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ANTOLOGÍA DE LA ANGUSTIA
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"Buscando lo que deseo voy perdiendo el deseo de lo que busco...�
Antonio Porchia, voces
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De un reloj se oía compasado el péndulo y de algunos cirios el chisporroteo. Tan medroso y triste, tan oscuro y yerto todo se encontraba que pensé un momento: “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”
Gustavo Adolfo Bécquer
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Una Noche
La última noche silbaba el viento tan fuerte Que creí que iba a derribar las casas de cartón. Mientras duraron las tinieblas las luces eléctricas Resplandecían como corazones. En el tercer sueño desperté junto a un lago Adonde iban a morir las aguas de los ríos. Alrededor de las mesas las mujeres leían Y el monje permanecía aislado, en la sombra. Lentamente cruce el puente y un el fondo del agua oscura Vi pasar lentamente grandes peces negros. De pronto me encontré en una gran ciudad cuadrada. Todas las ventanas estaban cerradas, silencio por todas partes, Meditación por todas partes Y el monje pasó de nuevo a mi lado. A través de los agujeros De su cilicio raído vi la belleza de su cuerpo pálido y blanco Como un monumento al amor. Al despertar encontré a la dicha durmiendo todavía a mi lado.
(Giorgio de Chirico).
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Arte poética
Que el verso sea como una llave Que abra mil puertas Una hoja cae, algo pasa volando Cuando miren los ojos, creado sea Y el alma del oyente queda temblando Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; El adjetivo cuando no da vida mata. Estamos en el cielo de los versos El músculo cuelga Como recuerdo en los museos! mas no por eso tenemos menos fuerza! el vigor verdadero reside en la cabeza. ¿por qué cantáis rosa, oh, poetas? Hacedla florecer en el poema! Solo para vosotros Viven todas las cosas bajo el sol. El poeta es un pequeño dios.
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La fuente de sangre
A veces me parece que mi sangre me fluye Igual como una fuente, en fuertes sacudidas Y la siento fluir en constante murmullo, Pero en vano me palpo para hallar mis heridas. Por la ciudad se extiende como u cuerpo cerrado, Incitando la sed de toda criatura, Transformando las calles en islotes sangrientos Y tiñendo de rojo toda la natura Y en vano he recurrido a los vinos capciosos Para dormir un día el terror que me mina Que el vino vuelve el ojo claro y la oreja fina. Quiero buscar olvido en blancos placeres, Pero mi amor solo fue un colchón de alfileres Por allí doy mi sangre a las crueles mujeres.
Charles Baudelaire
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Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Esta muerte que nos acompaña De la mañana a la noche, insomne, Sorda, como un viejo remordimiento O un vicio absurdo. Tus ojos Serán una palabra vana, Un grito callado, un silencio. Así los ves cada mañana Cuando te inclinas sola ante el espejo. ¡Oh querida esperanza, También nosotros aquel día Sabremos que eres la vida y la nada! La muerte tiene una mirada para todos. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Será como abandonar un vicio, Como ver que emerge de nuevo Un rostro muerto en el espejo, Como escuchar un labio cerrado. Descenderemos al remolino, mudos. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Alter Ego Desde la mañana al ocaso, yo veía el tatuaje en su pecho sedoso: una mujer rojiza incrustada, como en un prado, entre el pelo. Allí debajo brama a veces un tumulto que sobresalta a la mujer. Transcurría el día entre blasfemias y silencios. Si la mujer no fuese un tatuaje y estuviese viva y aferrada a su pecho peludo, ese hombre bramaría aún fuerte en su pequeña celda. Callaba, tendido en el lecho, con los ojos abiertos. Un profundo hálito de mar ascendía de su cuerpo de huesos grandes y recios: estaba tendido al igual que en cubierta. Pesaba sobre el lecho como quien ha despertado y podría saltar de él. Su cuerpo, salado por la espuma, chorreaba un sudor solar. La pequeña celda era insuficiente para el alcance de una mirada suya. Al verle las manos, se pensaba en la mujer. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Celos 1 Uno se sienta de frente y se vacían los primeros vasos lentamente, contemplando fijamente al rival con adversamirada. Después se espera el borboteo del vino. Se mira al vacío, Bromeando. Si tiemblan todavía los músculos, también le tiemblan al rival. Hay que esforzarse para no beber de un trago y embriagarse de golpe. Allende el bosque, se oye el bailable y se ven faroles bamboleantes -sólo han quedado mujeres en el entarimado. El bofetón asestado a la rubia congregó a todo el mundo para regodearse con el lance. Los rivales notaban en la boca un gusto de rabia y de sangre; ahora notan el gusto del vino. Para liarse a golpes, es preciso estar solos, como para hacer el amor, pero siempre está la noche. En el entarimado, los faroles de papel y las mujeres no están quietos con el aire fresco. La rubia, nerviosa, se sienta e intenta reír, pero se imagina un prado en que los dos contienden y se desangran. Les ha oído vocear más allá de la vegetación. Melancólica, sobre el entarimado, una pareja de mujeres pasea en círculo; alguna que otra rodea a la rubia y se informan acerca de si en verdad le duele la cara. Para liarse a golpes es preciso estar solos. Entre los compañeros siempre hay alguno que charla y es objeto de bromas. La porfía del vino ni siquiera es un desahogo: uno nota la rabia borboteando en el eructo y quemando el gaznate. El rival, más sosegado, ase el vaso y lo apura sin interrupción. Ha trasegado un litro y acomete el segundo. El calor de la sangre, al igual que una estufa, seca pronto los vasos. Los compañeros en derredor tienen rostros lívidos y oscilantes, las voces apenas se oyen. Se busca el vaso y no está. Por esta noche -incluso venciendo- la rubia regresa sola a casa.
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2 El viejo tiene la tierra durante el día y, de noche, tiene una mujer que es suya -que hasta ayer fue suya. Le gustaba desnudarla, como quien abre la tierra, y mirarla largo tiempo, boca arriba en la sombra, esperando. La mujer sonreía con sus ojos cerrados. Se ha sentado el viejo esta noche al borde de su campo desnudo, pero no escruta la mancha del seto lejano, no extiende su mano para arrancar la hierba. Contempla entre los surcos un pensamiento candente. La tierra revela si alguien ha colocado sus manos sobre ella y la ha violado: lo revela incluso en la oscuridad. Más no hay mujer viviente que conserve el vestigio del abrazo del hombre. El viejo ha advertido que la mujer sonríe únicamente con los ojos cerrados, esperando supina, y comprende de pronto que sobre su joven cuerpo pasa, en sueños, el abrazo de otro recuerdo. El viejo ya no contempla el campo en la sombra. Se ha arrodillado, estrechando la tierra como si fuese una mujer que supiera hablar. Pero la mujer, tendida en la sombra, no habla. Allí donde está tendida, con los ojos cerrados, la mujer no habla ni sonríe, esta noche, desde la boca torcida al hombro lívido. Revela en su cuerpo, finalmente, el abrazo de un hombre: el único que podría dejarle huella y que le ha borrado la sonrisa. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Creación Estoy vivo y he sorprendido las estrellas en el alba. Mi compañera continúa durmiendo y lo ignora. Mis compañeros duermen todos. La clara jornada se me revela más limpia que los rostros aletargados. A distancia, pasa un viejo, camino del trabajo o a gozar la mañana. No somos distintos, idéntica claridad respiramos los dos y fumamos tranquilos para engañar el hambre. También el cuerpo del viejo debería ser sano y vibrante -ante la mañana, debería estar desnudo. Esta mañana la vida se desliza por el agua y el sol: alrededor está el fulgor del agua siempre joven; los cuerpos de todos quedarán al descubierto. Estarán el sol radiante y la rudeza del mar abierto y la tosca fatiga que debilita bajo el sol, y la inmovilidad. Estará la compañera -un secreto de cuerpos. Cada cual hará sentir su voz. No hay voz que quiebre el silencio del agua bajo el alba. Y ni siquiera nada que se estremezca bajo el cielo. Sólo una tibieza que diluye las estrellas. Estremece sentir la mañana que vibre, virgen, como si nadie estuviese despierto. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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El paraíso sobre los tejados... Será un día tranquilo, de luz fría como el sol que nace o muere, y el cristal cerrará el aire sucio fuera del cielo. Se nos despierta una mañana, una vez para siempre, en la tibieza del último sueño: la sombra será como la tibieza. Llenará la estancia, por la gran ventana, un cielo más grande. Desde la escalera, subida una vez para siempre, no llegarán voces, ni rostros muertos. No será necesario dejar el lecho. Sólo el alba entrará en la estancia vacía. Bastará la ventana para vestir cada cosa con una tranquila claridad, casi una luz. Se posará una sombra descarnada sobre el rostro sumergido. Será los recuerdos como grumos de sombra aplastados como las viejas brasas en el camino. El recuerdo será la llama que todavía ayer mordía en los ojos apagados
Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Last blues, to be read some day Era un sólo galanteo, seguramente lo sabíasalguien fue herido hace mucho tiempo. Todo está igual, el tiempo ha pasadoun día llegaste, un día morirás. Alguien murió hace mucho tiempoalguien que intentó, pero no supo. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Mañana La ventana entornada recuadra un rostro sobre el campo del mar. Los lindos cabellos acompañan el tierno ritmo del mar. No hay recuerdos en este rostro. Sólo una sombra huidiza, como de nubes. La sombra es húmeda y dulce como la arena de una intacta caverna, bajo el crepúsculo. No hay recuerdos. Sólo un susurro que es la voz del mar convertida en recuerdo. En el crepúsculo, el agua mullida del alba, que se impregna de luz, alumbra el rostro. Cada día es un milagro intemporal, bajo el sol: lo impregnan una luz salobre y un sabor a vívido marisco. No existe recuerdo en este rostro. No hay palabra que lo contenga o vincule con cosas pasadas. Ayer, se desvaneció de la angosta ventana, tal como se desvanecerá dentro de poco, sin tristeza ni humanas palabras, sobre el campo del mar. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Pensamientos de Dina Es un placer lanzarse al agua que fluye límpida y fresca de sol: a esta hora no hay nadie. Al rozarlas, las cortezas de los chopos te hacen estremecer mucho más que el agua crepitante de un chapuzón. Bajo el agua todavía está oscuro y hace un frío que pela, pero basta emerger al sol y se vuelven a mirar las cosas con ojos lavados. Es un placer tenderse desnuda sobre la hierba ya caliente y buscar con los ojos entornados las grandes colinas que sobrepasan los chopos y me ven desnuda y nadie de allí se percata. Aquel viejo en ropa interior y sombrero, que iba de pesca, me ha visto zambullirme, pero ha creído que era un muchacho y no ha dicho ni pío. Esta noche regreso como mujer, vestida de rojo -aquellos hombres que me sonríen por la calle no saben que ahora estoy tendida aquí, desnuda-, regreso vestida a recoger sonrisas. Aquellos hombres no saben que esta noche tendré caderas vigorosas bajo el vestido rojo y seré otra mujer. Nadie me ve aquí abajo: y más allá de las plantas hay dragadores más fuertes que aquellos que sonríen: nadie me ve. Son necios los hombres -esta noche, bailando con todos, será como si estuviese desnuda, como ahora, y nadie sabrá que podría encontrarme aquí sola. Seré como ellos. Tan sólo que, los muy necios, querrán abrazarme estrechamente, susurrarme pícaras proposiciones. ¿Pero qué me importan sus caricias? Sé hacerme caricias yo sola. Esta noche deberíamos poder estar desnudos y vernos sin pícaras sonrisas. Yo sonrío sola al tenderme aquí entre la hierba y nadie lo sabe. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Regreso de Deola Volveremos a la calle a mirar transeúntes y también nosotros seremos transeúntes. Idearemos cómo levantarnos temprano, deponiendo el disgusto de la noche y salir con el paso de otros tiempos. Le daremos en la cabeza al trabajo de otros tiempos. Volveremos a fumar atolondradamente contra el vidrio, allá abajo. Pero los ojos serán los mismos, también el rostro y los gestos. Ese vano secreto que se demora en el cuerpo y nos extravía la mirada morirá lentamente en el ritmo de la sangre donde todo se pierde. Saldremos una mañana, ya no tendremos casa, saldremos a la calle; nos abandonará el disgusto nocturno; temblaremos de soledad. Pero querremos estar solos. Veremos los transeúntes con la sonrisa muerta del derrotado, pero que no grita ni odia pues sabe que desde tiempos remotos la suerte -todo lo que ha sido y será- lo contiene la sangre, el murmullo de la sangre. Bajaremos la frente, solos, a media calle, a escuchar un eco encerrado en la sangre. Y ese eco nunca vibrará. Levantaremos los ojos, miraremos la calle. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Sueño ¿Aún ríe tu cuerpo con la intensa caricia de la mano o del aire y en ocasiones reencuentra en el aire otros cuerpos? Muchos de ellos retornan con un temblor de la sangre, con una nada. También el cuerpo que se tendió a tu flanco te busca en esta nada. Era un juego liviano pensar que un día la caricia del alba emergería de nuevo cual inesperado recuerdo en la nada. Tu cuerpo despertaría una mañana, enamorado de su propia tibieza, bajo el alba desierta. Un intenso recuerdo te atravesaría y una intensa sonrisa. ¿No regresa aquel alba? Aquella fresca caricia se habría apretado a tu cuerpo en el aire, en la íntima sangre, y habrías sabido que el tibio instante respondía en el alba a un temblor distinto, un temblor de la nada. Lo habrías sabido igual que, un día lejano, supiste que un cuerpo se tendía a tu lado. Dormías con ligereza bajo un aire risueño de efímeros cuerpos, enamorada de una nada. Y la intensa sonrisa te atravesó abriéndote los ojos asombrados. ¿Nunca más regresó, de la nada, aquel alba? Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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The night you slept También la noche se te asemeja, la noche remota que llora, muda, en el corazón profundo, y las estrellas pasan cansadas. Una mejilla toca una mejillaes un estremecimiento frío, alguien se debate y te implora, solo, perdido en ti, en tu fiebre. La noche sufre y anhela el alba, pobre corazón sobresaltado. ¡Oh rostro tapado, oscura angustia, fiebre que entristece las estrellas, hay quien, como tú, espera el alba escudriñando tu rostro en silencio! Estás tendida bajo la noche como un cerrado horizonte muerto. Pobre corazón sobresaltado, en un tiempo lejano eras el alba. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Tienes rostro de piedra esculpida Tienes rostro de piedra esculpida, sangre de tierra dura, viniste del mar. Todo lo acoges y escudriñas y rechazas como el mar. En el corazón tienes silencio, tienes palabras engullidas. Eres oscura. para ti el alba es silencio. Y eres como las voces de la tierra -el choque del cubo en el pozo, la canción del fuego, la caída de una manzana; las palabras resignadas y tenebrosas sobre los umbrales, el grito del niño- las cosas que nunca pasan. Tú no cambias. Eres oscura. Eres la bodega cerrada con la tierra removida, donde el niño entró una vez, descalzo, y que siempre recuerda. Eres la habitación oscura en la que se vuelve a pensar siempre, como en el patio antiguo donde nacía el alba. Cesare Pavese 1908, La tierra y la muerte (Traducción de José Solsora)
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Trabajar cansa Los dos, tendidos sobre la hierba, vestidos, se miran a la cara entre los tallos delgados: la mujer le muerde los cabellos y después muerde la hierba. Entre la hierba, sonríe turbada. Coge el hombre su mano delgada y la muerde y se apoya en su cuerpo. Ella le echa, haciéndole dar tumbos. La mitad de aquel prado queda, así, enmarañada. La muchacha, sentada, se acicala el peinado y no mira al compañero, tendido, con los ojos abiertos. Los dos, ante una mesita, se miran a la cara por la tarde y los transeúntes no cesan de pasar. De vez en cuando, les distrae un olor más alegre. De vez en cuando, él piensa en el inútil día de descanso, dilapidado en acosar a esa mujer que es feliz al estar a su vera y mirarle a los ojos. Si con su piel le toca la pierna, bien sabe que mutuamente se envían miradas de sorpresa y una sonrisa, y que la mujer es feliz. Otras mujeres que pasan no le miran el rostro, pero esta noche por lo menos se desnudarán con un hombre. O es que acaso las mujeres sólo aman a quien malgasta su tiempo por nada. Se han perseguido todo el día y la mujer tiene aún las mejillas enrojecidas por el sol. En su corazón le guarda gratitud. Ella recuerda un besazo rabioso intercambiado en un bosque, interrumpido por un rumor de pasos, y que todavía le quema. Estrecha consigo el verde ramillete -recogido de la roca de una cueva- de hermoso adianto y envuelve al compañero con una mirada embelesada. Él mira fijamente la maraña de tallos negruzcos entre el verde tembloroso y vuelve a asaltarle el deseo de otra maraña -presentida en el regazo del vestido claro- y la mujer no lo advierte. Ni siquiera la violencia le sirve, porque la muchacha, que le ama, contiene cada asalto con un beso y le coge las manos. Pero esta noche, una vez la haya dejado, sabe dónde irá: volverá a casa, atolondrado y derrengado, pero saboreará por lo menos en el cuerpo saciado la dulzura del sueño sobre el lecho desierto. Solamente -y esta será su venganza- se imaginará que aquel cuerpo de mujer que hará suyo será, lujurioso y sin pudor alguno, el de ella. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Tú Tú, sonrisa moteada sobre nieves heladasviento de marzo, ballet de ramas combadas sobre la nieve, gimiendo y encendiendo tus pequeños "¡oh!"gamo de blancos miembros, gentil, podría saber todavía la gracia deslizante de todos tus días, la blonda espumosa de todos tus caminosse ha helado el mañana abajo en la llanuratú, sonrisa moteada, tú, risa encendida. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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Verano Ha reaparecido la mujer de ojos entreabiertos y de cuerpo concentrado, andando por la calle. Ha mirado de frente, tendiendo la mano en la calle inmóvil. Todo ha vuelto a resurgir. En la luz inmóvil del día lejano se ha quebrado el recuerdo. La mujer ha alzado la frente sencilla y su mirada de entonces ha reaparecido. Se ha tendido la mano hacia la mano y el apretón angustioso era el mismo de entonces. Todo ha recobrado colores y vida con la mirada concentrada, con la boca entreabierta. Ha regresado la angustia de días lejanos cuando un inesperado e inmóvil estío de colores y tibiezas emergía ante las miradas de aquellos ojos sumisos. Ha regresado la angustia que ninguna dulzura de labios abiertos puede mitigar. Se cobija, fríamente, en aquellos ojos, un inmóvil cielo. Era tranquilo el recuerdo bajo la luz sumisa del tiempo, era un dócil moribundo para quien ya la ventana se aniebla y desaparece. Se ha quebrado el recuerdo. El apretón angustioso de la leve mano ha vuelto a encender los colores, el verano y las tibiezas bajo el vívido cielo. Pero la boca entreabierta y las miradas sumisas no dan vida más que a un duro, inhumano silencio. Cesare Pavese (Traducción de José Solsora)
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HOSPEDAJE DE PASO
Nunca he conocido a los inquilinos de mi vida. No he sabido cuando salen, cuando entran, En que estación desconocida descansan sus miserias. Las mujeres han salido de este cuerpo a los portazos Quejándose de mi tristeza, En algunas temporadas se han quejado de la humedad De mucho frío, de algún extraño moho en la alacena. Se marchan siempre los inquilinos de mi vida Y el patio queda nuevamente solo En este hotel de paso donde siempre es de noche. Federico Díaz-Granados
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EL REGRESO
Regresar de los viajes Con la urgencia de quien ha conocido La única moneda de la muerte, Contemplar los libros regados por el piso, rastrear y limpiar los discos y afiches de antiguos festivales sacudir los muebles y saludar de mala gana a los vecinos que no nos han extrañado, abrir la revista que quedó inconclusa en la mesa de noche y saber que otro amor las releyó. Regresar de los viajes Y acomodar los souvenirs y las postales en un lugar Que no ha sido preparado para ellos. Reacomodarse y organizar la pobreza en las gavetas, Y trastearse como el amor, siempre de afán. Se ha cambiado tantas veces de casa, de gustos y de vida Que ya se aprende a respetar a los viejos inquilinos. Ante el cansancio hacerse un lugar entre la gente, Saber que se estorba, que solo ebrios no quieren los amigos. La vida cierra las persianas Y uno no se encuentra con su cuerpo, Acostarse a contar las nuevas cicatrices, Desayunar con la nostalgia de los rostros dejados Y en soledad somos algo incompleto a la deriva, Una larga temporada baja a la que siempre se retorna. Federico Díaz-Granados
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A Alguien Debes Amar A alguien debes amar; Al montón de ruinas que te rodean A las sirenas que anuncian la guerra a las parentelas que te narran historias del rencor y luego te cobran la expulsión del paraíso. ama a todas las mujeres, a todas, a la desconocida,a la del rostro perfecto a la contrahecha y jorobada a las que se alejan con sus maletas intactas A las siempre ajenas. Seguro el amor un día tendrá su exacta receta Y sabremos por que la bruma se quedó al intemperie De los besos perdidos y los abrazos nunca dados Y porque la risa parece a veces un saco prestado Que nos queda grande y nunca nos encaja Que huele a pieles extranjeras en sus bolsillos. Se debe amar con sus múltiples heridas Y su inventario de hemorragias y lentas convalecencias No se debe temer a sus papeles quemados Ni a sus amuletos y talismanes de cada cita Ni a los sollozos que dejaron vacía la alcoba el último día. A alguien debes amar cada instante de la vida Y regresa amarrado a un pedazo de estrella. No demores la llegada del alba a estas tierras. Es un duro oficio y raro asunto este del amor Pero toma hoy muchos apuntes para el gozo Que la mañana que hoy ves frente a tus ojos Hace siglos está detenida en la misma cuenca Esperando Con el mismo afán de las palabras A la hora de legar el cuerpo. Federico Díaz-Granados 28
Jazz Del Solitario “La moneda cayó por el lado de la soledad” Andrés Calamaro El día de la creación Tendré semillas tuyas entre mis manos Y te dispersare en el fértil territorio de cielos abolidos O en la voz que persigue otras luces, otros fulgores. Busca entonces la dirección de la guerra No importa que tu ausencia sea del tamaño de la muerte Te buscare al otro lado de la noche Cuando regresemos de esta estación de adioses que es la vida.
Federico Díaz-Granados
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Bajo Otro Cielo
Entre el desierto y el exilio Prefiero la soledad del poema que subleva otras intemperies, regiones lluviosas que remueven los escombros del recuerdo. No dejes recados en los buzones del alba, No apagues tu dolor entre mi sangre. Acompaña la soledad del poema Y regresa como un ángel, ebria de paraíso.
Federico Díaz-Granados
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Noticia Desde Los Huesos
Cada vez me simpatizan más mis huesos. En nada se parecen a mí. Son fuertes, ágiles, Poseen una alegría y una flexibilidad que les envidio. No saben de mis terrores, de mi extravío Tampoco de mis carencias y mis congojas. Nada tienen que ver conmigo Llevan por el mundo este saco de congojas Soportan con paciencia el peso de la vida. No he querido averiguar su origen, Si se trata de una madera tallada o de algún antiguo Urapán, O si son un mármol importado, piedra caliza, O un extraño mineral encontrado en las aguas del silencio. Gobiernan mis torpezas Y no se desnudan ante el desconsuelo. No practican ningún idioma, no preguntan por el estado del tiempo, son tan secretos y solitarios dentro de la piel. Y ante todo No se pudren como la carne, No se equivocan y no son tan débiles como el corazón, No traicionan y no hacen trampas como los sueños. y no tienen la maldad y el sigilo del alma.
Federico Díaz-Granados
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La poesía Es un solitario fruto caído en la orilla desconocida del silencio como una estrella fugaz brillando en su esplendor al mediodía extraviada en su orbita, de su noche, de su casa estelar aventada por la luz entre la muerte.
Federico Díaz-Granados
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Inutilidad Del Oficio
Cuánto se han sacrificado para escribir estas líneas Cuántos pesares y melancolías Para asumir con dignidad la ruina del abandono y sobrevivir a la tragedia. Y siempre habrá poesía Pero volveremos a las mismas y repetidas palabras Todos los temas están dichos Y habrá que repetir en cada verso Ritmos ya encontrados, amores y muertes ya cantados. Cuánto sacrificio para escribir unas palabras de basura Cuántos sismos interiores. Para que no las lean, se burlen o no aplaudan en un recinto.
Federico Díaz-Granados
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La Otra Casa “pondrás en mi tumba un salvavidas Porque uno nunca sabe” Robert Desnos
¿Cómo será esa entrada al barrio de la muerte? ¿En la oficina migratoria Reconocerán mi linaje del fracaso, La aduana exigirá los sellos de salida de todas mis mujeres? ¿Cómo será el rock que se escuchará en sus bares? ¿Sabrán allí del amor, de la religión, de buenas recetas de cocina? ¿Pareceré un extranjero tomando fotos a sus parques, catedrales, y sus inmensas estatuas? No se como será la muerte Pero como en la vida Seguiré llegando tarde a todas mis citas, mis exilios, mis adioses, Y puntual a mis nostalgias Y arrojaré nuevamente mi corazón a los mendigos Con la certeza de que ninguno se hará cargo del él.
Federico Díaz-Granados
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Todas las cartas de amor son ridículas
No serían cartas de amor si no fueran ridículas Yo también escribí, en mis tiempos cartas de amor, Como las otras, ridículas. Las cartas de amor, si hay amor, Tienen que ser Ridículas. Pero en últimas Solo las personas que nunca escribieron Cartas de amor Son las que son ridículas. La verdad es que hoy Mis recuerdos De estas cartas de amor Son los ridículos (Todas las palabras esdrújulas, como los sentimientos esdrújulos, son naturalmente ridículos) Fernando Pessoa
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Hay un instante Hay un instante del crepúsculo En que las cosas brillan más, Fugaz momento palpitante De una amorosa intensidad. Se aterciopelan los ramajes, Pulen las torres su perfil, Burila un ave su silueta Sobre el plafondo de zafir. Muda la tarde, se concentra Para el olvido de la luz, Y la penetra un don suave de melancólica quietud. Como si el orbe todo el bien y su beldad, Toda su fe, toda su gracia Contra la sobra que vendrá… Mi ser florece en esa hora De misterioso florecer; Llevo un crepúsculo del alma, de ensoñadora placidez; en él revientan los renuevos de la ilusión primaveral, y en el m´embriago con aromas de algún jardín que hay ¡más allá!
Guillermo Valencia (1873-1943) [De sonetos filosóficos]
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MONTAÑAS 1 Nada en ellas es blando. No son éstas, por cierto, las formas de una tierra llana y amable. Aquí hay breñas y riscos, no redondas colinas. Su apariencia hace saber la roca de la entraña: osaturas, declives mondos. Ya los mismos nombres con que hablamos de ellas dicen lo que son: una sierra, el boquerón, el cerro, la cuchilla. Líneas secas, tajantes. Y esa luz, esa reverberación de la luz, esos desfiladeros deslumbrantes. 2 Dame, dios, mi dios, mi diosecito pequeño, rústico: tú, a quien creo acariciar cuando le paso por el lomo la mano a mi perro, dame esta dura apariencia de montañas ante los ojos siempre. José Manuel Arango 37
Para Gloria
1 Otra vez, esta noche, sentados a la mesa, a la larga y angosta mesa de pino de la cocina. En torno, dos lugares vacíos. Afuera, el viento amontonó las hojas secas contra el umbral. Y otra vez, hasta el corredor que da al campo, llegó en la oscuridad el aroma de las flores del limonero.
2 Mientras la sopa servida humea y la conversación, un momento agotada, no se reinicia, mientras vuelvo a sentir en el tobillo el hocico helado del perro, me demoro en las lentas maneras del hermano reconocido con sorpresa en un gesto.
3 Volver a la casa, como el que vuelve, ya viejo, a una mujer.
4 También el rostro del hermano es como el de quien vuelve de algún camino, las hirsutas pestañas
4 blancas de polvo. Ahora, en su tranquila madurez, un ademán de pronto, un matiz de la voz, un treno de la risa traicionan en él al padre. 38
5 Después es el temor de tenderse en el lecho en el que aquella noche vimos agonizar a nuestro padre, el oscuro temor de calzar en la horma de su muerte. Sonámbulos Te hablo y mis palabras se rompen en el borde de tu sueño, se entretejen con él, se mudan. Me das la mano y no recibo tu mano en mi sueño, porque allí no penetra tu mano que se hace otra para ser mía. Alguien dice algo según su sueño y alguien otro lo oye desde el suyo. Alguien entrega algo a algún otro y este otro recibe otro algo. Si me contaras tu secreto no lo comprendería. Paso mi palma delante de tus ojos y no me reconoces. Una Señal
José Manuel Arango
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Para Juan José Hoyos
Una señal una flecha tosca un pedazo de tabla clavada en un palo Se encuentra al borde de la carretera veredal que se anuda al riñón de la montaña Antes indicaba el camino Ahora —torcida— apunta al desfiladero Yo que voy a pie que no tengo prisa Debo acaso detenerme y enderezarla Es asunto mío será útil a alguno Tal vez José Manuel Arango
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Agua
Después pusieron al ahogado en la arena, de espalda sobre la arena blanca, de cara al cielo. Apretaba el puño cerrado, como si trajera del agua algo: una concha, un hueso de pez— La boca comenzaba a desleírse en una mueca y tenía lodo en los dientes, en el cabello endurecido. Lodo en las uñas: había manoteado en el lodo.
José Manuel Arango
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JUNTOS DESPERTAMOS
El tiempo hace y des hace mientras tanto No importa tu sueño ni mi sueño Somos torpes o demasiado cautos Pensamos que cae esa gaviota Creemos que es eterno este conjuro Que la batalla es nuestra o del mundo Juntos vivimos, sucumbimos juntos Pero esa destrucción es una broma, Un detalle una ráfaga un vestigio Un abrirse y cerrarse el paraíso Ya nuestra intimidad es tan inmensa Que la muerte la esconde en su vacío Quiero que me relates el duelo que te callas Por mi parte te ofrezco mi última confianza Estas sola, Estoy solo Pero a veces puede la soledad ser una llama.
Mario Benedetti
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LA ALEGRIA
De vez en cuando la alegría tira piedrecitas Contra mi ventana Quiere avisarme que esta hay esperando Pero hoy me siento calmo Casi diría ecuánime Voy a guardar la angustia en su escondite Y luego tenderme cara al techo Que es una posición gallarda y cómoda Para filtrar noticias y creerlas Este bien No jugaré al desahucio No marcare el recuerdo con olvidos Mucho queda por decir y callar Y también quedan uvas para llenar la boca Esta bien Me doy por persuadido Abriré la ventana Abriré la ventana Mario Benedetti
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se me ocurre que vas a llegar distinta no exactamente más linda, ni más fuerte ni más dócil, ni más cauta tan solo que vas a llegar distinta como si esta temporada de no verme te sorprendiera a vos también quizá porque sabes cómo te pienso y te enumero después de todo, la nostalgia existe aunque no lloremos sobre los andenes fantasmales ni sobre las almohadas de candor, ni bajo el cielo opaco yo nostalgio, tu nostalgias, y cómo me revienta que él nostalgie tu rostro es la vanguardia tal vez llega primero porque lo pinto en las paredes con trazos invisibles y seguros no olvides que tu rostro me mira como pueblo sonríe y rabia como pueblo y eso te da una lumbre inapagable ahora no tengo duda Vas a llegar distinta y con señales con nuevas, con honduras, con franqueza sé que voy a quererte sin preguntas sé que vas a quererme sin respuestas... Mario Benedetti
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VERSOS PARA TI
“y sin embargo sé que te quejas”
… te quiero mucho, anoche parado en una esquina, Te ví llegar y como si fuese un colegial, Temblé cual si me dieran sabrosa golosina… Yo estaba junto a un viejo farol municipal. Recuerdo los detalles, cualquier simple detalle De aquel minuto: como grotesco chimpancé La sombra de un mendigo bailaba por la calle Gimió una puerta, un chico dio a un gato un puntapié Y tu pasaste…y viendo que tu ni a mi volviste La luz de tu mirada jariba como un sol, Me puse más que triste, tan hondamente triste, que allí me dieron ganas de ahorcarme del farol.
Luis Carlos López
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A UN PERRO
“todo es igual y lo mismo”
Fenelon ¡ah perro miserable, Que aun vives del cajón de la bazofia, -como cualquier político - temiendo Las sorpresas del palo de la escoba! Y provocando siempre Que hurtas en el cajón pleno de sombras -como cualquier político – la triste La protesta estomacal de ávidas moscas! Para después ladrarle por las noches bien harto la carroña, -como cualquier político- ala luna, Creyendo que es algún queso de bula… ¡Ah, perro miserable. Que ocultas con temor la cola -como cualquier politico- del día ¡¡ y no te da un ataque de hidrofobia!! Luis Carlos López
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DESPILFARROS I Nada pierdo y gano poco con ser cuerdo mejor es volverse loco
XX Cantan las esquilas en el campanario (Las mujeres van para misa, sermón y rosario) Por eso las cosas están como están… XIX Se casaron ayer Y se marchan hoy Sin saber Lo que dice Tolstoi
Luis Carlos López
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THAT IS THE QUESTION
A Carlos e Restrepo, para que rece por mi
Lo mismo yo digo yo sin ironía, Pues no quise, en mi estólida locura, ser en mi juventud lo que hoy seria; cura de pueblo, un bonachon de cura. Vivir en un curato con la pia Tranquilidad del alma y sin la oscura Perspectiva del pan de cada día… ¡y todo por llevar una tostura! Gordo y feliz – no flaco y maldiciente, Masón y radical-,con elocuente Y cojuda voz ¡ que de sermones No hubieran sido los sermones mios Contra esos mas que varbaros impios Llamados barbaros y masones¡ ¡con que fogosidad, con que divina Fogosidad hubiese proclamado La ley seca!...pues ir a una cantina No es un pecado,!sino un gran pecado! Tanbien, viendo una casa clandestina, Muy duramente hubiera condenado La erótica pasión luciferina De… los santos que buscan una tejado. ¡ y que felicidad me brindaría La época electoral donde yo haría Las elecciones sin gatuperio, No sin llevar acabo entre la recta Sociedad de migrey una colecta Por los niños del celeste imperio! Porque yo hubiera sido hasta mi fosa Con noble sencilla, un cura bueno 48
Y humilde, más humilde que una cosa Que ni siquiera cuesta un vil centeno Pero perdí la senda... y perdí la rosa, Mi humilde ama de llaves, de agareno Perfil y ojos de hurí, “dulce y sabrosa Mas que la fruta del cercado ajeno”. Por eso estoy muy triste ante la vida De no ser un párroco de aldea Para nunca exclamar entre infinitas Congojas que me sienta lacerado Te fuiste para siempre de mi lado, ¡Cepillo de las ánimas benditas! …
No hagas más lindos versos, ¡deja esa chifladura! Fabrica calcetines, engorda tu caudal, Pues hoy y te lo dice, tristísimo este cura, Se pierde mucha plata zurciendo un madrigal.
(Luis Carlos López a Luis C Visbal , la prensa de Barranquilla,1929)
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Canción sin nombre
Decid cuando yo muera…¡y el día este lejano! -soberbio y desolado, lubrico y turbulento, De mortales de ritos en tiniebla insaciado, era una llama al viento. Vago, sensual y libre, por las islas de America, En los pinos de honduras vigorizo el aliento En Méjico hubo impulsos de amor y rebeldía Y libertad y fuerza… Era una llama al viento… De cimas no sondadas subía a las estrellas Un gran dolor humano vibraba por su acento Fue sabio en el delirio, y humilde, humilde… Porque no es nada una llamita al viento. Y supo cosas lúgubres, tan hondas y letales Que nunca humana lira jamás esclareció Y nadie aun ha medido su afán y solamente. Era una llama al viento y el viento la apagó. Porfirio Barba Jacob
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Si la muerte pisa mi huerto
Si la muerte pisa mi huerto Quien firmara que he muerto de muerte natural Quien lo voceara en mi pueblo Quien pondrá un lazo negro en el entre abierto portal Quien será ese buen amigo que morirá conmigo Aunque sea un tanto así Quien mentira un padre nuestro y a rey muerto rey puesto Pensara para si Quien cuidara de mi perro Quien pagara mi entierro y una cruz de metal Cual de todos mis amores Ha de comprar las flores para mi funeral Quien vaciara mis bolsillos Quien liquidara mis deudas A saber Quien pondrá fin a mi diario Al caer la ultima hoja en mi calendario Quien me hablara entre sollozos Quien besara mis ojos para darles la luz Quien rezara mi memoria dios lo tenga en su gloria Y brindara a mi salud Quien hará pan de mi trigo Quien se pondrá mi abrigo El próximo diciembre Y quien será el nuevo dueño De mi casa y mis sueños Y mi sillón de mimbre Quien abrirá los cajones Quien leerá mis canciones Con morboso placer Quien se acostara en mi cama Se pondrá mi pijama Y mantendrá mi mujer Y me traerá un crisantemo el primero de noviembre A saber Quien pondra fin a mi diario Al caer la ultima hoja en mi calendario 51
Suplica A Mi Madre
Es difícil hablar con palabras de hijo Cuando en el corazón bien poco lo parezco Tu eres la única en el mundo que sabe de mi corazón Lo que siempre ha sido, antes de cualquier amor, Por eso lo que debo decirte es horrible Es dentro de tu gracia que nacen mis angustias, Eres insustituible, y eso ha condenado A soledad la vida que me has dado. Y no quiero estar solo, tengo hambre infinita de amor. De amor de cuerpos sin alma Porque el alma esta en ti Pero tu eres mi madre y tu amor es mi esclavitud Toda mi infancia he sido esclavo de este alto Compromiso; inmenso; irremediable No habría otra forma de sentir la vida Ni otro perspectiva; pero ya se acabó. Sobrevivimos con el desasosiego de la vida Que se rehace por fuera de la razón. Te suplico, ah, te suplico no quieras morir. Estoy aquí: solo contigo, en un futuro abril…
Pier Paolo Pasolini
(1964) De poesía informa de Rosa
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Corazón negro
Enigma o sangre de otras vidas pasadas Suprema interrogación que ante los ojos me habla, Signo que no comprendo a la luz de la luna Sangre negra corazón dolorido que desde lejos los envías A latidos inciertos, bocanadas calientes, Vaho pesado de estío, río en que no me hundo, Que sin luz pasa como silencio, sin perfume ni amor Triste historia de un cuerpo que existe como existe un planeta Como existe la luna la abandonada luna Hueso que todavía tiene un clamor de carne Aquí, aquí en la tierra echado entre unas juncos Entre lo verde presente, entre lo siempre fresco, Veo esa pena o sombra, esa linfa o espectro Esa sola sospecha de sangre que no pausa ¡Corazón negro, origen del dolor o luna, Corazón que algún día latiste entre mis manos Beso que navegaste por unas venas rojas, Cuerpo que te ceñiste a una tapia vibrante!
Vicente Alexandre
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Canto a mí mismo 15 La ciudad duerme y duerme el campo Los vivos duermen su tiempo, los muertos duermen su tiempo El marido viejo duerme al lado de su mujer y el marido joven al lado de la suya y ellos tienden hacia mi y yo hacia ellos y como parte de estos seres, así mas o menos soy yo y de todos ellos voy tejiendo la canción de mí mismo
17 Estos son realmente los pensamientos de todos los hombres en toda época y en todo país, No son mis ideas originales, Deben ser ideas tan tuyas como mías, De otra manera no serían nada O serían casi nada Si no son el acertijo y la respuesta del acertijo, No son nada. Si no son tan cercanas como distantes, No son nada. Esta es la hierba que crece donde hay tierra Y donde hay agua Este es el aire común que baña el planeta Walt Whitman
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Ya somos el olvido
Ya somos el olvido que seremos El polvo elemental que nos ignora Y que fue el rojo Adán y que es ahora, Todos los hombres, que nos veremos Ya somos en la tumba de dos fechas Del principio y el término. La caja, La obscena corrupción y la mortaja Los triunfos de la muerte, y las endechas No soy un insensato que se aferra Al mágico sonido de su nombre, Pienso con esperanza en aquel hombre Que no sabrá que fui sobre la tierra bajo el indiferente azul del cielo esta meditación es un consuelo
Harold Alvarado Tenorio/ Jorge Luis Borges Revista Numero 2
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Antioración
(un reclamo por los poetas) Ni aunque me dotaras con la lengua Y el tacto del rey Salomón, NI aunque me dictaras un bello Cantar Que abreve en labios de alguna moabita, NI recibiendo en dádiva a la hija del faraón, Ni por un cabello negro Que capotee en la lluvia Y piafe bajo un cielo de olivos, Ni por la dignidad del viento O de un gran señor en las viñas de Baal, Ni a cambio de un próspero comercio De toneles de vino y bosques de olor, Lograré entender, Señor, Que en la lengua de John Donne, EN la misma de tu hijo William Blake, Se sigan ordenando las matanzas. Juan Manuel Roca
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HUMO el humo es el recuerdo que vive en la impaciencia de la hoguera; lo que hace móvil y templa el espejismo; lo que del hielo se conserva trunco; lo que incendia los ojos sin ser flama. y cuando el humo es árbol de la noche o centella, el laberinto que soñamos se aquilata de caricias fantasmas y el cuerpo que nos toca no tiene nombre y estamos solos otra vez, con los brazos disueltos. sin remedio, deseamos el fuego del que nos despedimos.
Francisco Hernández (México)
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LAMENTO DEL VIEJO MARIONETERO Antes de verme reducido en una esquina de Plaza Carbón frente al retablo de los espectáculos donde a cinco centavos por cabeza cuento la historia de os paladines alas ciervas de paso, a los cabos de permiso o fumo picadura con los cocheros desafiándolos a ver quién escupe más lejos Antes de verme reducido de este modo, nadie me podrá detener yo era un pícaro con los pies de viento cabalgando alazanes que corrían por pascuas y por ferias de verano, en Trepani, en Girguenti, en Castrogiovanni... caminaba en el aire entre dos palacios, tragaba fuego, tragaba espadas, "este gana, éste pierde", decía a los vilanos, embaucador de tres cartas... Me quedo una tienda de sombras, aquí en una esquina de Plaza Carbón, y más larga todavía, una sombra dentro del ojo con la forma de una oscura guadaña. las horas y las estaciones han dejado de hablarme las amapolas del sol, los narcisos de la luna son apenas una mancha pudriéndose en la pared... No deberíamos envejecer. Me restriego las manos, una con la otra. son dos pedazos de hielo y eran como dos animales calientes, levantaban el yunque como la paja acariciaban y golpeaban. yo no sé quién me privó de esas manos. Ahora gesticulan enredando los hilos, las marionetas se caen por todas partes. Un tramoyista más sagaz me mueve con sus manos, 58
soy yo su marioneta de hilos, un malabarista más antiguo me hace el juego de las tres cartas: "éste gana, éste pierde, me dice y da vuelta a los ases, confunde los dedos. Conozco el truco pero no sé cómo elijo siempre la carta equivocada. No deberíamos envejecer. Yo tenia los dientes de un mastín, treinta dos piedras. veía una aguja en un pajar y oía crecer la hierba con una rama horcada adivinaba las aguas. llevaba en las caderas una cinta colorada. una vez una mujer me dijo que era hermoso... Ahora la voz , que fuera trompeta, flauta y tambor. tiene un único sonido para todas las marionetas, sean ancianos o mamelucos, vasallos o reyes coronados. el gemido del amante o el gemido del moribundo un único estertor los interpreta... No deberíamos envejecer. se me confunden las hazañas, se me olvidan los linajes, me emplumo con palabras muertas; durindainas y olifantes, ya no creo en nada. público hay cada vez manos. Ayer había tres niños, esta mañana hay uno solo con un cartucho de semillas de calabaza en la mano. esta sentado en el banco y espera,. A lo mejor le duelan los pies, y se ira dentro de poco. antes de que se vaya , Empecemos.
Gesualdo Bufalino, El
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Guerrín Mezquino
Anoche he soñado
Anoche he soñado que estaba con nadie nadie era soñado que estaba conmigo Me he despertado y no he soñado con nadie nadie se ha despertado y me ha encontrado a mi. ¿sabes por qué no quiero a nadie? porque nadie me quiere a mi...
Bilasa Manieli
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En El Breve Número De Los Doce Meses
En el breve número de los doce meses el año pasa y breves son los años pocos dura ala vida. ¡que son doce o sesenta en la selva de números, y que poco falta para que termine el futuro! son ya dos tercios, tan rápido, del camino que se me ha impuesto correr declinando, transcurro. Me apresuro y termino en seguida. abandono en declive, cedo, y reticente acelero el moribundo paso.
(Álvaro de campos/Fernando Pessoa/Poesías, en el breve número de...)
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Vino mi madre…
Vino mi madre a decirme que el naranjal ya no existe, que la ciudad dio alaridos de agua al derramarse el rio, que las manzanas y mi abuelo se pudren bajo la tierra, que el varan aquel cuando robé un beso desapareció para siempre. Vino mi madre a recordarme con su voz primigenia que las garzas, las buganvilias, los pantalones cortos, la cicatriz en la mano y la mujer desnuda fenecieron en la barraca inútil y sólo los guarda la memoria. Vino mi madre a tocar la puerta y me dejo un riel, un pino envejecido y una carta que escribí cuando niño. Vino mi madre: se equivocó de puerta. Viernes de poesía
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NO: no quiero nada Ya he dicho que no quiero nada ¡no me vengáis con conclusiones! La única conclusión es morir. ¡No me traigáis estéticas! ¡no me habléis de moral! ¡Echad de aquí a la metafísica! ¡no me pregonéis sistemas completos, No alineéis ante mi las conquistas de las ciencias (¡de las ciencias, dios mío de las ciencias!) De las ciencias, de las artes de la civilización [moderna] ¿Qué mal he hecho yo a los dioses todos? Si tenéis la verdad ¡guardadla! Soy un técnico, más con técnica tan sólo Dentro de la técnica. Esto… a parte soy loco, y con todo el derecho a serlo ¿habéis oído? ¡NO me fastidiéis, por el amor de dios! ¿me querríais casado, fútil, cotidiano y tribulante? ¿me querríais lo contrario de esto o lo contrario de cualquier cosa? Si yo fuese otra persona os daría gusto a todos Así, tal como soy, ¡resignación! ¡Id al diablo sin mí, o dejad que me vaya al diablo a solas! Ir juntos, ¿para qué?
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¡No me cojáis del brazo! No me gusta que me cojan del brazo. Quiero ser solitario. ¡ya he dicho que soy solitario! ¡Ah, el fastidio de querer que sea de la compañía! ¡Oh cielo azul –el mismo de mi infancia- eterna verdad vacía y perfecta! ¡Oh suave tajo ancestral y mudo, pequeña verdad donde el cielo se refleja! ¡OH revisitada pena, Lisboa de antaño, de hoy! Nada me dais, nada me quitáis Nada sois que yo me sienta ¡Dejadme en paz! No he de tardar, que nunca tardo… Y mientras tardas, el abismo y el silencio, ¡Quiero estar a solas! Lisbon Revisited Fernando Pessoa
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Tabaquería No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo. Ventanas de mi cuarto, de mi cuarto de uno de los millones de gente que nadie sabe quién es (y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?), dais al misterio de una calle constantemente cruzada por la gente, a una calle inaccesible a todos los pensamientos, real, imposiblemente real, evidente, desconocidamente evidente, con el misterio de las cosas, por bajo de las piedras y los seres, con la muerte poniendo humedad en las paredes, y cabellos blancos en los hombres, con el Destino conduciendo el carro de todo por la carretera de nada. Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad. Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morirme y no tuviese otra fraternidad con las cosas que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle la fila de vagones de un tren, y una parida pitada desde dentro de mi cabeza, y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos a la ida. Hoy me siento perplejo, como quien ha pensado y opinado y olvidado. Hoy estoy dividido entre la lealtad que le debo a la tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera, y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.
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He fracasado en todo. Como no me hice ningún propósito, quizá todo no fuese nada. El aprendizaje que me impartieron, me apeé por la ventana de las traseras de la casa. Me fui al campo con grandes proyectos. Pero sólo encontré allí hierbas y árboles, y cuando había gente era igual que la otra. Me aparto de la ventana, me siento en una silla. ¿En qué voy a pensar? ¿Qué sé yo del que seré, yo que no sé lo que soy? ¿Ser lo que pienso? Pero ¡pienso ser tantas cosas! ¡Y hay tantos que piensan ser lo mismo que no puede haber tantos! ¿Un genio? En este momento cien mil cerebros se juzgan en sueños genios como yo, y la historia no distinguirá, ¿quién sabe?, ni a uno, ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras. No, no creo en mí. ¡En todos los manicomios hay locos perdidos con tantas convicciones! Yo, que no tengo ninguna convicción, ¿ soy más convincente o menos convincente? No, ni en mí... ¿ En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo no hay en estos momentos genios-para-sí-mismos soñando? ¿ Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas – sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas -, y quién sabe si realizables, no verán nunca la luz del sol verdadero ni encontrarán quién les preste oídos? El mundo es para quien nace para conquistarlo y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón. He soñado más que lo que hizo Napoleón. He estrechado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo, he pensado en secreto filosofías que ningún Kant ha escrito. Pero soy, y quizás lo sea siempre, el de la buhardilla, aunque no viva en ella; seré siempre el que no ha nacido para eso; 66
seré siempre el que tenía condiciones; seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie de una pared sin puerta y cantó la canción del infinito en un gallinero, y oyó la voz de Dios en un pozo tapado. ¿Creer en mí? No, ni en nada. Derrámeme la naturaleza sobre mi cabeza ardiente su sol, su lluvia, el viento que tropieza en mi cabello, y lo demás que venga si viene, o tiene que venir, o que no venga. Esclavos cardíacos de las estrellas, conquistamos el mundo entero antes de levantarnos de la cama; pero nos despertamos y es opaco, nos levantamos y es ajeno, salimos de la casa y es la tierra entera, y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido. (¡ Come, chocolatinas, pequeña, come chocolatinas! Mira que no hay más metafísica en el mundo que las chocolatinas, mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería. ¡Come, pequeña sucia, come! ¡ Ojalá comiese yo chocolatinas con la misma verdad con que comes! Pero yo pienso, y al quitarles la platilla, que es de papel de estaño, lo tiro todo al suelo, lo mismo que he tirado la vida.) Pero por lo menos queda de la amargura de lo que nunca seré la caligrafía rápida de estos versos, pórtico partido hacia lo Imposible. Pero por lo menos me consagro a mí mismo un desprecio sin lágrimas, noble, al menos, en el gesto amplio con que tiro la ropa sucia que soy, sin un papel, para el transcurrir de las cosas, y me quedo en casa sin camisa. ( Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas, 67
o diosa griega, concebida como una estatua que estuviese viva, o patricia romana, imposiblemente noble y nefasta, o princesa de trovadores, gentilísima y disimulada, o marquesa del siglo XVIII, descotada y lejana, o meretriz célebre de los tiempos de nuestros padres, o no sé qué moderno – no me imagino bien qué -, todo esto, sea lo que sea, lo que seas, ¡ si puede inspirar, que inspire! Mi corazón es un cubo vaciado. Como invocan espíritus los que invocan espíritus, me invoco a mí mismo y no encuentro nada. Me acerco a la venta y veo la calle con absoluta claridad, veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan, veo los entes vivos vestidos que se cruzan, veo a los perros que también existen, y todo esto me pesa como una condena al destierro, y todo esto es extranjero, como todo.) He vivido, estudiado, amado y hasta creído, y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no ser yo. Miro los andrajos de cada uno y las llagas y la mentira, y pienso: puede que nunca hayas vivido, ni estudiado, ni amado ni creído ( porque es posible crear la realidad de todo eso sin hacer nada de eso); puede que hayas existido tan sólo, como un lagarto al que cortan el rabo y que es un rabo, más acá del lagarto, removidamente. He hecho de mí lo que no sabía, y lo que podía hacer de mí no lo he hecho. El dominó que me puse estaba equivocado. Me conocieron enseguida como quien no era y no lo desmentí, y me perdí. Cuando quise quitarme el antifaz, lo tenía pegado a la cara. Cuando me lo quité y me miré en el espejo, ya había envejecido. Estaba borracho, no sabía llevar el dominó que no me 68
había quitado. Tiré el antifaz y me dormí en el vestuario como un perro tolerado por la gerencia por ser inofensivo y voy a escribir esta historia para demostrar que soy sublime. Escencia musical de mis versos inútiles, ojalá pudiera encontrarme como algo que hubiese hecho, y no me quedase siempre enfrente de la tabaquería de enfrente, pisoteando la conciencia de estar existiendo como una alfombra en la que tropieza un borracho o una estera que robaron los gitanos y no valía nada. Pero el propietario de la tabaquería ha asomado por la puerta y se ha quedado en la puerta. Le miro con incomodidad en la cabeza apenas vuelta, y con la incomodidad del alma que está comprendiendo mal. Morirá él y moriré yo. Él dejará la muestra y yo dejaré los versos. En determinado momento morirá también la muestra, y los versos también. Después de ese momento, morirá la calle donde estuvo la muestra, y la lengua en que fueron escritos los versos, morirá después el planeta girador en que sucedió todo esto. En otros satélites de otros sistemas cualesquiera algo así como gente continuará haciendo cosas semejantes a versos y viviendo debajo de cosas semejantes a muestras, siempre una cosa enfrente de la otra, siempre una cosa tan inútil como la otra, siempre lo imposible tan estúpido como lo real, siempre el misterio del fondo tan verdadero como el sueño del misterio de la superficie, siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni la otra. Pero un hombre ha entrado en la tabaquería (¿a comprar tabaco?), y la realidad plausible cae de repente encima de mí. 69
Me incorporo a medias con energía, convencido, humano, y voy a tratar de escribir estos versos en los que digo lo contrario. Enciendo un cigarrillo al pensar en escribirlos y saboreo en el cigarrillo la liberación de todos pensamientos. Sigo al humo como una ruta propia. y disfruto, en un momento sensitivo y competente, la liberación de todas las especulaciones y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de encontrarse indispuesto.
los
Después me echo para atrás en la silla y continúo fumando. Mientras me lo conceda el destino, seguiré fumando. ( Si me casase con la hija de mi lavandera, a lo mejor sería feliz.) Visto lo cual, me levanto de la silla. Me voy a la ventana. El hombre ha salido de la tabaquería (¿metiéndose el cambio en el bolsillo de los pantalones?). Ah, le conozco: es el Estéves sin metafísica. ( El propietario de la tabaquería ha llegado a la puerta.) Como por una inspiración divina, Estéves se ha vuelto y me ha visto. Me ha dicho adiós con la mano, le he gritado ¡ Adiós, Estéves!, y el Universo se me reconstruye sin ideales ni esperanza, el propietario de la tabaquería se ha sonreído. Fernando Pessoa. Trad. Álvaro de Campos.
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Nada me ata a nada. Quiero cincuenta cosas al tiempo. Con angustia del que tiene hambre de carne anhelo no sĂŠ bien quĂŠ: definidamente lo indefinido... Duermo inquieto, y vivo en el soĂąar inquieto
Fernando Pessoa,Lisbon Revisited
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POEMS IN LAW TO LISA I ¡vámonos! ¡vámonos! estoy herido C.V. LISA: desde que te amo, odio a mi profesor de derecho civil. ¿puedo pensar en compraventas con rostros con ventanas de cárcel en la teoría de la causa que me parece un túnel lleno de grillos rojos y de raíces que se frustraron sin el sol en hipotecas con tuberculosis, en el registro de la asaltante propiedad raíz? ¿puedo pensar en eso digo, sí tengo en pos de mí tus grandes ojos simelos y oscuros como un lago nocturno tu voz recitante como la fresca madrugada de mañana, tu aroma musical -oh fugitivaque guardo entre los dedos de mi mano derecha? Lisa, la transparente hija del aire tu desnudez me pide el matutino sol de la pradera, mis manos descendiendo desde la flor del agua para salvar tu sangre de las arterias verdes de la grama y yo pobre galponte de este siglo siervo inconcluso del hastío y la sangre te escribo y te amo mientras todos hablan de los contratos de adhesión. ah, Lisa, Lisa, estoy completamente herido Roque Dalton García
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POEMS IN LAW TO LISA II Pobre de mí querida solo en mi terror entre los códigos estudiando derecho son carné de presidio negando el cielo entre muchachos gordos que creen firmemente en los rinocerontes pensando siempre en encontrar un bar en donde, si quitáramos las mesas quepan la madrugada y tú frente a mis ojos pobre de mí pobre de mí que soy marxista y me como las uñas que amo a los suaves garfios de la arena, las palabras del mar y la simplicidad de las gaviotas que odio los bancos las inyecciones de complejo B la nocturna crueldad de los motociclistas que lanzan rudas piedras al ángel de los sueños pobre de mí, querida pobre de mí pobre de este muchacho que nunca hirió a los árboles a quien todos exigen estos días que lea amablemente a Jevinek que se acueste desnudo en las tarifas aduanales y así jure ante el viento que el juez es superior al asesino ah, Lisa, Lisa, estoy completamente herido Roque Dalton García
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SOLDADO DESCONOCIDO Quieren decir que la guerra es una malhumorada abstracta con sus muñones de fuego y adivinación pero mientras te regodeas bajo la bolla montaña de piedras bajo la nube de flores regidas del homenaje bajo el golpeteo lluvioso de los discursos miles de soldados conocidos pasan cerca de ti cargados de heridas y dignamente te escupen. Roque Dalton García
EL VANIDOSO Yo sería un gran muerto mis vicios lucirían entonces como joyas antiguas con esos deliciosos colores del verano Habría flores de todos los aromas en mi tumba e imitarían los adolescentes mis gestos de júbilo mis oscuras palabras de congoja Tal vez alguien diría que fui leal y bueno pero solamente tú recordarás mi manera de mirar a los ojos Roque Dalton García
"Soy viejo viejo como vuestra esperanza me da risa" Roque Dalton García 74
los poetas amor mío son unos seres horribles unos monstruos en soledad -evítalos siempre, comenzando por mí. los poetas amor mío son para leerlos - léelos, mas no hagas caso a lo que hagan en sus vidas Raúl Gómez Jattin
Siento que y me busca siento que y me llama
la muerte me ama para llevarme a su inframundo me tiende trampas alrededor luctuosa a festejar mi entierro.
la muerte intenta enloquecerme de terror trastoca los caminos de mi sueño y me dicta implacable estos versos pero la muerte no sabe que el poema es un escudo -una espada- una armadura en la guerra de los dias y en cada verso me entrego ala vida y esta se me devuelve multiplicada. Raúl Gómez Jattin
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Nunca estuve en la cárcel por revolucionario pero estuve en la cárcel por amar a una muchacha y por un reloj que no me robé y por sabotear una misa cantada y por dejarme crecer el pelo y me emborrachaba escandalosamente. las celdas tenían las paredes llenas de nombres -y yo puse también mi nombre- siempre -por eso- a veces me parece que tengo derecho a decir yo estuve en la cárcel por revolucionario - y si volviera- sol insolente por haber sido quijote una tarde o por un poema excelente que diga toda la verdad de golpe o... porque era una santo... con un fusil una cerbatana con una cantinela -volvería a poner mi nombre en la pared para no sentirme solo para no quedarme solo.
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AMOR MÍO, MI AMOR, AMOR HALLADO... Amor mío, mi amor, amor hallado de pronto en la ostra de la muerte. Quiero comer contigo, estar, amar contigo, quiero tocarte, verte. Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo los hilos de mi sangre acostumbrada, lo dice este dolor y mis zapatos y mi boca y mi almohada. Te quiero, amor, amor absurdamente, tontamente, perdido, iluminado, soñando rosas e inventando estrellas y diciéndote adiós yendo a tu lado. Te quiero desde el poste de la esquina, desde la alfombra de ese cuarto a solas, en las sábanas tibias de tu cuerpo donde se duerme un agua de amapolas. Cabellera del aire desvelado, río de noche, platanar oscuro, colmena ciega, amor desenterrado, voy a seguir tus pasos hacia arriba, de tus pies a tu muslo y tu costado. Jaime Sabines
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No es que muera de amor…
No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti, amor, de amor de ti, de urgencia mía de mi piel de ti, de mi alma, de ti y de mi boca y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mí, muero de ambos, de nosotros, de ese, desgarrado, partido, me muero, te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy solo, en mi cama en que faltas, en la calle donde mi brazo va vacío, en el cine y los parques, los tranvías, los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza y mi mano tu mano y todo yo te sé como yo mismo.
Morimos en el sitio que le he prestado al aire para que estés fuera de mí, y en el lugar en que el aire se acaba cuando te echo mi piel encima y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,dichosa, penetrada, y cierto , interminable. Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos entre los dos, ahora, separados, del uno al otro, diariamente, cayéndonos en múltiples estatuas, 78
en gestos que no vemos, en nuestras manos que nos necesitan.
Nos morimos, amor, muero en tu vientre que no muerdo ni beso, en tus muslos dulcísimos y vivos, en tu carne sin fin, muero de máscaras, de triángulos oscuros e incesantes. Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo, de nuestra muerte ,amor, muero, morimos. En el pozo de amor a todas horas, inconsolable, a gritos, dentro de mí, quiero decir, te llamo, te llaman los que nacen, los que vienen de atrás, de ti, los que a ti llegan. Nos morimos, amor, y nada hacemos sino morirnos más, hora tras hora, y escribirnos y hablarnos y morirnos Jaime Sabines
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ME DOY CUENTA DE QUE ME FALTAS... Me doy cuenta de que me faltas y de que te busco entre las gentes, en el ruido, pero todo es inútil. Cuando me quedo solo me quedo más solo solo por todas partes y por ti y por mí. No hago sino esperar. Esperar todo el día hasta que no llegas. Hasta que me duermo y no estás y no has llegado y me quedo dormido y terriblemente cansado preguntando. Amor, todos los días. Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta. Puedes empezar a leer esto y cuando llegues aquí empezar de nuevo. Cierra estas palabras como un círculo, como un aro, échalo a rodar, enciéndelo. Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas, en mi garganta como moscas en un frasco. Yo estoy arruinado. Estoy arruinado de mis huesos, todo es pesadumbre. Jaime Sabines
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TE DESNUDAS IGUAL QUE SI ESTUVIERAS SOLA... Te desnudas igual que si estuvieras sola y de pronto descubres que estás conmigo. ¡Cómo te quiero entonces entre las sábanas y el frío! Te pones a flirtearme como a un desconocido y yo te hago la corte ceremonioso y tibio. Pienso que soy tu esposo y que me engañas conmigo. ¡Y como nos queremos entonces en la risa de hallarnos solos en el amor prohibido! (Después, cuando pasó, te tengo miedo y siento un escalofrío.) Jaime Sabines
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Decálogo Bendecido por la desgracia de tu don, te abrazo también en los espejos donde tu belleza se torna legendaria. Cráneo de princesa egipcia, al besar tus labios se besa un enigma. Pero en realidad acabas de nacer: una gota de saliva se funde con la tuya y engendra el resplandor. El amor es totalitario: fuera de nuestro abrazo no existe salvación. Juan Gustavo Cobo Borda
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Profesión de fe Me gustas como hueles, mía, y al abrirte deslumbrando beso esa luz oscura. ciego , guíame. No sabes con cuanto gusto te disfruto, impúdica. Ilumíname con tus señales húmedas y ese tracto atrozmente sensible, cuyo recóndito latido es ya la respiración del mundo. Juan Gustavo Cobo Borda
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COMBATE Las palabras no sirven si no te traen en seguida. Las palabras son vanas si no restituyen tu calor y tu canto. Las palabras resultan inútiles si no me permiten coger este mundo en el puño y poner lo a tus pies. Las palabras se vuelven despreciables si no disuelven el fantasma de los celos y al hombre con quien vives y quizá también te ama. Las palabras son superfluas si no curan la impaciencia y me llevan a instalarme en tu alma. Las palabras son estériles si no te cubren de gloria y te hacen aún más bella que el desenfrenado júbilo con que te canto. Las palabras son innecesarias si no desvían un avión en Mejorada del Campo o recrean una memoria que se apaga. Ahh,las pobres palabras: suficientes apenas para decirte que te amo Juan Gustavo Cobo Borda
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LOS POETAS MIENTEN I Sus palabras doran la piel de la amada, prolongan el parloteo incesante con que los niños rehacen el mundo y construyen la casa de la mente donde todos tendrán cabida los caprichosos y los lelos, los arbitrarios y los llenos de falencias. Bien o mal, los poetas no sabran nada por revelar el engaño consentido con que entre todos nos sentimos seres reales de carne y hueso. II sólo el poeta sabe de su radical inexistencia. él es apenas esa ficción construida por sus versos. La red de mentiras tercas donde busca atrapar una muchacha dura como piedra, libre como viento. Sensible como el abrazo que se dan quienes se quieren y tiemblan. Juan Gustavo Cobo Borda
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CÍRCULO Qué necesidad irremediable de escucharte mientras miras el mar y me haces falta. que incontrolable desazón al no saber dónde te hallas y llamarte trémulo a los cuatro puntos cardinales. Y que paz tan váida cuando por fin te escucho y me confiesas haber sentido lo mismo que padecí, y ahora no recuerdo, anegado en el gozo de sentirte tan próxima, unidos de nuevo en la resurrección de cada día. Juan Gustavo Cobo Borda
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POEMA TRISTÍSIMO No me hago ilusiones. Algún día serás de otro y tu valiente corazón combatirá en otra guerra y tu férrea voluntad servirá bajo otra bandera y tu desvelo contemplará luna diferente. Seré apenas un hombre más que no te dio hijos si no solo poemas. Y la fatalidad sin misericordia de este vano pasar por la tierra volverá la ternura purísima de tu entrega una lágrima ya seca. La ceniza enamorada que los días avientan. Todo esto lo pensé queriéndote Juan Gustavo Cobo Borda
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EN LIQUIDACIÓN Este país mediocre, de endebles mitos, donde la injusticia enseña el hambre de los dientes, se ha vuelto tenso, de nudos ciegos, que asustan incluso el sueño de los niños. Juan Gustavo Cobo Borda UN MAL DÍA De tanto afan entrega, encanto; tanto fuego,promesas y raptos no subsistirán ni estos versos malos. Incluso como charlas de abogados o conversacion amorosa cuando el amor se ha esfumado. Juan Gustavo Cobo Borda COLOMBIA ES UNA TIERRA DE LEONES País mal hecho cuya única tradición son los errores. Quedan anécdotas chistes de café caspa y babas. Hombres que van al cine, solos. mugre y parsimonia. Juan Gustavo Cobo Borda
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CONCEJOS PARA SOBREVIVIR Tu recuerdo me acorrala y un animal débil y acezante, cura sus heridas con paciencia. Me huelo buscando en mi piel huellas de la tuya y hay algo ciertamente espantoso en dormir sin ti. Repito, un poco cansado de recalcar lo obvio, que te quiero y ojalá nunca me olvides. Pero esto es, o pretende ser, un poema de amor. diluye todo grito patético y recuerda que la mayor sabiduría consiste en desaparecer a tiempo. Juan Gustavo Cobo Borda SERÉ FIEL No a lo y quizá no a lo y quizá
que a veces siento me engañe que aveces sientes sea cierto
seré fiel no a tus dudas sinceras como el asco no a esta derrota que es de ambos seré fiel no a lo que te digo o tacho sólo seré fiel monte de mirra/ collado de incienso a tu cuerpo en mi cuerpo. Juan Gustavo Cobo Borda 89
SECUENCIA PARA UN MISMO CUERPO Aún no sé de tu cuerpo ni el hueco de tu cadera ni el aprendizaje lento de esa oquedad como la fiebre. pero amo el precipitado desorden de tus besos y la cálida confusión de esas citas a destiempo y la forma atropellada con que al abrazar otorgas la calma. Hombros tan frágiles no parecen capaces de resistir la pesada carga del deseo y sin embargo Emma Bovary brilla entre sus rivales embellecida por la infidelidad y el insomnio que agiganta su lecho. Juan Gustavo Cobo Borda EN UN BOLSILLO DE NERVAL Hoy me ausentaré de mí, me excusaré de mi presencia, diré adiós a mi envoltura y seré mas amigo de ese otro ser que me amortaja. Hoy tengo una cita: me encontraré con el reflejo que me busca, con el cuchillo que me acecha; dibujaré con más amor mi herida para que allí anides y te pierdas. Hoy salgo de mí, me digo adiós. dejo mi rostro como prueba de partida, me evaporo entre la bruma y resucito. Camino hacia la huella que se borra, me persigo por los senderos del bosque: soy el ladrido y la fuga sin fin del jabalí; también la flecha y el asalto del venado. Me encuentro con la mosca que me bebe. Desaparezco entre un farol que agiganta la niebla y sigo siendo la bufanda que me ahorca. hoy no me esperes porque la noche será negra y blanca Juan Gustavo Cobo Borda
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LA DICTADURA DEL AMOR El amor es monstruoso. Ya lo recordamos si alguna vez fuimos otro distinto de quien sólo existe para escuchar una voz, una exigencia brutal, la dulzura inenarrable de "te adoro, te adoro, te adoro", un sarcasmo helado, un sol bajo el cual todo florece de nuevo. (Cuando ella gritaba "loco" y la espuma de su vientre desbordaba fresca y ávida.) El amor es mortal: te congela los pies si huyes de él. La dictadura del amor te exhala te humilla. Te brinda su esplendor y su fastidio. Su voracidad Justa y necesaria. El terror de su pérdida y la incertidumbre que todo lo roe. La fantasmagoría de los celos y el alivio de verla sepultada bajo una risa diáfana. El calvario inexorable de la distancia. Todo se olvida y se degrada salvo la suave luz del amor. Pero en realidad no hay piedad ni misericordia. El amor desnudo tiembla y solloza desesperado. desciende al infierno para recobrar su cielo. Juan Gustavo Cobo Borda
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POÉTICA ¿Cómo escribir ahora poesía, por qué no callarnos definitivamente y dedicarnos a cosas mucho más útiles? ¿Para qué aumentar las dudas, revivir antiguos conflictos, imprevistas ternuras; ese poco de ruido añadido a un mundo que lo sobrepasa y anula? ¿Se aclara algo con semejante ovillo? Nadie la necesita. Residuo de viejas glorias ¿a quién acompaña. qué herida cura? Juan Gustavo Cobo Borda
ORACIÓN tu piel la sabiduría de tu piel recóndita frescura la enfermedad de tu piel antídoto resurrección húmeda las palabras de tu piel ronca grave y oscura el territorio de tu piel desconocida tu piel esbelta estricta piel las cicatrices y el llanto de tu piel caoba la más secreta piel el espejismo de tu piel desvelada tortura la piel generosa de tu piel sensible los nervios de tu piel hasta decir no más hasta llenar el cuarto invadir la ciudad cubrir todo cuanto miro veo toco. Juan Gustavo Cobo Borda 92
ERÓTICA Rumor de agua desnuda oigo tu cuerpo que fluye en la madrugada converso contigo te deseo diálogo con la lluvia humedad del rocío oquedad en penumbra eres leve y ondulas plenitud de la caricia te llenas de ti misma aroma de musgo tu piel me cubre repliege infinito de dunas fragancia de selva escondida toda palabra resulta inútil lengua incoherente tumulto de sonidos en silencio mi boca te modula pudorosos impúdicos este balbuceo que nada signfica salvo el goce más pueril o la gravedad de quien permanece absorta en su delirio gota de agua en medio de cardos y eriales tú eres el fruto nada he dicho me respondes muda es de nuevo el paraiso responsabilidad por tanto júbilo edificamos los probervios de la risa (tus pies tienen frio) Juan Gustavo Cobo Borda
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LA ACTRIZ Y EL POETA Si la actriz mueve las manos, al moldear el aire, el poeta araña en vano tras una palabra. Si la actriz queda desnuda de todas cuantas fue, el poeta se debate entre las perplejidades de su rondar en vano. Luego asiste, como otro desconocido más, al nacimiento de un poema que ya no le pertenece. El sudor en cambio torna más espectral y lívido el rostro de la artista. Los dos tratan de que el vacío de los domingos por la tarde tenga algún sentido. Ella memoriza diálogos que el porta escribió para conquistar a quien acepta indiferente esas exaltaciones. Él tarares rimas obsesivas en pos de musas que inventó su apetito estéril. La actriz debe romper si miedo y rehacer el mundo para que subsista un gesto único. Pudor y pasión se oponen y contraponen en su controlado ímpetu. El poeta debe sostener lo que se fuga inexorable cada día, y convertir cada resta en suma. Se lamenta de ser sólo el mismo: trivial, rutinario, predecible. La actriz ya no sabe cuál escoger de entre todas las máscaras que se ha puesto para ocultar su vacío. En todo caso sin su voz las palabras de poeta no existirían. Por ello estas líneas deben leerse como una actriz que agoniza y luego se ducha perpleja, como el poeta, al saber que todavía el mundo existe. Juan Gustavo Cobo Borda
POESÍA COMPROMETIDA El gesto inútil de escribir en las paredes mientras el tirano inventa novedosos suplicios. Juan Gustavo Cobo Borda
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UNA MUCHACHA Miro tu rostro, e imagino que habríamos sido felices si fuera joven como tú sin un pasado sin las convicciones que le compremos al tiempo Miro tu rostro, muchacha, y confirmo que nada tiene ya sentido: Tu hermosura debería ser mi sal cada día Tu juventud me haría vivir otros veinte años. Miro tu rostro y me pregunto: ¿Quién estableció esta rutinaria separación de edades? ¿Quién la felicidad como hierro inamovible? ¿Quién nos quitó la realidad y solo nos dejó el deseo? Harold A Tenorio
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LO PEOR DEL AMOR Lo peor del amor cuando termina Son las habitaciones ventiladas El puré de reproches con sardinas Las golondrinas muertas en la almohada Lo malo del después son los despojos Que embalsaman el humo de los sueños Los teléfonos que hablan con los ojos El sístole sin diástole ni dueño Lo más ingrato es encalar la casa Remendar los pecados veniales Condenar a la hoguera los archivos Lo atroz de la pasión es cuando pasa Cuando al punto final de los finales No le siguen dos puntos suspensivos Joaquín Sabina
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TIGRE DOS Al profe Manos quebradas El aplauso, Un cine solitario Tres maletas en el andén Te esperan para el viaje. Mucho amarillo. Un árbol demasiado viejo Para darte sombra Quebrantos de abrazo. Cofradía de manos que estrechan otras manos. Nuevamente. H.V.P. 2010·10
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LA PRUEBA LAS CAUSAS 1964 I Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. Ya no compartirás la clara luna ni los lentos jardines. Ya no hay una luna que no sea espejo del pasado, cristal de soledad, sol de agonías. Adiós las mutuas manos y las sienes que acercaba el amor. Hoy sólo tienes la fiel memoria y los desiertos días. Nadie pierde (repites vanamente) sino lo que no tiene y no ha tenido nunca, pero no basta ser valiente para aprender el arte del olvido. Un símbolo, una rosa, te desgarra y te puede matar una guitarra. II Ya no seré feliz. Tal vez no importa. Hay tantas otras cosas en el mundo; un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar. La vida es corta y aunque las horas son tan largas, una oscura maravilla nos acecha, la muerte, ese otro mar, esa otra flecha que nos libra del sol y de la luna y del amor. La dicha que me diste y me quitaste debe ser borrada; lo que era todo tiene que ser nada. Sólo que me queda el goce de estar triste, esa vana costumbre que me inclina al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina. Jorge Luis Borges 98
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