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Amor a juicio

Elena Sáez

AMOR A JUICIO

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Recientemente en nuestro país han ocurrido una serie de sucesos que han consternado a la mayoría de los ciudadanos españoles. Estos sucesos son las agresiones homófobas que se están llevando a cabo en todas las partes de España.

Siempre se dice que ya no hay homofobia, que las personas LGTBI no están oprimidas pero por desgracia esto no es así. Aunque España sea un país más o menos tolerante no podemos olvidar que en pleno siglo XXI un grupo de personas ha asesinado a Samuel Luiz el pasado 3 de julio, pegándole una paliza al grito de “maricón”. La repercusión mediática y ciudadana ante esta atrocidad fue esperanzadora, miles de personas salieron a la calle a protestar por la opresión que, a día de hoy, las personas LGTBI siguen sufriendo. Lo que si decepcionó al pueblo fue que en esas manifestaciones pacíficas las cargas policiales fueron atroces. Mientras tanto, en otro tipo de manifestaciones como la neonazi que hubo el 18 de septiembre en Chueca al grito de “fuera maricas de nuestros barrios” los manifestantes no fueron agredidos por la policía e incluso fueron escoltados.

Toda esta libertad de la que gozan los ultras neonazis y fascistas se debe a la poca impunidad que la justicia y el gobierno ejercen y a la libertad de expresión de la que gozan los partidos de ultraderecha para difundir sus discursos de odio hacia colectivos minoritarios y oprimidos históricamente. Todos hemos escuchado alguna vez alguna de las joyitas que ha dicho VOX sobre el colectivo LGTBI, todas estas cosas que difunden en ruedas de prensa y en actos son constantes faltas de respeto, intolerantes e ignorantes, que terminan llegando a un gran número de personas y sobre todo de jóvenes. VOX tiene una campaña publicitaria muy buena, son muy activos en redes sociales y eso hace que los jóvenes tengan una forma fácil de llegar a lo que difunden. Otro problema es que se les da voz en programas de televisión como El Hormiguero, que es visto por miles de españoles a diario, donde Santiago Abascal dijo que para él el matrimonio era la unión de un hombre y una mujer, no de dos hombres o de dos mujeres. También siguen existiendo campañas como “Hazte Oír”, lo que hacen es propagar un discurso tránsfobo; llevan un autobús por ciudades en el que pone el siguiente mensaje: “los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen”. ¿Cómo tiene que sentirse una niña o niño trans que están descubriendo lo que les está pasando y de repente ve ese autobús por la carretera a su libre albedrio? Pues lógicamente les confundirá y hará que se escondan y que no muestren lo que son por miedo, y eso en pleno siglo XXI no debería ser permitido.

También hay que mencionar que las mentes de los jóvenes cada vez son más abiertas. Esto ha hecho que la mentalidad de nuestros padres también cambie bastante. En la época de nuestros padres, probablemente ni se les pasaba por la cabeza rebatir a sus padres cuando decían algún comentario machista, racista u homófobo, por el contrario, ahora nosotros normalmente les rebatimos y les intentamos educar sobre diferentes temas como la tolerancia e igualdad.

Aún así, en muchos países del mundo la homosexualidad y transexualidad siguen siendo cosas de las que avergonzarse, que hay que llevarlas en secreto y que, en algunos países, pueden ser penados con cárcel o la muerte. Sin ir muy lejos, podemos hablar de Hungría un país que forma parte de la Unión Europea. Bien, pues en este país las personas LGTBI no tienen permitido adoptar y a las personas transexuales no se les es permitido registrar su cambio de sexo. Este país forma parte de un continente que va de progresista con los derechos humanos, pero aun así se les permite dictaminar estas leyes sin que nadie haga nada. Después en países del tercer mundo, donde en gran parte la homosexualidad es perseguida y castigada, las organizaciones que deberían ayudar a que esto no fuese posible se lavan las manos y hacen poco o directamente nada.

Todavía queda mucho por hacer para que las personas LGTBI puedan vivir sus vidas sin que nadie les juzgue, acose o castigue. España no es el peor país para estas personas, pero aún así queda mucho por hacer. La muerte de Samuel ha marcado un antes y después en nuestro país haciendo que nos demos cuenta de que la lucha sigue, por que nadie debería juzgarte por quien amas.

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