Azúcar

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Alexis Peños Ramos

El azúcar A parte de ser uno de los principales causantes de obesidad en el mundo, la glucosa está relacionada directamente con enfermedades del corazón o la diabetes, pero también influye en nuestro cerebro y como consecuencia, en nuestro estado de ánimo. No nos damos cuenta pero la mayoría de productos que consumimos en el día a día, llevan inmensas cantidades de azúcar. El problema es que produce efectos en nuestro cerebro, no tan diferentes a los que producen las drogas, el tabaco o el alcohol. Un cerebro acostumbrado al azúcar tiene mucha menos cantidad de dopamina (sustancia química asociada a la recompensa) que otro que no consuma. Esto provoca que cada vez sintamos menos ilusión y motivación con el resto de aspectos de nuestra vida. Necesitamos ingerir glucosa para sentirnos bien. Pero la cosa no acaba ahí, a largo plazo, los efectos empeoran ya que al ingerir azúcar, nuestro cerebro también libera serotonina (otra sustancia química natural). El problema es que las reservas de esta última sustancia, no son infinitas, así que cada vez queda menos en el cerebro. Una persona con bajos niveles de serotonina, es más violenta, tiene bajos niveles de autoestima y en ocasiones puede padecer tendencia suicidas. Todo lo definido anteriormente describe un escenario perfecto a disposición del mundo capitalista en el que vivimos hoy día basado en el consumismo. Ya no somos ciudadanos, somos consumidores. Los baby boomers y la generación X han ido preparando un mundo para el cual los millennials, han conseguido tocar techo. Los millennials son un claro ejemplo de frustración y de no saber saborear las recompensas. Se les ha rodeado siempre de medallas al mínimo esfuerzo. Pero no son solo los millennials, en general, las nuevas generaciones tienden a unos niveles de dopamina bastante bajos. Cuando consumimos esta nueva droga y elevamos los picos de azúcar al máximo gastamos más porque estamos contentos. Pero también cuando nos encontramos bajos de ánimo, (en la mayoría de casos por falta de dopamina) gastamos, esta vez para subirnos la moral.


Alexis Peños Ramos En definitiva, si no consumiéramos tanta azúcar, no sufriríamos tantos cambios de humor ni seriamos tan impulsivos, teniendo más juicio con las cosas que nos rodean y por lo tanto gastando, pero de forma más moderada. ¿Quieres dejarlo? Pues prepárate para unos primeros días de fuertes dolores de cabeza, mareos, ansiedad y bajadas de tensión.


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