La oscuridad interior de las horas

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La oscuridad interior de las horas

Alexis Perepelycia


Índice 1: El reflejo de la piedra Hormiguero resquebrajado en un instante Primer y último llamado atardecer, 31 de diciembre 29 de abril de 2014, 20:45 El grito silencioso (a Luciana y Sabrina) Horario central Inexplicable Viejo mapa Lumpen en la ciudad brillante

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2: Te oí decir Buenos Aires 2080 Hace tres minutos escuché algo Recordá que el fuego siempre fue tuyo (a Leandro Bonfiglio) 1,2,3 : pasos para el adiestramiento Todo está resuelto! La espera

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3: Resoluciones inmediatas Ideas sin forma #1 …y a quién le importa? El peso del signo El ejercicio de la libertad (a la memoria de M) Pensamientos sueltos

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4: Lo rojo Ella y Él Breve relato de 2 viejos (a Emiliano Pino) 24/06/14, 21 hs. Crónica de verano La última llamada El origen de la simulación (a Stella) Stella pasa frente a la cámara y se detiene solo un segundo Aca

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Hormiguero resquebrajado en un instante I [...] ...en un instante se dio cuenta de todo lo que lo rodeaba: la vasta llanura, el agua cayendo como una cortina de plata que se transformaba en infinita pastura pampeana al contacto con la tierra; el aire, ligero y húmedo; las familias que en algún momento de su vida lo cobijaron, su recientemente aparecida antigua compañera; cuatro gatos que habitaron su anterior morada, y, sentada bajo el aromo, hecha pedazos por la violenta tormenta y el tiempo, su eterna soledad, creciendo a cada instante, caminando infatigablemente hacia un punto del que sabía, nunca retornaría... [...] ...sentíase como siendo llevado en silla de ruedas, luego de un eterno exilio, llegando a su hogar natal y encontrándolo vacío y silencioso. Silencio que lo devoró desde sus entrañas, mofándosele de su propio vacío. Pensó que quizás estaba llegando al interior de sí mismo, y eso lo tranquilizó. - Ahora sí debo ultrajarme tranquilamente en este páramo fangoso, en la dentellada de lágrimas en que me he convertido - se dijo, y cuando giró en rededor, vio las plantas temblar el cielo crujir en mil pedazos partirse y añicos volar pájaros desvanecerse del suelo del cual acababa de alzarse cansado. Entonces decidió volver a los hechos una vez más: aún no terminaba de comprender el por qué. - Y estas heridas? - se preguntaba, - de donde las obtuve? Acaso gratuitamente? Reflexionó que acaso estaba intentando encubrir su culpabilidad, relatando vivencias, enajenadas vaya a saber por qué motivo. Se encontraba entre dos trozos de vida y ese fue un nuevo impulso que lo llevaba hacia su nuevo destino en un intento de abrazarse nuevamente a la vida luego de drenar un océano de cavilaciones acerca de las miles de instancias que hubo de atravesar hasta encontrarse.

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Uno se aleja de sí, y nada es como debiera. Como si la búsqueda se desvaneciese, transformándose en un motor sin combustible, una línea infinitamente fragmentada sin trazo ni rumbo definido, una historia que se ríe de si misma, pero del temor que se provoca al verse reflejada en cada paso errado en el bosque sin hojas, como si fuese una suerte de danza sin sonido. Volvió entonces al interior de la casa y al ingresar a la sala principal, allí la vio junto a su dolor, el cual la trascendía y hacía que juntos se transformasen en algo más, en algo excelso quizás. Era una suerte de dolor elevado. Como aquel de la pérdida irrefutable que se convierte en carne del sobreviviente. Permanecieron un largo rato en silencio. Tanto que hasta agotaron todas las conversaciones posibles. Tantos años habían pasado de aquel pasado que los contuvo alguna vez. El río bravo se retorcía entonces para ser hoy tan sólo un espejismo borroso de recuerdos herrumbrados. Nombres de humo y vapores que la humedad del tiempo se encargó de engullir. Nada pudieron argumentar. Nada, solo este silencio que ahora los embrutecía de pavor, de negrura, de vómitos convulsionados, de enjambres de avispas desorientadas por el humo quemando su panal, su hogar. Ellos, ahora sin hogar, buscaban la palabra que condenara al traidor que estaba frente a ellos mismos y que no eran otra cosa que el otro, y de ese modo, uno. Si quiera una lágrima cristalizándose en sus mejillas delató el frío invernal que ese imprevisto encuentro desencadenó desde aquel momento, para siempre, bajo los ojos de las nubes plomizas que en ese mismo instante cesaron de vaciar sus aguas en ese paraje, para nunca más volver a mojar sus tierras.

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[...] Interludio [...] ...recordé que el río, cuando vacío, bañó con lágrimas sus costas quebradas; que el saucedal, cansado de la eterna espera seca, se dejó arrastrar por la correntada ausente; y que el otoño de los insectos, en pleno verano plateado, transformó en cáscara la carne de un amor que nunca floreció.

Más tarde, el viento sopló sólo, quizás tibiamente pero sin rumbo. Ya nadie supo más sentir. No había qué. Ya nada. Todo era paz, en la desolación misma. Soledad, por el motivo de tu ausencia, de la ausencia de todos los que estamos presentes en la llanura vacía de nadies que deambulan danzando trayectorias automáticas mudas.

Río bravo, ya no estás, y ese fue el comienzo de todo. Recién entonces me di cuenta, creo, del bailoteo de mi sempiterno olfato ralo, casi difunto de oler sin entender, siempre siempre siempre, igual a mi.

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II - Ahora me quedaré junto a la nada - le escuché decir, y quizás se fue por el camino viejo, que era más largo que arduo, y que se adentraba en lo que en otra época hubo sido la isla, separada de la ciudad por el caudaloso cause y de lo que hoy sólo restaba un gran peñón, suspendido en medio de la enorme grieta que dejaba entrever la gigantesca nube de tierra marrón rojiza que envolvía completamente esa porción de la geografía desde hacía décadas. Justo en ese momento, ella pareció cobrar fuerzas y comenzar la travesía rumbo al noreste, la cual, según las declaraciones halladas en manuscritos ancestrales de los lugareños, la llevaría hasta una suerte de reserva de recursos naturales capaz de proveer a los sobrevivientes de aquella terrible situación con alimentos y la tan preciada ausente agua, callada y vacía desde hacía casi una década. No fue hasta pasados varios años, cuando los científicos realizaron las pruebas pertinentes, cómo fue que los cuerpos de los habitantes del lugar (todos los seres vivos de aquella región) lograron adaptarse a la aridez extrema - nunca antes registrada sobre la faz de la tierra hasta ese entonces. Parece que la deshidratación provocó que las pieles se hicieran cueros resecos curtidos por el viento, lo que generó una nueva subespecie humana, que se asemejaba más a una suerte de papiro antropomórfico que rara vez se movilizaba, ya que por la casi nula alimentación no podía lograr generar la mínima cantidad de energía necesaria para desplazarse, por lo cual vivían en un constante estado de inactividad, una suerte de hibernación bajo el recalcitrante sol de la zona.

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Primer y último llamado

En el gris afán de mi expandir tu absurdo collage se desgrana en arena fina, seca arena fuera ya de la rivera. La pieza central no estaba lejos de la orilla y sin embargo los tallos se resquebrajaban en pálidas astillas rojas de sediento orgullo, añejo de tanto evitar el olvido. ¿De qué? …y en eso, tu ojo atraviesa con destellos de luz estroboscópica el acero que protege. ¿¡De qué!? Fina piel plomiza evanescida al primer beso de tu párpado. 8


atardecer, 31 de diciembre ...ella dice que es como esa mirada, tan profunda que ve hacia adentro... - ¿Te han dicho que también te pareces a esos altos árboles meciéndose con la suave brisa del 31 de diciembre? 19:36 ...y tu rostro plata bañado por el atardecer, de frente al sol... Los ves pasar sentados uno junto al otro. No se hablan. No se miran. No se tocan. No saben que se saben cerca y buscan la distancia. El codo izquierdo de ella está ligeramente apoyado en su falda. [...] ...son millones de surcos, un camino de postes en forma de 'L', y, en medio, un cañaveral. A su alrededor todos hablan. Ella no quiere escuchar. capítulo 281: un templo blanco con una cruz blanca junto a la línea blanca. Se lee: "Curiosa pirotécnia" - él piensa: "es lógico, muy propio de las celebraciones". Ella no lo mira. Espera quizás un llamado, quizás alguna información. ...en ese instánte la sombra atraviesa el carril contrario. Cientos de vehículos atravesados - devorados - en cuestión de segundos. Ellos inmutables.

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DISPONIBLE 156417356 : esta vez el templo y la cruz son rojos. ...los millones de surcos, que anteriormente eran verdes, son ahora amarillos. Luego verdes. Luego amarillos. Verdes nuevamente,... [...] ...hasta transformarse en hombres con sombreros y armas. A lo lejos, el monstruo mayor de todos los tiempos. Ahora ella duerme. Más allá, un esbozo de ciudad seca. un nuevo capítulo: 6,75 hectáreas de los más de millones de copos verdes. EN VENTA. capítulo 231: planicie dorada. Aplastadas huellas secas. Los anteriormente atravesados a ciegas, tienen ya - siendo las 21.07 - sus ojos encendidos. capítulo 247: 'SIEMPRE CON NOSOTROS' [...] ...el fuego toma ahora forma de círculo rojizo cristalizando el tiempo apoyándose entre lo verde y lo celeste. capítulo uno: donde decía 'línea recta enceguecedora', debe decir 'un giro a la derecha, otro a la izquierda y uno más, también a la izquierda'. ... el tiempo, visto a contraluz, es plano. Los verdes y dorados, son ya un tenue contorno sombreado, apenas grisáceo, apenas luminoso. 10


Ella nació en 1898, bajo la última luna del año, era cuarto creciente. Ese recuerdo quedó grabado en mi memoria. Hoy es un surco que denota el inexorable paso del tiempo, una huella, como una mancha en la ropa, que nunca será quitada por ninguna mano, ningún agua u olvido, hasta que pase un tren desmantelado, hecho añicos, golpeado con furia. Síntomas de un eterno malentendido. Vestigios de un prototipo de amor disfuncional. Una locomotora amarilla y gris que aparece y se esfuma.

Se festeja. ¡Estamos llegando! El camino termina. Acaso no tenga importancia. Saben que es el fin. El viaje aún no comienza, pero él cree haber llegado.

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29 de abril de 2014, 20:45 El ómnibus se ve color ocre, huele a yodo y humedad. El ambiente es deprimente, desolador. Una suerte de féretro colectivo en donde los pasajeros sólo compartimos la misma pesadumbre del momento desesperado del regreso al hogar luego de una larga y angustiante jornada laboral. Afuera la noche. Otoñal. Afuera la lluvia todo lo inunda. Las bocas de tormenta tragan lo imposible y aún así las muy inocentes no dan abasto. Alguien arriesga una palabra al chofer. el resto es silencio mortuorio encarnado en pasajeros medio muertos. El agua entrechoca constantemente la panza de la carrocería del vehículo y junto a la que cae del cielo se entrecuelan por los burletes de las ventanillas. Nos alejamos lentamente del centro urbano. Vamos rumbo a los suburbios. Allí donde todo se vuelve cruda verdad. Sin más que la espera del bendito final que llegue para apagar tanta desesperanza. Dejamos atrás la gran ciudad desierta a causa de la lluvia - tan sólo la lluvia - se transforma en imagen desoladora de la humanidad desesperadamente aglomerada entre sus pares en busca de falsas respuestas y de cobijo ajeno. Tanta nada junta que duele ya. Tanta furia contenida devenida una proclamación enmudecida al exacto tiempo de su nacimiento perpetuado aún varios miles de años. La más grande comedia jamás inventada. La única. ... y lo más valioso sea quizás el silencio. Y entonces llega mi turno de bajar del coche y dejar de escribir para dejar que la reverberancia me silencie... ...y quede, solo, el silencio. 12


El grito silencioso (a Luciana y Sabrina)

Tanta furia, toda, absolutamente toda su vorĂĄgine, su rĂ­tmo acelerado y violento.

Todas sus almas, vagas, errantes, certeras, solitarias.

Sonidos ensordecedores de motores, frenos, voces y gritos, viento, sirenas, pasos.

Miles. 13Â


Millones de pies dando paso tras paso. Siempre apresurados. Tal vez sin destino. O quizás con destino incierto. Tortuoso.

Es que por momentos este pequeño-gran mundo con todas su componentes, se conjura para ser una fiera, una temible fiera. Avasalladora, aunque su furia sólo dure lo que la luz. El ocaso se lleva consigo su espiritu de fiera.

El animal ya no grita, ya no corre. No intenta devorarte. Manso y silencioso descansa esperando a su rey, quien le devolverá su fuerza.

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Un espectro corta el viento y el Mitre rompe el silencio y delata las 5.00 de la mañana.

El animal entra en su última etapa de sueño y yo aún no he conciliado el mío. Entonces descubro que ya nunca lo haré.

Toda la furia, absolutamente toda su furia hoy devenida nostalgia. Sabor a soledad. Tal vez tristeza.

El grito silencioso de la jungla suena por última vez mientras la ciudad comienza a despertar.

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Horario central

¿Qué es eso que sangra escondido detrás de ti? Eso que tiene origen en la noche del tiempo y no ya en el verbo rancio y olvidado. Llorando te vi aquella noche en ese rincón donde siempre te refugiabas para llorar creyendo que te encontrabas en soledad, sin saber que esa noche te espiábamos a través de la pantalla, como todas las noches, millones de desconsolados que rumiamos retazos de pieles olvidadas, de cuerpos abandonados a la deriva, a la espera de vaya uno a saber qué. Me gustaría creer que te has preguntado recientemente si esa herida dejará de sangrar en algún momento. Quisiera saber si aún sientes esa suave caricia que te visita al crepúsculo y te hace saltar por los aires al alba. Quisiera verte sonreír, burlándotele en la cara e invitándole un trago. Por el sólo hecho de su compañía. Hoy arrugada y desabrida, pero con tan hermoso perfume a juventud y a selva que casi parece que aquella montaña no hubiera existido jamás. 16


Inexplicable

Sos eso que tiene forma de infinita noche imposible de ser asida, un dulce lamento de leonesa que entre las sĂĄbanas negras de la blanca madrugada como una estampida me aturde entreabriendo los dientes con su rugido y su amor.

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Viejo mapa

Desandando los pasos de la noche en busca del último reducto que suspire, buscando el aliento del desolado, danzando junto al viento acompasado, viento acerado su nave burbujeante, esa que flota ingrávidamente frente a los ojos ajenos de seres sin último, anacrónicamente; así voy, ya sin prisa, ya errante, esperándote mientras me embriagas con tu furia impiadosa, cruelmente poética.

Vida que pellizcas con tus crueles y dulces garras. 18


Lumpen en la ciudad brillante

Te esperé toda la vida con el barro tapándome el abdomen y hoy tu vientre es una bolsa de alimento para tu futuro y para mi pesado pasado. Inescrutable. Aplastado por cada gota de angustiante sudor imposible. Un día fuiste mi madre y me salvaste y cobijaste durante 300 días y noches. Otra vez, bebí el alcohol de tu saliva y aspiraba tu silencioso perfume de agobiado amor. Me regalabas tu sexo en el seno de un hogar siempre lejano y en tu brazos fui niño, adolescente y desdichado viejo abandonado a la deriva de un río cada vez más seco, donde tus pasos marcaron el talante de un destino esquivo y antagónico. En la noche, cada sílaba laceraba mi vientre hijo niño de tu madre, hermano de mi no mismo, da vida a quien da vida y de sus ojos bebe la sangre que te hará hombre, porque niño, tuyo es el semen que salvará a tu especie.

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Buenos Aires 2080

-1[…]… alrededor de las 7:10 pude observar un gran movimiento de gente en el ingreso a la sala de espera que sucedía al largo pasillo de entrada. El recinto, impecablemente pintado de color marfil, tenía centenares de sillas amuchadas contra los rincones y formando un montículo al centro. A la derecha, luego del pasillo de acceso, una amplia vitrina delimitando tres boxes, y dentro de ellos, del lado opuesto de la ventanilla, una muy sonriente persona en cada una. En el ambiente no hay música funcional. No hay revisteros. No hay diarios. Ningún signo de falsa amabilidad. Tan solo un pretencioso perfume alimonado. Dentro de la propia sala, luego de los boxes, tres puertas de madera, repartidas equidistantemente, se abren y cierran constantemente. De cada una de ellas, prolijamente uniformadas y con una gran lista que cada uno tiene en su mano izquierda, sale una persona llamando constantemente a otras. Luego de nombrar en vano una cierta cantidad, aciertan con alguno de los presentes; entonces ves a alguien moverse ligeramente en dirección a quien llamaba. El resto de los presentes parece estar perfectamente inmóvil. Todos se ven cansados, extenuados por la tarea misma de ingresar en tamaña sala y de afrontar la tarea de esperar por varias horas a ser llamado, - ¿Qué esperan? ¿Qué es lo que yo estoy haciendo allí? - algunos murmuran que van casi cuatro horas de espera y ni la más mínima señal de que su turno vaya a llegar. Parece que todos esta mañana fuimos signados a un depósito de algún tipo de mercadería que se encuentra esperando la salida del próximo cargamento para llevarla a destino. Sólo que aquí, el depósito era una sala de espera, y la mercadería, eran personas.

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-2En un televisor que se encuentra en la pared opuesta a la puerta de acceso, se lee: 83 muertos en alguna ciudad de algún parís de medio oriente. Leo que son declaraciones de un argentino que vive en ese país. Imágenes de explosiones en una ciudad. Cuerpos apilados. Casas destrozadas. Montañas de escombros humeantes. Banderas flameando a media asta. Gigantescas lenguas de fuego. Ahora, hay imágenes de partidos de fútbol argentino. Sin dudas, son imágenes del partido de ayer. Hoy es Lunes. Son las 8:15. En la sala, los rostros no han cambiado. Quizás las respiraciones son algo más agitadas, pero no más que eso. Además del leve bullicio, se oye, de fondo, el incesante campanilleo de un teléfono proveniente de dentro de los boxes, siendo constantemente desatendido (nunca pude entender, por qué, es esas situaciones, sencillamente, no desconectan el teléfono, o al menos, bajan el volumen de la campanilla). Hay mucha menos gente mirando televisión de lo que yo creía. -3En un determinado momento – sospecho me distraje –, me encontré en el sector de boxes, mirando en dirección a la sala, la cual se veía desierta, como si repentinamente gran parte de la gente que hasta ese momento había estado esperando, hubiese sido llamada a ingresar a las puertas ubicadas a la derecha de la sala. En el televisor muestran el pronóstico extendido para La Pampa. Ahora la gente parece jugar un juego cuyas reglas incluyen un perpetuo intercambiar de habitaciones. Casi sin freno. Esto ocasiona un tránsito perpetuo de gente que traza infinidad de recorridos diversos, otorgando a un espacio, 21


hasta hace instantes muerto, una inusitada y repentina vitalidad. Además todos ahora cargaban con una bolsita con elementos descartables para muestras de orina, y todos tenían un pedacito de cinta de papel en el interior de la articulación del brazo izquierdo, cubriendo un evidente pinchazo. Hasta aquel momento todo el inmenso cansancio, enmascarado por el perfume del tabaco y el alcohol, solo se manifestaba en los rostros, rotos por la insoslayable carga de Lunes y por el agravante de la morosa espera - ¿Para qué? ¿Es esta otra forma de muerte? ¿Qué era lo que estaba muriendo, en ese instante, en cada persona? Esperaban, perdido cada uno dentro de sí mismo y aceptaban las directivas de tránsito, de ubicación, los requerimientos de tal o cual documentación, pero nadie sabía con certeza que era lo que realmente esperaba.

-4Alrededor de las 8:53, según el reloj en el televisor, entró una forajida figura de riguroso traje color gris topo, lentes oscuros, ataché en la mano izquierda, teléfono celular en la mano derecha. Estaba acompañado por un asistente, quien parecía dictar una serie de coordenadas a algunos de los personajes que se encontraban trabajando en el lugar. El fornido hombre se detuvo en un rincón, dio un vistazo panorámico a la convulsionada sala, y sin quitarse los lentes, sin dejar de hablar por teléfono, esperó a que su asistente, quien se encontraba junto a los boxes, en el lateral opuesto al suyo, lo mirara; cuando esto sucedió, el fornido hizo un gesto con la cabeza, como asintiendo, y entonces el asistente pareció comunicar un mensaje a un hombre calvo, alto y algo desgarbado, que se encontraba dentro de los boxes. Me encontraba relativamente cerca de ellos e intentando aparentar distracción, intenté descifrar el contenido del mensaje. Entendí que se estaba llevando a cabo una transacción y que el asistente insistía en que no se debía fallar en el procedimiento ya que los números eran muy delicados. Se mencionó a un socio y se nombró la palabra parásito. Se oyeron dos o tres nombres de compañías aseguradoras. Creí comprender que el fornido estaba en conversación con un grupo de abogados o algo así y que había también un contador representando a 22


otra empresa. El asistente mencionó una vez más la cuestión de la efectividad en el procedimiento y el hombre calvo aseguró que todo marcharía según lo acordado. Ambos renovaron sus votos de silencio. Se mencionó varias veces algo acerca de unos cheques, de un viajante que vendría del exterior en el transcurso de la semana; parece que había varios millones en juego. Se cuestionaba la autoridad de alguien que no había cumplido con ciertos términos en una operación anterior; el hombre calvo dijo que no importaba, que eran cosas del pasado, que ya no necesitarían nuevos salvavidas y que esta vez no habría problemas. El asistente aseguró que si el procedimiento funcionaba, no habría necesidad de discusiones; en cualquier caso, las cláusulas habías sido aceptadas tiempo atrás. Se mencionaron nombres de dos o tres directivos, algunos códigos, números de cuentas, fechas. El hombre calvo corroboraba la información en varias listas impresas, al cabo de unos instantes dijo que todo estaba listo y que lo llamaría al día siguiente. El asistente tomó su teléfono celular y realizó un llamado que pareció finalizar sin siquiera haber comenzado. Inmediatamente miró al fornido y le hizo un gesto con la cabeza, este volvió a mirar en redor y lentamente salió caminando sin inmutarse, sin dejar de hablar por su teléfono. El asistente miró su reloj, el hombre calvo hizo lo propio y le hizo un gesto con los dedos de la mano derecha. Se saludaron moviendo la cabeza, el asistente salió tras el fornido. El hombre calvo repartió varias listas a un grupo reducido de personas que estaban sentadas en sus escritorios dentro de los boxes. Una persona, en apariencia perteneciente al personal de limpieza, se acercó a la puerta de entrada presionó un botón rojo, que accionó la cortina de metal de la puerta de entrada. Esta comenzó a cerrarse. Nadie se inmutó, ya nadie entraba ni salía de las habitaciones, nadie llamaba por lista, todo era más sereno. Eran las 9:37 y la sala parecía el patio trasero de un jardín geriátrico en medio de una siesta dominical y veraniega – todos dormían. Unas 400 personas pacíficamente recostadas unas contra otras, angelicalmente dormidas. El perfume alimonado algo más fuerte y entre la música funcional, que se dejaba oír lejanamente, como proveniente del final del corredor, el sonido de máquinas eléctricas trabajando. Era un sonido que de algún modo remitía a un aserradero. El televisor mostraba ahora una imagen aérea de los distintos accesos a la capital federal bloqueados por piquetes.

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-5Cerca de las 9:50, ingresaron, desde el corredor del fondo de la sala, más de una decena de hombres robustos, prolijamente vestidos con chaquetas blancas, amarronadas de tan manchadas. En grupos de dos, llevaban camillas con ruedas. Simultáneamente comenzaron a cargar los cuerpos inanimados en las camillas y los fueron llevando por el pasillo por el cual habían ingresado, hasta desaparecer. Siempre en grupos de a dos, repitieron numerosas veces la operación durante casi una hora, hasta vaciar por completo de cuerpos la sala.

-6Dos días después, a primera hora de la mañana, estábamos en el acceso a la dársena número 17, en el sector de exportación del puerto de Buenos Aires, junto al convoy de camiones con que habíamos partido el día anterior desde el frigorífico. Alrededor de las 7.30, no recuerdo bien de que modo, pero me encontré esposado dentro de un patrullero explicando al oficial a cargo del operativo que yo no tenía nada que ver en el asunto, que a mi me habían llamado y comunicado que tenía que manejar un camión hasta el puerto y nada más. Recuerdo también haber mencionado al oficial que quería hablar con mi abogado y que en ese preciso instante comenzaron a llegar los medios de prensa.

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Hace tres minutos escuché algo

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Hace tres minutos escuché algo. Ya no lo puedo recordar. Quizás deba esforzarme aún. No lo sé. De todos modos la situación se está tornando cíclica: siento estar una y otra vez viviendo el mismo momento. Quizás, a las 22:03:53, les pregunte si alguien pudo recordar ese momento. Ellos se quedarán quietos. Inmóviles. El último acorde del piano no se oirá, pero la tensión comenzará a sentirse una vez que suene la campana. Lo que aquellas miradas encierren, lo que aquellos gestos guarden dentro de sí será completamente indecible. Las palabras no podrán abordar jamás esos modos. Ellas existen por fuera de su jurisdicción.

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En este momento estoy naufragando ante ustedes intentando graficar sensaciones con inĂştiles palabras de un verbo mudo al mundo de aquella imagen que la retina caza cual predador.

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Recordá que el fuego siempre fue tuyo (a Leandro Bonfiglio) - Recordá que el fuego siempre fue tuyo ... y que no tenés necesidad de reclamarlo! - llegó a gritarle, pero ya estaban lejos y el viento se encargó de llevarse las palabras. Se limitó a observar el cuerpo alejarse, distanciándolos más y más a cada paso, esto que está sucediendo es irreparable - pensó, - esta brecha no hará más que crecer infinitamente - pensó, y quizás eso lo deprimió un instante, sólo el instante que ocupó esa idea que vagamente acababa de circundar el aire, cada vez más ancho, que comenzaba a separarlos como un océano a dos continentes, el cual, indefectiblemente, asegura que sus costas jamás retornarán a unirse. Apuró el cigarrillo mientras observaba la silueta que parecía ya un punto deslizándose como un trazo lejano ensayando fijarse sobre el papel. Se acomodó un poco las vestiduras y regresó, errante, embriagado de soledad, a la rutina de pensarse un escarabajo solitario en la montaña, incapaz siquiera de mover cuesta abajo una perfecta esfera de bosta. Mientras caminaba se sintió triste. Por la noche cenó un plato de caldo con avena y papas y un vaso de vino. Mientras comía, pensaba en lo inexacto de los caminos que las personas recorren a lo largo de sus vidas y meditó acerca de los escollos que había logrado sortear hasta ahora la relación con su amigo. Se gratificó al darse cuenta de que esa inexactitud, había jugado en favor de ese algo que tácitamente existía entre ambos. Con la panza llena, alzándose de la mesa, se recostó en el sofá ubicado frente a la estufa. Finalmente se durmió profundamente. Soñó que corría por un pasillo eterno, con paredes y baldosas bañadas íntegramente por la humedad, lo cual lo hacía resbalarse constantemente. Nadie lo perseguía. Cayó tres o cuatro veces, pero logró incorporarse rápidamente. Luego de correr durante horas, llegó a una habitación enteramente blanca, muy iluminada, sin ventanas. Completamente transpirado, quizás afiebrado y ciertamente sobresaltado, despertó. Como empujado por un automatismo ensayó escribir unos versos 27


acerca del sueño. Inmediatamente se encontró pensando en el hecho de que la poesía era tan solo una excusa ante lo inevitable. Sin siquiera pensarlo, por reflejo quizás, encendió el calefón y se duchó. Mientras el agua corría, volvió a pensar en su amigo. Lo sabía a mitad de un viaje. En realidad, apenas comenzando aquel viaje. Ya repuesto, mientras desayunaba pan tostado con manteca y mermelada de higos negros y una taza de café con leche, imaginó que en aquel sitio, su amigo se encontraría realmente a sí mismo. Se reconoció contento por aquel descubrimiento ya que si algo quiso desde siempre, fue total honestidad, al menos para con sus amistades. Y aquella, sabía - en el fondo, él mismo recordaba en cada poro que esa era una experiencia que en el pasado hubo acelerado lo que más tarde reconoció como procesos vivenciales - era una experiencia que haría encontrarse con uno mismo a cualquier persona. Lunes, 31 de Enero A media mañana, antes de partir hacia un ensayo, mientras hojeaba el periódico, sintió que no todo es una guerra a pesar de sentir que la humanidad toda es un gran guerrero que se debate a sí misma, una y otra vez, varias veces al día, a punto tal de llegar, en ocasiones, a inmolarse por sí misma. Sintió que ese guerrero ensayaba una danza etérea, entre velos y humos, en un territorio extrañado, desierto. En el centro de la ciudad, el tráfico estaba particularmente insoportable. Todo el mundo se mostraba extremadamente malhumorado por la temperatura, pero sobre todo, por la humedad. Pensó en lo triste que nos mostramos los humanos cuando, por nuestra incapacidad de sintetizar nuestra propia miseria, nos volvemos agresivos para con nuestros congéneres. Arguyó que esa tristeza no solo se evidenciaba para con la raza toda, sino que también era evidente para con todas las especies. Inmediatamente pensó en las mascotas de casa de su amigo, en las que él mismo había tenido cuando chico, en casa de sus padres, pensó en un circo, en todos los circos en que hubo estado entre el público, el todos los zoológicos del mundo... [...] ...un repentino bocinazo le advirtió que se 28


había distraído mientras pedaleaba en su bicicleta desvencijada. "Por poco me pisa el colectivo" - pensó. Y sintió que en el afán de no morir, las personas tratan de no distraerse, más bien de no ocuparse de cuestiones que puedan llegar a distraerlas. Sintió que no pensar en la condición de mascota, era equivalente a no pensar en la condición de esclavitud, era también evitar trazar analogías entre los seres humanos y todos los seres vivos y era, decididamente, un modo de evitar toda relación directa o indirecta entre la condición de ser/estar vivo/a un ejemplar de cualquier especie y de esta estar confinado/a. Finalmente llegó al estudio donde tenía lugar una pequeña representación del fin del mundo. Algo así como una parodia acerca de los pensamientos evitados en los cuales se había distraído mientras pedaleaba. Sonrió al pensar en un acto quasi-recursivo, en un único gran abismo que todo lo repite ad infinitum mientras dura la eterna caída.

Nota: El ensayo estuvo bien. Mucho para trabajar, muy poco tiempo. Cada vez más responsabilidades. El viaje lo había extrapolado a una galaxia, hasta ese momento desconocida para él. Debería esforzarse al extremo para regresar sano y salvo a esta forma de concreción.

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1,2,3 : pasos para el adiestramiento

1 : La mascota. Deforme. Una lágrima de sangre seca convertida en cáscara de tu mejilla de arcilla enterrada en tu puño devenido cuchillo negro oxidado de tanta espera ciega entre lo desierto y la tormenta que se avecina a toda prosa rodando tornados por las laderas de los valles regando alcoholes tu reflejo anclado en el camino y un día decidiste dejar de caminar y te hiciste a un lado y abandonaste la espera que estaba hecha de olvidos y no supiste vomitar, y que tanta noche.

2 : El hueso. Deforme. Pero durante la mañana, con la lluvia, se alza moviendo la cola y de un salto sale de la cama deshecha de sudor, con la correa entre los dientes, pidiendo a gritos un paseo. El camino que elige es sinuoso aquella mañana. Innumerables curvas lo adentran al monte que soñó en la noche entre las convulsiones, y que hoy lo invitan y seducen, mientras lo guían sus vísceras.

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Cuando llega al centro, vuelve a ver el grupo de aves negras con el que se encontró en el sueño; anoche. Hoy también sobrevuelan la manada de vacas largas y el cerdo lo mira fijamente indicándole el camino de salida por sobre la pluma del volcán.

3 : La mano. Deforme. La ceniza ya flotó sobre el agua y en el centro, ancestral, se dilató la pupila con forma de nave en medio de un océano de temores y tiempo.

–Ella hablaba siempre del pasado. Ella estaría tan contenta de escucharte decir eso que nunca dijiste. Pero era el pasado y como si nada cambiara nunca, dijiste: – cada gesto anula el presente con un sello silencioso y persuasivo.

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Todo está resuelto! Todo está resuelto! - oirán decir. Y, aunque todo esté resuelto nunca llegarán a entender realmente qué será lo que podría llegar a estar resuelto. En qué modo habrá sido resuelto. En un determinado momento de agosto pensarán que esa supuesta resolución previa será, no una falacia como muchos creerán, sino un macabro complot, y aquello publicitado como una solución efectiva, no será más que un túnel de gusano hacia una verdad impersonal y escabrosa. Pensarán en el olvido y en la memoria, intuirán que hasta el recuerdo será resolvible. Pensarán que lo resuelto habrá sido quizás lo escabroso, aquello que habrá llevado a la concisión de lo inmemorial. Pero lo escabroso será siempre intrínseco a la especie. Elegirán una resolución indeterminada, estereotipada, y algo proveniente de la especie misma los llevará a comunicarse empleando ideas ajenas sin siquiera proponérselo. Se sentirán maquínicos y desconocerán vuestra función cómo tal. Transformados en inútiles máquinas creadoras de grandes inutilidades, se sentirán inútiles. Viejos e inútiles. Gritarán en silencio: - todo está resuelto! Las inutilidades son ya parte crucial de la especie y sólo fue necesario encontrar el modo apropiado de comercializar la inutilidad, cual industria bélica abasteciendo a inútiles para la inútil eliminación de inútiles. Hasta quizás, inútiles bombas tipográficas que acaben con la inútil vida de los inútiles que inútilmente intenten utilizarlas. - Ya todo es tranquilidad en diferentes dosis – pensó. - Pura propaganda – pensó. Al atardecer, se quedó dormido. 32


La espera

Recién al ingresar en al habitación se di cuenta de que era de un color amarronado, muy gastado por el paso de los años. En el centro del cielorraso, giraba lentamente un ventilador de techo y en rededor, dos loricáridos giraban en el mismo sentido de las aspas del ventilador, con el vientre pegado en el cielorraso, como si fuesen dos viejas del agua limpiando las algas del lecho de un río. De sus costados, una suerte de baba negra chorreaba y bañaba el piso. Ellas emitían un sonido agudo, seco y amenazador que lograba llenar completamente las habitaciones de la casa y que fue el motivo por el cual se hallaba en ese preciso instante allí, habiendo respondido a lo que entendió como un llamado, una invitación a reunirse con ellas. Al ingresar a la habitación se quedó un instante contemplando la escena. Inmediatamente, se ubicó exactamente debajo del ventilador. El espeso líquido negro comenzó a bañarlo produciéndole una confortable sensación que le recordó la sensación de estar en la isla, en casa de su abuela, bajo el saucedal, con la fresca brisa del atardecer de primavera, recién salido de un baño rivereño. Lo que en principio hubiese parecido una imagen aterradora, al menos repugnante, se transformó inmediatamente en extremo placer. Al abrir los ojos, observó que el ventilador ya no giraba y los peces habían perdido su forma vertebrada para transformarse en una suerte de masa longilínea, aún con aletas – ahora tenían cuatro a cada lado –, con una gran boca dentada en su abdomen (el cual ahora estaba en dirección a él) y con un único ojo en su extremo más delgado. Sabía que no conseguiría seguir engañándose, que su tiempo finalmente había llegado. Una voz chillona proveniente de la caja del banco irrumpió: - El que sigue!

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Ideas sin forma - Extraño - piensa - ¿Cómo identificar algo - una idea, por ejemplo - si ese algo no tiene forma? ¿Sólo a partir de la impresión que ese algo te genera? Uno se acostumbra y luego, cuando eso ha dejado ya de ser parte de la historia personal, lo que se extraña no es la cosa en sí, sino el hábito que esta genera. Fue entonces que caí en cuenta de que estaba yendo a mi propio encuentro. Eso que durante mucho tiempo me mereció una mirada de soslayo, estaba convirtiéndose minuto a minuto en lo único inexorable. De pronto el humor comenzó a tener sentido en mi nueva vida retrospectiva. Descubría, a un tiempo, que cada paso errado, fuera de ese único camino trazado con antelación, comenzaba a convertirse en una línea más en la escala de ironía. Todo era una revelación. ¡Como es que nadie me lo dijo antes! - pensé. Ya era demasiado tarde. Por poco pierdo el colectivo. Cuando llegué, estaba dando marcha atrás en el andén. Tuve que correr para alcanzarlo. El viaje se me hizo largo; más que de costumbre. Aún así, pude evitar dormirme. - "Es que últimamente estoy tan cansado". Aproveché el tiempo para atar cabos acerca de el por qué. Hasta ese entonces, no había caído en cuenta de la relación que había entre los elementos: abogado, psicóloga, empresa de pintura. Tuve que andar y desandar incontables veces el mismo hipotético camino. A veces el ser humano se vuelve insoportablemente obsesivo, por necesidad. Debo confesar que me llevó casi la totalidad del viaje hasta casa de J reducir la cantidad de hipótesis a 23, y la cantidad de posibilidades dentro de cada hipótesis a 9. Terminaba el recorrido número 221, cuando llegué a la estación donde me bajaba del colectivo. Caminé unas cuadras esperando el urbano. "221 es el número" - repetía constantemente mi cabeza, como una correa sin fin, como un sin fin, sin un final claro, sin que claramente pudiese divisar siquiera lo que quería. "- Quería realmente llegar al fondo de la cuestión?". Decidí caminar. …y a quién le importa? 34


Si es siempre igual. Invariablemente llega desde el mismo flanco y con la misma intensidad. El puño cerrado contra la parte baja del lateral derecho del maxilar. Siquiera cavila y siempre da, precisa, en el mismo punto. Es una bastarda! Para colmo, después de ultrajarte, desaparece y te desvanece el propio peso de su ausencia como halo de orgasmo. Ella simplemente se va y te deja tirado como un envase vacío, usado. En el cajón vacío del olvido. - Sos una porquería! - me dijo un día. Y se esfumó. Pero al tiempo volvió, claro. Entró con el mismo golpe de siempre, sólo que esta vez fue una mañana. Yo estaba desayunando o por desayunar. Creo que había ido al baño, me estaba lavando la cara y zás, me golpeó una vez más. Al principio descreí. Pensé que no era ella, más que nada por la hora. Pero cuando sentí la resaca del golpe, fue inconfundible. Ese fuego ácido que te derrite las vísceras con su acompasada risa bufa mientras te quedás preguntándote: ¿pero,… por qué? Já! ¿A quién le importa el porqué? La trompada te la diste sólo, por inútil. El mundo está hecho así. Bah, al menos vos estás hecho así. Deberías preguntarte, para qué terminás siempre metido en situaciones de las cuales no sabés cómo salir. Situaciones que no sabés habitar.

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El peso de el signo

Toda cruz encierra la desolación de quien la exhibe y el temor de quien la enfrenta. Una cruz no representa sólo la conquista, también es la condena que constantemente obligará a recordar su génesis. Quizás por el poder que refleja todo símbolo místico, quizás por el poder que ejerce sobre el hombre, quizás por las vidas que engendra y extermina, quizás por el perdón y el castigo, quizás por la historia y el olvido.

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El ejercicio de la libertad (a la memoria de M)

Podemos inferir que del espacio de interrelaciones humanas tiende a expandirse una primer etapa de desarrollo de la vida para terminar por diluirse paulatinamente hasta nuestro asilamiento social, ya que si bien las personas nacemos libres de todo compromiso por fuera de la lactancia y el cobijo, conforme vamos trazando vínculos sociales comenzamos a atarnos hasta terminar por caer presos de una prisión que hubimos construido a diario. Y es en esta prisión en la que terminaremos por recluirnos durante nuestros últimos días para vivir en la más absoluta soledad nuestra propia muerte. ¿Podemos inferir de este hecho que libertad es sinónimo de vida y reclusión sinónimo de muerte? De ser así ¿por qué el ser humano, aún intentando perpetuar su vida, se recluye? Es evidente que nos encerramos, nos alejamos de nuestro círculo afectivo y por consecuente nos alejamos de nosotros mismos y, en un estadio avanzado, para no perdernos en nuestra soledad nos inventamos un universo tan atestado de tormentos que terminamos en medio de un desierto, vacíos de fe en la especie, en nosotros. Entonces: ¿por qué? ¿por quién? Durante este proceso encontramos indicios de que el ser humano se encuentra constantemente en un proceso de identificación de sí mismo. Por identificación entendemos identidad y por identidad también entendemos origen – sea este de carácter biológico, geográfico, moral, religioso, genealógico, etc. – detrás de una serie de incógnitas: ¿quién soy? ¿qué soy? ¿cómo soy? ¿cuándo soy? ¿cuánto soy? ¿con quién soy? – ¿con quién me identifico y en qué me encuentro reflejado para constituirme? – ¿por qué soy? A partir de este planteo podemos pensar en el modo en que lo identitario opera. Y si entendemos que aquello que nos es identitario nos define socialmente, partiendo de lo individual, desarrollando así esta facultad para insertarse luego en lo colectivo y desde allí operar colectivamente, podemos entonces pensar también en la posibilidad de que ciertos patrones de conducta sean plausibles de ser condicionados a partir de determinados fenómenos sociales vinculados principalmente a la sensación de pertenencia sectorial – por ejemplo: partido político, zona de residencia, formación profesional, etnia, orientación religiosa, afiliaciones sociales, tribus urbanas, orientación sexual, etc.). Si este planteo fuese cierto y si supusiéramos que el hecho de la pertenencia opera como una herramienta identitaria troncal accionando a través de una ley de afinidad/rechazo, podríamos suponer entonces que lo identitario es gobernable de modo exterior al individuo, quien 37


encontrará en sus pares – de igual modo gobernados – el reflejo de los propios límites de la mímesis – su espejo generador de imagen, previo a la imagen reflejada – que todo lo gobierna. Esto es: una suerte de proyector de personalidad a ser adquirida. Su modelo, su molde, su propio encierro. ¿Comprado? ¡Impuesto! Pero con recargo, claro. Entonces, si no es comprado pero aún así tiene un costo, estaríamos rentando el producto, alquilándolo. ¿A qué valor de cambio? Al más alto posible : el de nuestra libertad. Y es tanto más alto, en tanto que comprendemos que libertad equivale a vida. ¿Cómo se paga este precio? En contado efectivo y cada día.

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Pensamientos sueltos

Es menester evitar el refinamiento estético impuesto para evidenciar el paralelo entre el producto bruto y los procesos compositivos/generadores que sufre el material, a través de un camino en constante evasión de un fin utilitario.

¿Por qué todo tiende a brindarnos cada vez más comodidad, al tiempo que la aceptación de la condición de la especie es cada vez más incómoda?

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Ella y Él Exterior/Patio/Atardecer Algún enero en algún patio de alguna casa vieja en algún pueblo de alguna parte del litoral en algún momento del atardecer. Hace un calor insoportable. Las moscas revolotean y se pegotean incansablemente en la piel. Los mosquitos pican hasta el hartazgo y las libélulas anuncian la tan esperada lluvia. Nadie sospecha aún que esa misma tarde comenzaría a caer agua y no se detendría durante las siguientes tres semanas. Sería una suerte de evento relevante para la vida de los lugareños durante décadas. Uno de esos eventos que modifican las estadísticas para siempre. - Es uno de esos eventos memorables, dice ella. - Por qué memorables? - pregunta él. ¿Por el sólo hecho de la cantidad de agua caída?¿Por la cantidad de días sin sol? ¿Acaso por los evacuados y por las pérdidas materiales? - Sólo a vos se te ocurre pormenorizar los daños. ¿No te das cuenta de lo que sufre esa pobre gente? Pobre gente! - dice ella. - Pero si yo no estoy diciendo eso. No me refiero ni a los daños, ni a la gente. No desvíes la conversación, ni me mal interpretes, como hacés siempre -dice él. - No es eso - dice ella. - ¿Ah no? ¿Y entonces qué es? - pregunta él - porque siempre hacés lo mismo. Cada vez que estamos hablando, empezás a tergiversar la charla a punto tal de que se pierde el rumbo de lo que se está conversando y zás, repentinamente decís lo que siempre quisiste decir, lo que realmente querías decir y que se entiende que no se te dejaba, vaya a saber por qué motivo. Quizás porque se estaba hablando de otra cosa. Algo mucho más importante, pero claro, a vos no te interesaba porque no te tocaba de cerca... – le recrimina él Ella interrumpe: - Pero de qué estás diciendo? Si sos vos el que no quiere 40


escuchar. Estábamos hablando de lo terrible de la situación, de que hay anegamientos por todos lados, gente evacuada, gente que lo perdió todo, incluso gente que murió y vos me salís hablando de estadísticas, de números, de eventos memorables que encima ni entendés por qué motivo son memorables... Ahora él la interrumpe alzando la voz: - ¡Pará, pará! ¿Qué te creés? ¿El centro del universo? ¡Estás equivocada! ¡Es claro que estás equivocada! No hacés otra cosa que equivocarte constantemente y encima pedís que te entiendan. ¿Qué es lo que te pasa por la cabeza!? Ella irrumpe: - ¿Pero por qué tenés que ser siempre tan agresivo? Estamos hablando tranquilamente y me salís a los gritos. ¿Qué te pasa a vos? ¿No estás contento porque no te doy la razón? Si a mi me parece que vos estás equivocado, es porque creo que estás equivocado y punto. El otro día me pegaste en la cara. Fué una cachetada. Quizás fué una boludez. Pero tu mano derecha en mi mejilla izquierda fué certera. La sentí yo. Porque vos claro, qué vas a sentir, si sos un insensible. Y me pegaste fuerte – Ella sube el tono y comienza a quebrar la voz : - ¿Por qué me pegaste? ¿Porque no te estaba escuchando? ¿Por qué? ¿Porque vos creíste que no te estaba escuchando? ¿Porque creías que tenías razón cuando no la tenías? ¿O porque sos un cagón? Porque si me pegás es porque sos un cagón. ¡Contestame, dale! Él intenta balbucear algo, pero puede, no tiene palabras. Ella sigue, y en cada palabra aumenta la intensidad y la violencia de su descarga que es ya un ataque, un desahogo, una confesión y una súplica: - Porque es así como funciona, ¿cierto? No sabés qué mierda decir y empezás a gritar, como si gritar te otorgara un poder de convicción tal que te permitiera ser convincente. Como si el hecho te violentarte de diera derechos por sobre alguien más. ¿Qué intentás demostrar con ese gesto? Bah, ¿intentás demostrar algo? ¿Tenés algo para decir? ¡Dale! ¡Hablá! ¡Decí algo! - ella hace una pequeña pausa. Un silencio mortuorio invade el jardín. Sólo se escuchan los insectos que constantemente completan la escena, patética e infeliz. Con un tono de calma aparente, casi a modo de conclusión de un juicio en que 41


el … es declarado culpable y en ese momento el juez parece arrepentirse porque sabe que la condena fue injusta o porque de repente sintió piedad o simplemente por un acto de arrojo ella dice: - Yo te quiero y vos me pegás. ¿Es esa tu forma de demostrarme cariño? Yo te quiero. ¿Vos me querés, no? -¿Podés parar un poco? - dice él - no es una cuestión de amor. Nuestro amor no está en el centro de esta discusión. Nunca lo estuvo. ¿Ves? Ya estás mezclando todo de nuevo.

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Breve relato de 2 viejos (à Emiliano Pino) Nº 1 - Una…dos, 3, 4, 5…

…nubes…

…espesas… [se oye una radio]

En aquella esquina, la torre. Y un conejo. Escalando. OBSCURIDAD… [se apaga el paraguas] …todo áspero…

…y el primer esbozo!

Desde la torre, cada cable envía pedacitos de vida en busca de destino. 3 pasos largos y silenciosos… [se abre la valija] - una, 2, 3, 4, cinco… (Diálogo)

…ahora son 6… …pero más ligeras! - vos siempre desde arriba, eh? - igualmente se ven suaves. - siquiera sé si hay tantas cosas ajenas. - viajar es siempre ajeno.

[se miran] - NO!

SI TU CUERPO SE ESTÁ DERRITIENDO RUIDO

- ya son como 9! [debajo del paraguas] [PÁJAROS] ‐ ‐

2 tipos diferentes 7 círculos de distinto tamaño y color, 6 manchas, 4 con satélite 43


Nº 2 - es casi invisible, pero está sobre el mirador de piedra susurrando]

[casi

- tan sólo 2, rojas, una casi disuelta. [tono sereno mientras saca la cigarrera y enciende un pucho] - 2 personas, arrojadas sobre una jungla muy verde, espesa y con ríos… [in crescendo] …cayendo como BOMBAS!!!

[más]

… cayendo como BOMBAS!!!

[exasperado]

…cayendo como BOMBAS!!!

[gritando]

ESTÁS DESMEMBRADO… y sin refugio!!

[el conejo está dentro de la valija] El cuerpo toma otra dimensión. Cambia de forma de representación! Las coordenadas fueron develadas! Se exhibe el material.

Una vez que se establece el registro de comparaciones, se lo cambia bruscamente una vez más. Te quedás asombrado de quien tenés frente a vos. Te quedás asombrado de quien tenés frente a vos. Te quedás asombrado de quien tenés frente a vos.

[decrescendo más aún]

Te quedás asombrado de quien tenés frente a vos. 44

[decrescendo]

[susurrando]


24/06/14, 21 hs.

ESC#1

Interior. Ómnibus. Noche.

Al subir al ómnibus y acercar su tarjeta de transporte a la máquina que cobra el pasaje esta comienza a hacer un extraño sonido. El individuo sospecha que es debido al uso incorrecto de la misma. Luego de varios intentos infructuosos se evidencia que la tarjeta que creía tenía carga, está descargada.

‐ ‐ ‐

Vas muy lejos pibe – lo interpela el chofer -, por ahí podés comprarle un pasaje a alguien. Digo para que no te quedes a pata. Sí. Voy casi hasta el final del recorrido. Fijate.

El pasajero pregunta si alguien tiene saldo para venderle un pasaje. Nadie responde. Finalmente el chofer, apiadándose, arriesga un – dale que te llevo.

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ESC #2 Una crónica de verano. Interior. Automóvil. Atardecer.

A los cinco minutos de comenzada la marcha Luis le pide a Carlos que por favor detenga la marcha. Antes de que el coche logre detenerse Luis abre desesperadamente la puerta y prácticamente arrojándose del automóvil, comienza a vomitar de manera estrepitosa. Era evidente que haber sido él mismo quien sacase el cuerpo sin vida del fondo de aquel remanso lo había dejado en estado de shock.

ESC #3 Interior. Automóvil. Madrugada. El conductor del taxi le cuenta que hace poco que es abuelo. Que es la primera vez. Que está orgulloso de su hija, de su nieta y también de la abuela. Que aún no lo puede creer. Le dice que es prácticamente un milagro. Cuenta que su hija tiene veintiséis años y que se llama Ernestina. Su nieta se llama Ludmila y tiene unos pocos meses. Dice que conoció a su hija hace poco más de cinco años. Que una tarde de verano en que hacía mucho calor sonó el teléfono y una voz de mujer joven le decía que él era su padre. Que él no lo podía creer. Que acordaron un encuentro y que cuando llegó al bar no hizo falta que su hija se presentara porque la reconoció inmediatamente. Dice que es como él pero con pelo y sin bigote. Que tiene el cabello lacio y hermosísimo. Negro como la madre.

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Crónica de verano Esc#1 Interior. Automóvil. Día. Carlos conduce frenéticamente su auto atravesando el fuego que emana de la cinta asfáltica. Este verano ha sido particularmente caluroso y todo alrededor es un desierto infinito que se deshace en una continua nube de polvo. El indicador de temperatura del motor está al límite de a banda roja, pero aún así Carlos decide seguir a toda velocidad. Luis, su compañero de pesca aquella tarde – y todas las tardes de pesca desde hace doce años – está descompuesto y, si bien porta un metro y noventa centímetros de altura, se encuentra en posición fetal en el asiento trasero del vehículo. En medio de convulsiones balbucea a Carlos que por favor aminore la marcha, que no da más y que está muy mareado. Carlos le responde que se tranquilice. Que están cerca, que intente relajarse, que deje de pensar en lo que pasó, que él hizo todo lo que pudo, que muchas veces las cosas son así y no hay que pueda hacerse para modificar su rumbo. Luis llorisquea y trata de hacer caso a su amigo y relajarse un poco, pero por mucho que lo intenta no resulta. Ese día todo era turbio y desacertado. Ya por la mañana temprano, cuando comenzaban los preparativos para la jornada, en la radio comunicaban el estado de alerta por posibles incendios a causa de la pronunciada sequía y las altas temperaturas. El bendito calor fue el que hizo que aquel chico se metiera en el arroyo. Luego nos enteramos que no sabía nadar. Los gritos de desesperación de su hermana y sus amigos lo pusieron en evidencia cuando ya era demasiado tarde.

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La última llamada

Esta vez Martín siente que no tiene fuerzas para responder las cuatro horas pasadas lo han dejado exhausto al borde del colapso con una intensa jaqueca la boca seca una ligera sensación de fiebre en todo el cuerpo y la respiración entrecortada le resulta imposible comprender la sola idea de que ha completado tan sólo la mitad de su jornada en este momento quisiera estar en casa junto a su josefina pequeña infinitud dos años recién cumplidos lo regocija en cada sonrisa que le regala a él su padre es por ella que hoy está aquí sometido al calvario que le significa haber pasado cuatro horas soportando a Sergio un pusilánime cincuentón que se hace pasar por jefe cada vez que Germán se ausenta y que según el propio martín no tiene la menor idea de cómo realizar siquiera el trabajo que le corresponde técnico del sistema informático del todo el departamento de atención al cliente de todos modos lo importante no es esto ni lo otro lo importante es que desde que martín y Luciana se separaron prácticamente no puede ver a josefina porque Luciana constantemente lo amenaza con denunciarlo en el juzgado y como perdería el caso ni se anima a contrariarla ni responder a cualquier intento de Luciana por hacerlo entrar en ese jueguito perverso en el cual quien lleva la ventaja constantemente hace gala de su soberbia hasta degradarlo de tal modo que pide permiso antes de interpelar a su jefe ad-hoc sea cual fuere la situación por este motivo el segundo domingo de cada mes martín pasa a buscar a su hija por casa de sus ex suegros y la lleva a pasear a la Plaza López que es la plaza preferida de josefina los copos de azúcar de color rosado son sus preferidos y martín se derrite como un manojo de helado de crema cada vez que la ve a su hija contenta sin importar si fue él u otra persona la que logre tal cometido con el único fin de que sólo suceda un lunes por la mañana martín sale de casa de su padre a donde regresó al separarse de Luciana a llevar a josefina a casa de sus suegros luego de haberse despedido de su hija saluda a sus suegro y sale por el largo pasillo que cubre prácticamente media cuadra hasta la puerta de calle al llegar a la vereda mira su teléfono y se da cuenta de que tiene tiempo de caminar hasta las oficinas centrales de la obra social que le han asignado en su nuevo trabajo de archivista en una organización de estudios de marketing donde trabaja desde hace tres meses para realizarse los estudios pertinentes para la art podemos decir que el sol está naranjamente amable siendo las diez y cuarenta y cinco minutos al ingresar al recinto martín siente que en aquel lugar todo es tan precario 48


deficiente y corrupto que no existía solución posible un claro indicio de esto era la falta de personal ya no sólo idóneo esto hubiese sido considerado un exceso sino físico éramos unas cincuenta personas quienes pacientemente esperábamos en la sala principal mientras tres negras gordas sudaban acompañadas de los sorbos que les daban al mate y el bullicio de las risas y la charla pertinente un desgarbado flacucho pálido y de voz ronca y rasposa corría sin cesar alternando roles detrás de diversos escritorios jugando a repartir números a los que formaban fila detrás del mostrador de la recepción al tiempo que a gritos dirigía a quienes ya había obtenido su número y esperaban ser atendidos por las oficinistas que reían al fondo del salón todo era lento tedioso y húmedo era lunes veintiséis de mayo de dos mil catorce y recién a las doce horas diecisiete minutos llega mi turno el tipo me pide que espere me dice que si en este momento interrumpe lo que está haciendo para acceder al sistema desde el cual tiene que comprobar mi situación de socio adherente perderá todo el trabajo realizado durante esa mañana y que todo habrá sido en vano obviamente accedo qué otra opción tengo inmediatamente me dispongo a organizar el resto de la jornada asistido por una pequeña libreta que hace las veces de agenda y de anotador y por mi viejo teléfono celular que pese a los embates sufridos sigue cumpliendo ampliamente la tarea de almacén de información en forma de mensaje de texto doce horas y treinta y dos minutos el mismo sujeto que está a setenta centímetros de mí detrás de su escritorio se acomoda los lentes y me comunica que ahora le faltan tan sólo cinco hojas y termina la tarea que luego de eso puede atender mi solicitud emito algún tipo de sonido aprobatorio alrededor del escritorio en donde nos encontramos hay otros siete escritorios cada uno con su computadora y su usuario todos avocados al trabajo claro que para amenizar la jornada nunca faltan los mates y la música proveniente de cada computadora por encima de la sumatoria de músicas los empleados y empleadas se llaman mutuamente a los gritos en un determinado momento suena un teléfono a unos tres escritorios de distancia una secretaria entabla diálogo con alguien que parece que está en el mismo edificio la secretaria responde: ya le digo e inmediatamente grita Gustavo te llama Raúl dice que subas ahora que es por lo de Gutiérrez que es urgente acto seguido el tipo que tengo frente a mí se llama Gustavo se acomoda nuevamente los lentes y corriendo la silla en la que encontraba sentado mientras se pone de pié me dice dame un segundo enseguida vuelvo doce horas cuarenta y ocho minutos hace de dos horas que estoy en el edificio y lo único que logré es pasar noventa minutos parado y más de media hora sentado en una silla de cuerina negra con las patas de caño cromadas muy bonitas pero bastante desvencijadas mirando 49


una pared blanca atestada de panfletos pegados unos sobre otros sobre una suerte de transparente en el cual se ve suelen pegarse los anuncios de comunicados internos y los comunicados a los afiliados terminé de organizar las tareas subsiguientes del resto de la jornada pero si esta espera se prolonga tendré que postergar para el día siguiente las actividades por qué esta tortura un lunes inmediatamente después de haber dejado a mi hija y comenzar mi privación de verla durante un mes bajo amenaza de que si no cumplo mi ex me denuncie por qué alguien que tiene que cumplir con su tarea no lo hace por qué ese fervor de convertir en idiota a toda persona que sólo necesita que quien debe cumplir una tarea lo haga por qué tanta ridiculez e insulto por qué es necesario que ese rol exista será este tal Gustavo es todos y cada uno nosotros porque entre martín y Gustavo en este instante no hay un océano que los separa siquiera la subordinación mucho menos la sumisión hay con suerte con la mayor de las suertes un incipiente comienzo de trampolín defectuoso que en el mejor de los casos permitirá a cada uno de ellos intentar su uso ensayando la flexión de la tabla a los efectos de propulsarse mediante ella procurando no caer al vacío que rodea la esfera universal que contenga la mínima unidad de lenguaje que ambos están buscando desesperadamente este lunes veintiséis de mayo de dos mil catorce venga a la feria de ropa usada en el bajo rivereño sonaba en la radio FM que la compañera de Gustavo estaba escuchando que emitía de vez en cuando la propaganda de la yerba mate que todos los empleados parecían estar consumiendo de hecho parecía que todos en el piso tenían la misma frecuencia sintonizada desde sus computadoras lo cual sin dudas sería una de las causas de la extrema lentitud del sistema claro que no del lento accionar de los empleados tampoco los culparía pensó martín e inmediatamente le pidió un mate a la empleada a ella le pareció causar gracia o a martín le pareció que ella le causó gracia y le dijo que claro pero que tenía que esperar la ronda cebó dos o tres mates más los cuales fue repartiendo sistemáticamente a todas sus colegas porque los tipos no parecían estar preocupados por el mate más bien estaban como absorbidos ellos no el mate y eran las computadoras las que los absorbían y los transformaban como en una suerte de autómatas primitivos post industriales post digitales pero tristes agobiados y por el tipo de gestos previos a sapiens al principio martín no entendió pero cuando Elena alargó su brazo para alcanzarle el mate caliente y dulce cayó en cuenta de que no importaba el ridículo ni la espera obscena ni la automatización no importaban veintinueve días de angustia y un único día el mejor de los posibles días del amor con su hija no importaba trabajar para sus nuevos jefes que no serían ni mejores ni peores que sus jefes anteriores no 50


importaba que estuviese viviendo en casa de su padre a sus treinta y cuatro años separado con una hija que no podía ver y sin trabajo estable que él se sintiese un estorbo para su padre para su hija para su ex esposa para sus amigos para sus compañeros de trabajo sus nuevos empleadores sería que tampoco le importaba la relación con su hermano rota desde que su madre murió hace aproximadamente once años quizás quién puede saberlo sino Martín y Hernán.

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El origen de la simulación

Ella constantemente le repetía que lo amaba demasiado, pero que no lo soportaría. La sola idea se le hacía intolerable. Él le pregunta por qué deseaba tanto ese viaje. Ella dice que es una cuestión de distancia. Que necesita alejarse para poder ver todo con más claridad. Él no logra comprender, pero sabe que ella necesita esa distancia. Todo ha sido verdad en los últimos (siete) meses, a pesar de que todo le resulte incomprensible. Ella le pregunta qué hará en el tiempo en que se encuentre viajando. Él aún no lo sabe, pero responde que se irá algunas semanas a casa de su hermana, en la montaña. Que allí se sentirá acompañado. Ella le pregunta si el frío no afectará su estado de salud. Él le responde que ama el frío y que si su salud empeorase, no sería a causa del clima, sino por la distancia. Esa bendita distancia. Que todo a su paso destruye. Ella lo mira un instante y luego mira a través de la ventana. La tormenta parece haber disminuido su intensidad, el cielo se ve un tanto más calmo, la temperatura ha descendido un poco y ella piensa en buscar un abrigo, pero sabe que un abrazo sólo empeorará todo. Decide entonces ir en busca del saco marrón que está en el respaldo de la silla, en la habitación. Ahora es él quien se queda mirando a través de la ventana, mientras ella va hasta la habitación.

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Stella pasa frente a la cámara y se detiene solo un segundo. Lo suficiente para que el fotógrafo dispare y la imagen quede impregnada en la cámara. El departamento está prácticamente vacío luego de una semana de preparativos para el viaje. El tiempo se escapa entre anécdotas y viajes en subte intentando ubicar las pertenencias acumuladas durante más de tres décadas y que quedarán depositadas en departamentos de amigos a la espera de un retorno. Ella sueña con que la enfermedad se detenga y le permita regresar a la gran ciudad para continuar su vida bohemia. Las caminatas por el parque central, las noches de tertulias, las reuniones hasta el alba con artistas de todo el planeta están, lentamente, convirtiéndose en parte del pasado. Cada anécdota contada desplaza la aguja del medidor del tiempo una marca hacia lo remoto. Ella parece haberse detenido en el pasado y estar muriendo en otra época que la tiene como protagonista en el futuro, hacia donde su imaginario se ha extrapolado.

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Aca

Junto a la orilla rivereña hay un túnel y junto a él varias torres, un viejo silo abandonado y una ciudadela en ruinas que emana olvido y tristeza. El túnel tiene rejas. Sus puertas están cerradas. Dentro de él se oyen algunos ladridos de perros. Un hombre bastante gordo desciende de un vehículo todoterreno, se aproxima a la gente del lugar y pide explicaciones. Nadie parece darlas. Nadie entiende qué es lo que tienen que responder. Nadie se hace responsable. Están confundidos. Del fondo del túnel comienza a surgir un ruido ensordecedor. A los pocos minutos pasa por entre las rejas una sustancia pestilente comienza a chorrear. Arrastra todo a su paso. Vierte sobre el río. El olor ahora es insoportable. Todos corremos alejándonos del lugar, a nuestra derecha nos topamos con un enorme cartel que dice: ‘Zona calma y ambientalmente amigable’.

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