Revista Aletheia Año IV Número 14

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ALETHEIA

REVISTA DE LA ASOCIACIÓN VENEZOLANA DE PSICOLOGÍA ANALÍTICA

LA PACHAMAMA EL RETORNO DE LA DIOSA SOMBRA Y TERAPIA EN LA NUEVA ERA ATRAVESADO POR EL RELÁMPAGO DE DIOS

Año IV Num 14


ALETHEIA Año IV. Num 14 Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

2 Publicado por la Asociación Venezolana de Psicología Analítica (AVPA)

Sylvia Cova

La Pachamama . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Giovanna Bruni

El retorno de la Diosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Hortensia Carrer

Sombra y terapia en la Nueva Era . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 Laura Morandini

Idea Editorial y Coordinación General: Laura Morandini Comité Editorial: Maria Carolina Concha Sylvia Cova Laura Morandini Versión Kindle: David Alfonzo

Atravesado por el relámpago de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

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Diana Rísquez Calle Orinoco con Cali. Edf. Las Teresas PB . Apt 01 Urb. Las Mercedes. Caracas. Telf: 0212 9919773 0212 3684854 Email: revaletheia1@gmail.com FB: Revista Aletheia

Aletheia

 Aληθεια. Compuesta por α (a = sin) y ληθεια (letheia = ocultar), unidos forman el concepto de "des-ocultamiento". La acción de desvelar, correr el velo para que aparezca lo que está oculto. El término está asociado con (lethe = olvido) que da nombre al río del Hades, el Leteo. Beber las aguas del Leteo provocaba un olvido completo, la verdad es lo olvidado. Y como nos dice Platón, conocer la verdad no es más que recordar.

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En portada Sophia Goddess of Wisdom Art Nouveau by Emily Balivet www.emilybalivet.com Depósito Legal: DC2017001349

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septiembre/octubre/noviembre 2020


EDITORIAL

Sylvia Aletheia regresa con el equinoccio de otoño 2020, y nos encuentra firmes en el propósito de ser una ventana de luz y conocimiento del universo amplio y complejo de la s ideas junguianas y sus desarrollos ulteri ores, a pesar de representar un esfuerzo a contracorrie nte de los tiempos actuales -o acaso precisamente por ellos - cuyas amenazas y riesgos no hace falta explicar. En esta oportunidad nos complace introducir a nuestras colaboradoras. De la mano de Giovanna Bruni nos adentramos en e l misterio de la Pachamama, la Madre Tierra, la representación andina de la Gran Madre, como mito, culto o ritual, como elemento vi sceral en las cosmogonías de varios grupos nativos extendidos por Perú, Bolivia, y parte de Argentina y Chile. La Pachamama- según leemos en este relato fascinante y pormenorizado- es centro vital, ese lugar del que nacen todas las comunidades Aymara, es figura maternal femenina y bondadosa y es el rostro materno de Dios. Pacha significa tierra, mundo, universo, tiempo, época. Y mama, Madre. No deja, a l mismo tie mpo de tener un carácter cruel y sangriento. Su templo es toda la naturaleza. La Pachamama nos convoca hoy con urgencia, herida y maltratada.

Cova

Licenciada en Filosofía Psicoterapeuta Analista Junguiana Miembro AVPA, IAAP sylviacova@gmail.com

Hortensia Carrer, analista junguiana radicada en Barcelona, España, nos invita a conocer más de cerca el arquetipo de Hécate, la Vieja Sabia, La Que Sabe Que Sabe, la bruja, la curandera, de modo que vamos descubriendo y complementando las variedades infinitas de lo femenino y sus insondables misterios. Este texto es también un llamado a conectarnos con e se contenido interior, en tanto guía, cualidad intuitiva, pozo de sabiduría, oscuridad sanadora. En otra entrega, Laura Morandini nos habla de La Sombra en el Terapeuta, y de la necesidad de vigilar en tanto analistas nuestras propias tinieblas, mientras pretendemos acompañar e iluminar al paciente en la 2


identificación de las suyas. Toda la diná mica terapéutica se enclava en la díada transferencia/ contratransferencia, sobre la cual a su vez se establece el vínculo. La atención y develamiento en la medida de lo posible, de nuestros puntos ciegos en tanto t erapeutas, es condición necesaria del oficio y constituye el ethos de una práctica honesta y lúcida. El momento es propicio para honrar a quien se reuniera presuroso con su Amado hace unas pocas semanas. Armando Rojas Guardia tiene un espacio en Aletheia para la celebración de su poesía, de su agudeza intelectual, de su alma torturada y necesitada de alivio, y al mismo tiempo de su mirada iluminadora, sabia y única. Reconocido por muchas voces como uno de los frutos más acabados de las letras venezolanas d el último medio siglo, le otorgamos el honor a la Dra. Di ana Rísquez, ella misma cultora sensible de la palabra, transcribiendo su entrañable semblanza del poeta a propósito del homenaje que se le hiciera en noviembre de 2009. Se dirá que puede haber una c ierta disonancia en el hecho de evocar a Rojas Guardia en el contexto de una publicación no específicamente literaria. Pero es e l caso que Armando, en su dramático trasegar por el laberinto de la locura que conoció tan de cerca, fue acompañado en varias d e sus muchas visitas al Hades, por el notab le analista junguiano Rafael López Pedraza; se interesó genuinamente por la Psicología Profunda e incluso se permitió con la honestidad intelectual que le era habitual, disentir de un autor consagrado como James Hillman. En un ensayo del año 2005, Rojas Guardia razona sus diferencias de pensamiento con la corriente arquetipalista, y su trasfondo platónico, que reduce, a su modo de ver, la realidad toda a los arquetipos como esencia unívoca, lo que explica que esta vertiente psicológica se ampare tan unilateralmente en el mito y olvide la historia.

Armando Rojas Guardia

Para un cristiano católico que vivió, demasiadas veces dolorosamente, gozosamente otras, crucificado en el altar de su fe, desdeñar la dimensión histórica de Cristo, obviar las causas sociales, políticas y religiosas que incubaron el entramado crítico auna do a la misión 3


encomendada por el Padre, que lo llevó al sacrificio, es inaceptable. Rojas Guardia se refería muy probablemente a un aspecto interpretado de modo extremo y radical de la psicología arquetipal. Para Jung, Cristo es la ejemplificación real del Opus psíquico , la piedra filosofa l hecha carne. Dejando el cuerpo en la cr uz, hizo alma a l punto de volver a la vida, histórica mente para los católicos, y simbólicamente desde el punto de vista alquímico. Si la vida es el proceso de autorrealización del inconsciente y la conducción del mito pe rsonal hasta sus últimas consecuencias, Armando parece haber completado sus deberes – estamos hablando de amor , pero también de moral- y haberlo hec ho además con inteligencia, generosidad, rigor y gracia. En sus propias palabras vivió poéticamente. No tengo conocimiento de otra figura pública en nuestro medio que estuviera más adosado a lo arquetipal, y tocado por los dioses, quienes para él, se fundían todos en uno solo. Armando se empeñó con fruición y perseverancia en hacer con sciente lo inconsciente, y su proceso no fue otro que el de su individuación; trabajó para morir consumado. En un texto escrito el 28 de junio, 11 días antes de su partida, dice: Incluso en la hora de mi mue rte p odré decir, en virtud de ese amor indefectiblemente lea l ‘estoy a salvo’. Sólo se me ocurre una palabra para celebrar que estuvo entre nosotros. Gratitud.

Armando p arece haber completado sus deberes – e stamos habl ando de amor, pero tambié n de moral - y haberlo hecho además con inteligencia, generosidad, r igor y gracia. En sus propias

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palabras vivió poéticamente

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LA PACHAMAMA

Giovanna En t i n ues tra vida nace , c rece y r eposa , e n t i nu estra vida se enc ie nde y se apaga. Som os t u l uz, som os t u c uerp o, tu esp íri tu . C on sol em nidad llegaré a ti con ver tido en pol vo cuando m ejor lo d ecidas . Munay pach am am a, m unay ,m unay …

Bruni

Fragm ento de la Pl egaria a la Pach am am a

Psicólogo Clínico Actualmente en formación IVPA psique.today10@gmail.com

“La vis ión cósmica de l mund o and ino, es un proceso de vida, que imp lica un despertar de los conocimientos, sentimie ntos y saberes ancestrales, basado en e l respet o, la comp lementarieda d y la recip rocidad con t oda la naturaleza y el cos mos, tomand o conciencia de que t odo lo que sucede en nuestro entorno materia l y físico, es un refle jo de la esencia invisible de nuestro ser y sentir 1. La palabra antigua Aymara Antis, que significa natural de lo s Andes, representa pertenecer a un lugar sagrado. Para el hombre andino, redescubrir la sabiduría ancestral consiste en buscar la conexión consigo mismo y con su entorno a través de la integración, la cooperación, la reciprocidad, la hermandad y la unión con sus semejantes. Su conexión con la tierra, la comunidad y el cosmos persigue la comunión con Dios y e l universo creado por él. Esta conexión o identidad mística del hombre andino con su entorno es lo que llamamos “ Participación Mystique ”. Est e mecanismo descrito por Lévy -Bruhl como ley de part icipa ción o participación mística se sitúa en los comi enzos de la humanidad, donde el hombre se i dentificaba con la naturaleza. El hombre primitivo, consideraba el mundo vi sible y el invisib le como u na única realidad, en la que los acontecimientos del mundo visible dependen siempre de los poderes del invisible 2. Jung utilizó el término para definirlo “como un pe culiar mod o de vinculación psíquica al objeto. Cons iste en que e l sujeto n o acierta a d iferenciar d istintamente e l objet o, vinculándose en 1

Centeno Brun, H. (2009) Acercamiento a la visión cósmica del mundo andino. Punto Cero v.14 n.18 Cochabamba, Bolivia 2 Lévy-Bruhl, L. (1985). El alma primitiva. Madrid. Ed. Sarpe.

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virt ud de una relación directa que podría ser denominad a identidad parcial. Esta ent i dad se basa e n una unidad a priori de objet o y sujeto ” 3. El hombre andino encuentra una integra ción absoluta con la s plantas, los animales, los ríos, los lagos, las montañas, y est o implica una relación interactiva y dinámica que la hace única.

El hombre andino encuentra una inte gración absoluta con las plantas, los animal es, l os ríos, los lagos, las montañas, y e sto implica una relación inter activa y dinámica que l a hace única

Para él, el universo siempre envía señales que so n interpretadas a través de los abuelos y los amautas (maestro e n quechua). Un mensaje muy común está relacionado con los ciclo s de la agricultura que los orienta acerca de las fechas má s propicias para arar la tierr a, sembrar y recoger la cosecha. De igual forma, existen mensajes del unive rso que son recibidos a través de los animales; por ejemp lo, el canto de los pájaros e n las mañanas comunica que se recibirá la visita o noticias de algú n miembro de la familia. Ot ro ejemplo lo representa la comunicación con el choca, ave que ani da en las ori llas del lago Titicaca. Cuando anida en las partes altas, les indica que habrá un período de mucha lluvia, y cuando lo hace en las partes bajas, existirá un período de poca lluv ia que les permitirá cultivar en las zonas bajas. Policarpio Flores Apaza , amauta de Tiwanaku, nos relata: “E l ayllu es la reunión de mucha ge nte con sentimientos d e hermand ad; e l ay llu inclus o es una unión con la Pachamama , con las plantas y los animales, y para eso no se necesita ni p olítica ni religión, sólo un corazón grande. Nuestros abuelos tenían un gra n corazón y andaban con paso seguro p orque hablaban con la Pachamama, con las estre llas, con las f lores: es p or eso q ue no s e equivocaban” 4. En las diferentes mitologías alrededor del mundo, el arquetipo de la Gran Madre se expresa a través de una dios a cuyos atributos están relacionados con su gran poder de creación, y está conectada directamente con la fertilidad y e l crecimiento, en especial con la agricultu ra, la prosperidad y lo s alimentos. Así como en la mitología griega el arquetipo de la Gran Madre estuvo representado por Gaia personificando a la 3

Jung, C.G. (1949) Psicología y Religión. Barcelona. Ed Paidos Flores Apaza, P. ( 1999) El hombre que volvió a nacer. Vida, saberes y reflexiones de un amawta de Tiwanaku. Plural Editores. 4

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Madre Tierra, en Roma por Cibeles como Magna Mater, en la mitología incaica lo hace la Pachamama. Neumann señala que “la madre-tierra-naturaleza, parad igma de carácter ubicuo, es susceptible de s er pesquisado en t oda s aquellas áreas vinculadas con las altas culturas agrarias. La s culturas de la Mad re Diosa y sus mitologías están conectada s cercanamente con la fertilidad y e l crecimiento, y particularmente con la agricultura, y de allí con la esfera de los alimentos, que constituye la esfera material y corp oral ” 5, y esto se evidencia en la presencia de la Pachamama en el mundo andino.

Las culturas de la Madre Diosa y sus mitologías e stán conectadas cercanamente con la fertil idad y el crecimiento…

Jung describe que “el arquetip o de la madre tiene, como todo arquetipo, una cantid ad casi impre visible de aspectos. C itand o sólo algunas f ormas típ icas tenemos: la madre y abuela pe rsona les ; la madrastra y la suegra; cualquie r muje r con la que se esté en relación…; en sentid o f igurad o, más elevado, la diosa , especialme nte la mad re de Dios, la Virgen (como mad re rejuvenecida, p or e jemplo: Deméter y Cere s), Sop hia (como madre amante, a veces tambié n de l tipo Cibeles - Atis, o como hija madre rejuvenecida-amante); la meta del anhe lo de salvación (Paraíso, reino de Dios, Je rusalén ce lestial); en sentido más amp lio la igles ia , la unive rsidad, la ciudad, e l país, e l cie lo, la t ierra, e l bosque, e l mar y e l estanque; la materia, el inf ramundo, la luna; en sent id o más estricto, como sit io de nacimiento o de e ngend ramiento: e l campo, e l jard ín, el peñasco, la cue va, e l árbol, el manantia l, la fuente profunda, la p ila bautismal, la flor como vasija (rosa y lot o); como círculo mágico (mandala como pad ma) o como tip o d e la cornucopia; y en e l sent ido más estricto la matriz, toda f orma hueca; el horno, la ollas; como animal, la vaca, la liebre y tod o animal útil en ge neral. ” 6 Igualmente afirma: “los ras gos esenciale s del arq uetipo de la Madre reúnen las s iguientes características: representa l a autoridad mágica de lo femenino, la sabid uría y la altura espiritua l que está más allá de l entendimient o; lo bondad oso, protector, sustentador, dispensad or de cre cimient o, fertilidad y alime nto; los s itios de la t ransformación mágica, del renacimient o; e l 5

Neumann, E. (1949) Los orígenes e historia de la conciencia. Lima. Editorial Traducciones Junguianas. 6 Jung, C.G. (1984) Arquetipos e inconsciente colectivo. Barcelona. Ed. Paidós.

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impulso o inst into benéficos; lo secret o, lo oculto, lo sombrío, e l abismo, el mundo de los muert os, lo que devora, seduce y envenena, lo que provoca miedo y no permite e vasión ”. 7

…es el centro vital -Taypi -. De ese lugar nacen todas las comunidades aymar a, e s la madre que gener a vida.

De esta manera, La Pachamama como imagen del arquetipo de la Madre, puede ser identificada en distintos nive les. En primer lugar, es el centro vita l -Taypi -. De ese lugar nacen todas las comunidades a ymara, es la madre que genera vida. La Tierr a invita al hombre andino a convivir a través del diálogo y la reciprocidad para recibir los beneficios que ella ofrece. En segundo lugar, asume la figura maternal, femenina y bondadosa. La madre andina es la que proporciona los cuidados fundamentales a sus hijos y s iempre está con ellos, inclusi ve e n sus faenas de trabajo los carga en la espalda. Representa la capacidad de procrear y perpetuar la especie. Y el tercer nivel, lo representa el carácter universal del rostro materno de Dios, vinculada muy estrechamente con su carácter agrario y quien brinda la manutención a los pobladores de la región andina. Todo suelo que pisa un andino es Pachamama. El culto a la Pachamama, aún vigente en las poblaciones campesinas de Perú y Bolivia, y parte de Argentina y Chi le, está presente en sus creencias religiosas heredadas de sus antepasados y aun hoy en día aparece en diversas representaciones míticas, cultos y rituales que están llenos de una gran fuerza espiritual para sus habitantes. Cuando llegaron los españoles a Amér ica, en su labor de evangelizar a las comunidades indíge nas y lo que llamaban “extirpación de ideologías”, trataron de reinterpretar a la Pachamama a través de la virgen María, sin embargo, su culto ha permanecido y su imagen sigue vi gente en los pob ladores de estas regiones. En la época del descubrimiento y d e la conquista, lo s cronistas describían, por un lado, el choque cultural que s e encontraron al llegar a l continente americano, y por el otro, la s riquezas que los españoles encontraban en su camino al Cusco, destacándose las esculturas femeninas que, aunque aparentemente se trataba de representaciones artísticas de las 7

Ibidem

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Qoya, esposas de los reyes incas, es probable que también existieran expresiones de alguna diosa femenina. Sin embargo, es a partir de las crónicas del siglo XVI cuando se empiezan a profundizar y a describir los rituales telúrico s asociados directamente con la religiosid ad de los pobladores de l mundo andino, y cuya manifestación estaba muy asociado a la “tierra”, a la “madre tierra”, y cuyo apelativo era la Pachamama. Bajo el régimen del virrey Francisco de Toledo, a mediados del siglo XVI, tras la convocatoria del primer Concilio Limens e (1551), representantes de diversas órdenes religiosas y “extirpadores de idolatrías” fueron envi ados a las comunidades más remotas de la sierra andina para rastrear el sustrato espiritual de creencias, ritos, y fábulas indígenas e imponer e l Evangelio y la religión católica. En estas crónicas resaltan la s descripciones de la ve neración que se le hacía a la tierra en su condición de “Madre Tierra” a través de rituales, sacrificios y ofrendas, y templos dedicados a su adoración. En Bol ivia, l a Pachamama es identificada con l a virgen de Copacabana e n l a Paz

El cronista Juan Polo de Ondegardo (1551), relata la gran importancia que le daban a la veneración de l a Pachamama en la s épocas de año de siembra y cosecha, y el extirpador José de Arriaga (1621) señalaba: “a Mamapacha, que es la tie rra, tambié n reverencian, especialmente las mujeres, al tiemp o que han d e sembrar, y hablan con e lla d icie ndo que les de buen a cosecha, y derraman para esto chicha y maíz molid o, o p or su mano o p or medio de hechiceros ” 8. Hoy en día, la Pachamama, producto del sincretismo, comenzó a ser muchas veces invocada también a través de la Virgen María. La religión centrada en la Pachama ma se practica en forma paralela al cristianismo, al punto que muchas familias son cristianas y pachamamistas. En Bolivia, la Pachamama es identificada con la virgen de Copacabana en la Paz, la virgen d e Urkupiña en Cochabamba y la virgen del Socavón en Or uro. En

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Di Salvia, D.(2013) La Pachamama en la época incaica y post-incaica: una visión andina a partir de las crónicas peruanas coloniales (siglos XVI y XVII).Revista Española de Antropología Americana.

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Puno, Perú, la Pachamama es identificada con la virgen de la Candelaria. La palabra Pac hamama o Mama Pacha significa Madre Tierra. Pacha, un término aymara y quechua que significa tierra, mundo, universo, tiempo, época y mama "madre". Las figuras más antiguas que representaban a la Pachamama correspondían a una mujer con rasgos indígenas, con las manos cruzadas sobre su abdomen y pechos múltiples. La imagen muestra muchas simili tudes con las de otras madres representadas en la mitología universal, por ejemplo, la de lo s pechos múltip les, que según Jung refuerzan el carácter de la diosa nutricia y de la fertilidad.

Según relatan los cronistas, la Pachamama coexistía con otr as deidades también femeninas como la Mamaquill a o Madre Luna y l a Mamacocha o Madre Mar

Una representación más moderna se le presenta como una mujer anciana y de talla muy pequeña, que vive bajo la tierra. Se la describe como una india cabezona y de grandes pies, que l leva sombrero alón, calza enormes ojotas y lleva huso y lana para hilar. Vive en los cerros y a menudo suele ir en compañía de un perro negro y de una víbora que en ocasiones le sirve de lazo. Carga a veces petacas de cuero llenas de oro y p lata. Según relatan los cronistas, la Pachamama coexistía con otras deidades también femeninas como la Mamaquilla o Madre Luna y la Mamacocha o Madre Mar, sin embargo, podemos inferir que s e trata de aspectos multifacéticos de una gran diosa Madre tal como se corrobora e n la tesis de Neumann, quien afirma que “en las p rimige nias etapas de l desarrollo de la huma nida d caracterizadas por el pred ominio de l arq uetipo de la Gran Madre , éste asume extensivame nte la represe ntación de una de ida d mult iforme y todop oderosa, p refigur ación esencial de madre original de tod o lo creado ” 9. Al profundizar en el arquetipo de la Gran Madre y analizarlo a partir de sus atributos, resulta claro el carácter dual de sus rasgos fundamentales. Neumann señala “en tant o mad re bue na, ella es ple na y abundante; la dispensad ora de vida y felicidad, la t ierra nutritiva , la cornucop ia de fruct ífero vie ntre. Ella es la expe riencia instint iva 9

Neumann, E. (1949) Los orígenes e historia de la conciencia. Lima. Editorial Traducciones Junguianas.

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que la humanidad t iene de la profund idad y belleza de la tierra, d e la bond ad y gracia de la Madre Nat uraleza que d iariame nte satisface la promesa de redención y resurrección, de la nue va vida y el nuevo nacimiento” 10. Para Jung se destacan como virtudes de la faz benévo la “la solicitud maternal y la simpatía, la mágica autoridad que dimana de lo femenino; la sabiduría y la ex altación espiritua l que trasciende la razón; cualquier imp uls o o instint o; tod o lo que abriga y sostiene; lo que alienta e l crecimiento y fertilid ad . 11 Desde el ángulo benévolo del arquetip o, la Pachamama es una diosa que produce, que engendra. Es la madre de los cerros y los hombres; la que madura los frutos y mu ltiplica el ganado, es la encargada de propiciar la fertilidad en los campos. Es una deidad inmediata y cotidiana, con la cual se dialoga, ya sea pidiéndole sustento o disculpá ndose por alguna falta cometida en contra de la tierra y por todo lo que nos provee. A cambio de su ayuda y protección, el campesino andino está obl igado a ofrendar a l a Pacha p arte de lo que recibe

A cambio de su ayuda y protección, el campesino andino está obligado a ofrendar a la Pacha parte de lo que recibe, no solo en los momentos y sitios predeterminados por el ritual sino, en todos los acontecimientos culturales significativos , configurándose así una suerte de reciprocidad. Se la invoca también cuando se padecen enfermedades o se está de viaje, para no apunarse (mal de montaña) n i perderse e n el camino. Acompaña a las tejedoras y alfareros a concluir bie n sus obras artesanales. Se le aparece con frecuencia a los pobladores para preguntarles qué andan haciendo por los cerros. A otros los visita en sus chozas p ara agradecerles lo bi en que han cuidado de su hacienda o el no haber matado a las crías, animales que protege de un modo especial. El temp lo de la Pachamama es toda la naturaleza, pero las apachetas (montículos artificiales de piedras) conforman lo s centros principales de su c ulto. La Tierra era sentida por las comunidades andinas como una fuerza eminentemente maternal que ha cía posible la exi stencia 10 11

Ibidem Jung, C.G. (1984) Arquetipos e inconsciente colectivo. (1984) Barcelona. Ed. Paidos.

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de todo. Es importante aclarar que el sustento de la s comunidades andinas dependía principalmente de la fecundidad de la tierra. Por otro lado, Neumann refiere que “la acepción de madre terrible, yacente tras un aspect o de vorador y destructivo, representa a la sangrienta de idad de la muerte; p lagas, hambre , sacrificios humanos; la fuerza de l instint o o la dulzura que atra e con engaños a la destrucción ”. 12 Para Jung, desde un punto de vista negativo, el arquetipo materno puede connotar asimismo algo escond ido, secreto; e l abismo, e l mund o de los muertos, cualquier cosa que devore , seduzca y enve nene y que sea aterrorizante e ine ludible como e l destino. 13

El barro es Pachamama

En las regiones andinas e l aspecto negativo de la diosa s e manifiesta a través de los temblores, las avalanchas y los deslizamientos. Similarmente el indígena que experimenta dolores muscula res o un cansancio excesivo, cuando deambula por los senderos de la montaña, cree haber ofendido a la Pachamama. De igual forma, siente que ésta lo ha "pillado"; cuando la piel se le cubre de eczemas o urticarias porque labró en tierra virgen, bebió agua d e un manantial "bravo" o tocó una piedra de características sagradas. Mariscotti nos da algunos ejemplos, esc ogidos de sus notas de campo, que revelan el temor reverente que inspira la sacralidad de la tierra. En Jujuy, al norte de Argentina, las alfareras depositan una pequeña ofrenda, en el lugar dond e extraen la arcilla; y también observó que fumaban alrededor de las vasijas que elaboraban y depositaban en ellas hojas de coca "porque el barro es Pachamama" y entu mece los dedos de quié n olvida realizar este pequeño ritual. 14

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Neumann, E. (1949) Los orígenes e historia de la conciencia. Lima. Editorial Traducciones Junguianas. 13 Jung, C.G. (1984) Arquetipos e inconsciente colectivo. Editorial Paidos. Barcelona 14 Mariscotti, A.M. Pachamama Santa Tierra. Contribución al estudio de la religión autóctona en los Andes centro-meridionales. (1978) Suplemento de la revista Indiana 8. Berlin.

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Aun hoy en día, la representación más significativa de l aspecto negativo de esta diosa se manifiesta en el mes de agost o cuando tienen lugar las principales ceremonias en su honor. A partir del primero de agosto, época en que la tierra está “hambreada, abierta, embravecida”, que corresponde al inicio del ciclo agrícola en los A ndes del centro y sur, los habitantes d e estas regiones le rinden culto a la Pachamama para apaciguarla y mantenerla tranquila realizando una serie de ofrendas que llaman “corpachada”. Las ceremonias en esas fechas son básic amente de dos tipos, en los hogares, con ofrendas particulares y familiares, y e n comunidad, donde la ceremonia es realizada en las cumbres y liderada por sacerdotes andinos o las personas ancianas de la comunidad.

Corpachada

La ceremonia comienza bien temprano con el sahumado, que es la "limpieza" de las habitaciones, corrales y huertos en las casas e instituciones donde se realizará la ceremonia. A pri mera hora, se agradece, se le pide perdón a la Pachamama en un rez o comunitario, se recolecta la basura de las esquinas, se la coloca en una pala con brasas y se le agregan plantas de la zona. La tradición dice que debe usarse la hierba muña muña, aunque también se utiliza incienso, mirra y sándalo. Previo a la celebración se realizan sacrificios de animales andinos tales como las llamas, alpacas y cujíes, que reflejan e l carácter sangriento y salvaje de la diosa. Este aspecto negativo del arquetipo es corr oborado por Neumann cuando afirma que “el vie ntre de la tie rra clama por se r fertilizado, y los sacrif icios de sangre y cadáveres s on sus alimentos p referid os. Este es el aspecto t errible, e l lado mortífer o de la personalidad de la tierra. En los p rimeros cult os de fertilidad, los sangrientos fragment os de la víctima sacrificada era n repartid os como p recios os regalos y of recid os a la t ierra para prop iciar su fertilidad. Y concluye: la matanza y e l sacrif icio, e l

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desmembramiento y los of recimient os d e sangre, s on garant ía s mágicas de la fertilidad de la tierra ” 15 Antes de la ceremonia, se deben preparar las ofrendas: lo s animales sacrificados, las “tijtinchas” (plato típico de la festividad realizado con habas y maíz) y la chicha, (también a base de maíz); cigarrillos, (el fumar taba co tiene un component e místico y espiritual para los pobladores de los Andes) ; hojas de coca, (planta considerada sagrada ya que le da vida al hombre, calma el cansancio, el hambre, la sed y el dolor) ; bebidas alcohólicas, (el alcohol como elemento c urativo para las heridas y como fuente de diversión y recompensa del trabajo duro) ; el “Yerbiao” (realizado con las plantas aromáticas como cedron, toronjil, peperina, menta, yerbabuena, burro, muña muña, etc) ; algunas monedas y la lliq lla, (manta típica con motivos incas).

Una vez que se termine de corpachar, se procede a tap ar la boca de l a tierra donde participan todos los asistente s

Se construye un hoyo o hueco cavado en el sue lo y llega e l momento de la "corpachada" en que se depositan las ofrendas como manera de darle de comer y beber a la Madre Tierra. Hay que ponerse unos cordones de hilo blanco y negro , confeccionados con lana de llama, hilando hacia la izquierda. Estos cordones se atan en los tobillo s, las muñecas y el cuello, para evitar el castigo de la Pachamama. Una vez que se termine de corpachar, se procede a tapar la boca de la tierra donde participan todos los asistentes , finalizado ello se dejar caer abundante papel picado en señal d e alegría, se coloca una piedra grande en la boca de la tierra y todas las botellas desocupadas se deben poner alrededor de la piedra, nada de lo que se llevó para la tierra debe quedar, se lavan incluso los utensi lios con un poco de tierra y se los deja a un costado del pozo. Durante toda la ceremonia las personas beben cerveza, consumen diversos platos típicos y celebran con danzas y música. Cuando ha terminado la ceremonia central, se procede a agradecer a los visitantes e invitados, y tomando un cajó n 15

Huanacuni, F. (2005). Visión cósmica de los Andes. Editorial Librería Armonía. La Paz.

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(instrumento de música andino) se entonan canciones a la Pachamama y los visitantes también cantan sus coplas a la madre tierra, el agradecimiento es lo principal. La ceremonia a la Pachamama es una de las celebraciones más importantes en el calendario andino, y para los pobladore s de esta región, representa la expresión d e sus más altos valores : el respeto, la complementariedad y la r eciprocidad entr e el se r humano y la naturaleza.

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Hortensia Carrer

Psicoterapeuta Analista Junguiana Miembro IAAP www.hortensiacarrer.es

El RETORNO DE LA DIOSA

Con este nombre se hace alusión a un movimiento religios o que surge en la década de los 70’s y que se expande desde América del Norte hasta Nueva Zelanda y Europa Occidental, un ala de este pensamiento fue la llamada Nueva Era o New Age, como se la conoció en el mu ndo. Una de las grandes distorsiones de este movimiento fue la conversión del principio de Correspondencia que dice que “Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”. La distorsión fue el hacer creer que , con el mero deseo, la realidad se transformaba, en eso constituía la magia express de la Nueva Era a la que se anotaron cientos de miles de “creyentes”. La magia sí existe, sin embargo, para ser mago de la realidad y tener el poder de transformarla hay un trecho largo, sesudo y obcecado con el fin de discernir y develar la realidad de la ilusión. Es una espiral de autoconocimiento, de renuncias y de perpetuos cambios que como en toda disciplina muchos empiezan pocos continúan y menos aún terminan. Si bien ese fue el aire de las décadas pasadas, el colosal parón que nos ha dado el Covid -19 ha hecho despertar a muchas más personas de las que nos imaginamos. Son personas que me tropiezo en el mercado, en la calle y en la consulta que est á n convencidas de que algo tiene que cambiar, con un claro sentimiento de que la vida tal como la lle vábamos era una locura. Este despertar está siendo la gran oportunidad para toda esa legión de trabajadores que colaboramos en hacer un mundo más consciente, más humano. El indi viduo de a pie que ha dedicado su vida a cumplir con los preceptos de una sociedad que deshumaniza, está clamando nuevos mapas, nuevas orientaciones, nuevos mitos y la respue sta fue inmediata y fu e durante el confinamiento. Ha sido asombroso, diría que c asi mágico, como de repente y de no se sabe dónde una constela ción de conocimiento s “aparecieron” en las pantallas de nuestros ordenadores cientos de conferencistas, talleres, maestros que hubiese sido imposible ir a escuchar en sus lugares, instructores de disciplinas como el 16


Yoga, Tai-Chi, Aikido, psicólogos y escuelas de psicoterapia impartiendo mindfulness y consejos para la ansiedad , el miedo y cómo convivir armónicamente en familia, en pareja o en soledad. Centros de ayuda y bienestar que abrieron sus puertas online, igual lo hicieron monjas y monjes desde monasterios budistas, dictando sus sabias enseñanzas y dejándon os escuchar los mantras sagrados de sus distintos li najes espirituales, amé n de las afamadas compañías de teatro, ballets, y circos, verdaderos deleites culturales.

La magia no es otra cosa que el arte de c ambiar la conciencia a voluntad y todos tenemos l a posibil idad de hacerlo

Escuchamos en directo al Dalai Lama, a Deepak Chopra, a Carole Myss, astrólogos cuyas consu ltas requieren al menos un año de espera, teósofos, teólogos, en fi n pareciera que lo que bajó de la Cloud fueron las resonancias morfológicas de la biblioteca de Alejandría, cuya finalidad en su tiempo fue globalizar la conquista del i ngente impe rio Aleja ndrino a travé s de la masificación de la cultura griega. De este reciente fenómeno 2020 y su impacto se ocupará la historia, mientras estamos siendo partícipes y protagoni stas de un cambio d e paradigma global. A la postre, toda esta maravillosa información estuvo a disposición de una audiencia planetaria que de súbito tenía el tiempo para sentarse a escuchar, lo que para muchos ha significado el despertar de un alma adormecida. Buena parte de este colectivo se ha sumado al nú mero de personas que queremos vivir en un mundo distinto, más humano y genti l. Sin embargo, conocemos los “desp ertares” del alma, inolvidables conexiones místicas sin duda, pero que , sin la voluntad de seguir un camino de autoconocimiento, se aletargan y su espacio queda apen as como u na anécdota a contar. Tampoco podemos esperar que mágicamente cambien las cosas, la oportunidad está más que evidente, p or lo cual se necesita u n ejercicio de voluntad para que los cambios no sean reconducidos por fuerzas ajenas a nuestros propós itos. La magia no es otr a cosa que el arte de cambiar la conciencia a voluntad y todo s tenemos la posibilidad de hacerlo. Ahora bien, para que esa voluntad pueda ser dirigida, es imperativo visibilizar aquello que ha estado encriptado, escondido, recha zado por aquellos a qu ienes no les interesa la 17


libertad del pensamiento y criterio i ndiv idual. Es necesari o visibilizar todas las violencias “normalizadas”, las tergiversaciones, abusos, distorsiones, silencios que ha hecho el Patriarcado en estos cuantos mi les de años y que hoy día está n saliendo a la luz, ¡es curioso que en optometría la visión máxim a sea la 20-20! Arquetipos negados en el p atria rcado

Lilith, l a primera mujer de Adán y diosa de l a oscur idad

La mitología nos ha servido para configurar y dar forma, imagen y personalidad a los arquetipos. Tenemos entonces que las grandes ausentes en la cultura patriarcal han sido; Lilith, la primera mujer de Adán y diosa de la oscuridad; de ella necesitamos atender sus aspectos tanto espiritual es como sombríos para no permitir por un lado su autonomía y por el otro poder integrarlos. De esta manera ensanchamos nivele s importantes de conciencia sobre lo fe menino, en especial la soberanía sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad. Co n algunas variantes Li lith es la caracterización en la antigua Mesopotamia de la Hécate griega. Otro arquetipo negado es el de la Gorgona Medusa. ¡De cuánta ayuda sería poder conocer e integrar la fuerza de la rabia justa de esta figura mítica! ayudaría a petrificar y no seguir permitiendo tantas injusticias y abusos que sobre la mujer y lo femenino se han hecho y se siguen haciendo. Un tercer arquetipo negado es el de la mujer grande, la fase de la vieja en la Triple Diosa. Ella, quien, entre otras maravillosa s atribuciones, es la guardiana de las fronteras entre lo humano y lo divino. Así mismo se ha reprimido, negado y/o distorsionado la esencia arquetípica de las llamadas “diosas vírgenes”. De Atenea, Artemisa y Hestia, sólo se aceptaron aquellas cualidades que cumplen un servicio al sistema patriarcal, excepción hecha a la diosa Afrodita quien fue escindida, separando la sexualidad de su condición espiritual y sagrada, dándole campo abierto a la sexualidad vista y vivida como pornografía. Como anoté antes, en esta reflexión me centraré en el Arquetipo de Hécate, la Vieja Sabia, la Diosa de la Sabiduría, la Crone, que correspondería en la imagen y símbolo de la Trip le Diosa a la luna menguante o tiempo crepuscular. 18


El arquetipo de la vie ja sabia, guardiana de la sabiduría

A Hécate se l e conoce por muchos nombres…

Este arquetipo como todos, habita en lo más profundo de la psique de todas y todos, no obstante , me centraré en la psiqu e de las mujeres. A Hécate se le conoce por muchos nombres, entr e algunos figuran La Que Sabe Que Sabe, la Hechicera, La Bruja, La Baba Yaga, La Huesera, la diosa de las encrucijadas. Es un arquetipo que resulta familiar a quienes l e prestamos atención a las sincronicidades, las intuiciones y los sueños. Es esa parte de toda mujer que sabe de hierbas, de sanaciones, es la visionaria, la maga y curandera, es la intuitiva, certera y asertiva, es La Que Sabe Que Sabe dentro de nosotras y ha sido justamente ese poder y ese conocimiento el que ha sido invalidado en nuestr a cultura. Esto ocurrió entre otros acontecimientos cuando la medicina fue considerada el único método racional para buscar la verdad. Esta premisa sirvió para convertirs e en términos legales en el único método de curación de enfermedades y así se hizo dueña del nacimiento, vida y muerte de todos. Fue entonces a lo largo de los siglos que los grandes conocimientos y saberes de la Vieja Sabia perdieron validez y con ello ta mbi én poder y autoridad su arquetipo. Esto ha hecho eclosión en la conciencia colectiva incluso de las mismas mujeres, desestimando todo ese arsenal infinito de conocimientos (de los que la industria farmacéutica se ha beneficiado y sigue beneficiándose). De hecho, a Hécate más que a ningún otro arquetipo se le adjudica la intuición sabi a y visionaria. En una madre, por ejemplo, podemos apreciar su presencia en aquellas mujeres que actúan desde su sabiduría y firmez a interna. Desde ese saber, son capaces de ejercer una crianza que permita y aliente en la criatura el florecimiento de los aspecto s creativos que trae consigo y ayude a modificar aquellos otr o s que le impiden esa alquimia. Esto lo hará con una genti l rigurosidad consciente de la responsabilidad que significa esa tarea, por eso se le conoce también c omo Comadrona en s u función de ayudar a dar a luz una personalidad segura y compasiva en sus hijos. Al haber estado tanto tiempo negado, este contenido se ha convertido en uno de los aspectos o scuro s de lo femenino, transformando toda su magia curativa en magia 19


destructiva. Ejemplo de una Hécate distorsionada lo encontramos en el personaje de la Sra. Robinson de la pelícu la El Graduado, que seduce al novio de la hija si n piedad ni miramientos como excusa para que no se case con él.

¿Cuáles son las característic as de este arquetipo?

…ofrece la posibil idad de ver la rel ación que existe entre pasado, presente y futuro…

Hécate nos ayuda a entrar en las profundidades psíquicas, en nuestro centro espiritual, donde habita nuestro poder natural, primigenio y salvaje, sin el cual nos sentimo s desprotegidas y carentes de fortaleza. Es aquella que nos pone frente al espejo y nos hace ver la realidad, aunque nos cueste admitirlo, porque esta verdad es la que nos impulsa a crecer. En el cuento de Blancanieves es la bruja la que hace que se interne en las profundidades del bosque (el i nconsciente) y haga e l tránsito de niña a mujer. Hay que decir que en la versión origina l de los hermanos Grimm el arquetipo de la madre buena y la madre mala no estaba escindido, de hecho lo que luego se le adjudicó a la madrastra lo personificaba la misma madre, cosa que escanda lizó a la socieda d de entonces…, el aspecto Hécate en su vertiente negativa sigue siendo difícil de integrar. Es también conocida como la guardiana y protectora de las encrucijadas y de los caminos, ofrece la posibilidad de ver la relación que existe entre pasado, presente y futuro, simbo lizado en las tres direcciones de los cruces de caminos. En la s encrucijadas más significativas Hécate se encuentra presente como testigo interior, su sabiduría proviene de la experiencia, es la sabiduría que se va for taleciendo a medida que nos hacemos mayores y es ese saber el que toda mujer ha de tener a la hora de elegir la senda de sus metas y deseos. Para reconocer esta sabiduría debemos hacer un alto en el camino y consultarle, por eso no importa permanecer el ti empo necesario en las encrucijadas de la vida y sólo tomar la decisión cuando la poderosa intuición visionaria nos diga qué camino tomar. Hécate es todo menos complaciente y de allí la Fuerza que nos imprime. En nuestra tercera etapa de la vida es muy hab itual que cuando hemos seguido un camino durante varias décadas tengamos la necesidad de cambiarlo. Sobre todo cuando 20


llegamos al punto en el que lo que hacemos ya no nos interesa; allí es cuando nos encontramos en la encrucijada y Hécate viene a nuestro auxilio. Es por esta razón que se encuentra en la antesala de las principales transformaciones, es un a comadrona interior cuya perspectiva nos ayuda cuando damos a luz nuevos aspectos de nosotras mismas. Como la Madre Creación es también Madre de la Muerte y de la Vida, y esta naturaleza dual es la que nos hace distinguir aquello que debemos dejar morir y lo que tiene que vivir. Le corresponde la fase de la luna menguante y el tiempo de l crepúsculo, marca el momento de transición entre el día y la noche, entre la juventud y la vejez. Sus orígenes mitológicos no son claros, pero ya Hesíodo en la Teogonía ( aprox. 700 A. de C.) hace referencia a su nombre.

En l as antiguas imágene s se l e representa con tres cabezas y tres pare s de brazos, porta tres antorchas, una llave, una cuer da y una daga

En las antiguas imágenes se le representa con tres cabezas y tres pares de brazos, porta tres antorchas, una llave, una cuerda y una daga. Las antorchas le permiten ver en la oscuridad, la llave abre los s ecretos de los misteri os y los conocimiento s ocultos o escondidos del más allá, la cuerda es el símbolo del cordón umbilical del renacer y el cuchillo es la capacidad de apartarse de las ilusiones vanas. Acercarse a este arquetipo requiere cierta preparaci ón, es cómo escuchar el Río debajo de l Río, la clariaudiencia que surge de nuestra propia intuición. Una buena manera de llegar a ello es a través de la meditación, la danza, la escritura, la imaginación activa, la oración, el canto, la pintura, el estudio o cualquier actividad que exija una alteració n de la conciencia ordinaria. Muchas veces Hécate, la Vieja Sabia, la Loba o la Huesera, la Baba Yaga, nos hace comprender que ya nada en la vida será igual. Sabemos lo que hemos sido, sabemos lo que ya no e s posible seguir siendo , pero no estamos seguras de lo que debemos hacer. Es p or eso que nos toca en estos tiempos d e profunda incertidumbre y de grandes encrucijadas, llamar dentro de nosotras a La Que Sabe y pedirle orientación y guía para nosotras, para los nuestros y para toda la Humanidad.

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Laura

SOMBRA Y TERAPIA EN LA NUEVA ERA

Morandini Para que las ramas de un árbol lleguen a l c ielo sus raíces deben tocar e l Infierno Lem a A lquim ico Medi eval

Psicólogo UCAB Psicólogo Clínico HUC Analista Junguiana AVPA Miembro IAAP

laum1969@gmail.com

El término Sombra fue introducido por el psiquiatra suizo C.G. Jung dentro del lenguaje psicológi co para referirse a una parcela de nuestro inconsciente personal. En su formu lació n afirmaba que el hombre, en su trabajo de autodescubrimiento y autoconocimiento debía ir integrando a su psique consciente los elementos inconscientes, con la finalid ad de tener una mayor conciencia de sí mismo en el camino hacia la Individuación. Es decir, para llegar a convertirse en lo que rea lmente es y a s í desarrollar su potencial individual La Sombra está referida a los contenidos de nuestra psique oscuros y rechazados, no reconocidos, que tendemos a coloca r fuera de nosotros. Se puede afirmar que, a menor conciencia de la Sombra, mayor domi nio de ella sobre nosotros. Conductas tales como “estar fuera de sí”, “perder el control”, “sentirs e desbordado” son clave para identificar las situaciones en que se manifiesta. Afirmar: “no sé lo que me pasó”, “me sentí poseído por una fuerza ajena”, “yo me comporté así… pero en realidad no soy así”, son descriptivas de la acción de la Sombra. ¿Somos distintos de cómo nos comportamos? Esta incongruencia nos está diciendo que alguien más domina nuestros actos y e s necesario averiguar quién se esconde detrás de nuestra voluntad. Las imágenes arquetípicas asociadas a la Sombra son aquella s que no resultan gratas a la conciencia: la ira, la avaricia, la mentira, la dependencia, el orgullo, el racismo, lo grotesco, la hipocresía, la muerte, el dogma, la codi cia, la insensibilidad, la locura, entre otras. Todas ellas son expresiones inferiores de la naturaleza humana, pero humanas al fin, tan humanas y reale s que nos topamos con alguna de ellas a diario. Rechazar, negar, culpar a otros, dar explicaciones demasiado elaboradas sobre nuestro actuar irracional, son mecanismos para defenderse de la 22


Sombra. Callar y mirar dentro de sí puede ser un primer paso para su reconocimiento. Esto toma tiempo y compromiso. Jung, al respecto afirmaba que constituía un esfu erzo moral el trabajo de confrontación con la propia oscuridad. Si la Sombra por definición es inconscie nte, ¿cómo podemos identificarla? Debemos servirnos de los símbolos, los sueños, lo s actos fallidos, las proyecciones. Sólo a través del trabajo de auto-observación y reflexión podemos e mpezar a reconocer lo s elementos arcanos de nuestra psique inconsciente.

La Gorgona Medusa petrificaba con su mirada a quien osara desafiarla mirándola directamente a los ojos, y sólo Perseo puso vencerla enfrentándola a través de su escudo, por reflejo.

La sabiduría contenida en los mitos tiene mucho qu e decirnos al respecto. La Gorgona Medusa petrificaba con su mirada a quien osara desafiarla mirándola directamente a los ojos, y sólo Perseo pudo vencerla enfre ntándola a través de s u escudo, por reflejo. Esta imagen nos da una respuesta sobre e l trabajo de Sombra: si nos sumergimos en un viaje hacia la oscuridad sin estar preparados, podemos quedar petrificados, helados de horror. Pero también nos dice que es el “otro” quien refleja aquello que no queremos ver en nosotros. En las profesiones de asesoría y/o ayuda, es deseable que todo terapeuta pueda ser un canal afinado y depurado para realmente poder prestar una labor eficaz. Si queremos que el agua fluya limp ia y cristalina, debemos periódicamente limpiar de desechos sus canales. Si deseamos que un violín suene d e manera armónica, es necesario afinar sus cuerdas. De igua l manera, quien se dedique al trabajo analítico, debe realizar en sí mismo un trabajo de re visión personal, lo que ineludib lement e debe incluir el trabajo sobre la Sombra. Para Jung la primera parte del proceso terapéutico estaba enfocada en el estudio de los elementos Sombra de la personalidad para posteriormente adentrarse en la exploración de arquetipos más profundos. Además de este trabajo de auto observación sobre nuestras partes menos amables, como analistas/terapeutas debemos adquirir conocimientos mínimos sobre el funcionamiento de la psique, de los mecanismos de defensa, de los procesos inconscientes que ocurren entre terapeuta y consultante, de las dependencias mutuas, idealizaciones, proyecciones, etc, es decir de los procesos de transferencia y contratransferencia. Si bien todo esto no garantiza el éxito de la terapia o consulta -si de 23


éxito podemos hablar - proporciona un punto de p artida medianamente sólido, además de responsable.

No se puede negar que el movimiento New Age respondió a necesidades insatisfechas de un colectivo que estaba en la búsqueda de respuestas que la religión ya no estaba en la capacidad de ofrecer

En nuestra formación como analistas invertimos años e n análisis personal y supervisiones de casos no sólo para tener orientación teórico -práctica, sino fundamentalmente para intentar explorar e identificar nuestros puntos ciegos que com o terapeutas (y seres humanos a l fin) podemos estar proyectand o sobre los pacientes. Estos elementos personales constituyen una interferencia en la terapia si permanecen bajo el dominio d e l inconsciente, pero sabemos que son una herramienta y puede n convertirse en una fortaleza si son trabajados y llevados a la conciencia. Nos van convirtiendo en analistas más experimentados y con un menor grado de vulnerabilidad a cometer acting-out dentro del setting te rapéutico. Es importante recalcar que estas actividades de auto exploración y refle xión no son exclusivas del proceso de formación sino deseable que estén presentes aún durante el desarrollo de nuestro oficio como analistas, así sea por espacio de tiempo determinados. Hacia mediados de los años noventa, con el boom New Age se masificó el arte terapéutico, para ese momento muchas personas sin la formación necesaria comenzaron a auto denominarse sanadores, asesores, curadores y/0 terapeutas, sin pasar por un entrenamiento profe sional. No se puede negar que el movimiento New Age respondió a ne cesidades insatisfechas de un colectivo que estaba en la búsque da de respuestas que la religión ya no estaba en la capacidad de ofrecer. Nuevos gurús y toda suerte de iluminados comenzaron a “formar” adeptos en u n contexto ambiguo e indiferenciado de terapias alternativas que fueron invadiendo los espacios formales. Se propuso así u n encuentro con la divinidad sin intermediarios, vendiendo la trascendencia y la iluminación en cursos de fin de semana. Surgieron aprendices llenos de buenas intenciones convencidos que la sola experiencia arquetípica de haber experimentado sufrimiento podría ser la condición necesaria y suficiente para lograr ser sanador, curador, y terapeuta gracias a la sensibi l idad y la empatía que potencialmente e l dolor psíquico puede despertar hacia el otro. 24


Esta espiritualidad light acompañada del “buenismo ” terapéutico y de una buena dosis de psicología positiva, a lo largo del tiempo fue edulcorando todo a su paso; simplemente negando y apartando a la Sombra, sin contemplar un trabajo interior de confrontación h onesta consi go mismo. Se ha banalizado el sufrimiento del otro, porque no se mira el propio, se lo rechaza. ¿Cómo un terap euta que no ha tenido la intención de realizar un trabajo de revisión personal pretende guiar a otros en momentos de oscuridad?… Corr en ambos el riesgo de quedar petrificados frente a la aparición de Medusa. ¿No sería más honesto empezar a depurar el Yo inferior para luego, aspirar al “Yo Superior”?

Esta es una realidad y un síntoma de nuestros tiempos: inmediatez y superficialidad para un mundo acelerado irrespetando el tempo psíquico

En años más recientes, llama la atención el surgimiento de l Coaching y la proliferación de sus representantes: los “coach”, una suerte de entrenadores mentales que ofrecen soluciones rápidas a problemas específicos con una alta dosis d e programación neurolingüística. Una especie de pseudo psicoterapia breve centrada en objetivos, pero sin la formació n ni la base de 5 años que otorga una licenciatura sobre el conocimiento de la psique. Tampoco sin el entrenamient o riguroso al que nos sometemos los terapeutas o analistas especializados en alguna de las vertie ntes de las corriente s dinámicas. Esta es una realidad y un síntoma de nuestros tiempos : inmediatez y superficialidad para un mundo acelerado irrespetando el tempo psíquico. Sin duda el Coaching se vende como una propuesta mucho más atractiva para el paciente que la de un análisis que exige un compromiso terapéutico a largo plazo. Y también resulta atractiva para el futuro coach, quien puede formarse en poco menos de un año sin tener que recurrir a recursos teóricos formativos de nsos y sin mayore s implicaciones emocionales con su historia y vivencia personal – por lo menos conscientemente -, ya que su función es como la de un entrenador que, desde la barrera, ayuda al cliente a desarrollar su potencial. Se pudiera argumentar que al consultorio del Coach acude n “personas normales” que necesita n tan solo una guiatura o 25


“mentoría” para el desarrollo de sus fac ultades latentes. A est e respecto quisiera citar a Aldo Carotenuto 16 (1988):

“En e l consultorio de l analista hoy en d ía llegan cas os en los que e l s ufrimient o no afecta de manera rotunda la adaptación del paciente a la realidad, tant o es así que le permite llevar una vida normal; sin embargo, esto no s ignifica que este malestar sea má s fácil de sobrelle var y curar, sobre t odo s i pensamos q ue pe rsonas insospechadas llegan al suicid io.[…]Se trata de una re lació n dialé ctica d onde ambos saben que s on necesarios el uno para e l otro, tanto el que p ide ayuda como el que tiende la mano. Los resultad os pueden solo obtenerse de es ta manera, es decir los verdaderos resultados, aquellos que surgen de una terap ia que lle ve a los d os a un gran compromis o recíproco, carga do d e riesgos, pero también de transformacione s”. El terapeuta es vulnerable a identificarse con el arquetipo del Mago, creyendo que es quien tiene el saber, el conocimiento y la Verdad

De aquí se desprenden dos hechos: el primero es que “normalidad” no es garantía de ausencia de sufrimiento y meno s de riesgos en el devenir terapéutico, más aún si se ni egan las influencias de lo inconsciente. En segundo lugar, la no implicación del terapeuta que puede llevar a la disociación de l arquetipo del curador-herido, tal y como lo plantea Guggenbü hl Craig 17, donde el curador está libre de sufrimiento y el herido es quien recibe toda la Sombra. Aparece así el Ego inflado/ Hybri s en el terapeuta y su convicción tácita de ser todopoderoso, de que es el otro (el paciente) quien necesita ser guiado mientras que él se mantiene en zona de confort sin implicarse en el proceso. Con implicarse no me r efiero a involucrarse (generalmente desde el complejo inconsciente), sino a ese compromiso emocional desde una actitud consciente a la que alude Carotenuto, que permite que se pueda dar el encuentro y la transformación. El terapeuta es vu lnerable a identi ficarse inconscientemente con el arquetipo del Mago, creyendo que es quien tiene el saber 16

Carotenuto, A.(1988) La Nostalgia della memoria. Ed, Bompiani. Milano Guggenbühl- Craig, A. (2001) Poder y destructividad en Psicoterapia. Monteavila Editores. Caracas 17

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el conocimiento -o en e l caso de terapias de corte más espiritua l tan de moda - que es quien tiene la llave maestra y el poder para explorar lo inconsciente y predecir las vicisitudes que tendrá que enfrentar el paciente. Por ejemplo, esto se hace evidente hoy en día con la gran proliferación de “canali zadores”. No dudo que existan personas sensibles que realmente tengan la facultad y el don de contactar con mundos sutiles, sin embargo, pareciera que súbitamente el don de la canalización ha sido otorgado en masa. Nadie está exento de quedar arrastrado por estas corrientes del colectivo y e n ello pueden quedar también envueltos analistas y terapeutas experimentados. Muchas veces en la consu lt a podemos tener un “momento i ntuitivo” donde percibimos una información desde una conexión inconsc iente que se nos revela como imagen interna o sensación corporal a medida que el paciente nos comunica una vivencia. Sabemos “algo” pero no podemos identificar racionalmente su origen. ¿Es esa percepción sutil un deseo del tera peuta, una fantasía, una proyección que está dada por la activación de un complejo personal? Gracias al autoconocimiento y trabajo personal tenemos la protección pero no la garantía - de no quedar poseídos por el arquetipo. Comparaciones fundamentadas sobre el desconocimiento de lo que es psicoterapia

Quienes nos dedicamos a trabaja r con el "otro" somos siempre vulnerables a la influencia de la Sombra ya que este es un proceso dinámico e inacabado. El lenguaje rebuscado y adornado que enmascara nuestra propia ignorancia, inseguridad o necesidad de reconocimiento puede ser otra forma de manifestación de la Sombra. También lo es el intento por mercadear un “producto” poniéndole nombre s nuevos a lo ya conocido. Por ejemplo “Coaching onto lógic o integral”… si suena rimbombante parece ganar más puntos en esta nueva realidad de venta de prod uctos en RRSS. ¿No será una mejor manera de “autopromoción” el trabajo que se realiza cada día con cada paciente? este requiere tiempo, paciencia y perseverancia. También una fuerte tolerancia a la frustración. Una vez que podamos tener mayor claridad sobr e nuestras verdaderas motivaciones en nuestro ofic io y estemos dispuesto s a confrontarnos, es que empezaremos a transitar hacia otro nivel de conciencia que nos permita profundizar sobre nuestra naturaleza dual y la lenta y progresiva integración de opuest os. 27


Diana

A T R A V E S A D O P O R E L R E L Á M P A G O D E D I O S 18 O DEL CANTO DESNUDO DEL POETA

Rísquez

“Si tuado en m edio de l os d ioses hu idos y de los h om bres que han olv idado el rastr o de lo divi no en el m u ndo, los poe tas, dij o Heidegger , es tán atra vesados por el relám pago de Dios .” Rafael C ast i l l o Z ap at a. Pról ogo. “Ob ra Poét i c a” d e Arm and o Roj as Guard i a

Médico Psiquiatra Analista Junguiana Miembro AVPA, IAAP Profesora asistente UCV

Jefe de Servicio Psiquiatría HUC dianarisquez@ g mai l.co m

¿Cómo se le canta al Cantor? ¿Cómo se ap roxima la voz de una mera psicóloga a aquel que ha sido poseído por Psique y lo puede contar? ¿Debo hablar impersonalmente de la psicología de la poesía? ¿Disecar como en un cadáver las letr as de éste y otros poetas? Me resulta chocante hacer un ejercicio meramente anatómico de algo tan frági l, etéreo y grandioso como el a lma. Sólo puedo apelar entonces, como me enseñó Jung, a ver desde mi Cantor interno. Sólo puedo encontrar la voz que se as emeje, guardando las distancias, a la del poeta que hoy nos ocupa. Cuando Jung escribió e l prólogo d e su mal llamada autobiografía “Recuerdos, Sueños y Pens amient os” dijo: “Mi vida es la historia de la autorrealización de lo inconsciente. Todo cuanto está e n e l inconsciente quiere lle gar a ser acontecimient o… lo que e l hombre p arece ser sub especie aeternitatis se p uede expresar sólo med iante un mito. El mito es más ind ividu al y exp resa la vida con mayor exactitud que la cie ncia.” 19 Además, refuerzo esta afirmación con el hecho de que antes de haber conocido personalmente al poeta Rojas Guardia, lo soñé. Me sentaba a su lado en una inmensa playa oceánica, con 18

Homenaje al poeta Armando Rojas Guardia. Conversatorio acerca de Poesía, Arte y Psicología. 28 de Noviembre 2009 19

Jung, C. G (2001). Recuerdos, sueños y pensamientos. Ed. Seix Barral. Barcelona

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la sensación de que esa compañía silenciosa me producía una inmensa paz. Sólo con su mirada me comunicaba aquello qu e necesitaba saber. El sentimiento ligad o al sueño, todavía me acompaña y la sorpresa del posterior encuentro, en su curs o acerca de las tragedias griegas, nunca ha cesado. Así que le gust e o no poeta, usted ya forma parte de mi realidad interna. Con este preámbu lo intento e xplicar entonces porqué decidí seguir la línea de un mito: El de Orfeo.

Orfeo es el

Como muchos sabrán Orfeo es el ante cesor mítico de los poetas. Se dice que era hijo de Calíope, la de la bella voz, mus a del canto épico, y de Apolo. Por esto, el Dios le h abía regalado una Lira. Con ella Orfeo, el oscuro, cantaba tan conmovedoramente que hasta los árboles se movían para seguir su canto: Falta de Mérito A. R ojas Guard ia 20 Oficio de Vísperas (1974 -1975)

antecesor mítico de los poetas. Se

Si yo fuera capa z de entrar por f in

dice que er a hijo

en esa pul critud del aire inmóvil que he llamado silencio en el poema;

de Cal íope, l a de

si y o fuera capaz de n ombrar árbol

la bell a voz, musa

como esta tarde el árbol se mostraba a sí m ismo en la qu ietud del parque;

del canto épico, y

si y o fuera capaz de parecerme

de Apolo.

al objet o real de m i es crit ura (al agua m isma cuand o es cribo a gua al vaso l impio cuando escr ibo vaso); y si fuera pos ible merecerte cosa que ultra jo en t u mudez precisa al hacerte son ar en mi palabra,

yo entrar ía en la lu z de lo que digo”

20

Rojas Guardia, Armando. (2004) Oficio de Vísperas-Obra Poética, pág 50. Ediciones El Otro el mismo, Mérida.

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Así nuestro poeta, consagrado a Dios desde temprana edad, era maestro de las palabras y del éxtasis místico. No só lo nombrando las palabras, sino encarnándolas con pasmos a precisión. Para ello, nos dice la psicología, debe ha ber una conexión casi directa con el Self que es la fuente primaria de lo inconsciente. Las imágenes son su expresión y las palabras siempre incompletas, su cuerpo o su coa gulación. La precisión y la maestría del poeta consiste en la expresión; porque no h ay mucha distancia entre el significado y lo que se describe, más que nombrar al árbol, serlo. La imagen de ser el hijo de un Dios, nos acerca a la expresión inicial de Heidegger, el escogido, dilecto de la divinidad, pero con todo lo que ello implica. Hay un precio que pagar.

Puse mi empe ño en poder

Orfeo y nuestro poeta no tardarán mucho en experimentarlo al amar y no poder consumar el amor ya que, en el caso de Orfeo, la muerte le arrebata a su Eurídice y lo prohibido ante los ojo s de su Dios, separan a Rojas Guard ia del Amor. Amore s inalcanzables que ambos, a pesar de lo i mposible de su tarea, se empeñan en recuperar, nuestro poeta a través de su conmovedor canto erótico a los hombres que ama y Orfeo que logra conmover y revertir las leyes naturales y rescatar a Eurídice del Ha des. Lo hace conmoviéndolos con este canto:

soportarlo y no “… la causa de mi viaje es mi esp osa, e n la que inoculó su veneno una víbora al ser pisada y le arrebató sus años en crecimient o. Puse mi e mpeño e n pode r s oportarlo y no d iré que no lo he intentad o: ha ve ncid o e l AM OR. Esta es un dios bien conocid o en las regiones de arriba; d udo si tambié n lo es aquí. Pero con tod o conjeturo que aquí también lo es y, si no es inventado el rumor de un antiguo rapto, a vos otros también os unió e l Amor. Por estos lugare s llanos de temor, por este enorme Caos y e l silencio de exte nso re ino, os pid o, tejed de nuevo e l apresurad o destino de Euríd ice! 21

diré que no lo he intentado: ha vencido el AMOR

21

Ovidio Nasón, P. (1995) La metamorfosis. Madrid. Cátedra Ediciones.

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Era tal la fuerza de su canto que Ovidio explica: “Las almas s in sangre lloraban; y Tántalo no trató de alcanzar la huidiza agua, y la rued a d e Ixión se quedó parada, y las aves no desgarraron el hígado, y las Bé lides desatendieron sus vasijas, y te sentaste en tu roca, Sísifo. ” 22 Y nuestro poeta: (Fragmento de Tríptico de aquella muerte Yo que supe de la vieja herida 23) …Dios de e spaldas. ¿Yo no puedo robarme para ella una dulzura, acercarme con m i a zúcar a la ca ja y sin que me importe el cast igo re galarle las preguntas del examen, los cigarros de papá, la revista Playboy bajo la almohada, el vino de consa grar s orbido a solas en un rin cón de a quella sa crist ía? ¿No pued o robarle a D ios u n d ía de f iesta? Tan cansada parece (¡y es de mañan a!) como viénd ome un rojo en la boleta que y o quier o s acarla de esta misa y compart ir con ella vaca ciones

¿A qué h ora viene el cura, t ía Carlota?

La vela del alma ¿es t an pe queña?

Casi.

22

23

Ibidem Ibidem, pag 146.

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Cuando ambos sienten que han realizado lo imposib le, la oscuridad del inconsciente con sus leyes inmutables les arrebata al amado. Orfeo pierde a Eurídice al voltear para asegurarse que le seguía y Rojas Guardia se pierde en la muerte de su madre y en el laberinto tan humano del conflicto de la aceptación y la culpa sumiéndose en el silencio de la tristeza…

Bautismo de nada 24 Vacío s in p olvo (19 87 - 1988) Horizon te compacto, los objet os me cerca n a pérdida de vista. Cuesta remont ar esa frontera totalmente imantada. ¿Dónde está la gr ieta, la abertura imprevista y fu gaz como una herida por donde salir d olientes pero l ibres hacia la vas tedad insólita?

Orfeo pierde a

Curvado hacia m í mism o, aut ohechizándo me,

Eurídice al voltear

o en cantado por los ojos de Medusa

para asegurarse que

que levanta el muro de las cosas (las cosas soberb ias y tena ces

le seguía…

en su impos ible pát ina de paz ) no puedo vivir ritm os, m ovimien tos y danzas de otras densidades filtradas de repente en esta luz dormida de crepúscul o que arrod illa a la t ierra y la desmaya dejándola por osa, l ibre al fin para la materna os curidad, de la que p ido un poco de atm ósfera ligera, la liviandad precisa de la nada,

24

Ibidem, Pág 173

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la que borra m i nombra y me bautiza en los labios de Dios, el inn ombrable.

Desaparecerse, desdecirse, quitarse el nombre. Olvidar para no recodar a quién se perdió. SER inexistente para que no duela. Psicológicamente, se está peligrosamente cerca de la disolución en la matriz oceánica de la madre. Al aislarse se pretende depurar al otro. Ser virgen de lo distinto. Monasterio protector del su frimiento que aísla y desconecta de la emoción, por ende, del cuerpo. Sectaria forma de la psique que convida a la TRAGEDI A. Lo que en Orfeo e s desmembramiento, en Rojas Guardia es LOCURA.

La desnudez del loco

25

(…) Psicológicamente, Llegábamos en grup os hasta el bañ o,

se está

desamparada fraternidad de cuerpos,

peligrosamente

goteante s carnes, en la m itad del mundo -porque estar allí era una cósm ica in temperie,

cerca de la

La orfa ndad merid iana y abs oluta:

disolución en la

verse a s í m ismo, desnudo ante otr os,

matriz oceánica de

desnudos tamb ién ellos, devolviéndon os a la s olar ingrim itud de ser un cuerpo

la madre

parado allí frente a los ojos del escrutinio a jeno, sin la sombra bienhech ora y cobijante del pudor: sólo desnud o com o el Adán culpable con la con cien cia súb ita de estarlo en la desola ción pan óptica del día, justo en el e je de las doce en punt o. (…)

25

Rojas Guardia, A. (2018) El Esplendor y la Espera, Pág. 344. Alcaldía de Cuenca, Ecuador.

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Tocar fondo, dejarse inundar por lo inconsciente, fundirse en el SELF, esa matriz del todo. Sin embargo, queda la cabeza en el río que sin tregua canta y orilla que toca, transforma, o bien curando enfermedades (epidemias) o bien como en Lesbos donde se le recoge se le rinde homenaje haciéndosele un templo, o bie n haciendo enigmáticas y sabias afirmaciones oraculares, opacando aún a las del mismo Dios Apolo en Delfos. Un ejemplo de esto es este poema:

El Excluido 26 El esp lend or y la espera. (2000) No se lo encuen tra de veras en el templo. Su m orada, s i as í puede llamarse al desampa ro, es precis amente el gran afuera,

…dejarse inun dar

el periférico sitio donde vive por lo

aquél s iempre excluid o, el n o invitado,

inconsciente,

quien n o pernocta – d igo b ien: pasa la n oche –

fundirse en el

lejos de la h ogareña luz bajo la cu al

SELF, esa matriz

transcurre el reposo ensim isman te que n o nos deja salir ha cia el abs oluto,

del todo

peligroso descampado en cuy o centro aguarda él, des con ocido, delin cuente qu iz á, tal vez un enem igo, pero de cu alquier maner a extranjero, ign ora ble por los r igur osos códigos que n os prohíben saludar a un extraño y much o má s br indarle la a cogida de convidarlo a nuestra casa.

El excluido, en l o oscur o, te in terroga sólo con su aguardar eterno. ¿No es cuchas

26

Ibidem, Pág 299.

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aquellos ins istentes pasos revelándote la apátrida v igilia de su insomn io? Pero en contrarlo s ign if ica salir, sobre t odo salir, padecer la incom odidad de la salida al a fuera s in refu gio, dejar la lámpara, el s illón, la mesa pues ta, y emprender el noctámbulo esfuer zo para descubrirlo en la pris ión culpable, y en la pobreza toda, y en la here jía acusadora de tu léxico mental, y en la viudez de lo ci erto, y s implemente en el cáncer, la lepra, la agonía: situado allí donde el paisa je se presenta inhóspito por dist int o a los que ya conoces, a los que acab an devolviendo tu mirada

De esta here ncia

como un espejo con tumaz. Es él. El que no invitaste. Ahora lo s abes.

Órfica, que dan en

Lo descubriste al fin, llorando noche.

nuestra cul tur a

Sólo te falta venir junt o a sus llagas,

los misterios del

ese hambrear harap iento, esa in certidumbre, ese delito, esa implacable in terpelación del d iferente

descenso a aquel

hasta el centr o m ismo de tu casa y celebrar

territorio, oscuro

la cena – sí, celebrarla – al compartir

y rico, del que

con él, Único y múlt iple, Otro central y repartido, el pan terriblemente suave;

nadie re gresa

dejando la concien cia de que pud iste hacerlo en la oscur idad cerrada, tras la puerta.

De esta herencia Órfica, quedan en nuestra cultura lo s misterios del descenso a aquel territorio, oscuro y rico, del que nadie regresa. Sólo lo transita mendicante el poeta. No hay otra forma de hacerlo, sostenido por la naturaleza, el silencio interio r 35


que busca hacerse palabra a duras penas. Platón con ese desdén del filósofo, luego científico, hacia el poeta nos dirá de una suerte de sacerdotes de una secta que siguieron a un tal Orfe o que perdió su ánima por no atreverse a morir con ella. Que tan sólo se le ha dado un espejismo al cual añoran, porque no se conformaron con la pérdida.

}

No soy yo, mí nima asomada a este terreno infinito del Hades, del mundo inasible, quién vaya a contradecir a Platón. Sólo sé que Este poeta que me ocupa hoy me da la c lave de su aparent e desamparo y es que quien ha sido atravesado por el relámpago de Dios, SABE. Cierro entonces con gratitud a q uién ha recorrido valientemente este camino de la intemperie, permitiéndome estar ante ustedes hablando, a sa lvo , pero conmovida de l inconmensurable mundo de lo divino, de lo misterioso y de l inconsciente; leyendo este último poe ma de Armando Rojas Guardia: …y es que quie n ha sido

Dios es peque ño

atr avesado por el

27

El esplendor y la espera. (2000)

relámp ago de

Dios es pequeñ o, cabe íntegr o en un gran o d e sal que podem os p isote ar, y de hecho pisoteamos

Dios, SABE

con altanera suela del z apato, gig antesca suela sobre lo m ín imo paciente, invis ible para los ojos desate ntos. La glor ia de D ios se ep ifan iza, menuda, como una h oja de árb ol, una simple brisa, un sol o b otón, una única letra, bajo el ala de l pájaro, junt o al corto cuento con el que la madre se despide del n iñ o al acostarlo, dentr o de la llama frá gil de algún fós for o, cifrada por la punta 27

Ibidem, Pág 321

36


del bolígraf o, por las d imens iones de la copa, por la g ota de la lluvia, por u na es cama de p ez, por el dedo meñique y su uña breve. Dios prolifera ínf imo. Su omn ipoten cia resulta cent imetral s i recordam os que padece el su frim ient o con nosotros, voluntariamente mania tada a nte el dolor que quiere compartir en s u impoten cia: solidaria contest ación a la pregunta de cóm o permite el mal in congruente. Su inf in itud se en coge en la estre chez autoceñ ida para dilatar, ilim itada, la libertad del h ombre, la que puede reducir aún más el inf inito cuan to gus te, hasta el tamañ o de un dedal ignorado e inser vible. Esta redu cción divina t ambién se n os ofrece contemplarla en el acto mism o que creó todas las cosas: el Tod o, que t odo lo ocupaba, se contrajo a fin de abr irle lugar al un iverso expandiéndose au tón omo en su a fuera. dios no tuvo mied o de mostra rse dentro de la estricta pequeñe z de un hombre paupérrimo, marginado, perseguido, quien comparó el supremo de gra cia, que an unciaba com o p osib ilidad accesible e inm inente, a la mín ima de toda s las semilla s, grávida de su fertil idad oculta.

La grandeza es un equ ívoco. Aparece aplasta nte para aquel que, rend ido de cansan cio tras el tra jín de siempre la percibe sobre sí. no es que la deseche. Pero l o int imida 37


desde el principio ese mod o del ser nun ca me dible por la f atiga de sus ojos. Ello v iene a explica r que la menudeante numin os idad de Dios se multiplique e n detallism os, filigranas, acaeceres a la mano, sacramen tos que se llaman s onris a, palabra, reposo, movimient o, árbol, abrazo, luz, ritmo, deleit e y much os otros más con los que él n os a gasa ja revelándose, no esperando grat itud, sin o, al contrario, la fatu idad de nuestra antrop océntr ica gran deza.

Si, de fin it ivamente D ios es pequeñ it o, y a esa sa crosan ta cabeza de alf iler que en su modest ia no se impone como poder ladrón de servidumbres se alude con metáf oras humildes, intentadas por este p oema irrelevante pero, a la p ostre, salmo arrod illado

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39 Septiembre 2020


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