De esta costumbre nació la expresión “dar una piedra de mano”. Pilar Porción de la veta o de la pared que se va dejando deliberadamente en los cortes que se han hecho en cruz sobre la veta. Esto con el fin de que sirva de sostén natural a los cielos o respaldos de las minas, intermedios de los pozos, cruceros o frontones. Los pilares naturales así dejados, deben guarnecerse con madera a fin de que la codicia o los agentes naturales no los debiliten o se 370


los coman. De lo contrario, la mina corre peligro inminente de hundirse. Pileta Depósito donde se recogen las aguas de las filtraciones dentro de las minas, para que no desciendan o inunden las labores bajas; y para sacar el agua así juntada hasta el tiro general, mediante los carrilleros, en botillas de lomo. En el horno de fundición la pileta es la jíca­ra o vaso a donde baja el metal derretido proveniente del reposadero. Tanque pequeño para recoger agua en los trabajos de superficie. Piña-plata-piña Plata pella mezclada con azogue antes de destilarla por fuego. Pinta Apariencia. La señal externa de los metales preciosos, mediante la cual el ensayador deter­mina a golpe de vista su mayor o menor ley, según el color, el grano, pesadez o ligereza y brillo. Pintas buenas son los gallos o hebras de oro o plata; la polvorilla, los jaboncillos, ayemados, apericados, cardenillos, arenillas, plomosas, cobre. Las pintas malas son las margaritas, los antimonios. Como las pintas son falibles, es menester efectuar ensayes.

Pisón El fondo de una labor o de un horno. El piso de un horno se forma de cenizas vegetales api­sonadas (es decir, pisadas y aplanadas con los pies). Pisonar o apisonar Aplanar, dejar a nivel horizontal, pisar con los pies múltiples veces. Pita Lazo hecho de fibra de agave, retorcida con un torno de hilar. Pizarra Mineral. Plan Trabajar de plan es ir a pique, al fondo, o a chifilón; es ir ganando longitud y profundidad a la vez. Planes Nombre dado al piso de una galería, de un tiro o de un nivel de la mina.

Pintar Dar pinta, dar señal de.

Planchera Molde de tierra blanca, donde se forman las planchas, al lado del horno de fundir.

Piritas Sulfuratos de hierro argentíferos.

Plata Mineral argentífero. Plata fina = plata de ley 371


Plata piña Plata después de haberle sido extraído el mercu­rio por el tamiz y el cupelo.

Pozo Hoyo poco hondo siguiendo la inclinación de la veta.

Plata parda, azul y verde Muriato de plata de diversos colores.

Presa Construcción para acumular agua y mover ruedas hidráulicas para diversos usos.

Platina Un aditamento del horno de cupelación.

Protocolos Actas firmadas ante notario.

Plomillos Partículas plomosas que sueltan las natas o escorias del metal.

Pueble El conjunto de trabajadores en pleno proceso de trabajo, sea en labor o en faenas para beneficiar mineral.

Poblar Atraer, asentar trabajadores en cualquier lugar para iniciar o proseguir los trabajos mineros y dar vida a un mineral.

Pulgada Medida de longitud = 2.54 cm.

Polvillones o polvillos Ricos oros; minerales de alta ley.

Puertas Rocas durísimas y difíciles de remover que ocultan la veta. Vencidas por fuego o cohete, suelen poner al descubierto, en general, una vena muy rica.

Pólvora Sustancia explosiva que se usa para hacer ba­rrenos y dar cohetazos a fin de permitir el avance de la labor en roca dura. Polvorilla Plata negra diseminada cerca de los sulfatos de plata. Pórfido Roca compacta y dura. 372


Q Quadrado Nombre dado a toda superficie cuadrada de cualquier dimensión. Quajado Mineral plomizo frío. Quarzo Piedra dura y quebradiza. Quebrada Accidente del terreno; hondonada, falla.

Quita-pepena Vigilante. El que cuida la puerta de la mina y la extracción de los metales; a fin de evi­tar los hurtos, esculca a los trabajadores. Quilate (karat) Medida de la ley del metal oro. Por ejemplo, oro de 22 quilates quiere decir que contiene, de 24 partes, 22 de oro puro. La má­xima pureza del oro se considera 24 quilates. El quilate es dividido también en 4 granos es­pañoles. Quintal Medida española, compuesta de 4 arrobas, cada una de 100 libras españolas. 100 libras españolas = 101.45 libras inglesas.

Quebradores Trabajadores destinados a romper los minerales, a pedacearlos. Hombres que trabajan quebrando piedras fuera de la mina, en la superficie. Quemadero Departamento de la hacienda de minas, donde se quema el combustible en las calderas. Quemazón Espuma de metal ligera, hoyosa y chamuscada; es una de las señales externas de la existen­cia de veta. Corre por la superficie de la montaña siguiendo la dirección de la veta. 373


R Rancho Propiedad. Explotación agrícola mediana, contigua a la hacienda de minas. A menudo tiene una habi­tación que no es sino una choza.

Revoltura o revolturón Mezcla del metal molido, metales auxiliares y otras materias auxiliares (grasas, cendradas y plomillos) antes del proceso de fundición. Mixtura. Rebotalleros Nombre dado a los que buscan metales en los terreros o des­montes; son regularmente desempleados.

Raya Cuenta semanal de los gastos mineros en salarios. Salario semanal del trabajador minero.

Rebosadero Cresta de una vena o veta, que se parece a una cresta de gallo.

Rayador El encargado de efectuar las cuentas para los pagos de acuerdo con el tiempo de trabajo real de los trabajadores.

Regador El que tiene un derecho de cierta proporción del agua para mina, destinada a irrigación.

Real Un real = 1/8 de peso. Antes de la Independencia se designaba así a un distrito minero. Real de mina: distrito minero de gran importancia.

Registro Manifestación de la mina, su metal y lugar, ante la justicia para que –dado el ahonde de 3 estados, posesión y medida– sirva de título de dominio. Debe registrarse todo nuevo poseedor, boca mejora, tiro o contramina.

Reata Lazo de fibra vegetal, cuyo grosor mínimo es de un dedo.

Registrador El oficial del gobierno que efectúa el regis­tro.

Reatilla Lazo torcido sobre sí mismo.

Registrar Asentamiento en el libro oficial de la posesión de una nueva mina.

Rebaje Un trabajo hacia lo hondo de un plan a gran profundidad.

Relis La pared que envuelve una vena. 374


Remolino Masa de mineral.

Rosicler Plata rubia; mineral antimoniuro de plata.

Rendirse En el proceso de amalgamación se dice que “se rinde una torta”, cuando la amalgamación es completa.

Rueda Rueda hidráulica. Mecanismo para captar y trasmitir fuerza motriz a diversos procesos mineros: extraer agua o materiales, moler piedra, etcétera.

Repasar Revolver, menear los montones en los que se van incorporando los magistrales y azogues pa­ra beneficiar la plata. Se efectúa mediante mulas o mediante hombres en las haciendas pe­queñas (repasadores).

Rumbo Punto de orientación magnética. La brújula tiene 32 rumbos. Instrumento para orientarse en el interior de la mina. Dirección.

Reposadero Piedra negra, blanda y hoyosa en el asiento de los hornos de fundición. Rescatadores Los que compran el metal en las minas a los dueños, o los que compran el mineral obtenido por los operarios como partido. Venta pública de minerales. Retorta Montón de mineral amasado con mercurio, ya en proceso de amalgamación. Torta. Riscos Cuerpo, mitad cristalino sin diafanidad y mitad granuloso de color amarillo o blanco. Ríos Corrientes de agua natural. 375


S

Salones Grandes estancias o cavidades dentro de la mina.

Saca Cantidad de mineral extraído. Se dice que la mina tiene buena saca cuando se extrae bastante metal por ser la veta dócil y ancha. El mineral obtenido en un espacio y tiempo dado.

Sangría Escurrimiento de agua o de otra sustancia en el momento de perforar la roca que la encubría.

Saca (o saco) Un costal de metal. Sacabocado Un instrumento especial del carpintero. Sacabuches Una bomba de mano. Sal Saltierra. Sal mineral (tequesquite) muy usado en la amalgamación como sustancia auxiliar. Nitrato de potasio. Sala Cuarto principal de la casa de la hacienda. Estancia donde se recibe a las visitas. Salminero Trabajador que se dedica a los minerales que requieren mucha sal durante la amalgamación. También se aplica a los minerales que exigen mucha sal en la amalgamación.

Sebo Grasa animal usada como aditivo lubricante en las coyunturas de las máquinas; también en forma de candelas para iluminar a cada minero, su difícil ascenso o descenso por los tiros, galerías y trabajos. Sierra Cadena de montaña con picachos muy sinuosos; instrumento de carpintería. Silla Silla de montar; apero que se coloca sobre la espalda de caballos o mulas para que se siente el jinete. Una correa ancha de cuero que pasa por el pecho y los hombros de los cargadores para protegerlos y afianzar la carga de mine­ral que suben sobre su espalda (mecapal). Silla del caballito: silla especial, afianzada en las es­paldas de los conductores (“caballitos”) que transportan a los mandones y capitanes de las minas cuando éstos van de visita por las galerías y trabajos profundos. Sobrante Residuo, ganancia. 376


Socavón Uno o varios callejones subterráneos por las faldas de los montes, para comunicar los tiros entre sí, desaguar las minas y sacar metales, tepetates y desmontes; generalmente cavados en lugares más bajos que los planes. Pozo que sigue el curso de la veta madre o la intercepta. Soga Lazo grueso de cuerdas de agave, del que pende la bota para extraer agua mediante los malacates. Soguilla Lazo menos grueso del que cuelgan las botillas de burro o mantas en los malacates chicos. Solimán Sublimato corrosivo. Cloruro de mercurio. Sombra. Tinte grisáceo de ciertos minerales. Soplete Un instrumento con el cual se forma una antorcha que produce intenso calor; sirve para sol­dar piezas de metal.

T Tahona Un molino formado de pequeñas piedras horizontales, una sobre otra. Tajo Corte. Tajo abierto. Corte de una mina a cielo raso; es decir, no subterráneo. Talega Bolsa llena de dinero, conteniendo el equivalente de mil pesos. Tanda Tarea. Trabajo compulsivo. Duración del periodo en el que un regador es autorizado a usar el agua corriente de minas para sus necesidades de irrigación. Tanates o tenates Cestones de cuero o de pita (llamada mecate), en que se transportan los minerales y desmontes, sobre las espaldas de los operarios cargadores llamados tenateros. Tapa ojos Venda para cubrir los ojos. Dispositivo de cuero colocado a ambos lados de la cara de las mulas, para impedir que vean por todas direcciones en el momento que trotan sobre las tortas en el patio. 377


Tapextle Un tabladillo de madera para trabajar de cielo en la bóveda de la labor. También se dice de los ademes que detienen los cielos para que no se derrumben, a modo de cimbra o palizada, principalmente en el descanso que, a falta de pilar, se hace tapextle, tanto para afianzar las escaleras como para permitir que tomen aliento los peones. Tapesco.

carga consiste en 300-350 libras por viaje desde las labores hasta el despacho, o sea al lugar de control y pesaje. En las grandes negociaciones es usual que del despacho a la superficie el mineral se saque con mulas. Pero en ocasiones son los mismos tenateros que llevan el mineral de las labores a la superficie; efectúan, según la profundidad y dificultad de los tiros y escaleras de gallo, de 6 a 7 viajes por jornada.

Tarea. Una labor. Una determinada cantidad de madera para ser derribada y cortada, destinada a ser combustible.

Tentadura Ensayo que ejecuta el maestro amalgamador para saber la naturaleza de la amalgamación y el estado del proceso, conforme a la experiencia. Según lo vea, aplicará los materiales auxilia­res y las proporciones de mercurio y de los auxiliares. Prueba que se hace en una jícara llena de metal con azogue incorporado, sacado del montón, a fin de reconocer lo que necesita para estar a punto. Se ejecuta lavando la jícara. Quita­da la tierra del mineral, se palpa con los de­dos pulgar e índice la textura del metal mezclado con azogue.

Tejamanil Delgadas capas de madera de pino usadas para formar los techos caidizos de los jacales o galeras. Tejear bien el horno Expresión utilizada para indicar que el metal en fundición que ha salido de un horno está en su punto; es decir, que se le sacó a tiempo, ni antes ni después. Cuando la colada está a punto, arroja escorias delgadas y quebradizas llamadas natas, que son la mejor evidencia de su estado. Temescuitate Parte terrosa de los metales molidos. Tenatero Cargador; peón minero que transporta el mine­ral en grandes tenates sobre sus espaldas. Generalmente, la

Tepetate Material sobrante luego de extraer, mediante múltiples lavadas, los minerales ricos. Se dice también de cualquier tierra corriente que no contenga metal precioso o de las rocas donde corren las vetas. Tequesquite Carbonato de soda en estado natural. Saltierra. Malpaís. 378


Tequio Tarea. Porción que, según la dureza o blandura de la mina, debe entregar el barretero en favor del amo en las horas de pueble. La canti­dad extra que saque, por encima del tequio, en la misma jornada o pueble, se divide por mitad entre el amo y el barretero, lo que recibe el nombre de partido.

servan mineral y mercurio en ínfima proporción. Tierras comunes: mineral de baja ley. Tierra de mortero: mineral quebrado, en polvo, pero abandonado por baja ley.

Terrero Lugar donde se arrojan las tierras inútiles, tepetates y desmontes. Gran cúmulo de mineral considerado improductivo por su baja ley.

Tiro Pozo perpendicular con abertura de 3 varas por lado; con forma de cuadro, hexágono u octágono; generalmente guarnecido de material (brocal); se usa para extraer el mineral en mantas tiradas de malacates, o las aguas mediante botas también tiradas por malacates. Tiro perpendicular es el recto. Tiro de arrastre u “ocinado” es el inclinado, en cuyo recuesto se arrastran las mantas o las botas al ir saliendo.

Tesorería Departamento de la hacienda minera, destinado a proteger las platas-pasta, lingotes o numera­rio. Testera Un dique natural de la mina, que interrumpe el curso natural de la veta madre. Tienda de raya Tienda o departamento de ventas de la hacienda minera (y también de las haciendas rurales), en donde los trabajadores mineros ad­quieren todo tipo de bienes a crédito por cuenta de su raya semanal. Tierras Minerales pobres. Tierras apolvilladas: tierras sobrantes después del proceso de amalgamación; con-

Tina Depósito para lavar minerales.

Tiro Medio de locomoción. Una cuadriga de mulas o caballos que arrastra carros. Tiro general El tiro principal de una mina que conecta con todas las galerías y planes en las negociacio­nes modernas. Torta Una determinada cantidad de mineral mezclada perfectamente con mercurio, extendida en forma circular sobre el patio en la que se efectúa la amalgamación. 379


Torta rendida Amalgama ya realizada, lista para comenzar el lavado que separará el metal-mercurio de las tierras apolvilladas. Trompa del horno de fundición Expresión utilizada cuando el metal en fundición bloquea las entradas de los fuelles, impidiendo así el aprovisionamiento de aire. La falta de aire se detecta por la ausencia de cenizas y del ruido que producen los fuelles.

V Vaho Aire enrarecido y pestilente en las minas; producto de la oxidación mineral y descomposición de la madera de los ademes, así como de la combustión de las candelas y la respiración y sudor de los operarios. Se evidencia cuando es deficiente o no existe un sistema de venti­ lación. Bochorno. Vapor Aire comprimido. Fuerza motriz de las máquinas de vapor. Vara Medida española de longitud. 109.30 = 100 yardas inglesas. Vara = 33 pulgadas inglesas. Vena Ramas delgadas de 3 - 2 - 1 dedo o como el lomo de un cuchillo, provenientes del filón metalífero. Veta Vena metalífera que corre por los cerros. Es llamada manto cuando abarca una super­ficie muy extendida. Clavada, cuando va recta y perpendicular al centro. Echada, cuando sa­le por los lados ganando longitud y profundidad; también se le dice recostada. Oblicua, cuando atraviesa en dos al monte. Serpenteada, cuando va culebreando exactamente del mismo modo que la 380


sierra. Socia, cuando se junta con otra. Rama, cuando parte de la principal.

X

Veta madre La veta central, matriz, de la que parten mu­chas.

Xabón Sustancia que sirve para la limpieza. Jabón.

Vela Candela. Medio de iluminación con el que se auxilian los operarios mineros que trabajan en el interior de la mina; tanto para trabajar rompiendo la vena, como para subir o bajar con los tenates llenos de mineral. Mientras labo­ran pegan la vela a la pared; mientras suben o bajan llevan la vela en una mano, en tanto que con la otra se sujetan. La vela generalmente es de cebo animal; también de cera de abejas.

Xacal Choza. Tapesco cubierto de paja. Casucha con tejado de tejamanil o tabletas de pino, en que se guarece provisionalmente la gente y la he­rramienta y metal, antes de llevar estos últimos a las ha­ciendas de azoguería (de amalgamación) o de fundición. Llámanse también galeras o despen­sas donde se coloca el mineral. Sobre los ti­ros generales se coloca un gran jacal para de­fender de la lluvia al mineral, a los malacates, a los operarios y a los animales.

Velador Vigilante. Individuo que cuida de día y de noche los subterráneos de la mina. Voladoras Piedras de moler colocadas horizontalmente que forman parte de los arrastres. Son parte del molino. Vuelta Se dice dar vuelta a la plata en los hornos de afinación, cuando, quitadas todas las heces, queda roja y colorada la plancha. Una peculiar descripción del brillo de la plata fundi­da.

381


Y Yeca Yesca. Zacate o arbustos combustibles. También se usan haces de desperdicios de la caña de azúcar, ya sin jugo, o bien de las hojas secas del maíz después de la cosecha (pisca); asimismo de las heras. Yunque Bloque de fierro usado en las forjas sobre el que se coloca la pieza al rojo vivo, dispuesta a ser golpeada con el grueso martillo del forjador.

Z Zacate Hierba; hojas de maíz; haces de heno que se usan para forraje de las bestias que trabajan en los diversos procesos las minas. Zanca Zanja. Canalete cavado en la tierra, poco profundo, a fin de permitir el escurrimiento del agua por gravedad. Zapapico Talache. Instrumento minero para dos usos: picar y desbastar. Zurrón Un saco hecho de un cuero. La cochinilla es empacada, para su exportación a Europa, en zu­rrones.

382


Índice de mapas

Mapa 1 Los centros mineros más antiguos e importantes del México colonial

p. 88

Mapa 1.B La Nueva España y Guanajuato, 1794

p. 117

Mapa 2 La Intendencia de Guanajuato hacia 1800

p. 118

Mapa 2.B Estado de Guanajuato hacia 1975

p. 118

Mapa 3.A Caminos hacia 1804

p. 141

Mapa 3.B Camino moderno México-Toluca, 1795

p. 141

Mapa 3.C Kilometraje aproximado de caminos en la Nueva España hacia 1804

p. 142

Mapa 3.D Progreso en la construcción de caminos. Caminos modernos, años 1865-1876

p. 143 383


Mapa 4 México antes de la invasión norteamericana (1847)

p. 172

Mapa 5 División antigua de México antes de las Intendencias: Reino de México

p. 173

Mapa 6.A Corte físico de la cuesta oriental de la Meseta de la Nueva España. Camino de México a Veracruz por Puebla y Jalapa, según Humboldt

p. 174

Mapa 6.B p. 174 Corte físico de la cuesta oriental de la Meseta de la Nueva España. Camino de México a Acapulco, según Humboldt Mapa 7 Corte de la Meseta Central de montañas de México entre las latitudes 19 y 21. Camino de México a Guanajuato, según Humboldt

p. 175

Mapa 8 Perfil de la cordillera neovolcánica, según el Ing. Ramiro Robles Ramos

p. 176

Mapa 9 Zacatecas (antes de la organización de las Intendencias), los centros mineros y los latifundios

p. 185

Mapa 10 La Intendencia de Puebla, 1795. Partidos de Cholula y Atlixco

p. 192

Mapa 11 Índice de pastizal natural por cabeza de ganado

p. 202

Mapa 12 El camino Veracruz – Cd. de México, 1804

p. 216 384


Mapa 13 El puerto de Veracruz, año 1800

p. 218

Mapa 14 Valle de México, año 1824, según un mapa de Humboldt

p. 219

Mapa 15 Plano de la ciudad de México, 1824

p. 220

Mapa 16 Puerto de Acapulco, fundamental para México

p. 267

Mapa 17 Puerto de Veracruz, fundamental para México

p. 268

Mapa 18 La invasión de Estados Unidos a México y el cambio de fronteras,1846-1847

p. 286

Mapa 19 Itinerario del Presidente Benito Juárez durante la invasión francesa a México, 1862-1867

p. 307

Mapa 20 Chiapas, microrregión estudiada donde se emplea una tecnología del siglo XVII

p. 318

385


Índice de figuras

Figura 1 Barrena de exploración utilizada en Schemintz alrededor de 1750

p. 97

p. 98 Figura 2.A Diversos instrumentos, métodos y técnicas utilizados en Europa a mediados del s. XVIII, propuestos por Gamboa a los mineros novohispanos.

Figura 2.B p. 99 Diversos instrumentos, métodos y técnicas propuestos por Gamboa a los mineros novohispanos, utilizados en Europa a mediados del s. XVIII Figura 3 Horno para cal o calera

p. 100

Figura 4 Tecnología hidráulica en la Mina de San Juan de Rayas, Guanajuato, 1704

p. 104

Figura 5 Instrumentos de mineros utilizados en trabajos subterráneos, 1764

p. 107

Figura 6 Escalera de gallo

p. 108 386


Figura 7.A p. 114 Diversos instrumentos y máquinas para el agua, una comparación. Malacate de la Nueva España (hacia 1780) Figura 7.B Máquina Newcomen de vapor usada en Schemintz hacia 1750

p. 114

Figura 7.C Malacate usado en Schemintz hacia 1750

p. 115

Figura 7.D Malacate usado en la Mina de Arévalo, Zacatecas, hacia 1840-1850, importado de Francia

p. 115

Figura 8 Iglesia de La Valenciana, Guanajuato

p. 126

Figura 9 Mina de San Juan de Rayas, trabajos subterráneos, Guanajuato, 1704

p. 127

p. 131 Figura 10 La Mina San Juan de Rayas, Guanajuato 1827, bajo el control de la compañía inglesa UMMA (United Mexican Mining Association)

Figura 11 Medios de transporte de mineral en Schemintz, 1750

p. 132

Figura 12 Máquina para triturar y moler el mineral, Schemintz, 1750

p. 133

Figura 13.A El arrastre, molino para pulverizar el mineral inventado por Sardaneta hacia 1770

p. 134 387


Figura 13.B Galera de la Hacienda de Salgado

p. 135

Figura 14 El Patio de la Hacienda de Salgado

p. 137

Figura 15 Embalaje moderno para transportar el mercurio de Almadén a Veracruz-centros mineros. Seguridad: 100% (antes 75%); introducido en 1793

p. 138

Figura 16 p. 139 Barco de 400 toneladas para transportar el mercurio. Año 1790. Doble de capacidad con respecto a los barcos normales Figura 17.A Serie de hornos diversos. Horno antiguo, siglos XVI-XVII (método de Barba)

p. 144

Figura 17.B Horno del siglo XVIII

p. 145

Figura 17.C.1 Copelina para recuperar el mercurio, siglo XIX

p. 145

Figura 17.C.2 Copelina

p. 146

Figura 17.C.3 Horno de Perú, 1864

p. 146

Figura 17.D Horno alemán utilizado en Oaxaca, México, 1830

p. 146 388


Figura 17.E Horno en México a mediados del siglo XIX

p. 147

Figura 17.F Horno alemán en España, a mediados del siglo XIX

p. 147

Figura 17.G Horno castellano, alrededor de 1850-1876

p. 148

Figura 17.H Horno tipo “cazo”, Mineral de Catorce, S.L.P., México, 1876

p. 148

Figura 18 Residencias de hacendados novohispanos. Casa en Paso de Ovejas, siglo XVIII

p. 187

Figura 19 Un ejemplo del poder económico de la iglesia: Iglesia de la Compañía de Jesús en Guanajuato

p. 190

Figura 20 Puebla: ciudad y meseta hacia 1830-1840

p. 195

Figura 21 Indios de tierras templadas, al fondo, el volcán de Orizaba, Veracruz

p. 217

Figura 22 Máquina para el tabaco dentro de la Real Fábrica de Cigarros, hacia 1794

p. 221

Figura 23 Vista de la plaza de Veracruz; al fondo las casas consistoriales. Primer tercio del siglo XIX

p. 224

Figura 24 El aguador de Veracruz

p. 225 389


Figura 25 Vista panorámica de Orizaba, Veracruz

p. 232

Figura 26 Casa donde se alojó José María Morelos en Orizaba, durante el curso de su campaña militar en 1812

p. 240

Figura 27 Panorama antiguo de Veracruz

p. 241

Figura 28 Antiguas diligencias, hacia 1850

p. 272

Figura 29.A Máquinas para hilar algodón de los años 1820-1830

p. 274

Figura 29.B Vista frontal de máquinas para hilar algodón

p. 275

Figura 29.C Vista frontal de máquina para hilar algodón

p. 275

Figura 29.D Vista frontal de máquina para hilar algodón

p. 276

Figura 30 Bandidos en acción, hacia 1850-1860

p. 277

Figura 31 La clase dominante en México, hacia 1830-1850

p. 278

Figura 32 El Noroeste. La vida campesina. El volcán Jorullo, en Michoacán

p. 279 390


Figura 33 Clases sociales urbanas. Ciudad de México, 1830-1850

p. 280

Figura 34 Clases sociales urbanas. Ciudad de México, 1830-1850

p. 281

Figura 35 Capas medias, soldados y trabajadores. Ciudad de México, 1840-1850

p. 282

Figura 36 Capas medias, soldados y trabajadores. Ciudad de México, 1840-1850

p. 283

Figura 37 La era de Santa Anna

p. 284

Figura 38 El puerto de Veracruz después del bombardeo de los cañones de la flota francesa, 1838

p. 285

Figura 39 Wienfield Scott, jefe de la flota estadounidense, autor del bombardeo a Veracruz en marzo de 1847

p. 287

Figura 40 Tren de mulas en Chiapas, 1928

p. 317

Figura 41 Técnica antigua para sembrar la caña de azúcar en Chiapas, 1963

p. 321

Figura 42.A Serie de 13 instrumentos agrícolas antiguos (siglos XVI y XVII), usados por los campesinos y comunidades indígenas de Chiapas, México, 1974

p. 321

391


Figura 42.B Instrumentos agrícolas antiguos (siglos XVII y XVIII), usados por los campesinos y comunidades indígenas de Chiapas, México, año 1974

p. 322

Figura 42.C Instrumentos agrícolas antiguos (siglos XVII y XVIII), usados por los campesinos y comunidades indígenas de Chiapas, México, año 1974

p. 322

Figura 43.A Aditamentos e instalaciones de un trapiche. Último año de servicio: 1963. Tecnología antigua. Dueño: Emilio Altúzar Gómez, El Jocote, Chiapas

p. 323

Figura 43.B Aditamentos e instalaciones de un trapiche. Último año de servicio: 1963. Tecnología antigua. Dueño: Emilio Altúzar Gómez, El Jocote, Chiapas

p. 324

Figura 44 Horno de azúcar del siglo XVII, Nueva España

p. 324

Figura 45 Trapiche usado hacia 1830

p. 325

392


Índice de cuadros

Cuadro 1 p. 111 Distribución de los trabajadores subterráneos por categorías en algunos centros mineros (porcentajes) p. 112 Cuadro 2 Estructura social y funcional de los trabajadores mineros subterráneos, derivada de la división técnica material

Cuadro 3 Distribución hipotética de los trabajadores en las diferentes fases del proceso minero

p. 113

Cuadro 4 Número de malacates, capacidad, caballos, consumo de maíz y costos en la Nueva España

p. 116

Cuadro 5 Estructura de la división del trabajo de los trabajos subterráneos por tipo de consumo

p. 119

Cuadro 6 p. 120 Costo relativo parcial y costo total de los trabajos subterráneos de los principales medios e instrumentos de trabajo (en porcentajes) p. 140 Cuadro 7 Tarifas del costo de transporte de un quintal de mercurio por mula, de México hacia otros centros mineros de la Nueva España, 1790-1810 393


Cuadro 8 p. 149 Mercurio acumulado disponible anualmente: sobre la base de 25% perdido al año (residuos acumulados más importación anual en cuatro años) Cuadro 9 Estructura técnico-material y social de la fase de reducción de mineral y costo semanal

p. 150

Cuadro 10 Cálculo del costo semanal de 193 cargas (de tres quintales cada uno, a tres onzas por quintal)

p. 152

Cuadro 11 Recaudaciones reales provenientes de las minas de México, 1789

p. 153

Cuadro 12 Funcionarios y empleados y remuneraciones en la Casa Real de Moneda de Nueva España (pesos)

p. 154

Cuadro 13 Costos monetarios y no monetarios anuales calculados para cada fase de la plata (pesos)

p. 155

Cuadro 14 Amplitud del movimiento cíclico con y sin movimiento de estaciones

p. 156

Cuadro 15 Nobleza novohispana (mercantil, minera, hacendada) del siglo XVIII

p. 163

Cuadro 16 Producción mundial de plata, por periodo desde el año 1493 hasta el año 1848

p. 164

Cuadro 17 Producción mundial de plata en comparación con la producción de la Nueva España: 1493-1848

p. 165 394


Cuadro 18 Número de habitantes y estratificación social de la Nueva España

p. 180

Cuadro 19 La población de México de la Conquista a nuestros días

p. 181

Cuadro 20 El clero novohispano hasta 1804

p. 188

Cuadro 21 Cuadro hipotecario eclesiástico en Nueva España, 1804

p. 189

Cuadro 22 Riquezas de conventos de monjas durante el s. XVIII en la Nueva España

p. 191

Cuadro 23 Estructura agraria de la Intendencia de Guanajuato, 1793

p. 196

p. 198-199 Cuadro 24 Resumen y evaluación de los bienes del Rancho San Benito de Atlixco, Puebla, de Salvador Sebastián González, valuados el 14 de agosto de 1800 y el 5 de abril de 1802

Cuadro 25 p. 200 Yuntas de bueyes, fanegas, extensión y precio de la labor de tres cultivos del Rancho San Benito (1800) Cuadro 26 Energía motriz del Rancho San Benito

p. 201

Cuadro 27 Uso y extensión total de la tierra del Rancho San Benito

p. 203

395


Cuadro 28 Relación funcional entre cultivos

p. 204

Cuadro 29 IFN y volumen de producción de tres cultivos del Rancho San Benito

p. 205

Cuadro 30 Fórmula de la producción simple de la economía de autoconsumo-mercantil-simple novohispana

p. 213

p. 214 Cuadro 31 Fórmula de producción y reproducción ampliada de la economía de autoconsumo-mercantil-simple novohispana en transición

Cuadro 32 Sectores económicos

p. 214

Cuadro 33 Individuos que prestan indios para el cultivo de tabaco

p. 227

p. 253 Cuadro 34 Impuestos pagados por la plata sobre los mercados interno y externo, además de su costo de producción, en el curso de los dos tercios del siglo XIX mexicano (porcentajes en relación con su costo total)

Cuadro 35 Presupuesto público de México a lo largo del s. XIX

p. 293

Cuadro 36 Jerarquía de las grandes potencias industriales (1810-1910)

p. 310

Cuadro 37 Tipo de cambio Pesos/Dólar a lo largo de un siglo y medio

p. 311

396


Cuadro 38 Riqueza minera y yacimientos minerales de México

p. 312

ANEXO II Cuadro 1 Análisis comparativo de las fuerzas productivas en los dos subtipos de trabajos subterráneos

p. 339

397


Índice de gráficas

Gráfica 1 Gasto semanal en perforación por trabajadores “destajeros”

p. 123

Gráfica 2 Cantidad de varas perforadas a la semana

p. 123

Gráfica 3 Sueldos y salarios semanales comparados

p. 124

Gráfica 4 Mina de Angangueo 1808-1809. Gastos totales de todo tipo

p. 124

Gráfica 5 Mina Angangueo 1808-1809.Total gastos en sueldos y salarios, e instrumentos y medios materiales

p. 125

Gráfica 6 Producción, costo y ganancia de la mina “La Valenciana”, Guanajuato. Años 1788-1809

p. 129

Gráfica 7 Porcentaje de diferencia de los precios del maíz con relación a su media de larga duración

p. 157

398


Gráfica 8 Importación española de metales preciosos americanos 1503-1660

p. 166

Gráfica 9 Precio de la plata en Londres 1679-1910. Dineros por onza Troy 31gr 103 496

p. 167

Gráfica 10 Impuestos sobre el comercio exterior, base del tesoro público

p. 294

Gráfica 11 La deuda pública de México 1821 - 75

p. 295

Gráfica 12 Etapas del crecimiento económico de las grandes potencias mundiales

p. 309

399


Gilberto Argüello Altúzar Minas, agricultura y política en la formación del capitalismo mexicano (1770-1870) terminó de editarse en diciembre de 2008 Coordinación editorial: Patricia Cabrera López ésta es una edición limitada de 30 copias para el Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México

© 2008 Pasionaria Argüello Cabrera 400



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.