Responsabilidad de Alemania en la IIGM

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Responsabilidad y omisión de culpa en la IIGM

El debate en torno a la responsabilidad y la omisión de culpa ante los conflictos bélicos. El caso de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.

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Alexis Peños Ramos


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Responsabilidad y omisión de culpa en la IIGM El 2 de septiembre de 1945 concluyó la segunda Guerra Mundial que mantuvo en una máxima incertidumbre a todo el planeta durante 6 años. Fueron varias las causas que desencadenaron la guerra como puede ser el Crack del 29 que motivó el ascenso del Partido Nazi en Alemania o el malestar creado en el país teutón debido a las humillantes condiciones de paz de la primera Guerra Mundial. Tras la Segunda Guerra Mundial distintas generaciones de alemanes han ido lidiando de diferentes formas con la noción de culpabilidad, por la herencia de un pasado que ya forma parte de su identidad nacional. Un buen periodista tiene siempre que buscar todas los puntos de vista de un hecho y es que en el caso de Alemania allá por aquella época, se podría aplicar muy bien el dicho de “En situaciones desesperadas, soluciones desesperadas”. Fue un error por parte de los vencedores en la Primera Guerra mundial imponer unas condiciones tan duras y humillantes a Alemania. No hicieron más que acumular rencor, tensión y desesperación. El Partido Nazi aprovechó esta situación para crecer pero sin ocultar su filosofía antisemita, es decir, el pueblo alemán sabía a quién estaba votando pero en ese momento de sombra, se mostraron como su única luz. El Partido Nazi desarrolló por su parte un odio hacia los judíos completamente obsesivo. Los culpaban de su derrota en la Primera Guerra Mundial y es verdad que las elites judías ayudaron a los aliados con financiación a cambio de un esperanzador futuro judío en Palestina, que es lo que Gran Bretaña prometió, pero de ninguna manera tenían algo que ver en eso miles de familias judías que de lo único de lo que se preocupaban era de tener para comida y para ropa. Son tiempos que ya se van quedando atrás, y esto es peligroso, las generaciones cambian y ya son menos las personas que vivieron esas situaciones frenéticas de guerra. “No olvidar la historia para no volver a repetirla”. Creo que una situación similar puede llegar a ocurrir en un futuro y varios son los indicios que tengo para pensar eso; Primero, porque existe mucho desinterés en los jóvenes por la historia. De hecho en los últimos años el fascismo ha tenido un fuerte impulso en las nuevas generaciones, los partidos de ultraderecha han crecido y el racismo sigue presente. Segundo, porque sigue habiendo mucha manipulación sobre la gente a través de los medios de comunicación, dejando a la población desnuda ante el populismo. Pero es el cine, con Hollywood a la cabeza, un ejemplo de manipulación y de poder más que suficiente como para cambiar la historia. Y es que, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial en 1945, en Francia, se reconocía a la Unión Soviética como la potencia más determinante a la hora de vencer a las Potencias del Eje por encima de Estados Unidos o Inglaterra. Hoy en día, después de ver muchas películas, si haces una encuesta en el país galo, más de la mitad de la gente te dirá que el más determinante fue Estados Unidos con una amplia diferencia. Tercero y más importante, la condición humana. Somos capaces de tropezar otra vez con la misma piedra, está más que demostrado y como he dicho antes la desesperación es capaz de que una persona llegue a niveles extremos. No solo es la desesperación, el sentimiento que se cuece en esta coctelera, también el miedo y la lealtad están presentes. De los alemanes que tenían conciencia absoluta de todo lo que estaba ocurriendo existen dos tipos; los que estaban de acuerdo, cegados por el discurso antisemita o porque le debían todo al Partido Nazi y antepusieron su compromiso a sus conciencias, y los que no estaban de acuerdo pero se veían

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 sorprendidos por la contundencia y seguridad con la que la mayoría de las élites nazis afrontaban el caso, además de las consecuencias que tendrían que acarrear por abrir la boca. En el primer caso encontramos nombres propios Himmler o Heydrich y en el segundo caso encontramos el ejemplo de Eichmann. Muchos son los ejemplos que nos ha brindado la historia en los cuales se ha dejado la ética a un lado a cambio de intereses. ¿Es ético imponer una dictadura en un país soberano para obtener cualquier tipo de beneficio únicamente para tu propio país? ¿Es ético matar a ese mismo dictador tiempo después en excusándose en la paz? Hay circunstancias en las que la ética queda perdida en el olvido y lo único que brilla es el poder, el dinero y el egoísmo. El ser humano utiliza una ecuación racional respecto al tema de la ética. Y es que mentalmente calculamos como de rentable es el objetivo a alcanzar. Si el objetivo es lo suficientemente rentable, la ética no será tenida en cuenta. Como todas las personas han sido enseñadas en dispares valores, habrá personas que darán de lado a la ética bajo un beneficio menor que otras. Las películas de dibujos animados educan en el contraste absoluto de buenos y malos pero lo cierto es que ni una cosa ni otra. En muchos casos se realizan actos reprobables pensando que son buenos. ¿La élite nazi se veía a si misma como mala? La respuesta es que no, algunos mantenían en sus cabezas ese debate y se justificaban con cualquier excusa, y otros simplemente no lo pensaban. Ellos tenían una filosofía de soledad frente al mundo, que había sido provocada previamente. Ellos tenían que mirar por ellos y por nadie más si querían prosperar. Jean-Jacques Rousseau pensaba que “el hombre es bueno por naturaleza” y que es la sociedad la que lo corrompe. Una sociedad, principalmente capitalista, en la que cada individuo lucha por mantener sus privilegios y posesiones. Se trata de una sociedad en la que se enseña a las personas desde muy pequeñas a competir para obtener lo máximo posible, sin un objetivo claro más que el de acumular riquezas y privilegios. Alemania fue retada a competir en una carrera en la que se salió de pista y se llevo por delante a 6 millones de judíos que asistían de público por obligación. La indiferencia moral es una enfermedad que nos acompaña desde hace muchas décadas. La televisión, los cada vez más novedosos teléfonos móviles, la tendencia a desechar todo, el imperio del ruido, el consumismo y un largo etcétera son algunos de los factores que minimizan al ser humano e incrementan la ceguera y el olvido. Es obvio, y así ha sido diseñado por los dueños del mercado, que existe una relación inversamente proporcional entre economía e indiferencia. Entre mayor sea el ruido y la aniquilación de la persona, menor la moral. Edmund Burke: "para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”. Así es como se produce en la actualidad nuestra deshumanización. En la que muy poca gente se da cuenta de que solo mostramos empatía con las cosas que “hay que mostrar empatía” camino por el cual los medios de comunicación se ofrecen de guía por el camino de la ignorancia. ¿Y si dedicáramos todo el tiempo que hemos dedicado a la trágica muerte de Gabriel, un caso por otro lado resuelto, como a cada muerte de cada niño en la Guerra de Siria? En cualquier caso, la indiferencia moral tuvo también un papel determinante durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvo presente en los gobiernos de los países aliados en los momentos previos a la guerra, cuando Alemania se expandía territorialmente y miraban para otro lado. 
 
 
 
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 Estuvo presente en la población germana cuando veían que económicamente estaban prosperando a pesar de las atrocidades que se estaban llevando a cabo. Y estuvo más 
 que presente en las élites alemanas. Los que pecaron de indiferencia moral también son 
 culpables y por lo tanto responsables de la masacre.

En los restos del día de Kazuo Ishiguro se puede ver como un hombre perteneciente a la élite británica llamado Lord Darlington pretende conseguir un acuerdo entre Gran Bretaña y Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial utilizando sus influencias. No lo consigue y en el futuro es visto por la gente por encima del hombro y con muy mala reputación. Lord Darlington va perdiendo prestigio y se arrepiente de lo que hizo. Hay una parte de la novela un tanto llamativa. Y es que antes de que Lord Darlington pierda su influencias, se le aparecen en casa dos chicas judías para trabajar en el servicio. Las chicas trabajan muy bien pero el señor, al enterarse de que eran judías, las despide. El resto del servicio no entiende esta decisión pero al igual que aquellos alemanes paralizados por la cobardía o por lealtad al brazo que les estaba dando de comer, olvidaron la ética una vez más y cerraron la boca. En definitiva; dos países diferentes, con diferentes protagonistas pero mismo resultado. Actualmente creo que ética y moralmente no hemos avanzado mucho. La posmodernidad ha traído consigo numerosas mejoras tecnológicas que si que ha mejorado el nivel de vida de la población occidental pero que a su vez, es como si nos hubieran puesto unas gafas con los cristales tintados, haciendo de esta forma más grande un monstruo natural en los seres humanos llamado egoísmo. Si yo estoy bien es mucho más fácil para mí mirar hacia otro lado y entretenerme con cualquiera de los infinitos entretenimientos que nos ofrece occidente. Y les damos las gracias por darnos esas gafas porque “ojos que no ven, corazón que no siente”. El Partido Nazi no quiso poner en compromiso a su pueblo enseñándoles en sus narices lo que estaban haciendo con los judíos, pero los alemanes tampoco hicieron por descubrir nada, ellos agradecían en ese caso concreto quedarse al margen sin enterarse de nada. Por último y para concluir este ensayo, decir que para mí todos los que sabían lo que estaba sucediendo eran culpables pero también los que prefirieron no saber nada del asunto. Actualmente es necesario quitarnos las gafas tintadas y correr la cortina de los medios de comunicación para poder ver la realidad por nosotros mismos y conocer a ciencia cierta la verdad sobre este mundo que por mucho que pasen los años se va a seguir moviendo a base de intereses y egoísmos a no ser de que prioricemos y focalicemos unos valores por encima de todo. Para que esto suceda debemos primero establecer una igualdad real de todos los hombres en cada rincón y eso tristemente va a tardar en llegar.

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