El hijo del papá del Ahuizote No. 11

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« En el México prehispánico se creía que los guerreros al morir en combate se convertían en colibríes y acompañaban al sol en su recorrido matinal, hasta el mediodía. Las plumas de estas aves y otras de ricos plumajes eran utilizadas para fabricar mosaicos de atractivos colores.

»


El hijo del papá del Ahuizote por el momento es una publicación sin pe riodicidad definida encaminada a la di-fusión de textos literarios de diferente índole. Los autores que contribuyen en la creación de esta publicación son, al igual que tú, querido lector, personajes que en el ejercicio pleno de sus habilidades lúdicas alimentan el imperioso modus vivendi que es la creatividad. El contenido vertido en cada uno de los textos, así como del material gráfico que se presenta en esta publicación, nada tiene que ver con el criterio de AL FIN LIEBRE ediciones digitales, salvo en las ocasiones en las que la edición participa como un autor más. El hijo del papá del Ahuizote es una publicación sin fines de lucro, de manera que, si te intentan cobrar por la visualización, lectura, difusión o reproduc-ción del material aquí vertido, avísanos y haremos lo necesario para partirles su madre. El hijo del papá del Ahuizote No. 11: Onírico el más puro mineral: Portada: «La voz del colibrí» Autores: Claudia Coyotzi y Froy-Balam Técnica: tinta de colores sobre opalina Año: 2012 Medidas: 5 x 14 cm. Autores: § § § § § § § § § § § § § § §

Al fin liebre Ache Ele Claudia Coyotzi y Froy-Balam David Castañeda don Palabras Elvirávila Hernán Brizuela Casimir Irán Sánchez Jorge Jolmash Juan Luis Rojas La Estrella Púrpura Livia Díaz Melina Cometa Pako Magaña Rosario Carmona


EDITORIAL Poco antes de terminar mi relación con Cassandra, mi sexta esposa y mi quinta psicóloga fui a visitarla a su consultorio para enterarla de mi toma de decisiones. Naturalmente no lo vio con buenos ojos y me pidió de manera poco habitual que le diera algunos minutos para „tomar aire‟; se metió al sanitario y gimoteó algunas palabras frente al espejo. Un silencio misterioso secundó a esta acción y al final pude escuchar cómo jalaba aire de un cigarro de mariguana. Se escapó un tufillo tímido por la parte de abajo de la puerta y supuse entonces que debía esperar más tiempo, relajarme y enfrentarme a unos ojos rojos —que no eran producto de las lágrimas, sino de la mariguana fumada— y un ligero aletargamiento en sus palabras. La sola idea me aterró; precisamente por ese hábito era que había decidido dejarla: El sexo era sumamente aburrido desde que incrementó su consumo de THC. Fantaseé entonces con mi última arremetida —y travesura—. Recor dé que por aquél tiempo, Cassandra Gemini, como me gustaba llamarle, estaba realizando un compendio de los sueños de algunos de sus pacientes más audaces. Mi excelente olfato de editor carente de raciocinio humano me llevó directo al archivero y en el acto más hábil de toda mi carrera como ladronzuelo vil, arranqué de tajo un fólder completo. Tomé la fotocopiadora del consultorio y rápidamente me hice una copia de estos documentos.

Cassandra salió a tiempo para no darse cuenta de nada y con extremada calma me sonrió diciendo que era lo mejor para los dos; que no me guardaría rencor y que intentara hacer lo mismo con ella. Complaciente le sonreí ipso facto, le tomé cariñosamente la barbilla y esgrimí un último beso sórdidamente fingido. Hice algún gesto de desagrado al girarme hacia la puerta de salida del consultorio y me encaminé decididamente, llevando en mi poder un bonchecito de papeles, receptáculo de paisajes oníricos de las mentes más osadas que pudo haber escudriñado la infame Cassandra. Considero que no pudo ser de mejor manera: Seguramente ella — aún después de tantos años— sigue pensando de qué manera organizar los sueños vertidos en esos repositorios de papel; en cambio yo, en mi interminable carrera en contra de la gigante tortuga que soporta este cuadrilátero cósmico, me he otorgado el permiso de reproducirlos aquí, en esta revista electrónica, para que dialoguen con la pared y para que Cassandra, obviamente algunos días después de leer esto, comprenda que son los sueños de sus pacientes, los que estaban bajo su custodia, los que ahora salen a juguetear en estas líneas, para darle de comer al Ahuizote. Cassandra, te aconsejo lo que tú me aconsejaste: no me guardes rencor, por favorcito.

AL FIN LIEBRE ediciones digitales Estridentópolis, enero de 2012


RENDIJAS Por Ache Ele

frente a los espejos nunca privados del desafecto.

Bordes de sueño, manchas que la vida Zoo unta en cualquier superficie. Pelota que iba al centro colocada. Jugadores rudos pero fieles al lúdico signo. Se va la esfera en una grieta hondonada, submundo de humedad y criaturas muy vivas. Dentro del agua los cilindros animales habitan la nada. Pelotas. Más colores de baba, sanguinolentas unturas en muros, tierra, miasmas. Descenso ¿Habitación abandonada? ¿Reducto de sueño dentro del sueño? Grietas, vapores, tierra, vegetación para animales aumentados por el ojo microscopio. Más abajo Silencio que es como corazón detenido, no hay olores, de haberlos todo estallaría. Colchón manchado. Grietas que avistan más grietas. Matices de humores en todo. Secreciones como de habitáculo abandonado por alguien. Vuelto a visitar por la coincidente manera del desvarío. Pelotas que no son. La del juego no se verá nunca más/

* Supuse que me desprendía de esta corporeidad que desdice grosores, liviandades, tumefacciones propias de los excesos, suturas que esta trastierra de vigilia/onirismo sujeta al ánima como ojos onmnividentes, porque en los sueños sólo se ve, nunca se presiente, poco se escucha, a veces se palpa, jamás se prueba, imposible olfatear teas de piel en los instantes del cuerpo suelto en sus derivas, allí esta espiritualidad orgánica a la que sólo los juegos mentales —que no paran— le ofrecen alguna fruta de entendímiento visible, porque al despertar el pensamiento indigente apenas escudriña escasos elementos de lo acontecido. Supuse que me desprendía de mis sentidos, al dormir, y eso es lo que sucede cada noche, pero sólo como suposición insípida que a fuerza de repetirse quedaría como algo invalidado por la fuerza del sinsentido. (Este fragmento podría no haberse escrito.)

* De perfil, no dices nada; desasosiego que en el instante no es manía de retener esa ambición racional de preguntarte ¿cómo estás?, simplemente allí estás, sin decir nada.

* Sucede que suena la alarma, los ojos se abren, las extremidades respiran, las cobijas rezuman miasmas, de las márgenes de la sábana se desprenden diminutos animales sin nombre. El sol estalla contra la pared blanca, frente a la cama, las chispas que aún se desprenden del choque incendian tu cuerpo, el líquido que queda de una pesadilla es más inflamable que cualquier derivado de la química de los hidrocarburos. Una severa noticia se desglosa cuando la incipiente conciencia en llamas te dice que aún no despiertas, que el fuego es un sol radiante contra tus genitales,

* Vas por la calle, tu cuerpo desnudo está libre de sentir la ventisca porque te has rizado en un plástico que deja ver de todos modos tu cuerpo hermoso; tu pelo negro, los labios rojos, son lo que una turba de fanáticos —de la cual estoy proscrito, afortunadamente— enarbolaría para saciar su grito derrotado de antemano, en afán del poder efímero, orgásmico, contumaz de desear poseerte como yo alguna vez supe de tu saciedad, 1


que el círculo abrasador de un mediodía en la playa, el océano y su barullo exclusivo para ti te anuncia que es necesario procrear. Seres de fuego son los que en sueños alcanzan a entender que su paternidad comenzará en el momento en que la conciencia arda después de la peor pesadilla, porque después de eso es necesario que quien prosiga se desprenda de las flamas del terror heredado.

Los sueños son los restos del fuego con el que alguien nos dio forma.

* Soñar es activar la flama que nos procrea cada noche, cada día, dentro de cada sombra. Soñar es trascenderse, aún bajo el agua más azarosa. Y vivir es una manera de construir significados a ese incesante crepitar.

* En los sueños comienzan las responsabilidades… Cuando sueñas con alguien que conoces es porque te estás despidiendo de esa persona… Y así, agregar más frases leídas, escudriñadas, anotadas, acerca del humano soñar, porque aún siguen rebotando entre tus redes de comprensión. Soñar, deshacerse por instantes de un grado pertinente de comunicación, contigo, con los demás. Remitirse a los cosmos olvidados, como propone Bachelard, cuando los significados apenas asoman los dedos de la sinrazón. Una vida alterna, una significativa forma de la totaltaria suspensión irracional que es el sueño. Pasto de elucubraciones, razón de peso y de monedas para asir una narrativa que aliente la metamorfosis personal. Divagar, pero el asombro es tal que al menos de todo cuanto he soñado he logrado una certeza: todos esos seres que han aparecido en mis sueños, incluso los desconocidos, son parte de mi continuidad; algún día nos veremos a los ojos y entonces recobraremos los hilos sueltos que por las noches nos enmadejaron en tramas incomprensibles por inconexas, por desprendidas de una lógica posible. Nos hermanaremos para regresar a las llamas donde alguien nos engendró.

SUEÑO

QUE EXISTO, SUEÑO QUE MUERO. AUH TOKNIWANE, TLA XOKONKAKIKAN IN ITLATOL TEMIKTLI. Por David Castañeda Keke — ¿Cuál es tu problema? Milo — No mames no pude dormir, el hijo e puta del vecino tuvo un rave en su departamento y ya sabes como soy. Keke — No Milo apenas y te conozco. En este momento Milo se queda viendo a Keke con ojos de asombro. Milo desaparece con la cola entre las patas y el telón se torna rojo.

* 1


Keke en un monologo de tres horas aburre a la audiencia al grado que toda la primera fila se queda dormida.

apenas puedo escuchar lo que dice, mientras sigo mi camino, a este mundo venimos a soñar, a este mundo venimos a ser soñados.

Milo hace acto de presencia, toma a Keke por el pelo y lo arrastra fuera del teatro. Milo — ¿Cuál es tu problema? Keke — No te imaginas ayer tuve rave en mi departamento con los dos aceites cuatro tachas que me comido no creo dormir en par de días. En ese instante Milo Keke con ojos de odio.

vea

un y y he un a

Suena el teléfono y salgo de mi estupor, que sueño más estúpido, no lo puedo creer. Contesto, es Julio. ¿Qué quieres? —Cálmate cabrón sé que andas de mal humor por que no has cogido desde que te dejo tu vieja pero tengo la solución a tus problemas. — No mames mas vale que sea algo bueno estaba durmiendo. — Te lo aseguro, acabo de hablar con el muerto y dice que va a tener unas minas en el departamento de…… un ruido extraño como un trueno lo perturba todo y rasga la realidad… me vuelvo a despertar.

ARTEMISIA Por don Palabras … —¿Y usted a qué hora se volvió insomne? —Hace unos meses, una noche en que la mujer que a veces iba a dormir conmigo no llegó, me quedé esperando y ahora no duermo de noche…— … recargada en la cabecera del camastro, frente al gran ventanal amplio y diáfano; una mujer observa distraída las estrellas que juegan a deslumbrarse, desapareciendo a intervalos y dejándose llevar, piensa ella, revolcadas por vientos cósmicos. A su lado, también inmóvil, un cuerpo inerte y ajeno. La resistencia de la cama terminó por sucumbir ante el ahora peso muerto de los dos cuerpos que descansan del fragor amatorio. Ella, ante la urgencia de acomodarse y de ceñirse a su extremo del colchón, se ve obligada a desviar la vista del croquis astral descuidando el exorbitante conteo. Molesta, voltea y observa al culpable, contra el que des-

Envuelto en una espesa niebla me encuentro en un lugar extraño, ya no se si es el sueño o es él té de psicotrópicos que me dio Laura, un escalofrió recorre mi espalda y un susurro de voz me dice al oído Xib‟alb‟a, casi mi cago en los pantalones y maldigo a mi profesor de literatura prehispánica mientras corro como idiota, tropiezo con una piedra y voy a dar de bruces con un sapo cuyo ojo izquierdo se encuentra fuera de su orbita y que habla en un extraño dialecto de la sierra poblana, 

Dosis de LDS en juerga Raver.

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quita la falta con un furioso puntapié del que él, pétreo, nunca se entera. Ella termina por posar la mirada en sus formas, juega a igualar su respiración al sinuoso vaivén que su gran figura dibuja bajo las sábanas. Desde afuera, el espeso silencio de la noche penetra hasta los más íntimos ángulos de la habitación cubriéndolo todo. Puede sentirse el sigilo nocturno acoger a los durmientes y exaltar a los insomnes, deslizándose entre los segundos cuya fricción es testigo de la parte oscura, relegada, inactiva del día. Porque mientras la mayoría duerme algunos permanecen atentos, siempre despiertos, aliados incomprendidos; fraguan, a espaldas del mundo, el rumbo que al amanecer han de tomar las cosas, piensa divertida. Uno al lado del otro, extendidos en la zona de desastre, se alejan irremediablemente en direcciones contrarias. Él flota río abajo en el cauce del tiempo, bajo el cálido refugio del sueño; ella, deteriorada y exánime, observa a través del ventanal a la silueta blanquecina que grácil vela el descanso de tantos. Frente al cielo, asomada al infinito nocturno que se trasluce y redefine con el cristal, siente la tibieza caer sobre su cuerpo e iluminar sensaciones y sentidos desconocidos. Es una calidez que la hace imaginarse lejos de ahí, y de él. Inmersa en la penumbra, el brillo de sus ojos refleja el cansancio aún indómito, su piel desnuda es evidencia del movimiento astral patente en un espectacular bronceado lunar. Distante y desahuciada, descartada por la cruel negativa del descanso, se ha propuesto dejar morir en la soledad de una playa solitaria, en una isla remota, bajo de la esplendorosa claridad de la sonrisa que agoniza. Donde ellas son lo único que es, solas y

entregadas. Ella, la única amiga incondicional de eternas noches suspendidas, que la envolvería bajo su manto y gota a gota la recibiría en su claridad eterna. Juntas, cómplices, noche tras noche orbitarían iluminando las horas, velando el sueño de los dormidos y susurrando poesía al oído de tantos otros como ella, que hechizados, desesperadamente lúcidos, se dejan morir frente a un ventanal, bajo el albor de un estrellado cuarto menguante…

—SOÑÉ

Y SUEÑO— Por ELVIRÁVILA

Soñé con verte distinto, desarrollado, ¡nuevo!, no apoltronado, rutinario y recalcitrante. Soñé con superhéroes vigentes en su momento, ahora me ahogo en los rescoldos de su obsolescencia nacionalista. Soñé con aglutinar tus párpados de rosas y tus oídos de poemas… muy tarde, te perdí[ste]. Soñé ser y soy. Me vivo. 3


Soñé con un blues a la distancia, poco a poco toma forma, es infinito, maleable. Es. Eres. Ahora te sueño a ojo pelón y a pelo, sin frenos y con anhelos a granel. Sueño ser tu sueño, sueñas ser el mío. Soñemos[nos].

y nunca poder guardar una imagen a la cual recordar cuando sea un viejo solitario. Quiere hasta ser nube para acercarse al final del camino y decidir enmudecer en sus formas, volverse inmóvil. Pero también quiere se nube para sentir sus propias caricias y así, amarse a sí hasta el final del camino donde nunca querrá enmudecer en sus formas: nube etérea de amor propio caminarás mutándote en los cielos por siempre. En algún día de la vida de: Hernán Brizuela Casimir.

¡LOS

SUEÑOS DEL VIENTO!

Y hasta las nubes se acercaron al final del camino cuando decidieron enmudecer en sus formas. Pero el viento no les permitió tal infamia y sopló y sopló, y hasta hoy las nubes cambian tanto que tienen y tendrán vidas mutantes por siempre. Hasta que el viento las perdone o hasta que tomen el mando y eclipsen sus vidas en las madrugadas donde duerme el viento: porque hasta el viento sueña. Y lo hace con ser hoja, ola, brisa, vida, para descansar del eterno martirio de llevar a las nubes a todas partes y nunca poder amarlas. De mutarlas en segundos

¡LA

PERMANENCIA!

Por Hernán Brizuela Casimir 28.IX.94 Ya los años pasaban sin contarse, nada ocurría. 4


Habían aún noches y días, mas sus historias estaban llegando al final.

Ven a mi terruño, a mi morada, a vivir. Dime quién eres para decirte mi nombre. Para tenderte la cama del descanso eterno. Acércate a mi regazo y duerme en mis brazos que nadie podrá molestarte más. Descansarás en paz. Ven, hazme real que nadie cree en mí, aunque todos teman mi nombre. Pero dime el tuyo y te haré viento y eternidad. Deja que te besen mis labios, que te ame, que ni siquiera yo vivo sin amor. Oye mi súplica ma belle: “necesito amor: ámame”.

Ya las albas eran iguales. Sin sereno, sin lluvia, sin nada. Cada mañana el mismo recuerdo de ayer. Todo permaneció inmóvil por siglos. Todo durmió en brazos de la luna, En atardeceres acostado, como un lucero que sirve de sueño para que la noche descanse. Ya el cielo no despertaba. Ni con besos de la lluvia, ni con susurros del viento. Y las nubes envejecieron en espera y olvido. Cada sol ya no era un nuevo día, sino un viejo sol y sus viejos días. Ya nada cambiaba. Fugaz, fue su vida. Eterna, su muerte fue. Ya se anidaban los últimos segundos en las últimas memorias del milenio perecedero, agonizante, vagabundo de ilusiones, moribundo de recuerdos. Y así, todo permaneció inmóvil por los tiempos de los tiempos…

NUESTROS

DE

LA VEZ QUE LAS HADAS NO SE LLEVARON MI SUEÑO Por Irán Sánchez

NOMBRES

Con que desprecio he visto a los que sueñan, y ahora estoy preso en su sortilegio… Jaime Sabines

Por Hernán Brizuela Casimir 14.III.98. Ven mon amour. Sólo cierra las ventanas y déjate llevar por los senderos del sopor. ¿Te asusta estar moribunda en tierra extraña? Nada es salvo, sólo la bendición. Ven a mi reino, nadie puede encontrarte ahí. Sólo el tiempo pero le costará la mitad de su vida.

Un sueño de 8 horas… así, completito, de las 12 a las 8. Yo que nunca recuerdo que sueño, o sea, se que sueño pero no se qué sueño, lo olvido por completo. Alguien me dijo que las hadas se alimentan de los sueños, llegan en las madrugadas y se llevan 5


nuestros sueños para convertirlos en polvo de hadas que es el que andan esparciendo por el mundo. Pero bueno, las hadas no se llevaron el mío; será porque es uno de esos que marcan, que las hadas se apiadaron de este noctámbulo solitario.

es un regalo, mide el tiempo de aquí hasta la próxima vez. — No mames pinche Irán; estás pero bien pinche loco, o sea, soñaste o lo viviste— me dijo la Scarlette. — Las dos cosas, te lo juro. La dejé en CAXA a las 8 de la noche, no quiso que la acompañara a subirse al ADO. Huéleme, traigo su perfume aquí, en el cuello. Llegó a las 12 del día. Dime si no que la vida es un sueño del cual a veces no se quiere despertar.

Sentado en un café, justo abajo del mirador del Parque Juárez. Digo, hasta recuerdo los nombres y marcas de cada cosa del sueño. El sol y mi café calentando las 12, y llegó. Falda y blusa gris oscuro, hombros descubiertos, zapatillas negras, arracadas, labios carnosos, rojos; ojos cafés; la piel morena de sus hombros se antojaba suave y perfumada, y en efecto así era, lo comprobé cuando abrazados me metí allí, en su cuello, entre su hombro y oreja; aspiré y la besé. Sus manos temblaban, las mías sudaban. Por fin, después de cinco meses de no vernos, casi ocho mil mensajes en la red social, una llamada telefónica, estábamos allí frente a frente, reconociéndonos con emociones visuales, olfativas, auditivas. Sustituyendo las palabras virtuales, fotografías, los videos compartidos, los mensajes al celular; todo confluyó allí, frente a frente. Qué más decirnos que no nos hayamos dicho ya. Falta hacernos… y lo hicimos. ¿Qué sueñas? Me decía que agua, que flotaba; y el espejo me devolvía el sudor de mi frente y me veía flotando.

— Pinches hombres, quién los entiende, págame otro vino y te digo lo que pienso. — Nel, no hay varo. Déjame sentir que para mí, el soñar despierto tiene esencia de mujer. Tendido en mi cama, escucho el tic tac del reloj marcando medianoche. Me esperan ocho horas de sueños, y esta vez las hadas se los pueden llevar. El sueño que valía la pena lo viví con ella.

PESADILLA #1 Por Jorge jolmash Estás muerto. Muerto como un salchichón. A tu velorio no ha venido nadie —así que además de estar muerto, estás solo— En la transparencia azul de la noche sin grillos se oye el pisar de unos pasos descalzos. Se acercan. —Lázaro —exclama el tonto— levántate y anda. Te despiertas y te marchas.

Allí, al borde del precipicio en Naolinco, los dos en silencio, el tiempo corriendo y nosotros soñando. No sé cuando nos volveremos a ver, ya sabes, tengo una vida, me dijo. El que siguió en silencio fui yo; pero yo no tengo vida, pensé pero no lo dije; más bien colgué en su cuello el dije plateado. Bésalo, me pidió, aquí estarás. Sacó un reloj, toma, 6


Por Irรกn Sรกnchez

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AXOLOTL

Caminaba en el musgo y veía tu silueta a la lejanía, rogaba porque fueras tu, sin embargo algo me distinta me sentía.

Por Juan Luis Rojas En tus manos galopan los suspiros de mi tristeza que sueñan con la mirada tierna de tus palabras

Solo en sueños te tengo. Solo en sueños te sueño. Haces que la espera noche sea más parecida tortura inminente.

aquél humo de caracola que vuela martirio de mis hombros enamorados Dios benévolo de muerte que gime después del parto ... camino santo por donde la luna florece.

por la a una

Permites miserablemente que te sueñe solo por la noche, ¿Por qué no sueño contigo en los rayos penetrantes del sol? ¿Por qué no caminar bajo los bellos y resplandecientes rayos del sol?… Tristemente te tomo de la mano, camino contigo en compañía de la luna. Me detengo y pienso… ¿Por qué no me das un beso?… recuerdo que siempre es mejor robarlos que pedirlos, entonces hago lo propio… Terminamos llenos de gotas de rocío, acostados en el lado oscuro de la luna, divirtiéndonos con nuestro juego favorito, mientras regocijados decimos: … . Despertamos, abrimos los ojos y nos miramos fijamente y sabemos que esto no es un sueño más.

EL

DISEÑADOR DEL METRO Por Livia Díaz

Por La Estrella Púrpura A mis hijos no les ha faltado talento, al contrario, se la ingenian para resolver cualquier situación. Si no me cree, basta con conocer la historia del tío

Una noche dormí y comencé a soñar. Me encontraba plácidamente tranquila sobre mis sabanas lilas y mi almohada de orquídeas, regocijada entre los tibios brazos de Morfeo y los de él. Es cuando en verdad empecé a soñar.

LIVIA DIAZ, MÉXICO DF, 1965. Periodista, poeta y promotora de lectura. Radica en Tantoyuca, Ver., edita el blog diario El Huasteco y dirige un taller de cuento en la biblioteca.

Soñaba que te tenía, soñaba que eras mío. Que en mi solamente te llenabas. 8


abuelo, para entender por qué, se las apañan muy bien ante cualquier problema.

escritorio? —un dijo el nini.

restirador

—le

Como todos le tenían miedo al bisabuelo, Oficial Mayor del nosocomio y quien firmaba los cheques, no tardaron en darle al tío Luis, un sitio entre ellos en la hora del chisme. Lo que no lo hacía popular es que era más difícil sacarle las palabras, que el chicle.

Este era un vago, lo que se diría un “nini”, ni hacía una ni hacía otra cosa. Para la bisabuela no había un lugar en su casa para un muchacho de pantalones pachucos de color gris, camisa de jersey beige, que se rascaba la panza sobre su sillón de peluche rosa, sobre el codo y mascando chicle, alineándose el sombrero de ala ancha con una pluma. Este hijo nonato de Tintan, la tenía harta, hasta la coronilla. Limpiándose el sudor, luego de haber pelado una guajolota y estar pelando una gallina, lo observaba desde el pasillo adyacente a la cocina pensando qué hacer con él. Cada vez que el nini respiraba, le daba el jalón huraño a las plumas, provocando un estruendoso grito de terror, del resto del gallinero. El nini, que estudió “Diseño” una carrera incipiente y con poca demanda, decía que “no hay trabajo” que “nadie me quiere contratar”. Julia, la ayudanta de la bisabuela, al verla tan alterada le dijo que le pidiera a su otro hijo, a “Jorgito”, que lo recomendara en el hospital, al menos de camillero o limpiando pisos y ya después iba a ir subiendo de categoría —Todo es mejor que verlo de flojo —dijo mi bisabuela, echando el pollo a la olla.

Ya sea sentado en las jardineras, panza al sol o de lado, mi tío permanecía mirando las plantas y disfrutando a la pajarera que se reunía todos los días en torno a la salida del agua que formaba un charco cerca de los aparatos de ventilación, en donde tomaban un delicioso baño; con su atuendo al que se le agregó un chaleco y un saco, Luis, disfrutaba la jornada laboral, lustrándose los zapatos, con fervor, luciendo las puntas tejidas de sus tejanos color miel, o limpiándose las uñas,

Aunque molesto, el superintendente del Hospital Colonia reaccionó buscándole acomodo al nini, era el momento de transición, todo lo moderno se volvió nuevo al pasar de los ferrocarriles al Seguro Social. El destino del nini fueron los sótanos, bajo la entrada accesoria de ambulancias, tuvo a bien el señor Pancetas de apelativo Joel, colocar una mesa y —¿un 9


repasándose una y otra vez una excelente manicura por la cual tenía las más anchas, resistentes y hermosas para presumir, en la Ciudad de México.

El subalterno del tío caminaba de uno a otro lado golpeándose el muslo con el fuete, haciendo gestos con la boca, puso nervioso el tío quien dejó de comer tacos y bebió de golpe una gaseosa para pasar el bocado; fingiendo humildad y respeto al jefe, se sentó en el restirador, alineándose la ropa y el pelo, esperando instrucciones. Pero Joel Placetas tenía la mente muy lejos y muy cerca, sus ojos volaron a un cuadrilátero imaginario en donde el nini en calzoncillos rojos, peleaba con él que vestía unos verdes sobre la lona, en donde ahora le estaba aplicando la urracarrana voladora, y disponiéndose a aplicarle un candado, pensamiento que interrumpió de golpe la sirena de la ambulancia.

Pancetas, quien estaba aprovechando la presencia del nini para remarcar su poderío, correteaba empleadas, pues pensó que bajo su mando no habría ninguna queja, y sobre él ninguna demanda, pues ante la llegada del pariente del jefe, había que ser permisivos, se sorprendió al ver llegar a Jorgito para pedirle un reporte completo de actividades realizadas, con el producto de los proyectos de diseño “para fin de mes.”

Esto era un acontecimiento, en aquel gran hospital, en mucho tiempo no se habían movilizado para ir a una atención de urgencias, las unidades. Reponiéndose, Joel le dijo a Luis que le quedaban 17 días para desarrollar sus ideas originales y que tenía que presentarlas. Pasando saliva, con permiso especial de la manzana de Adán, el nini concibió un pensamiento, y de inmediato comenzó el desarrollo de su primera idea, “echar los puercos al mar.”

Joel se estremeció al ver al extremo derecho de la oficina, cerca del marco de la puerta, ahora casi completamente llena por su hermano, el pelirrojo y regordete hombre altísimo, cuando arrancó las hojas demás, al aún panzón librito, descubriendo la fecha, “13 de agosto”.

José, además de ambulancias, en aquel sótano toleraba la presencia de puercos, animales de crianza que traían los ferrocarrileros y dejaban eventualmente, como pago o muestra de gratitud al director médico o al tío, y que de tres, pasaron a ser 18.

— Esto no tenía remedio. —dijo, con el fuete en las manos cuando iba dirigiendo sus pies al sótano, e ingresó al oscuro lugar para llegar al restirador del nini, que disfrutaba mordiendo un taco de papas, mientras estaba mirándolo.

Estos cochinitos, vivían allí pues nadie sabía qué hacer con ellos, se quedaron atrapados entre la época y el crecimiento de la 10


urbe en la que, poco a poco se dejaba de cebar la granja y se iba al mercado o al “súper” a comprar los alimentos.

No eran clase media ni clase alta, quienes acudían a pedir el servicio de los médicos, sino las clases más bajas, los ferrocarrileros y sus familias, además de algunos empleados y empleadas de mercados y tiendas, funerarias y florerías de la colonia Cuauhtémoc.

Pintando un avión que cruzaba el cielo sobre el hospital y arrojaba, en medio del mar una caja de madera, a la que habían atado cadenas, José caricaturizó el “desembarco de los animales en la nada”, como ejemplo de “la sanidad” y el deseo “de la institución para dejar atrás las prácticas que, impiden el desarrollo de la medicina moderna”, para lo que “dio mejor vida y sepultura a sus conejillos de indias, nada menos que una docena de temerosos puerquitos que habían donado su vida para el bien de la humanidad.”

El nini concibió la gran idea de nombrar a la consulta “Citas médicas”, y de hacer un cronograma con lo que llamó “Práctica de la Medicina Preventiva, acudiendo pronto a su médico”, en el que contempló la triada “cita médica + aplicación de vacunas + visita al dentista = excelente salud”, pero además “en el mejor lugar de América Latina”, inspirado en la historia del lugar, creado por el “Excelentísimo Señor Presidente de la República Mexicana Don Francisco Díaz”, en quien vio, a la gloria del pasado, con ojos desprolijos de interés o conocimientos, un signo de pesos.

Lo que nadie imaginó es que el nini hizo copias de su caricaturesca plana de dibujos en serie, del evento descrito, como boletín de la institución, y que se fue caminando por la misma acera hasta los principales periódicos de México, depositando, en cada uno, el sobre conteniendo esta historia.

Pensó que, había muchas asistentes médicas y pocos derechohabientes, pronto dibujó a las mujeres que veía sentadas en sus lugares tejiendo y platicando, atendiendo teléfonos “amablemente”; además a los médicos —que se rascaban la testa y la coronilla,— brillantes e interesados en sus pacientes, pesándolos en básculas ubicadas en los consultorios llenos de familias; y las moscas que se instalaban en los asientos vacíos, ahora estaban detrás de los cristales, como intentando entrar al lugar que brillaba de limpio.

Al día siguiente, cuando el tío, al ver el periódico, advirtió aquel retrato digno de Mérigo, de colores fijos y trazos firmes, con aquella historia inventada y no autorizada, tiró su taza de café y golpeó la mesa con fuerza gritando, pero temblaba como una gelatina cuando recibió una llamada del Presidente de la República, quien le pidió ir a la Cámara de Diputados y Senadores a explicar los pormenores de este procedimiento.

El nini convocó a una “Jornada Nacional de Atención Social” al que llamó “Derechohabiente”, y le puso una lista con los números telefónicos de cada terminal en consultorio, a la que la gente, que poco a poco iba adquiriendo teléfonos en sus casas y quería

El nini, mientras tanto, llegó como siempre a su changarro del sótano y se instaló en su banco a esperar, mientras se limaba las uñas pensó en la gente que llegaba a consulta. 11


utilizarlos, podía llamar para solicitar “Atención y Citas Médicas desde su Domicilio”.

tras salir el periódico, en la mañana siguiente, sufrió las consecuencias de un mareo con taquicardia, sudoración excesiva, y desvalimiento, mientras el presidente le pedía por teléfono ir a Japón a explicarles cómo funciona. El nini le dijo —no te preocupes, es lo nuevo en ferrocarriles, pronto, todos van a querer subirse al vagón.—

El abuelo, que había salido volando de la oficina con sus abogados y directores de área, a comparecer, ante los diputados, no acudió a ver al nini para reclamarle, ni pudo impedir su siguiente golpe, por lo que, el subalterno, al salir de la oficina, se dirigió nuevamente a los principales periódicos de la ciudad, para depositar sus creaciones en El Excélsior y El Universal, que para el día siguiente, tenían dispuesto reproducir, en media plana, el dibujo caricaturizado en seis cuadros con la descripción de lo que tituló “Lo que toda familia mexicana tiene que hacer para sacar una cita con su salud”. El papel blanquecino, escrito y dibujado con tinta china negra, decía: “Señora, señor, ustedes y sus hijos no están seguros, podrían tener una enfermedad silenciosa y mortal, acuda a su médico. La gente saludable distingue a la patria.” Al siguiente día, el presidente de México fue felicitado, y el tío llamado para explicarse ante la Organización de las Naciones Unidas “por tan magnífico plan de atención a las clases proletarias y a la burguesía.”

AFERRADA

A MÍ SUEÑO.

Mi escape es mi sueño, porque en el estas tú. Cada noche que me adentro en este abismo, logro verte , tu vienes a mi tal cual antaño! Acaricias mi pelo y me vez fijamente! Yo nuevamente vibro de felicidad, una lágrima escurre en mi rostro, mi corazón palpita fuertemente pronunciando tu nombre! Mis labios en tu piel describen cada uno de los sentimientos que aún están presentes en mí!

Cuando volvió del viaje a Nueva York, le preguntó al nini — oye y ¿cómo crees que va a llegar tanta gente al hospital, si apenas, y con muchos trabajos, es suficiente el camión y el trolebús para el transporte de las masas en la ciudad?— El tío José no respondió, pero comenzó a dibujar su siguiente inventó, —voy a hacer el metro —le dijo —es el mejor transporte del mundo. —Jorgito sonrió y se fue a dormir, pero, 12


Tus manos son aún tibias, tus besos son el éxtasis! Siento como se estremece tu alma al estar cuerpo a cuerpo, siento como despojas toda tristeza mundana de mi al momento que susurro “Eres mi sueño Real” Y me aferro a que este sueño diario, no termine nunca! Seguiré implorando a la magia, seguiré haciendo hechizos a la luna para que este sueño siempre esté vivo! Sin este sueño mi corazón solo seria cenizas! Porque no te tengo solo tengo de tí este sueño, un sueño tan real en el que siempre te tendré!

La desesperación se apodera de mí casi hasta la locura. Hoy desperté pero aun dormía. Soñé que soñaba. La madera del techo cruje por las pisadas de la luna pero el sol se hace presente y la madera calla. El silbido del viento lastima mis oídos; no es el viento es el maullido de una gata pariendo. Un cuervo aletea por mi cuarto hasta que la mariposa se lo come. Mi hermano, sonámbulo, platica de amor con su libreta.

Para mi esposo Roberto QUEPD De MELINA COMETA

El perro le ladra a los rayos de luna que se cuelan por una rendija en el techo de su casa. El gato maúlla porque el sol le quema una garra. No me doy cuenta de lo que escribo porque desperté pero aun dormía. Hoy soñé que soñaba.

JUEGO

A QUE SUEÑO

Por Rosario Carmona García. Juego a que sueño Y no sueño nada, Simulo que duermo Y me pierdo entre las sombras de la habitación.

SOLO

Este maldito sueño Que no logro alcanzar Enmudece mi voz Mis ganas de gritar.

SUEÑOS Por Pako Magaña

Cerré los ojos por un instante Creí empezar a soñar

Tengo una extraña sensación. Estoy en la antesala del infierno. 13


Vuelvo a abrirlos Y me encuentro perdida En el bosque, Corro sin cesar Y no puedo alcanzarte ¿Es que acaso huyes De esta deprimente alma?

Oh Dios, quiero despertar De este maldito sueño incongruente. Me levanto y sigo mi camino En medio de la densa niebla, El frío, mi tristeza y pesadumbre No me permiten ver Que te has ido sin percibir Que por ti yo vivo, Si le das vida a este sueño, Si no es verdad, me perderé Como un punto al final.

Entre la hojarasca Caigo lentamente Y una extraña niebla Me envuelve, Como la vida Y este sueño, o pesadilla, De la que no creo despertar.

En este instante veo Aparecer una sombra, Avanza lentamente, Una forma avanza Sin que comprenda si es hacia mí A quien conquista, No quiero ser esa sombra Negativa en tu mirar, Hoy me miraste con desdén Con el que se mira a quien Ha hecho todo mal.

Quería alcanzarte y decirte Qué tan importante eres En mi caminar. ¿Acaso no lo ves? O es porque se trata De un maldito sueño En el que no estás. Tomo la tierra y las hojas Entre mis manos, Aún en la oscuridad Hay gritos de impotencia, Gotas de rocío que quieren Asomarse a los ojos.

¡Quiero despertar de este sueño! Soñar que duermo, No quiero ser ese punto final Que desaparece para siempre…

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Por Jorge jolmash

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Se termin贸 de digitalizar el lunes, 30 de enero de 2012 en Estrident贸polis, La vieja.

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