TRAGEDIA EN LA MINA EL DORADO DE GOYLLARISQUIZGA

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AÑO 3 - EDICIÓN NÚMERO 06

C ERR O D E P ASC O- 2014

“... Y les juro, hermanos -dijo- que en cuanto aliente un hálito de vida, haré conocer a los hombres de nuestra patria y a los niños de nuestro pueblo, la historia del perenne sacrificio de vuestras vidas, y el inmenso holocausto en que habéis muerto...”


EDITORIAL

DIRECTOR Y EDITOR GENERAL Lic. Alex Nelson Tucto Villanueva EDITOR FOTOGRÁFICO Jhon Richard Tucto Villanueva (archivo fotográfico privado) DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Lic. Alex Nelson Tucto Villanueva DIRECCIÓN Av. 28 de julio N° 27 PP.JJ. José Carlos Mariátegui Pasco Simón Bolívar nelsontucto_film@hotmail.com Celular 963951142

En esta edición especial queremos recordar y rendir homenaje a los 58 hermanos obreros que fallecieron en la tragedia de EL DORADO. Hace 50 años ellos perecieron en la más horrenda muerte que se puede tener dentro de los socavones y todo por negligencia en el trabajo de la trans nacional Cerro de Pasco Corporation. De lo ocurrido poco se había auscultado y casi no se ha difundido en los libros de nuestra región y del país. Por ello, mi hermano Alex Nelson, se tomó la tarea de investigar, acudiendo a archivos privados, hallando vetustas revistas y periódicos, que describieron en su momento los hechos suscitados referentes a la tragedia. A realizado entrevistas a los sobrevivientes, a las viudas, a los familiares, y personas que vivieron el gran dolor de la tragedia. Toda esta investigación, fruto de muchos años, fue publicada en el 2004, en su primer libro ESTRELLA CAÍDA (Ccuyllur Ishquishga) Historia real de Goyllarisquizga. Este año al cumplirse 50 años de la tragedia de El Dorado, presentamos esta síntesis de lo ocurrido el 20 de diciembre de 1964, con la finalidad de recordar y no quede en el olvido e impune. Así mismo el Estado Peruano debe reconocer a los 58 obreros caídos en desgracia con un homenaje Post Mortem con la “ORDEN DEL TRABAJO” y que existe una gran deuda moral y ética con el Distrito de Goyllarisquizga. Esperanzados que este aporte, nos haga comprender que esta tierra siempre dio grandes divisas al Perú, halle el horizonte deseado por todos y así todos conjuntamente nos identifiquemos con esta hermosa tierra. Por todo ello y mucho más, los goyllarinos tenemos la grandeza y debemos tener el reconocimiento de siempre. Hoy seguimos cobijando justificadas esperanzas en nuestros corazones. Sabiendo que nuestro gran pasado nos sirve de sustento, pero que debe adquirir un nuevo significado en el presente para seguir iluminando los pasos del futuro. Richard Tucto Villanueva

IMPRENTA

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2014 - 09987 Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, así como su utilización de cualquier forma o por cualquier medio, comprendida la reprografía y el tratamiento informático, sin la autorización escrita de los titulares.

SEXTA EDICIÓN - 2014 Tiraje: 1,000 ejemplares


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MINAS DE CARBÓN Desde que en 1907 se concluye la construcción del ferrocarril a Goyllarisquizga, la explotación de carbón era cada vez mayor y es indudable que un factor importante en el desarrollo de Cerro de Pasco, ha sido, la existencia de los yacimientos de carbón en su vecindad. La veta de Quishuarcancha, la más próxima, fue explotada en primer lugar, pero la de Goyllarisquizga y de extensión mucho m a y o r, a d q u i r i ó d e s d e s u descubrimiento un papel de mayor importancia en el desenvolvimiento de Portal de la mina y oficina de Capitanes de mina. Nótase en la parte superior el Jirón 8 de los campamentos. la C. de P. Corporation. como Ley N° 1378. Antes de dichos sucesos no existían En 1908 la producción de carbón era de 200 toneladas leyes sociales que protegieran a los trabajadores y operarios diarias para uso de ferrocarriles y 500 toneladas para el a nivel nacional. Estas reivindicaciones se logran por los lavadero de carbón en la fundición de Tinyahuarco, carbón comisionados de la Sociedad de Obreros de Cerro de Pasco que era usado para producir vapor y coke. que integraban Mazzi, Fortz, Ramón Espinoza, entre otros. 1910, 22 de enero, tragedia minera en Pique Chico. Se Las gentes, principalmente de la quebrada de rescatan 56 heridos y 29 cadáveres mutilados e Chaupihuaranga y de diferentes partes del país, llegaban a irreconocibles, esta era la cifra (falsa) que daba la empresa. Goyllar para trabajar en las minas de carbón. Muchos Al día siguiente los rescatistas contabilizaron 38 muertos y también llegaban para hacer negocio y disfrutaban de los 87 heridos, faltando los que no se encontraron en los viajes en tren. escombros, cantidad que fue publicado en el semanario El Goyllarisquizga era el Primer Centro Carbonífero del Minero Ilustrado N° 688. Perú y la mina de carbón que se trabajaba a mayor altitud 1910, 10 de agosto, tragedia minera en Murucata. en el del mundo. interior se encontraba el capitán Carlos Valle al mando de La mina se venía trabajando a mayor profundidad con nueva 310 obreros. Los rescatistas al mando del Ing. Frank Rally, maquinaria, más hombres y la era del oro en la historia de la sacaban cadáveres horriblemente mutilados. En esta mina de Goyllar se alcanzó en 1921 con una producción de oportunidad 72 fueron los muertos y 60 los heridos. Del resto, 270,000 toneladas de carbón. En ese entonces más de nunca más se supo nada, quedaron sepultados dentro de los 2,000 hombres trabajaban en ella. Goyllar ya era hasta socavones del carbón. entonces un lindo campamento, situado en la parte alta de la A consecuencia de las catástrofes en las minas de carbón, se ladera de un cerro, tenía como casi todos los asientos aceleró en la Cámara de Diputados la aprobación de la Ley mineros, dos zonas: el pueblo y el campamento propiamente de Accidentes en los centros de trabajo y su promulgación dicho, donde vivían los obreros y empleados, en Una de las labores en la mina goyllarina, la más grande del país. la parte baja se Personal que ha terminado la primera guardia se traslada al exterior. e n c o n t r a b a n l a s principales instalaciones de Empresa. En 1956 se producía 14 mil toneladas de carbón al mes a un ritmo normal, En 1962 se descubre en la mina la sección El Dorado, la cual aumenta la división a cinco secciones: Superior, Inferior, Túnel 40, Azalia y El Dorado. A julio de ese año Goyllar tenía en su personal a 52 empleados y 985 obreros.


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20 de diciembre de 1964 tragedia en el “El Dorado” Los mineros del primer turno iniciaban sus labores de costumbre pasando las 8 horas en los socavones. Este día, al salir los mineros de sus labores, el reporte del jefe de guardia una vez más daba aviso que “la combustión interna en algunas áreas del nivel 12 de El Dorado es motivo de constante preocupación, que obliga a tomar cuidadosas medidas de precaución por falta de agua y ventilación”. Sin que esto hiciera eco en las oficinas de Seguridad y del Superintendente. Los mineros del tercer turno de 11 a 7, ingresaron como siempre a los socavones. Después de un arduo trabajo ya habían avanzado notablemente sus labores y dejaban listo un paquete de 74 cartuchos de dinamita en el nivel 12 de El Dorado. Eran aproximadamente las 2:30 de la madrugada del domingo 20, cuando de pronto el resplandor de una chispa hizo un involuntario y fortuito contacto entre los explosivos y el gas grisú causando la explosión antes de tiempo. Explotó el silencio y cayeron, al pie del alba; con las sonrisas trituradas, trabajadores recios, hermanos nuestros. Todo se encendió entre gritos y quejas que nadie escucharía, el fuego se extendió por toda la galería aumentada por el polvo del carbón, dejando regados decenas de cadáveres. Al momento de producirse la explosión, Serapión Leyva que estaba a dos kilómetros del lugar de la tragedia, al oír el estallido comunicó telefónicamente al Superintendente General sobre el suceso y la orden fue: “auxiliar a los heridos”, haciendo denodado esfuerzo, apoyado por su lámpara logró sacar a varios heridos. De pronto oyó unas

Este rostro fue la viva expresión del dolor, de la tragedia que azotó Goyllarisquizga.

voces que llamaban. ¡¡Aquí!!.. ¡¡Aquí!!. ¡Estoy con el chiuchilla!. Un derrumbe lo hizo saltar lejos sin darle tiempo a nada, saliendo presuroso a la boca mina. El gas metano, el monóxido de carbono y el derrumbe los llevaron a la eternidad. Murieron en su ley como mueren los héroes: valientes y sin miedo. En las inmediaciones de la boca mina, Serapión se encontró con el Sr. Alexander Russell, quien fue uno de los primeros en llegar al lugar de los hechos. Al ver tan desastrosa magnitud, alterado y muy nervioso le dijo: Oh, Serapión, tu serás el responsable de todo esto, a ti te culparán. Serapión -repuso- en vez de hablar falsedades, ayúdame a seguir rescatando a los heridos. Oh, yo no me comprometo contestó- Russell y se alejó del lugar. Serapión, sollozo se dirigió a seguir salvando a sus compañeros y la guadaña de la muerte le salió al paso, ganándole la partida. Un derrumbe lo sepultó. Serapión Leyva Carhuay, ya había dedicado 25 años de trabajo a la Empresa y el sueño de su vida era jubilarse y vivir feliz junto a sus tres hijos y su esposa. Murió en la víspera de su jubilación por salvar a sus compañeros, sólo le faltaba un día para jubilarse. El Ingeniero de Seguridad Ricardo Negrón, otro de los heridos culpó directamente de la tragedia al Sr. A. Russell: (dijo) “El señor Russell, no obstante mis requerimientos por escrito que hice continuamente, no contrató personal especializado para el control del gas grisú y tampoco dio materiales para la ventilación y riego del sector”. Los mineros que estaban en las chimeneas lejanas también se salvaron de morir. Ni ellos mismos se explicaban como pudieron salvarse. De ellos 8 estuvieron al borde de la muerte a causa de la intoxicación producida por gas metano y el polvo del carbón. En las afueras, en los campamentos el estallido de la explosión se oyó como un temblor de grandes proporciones, parecía que el suelo se hundía, había remecido un radio de acción de más de dos mil metros. Como despertando de un sueño y al oír los gritos que provienen de la boca mina, las gentes prendían las luces de sus cuartos encontrando algunas de sus cosas tiradas en el suelo.


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Ante las puertas del hospital y la zona residencial, centenares de personas se agolpan en busca de informes sobre los heridos y para indagar por el nombre de los fallecidos. Con la sospecha en sus rostros asomaron sus puertas y ventanas, veían que el funicular subía y bajaba lleno de gente y oían los gritos que decían: ¡hubo accidente! ¡hubo accidente!. Entonces, con tristeza, confirmaron sus sospechas y presentimientos, y corrieron presurosos a la boca mina. Todos se sorprendieron al ver el humo que salía de las profundidades de la mina, se alarmaron; las tristes voces que se escuchaba ¡se incendió la mina! ¡se incendió la mina!, desgarraba el alma de los mineros y de toda la gentes que lloraban confundidos entre la madrugada. Se estaba frente a una de esas fatalidades inexorables en la que poco se podía hacer. La alarma de la mina (el pito), que se oía hasta los pueblos cercanos, irrumpía aun más la madrugada en un apremiante llamado de auxilio con la luz roja prendida. A las 4:30 a.m. aproximadamente, llegaron miembros de la C. de P. Corporation con cuadrillas de salvamento. Junto a ellos el Comandante de la Guardia Civil Regino Cano Pérez al mando de 70 hombres, para colaborar en salvamento y resguardar el orden. Cuando A. Russell quiso salir para el encuentro con sus colegas, los familiares de los obreros atrapados, mas los obreros que estaban en descanso, lo rodearon a la salida de la mina, intentando agredirlo por lo que la policía actuó rápidamente, retornándolo al interior de la misma.

El Comandante Cano Pérez planeó e hizo escapar a Russell por el Túnel Pucará, salvándolo de una muerte segura. Por su parte Russell cuando salió por Pucará sólo dijo “Oh, déjenme, déjenme”. Estaba visiblemente afectado, siendo trasladado a la 28 comandancia de la Guardia Civil de Cerro de Pasco. Dos horas más tarde de la explosión, cuadrillas de salvataje de Cerro de Pasco dirigidos por Mc Farlón, un especialista en rescate, ingresaron a la mina en apoyo a las 15 brigadas que entraron en intensa labor a los pocos momentos de la explosión. Después de más de media hora de ardua labor, se anunciaba la salida de algunos rescatistas. Los gritos de dolor, de sorpresa y gemidos dominaban el panorama. Poco a poco fueron emergiendo los cuerpos destrozados, mutilados, quemados, irreconocibles, convertidos en guiñapos humanos, aquellos hombres que horas antes, llenos de vida iniciaron el tercer turno, de su última jornada en la mina. Salían los primeros 8 heridos que fueron llevados al hospital, 4 de ellos al borde de la muerte. Igualmente rescataban las primeras 47 víctimas. La solidaridad humana se hizo presente en esas horas de indescriptible dolor. Hombres, mujeres, niños, ancianos… unidos por el mismo gesto de humana solidaridad, llegaban hasta los heridos para darles un poco de agua o enjuagar sus lágrimas, consolándolos y colaborando en la penosa tarea del rescate.

La penosa tarea de reconocer a las víctimas de la tragedia.


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El dolor pudo más que su resistencia de hombre, con las lágrimas a borbotones de sus cansados ojos mineros, y paso a paso tuvo que llevar a cuestas al cadáver de un hermano. Muchos desfilaron también con su dolor, tras los heridos, a cuestas hasta el hospital. Los médicos y enfermeras hacían titánicos esfuerzos para aliviar a los heridos que habían llegado a 24. Los más graves fueron llevados a Cerro de Pasco, en las ambulancias que habían llegado. El portón principal del hospital, también se había llenado de gente. En la boca mina una gruesa cortina policial no permita que personas ajenas se acerquen por las inmediaciones, porque a un costado de ésta estaban los fallecidos. Los familiares de las victimas para reconocer a sus seres queridos entraban allí pero acompañados de una pareja de policías. Muy temprano llegaba el Prefecto del Departamento Teniente Coronel Manuel Bárcena Valencia, junto a 14 médicos de Cerro, La Oroya y Morocha, que la empresa logró reunir. El Sindicato de Trabajadores Mineros, a través de su Secretario General Nemesio Torres, acusaron como directo responsable de la tragedia a Alexander Russell. Expresando que éste no ordenó instalar el sistema de riego en el interior del Tunel El Dorado, este sistema de riego es utilizado en todas las minas con el objetivo de neutralizar el gas metano. Eran ya las 9 de la mañana y las autoridades de trabajo y judiciales de Pasco no hacían su aparición, pese a que habían sido notificados en la madrugada. Un cuadro dantesco ofrecía a los ojos desorbitados de los mineros y familiares y toda la gente, los cadáveres regados por el suelo, la mayoría de los cuerpos de las víctimas estaban irreconocibles y por ello tuvieron que permanecer descubiertos. Madres de familia y niños huérfanos, lloraban desesperados

sin atinar a nada junto a los restos, inanimados, macilentos, sin vida de sus seres queridos. Muchas hacían el esfuerzo de reconocerlos por los pedazos de ropa, recordando que color de prenda se pusieron sus esposos aquella noche, a otros sólo se les podía identificar por las fichas de metal, que conservaban sobre el pecho del overol. Sólo así se pudo reconocer a varios infortunados. Familiares llegados de distintos pueblos de la quebrada de Chaupihuaranga, reconocían y lloraban a sus seres queridos implorando al cielo por que los castigaba.

¡Quiero ver a mi hijo! Padres, hermanos, hijos... sortearon las alambradas y se precipitaron al tétrico recinto que albergaba los restos de los mineros, víctimas de la negligencia y el gas metano.


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Goyllarisquizga paralizada. Frente a la entrada de la mina de carbón la desolación se hizo presente, decenas de obreros con sus cascos andan lentamente, como si fueran sonámbulos y tratan de despertar tras una horrible pesadilla. El panorama de dolor se despejó todavía a las 10 de la mañana. El Doctor Nicolas Ulloa, Juez de Paz de Goyllarisquizga ordenó que se levantaran los cadáveres para ser trasladados al hospital, en tanto los trabajadores lanzaban una enérgica protesta contra la indolencia de las autoridades de Pasco. El Concejo Distrital de Goyllarisquizga declarada duelo general en el campamento durante 8 días “por la tragedia que embargaba a los hogares”. EL PRESIDENTE FERNANDO BELAÚNDE TERRY ENVIÓ SUS CONDOLENCIAS. Señor Prefecto de Pasco. Señor Alcalde de Goyllarisquizga. Señores Secretarios Generales de los Sindicatos de Empleados y Obreros de Goyllarisquizga. “Consternado por cruelísima desgracia que aflige al pueblo de Goyllarisquizga, con irreparable pérdida de vidas de esforzados mineros, envío, por su digno intermedio, a sus deudos, la muy sentida condolencia del Gobierno y mi personal mensaje de solidaridad en esta dura prueba, que enluta a la región y al país. En su sacrificado y riesgoso trabajo las víctimas han ofrendado sus vidas, desempeñando honrosamente tan recio y gallardo oficio”.

En un gesto de solidaridad, seguían llegando brigadas de salvamento de La Oroya, Casapalca, Morococha, y otros campamentos quienes se ponían a disposición de Mc Farlón. El lunes, miembros de la C. de P. Corporation hacían llegar desde Lima 60 ataúdes forrados con zinc, a petición del Sindicato de Trabajadores. También accedieron comprar y trajeron 60 ternos de casimir color negro. En tanto, las autoridades y miembros de la Empresa ordenaban que los cadáveres sean llevados a Cerro de Pasco para la autopsia de Ley. Los familiares de las víctimas se opusieron rotundamente a que sean trasladados a Pasco, a ello se juntó la opinión de Sindicato de Trabajadores, quienes también se oponían. Sin embargo las autoridades insistían y manifestaban que era imprescindible la autopsia, como requisito legal para las indemnizaciones de los caídos en la mina. La gente se levantó y no dejaron que ninguno saliera del hospital. La autopsia tenía que realizarse en el hospital de Goyllar. Desde las 10 de la mañana, el Juez de Paz de Goyllarisquizga dispuso las necrópsias que estuvo a cargo de 8 médicos. Pues no obstante haber sido llamado oficialmente el Juez Instructor de Daniel Carrión Dr. Francisco Madrid, quien no se presentó hasta después del mediodía.

Ing. George O. Kinkner, Director de RR. II. de la C. de P. Corporation y directivos de la misma, llegaban inmutables, impresionados, acongojados. Todo el pueblo goyllarino culpó directamente a la empresa.


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Miembros del Sindicato de Trabajadores Mineros de Goyllarisquizga, quienes tuvieron la dura y tesonera labor de luchar por la reivindicación de la clase obrera minera. La mayor parte de las víctimas presentaba quemaduras de segundo y tercer grado por efectos del gas metano. Muchos tenían graves traumatismos y partes seccionadas de sus cuerpos. Otros asfixiados, todos ellos ennegrecidos como consecuencia del derrumbe de la mina. En la puerta del hospital, decenas de hombres y mujeres daban gritos hostiles hacia los funcionarios de la Empresa, los obreros se acercaron a los directivos y amenazadoramente les increparon su conducta. “ ¡Ustedes son los culpables, nadie más que ustedes!”. Gritaban con los puños en alto. Los directivos se replegaron y la policía controló los desmanes. No pasó mucho cuando hubo momentos de inquietud y con presagios de violencia por la demora en la entrega de cadáveres. Un grueso numero de personas trato de ingresar a viva fuerza al hospital, de un tirón habían violentado la puerta del nosocomio, pero fueron dominados por los custodios del orden. Ellos querían la entrega de los cadáveres para velarlos públicamente. Largas hileras de ataúdes, permanecían en el hospital, minutos después, se inicio el lúgubre desfile de los caídos que eran trasladados a los locales de: la Municipalidad, del

Club de Tiro N° 191, del Club ADA, del Club Americano, del Club Sport Goyllar y en los locales sindicales. En un momento inesperado muchos corrieron hacia la mina, aunque los familiares de los desaparecidos siempre estaban allí, de pronto salieron varias brigadas habiendo rescatado 4 cadáveres más que de inmediato fueron trasladados al hospital. El dolor dejó nuevamente impresa su huella en los rostros de aquellos que esperando ver sanos y salvos a un familiar o a un amigo, vieron defraudados sus expectativas. Este mismo día lunes, a las 6:30 de la tarde partía de Cerro de Pasco un tren trayendo a los familiares de las víctimas, que venían de diversos puntos del Departamento. A su llegada se registraron escenas desgarradoras de dolor. Se respiraba un ambiente tenso, poco después la calma retornó a la Ciudad. La gente pasó todo la noche en pie velando a sus muertos, en las puertas de la Ciudad, mujeres lloraban masticando coca y hombres escondían su dolor bebiendo caña. Cirios, timolina y calmantes había por doquier, el aspecto de Goyllarisquizga era fúnebre y el dolor de la gente era grande. Mc farlón, con un reporte alcanzado por el Sindicato y miembros de la Empresa manifestaba que habrían 4 víctimas más en los negros socavones, otros afirmaban que habrían 8. En lo que si estaban de acuerdo todos es que ninguno de ellos podría estar con vida. Era dura la realidad pero tenían que aceptarlo. Una decena de hombres pugnaban por rescatar a las víctimas, venciendo el monóxido y los estragos de los gases que se sentían a gran distancia. El Dorado se negaba soltar a las últimas víctimas.

La desesperación... Aterrada, fuera de sí esta mujer lleva a rastras por las calles de Goyllar, el ataúd que servirá de última morada para el hijo de sus entrañas.


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Sr. Demetrio Villanueva y familiares, junto a los restos de su hermano Encarnación, quien dejó viuda a Catalina Yurivilca y huerfano a sus cuatro hijos. La boca mina, seguía siendo rondada por mujeres, niños y niñas dominados por la pena y el llanto que inútilmente escudriñaban la oscuridad, tratando de penetrar con la vista la profundidad de la mina, en busca de sus seres queridos. Algunas familias enteras se pasaban hora y horas en las inmediaciones del socavón, con la esperanza de ver salir en cualquier momento a sus esposos, padres o familiares. Después de un largo esperar, cuando ya entrada la noche, se alertó que salían de la mina los miembros de salvataje con más víctimas. En definitiva era 3 los últimos infortunados que fueron rescatados y llevados al hospital, seguido de sus familiares. Igual que sus compañeros fueron trasladados, luego, a los locales donde eran velados la mayoría. El martes muy temprano llegaba a Goyllar una comisión de la Federación Regional de Metalúrgicos del Centro, presidida por Grimaldo Ramírez, y la integraban Pedro Hinostroza, Amadeo Bello y Gonzalo Osorio. Comisión que fue formada en La Oroya con el fin de investigar el origen de la tragedia. También llegaban de Lima una comisión investigadora presidida por el Director de Minería, Ingeniero Andrés Bravo Bresani, y las ingenieros Luis Barrera, Alfredo Gurmendi y Pablo Rettis, nombrados por el Gobierno para investigar la causa de la tragedia. Paralelamente también arribaban a ésta el Presidente de la Empresa Sr. Alberto Benavides de la Quintana y el Sr. A. H. Sngelhardt, un alto funcionario de la C. de P. Corporation. Todos ellos trataban de esclarecer la causa que originó la tragedia.

POSIBLES CAUSAS QUE ORIGINARON LA TRAGEDIA 1. La caída de un minero que rompió la lámpara de acetileno con la que alumbraba, combustionando el metano. 2. Combustión del metano originado por la deflagración de los cartuchos de dinamita que estaban siendo usados para extraer mineral. 3. Combustión natural del gas con el polvo de carbón llamado grisú. Cualquiera de estas posibilidades, fueron atribuidas al superintendente A. Russell, quien no ordenó la ventilación respectiva del gas metano, pese a los requerimientos de los ingenieros de seguridad. También el martes se llevó a cabo un paro de 24 horas, pronunciado y declarado por la Confederación de Trabajadores del Perú “C.T.P.”, en la que participaron las uniones sindicales de trabajadores de la Sierra Central y la Federación Regional de Obreros Metalúrgicos y Mineros. En este Departamento, eran 12 las bases con que contaban los mineros, algunos que pertenecían a la Huarón Des Mines Compagne. Todos unánimes acataron dicho paro. Este anuncio fue hecho por Mauro Herrera y Enrique Armijo altos dirigentes sindicales, en coordinación con Nemesio Torres, Secretario General del Sindicato de Trabajadores Mineros de Goyllarisquizga. En Goyllar se forjó uno de los sindicatos más representativos. Los sindicalistas de este campamento encabezaban las agremiaciones y bases sindicalizados combativos y dinámicos de la zona centro. Se entregaban a las luchas en pos de las reivindicaciones socio-económicas de los trabajadores, haciendo respetar el acuerdo de los mineros ante la tiranía y el abuso que cometían los miembros de la Corporation, sin La esperanza de que el ser querido se haya salvado quedaba atrás ante la resistencia de los familiares. venderse y sin rebajarse luchaban por sus El dolor golpeó a Goyllar hiriéndolo, pero jamás lo venció... ideales.


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La Empresa veía con recelo las actividades de estas agremiaciones, siendo éstos marcados y la vez temidos. Quien negaría hoy que Goyllar Tenía el Sindicato más representativo de la C. de P. Corporation. EL ENTIERRO El sepelio de los hombres que perdieron la vida en un infierno de fuego, rocas y gases se realizaba el martes 22. A las 10:30 de la mañana, en hombros de piquetes de obreros se realizó el traslado de los ataúdes hacia el patio de la Municipalidad, donde fueron colocados en templetes improvisados. Luego se realizó una misa de cuerpo presente y fueron bendecidos. Llegaron delegaciones de obreros y empleados de diversos puntos del país para hacerse presente en el sepelio. Terminada la ceremonia religiosa, los ataúdes procesionalmente fueron conducidos al camposanto, encabezado por las autoridades, llevando consigo la Bandera Nacional y el gran dolor en sus pechos. Angustioso recorrido, donde aproximadamente 5 mil personas entre trabajadores, niños y adultos, hombres y mujeres acompañaban los ataúdes hasta el cementerio. * (…) El día del sepelio, en un cortejo verdaderamente patético e impresionante, todos los hombres del pueblo, entre ellos, los dirigentes de la Federación de Estudiantes de la UNDAC, llevaron sobre sus hombros, hacia el cementerio del barrio Chapur, los 57 cadáveres de aquellos

inolvidables héroes del trabajos. El inmenso acompañamiento fúnebre, semejaba una gigantesca y negra cadena, deslizándose reptante, por entre los roquedales, rumbo al cementerio. Delante, iba un adusto sacerdote de capa negra, acompañado por dos monaguillos que portaban un cruz. La Guardia Civil escoltaba el cortejo en tanto las campanas de la iglesia doblaban lúgubres, inundando de pena los campos mineros. Las nobles mujeres –mar de llanto incontenible– con su niños a sus espaldas y de riguroso y amplio luto, iban detrás de los negros ataúdes, que sólo por las letras iniciales, se diferenciaban, unos de otros. Imprecaciones y palabras de dolor y de condena; tiernas y taladrantes canciones en quechua, como punzantes saetas de dolor, brotaban de los acongojados labios femeninos. Lloraban a sus hijos; a sus maridos; a sus hermanos, a sus padres… Llegados al cementerio, todos cerraron filas en torno a las negras cajas mortuorias, y los oradores, transidos de dolor condenaron la cruenta explotación, y sacrificio sin límites de los héroes mineros. Todos escuchaban contritos, silenciosos, apesadumbrados. Cuando habló el Presidente de los Estudiantes, un silencio absoluto se observó en el cementerio. El orador, tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para contener el llanto que pugnaba por desbordarse se sus ojos. Cada palabra, cada gesto, cada expresión, fueron dictados por el más sincero y profundo dolor. Al finalizar estas palabras desgarradas retumbaron en el camposanto:

Misa en el frontis del Concejo Distrital a los caídos en la mina. Trabajadores de diferentes campamentos y personas de toda la quebrada de Chaupuhuaranga y la región llegaron para el sepelio.


En todo el velatorio, así como en las puertas de los campamentos y en toda la ciudad, mujeres lloraban masticando coca y hombres escondían su dolor bebiendo caña. Pero el día más doloroso fue este. Difícil describir interminable dolor.

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Autoridades y miembros del Sindicato de Trabajadores Mineros, iniciaron el lúgubre desfile al campo santo.

“… Y les juro, hermanos, -dijo- que en cuanto aliente un hálito de vida, haré conocer a los hombres de nuestra patria y a los niños de nuestro pueblo, la historia del perenne sacrificio de vuestras vidas, y el inmenso holocausto en que habéis muerto…”. Dios es testigo de que está cumpliendo su promesa. Lo que vimos después, no lo olvidaremos jamás. Las mujeres al borde de la locura, se aferraban a los féretros que guardaban a sus seres queridos, implorando que las dejaran un momento más con ellos. Muchas se desmayaron. Los cantos fúnebres en quechua, acentuaban el dolor de los presentes. Yo he visto llorar como a niños, desesperados y tiernos, a muchos hombres rudos y fuertes; hombres legendarios que a cada rato, y en cada recoveco de la mina,

se juegan enteros la vida. Cuando fue vencida la resistencia de las esposas y madres; una voz; una sola voz; quebrada por la emoción, comenzó a desgarrar -como nunca lo he vuelto a oír- las desconsoladas y taladrantes notas del “Cochacoillor”. En ese marco dolorosamente lúgubre, sus compañeros fueron bajando uno a uno a sus fosas, a estos inolvidables héroes del trabajo. Después, en sus tumbas, no hubo toque de silencio, ni ascensos póstumos, ni condecoraciones, ni fanfarrias, ni nada. Sólo el amargo y desconsolado llanto de las viudas y de los huérfanos, fue el desgarrante epílogo de la tragedia. (...)* (Tomado del libro La Conquista del Pozuzo de Cesar Perez Arauco, pp 445 - 448)

Los negros ataúdes comenzaron a desfilar por las estrechas calles de Goyllar, enlutando a un pueblo entero.


Ataúdes en columna interminable a la vista, avanzan a su última morada.

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En su ultima morada, pero siempre estarán presentes en nuestros corazones.

El entierro dio motivo a una de las más grandes manifestaciones de dolor, que se haya visto en Goyllarisquizga. En Abril al iniciarse las clases escolares en la Escuela, se volvían a reencontrar muchas caritas ya más tranquilas, para comenzar a forjarse un mundo nuevo, esta vez sólo con el apoyo de sus madres y algunos familiares, además de los profesores que los incentivaban a ser cada vez mejores. Los más pequeños no sabían aun lo que era ese gran reto, pero sus hermanos mayores se convertían en el guía, en el ejemplo a seguir porque eran conscientes a su corta edad que debían poner el hombro, ayudar a sus hermanos y madres, con el amparo de Dios que nunca los dejó y siempre estuvo con ellos. La muerte los venció quitándoles a sus padres, pero estos pequeños nunca cedieron hasta convertir sus derrotas en triunfos, lucharon sin descanso por lograr sus sueños enfrentando su misma realidad, buscando las oportunidades para aprovecharlas y preparándose día a día en la Escuela de la vida. Sabían que la vida es una lucha continua, que exige personas con coraje para enfrentarla, desafiando sus propias limitaciones apostaron la vida para lograr sus sueños. Así forjaron el mundo que desearon, aunque les fue difícil. En los años siguientes familias enteras, optaron por salir de Goyllar y emigrar a otros lugares en busca de una nueva vida, forzadas por las circunstancias, siguieron diferentes direcciones. Entre lagrimas, sollozos y abrazos, dejaron la madre tierra, muchos quizás para no volver y otros ojala alguna vez.


Algunos periรณdicos que dieron cuenta de la tragedia...


TRAGEDIA Veinte de diciembre día fatal De la tragedia inolvidable, Todos los cerreños lloran de pena Pero más lloramos los goyllarinos. II Doce de la noche hora fatal Para mis hermanos mineros, Que mal destino, que mal momento De haber ingresado a los socavones. III Cielo goyllarino esta nublado, Como el corazón de mis paisanos, Padres e hijos que se lamentan Por los fallecidos en El Dorado. IV Carrito del inclinado Cadáveres has llevado, Despertador inesperado Tu misión ha culminado. Lic. Alex Nelson Tucto Villanueva


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