Códice de Cuauhtémoc, Dolores Roldan

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DE CUAUHTEMOC


CODICE DE C UA U HTEMOC Biografía

Por Dolores Roldán

EDITORIAL O R IO N MEXICO

1980 íV

v:


D erechos reservados conform e a la ley. C o p y rig h t © by the A u to r

PRIM ERA EDICION

Tipografía: Gráfix, S.C. R ío Pánuco 18-B M éxico 5, D.F.

ED ITO RIA L ORION. Sierra Mojada No. 325, México 10, D. F.

Impreso y hecho en México Printed mademade in Mexico


GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS

ICHCATEOPAN MOTOLINIA JOSE FRANCISCO JOSE AMADO FLORENTINO JUAREZ SALVADOR RODRIGUEZ JUAREZ EULALIA GUZMAN GOBIERNO DEL ESTADO DE GUERRERO ALFONSO QUIROZ CUARON


A MI MADRE INDIA. AL VIEJO (MI COMPAÑERO).

“ AQUI ESTAN LAS PALABRAS-RECUERDO QUE REPITEN LO QUE SE SABE QUE SUCEDIO EN LA ANTIGÜEDAD” . ( “ IN NICAN CA TLAMACHILLIZTLATOLZAZANILLI YE HUECAUH MOCHIUH” ).


PROLOGO

FRAY BERNARDINO DE SAHAGUN: Mis dedos están rígidos p o r la edad, ya no puedo escribir. . . La hum anidad ignorará siem pre lo que ha sido este pueblo. N uestra civilización le ha asesta­ do un golpe tan rudo que no se podrá levantar y puede ser que jam ás se sepa qué gran cultura intelectual h ab ía alcanzado. Aprovechará m ucho conocer el quilate de esta gente m exicana, el cual aún no se ha conocido, porque vino sobre ellos aquella m aldición que Jere­ m ías de parte de Dios fulm inó contra Judea y Jerusalén, diciendo, en el Cap. 5o: yo haré que venga sobre vosotros, yo traeré contra vosotros una gente m uy de lejos, gente m uy robusta y esforzada, gente m uy antigua y diestra en el pelear, gente cuyo lenguaje no entenderéis ni jam ás oísteis su m anera de hablar; to d a gente fuerte y anim osa, codiciosísim a de m atar. Esta gente os destruirá a vosotros y vuestras m ujeres e hijos, y todo cuanto poseéis, y des­ truirá todos vuestros pueblos y edificios. Esto a la letra ha acontecido a estos indios con los españoles: fueron tan atropellados y destruidos ellos y todas sus cosas, que ninguna apariencia les quedó de lo que eran antes. Así están tenidos p o r bárbaros y por gente de bajísim o quilate, com o según verdad, en las cosas de policía echan el pie delante a m uchas otras naciones que tienen gran presunción de políticos, sacando fuera algunas tiranías que su m anera de regir contenía.


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FRAY DIEGO DURAN: Esta dichosa patria ha procreado hijos que con m ás suficiencia la pudieran haber resucitado y dado vida, con sus claros y delicados ingenios, para que las antiguas alabanzas durasen para siem pre, con perp etu a m em oria, adornán­ dolas con herm osura de razones, para que las gentes advenedizas y extrañas, de diversas naciones y regiones, com o a ella acuden, m ovidos p o r la golosina de la fertilidad y riqueza, huelguen de saberla leer y pierdan la m ala y falsa opinión con que condenaban la barbaridad que a estas gentes atribuían. Porque si en los ritos e idolatrías m ostraron ceguedad y engaño diabólico, al m enos en las cosas de gobierno y policía, sujección y reverencia, grandeza y autoridad, ánim o y fuerzas, no halla quien los sobrepuja y en quererse señalar en to d o para que su m em oria durase para siem pre.

M OTOLÍNIA: O ído he yo p o r mis oídos a algunas personas decir que sus veinte años o más de letras no las quieren em plear con gente tan bestial: en lo cual me parece que no aciertan, porque a mi parecer no se pueden las letras m ejor em plear que en am ostrar al que no lo sabe el cam ino p o r donde se tiene de salvar y conocer a Dios. C uanto más obligados serán a estos pobres indios, que los deberían regalar com o a gusanos de seda, pues de su sudor y trabajo se visten y enriquecen a los que p o r ventura vienen sin capas de España.

H ERNA N CORTES: Porque para dar cuenta, m uy poderoso señor, a vuestra real excelencia, de la grandeza, extrañas maravillosas cosas de esta gran ciudad de T em ixtitan, del señorío y servicios de este M utezum a, y de los rito s y costum bres que esta gente tiene, y de la orden en la gobernación, sería m enester m ucho tiem po y ser m uchos relatores y m uy expertos. Pero puede vuestra m ajestad ser cierto que si alguna falta en m i relación hubiere, que será antes p o r co rto que por largo.


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JACQUES SOUSTELLE, SUBDIRECTOR DEL MUSEO DEL HOMBRE, DE PARIS: Los indios precolom binos m erecen el nom bre de benefactores del género hum ano en el cam po de lo que se puede llam ar alta cultura.

LOURETTE SEJOURNE: El aniquilam iento de la gran civilización de la Am érica antigua, constituye en el siglo XVI un fenóm eno sin paralelo en la historia de la hum anidad, una ejem plar cultura m ilenaria brutalm ente decapitada. Para esos seres hum anos el fin de la vida era rebasar los lím ites de la realización individual para par­ ticipar en la transfiguración de la naturaleza en su totalidad.

JORGE GURRIA LACROÍX: Según estaba prescrito, cuando los españoles llegaban a un lugar, debían leer a los indígenas un docum ento redactado en latín , que recibía el nom bre de R equerim iento. Los indígenas am edrentados p o r las armas, aplastados por lo desconocido, sabían al escuchar las extrañas palabras que los más fuertes hab ían em pezado a despojarlos.


RADICAL De CUAUHTEMOC, últim o T latoani de T enochtitlan, solam ente cono­ cida en nuestra historia su epopéyica defensa de M éxico, se glosa la biografía con apoyo en los docum entos y la tradición que hizo públicos el Dr. SAL­ VADOR RO DRIG UEZ JU A REZ, base para el descubrim iento de la fosa del HEROE, realizado p o r la MAESTRA, ANTROPOLOGA Y ARQUEOLOGA EU LALIA GUZMAN BARRON, com isionada por el I.N .A .H ., en Ichcateopan, Gro. (M éx) cuyos restos hum anos y objetos contenidos en la fosa, y los docum entos, fueron analizados e investigados con técnica, inteligencia, experiencia, gran civismo y, sobre to d o , desinteresadam ente, p o r parte de cada uno de los veintisiete doctorados que avocó el MEDICO FO REN SE, ALFON SO QUIROZ CUARON. La selección de los veintiocho doctorados, inclusive Quiroz Cuarón, reconocidos en centros científicos nacionales y extranjeros, firm an las pruebas y los dictám enes de restos óseos, objetos y docum entos que autentican a la citada com arca com o lugar del nacim iento, y tum ba de los restos m ortales del HEROE. Apoya la tradición de Ichcateopan el Códice llam ado LIENZO TLAPA No. 2, 1574 (2), de AZTACTEPEC Y CITLALTEPEC, descubierto p o r el M AESTRO SATURNINO TELLEZ REYES, en la Casa del A lfeñique en Puebla, Pue. C om pleta la biografía de C uauhtém oc, los docum entos conservados p o r sus últim os descendientes en este siglo: DR. JO SE ALVAREZ AMEZQUITA, DR. LUIS ALVAREZ CHIMALPOPOCA Y SEÑORA SARA ALVAREZ CHIMALPOPOCA DE PALACIOS. En la p au ta integrada p o r la historia, y las tradiciones y sus correlativos docum entos de Ichcateopan, de Alvarez C him alpopoca, y el Códice de Tlapa, se reanim a C uauhtém oc en todas las etapas de su existencia, desde que nace, ubicándolo, naturalm ente, en el ám bito de sus costum bres descri­


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tas p o r cronistas e historiadores; tex to s que han sido cernidos de circunlo­ quios, sin cam biar el peculiar estilo de cada autor. Este trazo honrado, realizado individualm ente con am or p o r la imagen del biografiado, es inherente a la PA TRIA misma.

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INTRODUCCION LOS TEXTOS HISTORICOS CONFIRM AN DE LAS TR A D I­ CIONES DE ICHCATEOPAN Y DE LOS HERMANOS AL­ V A REZ CHIMALPOPOCA, EL PARENTESCO Y DOMINIO M EXICA CON TLAHUICAS, COIXCAS, MAZAHUAS, M ATLAZINCAS, MAZATENCOS, NAHUAS Y CHONTALES, UBICADOS EN AREAS DE: TACUBA Y AZCAPOTZALCO (D .F .); TOLUCA O M ATLAZINCO, M EXICALTZINGO, TENENCINGO, ALMOLOYA DE ALQUISIRAS, SULTEPEC, SAN GASPAR TONATICO Y ZACUALPAN (EDO. DE M EXICO); TAXCO, ICHCATEOPAN, PACHIVIA, MEXICAPAN Y TELOLOAPAN (G U E R R E R O ), Y ACALLAN (TABASCO).

ORIGEN NAHUA Y DOMINIO MEXICA EN LAS ACTUA­ LES JURISDICCIONES DEL ESTADO DE MEXICO Y DE GUERRERO. HIST.

TO RQ .

Alva Ixtiixóchitl puntualiza la existencia de construcciones y linaje to lteca en Toluca. El Códice Cualac (G uerrero), confirm a la influencia tolteca y el dom inio m exica, llegados p o r Puebla y dispersados en la frontera de G uerrero con Oaxaca. Acabada la fiesta se despidieron, llegando el rey (de Culhuacan) a su casa, tra tó con los suyos la valentía de los m exicanos, y teniéndolos p o r m ás belicosos de lo que ellos creían, tra tó de echarlos de su tierra. Ellos (los m exicanos) que lo deseaban, obedecieron luego y dejando los culhuas se apartaron a un lugar que llam aron A catzintitlan, ahora se llama M exicaltzinco.


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(Posteriorm ente en el reinado de A xayácatl, M exicaltzingo lle­ gó a convertirse en lugar de descanso de los Señores m exica­ nos). D. D. II 267 y TEZOZ 402

D íjoles Axayaca a los m exicanos no m atasen m uchos m atlatzincas; acom etieron a los toluqueños. Dio una voz el princi­ pal de M atlatzinco Chim alteuctli, diciendo: “ M exicanos, aq u í habéis de m orir” . Los m exicanos com enzaron a cautivar grandísim a parte de toluqueños; los toluqueños iban huyendo; de allí fueron (los m exicanos) a Calimaya, Tepem axalco, T lacotem pan, Tzinacantépec. Vino T ezozom octli, señor de Tenancinco y díjole: “ Señor, vuestra real persona ha ganado y conquistado los pueblos m atlatzincas” . Llegó C him alteuctli y dijo: “ Señores m exicanos, ya somos vuestros vasallos” .

F .J .C . 108

1436 /1 4 4 0 (9-T E C P A T L /13 TECPATL). M octezum a Ilhuicam ina pasó a la provincia de los coixcas al sur de México a vengar la m uerte que aquellos pueblos habían dado a ciertos m exicanos. En esta gloriosa expedición agregó a la corona de México a H uaxtepec, Y autepec, T epoztlan, Y ecapichtla, Tololoapan, T lacozautitlan y Chilapan, y distante más de cincuenta leguas: Coixco, O ztom antla, Q uetzalla, ICHCATEOPAN, Teoxahualco, Poctepec, Tlachco (Taxco), Ylachmallac.

ASCENDENCIA DE CUAUHTEMOC HIST.

En la estirpe señorial de T enochtitlan, desde Acam apichtli prim er gobernante en, más o m enos, 1350, encontram os m an­ tenida la descendencia patrilineal en el trono, de acuerdo como lo establecía la ley dinástica tenochca, hasta Cuauhtém oc. El apellido CHIMALPOPOCA que ha distinguido a los descendientes de C uauhtém oc, tiene origen al ser proclam ado en 1416, com o tercer tlatoani, CHIMALPOPOCA (Escudo hum eante o resplandeciente, nom bre solar afín a C uauhté­ m oc), sucesor de su herm ano H uitzilíhuitl, y predecesor de Izcóatl 4o Tlatoani. C ontinuaron en el m ando: M octezum a I., A xáyacatl, T ízoc, A huízotl, M octezum a II, Cuitláhuac, y C uauhtém oc IIo tlatoani y últim o, hijo de A huízotl que no gobernó, hijo de A huízotl 8o tlatoani, abuelo de C uauhtém oc.


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A C A M A P IC H T U 1er Rey

H U ITZILIH U ITL 2o Rey

¡TZC O ATl C H IM A LPO P O C A Jtr Rey

AXAYACATL 6o Rey MOTECÜHZOMA I So Rey A T O T O Z T L ll (M ujer) A

TE2O20M 0C (n o ie in ó )

AH U IZO TL Bo Rey

TIZOC 7o Rey

M O T E C Ü H Z O M A II 9o Rey

C U IT LAH U AC 10° Rey

C U A Y A U H T IT A ll

A H U IZO TL

Princesa de Ichcateopan

£no reinó)

CU A U H T E M O C

ASCEN DEN CIA DE CU AU H TEM O C SEGUN LA T RA D IC IO N DE ICHCATEOPAN Acamapichtli. Primer tlatoani. Hijo de un noble mexicano. Su madre era de Culhuacán. Huitzihuitl. Segundo tlatoani. Hijo del anterior. Su madre era de Tetepanco. Chimalpopoca. Tercer tlatoani. Hermano de Huitzihuitl. Itzcóatl. Cuarto tlatoani. Hermano de Chimalpopoca. Su madre era hija de macehuales de Azcapotzalco. Motecuhzoma I. Quinto tlatoani. Sobrino de Itzcóatl. Su madre era de Cuauhnáhuca. Axayácatl. Sexto tlatoani. Sobrino de Motecuhzoma I,pero no hijo de tlatoani. Parece que su madre fue mexica. T íz o c . Séptimo tlatoani. Hermano de Axayácatl. Ahizotl. Octavo tlatoani. Hermano de T íz o c . Motecuhzoma II. Noveno tlatoani. Sobrino de Ahuízotl. Su madre era de Iztapalapan. Cuitláhuac. Décimo tlatoani. Hermano de Motecuhzoma II. Cuauhtémoc. Undécimo tlatoani. Sobrino segundo de Cuitláhuac. No hijo de tlatoani. Su madre era de Ichcateopan.


20 TRADICION ES Y DOCUMENTOS Y DE ALV A REZ CHIMALPOPOCA. E. G. TRAD ICHC.

ALYA. CHIMAL. DOCU.

HIST.

DE

ICHCATEOPAN,

La tradición y los docum entos de ICHCATEOPAN m anifes­ tados p o r el últim o depositario, señor D. Salvador R odríguez Juárez, sobrino nieto de D. F lorentino Juárez penúltim o poseedor y de quien son las notas finales, recoge hechos del año 1519, trasm itidos sucesivamente a tres individuos de nom bre AMADO AMADOR MOCTEZUMA CHIMALPOPOCA. El cuarto heredero de la tradición y del m ism o nom bre, en 1609 tam bién dejó a sus hijos los m ism os docum entos de la TRADICION O CARTA VIVA, en los cuales se subraya: “MOCTEZUMAS Y CHIMALPOPOCAS, DO N D E SU PROPIA FAM ILIA DESDE LOS SEÑORES MAS ANTIGUOS DE TEN OCHTITLA N” . O tro docum ento fechado en 1689, legado a JO SE AMADO AM ADOR MOCTEZUMA CHIMALPOPOCA, de su padre M ariano M octezum a C him alpopoca, ratifica: “ QUE TODO ESTO DEBE RECORDA RSE PA RA QUE LO SEPAN LOS MOCTEZUMA Y LOS CHIMALPOPOCA, QUE ELLOS SON SU PROPIA FAM ILIA, DESDE LOS REYES MAS ANTIGUOS HASTA EL PR ESEN TE” . “ QUE TODAVIA QUEDA GENTE DE SU RA ZA PERTEN ECIEN TE AL REY COATEMO Y A SU SEÑOR MOTEZUMA, ASI COMO LOS SEÑORES DE TULUAPAN (TELOLOAPAN) Y HUASTELICA QUE (¿E L PUEBLO?) DESCIENDE DE RA ZA CHONTAL, QUE ES LA DE NUESTROS ANTEPASADOS” . Las dem andas de privilegios, suscritas en los docum entos incom pletos y confusos, conservados p o r los herm anos Alvarez Chim alpopoca, tienen datos de 1521, siglos XV II y XVIII, exponen la m ism a prem isa: “ SON DE SU PROPIA FAM ILIA DESDE LOS SEÑORES MOCTEZUMA CHIM ALPOPOCA” . Ellos fueron vecinos de S. Gabriel T acuba, Real de Minas de Sultepeque, S. Gaspar A m atepeque, y Real de Minas de Tem ascaltépec. (R esulta lógica la relación del nom bre del Ing. Am ado A m ador C him alpopoca, abuelo de los herm anos Alvarez Chi­ m alpopoca, con los llam ados Am ado A m ador M octezum a Chim alpopoca, trasm isores de la T radición de Ichcateopan; lo m ism o que las com arcas de ubicación). Z A C U A L P A N cercano a Taxco, era en 1569, la últim a po­ blación de couixques y m atlazincas que coexistían con los chontales, m azatecos, y nahúas. A principios del siglo XV II, se dividía en Real de Zacualpan, com arca de los prim eros


Area y principales municipios de la ubicación. de la descendencia de Cuauhtémoc, en tomo a Ichcateopan.

m ineros, y Zacualpan de indígenas que fue encom ienda de Pedro de Salcedo y Juan Bern al.— Capula, la prim era m ina en este lugar, data de 1529. D. F ernando T zim alpopoca chozno-


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abuelo de los Alvarez Chim alpopoca, nació en este m unicipio. A L M O L O Y A D E A L Q U IS IR A S perteneció a la Alcaldía de Sultepec y Zacualpan, se le agregó Alquisiras en hom enaje al guerrillero insurgente PEDRO ASCENCIO DE ALQUISIRAS, cuyos com bates con los realistas acontecieron en estas com ar­ cas; este caudillo es de trascendencia en la tradición acotada p o r el Ing. AMADO AMADOR CHIMALPOPOCA, descendien­ te de C uauhtém oc y abuelo de los herm anos Alvarez Chim al­ popoca. Los docum entos contienen la biografía de Pedro Ascencio, quien fue alfabetizado p o r F em ando Tzim alpopoca, choznoabuelo de los Alvarez C him alpopoca. D. F em ando, más que m aestro, com o amigo íntim o de Ascencio, fue correspon­ dido con ayuda pecuniaria de su alum no, en esta form a m ejoró su situación económ ica. Las publicaciones en donde se consigna la filiación chontal de Ichcateopan, son la Descripción del A rzobispado de México en 1570 y otros docum entos, publicados en 1897 p o r don Luis G arcía Pim entel, y la colección titulada Papeles de Nueva España, en cuyo Vol. VI, incluyó el com pilador Paso y Troncoso, la Relación de Ichcateopan; apareció publicada en Madrid en el año 1905, su im portación y venta en M éxico, sin duda en 1914, m ism o año en que don Florentino puso por escrito la tradición heredada de los viejos de la com unidad.

ALVA. CHIMAL. TRA D .

CHAV. ORO Z.

CORTES Y B. DIAZ D EL CASTILLO SABIAN, DE ESTA AREA, E L O RIG EN DE CUAUHTEMOC. B. D. C. 414 VON WUTHENAU

í

HIST.

B. D. C. 639

En M atlatzingo e en Tulapa, ten ía G uatem uz m uchos pa­ rientes p o r parte de la m adre. Este cronista (B. Díaz del Castillo) tuvo am plio conocim ien­ to de los pariente y la tradición de C uauhtém oc, se com prueba al haber sido su hijo, Diego Díaz del Castillo, alcalde de Ichcateopan, pueblo sin im portancia para un hijo de conquistador. H ernán Cortés se apropió gran parte de esta área, lo confir­ ma en su escudo la cabeza del Señor de Tulapa que se encade­ na con las de otros seis Señores que asesinó; Bernal Díaz del Castillo lo cita: El blasón en sus arm as (de Cortés) tra ía SIETE CABEZAS DE REYES presos en una cadena, fueron los reyes: M ontezu­ m a, C azam azín, Coadlavaca, e al Señor de Tacuba; e al señor de Cuyuacan e a otro gran cacique, Señor de dos provincias


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que se decían Tulapa ju n to a M atalzingo. (Es obvio que faltan en la lista los nom bres y cabezas sím bolos de C uauhtém oc y Coanacotzin). Dn. H ernando le cedió a su hija Catalina Pizarro (hija n atu ­ ral con doña Leonora Pizarro), una estancia llam ada Chapultepec, situada en el Valle M'atlaícingo, en térm inos de Calim aya. (Era dueño de). . . gran extensión dél Estado de México. H ernán Cortés, en XI de 1528, encom endó los pueblos de Calim aya, Tepem axalco y M etepec, a su prim o D. Juan G utié­ rrez A ltam ira y de su m ujer D. Juana A ltam irano, Condes de Santiago de Calimaya. Por real donación de 20 de julio de 1529, el Em perador Carlos V, hizo entrega de diferentes poblaciones del Valle de Toluca al M arquesado del Valle de Oaxaca, Cortés ya los había encom endado antes. En 1521, C ortés llamó a Coyoacan a los señores de Chontalcoatlan y N ochtépec, pertenecientes al señorío chonta! de Ichcateopan, como consta en sus docum entos, hace poco tiem po conocidos, existentes en esos pueblos. (Ver P oderío de Cortés, hoja 194)

A rt. de V. A

297-427 Serie Nezah, E. De Méx.

E. G.

PARENTESCO Y DOMINIO MEXICA EN ACALLAN CHIMAL PAIN

1481 (2-A C A TL). Un hijo de A xayacatzin, soberano de Mé­ xico, se llamó M atlatzincatzin, cuya m adre fue una noble dama de ACALLAN

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CODICE

CODICE REVELADOR DE LA TRADICION DE íCHCATEOPAN T ELLEZ REYES LIEN ZO T LA i'A

El m aestro norm alista, antropólogo y nahuatlato, SATUR­ NINO TELLEZ REYES, EN LA CASA DEL ALFEÑIQUE DE LA CIUDAD DE PUEBLA, descubrió el Lienzo Tlapa No. 2, con clasificación: C artográfico-histórico de la región de Tlapa, G ro., año 1574(2); catalogado en la Colección de Códices pág. 184, titulado LIENZO DE AZTACTEPEC Y CITLALTEPEC, INEDITO, del Museo del INAH., descrito com o: CODICE DE PRO TESTA CONTRA LAS V EJA CIO­ NES DE LOS PRIM EROS ENCOM ENDEROS. E S R E V E L A ­ D O R Y LE G ITIM A A IC H C A TE O P A N COMO L U G A R DEL O R IG E N Y D E L A TUM BA D E CU A UHTEMOC.

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25 SECUELA DEL CODICE AZTACTEPEC-CITLALTEPEC O LIENZO DE TLAPA No. 2, TAMBIEN LLAMADO DE PROTESTA CONTRA LAS VEJACIONES DE LOS PRIMEROS ENCOMENDEROS, DESCUBIERTO POR EL MAESTRO SATURNINO TELLEZ REYES, EN LA CASA DEL ALFEÑI­ QUE, HOY MUSEO DEL ESTADO, EN LA CIUDAD DE PUEBLA, PUE. El maestro normalista, antropólogo y nahuatlato, SATURNINO TELLEZ REYES, catedrático de Historia y Sociología mexicanas en la Universidad de Puebla, Asesor en la Delegación del IMSS, fue funcionario durante varios años en la Casa del Alfeñique, hoy Museo del Estado en la ciudad de Puebla, en donde tuvo oportunidad de conocer, observar y estudiar ampliamente todo lo que allí se exhibe, puso especial atención.en los códices. En 1949, durante los descubrimientos realizados por la MAESTRA EULALIA GUZMAN, en Ichcateopan en el estado de Guerrero, el maestro Saturnino Téllez Reyes, interesado en las noticias, confrontó los nombres dados en la tradición con los que conocía escritos en uno de los códices; lo primero que lo entusiasmó fueron los nombres AHUIZTLI AMO CHICAPILLI cuya traducción es AHUIZTLI, hijo sin mando, sin poder, y en la tradición de Ichcateopan AHUIZOTL, hijo de Ahuízotl 8o. Gobernador de Tenochtitlan; también el nombre de CUIATZILTL o QUIATZITL o QUIAHUITL, símil al de la tradición CUAYAHUTITALLI, LLOVIZNA O LLOVIZNITA, nombre de la princesa hija del Señor de Ichcateopan; Ahuízotl hijo,y Cuayahutitalli, en la tradición son padres de Cuauhtémoc, y en el códice se confirma. El maestro Téllez Reyes, al profundizar su investigación comprobó que en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), son antiguos el registro y la copia del Códice. El acervo de la contundente prueba, lo mostró a personalidades de reconocida capacidad. Del Dr. ALFONSO QUIROZ CUARON obtuvo plena aprobación. EL EX-PRESIDENTE LUIS ECHEVERRIA, para la absolu­ ta comprobación de la autenticidad del CODICE, que no había conseguido el maestro Téllez Reyes, demandó del Director del instituto Nacional de Antropología e Historia, los complementos en tomo al documento; por disposición del maestro Antonio Pompa y Pompa, la paleógrafa Ma. Eugenia Bazán y el nahuatlato Ismael Díaz Cadena, reunieron la interpretación tentativa del maestro Rojas, realizar da y firmada por él, en 1934. Esta copia firmada por el ilustre maestro nahuatlato Mariano J. Rojas, la autentican los maestros Ma. Eugenia Bazán, Ismael Díaz Cadena y la firma del maestro Antonio Pompa y Pompa, fechada el 26 de noviembre de 1976. La interpretación del maestro Rojas, apoya determinantemente la investigación del maestro Téllez Reyes. También en apoyo del maestro Téllez Reyes son los comentarios del maestro Díaz Cadena, antropólogo y nahuatlato oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). LAS CARACTERISTICAS DEL CODICE SON LAS SIGUIENTES: CODICE AZTACTEPEC-CITLALTEPEC o LIENZO DE TLAPA No. 2, también llamado de PROTESTA CONTRA LAS VEJACIONES DE LOS PRIMEROS ENCOMENDEROS, registrado en el Catálogo de la Colección de Códices, pág. 184, del Museo Nacional de Antropología, dependiente del INAH, clasificado en 1964 por el norteamericano John B. Glass. Aparece fotografiado en su tama­ ño natural en la lámina 137, con una nota al pie que dice: Bibliografía, Inédito del Museo del INAH, clasificación cartográfico-histórico de la región de Tlapa, Gro., 1574 (1572); en lienzo de algodón, mide 1.08 x 1.38 mts. De este códice fue exhibida una copia en la Galería de Artes Plásticas de la ciudad de México, en 1963, bajo el título de las Vejaciones de los Primeros Encomenderos. Poscortesiano, del Museo de Puebla.- Civilización Azteca. Del códice se listan las interpretaciones del maestro Saturnino Téllez Reyes, como pauta cardi­ nal con numeración progresiva; le siguen las claves del códice que tienen enlace, del desglose del maestro Rojas; y en donde corresponde, los comentarios del maestro Ismael Díaz Cadena del INAH. El maestro Rojas dividió el códice en cuatro áreas, como sigue: CUADRANTE SUPERIOR IZQUIERDO: 1-1, traducciones del 1 al 20. CUADRANTE SUPERIOR DERECHO: 1-2, traducciones del 1 al 18. CUADRANTE INFERIOR IZQUIERDO: 2-1, traducciones del 1 al *0. CUADRANTE INFERIOR DERECHO 2-2, traducciones del 1 al 16. Se anexa facsímil de este desglose firmado por el maestro Rojas. La numeración progresiva de las interpretaciones del maestro saturnino Téllez Reyes, y las claves del trabajo del maestro Rojas, están sobrepuestas al códice. EXPLICACIONES DEL CODICE: las siglas S.T.R. son del maestro Saturnino Téllez Reyes. M.J.R. del maestro Mariano J. Rojas. Del maestro Ismael Díaz Cadena, nombre completo y número romano.

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26 1. S.T.R.:

AZTACTEPEC (Cerro de las Garzas) 2-1 (10) AZTACTEPEC (Cerro de las Garzas) 2. S.T.R.: CITLALTEPEC (Cerro de la Estrella) M.J.R.: 1-1 (18) CITLALTEPEC (Cerro de la Estrella) 3. S.T.R.: Aquí en TLAPA: M.J.R.: 2-2 (3) nican tlapa amo iteihua besora (Becerra) imatla Do. marco (Marcos) Xoares (Juárez) qa ihua D. nalozo (Alonzo) yoi (de) camarco (Camargo) Alcaje (alcalde) maioz (mayor) (nica) tlapa xihuitl 1574.- TRADUCCION: aquí en Tlapa, Becerra no está en manos de D. Marcos Juárez ni de D. Alonso de Camargo, alcalde mayor de aquí de Tlapa en el año 1574. 4. S.T.R.: Se refiere a Cuauhtémoc: M.J.R.: 2-2 (14) zotlaonolo (zotlahnolo) ocacuoluco (ocahualoco) teocuilo (tezocuilo) huicova? (huicohua) mohiziuate ti (motzicihuatl) mopipil mizo (inic) toqui (quihtoque) quipiac Allaniá (itlamica).-. TRADUCCION: lo dejaron desmayado, lo pincharon, se agusanó, y lo trajeron su respetable mujer y su hijito desde que dijeron que tuvo su fin. 5. S.T.R.: Fila en la parte superior, extirpe mexica la toltequidad (Cultura de Tula), señores toca­ dos con cópil, sentados en sus icpactli o tronos; la primera inscripción dice: Meixica Icpactli, Asiento de los Mexicanos o FUNDACION DE MEXICO-TENOCHTITLAN, está el glifo del agua de Tenochtitlan. M.J.R.: 1-1 (3) mexica icpali (icpatli) TRADUCCION: asiento de los mexicanos. (I. DIAZ CADENA DEL INAH: En el cuadrante superior izquierdo del Lienzo se entronca la tradi­ ción, se incluyen glifos y grafías que establecen el escalón entre el origen de MéxicoTenochtitlan, la toltequidad (Cultura de Tula) y el propio mito de Quetzalcóatl, en el cual figuran la madre de Quetzalcóatl, el río blanco, la víbora blanca, el sauce blanco partido, y el propio Cópil, que refiere la Crónica Mexicayótl de Tezozómoc. 6. S.T.R.: Se identifica Axayácatl con el glifo sobre su cabeza. M.J.R.: 1-1 (6) tlacatecotetl (tlacatecuhtli) TRADUCCION: el amo, el superior. 7. S.T.R.: De donde está el último Señor, arrancan huellas de pasos que marcan elsentido de la lectura. 8. S.T.R.: Van directamente a un grupo de personajes que están en el siguiente No. 9. 9. S.T.R.: Sobrepuesto al área del otro, tiene un glifo símbolo de agua, espinas y el corte de un caracol y la inscripción que literalmente dice: AHUIZTLI, en la parte final quiere decir que no se trata del rey, sino del hijo de Ahuízotl, 8o. Rey de Tenochtitlan. M.J.R.: 2-2 (6) ahuitztli amo chicapili (chicapilli) TRADUCCION: Ahuiztli (espina del agua) no es noble de fuerza (vigoroso) 10. S.T.R.: La superposición está en el águila en sentido descendente del símbolo de Cuauhtémoc de cuauhtli: águila, y temo: descender. El águila está en un cuadrángulo irregular, corres­ ponde a un personaje que no porta cópil porque en 1572, no era factible presentar la figura de Cuauhtémoc como soberano; se ocultaba debido a la represión española. (II. DIAZ CADENA DEL INAH.: En la pictografía de un joven con el cuadrángulo sobrado de la sobe­ ranía que es acompañado por la fecha cuatro pedernal (4 técpatl), sin duda fecha del nacimiento de Cuauhtémoc, a cuya figura la adorna una ave de bello plumaje. 11. S.T.R.: QUIAHUITL, raíz etimológica de lluvia, y por lo tanto, el único documento que tiene escrito el nombre de la consorte de Ahuiztli o Ahuízotl, ambos, progenitores de Cuauh­ témoc, cuyo nombre solamente se conocía en la tradición de Ichcateopan como Cuayautli o Cuayauhtitalli, princesa hija del Señor de Ichcateopan. M.J.R.: 2-2 (2) cuiatziitl (quiatzitl) TRADUCCION: lluvia, llovizna. Quiauhtzin: Señor de la lluvia, lloviznita. 12. S.T.R.: Atl y Tlachmolele: agua y quema, símbolo de guerra el mar hirviente, traducción de Del Paso y Troncoso. 13. S.T.R.: El cuadro siguiente son escudos tirados en tierra, es la capitulación. La traducción está apoyada en una obra en francés, hecha por Del Paso y Troncoso en 1908; son fragmen­ tos sobre la Historia de los Mexicanos, escrita en náhuatl por Cristóbal del Castillo a fines del siglo XVI. 14. S.T.R.: El ángulo es cautiverio de indígenas. 15. S.T.R,: El español tiene el cetro de mando o sea Fernando o Hernando Cortés, con la otra mano tiene asida una soga con que amarra las manos y el cuello de:


27 16. S.T.R.:

Un personaje con cópil de soberano indígena y ya vestido a la usanza española, tal como varias citas históricas describen a Cuauhtémoc. 17. S.T.R.: Cerca de este campo (16 anterior) está un cerro con un pájaro en su cima, y la especifica­ ción Huitziltépetl o Cerro del Colibrí, indudable centro ceremonial, cuyo concepto se refiere a los guerreros muertos converti­ dos en colibrí que disfrutaban en el paraíso o Casa del Sol. Este cerro se identifica con la estrofa final del cantar que evoca a Cuauhtémoc, traducido por el Dr. Miguel León Portilla. Es composición anónima del siglo XVI, Manuscrito de Cantares Mexicanos, Biblioteca Nacional de México, en los folios 54r y 83r-v, dice: “O Titlamahuizo Huitzil­ tépetl, ¡xomochicahuacan netle ya!”Traducción: “Al Cerro del Colibrí llenas de asom­ bro, ¡ea, ya esforzaos!.” M.J.R.: 2-2 (9) huitziltzilcatepeca (huitzitzilcatepeca) huitzitzilcatepequeneos. 18. S.T.R.: De la cola del colibrí de este Cerro Huitzñtepetl, las pisadas se dirigen al área con glifo identificado como TLAPA, en la obra “Estudes Mesoamericaines” VoL 1. Du Centre National de la Recherche Cientifique, Méx. 1972. 19. S.T.R.: A este glifo de TLAPA, le sigue: 20. S.T.R.: El personaje en su pactli o trono, cuyo glifo consiste en dos ajorcas o anillos por los que pasa UNA SERPIENTE, se identifica como el Señor de Ichcateopan, con apoyo en la obra francesa Misión Arqueológica y Etnológica que estudió los lienzos de Chiepetlán, Gro., libio titulado Lienzos de Chiepetlán (Manuscrits pictographiques et Manuscrits en caracteres latins de S. Miguel Chiepetla, Gro., Méx. Sources d’Ethnohistoir Mexicaine, 1972) 21. S.T.R.: Junto a este Señor, la pictografía de una pirámide escalonada con un hueco en el centro con un bulto mortuorio. M.J.R.: 1-2 (5) opracimilte (opeuhimictia) TRADUCCION: comenzó su martirio. (III. DIAZ CADENA DEL INAH.: Las huellas de pisadas en el códice revelan el itinerario de los restos, hasta ser depositados en la base de la pirámide escalonada, en donde el glifo señala un bulto funerario. 22. S.T.R.: Representación del momoxtle del entierro de Cuauhtémoc y la existencia de la placa de cobre a la que se le hizo la inscripción que se conoció en el hallazgo de la iglesia de Ichcateopan. 23. S.T.R.: Fauces abiertas del monstruo Tierra, devorando la cultura, o sea capitulación de Anáhuac. M.J.R.' 1-2 (15) xachitl (oaxitl) TRADUCCION: cajete, vasija, hueco, oquedad en forma de cajete. 24. S.T.R. M.J.R.: 2-1 (3) D. maxcos de metoza (D. Marcos de kendoza) Don Marcos de Mendoza. (IV. DIAZ CADENA DEL INAH.: En la cuarta parte inferior izquierda del Códice, aparece un perso­ naje no investigado que escribe en primera persona: Yo Marcos de Mendoza, que debe ser quien ordenó pintar el Lienzo (?).



CODICE de CUAUHTEMOC (Biografía) CUAUHTEMOC INDESTRUCTIBLE ALFONSO QUIROZ CUARON JOVEN ABIJELO: ESCUCHAME LOARTE, UNICO HEROE A LA ALTURA DEL ARTE. RAMON LOPEZ VELARDE

CAPITULO I

DOMINIO DE LA GRAN CONFEDERACION DE ANAHUAC EN LAS COMARCAS DE MATLAZINCAS, MAZAHUAS Y CHONTALES EN LAS ACTUALES ENTIDADES: EDO. DE MEXICO Y GUERRERO E.G. • HIST. Y TRAD; ICHC.

TEZOZ.

521

1450 ( I O-TOCHTL). Hacia el año 1450, N ezahualcóyotl, Señor de Tezcoco, declaró la guerra al Señorío de Ichcateopan; com o Tezcoco era uno de los m iem bros de la Gran Con­ federación de A náhuac, N ezahualcóyotl fue acom pañado en esa guerra por sus dos confederados: T otoquihuatzin I, Señor de Tlacopan, y de T enochtitlan M otecuhzom a Ilhuicam ina Jefe Suprem o de los tres ejércitos, de acuerdo con las Leyes de la Triple Alianza. V encida Ichcateopan, quedó com o su gobernante un principe de Tezcoco. A fines del siglo XV, el Señor de Ichcateopan provocó de nuevo la guerra con la C onfederación de A náhuac; esta vez llevó la jefatura de los tres ejércitos, A huízotl, 8o T latoani de T enochtitlan. Acabadas las fiestas de la coronación de A huízotl, rey de M éxico, dijo un día Cihuacóati a A huízotl: “ A hora, Señor, están m uy cerrados los pueblos de Teloloapan, será bien que enviem os a ver qué hacen, pues com o no quisieron v e n ir a nuestra fiesta, que no reconocen a señor ninguno” . A huízotl dijo: “ Sea m ucho de enhorabuena; enviemos a personas prác­


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ticas” . Fueron cuatro principales a m anera de m ercaderes; salieron a ellos los de Teticpac y dijéronles: “ ¿Donde váis, señores?” . R espondieron los m exicanos: “ Somos m ercaderes, vamos a T eloloapan” . Dijeron los de Teticpac: “Volveos porque están cerrados y no quieren ver ni reconocer señor ninguno” . Se volvieron los m exicanos y lo contaron a Ahuízotl. O ído esto, fueron escogidos doscientos hom bres con dos capitantes; vieron con el de Teloloapan tres pueblos m uy grandes. Los m exicanos cogiéronles y danles tanta prisa y tan ta grita. Los miserables de Teloloapan dieron voces pidien­ do m isericordia. A huízotl m andó cesar el com bate y se vino m archando con la presa y despojo, y les vinieron a recibir todos los pueblos de aquellas partes.

PADRES DE CUAUHTEMOC E.G. TRAD. IGHC.

E.G. HIST

E L PRINCIPE A H U IZ O T L D E M EXICO SE UNE A CUAY A U H T IT A L I O Q U IAH U ITL, P R IN C E SA C H O N TAL D E ICHCATEO PAN. Los vencedores tom aron prisioneros algunos de los vencidos, entre ellos a la joven C uayauhtitali, hija del Señor de Zom pancuáhuitl (antiguo nom bre de Ichcateopan) y de su esposa (que era) hija de Mo tecuhzóm a (Ilhuicamína). La joven prisionera fue conocida en México por el príncipe A huízotl, hijo de A huízotl gran señor de Tenochtitlan, se unieron en m atrim onio y así se hizo.la paz. En Teloloapan se estableció una im portante colonia de m exicanos, todavía conocida con el nom bre de M exicapan. Tam bién hubo en Teloloapan población chontal, así como en Ichcateopan.

CUAUHTEMOC IC H C A TE O P A N .— R egión de los dioses X ochiquétzal y Macuixóchitl, m u ndo vegetal de gigantescos árboles apiñados, de cascadas y barrancas; m u ndo de lluvia y rocío, de ríos y manantiales y de brillantes aves, sierra revuelta con celajes y mosaicos de flores de plum a y aves de pétalos, húm eda del am or de todos sus seres, rasgada po luces de aurora o rayos


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de torm enta, donde cada peñasco es un m o n u m en to y cada hoja parte del fasto. La noche del 22 de febrero se deslizó con sus sombras, suavem ente el sol restituyó la luz a las es­ pinas y a las orquídeas, sus rayos brillaron en cumbres y en espuma de cataratas, y en el casi ignorado pueblito chontal de Ichcateopan, allí incrustado. Era el sol niño de_15 01 . era Cuauh témoc, la aurora irradiaba sobre el predestinado defen­ sor de Anáhuac, se le donaba espíritu grandioso. Cascadas y rocío elevaron sus almas en arcoiris para form ar las naves del más sutil tem plo pan teísta, y todos los seres cantaron:

A.M.G.K. n a h u a s°

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íbid. •I OQ

E.G. ICHC' YCOD. 1572

Despierta: Ya hay rosincleres, S

ya la aurora se Paró ’ ya grita el faisán de llamas la golondrina de llamas, ya anda la m ariposa de llamas. En algún lugar, en algún lugar en casa de A yopechcatl, con adornos de collares dan a luz, los vientres m aduros llegan a la vida, ¡Levántate, ven, sé enviado, levantate, ven! Niño nuevo, levántate ven, Niño jo y a levántate ven, Aguila, tigre, capitán, m uchacho, hijo m ío el m enor. Has llegado a la tierra, te envía acá tu m adre, tu padre, el Señor Dos, la Señora Dos.

N A C E CUAUTEMOC. 1501 Febrero 23 (9-12 C ALLI, NEM O N T E M I O D IA S AC IAG O S). _El 23_ de febrero_de_1 501. según el docum ento de la tradición escrito en 1768 por José Francisco, de ochenta y tres años de edad ( “la carta viva” ) en el palacio del Señor Rey de C uayauhtitla, nació un niño, hijo de la princesa C uayauhtitali o Q uiahuitl (Lluviecita) de Ich-


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cateopan, e del príncipe A huízotl, hijo de A huízotl Rey de T enochtitlan. ~ ' C uauh tém oc hijo de un príncipe A huízotl, herm ano de M ontezum a segundo, que no reinó.

L E C O R T A N E L OMBLIGO. En naciendo la criatura, luego la partera dio voces a m anera de los que peleaban en la guerra, esto significaba que la paciente había vencido varonilm ente y que h ab ía cautivado un niño. Habló la partera a la criatura, era varón, le dijo: “ Séais m uy bien llegado, hijo m ío, m uy am ado, no sabem os si prosperarás, si tienes algunos m erecim ientos o has nacido com o m azorca de m aíz anieblada. Hijo m ío m uy am ado, y m uy tierno, cata aquí la doctrina que nos dejaron nuestro señor Y oaltecutli y la señora Y oaltícitl, tu padre y m adre; de m edio de ti corto tu om bligo. Sábete y entiende, que no es a q u í tu casa donde has nacido, porque eres soldado y criado, eres ave que llaman quecholli, eres ave que llam an zaquan, que eres ave y soldado del que está en todas partes; esta casa donde has nacido, no es sino un nido, es tu salida en el m undo, aq u í brotas, aquí floreces, a q u í te apartas de tu m adre com o el pedazo de la piedra donde se corta; esta es tu cuna y el lugar donde reclines tu cabeza; tu propia tierra o tra es, en o tra parte estás p rom eti­ do, que es el cam po donde se hacen las guerras, donde se


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traban las batallas, para allí eres enviado; tu oficio es dar beber al Sol con sangre de los enemigos, y dar de com er a la Tierra que se llama T laltecutli” . A cabado de cortarle el om bligo, la partera lavó (al niño) y le habló: “ Hijo m ío, llega a vuestra m adre la diosa del agua llam ada C halchiuhtlícue o C halchiutlatónac; tenga ella por bien de te recibir, y de lavarte; tenga ella por bien de apartar de ti la suciedad que tom aste de tu padre y m adre, tenga por bien de lim piar tu corazón, y de hacerle bueno y lim pio” . BAU TIZO . Llegado el Tonalpouhque o adivino, preguntó la hora en que había nacido, m iró en sus libros el signo, fue cuauhtli que quiere decir águila, mismo signo de océlotl o tig re, él m ostrará a toda b u e n ro s tro y c o ra z ó n . El adivino señaló a los padres y a los viejos: “ Será señor,1 valiente hom bre, será en la guerra valiente y esforzado, tendrá/ dignidad entre los que rigen cosas de la milicia; aquí a cuatro' días se bautizará” . A los cuatro días para bautizarlo le hicieron de masa de bledos o huauhtle (golosina actualm ente llamada alegría), una rodelita y un arquito, y cuatro saetas pequeñitas: una del oriente, otra del occidente, otra del m ediodía y otra del n orte. Llam aron a la partera que lo bautizara. Ju n to s todos en saliendo el sol, pusieron en m edio del patio de la casa las alhajuelas para el bautism o. La partera dem andó un lebrillo nuevo lleno de agua, luego tom ó al niño entre ambas m anos con la cara hacia el oriente y com enzó a decir: “ ¡Oh águila, oh tigre, oh valiente hom bre, nieto m ío!, has llegado a este m undo, ha te enviado nuestros dioses, tu padre y m adre, el gran Señor y la gran Señora, tú fuiste criado y engendrado en su casa; h ízo te m erced Q uetzalcóatl, que está en todo lugar; ahora jú n ta te con tu m adre la diosa del agua que se llama C halchiuhtlicue y C halchiuhtlatónac” . Luego la partera habló con la misma agua: “Piadosísim a señora nuestra que os llamáis C halchiuhtlicue o Chalchiuh­ tlatónac, aquí ha venido a este m undo este vuestro siervo, al cual han enviado nuestra m adre y nuestro padre, que se llam an O m etecuhtli y O m ecíhuatl, que viven sobre los trece


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cielos; no sabem os qué le fue dado antes del principio del m undo, no sabem os qué es su ventura con qué viene revuelta. C halchiuhtlicue m adre y herm ana de los dioses, en vuestras m anos se deja esta creatura, por el don que tenéis para lim piar desde antes del principio del m undo; tened por bien, Señora, de hacer lo que os rogam os” . Dicho esto, la partera echó agua sobre el resuello, le dio a gustar a la creatura, tam bién le tocó el pecho y el cerebro y le dijo: “ Hijo m ío m uy am ado, entra en el agua que se llama m etlálac, láveos en ella” . Luego lo envolvió diciendo: “ ¡Oh piedra preciosa, oh plum a rica, oh esmeralda, oh zafiro!, form oos vuestro padre y vuestra m adre que se llaman Ometecuhtli y O m ecíhuatl. Has llegado a este m undo, lugar de m u­ chos trabajos y torm entos, donde hay calor destem plado y frío destem plado, lugar de ham bre y sed, de cansancio, y de lloro. Después tom ó la partera al niño y levantando hacia el cielo dijo: “ Señor, véis aquí vuestra creatura, que habéis enviado a este lugar de dolores y de aflicciones y de penitencia; dadle vuestros dones y vuestras inspiraciones, dadle el don que soléis dar a vuestros soldados, para que pueda ir a vuestra casa llena de deleites, donde descansan y se gozan los valientes soldados que m ueren en la guerra, que están con vos alabán­ doos” . Term ina la partera diciendo al niño: “C uauhtém oc, tom a tu rodela, tom a el dardo, son recreaciones y regocijos del Sol” . Y luego le viste la m antilla atada sobre el hom bro y le ciñe un m axtli. F IE STA . Acabadas las cerem onias entraron niños y jóvenes en la casa del bautizado, tom aron la com ida que allí les tenían aparejada, llam ada el om bligo del niño, salen com iendo lo que arrebatan y com ienzan a gritar: “ ¡Cuauhtém oc, vete hacia el cam po de las batallas, p o n te en el m edio donde se hacen las guerras! ¡Oh, C uauhtém oc, tu oficio es regocijar al Sol y a la Tierra, y darles de com er y de beber; ya eres de la suerte de los soldados que son águilas y tigres, los cuales m urieron en la guerra, y ahora están regocijando y cantando delante del Sol! ¡Soldados, oh gente de guerra, venid acá, venid a com er el ombligo de C uauhtém oc!” .


CODICE DE CUAUHTEMOC B.S. II 192

HIST.

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P A R A B IE N E S A L N IÑ O Y A L A M AD RE. Después que se supo que la princesa C uayauhtitali parió, los amigos y parien­ tes van a visitar al niño y a la m adre, lo mismo hacen los gobernadores de los poblados de esta com arca; tam bién llegan em bajadores del Señor A huízotl de T enochtitlan, abuelo de C uauhtém oc, del Señor Nezahualpilli de Tezcoco y del Señor T otoquihuatzin II, de Tlacopan. El em bajador de T enochtitlan le dice al recién nacido: “ ¡Oh nieto m ío y Señor m ío , persona de gran valor, de gran precio y de gran estima! !Oh piedra preciosa, oh esmeralda, oh zafiro, oh plum aje rico, cabello y uña de alta generación!, séais m uy bien venido, séais m uy bien llegado, habéis sido form ado en el lugar m ás alto, donde habitan los dos suprem os dioses, que es sobre los trece cielos. Os han hecho de vaciadizo com o una cuenta de oro, os han agujerado com o una piedra preciosa m uy rica! ¡Séais enhorabuena venido, séais m uy bien llegado, reposad, descansad, pues habéis venido tan deseado!” . C ontinúa el em bajador de Tezcoco: “ Muchas gracias hace­ m os a nuestro Señor présente, porque ha tenido por bien que viniese y saliese a luz esta preciosa piedra y este rico quetzalli” . Term ina el em bajador de Tlacopan diciendo a la princesa C uayauhtitali: “ De voz señora, ha cogido una piedra preciosa, de vos ha tom ado un plum aje rico nuestro hijo de Quetzalcóatl. Sea nuestro Señor alabado, porque con prosperidad apartó de vos el peligro, y la batalla, con que peleasteis contra la m uerte en el parto. Deseamos, Señora, vuestra vida y pros­ peridad por m ucho tiem po, sois Señora de gran valor” . ULTIM A C E LEBRAC IO N D E L A A T A D U R A DEL SIG LO N A H U A , CU AUH TEM OC TEN IA SE IS A Ñ O S D E ED AD 1 5 0 7 (2-ACA.TL). Era del Q uinto Sol M ovim iento que había vuelto a ilum inar con el sacrificio de los dioses N anahuatzin y Tecciztécatl, después de cuatro eras cósmicas en que los dioses habían destruido a los hom bres. A ño fastuoso en que se celebró, p o r últim a vez en la cuenta nahúa, la atadura del siglo de 52 años, al apagar to d o el fuego y ser encendido nuevam ente por los sacerdotes, frotando los m aderos ai paso en el cénit, de la estrella Y oaltecuhtli (A ldebarán), en el H uizachitlan (Cerro de la Estrella) en Iztapalapa, jurisdicción de T enochtitlan.


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B.S. II 327

D.D.

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1 5 0 7 (2-A C A TL). Fue la atadura de nuestros años. En la cum bre del H uixachtécatl fue donde cayó el tizón para encen­ der el fuego y era la cuarta vez que los m exicas am arraban los años desde que se hallaban en T enochtitlan.

ED U C A C IO N D E CUAUH TEM OC A L O S S E IS A Ñ O S D E EDAD. En Ichcateopan com o en to d a A náhuac, igual que en T enochtitlan se h ab ía solem nizado la fiesta de la “ atadura del siglo” . En este año, C uauhtém oc cum plía seis años; fue entonces cuando su m adre, la princesa C uayauhtitali, le perm itió la com ­ p añ ía de dos pajes para que se regocijase con ellos, a los cuales encom endó no le consintiesen hacer ninguna fealdad, suciedad, ni deshonestidad; instruirlo para que hablase palabras bien criadas; que no hiciese desacato a nadie, reverenciase a oficiales de la R epública, lo m ism o a las personas bajas, hom bres y m ujeres, y ancianos; y a contestar: “Vayáis enhorabuena, abuelos m ío s” . Tam bién lo en treten ían con juegos com o correr, bailar el trom po, tirar al to to lo q u e y oíros. C E LE B R A C IO N D E L A Ñ O NU EVO . El prim er d ía del mes de m arzo celebraban el año nuevo, que ten ía cuatro nom bres: X iuhtzitzquilo o “ tom ar el año en la m an o ” o “ ten er un ram o en la m an o ” , el segundo nom bre era C uahuítlehua o “ em pezar a cam inar los árboles” o “ em pezar los árboles a levantarse” , el tercero era A tlm otzacuaya que quiere decir “ atajar el agua” , porque en m arzo em piezan a caer algunos aguaceros y las sem enteras estaban sazonadas; el cuarto nom bre era Xilomaniztli, quiere decir que “ya h ab ía m azorca fresca y en leche” . Cada celebración de principio de año, unidos con la demás gente de Ichcateopan. C uayauhtitali h ab ía llevado a su hijo C uauhtém oc, a buscar plantitas y retoños acabados de brotar, los acariciaban y decían halagos,- con ramas en m anojitos llegaban al tem plo, cada uno lo ofrendaba a los dioses, ju n to con com ida, plum as y algunos chalchihuites; allí m ism o, antes de llevar a los niños a desayunar, sus padres les estiraban de­ dos, m anos, brazos, piernas, pies, cuello, narices y orejas, para que se desarrollaran norm alm ente. Esta era la cerem onia X iuhtzitzquilo o “ tom ar el año en la m an o ” .


CODICE DE CUAUHTEMOC

COD MENDO CINO

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A L O S SIE T E AÑ O S, EL N IÑ O IN IC IA P R U E B A S D E ES­ TOICISMO. Ya cum plidos siete años, se le señaló a Cuauhtém oc auxiliar en las tareas dom ésticas, a orar a los dioses, a ser diligente, hum ilde de espíritu, obediente. Su rebeldía sería castigada con púas de maguey en su carne, azotes y otros torm entos. Era som etido a ayunos con una o dos tortillas. A cudía a los m ercados o tianquiztli a recoger granos de m aíz, frijol y desperdicios. Cuauhtém oc vagaba absorbido su pensam iento en la bondad de O m etecuhtli y O m ecíhuatl, creadores del sol, aire, tierra y agua, de todo el Universo. En todo encontraba vida com ún a la suya. Conocía y amaba los m ontes y sus árboles, las m ontañas, las piedras; del cielo, luces y estrellas; descubría que no había anim dlito ni planta, ni piedra que no tuviera calidad; en esa escuela aprendía la enseñanza más pura y más sencilla, sabiduría del m u ndo regido con leyes sin estigma, del am or en su natural esencia; allí se graduaba su voluntad; aprendió a norm ar sus ideas en la razón ajena a sensibilidad inútil; sus ojos fu ero n dueños de la luz, abrió a su espíritu las seis ventanas cardinales (oriente, poniente, sur, norte, ze n it y a zim u t) en m edio de todos los vientos. Desde en to n ­ ces gestó su conducta que forjaría al organizador inconm ovi­ ble, justo realizador de obra sublim e y eterna.


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Fundación de México. Cod: Mendocmo.


CODICE DE CUAUHTEMOC

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TENOCHTITLAN Y TLATELOLCO La Tenochtitlan era jardín de pluma, alabastro, c h a lc h íh u itly luz, m u ndo m itológico que fe liz m edía la vida; su preciosismo en m il m etáforas lo describían lo m ism o el m acéhuatl del Calpulli que el tlacatecuhtli del Calmécac. Un mexica, desco­ nocido su nom bre, dejó canto perenne: A.M.G.K. POES. NAH. I

•HIST.

B.S. I 2 32/4

H aciendo círculos de jade está tendida la ciudad: irradiando rayos de luz, cual plum a de quetzal, está M éxico, ju n to a ella son llevados en barcas los príncipes: sobre ellos se extiende una florida niebla. ¡Es tu casa dador de la vida, reinas tu aquí!. En A náhuac se oyen tus cantos: Sobre los hom bres se extienden. La ciudad de T enochtitlan, fundada en 1325 (2-Calli), estaba cim entada en una isla, la com unicaban con tierra firme sus calzadas, la del norte con el Tepéyac, la del sur con Iztapalapa que a su vez se u n ía con la que iba a Coyoacan, y la más im portante de Tlacopan, al oeste; hubo otra hacia el oriente que no tocaba la costa. Las calles de tierra eran cru­ zadas por setenta y tres acequias surcadas por miles de canoas. El gran teocali era el centro de la ciudad, en form a de pirám ide truncada rem atada por las dos capillas, una de H uitzilopochtli dios solar de la guerra, y la otra de Tláloc, dios de las lluvias? el segundo cu era del dios del agua Tlaloque; el tercer teocalli se llam aba Macuicalli o M acuilquiauitl, el cuarto Teccizcalli; seguían los edificios Poyauhtla, Mixcoapan T zom pantli, Tlaxicco, Q uauhxicalco, Tochinco, Teutlalpan, Tlilapan, Tlillancalm écac, México Calmécac, Coacalco, etcétera; el trigésim osegundo edificio era el Tezcatlachco o juego de pelota; se contaban hasta 78 edificios constituidos para adoraíorios, aposentos sacerdotales, estanques purifica­ d l e s , casas de retiro para jóvenes de uno y otro sexo; circun­ daba el conjunto cerem onial el coatepantli o m uro form ado de grandes culebras encadenadas. Al poniente estaba el pala­ cio de M octezum a ílhuicam ina (casas viejas), ten ía veinte puertas, tres grandes patios, herm osos jardines, m onum ental fuente, baños, y adoratorio; la construcción brillaba con ta-


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Templo Mayor de México. (El Gran Teocali),


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TEMPLO MAYOR DE MEXICO

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pices de esmeraldas, topacios, rubíes, m árm oles y jaspes (según descripción del C onquistador A nónim o). Al oriente el palacio de A xayácatl, donde además de hospitalidad, en­ contraron los españoles tesoros incalculables. En seguida la Casa de las Aves que albergaba desde al dim inuto huitzilihuitl (colibrí) hasta el cuauhtli o águila caudal, y ju n to , la Casa de las Fieras; am bos zoológicos únicos en Pream érica, sorprendieron a los españoles. Al sureste estaba el palacio del Tlatoani o gobernador M octezum a X ocoyotzin. Con perfecto trazo, en T enochtitlan se repartían en todas direcciones las setenta mil casas, unas lujosas y otras m odestas, pertenecientes a la población secular de más o m enos m edio m illón de habitantes. Desde C hapultepec, el doble acueducto su rtía a las ciudades gemelas T enochtitlan y Tlatelolco. En el tem plo de Q uetzalcóatl, todos los días se tañ ía a la hora que se pone el sol, un gran atam bor que h ab ía en sólo este tem plo; su sonido ronco se oía p o r toda la ciudad, el cual, oído, se p o n ía la ciudad en tan to silencio que parecía que no h ab ía hom bre en ella, desbaratándose los m ercados, recogiéndose la gente, quedando todo en tan ta quietud y sosiego, decían: “ Recojám onos, pues ha tocado “Y écatl” , que era el segundo nom bre de Q uetzalcóatl. La gente de esta ciudad es de más m anera y prim or en su vestir y servicio que no la o tra de estas otras provincias y ciudades, porque com o allí estaba siempre este señor M utezum a, y todos los señores sus vasallos ocurrían siem pre a la ciudad, h ab ía en ellas más m anera y policía en todas las cosas. Y por no ser más prolijo en la relación de las cosas de esta gran ciudad, aunque no acabaría tan aína, no quiero decir más sino que en su servicio y tra to de la gente de ella hay la m anera casi de vivir que en España, y con tan to concierto y orden com o allá, y que considerando esta gente ser bárbara y tan apartada del conocim iento de Dios y de la com unicación de otras naciones de razón (?), es cosa adm irable ver la que tienen en todas las cosas. Al norte de T enochtitlan, solam ente separado p o r la acequia T ezontlali, se veía la ciudad de Tlatelolco con su gran teatro, m ajestuosos tem plos y edificios, destacaban los num erosos portales que circundaban el extenso y fam oso Tianquiztli


Fig. 1 -Plano de Tenochtitlan (hoy la ciudad de México), atribuido o Hernán Cortés pero diseñado Mayor, la ciudad, y algunos de los poblados de los alrededores. Se publicó por primera vez en Nuremb Cortés al Emperador Carlos V durante la conquista de México.


orobablemente por alguno de los conquistadores que militaron a sus órdenes. Se advierten el Templo zrg en une edición en latín de las "Cartas de Relación”, en otras palabras, de los informes que envió


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Este plano, que se remonta a la conquista española, y merece estudiarse con cuidado, nos mues­ tra a la ciudad de México (o Tenochtitlan, como se llamaba entonces) con los lagos que la rodeaban y unida a la tierra fírme por varias calzadas: nótense las brechas y los puentes de madera sobre algunos de los canales que cruzaban a la ciudad. Advertimos hacia el centro el gran recinto del Templo Mayor rodeado por el Cohuatepantli, o Muro de Serpientes: se ven también algunos de los templos y osarios. Vemos también a Chapultepec con su bosque y sus manantiales, y el acueducto que de allí salía y i.raía el agua potable hasta el corazón de la ciudad de México. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23.

24. 25. 26. 27. 28. 29.

Coyoacán. Calzada de Itztapalapan. Fuerte de Xóloc. Casas y jardines de Moctezuma, fuera de la ciudad. Plaza, hoy de la Constitución. Palacio nuevo de Moctezuma, hoy Palacio Nacional. Jardín de Palacio. Casa de animales o Museo Zoológico. Cohuatepantli o Muro de la Culebras, con sus cuatro puertas encima de las cuales están figurados los Tlacochcalcos o casas de las flechas. Palacio de Axayácatl. Palacio de Huehue Moctezuma. Mercado de Tlatelolco. (Fórum). Calzada de Nonoalco, para Tlacopan. Calzada hacia Tenayuca. Calzada de Tlacopan, con siete cortaduras. El acueducto que nace en la fuente de Chapultepec, sigue por lo que hoy es calzada Melchor Ocampo, tuerce y entra a la calzada de Tlacopan y al llegar a la orilla de la ciudad, se hunde bajo tierra y así penetra hasta el centro de la ciudad. Bosque de Chapultepec. Fuente de Chapultepec. Pueblo que corresponde a Tacú baya (¿tlacuihuayan) con la bandera de Austria izada. Punto donde estaba el puerto de las canoas que hacían el tráfico con Tetzcoco y pueblos del oriente, le llamaban Tetamazolco o lugar del sapo de piedra. Allí se construyeron después las Atarazanas. Dique construido para evitar las inundaciones en la ciudad. Calzada que salía de la Puerta N. de Cohuatepantli, \\zm.zá&Acatlyacapan y en la orilla de la ciu­ dad se bifurcaba en una calzada hacia Tenayuca y la otra hacia la punta del Ceno o Tepeyacac. En las calles de agua están señalados los maderos, como puentes, que comunicaban una casa con otra. En el centro, es posible identificar dos Tzompantli o lugares donde se exponían los cráneos de los sacrificados. El Templo Mayor, muy imperfectamente dibujado, queda frente a la calzada de Tlacopan. Sobre el muro sur de Cohuatepantli se ve el nombre de Temixtitan, con mayúsculas. Laguna donde fue aprehendido Cuauhtémoc, llamada Amanalco. Idolo gigantesco decapitado. Teocalli donde hoy está la iglesia de S. Miguel Nonoalco. Templos al P. del Mercado de Tlatelolco. Casa de Cuauhtémoc. Casa de la Celada.


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(m ercado); allí se encontraba el Tecpan o palacio del G ober­ nante, los m agistrados y los tlacuilos o escribientes, para vigilar las operaciones comerciales (este edificio fue penúlti­ m o reducto de C uauhtém octzin, en los últim os días del sitio y capitulación de su patria); era el principal centro com er­ cial de ambas ciudades en donde se vendía to d a clase de ar­ tículos com estibles, bebestibles, m edicinales, industriales e industrializados, animales vivos, oro, plata, joyas, plum as, conchas, caracoles, y el cacao y el algodón que, además, eran patrones m onetarios con que tasaban las diferentes m edidas de peso y volum en. Los pochteca o com erciantes, concurrían a elegir los productos que llevaban al intercam bio, hasta allen­ de fronteras de A náhuac. A todos los españoles maravilló la organización del m ercado; C ortés lo citó en sus relaciones a Carlos V.. Tienen o tra plaza tan grande com o dos veces la ciudad de Salam anca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianam ente arriba de sesenta mil ánimas com prando y vendiendo; donde hay todos los géneros de m ercadurías que en todas las tierras se hallan. . . . Y luego le tom ó de la m ano (M octezum a a Cortés) y le dijo que mirase su gran ciudad y todas las más ciudades que ha­ bía d entro en el agua, e otros m uchos pueblos alrededor de la m ism a laguna en tierra, y que si no h ab ía visto m uy bien su gran plaza, que desde allá la p o d ría ver m uy m ejor, e ansí lo estuvim os m irando, porque desde aquel grande y m aldito tem plo estaba tan alto que todo lo señoreaba m uy bien; y de allí vimos las tres calzadas que entran en M éxico, ques la de Iztapalapa, que fue p o r la que entram os cuatro días hacía, y la de Tacuba, que fue p o r donde después salimos hu y en d o la no ­ che de nuestro desbarate, cuando Cuedlavaca, nuevo señor, nos echó de la ciudad, com o adelante direm os, y la de Tepeaquilla. Y veíam os el agua dulce que venía de C hapultepec, de que se proveía la ciudad, y en aquellas tres calzadas, las puentes que ten ía n hechas de trecho en trecho, p o r donde entraba y salía el agua de la laguna de una parte a otra; e víam os en aquella gran laguna tan ta m u ltitu d de canoas, unas que venían con bastim entos e otras que volvían con cargas y m ercaderías; e víam os que cada casa de aquella gran ciudad y de todas las más ciudades questaban pobladas en el agua, de casa a casa no se


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(m ercado); allí se encontraba el Tecpan o palacio del G ober­ nante, los m agistrados y los tlacuilos o escribientes, para vigilar las operaciones comerciales (este edificio fue penúlti­ m o reducto de C uauhtém octzin, en los últim os días del sitio y capitulación de su patria); era el principal centro com er­ cial de ambas ciudades en donde se vendía to d a clase de ar­ tículos com estibles, bebestibles, m edicinales, industriales e industrializados, animales vivos, oro, plata, joyas, plum as, conchas, caracoles, y el cacao y el algodón que, además, eran patrones m onetarios con que tasaban las diferentes m edidas de peso y volum en. Los pochteca o com erciantes, concurrían a elegir los productos que llevaban al intercam bio, hasta allen­ de fronteras de A náhuac. A todos los españoles maravilló la organización del m ercado; C ortés lo citó en sus relaciones a Carlos V.. Tienen otra plaza tan grande com o dos veces la ciudad de Salam anca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianam ente arriba de sesenta mil ánimas com prando y vendiendo; donde hay todos los géneros de m ercadurías que en todas las tierras se hallan. . . . Y luego le tom ó de la m anofM octezum a a Cortés) y le dijo que mirase su gran ciudad y todas las más ciudades que ha­ bía dentro en el agua, e otros m uchos pueblos alrededor de la m ism a laguna en tierra, y que si no había visto m uy bien su gran plaza, que desde allá la p o d ría ver m uy m ejor, e ansí lo estuvim os m irando, porque desde aquel grande y m aldito tem plo estaba tan alto que to d o lo señoreaba m uy bien; y de allí vimos las tres calzadas que entran en M éxico, ques la de Iztapalapa, que fue p o r la que entram os cuatro días hacía, y la de Tacuba, que fue p o r donde después salimos h uyendo la n o ­ che de nuestro desbarate, cuando Cuedlavaca, nuevo señor, nos echó de la ciudad, com o adelante direm os, y la de Tepeaquilla. Y veíam os el agua dulce que venía de C hapultepec, de que se proveía la ciudad, y en aquellas tres calzadas, las puentes que ten ía n hechas de trecho en trecho, p o r donde entraba y salía el agua de la laguna de una parte a otra; e víam os en aquella gran laguna tan ta m ultitu d de canoas, unas que venían con bastim entos e otras que volvían con cargas y m ercaderías; e víam os que cada casa de aquella gran ciudad y de todas las más ciudades questaban pobladas en el agua, de casa a casa no se


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pasaba sino p o r unas puentes levadizas que tenían hechas de m adera, o en canoas; y víam os en aquellas ciudades cúes y adoratorios a m anera de torres y fortalezas, y todas blanquean­ do que era cosa de adm iración, y las casas de azoteas, y en las calzadas otras torrecillas y adoratorios que eran com o fortale­ zas. Y después de bien m irado y considerado todo lo que ha­ bíam os visto, tom am os a ver la gran plaza y la m ultitud de gente que en ella había, unos com prando y otros vendiendo, que solam ente el rum or y zum bido de las voces y palabras que allí h ab ía sonaba más que de una legua, e entre nosotros hobo soldados que habían estado en m uchas partes del m undo, en C onstantinopla en toda Italia, e Rom a, y dijeron que plaza tan bien com pasada y con tan to concierto y tam año e llena de tan ta gente no la habían visto jamás. #

MOCTEZUMA XOCOYOTZÍN

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ANAL. TLAT. 17 IXTL. II 17

M octezum a X ocoyotzin había sido elevado a Tlatoani (go­ bernador) de T enochtitlan, desde 1502 (10-T ochtl); en unión de Nezahualpilli de Tezcoco y T otoquihuatzin de Tlacopan (Tacuba), integraban la Gran C onfederación de Anáhuac. M ontezum a ten ía m uchas guarniciones y capitanías en lo de Soconusco, en lo de G uazaqualco, en lo de M echuacán, y a la raya de Pánuco entre T uzapapán (Túxpan), T enía cuenta de todas las rentas que le traían a M ontezum a, con sus libros hechos de su papel que se dice Amal (am atl), y ten ía de estos libros una gran cantidad. A quí están sus conquistas: T latlauhquitépec, T zotzollan, Tecuictépec, N ocheztlan, T otépec, Tlaniztla, Tzolla, Icpatépec. T enían para cada género sus escritores, unos que trataban de los Anales (X iuhám atl), poniendo por su orden las cosas que acaecían en cada un año, con día, mes y hora. O tros ten ían a su cargo las genealogías y descendencias de los Reyes y personas de linaje, asentado por cuenta y razón los que nacían y borraban los que m orían con la mism a cuenta. Unos ten ían cuidado de las pinturas de los térm inos, lím ites y m o­ joneras de las ciudades, provincias, pueblos y lugares, y de las suertes y repartim ientos de tierras, cuyos eran y a quién per-


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MOTOLIN IA

cenecían. H abía entre estos naturales cinco (clases de) libros, de figuras y caracteres. El prim ero habla de los años y tiem pos, el segundo de días y fiestas en todo el año; el tercero de sueños, em baim ientos, vanidades y agüeros en que creían; el cuarto era el del bautism o y nom bres que daban a los niños, el quin to de ritos, cerem onias y agüeros en los m atrim onios; otros eran de historias, genealogías, dioses y ciencias, y los de adm inistración pública.' Cada ciudad tenía su archivo; el de T enochtitlan, p o r lo m enos el referente a la H acienda Pública, estaba en un local del edificio contiguo al palacio de M otecuhzom a Ilhuicam ina.

GOBERNANTES DE LOS PRINCIPALES SEÑORIOS, AL LLEG A R CORTES EN 1519.

MATS. 1-837

A cuechótzin en Tecam achalco C alcozám atl en Cuauhquechóllan Tlacayáotzin en Tenanco Itzcahuátzin en Chalco Y aom ahuítzin en Cuauhuáhuac T latolcátzin en X ochim ilco M ayahuiátzin en Ixtacalco Ixto to m ah u átzin en Teopancálcan C uitláhuac en Ixtapalapan Tezozóm oc en Culhuácan C oapopocátzin en Coyoacan T ecuhtlehuacátzin en Atzcaputzalco Panítzin en E hecatepec Tlacochcálcatl en Cem pohuállan

Ixcozauhqui en Tepeyac (Tepeaca) N ahuiácatl en Itzócan Cacam átzin en Am equem écan Tizapapalótzin en H uaxtepec C halcayaótzin en Mizquic A tenchicálcan en Cuitláhuac A tlpopocátzin en T ízoc C em poalxóchitl en Tecpan T ochihuítzin en M exicaltzinco H uitzillátzin en H uitzilopochco T o toquihuátzin en Tlacópan (Tacuba) M otecuhzom atzin en Tenayocan M azacoyotzin en M atlatzinco C oapopoca en N áutlan


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Teuhtlilli en C uetláxtlan • Tem etzin en Chololla (Cholula) Teohuac en Calpan C oyótzin en Acólman Q uetzam am alitzin H uétzin niño, gobernaba su tu to r en Teotihuacan A tonaletzin en Tepeyahualco T zontem óctzin en H uexotla Citlalcóatl en Tultitlán Q uinatzin en T epotzotlan T zotzoltzin en X ippacoyan Tollan A cxóyotl en Chiapas Cozcacuauhtli en la M ixteca Cacama en Tezcoco Consijoeza en Zaachilla C uauhtém oc en Ichcateopan A ztatzontzin en C uauhtitlan

X icoténcatl padre) Q uecehuatl

en Tlaxcala en

(el

H uexotzinco

Tlaltécalt en C hiconauhtla Teyaoyahualohuatzin en Te­ pe chpan Tlam apatzin en Axapochco

Cuechim altzin en O tóm pan (O tum ba) X aquintecuhtli en Coatlinchan A yocoátzin en Tepexi M atlillihuitzin en Apazco M exayacatzin en Xilotepec Ocollotzin en X ocotitlan Condoy en T otontepec M octezum a X ocoyotzin en M éxico-Tenochtitlan. Cosijopii en Tecuantépec Canek en el Petén, Yucatán. Zinzicha en Michuacán

AUGURIOS DE LA INVASION ESPAÑOLA EN ANAHUAC I. TLAT. IV -23

/ a esta tierra aparecieron señales: La prim era fue en el cielo l j una llama de fuego m uy grande y resplandeciente. La segunda, / ( el chapitel de un cu de V itzilopuchtli se incendió, el agua / echábanla sobre el fuego y no se apagaba. La tercera cayó j un rayo sobre el cu de X iuhtecutli, dios del fuego. En la cuar- j ta, de día cayó una com eta. La quinta fue que la laguna de / \ México parecía hervir, sin hacer aire. La sexta se oyó de noche / en el aire una voz de m ujer que decía: “ ¡Oh hijos m ío s,/ adonde os llevaré!” . La séptim a señal fue que cazaron una/ ave parda del tam año de una grulla, tenía en la cabeza un] espejo, allí se veía m ucha gente arm ada; la fueron a m ostrar


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a M octhecuzom a, y desapareció. En la octava señal aparecieron m onstruos. Tam bién se dijo que Papantzin, herm ana de M octezum a II, resucitó para predecir la invasión por gente extraña.


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CUAUHTEMOC INGRESA AL CALMECAC

Calmécac. Cod: Mendocino. B.S. II

213/5

1513 (8-C ALLI). Cum plidos los 12 años C uauhtém oc, su padre el príncipe A huízotl (hijo de A huízotl, 8o Rey de México T enochtitlan) acom pañado de su cónyuge C uayauhtitali, lo llevaron al Calmécac de T e n o c h titlá n ; delante de los m aestros que le habían de criar, hablóle A huízotl de esta m anera: “Hijo m ío, aquí estás presente, donde te ha traído nuestro Señor que está en todo lugar, y aquí están tu padre y tu m adre que te engendraron, mas verdaderam ente son tu padre y tu m adre los que te han de criar y enseñarte las buenas costum bres, y te han de abrir los ojos, y los oídos, para que veas y oigas. Ellos tienen autoridad para castigar y para herir a sus hijos que enseñan. Oye pues y sábete que cuando eras tierno te prom etieron y te ofrecieron tu padre y tu m adre, para que morases en esta casa del Calmécac, para que aquí barras la casa y la limpies por am or de nuestro señor Quetzalcóatl, y por esta causa ahora tu padre y tu m adre, que aquí estam os, te venim os a poner aquí donde has de estar, y donde eres hijo propio. Estarás en el Calmécac, casa de lloro y de tristeza, donde serás labrado y agujerado com o piedra preciosa y plum a rica; sirviendo a nuestro señor recibirás sus m isericor­ dias; de aquí salen los que poseen ahora los estrados y sillas de la república, donde los pone y ordena nuestro Señor que está en todo lugar. Hijo m ío m uy am ado, estarás m uy de voluntad y que no tengas afección a ninguna cosa de tu casa; hazte de levantar de m añana, velarás de noche; el oficio que te dieren tom arás; andarás con ligereza, no seas perezoso; tam-


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bien habéis de hacer sacar sangre de vuestro cuerpo con la espina de m aguey, y bañaros de noche, aunque haga m ucho frío. Hijo m ío, has de tener m ucho cuidado de entender los libros de nuestro Señor. Allégate a los sabios y hábiles y de buen ingenio, que aunque vivieron en grande hum ildad, fueron reverenciados y tenidos en m ucho y poseyeron las dignidades del reino, tuvieron autoridad para m atar y para hacer guerras, y m antuvieron al Sol y a la Tierra con sangre de hom bres; pon los ojos en ellos, m ira sus virtudes, m ira su fam a y el resplandor y claridad que nos dejaron. Am ado hijo, m ira que te apartes de los deleites carnales; guárdate de todas las cosas sucias que ensucian a los hom bres, no so­ lam ente en las ánimas, pero tam bién en los cuerpos, causan­ do enferm edades y m uertes corporales. Hijo m ío, m ira que el m undo ya tiene este estilo de engendrar y m ultiplicar, y para esta generación y m ultiplicación ordenó dios que una m ujer usase de un varón, y un varón de una m ujer; pero esto conviene se haga con tem planza, no te arrojes a la m ujer com o el perro se arroja a lo que ha de com er, dándote a las m ujeres antes de tiem po; resiste hasta que ya seas* hom bre perfecto y recto; m ira que el m aguey si lo abren de pequeño para quitarle la miel, ni tiene sustancia ni da m iel, sino piérde­ se; antes que abran el m aguey para sacarle la miel lo dejan crecer y venir a su perfección, y entonces se saca la miel.

Salieron de Aztlán,-I-Tecpatl. (IJI6),-Tira de la Peregrinación.


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A.M.G.K. POE. NAH. 1-14

A

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Com o incipiente m om achitique (estudiante), C uauhtém oc a todo atendía y entendía. S abias eran las enseñanzas de los tlam atinim e y de los tlam acazqui, que cum plían al hacer sabios a los rostros ajenos por m edio de las tradiciones o libros vivos, y los libros plegados pintados en papel de am ate, conservados en el Amoxcalli o biblioteca. Eran m aterias obligadas el Tonalám atl libro adivinatorio, la com plejidad del poder del dom inio m ental. De la historia se le grabó la trayectoria valiente y perseverante de los chichimecas, desde su salida de las Siete Cuevas de Aztlán (heráldica) ju n to con las otras seis tribus, que guiados por H uitzilopochtli fundaron Tenochtitlan. Sin esfuerzo se sublim ó en teogonia y cosm ogo­ nía. Encauzado por sus padres en lo religioso, ahora recreaba su espíritu en la profunda filosofía de Q ueízalcóatl com o la inspiración y sus desdoblam ientos en H uitzilopochtli la aspira­ ción y Tezcatlipoca la vida, y demás deidades. De sumo interés y aprovecham iento le fueron las com plicadas m atem áticas y el m anejo de abacos, esteras y otros instrum entos, para ios cálculos astronóm icos. CU IC ACALLL C uauhtém oc concurría al Cuicacalli del Dios Xochipilli, aprendía canto y danza ju n to con otros alum nos de uno y otro sexo, bajo las enseñanzas de los sacerdotes: O m etochtli, representante del dios del pulque, y Tlapitzcaltzin señor de las flautas. Allí, tam bién, admiró de entre los folladores de cantos, a su prim o acolhua Cacam atzin y a su amigo tlatelolca T em ilotzin; am bos eran buscadores de la palabra verdadera que ios acercara al Tloque N ahuaque D ador de la Vida, Señor del Cerca y del Ju n to , El que se Inventa Solo. Prim o y arnigo eran rostro y corazón de la F lor y Canto (poetas), cada uno ten ía su propia inspiración. C uauhtém oc m em orizaba la poesía arm ónica de Tem ilotzin: Ya vine, amigos m íos: Con collares ciño; doy plum as de Tzinitzcan, con plum as de guacam aya rodeo, con oro m atizo, con trepidantes plum as de quetzal entrelazo la H erm andad; rodeo con cantos la C om unidad. La introduciré al palacio


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y ah í ya todos, todos hasta que nos hayam os ido a la región de los M uertos: en esta form a hem os venido a tenem os prestados unos a otros. Pero ya vine, allí me presento, allí haré com poner cantos, allí haré b ro ta r cantos a mis amigos, vosotros. Me envía acá com o m ensajero el dios: yo soy el dueño de las flores: yo soy Tem ilotzin: yo he venido a hacer am istad aquí. IN IC IA D O E N L A G U ERRA . C uando cum plió quince años, C uauhtém oc com enzó a aprender las cosas de la guerra. Su

Iniciado en la Guerra. Cod: Mendo'cino.

¡padre convidó a los capitanes y soldados viejos a un convite y les dio m antas y m axtles labrados para que tuviesen m ucho cargo de C uauhtém oc en la guerra, enseñándole a pelear y am parándole de los enemigos. Luego lo llevaron a la guerra, allí le enseñaron a su defensión y ofensión de los enemigos y a cautivar enemigos; en la prim era guerra cautivó un ene­ migo. Y luego los m ensajeros que se llam aban tequipan titlan tin , cuando llegaron a T enochtitlan, saludando al Señor M otecuzom a le dijeron: “ Señor nuestro, vive m uchos años; sabe que el dios de la guerra H uitzilopochtli nos ha favoreci­ do y con su ayuda, vuestro ejército ha vencido a sus contrarios y tom ó la provincia sobre que iba; vencieron los tenochca, y los de Tlatilulco, y los de Tlacuba, y los Tezcucanos, y los otom íes, y los m atlaitzincas, y los de las Chinam pas y los de la cierra seca” . El Señor M otecuzom a respondió: “ Séais


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TORQ. II-LXXX

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E.G. TRAD. ICHC.

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m uy bien venidos. Huélgome de o ír esas nuevas” . El Rei Nezahualpilli de Tezcuco que en com pañía de el de México y Tlacopan hacía sus guerras, envió sus gentes el año mismo que m urió, contra los de Q uetzaltepec y Iztactlalocan, y los vencieron y sujetaron al Im perio, y hicieron hechos m ui hazañosos en esta guerra Ihuitltem oc y Quauhtem octzin. Entonces rec ib ió el_grado de pilli en el aposento llamado Pücalli u h o gar de_caballeros^ de im portancia después d el Teucalli, palacio de los T lacatecuhtli o príncipes. M octezum a le dio insignias de valiente: bezote de piedras preciosas de diversos colores, borlas con tiras de oro entretejidas a las plum as ricas para ponerse en la cabeza, pinjantes de oro con otras plumas ricas, orejeras de cuero, m antas ricas de señores con diversas divisas, y m axtles preciosos labrados, y otras divisas para usar p o r toda su vida. 1516 ( 1 1-TECPATL). Que por los años de 1516, estuvo este niño en la ciudad de T enochtitlan al lado de las familias reales de Tezcoco, donde estuvo bajo el patrim onio de las familias del Tecatecutle (sic) A huízotl.

D.D.

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A las cerem onias de cada deidad en sus respectivo^ tém elos, asistía C uauhtém oc. De todas las festividades, las más suntuo­ sas que había presenciado eran la de Q uetzalcóatl, Huitzilopochtli, Tláloc y Tezcatlipoca. FIESTA d e H U ITZILOPOCHTLI. Muy bella le h ab ía pareci­ do la conm em oración de la bajada de H uitzilopochtli al m undo, la cual fiesta llam ada atem oztli caía, según nuestro calendario, a veintiséis de diciem bre. Fingían que bajaba un ni ñ o d e l c i e l o , é s te d í a , y a é s te niño lla m a b a n A tl, agua, Esta fiesta se dirigía a pedir agua para la prim avera, descendím iento de agua. H abía com idas de tam ales de masa y legum­ bres y ofrendas de ellos; sacrificios de sí mesmos, sacándose la sangre de sus lenguas y orejas, de sus m iem bros viriles, de brazos, de pantorrillas y de pechos. H abía m andato de no dorm ir toda esta noche, esperando la venida del agua; llama­ ban ixtozoztli, que quiere decir estar en vela o alerta, y así

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VARIAS CEREMONIAS


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Huitzilopochtli

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estaban indios e indias en el patio del tem plo con lum bradas para resistir el frío (A la mesm a m anera que agora la suelen estar to d a la noche de Navidad). F IE ST A D E TLALO C . Tam bién un veintinueve d e abril h ab ía ido con todos sus com pañeros del Calmécac, y demás niños y jóvenes de recogim ientos y escuelas, y los m inistros encabezados por M octezum a, al M onte de Colhuacan, a buscar el árbol más alto y coposo; liadas las ram as al tronco, y cortado p o r los hacheros, fue llevado del m onte entre cantos y bailes, al tem plo de Tláloc, lo plantaron tan bien en el patio, previam ente convertido en jard ín , que parecía haber nacido allí, lo llam aban T ota o sea nuestro padre. Esta fiesta para pedir buen año, a causa de que el m aíz sem brado estaba


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nacido, se celebraba en el tem plo de Tláloc, que estaba ju n to a la pieza de H uitzilopochtli, en el m esm o tem plo, de la m esm a reputación; adorábanle com o a dios de los aguaceros y de los rayos, truenos y relámpagos y de to d o género de tem ­ pestades. La estatua de Tláloc denotaba el fuego de ios rayos y relámpagos que del cielo echaba, cuando enviaba las tem ­ pestades y relámpagos. F IE ST A D E TEZCATLIPO CA. U n día nueve_de_mayo fiesta de Tezcatlipoca y de Tóxcatl, en el patio del tem plo juntóse la gente de la ciudad para pedir agua al cielo. Sacaron los m inis­ tros del tem plo en aderezadas andas a Tezcatlipoca con par­ ticulares insignias de plum as, brazaletes y quitasoles. C uauhtém oc entre los m ancebos que com petían durante esta fiesta, todos puestos en orden, arrem etieron a las gradas y arrojaron a lo alto las cañas que llevaban en la m ano, des­ pués de arrojadas, subieron por las gradas del tem plo, pugnan-


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Tezcatlipoca

do de llegar los unos prim ero que los oíros a los platos de colación y a las dignidades del tem plo. Fue C uauhtém oc el segundo (en llegar) de los cuatro ganadores; los ancianos del tem plo ios honraron llevando a los aposentos, y ya bañados les dieron m uchos aderezos, y desde (ahí) en adelante com o ^ a hom bres señalados los respetaron y honraron. D J). I 6 5 /6 7

C O N D EC O RAC IO N A C U IT L A H U A C (T L A T O A N I D E IZ T A P A L A P A ), D U R A N T E L A F IE ST A D E Q U E TZA LCO ATL. En esta tierra los reyes y príncipes tenían m uy particular cuidado y cuenta de prem iar y ho n rar a los virtuosos y a los valerosos hom bres y levantar linajes y dictados. La principal que las leyes señalaban era la m ilicia, daban gran honra, prem io y blasones. Poníanles nuevo nom bre que era tequiuaque: “hom bre que usa bien del oficio de soldado” . C uitiáhuac, gobernador de Iztapalapa, fue objeto de esta condecoración; C uauhtém oc, Ternilotzin y otros internados del Calmécac, lo presenciaron, lo cual se efectuó durante la fiesta de Q uetzalcóatl, un tres de febrero.


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Q uetzalcóatl estaba en un tem plo alto, m uy autorizado en todos los lugares de la tierra, (especialm ente en Cholula). Estaba este ídolo en una gran pieza, sobre un altar aderezado de oro y plata, joyas, plum as, m antas m uy bien labradas y galanas. Era este ídolo de palo, todo el cuerpo de un hom bre, y la cara de pájaro con un pico colorado, ringleras de dientes y la lengua de fuera; el pico hasta la m edia cara, amarillo y luego una cinta negra que le venía ju n to al ojo ciñendo por debajo del pico. En ía cabeza tenía una m itra de papel pun­ tiaguda, pintada de negro, blanco y colorado; al cuello joyel de oro grande; m anta de plum a, suntuoso braguero; tenía en la m ano derecha una segur a hechura de hoz; y en la m ano izquierda ten ía una rodela de plum as blancas y negras. Después de la cerem onia y el hom enaje a Cuitláhuac, hubo danzas y m uy graciosos entrem eses en el pequeño teatro que h abía en m edio del patio: En el prim er entrem és, un buboso fingía estar m uy lastim a­ do de ellas, quejándose de los dolores que sentía con m uchas


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graciosas palabras y dichos, hacía m over la gente a risa. Acaba­ do este entrem és, salía o tro , de dos ciegos y dos m uy lagaño­ sos; entre estos cuatro pasaba una graciosa contienda y m uy donosos dichos, m otejándose los ciegos con los lagañosos. A cabado este entrem és, entraba otro, representando un arrom adizado y lleno de tos, fingiéndose m uy acatarrado, haciendo grandes y graciosos ademanes. Luego representaban un m oscón y un escarabajo, saliendo vestidos al natural de estos animales; uno, haciendo zum bido com o m osca lle­ gándose a la carne y o tro ojeándola y diciéndole mil gracias, y o tro , hecho escarabajo, m etiéndose a la basura. Todos los cuales entrem eses, eran de m ucha risa y contento.

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TLACHCO O JUEGO DE PELOTA

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(Este juego, igual que todos, era producto de su cultura mágica-religiosa; tam bién co n ten ía carácter deportivo, y

Tlachco o Juego de Pelota.

dicen los historiadores se jugaban quinielas). En todas las ciudades y pueblos que ten ían algún lustre, edificaban ju e ­ gos de pelota con galanas cercas y bien labradas; el suelo m uy liso y encalado; con m uchas pinturas de efigie de ídolos y dem onios, a quienes aquel juego era dedicado, y a quienes los jugadores ten ían p o r abogados en aquel ejercicio. Era cuando la guerra, p o r tregua o p o r algunas causas, cesaba y les daba lugar. En m edio de este cercado h ab ía dos piedras fijadas en la pared, frontera la una de la otra; ten ían cada una un agujero en m edio, el cual agujero estaba abrazado del dios del juego: ten ía cara de m ono; la piedra de la una parte


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servía a los de una banda para m eter por aquel agujero la pelota (de hule), y la otra del otro lado, para los de la otra banda. Cualquiera de ellos que prim ero m etía por allí su pelota, ganaba el precio. Era un juego de m ucha recreación, especialm ente para los que lo tom aban p o r entretenim iento, entre los cuales había quien la jugase con tanta destreza y m aña que en una hora acontecía no parar la pelota de un cabo a otro, sin hacer falta ninguna, sólo con las asentaderas y rodillas sin que pudiese llegar a ella con la m ano ni pie, ni con pantorrilla ni brazo, estando tan sobre aviso para no dejarla parar, que era cosa maravillosa. Al juego acudía gran m u ltitu d de señores y caballeros; ju ­ gábanlo con tan to contento y regocijo, que se les p o nía el sol en aquel co ntento. La fiesta se celebraba una vez al año. C uauhtém oc practicaba ju n to con otros jóvenes, el tlachco o juego de pelota. Sostuvo un encuentro, él en un bando y T em ilotzin, su amigo tlatelolca, en el otro. T rem enda lucha sostuvieron, tocó a C uauhtém oc m eter la pelota; todos le honraron y le cantaron cantares de alabanza, y bailaron con él un rato, y le dieron prem io de plum as, m antas, bragueros, cosa que tuvo en m ucho, aunque la honra fue lo que él más estim ó, porque casi le honraron com o a hom bre que en com bate particular de tan to s a tantos hubiese vencido y dado fin a la contienda. Com o era costum bre, todos lo jugaron en cueros; puestos encim a los bragueros que a la continua traían , unos pañetes de cuero de venado para defensa de los m uslos, que siempre los traían raspando p o r el suelo; puestos en las m anos unos guantes para no lastim arse, con que siem pre andaban afirm an­ do y sustentándose p o r el suelo. La práctica de este juego les daba destreza y fuerza, era a las que más afición ten ían , sin desatender tantos otros depor­ tes com o las carreras Painal en h o n o r de H utizilopochtli, El V olador de significado religioso y calendárico; los diver­ tidos X ócotl H uetzi o palo ensebado, el Xipem e T o totectin que eran com bates sobre m ontones de zacate, la cacería y m uchos otros.


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NEZAHUALPILLI INTERPRETA EL ULTIMO AUGURIO NEFASTO D.D. II 4 6 7 /9

1515 (10-A C A TL). En todos los tem plos de la ciudad h ab ía un indio que representaba al mismo dios o ídolo, así era reveren­ ciado y servido. Un m ancebo por semejanza del dios Huitzilopochtli, que se llam aba Tzocoztli, vido en la parte de oriente

Netzahualpilli anuncia a los españoles. Cod. D.D.

una com eta poderosa, atem orizado fuese para los que le ser­ vían y su guarda, y díjoles: “Despertad y veréis una cosa maravillosa y espantosa, no vista jam ás en estas p artes” . Todos se levantaron m irando hacia el oriente, la vieron estar a la hora que am anecía, encim a de la ciudad de M éxico, con ía luz de la m añana se deshacía. Se fue a palacio dando noticia al rey M otecuhzom a, quien llam ó al rey de Tezcuco Nezahualpilli . (hijo de N ezahualcóyotl). el cual venido, le respondió: “ Por cierto, Señor, el pronóstico viene sobre nuestros reinos, sobre los cuales ha de haber cosas espantosas y de adm iración grande; habrá en todas nuestras tierras y señoríos grandes calam idades y desventuras; no quedará cosa con cosa; habrá m uertes innum erables; perderse han todos nuestros señoríos, y esto será p o r perm isión del Señor de las alturas, del d ía y de la noche y del aire,* de lo cual to d o has de ser testigo y lo has de ver y en tu tiem po ha de suceder; porque yo ya, en yen­ do de tu presencia, me iré a m orir y sé cierto que ya no me verá más y esta será la postrera vista en esta vida, porque yo


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m e quiero ir a esconder y huir de estos trabajos y aflicciones que te esperan. No desmayes, ni te aflijas, ni te desesperes; haz el corazón ancho y m uestra ánimo y pecho varonil contra los trabajos de la fo rtu n a ” .

CACAMATZIN UNGIDO TLATOANI DE TEZCOCO, SE EN FR EN TA A LA ENVIDIA DE SU HERMANO IXTLIXOCHITL HIST.

IXTL. HIST. CHICH, II 330

1516 ( 1 1—TECPATL). 'C acam atzin, a la edad de veintidós años, por su calidad m ental, espiritual y física, y m éritos guerreros, obtuvo el apoyo de la m ayoría de los consejeros y tam bién de su tío M octezum a X ocoyotzin, Señor de Tenochtitlan, para suceder, com o Tlatoani de los acolhuas en Tezcoco, a su padre Nezahualpilli, fallecido este año, designación que provocó rebeldía de Ixtlixóchitl, su herm ano de dieciocho años, al declararle la guerra segregando el dom inio y estable­ ciéndose com o Señor en O tum ba. Cacam atzin heredaba el valor de N ezahualcóyotl su abuelo, y de su padre Nezahualpi­ lli; tam bién, com o ellos, era un rostro de carne y color en la F lor y C anto (poesía). Despachó sus em bajadores (M octezum a) para que ju n to con los electores y grandes del reino diesen los votos a su sobrino Cacam atzin, pues dicen que le quería infinito, ten ía edad suficiente para poder gobernar y que en las guerras pasadas h ab ía probado m uy bien su valor y era m uy valeroso capitán. Y que habiéndose determ inado el reino, todos los grandes y señores de él se fuesen con su sobrino a la ciudad de M éxico, en donde q uería fuese jurad o com o lo h ab ía sido su padre y abuelo.

CUAUHTEMOC VU ELVE A ICHCATEOPAN E.G. TRAD. ICHC.

1 5 1 7 ( 12-C ALLI). Después de educarse en la ciudad de Ten o ch titlan , al lado de las familias reales de Tezcoco y bajo el patrim onio de las de su p ad re A h uízotl (term inada su edu­ cación ) volvió a Z om pancuáhuitl (Ichcateopan), su señorío m aterno. Allí perm aneció hasta la edad de 18 años.


CAPITULO II

INVASION ESPAÑOLA TEZO.

77 HIST.

En este tiem po anunció el ídolo Q uetzalcóhuatl, Dios de los cholultecas, la venida de gente extraña a poseer estos reinos. Después que Cristóbal Colón llegó en 1492 a las Antillas, irrum pieron bandadas de españoles em pecinados en buscar riqueza y capturar nativos para esclavizarlos. H E R N A N D E Z D E CORDOBA D ESC U BRE M EXICO. 1517 (12-C ALLI). En 1517, unos 100 españoles, del Darién (Pana­ m á) llegaron a Cuba; el gobernador Diego de Velázquez

Hernández de Córdoba. Cod. D.D.


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HIST.

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ayudó m oralm ente a Francisco H ernández de C órdoba que poseía recursos para arm ar cuatro naves que capitaneó, con el fin de continuar las expediciones. Al llegar a la costa de Y u­ catán, vieron pirám ides y torres de tem plos; bajaron en Cabo C atoche y fueron atacados por los naturales; siguieron a Champ o tó n (C am peche), al desem barcar, los naturales los atacaron; se dirigieron a la Florida, las tem pestades los obligaron a vol­ ver a Cuba, H ern án d ez d e C órdoba, descubridor de México, m urió a consecuencia de las heridas recibidas en los cóm bales. M ontezum a tuvo noticia de la prim era vez que vinim os con Hernández de C órdoba, entendió que nuestra dem anda era buscar oro; todo se lo habían llevado pintado en unos paños de nequén. M andó a sus gobernadores procurasen tro car oro a nuestras cuentas, y tam bién para saber nuestro intento. J U A N D E G R IJA L VA. 1 5 1 8 ( 13-TOCHTL). Los super­ vivientes de la expedición de H ernández de C órdoba, que hab ían visto buenos edificios, despertaron la codicia de los residentes en Cuba; el más entusiasta fue Diego V elázquez, que costeó cuatro naves y las dio al m ando de Juan de Grijalva con instrucciones de rescatar oro y plata. En m ayo de 1518, los m andó surcar el Golfo de México. Descubrieron la isla de Cozum el, y retrocedieron en Chetum al (Q .R.), al llegar a Cam peche desem barcaron, los nativos atacaron; obligados a em barcarse llegaron a la laguna de Térm inos y a varios ríos, al de Tabasco llam aron Grijalva en h o n o r de su capitán. En el islote de San Juan de Ulúa, rescataron catorce m il pesos en oro. En seis días que allí estuvim os trujeron más de diez y .seis mil pesos en joyezuelas. E vimos otra isla algo m ayor, fue el Joan de Grijalva y pusim os Isla de Sacrificios, y allí enfrente saltamos. H abía m uchos indios a rescatar oro, lo m andó el gran M ontezum a, donde agora es el puerto de Veracruz. Acor­ dam os Pedro de Alvarado llevase todo el oro a la isla de Cuba. Túvose noticia de la venida de los cristianos p o r algunos m ercaderes que hab ían ido a las ferias de X icalanco, Ulúa y C ham potón, especialm ente cuando rescataron con Grijalva, y así ten ían por m uy ciertas las profecías de sus pasados, que esta tierra h ab ía de ser poseída p o r los hijos del sol, demás de las señales que hallaban en el cielo, de lo cual esta-


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GOMARA e IXTL.

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HIST.

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ban todos con grandísim a pena en considerar que se les acer­ caban sus trabajos y persecuciones. La prim era vez que parecieron navios, los calpixques de M octhecuzom a fueron a ver, se llam aban Pinotl, Teozincocatl y Tentlil. Llevaban cosas para venderlas, so color de ver qué cosa era aquello: lleváronlos algunas m antas ricas que sólo M octhecuzom a usaba. V ieron a los españoles, besaron las proas de las naos, pensaron según parece era el dios Quetzalcóatl que volvía y le presentaron obsequios al que llevaban por general que era Grijalva. Los indios se volvieron para México a dar la nueva a M octhecuzom a. En la nóm ina de los presentes que Grijalva envió con Alvarado a V elázquez, gobernador de Cuba, para rem itirse a Carlos V, se encontraban máscaras incrustadas de piedras preciosas, sartales de oro fino, tocados de plum as de quetzal y navajones de m osaico, atavíos propios de Q uetzalcóatl (m is­ m os obsequios envió M octezum a, tam bién a Cortés). Por lo que yo vi y en ten d í después el tiem po andando, en aquellas provincias e otras tierras de la Nueva España se usa­ ba enviar presentes cuando se trata de paces, com o adelante verán. H E R N A N CORTES. En Cuba se encontraba Hernán Cortés

H. Cortés y su escudo con las siete cabezas de los señores que ahorcó. México a través de los siglos.


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desde 1504, dédicado a la agricultura. En 1511 al ayudar a V elázquez en la invasión de Cuba, obtuvo oficio de escribano, esclavos y tierras. Fue de buena estatura y cuerpo, y bien proporcionado y m em brudo, y la color de la cara tiraba algo a cenicienta, no m uy alegre, y si tuviera el rostro más largo, m ejor le pareciera, y era en los ojos en el m irar algo am oroso y p o r otra parte graves; las barbas ten ía algo prietas y pocas y ralas, y el cabe­ llo que en aquel tiem po se usaba, de la mism a m anera que las barbas, y ten ía el pecho alto y la espalda de buena m anera, y era cenceño y de poca barriga (luego dice que engordó m ucho y de gran barriga) y algo estevado, y las piernas y los m uslos bien sentados. Después que volvió a Cuba el capitán Joan de Grijalva, y visto el gobernador Diego V elázquez, que eran las tierras ricas, ordenó enviar diez navios, com o' capitán fue elegido H ernando Cortés. La m alicia y invidia reinaba en los deudos del Velázquez. C ortés no se quitaba de com pañía del gober­ nador, le decía que le había de hacer m uy ilustre señor e rico en poco tiem po. C ortés fue a despedir del D iego'Veláz­ quez, después de m uchos ofrecim ientos y abrazos de Cortés al gobernador y el gobernador a él; el mismo Diego Velázquez fue allí con nosotros, e se tornaron abrazar. Llegamos a) puerto de la Trinidad. Diego Velázquez envió en posta a la T rinidad para revocar a Cortés el poder y no dejar pasar el arm ada, decía que Cortés iba alzado. 1519-F E B R E R O (1-A C A TL). Hicim os a la vela con n u e \e navios. Saltam os en tierra en Cozum el y no hallam os indios, se habían ido huyendo, luego a otro pueblo y tam bién huye­ ron y dejaron gallinas y otras cosas. En esta isla com enzó Cortés a m andar de hecho. Eram os quinientos y ocho, sin m aestres y pilotos y m arineros; ciento-y diez y seis caballos y yeguas, e once navios grandes y pequeños, tiros de bronce y cuatro falconetes, m ucha pólvora y pelotas. JERO N IM O D E A G U IL A R , L A LEN G U A. 1519, M A R Z O 12. C ortés supo de los dos españoles que estaban en la pu n ta de Catoche. C ortés dio a los caciques cartas camisas, las dieron a un Jerónim o de Aguilar, luego éste cam inó a donde estaba su com pañero Gonzalo G uerrero, que no quiso venir.


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HIST.

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Jerónim o de Aguilar dijo que había ocho años se había perdi­ do él, quince hom bres y dos m ujeres, que habían quedado él e Gonzalo Guerrero. 1519-111-12 (1-AC ATL). En doce días de m arzo de mil e quinientos y diez y nueve, llegamos al río de Grijalva, que se dice Tabasco. Cortés dijo a Aguilar,.la lengua, dijese a unos indios que pasaban en una gran canoa que les querem os dar de lo que traem os com o a herm anos; los indios nos cercan con canoas con tan gran rociada de flechas; fuim os sobre ellos nom brando a Señor Santiago, iban tirando grandes rociadas de flechas y varas tostadas, y nunca volvieron las espaldas hasta donde estaban tres casas de ídolos, allí tom ó Cortés posesión de aquella tierra por Su Majestad y él en su real nom bre (?). M andó Cortés ver la tierra dentro, se encontró capitanías de indios e com enzaron a flechar. Desque conocieron las estocadas se apartaban de nosotros, los de a caballo dánles tan buena m ano. E aquí creyeron los indios quel caballo y el 'Caballer o e r a n to d o u n o . L la m o s é a l s itio Santa M aría de la V itoria, fue la prim era guerra en com pañía de Cortés en la Nueva España. A quí es donde dice Francisco López de G om ara que con los de caballo y que eran los santos apóstoles Señor Santiago o Señor San Pedro, pudiera ser, e yo, como pecador, no fuese dino de lo ver. Prendim os cinco indios, con los cuales estuvo Aguilar, la lengua, a pláticas llamasen a los caciques de los pueblos. V inieron treinta indios principales y con buenas m antas, y trujeron gallinas, pescado y fruta e pan de m aíz. L A M A L IN C HE. Quince días del mes de m arzo de mili e quinientos y diez y nueve años, vinieron principales de Tabas­ co, trajeron oro, m antas, y no fue nada en com paración de veinte m ujeres, y entre ellas una m uy excelente que se dijo doña Marina después de vuelta cristiana. Cortés las repanió a cada capitán, y a doña Marina (o Malinali) dio a Alonso H ernández Puerto Carrero y después fui a Castilla el Puerto Carrero, estuvo la doña Marina con Cortés, e hobo alli un hijo que se dijo don M artín Cortés. M arina era hija del gobernador de Paynala u Oluta, cerca del río Coatzacoalcos. Su incondicional servilismo a Cortés, propició el dom inio de Anáhuac.


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S A N J U A N D E ULUA. Jueves de la Cena, abril de mili e quinientos y diez y nueve años, llegamos con la arm ada al p u erto de San Juan de Ulúa, viernes Santo de la Cruz, desem ­ barcam os. V inieron indios que envió un gobernador de M on­ tezum a, se_decía p ita lp ito q u e , vino Tendile, con presentes y gallinas, m uchas piezas de oro y m andó traer diez cargas de ropa. C ortés Ies dio cuentas torcidas y les rogó viniesen a con­ tra tar con nosotros, porque él tra ía cuentas a trocar por oro. C ortés m andó traer una silla de cadera y piedras m argaritas, diam antes torcíao s y una gorra de carm esí, dijo a Tendile enviase aquella silla en que se asiente el señor M ontezum a para cuando le vaya a ver y hablar, y que la gorra que la ponga en la cabeza y to d o lo demás le m anda dar el rey nues­ tro señor en señal de am istad, porque sabe que es gran señor, que m ande señalar qué día y en qué parte quiere que le Yaya a ver. El Tencíie dijo que M ontezum a es tan gran señor que hol­ gará conoscer a nuestro gran Rey, que llevará presto aquel presente y traerá respuesta. Y paresce ser el Tendile traía consigo granaes pintores, que los hay tales en M éjico, y m andó pin tar rostro y cuerpo de Cortés, navios y caballos, y a doña M arina e Aguiiar, aos lebreles, tiros y pelotas y to d o el ejér­ cito. L A PRE D IC C IO N D E N E Z A H UA L C O Y Q T L S E CUMPLE. 1519 ( 1-AC ATL). A ño que señaló N ezahualcoyoízin que se h ab ía de destruir el im perio chichim eca, envió Teopiii o T euhtlile gobernador de M octecuzom a, que era de C otztlatl, sus m ensajeros, trajeron una p in tu ra con el aviso de la venida de los españoles, que venían p o r em bajadores del E m perador D. Carlos. M octecuzom a envió un presente a Cortés, y no le cuadró m ucho que los hijos del sol quisieran venir a México. En este tiem po aquí en M éxico estaba com o si fuera una ciudad abandonada: ya nadie salía, ya nadie venía acá. Las m adres no dejaban salir a sus hijos. Estaban ios cam inos soli­ tarios y lim pios, desam parados y sin gente, la gente estaba recogida en sus casas. No hacían o tra cosa que dedicarse a su tristeza. D ecía el Pueblo: “ ¡Sea lo que f u e r e ! ... ¡Mal haya! ¿Qué o tra cosa habrá que hagáis? ¡Ya vamos a m orir, ya vamos a dejar de ser, y a vamos a ver con nuestros ojos nuestra m u e rte !” .


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Regalo de Moctezuma para Cortés. Cod. Flo.

Ibid. IV 30

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C O R TE S IN C O N FO RM E CON L O S R E G A L O S D E MOC­ TEZU M A, A M E N A Z A A L O S M EN SAJERO S. Llevaban el presente que M octhecuzom a les m andó llevar y se los pusieron al capitán D. H ernando Cortés. El capitán dijo: ¿Hay otra cosa más que esto? Dijéronle, no hem os traíd o más. El capitán m andólos atar y m andó soltar tiros de artillería. Luego m andó Cortés a los artilleros tuviesen las lom bardas con buen golpe de pólvora, para que hicieren gran trueno; y todos los de a caballo se aparejasen para que aquellos criados de M ontezum a los viesen correr, y que llevasen pretales de cascabeles, y tam bién Cortés cabalgó, y ponen fuego a las lom bardas, y van las piedras por los m ontes retum bando con gran ruido, y los gobernadores y los indios se espantaron y lo m andaron pin tar a sus pintores para que su señor M ontezum a lo viese. Les dijo Cortés quería saber si el oro desta tierra es com o el que sacan de nuestros ríos, que envíen aquel casco lleno de granos de oro para enviarlo a nuestro gran em perador. El Tendile se despidió, fue en posta y le m ostró el debujo y el presente al gran M ontezum a.


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Despidieron a los pobres tan escandalizados y tem erosos, que ya todos se persuadían que no era aquel señor que espe­ raban, sino algún cruel enemigo suyo, el cual allí venía con aquella gente tan feroz. Dijeron al Rey to d o lo que les había acontecido dándole señas de los navios, que habían visto unas casas de m adera m uy grandes que andaban por la m ar en que venían esios feroces dioses. El Rey quedó espantado, m andó ju n ta r a su corte a consejo, pidióles el rem edio para que estos dioses enemigos los-echasen de su tierra. Por perm ission divina no pudieron em pecerles cosa alguna, aquellos eran dioses m uy fuertes. El Rey determ inó que los rescibiessen en paz dándoles todo lo necesario. Q U IN T A L B O R , CACIQUE M EXIC AN O , SE P A R E C IA A CORTES. Vino Tendile con indios cargados; venía un cacique m ejicano, se de c ia Q u in ta lb o r se le parescía a lo propio a Cortés; Tendile m andó sacar el presente, lo prim ero fue una rueda de hechura de sol de oro m uy fino, tam año com o rueda de carreta y o tra m ayor rueda de plata, figurada la luna, que valía m ucho, y trujo el casco lleno de oro, en granos chicos. Aquel oro del casco tuvim os en más, que había buenas minas, trajo veinte ánades de oro, e -perros, tigres, leones, m onos y diez collares, pinjantes, doce flechas, un arco con su cuerda, y dos varas de cinco palm os, y todo de oro m uy fino; pena­ chos de oro y de ricas plum as verdes e oirás de plata, aventa­ dores de lo m ism o, venados de oro, e fueron tantas cosas que ha tantos años, no m e acuerdo de todo. Y luego m andó traer sobre treinta cargas de ropa de algodón y de plum a, que por ser tantas no lo sabré escrebir. Y desque io hobo dado, dijo aquel gran cacique Quin ta lbor y el Tendile, a C ortés que resciba aquello con la gran voluntad de su Señor, e que lo reparta con los leules e hom bres que consigo trae. Y dijeron a C ortés que su Señor le enviará un presente de piedras ricas. C ortés to rnó a dar las gracias, dio a cada gobernador dos cam i­ sas de H olanda, y diam antes azules y otras cosillas, y les rogó decir al gran M ontezum a que a donae quiera que estuviera le quiere ir a ver. E N CONCEJO, CACAM A VOTA POR R E C IB IR A COR­ TES. M otecuzom a sabiendo lo que pasaba llam ó a su sobrino Cacama y a su herm ano C uitlahuacatzin, a concejo, y los demás señores, y propuso si se recibirían los cristianos y de


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qué m anera. Respondió Cuitlahuacatzin a él le parecía que en ninguna de las m aneras; el Cacama respondió era de contra­ rio parecer, que un tan gran señor com o era su tío , no le estaba bien dejar de recebir unos em bajadores de un tan gran príncipe com o era el que los enviaba, de más de que si ellos quisiesen algo que a él no le diesse gusto, les podía enviar a castigar su osadía teniendo tantos y tan valerosos hom bres. M octhecuzom a volvió a enviar m ensajeros pero iban con ellos adivinos y hechiceros para que viesen si los podrían en­ cantar o hechizar, echar una m irada maligna o conjurarlos con palabra mágica, con el fin de que enferm asen, muriesen o se regresasen.

Chalchuihuecan (Veracruz) llegan ios españoles. Cod. D.D.

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C H A LC H IU C U E YE C A N IN V A D ID A Y N O M B R A D A LA V ILLA R IC A D E L A VERACRU Z, 1519-1V-V IE R N E S SA N TO . Com o alzam os a H ernando Cortés hasta que su majes­ tad en ello m andase, fue condición que le hiciésemos justicia m ayor y capitán general, y lo peor de to d o , le otorgam os el quin to del oro de lo que se hobiese, después de sacado el real quinto. Salimos de Cem poal, traían cuatrocientos indios de carga, nos holgam os porque antes traíam os a cuestas nues­ tras m ochilas, ios que no tenían indios de Cuba. Llegamos a Quiaviziián, no hallam os indio ninguno; quince indios vinieron donde C ortés, le dicen se habían ausentado (los indios) porque tenían m iedo de nosotros y de los caballos. V enían cinco mejicanos recaudadores de M ontezum a, Cortés m andó les


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aprisionasen, a m edia noche m andó llevasen a su aposento dos, les m andó dar de com er y que se fuesen a decir a su señor M ontezum a, éram os sus grandes amigos y servidores. A los caciques de lengua to to n aq u e, dijo Cortés les defendería­ m os, entonces prom eterion serían con nosotros en lo que les quisiésem os m andar. Con aquella ayuda acordam os fundar la Villa Rica de la Vera Cruz. M ontezum a envió un presente de oro y m antas e a dar,las gracias a C ortés porque les soltó a sus criados. 1519-VII-10. Amigos del Diego Velázquez acordaron irse a Cuba para avisalle cóm o p o d ían tom ar a nuestros procura­ dores con el oro. Bernaldino de Coria lo fue hacer saber a Cortés, quien m andó ahorcar ai Pedro Escudero e a lu á n C erm eño, y cortar los pies al piloto Gonzalo de U m bría, y azotar a los m arineros Penates, y al padre Juan Díaz si no fuera de misa tam bién le castigaran; cuando Cortés firm ó aquella sentencia dijo con grandes sospiros y sentim ientos: “ ¡Oh, quién nó supiera escrébir, p o r no firm ar m uertes de hom bres!” Y paréscem e que aqueste dicho es m uy com ún ' entre jueces que sentencian algunas personas a m uerte, que tom aron de aquel cruel Nerón. * A C ortés le aconsejam os no dejase navio ninguno en el pu erto , porque en tre ta n to questábam os en la tierra adentro no se alzasen otras personas.

TLAXCALA Ibid. 122

C O M B ATE CO N T L A X C A L T E C A S . 1519-V III. La p arti­ da para M éxico, tom am os consejo quel m ejor cam ino era por la provincia de Tascala. Partim os m ediado del m es de agosto de mili e quinientos y diez y nueve años. Y endo por nuestro cam ino viene u n escuadrón de tascaltecas questaban en celada, y dan refriega de flecha y vara tostadas; llegamos artillería y escopetas y ballestas y com enzaron a volver las espaldas. X ÍC O T E N C A T L , E L JO V E N , L O S COMBATE, 1519-IX-2. Partim os de allí; viénense dos escuadrones de guerreros fle­ chando. Con tres prisioneros que les habíam os tom ado el día antes, enviam os a decir no diesen guerra, m ostráronse m uy recios. E ntonces dijo Cortés: “ Santiago, y a ellos” , que


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les m atam os y herim os m uchas gentes con los tiros y vanse retrayendo donde estaban en celada sobre más guerreros con su capitán general Xicotengas y con sus devisas de blanco y color a d o c o n s u s la n z a s y m o n ta n te s , las ondas y piedras com o granizos eran harto m alas; en lo llano con caballos y artillería, nos lo pagaban. V einte escuadrones nos resistían. A Pedro de M orón échanle m ano y dieron una cuchillada a la yegua, quedó m uerta. Les m atam os m uchos indios, ocho capitantes. Pasó esta batalla en Tehuacingo e Tehuacacingo. Acordó Cortés soltasen los prisioneros, y se les dijeron no fuesen locos que viniesen de paz, fuesen a decir a los caciques que venimos para pasar por su tierra e ir a Méjico a hablar a M ontezum a, la respuesta que les dio^Xico atega que fuésem os a su p u e blo, a donde está su padre, y que allá harán las paces honrar sus dioses con nuestros corazones y sangre. Oím os aquellas tan soberbias palabras. C O N FE D ERA D O S D E T L A X C A L A C O M B ATEN A CORTÉS.-1519-IX. X icontenga ten ía m ucha más gente que la otra vez. La parcialidad de X icontenga (El Viejo), o tro que se decía Maseesqasi, otro Chichim ecatecle, otro T ecapacaneca, otro que se decía G uazoban; su bandera era Una ave blanca tendidas las alas com o que quería volar. Vim os asom ar los cam pos llenos de guerreros con grandes penachos y sus ..devisas y m ucho ruido de trom petillas y bocinas. Qué granizo de piedra de los honderos, flecheros, ios despada y rodela. N uestra artillería y escopetas y- ballestas, les hacíanios l;arto daño, les dábam os buenas estocadas; los de a caballo tan, diestros, después de Dios, ellos fueron fortaleza. Una cosa nos daba la vida; como eran m uchos am ontonados, los tirús Ies hacían m ucho m al; en hiriéndolos luego lo apañaban y llevaban a cuestas, no p o d ía ­ m os ver nin g ú n 'm u erto . C om enzaron aflojar, nos vimos libres. ■ X IC Ó TE N C A T L , E L JO VE N , CO M BATE SOLO. Cortés m andó dijesen a ios caciques ae Tascala que vengan de paz, nos den pasada p o r su tierra para ir a Méjico, que si no vienen les m atarem os todas sus gentes, que les querem os m ucho. Dijeron sus papas y adivinos üe día no podíam os ser vencidos, sino de noche. X icotenga ju n tó diez mili indios, por tres partes encom enzó a flechar y tirar varas, y los de espadas y m acanas y m ontantes nos hallaron rnuy apercebiaos con las escopetas y ballestas y estocadas, los de a caballo lo siguieron;


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que se vuelven con gran pérdida y m uy arrepentidos. Cortés soltase los prisioneros y enviase a los caciques m ayores, vengan de paz, si no dentro de dos días les irem os a m atar y destruir. Q uestaban en consulta Maseescasi y X icontega, El Viejo; X icontenga, El M ozo, no quiso escuchar a los cuatro principa­ les, com o era de condición porfiado y soberbio, questaba apercebido con guerreros para dar en nuestro real de noche. Cortés m andó prender diez y siete indios espías, se cortaron las m anos, a otros los de'dos pulsares, y los enviamos a su señor X icotenga, e digan que vengan le aguardaríam os dos días, si no viniese, iríam os a buscar, que ya hobiéram os ido sino porque les querem os m ucho, y que no sean más locos y vengan 4 e paz.

Tlaxcala capitula.

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T L A X C A L A CAPITU LA. El capitán X icontenga con caciques y capitanes, dijo venía de parte de su padre y de Ma­ seescasi y de todos los caciques R epública de Tascala, que venía a dar la obidiencia nuestro rey. Era X icontenga alto, de grande espalda, bien hecho, la cara larga com o oyosa y


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rebusta; hasta treinta y cinco años, m ostraba en su persona gravedad. Cortés le dio las gracias m uy cumplidas. Vinieron de Méjico hom bres de m ucha estim a, trujeron más de tres mili pesos de oro en ricas joyas, doscientas piezas de ropa, dijeron a Cortés que su señor M ontezum a se huelga de nuestra buena andanza. S A L E N D E T L A X C A L A L O S ESPAÑO LES. Fue acordado con brevedad nuestra partida. Los de Tascala tornaron a decir fuésemos por Guaxocingo, no por Cholula. N uestro camino fue por Cholula.

CHOLULA I. TLAT.

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Ibid. 167

B.D.C. 169

1519-X-12. Los de Tlaxcala ha tiem po están en guerra, ven con enojo, están en disgusto, se les arde el alma contra los de Cholula, le dieron hablillas (a Cortés): “ Es gran perverso nues­ tro enemigo el de Cholula, tan valiente com o el m exicano, es amigo del m exicano” . Cuando esto oyeron los españoles, luego se fueron a Cholula. Enviaron de Cholula m ensajeros a darnos el para bien veni­ dos a su tierra e trajeron bastim entos. El capitán m andó a los tascaltecas en el cam po hiciesen sus ranchos. C ortés comenzó a hacer un parlam ento: que nuestro rey y señor nos envió a m andar que no adoren ídolos, ni sacrifiquen hom bres, tam ­ bién para tenelles p o r herm anos e que otros grandes caciques han dado la obidiencia a Su M ajestad, será bien que ellos la den. Respondieron que aún no habernos entrado en su tierra e ya les m andábam os dejar sus teules, no lo pueden hacer, dar obidiencia a vuestro rey les place, ansí la dieron de palabra e no ante escribano. Nos llevaron aposentar a grandes salas; nos dieron de com er abastadam ente. Paresció m andar M ontezum a veinte mil hom bres en aquella ciudad, nos diesen guerra. Los víam os questaban m uy de paz, no dejábam os siem pre destar m uy apercibidos. Al tercero día ni nos daban de com er. N uestro capitán dijo m andasen traer de comer. Aquel mismo d ía vinieron em bajadores de M ontezum a e dijeron a Cortés que su Señor enviaba decir no fuésem os a su ciudad. Cortés dijo a los em bajadores no se fuesen a Méjico, porque otro día se quería partir para velle


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Luego m andó llam ar (Cortés) al cacique principal (de Cholula), respondió que no p o d ía venir. N uestro capitán m andó trujásem os dos papas, que otro día p o r la m añana nos p arti­ ríam os para Méjico, que le tengan aparejados tam em es para llevar el fardaje. V inieron ocho tascaltecas, dijeron a Cortés questa ciudad está de m ala m anera, C ortés les despachó fuesen a sus capitanes que estuviesen m uy aparejados. Dimos parecer diésem os en los indios guerra; con los em bajadores de M ontezum a disim ulásem os, dijésemos los m alos cholutecas han querido hacer una traición, respondieron que ellos ni su señor M ontezum a no saben cosa ninguna; les pusim os guardas porque no se fuesen sin licencia.

Terrible matanza de Cholula. Lienzo de Tlaxcala.

Ibid. 170

E L E JE R C IT O CH O LU LTECA A SE SIN A D O . Trujeron m ás indios de guerra que les dem andam os, que no cupieron en los patios, por m uy grandes que son; ya todos nosotros los


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BER. VAZ. DE T.

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soldados de espada y rodela puestos a la puerta del gran patio, para no dejar salir ningún indio de los questaban con armas. Y así por esto com o por las señales que para ello veía, acordé de prevenir antes de ser prevenido, e hice llam ar a algunos de los señores de la ciudad diciendo que les quería hablar, y m etilos en una sala, y en tan to hice que la gente de los nuestros estuviese apercibida, y que en soltando una escopeta diesen en m ucha cantidad de indios que había ju n to al aposento y m uchos dentro en él. Así se hizo, que después que tuve los señores dentro en aquella sala, dejélos atados, y cabalgué, e hice soltar la escopeta y dím osles tal m ano, que en pocas horas m urieron más de tres mil hom bres. Oviedo: —¿Cómo oíste decir que pasó? Cano: —Lo que o í por cosa m uy notoria es, que en aquella ciudad pidió Cortés tres mili indios, para que llevasen el far­ daje, e se ios dieron, e los hizo todos poner a cuchillo, sin que escapase ninguno. D. Fernando m andó llamar los principales del pueblo, e que vinieron e les dijo que trujesen gente para llevar las cargas de los españoles, trujeron cuatro o cinco mili indios e los m etieron todos en la m ezquita; m andó a los españoles, él ju n tam en te con ellos, que los m atasen a todos, e que de aquella fecha cree este testigo que entre m uertos e cautivos fueron más de veinte m i l . C uando se hubo llegado, se dieron gritos, se hizo pregón: “Han de venir todos los nobles, los señores; los capitanes, los guías, y tam bién los hom bres del pueblo” . Cuando todos se hubieron reunido, se cerraron las entradas. En el m om ento hay acuchillam iento, hay m uertes, hay golpes. ¡Nada en su corazón ten ían los de Cholula! No con espadas, no con escu­ dos hicieron frente a los españoles. No más con perfidia fueron m uertos, com o ciegos m urieron, sin saberlo m urieron, y en tan to que to d o esto se hacía, todo se le hacía llegar a Moctecuhzom a. La gente hum ilde no más está llena de espanto, no hace más que sentirse azorada. Es com o si la tierra tem bla­ ra, com o si la tierra girara en to rno de los ojos. Y después de sucedidas las m atanzas de Cholula, ya se pusieron en m archa, ya van hacia Méjico. Van alzando en torbellino el polvo de los caminos. Sus lanzas, sus astiles, que m urciélagos semejan.


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sus espadas com o el agua que hacen ondas, tam bién estruendo. Sus cotas de m alla, sus cascos de h ie rro , haciendo van estruen­ do; van ataviados de hierro, van relum brando, van infundiendo espanto, son m uy espantosos, son horrendos. Y sus perros van por delante, los van precediendo, llevan sus narices en alto, llevan tendidas su narices, van de carrera, les va cayendo la saliva.

Pirámide de Quetzacóalt, encima la Iglesia de Cholula.

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HIST.

Salimos de Cholula con gran concierto, com o lo teníam os de costum bre. Llegamos a Tam analco, vinieron los de Chalco, Chim aloacan e M ecameca e Acacingo; todos ju n to s trujeron un presente de oro y dos cargas de m anta e ocho indias. C O N STITU C IO N D E A N A H U A C A L L L E G A R C O R T E S F orm aban parte de la Alianza, en 1519, M octezum a Xocoyo-


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tzin, m exica de T enochtitlan; Itzcohuatizin, tlatelolca de Tlatelolco; Cacam atzin, acolhua de Tezcoco, y T otoquihuatzin, tepaneca de Tlacopan (Tacuba) y Azcapotzalco. Su do­ m inio se dilataba al suroeste en la costa del Pacífico, de Zacatula (G uerrero) hasta X oconochco (Chiapas); al norte, del mismo Zacatula continuadas las entidades: Estado de México, Hidalgo y Veracruz; y al sureste, lado del Golfo, de V eracruz, Tabasco, hasta Xicallanco en Campeche. Las confederaciones de Tlaxcala, y de M etztitlan (actual m uni­ cipio de Hidalgo) conservaban independencia de Anáhuac. C A C A M A T Z IN R E C IB E A CORTES. El gran M ontezum a nos envió otros em bajadores con un presente de oro y m antas. Com enzam os a cam inar para Méjico y fuim os a dorm ir a Eztapalatengo. M ontezum a acordó de enviar a un su sobrino, que se decía, C acam atzin, señor de Tezcuco, a dar el bien venido a Cortés. Cacam atzin le dijó a M alinche: aquí venimos a dar todo lo que hobieres m enester, m eteros en vuestras casas, ques nuestra ciudad” . Cortés le abrazó y le hizo m uchas quiricias. IZ T A P A L A P A . Luego ya vienen, siguen camino recto: llegaron a Cuitláhuac. Convocaron a los gobernantes de la región de las chinam pas: X ochim ilco, C uitláhuac, M izquic, los go­ bernantes entraron bajo su autoridad. El corazón de los espa­ ñoles con ello quedó satisfecho. Luego fueron a Iztapalapan, C ortés m andó ju n ta r a los principales de Itztapalapan, Mexicaltzinco, Colhuacan, H uitzilopochco. Los españoles salieron de Iztapalapan para llegar a M éxico; se ponen sus aderezos guerreros, se atan y ponen en su perso­ na sus armas. En seguida sus caballos se ponen en fila, se hacen escuadrones. Por delante van com o guías cuatro de a caballo, encabezan a los demás; dan la vuelta y vuelven, saliendo al paso a la gente, no tienen dirección fija, van oyendo y atisbando p o r todo lugar, van siguiendo las calles, van exam inando con detención las cosas,, ven constantem ente arriba a las azoteas. Igualm ente tam bién los perros, los perros de ellos, van por delante van olfateando por todas partes en pos de las huellas, andan jadeantes, jadean sin cesar. Enhiesta vienen al frente la bandera de tela, uno la lleva en el hom bro, la viene haciendo trem olar; viene m uy gallardo, viene echándoselas de' m uy m acho. Vienen los caballos que traen en sus lom os a los


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hom bres, con sus cotas de algodón, sus escudos de cuero, sus lanzas de hierro, sus espadas; penden del cuello de sus caballos cascabeles, hacen estrépito los cascabeles; esos “ caballos”, esos ciervos bufan, relinchan, sudan a m ares, la espuma de sus hocicos cae al suelo goteando, es com o agua enjabonada con am olé, cuando corren hay estruendo, com o si en el suelo cayeran piedras, luego la tierra se agujera, se desgarra donde pusieron m ano o pata. Com o tercer cuerpo, vienen los ballesteros, sobre el hom bro llevan su ballesta, el carcaj va colgado, repleto de flechas de hierro. Los arcabuceros traen arm a de fuego. Y viene al fin cerrando la m archa, su capitán que es algo así com o nuestro tlacatecatl, es diestro como jefe de guerra, como hom bre que guía milicias. Vienen rodeándolo, vienen cercándolo, se aprietan en to m o de él, sus capitanes, sus guerreros, sus asistentes. Luego los m oradores de Tlaxcala, T liluhquitépec, Huexotzinco, vienen siguiendo dispuestos en plan de guerra, con ar­ m aduras de algodón, escudos, arcos, carcajes con saetas em plu­ madas: unas afiladas en punta, otras gruesas y rom as, otras tie­ nen p u n ta de obsidiana. Tendidos en hileras, van dando gritos de guerra con el golpear de sus labios; se revuelven com o gusa­ nos, van diciendo mil cosas, van agitando sus cabezas. Cargan su com ida en fardos, en m ecapales, en cacatles, en huacales, en tom peates. Unos arrastran los grandes cañones en ruedas de palo, vienen haciendo gran grita. / Y otro día llegamos a la calzada ancha y vamos camino de Estapalapa. Y desque vimos tantas ciudades y villas pobladas en el agua, y en tierra firme otras grandes poblazones, y aque­ lla calzada tan derecha y p o r nivel com o iba a Méjico, nos quedam os adm irados, y decíam os que parescía a las cosas de encantam iento que cuentan en el libro de A m adís, por las grandes torres y cues y edificios que ten ían dentro en el agua, y todos de calicanto, y aun algunos de nuestros soldados de­ cían que si aquello que vían, si era entre sueños, y no es de m aravillar que yo lo escríba a q u í desta m anera, porque hay m ucho que ponderar en ello que no sé cóm o lo cuente: ver cosas nunca oídas, ni vistas, ni aun soñadas, com o viámos. Pues desque llegamos cerca de Estapalapa, ver la grandeza de otros caciques que nos salieron a rescebir, que fue el señor de aquel


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pueblo, que se decía Coadlabaca, y el señor de Culuacán, que entram bos eran deudos m uy cercanos de M ontezum a. Y desque entram os en aquella ciudad de Estapalapa de la m anera de los palacios donde nos aposentaron, de cuán grandes y bien labrados eran, de cantería m uy prim a, y la m adera de cedros y de otros buenos árboles olorosos, con grandes patios e cuar­ tos, cosas, m uy de ver, y entoldados con param entos de algo­ dón. Después de bien visto todo aquello, fuim os a la huerta e ja rd ín , que fue cosa m uy adm irable vello (verlo) y paseallo, que no me hartaba de m irar la diversidad de árboles y los olores que cada uno ten ía, y andenes llenos de rosas y flores y m uchos frutales y rosales de la tierra, y un estanque de agua dulce, y otra cosa de ver; que podían entrar en el vergel grandes canoas desde la laguna por una abertura que tenían hecha, sin saltar en tierra, e todo m uy encalado y lucido, de m uchas m aneras de piedras y pinturas en ellas que había harto que ponderar, y de las aves de m uchas diversidades y raleas que entraban en el estanque. Digo otra vez que lo estuve m irando, que creía que en el m undo no hobiese otras tierras descubier­ tas com o éstas. T rujeron un presente de oro los caciques de aquella ciudad y los de Cuyuacán. Partim os de Estapalapa acom pañados de aquellos grandes caciques, íbam os por nuestra calzada llena de aquellas gentes que no cabían; unos que entraban y otros que salían, y los que nos venían a ver. Estaban llenas las torres e cues y en las canoas y de todas partes de la laguna, porque jam ás habían visto caballos ni hom bres com o nosotros. En la calzada m uchas puentes de trecho a trecho; llegamos donde se aparta o tra calzadilla que iba a Cuyuacán, ques otra ciudad, vinieron principales y caciques con m uy ricas m antas sobre sí, con galanía de libreas diferenciadas, enviaba el gran M ontezum a adelante a recebim os, llegaban ante Cortés decían fuésem os bien venidos, y en señal de paz tocaban con la m ano el suelo y besaban la tierra con la m esm a m ano. M OCTEZUM A. Se adereza, se engalana M otecuhzom a; tam bién los demás grandes príncipes, los nobles, sus m agnates, sus caballeros, van todos a dar el encuentro a los que llegan. Van p o rtan d o collares de oro, collares de cuentas colgantes gruesas, collares de tejido de petatillo. En grandes bateas han colocado flores de las finas: la flor del escudo, la del c o razó n -


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en m edio se yergue la flor de buen arom a, y la amarilla fragan­ te, la valiosa. Son guirnaldas con travesanos para el pecho.

Moctezuma recibe a Cortés. Cod. D.D.

E N H U IT Z IL L A N SE E N C U E N T R A N M O CTEZU M A Y CORTES. 1519, N O V IE M B R E 8 ( 1-AC ATL). Fue ésta nuestra venturosa entrada en la gran ciudad de T enustitán, Méjico, \ Vs'‘ v i . ocho días deJLmes de noviem bre, año de mili quinientos \ ^ y diez y n u eve años. Se adelantaron C acam atzin, señor de • CP Tezcuco, el señor de Estapalapa, el señor de Tacuba, el señor ^ de Cuyuacán, el gran M ontezum a venía cerca, en ricas andas, C acom pañado de otros grandes señores, adonde estaban otras torrecillas, se apeó el gran M ontezum a de las andas, trayéndole del brazo aquellos grandes caciques debajo de un palio m uy riquísim o a maravilla, y la color de plum as verdes con grandes labores de oro, con m ucha argentería y perlas, chalchivis, que colgaban de unas com o bordaduras, que hobo m ucho que m irar en ello. El gran M ontezum a venía m uy ricam ente ataviado, calzados unos com o cotaras, las suelas de oro y m uy apreciada pedrería p o r encim a en ellas; los cuatro señores que le traían del brazo, venían con rica m a­ nera de vestidos a su usanza, venían cuatro grandes caciques que traían el palio sobre sus cabezas, otros señores venían delante del gran M ontezum a barriendo el suelo p o r donde había de pisar.

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Llegaron a México con m uchos baile? y danzas y otros m uchos regocijos que delante de ellos iban, salieron los sacer­ dotes con incesarios y bocanas y caracoles, a los recibir; todos em bijados y vestidos a su m odo sacerdotal, y tras ellos, todo* los viejos y jubilados que había en servicio de capitanes y maesos de cam po en las guerras, todos vestidos con un disfraz de águilas y tigres, con sus bastones en las m anos y rodelas. Cortés vio y entendió e le dijeron venía el gran M ontezum a, se apeó de1 caballo, y desque llegó cerca de M ontezum a, el M ontezum a le dio el bien venido, e nuestro Cortés le respondió fuese él m uy bien estado. Al tiem po que yo llegué a hablar a dicho M utezum a, quíte­ m e un collar que llevaba de m argaritas de vidrio y se lo eché al cuello; después de haber andado la calle adelante, vino un servidor suyo con dos collares de cam arones envueltos en un paño, hechos de huesos de caracoles colorados, y de cada collar colgaban ocho camarones de oro de m ucha perfección, tan largos casi com o un geme, y se volvió a m í y me los echó al cuello. Se>le iba abrazar, y aquellos grandes señores que iban con el M ontezum a detuvieron el brazo a Cortés que no le abrazase, lo tenían p o r desprecio. Era el gran M ontezum a de edad de hasta cuarenta años y de buena estatura e bien proporcionado, e cenceño, e pocas car­ nes, y la color ni m uy m oreno, sino propia color e m atiz de indio, y tra ía los cabellos no m uy largos, sino cuanto le cu-< b rían las orejas, e poca barbas prietas e bien puestas e ralas, y\ el rostro algo largo e alegre, e los ojos de buena m anera, e/ m ostraba en su persona, en el m irar, por un cabo am or e cuan­ do era m enester gravedad, era m uy polido e lim pio. Luego (M octezum a), hace dones al capitán y a los que vie­ nen a guerrear; les pone flores en el cuello, sartales de flores para cruzarse el pecho, les pone en la cabeza guirnaldas de flores. En seguida collares de oro, todo género de dones de bienvenida. C uando hubo term inado de dar collar a cada u no, dijo C ortés a M otecuhzom a: —¿Acaso eres tú? ¿Es qué ya tú eres? ¿Es verdad que eres C tú M octecuhzom a? Le dijo M otecuhzom a: / —Sí, y o soy.


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I. TLAT. IV 45 y 106

CHIMALPAÍN. 189

I. TLAT. 45 y 106

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C ortés dijo a Marina: “ Decidle a M octecuzom a que n o haya tem or, que yo le quiero m ucho y de nadie recibirá daño; verle y conocerle hem os deseado m uchos días ha, hem os venido a su casa M éxico, de espacio nos veremos, y hablarem os” . Luego D. H ernando C ortés tom ó p o r la m ano de Moctecuhzom a y fueron ju n to s para las casas reales. Los señores que se hallaron presentes con M octecuhzom a fueron los siguientes: el señor de Tezcoco, C acam atzin; el señor de T lacupan, T etlepanquetzatzin; el que gobernaba Tlatilulco, Itz q u a u h tz in ; el m ayordom o de M octecuhzom a que ten ía puesto en Tlatilulco, T opantem octzin. De que los españoles llegaron a las casas reales con M octe-^ f cuhzom a, luego le detuvieron consigo, nunca m ás le dejaron J 7 apartar de sí, y tam bién detuvieron consigo a Itzcuauhtzin { [ gobernador del Tlatilulco; a los demás dejaron ir. Desde que los españoles hubieron entrado a M éxico, sin com batir, ataron, pusieron presos y cargaron de hierros a M otecuhzom atzin, así com o a Cacam atzin, rey (T latohuani) de T eztcuco, y a Itzquauhtzin generalísim o (Tlacochcálcatl), gobernador de Tlatilulco. Y luego dispararon sus arm as, las echaron a tiro ; retum ban, hacen estruendo, echan chispas, y el hum o largo sigue, se difunde largam ente; todo m anchado en hum o queda; el hum o se tiende, se ensancha; cual hed o r de ciénega en tra a la cabeza, a todos m area, con el ruido y el hum o de los tiros, todos los indios que allí estaban se pararon com o aturdidos y andaban com o borrachos. Com enzaron a irse p o r diversas partes m uy espantados, y así los presentes com o los ausentes cobraron un espanto m ortal. De que se hubieron aposentado los españoles com enzaron a preguntar a M octecuhzom a p o r el tesoro real para que dije­ se donde estaba, y él los llevó a una sala que se llam aba Teuhcalco, donde ten ían los plum ajes ricos, y m uchas joyas ricas de plum a, de oro, de piedras. C om enzaron los españoles a q u itar el oro de las plum as y de las rodelas y de los otros atavíos del areito que allí estaban, y p o r qu itar el oro destru­ yeron todos los plum ajes y joyas ricas, y el oro fundiéronlo e hiciéronlo barretas, y las piedras que les parecieron bien tom áronlas, y las piedras bajas y plum ajes, to d o lo tom aron


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los indios de Tlaxcala, y escudriñaron los españoles toda la casa real y tom aron to d o lo que les pareció bien. Y con esta solem nidad y aplauso entró el Marqués en México y fue aposentado en las reales casas en que vivía M otecuhzom a, abuelo del presente M otecuhzom a.

D.D.

11

A llí fue aposentado el M arqués con to d a su gente; donde eran proveídos de to d o lo necesario con m ucha abundancia, de todos los pueblos de la com arca, andando p o r su rueda y tanda, to d o por m andato de M otecuhzom a, el cual estaba preso con todos ios señores en su aposento, con tres soldados de guardia que se rem udaban cada tercer día y con una cadena


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F.J.C, 338

H.C. 42

F.J.C 338

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y los grillos a los pies, y todos los demás reyes y señores (igualm ente). C O R TE S DISPUSO SU S C A Ñ O N ES E N P L A N D E A T A ­ QUE. D istribuyó luego el general (Cortés) las guardias, form ó una batería de sus cañones enfrente de la puerta del palacio y cerró su cuartel, obrando en todo esto con tanta diligencia, com o si aquel m ism o d ía esperase algún asalto de los enemigos. ¿Q U E TZA LC O A TL? Hasta llegar a una m uy grande y her- / 1 m osa casa para nos aposentar. Me dijo (M octezum a) le espera-'/ L se. A poco rato ya que to d a la gente de mi com pañía e s tá b il I aposentada, volvió con m uchas y diversas joyas de oro y plata,/ ( y plum ajes, y con hasta cinco o seis mil piezas de ropa dé-> / algodón, m uy ricas; y sentado, propuso en esta m anera: “M u-/ chos días ha que por nuestras escripturas tenem os de nuestrqé } antepasados noticia que yo ni todos los que en esta tierra habi-/' tam os no somos naturales de ella sino extranjeros, y venido? a ella de partes m uy extrañas; y tenem os asimismo que a estas ) ' partes trajo nuestra generación un señor cuyos vasallos to d o s/ eran, el cual se volvió a su naturaleza, y después to m ó a venir^ ) > d en d e.en m ucho tiem po (?), y ta n to , que ya estaban casados / los que habían quedado con las m ujeres naturales y tenían \ m ucha generación, y queriéndolos llevar consigo no quisieron I ir (?) ni m enos recibirle por señor (?), y así se volvió; y siem -/ pre hem os tenido que los que de él descendiesen habían de \ venir a sojuzgar esta tierra y a nosotros com o a sus vasallos; y / las cosas que decís de ese gran señor o rey que acá os envió U CREEMOS Y TENEMOS POR CIERTO, EL SEA NU ESTRO/ SEÑOR NATURAL. (Carlos V, no Cortés). Al día siguiente, deseando C ortés pagar al rey su visita, envió a pedir audiencia. Cortés se introdujo en m aterias de religión. Expúsole la unidad de Dios. Hablóle de los ritos del cristianism o, del incruento sacrificio de la misa para hacer el paralelo con los crueles sacrificios de los m exicanos. M O CTEZU M A N O C O N TR AD IC E N I AC EPTA L A NUE- f VA RELIG IO N . M octezum a ícpuso que en lo que m iraba a la J creación del m undo, nada le cogía de nuevo; que así com o lCortés lo había expuesto lo habían entendido sus m ayores: “ No contradigo, añadió, la bondad d e l D io s , q u e a d o r a ís pero s i é l e s bueno para España los Nuestros lo son para Mé­ xico, com o lo ha m ostrado la experiencia de tantos siglos, y


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así no tratéis de persuadirm e a que abandone su cu lto ” . Fi­ nalm ente dijo que en cuanto a los sacrificios no hallaba razón para no inm olar a los dioses unos hom bres que por la cualidad de prisioneros de guerra, estaban ya condenados a m uerte. R epartió entre Cortés y los cuatro capitanes que le acom pa­ ñaban algunas piezas de oro y diez cargas de ropa fina de algodón, y a cada soldado un collar de oro; con lo cual se despidieron no m enos pagados de la real benignidad, que satisfechos de su beneficencia. H.C.

S U A L T E Z A TEN IA NECESIDAD . Al dicho M utezum a le dije que vuestra alteza ten ía necesidad de oro y que le rogaba que enviase de los suyos y yo asimismo algunos españoles, por las tierras de aquellos señores que se habían ofrecido, que de lo que ellos tenían sirviesen a vuestra m ajestad, porque además de la necesidad que vuestra alteza ten ía, ten d ría más concepto de las voluntades que a su servicio m ostraban, y que asimismo me diese de lo que tenía, porque lo quería enviar, com o el oro y com o las otras cosas que h ab ía enviado a vues­ tra Majestad. Como yo m andaba que cada uno de ellos diese cierta m edida de oro, así se hizo, así en joyas com o en tejuelos y hojas de oro y plata, y otras cosas, cupo a vuestra Majestad del quinto, treinta y dos mil cuatrocientos y tantos pesos de oro, sin todas las joyas de oro y plata, y plumajes y piedras y otras m uchas cosas de valor que para vuestra sacra m ajestad yo asigné, que p o d rían valer cien m il ducados y más suma. C upieron asimismo a vuesta alteza del quinto de la plata que se hubo, ciento y tan to s m arcos. Demás de esto, me dio el dicho M utezum a m ucha ropa de la suya, considerada ser de algodón, en todo el m undo no se p o día hacer ni tener otra y otras m uchas cosas que por ser tantas y tales no las sé significar a vuestra m ajestad. Diome unas turquesas de oro y otras m uchas cosas, cuyo núm ero es casi infinito. M A R A V IL L O S A S C O SA S D E TE N O C IÍTITLA N . Porque para dar cuenta, m uy poderoso señor, a vuestra real excelen­ cia, de la grandeza, extrañas y maravillosas cosas de esta gran ciudad de T em ixtitan, del señorío y servicio de este M ute­ zum a, y de los ritos y costum bres que esta gente tiene, y de la orden en la gobernación, sería m enester m ucho tiem po y ser m uchos relatores y m uy expertos. Pero puede vuestra majes-


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DOLORES ROLDAN

tad ser cierto que si alguna falta en mi relación hubiere, que será antes p o r corto que por largo. M octezum a m andó hacer a solicitud de Cortés para dar

I. DL

H.C. 53

f L) / /

idea a la C° rte dC ^ spaña’ tan to de *a fábrica m aterial de la ciudad, com o de su población, censo y puestos. ¡Y dicen que eran bárbaros!. C O R TE S N O VO LVIO A VER SA C R IF IC IO S HUM ANOS. Y el dicho M utezum a y m uchos de los principales de la ciudad dicha, estuvieron conmigo hasta quitar los ídolos y lim piar las capillas y poner las imágenes, y todo con alegre sem blante, y les defendí que no m atasen criaturas a los ídolos, como acostum braban, porque, demás de ser m uy aborrecible a Dios, vuestra sacra Majestad p o r sus leyes lo prohibe, y m anda que el que m atare lo m aten. Y DE AHI ADELANTE SE APARTARON DE ELLO, Y EN TODO EL TIEMPO QUE YO ESTUVE EN LA DICHA CIUDAD, NUNCA SE VIO M ATAR NI SACRIFICAR CRIA TURA ALGUNA.

La ’’Ordenanza de Cuauhtémoc”, de 1523. Abajo, a la izquierda se ve sobre el símbolo de Tlatelolco (montículo de tierra o de arena) la figura de Cuauhtémoc sentado como Señor, frente a los demás jefes, con las palabras “Xocoyotl”, arriba de la cabeza, y “Quauhtemoctzin Tlacateuhtli”, al frente. Según el Códice de 1528, los “Anales de México y Tlatelolco”, y la tradición de Ixcateopan, Cuauhtémoc tomó el mando supremo de Tlatelol­ co precisamente en el año en que vinieron los españoles a México (1519), cuando cayó preso el último gobernador de aquel lugar.


CODICE DE CUAUHTEMOC

CUAUHTEMOC, .E.G. TRAD.

JCHC.

ANAL. DE MEX. Y S/CONT. II 374

D.D. I 112

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TLA£ATECUHTLI

DE

TLATELOLCO.

1519 noviem bre. C uando fueron solicitadas las fuerzas de todos los reyes tributarios para la defensa de la patria m exica­ na, el gallardo príncipe C uaterno, de edad de 18 años, fue a T enochtitlan en representación de su agüelo Señor de Zomp an cu áh u itl, Rey C uayauhtitla._C uando este gallardo príncipe y ejército estuvieron ante los señores de la T enochtitlan, fue a parapetarse com o príncipe e general, a estar com o Señor de los tlatelolcas, (Itzcoatzin gobernador de T latelolco estaba preso ju n to con M octezum a). Los ejércitos tributarios fueron repar­ tidos en to d a la T enochtitlan para reforzar a esos pueblos que form an esa ciudad.

1519 (1-C A Ñ A ). En este año tom ó el m ando de T latilolco el Benjam ín (joven) C uauhtem otzin T lacatécatl. En este mis­ m o año llegaron a este reino los castellanos. En el solar del Cuauhcalli o casa de águilas, para los caba­ lleros águila o tigre de ánim o invencible, que ten ían al Sol com o p atró n , en consejo de guerra, C oanacotzin (C uitláhuac estaba preso) ordenó a C uauhtém oc para llegar a Tlacatecuhtli; le raparon la cabeza dejándole sobre la oreja izquierda un


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DOLORES ROLDAN

pegujón de cabellos, el cual entrenzaron con cinta colorada y pintáronle la m edia cabeza de azul y la m edia de colorado o amarillo, y cubriéronlo con m anta de red de henequén, que no ■ le hacía defensa al cuerpo, andando com o en cueros.

CUAUHPOPOCA, COATL Y QUIAHUITL, QUEMADOS POR CORTES. B.D.C. 206-209 212

H.C. 45

ANON. TLAT. 170 Y ANAL. HIST. NAG. MEX. M.OR. Y B. 268

V inieron dos indios de la Villa Rica, decían que Juan de Escalante, que quedó por alguacil m ayor, era m uerto, y seis soldados, en batalla que dieron los mejicanos. Fue acordado que aquel mesmo día se prendiese M ontezum a. Entró Cortés, le dijo: “ Señor M ontezum a: m uy maravillado de vos estoy que, haberse dado p o r nuestro amigo y m andar a vuestros capitanes de Tucapán tom asen armas contra mis españoles y m atar un español, y un caballo” . M ontezum a respondió que nunca tal m andó que enviaría luego a llam ar sus capitanes. Y en lo de ir preso y salir de sus palacios, no era su voluntad salir. Juan Velázquez de León y los demás capitanes dijeron: “ ¿Qué hace vuestra m erced con tantas palabras?, o le lleva­ m os preso, o dalle hem os de estocadas” . Sus capitantes que m ataron nuestros soldados, vinieron antél presos, se los envió a C ortés para que hiciese justicia. Y al dicho Q ualpopoca traían en andas, m uy a m anera de señor, com o de hecho era, y traídos, me los entregaron, y yo los hice poner a buen recaudo con sus prisioneros; y después que confesaron haber m uerto a los españoles, les hice interro­ gar si ellos eran vasallos de M utezum a, y el dicho Qualpopoca respondió que si había otro Señor de quien pudiese serlo. Y así fueron éstos (C uauhpopoca, Cóatl y Q uiahuitl) quem a­ dos públicam ente en una laza. Fue cuando ahorcaron a un principal de Acolhuacan, de nom bre N ezahualquentzin (herm ano de Cacam atzin). En segundo lugar, m urió el rey de N auhtla, llam ado Cohualpopocatzin. Lo asaetearon, y después de asaeteado, vivo aún, fue quem ado. Don H ernando dice haber recibido la noticia por carta del capitán, estando aún en la ciudad de Cholollan. No sabemos atinar en la m anera puesta en práctica por Escalante para


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CODICE DE CUAUHTEMOC

darse cuenta de la verdad de los acontecim ientos, careciendo de intérpretes totonacas y nahúas.

CACAMATZIN SE REBELA B.D.C. 221

L. DE GOM. II 257

Cacam atzin entendió que hacía m uchos días questaba preso su tío M ontezum a, que habíam os abierto la casa adonde estaba el gran tesoro de su abuelo Axva yaca; acordó convocar al señor de Cuyuacán, al señor de Tacuba, al señor de Iztapalapa, e al señor de M atalcingo. C ortés le envió decir al Cacama­ tzin, se quitase de andar revolviendo guerra; Cacam atzin envió a decir a Cortés, que ya h ab ía entendido sus palabras, que con palabras blandas prendió a su tío . C ortés envió a decir a C acam atzin, que le rogaba m ucho se acordase de la am istad que h ab ía entre los dos desde que lo salió a recibir y m eter en M éxico, y que siem pre era m ejor paz que guerra. R espondió Cacam atzin que no ten ía él am istad con quien le quitaba la honra y reino, y que la guerra que hacer quería era en provecho de sus vasallos, y defensa de su tierra y religión, y prim ero que dejase las armas vengaría a su tío y a sus dioses, que él no sabía quién era el rey de los españoles, ni le quería o ír cuanto más saber.

Prisión de Moctezuma.

Cod. Florentino.


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APRESA CORTES TODOS LOS GOBERNADORES F.J.C.

Tenía ya Cortés en su poder a los dos reyes más poderosos de A náhuac (México y Tezcoco) y no tardó en coger al de Tlacopan, a los señores Iztapalapa y Coyohuacan herm anos de M octezum a; a dos hijos de este mismo rey, a Itzcuatzin señor de Tlatelolco, y varios personajes; aunque ignoram os las circunstancias de estas prisiones; pero es de creer que uno a uno los fuese cogiendo cuando entraban a visitar a M octezuma. FGO. DE AG. A unque estaba preso y detenido en una sala (M octezum a) siem pre le traían de com er m anjares diversos. C.M. DE / . En esta situación exigió el reconocim iento de la corona R IJS T de castilla, es decir cuando la nación m exicana estaba acefalada, y sus principales caudillos incapaces de ponerse al frente de una revolución. Esto se llama ser astuto y bribón, p o r /

SACALIÑAS DE CORTES B.D.c.

234

H abía en el oro más de seiscientos mili pesos sin la plata y otras m uchas joyas. Y todos los más soldados y capitanes dijimos que luego se repartiese porque habíam os visto que cuando se deshacía de las piezas del tesoro de M ontezum a estaba en los m ontones m ucho más oro, y que faltaba la tercia parte dello, que lo tom aban y escondían, ansí por la parte de C ortés com o de los capitanes, com o el fraile de la M erced, y se iba m enoscabando. Se sacó el real quinto, y luego C ortés dijo que le sacasen a él otro quin to ; tras esto dijo que h ab ía hecho cierta costa en la isla de Cuba, que gastó en el arm ada; que lo sacasen del m o n tó n , y demás desto, que se apartase del m ism o m o n tó n la costa que h ab ía hecho Diego Velázquez en los navios que dim os al través, pues todos fuim os en ello, y tras esto, que para los procuradores que fu ero n 'a Castilla, y demás desto, para los que quedaban en la Villa Rica, que eran setenta vecinos, y para el caballo que se le m urió y para la yegua de Juan Sedeño que m ataron los de Tascala; para el fraile de la M erced y el clérigo Juan Díaz, y los capitanes, y los que traían caballos dobladas partes, e escopeteros y ballesteros p o r el consiguiente, e otros sacali-


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ñas, que quedaba m uy poco de parte, y p o r ser tan poco, m uchos soldados hobo que no lo quisieron rescibir, y con to d o se quedaba Cortés.


CAPITULO III

DIEGO V ELAZQ UEZ A CORTES B.D.C. 2 42/3

TORQ. 476

EN VIA

A NARVAEZ PR EN D ER

Com o Diego V elázquez supo habíam os enviado a Su Majes­ tad todo el oro habido, e el sol y la luna, y m ucha diversidad de joyas, y oro en granos, y m uchas cosas de gran valor, y com o el obispo de Burgos lo m andaba todo porque Su Majes­ tad estaba en Flandes, envió aviso al Diego Velázquez para que nos enviase a prender y quél le daría todo favor. El Diego V elázquez hizo una arm ada de diecinueve navios con Pánfilo de Narváez para que llevase preso a C ortés y todos. L L E G A D A D E N A R VAEZ. V iniendo el Pánfilo de Narváez, C ortés com unicó lo que sentía y con grandes dádivas de oro que nos da y ofrecim ientos que nos h aría ricos para que estuviésem os con él. Todos cam inam os para Cem poal. M O C TEZU M A L E E N V IA E M B A JA D O R E S Y O BSEQ U IO S A N A R V A E Z . Con el prim er aviso que tuvo M otecuhzom a, de la llegada de Pánfilo de Narváez, volvió a m andar a sus gober­ nadores y m inistros, que regalasen aquel ejército, y le proveiesen de vitualla, y diesen presentes al capitán general, el cual con diligencia se fue alojar en Cem poalla, y envió por la tierra a los tres soldados que se le avían allegado, para que inform a­ sen él era el legítim o C apitán General del Rey de Castilla, y que F ernando C ortés ten ía usurpado aquel cargo; y esto


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m ism o dijo ai Señor de Cem poalla, y que si h ab ía C ortés hecho alguna cosa m ala, le castigaría.

Cortés ataca a Narváez Z. de Tlaxcála.

TEZO Z. 143

D.D. II 546

C O R T E S SO R P R E N D E Y P R E N D E A N A R V A E Z . L le g ó Narváez a p render a C ortés p o r orden de V elázquez. C ortés tra tó de paces y le pidió ayuda, no queriendo dársela, fue con dádivas atraer su gente a su servicio; llegó a donde estaba el Narváez bien descuidado, y le prendió. A ese m ism o p u n to , saltaron los soldados y el M arqués con las espadas en las m anos, y otros algunas picas y alabardas, a los descuidados soldados de Narváez em pezaron a herir y des­ baratar; a su capitán le fue dada una p u n ta de pica en un ojo, que se lo arrancó. Los dem ás soldados que Narváez tra ía echa­ ron a h uir y los que no pud iero n , echáronse a los pies del buen M arqués, para que los recibiese a su gracia. De suerte que no nos espantem os de que los indios con las m anos cruzadas venían a pedir m isericordia. Y to m ando a Narváez con unos grillos a los pies lo hizo em barcar y volver a Santiago de Cuba 1520-VI-24. Ido Narváez, el M arqués recogió su gente y volvió a M éxico con mil hom bres más de los que ten ía.


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Matanza en el templo. Cod. D.D.

MATANZA EN EL TEMPLO MAYOR

IXTL. 193

El M arqués a M éxico venía tan pujante, tom ó osadía y atrevi­ m iento de condescender con el consejo de Pedro de Alvarado q u e . fue m atar a todos los señores y principales capitanes y grandes señores de M éxico. Y es de saber que aquellos días celebraban los indios la solem ne fíesta_de^Tóxcatl. tr aslación del ídolo H uitzilo p o ch tli^ fiesta m uy solem nizada^ El M arqués preguntó a M otecuEzom a qué eran aquellos bailes y fiestas, no le ordenase alguna traición. M otecuhzom a le respondió y satisfizo no haber tal pensam iento, ni aviso entre él y los suyos, porque él estaba allí preso; que se sosegase, que aque­ llos bailes y cantos eran que se llegaba la solem nidad de la fiesta de su dios. El M arqués le rogó que para la fiesta de ju n tasen en el tem plo todos los señores y principales de la provincia y los m ás valerosos hom bres porque quería ver y gozar de la grandeza y nobleza de M éxico; lo cual era debajo de cautela y traición para m atarlos a todos. Y esto salía de don Pedro de Alvarado, o por el ánim o cruel con que deseaba verse (C ortés) ya señor de la tierra. M otecuhzom a, sin caer en su entendim iento m alicia, m andó llam ar a sus principales y díjoles que aquellos españoles querían gozar de la grandeza y excelencia de México. .Hicieron su baile que llam an M azehualiztli. En todo salieron m ás de mil caballeros en el patio del tem plo m ayor, y sobre


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ANON. TLAT. 170

I. TLAT. 116 ANON. T LA T. 170

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sí tra ía cada uno de ellos las m ejores joyas y preseas que ten ía n , sin armas ni defensa ninguna. Los que estaban cantando y danzando estaban totalm ente desarm ados. Todo lo que ten ía n era sus m antillos labrados, sus turquesas, sus bezotes, sus collares, sus penachos de plum a de garza, sus dijes de p a ta de ciervo. M ientras se está gozando de la fiesta, ya es el baile, ya es el canto, ya se enlaza un canto con o tro , y los cantos son com o un estruendo de olas. Y los que tañen el atabal, los viejecitos, tienen sus calabazos de tabaco hecho polvo para aspirarlo, sus sonajas. A estos prim eram ente dieron em pellones, los golpearon en las m anos, les dieron bofetadas en la cara.


CODICE DE CUAUHTEMOC I. TLAT. 116

ANON. TLAT. 117

Ibid. 170

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En ese preciso m om ento los españoles tom an la determ ina­ ción de m atar a la gente. Luego vienen hacia acá, todos vienen en armas de guerra, vienen a cerrar las salidas, los pasos, las entradas: La E n tracLa_JÍel-Aguila, en el palacio m enor; la de Acatl iyacapan ( “P unta de la C aña” ), la de Tezcacoac^T“ Ser: giente de^espejos”). Y luego que hubieron cerrado en todas ellas se aposentaron: ya nadie pudo salir. Dispuestas así las cosas, inm ediatam ente entran al Patio Sagrado para m atar a la gente. Van a pie, llevan sus escudos de m adera, y algunos los llevan de m etal y sus espadas. Inm ediatam ente cercan a los que bailan, se lanzan al lugar de los atabales; dieron un tajo al que estaba tañendo: le cortaron am bos brazos, luego lo decapitaron, lejos fue a caer su cabeza cercenada. Al m om ento todos acuchillan, alancean a la gente y les dan tajos, con las espadas los hieren. A algunos les acom etieron por detrás, inm ediatam ente cayeron por tierra disparadas sus entrañas. A otros les desgarraron la cabeza, les rebanaron la cabeza, enteram ente hecha trizas quedó su cabeza. Pero a otros les dieron tajos en los hom bros: hechos grietas, desgarrados que­ daron sus cuerpos. A aquéllos hieren en los m uslos, a éstos en las pantorrillas; a los de más allá en pleno abdom en, todas las entrañas cayeron por tierra. Y h ab ía algunos que aún, en vano, co rrían ; iban arrastrando los intestinos y parecían enredarse los pies en ellos. Anhelosos de ponerse en salvo, no hallaban a dónde dirigirse. Pues algunos in ten tab an salir: allí en la e n tra ­ da los h erían , los apuñalaban. O tros escalaban los m uros, pero no pudieron salvarse. O tros se m etieron en la casa com ún, allí sí se pusieron en salvo. O tros se entrem etieron entre los m uer­ tos, aparentando ser m uertos se salvaron. Pero si entonces alguno se p o n ía en pie, lo veían y lo acuchillaban. La sangre de los guerreros cual si fuera agua corría: com o agua que se ha encharcado, y el hed o r de la sangre se alzaba al aire, y de las entrañas que parecían arrastrarse. Y los españoles andaban por doquiera en busca de las casas de la com unidad; p o r doquiera lanzaban estocadas, buscaban cosas, por si alguno estaba oculto allí; p o r doquiera anduvie­ ron, to d o lo escudriñaron. En las casas com unales p o r todas partes rebuscaron. Luego se m eten den tro de las casas (del templo,! para m atar a todos: a los que acarreaban el agua, a los que traían pastura


100

ANON. TLA T. 117

I. TLA T. 118

BER. V A Z. DE TAP.

I 41 B.D.C. 283

DOLORES ROLDAN

de los caballos, a los que m olían, a los que barrían, a los que estaban de vigilancia. Pero el rey M otecuhzom a acom pañado del T lacochcalcatl de Tlatelolco, Itzcohuatzin, que daban de com er a los españo­ les, les dicen: —Señores nuestros. . . ¡Basta! ¿Qué es lo que estáis hacien­ do? ¡Pobres gentes del pueblo. . .! ¿Acaso tienen escudos? ¿Acaso tienen macanas? ¡No m as andan enteram ente desar­ m ados! E L S A N G R IE N T O A T R A C O L O S O B LIG A A M P A R A R S E . Y cuando se supo fuera em pezó una gritería: ¡Capitanes, m exica­ nos, venid acá!, ¡Que todos arm ados vengan: sus insignias, escudos, dardos! ¡Venid acá de prisa, corred: m uertos son los capitanes, han m u erto nuestros guerreros! ¡Han sido aniquila­ dos, oh capitanes m exicanos! E ntonces se oyó el estruendo, se alzaron gritos, y el ulular de la gente que se golpeaba los labios. Al m o m en to fue el agru­ parse, todos los capitanes, cual si hubieran sido citados: traen sus dardos, sus escudos. E ntonces la batalla em pieza: dardean con venablos, con saetas y aún con jabalinas, con harpones de cazar aves. Y sus jabalinas furiosos y apresurados lanzan. Cual si fuera capa am arilla las cañas, sobre ios españoles se tienden. C om enzó la guerra entre los indios y los españoles, se fo rta­ lecieron en las casas reales con el m ism o M octhecuzom a y con Y tzq u au h tzin , gobernador de T latilulco; los indios ios cerca­ ron y los com batieron reciam ente, y los españoles se defendían con los tiros de pólvora y ballestas y escopetas, y hacían gran daño en los indios, y luego echaron grillos a M octhecuzom a. Después desto acaecido vino el dicho D. F ernando C ortés con to d a la gente quel dicho Narváez tra ía e no quiso castigar al dicho Alvarado de aquel esceso, antes m ostró estar enojado con el dicho M otunzum a. Envió el gran M ontezum a dos de sus principales a rogar a nuestro C ortés que le fuese a ver, que le q u ería hablar: y la respuesta que les dio dijo: “V aya para perro, que un tiánguez no quiere hacer, ni de com er no nos m anda d ar” . Y com o oye­ ron a C ortés nuestros capitanes, que fue, dijeron: “ Señor, tem ple su ira, m ire cuánto bien y honra nos ha hecho esie rey, si p o r él no fuese ya fuéram os m u e rto s” . C ortés se indinó más com o parecía de reprehensión, e dijo: “ ¿Qué cum plim iento he


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yo de ten er con un perro que se hacía con Narváez secretam en­ te, e agora véis que aún de com er no nos dan?” FJ.C. Con la m uchedum bre se agravó la necesidad de víveres que 358 ya se padecía, p o r lo cual m andó Cortés decir al rey, con gran­ des am enazas, hiciese celebrar el m ercado acostum brado para proveerse. R espondió el rey que los hom bres de más autoridad de quienes p o d ría servirse para m andarlo, se hallaban presos com o él; que pusiese en libertad al que le pareciese para cum ­ plir sus órdenes. DEC. C U IT L A H U A C L IB E R A D O P R E P A R A L A D E FEN SA . Sabe­ HERR. m os que presos en el cuartel, algunos en la cadena gorda, eran 363 los reyes de T lacopan y de Texcoco, m uchos sacerdotes y nobles de m ayor cuenta. Cam inando el general (Cortés) de e rro r en error, dejó libre a C uitláhuac, intim ándole fuese a cum plir sus órdenes. FJ.C, C ortés sacó de la prisión al príncipe C uitlahuatzin, herm ano 358 del rey. C uitlahuatzin no volvió a la prisión, ni restituyó el m ercado. M.OR. Y B. r* C uitláhuac se puso al frente del m ovim iento nacional el 25 403 / de ju n io día nahui m alinalli del mes T ecuilhuitontli. r~ D.D. Téngam e nuestro Señor la plum a y m ano para no descom e­ 549 dirm e contra hecho tan atroz y m alo, suma de todas las crueldades de N erón. De esta m ortandad sucedió la rebelión , y guerra contra los españoles y la m uerte de .M otecuhzom a, \ rey y señor de toda la tierra, levantándose ju n ta m e n te contra él sus vasallos, acum ulándole aquel hecho haber sido concier­ to entre él y los españoles y que los hizo ju n ta r para que allí v fuesen m úertos, a cuya causa le negaron la obediencia y eligie­ ron p o r rey a un sobrino suyo_Hama^LoXmtlá_huac. M.OR, C U IT L A H U A C A L F R E N T E D E L A R E S IST E N C IA . En los Y B. encuentros se veía a los capitanes en las prim eras filas anim an­ do a los guerreros, distinguiéndose uno m uy galán, era C uitlá­ huac; m odificando su táctica, se defendían de la artillería arrim ándose a las paredes, tirándose al suelo al ver los cañonazo*s; en las acom etidas de la caballería se arrojaban a los cana­ les, desde donde herían a caballos y jinetes con largas lanzas arm adas de prolongados pedernales. C O R T E S IN T E N T A A P A C IG U A R L O S ESC U D A N D O SE E N M O C TEZU M A. A cordó C ortés que el gran M ontezum a desde B.D.C, 288 u n a azotea, Ies dijese que cesasen las guerras, e que nos quería-


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DOLORES ROLDAN

Sitiados los españoles. L. de Tlaxcala.

I. TLA T.

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,m os ir de su ciudad. Y cuando el gran M ontezum a se lo fueron ja decir de p arte de C ortés, dicen que dijo con gran dolor: \ “ ¿Qué quiere ya de m í M alinche, que y o 110 deseo vivir ni r oille,. pues-_en_tal estado p o r su causa m i ventura m e ha traíí d o ? ” . Y no quiso venir. C O R T E S O B LIG A H A B L A R A IT Z Q U A U T Z IN (D E T L A T E LO LCO ). A la puesta del sol Itzq u au h tzm gobernador de T latilulco subióse sobre los tlapancos de la casa real y com enzó a dar voces diciendo: “ ¡Ah m exicanos!, ¡ah tlatilulcas!, m irad que el señor M octhecuzom a vuestro rey os ruega que ceséis de pelear, y dejéis las arm as p o rq u e estos nom bres son m uy fuertes más que nosotros, y si no dejáis de darles guerra,


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TEZO Z. 89

I. TLA T. 118

ALV. CHIMAL. TRAD. Y A.M .G.K. POES NAH. ill

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recibirá gran daño todo el pueblo porque ya han atado con hierro a vuestro rey ” . CU AU H TEM O C DESCO N O C E A M O CTEZU M A. E ntonces el principal que llevaba consigo, alzó la voz y dijo las palabras que quedan dichas, y apenas h ab ía acabado, cuando un anim o­ so capitán llam ado Q uauhtém oc, de edad de diez y ocho años dijo en alta voz: “ ¿£)ué_-gs_Icume dic§_ est^ b ellaco de¡ M otecuzom a, m ujer^de los esp^ñoley^que t al s e jm e d e llam ar, pues con ánim o^.dejuujei^se ejitregó ajsllos_de puro mie~do~\MÍos h a puesto a todos en este tra b a jo ? ..No le querem os obedecer po rque ya no es nuestro rey, y com o vil hom bre le hem os de dar el castigo y pago” . En diciendo esto alzó el brazo y enar­ cado hacia él, disparóle m uchas flechas; lo m ism o hizo todo el ejército. Dicen algunos que entonces dieron una pedrada a M otecuczom a en la frente, de que m urió; pero no es cierto, según lo afirm an todos los indios; su fin fue com o adelante se dirá. Oídas estas voces p o r los m exicanos y tlatilulcas, com enza­ ron entre sí a bravear, y m aldecir a M octhecuzom a diciendo: “ ¿Qué dice el p u to de M octhecuzom a y tú bellaco con él?, no cesarem os de la guerra” . Luego com enzaron a dar alaridos y a tirar saetas y dardos hacia donde estaba el que hablaba ju n to con M octhecuzom a, y los españoles arrodeláronlos, y así no recibieron daño. T enían gran rabia contra los españoles porque m ataron a los principales y valientes hom bres a traición, y p o r tan to ten ían cercadas las casas reales que a nadie dejaban entrar, ni salir, ni m e te r' ningún bastim ento porque m uriesen de ham bre. C IT L A L L I, UNA S IE R V A , POR L L E V A R A L IM E N T O A M O C TEZU M A, E S L L E V A D A A N T E CUAUHTEM OC. Una joven que in te n tó en trar en el palacio ocultando alim entos, es llevada ante C uauhtém oc, él la interroga; ella sin levantar la vista le contesta: “ No dirás soy traidora si sabes que con fierros hieren a mi padre y Señor M octezum a, nada soy para defenderlo; dos veces que lo veo, sonrisa me m ostró ; sufre m ucho, ni un pedazo com ió de la to rtilla sagrada que llevé, y dijo p o r el am or que le tengo, no vuelva” . —Sabio consejo —contesta C uauhtém oc— no vuelvas allí, o será suya m ás angustia si los feroces invasores descubren que eres jilote.


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I. TLA T. 49

ANAL. TLA T. 65, y A N AL. NAC. MEX. I. TLA T. 49

D.D.

II 549

B.D.C. 285

DOLORES ROLDAN

-O bedezco -a mi Rey y padre, y a ti, sabio T lacatecuhtli. Yo hum ilde Citlalli, elevo m i pensam iento a los dioses, te protejan a ti que eres de la casa de escudos, y debes estar en donde se está agitando la guerra, en donde se enrosca la guerra, a orilla del agua de las aves, allí donde se bebe la m uerte. —Vuelve a tu disfraz y o cúltate, Citlalli. A G R E S IO N E S E N T R E L O S F IE L E S A M O CTEZU M A Y L O S R E B E L A D O S. Supieron los de afuera que algunos m exicanos entraban allá y m etían saetas secretam ente, y luego pusieron gran diligencia en guardar que nadie entrase ni p o r tierra, ni p o r agua, y a los que hallaron culpados de haber m etido algo, m atáronlos; y luego se levantó gran revuelta entre los m exica­ nos, unos se acusaban a otros de haber entrado, y así m ataron m uchos, en especial de los serviciales o pages de M octhecuzom a que tra ían bezotes de cristal que era particular librea o señal de los de la fam ilia de M octhecuzom a, y tam bién a los que tra ían m antas delgadas que llam an ayatl que era librea de los pages de M octhecuzom a; a todos los acusaban y decían que h a b ía entrado a dar com ida a su Señor y a decir lo q u e’pasaba fuera, y a todos los m ataban y de allí adelante hubo gran vigi­ lancia que nadie entrase y así todos los de la casa de M octhecu­ zom a se hu y ero n y escondieron porque no los m atasen. Los tenochca em pezaron a m atarse m u tu am en te; m ataron a sus príncipes, el C ihuacóatl T ziuacpopocatzin, a Cipactzin T encuecuenotzin y a los hijos de M octezum a: A xayácatl y X oxopeualoc. D ieron b a te ría los m exicanos a los españoles siete días y los tuvieron cercados veinte y tres días, y en este tiem po ensan­ charon y ahondaron las acequias y atajaron los cam inos con paredes, y hicieron grandes baluartes para que no pudiesen salir los españoles p o r ninguna parte. C U AU H TEM O C Y D E M A S C O M B A TIE N TE S, IN F L E X I­ B LE S. El gran enojo e ira que los m exicanos ten ían co n tra los españoles, anim ábalos el valeroso m ancebo C uauhtem octzin, el cual, aunque m ozo, salía arm ado cada día a pelear y a anim ar a los suyos, donde ningún tlaxcalteca perdonaban de los que a las m anos p o d ían haber. Tuvieron ta n to atrevim iento, que unos dándonos guerra por unas partes y otro s p o r o tra, en traro n a ponernos fuego en


CODICE DE CUAUHTEMOC

FCO. DE AG. 70-1

IXTL. 194 D.D. 11-549

FCO. DE AG. 70-1

IXTL. 194

CHIMALPAIN

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nuestros aposentos, y aún la noche estaban sobre nosotros tan to s escuadrones dellos. A cordó nuestro capitán saliésemos a pelear y procurásem os de los vencer, que sintiesen más nuestras fuerzas y esfuerzo, más ellos estaban tan fuertes y ten ía n tan to s escuadrones que se rem udaban, que aunque estuvieran allí diez mil H éctores troyanos y otros tam os Ro'ldanes, no les pudieran entrar. A S E S IN A D O S M O C TEZU M A, C A C A M A T Z IN , ITZC U AU H T Z IN Y D E M A S S E Ñ O R E S PRESOS. Los capitanes se fueron a H ernando C ortés, y le requirieron que se saliese, porque ellos se querían salir y escapar. C ortés calló, y concertándose con sus capitanes dio orden cóm o se hiciese. D eterm inó darle m uerte al sin ventura M otecuhzom a, al cual pusieron el d ía antes en un gran asalto para que les hablase y com enazando a tirar dicen que le dieron una pedrada; más aunque se la dieron no le po d ía hazer ningún mal porque había ya más_de cinco horas que estaba m uerto, le habían m etido una espada p o r la parte b ^ ^ J ^ e jT m e s ^ T lO T I ñ u I lo ^ T r ^ Dicen qué uño le tiró (a M octezum a) una pedrada de la cual m urió, aunque dicen sus vasallos que los m ism os españoles lo m ataron, p o r las partes bajas le m etieron la espada. Estoy obligado a po n er lo que los autores p o r quien me rijo en esta historia, me dicen, escriben y pintan: es com ún opinión que (M otecuhzom a) m urió de una pedrada, lo torné a pregun­ tar y satisfacerm e, dicen la pedrada no haber sido nada, que en realidad le hallaron m uerto a puñaladas y la pedrada casi sana en la m ollera. M octezum a, herido en la cabeza, dio el alm a a cuya era, y en el aposento donde él estaba h ab ía otros m uy grandes seño­ res detenidos con él, a los cuales el dicho Cortés, con parecer de los capitanes m andó m atar, sin dejar ninguno. C ortés m andó dar garrote a los reyes y señores que en su po d er estaban.. Cacama, aunque atado a la cadena, se defendió valerosam ente, recibiendo m uchas puñaladas, sus despojos, con los de Itzcuahtzin, señor de Tlatelolco, fueron arrojados fuera del cuartel en el lugar llam ado T eaoyotl, porque ahí h ab ía una tortuga de piedra. Los españoles m ataron a M otecuhzom a estrangulándolo, tam bién m ataron a C acam atzin, rey de Tezcuco y a Itzquauhtzin generalísim o (tlacochcálcatl), gobernador de Tlatelulco.


106 TEZO Z. CRO . MEX. 149

F.J.C . 64

D.D. 11-549

TO R Q . 498

B.D.C. 289

DOLORES ROLDAN

En el año 2-pedernal, 1520 años, fue cuando m urió el señor M otecuzom a X ocóyotl, rey de T enochtitlan, hijo de Axayacatzin; reinó diez y nueve años; a los tres los m ataron los “ espa­ ñoles” : al Tlacochcalcatl Itzcuauhtzin, el C uauhtlatoani de Tlatilolco, y a C acam atzin, el rey de T etzcoco. El Tlacochcálcatl Itzcuauhtzin h a b ía fungido com o cuauhtlatoani, contado com o rey, en T latilolco, durante cuarenta y seis años. El señor Cacam atzin rey de T etzcoco, hijo de N ezahualpilli, reinó por cinco años. M O C TEZU M A N O S E B A U TIZO . Diego M uñoz Cam argo, dice en sus m em orias que M octezum a antes de m orir recibió el bautism o y nom bra a sus padrinos C ortés, Alvarado y O líd; esto es falso, porque es increíble que Cortés om itiese sem ejan­ te noticia en su relación a Carlos V, que tan to im portaba para su justificación. G om ara dice que M octezum a pidió p o r carnes­ tolendas el bautism o, que se le difirió para la Pascua porque fuese más solem ne, y después se im pidió con la llegada de N arváez; pero es cierto y constante que p o r Pascua (que fue aquel año a 8 de abril) nada se sabía en M éxico de la arm ada de Narváez. Q uieren decir que en ochenta días que allí estuvieron le industriaron (a M octezum a) en las cosas de la fe p o r un m inis­ tro clérigo que llevaban y que recibió el agua del santo bautis­ m o. De esto la historia no hace m ención ni cuenta tal cosa; pero, p o r haberlo o íd o a algunas personas fidedignas lo pongo. Lo cual, p o r satisfacerm e lo pregunté al fraile conquistador referido y debajo de duda m e dijo que él no lo h ab ía visto bautizar, pero que creía que sí, que se h a b ía bautizado en esos días: que los soldados y capitán estuvieron en estas casas y aposentos, se ocuparon más en buscar el tesoro de M otecuhzom a, y el santo clérigo con ellos, que no en enseñar la doctrina a M otecuhzom a y las cosas de la fe. C oncertado que se bautizase, que allí estaba Fray B artolom é de O lm edo que lo haría: R espondió M octezum a que p o r m edia ho ra que le quedaba de vida, no se q uería apartar de la religión de sus padres, y luego m urió, estando presentes algunos Seño­ res de los que estaban presos con él. Com o vimos a M ontezum a que se h a b ía m u erto , la tristeza que en todos hubo p o r ello, y aun al fraile de la M erced (O lm e­ do), que siem pre estaba con él, se lo tuvim os a m al no le atraer


CODICE DE CUAUHTEMOC

I. TLAT. 51 FCO. DE AG. 70-1

M.OR. Y B. 377

COD. AUBIN. G.M. DE BUST.

ALVA CHIMAL. TRA D . A.M.G.K. POES. NAH. I ll

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a que se volviese cristiano, y él, dio por descargo que no creyó que de aquellas heridas m uriese. 1520 (2 P E D E R N A L). Hallaron los m exicanos m uertos a M octhecuzom a y al gobernador del Tlatilulco echados fuera de las casas reales. Ya tarde sacaron y echaron en los portales, los cuales lleva­ ron ciertos indios que no m ataron, vinieron tan ta m u ltitu d de m ujeres con hachas encendidas, y braseros y lum bres, que p o n ía espanto. Al asentar que don H ernando Cortés m andó dar m uerte a los nobles que en su poder ten ía , hem os m editado con calm a; no nos m ueve odio, sino convencim iento. No lo inventam os, no som os los prim eros en decirlo; la cuestión se viene debatien­ do desde los testigos presenciales de la conquista. i En la fiesta pequeña de los caballeros, mes tecu ilh u íto n tli < m urió M octezum a. C uéntese del m odo que se quiera la conducta de C ortés en el castigo de M octezum a y Q uauhpopoca, siempre resulta injusta y crim inal. C IT L A L L I L L O R A POR M OCTEZUM A. E ntre la m ultitud que llora al descubrir los cadáveres de M octezum a, Itzcuatzin, Cacam atzin y otros señores, desconsolada está Citlalli, ella tam bién con una tea alum bra el rescate de los despojos de sus am ados gobernantes. C uauhtém oc la identifica; la austeridad de su educación en el Calmécac es im presionada con la angus­ tia de ella, se le acerca.

Moctezuma asesinado. Cod. Florentino.


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B.D.C. 290

I. TLA T. 125

DOLORES ROLDAN

—Muy triste mi corazón desea m i cuerpo acom pañe al M íctlan, a mi Señor M octezum a. —Dice ella. —Te pidió vivas; tu llanto lo va elevando a la región de los m uertos, allá será puesto en su sitio en el interior del cielo, para siem pre estará allí. —Mi pensam iento te entiende, mi corazón es flor de desola­ ción, no sacia su lloro. —No saciar tu iloro es ofensa al Dios que te creó y te pintó cual un canto. —C uauhtém oc X ocóyotl, quedan los chalchíhuitl de tu pala­ bra en m i corazón. Me das flores en tus consejos. El D ador de la Vida te ilum ina. —Vuelve a o cultar tu rostro. Mi T lam acazqui X ólotl, te con­ duce a lugar protegido. —Siem pre me detendré a o ír tus palabras cerca del color azul del cielo en las aguas tendidas; el señor del C ontorno y del C írculo derram e en ti su energía. C O R T E S PID E PAZ. M andó C ortés a un papa e a un principal de los questaban presos, fuese a decir al cacique que alzaron p o r señor, Coadlavaca (C uitláhuac) com o el gran M ontezum a era m u erto que le enterrasen com o a gran rey que 'era, y que alzasen a su prim o del M ontezum a, al que hab ían alzado no le venía p o r derecho. Que tratasen paces para salim os de M éjico, que si no, que agora m uerto M ontezum a, a quien ten íam o s respeto, que saldríam os ha dalles guerra e a quemalles todas las casas. Con to d o esto no cesó la gran b atería que nos daban de vara y piedra y flecha con gran braveza, y nos decían: “ Agora pagaréis m uy de verdad la m uerte de n uestro rey y el deshonor de nuestros ídolos; y las paces que nos enviáis a pedir salí acá y concertarem os cóm o y de qué m a­ nera han de ser” . V IC TO R IA D E C U ITLA H U A C , N O C H E T R IS T E D E L O S E SP A Ñ O L E S. C uando llegó la m edianoche salieron los españo­ les, iban delante y los tlaxcaltecas pegados a sus espaldas cual si fueran un m uro. Llevaban puentes portátiles de m adera, sobre ellos iban pasando los canales de T ecpantzinco, Tzapotlan, E tenchicalco; pero cuando al de M ixcoatechialtitlan, una m ujer que sacaba agua los vio y al m o m en to alzó el grito: “ ¡M exicanos, andad hacia acá, ya se van, ya van traspasando los canales vuestros enemigos! ¡Se van a escondidas!” .


CODICE DE CUAUHTEMOC

OR. B. 385

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E ntonces gritó un hom bre sobre el tem plo de H uitzilopochtli, to d o m undo oía su grito: “ ¡G uerreros, capitanes, m exica­ nos! ¡Se van vuestros enemigos, venid a perseguirlos!” . Cuitláhuac debió conocer ser el p u n to im portante el Tecpantzinco y sobre él cargó un gran grueso de guerreros.

Una mujer descubre la huida de los españoles. Col. Florentino

I. TLAT. 125

Los que tienen barcas rem an afanosos, los de T enochtitlan, los de T latelulco. O tros a pie se dirigieron a N onoualco, hacia T lacopan; los que tripulaban las barcas defendidas por escudos, lanzaron sus dardos co n tra los españoles; los españoles tam bién tiraban a los m exicanos, lanzaban saetas y tiros de arcabuz. H abían m uertos españoles, tlaxcaltecas y m exicanos. Cuando los españoles llegaron al canal de los Toltecas, fue com o si desde un cerro se despeñaran, se dejaron ir los de Tlaxcala, los de T liliuhquitepec, y los españoles, y los de a caballo y algunas m ujeres, con ellos el canal quedó lleno cegado; aquellos que


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DOLORES ROLDAN

H. C.

iban siguiendo, sobre los cuerpo pasaron y salieron a la o tra orilla. Infinita gente de los contrarios sobre nosotros, com batién­ donos desde el agua com o de la tierra; con cinco de caballo y cien peones, pasé a nado todas las puentes y las gané hasta la tierra firm e. Torné a la rezaga donde peleaban reciam ente; a los indios de T ascaltecatl, los m ataro n , y m uchos naturales de los españoles; y hab ían m uerto m uchos españoles y caballos y perdido to d o el oro y joyas y ropa, otras m uchas cosas y to d a la artillería. Recogidos los que estaban vivos, echélos adelante, y yo con cuatro de caballo y veinte peones, m e fui en la rezaga peleando con los indios hasta llegar a u n a ciudad que se dice Tacuba.

Después de la noche triste huyen los españoles. Lienzo de Tlaxcala.

B.D.C. 294

B E R N A L D IA Z D E L C , N O VIO S A L T A R A A L V A R A D O Todas las puentes y calzadas estaban llenas'de guerreros, y en la triste p u e n te , que dijeron después que fue el salto de Alva­ rado, digo que en aquel tiem po ningún soldado se paraba a vello si saltaba poco o m u ch o , porq u e h a rto ten íam o s que salvar nuestras vidas. Y to d o lo que en aquel caso dice G om ara


CODICE DE CUAUHTEMOC

I. TLA T. 125 126 127

Ibid. 132

B.D.C. 298 IXTL. 194

TEZOZ. 145

F.J.C.

369

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es burla, porq u e ya que quisiera saltar y sustentarse en la lanza, estaba el agua m uy ho n d a y no p o d ía llegar al suelo con ella, la p uente y abertura m uy ancha y alta, que no la p o d ría salvar ni sobre lanza ni de o tra m anera; y nunca o í decir deste salto de Alvarado hasta después de ganado Méjico, en unos nibelos que puso un G onzalo de O cam po. Q uedaron en los puentes m uertos los hijos e hijas del M ontezum a y otros reyes. Al llegar donde hay otro canal, en paz lo pasaron sobre el pu en te p o rtá til de m adera, allí cobraron aliento, allí se sintie­ ro n hom bres. C uando hubieron llegado a P opotla llegaron los m exicanos a coger presos tlaxcaltecas y m atan españoles; tam ­ bién m exicanos m ueren y de T latelolco. C him alpopoca, el hijo de M otecuhzom a, quedó traspasado. M urió Tlaltecatzin, p rín ­ cipe tepaneca. era el que iba señalando y m arcando los cami­ nos a los españoles. C uando hub o am anecido, com en y parten ; de uno y de otro flanco van en fila sus venados, que nom bran caballos; entre las dos filas, los cargadores; de paso van poniendo fuego a los tem plps; arden lenguas de fuego, se expande en capas el hum o. Al tiem po que van m archando los vienen asediando los indios desde lejos, lanzando alaridos. 1520-VII-10. Fue nuestra entrada en M éxico d ía del Sr. San Ju an de Junio de mil e quinientos y veinte años; fue nuestra salida hu y en d o a diez del m es d e julio del dicho año. Los españoles desam pararon la ciudad, salieron huyendo por la calzada que va a Tlacopan, antes (tam bién) m ataron al rey C acam atzin, tres herm anas suyas, y dos herm anos, según don Alonso A xavácatl. v algunas relaciones de los naturales. V iéndose C ortés con el agua a la garganta, com o dicen, afli­ gido y que no ten ía o tro socorro debajo del cielo que el de don F em an d o Ixtlixóchitl, el cual era tan grande que cuando él estaba en el m ay o r fuego de la guerra le socorría (aunque esto callan los españoles no sé p o r qué). 1 D E B IL IT A B A S U PO DER, L A D IV IS IO N E N T R E L O S M E­ X IC A N O S. H abían perdido a su rey, varias personas reales y b u e n a p arte de la nobleza, a estos daños se agregaban los que ellos m ism os se causaron con la guerra civil. En el tiem po que los españoles sitiados en el cuartel, tal vez p o r socorrer a su rey que estando en poder de los españoles padecía ham bre, les


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ANAL. T LA T. 6 5/6

DOLORES ROLDAN

enviaban secretam ente víveres, y p o r ventura se declararían abiertam ente en su favor confiados en su grande autoridad; se originó una funesta disensión. C uando ellos (los españoles) se hubieron establecido en T etzcoco, entonces los tenochca em pezaron a m atarse m u tu a ­ m ente. Los sacerdotes, p o ntífices y jefes fueron los que m ataron a los soberanos. D ijeron entre sí: “ ¿D ónde están nuestros príncipes? Sin duda ellos los expulsarían de nuevo. ¿Quién es el que nos ins­ pira valor? porque ya son cuatro los que fueron llevados y m atados. M ataron al Q uauhnochtli, el superior del Tlacatecco (tem plo de U itzilopochtli) y a C uapan, superior del Uitznáuac (tem plo de T ezcatlipoca), a los sacerdotes del incienso: al sacerdote de incienso de A m antlan y al sacerdote de incien­ so de T lalocan” .

Ixtlixochitl protege a Cortés en Texcoco. Lienzo de Tlaxcala.

TEZOZ. 145

IX T L IX O C H IT L E L T R A ID O R . F e r n ^ n d o J ^ i x ó c ^ des­ pués de h aber tenido una gran batalla c o n X i ^ l a ^ a t z ^ ( C u i tláhuac) su tío , dio aviso a sus fronteras para que le diesen a C ortés to d a ayuda; venían algunos m exicanos dando alcance,


CODICE DE CUAUHTEMOC

I. TLA T. 57

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los de don F em an d o Ixtlixóchitl los detenían. En O tum ba llegó don Carlos p o r orden de su herm ano (F ernando) con cien mil hom bres y com ida para favorecer a Cortés. Y otro d ía se fueron a Tlaxcallan (los españoles). C O R T E S S E R E F U G IA E N T L A X C A L A Y R E C IB E R E ­ F U ERZO S. Y llegados a la ciudad de Tlaxcala les hicieron m uy buen tratam ien to , lloraron por el desastre que les había sucedido. Curáronse y esforzáronse en Tlaxcala. Llegó a Tlaxcala un Francisco H ernández, español, con 300 soldados castellanos y m uchos caballos y am ias. Con esto tom ó ánim o el capitán D. H ernando Cortés. L O S M E X IC A N O S C E L E B R A N L A VICTO RIA. Cuando los españoles salieron de M éxico y fueron a Tlaxcala era el mes T ecuilhuitontli que com ienza a dos de junio y el mes siguiente h ueyiecuilhuitl que com ienza a veinte y dos de junio. Com o ya estaban algo descansados (los m exicanos) de la guerra pasada, hicieron m uy gran fiesta a todos sus Dioses, y sacaron todas las estatuas de ellos, y ataviáronlas con sus ornam entos, y con m uchos quetzales de plum a rica, y pusiéronlas sus carátulas de turquesa, hechas de m osaico; esto hicieron agradeciendo a sus Dioses porque los hab ían librado de sus enemigos.

Reinado de Cuitlahuac. Mapa de Tepexpan.


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DOLORES ROLDAN

CUITLAHUAC UNGIDO TLATOANI DE TENOCHTITLAN, GOBIERNA OCHENTA DIAS IXTL, 194

TEZO Z. CRO. MEX. 159

M .OR. Y B. 403

E.G. TRAD. ICHC. F.J.G. 369

H.C. 79

Idos los españoles a Tlaxcala, ju ra ro n los m exicanos 10° Rey a j j^üitjah u a tzin , herm ano de M octecuzom a, que ya h abían pasa-j do veinte días después de su m uerte. I Inm ediatam ente, en este m encionado año 2-pedem al, 1520 años, fue cuando se asentó p o r rey el señor C uitlahuac, rey de T en o ch titlan , en un d iV 8 -v ien to , o quizá 5 o sea 16 de sep­ tiem bre, cuando en el cóm puto m ensual de los ancianos había transcurrido un d ía de O chpaniztli (acción de barrer); hijo éste de A xayacatzin, rey de T en o ch titlan ; cuando estaban los españoles allá en Tlaxcallan, cuando les persiguieron de a q u í de M éxico, fue cuando se vino C uitláhuac a asentar por rey, que prim ero era rey de de Itztapallapan, y nerm ano m enor de M oteuczom a X ocoyotl. C uitláhuac se puso al frente del m ovim iento nacional el 25 de ju n io d ía nahui m alinalli del mes T ecuilhuitontli; se dedicó a la reorganización social y restauración de lo destruido en los meses hueitecuilhuitl, tlaxochim aco y xocholiuetzi, quedando ungido em perador el mes O chpaniztli (7 de septiem ­ bre 1520 ) con las fiestas acostum bradas, sirviendo de víctim as los prisioneros castellanos y los aliados presos. La C onfederación quedó constituida: T enochtitlan-C uitlahuaczin, T excoco-C oanacochtzin, T acuba-T etlepanquetzaltzin. Bajo el breve gobierno de C uitláhuac, C uauhtém oc fue nom - J brado T lacatecuhtli del Palacio Real (alto puesto con m ando ,í de h o m b r e s j ? ^ ^ -1 ^ Los m exicanos procuraban reparar sus q u ebrantos; además de las enorm es cantidades de oro, plata, piedras y otras m ate­ rias preciosas, erogadas en contribuciones y presentes para los españoles, se hab ían sustraído de la obediencia los totonacas y otro s pueblos, se h a b ía n insolentado m ás los enem igos de la nación; estaban m altratados los tem plos y arruinadas m uchas casas de la capital. Cuetravacin aparejó m uchos géneros de arm as y se fortalece en la gran ciudad y en otras ciudades cerca de la laguna. Asi­ m ism o ha enviado sus m ensajeros p o r todas las tierras y provin­ cias y ciudades sujetas a aquel señ o río , a decir y certificar a sus vasallos que él les hace gracia p o r to d o un año de todos los


CODICE DE CUAUHTEMOC

TEZO Z. 146 y 116

I. TLAT. 135

I. TLAT. 136/7

M .OR. Y B. 407

T EZO Z. 146 COD. AUBIN

M .OR. Y B . 423

f l / 1 ‘

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trib u to s y servicios que son obligados a le hacer, y que no le den ni le paguen cosa alguna que por todas las m aneras que pudiesen hiciesen m uy cruel guerra a todos los cristianos hasta los m atar o echar de to d a la tierra. Don Pedro, en ausencia de su herm ano Ixtlixóchitl vino desde México a Tezcuco y procuró persuadir a los tezcucanos fuesen a ayudar a su tío C uitlahuatzin contra los cristianos, y hizo tan to que si el don F em ando Ixtlixóchitl no viniera con tiem po, ju n ta ra a su devoción más de 200 mil hom bres. L A EPIDEM IA D E V IR U E LA S. El décim o señor que fue de M éxico se decía C uitláhuac y tuvo el señorío ochenta días, y en tiem po de éste acaeció una m ortandad o pestilencia de viruelas, la cual enferm edad nunca h a b ía acontecido en México, nTen o tra tierra de esta Nueva España. C uando se fueron los españoles de M éxico, se difundió entre nosotros una gran peste. Algunos los tapó p o r todas partes, en la cara, en la cabeza, en el pecho. M uchas gentes m urieron, nadie p o d ía andar, no más estaban acostados. H ubo m uertos p o r el ham bre; ya nadie ten ía cuidados de nadie, nadie de o tro se preocupaba; a m uchos se les echó a perder la cara, que­ daron cacarañados, cacarizos; unos quedaron ciegos. El tiem po que estuvo en fuerza esta peste duró sesenta días funestos. V ino a establecerse en la fiesta de T eotleco y su térm ino en la fiesta de Panquetzaliztli. Fue cuando quedaron lim pios de la cara los guerreros m exicanos. C U IT L A H U A C T Z IN CO N TAG IAD O . Bregando C uitláhuac contra los estragos de la pestilencia, los horrores del ham bre, el desaliento de lo s aliados y la insubordinación de las provincias, p o n ía calor en activar lo necesario para la guerra. Reunió los contingentes de guerra colocados en las fronteras de Tlaxcala para com batir a los españoles. D on Pedro (C oanacotzin), se volvió (de T excoco) a México a ocasión que m urió su tío , de enferm edad de una viruelas que un negro_de Narváez les pegó a los indios. C uitláhuac g o b e rn ó en los meses de hueitecuilhuitl, tlaxochim aco, xo co tlh u etzi, fue ungido en ochpaniztli, luego en ezoztli, en tepilhuitl y en quecholli (septiem bre 1520) m urió, p o r eso se cuentan o chenta días de su reinado. C uitláhuac es una herm osa figura en la historia de la con­ quista. Liberado de los pronósticos jam ás vio con reverencia a


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los pretendidos hijos de Q uetzalcóatl; tratolos siem pre con desconfianza y ceño, siendo su voto co nstante, com o conseje- ^ ro, no dejarlos p en etrar en el im perio, ni m enos recibirlos de paz en M éxico; fue p a trio ta y previsor. El conocim iento de los ) blancos debió afirm ar sus juicios, encendiendo en su pecho el ju sto rencor, solam ente extinguido con la m uerte. A m arrado / a la cadena gorda (p o r C ortés), al ponerlo en libertad acaudilló ¿ al pueblo, dirigió el ataque furioso a la fortaleza de los españo­ les, con desprecio a las arm as poderosas que causaban inm enso estrago; com batió en prim era fila hasta arrojarlos de T enochti- / tlan, desbaratándolos en las puentes; cautivó a los castellanos traíd o s en el cuartel y lanzó la m u ltitu d de los escuadrones \ a los cam pos de O tom pan (O tum ba) en donde, m ás p o r m ala suerte que por las am ias, fue vencido. Buscó sin fru to la alianza de sus enem igos (nativos) y procuró estrechar los vínculos entre los elem entos del im perio, cosa im posible, después de los pusilánim es desaciertos de M otecuhzom a. Peleó sin descanso, puso en m ovim iento las guarniciones por todas partes al paso de los invasores; casi siem pre fue d erro ta­ do, pues e] invasor no estaba solo, ten ía aliados a los traidores a la patria; sin em bargo, volvía a la carga. La fam a no ha tejido el cum plido elogio de este m onarca azteca, p o r pertenecer a los vencidos. Su m em oria y valor son im borrables com o “ la noche triste ’’ que lloraron los españoles^ *** . i CUAUHTEM OC Y CÍTLA LLI.

ALVA. CHIMAL. TRA D . A.M .G.K. POES. NAH. III

Los ojos am barinos de Citialli inquietan a C uauhtém oc. Es noche decem brina, en pequeña canoa llega a la chinam pa, la invita a bogar; conversan, ella de sus recuerdos: “ N ací en Mexicalzingo, en presencia del Dios que Hace el D ía, donde las preciosas flores acuáticas abren sus corolas; allí, mi m adre enferm a en pobreza vivía, salvó mi vida al entregarm e en la casa de m i Am o y Señor M octezum a, él dispuso se me cuidara con cariño, su b o ndad vive en m í. —Tu corazón es perfecto , no olvida. —C om enta C u auhté­ m o c —. Mi corazón canta con el tu y o , mis flores y mis cantos te desgrano; se yerguen nuestras flores. Tu alm a es una pin tu ra estrem ecida, eres sonriente m ariposa y flor con brillos de



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q u etzal. G ózate y alégrate. Tus flores em belesan m i corazón... G ocem os, aún vivimos. En mis m anos estás, flor de El que da la Vida. Un collar de chalchíuitl en ti tejeré, serás m ujer gue­ rrera, capturarás un hijo. Citlalli en la m ás sublim e dem anda, el silencio es su contes­ tación. —X óchitl xocóyoxl —dice Cuauhxém oc— te hago ofrenda de m i palabra cual haz de amarillas flores. —El D ador üe la V ida-m e ha dado de tu energía, con bellas' flores narcóticas se tiñe mi corazón; p o r poco tiem po será, tu lugar es el sitio de los dardos, donde tiñe el hum o. H asta la Región del M isterio iré contigo. —Si el D ador de la V ida lo dicta. N ada te entristezca, Qmetecu h tli Señor Dos y O m ecíhuat! Señora Dos, disponen en la Tierra se encienda la guerra, que sea sitio de h um o, que grazne el águila y ruja el tigre. No siem pre será-nuestra casa aquí, es un préstam o la Tierra, son préstam o las fragantes flores. Tal vez com o aves quetzales pasem os en vuelo hasta el in terio r del cielo, donde reina El que T odo Hace Vivir.


CAPÍTULO IV

CUAUHTEM OC SUCEDE A CUITLAHUAC. TO R Q . OKIG. DE LOS MEX. 277

COD. M ENDO­ CINO.

M uerto C uitláhuac (del contagio de las viruelas o huezáhuatl), fue elegido en su lugar C uauhtém oc, sobrino del gran E m pera­ dor M otecuhzom a. . .é, porque legítim am ente pudiese ser Se­ ñ o r, concertaron de casallo con la dicha D oña jlsabel, hija del dicho M otezum a.,. T r ” M A T R IM O N IO D E TEHUICHPO Y CUAUHTEMOC. Prece­ dió a la cerem onia de Tlatoani, la unión de T ehuichpo con C uauhtém oc. Los sacerdotes señalaron el d ía propicio entre los de ácatl, ozom atli, cipactli, cuauhtli o calli. La noche de la clebración del m atrim onio, u n a tíc itl o m édica, acom pañada de cuatro ancianas portadoras de teas encendidas, llevó a cuestas a la novia a la casa de C uauhtém oc, que estaba adornada con ram as y flores; en la habitación dedicada a la cerem onia h a b ía una estera labrada frente a dos braceros uno con fuego y otro q uem ando copalli. C uando llegaron, él salió a su en cu en tro ; am bos, m u tu am en te se sahum aron y se sentaron en la estera, ella a la izquierda de él. La tíc itl ató el áyatl del novio con el huipilli de la novia, significación de su unión ante el fuego. Siguió el b an q u ete, m arido y m ujer se dieron en la boca los prim eros bocados. La concurrencia danzó alegre. Al term inar la fiesta, los cónyuges, separados, fueron a hacer oración y


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penitencia durante cuatro días; al term inar, los sacerdotes los llevaron al aposento preparado para ellos; en la cama pusieron un chalchíhuitl. Al día siguiente, los desposados llegaron al tem plo a ofrecer a los dioses, los m uebles y m antas de la cám ara nupcial. CU AU H TEM O C UNGIDO TL A T O A N I D E TEN O C H TITLA N .

\Mapa de Tepechpan. M .OR. Y B. 4 2 5 /6

1521 (II-TECPATL). Por m uerte de C uitláhuac subió al trono de M éxico el joven C uauhtém oc, u n d é c im o ^ ^ últim o Em pera.dor de T en o ch titlan ; su_jiom j3£e^j^ descienda ( e T '^ '^ r o c ^ com o si las señales m anifestadas en su nacim iento fueraiT pronóstico de su fu tu ra suerte. Pasó com o jefe los m eses panquetzaliztli, aíem oztli y tititl, coronándose en los días nem ontem i, que aquel año caygm n^entre el 25 y

^29_dejenja^J_S2i^ A.M .G.K. POES. N A HU A TL FCO. DE A G U IL A R TO RQ . 1-524

C uauhtém oc, dueño de un corazón y un rostro, el D ador de la V ida lo tiene p in tad o com o el últim o T latoani de A náhuac, en el Códice Cósm ico tejido con plum as azules y amarillas. Q uatem ús, que era Señor, m ancebo de hasta diez y ocho años (en 1521), valeroso y valiente por su persona. C uauhtém oc era hom bre de buen entendim iento, severo y áspero de condición.


CODICE DE CUAUHTEMOC FCO. CERV. DE SALZ. III-268 B.D.C. 4 22

F J .C . 378

COD. AUBIN.

TEZO Z. B.S. II 3^1

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Era G uatem uz entonces de edad de diez e ocho años, hasta veinte, de donde se entenderá el invencible ánim o que en tan tierna edad tenía. G uatem uz era de m uy gentil disposición, ansí de cuerpo com o de faiciones, y la cara algo larga y alegre, y los ojos más p arecían que cuando m iraba, que era con gravedad que hala­ güeños y no h a b ía falta en ellos, y era de edad de veinte y un años, y la color tiraba su m atiz algo m ás blanco que a la color indios m orenos y decían que era sobrino de M ontezum a, hijo de u n a su herm ana, y era casado con (T ecuichpo) una hija del m esm o M ontezum a, m uy herm osa m ujer m oza. Los m exicanos eligieron en lugar de C uitlahuatzin a su sobrino C uauhtem octzin, porq u e ya no vivía herm ano alguno de los pasados reyes. Era joven de veinticinco años y de m ucho esp íritu , y aunque p o r poca edad poco práctico en la guerra, llevó adelante las providencias m ilitares de su antecesor. Tom ó p o r m u jer, v rein a a su prim a T ecuichpotzin, viuda del rey C uitlahuatzin e hija de M octezum a^ ~ ~ -—_ — _ ' El undécim o caballero llam ado C uauhtem otzin, subió al tro n o en los días aciagos, los m em ontem i del m es Q uautliteua (entre 25 de enero y 3 de febrero, fiesta de Q uetzalcóatl). El undécim o caballero, llam ado C uauhtem otzin, subió al trono en los días aciagos, nem ontem i. C uando m urió el señor rey C uitláhuac, para elegir al o tro , se ju n ta ro n ios senadores T ecu tlato q u e, y tam bién los viejos que llam aban achcacauhtzin, y tam bién los soldados viejos de la guerra yao teq u iu aq u e, y o tro s capitanes que eran princi­ pales en las cosas de la guerra, y tam bién los sátrapas que llam aban tlanam acázque o papauaque. Se ju n ta ro n en las casas reales, y allí deliberaron quién h a b ía de ser Señor, esco­ gieron a C uauhtém oc de la línea de los señores antepasados, hom bre valiente, osádo y anim oso, p ru d en te y sabio (sobre los dem ás, el de más dom inio m ental), criado en el Calm écac, de bien hablar, en te n d id o , recatado y am oroso. No se hizo por escrutinio, o p o r votos, sino confiriendo los unos con los otros. Elegido C uauhtém oc, eligieron otro s cuatro que eran com o senadores, que hab ían siem pre de estar al lado del Señor y e n te n d e r en to d o s los negocios graves del reino. Electos los cinco de acuerdo con la astrología, el d ía p ro p i­ cio los llevaron desnudos al Cu de H uiizilopochtli. A llí vistie­


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B.S. II.-66 90-100/1

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ron a C uauhtém oc con el xicolli (parecido al huipil) color verde dibujado con huesos de m u erto ; colgada a la espalda una calabazuela con borlas verdes, llena de picietl; le cubrieron la cara con m anta verde; le pusieron en la m ano izquierda una talega verde con incienso y en la m ano derecha el incensario, le calzaron cotaras verdes. Los sacerdotes, en este caso los tlato an i C oanacochtzin de T excoco y T etlepanquetzaltzin de T acuba, lo subieron p o r las gradas hasta llegar delante de la e statua de H uitzilopochtll, puso incienso en las brazas y lo esparció a la estatua. Los sacerdotes tocaban el tecziztli o caracol, tlalpitzalli o flauta, hu eh u éh u etl, tep o n ax tle, zonajas, cascabeles, etc. Después, lo m ism o hicieron con los otros cuatro. Desde abajo to d o el pueblo m iraba la cerem onia, nadie con ta n ta em oción y encantam iento com o la enam orada Citlalli. Al term inar bajaron, y fueron conducidos a la casa llam ada Tlacochalco, allí perm anecieron cuatro días en penitencia, al term in ar condujeron a C uauhtém oc a la casa real, y l los cuatro senadores a sus respectivas casas. C uauhtém oc y los as­ trólogos señalaron la celebración final. Los m ayordom os o calpixques se encargaron de adornos y festejos para el acto. V allaban la cerem onia los batallones de oto m íes, cuachi, tequihuaques, pillis y pardos. Se encontraban: el C ihuacóatl T lacotzin, el Tlillancalqui P etlauhtzin, el U itznáuatí M otelch iu h tzin , el M exicatl A chcauhtli, el T ecutlam acazcatzin (p rín cip e sacerdote) C oatzin; los caudillos de T latelolco: T lacochcácatl C oyoueuetzin, T lacatécatl T em ilotzin, Tizociauácatl T u p an tem o ctzin , M ixcoatlailotlactzin A uelitoctzin, U itznáuatl U itziliutzin, T epanécatl U itzitzin.

Coanacotzin


CODICE DE CUAUHTEMOC

A.M .G.K. POES. NAH. II XXXIV

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Tocó a C oanacochtzin de Tezcoco, recitar la oración al dios Tezcatlipoca, de pie e inclinado hacia la tierra y los pies ju n to s, ofreció copal al fuego antes de orar: “H oy, d ía bien­ aventurado, ha salido el sol, hanos com unicado su claridad y su resplandor, una nueva lum bre, hásenos dado una hacha ; m uy resplandeciente, que ha de regir y gobernar nuestro pue­ blo, y ha de tom ar a cuestas los negocios y trabajos de nuestra \ república. S ubstituto de los señores y gobernadores que ya pasaron de esta vida, los cuales trabajaron en llevar a cuestas las pesadum bres de esta vuestra gente y vinieron a poseer vuestro tro n o y vuestra silla, que es la principal dignidad de \ este vuestro pueblo. A hora estam os m aravillados cóm o has p u esto tus ojos en este hom bre rústico y de poco saber, C uauhtém oc, para que tenga el gobierno de vuestra república y de vuestro pueblo. Hacedle, Señor, com o verdadera imagen vuestra, y no perm itáis que en vuestro tro n o y en vuestro estrado se ensoberbezca; no perm itáis, Señor, que agravie ni veje a sus súbditos, no perm itáis m ancille vuestro trono con alguna injusticia o agravio. Ya, Señor, este pobre hom bre ha aceptado y recibido la honra y señorío que V. M. le ha dado, ya tiene la posesión de gloria y riquezas; ya, Señor, le habéis adornado las m anos y los pies, y la cabeza, orejas y bezos, con barbote y orejeras y con brazaletes, y con cuero amarillo para las gargantas de los pies; no perm itáis, Señor, que estos atavíos e insignias y ornam entos le sean causa de altivez y presunción, m as antes tened por bien Señor, que os sirva con hum ildad y llaneza. C uauhtém oc en cuclillas, tiene los ojos puestos en el orador, term inada la oración, responde: —Gran m isericordia y liberalidad ha hecho nuestro Señor en haber elegido al indigno que no lo m erece. Veam os lo que querrá hacer: ríase algún d ía de mis boberías nuestro Señor Dios, (que) cuando quisiere tom ará para sí su reino y dignidad, y m e lo q uitará a m í y lo dará allá adonde sabe que conviene. Hágase, pues, lo que m anda y quiere nuestro Señor Dios; hágase asimismo lo que ordenaron y votaron los señores que m e eligieron. (Sublim ado, ora:) Señor, am o nuestro, dueño del con to rn o y del círculo, noche y viento: Lo otorgó tu corazón.


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B.S.

II 100/1

B.S. 324

DOLORES ROLDAN

¿No te equivocas acaso tom ándom e p o r otro? ¿a m í m ísero y tosco? E ntre el polvo y la basura es el sitio de m i vida, no soy hom bre que agrade, lleno de polvo y basura. Ni siquiera sé dónde está mi cara ni m i cabeza: ¿por qué, con qué razón?, ¿cuál es m i m érito y mi suerte? ¡De entre el polvo y la basura tú m e sacas: en el estrado y el tro n o tú m e colocas! ¿Quién soy yo y p o r quién m e estim o? C uauhtém oc co n tin ú a su discurso: P o r cierto he o íd o cosas dignas de ser notadas, y m uy encom endadas a la m em oria, p o r ser m uy preciosas y raras, así com o piedras preciosas y zafiros, que son consejos de padres y m adres que m uy pocas veces se suelen decir, dignas de ser m uy guardadas; y así m e conviene a m í tenerlas m uy guardadas y estim adas to d o el tiem po que viviere, y tenerlas he yo para m i consolación en m i pecho, y para b o rd ó n de m i oficio en m i m ano. C oanacotzin, le dice C uauhtem oc, “ No solam ente a m í, pero a to d o el pueblo y reino, habéis orado a nuestro Señor Dios para que nos favorezca; no soy digno de tan buena oración, com o habéis hecho, y tam bién habéis orado en favor de los reyes y señores antepasados que reinaron en este rein o ” . N oche y d ía se danzó y cantó. (La difícil situación im pidió los pom posos p rotocolos en estas solem nidades, com o h a b ía sido costum bre que llegaran:) E m bajadores desde Q uauhtim alan hasta M ichoacán y desde m ar a m ar; venían los m ism os señores o enviaban a sus presi­ dentes para asistir en el convite y fiesta de la elección. El Señor C uauhtem octzin te n ía aparejado plum ajes y m an­ tas, y m axtles y otras joyas para dar a los convidados, a cada uno según su dignidad* a todos dio plum ajes, joyas y atavíos para el baile, y a su ho ra dio platos y diferencias de guisados, y m uchas m aneras de tortillas m uy delicadas, y m uchas m ane­ ras de cacaos en sus jicaras. T am bién les presentó cañas de hum o de m uchas m aneras en sus platos y m uchas m aneras de flores, m uy preciosas; a cada u n o según su persona, pusieron en su aposento.


CODICE DE CUAUHTEMOC M. O R. Y B. 425

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Desm oronábase el im perio por la traición de sus hijos y la espada del conquistador; subir entonces a rey no era para gozar las lisonjas de palacio, sino para arrostrar los peligros del cam ­ pam en to ; bajo el m anto real se cobijaban la destrucción y la m uerte. El joven patricio repulsaba a los conquistadores, sabía su destino al aceptar el m ando. Fue el prim ero que se rebeló contra M otecuhzom a, el prim ero que alzó la voz y la m ano para escarnecerlo. Q uedó identificada su suerte con la de la patria, resuelto a defenderla hasta el últim o trance.

COANACOTZIN RECHAZA LA PAZ PROPUESTA POR CORTES Ibid. 437

C oanacochtzin rey de A colhuacan h ab ía perm anecido en Texcoco durante el tiem po en que los españoles estuvieron lejos del Valle. C ortés envió a H uitzcacam atzin para que dijese a C oanacoch, que teniendo dispuesto com batir a los tenochca hasta destruirlos, se lo hacía saber, a fin de que le recibiese de paz en su reino, mas sin acabarle de o ír. C oanacochtzin m andó hacerle pedazos. M irando C ortés la tardanza del envia­ do, despachó nuevo m ensajero acom pañado por Cuicuitzcatzin, sacado de M éxico la N oche Triste. C uicuitzcatzin ape­ nas escuchado p o r su herm ano le puso en prisión teniéndole p o r espía de los blancos; fue condenado a m uerte.

A G RESIO N ES DE CORTES A O TRAS CIUDADES B.D.C. 317

Tuvo noticia C ortés que en C ozotlán Castil Blanco, habían m u erto nueve españoles; envió Gonzalo de Sandoval castigase y trújese. E staba en aquel pueblo escuadrones m ejicanos en su guarda y respondieron que señor ten ía n , que era G uatem uz.

CORTES SOSPECHOSO \

B.D.C. 319/22

T odos ocurrim os con lo que habíam os habido en Tepeaca, Tecam achalco, y en Castil Blanco, todas las piezas y las indias y m uchachas y m uchachos que habíam os habido y echados el


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DOLORES ROLDAN

hierro, que era una J com o ésta, que q u ería decir guerra. C uando no nos catam os apartan el real q u in to , luego sacan o tro q u in to para C ortés, y dem ás desto, la noche antes cuando m etim os las piezas hab ían ya escondido y tom ado las m ejores indias. N E G O C IO S D E CO RTES. D irán que sin dineros cóm o enviaba (C ortés) a Diego de Ordaz a negocios a Castilla, pues está claro que para Castilla y para otras partes son m enester dineros, y que ansim ism o enviaba a A lonso de Avila y a Francisco Alvarez a Santo D om ingo, a negocios, y a la isla de Jam aica p o r caballos y yeguas. A esto digo que al salir de Méjico huyendo, quedaban en la sala m uchas barras de oro en u n m o n tó n , los soldados apañaban dello, en especial los de a caballo, los de Narváez y los oficiales de su M ajestad, y dem ás se cargaron de oro m ás de och en ta indios tascaltecas p o r m andado de C ortés y fueron los prim eros que salieron en las puentes, vista cosa era que salvarían m uchas cargas dello, que no se perd e ría to d o , y com o noso tro s los pobres soldados que no ten íam o s m ando, en aquella sazón procurábam os salvar nues­ tras vidas, no m irábam os en el oro si salieron m uchas cargas en las puentes o no. C ortés con algunos capitanes procuraron hab er de los tascaltecas que lo sacaron, y tuvim os sospecha que los cuarenta mil pesos de las partes de la Villa Rica, que tam bién lo h o b o , y echó fam a que lo h ab ían robado y con ello envió a Castilla a los negocios de su persona y a com prar caba­ llos, y a la isla de Santo D om ingo a la A udiencia R eal; porque to d o s se callaban con las barras de oro que ten ían . CO NSTRUY EN LOS BERG A N TIN ES

Ibid. 3 2 5 /7

Se dio orden cortasen m adera para ir o tra vez a M éjico. Xicotenga “ El V iejo” , C hichim ecatecle, y los m ás caciques de Tascala, ofrecieron servir a C ortés en to d o lo que quisiesen m an d ar p ara la guerra co n tra m ejicanos. C ortés vio buen aparejo de escopetas, pólvora, ballestas y caballos; acordó h ablar a los caciques de Tascala para que le diesen diez mil indios de guerra que fuesen con nosotros hasta T ezcuco; luego X icotenga “ El V iejo” , dijo que le placía no solam ente diez m ili sino m uchos m ás si los q u e ría e que iría p o r capitán nu estro gran amigo C hichim ecatecle.


CODICE DE CUAUHTEMOC

IXTL. 195/6

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1520-^X11-25. Pasada la pascua de Navidad del año de mili e quinientos y veinte años, bajam os la sierra, topam os con guerreros de Méjico y de Tezcuco, no se atrevieron a darnos guerra, según paresció, entre los m ejicanos y los de Tezcuco ten ían diferencias y bandos, y com o no estaban m uy sanos de la viruelas, y com o h a b ía n sabido lo de Gacachula y O zucar y en Tepeaca y Xalacingo y Castilblanco todas las guarniciones m ejicanas habíam os desbaratado y creían que iban con nos­ otros el poder de Tascala y Guaxalcingo. Llegaron siete indios principales de Tezcuco, traían una bandera de oro e una lanza larga, y abajaron su bandera y se hum illaron, ques señal de paz; dijeron: “ M alinche: C ocoyoacin (T ecocoltzin), nuestro señor de Tezcuco, te está esperando, recibe esta bandera de oro y que te vayas a aposentar a su ciudad, quél te dará lo que hobieres m enester” . Y dijeron que los escuadrones en las ba­ rrancas eran de m ejicanos, que enviaba G uatem uz. O tro día fuim os a Tezcuco, veíam os indios asom brados y com o questaban de guerra; los m oradores se iban con sus haciendas y hatos e hijos e m ujeres, unos a los m ontes y otros a los carrizales que hay en la laguna. Cortés sabía que C ohuanacoxtzin era de la parte del rey C uauhtém oc y h a b ía m andado m atar a su herm ano Q uiquizca porque h ab ía ido de parte de sus herm anos Ixtlixuchitzin, T etlehuehuezquitzin, Y oyotzin y los dem ás a Tlaxcalan a ofrecer su am istad con otras m uchas razones. C ortés colocó de rey de Texcoco a T ecocoltzin, suplantando a C ohuanacotzin.

TECOCOLTZIN IN TEN TA CONVENCER A LOS TLATELOLCAS ANON. TLA T. 175

En este tiem po una em bajada del rey de A colhuacan, T eco­ coltzin, viene a conferencias en Tlatelolco con: T ecucyahuacatl, T opantem octzin, T ezcacohuacatl Q uiyotecatzin. el T lacatecatl T em ilotzin, el Tlacochcaicatl C oyohuehuetzin y el T ziuhtecpanecatl M atlalacatzin. Dicen los enviados: —Nos envía acá el Señor el de Cohuacan Tecocoltzin. Dice esto: “ Oigan por favor los m exicanos tlatelolcas: A rde, se calcina su corazón y su cuerpo está doliente. De igual m odo a


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B .D .C ,

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m í m e arde y se calcina mi corazón. De mi fardo, del hueco de mi m an to , p o r dondequiera cogen, m e lo van quitando. Se acabó el hab itan te de este pueblo. Pues digo: Que p o r su sola voluntad lo disponga el tenochca: que p o r su propio gusto perezca; nada ya haré en su favor” . Le reto m an el discurso los señores de T latelolco, le dicen: “ Nos haces h onor, capitán herm ano. ¿Pues qué, es acaso nuestra m adre y vuestro padre el chichim eca hab itan te de A colhuacan? Pues aq u í está, lo oyen: sesenta días van que tiene intención de que se haga com o él (tenochca) lo ha dicho. M andó Cortés llam ar al principal contrario del cacique (Coan acotzin) que se fue, era un m ancebo (Ixtlixóchitl) que se volvió cristiano, se llam ó don H ernando Cortés. C ortés le dem andó m ucha copia de indios trabajadores para las acequias p o r donde habíam os de sacar los bergantines a la laguna, des­ que estuviesen acabados, habíam os de po n er cerco a M éxico, ofreció to d o su po d er (Ixtlixóchitl) y que enviaría m ensajes a otros pueblos, tom asen nuestra am istad contra M éxico. Todo concertado y señalados los lugares donde habíam os de .acudir porque de cuando en cuando enviaba G uatem uz grandes pira­ guas y canoas con m uchos guerreros. A cordó C ortés que A ndrés de Tapia, Cristóbal de Olí, los de Tascala y principales de Tezcuco que nos dio don H ernando (Ixtlixóchitl), fuim os cam ino de Iztapalapa.

CUAUHTEM OCTZIN RECHA ZA LA PAZ Ibid. 336

C ortés acordó de enviar a decir al señor que hab ían alzado por rey, G uatem uz, viniesen de paz y íes perd o n aría las m uertes y daños, no se d em andaría cosa ninguna; las albarradas, p ertre­ chos y alm acenes de varas, flechas, lanzas, m acanas, piedras rollizas, hondas y todos los géneros de guerra que están ha­ ciendo, que es gastar el tiem po en balde, para qué quiere que m ueran todos los suyos y la ciudad se destruya. F u ero n ante G uatem uz ocho indios, no quiso enviar respuesta, sino hacer albarrada y pertrechos, y enviar p o r todas sus provincias que si algunos de nosotros tom asen se los trujesen a Méjico para sacrificar; que viniesen con sus arm as, y les envió a p erd o n ar m uchos trib u to s, y grandes prom esas. T anta priese se daba en


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Ibid. 340

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hacer trece bergantines y los m ejicanos procuraron tres veces po n er fuego, prendim os quince indios de quien Cortés supo to d o lo que en Méjico hacía y concertaba G uatem uz, y era que no habían de hacer paces, sino m orir todos peleando o q u itar­ nos a nosotros las vidas, y de d ía y de noche trabajaban de hacer cavas y ahondar los pasos de puentes, hacer albarradas, hacer lanzas m uy largas para m atar caballos’engastadas en las espadas que nos tom aron la noche del desbarate, poner a p u n ­ to varas, tiraderas y piedras rollizas con hondas, espadas de a dos m anos, y otras m ayores que espadas com o m acanas, y to d o género de guerra. CU A U H TEM O C TZIN D E FIE N D E X A L T O C A N . Com o ha­ b ían venido a Tezcuco sobre quince mili tascaltecas con la m adera de los bergantines, y h ab ía cinco días questaba, C ortés dijo quería ir a Saltocán, questán fundadas las casas en el agua, que h ab ía enviado a llam ar de paz y la respuesta fue que si allá íbam os que ten ían fuerzas y fortaleza com o Méjico, que fuese cuando quisiese, en cam po les hallaría. Cortés se aper­ cibió para ir en persona, doscientos cincuenta soldados, treinta de a caballo, Pedro de Alvarado y Cristóbal de Olí, ballesteros y escopeteros, los tascaltecas, y una capitanía de Tezcuco. Después de haber o íd o misa salió con su ejército, encontró escuadrones de m ejicanos, m ataron pocos porque se acogieron a los m ontes. Supo C ortés que G uatem uz h ab ía enviado escua­ drones a Saltocán para los ayudar, en canoas; otro día los m ejicanos y los de Saltocán, hirieron a diez de nuestros solda­ dos y m uchos amigos tascaltecas. Dos indios dijeron que no m uy lejos va cam ino (p o r tierra) al pueblo, nuestros soldados se ponen en concierto hasta que en tierra m ataron m uchos, hobieron m ucha ropa de algodón, e oro y otros despojos, y se hobieron m uy buenas indias. O tro d ía fueron cam ino de G ualtitán, m uchos m ejicanos les daban gritas; o tro día cam ino de T enayuca, desde allí a Escapuzalco estaba despoblado y ansim ism o Tacuba. Estaban en cam po aguardando a C ortés m uchos escuadrones de aquellos pueblos por donde había pasado, y los de Tacuba y m ejicanos, ju n to s com enzaron a dar en los nuestros, tuvo h arto nuestro capitán en rom perlos con los de a caballo; andaban tan ju n to s que nuestros soldados a buenas cuchilladas los hicieron retraer. O tro d ía m uchos m eji­ canos venían a dar guerra, los nuestros los hicieron retraer al


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en trar en Tacuba y quem ar m uchas casas y m etelles a sacom a­ no. Desque supieron en M éjico, ordenan salir m ás escuadrones de su ciudad a pelear con Cortés.

CUAUHTEM OCTZIN SE APRESTA A LA DEFENSA DEC. HERR. II-X

ALV. CHIMAL. TRA D .

Fue m uy diligente C uauhtem octzin en hacer prevenciones; ganó m uchos amigos aunque algunos no se quisieron confede­ rar con él. Hizo grandísim as provisiones de arm as, m etió m ucha gente en la ciudad y m ucha de la inútil la envió a las m ontañas. Levam ó la vitualla de la com arca; hacía ejercitar la gente en las arm as, ofreció m ercedes a los que se señalasen más. T enía gran cuidado en saber lo que hacían sus enemigos y cuando entendió que se apercibían y querían po n er en cam ino, ju n tó la nobleza m exicana, y él en pie, hizo un razonam iento persuadiéndoles a la defensa de la religión, de la patria, de las vidas, honras, hijos y m ujeres con que a todos confirm ó en su voluntad y obediencia, y le prom etieron de m orir en ella. M uchos señores de la tierra estuvieron neutrales, porque conocían la fortaleza de las dos partes, y m uchos se ofrecieron a Cortés. C IT L A L L I. Dos veces m ás vuelve C uauhtém oc a ver a Citlalli, queda ella en la desesperanza respirando angustia del aire p ro ­ fanado con el hum o m ortal que vom itan los artificios blandi­ dos p o r el agresor extranjero de corazón duro y filoso com o sus espadas. Su único bien es el don de la oración elevada a O m etecuhtli Señor Dos y O m ecíhuatl Señora Dos, por su amo y Señor, y el fru to de am bos que arrullará en sus brazos. En el altar eterno de los volcanes Iztacíh u atl y P opocatépetl, ella m ira a los dioses y el ro stro de su am ado. Perm anece obediente a la disposición para librarla del peligro en aquel retiro , acom ­ pañada p o r la nanacihua, y las visitas de X ólotl.

CO RTES HU YE PA RA TEXCOCO B.D.C. 344

H icieron que se retraía n , m etido C ortés en el garlito, vuelve tan ta m u ltitu d que sintió cóm o los m ejicanos le hab ían soba­ do; m andó se retrujesen y los de a caballo haciendo arrem eti­


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das, mas luego herían los caballos; escapó C ortés del poder de Méjico. Cinco días en T acuba estuvo C ortés, desde allí dio vuelta para Tezcuco, le daban grita los m ejicanos que volvía hu yendo, sospecharon lo cierto; le m ataron dos caballos. L O S H U A X T E C O S S E A L I A N A CORTES. V inieron a dem an­ dar paces y darse p o r vasallos de su M ajestad los pueblos T ucupán (T úxpan) e Mascalzingo e N autla. */

BATALLONES DE CUAUHTEM OCTZIN EN TODOS LOS EM PLAZAM IENTOS B.D.C. 3 5 0/2

B.D.C. 3 5 3 /6

A G R E S IO N E SP A Ñ O L A A OAXTEPEC. G onzalo de Sandoval envió decir a G uaxtepeque que son buenas las paces, si no lo hacen, irá allá de guerra. La respuesta fue que vayan cuando quisieren. En Acapistla estaban m ejicanos en guarnición para ir a Chalco a dar guerra, al llegar (Sandoval) com enzaron a tirar vara, flecha y piedra com o granizo, hirieron tres caballos y m uchos soldados, sin podelles hacer daño. Luego suben sus riscos y fortalezas, daban voces, gritas y silbos, y tañ ían sus caracoles y atabales. El Sandoval y sus soldados com enzaron a subir, rescibieron m uchas heridas, a él le descalabraron; (des­ pués) entró en el pueblo, les hizo m ucho daño; aquellos m eji­ canos p o r se defender, vinieron p o r unos riscos abajo, m uchos heridos se venían a esconder en aquella quebrada e arroyo, venía el agua algo turbia de su sangre. El señor de Méjico, G uatem uz supo el desbarate de sus ejércitos, dicen que m ostró m ucho sentim iento dello. C O M B ATE D E C H A L C A S Y H U E JO T Z IN C A S CON M E X I­ CANOS. A cordó (C uauhtem octzin) enviar más de dos mili canoas grandes, veinte mil m ejicanos, y vienen de repente a Chalco. Los de Chalco sin aguardar socorro de nosotros envia­ ron a llam ar de G uaxocingo, se ju n ta ro n más de veinte mil dellos; los m ejicanos m ataron y prendieron m uchos, los de Chalco les m ataron m uchos m ás y les prendieron quince capi­ tanes. H E R R A R O N A L O S N A T IV O S CAPTU RAD O S. Llegado Sandoval a Tezcuco, con gran presa de esclavos, todos llevamos las piezas que habíam os para echar el hierro de su M ajestad, que era una J, que quiere decir “guerra” ; creyendo se nos


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Ibid. 360

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h a b ía de volver después de pagado el real q u in to , no fue ansí, si en T epeaca se hizo m uy m alam ente, m uy peor se hizo en T ezcuco; después que sacaban el real q u in to , era o tro quinto para C ortés, y otras partes para los capitanes; en la noche nos desaparecían las m ejores indias, y desde allí adelante que tom am os buenas indias, no las llevábam os a herrar, decíam os se h ab ían huido, las llevábam os de noche, les echaban el hierro y pagaban el q u in to ; otras se quedaban én nuestros aposentos, decíam os eran nab o rías que h ab ían venido de paz de los pue­ blos com arcanos. Algunas esclavas conocían a los soldados cuál era bueno, cuál m alo; cuando las vendían en el alm oneda o las hab ían tra tad o m al, se les desaparecían y quedaba p o r deuda en los libros del r e y ; m uy pocos soldados llevaron partes. CHALCO, TEXCO CO Y H U E JO TZ IN G O A L IA D O S A CO RTES. V inieron m ás de veinte mil amigos de C halco, T ezcuco y G uaxocingo, tascaltecas y otro s pueblos, nunca tan ta gente de guerra de nuestros amigos fueron com o agora. L O S D E O A X T E P E C SE R IN D IE R O N PO R SED. Salimos de C him alhuacán, pasam os despoblado Y autepeque; llegamos al peñol que estaba lleno de guerreros; C ortés nos m ando subir al peñol, echan los indios ta n ta piedra y peñascos, cosa espan­ tosa. C ortés en la tierra llana, le hab ían m u erto dos o tres soldados y herido siete. Con buen concierto bajam os. M uchas capitanías de m ejicanos aguardando, C ortés m andó a los de a caballo y a nosotros fuésem os a en co n trar con ellos, se m ata­ ron m uy pocos indios. Los m ejicanos te n ía n la Vitoria. Quiso nuestro Señor Dios que acordaron de se dar de paz, p o r que no ten ía n agua. F uim os luego a G uaxtepeque, y los caciques vinieron a hablar y servir a Cortés. E N T E P O Z T L A N Y C U E R N A VACA B O T IN D E N A T I V A S Y R IQ U E Z A S. P artim os hallam os escuadrones de~gt¡^fíeros m ejicanos, ío s'd e a caballo los siguie­ ron hasta T epuztlán, questaban tan descuidados que dim os en ellos; a q u í se hob iero n m uy buenas indias e despojo; C ortés m andó p o n e r fuego y vinieron los caciques. Fuim os a Coadlavaca, tiraban m uchas varas, flechas y piedras; com enzam os a dar p o r la espalda a los m ejicanos y se fueron h u y en d o ; en este pueblo se ho b o gran despojo, ansí de m antas m uy grandes com o de buenas indias; venían veinte indios principales a de­ m andar paces, quel señor de Méjico (C uauhtem octzin) les


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TORQ.

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envió m andar nos diesen guerra, les envió buen escuadrón de m ejicanos para que les ayudasen. XO C H IM ILC O D EFEN D ID O POR CU AU H TEM O C TZIN. Aquel fírm e y constante pelear se d eb ía al aliento de C uauhtém oc y al de los reyes C oanacochtzin y T etlepanquetzaltzin. A la noticia de la tom a de X ochim iico, el em perador reunió a los guerreros, hízoles presente el peligro de la patria, las ofen­ sas recibidas p o r los dioses de los blancos, el deber de com batir hasta la m uerte sin am edrentarse, pues si las arm as llegaran a hacer falta, qued arían las uñas para despedazar a los enemigos. C O R T E S A PU N TO D E SE R A T R A P A D O . Cam inam os para Suchim ilco ques gran ciudad, m u ltitu d de guerreros esperando, m uchos capitanes traían espadas de las nuestras puestas en lar­ gas lanzas m uy relucientes, flecheros y varas de a dos gajos y piedras con hondas, espadas de a dos m anos com o m o n tan tes hechas de navajas. G randes arrem etidas hacíam os, y lo peor era que venían otro s escuadrones dellos p o r las espaldas, rom pi­ m os p o r el agua nadando, otros a vuelapié, h o b o soldados tan ta agua bebieron que se hincharon las barrigas, al pasar la

Derrota de Cortés en Copolco. Lienzo de Tlaxcala.


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puente hirieron m uchos, les llevábam os buenas cuchilladas; los de caballo con C ortés por otras partes toparon sobre más de diez mil m ejicanos de refresco para ayudar, de tal m anera que aguardaban con las lanzas a los de a caballo, hirieron cuatro. El caballo (de C ortés) se desm ayó, y los m ejicanos echaron m ano a C ortés; el caballo y él, cayeron en el suelo y llegaron m ejicanos para apañarle vivo, y com o aquello vieron unos tascaltecas e Cristóbal de Olea, presto llegaron y a cuchi­ lladas y estocadas hicieron lugar, y to m ó Cortés a cabalgar, aunque bien herido en la cabeza y quedó el Olea m uy mal herido de tres cuchilladas. A Cortés, ya se le habían ju n ta d o hasta quince de a caballo, dijim os volviese a unos m am paros y se curase C ortés y el Olea y el caballo. Ya questábam os curan­ do los heridos con quem alles con aceite, suenan tantas voces y trom petillas e caracoles y atabales por unas calles en tierra firme y vienen tan to s m ejicanos e tíran n o s tan ta vara e piedra, hirieron m uchos soldados; presto arrem etim os a buenas cuchilladas y estocadas, quedaron hartos tendidos, los de a caballo no tardaron en salilles al encuentro. S E R E F U G IA R O N E N L O S A D O R A T O R IO S . Fuim os a repo­ sar a donde estaban los grandes adoratorios de aquella ciudad; nuestros soldados subieron en el cu m ás alto, adonde tenían sus ídolos, desde allí vieron la gran ciudad de Méjico llena de guerreros, quel señor de Méjico, G uatem uz, enviaba para que no saliésemos de aquella ciudad con la vida. A cordam os hobiese los de caballo ensillados y enfrenados, los capitanes y Cor­ tés, haciendo vela; tuvim os m uchas piedras e ballestas y esco­ petas y lanzas grandes; sentim os el rem ar de m uchas canoas y a buenas pedradas y con lanzas los resistim os; volvieron m u­ chas canoas cargadas de guerreros a tirar, y los tornam os a resistir; se ju n ta ro n con los escuadrones que G uatem uz envia­ ba p o r tierra, eran más de quince mili indios. P R E N D E N CINCO P R IN C IP A L E S M E X IC A N O S. De día vinieron a cercar los escuadrones m ejicanos; salimos, los de a caballo p o r una parte y nosotros p o r o tra; nuestros amigos los tascaltecas m ataron e hirieron tres capitanes y prendieron cinco principales de ios cuales supim os lo que G uatem uz había ordenado. L O S E S P A Ñ O L E S SA Q U E A N , C U A T R O SO N S A C R IF IC A ­ DOS. Fue acordado saliésemos de aquella ciudad y no aguar­


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dásem os más batallas. Com o en aquella ciudad eran ricos, nuestros soldados fueron a las casas y cárganse ellos y m uchos tascaltecas de ropa y otras cosas de oro. O tros soldados van y estando den tro sacando ropa, vino u n a gran flota de canoas de Méjico, hieren m uchos soldados y apañan cuatro soldados y vivos los llevaron a M éjico, Jos demás se escaparon. G uatem uz m andó cortar las cabezas y las enviaron p o r m uchos pueblos de nuestros amigos y envían decir que antes que volvam os a T ezcuco, piensa no quedará ninguno de nosotros a vida, y los corazones y sangre ofreció a sus ídolos. T ornó a enviar flotas de canoas llenas de guerreros, y capitanías p o r tierra. Sali­ m os de aquella ciudad, C ortés nos hace un parlam ento del peligro y cóm o habíam os de ir. CU A U H TE M O C TZIN L O S FE R SIG U E H A S T A C O YO A C AN . Los escuadrones que h a b ía enviado G uatem uz, vieron nos íbam os retrayendo de Suchim ilco, salen tan de repente tan to s, que hirieron ocho soldados; en to d o el cam ino hasta Cuyuacán nunca faltó rebatos de guerreros de m ucha vara y piedra y flecha; a Cuyuacán hallárnosla despoblada, acordam os rep o ­ sar. Los de a caballo se encuentran con diez mili guerreros que el G uatem uz enviaba de refresco de los capitanes m ejica­ nos, los de a caballo tem ieron, hasta que todos y nuestros amigos los tascaltecas, arrem etim os a buenas estocadas y cuchilladas; se fueron con la m ala ventura; se prendieron principales, se supo dellos, ten ía G uatem uz ordenado de enviar o tra gran flota de canoas, y m uchos m ás guerreros p o r tierra. C E LA D A A CO RTES, D O S E S P A Ñ O L E S SA C R IF IC A D O S. A ntes de volver a nuestro real en T ezcuco; otro d ía cam ino de T acuba, salieron m uchos escuadrones, les resistim os y los de a caballo los seguían p o r tierra. A pártase C ortés con diez de a caballo a echar una celada a los m ejicanos, los m ejicanos hacían que iban h u yendo, C ortés con ios de a caballo siguién­ doles y cuando m iró p o r sí, estaba una gran celada y dan en C ortés y en los de a caballo, que Ies hirieron los caballos y si no dieran vuelta de presto, allí quedaran m uertos o presos; apañaron los m ejicanos dos de los m ozos de espuelas de C ortés, vivos les llevaron a G uatem uz e los sacrificaron. Llegan­ do a T acuba reparam os dos horas, subim os en el alto cu, desde


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él se señoreaba la ciudad de M éjico, questá m uy cerca. Pasamos Escapuzalco despoblado, pasam os otros pueblos despoblados.

EN ACOLMAN RECIBIERO N A CORTES, IXTLIX O CH ITL Y LOS ESPAÑOLES LLEGADOS DE CASTILLA Ibid. 37 1 /3

Llegam os a A culm án, subjeto de T ezcuco, hallam os españoles que h ab ían venido de Castilla. V ino G onzalo de Sandoval ju n ta m e n te el señor de Tezcuco don F em an d o (Ixtlixóchitl). Los naturales trujero n de com er. H E R R A R O N A L O S N A T IV O S CA PTU R AD O S. Se m andó pregonar que indios e indias que habíam os en aquellas entradas se llevasen a herrar; si m al lo hab ían hecho de antes, m uy p eo r se hizo, después de sacado el real q u in to sacaba C ortés el suyo, y otras trancalinas para capitanes, y si eran herm osas y buenas indias las que m etíam os a herrar, las h u rtab an de noche que parescían de a h í a buenos días, después teníam os p o r naborías.

IX TLIX O C H ITL EN TR EG A LOS BERGA NTINES Y LAS ZA N JA S, Y CO RTES M ANDA FA B R IC A R PROYECTILES IX TL. IV-203

B.D.C. 3 7 3 /4

C uando llegaron a la ciudad de Tezcoco (los españoles) halla­ ron la zanja acabada de hacer, tardaron en hacerla cincuenta días, m ás de cuarenta mil hom bres de los reinos de Tezcuco que ten ía puestos allí Ixtlilxúchitl. V iendo C ortés los bergantines hechos y la zanja para salir a la laguna, envió a decir a nuestros amigos, que cada pueblo hiciesen ocho mili casquillos de cobre, ocho mil saetas de m adera; en ocho días lo tru jero n , m andó repartiese ansí saetas com o casquillos.

PA SC U A D E L E S P IR IT U S A N T O , A L A R D E M IL IT Ä R D E C O RTES. 1521 (2-T E C P A T L ). A cordó C ortés el segundo d ía de Pascua del E sp íritu S anto, año de mil y q uinientos y veinte y un años, se hiciese alarde en T ezcuco; halláronse och en ta y cu atro de a caballo, seiscientos cincuenta soldados despada y


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IX TL. 203

B.D.C. 377

IX TL. 212

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rodela, m uchos de lanzas, ciento noventa y cuatro ballesteros y escopeteros, destos se sacaron para los trece bergantines. M andó que ninguno fuese blasfem ar de N uestro Señor Jesu­ cristo, ni de N uestra Señora, su bendita m adre, ni de los santos A póstoles, ni otros santos, so graves penas. Q ue ningún solda­ do tratase m al a nuestros amigos (aliados), ni les tom asen cosa ninguna adquirido en la guerra, fuese india, indio, oro, plata, ni chalchihuís. Ningún soldado fuese salir para ir a ningún p u eb lo ; todos llevasen m uy buenas armas y bien colchadas y gorjal y papahigo y antiparras e rodela; ninguno jugase caballo ni arm as; ningún soldado duerm a sin estar con todas sus arm as vestidas y con los alpargates calzados Pregonó en lo m ilitar, al que duerm e en la vela o se va del puesto, pena de m u erte; que soldado que huye, pena de m uerte. IX T L IX O C H IT L CO N S U E JE R C IT O IM ITO A C O R T E S Hizo alarde C ortés con sus españoles; lo m ism o hizo Ixtlixúchitl: cincuenta mil hom bres de C halco, Itzocan, C uauhnahuac y T epeyac; cincuenta m il, sin ocho m il capitanes, de T ezcoco; cincuenta m il de O tum ba, T olantzinco, X ilotepec, cincuenta mil Tziuhcolhuacas, T lalahuhquitepecas. M andó Ix tlixúchitl ju n ta r las canoas de guerra. A L IA D O S D E CO RTES. V enían de Tascala con gran copia de guerreros, p o r capitán general X icontenga, El M ozo, capitán cuando las guerras con Tascala; de G uaxocingo, y o tra capita­ n ía de cholultecas, venían en gran ordenanza, con grandes divisas cada capitán, y sus banderas tendidas, y el ave blanco que tienen p o r arm as que paresce águila con sus alas tendidas, su alférez revolando sus banderas y estandartes, todos con arcos, flechas, espadas de a dos m anos, varas con tiraderas, m acanas y lanzas grandes e chicas, y sus penachos; puestos en concierto y dando voces e gritos e silbos; tard aro n en en trar en T ezcuco m ás de tres horas. C ortés ordenó la m anera de ir a p o n e r cerco a Méjico. IX T L IX O C H IT L , T R A ID O R Y A ST U T O . Ix tlix ú ch itl se halló personalm ente en los ochenta días que duró la guerra de M éxico, siendo el prim ero en todas ocasiones, p o r librar a los españoles de sus enem igos los m exicanos, que si no fuera p o r él y sus herm anos, deudos y vasallos, hub o ocasiones en que p o d ía n m atarlos sin que quedara u no. Ixtlix ú ch itl que peleaba con sus propios herm anos y tío s, desde las azoteas deshonrarle


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sus tío s llam ándole tr aidor contra su patria, a la verdad les sobraba la razón ;Jxt]ixúcHl!T caTIaba y"peleaba^ de lo cual esta­ ba el rey Q uauhtém oc m uy sentido. M andaron el rey C uauhtém oc y C ohuanacoxtzin a sus capi/ tañes los más valerosos, que al que prendiese o m atase (a L Ix tlixóchit l l le harían grandes m ercedes; a lo cual dio palabra j '^¡Te^lTevarío preso a M éxico, el caballero valeroso descendiente 1 de la casa de Iztapalapa. Ixtlixuchitl fue avisado y lo envió a °j desafiar, y en los cam pos de Iztapalapan salieron a pelear los dos tan solos sin que ninguno de los soldados de los ejércitos se entrem etiese, y diose tan buena m aña Ixtlixúchitl q u e venció a su co ntrario, y lo ató de pies y m anos, y después , m andó traer m ucho carrizo seco, y se lo echó encim a y lo quem ó vivo, y dijo a los m exicanos que dijeran a su señor L C uauhtém oc y a su herm ano C ohuanacoxtzin, que así los h a b ía de hacer prim ero, antes que lo prendiesen, com o h ab ía ' hecho a su capitán.

Ibid. 197

EN TEN O C H TITLA N SE PR EPA R A LA DEFENSA IXTL, 204

D.D. 563

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En M éxico no se d o rm ía, que lo m ism o hacían los reyes Q uauhtém oc, C ohuanacoxtzin y T etlepanquezatzin, aper­ cibiendo de to d o lo necesario y fortaleciendo la ciudad, y ju n ta ro n casi trescientos mil hom bres en su favor. C U A U H T E M O C T Z IN H A B L A A S U PUEBLO. C uauhtem octzin, señor de M éxico, viendo que to d a la tierra venía contra él, donde no sólo le eran m enester las m anos, pero el ánim o y corazón para p o d er defender, dijo a los suyos: “V alerosos m exicanos: ya véis cóm o nuestros vasallos se han rebelado co n tra nosotros; y a tenem os p o r enemigos a los tlaxcaltecas, cholultecas y huexotzincas, tezcucanos, chalcas, xuchim ilcas y tepanecas, se han llegado a los españoles y vienen co n tra nosotros. Por lo cual os ruego os acordéis del valeroso corazón y ánim o de los m exicanos chichim ecas, nuestros antepasados, que siendo tan poca gente la que en esta tierra ap o rtó , se atreviese a acom eter y a en trar entre m uchos (pueblos) y suje­ tó con su poderoso brazo todas las naciones, no dejando costas ni provincias lejanas, que no corriesen y sujetasen, ponien d o su vida y haciendo al tablero, para aum entar y ensal-

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zar su nom bre y valor. Por lo cual ha venido el nom bre mexicano a tener la nom bradla y excelencia que tiene y a ser ) tem ido su apellido p o r to d o el m undo. Por tan to , ¡oh valero­ sos m exicanos!, no desmayéis ni os acobardéis, esforzad ese pecho y corazón anim osos para salir con una em presa más 7 im portante que jam ás se os ha ofrecido. M irad que si con ésta I no salimos, serem os esclavos perpetuos. Tened lástim a de los i viejos y viejas, de los niños y huérfanos, ¡defendam os la Pa¡ tria! No miréis a que soy m uchacho y de poca edad, sino m irad que lo que os digo es la verdad y que estáis obligados a defender vuestra Patria, donde os p rom eto de no la desam parar ( hasta m orir o librarla” . Todos con grandísim o fervor le pro m e­ tieron hacer lo m ism o. S E A P R E S T A N A L A D E FEN SA . Llegado el M arqués y sus capitanes a M éxico, cada uno p o r la vía que le fue encom enda­ da y todos a un p u n to , los m exicanos salieron a defender su ciudad con ánim o valeroso, hinchando de gente sus albarradas y las acequias con gente arm ada en canoas, esperando a los españoles sin m ostrar p u n to de cobardía; repartiendo el rey C uauhtém oc, que era el general de to d o el ejército, to d a su gente en cuatro partes, para que, p o r la m ism a vía que los españoles le acom etían, hallasen resistencia y quien les defen­ diese la entrada, y acudía a todas partes C uauhtem octzin, con tan ta diligencia que, m etido en una canoa pequeña, arm ado con su espada y rodela, volaba de una parte a otra, para ver el concierto de sus gentes y lo que hacían. V estía el uniform e de guerra, casquete de plum as coloradas de T lauhquechol, alrededor una corona de plum as ricas, y n del m edio de la corona salía un m anojo de plum as de quetzalli . con penachos de este plumaje-, hacia las espaldas un atam bor h pequeñuelo dorado. Su coselete de plum a berm eja con caracoI litos de oro hasta los m edios m uslos, faldeta de plum a rica. L Su rodela con un círculo de oro, la orilla de plum a rica colo­ rada, verde, azul, etc.; del m edio abajo colgados unos rapacejos con b o tones y borlas to d o de plum a; un collar de piedras de chalchihuites y turquesas; plum as verdes en lugar de cabellera con bandas de oro entrepuestas; a cuestas llevaba el atam bor con faldetas de plum as verdes en un cacaxtli; llevaba orejeras de oro hasta los hom bros, hechas a m anera de m azorcas de m aíz; con un caracol tocaba el arm a, y unas tro m p etas; tam ­ 7

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bién usaba unas banderillas de oro las cuales, en tocando al arm a, las levantaba en las m anos para que com enzasen a pelear los soldados. Usaba estandarte hecho de plum a rica, en el m e­ dio la imagen del sol hecha de oro. V U E L V E N L O S ESP A Ñ O LE S. Ya vienen los españoles, ya se ponen en m archa hacia acá, p o r allá p o r Tezcoco, del lado

De Texcoco salen los españoles. Lienzo de Tlaxcala.

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de C uau h titlan ; vienen a establecer su real, a colocarse en T lacopan. A Pedro de Alvarado el cam ino que va a Tlatelolco. El M arqués p o r el rum bo de C oyohuacán. Sabedor era el M arqués de que era m uy valiente el capitán de T enochtitlan. X IC O T E N C A T L , E L M O ZO , A S E S IN A D O POR S U IN T E N ­ TO D E A Y U D A R A C U AU H TEM O C TZIN . C ortés m andó a Alvarado a T acuba; C ristóbal de O lí en C uyuacán; G onzalo de Sandoval asentarse ju n to a Iztapalapa. Enviam os adelante las capitanías de Tascala hasta llegar a tierra; no iba X icontenga el M ozo, h a b ía vuelto para Tascala, que iba a to m ar por fuerza el cacicazgo y vasallos, tam bién dijeron que X icontenga


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MUNOZ CAMARGO

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no ten ía voluntad de ir a la guerra de Méjico. C ortés m andó hacelle volver. La respuesta fue que si el viejo de su padre Maesseescasi le hubiera creído, no se hobiera señoreado tan to dellos, dijo que no q uería venir. Cortés de presto m andó lo alcanzasen y lo ahorcase, en un pueblo sujeto a Texcoco. Después de m u erto , los guerreros se repartieron los fragm en­ tos de la capa y el m axtlatl, teniéndose p o r dichoso el que p o d ía alcanzar reliquia. 1521, M A Y O 13. Trece de M ayo de mili e quinientos y veinte y un años, fuim os a dorm ir a A cuylm a (A colm an), o tro d ía a G ualtitlán, sin gentes; pasam os Tenayuca y Escapuzalco, tam bién despoblados; llegamos a Tacuba tam bién despoblado. L O S E SP A Ñ O L E S Q U IE B R A N L O S C A Ñ O S D E L A C U E ­ DU CTO D E CHAPULTEPEC. Después de haber oíd o misa, de nos encom endar a Dios, acordam os fuésem os a quebralles el agua de C hapultepeque, que proveía la ciudad; m uchos guerreros nos esperaban, hirieron a tres soldados; les hicim os volver las espaldas, y nuestros amigos de Tascala m ataron veinte y prendim os siete y ocho dellos; puestos en huida, les quebram os los caños p o r donde iba el agua y desde entonces nunca fue a Méjico entre ta n to duró la guerra. TAC U BA, CO M BATES. A cordaron fuésem os por la calzada de T acuba; eran tantas las canoas llenas de guerreros, hirieron sobre treinta soldados; fuim os entrando hasta una puente, cargaron m u ltitu d de guerreros, no podíam os contra tan gran p o d e río ; arrem etíam os luego se echaban al agua, h erían los caballos desde el agua; ten ía n m am paros donde estaban otros con unas lanzas largas que habían hecho de las arm as que nos tom aron cuando nos echaron de M éjico; venían una flota de canoas atajam os para to m am o s las espaldas; cuando nos vieron retraer e salir fuera los tascaltecas, grita nos daban y se venían a ju n ta r con nosotros pie con pie; la calzada hincha­ ron vara, flecha y piedra que tirab an ; dim os gracias a Dios de nos haber librado, ocho soldados quedaron m uertos y más de cincuenta heridos. A quella noche se curaron los heridos y se m urió un caballo. IZ T A P A L A P A , CO M BATES. G onzalo de Sandoval salió de T ezcuco después de la fiesta de C orpus Cristi, vino a Iztapalapa a dar guerra y a quem ar m uchas casas; vinieron escuadrones


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de m ejicanos y tuvo Sandoval buena batalla. Peleando vieron en u n a serrezuela ju n to a Iztapalapa, hacían grandes ahum adas, y que les respondían con otras ahum adas de otro s pueblos, porque vieron a C ortés que ya h ab ía salido de Tezcuco con los trece bergantines. IXTL. 207

C O R T E S E N T R A CO N L O S B E R G A N T IN E S A M EXICO. C ortés e Ix tlixúchitl, con los bergantines y las diez y seis mil canoas en donde iba su ejército, fueron sobre M éxico, la pri­ m era parte donde tuvieron guerra fue sobre el peñol, Tepitzinco (El Peñón), en donde estaba grandísim a sum a de gente de guerra, y m ujeres y niños; m urieron m uchos y quedaron heri­ dos veinte y cinco españoles. Los m exicanos tuvieron aviso del peñol, se ju n ta ro n tantas (canoas) que cubrían casi toda la laguna. V ino viento favorable, C ortés e Ixtlixúchitl hicieron seña a los suyos que todos a un tiem po acudiesen hasta m eter­ lo d en tro de M éxico; todos em bistieron; pelearon (los m exi­ canos) un rato, viendo el viento contrario com enzaron a huir, los que pudieron alcanzar los m ataron, fueron tan to s los que m urieron que se tiñó to d a la laguna grande de sangre. Con esta Vitoria quedaron los nuestros p o r señores de la laguna.

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C O R T E S VINO A C O YO A C A N . El M arqués se lanza hacia los tenochcas siguiendo el cam ino hacia A cachinango (sobre la Avenida C oyoacan). Con m uchos batalla y los m exicanos le hacen frente. Se da batalla sobre el agua. Los cañones estaban colocados en la proa y hacia donde estaban aglom e­ radas las barcas, allá lanzaban sus tiros. M ucha gente m urió y se h u ndieron en el agua. Los m exicanos cuando se dieron cuenta de que los tiros de cañón o de arcabuz iban derechos, ya no cam inaban en línea recta, sino que iban de un rum bo a o tro haciendo zigzag; veían que iba a dispararse un cañón, se echaban p o r tierra; luego llegaron (los españoles) hasta H uitzilan, (rum bo de Pino Suarez) estaba o tra m uralla, m uchos ju n to a ella replegados; se detienen sus bergantines, preparados los cañones lanzaron tiros a la m uralla, se desgarró, al segundo tiro cayó p o r tierra; quedó el cam ino lim pio, los guerreros se desbandaron, de m iedo huyeron.

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C ortés vino con los bergantines hacia C uyuacan, m andó sacar cuatro tiros, h ería a m uchos indios. T anta priesa ten ían los artilleros que se les quem ó la pólvora, se cham uscaron


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caras y m anos. Despachó C ortés u n bergantín a Iztapalapa, al real de Sandoval, para que trújese pólvora. C U A U H TE M O C TZIN R E C H A Z A A S A N D O V A L . Sandoval no p o d ía hacer m al a los de Iztapalapa y a él le h erían sus soldados; acordó venir a u n a poblazón en la laguna, com enzó a com batir. Envió G uatem uz deshacer la calzada por donde h ab ía entrado el Sandoval, y p o r otra parte gentes de guerra. C ortés con Cristóbal de O lí vieron gran copia de canoas hacia Iztapalapa, acordó ir con los bergantines; a Sandoval le halla­ ron peleando con guerreros que envió el G uatem uz. M andó C ortés a Sandoval dejase Iztapalapa y fuese a_ Tepeaquilla, adonde agora llam an N uestra Señora de G uadalupe. R E P A R T IO C O R TE S L O S B E R G A N T IN E S. C ortés envió cuatro bergantines a Pedro de Alvarado, a Cristóbal de Olí dejó seis, y a G onzalo de Sandoval dos, y quel bergantín más pequeño no anduviese en la laguna. En T acuba com enzam os a pelear. A las canoas, los bergantines las desbarataban. T anta piedra con ondas, vara e flecha nos tiraban, que nos descalabra­ ban. G anábam os puente o albarrada, la dejábam os sin guarda y aquella m ism a noche to rnaban a h ondar; hacían hoyos en el agua para que cuando peleásem os cayésem os y desbaratar­ nos. D ía ninguno faltaban grandes capitanías de m ejicanos, a dar guerra desde que am anecía hasta la noche. C U A U H TE M O C TZIN D E F IE N D E TO D A S L A S POSICIO­ NES. T enía G uatem uz capitanes y escuadrones en cada calza­ da, el T atelulco y los pueblos de la laguna. A cordam os nos m eter en una placeta y dejam os en Tacuba lo¿ de caballo y los tascaltecas guardasen los pasos, porque teníam os aviso quel G uatem uz ten ía pensam iento rom per nuestra calzada, e que venciéndonos eran desbaratadas las calzadas donde estaba C ortés y Sandoval. V inieron grandes escuadrones a rom per y dar guerra, h erían alguno de nosotros, volvían m uchos dellos heridos. CO N L O S B E R G A N T IN E S A S O L A B A N . Los m ejicanos m etían agua y bastim entos; fue acordado que dos bergantines les pudiesen quebrar, no h ab ía día que no traían los berganti­ nes presa de canoas y m uchos indios colgados de las antenas. M A T A R O N A L C A P IT A N E SP A Ñ O L Y T O M A R O N EL B E R G A N T IN . Los m ejicanos arm aron trein ta piraguas entre unos carrizales, h abían hincado m uchas estacadas; com o iban


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canoas, salen dos de nuestros bergantines tras ellas; salen todas las piraguas tras los bergantines, hirieron soldados, rem eros y capitanes, m ataron al capitán e tom aron el bergantín. D E S C A L A B R O D E A L V A R A D O . Desque los m ejicanos vieron que todas las casas las allanábam os p o r el suelo, e que las puentes y aberturas las cegábam os, abrieron una puente y zanja m uy ancha y h onda, m uchos hoyos en el agua, e m am pa­ ros e albarradas, estacadas con m aderos gruesos, en partes que nuestros bergantines zalabordasen; estábam os cercados, los de a caballo con los de Tascala. rom pieron los escuadrones hasta les hacer retraer, m as era fingido que h u ían ; les ganam os la prim era albarrada, creyendo llevábam os Vitoria vamos siguien­ do entre unas grandes casas y torres de adoratorios, no cata­ m os ten ían encubiertos m u ltitu d de guerreros que salen al en cu en tro , y m uchos desde las azoteas e de las casas, y los que se iban retrayendo vuelven sobre nosotros, y nos dan tal m ano, que no les podíam os sustentar, e allí apañaron cinco de nues­ tros com pañeros, vivos los llevaron a G uatem uz, e hirieron a los más. Alvarado y los de a caballo, tuvieron h arto en ro m ­ per los escuadrones, les m ataron un soldado y el caballo. Esto pasó en el cuerpo de la ciudad; con aquella Vitoria que ten ía n los m ejicanos, to m a ro n a venir a nuestro real que no nos p odíam os valer, creyeron de nos desbaratar; con tiros de bronce y buen pelear nos sostuvim os contra ellos. C ortés lo supo, gran enojo ten ía ; escribió a Alvarado que todos los de a caballo durm iesen en las calzadas, que no curásem os de pasar hasta haber cegado aquella gran abertura. C U A U H TE M O C TZIN E N TAC U BA. 1521-VI-23. G uatem uz, sus capitanes y papas, acordaron viniesen a Tacuba, nos ten ían m edio desbaratados, nos m am param os con los bergantines y a buenas estocadas y cuchilladas, que andábam os pie con pie; m ataron ocho y hirieron m uchos, al Pedro de Alvarado le descalabraron; m atam os m uchos m ejicanos y se prendieron cuatro personas principales. R E C U P E R A N E L TEM PLO M A Y O R . A cordaron de que todos ju n to s acom etiesen a la ciudad y que quince mil amigos guardasen la calzada de C ulhuacan, porque p o r allí no les entrase algún socorro de X ochim ilco y otras partes a los m exi­ canos. Pelearon con ellos hasta que los hicieron retirar al tem plo m ayor de H uitzilopochtli, y m ataro n a los que resistie­


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ro n ; subieron a la torre y derribaron m uchos ídolos; en la capi­ lla m ayor donde estaba H utzilopochtli, llegaron C ortés e Ixtlixúchitl, em bistieron con el ídolo; C ortés cogió la m áscara de oro (con piedras preciosas) que ten ía puesta. Ixtlixúchitl le cortó la cabeza al que pocos años antes adoraba. M uchos capitanes m exicanos lo defendían, hasta que los echaron fuera de las capillas y tem plos, porque C uauhtém oc los había reprendido porque hab ían huido y desam parado a sus ídolos. B.D.C. 395

C U A U H TE M O C TZIN R E F U E R Z A L A D E FEN SA . 1 5 2 1 -VI24. V einte y cuatro de junio de mili quinientos veintiuno, un año que habíam os entrado en Méjico. G uatem uz m andó que en tres reales nos diesen guerra de n o c h e ; les resistim os, hirieron a quince y dos m urieron. En el real de C ortés tam bién les pusieron gran aprieto, hobo m uchos m uertos y heridos, y en lo de Sandoval por el consiguiente; tam bién quedaron m uchos m ejicanos m uertos y heridos.

IXTL. 214-15

L O S E SP A Ñ O L E S Q U E M A N EDIFICIOS. C ortés y Ixtlixúchitl, después de haber o íd o misa, salieron por agua y tierra contra M éxico, lo mismo hicieron los dem ás; en la prim era p uente que pasaron los bergantines y canoas, y dieron sobre los enemigos, y los nuestros aunque con harto trabajo, se lo ganaron, y los siguieron de puente en puente hasta llegar a la plaza; m urió grandísim a suma de ellos y algunos de los nuestros; los hicieron retirar a sus casas y tem plos, en donde se hicieron fuertes. Ixtlixúchitl m ató m uchos. Fue a un capitán m uy valeroso y deudo suyo, en la p u erta del tem plo m ayor, y le qu itó una espada española que tra ía, que se la h ab ía quitado a un español que m ató ; era m uy valeroso, y se le escapó huyendo con algu­ nas heridas, hasta los palacios de C acam atzin, en donde se hizo fuerte con m uchos de sus capitanes. (Ixtlixóchitl) ayudó a los cristianos y pusieron fuego a las casas y tem plos, especial­ m ente a los palacios de A xayaca, y la casa de las aves, y los m exicanos m ataron m uchos tlaxcaltecas.

IXTL. 215

CU A U H T E M O C T Z IN D IR IG E L A REC O N STRU C C IO N . O yeron misa los nuestros y fueron hacia la ciudad, hallaron los puentes lim pios y quebrada la calzada, com o solían ha­ cer los m exicanos, los cuales toda esa noche no habían dorm i­ do porque el rey C uauhtém oc personalm ente h ab ía estado con


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ellos. Puentes y zanjas que ganábam os cada d ía, de noche las to rnaban a abrir los m ejicanos. QUA U H TLIZC A TZIN , A L IA D O D E E SP A Ñ O L E S. Alvarado y Q uauhtlizcatzin ganaron dos puentes, quem aron m uchas casas y m ataron m uchos enemigos. IZ T A P A L A P A , CHURUBUSCO, C U LH U A C A N Y M IZQ U IC SE A L I A N A CO RTES. V inieron Iztapalapa, V ichilobusco, Culhuacán y M ezquique, C ortés les m andó nos ayudasen con las canoas que tuviesen, para com batir a Méjico, e que viniesen hacer sus ranchos de C ortés y trujesen com ida; hicieron los ranchos de C ortés y tra ían com ida m uy poca y de m ala gana. IX T L IX O C H IT L S A L V A A CO RTES. C ortés propuso fuése­ m os en tran d o en la ciudad m uy de golpe hasta llegar al Tlatelulco. A lvarado, C ortés y Sandoval ganando p uentes y albarradas. G randes poderes del G uatem uz las estaban guardando; los tascaltecas salieron m ás de mil descalabrados. C ortés ganó una abertura de agua algo h onda, estaba una calzadilla m uy angosta, ten ían apercibidos m uchos escuadrones de guerreros y m uchas canoas; vuelven sobre C ortés tan gran furia de escua­ drones m ejicanos, que los nuestros no les pudieron defender. E C A T Z IN T L A P A N E C A T L A PU N TO D E L IQ U ID A R A CO RTES. Ixtlixúchitl quedó atrás peleando con los m exica­ nos. C uando llegó C ortés, pasando el mal paso, quedaban m uertos m uchos de los naturales, y el Alférez cortados los brazos y el p endón real en po d er de los enemigos, m uertos y presos españoles, cuarenta de ellos. E n traron los españoles que no ten ía n en nada a los m exica­ nos; los tlaxcaltecas y otros iban cantando, los m exicanos cantaban de la m ism a m anera según solían hacer en las guerras; llegaron a un barrio que se llam a Tlioacan (actual barrio de Sta. M aría la R edonda), los soldados tlatilulcanos estaban escondidos y agazapados p o r tem o r de la artillería, esperando la pelea y la grita de sus capitanes que m andasen pelear, y com o oyeron el m andato, luego arrem etió a los españoles aquel capitán tlatilulcano que se llam aba T lapanecatl H ecatzin, y com enzó a d ar voces esforzando a los suyos, y aferró con un español y dio con él en tierra y tom áronle los otros soldados que iban con T lapanecatl H ecatzin. Trabóse una batalla m uy recia, de m anera que los m exicanos com o borrachos se arroja­ ron co n tra los enem igos, y cautivaron m uchos de los tlaxcalte-


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ANAL. DE LA CONQ. DE TLAT. B.D.C.

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cas y chalcas y tezcucanos, y m ataron m uchos de ellos, y peleando hicieron saltar a los españoles en las acequias y a todos los indios sus amigos. Púsose con esto el cam ino todo lodoso que no p o d ían andar por él; a q u í prendieron a m uchos españoles y lleváronlos arrastrando. En este lugar tom aron a los españoles una bandera. F ueron perseguidos p o r el agua los españoles y toda su gente (aliados). El cam ino se puso resbaloso, se deslizaba sobre el lodo. Los cautivos eran llevados a rastras. El pendón fue capturado, el sitio preciso fue donde hoy se nom bra S. M artín^** " Cortés, viendo la furia de los enem igos, tuvo p o r bien huir echándose al agua, así se trabaron. Ixtlixúchitl m andó a sus soldados detuviesen a los enem igos y diole la m ano a C ortés, y le sacó de la agua, que ya uno de los enemigos le iba a cortar la cabeza, aunque esto se lo aluden a ciertos españoles. Al tiem po que sacó a C ortés del agua descalabraron (a Ix tlix ú ch itl), y dejándose en cueros con sólo un pañito que le cu b ría las partes bajas, una rodela y m acana, em bistió con los enem igos hasta que se encontró con el general de los m exica­ nos (¿E catzin?) que era valerosísim o. Ixtlilxúchitl libró a C ortés, y le reprendió m ucho porque se había adelantado. 1522 (4-CONEJO). Y cuando estaban para en trar en Huecatitlan los jefes de castellanos, el M arqués y Sandoval y Guzm án, allí los d e rro tó Ecatzin el Tlacatecatl. A C ortés hirieron una pierna, le llevaron vivos sesenta y seis soldados, m ataron ocho caballos, y a C ortés ya le ten ían engarrafado seis o siete capitanes m ejicanos; quiso N uestro Señor Dios ayudallo para se defender: luego llegó Cristóbal de Olea (posible equivocación de Bem al Díaz del Castillo, cita al m ism o que salvó a C ortés en X ochim ilco), peleó bravo­ sam ente, m ató destocadas cuatro de los capitanes que ten ían engarrafado a C ortés; por le defender perdió la vida Olea, y Lerm a estuvo a p u n to de m u erte; luego m uchos soldados a C ortés le ayudan a salir de aquel peligro, le trujeron un caba­ llo en que se escapó de la m uerte. Los m ejicanos prendieron al Cristóbal de G uzm án y vivo le llevaron a G uatem uz. Los m ejicanos iban siguiendo a C ortés y a sus soldados hasta su ^ j real. <> SA C R IF IC IO D E ESP A Ñ O LE S. Alcanzó Ixtlilxúchitl a C or­ tés en la calle de T lacopan que se iba retirando con harto


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trabajo, llegaron a su real con pérdida de dos mil amigos y cuarenta españoles presos, y luego los sacrificaron en el tem plo m ayor de T latelulco, otros tres quem aron, m uchas canoas perdidas y los bergantines p o r poco se pierden. A Alvarado tam bién le m ataro n cuatro españoles y algunos amigos. Ya llevan los m exicanos a sus cautivos al rum bo de Yacacolco; unos van llorando, otros cantando, otros se van dando palm adas en la boca. C uando llegaron a Y acacolco, se les pone en hilera, uno a uno van subiendo el tem plete, allí se hace el sacrificio. F ueron delante los españoles, ellos hicieron el principio, siguen todos los de los pueblos (aliados). Cuando acabó el sacrificio ensartaron en picas las cabezas de los espa­ ñoles; tam bién ensartaron las cabezas de los caballos y sobre ellas las cabezas de los españoles; las cabezas de los aliados no las ensartaron. Los españoles cautivados fueron cincuenta y tres y cuatro caballos. D ecían los capitanes: “ ¡Ea pues m exicanos!” . Luego co­ m enzaron a to car sus trom petas y a pelear con los españoles, llevaban de vencida a los españoles, prendieron quince de ellos, y los dem ás españoles h u yeron con los bergantines a lo alto de la agua, y a los presos qu itaro n las arm as y despojá­ ronlos, y lleváronlos a un cú que se llama Tlacochcalco, allí les sacaron los corazones delante del ídolo que se llam aba M acuiltótec; los otros españoles estaban m irando desde los bergantines cóm o los m ataban. f O ím os tañ er del cu m ayor, H uicholobos y Tezcatepuca.l ■f un atam bor, el m ás triste sonido, com o in stru m en to de dem oI nios, ju n ta m e n te m uchos atabalejos y caracoles y bocinas y 7 silbos, estaban ofresciendo diez corazones de nuestros com paI ñeros. VIC TO R IA D E M E X IC A N O S Y T L A T E L O L C A S . T oda la noche estuvo C ortés e Ixtlilxúchitl m uy tristes y adoloridos. Los m exicanos no durm ieron haciendo grandes bailes y dan­ zas, tocan d o m uchas bocinas y atabales y otras señales de alegría. Envió Q uauhtém oc em bajadores p o r to d a com arca a dar aviso del buen suceso, pidiendo gente y socorro para echar de M éxico o m atar a los españoles. N uestro ejército ques de Pedro de Alvarado en Tacuba, vimos co n tra nosotros escuadrones m ejicanos y m uy herm osas divisas y penachos; nos echaron delante cinco cabezas que


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habían cortado de ios de C ortés y decían: “ Así os m atarem os com o hem os m uerto a M alinche y Sandoval, éstas son sus cabezas” . Se venían hasta nos echar m ano que no aprovecha­ ban cuchilladas ni estocadas, ni ballestas, ni escopetas. Y vienen contra nosotros m uchos escuadrones que de nuevo enviaba el G uatem uz, y m anda to car su corneta (caracol) y re­ tum baba el sonido que los m etían en los o ídos; con qué rabia y esfuerzo se m etían en nosotros a nos echar m ano es cosa despanto. Los de a caballo hacían arrem etidas, y con dos tiros gruesos m atábam os m uchos dellos. Desque los m ejicanos hobieron desbaratado a Cortés, cargan sobre el Sandoval, le m ataron seis soldados y le hirieron los que tra ía, a él le dieron tres heridas. Sandoval vio a C ortés y dijo: “ Oh, señor capitán, ¿y qués esto, aquestos son los consejos y ardides de guerra que siempre nos daba?” . Y C ortés le respondió saltándosele las lágrimas: “ ¡Oh, hijo Sandoval, que mis pecados lo han perm itido, y no soy tan culpante en ello com o me ponen todos nuestros capitantes y soldados, sino es el tesorero Julián de A lderete, a quien encom endé que cegase aquel paso donde nos desbarataron y no lo h izo !” Y entonces res­ pondió el m esm o tesorero, que el mismo C ortés ten ía la culpa, y no él. IX T L IX O C H IT L SU G IE R E A CO RTES, S IT IA R . Súchel com o era de suyo señor y esforzado, dijo a Cortés: “ Señor M alinche, no recibas pena p o r no batallar cada día con los m ejicanos; sana de tu pierna, tom a mi consejo que te estés algunos días en tu real y m anda al T onatio y a Sandoval, con los bergantines anden noche e d ía, a q u itar les entren basti­ m entos.ni agua, porque están d entro de esta gran ciudad tantos mili xiquipiles de guerreros, que p o r fuerza com erán el basti­ m ento que tienen, y el agua que beben es m edia salobre de unas fuentes que tienen hechas, y com o llueve cada día, y algunas noches recogen el agua, y dello se sustentan; m as qué pueden hacer si les quitas la com ida y el agua, m ás que guerra tendrán con la ham bre e sed” . C ortés aquello entendió, le echó los brazos encim a y le dio gracias p o r ello. Nos ayudó m ucho que ya osaban todos nuestros berganti­ nes rom per las estacadas que los m ejicanos hab ían hecho en la laguna, ansí eran señores de la laguna y de^muchas partes de la ciudad. La gran ab ertura, en cuatro días teníam os cegada


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Ibid. 41 0 /2

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y allanada; les fuim os entrando con las escopetas y ballestas, arrem etidas de los de a caballo y los bergantines, les hacíam os estar a raya. Estaban sobre nosotros poderes de G uatem uz, com o teníam os cegada la abertura y puentes, la p o d ían pasar, ten ían atrevim iento a nos venir a nuestros ranchos e tirar vara e piedra e flechas; p o r los tiros les hacíam os apartar, les hacía m ucho daño. CO N L O S B E R G A N T IN E S Y R E F U E R Z O S, A S O L A B A N Dos bergantines a dar caza a las canoas que m etían agua y bastim entos, y traían en los bergantines m uchos indios presos. Cortés y Sandoval cada d ía iban ganando albarradas y calzadas y puentes. Súchel (Ixtlixóchitl) envió decir a su herm ano, enviase a C ortés to d o el poder de guerreros que pudiese sacar de Tezcuco, vinieron más de dos mili hom bres de guerra. CEGADO E L ULTIM O A B A ST E C IM IE N T O D E AG U A. V olvieron m uchos tascaltecas con sus capitanes, otros m uchos indios de G uaxocingo, m uy pocos de Cholula. En los tres reales les íbam os entrando en su ciudad. Llegamos adonde ten ían la fuente que bebían el agua salobre, la cual deshicim os; estaban guardándola algunos m ejicanos. C O R T E S D E M A N D A PAZ. Por todas partes habíam os ganado. C ortés ten ía presos tres principales de Méjico, les m andó fue­ sen hablar a G uatem uz para que tuviesen paces con nosotros, los principales dijeron que no osarían ir con tal m ensaje, p o r­ que su señor G uatem uz les m andaría m atar; tan to se los rogó Cortés, que fueron; m andó dijesen al G uatem uz que le quiere bien p o r ser deudo cercano del gran M ontezum a su amigo; porque no se acabe de destruir (la ciudad), le ruega vengan de paz, y en nom bre de su M ajestad les perdonará las m uertes y daños que nos han hecho y les hará m uchas m ercedes, que ya se lo ha enviado a decir cuatro veces, y que ya ha visto tantas m uertes en las batallas y tenem os de nuestra parte todas las ciudades y pueblos, que cada d ía vienen m ás contra ellos, que se conduela del perdim iento de sus vasallos y ciudad; tam bién les envió a decir que sabíam os que se les h abían aca­ bado los m antenim ientos, y que agua no la tenían. C U A U H TE M O C TZIN Y S U CONCEJO, R E C H A Z A N L A PAZ. Los tres m ensajeros parescieron ante su señor G uatem uz y sus capitanes, según supim os, que la plática fue que ya había probado todo lo que se puede hacer sobre la guerra, los gran­


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des poderes que nos h ab ía venido contra ellos, los bergantines les h abían rom pido sus estacadas, y los caballos corrían p o r las calles de su ciudad, y desventuras sobre los m antenim ientos y agua; que les m andaba cada uno diesen su parescer, y los pa­ pas tam bién dijesen el suyo e lo que sus dioses H uichilobos y T ezcatepuca; ninguno tuviese tem or de decir lo que sentían; según paresció, le dijeron: “ Señor y nuestro gran Señor: nuestro R ey, m uy bien em pleado en ti el reinado, pues en todas tus cosas te has m ostrado varón, las paces que dices buenas son; mas piensa desque estos teules en traro n en estas tierras y en esta ciudad, nos ha ido de m al en peor; m ira los servicios y dádivas que les dio vuestro tío el gran M ontezum a en qué paró; vuestro prim o Cacam atcin rey de Tezcuco, p o r el consiguiente; vuestros parientes los señores de Iztapalapa e Cuyuacán, e de Tacuba y de Talatcingo, qué se hicieron; los hijos de nuestro gran M ontezum a, todos m urieron; oro y riquezas desta ciudad, to d o se ha consum ido; pues ya ves que a todos tus súbditos y vasallos de Tepeaca e Chalco, y de Tezcuco, los han hecho esclavos y señaladas las caras; m ira prim ero lo que nuestros dioses te han p rom etido, tom a buen consejo sobrello y no te fíes de M alinche y de sus palabras, más vale todos m uram os en esta ciudad que vernos en poder de quien nos harán esclavos, y nos atorm entarán por o ro ” . Los papas le dijeron que sus ídolos les h abían prom etido Vitoria. E ntonces el G uatem uz dijo: “Pues ansí queréis, que sea, guarda m ucho el m aíz y bastim ento que tenem os y m ura­ m os todos peleando, y desde a q u í adelante ninguno sea osado a dem andarm e paces; si no, yo le m andaré m ata r” . E allí todos p rom etieron de pelear o m orir en defensa de su ciudad. Ya esto acordado, tuvieron tra to con los de Suchim ilco y otros pueblos, que les m etiesen agua en canoas, de noche, y abrieron fuentes de agua salobre. C O N T E S T A N COMO L E O N E S B R A VOS L O S M E X IC A N O S. Tuvim os dos días sin entralles en su ciudad esperando la res­ puesta, que no nos catam os, vienen tan to s escuadrones en tres reales, dan recia guerra com o leones m uy bravos, aunque m ás les m ataban y h erían. C uando peleaban tocaba la corneta (caracol) el G uatem uz, entonces habíam os de ten er orden que no nos desbaratasen, porque se m etían p o r las puntas de las espadas y lanzas p o r nos echar m ano, h erían y m ataban de


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nosotros, teníam os con ellos pie con pie, y desta m anera pelearon seis o siete días arreo, m atábam os y heríam os m uchos dellos, y no se les daba nada por m orir. Nos decían: “ ¡En qué se anda M alinche cada día que tengam os paces con vosotros! Ya nuestros ídolos nos han prom etido Vitoria, y tenemos* / m ucho bastim ento y agua, y ninguno de vosotros hem os de dejar a vida; hablar sobre paces, las ^palabras, son paradlas .m ujeres y las armas para los hom bres” . R E P Ü E R Z O S DE IC H C A TE O P A N D E S B A R A T A D O S POR' ) CORTES. En M ataltzingo e Tulapa (jurisdicción de Ichcateopan) ten ía el G uatem uz m uchos parientes por parte de su m adre, pusieron p o r obra ju n ta r los poderes e venir en socorro de Méjico y de su pariente G uatem uz, venían contra nosotros; pasaron tres pueblos (de) nuestros amigos, los cuales enviaron hacérselo saber a C ortés y de presto m andó a Andrés de Tapia, ansí los hizo retirar. H.C. Y por quebrar algo las alas a los de la ciudad, que cada día 126 nos am enazaban con éstos y m ostraban esperanza de ser ellos socorridos (de M atlazinco) y este socorro de ninguna parte les p o d ía venir si de éstos no. B.D.C. C ortés hobo m ucho placer. V inieron m ensajeros de Corna414 navaca a dem andar socorro, que los m esm os de M ataltzingo, M alinalco, Tulapa e otras provincias venían sobrellos, y para ello envió a Gonzalo de Sandoval e trujim os dos principales de M ataltzingo. ALV. C IT L A L L I. Al saber por boca de X ólotl, el tropiezo de los CHIMAL. refuerzos de M atlazinco, Citlalli quebranta su obediencia, deja TRA D . la chinam pa y llega al círculo de fuego, se une a los defensores. B.D.C. C O R T E S D E M A N D A PAZ, L E C O N T E ST A N CON G U ERRA . 415 Cortés envió a G uatem uz a rogalle que viniese de paz y que le perdonaría todo lo pasado, que mire ya no tiene bastim entos ni agua, y más de las dos partes de su ciudad por el suelo, que los socorros quesperaba de M ataltzingo, que se inform e de dos principales de M ataltzingo y seis principales m ejicanos que se habían preso en las batallas. Desque G uatem uz vio los prisio­ neros de M atalzingo, no quiso responder cosa ninguna, les m andó salir de Méjico. Luego salieron los m ejicanos con la m ayor furia, en (los) tres reales nos dieron recia guerra; les heríam os y m atábam os m uchos, parécem e deseaban m orir peleando, andaban con nosotros pie con pie, e m ataron diez

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B.D.C. 415

IXTL. 220/2

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soldados que les cortaron las cabezas, y nos decían: “ Q uetlenquitos rey Castilla, q u etlen q u ito s” , que quiere decir: “ ¿Qués lo que dice agora el rey de C astilla?” , y tirar vara, piedra y flecha, que cubrió el suelo. Les íbam os ganando gran parte de la ciudad, y ellos peleaban m uy com o varones; no se rem u­ daban ya tan to s escuadrones com o solían, ni abrían z a n ja s^ ni calzadas. C O R T E S R E C IB E R E F U E R Z O S. Se h ab ía acabado la pólvora, y el teniente questaba en la Villa Rica envió luego soldados, pólvora y ballestas. A cordó C ortés entrásem os hasta T atelulco; ganando puentes y albarradas llegamos, h a b ía tan to m ejicano en guarda de sus ídolos y cues, ten ían tantas albarradas, que no se las podíam os tom ar ni entralles, los m ás nos hirieron. C U A U H TE M O C TZIN P IE R D E A C O A N A C O T Z IN (H E R ­ M A N O D E IX T L IX O C H IT L ). C ortés (e) Ixtlixúchitl, com en­ zaron a com batir la calle principal que va a la plaza m ayor. Los de la ciudad dem andaron paz fingida; los nuestros pregun­ taro n p o r el rey, aguardando si venía, los enemigos arrojaron pedradas, flechazos, lanzas, los nuestros em bistieron. Ixtlixúchitl, prendió a su herm ano C ohuanacoxtzin general de los m exicanos, y se lo entregó a C ortés que le m andó echar grillos, lo cual sintió m ucho Q uauhtém oc; perdieron la espe­ ranza de algún socorro adem ás de que sus vasallos aculhuas se pasaron al lado de Ixtlixúchitl. Dos m exicanos m uertos de ham bre vinieron a Ixtlixúchitl, tuvo noticia de lo que había en la ciudad, trabajos, y ham bres y pestilencia. M A T A N Z A D E IN E R M E S M E X IC A N O S. Com o salían a pescar, buscar yerbas y cortezas de árboles para sustentarse, C ortés tom ó hasta cien españoles y quince de a caballo, y Ixtlixúchitl cuarenta mil hom bres; una m adrugada dieron sobre los desventurados m exicanos, estaban desarm ados, m ataron casi mil y m uchos prendieron. Q U E M A N L A S C A S A S D E CU AU H TEM O C TZIN. 1521-VII24. El d ía siguiente, 2 Mallinalli, 2 T ecpatl, llam ado H ueytecuylhuitl, 24 de julio, ganaron los españoles la calle de Tlacopan, y derribaron y quem aron los palacios (uno en la calle de Allende, o tro en la calle de Brasil) del rey Q uauhtém oc; de las cuatro partes de m éxico ganadas las tres, sin riesgo se p o d ían com unicar los del real de C ortés y Ixtlilxúchitl, con los de Alvarado y T etlahuehuezquitzin.


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Iglesia de Santa Ana. ANON.

^ 3a t ANAL. TLA T.

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D E T E N O C H T IT L A N S A L E N CU A U H TEM O C TZIN Y EL D IO S H U IT Z IL O P O C H T L IA TLA TELOLCO. (Los españoles) vinieron a colocar dos cañones en m edio del cam ino de Tecamm an m irando hacia acá, cuando dispararon, la bala fue a caer en la Puerta del Aguila (Q uauhquiáuac). E ntonces los de T enochtitlan tom aron en brazos a H uitzilopochtli, lo vinieron a m eter a T lateloloco, a depositar en la Casa de los M uchachos (el Tepochcalli) que está en Am áxac. Y su rey vino a esta­ blecerse a Y acacolco (Tem plo de Sta. Ana), era Cuauhtem octzin.

Ataque al gran Teocali de Tenochtitlan. Lienzo de naxcala.


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I. TLA T. 63

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M E X IC A N O S SOMOS, T L A T E L O L C A S SOMOS. Dejaron su ciudad de T enochtitlan para venir a m eterse a Tlatelolco. G ritan sus jefes, sus principales: “ Señores nuestros, m exicanos tlatelolcas. . . Un poco nos queda. . . No hacem os más que guardar nuestras casas. No se han de adueñar de los almacenes del p ro d u cto de nuestra tierra. A quí está vuestro sustento, el sostén de la vida, el m aíz. Lo que para vosotros guardaba vuestro rey: escudos, insignias de guerra, rodelas ligeras, colga­ jos de plum a, orejeras de oro, piedras finas, todos es vuestro. No os desanim éis, no perdáis el espíritu. ¿A dónde hem os de ir? ¡Mexicanos somos, tlatelolcas somos!. T om aron de prisa todas las cosas los que m andan acá, cuando ellos vinieron a entregar las insignias, sus objetos de oro, sus objetos de plum a de quetzal. Estos son los que andan gritando p o r los cam inos y entre las casas y en el m ercado: X ipánoc, T eltlyaco, el vice Cihuacóatl M otelchiuh, H uiznáhuatl, X óchitl el de A colnáhuac de A náhuac, el T lacochcálcatl Itzp o to n q u i, E zhuahuácatl, Coaíh u itl O yxim áchoc; (el) que se dio a conocer com o jefe de Tezcacoaco, H uanitl que era M ixcoatlailótlac, el intendente (Teuhcálcatl) de los tem plos T éntlit. Estos eran los que andu­ vieron gritando, com o se dijo, cuando se vinieron a m eter a T latelolco. Y a q u í están los que lo oyeron: (tlapaneca, azcapotzalca, tenayuca) los de Coyoacan, de C uauhtitlan, de T ultitlan, de C hicunauhtla; C oanacotzin el de T etzcoco, C uitláhuac el de Tepechpan e Itzyoca. Todos los señores de estos rum bos oyeron el discurso dicho p o r los de T enochtitlan. Estuvim os com batiendo en los cam inos de Yacacolco, A tezcapan, Coatlan, N onohualco, X oxohuitlan, Tepeyácac. A hora bien, los capitanes tenochcas allí (en su refugio de T latelolco), se cortaro n el cabello, los de m enor grado tam bién se lo co rtaro n ; los chuachiques y los otom íes de grado m ilitar, que suelen traer puesto su casco de plum as, ya no se vieron en esta form a, durante to d o el tiem po que estuvim os com ba­ tiendo. T R A IC IO N A N L O S C H IN A M P A N E C A S A CUAUHTEM OCTZIN. V inieron a socorrer a los m exicanos y tlatilulcos, que todos estaban fortalecidos en él Tlatilulco, los chinam panecas, que son los de X ochim ilco, C uitláoac, M ízquic, Itztapalapan,


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M exicatzinco, etc., y venidos hallaron al Señor de México que se llam aba Q uauhtem octzin y a los otros principales que con él estaban, y los capitanes habláronles diciendo: “ Señor n uestro, venim os a socorreros en esta ciudad, somos enviados de nuestros m ayores para pagar la deuda que debem os, están a q u í presentes los m ejores soldados para que ayuden por agua y p o r tie rra ” . El señor de M éxico y los demás dijeron: “ En m erced tenem os lo que los señores hacen de enviaros para n uestra ayuda, aparejaos para pelear” . Diéronles armas y m u­ cho cacao, y luego los pusieron en el lugar donde habían de pelear, todos com enzaron a pelear, y los de X ochim ilco co­ m enzaron a robar p o r las casas donde estaban; m ataron algunas m ujeres, niños, y viejas, a otros m etieron en las canoas para llevarlos com o esclavos. Algunos soldados de los m exicanos dieron aviso a los capitanes, y luego fueron contra ellos. En­ tonces el prim er águila T opantem octzin, el segundo Tlacatzm . el prim er tigre Tem ilotzin y el segundo C oyohuehuetzin; en el m om ento se ponen en m archa un tigre y un águila; rem aban, casi volaba la barca, se encam inaron hacia T eteuhtitlan, para cortarles el paso. Y a los de Xochim ilco y Cuitlaoac, etc., que cautivaron, lleváronlos delante del Q uauhtem octzin que estaba en un lugar que se llam aba Yacalulco, donde está ahora una iglesia de Santa Ana en el Tlatilulco, y dijeron a Q uauhtem oc­ tzin y M ayeoatzin la traición que hacían los de Xochim ilco y C uitláoac, etc., y el señor de Cuitláoac reprendió a aquellos que h abían hecho m ala obra, y Q uauhtem octzin dijo a Ma­ yeoatzin: “H erm ano, haz tu oficio, castiga a esos que han pecado” . Luego el M ayeoatzin com enzó a m atar en ellos, y el Q uauhtem octzin le ayudó: m ataron cada uno cuatro, y a todos los dem ás que habían cautivado los m exicanos m andá­ ronlos m atar en los cúes de los ídolos. E N T R A N E N T L A T E L O L C O L O S E S P A Ñ O L E S 1521-VII25. D ía del A póstol Santiago, entram os en la ciudad y segui­ m os p o r la calle grande que iba a dar al m ercado, y ganárnosles una calle de agua m uy ancha (A cequia de Tezontlali, que separaba T enochtitlan de T latelolco, más o m enos corría p o r las actuales calles de M osqueta, Organo y Héroe de Granaditas). Los españoles y la gente de Tlaxcala tenían el cam ino de Yacacolco, Tlilhuacan y A tezcapan; desde Y acacolco, Cuepo-


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pan, A panuazcan y A tljceuhían (posible calle M atam oros) va derecho a Ayácac y a T otecco a cargo de los de X ochim ilco, C uitláhuac, M ízquic, Culhuacan e Itztapalapan, que com batían en barcas. Los (que defendían) habitantes de A tlicehuían y de Yayácac, que tenían barcas, eran m uy valientes, si trababan com bate no se am edrentaban; cual una serpiente van pasando las flechas van deslizándose en tropel, son com o un velo am ari­ llo que se tiende sobre los enemigos. En la cercanía de Yacacoico ten ía n su m orada X iuhcozcatzin el Tezcacoácatl, Cuauhcuahtzin el Tepanecatl, H uitzin, Itzquiuhtzin, no desam para­ ban a las m ujeres y a los niños, con grandes trabajos en las barcas los colocaban o en algunas casas les buscaban refugio, para llevarlos a Am áxac. B.D.C. 416

E N T L A T E L O L C O L O S E SP A Ñ O L E S Q U EM AN E L TEM­ PLO D E H U IT Z IL O P O C H T L IE I Z A N S U B A N D E R A . A cor­ dó Cortés entrásem os hasta llegar a T latelulco, ques la plaza m ayor. Y C ortés les entró hasta una plazuela donde ten ían otros adoratorios y unas torrecillas; en una de aquellas casas estaban unas vigas en lo alto y en ellas m uchas cabezas de nuestros españoles que habían sacrificado en las batallas pasadas, y ten ían los cabellos y barbas crecidas, m ucho m ayor que cuando eran vivos.

I. TLAT. 67

E ntraron cuatro de a caballo en el T ianquiztli del Tlatilulco, m ataron m uchos soldados m exicanos. Después que dieron una vuelta salieron huyendo y salieron tras ellos m uchos solda­ dos tirándolos. El m ism o día pusieron fuego al cu m ayor, que era de V itzilopuchtli, y to d o se quem ó, los m exicanos com en­ zaron a llorar am argam ente, porque tom aron mal agüero de verlo quem ar; luego se trabó batalla m uy recia.

B.D.C, 416

Un capitán m andó Alvarado, les subiese en lo alto del cu del H uichilobos, que son CXIV gradas, peleó, los contrarios le h acían venir diez o doce gradas rod an d o ; le fuem os a socorrer e yendo nos siguieron los escuadrones con que peleábam os; subim os sus gradas, e ganales aquella fortaleza y se quem aron los ídolos, levantam os nuestras banderas y estuvim os batallan­ do con tan to guerrero. C ortés y sus capitanes vieron que el cu m ayor se ardía, y nuestras banderas encim a, se holgó m u­ cho y dijeron que tuvo invidia. Por donde andaba le daban recia guerra, no p o d ía en trar tan presto en la ciudad com o los


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de Alvarado. Mas desde ha cuatro días se ju n tó con nosotros C ortés com o el Sandoval, podíam os ir de un real a otro.

CAPITANES MEXICANOS Y TLATELOLCAS A X U Q U E N T Z IN . O tra vez entraron los españoles, com enza­ ron a robar y cautivar indios; los soldados m exicanos salieron tras ellos hiciéronlos dejar la presa. M urió el capitán de los m exicanos A xuquentzin. TEM ILO TZIN , C O YO H U E H U E TZIN E IT ZP A P A LO T ZIN . En otra ocasión un bergantín español llegó a entrar hasta A tlicehuían y en su com pañía venían entrando m uchas barcas de xochim ilcas. Pero el T lacatécatl Tem ilotzin que estaba parado sobre un tem plo bajo, atisbando, vio a los españoles, y el capitán C oyohuehuetzin Aguila-Tigre en barca vino desde Tolm ayecan a lanzarles dardos; m uchas barcas guarnicionadas íiían en su com pañía, y él com enzó a gritarles: “ ¡Guerreros, ahora es cuando! ¡Echem os eso de una vez por todas!” . Al verlo los españoles retrocedieron y llegaron hasta A tlice­ h u ían , otra vez se rehicieron en líneas, pero los fueron persi­ guiendo los m exicanos. C oyohuehuetzin se puso en defensa en el tem plo m enor, los hizo retroceder, los sacó hasta donde está la Casa de los M uchachos, en A tlicehuían (cerca de la Calle M atam oros). Tam bién ellos una vez más hicieron regresar a C oyohuehuetzin, en este m ism o tiem po atacó el joven o to m í Itzpapalotzin, los persiguió y los hizo arrojarse a sus barcas. T E M IL O T Z IN Y C O Y O H U E H U E T Z IN Señaláronse en este últim o conflicto, algunos m exicanos principales, en especial un T em ilotzin Tlacateccatl, que desde encim a del Tem plo esforzaba grandem ente a los suyos; y o tro , que se llamó C oyohuehuetzin, el cual, arm ado, en figura, y semejanza de Tigre, llevaba consigo m uchos soldados, unos arm ados com o águilas, otros com o tigres, otros com o leones, y hacían gran daño en los contrarios, dando voces, y esforzando a los demás para que peleasen sin m iedo, ni descanso y sin volver atrás. T Z IL A N C A T Z IN , T Z O Y O T Z IN Y TEM U TZIN . Cinco bergan­ tines atracaron en N onoalco, echando en tierra a los castella­ nos, esperaban que los indios salieran a su encuentro, mas


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Tzilancatzin. Cod. Florentino.

éstos se m antuvieron quedos. De improviso se presentó un gigantesco y fuerte guerrero, nom brado Tzilancatzin (segundo de C uauhtém cc en sus huestes venidas de Ichcateopan) vestido com o O tom iltl con su ichcahuipilli, con tres piedras rollizas, una en la m ano derecha y las otras dos en la m anija de la ro d e­ la; paróse a corta distancia de los blancos, derribó sucesiva­ m ente a tres de cada pedrada, y com o en auxilio de los españo­ les llegara el tropel de los suyos, tuvieron que reem barcarse. A unque a Tzilacantzin disparaban ballestas y arcabuces no lograron tocarle, sucediendo lo m ism o en las siguientes escara­ m uzas, pues aunque em peñosam ente lo buscaban, siem pre salía con diverso disfraz para no ser reconocido, causando daños a los españoles. En el siguiente desem barco la pelea duró el d ía entero, m uriendo de ambas partes cantidad de indios; perecieron los dos valientes guerreros tlatilolca: Tzoyotzin y T em utzin, quienes se arrojaban contra los teules hirien­ do y derrocando. C A ST A Ñ E D A , M A Ñ O SO E M ISA R IO D E CO RTES. R odri­ go de C astañeda llevaba un plum aje como los indios y sa-


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m

. or: Y B. 530

b ía hablar en m exicano; acércabase a los contrarios, decíales chanzas y chistes, y cuando más descuidados estaban les dispa­ raba la ballesta sin errar; lo llam aron Cuicone, y le gritaban: “ Bellaco, b u rlad o r” , que los m ataba con burlas y no com o valeroso.

ANON. TLA T. 175

Vino a am edrentarlos, a dar gritos el llam ado Castañeda, en donde se nom bra Y auhtenco. Lo acom pañan Tlaxcaltecas. Viene a decirles: “ ¡Vengan acá algunos!” .

ANAL. TLA T.

Y ellos, Itzpancalqui A chacauhtli C hapoltzin y el Tlapaltécatl Cuexacaltzin que están de guardia en T enantitlan T laxoxiuhco, se dicen: “ ¿Qué querrá decir?, vayamos a o írlo ” . Luego se colocan en una barca y desde lejos dispuestos. Ya dicen los tlaxcaltecas: “ Está bien: sois los que son buscados. V enid acá, os llama el capitán (C ortés)” .

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ANON TLA T. 175

C O R T E S N O C O N VE N C E A L O S T L A T E L O L C A S. E ntonces salieron, van con él (Castañeda) a N onohualco, a la Casa de la Niebla en donde están el Capitán y M alintzin y El Sol y San­ doval. Allí están reunidos los señores del pueblo, hay parla­ m en to , dicen al Capitán: “ V inieron los tlatelolcas, los hem os ido a tra e r” . Dijo M alintzin a ellos: “Venid acá” , dice el capitán, “ ¿Qué piensan los m exicanos?, es un chiquillo C uauhtém oc. ¿Qué, no tiene com pasión de los niñitos, de las mujeres? ¿Es así com o han de perecer los viejos? Pues están aq u í conm igo los reyes de Tlaxcala, H uexotzinco, Cholula, Chalco, A colhuacan, C uauhnáhuac, X ochlim iloco, M ízquic, C uitláhuac, Culhuacan” . Ellos (los tlatelolcas) dijeron: “ ¿Acaso de las gentes se está burlando el tenochca?, tam bién su corazón sufre por el pueblo en que n ació ” .

ANON. TLAT. 177/8 ANAL. Tl a t . 69 /7 0

—Dejad solo al tenochca, que p o r sí solo perezca. . . (dice Cortés). ¡Allí está la palabra que vosotros tenéis de nuestros jefes! Id a decir a C uauhtém oc: Que tom en acuerdo. Yo me iré para T eucalhueyacan, com o ellos hayan concertado, allá me irán a decir sus palabras. Y en cuanto a las naves, las m udaré para Coyoacan. Y de esta mism a m anera se fue 'a decir delante de los tenochcas. Allá con ellos se hizo ju n ta . Desde las barcas no más se gritó. No era posible dejar solo al tenochca.


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COY OH UEHUETZIN Así las cosas, contra nosotros se disponen a atacar. Luego llegaron a colocarse en C uepopan (Sta. Ma. la R edonda) y en Cozcacuahco. Se ponen en actividad con sus dardos de m etal. Es la batalla con C oyohuehuetzin y cuatro más. Las naves de ellos, vienen a ponerse en T exopan. Tres días es la batalla allí. V ienen a echam os de allí. Luego llegan al Patio Sagrado: cuatro días es la batalla allí. Luego llegan hasta Yacacolco (entre las calles de González Bocanegra y M ata­ m oros) los españoles, p o r el cam ino de Tlilhuácan. EL ZOM PANTLI

I. TLA T. 155

M urieron dos m il hom bres de T latelolco. F ue cuando hicim os los de T latelolco arm azones de hileras de cráneos (tzom pantli), en tres sitios estaban colocados los arm azones, en el que está en el p atio Sagrado de Tlilan (Calco: “ Casa N egra” ), es donde están ensartados los cráneos de nuestros amos (españoles). Allá se colocaron tam bién las banderas que h abían sido conquista­ das p o r el T lacatécatl E catzin, T lapanecatl Popocatzin. En el segundo lugar, A cacolco (al sur de la Iglesia de Santa Ana en Peralvillo), tam bién están ensartados cráneos de nues­ tros am os y dos cráneos de caballo. En el tercer lugar que es Z acatla, frente al tem plo de la m ujer (C ihuacóatl) hay exclusivam ente cráneos de tlaxcaltecas. Se replegaron en uno, los españoles y los de Tlaxcala, en hileras, en Yacacolco (Allende y M atam oros), en Tecpancaltitlan (Calle Santa L ucía) y en donde se vende el incienso. En A cocolecan (Calles C onstancia y G ranada) dirigían a los que nos acosaban. Los guerreros m exicanos vienen a ponerse en pie de defensa en hileras, m uy fuertes se siente, m uy viriles se m uestran, nadie m uestra ser fem enil. Dicen: “ Cam inad hacia acá, guerre­ ros, ¿quiénes son esos salvajillos?, ¡son gentuza del sur de A náhuac!” . Los guerreros m exicanos van y vienen por doquie­ ra, nadie va p o r línea recta. LOS ESPAÑOLES SE DISFRAZABAN Los españoles m uchas veces se disfrazaban com o se aderezan


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los de a c r. se cubrían con una tilm a. Cuando h abían flechado los españoles, la gente se replegaba contra la tierra, ten ían fija la m irada a ver p o r qué rum bo venía a salir el tiro ; estaban m uy en guardia, se recataban m uy bien los guerreros de Tlatelolco. Los españoles iban en tran d o ; en donde se vende el incienso, en el cam :no hacia Am áxac (J. Carranza, C onstancia y G rana­ da), estaban m uy pegados a nosotros sus escudos y venían a dar contra sus lanzas.

CAPIT \NES TENOCHCAS Y TLATELOLCAS Ibid. 69

I. TLAT. 70/2 157

C O IO V E V E TZJN O CO YO H U EH U ETZIN. Un capitán que se llam aba Coiovevetzin, m exicano, que tra ía las armas vestidas, la m itad una águila y la o tra m itad un tigre, vino en una canoa de Tolm ayecan y seguíanle m uchas canoas con gente arm ada. Luego com enzó a dar voces a los suyos, com enzaron la pelea, y los españoles se retrujeron, y este capitán con los suyos los seguían y retrujéronse hacia un lugar que se llam a A tliceuía; tam bién los bergantines se retrujeron hacia la laguna. De alcan­ ce m urieron m uchos xochim ilcas. T L A P A N E C A T L (E H E C A TZIN ). E ntraron en consejo nues­ tros eaem igos para acom eternos, determ inaron en trar p o r San M artín (cercano a la iglesia Santa A na); salieron al encuen­ tro los del Tlatilulco, arrojándose sobre los enemigos con gran furia; tom áronles (los españoles) el capitán que llevaban que se llama T lapanecatl (E hecatzin ) pero escapó con una herida en una pierna. C H ALC IIIU H TEPEH U A. U no de los m exicanos del T latilul­ co que se llam aba C halhiuhtepehua púsose en celada con otros soldados, hirieron a un caballo, el español cayó en tie­ rra y los m exicanos le tom aron, luego salieron los m exica­ nos que estaban en el fuerte e hicieron gran daño a los amigos de los españoles, y se retrujeron otra vez al tianquiztli donde llam an C opainam acoyan donde estaba un baluarte. Los indios enemigos concertaron cegar una laguna para e n trar al fuerte de los m exicanos, que estaba cerca de donde está ahora la iglesia de Santa L ucía (¿L a C onchita?); cargáron­ se piedras, tierra, adobes y m adera, de las casas que derrocaban


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y robaban. Visto por los m exicanos lo que hacían los enem i­ gos, sacaron escondidam ente cuatro canoas con gente de gue­ rra y cuatro capitanes, fueron contra los que cegaban la laguna, com enzaron a pelear, m uchos m urieron, otros caían entre los m aderos que habían puesto, los sacaban arrastrando los m exicanos. H U IT Z IL H U A T Z IN O V IT Z IL O A T Z IN . O tro d ía los españo­ les acom etieron al fuerte Am áxac, donde está la iglesia de la C oncepción, pelearon gran rato ; llegaron a una casa grande que se llam aba Telpuchcalli, subiéronse a las azoteas. El capi­ tán de grado Cuáchic V itziloatzin, con m uchos soldados sobre los tlapancos com enzaron a resistir a los espa ioles poniéndose p o r m uro para que no pasasen a donde estaba el bagaje; los españoles com enzaron a m atar y a destrozarles; salieron otros soldados, no pudieron los españoles pasar a donde querían y retrujéronse. A otro día los españoles pegaron fuego a aquella casa (TepUchcalli) h ab ía m uchas estatuas de los ídolos; los españoles peleaban contra los m exicanos ya, den tro de su fuerte. TEM ILO TZIN . Estuvo dándose batalla hasta cuando apenas h ab ía un poco de sol. Y a los cuatro días sucedió algo sem ejan­ te. Se pusieron en m ovim iento nuestros enemigos hacia el rum bo en donde estaba colocado el pueblo. Hacia allá se encam inaron los españoles. Por su parte, el Tlacatecatl Temilotzin aún en vano se puso en guardia contra ellos; estaba ataviado com o águila y llevaba espada para cerrarles el paso; al ver nada era posible, se echó al agua. Después de haber quem ado m uchas ca^as, ganaron los nuestros (españoles) dos tem plos de Tlatelulco, la m ayor fuerza que los enemigos tenían.

ULTIMOS SUCESOS B.D.C. 419

EL TRABU CO . En el real de C ortés, un soidado decía h ab ía estado en grandes batallas, que haría un trabuco en Tlatelulco, que en dos días que tirasen a las casas ado «de G uatem uz se hab ía retraíd o , les haría se diesen de p a z ;tru je ro n cal, piedra, carpinteros y clavazón para hacer dos hondas ie recias sogas y cordeles, pusieron en la honda una piedra echiza y no pasó


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adelante del trabuco, luego cayó, C ortés hobo enojo con el soldado, quel trabuco fue cosa de burla. Com o los m exicanos estaban recogidos en un barrio que se llam a Am áxac (Calles J. Carranza y Constancia y G ranada), y no los p o d ían entrar, ordenaron de hacer un trabuco, arm á­ ronle encim a de un cu que estaba en el T ianquiztli M um uztli. El trabuco no llegó a donde estaba la gente, cayó m ucho más atras del tianquiztli, y com o salió el tiro en vacío com enzaron los españoles a reñir. Com o el trabuco no pudo hacer nada, com enzaron a ir contra el fuerte; los m exicanos escondíanse de la artillería. PERD ID O EL ULTIM O B A R R IO D O N D E E S T A B A CU AH TEM O CTZIN . Ixtlixúchitl prendió en esta ocasión con sus propias m anos, casi cien hom bres, m ató m uchos, entre ellos veinte capitanes; perdido este barrio en donde estaba Q uauhtém oc, que era lo que quedaba de la ciudad (Tlatelolco); eran tan pocas las casas y tan ta la gente, que apenas cabían de pies, y las calles llenas de hom bres m uertos y enferm os, que los nuestros no pisaban o tra cosa si no eran cuerpos. IX T L IX O C H IT L M E N SA JE R O D E CO RTES, R E C H A Z A D O . Luego van los de Tlatelolco. Va guiando a la gente el capitán de H uitznáhuac, un huasteco. Cuando hubieron recogido a X óchitl viene a dar cuenta (a C uauhtém oc) el capitán de H uitz­ náhuac, viene a decirle: “Viene a traer un recado X óchitl” . C uauhtém oc conferenció con T opantem oc. Luego lo vienen a po n er (a Ixtlixóchitl) en el tem plo de la M ujer (C ihuacóatl), en A xocotzinco. Luego van a decir al rey de los Tenochcas: T epantem octzin, C oyohuehuetzin y Temilotzin, le dicen: “Príncipe m ío: X óchitl el de A colnáhuac, diz que te ha de dar su recado” . R espondió luego y dijo (C uauhtém oc): “ ¿Y vosotros, qué decís?” Inm ediatam ente todos alzaron el grito y dijeron: “ Que no lo traigan acá. . . Ya hicim os agüeros con papel, ya hicimos agüeros con incienso. Que oiga solam ente su m ensaje el que lo ha ido a recoger” . Inm ediatam ente va el capitán de H uitzná­ huac, el huasteco, a ver el m ensaje que viene a dejar. El acol­ náhuac X óchitl dijo: “ Os m anda decir el C apitán y M alintzin:” “ Oigan, p o r favor, C uauhtém oc, C oyohuehuetzin, Topantém oc: ¿No tienen com pasión de los pobres, de los niñitos, de


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Ibid. 180

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los viejitos, de las viejitas? ¡Ya todo acabó aquí! ¿Acaso todavía pueden las vanas palabras? ¡Vengan m aíz blanco, gallinas, huevos, tortillas blancas! Aún se le perm ite: ¿Qué dice? ¡Que p o r su propia voluntad se som eta el tenochca, o que por su propia voluntad perezca!” . C uando hubo recibido el m ensaje el capitán de H uitznáhuac, el huasteca, luego va a dar la palabra al rey de los tenochcas, C uauhtém oc. Y cuando oyeron el mensaje que les vino a com unicar el acolnáhuac X óchitl luego se ponen en delibera­ ción: “ ¿Qué es lo que decís vosotros? ¿Qué determ inación to ­ m áis?” . Dijo a esto el Tlacochcálcatl C oyohuehuetzin: “ Habladle al h u asteco” . Y dicen (a los agoreros): “V enid, p o r fa­ vor: ¿Qué m iráis en vuestros libros?” . Dice el sacerdote, el sabedor de papeles, el que corta pape­ les: “ Príncipe m ío : O íd lo que de verdad direm os: Solam ente cuatro días y habrem os cum plido ochenta. Y acaso es disposij ción de H uitzilopochtli de que ya nada suceda. Dejemos estos ( cuatro días para que se cum plan o c h e n ta ” . ^ 1521, julio 7. Ixtlilxúchitl viendo que los enemigos no querían pelear después que les ganaron los tem plos, les dijo se diesen de paz (a los cristianos). Ellos respondieron no tra ­ tase de am istad, ni aguardasen nunca despojo y L’ue uno solo que quedase h ab ía de m orir defendiendo su p atria, íxtlilxúchitl dio aviso a Cortés, que no esperase ningún concierto. C ortés y Ixtlilxúchitl, enviaron a decir a Alvarado y T etlahuehuezquitzin, com batiesen en barrio m uy fuerte que ellos le ayudarían. ! M O R IR , P A Z NO. Enviaron C ortés e lx tlix ú ch itl, a un tío J suyo (de Ixtlixóchitl) fuese a tra ta r de paces con C uauhtém oc, \ le dejaron entrar, m andándolo sacrificar; a los españoles y / naturales que iban con él los echaron a a d r a d a s y lanzadas, / diciendo que m ás querían m orir que no paz. C U A U H TE M O C TZIN R E IN T E G R A CO N M A N T A S L O S C O M E STIB LE S D E CO RTES. Ya todos en Tlatelulco, estu­ vimos tres días, nos m andó C ortés no entrásem os en la ciudad. C ortés a G uatem uz rogándole se diese y no hobiese m iedo, con grandes ofrescim ientos, que su persona sería m uy acatada y honrada dél, que m an d aría Méjico y todas sus tierras y ciuda­ des com o solía, y le envió tortillas y gallinas e cerezas, e tunas,


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e cacao. G uatem uz entró en consejo con sus capitanes, aconse­ jaron aguardarían tres días en dar la respuesta. Envió G uate­ m uz cuatro m ejicanos principales con aquella respuesta, y Cortés, les m andó dar m uy bien de com er y beber a los m en­ sajeros, y les to m ó a enviar a G uatem uz, y con ellos más refresco, y el G uatem uz to m ó a enviar otros m ensajeros, ¡ e con ellos dos m antas ricas, y nunca quiso venir y salen tantos batallones de m ejicanos con sus divisas y dan a C ortés tan ta guerra, que no se p o d ía valer, otro tan to fue p o r la parte de nuestro real, y en el de Sandoval lo m ism o, parescían que com enzaban de nuevo a batallar; hirieron a m uchos de nues-l tros soldados, y dos caballos; que bien lo pagaron.

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CU A (JH TEM O C TZIN M A N D A P R IN C IP A L E S COMER F R E N T E A CORTES. Cortés m andó entrásem os en la ciudad (TJatelclco) en la parte adonde se habían recogido; y como vieron que les íbam os ganando toda la ciudad, envió G uatem uz dos principales a decir a Cortés que quería hablar con él, no quiso venir el G uatem uz, no le pasara lo que a M ontezum a, envió principales, y en ese m om ento sacan unas tortillas de un fardalejo que traían e una pierna de gallina y cerezas, y sentáronse m uy despacio a com er, porque Cortés, lo creyese no tenían ham bre; (Cortés) envió a decir no querían venir de paz. presto en traría en todas sus casas y vería si ten ían m aíz, cuanto más gallinas. Estuvieron cinco días que no les dábam os guerra, y salían cada noche m uchos pobres indios y se venían a nuestro real com o aborridos de la ham bre. OVIEDO

C 1T L A L L I UNIDA CON A N C IA N O S, NIÑ O S, M U JE R E S Y LISIA D O S, A Y U D A A D E FEN D ER L A CIUDAD. Muchas cosas acaecieron en este cerco, que entre otras generaciones estuvieran discantadas o tenidas en m ucho, en especial de las m ujeres de T em ixtitan, de quien ninguna m ención se ha hecho. E soy certificado que fue cosa maravillosa y para espantar ver la p ro n titu d e constancia que tuvieron en servir a sus m aridos, y en curar los heridos, y en el labrar de las piedras para ios que tiraban con hondas y en otros oficios para más que m uje­ res.

HERR. Y M. OR. Y B. 530

Las ancianas arrojaban tierra y cuanto podían desde las azoteas; los niños tiraban piedras y gritaban los denuestos que oían a sus padres; los hom bres que no podían com batir


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p o r cojos, m ancos o im posibilitados, les ponian arm as y acopiaban las piedras para las ondas. Las m ujeres tam bién peleaban cegando a los contrarios con el agua de las acequias, arrojándosela con los rem os. Fue tam bién entonces cuando se b atieron las m ujeres de.los tlatelolca, cuando asestaron golpes (a los enem igos) y cuando hicieron prisioneros; andaban vestidas con insignias de guerre­ ros, alzaban sus faldas para p o d er seguirles m ejor. Citlalli, ju n to con los vencidos se esforzaba en ayudar tan ligera com o ajena a su em barazo. E L Q U E T Z A L T E C O L O T L D IS F R A Z D E L P A D R E D E C U AU H TEM O C TZIN . Los españoles com enzaron a cam inar hacia donde estaban los m exicanos en su fu erte; los m exicanos quisieron h acer u n a celada, no pudieron. Los españoles d e te r­ m inaron rom per, y cercáronlos de todas partes, de m anera que p o r ninguna p arte p o d ía n salir, en esta estrechura m urie­ ron pisados y acoceados. E stando los m exicanos acosados de todas partes, acordaron to m a r p ro n ó stico o agüero. El rey C uauhtem octzin y los capi­ tanes C oyohuehuetzin, T em ilotzin, T o p an tem o ctzin , Ahuelito ctzin , M ixcoatlailotlactzin, T lacuhtzin y P etlau h tzin , to m a ­ ron a un gran capitán de nom bre O pochtzin, lo revistieron, le pusieron el ropaje de teco lo te de quetzal, que era insignia del rey A huizotzin. Le dijo C uauhtem octzin: —Veis a q u í estas arm as que se llam an Q u etzaltecólotl de m i padre A vitzotzin, vístetelas y pelea con ellas, y m atarás algu­ nos, vean estas arm as nuestros enem igos, p o d rá ser que se esp a n te n en verlásT ~ Com o se las vistieron pareció u n a cosa espantable; m an d a­ ro n a cuatro capitanes que fuesen delante de él. D iéronle ta m ­ bién el arco y la saeta de V itzilopochtli que te n ía n guardado p o r reliquias, y te n ía n fe en aquel arco y saeta que cuando saliese no p o d ían ser vencidos, aquella saeta te n ía casquillo de pedernal. Un principal m exicano que se llam aba C ioacoatlacotzin dio voces a los cinco: “ ¡Oh m exicanos, oh tlatilulcanos!, el fu n d am en to y fortaleza de los m exicanos está en V itzilopochtli, el cual arrojaba entre los enem igos su saeta, la m ism a saeta lleváis, es nada m enos que la Serpiente de fuego (o) X iuhcóatl, el P erforador del fuego (o) M am alhuaztli! ¡La ha venido arrojando co n tra nuestros enemigos! Ya


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tom áis, m exicanos, la voluntad de H uitzilopochtli, la flecha. Inm ediatam ente la haréis ver por el rum bo de nuestros ene­ migos, tenéis que lanzar contra nuestros enemigos. Si a uno, a dos, hiere este dardo, aún, un poco de tiem po tendrem os escapatoria. A hora, ¡como sea la voluntad de nuestro Señor!” . Ya va en seguida el “ tecolote de q uetzal” , cuando lo vieron ' nuestros enemigos, fue com o si se derrum bara un cerro, se espantaron los españoles, los llenó de pavor; subió a la azotea el “ teco lo te de q u etzal” , nuestros enemigos se dispusieron a atacarlo, pero los hizo retroceder, los persiguió, el “ tecolote de quetzal” , entonces, tom ó las plum as, el oro y bajó inm e­ diatam ente de la azotea. No m urió él, ni se llevaron (oro y plum as) nuestros enemigos. De golpe acabó la batalla, todo quedó en calma. Y al día 1 siguiente, nadie hablaba, los indios estaban replegados en defensa, los españoles nada obraban, no hacían más que estar a la expectativa unos y otros. C U AU H TEM O C TZIN N O SE PRESENTO . Después de haber­ les dicho fuesen a rogar a su rey se diese, y le requirieron m u­ chas veces, volvieron a Ixtlilxúchitl y le dijeron que no podía venir el rey para verse con C ortés, que el siguiente d ía vendría. El día siguiente m andaron aderezar el teatro de la plaza po­ niendo estrado real (o sitial) en donde se habían de tra tar las paces, y m ucha com ida. Llegado el tiem po no fue el rey, sino cinco señores, entre ellos el gobernador y capitán general del reino, para tra ta r la paz y disculparon a su rey p o r enfer­ m o. C ortés los recibió y se holgó de verlos, los regaló m ucho; mas no quiso tra tar con ellos cosa ninguna, diciéñdoles que sin el rey no se p o d ía negociar nada. Ellos fueron a su rey y éste les dijo, que sería infam ia m uy grande ir un m onarca com o él, delante de sus enemigos por aquella vía si no fuese peleando y para quitarle la vida, y que tom asen y le dijesen a C ortés, que él le daba su palabra que cum pliría to d o lo que sus em bajadores concertasen, eran los 1 m ayores señores de su reino, que en ninguna m anera podía ir ante C ortés; y si con esto no bastaba, que hiciesen lo que quisiesen, que ya les quedaba poco para acabarlos de destruir. Ixtlilxúchitl inform ó a C ortés de lo que el rey Q uauhtém oc enviaba decir. T o m ó C ortés a enviarle a decir que el d ía siguiente últim am ente iría a la plaza y allí le aguardaría por


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PROC. DE IN­ DIOS.

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espacio de tres horas, que si no venía Q uauhtém oc, los aca­ barían de destruir a fuego y sangre, sin perd o n ar a nadie la vida. Los m ensajeros se to m a ro n y dieron la respuesta de la determ inación de C ortés a su rey. 1521, VIII-12. El d ía siguiente, que era el sexto de su octavo m es llam ado M icayehuitzintli, que se llam a M acuñi T ochtli, conejo núm ero cinco, y en el n uestro 12 de agosto, fue C ortés con Ixtlilxúchitl y oíros señores a la plaza para aguardar al rey Q uauhtém oc. Estuvieron casi hasta m edio día aguardando, viendo que no venía, m andaron a Sandoval y a sus com pañeros con los bergantines y canoas, com batiesen p o r las acequias y laguna, con los enemigos, y C ortés e Ixtlilxúchitl p o r las calles y albarradas, los nuestros en traro n hasta lo más fuerte que ten ían los m exicanos para su defensa, fueron m uertos y presos cincuenta mil hom bres. ESPEJO M AG IC O D E T E T L E P A N Q U E T Z A L T Z IN . M ientras arreciaba la batalla entre m exicanos y españoles, T etlepanquetzaltzin, señor de Tacuba, en com pañía del señor de A zcapotzalco, O quiz, “hom bre esforzado” ; del señor de Tezcoco, C oanacoch, “ Orejera de culebra” , y del sum o sacerdote C oatzin “ venerable serpiente” , T etlepanquétzal sacó su espejo adivinatorio, pronuncia sus palabras de hechicería o encanta­ m ien to ; y he a q u í que el espejo se oscurece; sólo queda diáfana u na m ínim a parte, en ella los cuatro nobles aztecas ven apare­ cer, aterrorizados, un escuálido grupo de m acehuales; ya no hay lucha, ya no hay guerreros, to d o se ha acabado: el espejo m uestra la trágica im agen del fu tu ro , en que todos los m exica­ nos están reducidos a la pobreza. H ay que decirle a C uauhtém oc, M éxico está perdido. Hiciéronse este d ía u n a de las m ayores crueldades sobre los desventurados m exicanos. Era tan to el llanto de las m ujeres y niños que quebraban los corazones de los hom bres. C oncer­ taro n Cortés e Ixtlilxúchitl y los dem ás señores capitanes, del día siguiente acabar de ganar lo que quedaba. M E T E O R O C E L E ST E E N L A M A D R U G A D A D E L D IA 13. Y se vino aparecer u n a com o grande llama. Cuando anocheció llovía, era cual ro cío la lluvia, en este tiem po se m ostró aquel fuego, apareció cual si viniera del cielo; era com o un rem olino, se m ovía haciendo giros, haciendo espirales, iba com o echando chispas, cual si restallaran brasas, una grandes, otras chicas,


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otras com o leve chispa; com o si un tubo de m etal tuviera al fuego, m uchos ruidos hacía, retum baba, chisporroteaba; rodeó la m uralla cercana al agua y en Coyonacazco fue a parar, desde allí fue luego a m edio lago, allí fue a term inar. Nadie hizo alarde de m iedo, nadie chistó una palabra. 1521, VIII-13. El dicho día era de Sn. H ipólito M ártir, fueron hacia el rincón de los enemigos, Cortés por las calles. En el año 3 Calli fue cuando pereció la ciudad, perecim os en el N exochim aco en el día 1 Cóuatl. Tendidos estaban en sus posiciones nuestros enemigos (los españoles). Y el capitán (Cortés) estaba viendo constantem ente hacia acá parado en la azotea. Era en la azotea de casa de A ztautzin, que está cercana a Amáxac. CUAUHTEMOCTZIN Y SUS CAPITANES SOBRE LA CAPITULACION

H.C. ]Qf

DELIBERAN

En Tolm ayecan deliberaron cóm o se haría, qué tendríam os que dar com o trib u to , y en qué form a nos som eteríam os a ellos. Los que tal hicieron eran: C uauhtem octzin, y los demás príncipes m exicanos: T lacotzin, C ihuacóatl. P etlauhtzin, el intendente de la Casa Negra (Tlilancalli). M otelchiuhtzin, el jefe de H uitznáhuatl. A chcauhtli, el gobernante de M éxico, príncipe de los [sacerdotes. Y, adem ás, los de Tlatelolco, que son: C oyohuehuetzin, el Tlacochcálcatl. T em iiotzin, el Tlacatécatl. T upantem otzin, el Ticociahuácatl. A huelitoctzin, el M ixcoatlailotlacatl. H uitzlihuitzin, el jefe de H uitznáhuatl. H uitzitzin, el intendente de ios puentes. D O S T IR O S D E ESCOPETA Y ULTIM O A TA Q U E . Viendo que se venía la tarde y que no se querían dar. hice asentar los dos tiros gruesos hacia ellos, para ver si se darían, los cuales hicieron algún daño. Y com o tam poco esto aprovechaba, m andé soltar la escopeta, luego fue tom ado aquel rincón que ten ían y echados al agua los que en él estaban; otros sin pelear se rindieron. .


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Cortés vio que no quería paces ningunas G uatem uz y sus capitanes; m andó a Gonzalo de Sandoval entrase con berganti­ nes en el sitio adonde estaba retraíd o G uatem az con to d a la flor de sus capitanes y personas nobles que en Méjico había. C ortés se subió en el cu m ayor del Tlatelulco para ver cóm o Sandoval entraba con los bergantines. Le estaban acom pañan­ do a Cortés, Pedro de Alvarado, Francisco V erdugo, Luis M arín y otros soldados. Ixtlilxúchitl con Sandoval capitán de los bergantines, hacia una laguna pequeña, que ten ía aviso Ixtlilxúchitl, el rey estaba allí con m ucha gente de las barcas. La gente de guerra confusa y triste, arrim ados a las paredes de las azoteas m irando su perdición; los niños, viejos y m ujeres, llorando. Los señores y la gente noble, en las canoas con su rey, todos confusos. Hecha la señal, los nuestros em bistieron todos a un tiem po al rincón de los enemigos, y diéronse tan ta prisa, que dentro de pocas horas le ganaron, sin que quedase parte de los enemigos. G arcía de Olguín capitán de un bergantín, tuvo aviso de que la canoa que seguía era donde iba el rey, dio tras ella hasta alcanzarla. CU A U H TEM O C TZIN E N S U CAN O A LLE G O H A S T A L O S E SP A Ñ O L E S D ISPU ESTO A P E L E A R . El rey Q uauhtém oc La Conchita, Tepiquehueca, último lugar.


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A.M.G.K. HIST. LIT. NAH. 11-93

ALV. CHIMAL, TRAD.

HIST.

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viendo que ya los enemigos los ten ía cerca, m andó a los rem eros llevasen la canoa hacia ellos para pelear; viéndose de esta m anera, to m ó su rodela y m acana, y quiso em bestir; m as viendo que era m ucha la fuerza de enem igos que le am e­ nazaban con sus ballestas y escopetas, se rindió. ctzin en u n a barca, solam ente dos lo acom pañan: el capitán T ep u tztito ío c y su criado laztachim al, y uno que iba rem ando te n ía p o r nom bre C enyautl. Y cuando llevan a C uauhtem octzin luego el pueblo to d o le llora. D ecían: “ jYa va el p rín cip e m ás joven, C uauhtem octzin, y a va a entregarse a los españoles!” . A fánate, lucha, ¡oh T lacatecatl Tem ilotzin! Ya salen de sus naves los castellanos y los de las chinam pas. ¡Es cercado p o r la guerra el tenochca; es cercado p o r la guerra el tlatelolca! Ya viene a cerrar el paso el arm ero C o y o h u eh u etzin ; ya salió p o r el gran cam ino del Tepéyac el Acolhua. ¡Es cercado p o r la guerra el tenochca; es cercado p o r la guerra el tlatelolca! Ya se ennegrece el fuego; ardiendo revienta el tiro: Ya la niebla se ha difundido: ¡Ya p ren d iero n a C uauhtem octzin!. U na brazada se extiende de príncipes m exicanos. ¡Es cercado p o r la guerra el tenochca; es cercado p o r la guerra el tlatelolca! A L M O R IR C IT L A L L I, B R O T A E L R E N U E V O . C uando en el ám bito se expande el grito angustioso p o r la prisión de C uauh­ tem o ctzin , Citlalli se desplom a, la tritu ra el peso de la desdi­ cha, cae presa de fiebre, delira con la presencia de su am ado. X ólotl consigue encontrarla, la arrebata de la vorágine que arrolla a los vencidos, 1a salva de ser capturada para esclava de los españoles; la oculta entre las ruinas de T enochtitlan. X ólotl ofrece a los dioses su vida p o r la de ella; es im posible, del cuerpo escapa el alm a en pos de C uauhtem octzin. De la m o rib u n d a extrae, ansioso, el fru to , cuando el niño llora entre sus toscas m anos, ella abre los ojos p o r últim a vez. X ólotl solloza, ju ra a los dioses y a los padres del niño, de­ fenderlo de las acechanzas, es responsable del tesoro sagrado, el vástago de su, ahora, sem idiós C uauhtem octzin. T L A T E L O L C O , U LTIM O REDUCTO.. En T latelolco, ciudad


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Tlatelolco en 1962.

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gemela de T enochtitlan se com batió la últim a vez. Cuauhtém octzin al frente de un puñado de héroes, cuya bravura y tenacidad en defensa de su tierra y aire, eran arrancadas de la inanición soportada durante el largo sitio del invasor, fueron copados p o r la adversidad, y con to d o el fervor consagrado a su Patria, unidos a su joven Tlatoani, sucum bieron en aquel atardecer tem pestuoso de tétrica sinfonía con ayes de m ori­ bundos, rugido de caracol, percusión de huéhuetl y de teponaxtle, y estruendo de los relámpagos. De este m odo perecieron el m exicatl, el tlatelólcatl, dejando abandonadas sus ciudades. Ya desde que estuvim os en Amáxac, p o r tan to s que éram os ya no teníam os m ás nuestros es­ cudos, nuestras m acanas de obsidiana; no más, nuestros escudos ni la com ida acostum brada. H ubo lluvias en to d a la noche. De este m odo llegó así el final. Perm anecieron allá diez días luchando en el tem plo del m ercado. Así sucedió con nosotros; esto fue lo que vimos, lo que vivimos con asom bro digno de lágrimas, digno de com pasión, porque sufrim os dolores. CU A U H TEM O C TZIN F R E N T E A CO RTES. Y cuando lo hubieron llevado (a C uauhtem octzin) hasta allá, cuando lo hu-


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bieron desem barcado, luego vinieron a verlo los españoles, lo tom aron de la m ano; luego lo subieron arriba de la azotea, lo colocaron frente al capitán. Este se pone a verlo detenida­ m ente, le acaricia el cabello a C uauhtém oc. Luego lo sentaron ju n to al Capitán. C ortés lo recibió con m ucha cortesía, al fin com o a rey, y él (C uauhtém octzin) echó m ano al puñal de Cortés, y le dijo: “ ¡Ah capitán! ya yo he hecho todo mi poder para defender mi reino, y librarlo de vuestras m anos; y pues no ha sido mi fo rtu n a favorable, quitadm e la vida, que será m uy ju sto , y con esto acabaréis el reino m exicano, pues a mi ciudad y vasallos tenéis destruidos y m u erto s” . C ortés con alegría lo abrazó y le hizo m ucho am or a él y a sus capitanes; entonces el G uatem uz dijo a Cortés: “ Señor


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Denota de los Mexicanos. Lienzo de Tlaxcala.


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M alinche: ya he hecho lo que soy obligado en defensa de mi ciudad, y no puedo más y pues vengo por fuerza y preso ante , tu persona y poder, tom a ese puñal que tienes en la cinta j y m átam e luego con él” , y el m ism o G uatem uz le iba a echar ) m ano dél. C ortés le respondió con doña Marina e Aguilar, que.' p or haber sido tan valiente, le tenía en m ucho más su persona j y que (no) era dino de culpa ninguna, e que antes se le ha de S tener a bien que a mal, y quél m andará Méjico y sus provincias de antes. G uatem uz y sus capitanes dijeron que lo tenía en m erced. C ortés preguntó por la m ujer y por otras grandes señoras de otros capitanes que venían; G uatem uz respondió que había rogado a Gonzalo de Sandoval y a G arcía de Hol­ guin que las dejase estar en las canoas, Cortés envió por ellas. IX T L IX O C H ITL IN T E N T O PRE N D E R A CUAUHTEMOCTZIN, PREND IO A TE T LE P A N Q U E TZA T Z IN Y OTROS. Ixtlilxúchitl, que procuró harto de prender por su m ano a Q uauhtém oc, y no pudo hacerlo solo, por andar en canoa no tan ligera com o un bergantín, pudo alcanzar dos en donde iban algunos príncipes y señores, como eran T etlepanquetzatzin del reino de T lacopan, y Tlacahuepantzin hijo de M octehecuzom a, y otros m uchos, y en la otra (canoa) iba la reina Pagara tzin O xóm oc, m ujer que fue del rey Cuitláhuac, con m uchas señoras. Ixtlilxúchitl prendió y llevó consigo a estos señores, hacia donde estaba C ortés; a la reina y demás señoras las m andó llevar a la ciudad de Tezcoco con m ucha guarda, y que allá las tuviesen. Iban en aquella gran canoa o piragua, com o la llama Bernal Díaz, el rey de México C uauhtem octzin y la reina Tecuichpotzin y el rey de Tlacopan T etlepanquetzaltzin con otras perso­ nas distinguidas. C U AU H TEM O C TZIN O RD EN A A SU PUEBLO DEPONER L A S A R M A S . Cortés le rogó m andase a los suyos se rindiesen, así lo h izo y se subió por una torre alta, y les dijo a voces que se rindieran, pues ya estaba en poder de los enemigos. La gente de guerra que sería hasta sesenta mil los que habían quedado de los trescientos mil que eran de la parte de México, viendo a su rey dejaron las armas, y la gente más ilustre llegó a consolar a su rey. Era tarde y com enzaba a llover. M andó C ortés se fuesen a C uyuacán, llevó consigo a G uatem uz y su familia y a m üchos


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principales, ansimismo m andó a Pedro de Alvarado, a Gonzalo de Sandoval y a los dem ás capitanes que cada uno fuese a su real. Se prendió G uatem uz y sus capitanes en trece de agosto, a hora de vísperas' en d ía de señor San H ipólito; año de mil e qUíñíeñtos y veinte y un años. Lrracias a N uestro Señor Jesu­ cristo" y a N uestra Señora la Virgen Santa M aría, su bendita m adre. Am én. Llovió y relam pagueó y tro n ó aquella tarde y hasta m edia noche, m ucho más agua que otras veces. Y desque se hobo preso G uatem uz quedam os tan sordos com o si de antes estuviera un hom bre llam ando encim a de un cam panario y tañesen m uchas cam panas. IXTL. 227

I. TLAT. 162/3

L O S E SP A Ñ O L E S S A Q U E A R O N L A CIUDAD Y C A Ñ O N E A ­ R O N A L O S IN E R M E S VEN C ID O S Este día, depués de haber saqueado la ciudad, tom aron los españoles para sí, oro y plata, p edrería y plum as, y los soldados las m antas y demás cosas. 1521 A G O ST O 14. Después de que C uauhtem octzin fue entregado, lo llevaron a A cachinanco ya de noche; pero al siguiente día, cuando había ya un poco de sol, nuevam ente vinieron m uchos españoles, tam bién era su final, iban arm ados de guerra con cotas y con cascos de m etal, ninguno con espa­ da, ninguno con su escudo. C U A U H TE M O C TZIN Y L O S PRIN C IPALES. Vienen cogien­ do del m anto a C uauhtém oc, C oanacotzin, T etlepanquetzaltzin, los tres vienen en fila. Tam bién T lacutzin, C ihuacóatl, y Petlauhtzin intendente de la Casa Negra, M otelchiuhtzin el jefe de H uitznáhuatl, el jefe de México A chcauhtli, el sumo sacerdote C oatzin, el tesorero Tlazulyautl. Después se fueron derecho a A tactzinco, en donde está la casa del T lacochcatl C oyohuehuetzin. V enían en fila los españoles, dos filas que se prolongaban y acababan m uy lejos, lejos llegaban las filas. S U RO PA E S T A B A SUCIA. Y cuando hubieron llegado a casa de C oyohuehuetzin, luego subieron a la azotea, a un tem plete allí colocado. E ntonces se sentaron, una m anta m ulticolor hacía som bra al capitán, allí se sentó el M arqués, a su lado se sentó M alintzin. C uauhtém oc estaba a su lado, ten ía puesta una m anta de hilo de m aguey de color verde, con bordados de color, con fleco de plum a de colibrí com o suelen usar los


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de Ocuila (C om arca M atlazinca y C hontal), to d a esa m anta estaba sucia y no ten ía puesta o tra cosa. Iba el Rei Q uauhtém oc, vestido de sola una m an ta, que aunque rica y bien labrada, estaba m ui sucia, pero donde faltaba lim pieza de libertad, no es m ucho, que sobren ropas sucias. A su lado (de C uauhtém oc) en seguida estaba C oanacotzin rey de T etzcoco, tam bién ten ía puesta u n a m anta tejida de fibra de m aguey con fleco y ribete de flores, con flores labra­ das esparcidas p o r to d a ella, tam bién estaba m uy sucia. Luego seguía T etlepanquetzaltzin rey de Tlacopan, tam bién no ten ía m ás que u n a m an ta de hilo de m aguey, y tam bién m anchada, m uy m anchada. Luego seguía A huelítoc, M ixcoatlailótlac (T em ilotzin), pegado a él estaba el yo p i caballero Popocatzin. Al otro lado estaban los de T enochtitlan, T lacotzin, P etlauhtzin, M o telchiutzins jefe de M éxico A chcauhtli, el sum o sacerdote C oatzin, el tesorero T lazolyauhtl. C U A U H TE M O C TZIN A U T O R IZ A A S U PU EBLO S A L IR D E T E N O C H T IT L A N Y TLA TE LO LC O . G uatem uz rogó a C ortés diese licencia para que el po d er de M éjico saliese, en tres días con sus noches en todas tres calzadas, llenas de hom bres y m ujeres e criaturas, tan flacos, am arillos, sucios y hediondos, que era lástim a de los ver. Luego to m aro n un cañón (los españoles), lo pusieron en una barca, lo llevaron a la casa de C oyohuehuetzin, y cuando allá hub iero n llegado, lo subieron a la azotea. Luego o tra vez m a­ tan gente; m uchos en esta ocasión m urieron. Pero se em pieza la huida, con esto va a acabar la guerra. E ntonces gritaban y decían: “ ¡Es b astan te, salgamos! ¡Vamos a com er hierbas!” . Y cuando tal cosa oyeron, luego em pezó la huida general. U nos van p o r agua, otros van p o r el cam ino grande. Aún allí m atan a algunos, están irritados los españoles porq u e aún lie-; van algunos su m acana y su escudo. Los que habitaban las casas de la ciudad van derecho hacia A m áxac, hacia el bifurcam ien to del cam ino, allí se desbandan los pobres, van al rum bo del Tepeyácac, van al rum bo de X o x o h uiltitlan, van al rum ­ bo de N onohualco. Pero al rum bo de X óloc o al de M azatzintam alco, nadie va. T odos los que h ab itaban en barcas y los que hab itab an sobre arm azones de m adera enclavados en el lago,


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y los hab itan tes de Tolm ayecan, se fueron p o r el agua; a unos les daba hasta el pecho, a otros les daba el agua hasta el cuello, algunos se ahogaron en el agua m ás profunda. Los pequeñitos son llevados a cuestas. El llanto es general. Pero algunos van alegres, van divirtiéndose al ir entrelazados en el cam ino. Al salir (los vencidos) iban con andrajos, las m ujercitas lle­ vaban las carnes de la cadera casi desnudas, p o r todos lados hacen rebusca los cristianos, les abren las faldas, p o r todos la­ dos les pasan la m ano, p o r sus orejas, p o r sus senos, p o r sus cabellos. Y tam bién se apoderan, escogen m ujeres blancas, de piel trigueña, de trigueño cuerpo; algunas m ujeres a la h o ra del saqueo se u n taro n de lodo la cara; hilachas p o r faldellín, hilachas com o camisa, to d o era harapos lo que vistieron. T am bién fueron separados algunos varones, los valientes y los fuertes, los de corazón viril, tam bién jovenzuelos que fueran sus servidores, sus m andaderos. A algunos les m arca­ ron con fuego ju n to a la boca, a unos en la m ejilla. En los cam inos yacen dardos ro to s, los cabellos están esparcidos. D estechadas están las casas, enrojecidos tienen sus m uros. G usanos pululan p o r calles y plazas, y en las paredes están salpicados los sesos. Rojas están las aguas, están com o teñidas, y cuando las bebim os, es com o si bebiéram os agua de salitre. G olpeábam os, en ta n to , los m uros de adobe, y era nu estra herencia u n a red de agujeros. Con los escudos fue su resguardo, Pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad. H em os com ido palos de co lo rín , hem os m asticado gram a sálitrosa, piedras de adobe, lagartijas, rato n es, tierra en polvo, [gusanos. . . Com im os la carne apenas sobre el fuego, de allí la [arrebataban, en el fuego m ism o, la com ían. . . L O S E S P A Ñ O L E S B U S C A N ORO, M U JE R E S, Y M A R C A N C O N FU EG O A L O S VENCIDOS. P or su p arte los españoles, al borde de los cam inos, están requisionando a las gentes.


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Buscan oro. Nada les im portan los jades, las plum as de quetzal y las turquezas. Se nos puso precio, precio del joven, del sacerdote, del niño y de la doncella. Basta: de un pobre era el precio sólo dos puñados de m aíz, sólo diez to rta s de m osco; sólo era nuestro precio veinte to rta s de gram a salitrosa. O ro, jades, m antas ricas, plum ajes de quetzal, todo eso que es precioso, en nada fue estim ado. Y esta fue la m anera com o salió el pueblo, se fue a m eter a los rincones, a las orillas de las casas de los extraños. En un año 3-Casa fue conquistada la ciudad. En la fecha eri*\ fque nos esparcim os fue en T laxocim aco, un d ía 1-Serpiente. i C uando nos hubim os dispersado, los señores de T latelolco fueron a establecerse a C uauhtitlan: son T opantepoctzin, el Tlacóchcal C oyohuehuetzin y T em ilotzin. Hallóse la ciudad com o arada y sacada las raíces de las hierbas que h abían com ido, y hasta las cortezas de algunos árboles; agua dulce no les hallam os sino salada. No se ha halla­ do generación en m uchos tiem pos, que tan to sufriese ham bre, sed y continuas guerras. M A S M O R T A N D A D QUE E N JE R U S A L E N . Aquellas casas adonde se h a b ía re tra íd o G uatem uz, digo, que ju ro , am én, que todas las casas y barbacoas de la laguna estaban llenas de r cabezas y cuerpos m uertos, que yo no sé de qué m anera lo describa, en las calles y en los m ism os patios del T atelulco no h a b ía o tra cosa, y no podíam os andar sino entre cuerpos y cabezas de indios m uertos. Yo he leído la destrucción de Jerusalén, m as si fue más m o rtan d ad questa, no lo sé cierto; j guerreros de todas las provincias y pueblos subjetos a Méjico que allí se hab ían acogido, todo estaba lleno de cuerpos j m uertos, h ed ía ta n to que no h ab ía hom bre que lo pudiese / sufrir. C ortés estuvo m alo del hed o r en aquellos días questuvo en T atelulco.

CO RTES DIO LAS GRACIA S A SUS ALIADOS I b id .

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N uestros amigos C hichim ecatecle y dos m ancebos X icontengas, hijos de X icontenga “ El Viejo y Ciego” , guerrearon valien­ tem ente co n tra el po d er de Méjico y nos ayudaron m uy bien, e


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de don F em ando señor de Tezcuco, que se decía Súchel (Ixtlixóchitl) hizo cosas de valiente y esforzado, e otros m u ­ chos capitanes; C ortés les dio m uchas gracias porque nos habían ayudado, e con m uchos prom etim ientos que les haría señorear y les daría el tiem po adelante, tierras y vasallos, los despidió. IXTL. 226

C O R T E S N O REC O N O CIO L A L E A L T A D D E IX T L IX O CHITL. Me espanta de Cortés, que siendo este príncipe (Ixtlixóchitl) el m ayor y más leal amigo que tuvo en esta tierra, que después de Dios, con su ayuda y favor ganó, no diera noticia de él ni de sus hazañas y heroicos hechos, ya que no se le dio ningún prem io, sino que lo que era suyo y de sus antepasados se le q u itó , y aun las casas y unas pocas de tierras en que vivían sus descendientes, no se las dejaron; nadie se acuerda de los aculhuas tezcucanos, sino de los tlaxcaltecas, los cuales según todos los historiados dicen que, más aínas venían a robar que a ayudar, robaron las casas, los palacios de N ezahualpilzintli y quem aron parte de los archivos reales, y to d o el oro que cogían se lo daban a los españoles, lo cual no hicieron los acolhuas y demás provincias. Duró el cerco de M éxico, según las historias, pinturas y rela­ ciones, especialm ente la de D. Alonso A xayaca, ochenta días cabalm ente, m urieron de la parte de Ixtlilxúchitl y reino de Tezcoco, más de trein ta mil hom bres, de m ás de doscientos mil que fueron de la parte de los españoles, com o se ha visto; de los m exicanos m urieron más de doscientos cuarenta mil, y entre ellos casi toda la nobleza m exicana, pues que apenas quedaron algunos señores y caballeros, y los más niños, y de poca edad.

V.R.P. M.A.T.S. 11-77

IXTL. 227

"Hernando C ortés herró m uchos esclavos en la tom a de M éxico y m andó vender tam bién com o esclavos a más de tres-' cientos prisioneros en la expedición que hizo al Pánuco. A C O YO A C AN . Llevaron m uchos hom bres y m ujeres por esclavos, y luego fueron a Coyoacán con to d o el ejército, en donde se despidieron con todos los señores de Ixtlilxúchitl, y se fueron a sus tierras, dando palabra a C ortés de ayudarle en todo lo que les quisiese m andar, el cual se los agradeció m ucho, y los tlaxcaltecas, huexotzincas y cholultecas se despidieron de él.


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Van hacia Coyoacán. Códice Vaticano A.

A.M.G.K. HIST. LIT. NAH. 11-94

Pasados los nueve días son llevados en tu m ulto a Coyohuacan C uauhtem octzin, C oanacoch, T etlepanquetzaltzin: prisio­ neros son los reyes. Los confortaba T lacotzin y les decía: “ Oh sobrinos m íos, tened ánim o: con cadenas de oro atados, prisioneros son los reyes” . R esponde el rey C uauhtem octzin: “ Oh sobrino m ío , estás preso, estás cargado de hierros. ¿Quién eres tú , que te sientas ju n to al Capitán General? ¡Ah es doña Isabel, mi sobrinita!.


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¡Ah, es verdad, prisioneros son los reyes!. Por cierto, serás esclava, serás persona de o tro: será forjado el collar, el quetzal será tejido 7, en C oyohuacan. ¿Quién eres tú, que te sientas ju n to al C apitán General?. ¡Ah es doña Isabel, mi sobrinita!. ¡Ah, es verdad, prisioneros son los reyes!” . (En las negras paredes del M éxico que m o ría iban a b ro tar las flores de la tristeza con esta m elancólica frase:) Sólo flores tristes, sólo cantos tristes se difunden a q u í en M éxico y en Tlatelolco; pero allí, .sin em bargo, es donde se dan a conocer los hom bres. I

7 Habrá un hijo.


CAPITULO V

DESTRUCCION Y CRUELDAD B.D.C. 424

I. TLAT, 164

F E S T IN D E L O S E SP A Ñ O LE S. Después que se ganó esta grande ciudad y haber dado m uchas gracias a Dios N uestro Señor y a su bendita m adre N uestra Señora, e haber ofrecido ciertas m andas a Dios N uestro Señor, C ortés m andó hacer un b an q u ete en C uyuacán p o r alegrías de la h ab er ganado; ten ía m ucho vino de un navio que h ab ía venido de Castilla, ten ía puercos. Para la fiesta m andó convidar a todos tres reales; cuando fuim os al banquete no h a b ía asientos ni mesas para la tercia p arte de los soldados y capitanes, y valiera m ás que no se hiciera po rq u esta plan ta de N oé hizo a algunos hacer desati­ nos, que anduvieron sobre las m esas después de haber com ido que no acertaban a salir al p a tio ; otro s decían que h ab ían de com prar caballos con sillas de oro, y su aljaba las h abían de ha­ cer de oro de las partes que les h ab ían de dar, otro s iban gradas abajo rod an d o . Ya que h abían alzado las m esas salieron a danzar las dam as con los galanes cargados con sus arm as de algodón, que m e parece cosa para re ír y ansim esm o valiera m ás que no la hobiera. C O R T E S E X IG E A C U A U H T E M O C T Z IN M A S ORO. C uando h u b o cesado la guerra se puso C ortés a pedirles oro que hab ían dejando en el canal de los toltecas, cuando h u y e ro n de M éxico. El capitán convoca a los reyes y les dice: “ ¿D ónde está el oro


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DOLORES ROLDAN

que se guardaba en M éxico?” . E ntonces vienen a sacar de una barca to d o el oro. Barras de oro, diadem as de oro, ajorcas de oro para los brazos, bandas de oro para las piernas, capacetes de oro, discos de oro. T odo lo pusieron delante del capitán. Luego dice el capitán: “ ¿No m ás ése es el oro que se guardaba en M éxico? Tenéis que presentar a q u í to d o . B usquen los principales” . I. TLAT. 164

ANAL. TLAT. 74/5

B.D.C. 428

E ntonces habla T lacutzin: “ Oiga, p o r favor, to d o cuanto a nu estro palacio llegaba noso tro s lo encerrábam os bajo pared, ¿no acaso to d o se lo llevaron?” . E ntonces M alintzin le dice lo que el capitán decía: “ Sí, es verdad, to d o lo tom am os; to d o se ju n tó en u n a m asa y se m arcó con sello, pero en el canal de los toltecas nos lo hicie­ ro n dejar caer en el agua. T odo lo tenéis que p resen tar” . E ntonces responde el cihuacóatl T lacotzin: “ Oiga p o r favor, la gente de T en o ch titlan no suele 'pelear en barcas: es cosa exclusiva de los de T latelolco, acaso ellos la hayan to m a d o ” . E ntonces C uauhtém oc le dice al C ihuacóatl: “ ¿Qué es lo que dices C ihuacóatl? Bien pudiera ser que lo hubieran to ­ m ado los tlatelolcas, ¿acaso n o y a p o r esto han sido llevados presos los que lo hayan m erecido?, ¿no to d o lo m ostraron? ¿no se ha ju n ta d o en T exopan? ¿Y lo que to m a ro n nuestros señores, no es esto que está a q u í? ” . Y señaló con el dedo, C uauhtém oc, aquel oro. H obo fam a que el oro lo h a b ía echado G uatem uz en la laguna, cuatro días antes que se prendiese, dem ás desto lo h a b ía n rob ad o los tascaltecas y los de T ezcuco y G uaxozingo y C holula y to d o s los dem ás nuestros amigos (aliados) questaban en la guerra, y que los teules (españoles) que andaban en los bergantines ro b aro n su p a rte , p o r m anera que los oficiales de la hacienda del rey decían y publicaban que G uátem uz lo te n ía escondido y que C ortés holgaba dello p o rq u e no lo diese y habello to d o para sí. TO RM ENTO A C U A U H TE M O C TZIN , TE T LE P A N Q U E T Z A L T Z IN Y T L A C O T Z IN . Y p o r estas causas acordaron dar to rm e n to a G uatem uz y al señor de T acuba, (T etlepanquetzaltzin) que era su prim o y .gran privado, les a to rm en ta ro n e que les qu em aro n los pies con aceite.


\ CODICE DE CUAUHTEMOC

ANAL. TLAT. 75

CRIS. DEOJ. 1-107

OVIEDO 135

L.DE GOM. 76

ANAL. TLAT. 75

IXTL. 2 2 7 /8

IXTL. 2 3 3 /4

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C uando los enviados de los señores de T latelolco se hu b ie­ ron ido, se acercan a los soberanos de T enochtitlan y les hacen hablar. Después quem aron los pies al Q uauhtem octzin. E ay m ism o vido después quel dicho D. F ernando C ortés dio to rm en to s e quem ava los pies e las m anos al dicho Cuauhtem octzin. Juan C ano respondió: Avéis de saber que así a G uatim uzin com o al rey de T acuba, que se decía T etepanquezal, e al señor de T ezcuco, el capitán H ernán C ortés les hizo dar m uchos to rm en to s e crudos, quem ándoles los pies e u n tá n ­ doles las plantas con aceyte e poniéndolas cerca de las brasas y en otras diversas m aneras, porque le diesen sus tJjessoros. ^'E l caballero tuvo tan to sufrim iento que aunque m urió en el torm ento, del fuego no confesó (Tinacotzin_ X ihuacóatl) a cuantas preguntas le hicieron. C uando lo quem aban m iraba m ucho al Rey, para que habiendo com pasión le diese licencia de m anifestar lo que hab ía: Q uauhtém oc lo m iró preguntán___ ____ ___ dole: “ si estab a él eri^lgúji4em axcal^ — . C uando "am aneció lo trajeron (¿C uauhtém octzin, T etlepanquetzaltzin?), y lo am arraron a un palo, van allá y lo cuelgan en un palo de la casa del A u itzotzin, en la p u n ta de la caña. Allá acabó la espada, el m osquete, la herencia de nuestros soberanos. T O R T U R A A O T R O A L L E G A D O D E CU AU H TEM O C TZIN. C ortés estaba en C oyoacan, viendo no se hallaba el tesoro, m andó quem ar vivo a un caballero criado del rey C uauhtém oc. Ix tlilxúchitl no pudo sufrir la crueldad de C ortés, le dijo que sabía claram ente que era en vano cuanto hacía y gran inhum a­ nidad, que daba ocasión a que se tom asen a rebelar, C ortés conociendo el riesgo lo m andó soltar. D E L O S R E B E L D E S POR E L TO R M E N TO D A D O A C U A U H TE M O T ZIN , C O A N A C O T Z IN IB A A SE R D ESPE­ D A Z A D O POR P E R R O S. Los señores m exicanos que habían escapado de la guerra de M éxico, viendo a su rey Q uauhtém oc a to rm en ta d o p o r el tesoro, se am otinaron, y adem ás se alzaron o tra vez co n tra C ortés, com o se lo dijo Ixtlilx ú ch itl; el cual con tiem po lo rem edió, y fueron presos los m ás culpados, y fueron m uchos de ellos sentenciados a m u erte, unos ahorcados y a otros les echaron los perros que los despedazaron, entre ellos fue C ohuanacoxtzin, de lo cual se enojó m ucho Ixtlil-


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xúchitl contra C ortés, y a pesar de los españoles, le m andó q u itar de los perros que ya le querían despedazar. N O HU BO M A S ORO. H abían hecho m uchas pesquisas y todos los m ayordom os de G uatem uz decían que no h ab ía más de lo que los oficiales del rey ten ían en su poder, que eran hasta trescientos y ochenta mili pesos de oro, que ya lo h ab ían fundido y hecho barras, y de allí sacó el real quinto y o tro q u in to de Cortés. Fuim os con el G uatem uz a las casas en que solía vivir, estaba una com o alberca y sacam os un sol de oro com o el que nos dio M ontezum a, y m uchas joyas y piezas de poco valor que eran del m ism o G uatem uz. En la laguna adonde nos decían que h a b ía echado el oro G uatem uz, entré yo y o tros soldados, siem pre sacábam os piecezuelas de poco precio, lo cual nos lo dem andó Cortés y el tesorero Julián de A lderete, ellos m ism os fueron con nosotros adonde lo habíam os sacado y to rn aro n a sacar obra de ochenta o noventa pesos, h ab ía m uchas sospechas que lo ten ía escondido Cortés. Después dijeron que cabían a los de a caballo a ochenta pesos, a los ballesteros, escopeteros y rodeleros a sesenta o cincuenta pesos, ningún soldado las quiso tom ar. E ntonces m urm ura­ m os de C ortés que m ás conquistados nos tra ía que la conquista que dim os a Méjico.

M A S F E R O C ID A D POR ORO. En este tiem po se hace requisa de oro, se investiga a las personas, se les pregunta si acaso un poco de oro tienen, si lo rescataron en su escudo, o en sus insignias de guerra, si allí lo tuvieron guardado, o si acaso su bezote, su colgajo del labio, o su luneta de la nariz, o tal vez su dije pendiente, to d o cuanto sea, luego ha de juntarse. Y hecho así, se reju n tó to d o cuanto se pudo descubrir.«Luego lo


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viene a presentar uno de sus jefes, el Cuezacaltzin de Tlapala, H uitziltzin de T epanecapan, el capitán de H uitznáhuac, el huasteco, y P o tzo n tzin de C uitlachcohuacan. Y se fueron a buscar oro en C uitlahuactonco, en la casa del Itzp o to n q u i. C uando nuestros señores fueron allá a buscarlo, los llevan o tra vez a C oyouacan. Los m aniatan. Allá m urió el sacerdote que guardó el (ídolo de) U itzilopochtli y ellos investigaron d ónde se en contraban los bienes del brujo y los del sacerdote T ótec, del sacerdote del incienso. E ntonces ellos se los confesaron cuando la gente fue llevada a X altocan. Sus bienes estaban guardados en Q uachilco, allá los h abían llevado. C uando aparecieron, ahorcaron a am bos en m edio del cam ino en M azatlan. T E T L E P A N Q U E T Z A L T Z IN D IC E TE N E R O RO P A R A QUE L O S E S P A Ñ O L E S LO M A T E N . El señor de T acuba dijo que te n ía en Tacuba ciertas cosas de oro que le llevasen allá y lo d aría; fue Pedro de Alvarado y seis soldados, e yo fui y cuan­ do allá llegamos dijo el cacique que p o r m orirse en el cam ino h a b ía dicho aquello, que le m atasen, que no ten ía oro ni joyas ningunas, no hobim os m ás oro. O R O P A R A L IB E R A R A C O A N A C O T ZIN . Ix tlixóchitl le dijo a C ortés le quitasen a su herm ano los grillos, porque te n ía los pies bien lastim ados, que ya estaba bien castigado. C ortés respondió que hasta que de España viniese recado del E m perador no le p o d ía soltar y si tan lastim ado estaba, que m andase tra e r cierta cantidad de oro de Tezcoco para rescatar­ lo y enviárselo al E m perador. Ixtlilxúchitl envió a Tezcoco p o r el oro que h a b ía quedado y se lo dio a C ortés, el cual dijo que era poco para rescatar a un gran señor com o era su herm a­ no. Envió segunda vez a T ezcoco, sus prim os, herm anos y deudos ju n ta ro n joyas y piezas de oro, se lo enviaron a Ixtlilx ú chitl, el cual se lo dio a C ortés, y rescató a su herm ano y lo envió a T ezcoco, en donde sus vasallos lo recibieron con hartas lágrimas de verlo tan enferm o, flaco y m altratad o y le curaron. C U A U H T E M O C T Z IN D ISPU SO L A R E S T A U R A C IO N D E L A CIUDAD, Y C O RTES, E L A U T O C R A T A , S E Ñ A L O E L A R E A P A R A L O S E SP A Ñ O L E S, Y S U S A D M IN IS T R A D O ­ R E S. M andó C ortés a G uatem uz que adobasen los caños de


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agua de C hapultepeque, lim piasen las calles, puentes y calza­ das bien aderezadas, palacios y casas hiciesen nuevam ente; antes de dos m eses, les señaló qué p arte h a b ía n de dejar desem ­ barazada para que poblásem os nosotros. Plano de la O rdenanza de C uauhtém oc. Este plano, que es una copia hecha en 1523, de un original precortesiano de 1430, fue m andado hacer p o r el tlacatecu h tli C u auhté­ m oc, para fijar los derechos de pesca de T latelolco (O bviam en­ te para C ortés). A H U E L IT O C T Z IN , SE Ñ O R D E T L A T E L O L C O . Hizo Señor de T latelulco, a un Principal, Uamado A huelitoctzin, que después se llam ó D on Ju an , y aunque se excusaba, y lo rehusa­ ba, p o r parecerle ofensa que h a c ía al Rei Q uauhtem oc, al fin lo acep tó , p o rq u e Q uauhtem oc le dijo, que hiciese lo que le m andaba el C apitán y vivió en el G oviem o de Tlatelulco m uchos años. A Q uauhtem oc le quedó el S eñorío de la o tra p arte de T en u ch titlan , que si sintió u n o esta división, que le hicieron de su S eñorío (que al fin era Rei, com o lo fueron to ­ dos sus antecesores) dijéralo él quando vivía, que Y o digo, que tuvo h a rta ocasión de sentirlo. Y con esto se acabó esta J u n ta , y C ortés se hizo Señor de M éxico, y de to d o s sus Reinos, y provincias. T E M IL O T Z IN E N C A P O L T IT L A N Y U E U E T Z IN E N A T IC PAC. Después de estos acontecim ientos, la gente em pezó a regresar nuevam ente para establecerse en T latelolco, en el año 4 T ochtli. Después viene T em ilotzin y se establece en C apoltitlan. Y el D on Juan U euetzin va y se establece en A ticpac. M urie­ ron C oyoueuetzin y T op an tem o ctzin en Q u au h titlan . C uando fuim os a establecernos en T latelolco, estuvim os (to d av ía) co m p letam en te solos. N uestros am os, los cristianos, to davía no h a b ía n llegado a establecerse. Nos tranquilizaron única­ m en te p o r quedarse ab solutam ente en C oyouacan. L E Y E S P A Ñ O L A D E H O R C A Y P E R R O S FERO C ES. Allá ahorcaron a M acuilxochitzin, el soberano de U itzilopochco. D espués a P itzo tzin , el soberano de C olhuacan. A am bos los a horcaron allá. Y al T lacatécatl y así com o al T lillancalqui de Q u au h titlan los m an d aro n descarnar p o r perros. Después ord en aro n que gente xochim ilca fuese descarnada p o r perros y que E cam extlatzin de T etzcoco fuese descarna­


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do p o r perros. H abían venido únicam ente a establecerse aquí, nadie los h a b ía acom pañado. U nicam ente trajeron consigo sus libros pintados. C uatro coyouaque h u yeron ju n to s, pero solam ente tres llegaron. Y ya que llegan a C oyoucan, allá se desbarató el pueblo de todas las partes; cuando ya se dieron regalos a la gente, cuando ya se vinieron a dar vasallos a las gentes. Después licencian del cautiverio a los señores de T enochtitlan. C uando los hubieron licenciado se fueron a A zcapotzalco. Tam bién en to n ces fue cuando se encarceló al dicho Pázotl, com o h a b ía dispuesto el capitán general que se hiciera, encarcelándolo.solam ente, pero le dieron m uerte.

TZINMTZINCHA-TANGAXHUA (CALTZONTZJN) DE MICHOACAN, SE ENTREGA IXTL. 229

El rey de M ichuacan llam ado C atzontzi, tuvo noticia de la destrucción de M éxico, tem iendo no fuesen sobre su reino, envió a su herm ano para que diesen el parabién a C ortés, ofreciendo servir al E m perador y ser am igo; y a los señores m exicanso el pésam e de sus trabajos y persecución.

LOS NATIVOS INTENTAN DEFENDERSE Provincias de T excoco, hacia las costas del m ar, con la pri­ sión y m uerte de Cacam a, estaban rebelados y m ataron españo­ les que buscaban oro y esclavos; enviaron gente de guerra los españoles para sujetarlos. A los dos m eses de perm anecer en C oyoacán. C ortés tuvo que som eter a G uatzacoalco, T o x tep ec, H u atoxco, Q uecholan, Z ihuatlan, Q uetzaltépec, Tabasco y otros. M andaron refuerzos en favor de T epeaca y Itzocan co n tra los reinos de la M ixteca, T zapoteca y H uaxacac (O axaca) que los agredían, tam bién a T ehuantepec y T zacatecan. En T o to tep ec in te n ta ro n quem ar a los españoles; tam bién estaban rebeldes C oaztlahuac, Tlazquiauhco.


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CORTES IRRUMPE EN TODA ANAHUAC C ortés m andó españoles a Z acatula para labrar bergantines y dos carabelas para descubrir to d a la costa y buscar islas, te n ía n o ticia de su riqueza. C ristóbal de O líd fue vencido p o r los de Colim an. C ortés m andó castigase a los de C olim an, y tam bién a los de Impiltzinco y nunca los p u dieron sujetar p o r ser gente m uy belico­ sa, se fueron de a q u í a Z acatulan en donde to m aro n m ás gente, y fueron sobre Colim an, que está sesenta leguas de Z acatulan; y los cuales viéndose m uy oprim idos de los nues­ tros (españoles), se rindieron con los de Im piltzinco, Zihuatlan, Z elim átlac, y otro s pueblos; y después de haber sujetado estas provincias, y poblado C olim an se to rn a ro n los nuestros.

Fray Pedro de Gante.


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LLEGA FR. PEDRO DE GANTE, JUAN DE TECTO Y JUAN DE AYORA. ENTRE LOS RECEPCIONISTAS SE ENCUEN­ TRA XOLOTL Y SU NIETO IXTL. 232

ALV. CHIMAL. TRAD.

1523 A G O ST O 13. Com o hubiese C ortés ganado a M éxico, envió aviso al E m perado nuestro señor, de to d o lo que h ab ía hecho, y pedirle despachase religiosos para la conversión de los naturales. Su m ajestad envió esta vez cinco o seis religiosos de la orden de S. Francisco, entre ellos el Padre Fr. Pedro de G ante, prim o de su m ajestad, Juan de T ecto y Juan de Ayora. E n tre la m u ltitu d que recibe a los prim eros frailes se en­ cuentra X ólotl y su nieto , el viejo se im presiona hasta las lágrimas de verlos vestidos hum ildem ente, m uy distintos a los españoles que conoce. Al observar la santa conducta de los frailes, a Fray Pedro de G ante se le acerca. Al principio el fraile no le to m a im portancia p o r su fam a de loco; a m edida que am bos intercam bian conocim ientos, la estim ación es recíproca.

¿DONES DE CORTES AIXTLIXOCHITL? IXTL. 233/5

1523, M arzo 19. C ortés le dijo a Ixtlilxúchitl le daba en n om bre del E m perador, O tum ba, Itziuhcóhuac y C holuia; Ix tlilxúchitl le respondió que lo que le daba era suyo y de sus antepasados. C ortés no le repitió más.

IXTLIXOCHITL INCONDICIONAL A CORTES, CONTI­ NUAN LOS CRUELES SOMETIMIENTOS F ue C ortés sobre P ánuco, hab ían m u erto a ciertos españo­ les. Llegaron a A y o to x titla n , tuvieron una cruel batalla, m urie­ ron de los de Ix tlilxúchitl, com o eran los prim eros, m ás de cinco mil y de los enem igos tres tan to s m ás; fueron heridos c incuenta españoles; vinieron los que estaban rebelados a darse, y trajeron to d o s los trib u to s de los años que no h abían dado. Luego fueron a Chila, que era donde desbarataron a F rancisco de G aray, que está cerca de la m ar ; visto p o r Cortés y Ix tlilxúchitl que no q u erían darse de paz, les dieron guerra;


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C ortés con cien personas y cuarenta de a caballo, y Ixtlilxúchitl con hasta veinte mil hom bres; fueron vistos p o r los ene­ m igos, y cargaron ta n to que p o r poco fueran vencidos y m u erto s los nu estro s; m urieron grandísim a sum a de ellos; fueron heridos diez m il de los de Ixtlilxúchitl. En los tem plos se hallaron los cueros de los españoles de Garay que los h a b ía n desollado, y los vestidos y arm as colga­ dos p o r las paredes, en lo cual se echa de ver claram ente que los prim eros españoles que vinieron a estas partes sin amigos, eran de poco efecto , y siem pre llevaban lo peor; lo cual suce­ dió m uy a la co n tra a C ortés, que donde quiera que él iba a sujetar o ten e r guerra con alguna provincia, salía siem pre vencedor p o r ten er amigos, los cuales eran los que guiaban la danza y c o rrían los prim eros riesgos. Ixtlilxúchitl prendió p o r sus propias m anos al señor de T o to té p e c , y se lo entregó a C ortés, el cual lo m andó ahor­ car.

CORTES IXTL. 236

PIDE

GUERREROS

A

CUAUHTEMOCTZIN

Los españoles que h ab ían quedado en Pánuco, de la p arte de G aray, hicieron tantas insolencias a los de Pánuco, que les fue forzoso rebelarse, no pudiendo sufrir a los españoles, y así m ataro n más de cuatrocientos de ellos; y com o tuviese C ortés aviso de esto, pidió a Ixtlilxúchitl socorro de gente, y al rey Q uauhtém oc, el cual y sus vasallos hab ían convale­ cido, y cada uno de ellos dio m ás de quince m il hom bres de guerra. Llegados a Pánuco, no hallaron m ás que cien españo­ les, que si se tardaran un d ía m ás, no hallaran ninguno, e n tra ­ ron lo saquearon to d o , y m ataro n infinidad de indios. F ueron presos p o r los nuestros sesenta señores, cu atro cien to s caballe­ ros y capitanes, fueron condenados a m uerte y quem ados. H alláronse en este castigo sus propios hijos, especialm ente los herederos para que escarm entasen.

INVASION HASTA GUATEMALA En el año de 1523 teniendo noticia que los de Q uauhtem alan, O tlatlan , C hiapan, X oconuxco y otras provincias de la costa del sur, h acían guerra a los que eran de la parte de los


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cristianos p o rq u e les h a b ía n hecho insolencias y agravios, C ortés envió españoles p o r T ehuatépec a X oconuxco, y casti­ garon m uchos lugares especialm ente T zap o tlan , ciudad fuerte y grande, y m urió de am bas p artes cantidad de gente, y fueron heridos m uchos españoles y se sujetó T zapotlan. F u ero n sobre Q u etzalten an co , pelearon y los desb arataro n ; se rehicieron y volvieron sobre los nuestros con m ás ánim o; luego los vencieron. A yudando Ix tlilx ú ch itl, sus herm anos, deudos y vasallos en donde le costó h a rto s trabajos y grandísim os gastos, en su sten tar y pagar a los españoles en servicio de Dios y del E m p erad o r n uestro señor, y dio a- todos ellos cu an to oro, plata y joyas h a b ía en los palacios de su padre y abuelo, y aun el que te n ía n sus herm anos y deudos; asim ism o gastó grandísim a sum a de hacienda en proveer las arm adas que se hicieron p o r diversas partes y guerra de M éxico, en basti­ m en to s, prem ios y pagas a sus soldados, a los cuales les cos­ tó la vida a m uchos capitanes, señores y caballeros deudos suyos.

CUAUHTEMOCTZIN FRANCISCANOS IXTL. 2 4 2 .—Y

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MANDO RECIBIR A

LOS DOCE

1524-VI-13. En el año de 1524, que los naturales llam an chicuacen tecp atl (pedernal núm ero 6). Casi a la m itad del año llegaron a esta tierra F r. M artín de V alencia, V icario del Papa, con doce com pañeros religiosos (Uno de ellos era Fray T oribio de B enavente o M otolinia) del orden de S. Francisco, que fueron los prim eros que convirtieron y bau tizaro n los naturales según la ley evangélica. Envió Q u au tém o c y los dem ás señores, com o tuvieron no ticia que h a b ía n llegado al p u e rto , sus m ensajeros para recibirlos y proveerlos de to d o lo necesario y en donde quiera que llegaban los recibían con m ucha fiesta y regocijo los naturales. El general, fray Francisco de los Angeles nos hizo m ercedes que luego envió los doce religiosos que dicho tengo, y e n to n ­ ces vino con ellos fray T oribio M otolinea, y pusiéronle este n o m b re de M otolinea los caciques y señores de M éjico, que quiere decir en su lengua el fraile p o b re, p o rq u e cu an to le


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HIST.

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daban p o r Dios lo daba a los indios y se quedaba algunas veces sin com er, y tra ía unos hábitos m uy ro to s y andaba descalzo, y siem pre les predicaba, y los indios le querían m ucho porq u e era una santa persona. Ya que nos encontram os con los reverendos religiosos, el prim ero que se arrodilló delante de Fray M artín de V alencia fue C ortés, y le besó los hábitos y a todos los m ás religiosos, y ansí el G uatem uz y los señores de Méjico. El G uatem uz y los demás caciques, vieron ir a C ortés de rodillas a besarle las m anos, espantáronse com o vieron a los frailes descalzos y flacos, y los h ábitos ro to s, y no llevar caballos, sino a pie, y m uy amarillos. (A estos frailes se incorporaron G ante, T ecto y Ay ora). Fray Pedro de G ante fundó la escuela para niños, ubicada atrás del convento de S. Francisco. p

AL REBELDE CRISTOBAL DE OLID, CORTES LO PER­ SIGUE PARA CASTIGARLO B.D.C 517

Ibid. 525

ALV. CHIMAL. TRAD.

T eniendo C ortés la gobernación de la Nueva España p o r m andado de Su M ajestad, le dio relación cóm o h a b ía enviado a C ristóbal de O lí a p oblar unas provincias que se nom bran H onduras, y que le dio cinco navios bien abastecidos e gran copia de soldados, m uchos caballos y to d o género de arm as; gastó m illares de pesos de oro en hacer la arm ada, y Cristóbal de O lí se alzó con to d o ello, lo aconsejó Diego V elázquez, gobernador de Cuba. C ortés h ab ía enviado al Francisco de las Casas co n tra Cris­ tóbal de O lí, tam bién porque decían que aquella tierra era rica de m inas de oro, estaba m uy codicioso, acordó de ir, dejó en Méjico buen recaudo de artillería, tru jo consigo al m ayor señor de M éjico, G uatem uz. X O L O T L CO N L A M IR A D A D ESPID E A CU AUH TEM OCTZIN. Es dem oledor el desconsuelo y desesperanza del pueblo, p o r el destino de sus señores que lleva C ortés a su contum az expedición hasta las H ibueras. E ntre el pueblo que los ve p artir, X ólotl alcanza a en c o n trar sus ojos con los de su Señor C uauhtem octzin. Es la despedida m ás triste, es la despedida que ahoga. T odos lloran al ver que les arrebatan a sus señores, lo único que les daba alivio.


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N A C O O L A S H IB U E R A S. Era avanzada com ercial y m ilitar ¿ m exica. (Es factible especular que el interés de C ortés para ¿ i n o m b rar gobernador de esta com arca a C ristóbal de O líd, ^ J o planeó en las estadísticas que le elaboró M octezum a X ocoy o tz in , m ism a inform ación que le facilitó e x te n d e r sus invaL f siones en el área que dom inaba la Gran C onfederación de A náhuac). IX T L IX O C H IT L N O M B R A G O B E R N A D O R E S S U S T IT U ­ TOS, A N T E S D E S A L IR . Llegado el tiem po que se h a b ía de p a rtir para Ibueras, Ixlixóchitl no quiso dejar el gobierno a ninguno de sus herm anos, eran m uy pequeños y porq u e no les levantasen testim onios; Izcuincuani, su criado, era hom bre de e n ten d im ien to , tam bién dejó a Z o n teco n y C ohuatecatl para las cabeceras de M éxico y T lacopan, p o rq u e los reyes C uauhtém oc y T letep an q u etzatzin , dem ás que estaban presos, no se e n tre te n ía n en las cosas del gobierno de sus reinos. E N C H ALC O S E U NE C O R T E S C O N IX T L IX O C H IT L . 1524, octu b re, Se h a b ía de p a rtir para Ibueras, m es de octubre. C or­ tés llevó consigo al rey Q u auhtém oc, y a C ohuanacoxtzin, T eltlap an q u etzatzin y Z ih u aco h u atzin , g obernador y capitán general de los m exicanos, y T latecatzin y M exitzincontzin,. señores m uy poderosos. Llegados a Chalco se ju n tó con Ix tlilx ú ch itl, iba C ortés con pena de O líd, y sujetar de cam i­ no provincias que estaban rebeladas p o r causa de los españoles que les ro b ab an sus haciendas y les h acían mil m olestias. A B R U M A D O R C O N T IN G E N T E L L E V A C O RTES. De Mechuacán tru jo (C ortés) o tro s caciques; a d oña M arina la lengua; m uchos caballeros y capitanes: G onzalo de Sandoval, Luis M arín, Francisco M arm olejo, G onzalo R odríguez de O., Pedro de Ircio, Avalos y Sayavedra. Palacios R ubios, Pedro de Sau­ cedo, Jerónim o Ruiz de la M ota, A lonso de G rado, Santa C ruz, Pedro Solís C., Ju an Jaram illo, A lonso V aliente, Navarrete, Serm an, Diego de M azariegos, Gil G onzález de B., H ernán López de Avila, G aspar de G am ica, y m uchos otros, y tru jo un clérigo y dos frailes franciscos (F ray Ju an T ecto y F ray Ju an de Ay ora); m ay o rd o m o C arranza, m aestresala a Juan de Jaso, R odrigo M añuelo, B otiller, a Serván Bejaran o ; rep o stero F ulano de San Miguel, despensero G uinea; tru jo grandes bajillas de oro y de p lata a cargo de Tello de M edina; cam arero Salazar; p o r m édico a Pedro L ópez; zuruja-


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DOLORES ROLDAN

no a m aese Diego de Pedraza; otro s m uchos pajes, uno era don Francisco de M ontejo; dos pajes de lanza; ocho m ozos despuela, dos cazadores halconeros; cinco chirim ías y sacabuches y dulzainas, un volteador, otro que jugaba de m anos y hacía títere s; caballerizo G onzalo R odríguez de O.; acémilas con tres acem ileros españoles; u n a gran m anada de puercos que venía com iendo p o r el cam ino; sobre tres mil indios m ejica­ nos con sus arm as de guerra, sin m uchos otros que eran de su servicios de aquellos caciques. Los conquistadores viejos que se quedaban le hicieron requerim iento a C ortés que no salga de M éjico, no le pudieron convencer. R IÑ E N L O S E S P A Ñ O L E S CO N L O S F R A IL E S POR S U D E F E N SA D E L O S N A T IV O S . Salido C ortés, los españoles estaban encontrados los unos con los otros, y (a) los n a tu ­ rales les hacían m il m olestias, de tal m anera que se alzaron y m ataro n españoles; p o r am or de los religiosos se apaciguaban; estaban tristes al ver que sus reyes y señores los llevaba C ortés a tan lejanas tierras y presos; im aginando los llevaba para m a­ tarlos a traición, com o sucedió. Los españoles estaban m uy m al con los religiosos, porque volvían p o r los indios, que n o faltó sino echarlos de M éxico. Ix tlix ú ch itl envió a decir a Izcuicuani su gobernador, que si los religiosos recibían pesadum bre p o r los españoles, que se fuesen a la ciudad de T ezcoco, y que allí les diese to d o lo que h ab ían m enester sin que se entrom etiesen con ellos los españoles, y que pusiese m ucha gente de guardia de noche y d ía para la seguridad de sus personas; lo cual o íd o p o r Alonso Izuincuani, hizo lo que su Señor le m andó con to d a p u n tu ali­ dad, y los religiosos que no pudieron sufrir ni to lerar las m al­ dades de los españoles, se fueron a T ezcoco, que p o r todo eran cu atro ; y estuvieron en Tezcoco hasta que vino C ortés e Ixtlixúchitl. C O R T E S CASO E N O R IZ A B A (V E R .) A L A M A L IN C H E C O N J A R A M IL L O , E S T A N D O B O R R A C H O . Soldados y gen­ te extravagante venida de Castilla, C ortés les m andó ir p o r dos cam inos hasta G uzacualco, porq u e para todos ju n to s no h ab ría ta n to s bastim entos. En un poblezuelo de un Ojeda, El T u erto , cerca de O rizaba, se casó Juan Jaram illo con doña M arina. Tan tem ido estaba C ortés, se hacía lo que él qu ería, agora fuese bueno o m alo.


CODICE D ¿ CUAUHTEMOC

L.DE GOM. 11-126

D.R. 91

IXTL. 248

Ibid. 250

B.D.C 528

199

Se casó Ju an X aram illo con M arina T enepal, estando b orra­ cho. C ulparon a C ortés que lo consintió teniendo hijos en ella. C O A T Z A C O A L C O S O V IL L A D E L E S P IR IT U SA N T O . Situado en la desem bocadura del río del m ism o n o m bre, era p u e rto terrestre y m arítim o de intercam bio entre m exicas. huaxtecos, zapotecos, m ixtéeos, m ayas, chontales, tzeltales. tzotziles, caribes, etcétera. Los pochtecas llegaban con obse­ quios y saludos de los tlatoanis de la C onfederación de Anáhuac, para el g obernador m exica, local, quien les e x te n d ía e] salvoconducto que los am paraba en la co ntinuación de su viaje al siguiente p u e rto Xicall'anco. Un tlahuilo m exica resi­ dente en este p u e rto , le dibujó a C ortés en u n a m an ta de al­ godón o de h en eq u én , la ru ta q u e seguían los p ochtecas para llegar a Naco (R epública de H onduras). C ortés envió desde la villa del E sp íritu Santo, al facto r G onzalo de Salazar, y al veedor Peralm indes C hirino de Ubeda, con p o d e r para que gobernasen, y suspendiesen a A lonso de E strada y R odrigo de A lbornoz, los cuales, llegados a M éxi­ co, en lugar de apaciguar y com poner, resultó gran odio y nació u n a gran guerra civil, en la cual m u rieron h a rto s espa­ ñoles, y estuvo M éxico para perderse, p o rq u e si de antes h acían m al a los naturales, ahora fue p eo r con estas revueltas, pues que les in ferían m il agravios y se tragaban sus haciendas. C U A Ü H TEM O C TZIN , E M B A JA D O R D E C O R T E S E N TA B A SC O Y X IC A L L A N C O . C ortés llegado a la villa del E sp íritu Santo, enviaron Q uauhtém oc y Ix tlilxúchitl a avisar a los señores de T abasco y X icalanco, iban con C ortés para Ibueras, que se les enviase u n a p in tu ra , los señores de Tabasco y X ica­ lanco, acabada la p in tu ra se la enviaron, estaba p in ta d o to d o el cam ino desde X icalanco hasta N aco y n ito (N aco y N ito), y hasta N icaragua. C ortés se holgó m ucho, y agradeció a los de Tabasco y X icalanco. C ortés m andó que to d o s los vecinos de G uazacualco fuése­ m os con él, q uestaba pob lad a de los conquistadores m ás a n ti­ guos de M éjico, y en el tiem po que h ab íam o s de reposar de los grandes trabajos y de p ro cu ra r algunos bienes y granjerias, nos m anda ir jo m a d a de m ás de quinientas leguas, tierras de guerra. No osábam os decir n o , e alguno se lo decía, p o r fuerza lo h a c ía ir.


200 H.C. 185

D.R. 93

H.C. '187

IXTL, 251

DOLORES ROLDAN

Envié a las provincias de Tabasco y Xicalango a hacer saber a los señores de ellas mi ida a aquellas partes, m andándoles que viniesen a hablarm e o enviasen personas a quien yo dijese lo que hab ían de hacer, que a ellos se lo supiesen bien decir. Y así lo hicieron que los m ensajeros fueron bien recibidos, y con ellos m e enviaron siete a ocho personas honradas, m e dijeron que en la costa de la m ar de la o tra p a rte de la tierra que llam an Y ucatán, estaban ciertos españoles, y que les hacían m ucho daño; recibían o tro m ayor daño los m ercaderes y tra ­ tantes, p orque a su causa se h a b ía perdido to d a la contratación de aquella costa, que era m ucha. X IC A L L A N C O . Sus habitantes chontales estaban gobernados p o r tenochcas, que, p o líticam en te, c o n stitu ían u n a am enaza para la confederación m aya. Adem ás de ser p ro d u c to r im por­ tan te de cacao, era tianquiztli más cosm opolita que Coatzacoalcos, lonja tasadora de los p ro d u cto s de la m eseta, la Huaxteca, O axaca, C am peche, Chiapas, Y ucatán, Itsm o C entro­ am ericano y m ás allá, y de las ciudades del Archipiélago del Caribe y la p enínsula T am pa (actual F lorida, E. U .) Las auto- 1 ridades de Xicallanco recibían los obsequios de las autoridades de T en o ch titlan que les entregaban los pochtecas; las au to ri­ dades co rrespondían los presentes al ratificar el salvoconducto ex ten d id o en C oatzacoalcos para co n tin u ar cruzando el terri­ to rio m aya hasta llegar a su m ercado en N aco, haciendo escalas en A callan, Petén Itzá y N ito. L L E G A N A TAB ASC O . P roveído esto que p o r la m ar h ab ía de llevar, y o com encé mi cam ino p o r la costa de ella hasta una provincia que se dice C upilcon, que está de aquella villa del E sp íritu Santo hasta tre in ta y cinco leguas, y hasta llegar a esta provincia, dem ás de m uchas ciénagas y río s pequeños, que en todos h u b o puentes, se pasaron tres m uy grandes, que fue el u n o en un pueblo que se dice T um alán (Tonalá) que está nueve leguas de la Villa del E spíritu Santo y el o tro es Agualulco que está otras nueve adelante. Llegaron a T onalán, al río Q uiyahuilco, de allí pasaron o tro m uy grande que fue necesario hacer un p u en te, trabaja­ ron m uy bien los naturales y luego cam inó el ejército otras tre in ta o cu aren ta leguas, pasó p o r cincuenta río s, se ocupa­ ron los naturales en hacer otro s tan to s puentes hasta llegar a la provincia de C opilco, y de A naxaxucan; pasaron un río


CODICE DE CUAUHTEMOC

B.D.C, 530

IXTL. 252

IXTL, 252

H.C. 192

B.D.C 531/2

201

llam ado Q uetzapalan, estuvieron en Z ihuatlan (C unduacan) y Chilapan (sujeta a T excoco), estaba quem ado y destruido de los españoles, y despoblado; fueron a O tam oztepec, se abastecieron de com ida; fueron hasta Iztapan, los de Iztapan, viendo españoles, echaron a huir. Ix tlix ó ch itl los llam ó, que ningún daño les iban hacer, y que los reyes venían allí, ellos con su Señor, se volvieron y regalaron y dieron to d o lo ne­ cesario. En Iztapa se inform ó C ortés de caciques y m ercaderes, les m o stró un paño de henequén que tra ía de G uazacualco, venían señalados los pueblos del cam ino de ir hasta G uaycala, que es la Gran Acala, h a b ía o tro Acala chica; dijeron h ab ía m uchos río s y esteros, y p o r echam os de sus casas, dijeron que no h a b ía m ás jo rn ad a. No ten íam o s qué com er sino yerbas y raíces, se nos abrasaron las lenguas no hallábam os cam ino, hobim os de abrile con espadas, anduvim os dos días p o r el cam ino creyendo iba derecho al p u eb lo , y u n a m añana to m a al m ism o cam ino que abríam os. Salieron de estos p u n to s pasaron u n a ciénaga, a un estero, hicieron un p u e n te , luego o tra ciénaga de m ás de u n a legua hasta una m o n ta ñ a áspera de unos árboles altísim os que apenas veían el cielo. A nduvieron perdidos p o r estas m o n ta ­ ñas, al tercer d ía fueron a dar a A huetecpan, estaba despobla­ do. En cierta isleta, estaba la gente. ‘ D E L O S E S P A Ñ O L E S H U IA N L O S N A T IV O S , L A P R E S E N ­ CIA D E C U A U H T E M O C T Z IN L O S D E TU V O . Ixtlilxúchitl les envió a llam ar diciéndoles que se volviesen, los cuales com o tuvieron noticia sus reyes venían allí, se volvieron y los rega­ laron y dieron to d o lo necesario. En A h u etecpan, vinieron cargados de m iel, cacao y com ida, y algún oro ofreciendo a C ortés, que así se lo m an d aro n Q uauhtém oc y los dem ás señores. N o pude p o r la brevedad del tiem po darles a e n te n d e r más de lo que dije a los de Iztap an , y dos religiosos de la orden de San Francisco (F ray Juan T ecto y Juan de A ora), que en m i c o m p añ ía iban, les dijeron asim ism o m uchas cosas. D E H A M B R E M O R IA N L O S N A T IV O S . C ortés q u e ría reven­ ta r de enojo, del m al que decían del, con la gran ham bre que h a b ía y no m iraba más de su a p etito , que era m ejor nos volviésem os, no m orir de ham bre. Indios de M echuacán y


202

DOLORES ROLDAN

m ejicanos m o rían , otro s caían m alos, quedaban en el cam ino desesperados; com o las chirim ías y sacabuches y dulzainas que C ortés tra ía , no sabían de trabajos, con la ham bre no le daban m úsica, eceto u n o , y renegábam os todos los soldados de lo o ír, que parescía zorros y adives que ahullaban. La m ana­ da de puercos que tra ía para C ortés, el m ayordom o, porque no los viésem os venían siem pre cuatro jo m ad as atrás reza­ gados. Padecieron los naturales grandísim a m iseria y ham bre, y aun sus reyes y señores, com ían sólo yerbas y frutillas silvestres. A los señores, p o r grandísim o regalo, les daban sus vasallos ciertos granos de m aíz que quitaban a los caballos de los espa­ ñoles. Sería necesario escribir un libro entero para exponer los trabajos que padecieron C uauhtém oc, C ohuanacoxtzin, Ix tlixóchitl y dem ás señores y sus vasallos, en sólo el tiem po que se ocuparon en hacer esta puente sin los dem ás referidos atrás, y en lo que sigue; jam ás se quejaron, hacían lo que se les m andaba con m ucho g u sto ;d e m odo que si quisieran m atar a los españoles en esta ocasión, lo p udieron hacer m uy fácil­ m ente, sin que corrieran ningún riesgo; y cuando no, una noche dejarlos allí perdidos y dar la vuelta para M éxico, pues les era fácil a ellos que no a los españoles, pues los naturales del trán sito eran sus vasallos. EXPLICACION DEL MAPA No. 1

/

ITINERARIO que en Tabasco siguió el Emperador Cuauhtémoc en el viaje que a las Hibueras hizo Hernán Cortés. En el punto marcado con el número 25, el Joven Abuelo fue ahorcado \ conjuntamente con el Rey de Tlacopan, el sábado de carnestolendas de 1525. 1)

Coatzacoalcos. De aquí parte la expedición a Las Hibueras, entre los que va el Emperador Cuauhtémoc y el Rey de Tlacopan.

2)

Boca del Río Tonalá, ahora límite entre Tabasco y Veracruz. Lo señalan como Agualulco, que ha de ser el actual Agua Dulce.

3)

Barra del actual Sánchez Magallanes, antes de Santa Ana. Para cruzarla, se hizo un gran puente, por estar al sur la enorme Laguna del Carmen, que hace contacto con “La Machona”.

4)

Barra de Tupilco, a la que Cortés llama Copilcón.

5)

Aquí cruzó el ejército el gran Mezcalapa. Ahora es la ciudad de Paraíso. El Mezcalapa desembo­ caba en la Barra de Dos Bocas.

6)

Cupilco. Pueblo tierra adentro que dice el Conquistador que con él comenzaba la Chontalpa.

7)

Ayapa. Poblado prehispánico.

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CODICE DE CUAUHTEMOC 8)

Iquinuapa. Según Bernal Díaz, la gente andaba rebelada.

9)

Jalpa de Méndez. En maya “Jal” es camino.

203

10)

Nacajuca. Pueblo al que se refiere Cortés como Anaxuxuca.

11)

Cunduacán. El Zagoatán de las Cartas de Cortés, voz maya que se desenvuelve: “Cun” , olla, “oaj” pan o tortilla, “Kan” amarillo.

12)

Cumuapá. Pueblo prehispánico que señala Cortés.

13)

Mazatepec. Cortés escribe: Tizatepec, poblado cerca del actual Villahermosa, pues dice que acamparon cerca del Río Chilapán.

14)

El hoy .¡Villahermosa. Aquí cruzó Cortés el Chilapán, como se llamaba el actual “Grijalva”. “Chi” en maya, es boca; “ha”, pronúnciase ‘ja ” , es agua o río, y “pan” región o bandera a que corresponde un lugar. En este caso, “Chijapán” es el lugar en donde se encuentran las bocas de las aguas. El actual río “Grijalva” es la boca por donde escurren todos los ríos que entran a Tabasco. Comenzando por el Oxolotán, el Amatán, que sigue como río Tacotalpa o de la Sierra, engrosándose con varios arroyos. Recibe antes de “Pueblo Nuevo de las Raíces”, la corriente del río Teapa y del Puyacatengo. En la “Majagua” se le unen los ríos Pichucalco y otro que nace en “Juárez”, y después de Villahermosa, los arroyos El Jobo, El Guanal, Aztlán y a 55 kilóme­ tros de la capital del estado, el ‘Grijalva”, boca de las aguas, se engrosa con el Chilapa que con­ tiene las aguas del río Tulijá que pasa por Salto de Agua y el Macuspana que se forma con el Poaná, Puxcatán y Chinal, río que toma el nombre de Tepetitán al pasar por esta prehispánica. población, sin que olvidemos las aguas del Bitzal, del Hormiguero, La Concepción, Tasajeras, El Naranjo y Chichicaste, para encontrarse en Tres Brazos, con el impetuoso “Usumacinta” con su gran número de ríos, arroyos y lagunas que lo conforman desde su nacimiento en el Alto Petén en Guatemala.

15)

Cacaos. El Caguatán de Cortés. En maya “cacau” es la semilla con que se hace el chocolate. Caguatán, corrupción de Cacau-ha-pan ¿fue es el río o la región del cacao.

16)

Astapa actual. Corrupción de Hoaztapán, la tierra del plátano, que abunda en esa región, o si se quiere: Zapote rojo (mamey) que también es Haaz”.

17)

Arroyo y laguna de Acumba. Población que hasta hoy subsiste.

18)

Tepetitán. Nombre que los mexicanos tradujeron, pues no es maya: mayas eran los habitantes de ese lugar.

19)

Después de Tepetitán, para seguir a Río Chico, hay una región que se conoce hasta hoy como “Malinche”, sin habitantes.

20)

Aquí encontró la expedición el río al que le pusieron “Chico”, por haber sido informados que un poco más arriba seguía el Río Grande o “Usumacinta’V como lo llamaron los aztecas.

21)

Río Usumacinta. Así lo nombraron los mexicanos, pues siendo esta región habitada por los mayas, no se compagina un nombre que señala en nahuatl lo que eso significa que es “Osoma”, mono, “aj” , agua, “Cintli”, maíz en mazorca y “Tlán”, región. En maya mono es “max”, agua ‘ja ”, maíz en mazorca “nal”. El río Usumacinta tuvo nombre parecido que significaba lo mismo en maya.

22)

Después de cruzar el “Usumacinta”, se encontraron con un arroyo y una laguna, más un terrible pantano. Hoy esa región se señala en el mapa como pantanosa, y la laguna es conocida como de “Las Cruces” , porque en todas partes dejaban cruces los expedicionarios. No sería de dudar­ se que en esta región se encuentre el puente más imponente hecho por los expedicionarios.


ZQ4

DOLORES ROLDAN

23)

Después de pasada esta región pantanosa, siguen los grandes llanos de Balancán que encontraron quemados, por la costumbre de incendiarlos a fin de que se les haga fácil la caza del venado que, según Bernal Díaz del Castillo, abundaba tanto, que lazaron veinte, muñéndoseles un caballo por haberse insolado, al estar siguiéndolos.

24)

Akalan. Voz maya y no nahuatl. Akal es pantanoso, o aguas retrancadas. Akálan, región de aguas sin corriente que se forma en ese lugar con las aguas de los arroyos llamados ahora: La Pita, Katec, La Palma, El Mono, Tintal Grande, Balmac y Aldama. Allí, en algún lugar alto, encontraron ubicada la Gran Akalan a que se refería Cortés, que es ahora la finca “Reforma”, de la familia Ocampo.

25)

Itzá-Canec. Itzá en maya es “indio maya” , Canek es apellido. Cortés habla de Canee. Otros escritores lo designan Canitzán o sea Canek-Itzá, que viene a ser lo mismo: el pueblo de Canek, como llamaron “el pueblo de Tabasco” al de Taabs-Couoj. Frente al pueblo ahorcan a Cuauhtémoc, conjuntamente con el Rey de Tlacopan.

26)

En este lugar, hasta desembocar frente a Itzá-Canek, está el arroyo llamado por corrupción “Chis Múc”, (pues más adelante se llama el Mactún. o sea el hombre de piedra). Lxtlixóchitl dice que a su tío que anduvo con Cortés, se le hizo una efigie en piedra por esos lugares. Aquí fue ahorcado Cuauhtémoc.

27)

Estapilla. Ha de haberse llamado Ix-ja-pán o región del maíz. “Ixjapán” era el verdadero nombre del Usumacinta.

28)

Petén Cicté. El Petenecté que escribe Cortés. Como por esta región volvió a encontrar el río “Usumacinta”, lo llama “el pueblo de Usumacinta”, con lo que vuelve a confundir el itinerario, pues Usumacinta no es voz maya, ni había por qué llamar a un pueblo maya en esa forma. En maya Petén es arboleda muy grande, isla o península. Aquí se trata de grandes árboles de chicle; “cicté” es el chicle de mascar. Este pueblo de Usumacinta tomó ese nombre por llamár­ sele “del Usumacinta” ; más tarde, al ser cabeza de siete pueblos, se le llamó “Cabecera” para volver a llamarse ahora Usumacinta.

29)

Tenosique, corrupción de “Tanab-Cicté”, casa habitación de los chicleros, en maya.

30)

Esta línea es el “Camino de Cortés” como se llama hasta hoy, y que lleva a “Flores Petén” .

31)

Este lugar es donde radicaba ‘Taabs-Couoj” al que llamaron los conquistadores “Tabasco”, del que derivó el nombre del pueblo que era el del Cacique, según Bernal Díaz del Castillo. Cortés antes que zarpara del Grijalva para Tepetitán, recibió del Cacique Tabasco, cien canoas con bastimentos.

32)

En este lugar se fundó el 25 de marzo de 1519, Santa María de la Victoria, que muchos histo­ riadores confunden con el actual Frontera. Frontera ocupa el lugar del pueblo ‘Tabasco”, o sea el marcado con el númerc 31.

33)

Atasta. Al llegar Cortés a las márgenes del Usumacinta, envió a Francisco de Medina como Capitán de las naos que se hallaban por allá.

34)

Xicalango. Aquí estaban las embarcaciones que Cortés equipó desde Coatzacoalcos y a las que ordenó con Francisco de Medina que zarparan para Bahía de la Ascención cerca de Honduras, a donde se encaminaba.

35)

Teapán, Bernal Díaz dice que de Teapán, su encomienda, le enviaron cuando estaban en Chilapan, unas canoas cargadas de víveres.

NOTA: Cortés escribe a Carlos V el 3 de septiembre de 1526. Pasó el actual estado de Tabasco, de oeste a este, a fines de 1524 y principios de 1525,




CMC AMAX

RIO

Rio

Hczca

teapa

&RIJAL-VA


CODICE DE CUAUHTEMOC

207

HACIA ACALLAN IXTL. 253

P A S A N E L R IO U SU M A C IN TA. Al cabo de los tres días dieron sobre un estero de m ás de quinientos pasos, tuvieron

Usumacinta.

EXPLICACION DEL MAPA No. 2 UBICACION DE ACALLAN E ITZANCANAC, SEGUN LA INVESTIGACION DEL ESCRITOR PEDRO VEGA El área_de_Acallan e Itzancanac, ha sido investigada por el escritor tabasqueño, señor PEDRO VEGA, experto conocedor de estas comarcas, guiado en crónicas, historias, ensayos, comentarios y demás material escrito desde el siglo XVI hasta la fecha, sobre la ruta que siguió Hernán Cortés, dentro de la actual entidad de Tabasco, y en donde asesinó al último Tlatoani de Anáhuac, Señor y Rey Cuauhtémoc, para después continuar hacia las Hibueras en la actual República de Honduras. El escritor Pedro Vega, que ha seguido paso a paso a Cortés, Díaz del Castillo e Ixtlixóchitl, al delimitar la Gran Acallan, obvia el asesinato de Cuauhtémoc, consumado en AKAKJA, cerca del municipio Tenosique, y a Itzancanac lo sitúa en el lado opuesto al Canitzá que numerosos paisanos de él, consideran el legendario Itzancanac. El trabajo del señor Vega, es avalado por dos investigadores de nuestra historia, de la más alta jerarquía: EULALIA GUZMAN y SALVADOR TOSCANO. La maestra Guzmán puntualizó la comar­ ca de Acallan y el lugar del asesinato de Cuauhtémoc, entre el sur de Tabasco y el Peten Itzá en el norte de la República de Guatemala. El maestro Toscano, por su parte, espigó en todas las fuentes sobre el respecto, demostrando que Oviedo estructuró su historia en las confesiones que le hizo Cortés, siendo el único que propaló haber sido asesinado Cuauhtémoc en Itzankanak. El mapa y el somero resumen, sujetos a pequeñas rectificaciones, son un adelanto de la obra que en breve publicará el señor PEDRO VEGA. AGRADEZCO SU DEFERENCIA.


208

DOLORES ROLDAN

grandísim o trabajo en hacer un p u en te m uy grande con m ucho riesgo de los naturales, duró la fábrica seis días. H.C. 195

IXTL. 254

E.G. HIST, D.R. 94

B.D.C 534

B.D.C, 534

Diéronse tan buena prisa y m aña en ello, que en cuatro días la acabaron, lleva m ás de m il vigas, que la m en o r es casi tan gorda com o un hom bre. Y certifico a vuestra m ajestad que no creo habrá nadie que sepa decir en m anera que se pueda en te n d e r la orden que estos señores de T en u x titan que conm i­ go llevaba, y sus indios, tuvieron en hacer esta p u e n te , sino que es la cosa m ás ex trañ a que nunca se h a visto. Fue esta pu en te la cosa m ás ex trañ a del m u n d o , los españo­ les se q u edaron espantados al ver la destreza y m aña con que lo hicieron los naturales. 1525 feb rero 20. La expedición ha pasado el río Usumacinta p o r T enosique (Tabasco). A C A L L A N . No o b stan te ser m ercado m aya y gobernar el m er­ cader P axbolonacha, ya se im p o n ían los pochtecas que llega­ ban con salvoconducto de las autoridades de Xicallanco. C ortés m e m andó a m í e un G onzalo M ejía, fuésem os con ciertos principales de Z iguatepecad a los pueblos de Acala, que halagásem os los caciques para que n o huyesen, porque Acala eran sobre veinte poblezuelos en tierra firm e e isletas, se andaba en canoas p o r río s y esteros. Llegados al prim er pueblo de Cala, con unas cuentas les halagam os y les rogam os fuesen a Z inguatepecad a ver al M alinche (C ortés) y le llevasen de com er. V inieron dos españoles de C ortés, que m andaba que con to d o el b astim en to que pudisen h aber, saliese a tres días al cam ino con ello, p o r causa que h a b ía n huido to d a la gente del pueblo donde le h a b ía dejado, que venía ya cam ino de Acala, que p asiese diligencia en que los caciques no se ausentasen. P A X B O L O N A C H A E S A V ISAD O D E L A L L E G A D A D E L A EXPED IC IO N , E N V IA B A S T IM E N T O S , O BSEQ U IO S, Y L O S E SP E R A C O N E N T U SIA SM O . Y o con tres com pañeros e ciento y tre in ta cargas de m aíz y o ch en ta gallinas, y m iel, y frijoles, y sal, y huevos, y otras fru tas, h a b ía ido Acala para traello; ansí com o llegué con bastim entos com o era de noche, cargan los soldados y lo to m aro n to d o , no dejaron a C ortés, ni a capitán, cosa ninguna; decíanle los soldados: “ Buenos puercos habéis com ido vos y C o rtés” . C ortés supo cóm o se


CODICE DE CUAUHTEMOC

H.C.

IXTL.

H-c 196

B.D.C.

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IXTL.

255

H.C.

IXTL.

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lo hab ían to m ad o , renegaba y pateaba, que qu ería hacer pesquiza. Llegaron los españoles que h a b ía enviado a Acalan, con o chenta indios de aquella provincia cargados de m anteni­ m ientos, con que Dios sabe el alegría que todos hubim os; en especial que nos dijeron que la gente quedaba m uy segura y pacífica, y con voluntad de no se ausentar. Los caballos salieron a nado a la o tra banda; to p aro n con m ás de cien naturales de Acalan que venían a recibirlos, traían m ucha com ida y refresco; con ellos españoles que h abían ido a dar aviso al rey de la provincia de A calan, llam ado A pochpelan, el cual estaba m uy co n ten to com o supo que sus reyes y grandes señores iban con los españoles a verle a su tierra, y envió con esta gente, ciertos presentes para Cortés, Cuauhtém oc, C ohuanacoxtzin, Ix tlixóchitl y los dem ás señores, enviándoles a decir, h a b ía hartos días que los esperaban p o r­ que de X icalanco era avisado. V enían de Acalan dos personas honradas, dijeron venir de p arte del señor de una provincia, que se llam a A paspolon a m e decir que él h ab ía holgado m ucho con mi venida; que h a b ía m uchos días que h ab ía noticia de m í, por parte de m ercaderes de Tabasco y Xicalango, y que holgaba de c o n o ­ cerm e. Envióm e con ellos un poco de oro. L L E G A N A A C A L L A N . Después d e sp artid o s los indios y españoles que iban delante de A calan, p a rtí tras ellos, allegué a la provincia de A calan, prim er pueblo T izatepetl, hallam os los naturales en sus casas y m ucho bastim ento. Cortés h o b o llegado a G ueycala, los caciques trujeron bastim en tó , se inform ó del cam ino y de otros hom bres com o nos­ otros, dijeron que ocho jornadas de allí h ab ía hom bres con barba, se holgó C ortés. O tro d ía fueron a T izapetlan, m uy bien recibidos con regalos de com ida y to d o lo necesario, estuvieron descansando cuatro o cinco días; salieron de este p u n to para T eotílac, dos jo m ad as más allá de la provincia de Acalan. H erm oso pueblo; llámase Teutiercas (T eo tílac), tiene muy herm osas m ezquitas, en especial dos, donde nos aposentam os y echam os fuera los ídolos. Llegaron a T eotílac tem prano, a la ribera de un río grande. el m ism o que va a salir a C oahuatzacoalco; hicieron una choza


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E.G. H IST. Y TRAD.

A N A L. 7

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o aposento de paja para que se albergaran C ortés y los suyos, y a los reyes se las hicieron a las espaldas de u n cu grande. Com o era tiem po de carnestolendas cuando los españoles se holgaban; los naturales tam bién solían hacer ciertas fiestas p o r este tiem po según su antigua costum bre, hicieron grandes alegrías, y m ás p o rq u e C ortés les h ab ía dicho que desde Acalan se h ab ían de volver sin pasar m ás adelante. Según Ixtlilxóchitl, B em al D íaz y C ortés, dos o tres jo rn a ­ das después de pasar el río U sum acinta, cruzaron el río San Pedro M ártir, su afluente oriental, y a otras tres jo rn ad as más llegaron al pueblo que Ixtlilxóchitl llam a T eo tílac (en ná­ h u atl), y Pax-Bolón M aldonado (te x to m ás adelante) Yaxzam (en chontal) del señ o río de Acallan, cuya capital era ízam Kanac. El Códice de 1528 y la tradición de Ichcateopan, dan idea de que dicho pueblo, deshabitado, era pequeño y estaba en la selva. (En la p robanza de M aldonado se dan com o lugares del asesinato de C u auhtem otzin, TAXAHA y YAXZAM , este últim o no aparece en la lista de localidades, debe ser el lugar deshabitado en la selva perten ecien te a TAXAHA o TEO TILAC, o TEU TIER C A S). A cam paron allí, según se desprende de los acontecim ientos que se narran, en la tarde del 26 de febrero de 1525. H O M E N A JE A C U A U H T E M O C T Z IN E N A C A L L A N . Y él, el soberano Q uau h tem o tzin Tlácatl les dice: “ Señores de T latelolco, ¿será que ya nos vam os a Castilla? Y a q u í están vuestros súbditos, a q u í en A callan. Decid a los señores que rigen Acallan, decidles así: ¿Será que ya nos vam os a Casti­ lla? Que su tío se com padezca de noso tro s p o rq u e nosotros debem os p resta r hom enaje al gran Señor que es el soberano de Castilla. E ntonces salieron los m ensajeros de los tlatelolca. Al llegar a A callan saludaron a los señores, la gente de A callan saludaron a los señores, y les in fo rm aro n lo que Q u au h tem o tzin les h ab ía dicho. Y después de haber escuchado las palabras del soberano, to d o s dijeron: “ Q ue venga el señor, n uestro am o y soberano, que nos haga dignos (de esta m erced )” . Tan luego que los m ensajeros hub iero n regresado, hablaron con nuestro soberano y señor y le dijeron: ‘ Señor y soberano, nos fuim os p o r allá, a donde tú nos enviaste. Nos han contes­ tado en esta form a: “ Q ue venga n uestro soberano, que visite a:


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sus súbditos, que nos haga dignos” . F ue en la m adrugada que les escuchó. Y después de haber am anecido, él les dijo: “ V am os a visi­ ta r a los nobles acallantlaca” . Después p artiero n los tres soberanos: Q uauhtém oc, C ouanacochtzin y T etlepanquetzatzin y algunos nobles m ás. La gente de Acallan arreglaba los axóyatl, fueron a su en cu en tro con abanicos de plum as de quetzal decorados con oro y con ellos form aron un dosel, y ju n ta ro n m antas reales y sandalias ricas y joyas provistas de pendientes de oro y collares de jad e , brazaletes de jad e de alto valor, superando la corona real a to d o , p o r su esplendor. Después de llegados se les dio atole y to m aro n pinole, com ieron los señores. Después de la com ida repartieron obsequios. Después de h ab er intercam biado o1 equios, ei regó a los señores de Acallan diciéndoles: “ Est -zaos lo m ás que podáis con la ayuda de Dios. E stad c o n tr ito s . No vayáis a pueblos extraños. Sed felices aq u í. Para que no oca­ sionéis dolor a la gente, a los viejos, a los ancianos, a los niños que to d av ía están en la cuna, a los que están jugando. Tened cuidado y com padeceos de ellos, no se vayan a un pueblo ex trañ o . Am adlos. No los abandonéis. Yo os lo reco­ m iendo expresam ente porque nosotros serem os enviados a Castilla. ;,Qué sé yo si regresaré o si pereceré allá? Quizá no vuelva a veros. H aced to d o lo que esté en vuestro poder. A m ad a vuestros hijos. Y sólo digo esto: A yudadm e en algu­ na form a con algo para que yo pueda dar ía bienvenida al gran Señor que es el soberano de C astilla". Ellos co n testaro n a la arenga de Q uaubícrnotzin lo siguien­ te: “ Óh señor y amo ¿acaso eres tú , súbdito, hum illándote? No te intranquilices, p o rq u e a q u í está tu propiedad. He aquí tu trib u to . Que salgan ocho ten ates de caña con oro am arillo, con joyas provistas de colgantes y esm eraldas y collares de turquesas, p o rq u e es tu propiedad, es tu trib u to . El soberano co n testó : “ Me habéis hecho bien, señores, con lo que vuestro corazón me d a” . Y después se echaron los ocho ten atesjso b re la espalda y los cargadores partieron. Los llevan a donde está X acaltzinco. Y los acallantlaca, colocaron sus teponaztles y sus abanicos de plum as de quetzal y después bailaron con los brazos extendidos entrelazándolos.


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El, el soberano Q uauhtem octzin tlácatl y C ounacochtzin y T etlep anquetzatzin: com o estos señores, el C ouanacochtzin de T ezccco y el T etlepanquetzatzin de T lacopan no tienen a q u í ningún vasallo consigo sólo Q uauhtem octzin les da algo de com er, porq u e no tianen víveres. Y to d o s los tres sintieron bien y ya están bailando. Se baila to d o el día y al ponerse el sol reina alegría y siguen entregándose al baile. IN T R IG A D E M E X IC A L C IN G O . E m pero él, el M exícatl de los tenochca, a quien nadie había llam ado, está solo en su cabaña y reposa allá. El ve y oye claram ente los teponaxtlis y el canto y ve las pelotas de plum as de quetzal. E ntonces se fue y se lam entó. Y salió M alintzin y dijo al M exícatl: “ ¿Qué tienes, mi tío M exicatl?” . “ V ente hija m ía , porque veo que Q uauhtem octzin aparece com pletam ente encantado con la revista de tropas. M íralo. A sí perecerem os a q u í nosotros y él, el señor M arqués y tú , mi hija M alintzin” . M alintzin le dice: “ ¿Es realm ente verdad lo que tú dices? Quizas no sea del todo verdad lo que tú afirm as, o sea que Q uauhtem octzin encabece una conspiración” . Y él, el M exicatl C ozóololtic contestó: “ Es absolutam ente verdad lo que digo, porque los hem os oíd o consultarse en la n oche. D ijeron que iban a quitarnos a los extranjeros, a los o to m í. “ ¿C uánto tiem po se necesitaría para que los aniquile­ m o s?” . “ Que se les asalte” . De este m odo los hem os o ído consultarse en la noche. Yo m e lam ento porque el capitán M arqués y tú perecerán a q u í” . “ Fslá bien M exícatl lo que m an ifestaste” . Después Malin­ tzin m ism a inform a al señor M arqués, tal com o ella lo había o íd o del C o z t : Mexi. Y cuando el sol iba a poner, entonces se despidieron. Se com ió o tra vez y ellos retuvieron al soberano Q uauhtem octzin para com er y después de la com ida partieron. CU A U H TE M O C TZIN Y L O S D E M A S S E Ñ O R E S S E S O L A ­ Z A N . Por ta n to , así estaban todos co n ten to s, y los reyes estaban en buena conversación, burlándose (o solazándose) unos de otros, C ohuanacoxtzin dijo al rey Q uauhtém oc, entre otras burlas: “ Señor, la provincia que vamos a conquistar será para m í, según las leyes de mi abuelo N ezah u alco y o tzin ” . R espondió riéndose el rey Q uauhtém oc: “ En esos tiem pos, Señor, solos n uestros ejércitos iban, y era bien que fuesen para


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V .A ., m ás ahora que nos ayudan los hijos del sol, p o r lo m ucho que a m í m e quieren, será para mi corona real” . Saltó Tetlep an q u etzatzin , y dijo: “No señor, ya que va to d o al revés, sea para m í, pues T lacopan de los tecpanecas que era el postrero en las reparticiones, será ahora el prim ero” . T em ilotzin, ge­ neral del reino de M éxico, y uno de los grandes T lacatecatl, respondió suspirando: “ ¡Ah! señores, cóm o se burlan VV. AA., sobre la gallina que lleva el codicioso lobo, y que no hay cazador que se la quite, o com o el pequeño pollo que se lo arrebata el engañoso halcón cuando no está allí su pastor, por m ás que lo defienda su m adre, com o lo ha hecho mi señor el rey Q uauhtém oc, que com o buen padre, defendió su patria; pero el im perio chichim eca careció de la paz y concordia, que es buen p asto r en los reinos, y nuestra soberbia y discordia nos entregaron a m anos de estos extranjeros, para padecer los largos y ásperos cam inos, las ham bres y fríos, y otras mil calam idades que padecem os, desposeídos de nuestros reinos y señoríos, y olvidados de nuestra regalada patria com o si fuera nuestra enem iga” . O tros señores estaban en esta plática, serían hasta nueve, dieron tam bién sus razones, se holgaron y can ta­ ro n rom ances para este propósito, que profetizaban todas las cosas que ellos veían y padecían, com puestas por los filósofos antiguos: ¡Oh sapientísim os reyes N ezahualcóyotl y N ezahualpilli, cóm o fuera para vosotros este tiem po dichoso tan alabado y ensalzado, pues tan to lo deseasteis ver, y nos contradijisteis nuestros errores! M uchas veces, m ás bienaventurados nosotros que los gozam os, y nuestros trabajos bien em pleados que han de ten er dos prem ios, el uno de esta vida, aunque sea de la h o nra, y la fam a sin interés de riquezas que son perecederas; y el o tro en la vida etern a donde está el T eo tloquenahuaque, que llaman los castellanos Jesucristo. P IE N SA C O R T E S QUE TO D O S S O N D E S U CONDICION. V isto C ortés a los señores m uy co n ten to s, imaginó m al, y com o dice el proverbio, piensa el ladrón que todos son de. su condición; díjoles parecía m uy m al entre los señores y príncipes, burlarse los unos con los otros; les rogaba no lo hicieran o tra vez. Ellos le respondieron que aquello no lo ha­ cían para darle pesadum bre, sino por holgarse y desechar sus trabajos; y que los príncipes en estas ocasiones es bien que se


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m uestren m uy co n ten to s para que sus vasallos tengan ánim o de padecer los trabajos, y pues él no gustaba de ello, p o r darle c o n te n to no se b u rlarían m ás los unos con los otros. Es que yendo C ortés esta jo m a d a , y llevando consigo estos reyes, y señores, llegaron a cierto lugar, donde se alojaron; y estando ya recogidos, y estos indios hablando sus sucesos, dijo C ohuanacotzin rey de T etzcuco, a C uauhtém oc y a T etlepanquetzaltzin, y otros: “ Veis a q u í señores, que de reyes, som os hechos esclavos, y tan to s días ha que nos trae tras sí Cortés, y estos pocos de cristianos que con él vienen; y si nosotros fuéram os otros, y no m iráram os a la fe que debem os, y a no inquietarnos, bien pudiéram os hacerles una burla, que se acordaran de lo pasado, y de haberle quem ado los pies a mi prim o C uauhtém oc (esto decía por el to rm e n to , que le dieron cuando buscaban el tesoro). A esto respondió C uauhtém oc: “ Dejad Señor C ohuanacotzin esta plática, no se entienda, y piensen que lo tratam o s de veras” . G uatem uz y otro s principales m ejicanos habían puesto en pláticas, o lo ordenaban, de nos m atar volverse a Méjico y tornarse a levantar. Lo descubrió a C ortés dos caciques, Tapia e Juan V elázquez. C onfesaron nos veían descontentos, m uchos soldados h a b ía n adolescido, que siem pre faltaba la com ida, que se h abían m u erto de ham bre cuatro chirim ías y el voltea­ dor, se hab ían vuelto tres soldados cam ino de M éjico, que más querían m orir que ir adelante. El G uatem uz confesó que ansí era em pero, que no salió dél aquel concierto, no sabe si todos fueron en ello, y que nunca tuvo pensam iento de salir con ello, sino solam ente la plática. El cacique de T acuba dijo que entrél y G uatem uz h abían dicho que valía más m orir de una vez que m o rir cada d ía en el cam ino, viendo la gran ham bre que pasaban sus m azeguales y parientes. E sto es lo que pasó, y com o las paredes tiene oídos, y no ai cosa, p o r secretam ente, que se trate, que por algún resquicio no se asom e á la plaza, fue la ventura de estos pobres, que o ió esta razón un Indio M exicano, V illano, y Plebeio, y fue con ella a C ortés, y com o para creerlo avia m enester poco. V eíase en tierras extrañas, y m uy trabajosas; y parecíale que era grave carga, (para C ortés), el cuidado de guardarle (a C uauhtém oc) en tal tiem p o ; y según lo dicho, si a m í me preguntasen la causa de esta su m uerte, diría que fue ésta y


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no querer andar con él tan sobresaltado y cuidadoso con él, y con los otros reyes, que llevaba en su com pañía, y no pienso que fue q uerer alzar estos tristes indios con la tierra, y más en ocasión, que y a los señores estaban divididos. En el año 7-CASA, 1525, fue cuando fueron calum niados C uauhtém oc y los otro s reyes, p o r los tlatelolcas y los m ichoacanos, allá en H uey M olían, cuando les llevara D. F ernando Cortés, M arqués del V alle; con lo que les calum niaron, a los reyes, C uauhtém oc de T en o ch titlan y T etlep an q u etzatzin de T lacopan, lo que les im putaron falsam ente, fue dizque nueva­ m en te les h arían la guerra a los españoles; precisam ente él, el llam ado C otztem exi, h ab itan te de T latelolco, fue quien les acusó falsam ente.

1525, M ARTES DE CA RN A V A L, CO RTES ASESINA A CUAUHTEM OCTZIN Y DEMAS SEÑ ORES, SIN PROBA N­ ZA L. DE GOM. IX TL. 258

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ANAL TLA T. 9

D urante las C arnestolendas de 1525, en Izankanak se ejecu-j tó el señor G uatem ucin. M artes de carnestolendas, año de 1525, tres horas, antes d eí día, fue llam ando los reyes sin que uno supiese del o tro ni nadie porque no se alborotasen. C U A U H TE M O C TZIN REP R O C H A A C O RTES. Y cuando le ahorcaban, dijo el G uatem uz: “ ¡Oh M alinche, días h a b ía que y o te n ía enten d id o questa m u erte m e habías de dar e h ao ía conoscidcPttisr falsas palabras, porque m e m atas sin justicia, Dios te la dem ande, pues tú no m e la diste cuando te entregué m i persona en m í ciudad de M éjico!” . El señor de T acuba dijo que daba p o r bien em pleada su m u erte p o r m o rir ju n to con su señor G uatem uz. V erdaderam ente tuve gran lástim a de G uatem uz y de su prim o, p o r habelles conoscido tan grandes señores. E fue esta m u erte que les dieron m uy injustam ente e paresció m al a to d o s los que íbam os. C ortés les m andó hacer una cruz en un árbol m u y grande que se dice ceiba, questaba ju n to a las casas a do n d e te n ía n los ídolos. Los tres soberanos se entregaron en las m anos de los solda­ dos que se estaban acercando. Ellos se clavaron a los soberanos com o ios perros al cuello (de sus víctim as). D espués los subie-



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MUÑ. CHÍM. CUAUH. 243

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ron al árbol de p o ch o te y los castigaron con gran crueldad, ahorcando al Q uauhtem octzin, al C ouanacochtzin d e T e zc o c o y al T etlep an q u etzatzin de T lacopan. Los tres fueron m atados allánen U eym ollan sobre el árbol pochote. Ni siquiera se les som etió a u n interrogatorio. Y sin h ab er m ás probanzas, C ortés, m andó ahorcar al Guatem uz y al señor de Tacuba, que era su prim o. A ntes que los ahorcasen, los frailes franciscanos los fueron esforzando y encom endado a Dios con la lengua doña M arina. Fuélos ahorcando aquella N oche de un A rbol, que llam an P ochotl, que los Castellanos llam an Ceyba, que es m ui grande, y m ui copado. A q u í am anecieron to d o s estos tres reies colga­ dos, y otro s cinco Señores con ellos, que debieron de ser de la consulta, o com prehendidos en los recelos, y tem ores, que C ortés te n ía concebidos de ellos. De esta m anera m urieron estos reyes, y C ortés quedó descargado de ellos. Los colgaron todos, no sólo al C u auhtem otzin, sino tam bién a don Pedro C ortés T etlepanquetzatzin, que era el Señor de T lacopan, y al don Pedro C ohuanacochtzin, que era de T etzcuco. ¿SE B A U T IZ O O N O CU A U H TEM O TZIN ? Allá (en H ueym ollan) fue a m o rir la persona de don H ernando de Alvarado C uauhtem octzin, Señor de T enuchtitlan, donde h a b ía gober­ nado du ran te cuatro años. Fue colgado por orden del capitán general don H ernando C ortés y los españoles lo colgaron de un árbol p o ch o te. M urió com o cristiano, le pusieron en las m anos u n a cruz. En sus pies te n ía grillos de hierro con ios cuales estaba sujeto al árbol p o ch o te. C uando el M arqués supo tal falsedad, al p u n to hizo b a u ti­ zar a los reyes, a C uauhtém oc, y T etlep an q u etzatzin , y al C ihuacóatl T lacotzin. En cuanto se bautizó a F em an d o C uauh­ tém o c y a D. Pedro T etlep an q u etzatzin , inm ediatam ente les sentenció en justicia el M arqués: am bos reyes m urieron en H uey M olían, donde se les colgó de una ceiba. Los hechos parecen confirm ar que nunca se bau tizó ; Pablo Pax-Bolón M aldonado, dice en sus papeles de 1612 (citados m ás adelante) que C ortés hizo que se bautizara m om entos antes de ser decapitado. Pero adem ás de que su relato tiene graves equivocaciones,\lo cual le q u ita seriedad, ni C ortés ni L ópez de G om ara, que es su eco, ni Berna! D íaz del Castillo


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que lo acom pañó en la expedición, ni Alva Ix tlilxóchitl que recibió los relatos de su antepasado Ix tlilxóchitl, Señor de Tezcoco, que tam b ién fue en ese viaje, no afirm an tal cosa. T am poco lo dice “ U nos A nales H istóricos de la N ación Me­ xicana” , escrita p o r Señores de T latelolco que acom pañaron a C u auhtém oc en la guerra y algunos de ellos en la expedición. El desarrollo de los hechos que precedieron a la ejecución, tal com o los describen el códice citado e Ix tlilxóchitl, no da

E l cóaice de 1528 representa a Cuauhtémoc colgado del cueUo; según tradición que proviene de un compañero del héroe, se le colgó primero de los pies y se le aplicó fuego en la cabeza. Protestó Fr. Juan de Tecto, y Cortés lo mandó colgar para que no denunciara el hecho ante Carlos V

M. CUEVAS

E-G*

lugar al bautizo. (A nales de T latelolco y A nónim o de T late­ lolco, tam p o co citan el supuesto bau tizo ). F R A Y J U A N D E TEC TO A S E S IN A D O PO R COR TES. C ortés hace que un Padre (¿F r. Ju an de T ecto?), confiese a C uauhté-


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m oc. El fraile in te n ta d o ctrin arlo ; pero C uauhtém oc dice que él cree en un sólo Dios Invisible, pero no en lo dem ás que le dice. C ortés exige que el fraile le com unique lo que C uauhtém oc h a dicho. “N ada m e d ijo ” , dice el fraile (pro b ab lem en te se refiere a o b ten e r secretos de él). C ortés, enojado, m anda ahorcar al fraile; éste pide p o r m erced le conceda quede cerca de su cadáver la cruz de olm o que trae desde España.

En la paite inferior tiene la siguiente leyenda en francés, seguramente puesta por Aubin. “73. Quauhtemoctzin, 11°. et dernier Roi de México. 74. 75. Mort des Rois Mexicains Citée par Hum­ boldt. Essai II. p. 64. Expedition de Honduras”. En la parte superior, así como a todo lo largo del códice aparecen los signos cronográficos que en el caso especial corresponden a Maculili Acati, 5caña (figura 1): Chicuace Tecpatl, 6-pedemal (figura 2) y Chicóme Calli, 7-casa (figura 3). Estos signos rigen a los acontecidos que se encuentran abajo de ellos.


220 COD. V A T. O RIOS.

MOTOLIN IA 86

T IR A DE TEPECHPAN. E.G. TR A D . ICHC.

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En la lám ina 90 correspondiente a los años de 1524, 25 y 26, aparece el fraile Juan de T ecto colgado de un cadalso, con su cruz entre las m anos, y colgados de un árbol,. C uauhtém otzin y o tro Señor (T etlepanquetzaltzin). Fray Jo h an n D ekkers (T ecto) llegó a la Nueva España en co m pañía de Fray Jo h an n V an de A uw era o Juan de A ora o A yora, y de Fray Pedro de G ante. Los dos prim eros acom pa­ ñaron a C ortés en la expedición de las H ibueras y m urieron d u ran te ella. A ntes de colgarlos, fueron decapitados y sus cuerpos suspen­ didos por los tobillos de las ram as de una ceiba. La tradición escrita de Ichcateopan dice que C uauhiém oc m urió de horrible to rm e n to , y la oral afirm a que m urió colga­ do de ios pies y entre las llamas de una hoguera que C ortés m andó encender precisam ente abajo de la cabeza del Gran Señor de T enochtitlan. Luego C ortés ordenó que lo endereza­ ran y colgaran del cuello. C O A N A C O T Z IN QUEDA AG O N IC O . Prim ero (ahorcó) al rey Q uauhtém oc, y luego a T etlep an q u etzatzin y a los demás, y el postrero fue C ohuanacoxtzin; m as Ixtlilxúchitl, que a esta ocasión fue avisado que los reyes estaban ahorcados, y que a su herm ano lo estaban ahorcando, salió de presto del aposen­ to y em pezó a dar voces, y apellidar su ejército co n tra C ortés y los suyos; lo cual visto por C ortés en el aprieto en que estaba y no hallando o tro rem edio, llegó de presto y cortó el cordel con que estaba colgado C ohuanacoxtzin; que ya estaba b o ­ queando, y em pezó a rogar a Ixtlilxúchitl que lo oyese, que le q u e ría dar la razón p orque h a b ía hecho aquello; y que si no le pareciese que fue m uy ju sto , que entonces hiciese lo que quisiese; e Ix tlilx ú ch itl m andó al ejército que se estuviese que­ do, que ya to d o s estaban aparejados para h acer pedazos a los españoles si pudiesen. O yó a te n tam e n te Ixtlilxúchitl a C ortés, el cual le m o stró la p in tu ra que pin tó C oxtem exi, y le dijo: que Q u auhtém oc, y C ohuanacoxtzin, y los dem ás señores, los q u erían m ata r a él y -demás españoles, y que el que m ás culpa te n ía era su herm ano C ohuanacoxtzin, no le h a b ía querido ahorcar antes y com o vio que d o rm ía ta n to , p o r no darle pesadum bre, y p o rq u e no se alborotase la gente, que era ya tarde, lo h a b ía m andado ahorcar el ú ltim o ; con otras m uchas razones, las cuales oídas p o r Ixtlilx ú ch itl, aunque con


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L. DE GOM. IXTL

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TORQ

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L. DE GOM.

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h arta pena se apaciguó disim ulando cuanto pudo esta traición. T lacatle, tam bién fue ahorcado. C O N D E N A N A C O RTES. C laram ente parece, com o es n o to ­ rio, que Q uauhtém oc y los dem ás señores m urieron sin culpa, y que les levantaron falso testim onio; pues jam ás sus vasallos se alzaron, ni to m aro n arm as contra los españoles; y aunque se enviaron a quejar a sus señores de los agravios que les hacían aquéllos, siem pre les respondían que los llevasen en am or de Dios, y que m irasen a sus reyes y señores el trabajo y largo cam ino que llevaban con tantas penas, m uertos de ham bre, sol y frío ; y pues ellos los llevaban con tan ta pacien­ cia que hiciesen lo m ism o; y así cierto, que si no fuera por am or de sus señores com o tengo dicho, los naturales desespera­ dam ente, viéndose perseguidos, no dejaran español con vida, y lo p o d ían hacer con m ucha facilidad, porque no ten ían a Tezcoco, Tlaxcalan, ni otras tierras y provincias en su favor, y estaban encontrados los unos con los otros. Era Q uauhtém oc, hom bre valiente, y en todas sus adversida­ des tuvo ánim o Real, tan to al principio de la G uerra para la Paz, q u an to en la perseverancia de el C erco; y asi quando le prendieron, com ó quando le ahorcaron, y en el T o rm en to , que le dieron, quisieran algunos, que F em an d o C ortés le guardara para gloria y triu n fo de sus V ictorias. Fue C uauhtém oc valiente hom bre, según de la historia se colige, y en todas sus adversidades tuvo ánim o y corazón real, ta n to al principio de la guerra para la paz, cuanto en la perse­ verancia del cerco, y así cuando le prendieron, com o cuando le ahorcaron, y com o cuando porque dijese del tesoro de M oteezum a, le dieron to rm e n to , el cual fue u n tá n d o le m uchas veces los pies con^aceite .,y p o n ién H o M o sm e g o al fuego; pero más Infam ia sacaron que no oro, y C ortés debiera guardarlo vivo cóm o oro en paño, que era el triu n fo y gloria de sus victorias. M aslT o”quiso ten e r que guardar en tierra y tiem po tan trab a­ jo so ; es verdad que se preciaba m ucho de él, que los indios le honraban m ucho por su am or y respeto y le hacían aquella m ism a reverencia y cerem onias que a M otezum a, y creo que por eso le llevaba siem pre consigo p o r la ciudad a caballo, si cabalgaba y si no a pie com o él iba.


222 E.G . TR A D . ICHC.

MATS, R IV A PALAC, II

109

IX TL.

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DOLORES ROLDAN

JO S E F R A N C ISC O “ carta viva” , dejó escrito en el libro “ Arco Iris de Paz” : “ E stos (los españoles) pueden escribir librem ente tan tas cosas de su Señor R ey Jesucristo, y yo no puedo escribir esto que es tan herm oso, referente a nuestro R ey o Señor C uaterno” . Creo que estos hom bres m alvados (los españoles) perten ecen a los m ism os que les m ataro n a su Señor R ey (Jesucristo) que tam bién era joven herm oso, ga­ llardo y grande com o C uaterno. ¿Por qué estos crim inales m atan a los señores m ás nobles y jóvenes?, ¿por qué esos que hablan de D ios han m atado a este m i Señor y R ey Cua­ terno, que en to d o se parece al Rey de esos m alvados? Estos no tienen p erd ó n de los dioses. Su vida tue la defensa de la justicia de esta herm osa tierra, que adm ira, lam enta y llora su corazón. (Sintetiza en esa expresión lo que fue la breve vida de C uauhtem otzin en defensa de su Patria). Los escritores contem poráneos, lo m ism o que la m ayor p arte de los que después han hablado de esa ejecución (de C uau h tem o ctzin ), la reprueban más o m enos enérgicam ente, y el m ism o A lam án, tan parcial en to d o lo que atañe al con­ q uistad o r de M éxico, no se atreve a decir m ás en defensa de C ortés, sino que “ nadie en una larga y tem pestuosa carrera puede gloriarse de haberla corrido sin m ancilla” . C ortés los m ató sin culpa, sólo porque la tierra quedase sin señores naturales; el cual, si co nocía ta n to bien com o Dios le h a b ía hecho, los h a b ía de ten e r sobre sus ojos, y estim arlos com o piedras preciosas, que era el triu n fo de sus hechos; pero él siem pre p ro cu ró de m ata r a los señores, y aun a sus nietos, y obscurecer sus glorias y dárselas a sí solo, porque si se m ira bien, si él únicam ente y sus com pañeros sujetaran to d a la tierra, fuera im posible; y cuando eso fuera no m erecieran ta n ta h o n ra, cu an to m ás que él tuvo m uchos m ás amigos que enem igos, y aun no se pueden decir enem igos a los que tienen este no m b re, porq u e los m ism os españoles dieron la ocasión, y aún no ta n solam ente obscurecen la ayuda que tuvieron de T excoco, Tlaxcalan y otras partes, sino que apocan ta n to a los vencidos que es vergüenza, y fuera de to d a verdad y razón, y no han h ech o , com o lo dicen, que quien quiere engrandecer la honra y fam a de la victoria no huye de encarecer las fuerzas del vencido, para gloria, h o n o r y eterno triu n fo del vencedor;


CODICE DE CUAUHTEMQC

223

lo cual si ellos hicieron esto, tuvieran m ucha m ás fam a de la que tienen.

TOSCANO 201

IX T L .

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[bid. 258/9

Los que escriben o dijeron que Q uauhtém oc y los dem ás fueron m uertos porque querían m atar a los españoles, lo dicen p o r encubrir sus m aldades y traiciones, sin que alguna historia o algún natural hava que dijera ser esto verdad. N O F U E I Z A N K A N A K E L L U G A R D E L O S CRIM ENES. López de G om ara es el único cronista que m enciona a Izamkanak com o lugar de la ejecución, si excluim os la Probanza Pax Bolón M aldonado, atendiendo a que ésta m enciona a A callan (Izankanak). Algunos autores escriben que la m uerte de Q uauhtém oc fue en Izacanac; pero los naturales, y las pinturas, cantos e h isto­ rias de esta tierra, a quien yo sigo, lo dicen según está referido atrás; y sea com o fuere, ellos m urieron en tierra de la provin­ c ia de Acalan. H A C IA IZ A N K A N A K . Ya era de d ía, hechas las paces entre C ortés y Ixtlilxúchitl, tom aron la vuelta para Izancanac. C O H U A N A C O T Z IN M U E R E L A S T IM A D O POR L A SOG A. M andó Ixtlilxúchitl llevar a su herm ano en andas, iba enferm o de la garganta del cordel con que le hab ían querido ahorcar, el cual de allí a pocos días m urió de unas cám aras de sangre que le sobrevinieron, y de pesadum bre y tristeza. A P A X P O L O N S A B E D E L O S C R IM E N E S D E C O RTES, Y D E SE A L IB R A R S E D E EL. U na jo rn ad a antes que llegasen a Izancanac salió al encuentro un hijo del señor llam ado A pochpalan, com o está referido, y dio el pésam e a Ixtlilxúchitl, de la m u erte de los reyes y señores, que ya en to d o s los pueblos de Acalan se sabía; dijo que su padre era m uerto, porq u e así se lo m andó, porque no q u ería ver a los españo­ les p o r las cosas que h a b ía n hecho. Ixtlilxúchitl le consoló y m andó hablase a C ortés, el cual se holgó de verle, y le dio ciertas cosas de España, aunque el decir que era m u erto su padre, no lo quiso creer, p o r haber tan pocos días que h a b ía enviado sus m ensajeros, com o atrás queda referido.

H.C. 196

Me vino a ver un m ancebo tra ía oro y aves, y dijo que su padre (A paspolon) era ya m u erto ; vi que no decía verdad; estuvo dos días allí conm igo, y f


224 IXTL,

259

H.C.

197

IXTL,

259

H.C. 197

E.G . IXTL, 260

DOLORES ROLDAN

C O R T E S IN V E S T IG A QUE V IV E A P A X P O L O N . Llegaron a un pueblo llam ado T eotlycacac, fueron m uy bien recibidos y regalados. C ortés tra b ó grande am istad con el Señor de aquí, y le rogó secretam ente le dijese, si era verdad que era m u erto A pochpalan. El respondió, rogándole guardase secreto, que no era m u erto , to d o aquello lo h a c ía p o rq u e no le entrase en sus tierras, pues le h a b ía parecido m al a to d a la tierra lo que h a b ía hecho en m ata r a los reyes; C ortés le dijo la causa p o r­ que lo h a b ía hecho, y llam ó secretam ente al hijo de A pochpa­ lan, y le dijo sabía que era vivo su padre. U no de los naturales de aquel pueblo, (T izatepetl) se m ostró m i am igo, m e dijo que A paspolon era vivo y que él m andaba m e desviasen del cam ino porque no viese los pueblos de ellos. Hice llam ar al hijo de A paspolon y le dije que m e m aravillaba de él y de su padre haberse querido negar; m e dijo m e lo h a b ía negado porque su padre se lo m andó y que él iría lo traer. El m ancebo no p o d ía negar la verdad: C ortés le rogó fuese a llam arlo (a A pachpolon), y lo m ism o hizo Ixtlilxúchitl. De allí a dos días vino, le dio el pésam e a Ixtlilxúchitl, lloró y dijo, que p o r la crueldad que los españoles hab ían hecho, se h a b ía m andado negar, previniéndole a su hijo dijese ser m uer­ to , y pidió a Ix tlilxúchitl le perdonase. Ixtlilxúchitl fue con él, al aposento de C ortés, y le dijo a éste las causas porque se h a b ía m andado negar, rogó ju n ta m e n te a Ixtlilxúchitl fuese con él a Izancanac, ciudad cabecera de su provincia, allí serían recibidos, servidos y regalados; o tro d ía salieron p ara Izancanac y se ap o sentaron en las casas de A pochpalan. V inieron (A pachpolon) y m e dio en descargo te m o r de saber m i vo lu n tad , que m e rogaba fuese al pueblo principal donde el residía, allí h a b ía de darm e las cosas necesarias; o tro d ía partim os, hasta Izancanac, el cual es m uy grande y de m uchas m ezquitas, alguna gente estaba ausentada; tuvim os copia de bastim entos. D iom e cierto oro y m ujeres, sin le yo ped ir ninguna cosa, p o rq u e hasta h o y ninguna cosa he pedido a los señores de estas partes si ellos no m e lo quisieron dar. M arzo 2. A h-Pax-Bolón vino, y todos ju n to s m archaron a Izam kanac. P or ta n to , este Señor nu n ca vio a C uauhtém oc. IX T L IL X O C H IT L M A N D O E SC U L P IR SE E N UNA PEÑA. A ntes de e n tra r en la Giudad (Izankanac) Ix tlilx ú ch itl previno a A pochpalan m andase a sus arq u itecto s le retratasen en una


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L. DE GOM.

MUÑ. CHIM. CUAUH.

243 T E Z O Z. CRON. M EX-167

225

peña m uy alta que está ju n to al cam ino de Izancanac, y así lo retrataro n al natural con las m ism as arm as que llevaba puestas en aquella ocasión, esculpiendo su re tra to en la peña, que hoy en día, según opinión com ún y en los cantos parece; lo cual Ixtlilxúchitl m andó para que sus descendientes viesen su retrato y hubiese eterna m em oria de él. Ixtlilxúchitl lo fue a ver con A pochpalan, allí se enterneció, según los cantos, y con él, A pochpalan, y los dem ás señores que le consolaron. Estuvieron en Izancanac algunos días m uy servidos y regala­ dos: C ortés y Ixtlilxúchitl recibieron m uchos presentes de A pochpalan. En esta provincia son todos m ercaderes los naturales. A C ortés no le cuadró tan to p o r haber poco oro m ezclado con cobre. Era esta provincia m uy grande y te n ía m uchas ferias, en tre las cuales era la m ay o r la de N ito (G ua­ tem ala). A poxpalón quedó espantado de aquel castigo de tan gran­ dísim o rey ; y de tem or, o p o r lo que C ortés le h a b ía dicho acerca de los m uchos dioses, quem ó infinitos ídolos en pre­ sencia de los españoles, prom etiéndoles de no h o n rar m ás las estatuas de allí adelante, y de ser su amigo y vasallo de su rey. C O R T E S S U S T IT U Y E , D E P A L A B R A , A CU AUH TEM OCT Z IN C O N V E L A ZQ U E Z, ESTE , IN M E D IA T A M E N T E E S A S E S IN A D O JU N T O CO N S U H E R M A N O O Q U IZTZIN . G randísim a pena y trizteza abrum ó a los señores m exicas que h ab ían venido con él (C uauhtem otzin) a H ueym ollan, llorándole m uchas lágrimas el don Juan V elázquez T lacotzin C ihuacóatl y el don Carlos O quiztzin, el don A ndrés M otelch iu h tzin , y el don Diego de A lvarado H uanitzin. Después que h u b iero n colgado a C uauhtem otzin, este don Ju an V elázquez T lacotzin C ihuacóatl, allá en el propio H uey­ m ollan fue instalado en el tro n o de T en u ch titlan . El capitán C ortés quiso arreglarlo y vestirlo com o español, le dio u n a espada y u n a daga, y le dio tam bién un caballo blanco, que en lo adelante deb ería de cargar al T lacotzin. En cu an to al don Carlos O quiztzin, allá tam bién fue a m orir a H ueym ollan. Y el don Juan V elázquez T lacotzin, en el regre­ so de H ueym ollan vino a m o r i r é N uchiztlan, lo m ism o que su h erm ano Carlos O quiztzin. En el pro p io N uchiztlan quedó no m b rad o el don A ndrés


226

MUÑ. CHIM. CUAUH.

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ANAL. TL A T . 10

E.G.

H.C.

198

DOLORES ROLDAN

M otelchiuhtzin com o jefe m ilitar para T en u chtitlan, y tam ­ bién a éste fue el propio capitán H ernando C ortés quien lo instaló. 1525. (7-A C A T L ). Este año ocurrió la m uerte del Ce-Tochtzin, Señor de C oyohuacan. L A M A L IN C H E A M E N A Z A A M E X IC A L T Z IN C O E L COTZTE M E X IC o C R IS T O B A L (¿POR QUE?). Aquel que realizó las ejecuciones fue el nom brado C otztem exi, tlatilulca de origen, m ism o que h a b ía aconsejado a los españoles que hi­ cieran colgar al Señor C uauhtém oc y a los Príncipes sus com ­ pañeros. Los tlatelolca llam aron m entiroso al C ozte Mexic. Y la M alintzin va con é lr el m entiroso Cozte Mexi, cuando los soberanos hab ían sido m uertos, y le dice: “Mi tío M exicatl, deberíam os llevarte a Castilla. Mas ahora ya no tienes que ir allá. ¡Vete! ¡Regresa a tu casa en T enochtitlan! Cuando estem os de regreso te buscarem os. Ten cuidado de no venir aquí. C uídate de no establecerte en cualquier otro pueblo. Regresa solam ente a tu casa, porque ya estás anotado para que el Señor capitán M arqués te descubra ” . Se lim itó a regresarse de U eym ollan Acallan. C uauhtem otzin fue denunciado ante C ortés, de una p ro ­ y ectad a conjura: Bem al D íaz del Castillo dice que fueron Juan V elázquez y T apia; C ortés señala a un tal Cristóbal, o riundo de M exicaltzingo, al m ism o individuo lo llaman C ozoloótic, C otztem exi, etc., en Anales de T latelolco, Chim alpahin y T ezozóm oc desm ienten a B em al D íaz; Ixtlixóchitl y T orquem ada afirm an que fue una falsa versión de Cortés. A hora bien, ¿cóm o tuvo conocim iento de la denuncia, don F lo ren tin o si no p o r la tradición?, puesto que las obras que se citan eran poco conocidas y obviam ente no estuvieron a su alcance, com o sencillo cam pesino que era. C O R T E S S A L E D E A C A L L A N . Me p a rtí de A calan el prim er dom ingo de cuaresm a del año 1525. En esta provincia acaeció un caso que es bien que vuestra m ajestad lo sepa, y es que un ciudadano de T en u x titan , que se llam aba M exicalcingo y después Cristóbal, m e dijo que G uatem ucin, señor que fue de T en u x titan , a quien yo después que la gané he tenido preso, teniéndole p o r hom bre bullicioso, y le llevé conm igo aquel cam ino con to d o s los dem ás señores,


CODICE DE CUAUHTEMOC

C.M. DE BUST. n ‘13"

B.D.C. 539

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y díjo m e C ristóbal que G uatem ucin y G uanacaxin, señor que fue de T ezcuco, y T etepanquezal, señor que fue de T acuba, y u n Tacitecle (Tlacátlec), que era en la p arte de T atelulco, h a b ía n hablado estaban desposeídos de sus tierras y señorío, y que les h a b ía parecido ten er m anera m e m atasen a m í y a los que conm igo iban; y m u erto s noso tro s irían hasta m ata r a C ristóbal de 01 id, y enviar m ensajeros a T en u x titan para que m atasen to d o s los españoles que h a b ía n quedado, y que iría n do n d e hubiese españoles, h asta los m ata r y acabar todos. Y que p o n d ría n en los p u e rto s de la m ar, recias guarniciones para que ningún navio que viniese se les escapase, y que así serían señores com o antes lo eran; y que ten ía n ya hecho rep a rtim ie n to de las tierras entre sí, y que a M exicalcingo le h a c ía n señor de cierta provincia. Di m uchas gracias a N uestro Señor por haberla así revelado y en am aneciendo p re n d í aquellos señores; p orque no sabían unos de otros, tuvieron que confesar que G uatem ucin y Te­ tepanquezal h ab ían m ovido aquella cosa, fueron ahorcados estos dos, y a los o tro s solté, p orque n o p arecía que te n ía n m ás culpa de haberles o íd o , aunque aquella bastaba para m erecer la m u erte. C O N D E N A N A C O RTES. C ortés echó sobre su delincuente cabeza la copa de la iniquidad después que hizo apurar a los m exicanos de las tribulaciones. Nadie puede sufrir p en a p o r pensam iento ni deseo p o rq u e la facultad de im ponerla está reservada al Dios de los cielos. . . C ortés u surpando esta em inente p o testad p o r deshacerse de este p rín cip e, cuya presencia le era insoportable porq u e le reco rd ab a en el fondo de su corazón, su tira n ía a sem ejanza de u n fiscal, lo hace m o rir en u n suplicio y a to d o s sus confi­ dentes. No es esto lo que escandaliza, sino que la corte de España lo aprueba y p o r tro fe o en d e rre d o r del blasón que concedió a C ortés, hiciese colocar las cabezas de estos reyes aplicándoles sacrilegam ente un te x to de la Sagrada E scritura. C O R T E S ATE R VIO SO. C ortés andaba m al dispuesto, m uy pensativo e d esco n ten to del trabajoso cam ino que llevábam os, e com o h a b ía m andado ahorcar a G uatem uz e a su prim o el señor de T acuba, e h a b ía cada d ía ham bre e que adolescían y m o ría n m uchos m ejicanos, paresció ser que de noche no reposaba de pensar en ello, y salía de la cam a donde d o rm ía


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IXTL. 262

B.D.C. 542

H.C. 199/201

E.G. TRAD. 1CHC.

IXTL. 262

DOLORES ROLDAN

a pasear en u n a sala a donde h a b ía ídolos, que era aposento principal de aquel poblezuelo, y descuidóse .y cayó m ás de dos estados abajo, y se descalabró en la cabeza; e calló, que no dijo cosa bu en a ni m ala sobre ello. E N T O D A S L A S C IU D A D E S H U IA N D E L O S C R U E L E S ESP A Ñ O L E S. Salieron los castellanos de Izancanac, después de to d o lo referido atrás, y fueron a M azatlan, no hallaron a nadie, todos h u y ero n porq u e tuvieron aviso de la venida de los españoles; Ix tlix ú ch itl llam ó al gobernador, vino v los llevó a T iacac, allí los regaló, aunque los vecinos no quisieron volver a sus casas. F u ero n a X uncahuitl, se proveyeron de com ida. A nduvieron hasta Tiacac. D E SERTAR O N PARA RESC ATAR EL CADAVER DE C U AU H TEM O C TZIN . (Después de salir de A calan los espa­ ñoles, pasaron M azatlan, al cruzar un río :) Y en este p u eb lo se h u y ó un negro y dos indios naborías, y se quedaron tres españoles, que no se echaron de m en o s hasta de a h í a tres días. A ntes que saliese de A calan envié ver el cam ino de Mazatlán, que en su lengua de ellos se llam a Q uiatleo, porque m e dijeron h a b ía m ucho despoblado, de m anera que pudiésem os llegar sin ser sentidos, tom ásem os la gente antes que se ausen­ tase; los españoles to p aro n cu atro naturales de M azatlán, die­ ron sobre ellos, no pud iero n p ren d er m ás de uno. Y com o los españoles se apartaron, volvieron los otros que habían huido. D E S C U E L G A N E L C A D A V E R . 1525 M arzo 13 ó 14. Proseguida la m archa, a los trece días, 33 guerreros m exicanos se desertan de la expedición guiados p o r T zilancatzin (el m ism o T lacatecuhtli que llegó ju n to con C uauhtém oc a T en o ch titlan en noviem bre de 1519) y vuelven a Teotílac;_descuelgan el cadáver, lo envuelven en hojas olorosas y tilm as o m antas finas' de’ algodón y parten con él, rum bo a íchcateopan, en marchiás n o ctu rn as, p o r cam inos extraviados y descansando en pueblos am igos. M A S C R U E L D A D E S D E L O S E SP A Ñ O L E S. T op aro n con o tro pueblo despoblado, y u n pueblecillo sin gente, cuando los m oradores v enían fueron presos, los cuales guiaron a un pue­ blo, que p o r h aber m ucha gente, no osaron los nuestros llegar, en am aneciendo en traro n al pueblo, hallaron a los vecinos d urm ien d o , los españoles dieron sobre ellos y m ataro n quince,


CODICE DE CUAUHTEMOC

229

entre ellos al Señor; prendieron o tro s quince y veinte y tantas m ujeres. Con estas hostilidades y otras tales, ¿cóm o no h abían de estar los pueblos despoblados? La causa de que estos lugares estaban despoblados, es que corrió la fam a de la cruel m uerte que C ortés dio a los reyes y señores, estaban to d o s espantados, especialm ente con saber que Ixtlilxúchitl andaba con Cortés. Con las tiranías de los españoles, no quedaba hom bre ni m ujer que teniendo nuevas de que venían a sus países, salieran desam parando sus casas, espantados y escandalizados de las crueldades y tira n ía de los españoles, viendo que lo hacían con personas de p o d er y grandeza. Después de pasado un cerro llam ado T eteyztacan, llegaron a u n a laguna, d en tro estaba la cabecera de Tiacac (Itzá). H.C.

201-205

B.D .c.

543 H.C.

205

E.G.

TRAD. ICHC.

S a lid o d e M a z a tla n s e g u í p a r a T a iz a ( I tz á ) y r e m e d io p a r a p a s a r si n o fu e s e e n c a n o a .

110

te n ía m o s

Llegué a estas caserías de Tencis, víspera de pascua de R esurrección a 15 de abril del año 1525. (En Taica). Era víspera de pascua de la Santa Kesurrección de nuestro Salvador Jesucristo. Miren los letores qué Pascua p o d íam o s ten er sin com er. Se halló entrada y hallárnosle despoblado y m uy lleno de bastim entos. Me p a rtí de este pueblo de Tiac, y fui a Yasuncabil, el cual asim ism o estaba despoblado; seguí m i cam ino para Taiza (Peten Itzá). . E L C O R TE JO F U N E B R E D E C U A U H T E M O C T Z IN L L E G A ^ A IC H C ATEO PAN . Abril 25, 1525. C am inaban d u ran te la noche y de d ía descansaban evitando en cu en tro s en em ig o s./’ Tasco, C hontalcuatlan y N ochtépec ya estaban en po d er d e ^ españoles, lo m ism o el cam ino de Tasco a la costa del Pacífico. Desde T e o tílac (cerca de Izam kanac) los lugares que to caro n se guardaron en la tradición oral (sin revelarse). Del rodeo, los co nductores del cadáver, llegaron p o r O cuilan, M a lin a lc o ,/ T enancinco, Zacualpan, en T eloloapan se detuvieron en eJ sitio conocido com o T ecam pana, poblados de chontales y m exicanos; el cortejo p o d ía descansar en esos lugares y recibir de los h ab itan tes el hom enaje a su Señor. Pasados m ás de cu aren ta días llegaron a Zacualpan y de allí a Z o m p an cu áh u itl o Ichca te o p a n , ú ltim a etapa; du ran te la cerem onia y rito acostum brados en el en tierro de los grandes


230

DOLORES ROLDAN

señores de M éxico, la exaltación em otiva del pueblo fue im p o n en te, m uchos ofrecieron sus vidas, las m adres a sus hijos, para acom pañar a su Señor en “ donde de algún m odo se vive” .

Teloloapa, Gro.

IX TL. 262

C O R T E S C O N TIN U O S U C A M IN O . Ciertos hom bres que prendieron, m andaron fuesen a dar aviso a Canee, señor de esta provincia no sujeta al im perio chichim eca; vino Canee con presentes que dio a Ix tlixúchitl y a Cortés. Prosiguieron su cam ino, en Tlezean, estuvieron esperando a A m oan, no vi­ no; cam inaron hasta u n pueblecillo de A m oan, llam ado Axunc apuyn, hasta T ax ay tetl. El d ía siguiente com enzaron su cam ino, (en) una sierra m urieron sesenta y ta n to s caballos despeñados. F u ero n a T eoxoic, (en) Tahuican hallaron basti­ m en to ; llegaron a A zuculin que estaba despoblado; buscando guías para que los llevasen a N ito; llegados a N ito m enos hallaron qué com er. Rogó C ortés a Ix tlix ú ch itl fuese con él en tres navios hasta la b a h ía de S. A ndrés y que su ejército fuese p o r Naco para que apaciguase a los españoles que esta­ ban encontrado^; saltaron en tierra hasta un lugar despoblado y arruinado, en donde cogieron cierta cantidad de m aíz y chile, to rn áro n se a las barcas.


CODICE DE CUAUHTEMOC B.D.G.

551

B.D.C,

552

H.C.

216

231

(En) Z inacantencintle C ortés estuvo escondido con sus sol­ dados, arrem eten y prendieron hasta diez indios y quince m ujeres. Los m ás indios se fueron a to m ar sus arm as, vuelven y com enzaron a flechar a los nuestros. C ortés con los suyos acuchillaron a ocho principales. C ortés fue a desem barcar a donde agora llam an Puerto de Caballos-, acordó poblar una villa que la nom bró N atividad; desde allí hizo entradas en la tierra adentro a unos pueblos cercanos que agora están despoblados, y supo que estaba el pueblo de_N aco,^onde deggüaron a Cristóbal de OH. F undé allí una villa que p o r ser el d ía en que se em pezó a talar el asiento, de la Natividad de N uestra Señora (8 sep­ tiem bre de 1525), le puse a la villa aquel nom bre.

CO RTES TER M IN A LA EXPEDICION A LAS H IBU ERA S, A L EM BARCARSE. A LOS SO BREVIVIENTES LOS RA CE CR EER , VAN A ESPAÑA H.C.

219 A N AL. TLA T. 10/11

A N A L. TLA T.

11 '

A 25 días del m es de abril de 1526 hice mi cam ino p o r la mar. E C A T Z IN Y TE M ILO TZIN . Ecatzin-Tlacatécatl-Tlapanécatl-Popocatzin y T em ilotzin-T lacatécatl-T ezcacouácatl-Popocatzin se escondieron, bajando al in terio r del barco de Castilla, después de haber ahorcado al soberano C uauhtem octzin. C uando el barco ya navega siete días (?), platican. Los que los escucharon se dirigen al M arqués y al M alintzin, diciendo: “ ¿Q uiénes son estos que hablan en el in terio r del b a rc o ? ” . Y cuando h ab ían aparecido, él dijo ai M arqués: “ Son dos: el m ism o E catzin a quien estás buscando, quien conquistó la bandera (durante el sitio de T en o ch tillan ) y T em ilotzinT lacatécatl” . E ntonces los sacaron. C uando la M alintzin y el M arqués los vieron, les dijeron: “ ¿Por qué tenéis m iedo?, ¿Por qué h u ís? ” . E catzin respondió: “ ¿Quién no tem e la ira del señor M arqués, com o m andó ahorcar al soberano Q uauhtem octzin y a los otros dos soberanos? Por eso nos escondim os, señora M alintzin” . L A M A L IN C H E IN T E N T A A T E M O R IZ A R L O S . Dice ella: “ V enid. Dice el señor que ahora nos vam os hacia allá, a C asti­ lla, a visitar al gran soberano. Allá quizás serás despedazado o

¡ í ) V (


DOLORES ROLDAN

arrastrado. Allá serás m a ta d o ” . Mas el E catzin-TlacatécaltT lapanécatl-P opocatzin dijo a M alintzin: “ ¿Por qué he de ten er m iedo? ¿No es lo m ism o si y o fuera m u erto en la gue­ rra? No o b stante viajo, oh señora M alintzin” . Dijo ella: “V ente, escucha. H abla francam ente. ¿C uántos soldados del soberano has m ata d o ? ” . “ Oh am a m ía , no los he co n tad o . Q uizá haya herido a algunos en la nuca, quizás que haya hecho pedazos la pierna de alguien, quizás a alguien el pie, quizás que haya dejado inservibles las m anos de alguien, quizás haya quebrado el cráneo a alguien. ¿Cóm o contar? ¿Quién puede haberlos co n tad o entonces? ¿Cómo puedo sa­ b er yo si alguien m urió o si no m u rió ?” . “Y tú , T em ilotzin, confiesa sinceram ente, cuántos de los se­ ñores m ata ste ” . “ Escucha M alintzin, es así com o Ecatzin te lo ha dicho. ¿Cóm o p o d ía ocuparm e en contar? He luchado, he pegado, he aniquilado a no pocos sin ten er cuidado de ello” . “ Y ahora visitarem os al gran soberano, quien vive en Casti­ lla, allá pereceréis, allá vais a m o rir” , dijo ella. “ Que así sea, que nos vayam os allá, m i am a M alintzin” . C uando esta conversación tuvo lugar, el barco ya h a b ía navegado seis (sic) días. E ntonces el M arqués los exalta a la dignidad de soberanos y les dice: “ A hora sois grandes sobera­ nos, sentaos” . De repente se levanta T em ilotzin y Ecatzin piensa que seguram ente va a p erd er sus sentidos. Después él dice a E catzin: “ O h soberano E catzin, ¿a dónde nos vam os?, ¿dónde nos hallam os?” E catzin le contesta: “ ¿No estam os presos, T em ilotzin? ¿A dó n d e podrem os ir, pues el barco ya tiene seis días de navegar?” . T E M IL O T Z IN S E A R R O J A A L A G U A . Em pero el T em ilotzin no quiere escuchar que se le retenga. Lo vieron cóm o se arrojó al agua. N ada en el agua con las piernas hacia el sol. M alintzin , le llam a y le dice: “ ¿A dónde te vas T em ilotzin?, ¡re g resa ,/ v e n te !” . El no obedeció, antes bien se va, al fin desap arece._ Nadie sabe si h u b o alcanzado la costa, si u n a serpiente lo tragó, si un lagarto se lo com ió o si los peces se h u b iero n coy m ido a T em ilotzin. Pero en el caso de que hubiera alcanzado , la costa, no p o d ía dejarse ver, no se p o d ía ocupar en ningún / trabajo. A ún en el caso de haber en co n trad o u n a p o b la c ió n / no p o d ía dejarse ver en ella.


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233

(T em ilotzin term in ó , tal vez, en el G olfo de H onduras, cuan­ do C ortés se d isponía a reto rn ar a V eracruz; le h a b ía n dicho que iban a Castilla y se rehusó; liberándose de la infam ia llegó a reunirse con sus com pañeros en la Casa del Sol; fue el p o e ta que can tó : “ E ntrelazar con plum ajes de quetzal la herm andad y ro d ear con cantos la c o m u n id ad ” )'. T em ilotzin tuvo un solo hijo que recibió el bautism o cristia­ no D. Juan A nelitoc.

CO RTES A L R E G R E SA R A LA N U EV A ESPAÑA , ES ENCAUSADO H.C.

219

En cu atro días (29 de abril) llegué hasta ciento y cincuenta leguas del p u erto de C halchicuecan (V er.). Fui forzado arribar a la Isla de C uba, de allí escribí a vuestra M ajestad y m e p a rtí a 16 días de m ayo y en ocho días llegué al p u e rto de C halchi­ cuecan.

A NON. TL A T .

1526 (8-TO C H TL). A lcanzaron M éxico los que venían de H ueym ollan. H abían dejado m u erto en el dicho N ochiztlán a don Juan V elázquez T lacotzin C ihuacóatl. En aquel m ism o año h a b ía sido instalado en N ochiztlán don A ndrés M otelchiuhtzin, pero fue hasta su llegada a T en u ch titlan cuando de hecho com enzó a gobernar. Tam bién entonces fue instala­ do don Juan de G uzm án Itztlo llin q u i com o Señor de Coyohuacan p o r el p ropio capitán general don H ernando C ortés. El era hijito del C uauhpopocatzin, que fue señor de Coyohuacan.

HIST.

C ortés volvió (a M éxico) en ju n io de 1526, de su crim inal expedición a las H ibueras, y en el m es siguiente llegó Luis Ponce de “L eón, con facultades de Carlos V, para gobernar y tom arle ju icio de residencia a C ortés; el intem pestivo fa­ llecim iento de Ponce de L eón se le atrib u y ó a C ortés. Los poderes de Ponce de L eón recayeron en M arcos de A guilar, de cuyo deceso a los siete meses, tam bién se hizo sospecho­ so C ortés. A lonso de E strada quedó de gobernador y desterró a C ortés de la Capital. C ortés p artió a España; Carlos V , lo recibió con honores y le concedió el m arquesado del Valle de O axaca y lo confirm ó com o capitán general.


234 AR. del V.A. 427

SILV. ZAV. 6 y 351

HIST,

DOLORES ROLDAN

PO D ERIO D E C O RTES. M ucha era la riqueza de H ernán Cortés, su enorm e m arquesado abarcaba desde en la ciudad J e M éxico, las viejas y nuevas Casas de M octezum a, Chapultepec, El Peñón, T acubaya y C oyoacan, gran extensión del E stado de M éxico y to d o el estado de M orelos, gran extensión del estado de G uerrero, íntegro el estado de O axaca; en el Valle de O axaca eran fam osas sus villas con miles de vasallos. En el ingenio de T laltenango delim itado p o r 41 parcelas, allí m ism o en jacalitos vivían españoles y esclavos. T enía p arte de o tro ingenio en A xom ulco. T am bién poseía obrajes. Cada industria estaba d otada de esclavos, m aquinaria, carre­ tas y miles de cabezas de ganado m ayor y m enor, de los p ro d u cto s ten ía apretadas bodegas. En sus palacios h ab ía lo m ás fino y exquisito, y para su persona joyas y telas m uy finas. T oda su riqueza le infu n d ía gozo en su corazón. T epexi de la Seda o Tepeji de R odríguez en el estado de Puebla, en la p arte sur, linda con O axaca. En la colocación del M arqués del Valle indica (El C ódice de T epexic de la Seda), que hasta ese p e río d o se le em pezó a trib u ta r. C ortés escribió a Carlos V, en 15 de o ctu b re de 1524, explicándole que con la cédula del rescate y las guerras h ab ía tal cantidad de esclavos, que de c o n ta r con herram ientas que esperaba llegarían p ro n to , Nueva España p ro d u ciría m ás oro que todas las islas ju n ta s, según las m uchas m inas que se descubrían. Ñ uño de G uzm án en 1528 quedó en el gobierno p o lític o y c o n tin u ó el juicio co n tra C ortés acusado de in te n to de rebeldía, fraude a la corona con el q u in to real, desobediencia a Narvaez y a Tapia, y asesinatos de su m ujer C atalina Juárez, de Ponce de L eón, y de G aray,

EL H IJO DE CUAHTEM OCTZIN ES BA UTIZADO JUAN CUAUHTEM OC ALV. CHIMAL. TR A D .

Por las continuas visitas de X ólotl, G ante le va tom ando cariño a su n ieto ; a la edad indicada m ás o m enos en 1526,, lo recibe en la prim era escuela que funda atrás del conventode San Francisco (Calle de G an te). El niño es bau tizad o con el nom bre de Ju an C uauhtém oc. C ultivado p o r G ante para


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catequizar a sus congéneres, em pieza a los doce años a difun­ dir las enseñanzas recibidas; lo destinan a su m ism a com arca, M exicalcingo. X ólotl procura estar lo más cerca de G ante, com o único apoyo en defensa de la ferocidad de los invasores que nada respetan, a to d o s los nativos, sin excepción de edad ni sexo, capturan para esclavos.

M OTO LINIA EN ICHCATEOPAN. EXHUMA Y REINHUM A LOS RESTOS DE CUAUHTEM OTZIN

1CHC.

1529, diciem bre 29, llega a Ichcateopan el m isionero fran­ ciscano Fr. T oribio M otolinia que, con el títu lo real de P ro­ te c to r de los Indios,~se presenta a catequizar. Va acom pañado de Fr. Juan Juárez. E nterado del lugar del entierro de C uauhte­ m o c, m anda trasladar sus restos.

S / /

/

1530, enero. Sobre su tum ba se construye una capilla con piso de adobes y un altar bajo, para ofrendas (m ism os que se en co n traro n en septiem bre de 1949 al hacer la excavación en busca de la tu m b a, bajo el altar m ayor de la iglesia co n stru i­ da después). E! fraile partió luego, llevándose consigo a dos jóvenes, prim os paternos de C uauhtém oc, y recom endando el secreto de la tu m b a, sobre la cual d ebería construirse la iglesia c a tó ­ lica.

DE SU PR IM ER V IA JE A ESPAÑA V U ELV E CO RTES H IST.

A N A L. TL A T . 12

1530, julio 15, llegó a V eracruz C ortés, sin pasar a la capital, de su palacio en Cuernavaca, em prendió varias expediciones a diferentes sitios. E C A T Z IN . A Ecatzin lo llevó C ortés a Castilla. Prestó hom e­ naje al gran soberano. D. M artín Ecatzin Tlacatécalt-Tlapanécatl-P opocatzin, regresó a los cinco años a M éxico T latelolco. R ecibió para su subsistencia la población llam ada T ziucouac.


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DOLORES ROLDAN X O LO TL PR O TEG E A JU A N CUAHTEM OC

A LV. CHIMAL. TRA D .

En 1535 llega el prim er V irrey D. A ntonio de M endoza, nom brado p o r Felipe II para gobernar la Nueva España. Los encom enderos se encuentran en desaforada expansión inva­ diendo to d a A náhuac. H ernán C ortés es de los más poderosos en el área de M exicaltzingo, y es Pedro M endoza el gobernante, tem ido de to d o s p o r suponerlo pariente del V irrey, y a quien X ólotl logra com prom eter a base de soborno con entregas de oro para que defienda a su nieto del acoso de los encom ende­ ros, y m antiene su interés, asegurándole posee m ucho oro, m ism o que a nadie entregará a la fuerza ni con to rm e n to ; le aconseja a M endoza acepte las partidas periódicam ente. X ólotl nunca p o d ría confiar en M endoza, previsoram ente procura ser agradable con u n a de sus clientes, doña L eonora de Guzm án y M endoza, viuda m uy joven de un soldado, y víctim a de su m aldad, su situación es precaria; X ólotl em pieza a ganar su voluntad no cobrándole las verduras que vende, cosechadas en la chinam pa de M exicalcingo; después con pequeños obse­ quios del poco oro que le queda, se atreve a dem andar su ayuda para defender a Ju an C u auhtém oc, de la esclavitud.

TUMBA DE TZILANCATZIN JUNTO A LA DE CUAUHTEMOCTZIN, EN ICHCATEO PAN E.G. TRA D . ICHC.

E.G. H IST.

E.G. TRA D . ICHC.

153 7 /1 5 3 9 . Vuelven a Ichcateopan los dos parientes de C u auhtem octzin, bautizados Ju an y C ruz, con instrucciones de M otolinia para term in ar la Iglesia; con stru y en la nave, con­ virtiendo la capilla en presbiterio, con cúpula y arco toral. La iglesia de Ichcateopan term inó de construirse en 1539. A sí lo indica, tam bién, la fecha cincelada en la piedra clave del arco de la entrada principal a la iglesia. De ese m odo cum plía M otolinia con la p o lítica de la Iglesia C atólica, de construir la nueva iglesia sobre la antigua para su p lan tar el culto antiguo. En la m ism a iglesia está sepultado el joven T etzilcatzin de Pachiuía (hoy Pachivia, lugar p róxim o a Ich cateo p an ), com pañero y em isario de C oatem o; “ Q ue a él se le debe ta n to m érito para n u estro rey o señ o r” . Era ex p erto en dirigir bata-


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Iglesia de Pachivia, Gro.

lias, listo para la p in tu ra (la escritura) inteligentísim o, sabio y diligente en to d o , llegó con C uauhtem otzin en noviem bre de 1 5 1 9 a T enochtitlan. E n Pachivia se sabe que Tetzilacatzin fue nativo de allí, y en la tradición oral de Ichcateopan se dice que él fue quien guiaba el grupo de guerreros que condujo el cadáver de Cuauhtém oc desde Acallan hasta Ichcateopan. Por otra parte, en el libro XII de la obra del Padre Sahagún, se m enciona a T etzila­ catzin com o u n o de los más valientes guerreros defensores de T enochtitlan y en las ilustraciones del m ism o libro hay una representación de él; según ella, era de m uy elevada estatura.

XOLOTL MUERE, JUAN CUAHTEMOC SE UNE A LEO­ NORA A LV. CHIMAL. TRA D .

Es el año 1540, X ólotl ya está m uy viejo, el oro se acaba, no tiene parientes con algún po d er para encom endar a su nieto, y el padre G ante tam bién pasa angustias para defender a sus niños y jóvenes; p o r o tra parte, D oña L eonora protege al jovencito p o r la paga. A gobiado p o r sus años y agravado por el destino inseguro de su n ieto , m uere m uy triste. Juan Cuauhtém o c lo llora am argam ente, tam bién lo lam enta el padre G ante, y un poco doña L eonora; M endoza se alegra, considera al jovencito su presa. El padre G ante que conoce el problem a,



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procura ten er al joven entre los dem ás que instruye. D oña L eonora que nunca im aginó interesarse en u n indio, ahora que Juan C uauhtém oc ya tiene diecinueve años, reflexiona en que ella cuenta 30 años de edad y necesita encauzar su vida; habla con el padre G ante sobre el peligro de esclavitud que am enaza al m uchacho, y de acuerdo con el fraile, queda Juan C uauh­ tém oc reconocido com o propiedad de ella. E m pieza p o r ser m uy am able, en su casa le dedica una habitación. En las conversaciones con su esclavo, aprende m uchas cosas de los antiguos m exicanos, su sorpresa es m ás grande que su curiosi­ dad cuando sabe que el jovencito es hijo del valiente C uauhtém octzin, cuya personalidad sem ejante a la de su padre, la subyuga. Fascinada p o r Ju an C uauhtém oc, p ro fu n d am en te enam orada, lo libera del peligro de ser asesinado o esclavizado; con inm ensa satisfacción agrega a su nom bre el apellido C him alpopoca de Ju an C uauhtém oc que h a b ía sido un secreto. SE COM PRUEBA LA EX ISTEN C IA FISIC A DE JU A N CUAUHTEM OC CHIM ALPOPOCATZIN, H IJO DE CUAUHTEM O CTZIN Y C ITLA LLI, CON E L DOCUM ENTO QU E A CO NTINUACION SE TR A N SC R IB E: FR A G M EN TO D EL ACTA DE LA R EU N IO N CELEBRAD A EN UN DIA D EL AÑO 1542, H U IX Q U ILU CA N , ED O . DE M EXICO (En el archivo m unicipal obra copia certificada de la trad u c­ ción de d o cum entos y códices en lengua n áh u atl, cuyos origi­ nales están en el A rchivo G eneral de la N ación). Pueblo de fundación prehispánica y que form ó p arte, duran­ te la C olonia, de la jurisdicción de Tacuba. H uixquilucan p er­ ten ecía a la provincia trib u ta ria de C uauhuacan, cuya pobla­ ción se co m p o n ía de tepanecas, m atlatzincas, o to m íes y nahuatlacas. En 1520 la provincia debió h ab er tenido m ás de 3 0 0 m il habitantes. El d o cu m en to en cuestión dice: H oy en la fecha, 1542, en este pueblo que se llama H uitzquilocan, que a q u í es donde hace m ucho tiem p o que nos deja­ ron nuestros padres que se llam aban “ H u ey ctp o p o catzin ” y


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“ T o to q u ia h u a tz in ” “ Señores de T lacopan” ( ’) cuando vinieron al antiguo terren o de nuestros m ayores fue cuando a q u í vinie­ ron a organizar nuestros señores y ahora a q u í llegó a nosotros la fe que a la verdad creem os salidos a recibir y obedecim os a nuestro Señor C ortés cuando ellos trajeron la fe vinieron p o r la salida del. sol fuim os adm itidos, nos fue dando en hojas de papel (estam pas) a nuestro am ado padre Señor S. A ntonio que a q u í está cuidando y hoy que ha llegado nuestro Señor D. A ntonio de M endoza se nos dieron tierras se nos entregaron los terrenos que hem os de cultivar los indios del pueblo que siem pre h ab ía sido de ellos y para que siem pre conste la fu n ­ dación y origen del pueblo “H u itzquilucan” y él com o ahora en esta fecha se han nom inado los pueblos que a q u í se enum e­ ran p ertenecen a esta ju risd ic c ió n :.. . y para que p e rp e tu a ­ m ente así conste ahora en esta fecha YO D O N J U A N “CHIM A L P O P O C A T Z IN ” “O tlayecan” (el prim ero o principal) y don Miguel T o to q u iah u atzin a q u í estam os sirviendo ejer­ ciendo el nuevo m ando a q u í d e n tro de nuestra casa de au­ diencia que em puñam os la vara judicial con el nom bre de N uestro Gran Señor en presencia.de todos los que form an el F IN DE CO RTES H IST.

En el año de 1540, que m arca la unión de Ju an Cuauhtém oc y L eonora, sale C ortés p o r segunda ve?, a España, lleva su queja ante el R ey, de las fricciones que ha ten id o con el V irrey A ntonio de M endoza. C ortés desairado p o r el R ey, y enferm o, m uere en diciem bre de 1547. D ESCEN DIENTES DE CUAUHTEM OCTZIN

ALV. CHIMAL TRAD.

De la unión de L eonora y Juan C uauhtém oc nació Josef O m etzitzitlaltin T zim alpopoca. El V irrey D. Luis de Velasco in te n tó prohibirle usar el apellido T zim alpopoca, sin que fuera reconocido p o r el Rey de España. Con tal fin le pidió veinte m arcos de o ro; Jo se f se presentó a las autoridades a exponer: (’) Nombre de dos gobernantes del señorío de Tlacopan. El primero, Coapopocatzin, gobernó en Coyoacan, fue asesinado por Cortés. El segundo, Totoquihuatzin gobernó desde 1490 en Tlacopan hasta que Cortés, en 1520, lo asesinó junto con Moctezuma.


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“ QU E LO HABIA PO R H EREN CIA Y NO PO R COMPRA N I GRACIA D EL R E Y ” , co n testació n que recogió su hijo Jo se f Pedro C hicihuac T zim alpopoca, com o lem a en su trad i­ ción, y D. F ern an d o T zim alpopoca, tatarab u elo de los d o c to ­ res José Alvarez A m équita, Luis Alvarez C him alpopoca, y la señora Sara Alvarez C him alpopoca de P., al dejar por escrito con sellos oficiales, su genealogía, dibujó el escudo con técoatlm acana (arm a de guerra), el chim alpopoca (escudo h u m ea n te), en el centro el águila sobre el nopal y sobre su cabeza el cópil o corona, y dos estrellas a los lados: u n a sim boliza a Citlalli y la o tra a Leonora G uzm án C him alpopoca; abajo en cada lado, la leyenda en náh u atl: “ A m o coztlicom ita tl, A m o m ic tla tla tla u tli” : “Ni al oro, Ni al favor” síntesis de la citada defensa del C hoznoabuelo. D. F e m an d o T zim alpopoca alcanzó a ser m aestro de n a ti­ vos; en tre sus alum nos se co n tó Pedro A scencio A lquisiras, caudillo de la Independencia; m antuvieron gran am istad hasta que Ascencio fue asesinado p o r los realistas. El relato recogido p o r el ingeniero A m ado A m ador C him alpopoca, posiblem ente es la vida real del héroe, y coincide en cierta m anera con los datos biográficos. Allí se cita que D. F ern an d o T zim alpopoca era m uy p o b re, y D. Pedro le obsequió p a rte de la riqueza que a él le h a b ía h eredado la viuda de su p a tró n A lquisiras. Los herm anos Alvarez C hiam alpopoca, de los objetos perso­ nales que conservaban de Pedro A scencio, lo ú ltim o que te n ía n , una pistola, la obsequiaron al Presidente A dolfo López M ateos para su colección de arm as. Esta historia, am erita c a p ítu lo aparte. Los nom bres de los descendientes de N otatzin C uauhtem otzin H u eytatli M exica y T zitlallin de M exicaltzinoo, son los siguientes: Ju a n T zim alpopoca C uauhtém oc E leonora de G uzm án y M endoza Jo se f O m atzitzitlatin A ntonia T etzilaixtac Jo se f A ntonio A m oxtli M aría N opalxuchil


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Amado Amador Chimalpopoca.

Jo se f Pedro C hicohuac M aria Chichiltic J o se f Ma. O cham pa Ju an a C ualihca

Fernando Chimaipopoca.


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V icente T latlatzin Francisca N etzal Francisca T zim alpopoca (1) Miguel de Salgado C orrea y Espinosa de los M onteros F ernando T zim alpopoca (2) Silveria Baina Ixtacípam extli Francisco Xavier C him alpopoca G uadalupe D íaz de C him alpopoca A m ado A m ador C him alpopoca G uadalupe D íaz de C him alpopoca (1): En este m atrim onio, doña Francisca expuso a su m arido la tradición de su apellido, y él, con gran satisfacción dejó con­ tin u a r el apellido C him alpopoca com o paterno. (2): El tatarab u elo que dejó el d o cum ento de la genealogía, y su escudo. José Alvarez A m ézquita Sara C him alpopoca de Alvarez (3) (3): Sus hijos, descendientes directos en este siglo: José Alvarez A m ezquita Luis Alvarez C him alpopoca Sara Alvarez C him alpopoca de Palacios. TEZOZ.

167 E.G.

El rey C u au h tém o c, hijo de A hu itzo tzin , tuvo para sí el reino de T en o ch titlan solam ente p o r cinco años, y dejó tan sólo una hija, “ quien asim ism o desapareció” . Estas palabras parecen sugerir que hubo o tro vásíago no m encionado, que desapareció.


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Sra. Sara Alvarez Chimalpopoca de Palacios.

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DOLORES ROLDAN

TEXTO DEL DOCUMENTO ANTERIOR SELLO: ESCUDO: CORONA legible en el dibujo) (LEYENDA: HÍSPANIARUN RF CAROLUS IV D.G.)

“SELLO TERCERO, DOS REALES ANOS DE MIL OCHOCIENTOS, Y MIL OCHOCIENTOS Y UNO”

DOS REALES (SELLO: (AÑOS. D. 1808. 1807) (CAROLUS. IV.D.G.M.)

Declaro

(TEXTUAL): En el Rial y Minas de Zacualpan alos once días del mes de mayo de mil ochocientos y seis años. Yo don Fernando TzimaLpopoca casado con doña María Siiveria Baina Ixtaclpamextli hija de doña Francisca 'Tzimalpopoca casada con don don Miguel de Sal­ gado Correa y Espinosa de los Monteros hija de Don Vicente Tlatlatzin casado con doña Francisca Netzal hija de don Josef Ma. Ocnampa casado con doña Juana Cualihca hija de don Josef Pedro Chicohuac casado con doña Ma. Chichiltic luja de don Josef Anto. Amoxíli casado con doña María Nopalxuchil hijo de don Josef Omaízitzitlaltin casado con doña Anta. Tetzilaixtac hija de don Juan Tzimalpopoca Cuauhtemoc casado con doña Elionora de Guzman y Mendosa hijo del muy alto y valeroso Emperador mi Señor y Notatzin Cuauhtemotzin Hueytatli Mexica y de su Esclava y mi Señora la Reyna Tzitlalin de Mexicaitzinco: Que teniendo ya un hijo varón llamado Francisco Xavier de mi esposa la dicha Doña Ma. Siiveria, a el le corresponden en legitima mis títulos y Nombres y averes q ’ heredé de mis los predichos muy altos y muy nobles antecesores de mi Casta y prosapia en linea recta y sin q’ a otros algunos les convenga o conveníales pudiera en derecho legal i trasferible como el que yo represento. Con voluntad del Señor mi Abuelo q ’ es la mia de q’ por falta de maior varón sean las hembras las q’ here­ den y mantengan nuestra generación y descendencia. Asi lo escribo de mi puño y letra por ante los testigos Don Manuel de Alday y Don Bernardo de Soria Españoles i maiores de edad para acerlo sierto y valedero como y cuando convenga a los intereses de mis hijos y susesores. Firmado bajo mi signo de familia

Testigo

Bernardo de Soria

REVERSO DE LA HOJA

Testigo

Fernando Tzimalpopoca

M. Miguel de Alday

Por muerte de D. Fernando Xavier, heredó D. Mariano mi padre.

ctct Chimalpopoca


CODICE DE CUAUHTEMOC

247

C O N FR O N TA DE LAS OBRAS Y DOCUM ENTOS QUE CONTIEN EN CITAS DE FA LSO S PA RIEN TES DE CUAUHTEM OCTZIN. MATS.

1-877

MATS.

De un descendiente de T ezozóm oc llam ado H uitzilihuitl, sus hijos to m aro n el apellido de A U STR IA M ONTESUM A, y a m ediados del siglo X V II, form aron un expediente pre­ ten diendo descender de M octezum a y de C uauhtém oc, hechos incom patibles, y fundándose en algunos docum entos n o to ria ­ m en te falsos, en los cuales se equivoca hasta el nom bre que to m ó en el bautism o el últim o R ey de M éxico; en otros que tra ta n de diferente persona, y en una genealogía en p arte publicada en el terc er to m o de la edición m exicana de la “C on­ quista de P re sc o tt” , la cual, a m ás de ser posterior a la época antigua y co n ten er grandes errores históricos, para nada tra ta de C uauhtém oc ni en p arte alguna trae su jeroglífico, sino el de H uitzilihuitl amigo de C ortés.

DIEGO DE M END OZA A U STR IA Y M OCTEZUMA

11-108

“ Y o, D. A ntonio de M endoza V isorey y G obernador por su M agestad en esta Nueva España p o r qu an to el Rey mi Señor fue servido de despachar una su Real C édula,etc. . . p o r parte de D. Diego de M endoza A ustria y M octezum a, e t c . . . Dada en M adrid a dos días del m es de O ctubre de 1525. R efrendada de m ano de M anuel M artínez V ázquez y a las espaldas de ellas están cinco señales e vistas p o r m í la dicha Cédula a te n to lo pedido p o r el cacique D. Diego de M endoza. Por la presente doy este m i m andam iento en él incoporado para en guarda de su derecho. Fecho en M éxico a o cho días del m es de Julio de 154 7. D. A nto n io de M endoza” . Dice el do cu m en to real (la C édula): “ D. Carlos. . . con D oña Ju an a su m a d r e .. . Rey de C a s tilla .. . por hacer bien y m erced a vos D. Diego de M endoza de A ustria M octezum a hijo de D. F ernando C ortés C uautém oc, Señor Rey que fue de esta Nueva España, y ser n ieto del M onarca y E m perador M octezum a. . . Dada en Servilla a catorce días del m es de A b ril de 1 5 2 3 ”


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TEZO Z. 172

E n el año 5-casa. “1549 a ñ o s” fu e cuando se asentó p o r rey el señor D o n Diego de M endoza , rey de Tlatilolco, H IJO D E L SE Ñ O R Z A Y O L T Z IN , P R IN C IP E D E T L A T IL O L C O .

CACICAZ. Y HERAL.

M aría M endoza, A ustria y M octezum a, Cacica y principal de la R epública y Parcialidad de Santiago T latelolco, en de­ m anda de privilegios, el 5 de M ayo de 17 4 4 presentó copia de la C édula Real fechada en Servilla a 14 de abril de 152 3 , firm ada p o r el E m perador D. Carlos V , a favor de D. DIEG O DE M END OZA , A U STR IA , M OCTEZUM A, hijo de D . F E R ­ NANDO CO RTES CU A U H TEM O TZIN , y n ieto del E m pera­ dor M octezum a, etc.; tam bién presentó la C édula Real dada en M adrid el 12 de o ctubre de 1562, para concederle a M en­ doza escudo de arm as.

1).

A LV. CHIM. DOC. 34

E l 21 de O ctubre de 1728, presentó p etició n de privilegios D. M aría C ortés M octessum a C him alpopoca T o to q u ih u asth le, apoyada en lo m ism o anterior.

TEZOZ. 173

En el año 13-casa, “1 5 5 7 a ñ o ”. Asimismo fue en esté año m encionado cuando m urió el señor D o n D iego de M endoza, rey de Tlatilolco, que reinó p o r catorce años.

DICC. PO R R .

D IEG O M E N D O Z A . Carlos V y D ña. Ju an a le concedieron el 8 de febrero de 1 5 6 2 el privilegio de arm as.

G LOSA :

En los m ism os co n tex to s de M éxico a Través de los Siglos, se en cu en tra en el T om o 1-877 la rectificación de lo citado en el T om o 11-108, do cu m en to Real (la Cédula) Sevilla a 14 de A b ril de 1523. De la C édula hay dos datas: en M adrid 1525 y Sevilla 1523, C uauhtém oc no p o d ía ten e r un hijo adulto que recib ía en 1523 ó 1525 cédula y escudo de arm as p o r hazañas gue­ rreras. T ezozóm oc cita 1557 el año del deceso de D . Diego de M endoza después de h aber rem ado 14 años en T latelolco, COMO H IJO DE Z A Y O L TZIN , PR IN CIPE DE T L A T E L O L ­ CO. En el D iccionario P o rrú a se da 1562, año en que se le concedió el privilegio de arm as. A m bas fechas se en cuentran en las dem andas de M aría M endoza A ustria y M octezum a de T latelolco, y de M aría Cortés.


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MARIA MOCTEZUMA, CORTES, SUCHIMATZIN, ¿MUJER LEGITIMA DE CUAUHTEMOCTZIN?

CAGICAZ. Y HERAL.

CAGICAZ. Y HERAL.

TE Z O Z .

125

TEZOZ.

155

TEZOZ.

156

G LO SA :

M aría de M endoza A ustria M octezum a o C ortés, Cacica de T latelolco dem anda privilegios: A rbol de la Cesárea Regia Prosapia del E m perador M octe­ zum a, ú ltim o de este Im pero M exicano (?) padre legítim o de DÑA. M A R IA M OCTEZUM A, CO RTES SUCHIM ATZIN, M U JER LEG ITIM A DE D. FER N A N D O CUAUHTEMOC H U IT Z IL IH U E T , sobrino del E m perador M octezum a, padres de D , DIEGO DE M ENDOZA “ EL V IE JO ” APELLIDA DO A U STR IA . Dña. A gustina de M endoza, en su dem anda afirm a descender de D. DIEG O M ENDOZA A U STR IA , ETC., (que) LO FU E TAM BIEN LEG ITIM O DE D. FER N A N D O CO RTES CUAUHTEM OC H U IL Z IL IH U IL UNDECIM O REY DE M EXI­ CO Y DE DÑA. M ARIA M OCTEZUMA CO RTES SUCHIM A TZA TZIN . D esposó el gran rey M otecuzom a X o có y o tl, de quien le nacieron dos hijas llam ada la prim era D oña L eonor de M ote­ cuzom a, y la segunda D oña M aría de M otecuzom a, pero ésta se m urió doncella. El 16°, igualm ente m ujer, hija del gran rey M otecuzom a X o co y o íl, se llamó D oña M aría de M o tecu zo m a y sim ple­ m e n te m urió cuando joven. (De to d o s los hijos de M octezum a es la única de este n om bre). D oña Isabel de M otecuzom a T echuichpochtzin; el 18° hijo, asim ism o m ujer, esta princesa, según dicen los ancianos, pri­ m eram ente se la llevó D on F ern an d o C ortés, “M arqués del V alle” , de que nació y provino de ellos la llam ada Doña M aría Cortés de M otecuzom a, princesa ésta “ M estiza” a quien diz que desposó un “m in e ro ” de Z acatlán, allá la otorgó el “M ar­ qués del V alle” , convirtiéndose en esposo suyo el llam ado “Ju an de T urosas” (T olosa). M aría de M endoza A ustria M octezum a de T latelolco, y A gustina de M endoza, apoyan sus dem andas en la m ism a versión de que M aría M octezum a C ortés Suchim atzin fue m u ­ je r legítim a de C uauhtém oc. T ezozóm oc asienta dos veces que m urió la hija de M octe­ zum a, de n om bre M aría, y llama M aría C ortés de M octezum a


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a la hija de Isabel M octezum a o T ehuichpo, con H ernán Cortés, a quien desposaron con Ju an de Turosas (Tolosa).

ISA B EL DE M OCTEZUM A, TEHUICHPO T EZ O Z .

156

A LV . CHIMAL DOC.

MATS. II

108

B.D.C.

422 G LOSA :

Esta princesa D oña Isabel de M otecuzom a T ecuichpochtzin la dejó el “M arqués” , desposándola luego religiosam ente otro “ español co n q u ista d o r” llam ado “ Pedro G allego” , de que nació D on Ju an A ndrada de M otecuzom a, el cual “ fue a m orir en E spaña” . D. Isabel M octezum a casada con A lonso de G rado no tuvo sucesión. Con Pedro de Gallego, tuvo a Ju an de A ndrada de M octezum a. Su tercer m atrim onio con Cano tuvo cinco hijos. (De la princesa doña Isabel de M oteczum a, T ezozóm oc solam ente enum eran los nom bres de sus hijos del segundo m atrim onio con Ju an C ano y de su tercera unión. D oña Isabel era m edioherm ana de d oña Francisca de M oteczum a, m adre de T ezozóm oc, T ezozóm oc era sobrino de Isabel). La única objeción que pudiera hacerse respecto de esta cédula (de 1523 y 1525) que original existe en el Archivo general de M éxico, sería que C uauhtém oc no tuvo hijos en su m atrim onio con la princesa T ecuichpo, hija m ayor (?) del E m perador M octezum a, b autizada D oña Isabel y que casó en segundas nupcias con A lonso de G rado y en terceras con Pedro Gallego. A lam án lo afirm a diciendo: “ M uerto A lonso de G rado, d oña Isabel quedó sin sucesión de ninguno de estos dos m atri­ m o n io s” , y llega hasta po n er en duda si hubiera sido casada d oña Isabel con C uauhtém oc, fundándose en el silencio de C ortés sobre este casam iento en ocasión en que p o d ía haber hecho referencia a él. . . . y era casado (C uauhtém octzin-T ehuichpo) con una hija del m esm o M ontezum a, m uy herm osa m u jer m oza. La discrepancia y am bigüedad en el cotejo de los docum en­ tos, im pide considerarlos den tro de los lím ites verosím iles, que p erm itan incluirse en la presente biografía: en prim er lugar, a Diego de M endoza de A ustria M octezum a, com o hijo de C uau h tem o ctzin ; en segundo, los testim onios respecto al


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m atrim o n io de C u auhtem octzin con T ehuichpo o Isabel M octezum a, ninguno se presta a especular, h u b o descendien­ tes; y tercero, se elim ina de la inusitada declaración de las descendientes de D. M aría C ortés M octessum a C him alpopoca T o to q u ih u astle, el m aridaje de ella con C uauhtém octzin. Para la finalidad de esta integración docum ental biográfica, p o r su correlación en el tiem p o y en el espacio, es definitivo lo p e rp e tu ad o en el registro de la genealogía cuauhtém ica, en línea recta, de los herm anos A lvarez-C him alpopoca, avalado con sellos del R ey de España Carlos IV , años 1800/1 y 1806/7 La referencia de los supuestos parientes de C uauhtém oc, com prendidas en obras y d ocum entos investigados, se expiden únicam ente para evidenciar su inconsistencia.


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DENUNCIAS DE LA SUPUESTA CONSPIRACION DE CUAUHTEMOCTZIN EN CONTRA DE CORTES, PRESEN­ TADAS PARA DEMANDAR PRIVILEGIOS R especto a la supuesta conspiración de C uauhtem otzin, en co n tra de C ortés, son diferentes las versiones de los denuncian­ tes: C ortés, Anales de T latelolco, Chim alpain y T ezozóm oc, señalan al nativo M exicaltzingo bautizado C ristóbal; Ixtlixóchitl y T orquem ada culpan a C ortés, y López de G om ara, su m ism o panegirista, lo condena. Bernal D íaz del Castillo cita a Ju an V elázquez el C ihuacóatl T lacotzin, y a Tapia o M otelchiuhtzin, subordinados de C uauhtém octzin, am bos asesinados p o r C ortés antes de volver a T enochtitlan. En el siglo X V II, se presentan dos versiones en dem anda de privilegios al rey de España; una es: M. CUEVAS 291 de 1915

La probanza del nieto de D oña M arina, la incondicional de C ortés, que reclam ó ante la C orona Española, haber sido su antepasado la denunciante.

GLOSA :

La o tra reclam ación es la probanza form ulada en 1612, para registrar los servicios de Francisco M aldonado y su suegro D. Pablo Paxbolon, nieto de P axbolonacha; a h í se afirm a que C uauhtém octzin in te n tó la conspiración en co n ju n to con Paxbolonacha, gobernador de A callan en aquella fecha de 1525; las contradicciones en su contenido son índice de fal­ sedad; no ob stan te, se han difundido publicaciones que lo subrayan com o prueba irrefutable; parcialidad a te n tato ria para la integridad del héroe. E m pero, de ser cierto, se agrega­ ría a los inigualables hechos de C uauhtém octzin, juzgando que N A D IE PU EDE N E G A R LE EL DERECHO QUE TEN IA DE H A BER SE REBELA DO EN D EFEN SA DE SU PA TR IA . Lo m ás interesante del d o cum ento de la probanza presentada p o r M aldonado, se resum e a continuación con breves aclara­ ciones, espigado de: T he M aya/ C hontal Indians o f A calan./ T ixchel/ F rance V. Scholes y R alph L. Roys. U niversity of O klahom a Press./ N orm an 1968/565 pp. (2a. E d.).

ACALAN TIX G H EL FRA N C E V. SCHOLES Y RA LPH

V ersión española de la trasuntación de la relación que pre­ sentó Francisco M aldonado, en lengua chontal: ■ Y o, Pablo Paxbolon, escribano público en este pueblo de Tichel, a q u í traslado (al C hontal) lo que está escrito en lengua


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m exicana p o r Ju an B autista, escribano que m urió m ucho tie m p o ha. D on Pablo P a x b o lo n .. . En cinco del m es de julio de m il seiscientos doce años, trasladé los nom bres y cuenta de los pueblos de los m agtunes, que son chontales de Acaían. . . que em pieza el prim ero el asiento del Rey Paxbolonacha, com o sigue: (De la lista de los pueblos, solam ente se a n o ta n :) 1. El pueblo de ACALAN que se llam ó ISANCANAC. 49. TA X A H A , que (es) tuvo veinte días C ortés, donde se cortó la cabeza al capitán m exicano Q uatem uco. (TAX AH A o YAXZAM, llam ado TEO TILA C p o r Ix tlixóchitl y TEU TIER C A S p o r C ortés). V inieron los españoles a esta tierra en el año de m il quinien­ tos veinte y siete (?), el capitán se llam aba D on M artín (?) C ortés. Q ue en traro n p o r T anocic ( ¿Tenosique?) y pasaron p o r el pueblo de T axich y salieron al principio de la tierra de X acchute y llegaron a proveerse en el pueblo de TAXH H A A . Y estando allí con to d a su gente, enviaron a llam ar a Paxbolonacha, rey, que y a dijim os, el cual recogió todos sus principales de to d o s sus p u e b lo s .. . dijo u n o de los principa­ les: “ R ey y señor, está tú en tu reino y ciudad, que yo quiero ir a ver lo que quieren los españoles” . . . Y llegados ante el C apitán del Valle, español, y de los españoles no les creyeron, p o rq u e d eb ía haber en tre ellos quien les dijese no venía allí el rey. (Ix tlix ó ch itl y C ortés concuerdan en que fue el hijo de P axbolonacha o A paxbolon quien les n o tificó de la m u erte de su padre). Y así les dijo el capitán: “V enga el rey, que le quiero ver, que no vengo a guerras ni a hacerle m al, que no quiero sino pasar a ver tierra, cu an ta hay que ver, que yo le haré m ucho bien si él m e recibe b ie n ” . (Esto se lo dijo C ortés al hijo de P axbolonacha). Y los que venían en nom bre del rey, se volvieron y dijeron a Paxbolonacha, su rey, y (él) les dijo: “ Q uiero irm e a ver con el capitán y españoles, que les quiero ver y saber qué q u ie re n ” . Sabido p o r los españoles, le salieron a recibir, y el C apitán del Valle con ellos. Y les llevaron m u ch o presente de m iel, gallinas de la tie rra , m aíz , copal y m ucha fruta. Y dijo el capitán: “ Rey P axbolon, a q u í he venido a tus tierras, que soy enviado p o r el señor del m u n d o , em perador, que está su tro n o en Castilla, que m e envía a ver la tierra y de qué gente


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está p oblada; que no vengo a guerras, que sólo te pido m e despaches para U lúa, que es M éxico, y la tierra donde se coge la p lata y la p lu m ería y el cacao, que eso quiero ir a ver” . Y así le respondió que m u ch o de enhorabuena le d a ría paso y que se fuese con él a su ciudad y tierra y que allí tra ta ría n lo que m ás convenía. Y respondióle el capitán que descansase, que sí h a ría . Y antes tuvieron veinte días descansando. Y estaba allí Q uatem uc, rey de Nueva España, que venía con el capitán de M éxico; el cual habló con P axbolonacha rey: “ Señor R ey, estos españoles, vendrá tiem po que nos den m ucho trab ajo y nos hagan m ucho m al y que m atarán nues­ tro s pueblos. Y o soy de parecer que los m atem os, que yo traigo m ucha gente y vosotros sois m u ch o s” . Y esto dijo Q u atem uco a P axbolonacha, rey de los indios de M agtune C hontales. O ído p o r él esta razón, le respondió: “ V erem e en ello. D ejadlo ahora, que tratarem o s de ello ” . Y pensan­ do sobre el caso, vio que los españoles no h acían m alos tra ­ tam ientos, ni a ningún indio h a b ía n m u erto n i aporreado, y que no les p e d ía n sino m iel, gallinas y m aíz y dem ás frutas que les daban cada d ía , y considerando que pues no le ha­ cían m al, no p o d ía te n e r dos rostros con ellos ni enseñarles dos corazones con los españoles. . . y visto e im p o rtu n a d o , P axbolonacha, se fue al C apitán del Valle y le dijo: “ Señor C apitán del Valle, este principal y capitán de los m exicanos que traes, anda con cuidado con él, no te haga alguna traición, p o rq u e tres o cu atro veces m e ha tra ta d o que os m ate m o s” . O íd o esto p o r el C apitán del Valle, prendió a C uatem uc y le echó en prisiones, y al te rc e r d ía le sacaron y le bautizaron, y no se certifican si se puso p o r n o m b re D on Ju an o D on F e m a n d o , y acabado de bautizarle, le cortaron la cabeza y fu e clavada en una ceiba delante de la casa que había la idolatría en el p u e b lo de Y A X Z A M . (El m ism o TA X A H A , TEO TITLA C o T E U TIER C A S. Los renglones subrayados coinciden con la cita de Ix tlix ó ch itl). Y luego partió el C apitán del Valle, y con él to d a su gente y el R ey y P axbolonacha con to d a su gente, y llegaron a la ciudad de IZAM CANAC. (D espués de ahorcar a C uauhtém oc y dem ás señores, C ortés y P axbolonacha llegan a IZANCANA C, u n a vez m ás se com prueba que los asesinatos no se c o m etiero n en Izancanac). Y estando allí, em pezaron a trazar


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COM ENTA­ R IO DE F.V . SCHOLES Y RA LPH L. ROYS.

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p o r qué p arte se p o d ía hacer p u e n te para po d er pasar el río con to d o el ejército, que te n d ría una legua de travesía con sus bajíos; y así se em pezó a henchir los bajíos y a hacer la p u en te, que se acabó d en tro de dos días p o r la m ucha gente que había. El T ex to C hontal cita u n a razón distinta p o r la cual Paxbolonacha rehúsa particip ar en la conjura. Se dice que el señor de A calan recom endó al señor A zteca “N o esforzarse en vano, ¿acaso no se h a b ía pro fetizad o que su m an d ato dura­ ría hasta la llegada de los hom bres blancos, “ los hijos del sol , que v endrían vestidos y calzados? (en español en el original). Y ¿ p o d rían ten er duda alguna ahora que habían visto a los españoles?” M aldonado, que form uló la probanza, sabía de la existencia del T exto C hontal y estaba fam iliarizado con su contenido general, y posterio rm en te tuvo éxito en incorporarlo a los do cum entos de la p robanza com o u n elem ento sustancial. Por consiguiente, es m uy significativo que la evidencia de la p ro ­ banza de M aldonado y el T ex to C hontal difieran en este p u n ­ to. A sí com o la narración del T ex to describe bajo la luz m ás favorable la entrevista de C ortés con Paxbolonacha, así consi­ deram os que las versiones del T ex to y la probanza sobre el episodio de C u auhtém oc están obviam ente redactadas para pro p o rcio n ar pruebas ulteriores de la lealtad de la casa reinan­ te en A calan hacia la C orona Española.


C A P ÍT U L O V I

M OISES M ENDOZA, PER IO D ISTA DE EL UN IV ERSA L

El A yuntam iento de A capulco, G ro., por m edio de su C o­ m isión E ditorial, reim prim ió en 1978, la obra del periodista M OISES M ENDOZA, titu lad a REY Y SEÑOR CU AU HTE­ MOC (El hallazgo de Ixcateopan), editada e im presa p o r él m ism o; la cual, en 1950, fue incinerada p o r parte de la opo­ sición a su contenido. Esta nueva edición es en hom enaje al valiente periodista, y está dedicada a EU LALIA GU Z­ MAN, y a LUCIA ALCOCER DE FIG U ERO A , cónyuge del C. G obernad#? del estado de G uerrero, ING. RUBEN FIG U ERO A . La C om una M unicipal firma la im presión, enca­ bezada por el C. Presidente M unicipal, Lic. F ebronio D íaz Figueroa.

H ISTO RIA DE UNA NO TICIA POR MOISES M ENDOZA, R EPO R TER O DE E L U N IV ERSAL: “YACE CUAUHTE­ MOC EN LA SER RA N IA DE G U E R R E R O ” . A b u n d a n los que creen que al periodism o lo caracteriza lo efím ero ; sin embargo, además de aportar a diario el m aterial de que se servirá el historiador de mañana, tócale en ocasio­


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nes poner su contribución al servicio de investigaciones de trascendencia. M.M. Pasma y maravilla cóm o Ixcateopan, a lo largo de seis o siete generaciones, guardó con celo y discreción el secreto del entierro de su Rey, siguiendo con fidelidad las instrucciones de M otolinia. En lo íntim o de la vida de los habitantes de aquel villorio tan olvidado, h ab ía un fuerte núcleo de juram entados con el gran fraile, que com o en una carrera de relevos, a lo largo de m ás de cuatro siglos, trasm itían el secreto y la consigna: ¡Si­ lencio! C orrespondió a nuestro siglo, en cuyo curso han ocurrido y seguirán ocurriendo cosas maravillosas, enterarse de que C uauhtém oc no era ceniza dispersa, ni que sus huesos se ha­ b ían perdido en la selva; al m ism o tiem po, conoció una proeza hom érica del indígena, com o lo es el traslado del cuerpo de su Rey desde tierras rem otas hasta la sólida m eseta de la que fue capital de Z om pancuahuitl; y, con todo ello, la actitud am oro­ sa y valiente de M otolinia. En este m om ento EL UNIVERSAL puso al servicio de la causa su actitud tesonera y ese factor im ponderable que en el oficio tiene tan to valor: el instinto. La revelación del secreto secular se ofreció el día 8 de fe­ brero de 1949, en prim era plana: YA C E CUAUH TEM OC E N LA S E R R A N IA D E G U ERRE RO . RU M O R D E QUE FUE H A L L A D O UN M A N U SC R IT O D E M O TO LIN IA . EL L U ­ G A R S E R IA IX C A TE O P A N . La noticia había sido enviada por el señor Bernardo Salga­ do H., corresponsal del periódico en T eloloapan, G ro., el 7 de febrero de 1949: “ Un señor apellidado R odríguez, vecino de Ixcateopan, encontró un im portantísim o m anuscrito del padre M otoli­ nia, según el cual se pretende haber localizado el sitio en que fue sepultado C uauhtém oc. Que el docum ento dice que des­ pués de ahorcado C uauhtém oc, los indios trajeron el cadáver a Ixcateopan, lugar de donde el últim o E m perador de los m exicanos era nativo. M otolinia señaló el lugar del enterra­ m iento, levantando un tem plo que dedicó a Santa M aría de la Asunción. R elata tam bién el docum ento, qué m otivos tuvo el fraile


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p ro te c to r de los indios para guardar secreto respecto a la últim a m orada de C uauhtém oc. Se refiere, asimismo, que el gran m exicano radicaba en Ixcateopan com o rey de los chontales, que eran aliados de los aztecas, y con tal carácter fue a la Gran T enochtitlan al frente de un ejército, en auxilio de M octezum a, siendo nom brado después em perador, a la m uerte de éste” . La noticia, fuera de to d a especulación, era interesante. Siem pre h ab ía sido una incógnita la suerte del cuerpo de C uauhtém oc, la H istoria, partiendo de los inform es de Bernal D íaz del Castillo, h a b ía echado un grueso velo sobre los actos posteriores al sacrificio del E m perador. Nuevos datos llegaron el 9 de febrero, enviados por el corresponsal señor José O. M uñúzuri, del p u erto de A capulco. La no ta telegráfica decía lo siguiente: “ En la C om andancia de la Zona M ilitar se recibió un m ensa­ je del teniente coronel José Ibarra, jefe del destacam ento en Teloloapan, dando cuenta de que el segundo com andante del 4 o escuadrón, M anuel R odríguez Juárez, del servicio en Ixcateopan, encontró docum entos de alto valor histórico, relativos al nacim iento e inhum ación del últim o E m perador m exicano: C uauhtém oc. Se inform a tam bién que en el sitio donde se hizo el hallazgo, se estableció una guardia m ilitar a cargo del pelotón del m ism o lugar. El com andante de la Zona M ilitar, general Miguel Z. M artínez, trasm itió el m ensaje a la Secretaría de la D efensa N acional, solicitando que se nom bre una com isión de historia­ dores que estudie los docum entos de referencia y em ita dic­ tam en sobre su au ten ticid ad ” . El 11 de febrero llegó a la capital el señor Bernardo Salgado H., persona aficionada a las investigaciones históricas; descri­ bió cóm o el señor Salvador R odríguez Juárez, poseedor de los docum entos, rom pió el secreto de más de cuatro siglos.

EL 13 DE FEB R ER O , LOS DOCUMENTOS DE ÍXCATEOPAN SEÑOREABAN EN EL AM BIENTE Y M ENUDEABAN LAS OPINIONES EN LA C. CAPITAL: PRO F E SO R G O M EZ D E O ROZCO: “ Será de im portancia


0

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suprem a investigar la autenticidad de los docum entos a que alude El Universal, acerca del posible despeje de la incógnita que ha rodeado desde hace más de cuatro siglos el paradero de los restos del E m perador C uauhtém oc. Existe una vieja tradición de que el cadáver del E m perador de los m exicanos fue arrancado de las garras de C ortés, y llevado por los indios para su enterram iento a un lugar secreto. Ojalá que de las investigaciones se aclare este p u n to de nuestra H istoria. D entro de m i posibilidad, estoy dispuesto a cooperar en la investiga­ ción” . PRO FESO R L U IS C H A V E Z OROZCO: “ No puede form u­ larse opinión a priori acerca de un asunto fundam ental para la Historia de M éxico, com o lo es el que se refiere a C uauhtém oc y al paradero de sus respetadas cenizas. La tradición popular indígena, hace m ás de cuatro siglos, es que el cuerpo del E m perador se salvó de ser ultrajado, porque los indios que lo veneraron en vida, en la m uerte lo protegie­ ron; esta tradición no ha desaparecido. Juzgo natural el en tu ­ siasmo de los vecinos de Ixcateopan” . PRO FESO R JO R G E ENCISO: “ El caso es m uy serio y grave para em itir una opinión a la ligera. Para adoptar una resolución acerca de lo que debem os hacer, hemos dado aviso a los directores de los m useos y a los historiadores del Institu­ to (IN AH ), para que form em os una opinión. El prim er paso del In stitu to , es celebrar una ju n ta de mesa redonda a princi­ pios de la semana entrante, con la presencia del señor arqui­ tec to M arquina, y a la que estarán invitados los señores doctor Silvio Zavala, director del Museo Nacional de H istoria; doctor Daniel R ubín de la Borbolla, director del Museo Nacional de A ntropología; el historiador Manuel Toussaint, el ingeniero E duardo Noguera y otros historiadores al servicio de los museos. En esa ju n ta , y con el acopio de datos que podam os tener para la fecha, se form ulará un program a de inm ediato y rápido desarrollo, utilizando los elem entos con que co n te­ m os para realizar un estudio con la seriedad que el caso re­ quiere y adoptar después las resoluciones lógicas a que se llegue” . DO CTO R R U B IN DE LA B O R B O L L A : “ En prim er lugar, debo com entar m uy favorablem ente la form a com o El Univer­ sal ha publicado la noticia, ya que sin subestim ar la im portan­


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cia que tiene, y que puede ser continental, lo hace con toda clase de reservas. En la m ism a form a estim o yo el caso; es decir, le doy la im portancia que tiene. Creo que será necesario tener a la vista los docum entos, h ablar con la persona que los descubrió y usar todos los recur­ sos científicos que podam os disponer, para dictam inar. En la hipótesis de que se confirm ara la versión de los vecinos de Ixcateopan, en el sentido de que ese pueblo es tum ba de Cuauhtém oc, habríam os realizado el descubrim iento más sensacional e im portante en la H istoria de M éxico y en la H istoria de A m érica” . Subrayó que el In stitu to Nacional de A ntropología, por co nducto del señor Enciso, le m anifestó que se h aría una investigación del caso, en la que tom arían parte tan to el M useo de A ntropología, com o el M useo Nacional de H istoria. D O CTO R A L F O N SO CASO, T itular de la Secretaría de Bienes Nacionales, em inente arquéologo: “ La Secretaría de Bienes Nacionales declaró pondrá sus elem entos a la dispo­ sición de las autoridades correspondientes, en el caso de ser requerida, para cooperar en la investigación del descubrim iento del sitio donde parece que reposan los restos de C u auhtém oc” . H asta ese m om ento, 13 de febrero, to d o parecía m archar sobre ruedas. Un estricto espíritu científico, inclinado a la investigación m ás rigurosa, parecía ser el criterio de los histo­ riadores y de los funcionarios sobre quienes recaía la responsa­ bilidad de hacer luz en el apasionante caso de Ixcateopan.

IXCATEOPAN CASA D O N D E S E H A L L A B A N L O S DO CU M ENTO S. La casa del señor Salvador R odríguez Juárez, poseedor de los papeles que revelaron donde estaban enterrados los restos de C uauhté­ m oc, se encuentra a espaldas del tem plo. C A R T A V IV A , fue em ocionante tenerla en nuestras m anos, en la cual se habla del lugar en que reposan los restos de C uauhtém oc, forrada con un pergam ino sus borrosos carac­ teres. El am biente de Ixcateopan, estaba saturado de veneración y cariño a C uauhtém oc. Nadie p o n ía en duda las aseveraciones


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La construcción de la capilla es - como ya se ha comprobado- anterior a 1539. Esta fue la primera construcción de la iglesia de Santa María de la Asunción de Ichcateopan, que da a la que hoy es calle de Vicente Guerrero.

que co n ten ía la Carta Viva. (Su contenido integrado, se da m ás adelante). Después de la C arta Viva se nos m ostró en aquella ocasión el libro titulado:

Salvador Rodríguez Juárez y su familia.


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D E S T IE R R O D E IG N O R A N C IA S Y A L IV IO D E P E N IT E N ­ TES, en cuyos márgenes y espacios tiene anotaciones que aclaran o com plem entan el contenido de aquéllas. Se encuen­ tra n en las páginas 64, 65, 66, 67 y 68, en castellano de nuestro tiem po: “M i gira a inform ar la procedencia del señor R e y Cuaterno de Tenochtitlan, Toluca, Tenancingo, Zacaulpan, Zom pancuahuitl, Tchicateopan, tierra del señor R e y Cuaterno de los chontales, nativos de estas tierras. A p u n te s que m e dieron los emisarios de sus señores de esas tierras donde abunda m iel y p erfum es para pagar el tributo de su Señor. Está aquí su palacio de su señor R e y Cuaterno, nativo de Ichcateopan. Tiene su fam ilia y descendencia en estas tierras. M O T O L IN IA

El segundo de los dos primeros documentos que el Sr. Salvador Rodríguez Juárez dio a la publicidad lo que originó la investigación que culminó con el descubrimiento de los restos de Cuauhtémoc. Es un libro impreso en la segunda mitad del siglo XVII, titulado “Destierro de Ignorancia y Amigo de Peni­ tentes”. Las notas marginales manuscritas contienen en síntesis lo escrito, en el cuadernillo de cuatro hojas. Desde un principio se dijo que es una copia mal hecha de otro documento más antiguo. La firma trazada por el copista es simbólica de que el relato fue dejado por Motolinia.


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En la página 97, se lee: “Ichicateopan, a 25 de diciem bre de 1523, y o pisé estas tierras de los indios chontales donde m e dijeron los nativos de estas tierras que su señor era natural de esta tierra, que se llamó R e y Cuaterno; fu e nativo de estas tierras Z om pancuahuitl ichicateopan-M O TO L IN ÍA En la 117: “N o tengo perm iso de escribir nada de la vida de su Señor R e y Cuaterno. M ucho silencio En la página i 18: “E ste libro queda en m anos de los indios chontales para su enseñanza de tem or de D ios y recuerdo de m i expedición, M O TO LIN IA En la 128: Tiene m ucho oro y plata, piedra morada. Tiene cuatro pies de hondo esta mina ” Página 129: “La m ina de Zom pancuahuitl está en la barran­ ca de Texum il, I I I (?) del paredón, tapada con un m eta n te tom bo, piedra de lache; ju n to al to m b o está (página 130) la puerta de la m ina de Zom pancuahuitl h o y Ichicateopan. 1523.-M O TO LIN IA. A l Oriente está po r el cam ino del am ate", Página 176: “Todas estas cosas tienen m ucho m isterio, cóm o pueden estas gentes entender todo lo que y o no entien­ do, cóm o saben (pág. 177) este idiom a y son tan inteligentes estos indios chontales, casi saben el idiom a (pág. 177) de Cas­ tilla, y o entiendo que estas gentes están civilizadas y no rehú­ san el santo bautizo (pag. 179) de Dios; qué hermosura verlas reunidas de diez en diez com o catecúm enos ”. Páginas 181 y 182: “Yo envié a m i R e y un vestido herm oso de esta tierra Ichicateopan, 1524 (?), m ayo 7, a Cartagena a Génova para que admiren lo rico de esta tierra virgen y herm osa.-MOTOL IN I A El libro piadoso de que se hace m ención —decíam os en to n ­ ces— aunque em pastado tal vez en el siglo XIX para protegerlo de la ruina, es antiguo. Lástim a que las prim eras hojas, donde estuvo el pie de im prenta, se hayan destruido y otras estén carcom idas por la polilla. Los térm inos de la Carta Viva y el sencillo relato que puede leerse en ios m árgenes y espacios libres del libro piadoso, nos parecieron la clave de un mensaje angustioso: “N o tengo perm iso de escribir nada de la vida de su Señor R e y Cuaterno. M ucho silen cio ”. O bien: “Nadie anote esto porque tengo prohibido escribir la vida de este señor R ey, sólo p o r am or de


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mis hijos y p o r Dios no tengo tem or de los esbirros del Santo Oficio de la Penitencia. El propietario de los papeles, señor R odríguez Juárez, nos m anifestó poseer otro docum ento altam ente p ro b ato rio , afirm ó que lo pondrá en m anos de la com isión oficial que vaya a hacer la investigación correspondiente. (Se refirió a la carta q u é M otolinia escribió con tin ta sim pática). L O S N O M B R E S D E CU AU H TEM O C Y M O T O L IN IA SU S­ C IT A N PO LEM ICA. Al exteriorizarse las prim eras m anifesta­ ciones de partidism o y de apasionam iento, dim os en El U niver­ sal un llam ado que, desgraciadam ente, se perdió en el vacío: N O A V E N T U R A R JUICIOS. Para conocer la verdad en rela­ ción con los restos de C uauhtém oc, hay que esperar el d ocu­ m ento que dice tener el señor Juárez, del que parece copia el ya conocido El m anuscrito atribuido a Fray T oribio de Benavente, Mo­ tolinia, que conserva en Ixcateopan el señor Salvador R o d rí­ guez Juárez, quien afirm a haberlo heredado, ha suscitado u na serie de hipótesis abiertam ente opuestas, o bien con ten ­ dencia a cohonestar p u n to s de vista divergentes. Nadie atendió este llam ado en la ciudad C apital, los prejuicios m enudearon. H IST O R IA D O R E N R IQ U E C E R V A N T E S : “ Esta falsifica­ ción es el insulto más grande que se le ha hecho en vida o m uerte al padre M otolinia. Es u n a penosa grosería hecha a la cultura. Com o com prende uno al prim er vistazo, la falsifica­ ción fue hecha p o r u n o que escribía m uy m al y que era m uy ignorante” . D O CTO R JO SE A V IL E S SO L A R E S : “ En nom bre de la cultura nacional, p ro testo contra el estúpido, falso Ixcateopan atribuido a M otolinia. Este llegó al país en 1524; C uauhtém oc m urió en 1525. Escritos de 1522 ó 23, serían proféíicos. Ni su letra es del siglo XVI, ni su firm a de M otolinia. Inquisición llamóse Santo Tribunal contra H erética Pravedad, y no de la Penitencia, e tc .” (Las declaraciones se ilustraban con fotografías am plificadas de los m anuscritos atribuidos a M otolinia, hallados en Ixcateo­ pan, y con firmas obtenidas en el Archivo General de la Nación para com pararlas). L IC E N C IA D O JU LIO JIM E N E Z R U E D A : “ Ojalá que los


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escritos del siglo XVI se dejaran leer tan fácilm ente como éstos” . D O CTO R A L F O N SO CASO sin desechar la hipótesis soste­ nida en el docum ento descubierto, dijo le sería indispensable, para sostener un juicio definitivo, conocer el escrito atribuido’ a Fray T o n b io de Benavente, M otolinia, aún cuando fuera en copia fotostática para com parar la letra con la de otros docu­ m entos, del evangelizador de los indios, y así poder decidir su autenticidad. Expresó que el descubrim iento en sí mismo es apasionante, de com probarse que los restos del últim o E m perador azteca están en G uerrero. Leyó con interés la versión del m anuscrito proporcionada p o r Ei Universal, y dijo que, por su estilo, parece corresponder al fraile m isionero. A dm itió la posibilidad de que Ixcateopan hubiera sido u n feudo de los antepasados de C uauhtém oc. M A R IA N O C U E V A S: “Corre en estos días la especie o burda patrañ a de que en un pueblo del Estado de Guerrero se encuentran los restos de nuestro heroico y sim pático (?) guerrero C uauhtém oc. Dejé rodar la bola, porque no me gusta ocuparm e de niñerías y bien seguro de que nadie haría caso a sem ejante infundio; pero como ya aparece mi nom bre en la prensa, vinculado con el supuesto hallazgo, debo declarar: Hace pocos días se m e presentó, m uy bien recom endado, un respetable caballero diciéndom e que en ese pueblo de Guerrero (no recuerdo su com plicado nom bre azteca, ni tengo ningún interés en recordarlo) estaban los restos m ortales de C uauh­ tém oc. El único fundam ento que me presentó fue una copia en m áquina de lo que él creía, de buena fe, ser un docum ento original de fray Toribio de M otolinia. El m ism o me lo leyó, y al term inar la lectura, inm ediatam ente le dije que tal docu­ m ento m e parecía apócrifo” .

EU LALIA GUZMAN COMISIONADA POR EL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E H ISTO RIA Aparece Eulalia G uzm án el 16 de febrero, com isionada por el In stitu to Nacional de A ntropología e H istoria. De ella podía decirse, en los térm inos de los aeronautas que ha entrado a la zona de la to rm en ta. Está en ella y seguirá en ella.


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Eulalia G uzm án ayudante del d o c to r A lfonso Caso, en las exploraciones de M onte Albán, O ax., m aestra de Filosofía y Letras y de H istoria, viajó p o r el extranjero, visitó b ibliote­ cas, m useos, vio m anuscritos m exicanos, etc. En su prim er viaje a Ixcateopan lleva su experiencia y su sencillez, llaves para abrir el corazón de los buenos habitantes del apartado villorio.

DISGUSTO DE LOS ANCIANOS EN CONTRA DE D. SA L­ VADOR RO D R IG U EZ JU A R EZ En su prim era estancia en Ixcateopan del 17 al 20 de febrero, aprecia en toda su profundidad el disgusto de los ancianos contra don Salvador R odríguez Juárez, últim o poseedor de los papeles, y contra el secretario del A y u ntam iento, H um ber­ to C olín, p o r haber revelado los secretos. La señorita G uzm án prom ovió una reunión en el A yuntam iento. Se llenó la sala; los ancianos ocuparon los asientos delanteros, su aspecto —dice la h istoriadora— era de m ucho respeto. Habló ella buscando las palabras más sencillas y persuasivas para su audi­ torio. Dijo que habiéndose producido la revelación, lo que c o n stitu ía un hecho irrem ediable, debían com unicar cuanto supieran, porque to d o ello red u n d aría a la postre en gloria de su Rey y Señor, que tan to veneraban. El anciano Felipe Terán respondió y sus palabras rom pieron el hielo. Lo secundó don Margarito Zaragoza y se entabló, de esta m anera, un diálogo en tre la investigadora y los ancianos. Eulalia G uzm án recogió el testim onio de catorce ancianos que tienen m ás de ochenta años. El m ás joven cuenta setenta y cuatro y dice de él m ism o: “ Soy el cham aco de esta fam ilia” . He a q u í algunos nom bres: Luis Parra, Margarito Zaragoza, Pedro Espinoza, G ilberto Solano, Gilberto Tostado Alvarez. D escendientes en línea recta de José Am ado y José Francisco. T odos ellos poseían la tradición, afirm aban por igual: “ En Ixcateopan está enterrado el R ey: lo trajeron los guerreros” . D O N M A R G A R IT O Z A R A G O Z A , que ha pasado su vida frente al m om oxtli, tiene su casa calle de p o r m edio, enrique­ ció la tradición escrita con varios datos. Dijo que cuando el Rey C uauhtém oc salió de la Gran T enochtitlan, llevado por


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C ortés a la expedición a Las H ibueras, no fue solo, que reclu­ taron un ejército de ixcateopenses que lo acom pañaron. “ Estos guerreros —diece don M argarito— fueron los que. desprendiéndose del grueso del ejército, desertaron y, recogien­ do el cuerpo de su soberano, lo condujeron a Ix cateo p an ” . Don M argarito, que es un anciano alto, enjuto y vivaz, desde su casa ha visto a los saqueadores del m om oxtli, donde, según la tradición, se asentó el palacio de la princesa C uayautital, m adre de C uauhtém oc, “ Son extranjeros —dice— que m uchas veces han estado aquí escarbando y robando o b jeto s”. D O N L U IS P A R R A , casi centenario, proporcionó a la historiadora Eulalia Guzm án inform aciones igualm ente valio­ sas: “ Los indios señalaban la ru ta más segura, indicando la peli­ grosa con una colum na de hum o. Los guerreros que se dispo­ nían a em prender la jornada con su Rey m uerto a cuestas, salían a las eminencias y desde allí atalayaban el horizonte, si veían hum o en la lejanía, cam biaban el rum bo; si el horizonte estaba lim pio seguían confiadam ente con su carga a cuestas” . D O N PED RO E SPIN O SA, recordó que su abuela prim era­ m ente entraba al lugar de oración, rezaba sus preces de cos­ tum bre, y luego se dirigía a la parte posterior del edificio. (Todavía no se construía la torre que corona el reloj) allí prendía una vela. —¿Por qué, abuelita, —preguntaba el niño P edro— no prendes esta veía en la iglesia?. —En la iglesia —respondía la señora— ante los santos, dejo mis oraciones; pero aquí velo a mi Rey. D O N G ILB E R TO TO STAD O A L V A R E Z , el testigo, para ellos, de m enor solidez, cuando supo que había dejado de ser un secreto el entierro de su R.ey, tom ó una vieja litografía y la trajo a la casa del señor Salvador R odríguez Juárez, y colocándola ju n to a los docum entos, exigió que tuviera luz diaria. El viejecito explicó: “ Hace m uchos años, tan to s que no sé contarlos, que mi abuelo pidió a M éxico un retrato de nuestro Rey y trajeron éste. Desde entonces, en la casa se le rindió el debido hom e­ naje. Creo que ha llegado el m om ento de entregar la imagen de m i Rey a la devoción de to d o s” . Uno de ellos narró que antiguam ente los danzantes llamados


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Agüileros, los M artes de Carnaval, ascendían hacia la m eseta de Ixcateopan, en m ovim iento de espiral, llegaban en la m añana de ese día hasta atrás del tem plo, en donde sim ulaban ahorcar a un joven, entonces llegaban unas m ujeres con cántaros con agua y flores, perseguían a los Agüileros y salvaban al joven del patíb u lo . A ctualm ente en lugar de horca levantan un palo ensebado. Miguel G arcía, un vecino, le narró que de niño, sus m ayores le habían enseñado un canto en náhuatl, que habla de la cara­ vana llevando el cuerpo del Rey m uerto, por M exicapan, La Tecam pana en Teloloapan, Texcalcam a y Tenanguillo, para sepultarlo en Ixcateopan. La m aestra G uzm án interrogó a los ancianos respecto al rescate del cadáver de C uauhtém oc, después de 13 días de haber sido ahorcado en aquel trópico donde es rápida la des­ com posición. Un anciano le contestó: “Usted no sabe, señori­ ta, que los colgados no se pudren, se secan. U sted ha visto que la carne colgada se seca, igual la fruta rebanada. A sí fu e” . A Eulalia Guzm án le fueron revelados los demás secretos de Ixcateopan. Después de la C arta Viva y el Libro Piadoso Des­ tierro de Ignorancias y Alivio de Penitentes, los apuntes de don F lorentino Juárez, y el “ papel blanco cerrado con h ilo ” , el más interesante. Los apuntes en cinco cuadernillos, D on F lorentino Juárez los dictó en el pueblo de Ixcapuzalco, donde pasó el penúl­ tim o año de su vida; transcribió palabras de su padre don José A m ado Juárez, y de su tío José Francisco. Don Florentino Juárez solam ente dejó una especie de borrador para un trabajo m ás pulido, que la m uerte no le dejó realizar. Q uedaron los apuntes a lápiz y con desorden, que trasm itió a su hija Jovita, y ésta, en trance de m uerte, entregó los papeles a su sobrino Salvador R odríguez Juárez. IN ST R U C C IO N E S D E D O N F L O R E N T IN O A SU S HIJOS: “La Carta Viva que nos legaron los antepasados, son cuatro hojas que están en un fo rrito de cuero, según dijeron que dijo el padre M otolinia: hasta cuando la carta viva no p u d o ya, escribió en un libro de oración y están los apuntes, quedan los papeles del pueblo, que y o guardo. Copio estos d o cu m en to s tal com o están y escribo a m i m o d o de entender, para que se conserven p o r el peligro de la


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Vieja fotografía de don Florentino Rodríguez con uno de sus nietos. Don Florentino nació en 1842 y murió en 1915.

R evolución, y si llegaren a caer estos docu m en to s en m anos de los revolucionarios, sean unos o los otros, y o les ruego encarecidam ente no los rompan, pónganlos en m anos de las autoridades civiles o en m anos de los señores curas; esto es interesante y se viene hablando de una Carta Viva que dejó a los indios un padre misionero.


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Un papel blanco cerrado con hilo es el más interesante, que y o no entiendo ni sé de esto; guardo p o r acuerdo de los ancianos m ayores de este pu eb lo . M i padre, A m a d o Juárez, m e entregó estos docum entos, acom pañado de más ancianos que m e hablaron de un papel blanco que está pegado; éste es interesante y da los datos de todo.

“Testamento histórico ” o instrucciones dejadas por el Sr. don Florentino Juárez a sus descendiente, al encomendarles la guarda de los documentos y de la tradición.


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CARTA VIVA Don F lorentino inicia sus apuntes: En Ixcateopan de Santa María de la A sunción, donde se guardan las reliquias de nues­ tro Señor R e y C uauhtém oc, según la tradición de nuestros antepasados que supieron todos los secretos de nuestro señor padre que han pasado sobre tantos años cubiertos y sepultados en nuestros corazones; hijos m íos, antes m orir que faltar a nuestro respeto al gallardo joven R e y Cuauhtém oc; es im posi­ ble, hijos m íos, que consintam os que sean estropeadas las cenizas de nuestro gallardo R e y ; aunque bien sabem os que sus polvos deberán estar en la tierra de su cuna hasta la eter­ nidad; raza de Santa María de la A sunción, yo, hijos nati­ vos de este pueblo, herm anos José A m a d o y José Francisco, por tradición pido de ustedes sean respetadas las cenizas de yiuestro Señor R e y hasta cuando la vida de sus descen­ dientes no haya más generación que pueda cubrir estos se­ cretos de nuestro venerable padre; hijos m íos, y o quiero que así com o estos dos herm anos José A m a d o y José Fran­ cisco* han venido custodiando estos docum entos y velando con luz diaña y sahum ando de copal, cuavautli y estorazán; así perm anezcan estos docum entos com o las propias cenizas de nuestro gallardo R e y ; la casa y hogar de nuestros descen­ dientes en quienes vayan recayendo estos tesoros, nunca apaguen su luz n i de día ni de noche, y reclamen estos dere­ chos hasta cuando sea necesario; que nunca pasen estos teso­ ros a m anos de los que no sean hijos de este pueblo de Santa María de la A sunción. Yo, José A m a d o y José Francisco, herm anos (T odo parece indicar que los herm anos José A m ado y José Francisco son los que se dirigen a la posteridad). “ APUNTES DE LAS PLATICAS DE LOS ANCIANOS CUANDO ME EN TREG ARON LOS PAPELES: Me dijeron los ancianos, cuando m e entregaron los secretos del pueblo que po r tradición traían estos datos. M e dijeron que de estos lugares había subido en silla un joven R e y que se llamó Cuauh­ tém oc; que este joven tenía la edad de 23 a 25 años y que había sido llamado a M éxico para que prestara auxilios en las guerras a los conquistadores y que perm aneció allí m uchos días desem peñando el cargo de R e y .


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Página preliminar de las notas escritas o dictadas por José Francisco en la 2a. mitad del siglo XVIII, va­ ra transmitir la tradición oral de Ixcateopan relativa a la vida y ala muerte de Cuauhtémoc, rey de los mexicanos, y al lugar de su último entierro. La mala letra y el poco dominio de la escritura y de la lengua, características propias de un semiletrado, juntamente con la riqueza de datos históricos que no pudo adquirir por la vía erudita un campesino de la pobreza cultural escolar señalada, sobre todo porque en su tiempo se desconocían los documentos del siglo X V I que los contienen, son la garantía más firme de la autenticidad de la tradición que transmite. Esta pagina dice literalmente. José Francisco nació el 4 de octubre del año 1685 e escribe A la eda de 83 años en 1768, soy originario guastelica Descendiente de los sochimicas mi apellido por mi madre Chimalpopoca y soy decendiente Del principe tecatecutle Auilizot Chixo de Ahuizoto Rey e padre Del Gallardo Cuaterno. Jui Bautizado en Zacualpan según me digeron mis Padres o en Tenancingo e jui chixo Pedro Juan e Malia Juliana Chimalpopoca Guastelica e mi padre Yndio nativo de Rasa Chontal de Ychicatimopan Donde vivo.


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D espués de algún tiem po que fu e , estuvo sosteniendo su cargo; fu e intrépido, valiente, m u y bravo, y m e dijeron que fu e joven de la edad temprana, que nunca fu e casado con ninguna dama; conservó su vida en la ju ve n tu d y que era de estos lugares; que después de algún tiem po fu e vencido po r las fuerzas de don Fernando Cortés; que m ucho tiem po lo tuvie­ ron m artirizado y llegaron al grado de quem arle los pies, haciéndole andar en com pañía de otros señores; pasados algunos días de andar, quisieron bautizarlo y no consintió; fu e indom able; que sólo tenía el don de ser m u y casto; en hablar nunca habló palabras malas, y y en d o en calidad de preso, lo denunciaron, y dijeron a don Fernando Cortés que este joven se iba a rebelar contra su gobierno, y entonces el m e z­ quino y m al hom bre Cortés lo ahorcó en com pañía de otros señores m exicanos, y al joven rey lo ahorcó y quedó por más de 13 días colgado, y que cerca de 25 a 3 0 hom bres desertores lo robaron, y en tilmas lo envolvieron y lo trajeron cam inando en cam inos m u y extraviados. Llegaron a Zacualpan después de haber caminado cerca de 46 días, allí lo tuvieron escondido cerca de 40 días, envuelto en hojas de árboles de aromas; y de repente se acercaron jefes de los conquistadores y soldados que tom aron Zacual­ pan, porque venían persiguiendo a los desertores; no encon­ traron nada porque los m ism os desertores lo habían transpor­ tado p o r diferente rum bo y lo tuvieron en la m ism a form a escondido en un lugar llamado Tlapacolla; después de m uchos días perm anecieron haciéndose m ás grande el grupo de h o m ­ bres y m ujeres que adoraban a ese joven R e y ; m uchas fam ilias abandonaron sus hogares, estando de pie en la reunión donde estaba el cadáver del joven R e y ; después de m uchos días lo cambiaron a Alpichafia, do nde era un pueblo entonces grande y conocido en ese tiem po, habiendo perm anecido el cadáver en un paraje que le llaman tescal, Tescal Tenancingo; dijeron que tom aron agua y suspiraban todas las gentes sin llorar; p orque les dijeron algunos desertores cóm o había m uerto el R ey, esto les dijeron a los que se estaban agregando, y luego caminaron a rem ontarse a parte alta que se llama la Tecampana, donde estuvieron m ucho tiem po adorando y tocando instrum entos antiguos de sus tiem pos; allí ya era una tribu la que se había levantado; de m o m e n to recibieron noticias


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sorprendentes de los de Zom pancuahuitl, y se levantaron, abandonando m uchas cosas, joyas e instrum entos musicales que extraviaron en ese lugar. Llevando el cadáver en la m ism a fo rm a que antes, y ya en un lugar alto llamado Chinaucla., donde estuvieron m ucho tiem po, ya era m ucha la gente que estaba a llí adorando a su R e y m uerto; después de m uchos días que estuvieron a llí en ese lugar, pegó una peste terrible que los obligó a sepultar cadáveres en ese lugar; m e dijeron que no conocían el lugar, que sólo sabían que era rum bo a A ca tem p a y que tenía de señas su nom bre Chinaucla, que era culebra de piedra, y que había en ese lugar m uchas tum bas p o r la peste. Por este m o tivo regresaron a Z om pancuahuitl donde era la tierra de este señor R e y ; lo trajeron en la m ism a form a, y que­ dó en C uayautitla depositado en su palacio, y después de estar un tiem po com o en paz, guardando los restos del R e y , el p u e ­ blo, según dijeron que en 1529 los indios, atem orizados de la p este que les pegó en Chinaucla, se desperdigaron y tom aron rum bo a sus hogares, dejando los restos del R e y en esta su tierra; era el lugar donde habitaba m ucha gente. H abiendo educado a las gentes, algunos de los desertores se presentaron con los conquistadores, que venían con ellos unos frailes que estuvieron algún tiem po en este lugar; y entonces dicen que enterraron los restos del R e y y penaron a los indios que nunca dijeran estos secretos a nadie; tam bién m e dijeron que al irse se llevaron a dos indios a M éxico, donde estuvieron co m o esclavos m u ch o tiem po, y después se los llevó un padre m isionero a un lugar que llaman de L os A n g e­ les, según m e dijeron era Puebla. A l lí éstos se enseñaron á leer, a trabajar m uchas cosas que les enseñó un padre que vino a este lugar y fu e a L os A ngeles; sólo m e dijeron que era m u y pobre y joven y com padecido de los pobres indios; esto m e dijeron los ancianos, que ese padre m isionero era el m ism o q u e había venido a estas tierras, a quien le debíam os los favores que tanto m e reciolataban (sic). E n cada vez q u e m e decían, bañados en lágrimas y en copio­ so llanto, m e relataban los sen tim ien to s de su corazón, que cada vez que m e decían estas cosas tenían que llorar los vieje-


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citos y m e hacían llorar con ellos-cuantas veces tenia y o que oír estas cosas. M e decían: hijo m ío , fu e m u ch o lo que sufrió nuestra pa­ tria, nuestra raza; nos tuvieron m ucho tiem po, no sabemos contar los años, que nos dijeron los ancianos cóm o nosotros, hijo m ío ; fu e tanta la amargura y el dolor que sufrió nuestra raza, que nos tenían co m o bestias brutas; nos jerraban a nues­ tros antepasados, com o j errar a u n animal. M e dijeron que el martes de Carnaval, 26 de febrero de 1525, m urió ahorcado el R e y en un lugar q u e no sé nom brar”. (C uaderno n úm ero dos: p ronóstico de los ancianos:) “Yo m e he preocupado p o r escribir todo cuanto supe y cuanto p u d e saber, lo que servirá en el tiem po y para el tiem po que sea necesario; y o no soy capaz de dirigirme ante quien corresponda para el descubrim iento verdadero de las cosas pertenecientes a nuestro ú ltim o R e y Cuauhtém oc, habiendo visto las grandes dificultades que se atraviesan con el clero, con los gobiernos civiles y militares. Si alguna vez nuestros descendientes tuvieren el valor civil de enfrentarse ante los enem igos que resultaran, según está pronosticado p o r los ancianos, que al descubrirse los secretos se van a levantar com o fieras una pórción de hom bres; que no sepan nada de esto, serán los enem igos acérrimos de este secreto; si alguna vez llegara a realizarse el descubrim iento del m isterioso secreto de hace m uchos años, voy a decir lo que sé, y sirva de apoyo decir las cosas ciertas de lo que es. F ue el lugar —continúa d iciendo— d o n d e lloraron sin cesar; fu e un m ar de lágrimas que inundó el corazón de los indios, que pasaron más de dos horas postrados en tierra, llenos de lágrimas; y ofrendaron al dios del A gua m uchas joyas, p o n ién ­ dolas en un m anantial de la calle de Tenanguillo. (Penúltim a jornada llevando al R e y m uerto). Les ruego que si alguna vez los m al intencionados juzgan nuestro secreto, deben advertir que la historia no la hace el vencido, sino el vencedor; y esto llegaría a armar un escánda­ lo espantoso, p u e sto que d e l jo ven R e y nada dijeron de él. Con él term inaron las guerras, y según m e dijeron los ancianos, que prohibieron de tal manera que el que llegara a descubrir la procedencia de este varón, lo quem arían vivo. Yo sólo quiero que a la postre d el tiem po, y cuando D ios


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quiera, sepan los enem igos que nuestro ú ltim o R e y , descen­ dien te de nuestra generación, no fu e perdido ni arrojado a las fieras; fu e recogido y sepultado com o un verdadero Señor y R e y de nuestra N ación M exicana. A u n q u e nunca digan nada en la Historia, de nuestro querido R e y , él está con noso­ tros; sus polvos y sus cenizas son la honra de nuestra Patria. A h o ra quiero decirles y darles las instrucciones de lo que m e dijeron los ancianos; q u e cuando en aquel tiem p o intentaban saber el paradero y el lugar d o n d e estaba sepultado el R e y , m andaron a m uchos frailes engañando y repartiendo cuentas y espejos al que dijera de d ó n d e era y dónde había quedado el cuerpo del R e y , y m e dijeron que nadie dijo; se concretaban en robarles las cuentas finas de piedra cam biando con sus miserables espejos y cuentas de vidrio corriente que tra ía n ”. (D on F lo ren tin o Juárez reconstruye el cam ino que com uni­ caba, en la época prehispánica, a Ixcateopan con la G ran Ten o c h titla n :) ‘M e dijeron (los ancianos) que el cam ino andable era el que nos conducía a Toluca para llegar a M éxico, y cuando subían de estos lugares llevaban el tributo para los señores reyes de M éxico. T odo lo que llevaban co m o pago de tributos tenía que ir adornado con plum as de colores; llevaban hermosas piedras labradas, tilmas de algodón en diferentes colores y dibujos. M e dijeron que de estas tierras salían m uchos regalos en oro y plata, así com o cántaros de abundante m iel de abeja. L o que m e supongo es que hay entierros, o sea tapazones de joyas antiguas, asi com o tum bas de ricas joyas; m e dijeron que los indios de aquella época transportaron, p o r orden del R e y , m uchas joyas, o sea oro y plata, que sepultaban en estos contornos. Según m e dijeron que se dividía (la república d el señor R e y ) desde el lugar de ACamixtía, Chotalcuatlán, Zacualpan, A capetlahuaya, to d o el R ío Grande, Cuexala, el R ío Balsas, Planes de Iguala, el R ío P uente Camposano, hasta cerrar hasta Acam ixtla. Que de a q u í para arriba pertenecía al señor R e y de T ex coco, y de Zacualpan para arriba, al señor R e y de Toluca. Sólo nos queda el puro m unicipio m u y reco rta d o ”. (Los ancianos que p roporcionaron estos lím ites al d epo­ sitario de los secretos, se referían a la república que le venía


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a C uauhtém oc p o r herencia de parte de su m adre, Cuayautital). “M e dijeron (los ancianos) que está pronosticado p o r los sabios de aquel tiem po que al principio del año 50, regido el año p o r señas m u y particulares que habrá,, regido el año po r el sol y en año non, será descubierto el secreto p o r los efectos del año par, que entra hasta el año 50".

EU LA LIA GUZMAN La obra de Eulalia G uzm án se eriza de dificultades, perseve­ ra y avanza; su actitu d ante los m anuscritos es de sabio. No dogm atiza, ni fulm ina, ni proclam a. Observa. Las disciplinas m entales que obtuvo en las universidades de Berlín y de Jena seguram ente la hicieron impasible, y si a eso agregamos su ascendencia indígena, el carácter está com pleto.

EU LA LIA GUZMAN REG RESA A LA CIUDAD DE MEXICOA D IFU N D IR LOS RESULTADOS DE SUS PRIM ERAS INVESTIGACIONES: 1. Estam os ante u n secreto cuatro veces centenario acerca del destino final de C uauhtém oc, la m ás grande y pura perso­ nalidad heroica de la H istoria de M éxico. No es descabellado, sino que existen m uchas razones para estim ar que los restos del ú ltim o rey de T enochtitlan hayan recibido sepultura en Ixcateopan. 2. Los docum entos atribuidos a M otolinia, no son escritos de su pu ñ o y letra, pero pueden ser copias hechas en la pasada centuria, para sustituir los originales destruidos p o r el trans­ curso de los siglos. 3. Se apoya la hipótesis en que tales copias tienen la ortogra­ fía del siglo XV I, el estilo del D efensor de los Indios y datos que concuerdan en gran parte con lo realm ente acontecido en la sem ignorada expedición de C ortés a Las H ibueras, y que es im posible pudieran conocer los sem ianalfabetos habitantes de Ixcateopan, salvo por la tradición trasm itida de padres a hijos e n el transcurso de los siglos.


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(A continuación la historiadora expuso su teo ría, q u e el tiem po h a b ía de confirm ar plenam ente, respecto a la fecha que m ostraban los m anuscritos y que tan to escandalizó a los historiadores: 1523, com o año del enterram iento de C uauh­ tem oc). 4. Si aceptam os que los docum entos pueden ser copia literal de escritos de M otolinia, destruidos p o r la acción de tres siglos, el copista pudo equivocarse. La form a en que se escri­ b ía el 9 en el siglo XV I, se presta a co nfundir ese núm ero con el 3. D iciendo 9 el docum ento au téntico, se tiene que la fecha correcta es 1529, cuando ya era posible que hubiesen sido llevados los restos de C uauhtém oc a Ixcateopan. (De hecho se h a b ía abierto la brecha correcta).

O BJECIONES SIN FUNDAM ENTO DE V A RIO S H ISTO RIA ­ DO RES A unque Eulalia G uzm án h a b ía dado a conocer sus p u n to s de vista sobre los papeles hallados en el pueblecillo guerrerense, los m iem bros y los invitados de la Sociedad Alem ana M exicanista no h ab ían ten id o tiem po de enterarse de ellos, ni hab ían de enterarse nunca. El 10 de m arzo, la Sociedad A lem ana M exicanista hacía el señalado h o n o r de ocuparse del asunto de Ixcateopan. Con bom bos y platillos se anunció la asistencia de los im por­ tan tes personajes que no acudieron la prim era vez. C uando abrió la asam blea don Pedro H endrichs, Villa Rojas pidió que se diera lectura al inform e que rindió al In stitu to N acional de A n tro pología e H istoria, la profesora Eulalia G uzm án encargada, p o r esa dependencia, de exam inar los m anuscritos de Ixcateopan. R O B E R T O H. B A R L O W : “ Ichcatem oteopan no es nom bre antiguo, ni siquiera colonial, sino retien te . Si se encuentra un docum ento colonial con ese nom bre, m e lo com eré con m os­ taz a ” . (A puntem os que, meses después de celebrada esta sesión, la profesora G uzm án nos inform ó que ya te n ía en su po d er el d o cum ento antiguo pedido p o r Barlow, que para no estropear­ le a éste el aparato digestivo, no le exigiría com erse con mos-


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taza el libro entero, sino solam ente la fotocopia de la página en que se lee el viejo nom bre de Ixcateopan). “ C uauhtém oc —siguió diciendo Barlow — fue gobernador m ilitar en Tlatelolco. Los docum entos son falsos y con malas intenciones y de fecha reciente. Son apestosam ente falsos. A h uízotl estuvo en la región y destruyó a Teloloapan. Es posible que en Ixcateopan hubiera habido una guarnición ten o ch ca” . (Opinó que los docum entos fueron escritos entre 1850). W E IT LA N E R , narró que en Pachivia, cercano a Ixcateopan, recogió la tradición de que allí nació M octezum a el Mozo. D O N A L D J. L E O N A R D dijo: “A q u í hay algo podrido; hab ía m isterio en el presidente m unicipal de Ixcateopan y en el poseedor de los docum entos, R odríguez Juárez. ¿Por qué se im itó la firm a de M otolinia, si no era para un engaño?” . PED RO H END RIC H S, se dijo conocedor de la región, rebatió la Carta Viva p o r el lado de la botánica, dijo: “En los docum entos hay contradicciones; en la enum eración de los ár­ boles de la zona. En cuanto a la existencia de una m ina en ese lugar, no es im posible: Ixcateopan fue real colonia y aun llegó a apartarse el q u into que le correspondía al rey de España. No puede ser que existan allí m inas que contengan a la vez oro y plata y piedra m orada (am atista de cuarzo teñida con m anganeso). Hay aq u í un revoltillo de to n terías. El nom bre que dan los m anuscritos a la m adre de C uauhtém oc puede corresponder a una cuadrilla cercana al río A m atitlán (Cuaulotitlán). H abía la tradición de que en F uerte de A rriba o Puerta de A rriba, existía el palacio de un rey tenochca. Hay, no lejos, el Cerro de los M onos, al pie del cual existen unas estatuas enorm es. El año 1486 A huízotl conquistó Teloloapan y O tzum a. Tal vez aq u í naciera la confusión que existe en cuan­ to al origen de C uauhtém oc. Q uizá tuviera éste el títu lo de rey allí, y luego hayan ocurrido la alteración y la falsificación de los hechos. En cuanto al árbol T zom pantli, de que hablan, los m anuscritos, no es de la región, pero es posible que lo hayan llevado de lejos” . FED ERIC O GO M EZ D E OROZCO, dijo que los docum en­ tos eran falsos, que seguram ente se tratab a de venderlos caros y que tal vez salieron de una fuente de las Relaciones Geográfi­ cas que m andó hacer el rey Felipe II. Dijo tam bién que M otoli-


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nia firm aba de dos m aneras y que en 1529 el padre andaba p o r G uatem ala, que no estaba m uy seguro. C A R L O S L IN G A Y S A L V A D O R M A T E O S H IG U E R A , se refirieron a los m étodos especiales para establecer la identidad de los docum entos. P RO F E SO R A N T O N IO POMPA Y POM PA, estuvo de acuerdo con el dictafnen de Góm ez de O rozco. LIC E N C IA D O A L F O N S O O R TE G A M A R T IN E Z , opinó tam bién en contra diciendo que los m anuscritos eran una au tén tica falsedad; sus palabras fueron recibidas con aplausos. SE R G IO M O R A L E S dijo que algunas frases del m anuscrito le daban la idea de que eran traducciones literales del náhuatl.

EU LA LIA GUZMAN CONTINUA SU MISION L O S D O C U M EN TO S D E IX C A T E O P A N S O N C O PIAS D E O T R O S A N TIG U O S. L enta, paciente Eulalia G uzm án en busca del rastro del am anuense que, según su hipótesis, copió la Carta Viva e hizo las anotaciones en los m árgenes y fines de capítulo del libro D estierro de Ignorancias y Alivio de Penitentes. Revisó los viejos infolios de la parroquia, los archi­ vos m unicipales, to d o s aquellos papeles que voluntariam ente le p roporcionaron los vecinos en su deseo de cooperar lo más am pliam ente posible en el esclarecim iento com pleto del asunto. Q uedó elim inado que F lorentino Juárez hubiera sido el copista; m uerto en 1915, se conservan cartas, apuntes, firmas, que pusieron fuera aquella posibilidad. Revisando la señorita G uzm án los papeles del archivo p arro ­ quial, en co n tró el ejem plar de u n a carta pastoral que dirigía a sus fieles el arzobispo de M éxico don Alonso Núñez de Haro y Peralta. M irando con el m ayor cuidado el papel en que está im presa la pastoral, la señorita Eulalia G uzm án encontró al verso las siguientes líneas: ”1 7 7 7 esta fec h a copié los secretos del papel de los ancia­ nos p o r estar hecho pedazos. . . polvo ”. Luego, hay u n a rúbrica alargada h orizontalm ente abajo de la palabra polvo, m uy sem ejante a la que se le pone al nom bre


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de M otolinia en los docum entos. La im portantísim a n o ta está escrita con tin ta. La hipótesis dejó de serlo, para convertirse en un hecho que sirvió de base y sustentación de to d a una teo ría. El copista, según su data, ni era rústico del siglo pasado ni ignorante de nuestra centuria, sino un hom bre cuidadoso y responsable de las tradiciones del pueblo, que vivió en el siglo XV III. F IR M A D E M O TO LIN IA . Se le entregó “ el papel blanco cerrado con h ilo” que tan to encarecía don Florentino, era la carta escrita con tin ta sim pática que dejó M otolinia com o el docum ento más precioso y que constituye una constancia de la actitu d del fraile ante los huesos del Rey. Eulalia G uzm án no quiso estar sola al revelar los signos del d o cum ento, llamó a las autoridades e hizo levantar u n a acta; en presencia de to d o s aplicó u n a plancha caliente en una de las hojas. Al contacto del calor aparecieron algunos rasgos de la firm a de M otolinia en la p arte inferior, y arriba varios renglo­ nes que hablan de Puebla y del año 1537. La em oción de Eulalia G uzm án fue p aten te al ver la firma auténtica. “Tiene el mismo garabato” , según sus palabras; ella conoce que el franciscano no siem pre firm ó de la misma m anera.

IN TER ES PATRIOTICO DEL GOBERNADOR DE GUE­ R R E R O , G R A L. BA LTA ZAR R. LEYVA M ANCILLA En el m es de julio la historiadora reto m a a Ixcateopan, perm a­ nece allí más de diez días, entregada a sus trabajos, para los cuales no conoce fatiga ni desaliento. El gobernador del Estado, General Baltasar R. Ley va M an­ cilla, expresa a la historiadora que está dispuesto a colaborar en to d o aquello que signifique el m ejor éxito de la investiga­ ción. Inclusive, desea que se vaya a la suprem a prueba: la exploración en el terreno señalado p o r la tradición oral y por los papeles. Q uiere celebrar el prim er centenario de la C onstitución del Estado Libre y Soberano, con un hecho de tanta trascen­ dencia.


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El Gobernador del estado de Guerrero, Baltasar Leyva Mancilla, y el jefe de las operaciones, hacen la primera guardia.

A p artir de entonces la señorita G uzm án no se siente sola, tiene detrás al E stado de G uerrero. La actitud del E stado de G uerrero fue la prim era derro ta a la burla y a la incom prensión.

IN TER V EN CIO N D EL D R . ALFON SO QUIROZ CUARON Eulalia G uzm án, en el mes de agosto solicitó la colaboración de varios técnicos del D epartam ento de Averiguaciones Espe­ ciales del Banco de M éxico, que dirige el d o c to r Alfonso Q uiroz C uarón, la cual se le prestó desde luego, y en el m ism o m es fueron a Ixcateopan el fotógrafo E duardo M unguía y el ingeniero quím ico Ignacio Diez de Urdanivia.


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EL 16 DE AGOSTO LA PROFESORA EULALIA GUZMAN RESOLVIO HACE;R DEL CONOCIMIENTO PUBLICO EL PROCESO DE SUS LABORIOSOS TRABAJOS: “ Para que no se desvíe el conocim iento acerca del estado que guardan al presente los hechos y la investigación que se prosigue en Ixcateopan, G ro., referente a C uauhtém oc, debo decir lo siguiente: Desde febrero de este año, fecha en que hice m i prim era visita a Ixcateopan, pude leer un cuaderno de apuntes escritos a lápiz, en el cual don F lorentino Juárez dejaba a sus hijas u n a serie de indicaciones referentes a la tradición de C uauhtém oc y un pequeño grupo de docum entos pertenecientes al mismo asunto, entre los cuales señalaba los que se descubrieron a principios del mes y “ un papel blanco cerrado con hilo, el más in teresan te” . D urante m i segunda visita a Ixcateopan en el mes de m ayo, el señor Rodríguez Juárez, depositario de los docum entos, m e m ostró otros apuntes de don F lorentino Juárez, escritos tam ­ bién a lápiz y en letra que no es la de él, sino la firm a; y m e trajo el papel blanco a que hace referencia don F lorentino. Es un pliego tam año folio, en blanco, sólo m arcada la cabeza de cada hoja con una cruz en tin ta café. Supusimos que estaba escrito con tin ta invisible. En esa ocasión se aplicó calor a la parte superior de la segunda hoja y aparecieron siete ren­ glones, en parte ilegibles; term inan abajo con las cifras 15,37, así, separadas. Se levantó el acta respectiva, estando presentes, además, el Presidente M unicipal y el Secretario del A yunta­ m iento. Con la esperanza de encontrar indicios orientadores, en esta últim a vez que estuve allí, se aplicó calor a la prim era hoja, estando presentes los mismos antes citados, más otras personas vecinas del pueblo. En dos renglones, entre lo legible, aparece claram ente: “Puebla de los. . . ” y la cifra 1537, que bien pue­ de ser una fecha. Al pie de lo escrito la firm a de fray Toribio M otolinia, que cotejam os los presentes con la que apareció en el diario Excelsior en febrero de este año, la cual se sacó en aquella vez del facsím il K, que se publicó en el libro Cartas de Indias, tom o II. En mi opinión la firm a del docum ento es la m ism a que la conocida del padre M otolonia. La letra en que


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están escritos ios renglones en am bas hojas, no parece ser de M otolonia, sino sólo la firma. El tex to es todavía incoherente, tal vez p o r los vacíos que lo interrum pen y las palabras difíci­ les de leer. Sin em bargo, lo poco que hay legible m e da la im presión de que no se tra ta abiertam ente de C uauhtém oc o del lugar donde reposan sus huesos, excepto en la prim era expresión “ Puebla de los” (¿A ngeles?), la cifra 1537; otra expresión que parece decir: “ ándese a pie lo. . . ” (¿pasos?), y tu n b o o tu n b a en la segunda hoja; esta últim a y las dos prim eras, Puebla de los Angeles y el año 1537, se encuentran m encionadas en los apuntes de don F lorentino. Tal vez las palabras tengan un sentido convencional. He pedido que para dar una opinión sobre la firm a de M otolinia, exam inen el d ocum ento en cuestión, un quím ico y un fotógrafo con cá­ m ara especial para el caso. Recogidos nuevos relatos orales de quienes los recibieron de sus m ayores, ta n to en Ixcateopan com o en los pueblos cerca­ nos, to d o s coinciden en afirm ar que los restos de C uauhtém oc reposan en Ixcateopan, y casi la absoluta m ay o ría dice que bajo el altar m ayor de la iglesia. Se señalan tam bién com o lugares probables el que ocupó el palacio de los señores indígenas y otros tres. Por lo ta n to , todavía no aparece el docum ento que p o r su antigüedad y contenido nos diga dónde se encuentra la tum ba de C uauhtém oc. Por mi parte, todavía abrigo dudas; haría falta buscar más indicios; pero si es preciso ya investigar en el terreno arqueológico, la exploración se iniciará en el altar m ay o r” .

RESULTADOS TECNICOS DEL INGENIERO QUIMICO IGNACIO DIEZ DE URDANIVIA Y DEL FOTOGRAFO EDUARDO MUNGUIA, AMBOS DEL DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIONES ESPECIALES DEL BANCO DE MEXICO I. El docum ento en co n trad o en la población de Ixcateopan, Gro. (la carta de M otolinia escrita con tin ta sim pática), m otivo de este dictam en, data del siglo XV al siglo XVI. II. El papel se encuentra form ado p o r fibras de algodón


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Ing. Ignacio Diez de Urdanivia.

y com o adherente tiene albúm ina de huevo, lo que concuerda con el papel usado en esa época. III. Se p u ede-afirm ar que la escritura se realizó con plum a de ave. IV. Por el análisis quím ico se encontró que las sustancias em pleadas para escribirlo fueron jugos vegetales (m anzana y lim ón) V. La firm a corresponde al grafism o del padre fray Toribio de Benavente. M otolinia. Estos puntos fueron dados a conocer oficialm ente a la seño­ rita profesora Eulalia G uzm án el 5 de septiem bre de 1949.

LA EXCAVACION EN EL TEM PLO DE IXCATEOPAN La quím ica certificó la antigüedad de los docum entos; faltaba que la excavación llevada a cabo, consum ara la autenticidad de los restos de C uauhtém oc. El gobernador de G uerrero, General Baltasar Leyva M an­ cilla, ten ía interés en el esclarecim iento to ta l; con su carácter oficial, hizo las gestiones para explorar el sitio propiedad de la nación. Se señaló el lunes 19 de septiem bre de 1949, para iniciar la excavación. Inútil fue la espera del arqueólogo prom etido


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Uno de los documentos que don Florentino Juárez recibió de sus antepasados. Le fue confiado a la profesora Eulalia Guzmán en mayo de 1949. Los expertos Eduardo Munguía e Ignacio Diez de Urdanivia efectuaron su oxidación mediante aplicaciones de calor y, en septiembre del mismo año concluye­ ron que el documento data del siglo XVI. El papel es de fibras de algodón y su adherente, similar a los empleados en esa época; la escritura se realizó con pluma de ave, empleando en lugar de tinta un jugo vegetal, la firma corresponde al grafismo de Fray Toribio de Benavente. Examinando las dos firmas de 1532 de la página de enfrente (letras L y M), se hallan anomalías semejantes a las que podrían adver­ tirse en el documento escrito con tinta simpática, lo cual es enteramente normal.


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p o r el In stitu to N acional de A ntropología e H istoria para que auxiliara a la señorita Eulalia G uzm án. Resonó la piqueta en el tem plo de Ixcateopan, a las ocho de la m añana del m artes 20 de septiem bre de 1949. La profesora G uzm án, su secretaria la señorita Gudelia G uerra, el d o c to r A lejandro Sánchez Castro y el antropólogo Anselm o M arino Flores, tom aron sus puestos. Estaban presen­ tes, tam bién, dos funcionarios guerrerenses: el abogado M auro H uerta M olina, m agistrado del T ribunal Superior de Justicia, representante del G obernador Leyva M ancilla, y el diputado Crispín A larcón, representando la Legislatura. Los h abitantes de allí: ancianos, adultos y niños, se tu rn a ­ ban com o en guardia perm anente. Será inolvidable para quie­ nes lo presenciam os. El prim er d ía se em pleó en abrir un foso de dos m etros de ancho p o r dos de largo y uno de profundidad, que sólo ofreció enterram ientos del siglo XIX; se excavó u n m etro más para abrir u n túnel bajo la m esa del ciprés; en caso de no encontrar los restos de C uauhtém oc, se exploraría en el lugar conocido com o m om oxtli, de acuerdo con la tradición que allí señala estuvo el palacio de los abuelos del Héroe. R A T IF IC A D A L A F IR M A D E M O T O L IN IA . El depositario de la tradición oral y escrita, durante estos días dio a conocer valioso m anuscrito guardado en un relicario de oro; era un pequeño pedazo de papel en mil dobleces, con firma de M otolinia sem ejante a la de “el papel cerrado con hilo” , que vino a establecer la relación precisa en lo que parecía inconexo. Su lectura difícil p o r el deterioro del tiem po es im portantísim a. “SE Ñ O R D IO S Y S A N T O S E N Q U IENES TENG O TODO M I A M O R Y E SP E R A N Z A S A N T A D E DIOS. PU EBLA D E L O S A N G E L E S 1531. COMO P R O V ID E N C IA S A N T A D E D IO S DEJO A M IS H IJO S E ST E REC U ERD O , Y B E N D IC IO N A M IS Q U E R ID O S H IJO S (dos palabras m u y borrosas). DEJO E L R EC U ER D O IN M O R T A L D E 1529. IC H C A TE O P A N SE P U LTE A L SE Ñ O R R E Y COATEM O, 29 D E D IC IE M B R E D E 1525. E L TIEMPO D IR A LO QUE VI Y LO QUE HICE. A M O R P A R A E S T O S P O B R E S IN D IO S (Juan y Cruz, parientes de C uauhtém oc, que educó) QUE VUEL VEN A S U T IE R R A B E N D ITA D E DIOS. A M O R A L O S D E ZO M P A N C U A G U IL ”.


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1. Firma auténtica de Motolinia. 1527. 2. Firma auténtica de Motolinia. 1537, tomada del documento escrito con tinta simpática y en poder de don Salvador Rodríguez Juárez. 3. Firma auténtica de Motolinia. 1548. 4. Firma simbólica de Motolinia trazada por quien escribió los dos primeros documentos. No fue considerada como firma auténtica ni como copia, sino como un trazo s simbólico.

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Al centro del m anuscrito una cruz y escrno: “PO BRE SIE R VO, (palabra ilegible y la firm a:) TO R IB IO M O TO LIN IA , G O B E R N A D O R P R O V IN C IA L. (A bajo:) E S T O S M IS H IJO S J U A N Y C R U Z E N JE SU C R ISTO D E ZO M PANCU AGUIL, 1 5 3 7 ” Los datos n ítid o s son el año 1537 en que volvieron a Ixcateopan Juan y Cruz, con la tradición oral y escrita sobre el entierro de C uauhtém oc, y la irrefutable constancia de que M otolinia sepultó los huesos del últim o Soberano, el 29 de diciem bre de 1529. Lo confuso es el año de 152^>. El segundo d ía de trabajo, antes de las ocho de la m añana ya estaban los peones, la señorita Guzm án y sus acom pañantes, en el tem plo, para seguir trabajando. Desde el prim er día, la jo m a d a fue de las ocho de la m añana a dos de la tarde, se in terru m p ía para ir a com er; se reanudaba a las cuatro y term i­ naba con la luz solar. Com o se acordó la víspera, se cavó m ás profundam ente para abrir el túnel que perm itiera explorar bajo el altar; a los prim eros golpes de los picos, pudo verse que éste no tenía cim iento, estaba sobrepuesto, inexplicable era que su pesada estru ctu ra no hubiera resentido alguna peligrosa inclinación. El pueblo aceptó consciente la resolución de derruir el altar. El G obernador Leyva Mancilla llegó, la m aestra G uzm án le explicó las m aniobras y la necesidad de derribar el ciprés» Casi dos días llevó la dem olición. Se encontraron dos cons­ trucciones: la del altar m oderno con data 1860, según la ins­ cripción en u n a piedra, y o tra correspondiente a un altar del siglo XV I; después u n a peana m uy antigua que seguram ente sostuvo una cruz sobre la tum ba. Al qu itar la últim a capa de m anipostería, se confirm ó que la pesada construcción descan­ saba solam ente sobre relleno de tierra suelta. Se volvió a cavar, quedó descubierto to d o el m om oxtli, calculado su peso en cuatro toneladas; lim pia su área apareció roca viva colores ocre y verdoso, característica de Ixcateopan, y al fondo un piso de adobe blanco, lím ite de algo, y un banco de lajas sin unión. En tres días de trabajo, nos enfrentábam os a un m isterio. Las piedras del m uro del ábside parecían guía para conti­ nuar la exploración. El pequeño túnel que se com enzó el


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viernes se supendió p o r falta de m adera para adem arlo y evitar derrum bar el retablo. La m aestra G uzm án perm anecía impasible. Era conm ovedor cóm o la gente de allí, al verla p o r la calle la anim aba: “ Señori­ ta, allí está” . La noche del sábado, cuarto día, la m aestra Guzm án repasa­ ba el docum ento escrito con tin ta sim pática, calzado con la firm a del fraile; tratab a de encontrar algo más que la orientara en la encrucijada; ningún secreto más descubrió. El dom ingo 25 de septiem bre recibim os en Iguala, para su trasm isión periodística, la siguiente nota de Anselmo M arino Flores: “ La m adera se encontró aquí y se apuntaló el túnel para seguridad de todos; el piso parece arreglado p o r la m ano del h o m b re ” .

EN LA CIUDAD DE MEXICO M ientras se hacían los trabajos de exploración en Ixcateopan, volvieron los enemigos a la carga. De los reportajes en ‘LA PR EN SA ” , del periodista Julián Carlos y Jim énez, son los siguientes: IG N A C IO M A R Q U IN A : “Mi opinión personal es que no hay allí ningún entierro de los restos de C uauhtém oc; pero oficialm ente nada debe decirse respecto a una exploración, antes de que ésta concluya, hasta no tener la certeza sobre las cosas que van a obtenerse de la excavación. T am poco creo que se trate de algo de mala fe, pues seguram ente en Ixcateopan hay la tradición, com o tam bién la hay en A calan, de que fue en cualquiera de esos dos lugares donde se enterró a C uauh­ tém oc” . SIL VIO Z A V A L A , D irector del Museo Nacional de H isto­ ria: “ Vi los prim eros docum entos publicados en La Prensa y en los que se han fundado para decir que los restos del rey azteca reposan en la pequeña población guerrerense. No he seguido el curso de las investigaciones que se hicieron. Pero entonces m anifesté mis objeciones tal y com o aparecieron. Tuve mis dudas; pero, repito, necesito conocer los originales y estudiar el caso para poder externar concretam ente una opinión fundam entada y detallada” .


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G O N ZA LO OBREGO N, director del Museo de las V izcaí­ nas: “ Eso de que los restos de C uauhtém oc reposan en Ixcateopan, es otra de las locuras de doña Eulalia, y de los cuentos, nada más, de los indios de la región” . S A L V A D O R TO SCANO, Secretario del In stitu to Nacional de A ntropología e H istoria: “ No com prendo cóm o los m exica­ nos que acostum braban la crem ación de sus m uertos, hicieron una excepción con C uauhtém oc. Com o sus herm anos de raza, en to d o caso debió ser quem ado ya m u erto ” . D A N IE L R U B IN D E L A B O R B O L L A , director del Museu Nacional de A rqueología: “ Será m uy difícil toda identifica­ ción de la osam enta en caso de que se encuentre algo. Igual­ m ente será m uy difícil saber en qué estado quedaron los pies del E m perador después del to rm ento, porque en esto, los historiadores no han .podido precisar. Todas estas circunstan­ cias harán m ucho m uy difícil la identificación, tan to m ás si no hay el rasgo cultural o si no hay una lesión ósea que sepam os históricam ente que existe” . JO SE VASC O N CELO S: “ H abría resultado m ucho más fácil conducir los restos de C uauhtém oc a España, por la vía m arítim a, que trasladarlo a través de las serranías desde Acalan, donde se dice que fue sacrificado, a Ixcateopan, tierra de h abitantes que odiaban a los aztecas. Sin em bargo, la p ro ­ fesora Eulalia G uzm án debe tener algún fundam ento para proceder en la form a com o lo está haciendo en sus investi­ gaciones. Eulalia no es una charlatana” . A R T U R O A R N A I Z Y FRE G : “ N ada sacará en lim pio la H istoria, de la nueva industria de buscadores de sepulcros, aunque sí, este tipo de investigaciones ayudará a conocer m ejor a m uchos de nuestros contem poráneos” . A N T O N IO POMPA Y POMPA: “ Yo estim o que en una investigación de esta naturaleza no se debe to m ar partido. Lo más conveniente es que se haga, com o están haciendo, según tengo entendido, una investigación científica para saber si es verdad o m entira lo que se afirm a en to rn o a los restos del últim o rey m exicano. Estas cosas deben verse desde un pu n to de vista de altura, científico. Como han procedido ahora en Ixcateopan los investigadores, me parece que lo han hecho cien tíficam en te”


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HALLAZGO DE LA TUMBA DEL EMPERADOR, 26 DE SEPTIEMBRE DE 1949. TRIUNFO DE LA TESIS DE EU­ LALIA GUZMAN El hecho fue fascinante, maravilloso, de aquellos que no es posible olvidar en la vida. Ocurrió E L L U N E S 26 D E SEP­ TIE M B R E D E 1949. Com o era habitual, después de haberse asegurado el retablo y el pequeño túnel, se com enzó a trabajar a las ocho de la m añana. Fue cosa instintiva que se ordenara abrir una cala en cruz sobre la roca, partiendo del oriente donde había surgido ' la prodigiosa señal de aquel piso aderezado por la m ano del hom bre. Se hizo con tan to cuidado, que consum ió casi toda la jornada m atutina. Se vio que al term inar la roca, hacia el Oriente, había barro endurecido por el tiem po. Resolvióse ahondar en el centro de la cruz, lo hicieron los peones con la diligencia y el entusiasm o de siem pre. Se aproxim aba la hora de abandonar la tarea y m archarse a com er; faltaban veinticinco m inutos para las dos de la tarde cuando ocurrió lo presentido. El peón Abel R odríguez dio con la pu n ta de su barreta, con algo que no te n ía la resistencia ni la consistencia de la roca. Volvió a golpear con su barreta, y el silencio perm itió escuchar claram ente una extraña repercusión., La expectación fue enorm e. Los peones pusieron al descu­ bierto dos lajas de 50 cen tím etro s de largo aproxim adam ente, ju n tas cubrían algo. Las m anos de aquellos hom bres que ha­ bían sacado del foso las grandes y pesadas piedras del m om oxtü, tem blaban. — ¡Levanten esas piedras! —O rdenó una voz. Uno de los peones respondió: “ ¡No puedo, es mi R ey!” . Y lloraba. Las dos lajas fueron removidas. Un olor acre, penetrante, m olesto, invadió el recinto. P ronto se disiparon las em anacio­ nes y se reanudó la exploración. Bajo una gruesa capa de polvo veíase un objeto m uy raro. Anselmo M arino Flores, con un pequeño cepillo, limpió la superficie ennegrecida. Era una placa oval, al quitarla, brilló abajo una p u n ta de lanza, com o si fuera una llama. Eulalia G uzm án tom ó en sus m anos la placa y dijo en m edio del silencio, descifrando los caracteres a la luz de una


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Distintos grados de oxidación de la punta de lanza en sus dos caras.

lám para de gasolina: “ Es una placa de cobre. Tiene una inscrip­ ción bajo una cruz latina: 1525, año del sacrificio; 1529, año del entierro. Y abajo: R e y e S C o a tem o ”.


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La placa ovalada de cobre nativo que se halló encima del cráneo con la inscripción grabada a cincel: 1525-1529 Rey e S. Coatemo.

Una voz se sobrepuso a la em oción colectiva de la gente que llenaba el tem plo: “ ¡Viva el rey C uauhtém oc!. . . ¡Viva M éxico!” Un repique congregó al pueblo, obedeciendo la orden de los ancianos de q u e se echaran al vuelo las cam pana cuando apareciera la tum ba dei Rey. Los hom bres abandonaron sus faenas, las m ujeres sus casas, los niños y los m aestros la escuela. Todos estaban en el tem plo, la respiración anhelante, las lágrimas en los ojos. Excedida la hora de suspender el trabajo, la señorita Guzm án, para no quebrantar la regla, citó a todos para las cuatro.


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Rodeada de los ancianos del pueblo y de don Salvador Rodríguez Juárez, la profesora Eulalia Guzmán anuncia el hallazgo.

El pueblo acudió puntual a la cita, no cabían en el tem plo, llenaron el atrio. La profesora G uzm án resolvió salir con la placa oval y la p u n ta de lanza hallada sobre ios huesos. T odos querían ver lo que se había encontrado en la tum ba. Eulalia G uzm án subió a una silla girando hacia los cuatro puntos cardinales, m ostró el óvalo de cobre y la p u nta de lanza brillante y herm osa. Los ancianos, poseedores de la tradición y del secreto, estaban en prim er térm ino; por sus mejillas rugosas rodaba el llanto. “ No hubo —dice ia historiadora— clam oreo ni gritos” Luego de m ostrarles los preciosos objetos, les rogó que se dispersaran para seguir trabajando y recoger los huesos, así com o lo demás que hubiera en la fosa recién abierta. La gente obedeció autom áticam ente, el atrio quedó solitario. LA FO SA Y S U CONTENIDO. Era una fosa rarísim a; m edía 40 cen tím etro s de largo p o r 32.5 de ancho y 40 de pro fu n d i­ dad; m ás ancha en la superficie que en la base. M irándola se caía en la cuenta, fue sepultado por fray T oribio de Benaven-


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te, M otolinia, den tro de la rígida pobreza franciscana. Era tan pobre, que Eulalia G uzm án pensó al principio, se tratab a de la fosa de ofrenda, o de los guardianes del Señor, idea que dese­ chó al vaciar el depósito. Los huesos estaban hundidos en polvo negruzco, que no era sino ceniza de la calcinación a que fueron som etidos, de acuerdo con el rito. A m anera de recipiente, unos fragm entos


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óseos del cráneo c o n ten ían los siguientes objetos: dos cuentas de jade m exicano, dos anillos de m etal en form a de cinta, tres m edias cuentas de am atista, nueve cuentas pequeñas de m etal color verdoso; veintinueve cuentas grandes de m etal de idéntica tonalidad y, brillando con fulgores herm osísim os, un fragm ento de cristal de roca que originalm ente se creyó un diam ente sin tallar. Abajo, en la base de la fosa, una placa de cobre de form a rectangular. Todo era hum ilde en la escon­ dida m orada, m enos los restos del Héroe. Una gran bandera nacional cubrió la fosa, y otra m ediana se replegó am orosa­ m ente sobre las cenizas, tal com o una m adre acoge en su regazo a su hijo.

En la cara plantar de la extremidad distal del tercer metatarsiano del pie derecho se aprecian deformaciones que podrían corresponder a quemaduras causadas en vida, en este caso, por el tormento dei fuego que sufrió Cuauhtémoc en los pies.


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Las cam panas del Estado de G uerrero, repicaron jubilosas. Indígenas de las com arcas del antiguo reino de Z om pacuahuitl, llegaron al tem plo para dejar sus lágrimas y sus flores. Dos m ujeres procedentes de lejano lugar, dijeron: “ Sabíam os que aquí estaba, que fue m uy herm oso, ahora venim os a verlo” . A p artir de las veinte horas hubo guardias ante los restos; las prim eras las m o n taro n la A utoridad M unicipal y los in te­ grantes de la Com isión Investigadora; continuaron, de esta E ntidad, los m iem bros de la Defensa Rural, el P entatlón U niversitario, y civiles. En el interior del tem plo de N uestra Señora Santa Ma. de la A sunción, se levantó el acta correspondiente, firm aron los que, en sus diferentes ocupaciones, intervinieron y quisieron h acerlo : EU LALIA GUZMAN. —MAURO H U ER TA .—ALEJAND RO SANCHEZ.—JUAN REYNA .— SALVADOR RO D R IG U EZ.— MOISES M ENDOZA, REDACTOR DE EL U N IV ERSA L.JULIO SH ERER GARCIA, REDACTOR DE EL NACION A L .-D O M IN G O FU E N T E S.-SA M U E L TO RRES S .- MO­ DESTA R O M A N .-A B E L RODRIGUEZ J.-A L B E R T O MA. RO DRIG UEZ DEL O L M O .-IG N A C IO Q U IJA N O .-A N T O NIO R O D A R TE.—MATIAS SALAS S.-CO N CEPCIO N RO­ D RIG UEZ DEL OLMO DE R O D R IG U E Z .-A L FO N SO P. T R E V IÑ O .-E L E N A GOMEZ JA IM ES.—ESTELA R O D R I­ GUEZ DEL OLMO.—JUAN BLANCO A .-M A C LO V IO D IA Z .—FRANCISCO G IL E S .-S ID R O N IO Q U IJA N O .HERM ILO REYNA. A quella noche, al abandonar Eulalia G uzm án el tem plo de Ixcateopan, vio las calles desiertas y preguntó a uno de sus acom pañantes del pueblo: —¿Por qué están las calles tan desiertas, tan solas? ¿Dónde se halla la gente que no celebran el gran acontecim iento? —Están encerradas en sus casas llorando —le contestó. Así se descubrió la tum ba del Rey y Señor de M éxico, nuestro H éroe, el más puro. Eulalia G uzm án dijo, al ser declarada hija predilecta de Ixcateopan: “ C uauhtém oc ha nacido por segunda vez, espiri­ tualm ente en su am ada tierra que es M éxico” . Al día siguiente del descubrim iento llegó el gobernador de G uerrero en com pañía de la señora Leyva Mancilla y del gene­


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ral Miguel F uentes Pérez, representante de la C om andancia M ilitar de la Zona. Los tres fueron recibidos p o r el pueblo y las autoridades, y las m uchachas lugareñas les pusieron al cuello herm osos collares de zem pazúchiles de los que se des­ pojaron al estar frente a la tum ba, para colocarlos sobre ella com o sim bólica ofrenda. La profesora G uzm án puso en m anos del gobernador una pequeña cuchara de albañil para que con ella levantara la placa cuadrangular que servía de base al enterram iento. Justo hom e­ naje al funcionario y al hom bre que auspició m oral y económ i­ cam ente la exploración que tan esplendido resultado había tenido. Todos m ontam os guardia; al term inar, el general Baltasar Leyva M ancilla dijo: “ Esto está com pletam ente claro” . Refi­ riéndose a la autenticidad del hallazgo.

EU LA LIA GUZMAN TRASM ITE LA NOTICIA DEL DES­ CUBRIM IENTO Al recibir noticia el Insituto Nacional de A ntropología e H isto­ ria, envió al arqueólogo Jorge R. A costa, a quien interrogam os al borde de la tu m b a; apenas term inada su observación dijo con palabras que recogim os y anotam os escrupulosam ente: “ Los resultados son patentes y sorprendentes. No esperábam os esto nunca, n u n ca” . Más tarde lo abordam os en el atrio, cerca del cúm ulo de m a­ teriales que form aban el altar, el m om oxtli, etc., y entonces m anifestó que aún persistía la incredulidad de ciertos arqueó­ logos e historiadores de la capital. E ntre las felicitaciones que en gran núm ero recibió la profe­ sora Eulalia G uzm án, llegó ésta: “ El In stitu to Nacional Indigenista felicita a usted por el descubrim iento de la tum ba de C uauhtém oc y el resultado de sus investigaciones científicas. A tentam ente, D irector del In stitu to , Lic. A lfonso Caso” . A L F O N S O CASO Y M A R Q U IN A E N IX C A T E O P A N . El 29 de septiem bre, tres días después del descubrim iento, llegaron a Ixoaieopan el licenciado Caso y el arquitecto Igna­ cio M arquina.


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“Vinim os, dijo Caso, el arquitecto M arouina y yo, a ver las exploraciones de la señorita Eulalia G uzm án y hem os encon­ trado que ha hecho u n descubrim iento sum am ente im portante, no sólo desde el p u n to de vista de la H istoria, sino de la Patria m ism a, y a que C uauhtém oc es uno de los héroes m áxim os de M éxico” . (Esta entrevista que celebram os con el descubridor de la tum ba núm ero 7 de M onte A lbán, se publicó en El Universal el I o de octubre de 1949). “ N aturalm ente, agregó, es a la profesora G uzm án a la que le corresponde dar a ustedes explicaciones sobre este asunto, pues no m e gusta m eterm e en terrenos ajenos” . Se le preguntó qué opinaba sobre el sitio donde deberían reposar las cenizas del Joven A buelo y fue co n tu n d en te en la respuesta: “ Si Ixcateopan las guardó durante cuatro siglos, tiene derecho a seguirlas guardando” . Se extendió en consideraciones respecto al m onum ento que debe erigirse al rey C uauhtém oc y dijo que, a su m odo de ver, una vasta porción de Ixcateopan, inm ediata al lugar del históri­ co hallazgo, debe convertirse en Museo de C uauhtém oc, donde se guarden reliquias, se presente la historia del gran personaje y, de ser posible, se reconstruya la ru ta probable que siguieron los indios que lo condujeron desde el lugar del sacrificio hasta Ixcateopan, proeza en verdad extraordinaria. Fue más allá y anunció que el G obierno de la R epública y el de G uerrero ren­ dirían u n gran hom enaje al últim o soberano de T enochtitlan. Com o la entrevista con el licenciado Caso la celebram os después de que h ab ía observado detenidam ente el sitio donde se hallaron los restos de C uauhtém oc, quisim os conocer su opinión respecto a las características de la tum ba. “ No es, desde luego —d ijo— nada parecido a las tum bas arqueológicas que exploré en M onte Albán, porque allá sa­ bíam os de antem ano hasta su orientación; la tum ba de C uauh­ tém oc era en realidad u n escondite, por las razones de todos conocidas” . R especto al gran m om oxtli donde, según la tradición, estuvo el palacio de los m ayores de C uauhtém oc, el Lic. Caso nada quiso opinar, porque la m ilpa, entonces m uy crecida, no per­ m itía observación satisfactoria, adm itió que se advertía una


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explanada. Se habló tam bién en la entrevista, de las opiniones que diversas personas h ab ía em itido en la ciudad de México m ientras se hacía la exploración, y Caso hizo la defensa de la investigadora en estos térm inos, cálidos y combativos': “ En realidad, se olvida que Eulalia G uzm án es una persona de am plia preparación para las tareas que ha desarrollado tan felizm ente; no se tiene en cuenta que hizo estudios en Alema­ nia y que perm aneció cinco años en diversos países europeos estudiando, en los archivos y bibliotecas, m anuscritos m exica­ nos. ¿Quién de sus detractores po d ría decir que ha pasado igual tiem po en sem ejante lab o r?” . El licenciado Caso, no lo olvidarem os fácilm ente, estaba accesible, com unicativo. Hablam os con él hasta de las consejas volanderas sobre el tesoro de C uauhtém oc. Al exponerle la cuestión, respondió: “ Eso es m uy natural cuando ocurre un acontecim iento com o éste que estam os presenciando: to d o s quisieran que sus deseos se realizaran, y razonan de este m odo: ¿si ha aparecido la tum ba de C uauhtém oc, p o r qué no ha de aparecer el teso­ ro ? ” . Interrogam os tam bién al arquitecto Ignacio M arquina, para saber sobre la exploración: “ Todo lo hem os encontrado c o rre c to ” —contestó. T anto M arquina com o Caso estaban en espera del notario público de Teloloapan, licenciado David M uñoz, para que quitara los sellos que había colocado en las vitrinas donde se guardaban los huesos y los objetos. Llegó el funcionario y procedió a qu itar los de la vitrina que co n ten ía las placas de cobre, las cuentas de jade, las cuentas de m etal, los anillos, etc., para que fueran exam inados p o r los visitantes. Posterior­ m ente la vitrina fue sacada a la luz del sol frente a la puerta lateral del tem plo, para observar m ejor las diferentes piezas. Am bos vieron prim ero la placa oval, la fotografiaron, al estar m irando el licenciado Caso el dorso tan brillante, adm itió la posibilidad de que tuviera partículas de oro. Después fue exam inada la p u n ta de lanza, elogiaron su belleza. De las cuentas, dijo Caso que sin ser juicio definitivo, creía eran de vidrio de las llam adas “ cuentas de rescate” que en el siglo XVI ten ían en m ucho los m exicanos. Lo que se creía un dia­ m ante sin tallar, expresó era un cuarzo m uy herm oso.


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Term inado el exam en de los objetos, la señorita Guzm án ordenó sacar la vitrina que co n ten ía los huesos. El m om ento fue em ocionante. H abía que ver con qué unción y reveren­ cia los indios conducían lo que queda de nuestro Rey y Se­ ñor. Detrás de la im provisada urna, una m ano de labriego, encallecida y dura, sostenía la bandera nacional. Las cenizas quedaron precisam ente bajo un gran arco de zem pazúchiles colocado en la p u erta lateral del tem plo. Cayó el sol de lleno sobre los huesos calcinados, se tom aron algunas fotografías y películas cinem atográficas. ¿Quién p o d ía dudar entonces de que se reconocía la auten­ ticidad del hallazgo? M A N IF E ST A C IO N E S D E N A C IO N A LID A D . No hay prece­ dente en la historia de M éxico de una exaltación colectiva com o la que se produjo al saberse que los restos de Cuauhtém oc habían sido encontrados. La capital, la provincia, el cam po vibraron de patriotism o. Los m aestros hablaron a sus alum nos de C uauhtém oc, se advirtió cuán poco se sabía de él. D iariam ente grupos de niños acudían al Paseo de la R eform a, en la ciudad de M éxico, para colocar al pie de la estatua del H éroe, los hum ildes ram illetes que llevaban en los tallos el calor de las m anecitas devotas. El pueblecillo guerrerense, tum ba del Héroe, se convirtió a la vez en altar patrio, de todas partes de la R epública llegaron comisiones a rendir trib u to y a cubrir de flores el sitio del hallazgo.

IXCATEOPAN CAPITAL DEL ESTADO DE GUERRERO DURANTE LAS VEINTICUATRO HORAS DEL 12 DE OCTUBRE DE 1949, DECRETADO POR LA LEGISLATU­ RA DEL PROPIO ESTADO. A cudieron los tres Poderes del E stado, y dos de la Federa­ ción, se hicieron representar el Legislativo, con sus dos Cáma­ ras, y la Suprem a C orte de Justicia de la Nación. PRONUNCIARON DISCURSOS EL PRESID EN TE DE LA LEG ISLA TU RA DEL ESTADO, JUV ENTINO PINEDA Y ORTEGA; EL SENADOR Y LICENCIADO DONATO MI­ RANDA FONSECA; EL DIPUTADO FED ERA L LICENCIA-


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DO M ARIO COLORADO IR IS; EL LICENCIADO JO SE LOPEZ BERM UDEZ EN REPRESENTACION DEL PA R TI­ DO REV OLUCION ARIO INSTITUCIONAL (PRI) O SEA EL PA RTID O EN EL PO DER, Y EL PR O FESO R M OLINA BETANCOURT, D IRECTO R GENERAL DE ASUNTOS INDIGENAS. Niños de las escuelas secundarias y prim arias de Iguala, Teloloapan y otras poblaciones, acudieron uniform ados, p o rta n d o banderas y con bandas de guerra. G rupos indígenas guerrerenses tam bién estaban allí. En la nave del tem plo resonaron palabras em ocionadas de patriotism o: D IPU TAD O C O LO R A D O IR IS , dijo que C uauhtém oc fue d errotado en defensa de su ciudad y de su im perio, no por falta de valor o de patriotism o, sino p o r una técnica más avanzada. Lo llamó sím bolo de patriotism o y de entereza. “Prefirió el sacrificio a traicionar a su p a tria ” , afirm ó. SE N A D O R M IR A N D A F O N SECA, hizo el elogio de los ancianos de Ixcateopan, que con su secreto, guardado durante generaciones, hicieron posible preservar las cenizas del Héroe, y tuvo tam bién u n recuerdo para el insigne fraile M otolinia, quien, según la tradición y los docum entos, hizo el entierro del Rey y Señor de México. LO P E Z BER M U D EZ, consideró que ya no está incom pleta la Fiesta de la Raza para la Am érica, desde el m om ento en que ocurrió el hallazgo de los restos de C uauhtém oc, a quien llam ó la m ás alta torre del h o n o r nacional. P R O F E SO R M O L IN A B E T A N C O U R T , exam inando la civi­ lización que trajo a M éxico la C onquista, dijo: “ C iertam ente era m ás avanzada en lo m ecánico, pero en lo espiritual ¿qué nos enseñó?, ¿acaso el heroísm o? A q u í está C uauhtém oc que es m aestro en esta elevada cualidad h u m an a” . LIC E N C IA D O TEO FILO O LEA Y L E Y V A , M inistro de la Suprem a C orte de Justicia de la Nación, no habló en la cere­ m onia, pero hizo esta declaración: “ Ixcateopan es el santuario de la Patria y la en trañ a m ism a. C uauhtém oc es el sím bolo m ás puro de nuestra nacionalidad: es el centro que une, es el tro n ­ co, es el recio p a tró n en que se injertó nuestra raza. Sólo es com parable su grandez al heroísm o y santidad de los m isione­ ros que, com o M otolinia, guardaron el secreto con el pueblo de M éxico. Siempre he creído que el signo m ás espectacular de la


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inteligencia es la m em oria, pero que el signo de la inteligencia más apreciable es la discreción; y el hecho de que varias genera­ ciones hayan tenido la discreción bastante en to m o a la tum ba de C uauhtém oc, revela la inteligencia de este pueblo, o sea el genio de los m exicanos.” H ablando de quienes se em peñan en considerar a C ortés com o padre de la nacionalidad m exica­ na, dijo el M inistro: “ Allá ellos, nosotros nos quedam os con lo n u estro ” . PROF. C O N ST A N T IN O C A B R E R A , D iputado a la Legisla­ tu ra local p o r el distrito, jurisdicción de Ixcateopan; saliendo al paso del m alinchism o, m anifestó que se levantaría una esta­ tua a C ortés cuando tuvieran la suya V ictoriano H uerta, Picaluga y R odolfo H errero, o sean los victim arios de Francis­ co I. M adero, del general V icente G uerrero y de V enustiano Carranza. COMISION DESIGNADA POR EL INSTITUTO NACIONAL DE AN TROPOLOGIA E HISTORIA. En m edio de este fervor patriótico, se tom ó oficialm ente la inexplicable resolución de que una comisión del In stitu to Nacional de A ntropología e Historia (INAH), había de dicta­ m inar sobre la autenticidad de los huesos y de los objetos.' Alguien com entó profèticam ente: “ Eulalia Guzm án ha sido entregada a los sayones” . Y acertó. El culto cívico a C uauhtém oc, conciencia de nacionalidad, fue acicate para los adversarios del hallazgo de Ixcateopan, extrem aron su actividad hasta la ligereza. La Com isión designada y encabezada por el D irector del In stitu to Nacional de A ntropología e Historia arquitecto Igna­ cio M arquina, representado por Ortega M artínez, estuvo en Ixcateopan la tarde del 8 de octubre y parte del día siguiente y regresó a la capital tras un examen apresurado de los docu­ m entos, de los objetos y de los huesos. O cho días después ya estaba redactado y firm ado el dicta­ m en; pero previam ente, y con oficiosidad punible, se propor­ cionaron algunos anticipos del carácter negativo del docum en­ to a algunos órganos periodísticos, con el señuelo de la exclusi vidad: pero en realidad, con el torcido fin de desorientar a la opinión pública y de enfriar el estusiasm o popular.


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A P E L A C IO N D E E U L A L IA G U Z M A N Más que en defensa propia en la del prestigio científico de México y de la respeta­ bilidad oficial, se dirigió el 17 de octubre al secretario de Educación Pública, licenciado M anuel Gual Vidal, inform án­ dole que había recurrido nuevam ente al D epartam ento de investigaciones especiales del Banco de México, para que, así com o había hecho el estudio de uno de los docum entos, hicie­ ra ahora el de los m ateriales hallados en la fosa, y le pedía esperar tan valiosa opinión, que habría de em itirse desde un aspecto rigurosam ente científico, antes de dar a conocer el dictam en de la Comisión M arquina. Fue inútil, porque el Secretario de Educación entregó a la prensa, al d ía siguiente, 18 de octubre, copias del docum ento cuyo aplazam iento se pedía. D IC T A M E N OFICIAL. El tex to que entregó a los periodis­ tas el Secretario de Educación, consta de cinco hojas tam año carta, a renglón cerrado, la últim a de las cuales está destinada a las firmas. En la parte que corresponde a los antecedentes, se enum eran las diversas fases del acontecim iento histórico hasta llegar a la noticia del hallazgo, que la profesora Guzm án trasm itió al In stitu to Nacional de A ntropología e Historia el 26 de sep­ tiem bre. A p artir de este punto, dice textualm ente: Con la anterior inform ación, el In stitu to envió inm ediata­ m e n te a Ixcateopan al jefe de arqueólogos, señor Jorge R. Acosta, para que colaborase en los trabajos de exploración e igualm ente el C. D irector del In stitu to , arquitecto Ignacio Marquina, se trasladó al lugar, invitando al señor licenciado A lfo n so Caso, director del In stitu to Nacional Indigenista, para que lo acompañara en su visita de inspección, dada su recono­ cida autoridad en esas materias. Las observaciones hechas en dicha visita fu ero n com unica­ das desde luego al C. Secretario de Educación Pública, y en vista de la com plejidad que presentaba el hallazgo y de las dudas que despertaron ciertos detalles del m ism o acerca de su autenticidad, el citado funcionario encargó al In stitu to se nom brase una com isión com puesta p o r técnicos en las diversas disciplinas antropológicas, para que, previos los estudios nece­ sarios, dictam inasen acerca de las investigaciones y explora­ ción efectuadas.


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La Comisión se integró p o r las siguientes personas: doctor Silvio Zavala, director del M useo Nacional de H istoria; doc­ tor Eusebio Dávalos y profesor Javier R om ero, antropólogos; profesor Carlos Margain, arqueólogo; arquitecto A lfredo Bishop, de la Dirección de M onum entos Coloniales; teniente coronel Luis Tercero Urrutia y m ayor R o b erto Tapia, ingenie­ ros qu ím ico s designados por la Dirección de la Industria Militar, y fotógrafo Luis Lim ón. El secretario del In stitu to , licenciado A lfo n so Ortega M artínez, acom pañó a dicha Com i­ sión, en representación del director del propio I n s titu to ”. A ntes de pasar al capítulo de las conclusiones, conviene dejar constancia de la disparidad que existe entre lo que decla­ raron el arqueólogo Acosta, el licenciado Caso y el mismo M arquina, en Ixcateopan, y lo inform ado al secretario de Edu­ cación Pública, en un dictam en prelim inar, el 14 de octubre. ¿Qué obscuras razones se esgrimieron para cam biar to ta l­ m ente los térm inos de apreciación sobre el hallazgo? Son precisam ente estas som bras en un asunto tan lim pio, las que desconciertan y hacen pensar, en que el apasionante asun­ to C uauhtém oc fue trasladado del terreno científico al p o lí­ tico y se pensó aniquilarlo. CONCL U SIO N ES D E L A CO M ISIO N DEL INAH . I. L os restos encontrados en Ixcateopan corresponden por lo m enos a cinco sujetos. II. N i el contenido ni la letra de los docum entos correspon­ den al siglo X V I y la inscripción que existe en el óvalo de cobre que cubría el entierro presenta las mismas características que aparecen en los docum entos. En cuanto a las firm as atri­ buidas a M otolinia, algunas son com pletam ente ajenas a las que éste usaba, y otras im itan rasgos que pueden explicarse por conocim iento del fa csím il publicado en el siglo X IX . III. Las placas oval y rectangular, y la lámina en form a de pu n ta de lanza, están construidas principalm ente por cobre y obtenidas po r el procedim iento de forja, posiblem ente en caliente; las oxidaciones que presentan estos objetos pudieron lograrse p o r la acción prolongada de agentes oxidantes, o bien p o r procedim ientos rápidos. artificialm ente. Las cuentas y los anillos acusaron una com posición de plata y cobre ligados.


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La antigüedad de estos objetos no pu ed e ser precisada po r el solo exám en q u ím ico . IV. N o fu e posible, con los datos que arrojó la exploración arqueológica, determ inar con seguridad en qué fo rm a y en qué época fu e hecho el entierro, pero teniendo en cuenta la evi­ dencia de los datos proporcionados p o r el exam en de los docu­ m entos, es probable que el entierro se haya efectuado durante la construcción de uno de los altares. V. En lo que toca al exam en de las cuentas de plata y cobre, a sí com o los anillos y los fragm entos de am atista y de cristal de roca, no se encontraron características suficientes para definirlos. VI. La Com isión concluye, en relación con el entierro en­ contrado en Ixcateopan, Gro., que no existen pruebas c ie n tífi­ cas que perm itan afirm ar que dichos restos sean los de Cuauhtém oc. El arqueólogo Carlos Margain M anifestó que com o no le fue posible o b ten er datos arqueológicos suficientes para fundar su opinión, lo que sólo p o d ría conseguir después de nuevas explo­ raciones, se abstiene de firm ar este dictam en. ¿Que p o d ía esperarse de una Com isión de la que form aban parte tres individuos que ya hab ían externado su criterio sobre Ixcateopan? No debe olvidarse que Ortega M artínez fue autor, en m em orable mesa redonda de extranjeros y extranjerizantes, de aquella frase que corearon las risas y los aplausos: “ Los do­ cum entos de Ixcateopan son auténticam ente falsos” . La Com isión trabajó de espaldas a la ciencia m oderna, igno­ rando el auxilio extraordinario de la quím ica, del m icroscopio, del laboratorio. Su dictam en es u n a afrenta al progreso cien tí­ fico de M éxico: fue hecho por m entes del siglo XVI y con procedim ientos de aquella época. De él dijo m uy bien El Universal, a ocho colum nas: “ Sólo confusión e inconsistencia en el dictam en sobre C uauhtém oc” . El prejuicio h ab ía hecho concebir a sus autores el concepto de superchería y todos sus pasos están encam inados a esta m eta. El d o c to r Zavala da la clave pensando en el facsím il de la firm a de M otolinia, que sólo se conoció en M éxico hasta el siglo XIX, y el argum ento h ab ía de revertirse con el tiem po. Ni para el d o c to r Zavala ni para sus colegas hubo noticia de los estudios hechos por Illescas Frisbie, Urdanivia M ora y


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M olina Berbeyer, sobre el papel de uno de los docum entos de Ixcateopan, ni sobre la firm a de M otolinia.

TESTIGOS DE LA PRECIPITACION CON QUE OBRARON LOS COMISIONADOS POR EL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA Se presentaron irrecusables testim onios, unos de investiga­ dores científicos reconocidos, y otros de observadores de la conducta de los m iem bros del INAH, durante el exam en que hicieron de la tum ba, los huesos y los objetos. LIC. D IO D O RO R IV E R A , observó los trabajos y denunció públicam ente a los m iem bros de la Comisión M arquina: “ Sin ser profeta y apoyado sim plem ente en observaciones directas y en el conocim iento de los hom bres, anuncié el dom ingo 9 de octubre en qué sentido iba a form ular su dictam en sobre la tum ba de C uauhtém oc, la Com isión Oficial. Dije entonces, y se confirm ó, que el dictam en sería negativo. El sábado anterior p or la tarde com enzó la investigación en casa del poseedor de los papeles que dieron la clave del hallazgo. Fue colocada una gran mesa en el centro de la sala y, con asistencia por lo m enos de cincuenta personas, los m iem bros de la Com isión com enza­ ron a trabajar. Todos nos dim os cuenta de como lo hacían. Fum aban despreocupadam ente, la ceniza de los cigarrillos cayó m uchas veces sobre los papeles que con tan ta devoción y res­ p eto guardaron durante más de cuatro siglos los ancianos ixcateopenses. La sala se llenó de hum o. Los curiosos m iraban por encim a de las cabezas de los com isionados; la atm ósfera era asfixiante. El exam en de los papeles se hizo a la luz de una lám para de gasolina en cuanto term inó la luz natural. La sesión concluyó a las nueve de la noche. Horas después com entaba en mi alojam iento, con mis com ­ pañeros, el m odo tan ligero y nada científico con que aquellos hom bres, a cuyo criterio se h ab íá confiado un estudio que tan directam ente llegaba al corazón de los m exicanos, estuvieron m anejando los papeles. N uestra opinión se robusteció al d ía siguiente.


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A las diez de la m añana llegaron los com isionados al tem plo. Prim ero estuvieron en la sacristía exam inando una especie de plano que extendieron en el suelo. No vimos claram ente de qué se trataba, por lo reducido del local y el gran núm ero de curiosos. De la sacristía pasaron al lugar donde se hizo el descubrim iento de la tum ba. M ientras unos observaban la excavación y la pequeña fosa, otros exam inaban los huesos. C olocaron una banca de m adera ai lado de la vitrina en que se guardaban provisionalm ente éstos; pusieron un lienzo encim a y com enzaron a sacarlos. Causaba indignación el poco respeto con que procedían. Los tom aban, soplaban sobre ellos para quitarles el polvo que seguram ente para verdaderos investiga­ dores hubiera sido precioso, y luego de colocarlos sobre la banca, se frotaban las m anos para desprenderse de las adheren­ cias. Dispusieron la osam enta según su leal saber y entender, y tom aron fotografías. N osotros quisim os im presionar algunas placas, pero entonces se irguió el espíritu científico de aque­ llos señores e im pidió que lo hiciéram os. La cosa era patente: todos nos dim os cuenta de que los investigadores sólo querían salir del paso porque llevaban ju i­ cios preconcebidos. Quienes presenciam os la escena nos ha­ llábam os m olestos, pero p o r desgracia el carácter oficial de la Com isión le daba inm unidad. Me bastaron, com o elem entos de juicio, la presencia del doc­ to r Silvio Zavala, cuyo hispanismo y deseo de acom odar la Historia a sus personales opiniones, es m anifiesto” .

PROF. M A R IA N O FRA N C O , funcionario de los Ferrocarri­ les Nacionales de M éxico, que hizo el viaje a Ixcateopan con el fin de estudiar la posibilidad de establecer un buen servicio de transporte, ratificó io dicho p o r el Abogado Rivera, m anifes­ tando: “ Es verdad que los m iem bros de la Com isión fum aban despreocupadam ente y que m uchas veces cayó la ceniza de los cigarrillos sobre los docum entos; el licenciado Ortega M artínez le quem ó una m ano al d o c to r Zavala. No dejó de ser curioso el procedim iento de que se sirvió este últim o para dictam inar sobre el papel: tom ó el cuadernillo de la C arta Viva y palpó la prim era y la últim a hoja, y confiando to d o al tacto , em itió su


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opinión. El libro piadoso que lleva ñ o r títu lo D estierro de Ig­ norancias y Alivio de Penitentes, ni siquiera quisieron verlo. Al día siguiente, y cuando el licenciado Ortega M artínez exam inaba un m apa en la sacristía del tem plo, se dirigió a uno de nosotros, solicitando una lupa; más tarde nos preguntó si teníam os un nookie (lente de cám ara Leica) que sirve para fotografiar docum entos y cosas de m iniatura. La falta de una lupa y la carencia de un aditam ento tan im portante para tom ar buenas fotografías, indica, sin necesidad de m ayores com enta­ rios, con qué equipo trabajaron los m iem bros de la Com isión del In stitu to Nacional de A ntropología e H istoria” . E ZE Q U IE L O RD O Ñ EZ, ING. GEOLOGO, estudioso inves­ tigador, la entrevista periodística que nos concedió fue la ú lti­ m a en su vida, y un testim onio más en el caso de Ixcateopan. Nos declaró: “ En el hallazgo de Ixcateopan no debió intervenir para nada la pasión de la polém ica, sino estrictam ente un 'sen ­ tim iento p atrió tico e histórico, m áxim e que to d o parece indi­ car que aquel pueblecillo, tan interesante desde diversos aspec­ tos, es la tum ba de C uauhtém oc. Llevé conm igo un pequeño m icroscopio que me sirvió adm irablem ente para exam inar las placas y la p u n ta de lanza, así com o las cuentas, los anillos, etc. Puedo afirm ar que todas estas piezas están trabajadas en cobre nativo; advertí los golpes de m artillo para aplanar las placas. La p u n ta de flecha es de una im portancia m uy grande. C uando tuve en mis m anos la placa oval y vi al m icroscopio su inscripción hecha rudam ente, me em ocioné hasta las lágrimas, y la besé. Sí, la besé, porq u e en m í, predom ina lo indígena y porque C uauhtém oc es mi Rey y mi Señor. Las oxidaciones hablan de antigüedad; las m anchas rojas que la placa oval tiene en la cara que estuvo en contacto con los huesos, son una maravilla. Todo es de una im portancia que conm ueve. M irando las cuentas, se me recrearon ios ojos: están hechas con suprem a habilidad y creo que son de m anufactura españo­ la. Y ¿qué decir del cuarzo?, es m uy herm oso. Para m í, está allí com o sím bolo de la pureza del H éroe” . D O C TO R IS A A C O C IIO T E R E N A , Biólogo notable que honró a M éxico, tam bién puso su prestigio científico al servi­ cio de la autenticidad de los restos de C uauhtém oc. Su opinión


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nos la dio escrita de su puño y letra: “ Estas im presiones perso­ nales, de un individuo que no es arqueólogo, no tienen más valor que el de su sinceridad. El trabajo arqueológico me pare­ ce adm irable, digno de la com petencia y de la solvencia cientí­ fica que todos reconocem os en Eulalia Guzm án, m ujer insigne y paradigna de la m exicana, sabia y am ante de su Patria. La autenticidad de los restos de C uauhtém oc es para m í, in d u d a ­ ble; las pruebas aportadas p o r los peritos del Banco de México son convincentes. El estudio osteológico que ha hecho el ilustrado anatóm ico profesor Liborio M artínez, m erece todo crédito y se explica, porque en él concurren, además de sus profundos conocim ientos en la m ateria, gran dom inio en asuntos de bioestadística y una m odesta rectitud que lo hacen digno de haber trabajado con el excelente equipo de investiga­ dores a que me he referido. La trascendencia cívica de este descubrim iento es enorm e, incalculable, y es seguro que se irá acrecentando en el futuro. Son acreedores a cordiales parabienes el señor secretario de Educación Pública, el señor gobernador del Estado de G uerre­ ro y el periódico El Universal p o r haber fom entado tan herm o­ sas investigaciones en el pueblo de Ixcateopan. Juzgo mi deber expresar que fraguan el verdadero espíritu de nuestra nacionalidad” . V erbalm ente, expresó: “ Que term ine la polém ica, porque no tiene razón de ser. Todos los m exicanos, jubilosos debem os inclinarnos reverentes ante los huesos de C uauhtém oc, porque con ello, M éxico saldrá ganando, y no solam ente la m em oria del H éroe” . El ingeniero O rdóñez m urió el 8 de febrero de 1950 y el d o c to r O choterena el 11 de abril del mismo año. Las palabras de am bos, tienen la m ajestad de un testam ento.

CONTRAPRODUCENTE INTENTO DEL INAH El pueblo llamó a los dictam inadores. ¡Los sabios!, y Diego Rivera, el m uralista genial, siempre aten to a todas las m anifes­ taciones m exicanistas, los llamó ¡Resabios! Fue tan im popular el dictam en de los sabios, que el SECRE­ TA RIO DE EDUCACION PUBLICA, LICENCIADO GUAL


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El 21 de octubre de 1950 el gran artista mexicano Diego Rivera se traslada a Ichcateopan a estudiar los restos óseos de Cuauhtémoc. Lo acompañan la profesora Eulalia Guzmán, don Salvador Rodríguez Juárez, el profesor Liborio Martínez.

VIDAL, tres días después de haberlo entregado a la publicidad, declaraba oficialm ente: “La Secretaria de Educación Pública ve con agrado que se continúen las investigaciones sobre los restos de Cuauhtémoc, pues su m ayor deseo es que se haga com pleta luz en un asunto de extraordinaria importancia. Por lo tanto, con beneplácito


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acogerá cualquier nuevo esfuerzo que se haga en ese sentido y apreciará la colaboración que personas significadas en estas disciplinas, puedan prestar En cualquier otro lugar del m undo, la declaración anterior hubiera provocado la dim isión de M arquina y dem ás colabora­ dores con cargos oficiales, pero aquí, estas actitudes son poco frecuentes. D O CTO R S IL V IO Z A V A L A , tuvo arrepentim iento tardío. Declaró el 21 de octubre 1949 (Excélsior del 22): “ Este dictam en no debe ser el único. En M éxico practicam os un dem ocrático sistema de investigaciones científicas, y yo en lo personal, y creo que mis com pañeros los otros firm antes del dictam en opinan igual, estoy convencido de que la única m ane­ ra de que se averigüe este asunto, es auscultando la opinión de otros hom bres de ciencia. A una pregunta sobre si la Com isión tuvo tiem po suficiente para investigar o si se le fijó fecha determ inada para entregar su dictam en, Zavala repuso: “No, de ninguna m anera; nosotros no tuvim os fecha fija para em itir nuestro dictam en, aunque, p o r determ inadas razones, lo tuvim os que elaborar en un tiem ­ po relativam ente c o rto ” . ¿Cuáles fueron estas razones? LIC EN C IAD O N E M ESIO G A RC IA N A R A N JO , declarada su filiación política, dijo: “ Los hispanistas de m edio pelo son los peores enemigos de la hispanidad. Eso de tratar de hacer hispanism o condenando a C uauhtém oc, es una insensatez. Hay héroes que están p o r encim a de pasioncillas, y uno de ellos es el últim o E m perador azteca. Yo soy hispanista, pero p o r serlo tengo veneración por nues­ tros héroes; uno de los más grandes, sin duda, es C uauhtém oc, y no es con prejuicios ni en form as tum ultuosas com o se inves­ tigan las cuestiones históricas inherentes a ese personaje glorio­ so de nuestra H istoria. Estim o que se ha obrado con precipita­ ción, con reprensible precipitación, y eso no puede ser jam ás un buen m étodo cie n tífic o ” . P RO FESO R G A B IN O A. P A LM A , expresó lo siguiente: “ Estos señores, los firm antes del dictam en, no tuvieron ningún m iram iento ante la grandeza de C uauhtém oc, porque para ellos sólo im portan los huesos del presupuesto, seguram ente con más carne que los del H éroe” . D O CTO R A L F O N S O A L A R C O N Y G E N E R A L HECTO R


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F. LO PEZ, P R E SID E N T E Y VICEPRESID ENTE, respectiva­ m ente, del C om ité Organizador, en el D istrito Federal, de las festividades del prim er centenario del Estado de G uerrero, am bos hicieron su protesta respetuosa pero enérgica en contra del dictam en oficial em itido p o r la Com isión designada por la Secretaría de Educación Pública, considerando no haberse tom ado en cuenta todos los elem entos y docum entales, dicho dictam en fue dado precipitadam ente, porque ni siquiera se esperaron los estudios de los peritos del Banco de M éxico, designados para analizar la lám ina que cubría la tum ba. “ Este Com ité m anifiesta, p o r lo tan to , su solidaridad con el G obier­ no del Estado, que preside el general Baltasar R. Leyva Man­ cilla, en el sentido de que, en tan to no se dem uestre lo contra­ rio, seguirá considerando que los restos de nuestro gran Em pe­ rador azteca se encuentran en Ixcateopan, Gro., y excita a todos los buenos m exicanos y especialm ente a los amigos de G uerrero y guerrerenses en general, a m antener en pie la bandera del patriotism o y la seguridad en torno a los sagrados restos de C uauhtém oc, sin im portar para ello, más que la devoción que el pueblo siente por el verdadero padre de nuestra nacionalidad m exicana” . EL CO M ITE E S T A T A L D E L A A L IA N Z A DE COMUNI­ D A D E S IN D IG E N A S DEL E STA D O D E G U ERRERO , H A B L A N D O E N N O M B R E D E L O S S IE T E M IL L O N E S DE IN D IG E N A S D E L PAIS, TA M B IE N E X T E R IO R IZ O S U P R O T E ST A , E N L A QUE DIJO: “ Parece que fuertes intereses p olíticos o de castas y otras m anos ocultas se mueven para frustrar u opacar tan m agno descubrim iento” .

LOS NIÑOS, LOS JO V EN ES, LOS SOLDADOS, ETC., GLO­ RIFICA N AL HEROE EN HOM ENAJES OFICÍA LES, EN LA CIUDAD DE MEXICO. Millares y millares de niños, en la im posibilidad m aterial de trasladarse a Ixcateopan, desfilaron ante la estatua del Héroe (en la ciudad de M éxico) para cubrirla de flores, y en el aula, sus m entes infantiles idealizaron la egregia figura con la expli­ cación de sus m aestros. H O M E N A JE D E L A S E SC U E L A S SE C U N D A R IA S. La


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noche del 18 de noviem bre los alum nos de las escuelas secun­ darias, con antorchas en alto, m archaron desde la plaza de la C onstitución, a lo largo de las avenidas M adero, Juárez y Paseo de la R eform a, hasta la estatua de C uauhtém oc, dirigidos por el profesor A ntonio Galicia Ciprés, D irector General de Segun­ da Enseñanza, y un núcleo de m aestros. En o tra ocasión fueron los alum nos de las escuelas prim a­ rias, oficiales y privadas, los que, en una masa im ponente, ocuparon la explanada donde se yergue el bronce ilustre. E L E JE R C IT O N A C IO N A L pasó lista de presente ante quien debe ser considerado com o el Jefe de la institución ar­ m ada, porque fue el más grande estratego del México a u tó c to ­ no, m aestro de heroísm o y de indom able espíritu m ilitar. E L SE N A D O D E L A REP U BLIC A recogió y proclam ó la obligación nacional de erigir u n gran m onum ento y constituyó un p a tro n a to . En la Cámara de diputados se presentó una iniciativa para inscribir en los m uros de la sala de sesiones el nom bre de C uauhtém oc, porque, aunque parezca increíble, al prim er defensor de la Patria no se le ha otorgado sem ejante honor. (Ya está inscrito) CO M ISIO N D E L A S E C R E T A R IA D E ED U C AC IO N PU BLICA encargada de llevar a cabo diversos hom enajes, se constituyó el 3 de noviem bre, y quien esto escribe (Moisés M endoza) llevó a ella la representación del Sindicato Nacional de R edactores de la Prensa. A catando instrucciones de este organismo, tratam os de pre­ cisar su postura ante la investigación sobre la autenticidad de los restos de C uauhtém oc, y de paso dijimos: “ Los periodistas del Estado de G uerrero han hecho una en­ cuesta, y de ella se desprende que en aquella entidad federati­ va, y me atrevería a decir que en todo el país, no quieren m onum entos ni hom enajes a C uauhtém oc, si antes no se dilucida, con verdadero esp íritu científico y con im parcialidad, cuanto se refiere a la tu m b a de Ix cateo p an ” .

RECTIFICACION VIDAL:

DEL

LICENCIADO

MANUEL

GUAL

“ Está abierta la investigación y no se ha term inado, ni m ucho ,


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m enos se ha declarado cerrada. La opinión que expresó el In stitu to Nacional de A ntropología e H istoria fue de acuerdo con datos que ten ía en su poder; pero esperam os que se apor­ ten otros más para esclarecer esta cuestión que tan to im porta al país. Sabemos, p o r ejem plo, que investigadores del Banco de M éxico están trabajando en el m ism o asunto y esperamos sus conclusiones con el m ayor interés. Tan no se ha dicho la últim a palabra, que la Secretaría de Educación, atendiendo una indicación del G obierno del Estado de Guerrero, ha pro­ longado la comisión de la señorita Eulalia Guzm án para que siga investigando” . V A R IA S SESIO N ES. A la prim era asistió el arquitecto M arquina, quien seguram ente advirtió la frialdad que lo rodeaba y no volvió más. E ntre las resoluciones tom adas, que se cum plieron felizm ente, debe m encionarse la Jornada Nacional de Hom enaje a C uauhtém oc, que se efectuó en todo el país, del 7 al 20 de noviem bre. Se acordó, a propuesta del In stitu to Nacional de Bellas A rtes, que 1950 fuera el Año C uauhtém oc. Tam bién se resol­ vió film ar una película, colocar placas de bronce en lugares históricos, etc., pero las resoluciones quedaron en el papel. En 1949, dentro de los m arcos directivos de la Secretaría de Educación hubo dos paladines del hallazgo de Ixcateopan: Rafael M olina B etancourt, que inclusive colaboró en la inves­ tigación, y A ntonio Galicia Ciprés. Querem os suponer que por una lam entable coincidencia, en 1950, fueron cesado el pri­ m ero y rem ovido el segundo.

LOS PROFESORES

DE HISTORIA EN IXCATEOPAN

A iniciativa de Galicia Ciprés, los profesores de Historia Nacional que im parten sus enseñanzas en las escuelas secun­ darias, fueron en peregrinación cívica a Ixcateopan, el senti­ m iento del m agisterio fue de pleno reconocim iento. Dimos la enhorabuena a los m aestros de Historia patria, porque, sacudiéndose prejuicios y rutinas, habían ido al pueblecillo guerrerense, donde nacía una nueva enseñanza de nuestra H istoria, al borde mismo de la. tum ba de C uauhtém oc. Sobre


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un m uro de la vieja capilla, com o recuerdo de la visita, quedó una placa de bronce con esta inscripción: “ AL H ER O E SIMBOLO DE AMERICA: CUAUHTEMOC. LA JUV ENTU D Y EL M AGISTERIO DE LA SEGUNDA ENSEÑANZA, CON SU RENDIDO HOM ENAJE. IXCATEOPAN, 26 DE NOVIEM BRE DE 1949”

NUEVA INTERVEN CION DE ALFONSO QUIROZ CUA RO N Y SUS ASESORES Se ha dicho ya que la profesora Eulalia G uzm án, previendo la opinión negativa de los m iem bros de la Com isión del In stitu ­ to Nacional de A ntropología e H istoria sobre el descubri­ m iento, acudió p o r segunda vez —la prim era fue el 18 de agosto de 1949 para el exam en de los do cu m en to s— al auxilio de la investigación privada, tan brillantem ente representada p o r un grupo hom ogéneo de hom bres de estudio.

El Dr. Quiroz Cuarón y el Prof. Liborio Martínez, la co­ lumna vertebral.

D O CTO R A L F O N S O Q U IR O Z CUARON, joven investiga­ dor que representa en el M éxico de nuestros días un nuevo tipo de hom bre de ciencia, despejó la confusión causada por las falsas conclusiones tom adas apresuradam ente. En su posi­ ción constante de ejercitar m étodos científicos rigurosos —Je ­ fe del D epartam ento de Investigaciones Especiales del Banco


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de M éxico— resolviendo asuntos de suma com plejidad, era el hom bre señalado por el destino para cum plir la elevada m isión que desem peñó con espíritu patriótico, desinteresada­ m ente.

Ramón del Villar, Director de la Escuela Médico Militar, Alfonso Quiroz Cuarón, Roberto Villarreal Villarreal, Enrique Acosta Vidrio y Liborio Martínez.

El sabio D octor Alfonso Quiroz Guaren, tuvo el acierto de rodearse de técnicos expertos, reconocidos m undialm ente, para establecer la verdad en el hallazgo de Ixcateopan. (Al final de este capítulo se explica la confronta de los DICTAMENES DIRIGIDOS POR EULALIA GUZMAN Y ALFONSO QUIROZ CUARON, CON RESPECTO A LAS CONCLUSIONES (INCONCLUSAS) DE LA COMISION DEL AÑO 1976, CUYOS RESULTADOS REDUNDAN EN LA MISMA CONTUMACIA DE SUS COLEGAS PREDECESO­ RES QUE FORM ARON SENDAS COMISIONES EN 1949 Y


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1950. LAS TR ES COMISIONES FU ERO N NOMBRADAS PO R EL MISMO INSTITUTUO NACIONAL DE ANTROPO­ LOGIA E HISTO RIA (INAH). Las noticias de los buenos éxitos que cada día alcanzaba la investigación privada al hacer el estudio de cuanto concernía a la tu m b a de Ixcateopan, llenó de desasosiego y de preocupa­ ciones a los autores del dictam en negativo.

SESION O FIC IA L Auspiciada por las sociedades M exicana de A ntropología y M exicana de H istoria, se celebró la reunión, presidida por el profesor A ntonio Pom pa y Pom pa. H ubo cuatro oradores y un declam ador. Los prim eros fue­ ron arqueólogo Carlos Margain, antropólogo físico d o c to f Eusebio Dávalos H urtado, d o c to r Silvio Zavala, licenciado Al­ fonso Ortega M artínez y licenciado L eopoldo M artínez de Cosío. M A R G A IN com enzó p o r confesar que es m uy difícil, em itir dictam en sobre u n a exploración ya hecha, y que carecía de docum entación gráfica sobre el desarrollo de la practicada en Ixcateopan. Proporcionó algunas explicaciones sobre lo que observó en aquel lugar y dio im portancia al hecho de que en las proxim idades de la fosa donde se encontraron los huesos, hubiera cerám ica azteca V. C om entó la pobreza del entierro, que no ten ía ni cerám ica ni copal, sino unas cuentas de cobre, unas am atistas y u n pedazo de cuarzo. (Olvidaba el arqueólogo Margain que el entierro no es indígena, sino hecho p o r M otolinia). Al term inar expresó que el sello arqueológico h ab ía sido d e stru id o y que, por lo tan to , no po d ía afirm ar ni negar. DA V A L O S H U R T A D O que ju n to con su colega el profesor Javier R om ero, hicieron análisis de antropología física, incu­ rrió en contradicciones. Dijo que no era p o lítico o diplom ático exam inar bien los huesos p o r el entusiasm o y fanatism o que despertaban en Ixcateopan. Habló de un prim er fém ur infantil y de las gibas frontales prom inentes; de un atlas de grandes proporciones que seguram ente causaba dolores de cabeza m uy intensos a su dueño, etc. (C uando el 27 de noviem bre el


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d o c to r Quiroz anunciaba que el occipital articulaba perfecta­ m ente con el atlas, pensam os en el dolor de cabeza que sufriría el d o cto r Dávalos H urtado). R efutó la técnica del profesor Liborio M artínez p o r las publicaciones que se habían hecho. M ostró una diapositiva con el respetable lote de huesos que los antropólogos físicos de la Comisión M arquina no tuvieron tiem po de exam inar o no quisieron hacerlo. Queriendo expli­ car la m ultiplicidad de esqueletos, afirm ó no creer que corres­ p o n d ían a los acom pañantes del Señor, y advirtió enfáticam en­ te, que el osario del tem plo estaba m uy cerca de la fosa, es decir, que de allí los h ab ía tom ado el falsificador del entierro. D O CTO R Z A V ALA. Nada nuevo a lo archisabido agrego. Ni por casualidad se refirió a lo investigado por Eulalia Guzm án referente a que la llam ada Carta Viva era copia mal hecha de docum ento más antiguo. De mala ley expuso las diapositi­ vas con las anotaciones marginales del libro de penitencia que ostentan la firma de: “Yo R. P. M otolinia” , com o si fueran auténticas. Tam bién una diapositiva de la placa de cobre, ciego ante el valor extraordinario de este docum ento, se lim itó a decir que en el siglo XVI no se usaban las comas, ni se escri­ bían la letra S y el 5 en esta o en aquella form a. Ni p o r equivocación habló del papel en que está escrito el docum ento con tin ta sim pática, ni de haber procurado identi­ ficar la rúbrica y la firm a del fraile franciscano que se encuen­ tran en la parte inferior del citado docum ento. Negó todo. LIC EN C IAD O LEOPOLDO M A R T IN E Z DE COSIO, decla­ m ó más que leyó, unas cuartillas sobre don F lorentino Juárez. Dijo que fue un m exicano de gran fantasía, con un lenguaje m uy siglo XIX, d o tado de extraña curiosidad en busca de lo que imaginaba. LIC EN C IAD O O R TEG A M A R T IN E Z . A brum ó con su eru­ dición sobre códices para sostener que C uauhtém oc no nació en Ixcateopan ni su. m adre fue de allí: situó Matalzingo y Tulapa en el Valle de Toluca, aceptó que C uauhtém oc fue sacrificado en tierra de chontales y que Ixcateopan (cosa que había escandalizado al padre Cuevas) fue chontal; dijo que de los trece a los catorce años hizo cam pañas, a las órdenes de M octezum a X ocoyotzin, en !a región de Chalco, Amecamoca y H uejotzingo; que había tenido una niña en una m ujer no identificada y se preguntó si esta niña no habría m uerto ju n ­


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tam ente con su padre en la expedición a Las Hibueras. E ntre los códices consultados, no encontró uno que se refiera a la conducción del cadáver del lugar del sacrificio a Ixcateopan, seguram ente porque no quiso tom ar en cuenta el secreto de esa proeza. Tam poco encontró dato alguno que com probara que M otolinia estuvo en Ixcateopan. El fraile estaba en Huejotzingo en 1529 y le pareció cosa del otro m undo ir de H uejotzingo a Ixcateopan. Puso a C ortés p o r las nubes. A sí discurrió la velada, que tan to s preparativos dem andó, para apuntalar un dictam en que se estaba cayendo de mal hecho.

SE AGREGAN REFUTACIONES A LOS COMISIONADOS DEL INAH Cuando los del In stitu to Nacional de A ntropología e Histo n a creían que su últim o hallazgo había sido don Florentino Juárez com o au to r del entierro de Ixcateopan, se aclaró, que en 1877, en el Archivo de Indias, de Sevilla (España), se des­ cubrieron los docum entos de M otolinia y se conoció su firm a. En nuestro país se conoció la firma del fraile hasta 1887, cuando apareció la prim era edición de M éxico a Través de los Siglos, y el últim o altar del tem plo de Ixcateopan que sellaba la tum ba, h ab ía sido term inado en 1860. E D U A R D O E N R IQ U E R IO S investigó en un te x to de fray T oribio de Benavente lo que venía a destruir la inconsistente afirm ación de que no h ab ía constancia escrita ni dato de con­ fianza, de visitas o m isiones de franciscanos a la región de Ixcateopan, en la tercera década del siglo XVI. Escribió Ríos: “M otolinia da principio a su útilísim a obra H istoria de los Indios en la Nueva España, en 1536, siendo guardián del con­ vento de Tlaxcala. Cuando habla de las actividades de los m iem bros de su O rden, es porque ha sido testigo de ellas, actor erí las m ism as, o ha sido bien inform ado. Veam os lo que escribe en el capítulo tercero del tra tad o segundo de H istoria de los Indios: “La prim era vez que salió fraile a visitar las provincias de C oyxo y Tlalco fu e de Cuanhuahuac la cual casa se to m ó el segundo año de su venida, y en el núm ero fu e quin­ ta casa. D esde a llí visitando aquellas provincias, en las cuales


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hay m uchos pueblos y de m ucha gente, fu ero n m u y bien reci­ bidos y m uchos niños bautizados. . . Yo creo que después que la tierra se ganó, que fu e el año 1521, hasta el tiem po que esto escribo, que es en el año 1536, más de cuatro m illo­ nes de ánimas se bautizaron y p o r donde y o lo sé, adelante se d irá”. No es necesaria m ucha penetración para advertir que M otolinia fue acto r en este episodio m isional de las provincias de Cohuizco y Tasco, que él llama C oyxo y Tlalco. La razón por la que no diga “yo fui” , es bien clara para los que conocem os la m anera de escribir de fray Toribio. El habla las más de las veces en im personal. Prueba de ello es que habiendo sido de los fundadores de Puebla de los Angeles, de haber celebrado en ella la prim era m isa, al reseñar la fundación, escribe: “ Edi­ ficóse este pueblo a instancias de los frailes m enores” , y ape­ nas, perdido en el cap ítu lo en que relata con m uchos porm eno­ res el suceso, deja escapar un “ y p o r que m e hallé presente, d ig o .. O tros cronistas tuvieron que decir que él, M otolinia, hab ía celebrado la misa de fundación de Puebla de los Angeles. En consecuencia, hay pruebas de que M otolinia estuvo en Ixcateopan.

E L 23 DE NOVIEM BRE DE 1949, E L DOCTOR QU IROZ CUARON, EN TREG O A L PR ESID EN TE DE LA REPUBLI­ CA, M IG UEL ALEM AN, LOS DICTAMENES Y LAS PR U E­ BAS DE LAS INVESTIGA CIONES DE LOS ESPECIALISTAS DEL BANCO DE MEXICO, REA LIZA D A S EN IXCATEOPA N, JU N TO CON LA SIG U IEN TE CARTA: N uestro trabajo es de estricto carácter científico y en m odo alguno no ha sido in flu id o p o r ideas preconcebidas ni p o r razones de afecto o am istad, ni, m enos aún, p o r virtud de intereses políticos. Esti­ m am os que en el presente caso el conocim iento de la verdad es la m ejor obra que podem os entregar a nuestra Patria, y así lo hacem os p o r conducto de usted. El dictam en consta de cuarenta y una páginas, con veinti­ cuatro ilustraciones fotográficas, algunas de ellas a colores. Los suscritos, a petición de la señorita profesora Eulalia G uzm án y del señor d o c to r Alejandro Sánchez Castro, rep re­ sentante del señor gobernador del E stado de G uerrero, ptoce/

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dim os al estudio de unos objetos de m etal descubiertos el d ía 26 de septiem bre de 1949 en una tum ba situada debajo del altar m ayor de la iglesia de Santa M aría de la Asunción, en Ixcateopan, Gro., con el fin de dictam inar acerca de los si­ guientes puntos: 1. Com posición quím ica de los objetos; 2. Tiem po de la oxidación que los afecta, y 3. N aturaleza de la oxidación de los m ism os objetos. Para obtener claridad en la exposición, dividimos el presente estudio en los siguientes capítulos: I. Estudio del lugar. II. Des­ cripción de los objetos. III. Estudio quím ico de los objetos de m etal. IV. Consideraciones acerca de los objetos de m etal. V. Consideraciones acerca de o tro s fenóm enos físico-quím icos. VI. Conclusiones.

PROCLAMA DIRIGIDA A LA NACION MEXICANA, POR EL DOCTOR QUIROZ CUARON. EXISTEN REALMENTE RESTOS HUMANOS DE CUAUHTEMOC (El contenido de la proclam a del Dr. Quiroz Cuarón, se ex­ pone al final de este capítulo. Ver la n o ta entre paréntesis, en la página 35).

APARECE NUEVA GRAN COMISION OFICIAL El 6 de enero de 1950, se nom bra para dictam inar sobre las investigaciones científicas en el hallazgo de Ixcateopan, una nueva llamada Gran Comisión, constituida por el licenciado Julio Jim énez Rueda, profesor W ilberto Jim énez M oreno, profesor A rturo Arnáiz y Freg, M anuel Toussaint, Pablo M artínez del R ío , Manuel Gam io, licenciado Alfonso Caso, ingeniero Pedro C. Sánchez, d o c to r José Jo aq u ín Izquierdo. El licenciado Lucio M endieta y Núñez, renunció diciendo, con franqueza que le honra, no cultivar ninguna de las disciplinas que se necesitaban para dictam inar sobre el hallazgo de Ixcateopan. La Gran Com isión, cohibida, decidió trabajar a puerta cerrada sin presencia de periodistas. Sus sesiones se grabaron en alam bre; las actas no estuvieron al día. A semejanza de sus


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antecesores pensaron crear un personaje de superchería, iba a ser don V icente Riva Palacio, pues don Florentino no pudo con la carga. A juicio del que concibió tan lum inosa idea, Riva Palacio era au to r de la tradición y del entierro de Ixcateopan p o r su devoción a C uauhtém oc, p o r haberle erigido la estatua del Paseo de la R eform a, cuando era m inistro de F om ento del gobierno del General D íaz, y p o r haber dedicado páginas de adm iración al Héroe en la obra m onum ental México a Través de los Siglos, en m onoscabo del C onquistador. Mas no se atrevió a tan to la Gran Comisión. El pueblo, con m ofa, llamó a la Comisión, “com isión de los supersabios” . Declararon hasta octubre de 1950: “Ha sido fijada la grafía correcta del nom bre del pueblo de Ichcateopan y se ha hecho cuidadoso estudio de la historia de la población, así com o de la del tem plo en que ha tenido lugar el hallazgo, y de otras construcciones religiosas que existen” . El señor Tossaint pretendió estudiar desde su escritorio, otras construcciones religiosas que no existen, en cuanto a la grafía de Ixcateopan no era m edular en el asunto. C onsultaron a investigadores extranjeros en m ateria de m etales y oxidaciones, y sobre el uso de las comas y de deter­ m inados signos de escritura en el siglo XVI. Exam inaron el m agnífico y com pleto ESTUDIO DE LOS RESTOS OSEOS DE CUAUHTEMOC, encabezado p o r el d o c to r Alfonso Quiroz Cuaron; hurgaron en las autoridades en que se apoyan y les chocó la cita del profesor Maracacci. Se dirigieron a los direc­ tores de las bibliotecas más fam osas del m undo, preguntando sobre la obra o las obras de ese m isterioso profesor Maracacci, las respuestas fueron de desconocim iento. E ntonces, uno de los delegados, con los resultados de la encuesta, se presentó en una sesión dispuesto hacer polvo a los doctores Góm ez Roble­ da y Quiroz Cuarón. Enérgico, el delegado interrogó al do cto r Gómez R obleda sobre el profesor M aracacci, el interpelado sostuvo la existencia física del sabio italiano y en la sesión siguiente colocó sobre la mesa de discusiones un T ratado de M edicina Legal, del d o c to r A ntonio Piga, donde se cita al pro­ fesor M aracacci. La anécdota pinta el am biente en que se ha negado, por negar sim plem ente, la autenticidad de la tum ba de Ixcateopan.


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MANIOBRA DE MALA LEY, Debe saber la N ación entera, que la segunda Com isión en­ contró lo que h ab ía ocultado la Com isión M arquiha-Zavala (prim era Com isión), referente a los inform es del arqueólogo Carlos R. Margain y del arq u itecto Alfredo Bishop; am bas con­ sideraciones son las siguientes: CONCL U SIO N ES D E L A R Q U E O LO G O M A R G A IN : a) El entierro encontrado no es de época reciente, sino de. un a antigüedad considerable. b) La antigüedad exacta del entierro no es posible aún preci­ sarla con to d a exactitud. c) Sin em bargo, sí considero posible que los objetos encon­ trados en el entierro, ju n to con los restos óseos, m uy bien pue­ den ser contem poráneos con la fecha que ostenta u n o de ellos, es decir, depositados con el entierro en 1529. d) Adem ás, creo conveniente m encionar desde ahora, que existen datos que perm iten reforzar la opinión de que los obje­ tos pertenezcan al siglo XVI: vi fragm entos de cerám ica prehispánica —silgo X V I— que se me dijo fueron encontrados en condiciones que perm iten relacionarlos, si bien que algo indi­ rectam ente, con el entierro de que se trata. e) Por o tra p arte, es mi criterio que, de ser el entierro secun­ dario con características de los aborígenes de la época prehispánica (discos de cobre, p u n ta de lanza ritual, cuentas de plata, etc., incluidos en el entierro) es m uy posible que se encuentren cerca del entierro y en relación m ás o m enos directa con él, ofrendas rituales de características un tan to prehispánicas. En otras palabras, considero que existe la posibilidad de poder fechar con precisión la época del entierro en cuanto se hagan, con to d a la técnica debida, unas exploraciones m ás en la inm e­ diata vecindad del entierro encontrado. C O N C LU SIO N E S D E L A R Q U IT E C T O BISHOP: La portada principal consta de un arco form ado de dovelas de cantera, apoyado sobre pilastras del m ism o m aterial, con capiteles de clara influencia ojival, ejecutados a la m anera indígena. La p o rtad a lateral está form ada p o r un arco de clara inspiración ojival y ejecución indígena y prim itiva, al igual que las pilas­ tras que lo soportan y que recuerdan los haces de colum nas usadas en el estilo ojival. C laram ente se advierte la prim itiva


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ejecución de los m otivos ornam entales en am bas portadas y la interpretación indígena de los elem entos decorativos ojivales en que estaban inspirados los frailes franciscanos a su llegada a M éxico, en el siglo XVI. La fisonom ía de los ángeles, en la p o rtad a principal, tiene rasgos absolutam ente indígenas, y la calidad del dibujo en la interpretación de los escudos de Castilla sobre la cornisa de la p o rtad a principal, es de tal m anera im precisa y prim itiva, que no parecen haber sido usados instrum entos de m etal, sino de pedernal tal vez. En la ornam entación de dichos escu­ dos se usó el característico chalchíhuitl. Los adornos de la tiara pontificia fueron interpretados com o haces de cañas num erales de la época precortesiana. La técnica palpablem ente indígena y prim itiva de la orna­ m entación de las portadas, perm ite asegurar que el tem plo de que se tra ta fue co n stru id o p o r frailes franciscanos en el siglo XVI. (Es hecho irrefutable que hubo elem entos que la Comisión M arquina-Zavala rechazó deliberadam ente).

EU LA LIA GUZMAN A N TE LA GRAN COMISION N uevam ente la batalladora, incansable m ujer, acostum brada y a a las tem pestades, libra la batalla p o r el hallazgo de Ixcateopan, p o r C uauhtém oc y p o r M éxico. No han hecho m ella en su espíritu ni la burla, ni la incom prensión, ni la sorda cam paña de que se la ha hecho blanco. Su objeción es determ inante: ‘^Rechazo el hecho de que haya com isión oficial para fallar en- m ateria^científíca, dice Eulalia G uzm án, el solo hecho de que un organismo oficial intervenga en la afirm ación o nega­ ción de la verdad que se trata de probar, traslada el problem a del terreno puram ente científico en que se ha colocado, del cual no debe salir, al terreno p o lítico p o r excelencia, y en ese caso no es ya la verdad del hecho lo que interesa esclarecer, sino un criterio, u n a doctrina, una tendencia o un dogm a, lo que interesa hacer triu n far; y lo mismo diríam os si interviniera cualquier iglesia o partido. Clásicos son los casos de Colón ante los teólogos y sabios de la Ju n ta de C órdoba, y de Galileo juzgado por un tribunal


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eclesiástico en Italia. Pero ya no estam os en tiem po medieval, en que el Estado y la Iglesia tenían en sus m anos el dogma científico; éste en que vivimos es el siglo de la ciencia experi­ m ental. Por lo tan to , p retender que una comisión de personas eruditas designadas p o r una autoridad oficial dé un fallo defi­ nitivo sobre una m ateria científica, el cual seguram ente se resolverá por m ayoría de votos, y en caso de em pate por el voto de calidad del presidente de la Com isión, pone en ridícu­ lo, hoy y en el futuro, a cualquier gobierno que así quiera proceder, pues la verdad científica no se prueba con votos, sino en el laboratorio, y el hecho antes señalado quedará para el porvenir como un caso increíble de oscurantism o o de despotism o ignorante. ¡LA CIENCIA SE PRUEBA CON LA CIENCIA!.

IXCATEOPAN La tum ba de C uauhtém oc, en los días más apasionados de la polém ica, siguió cubriéndose de flores, sobre las llevadas por los niños aparecían sus dedicatorias afirm ando su fe y patrio­ tism o. Las peregrinaciones al nuevo santuario de la Patria eran inin­ terrum pidas. Los profesores de H istoria, los m aestros de las Escuelas Prim arias, los m iem bros de las Misiones Culturales, los ayuntam ientos de la República, todos en un desfile sin fin. El XXXVIII Congreso constitucional del Estado libre y soberano de G uerrero, considerando que C uauhtém oc repre­ senta la más sana raíz de nuestra nacionalidad, expidió el 31 de diciem bre de 1949, el decreto único núm ero 44: “ Se autoriza al Ejecutivo del Estado para la form ación de un P atronato pro m onum ento a C uauhtém oc, cuyo funciona­ m iento será de acuerdo con las bases y estatutos que establezca ese organism o, que se encargará, p o r los conductos y medios lícitos que estén a su alcance, de colectar y adm inistrar fondos económ icos destinados única y exclusivam ente a lo s'g asto s generales que im porta la erección de dicho m onum ento en el pueblo de Ixcateopan, para honrar y p erpetuar así, la m em oria del H éroe” .


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VISITANTES DISTINGUIDOS El 7 de abril de 1950, el EX PRESID ENTE DE LA REPU­ BLICA, G ENERAL LAZARO CARDENAS, visitó Ixcateopan, en com pañía de su hijo C uauhtém oc, del general Francisco J. Mújica, del licenciado Raúl Castellano y del señor Francisco G uerrero. El hom bre que reivindicó la riqueza del petróleo, quedó extático ante los huesos, riqueza espiritual y física de M éxico. Suscribió este pensam iento en el libro de visitantes: “Con nuestra honda sim patía al pueblo de Ixcateopan, que ha sabido guardar con gran veneración los restos de nuestro gran Em perador C uauhtém oc. N uestro homenaje, también, a la em inente investigadora profesora Eulalia Guzmán y a las personas com o el Dr. Salva­ dor R odríguez Juárez que participaron en form a im portante en el descubrim iento ”. A 7 de abril de 1 9 5 0 — Lázaro Cárdenas.— C uauhtém oc Cárdenas. — R aúl Castellano.— Francisco Guerrero. E L G E N E R A L M UJICA DEJO E S C R IT A S L A S SIG U IE N TE S L IN E A S: Peregrinos del patriotism o, ocurrim os ante el Padre sin igual de esta Patria salvada p o r él sin usuras ni regateos. Juro que para defender m i nacionalidad, seré intransigente. A 7 de abril de 1950. — F. J. Mújica.

ALFONSO QUIROZ CUARON ACLARA: “ En los prim eros días de febrero de 1951 la Comisión del INAH, rindió dos dictám enes, uno negativo firm ado por diez de sus m iem bros, y otro afirm ativo, firm ado por el Dr. José Góm ez Robleda. El dictam en negativo se publicó inm ediata­ m ente, el afirm ativo hasta el año 1952. Ante dos D ictám e­ nes, el Secretario de Educación Pública declaró abierta la investigación para los especialistas. A esta invitación ya se había respondido con once nuevos estudios de la más alta calidad científica, entregados del 26 de m arzo al 31 de julio de 1951. Los estudios prueban sobrada­ m ente en el terreno estrictam ente científico, la autenticidad de la tum ba, así com o el hecho indudable de que la m ayoría


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de los restos óseos pertenecen a un solo esqueleto, de un hom ­ bre atlético, como de 24 años de edad, restos que son de C uauhtém oc, tan to p o r las señales históricas, las tradiciones, la antigüedad, etc., com o p o r la indudable huella de quem a­ duras causadas en vida, en el tercer m etatarsiano del pie derecho” .

CARTA DE DOLORES ROLDAN AL SR. JULIO SCHERER GARCIA M aestra Dolores Roldán. Marzo de 1977. Señor Julio Scherer G arcía, D irector de la Revista Proceso, Presente. Señor D irector: A todos los incontables lectores que nos indignó la injusticia que usted soportó, sentim os verdadera satisfacción al tener ante nuestros ojos la nueva publicación Proceso, dirigida por Julio Scherer G arcía. El in ten to de am putarle su legítim a acti­ vidad periodística, resultó contraproducente, ahora su órgano tiene más acogida. Por creer le investía la misma ecuanim idad, no obstante que publicó en ostentosa exclusiva, en el No. 2 de su Revista, el m ordaz artículo firm ado por un señor G uzm án, dirigido a la m aestra Eulalia G uzm án, com o preám bulo al dictam en de los hallazgos de Ichcateopan, em itidos p o r la Com isión del Institu­ to N acional de A ntropología e H istoria, el año 1976, le so­ licité la ju sta publicación en su m ism o sem anario, de la con­ fronta que hice de estos dictám enes del INAH, con los es­ tudios científicos que encabezaron la m aestra Eulalia Guzm án y el Dr. Alfonso Quiroz C uarón, durante 1949/51, etapa del descubrim iento de los restos de C uauhtém oc en Ichcateo­ pan; su evasiva fue obvia para in terp retar que el revés de perder la dirección de Excélsior, lo ha am argado hasta el grado de


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arrojar ácido a quienes todavía lo consideran tan leal com o antes. En especial me refiero a la m ujer ante quien hay que ponerse de pie porque ha entregado ciencia y energías a su M éxico, porque su trayectoria vertical la tiene m arginada por los oportunistas, y que pasa su vejez y enferm edad con una insignificante pensión, y habita la mism a casa que construyó su padre a principios de este siglo, en aquel barrio tan hum ilde. Sí, es EU LALIA GUZMAN quien continúa recibiendo em bes­ tidas de enemigos m ercenarios. Señor Scherer, de lo acervo de su corazón, no está usted a salvo del daño.


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COM. INAH 1976

DOLORES ROLDAN C O N F R O N T A C I O N L L E V A D A A C A B O P O R LA M A E S ­ T R A D O L O R E S R O L D A N (D. R o l d á n ) , DE LOS E S T U D I O S REALIZADOS P O R LA C O M I S I O N DE L I N S T I T U T O N A C I O N A L DE A N T R O P O L O G I A ( I N A H ) , N O M B R A D A EL 1 4 D E E N E R O DE 1 9 7 6 (COM. I N AH , 1 9 7 6 ) , CON LOS R E S U L T A D O S D A D O S P O R EL G R U P O DE C I E N T I F I C O S Q U E A S E S O R A R O N A LA M A E S T R A E U L A L I A G U Z M A N Y A L F O N S O Q U I R O Z C U A R O N , D U R A N T E 19 4 9- 1 95 1 ( E G - A Q C 1 9 4 9 / 5 1 ) , C O N R E S P E C T O A LOS R E S T O S DE CUAUHTEMOC, ENCONTRADOS EN ICHCATEOPAN, GUERRERO. (Se c it a n r e s u m i d o s los p u n t o s e x p u e s t o s p o r la C om i s i ó n IN A H d e 1 9 7 6 , d e s t a c a n d o lo m á s esencial, los cual es f u e r o n p u b l i c a d o s el 2 de n o v i e m b r e de 1 9 7 6 , en excl usiva en el No. 2 d e la Revista P r oc es o q u e dirige el s e ñ o r J ul i o S c he r er G ar c í a ) . A m a n e r a de p r e á m b u l o s u b r a y o de los “ R E L E V A N T E S P A R R A F O S ” , d i c t a d o s p o r los i n t e g r an t e s de la C o m i s i ó n I N A H de 1 9 7 6 , la sencilla f o r m a en q u e ellos m i s m o s p ulver i­ z an sus d i c t á m e n e s al i nc ur ri r en las crasas c o n t r a d i c c i o n e s q u e o s t e n t a n la e x p l i c ac i ó n inicial c o n la final. E m p i e z a n apantalladores: “ En c o n f o r m i d a d c on las t a r e as q u e se le a si gn a ro n , la C o m i s i ó n revisó los e s t u d i o s y los d i c t á m e n e s e m i t i d o s s o b r e los hal lazgos r e al iz ad o s el 2 6 d e s e p t i e m b r e de 1 9 4 9 p o r la P r o f e s o r a Eulalia G u z m á n y L L E V O A C A B O N U E V A S I N V E S T I G A C I O N E S A P R O V E C H A N D O EL A V A N C E G E ­ N E R A L EN L OS C O N O C I M I E N T O S H I S T O R I C O S Y T E C ­ N I C O S D U R A N T E LOS U L T I M O S C I N C O L U S T R O S . En a i g u n o s a s p e c t o s p a r t ic u la r es se I N V I T O A I N V E S T I G A D O ­ R ES A J E N O S A LA C O M I S I O N P A R A Q U E P R E S E N T A ­ RAN DICTAM ENES E IN FO RM E S E SPEC IA L ES” . “ L O S I N T E G R A N T E S DE LA C O M I S I O N D E S A R R O L L A ­ R O N SU T R A B A J O C O N LA C O N V I C C I O N DE Q U E LA H O N R O S A R E S P O N S A B I L I D A D Q U E LES H A B I A S I D O C O N F I A D A E N T R A N A B A LA O B L I G A C I O N DE A T E N E R ­ SE

E X C L U S I V A M E N T E A LA V E R D A D C I E N T I F I C A ” . “ La C o m i s i ó n d esa rr ol ló t o d a s las a ct i v i da de s necesarias p a ra el d e b i d o c u m p l i m i e n t o de su o b j e t o y T R A S H A B E R E S T U D I A D O C U I D A D O S A M E N T E C A D A U N O DE LOS


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I N F O R M E S P R E S E N T A D O S LLEGA A LAS SIGUIENTES CONCLUSIONES s o b r e la a u t e n t i c i d a d de los hallazgos de D. Roldan.

Ichcateopan”. De los a n t e r i o r e s “ p á r r a f o s r e l e v a n t e s ” , e s p i g a m o s de su c o n t e n i d o lo si gui ent e: La C o m i s i ó n de 1 9 7 6 “ L L E V O A C A B O N U E V A S I N V E S ­ T I G A C I O N E S A P R O V E C H A N D O EL A V A N C E G E N E R A L EN LOS A C O N T E C I M I E N T O S H I S T O R I C O S Y T E C N I C O S D U R A N T E LOS U L T I M O S C I N C O L U S T R O S ” . “ I N V I T O A I N V E S T I G A D O R E S A J E N O S A LA C O M I S I O N P A R A QUE PR E S E N T A R A N DICTAMENES E INFORMES ESPE­ C I A L E S ” . “ L OS I N T E G R A N T E S DE LA C O M I S I O N D E S ­ A R R O L L A R O N SU T R A B A J O C ON LA C O N V I C C I O N DE Q U E LA H O N R O S A R E S P O N S A B I L I D A D Q U E LES H A B I A S I D O C O N F I A D A E N T R A Ñ A B A LA O B L I G A C I O N DE A T E N E R S E E X C L U S I V A M E N T E A LA V E R D A D C I E N T I ­ FICA” . “ Y TRAS HABER ESTUDIADO CUIDOSAMEN­ T E C A D A U N O DE LOS I N F O R M E S P R E S E N T A D O S

LLEGA A LAS SIGUIENTES CONCLUSIONES”.

D. Roldan COM. INAH

1976

D. Roldan.

COM. INAH

1976

EG-AQC 1949/51

El si gui ente “ p á r r a f o r e l e v a n t e ” del final, c o n t r a d i c e las a s ev er aci on es a p a n t a l l a d o r a s y e vi denci a i r r es po ns ab i li da d: “ EN C O N S E C U E N C I A , NO ES P O S I B L E EN E ST O S M O M E N T O S , A T R A V E S DE LA I N V E S T I G A C I O N C I E N T I ­ FI C A, D E T E R M I N A R DE UN A M A N E R A P R E C I S A Y D E F I N I T I V A SI LOS R E S T O S C O R R E S P O N D E N A LOS DE C U A U H T E M O C ” . (?) Es to b a s t a p a r a c o m p r e n d e r la t r e m e n d a c o n t r a d i c c i ó n c o n ­ t e n i d a en los d i c t á m e n e s de la C o m i s i ó n del I NAH, 1 9 7 6 , s uf i­ c i e n t e m u e s t r a de p o c a seriedad, r e b a s ad a co n la c o n f r o n t a de sus “ p á r r a f o s r e l e v a n t e s ” c o n los t r a b a j o s e n c a b e z a d o s p o r Eulalia G u z m á n y A l f o n s o Q u i r o z C u a r ó n : MORFOLOGIA HUMANA. En los r es tos h u m a n o s e xi st e n piezas óseas de d i s t i n t o s i nd iv id uo s, n i n g u n o de los cuaies se e n c u e n t r a r e p r e s e n t a d o p o r la t o t a l i d a d del e s qu e l e t o . Se p u e ­ de a f i r m a r q u e se t r a t a de m u j e r me sti z a, o sea n o i nd í ge na . D o c t o r A l f o n s o Q u i r o z C u a r ó n , d o c t o r José G ó m e z R o b l e ­ da y p r o f e s o r L ib or i o M a r t í n e z , hi ci er on el e x a m e n a n t r o p o l ó ­ gico y m é d i c o legal de los h u e s os , e n c o n t r a r o n q ue la m a y o ­


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DOLORES ROLDAN r ía d e los h u e s o s se i d e n t i f i c a r o n c o m o p e r t e n e c i e n t e s a u n a p e r s o n a c u y a s c a r a c t e r í s t i c a s f ísi cas c o n c u e r d a n c o n lo q u e se s abe d e C u a u h t é m o c a t ravés d e las i n f o r m a c i o n e s hi st óri cas. Se h a l l a r o n , t a m b i é n , f r a g m e n t o s d e h u e s o s e x t r a ñ o s al e s q u e ­ l e t o de C u a u h t é m o c , q u e p e r t e n e c i e r o n a un a d u l t o , a u n a d o l e s c e n t e y a u n n i ñ o . En este c aso, los h u e s o s a c o m p a ñ a n ­ t es p u e d e n c o r r e s p o n d e r a o f r e n d a d o s , y el h e c h o de e st ar cal­ c i n a d o s —c o n o c i d a la p r ác t i c a q u e se o b s e r v a b a en e st o s c a ­ s o s — c o r r o b o r a la tesis d e q u e se t r a t a del e n t i e r r o de un s e ñ o r p r e h i s p á n i c o . El e x a m e n r a d io l óg i co l levado a c a b o p o r el r a d i ó l o g o C a rl os L e c h u c a , i n t e r p r e t a los b o r d e s d e s v a n e c i d o s y b o r r o s o s d e las i má g en e s c o m o p r u e b a de a n t i g ü e d a d . E n ­ c o n t r ó , a d e m á s , e v id e n c i a d e p a r t í c u l a s m et á li c as , d e s a p a r i c i ó n de las t r a b é c u l a s y n o t a b l e d i s m i n u c i ó n del calcio. En r e s u m e n , se c o n c l u y e q u e los r est os ó s e o s s on m u y a n t i gu os . El análisis q u í m i c o d i o los r e s u l t a d o s s i guient es : ó x i d o d e calcio 54.17%, ó x i d o de m a g n e s i o 1.57%, sílice 5.00%, f ó s f o r o 13.00%, f l ú o r 0.86%, i n s o l ub l es 1.15%. Se pr ec is ó q u e la d e n s i d a d o peso e s p e c í f i c o d e los h u e s o s v a r í a c o n el t r a n s c u r s o del t i e m p o y q u e es m a y o r en los h u e s o s r eci ent es. La d e n s i d a d d e los de I c h c a t e o p a n f u e d e 2 . 7 0 0 6 8 ; la de los e n c o n t r a d o s en M o n t e A l b á n , O a x . , 2 . 4 6 1 5 4 ; la m e d i d a d e u n a m u e s t r a d e siete a ñ o s de i n h u m a c i ó n a r r o j ó 2 . 9 2 8 5 7 . Me d i c i o n e s v er if icadas c o n la t é c n i c a de T o l d t i nd ic an q u e se t r a t a de u n c r á n e o m a s cu l i no . Pe ro, s o b r e t o d o , las c a r a c t e r í s t i c a s del f r a g m e n t o del h u e s o i líaco p e r m i t e n a f i r m a r c on c e r t e z a el s e x o m a s c u l i n o del e s q u e l e t o , y la m i s m a c o n c l u s i ó n se d e s p r e n d e del e s t u d i o de las d i m e n s i o n e s , p r o p o r c i o n e s e i ns e rc i on e s m u s c u l a r e s o b s e r ­ v a d as en h u e s o s c o m o el f é m u r , el h ú m e r o , la c l av íc ul a y la p r i m e r a costilla. A l g u n o s h u e s o s d e es te c r á n e o se ven d e c o l o r n e gr o i n t e n s o y al t a c t o se n o t a n t e r s os y b i t u m i n o s o s y el mis­ m o a s p e c t o se logró q u e m a n d o h ue s os , e x p e r i m e n t a l m e n t e , a los q u e se agregó c op al . El e s t u d i o de los p u n t o s de osifica­ c ión de las pi ez as a n a t ó m i c a s q u e c o r r e s p o n d e n a las v é rt e br a s, sacr o, e s t e r n ó n , cost ill as, el f r o n t a l , e t m o i d e s , t e m p o r a l , c la ví c ul a , h ú m e r o , m e t a c a r p i a n o s , f al anges , ilíaco, f é m u r , r ó­ t u l a , t i bi a, p e r o n é , c a l c á n e o y m e t a t a r s o , lleva a la c o n c l u s i ó n de q u e la e d a d d e la p e r s o n a a q u i e n p e r t e n e c i ó el e s q u e l e t o , q u e d a c o m p r e n d i d a e n t r e los 25 y 3 0 a ño s . La e s t a t u r a , c o m o se sabe, se d e t e r m i n a p o r las m e d i c i o n e s d e los h u e s o s largos, y


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la c a l c u l a d a en este c as o d i o cifras de a l r e d e d o r d e 1 . 8 0 c e n t í ­ m e t r o s , o sea q u e c o r r e s p o n d e a u n h o m b r e al to . S o b r e el t i p o , en v i r t ud de los c a r a c t e r e s m o r f o l ó g i c o s q u e p u e d e n d e t e r m i ­ nar se en los h u e s o s r e c o n s t r u i d o s , c o m o son las ó r b i t a s g r a n ­ des, la c ar a a la r ga d a , la p r o b a b l e d ol ic o ce f al ia , los m i e m b r o s largos y la e s t a t u r a alt a, p u e d e a f ir ma r se q u e se t r a t a d e un l o n g i t i p o e x c e d e n t e , d e la v ar i e d ad e s t é ni c a y d e c o n s t i t u c i ó n a t lé t ic a , d a t o s q u e c o n c u e r d a n c o n lo q u e d i c e la h is t o r ia d e la p e r s o n a l i d a d t a n t o f ís ica c o m o p si c ol ógic a del ú l t i m o rey d e los m e x i c a n o s . El e s t u d i o a n a t ó m i c o d e los r e s to s ó s e o s , p o r los d o c t o r e s E n r i q u e A c o s t a V id ri o, c a t e d r á t i c o d e A n a t ó m í a en la F a c u l t a d de Me d ic i na d e la U N AM y en la Escuel a S u p e ­ r i or d e M e d i ci n a Rural, y R a m ó n del Villar, c a t e d r á t i c o d e la E s c ue la M é d i c o Militar, c o m p r e n d e el i n v e n t a r i o y d e s cr i pc i ó n d e las pi ezas y su clasi ficaci ón. Su r e s u m e n c o m i e n z a : “ La gran m a y o r í a de los h u e s o s e x a m i n a d o s c o r r e s p o n d e n al e s q u e l e t o d e u n i n d i v i d u o del s e x o m a s c u l i n o , d e c o n s t i t u c i ó n a t l é t ic a , d e e d a d e n t r e los v e i n t e y t r e i n t a a ñ o s y d e talla a p r o x i m a d a ­ m e n t e de u n m e t r o y s e t e n t a c e n t í m e t r o s ” . U n a n ue va a p o r ­ t a c i ó n se ha ce en este d i c t a m e n a los e s t u d i o s a n t e r i o r e s , c o n ­ t e n i d a en la d e sc r i p c i ó n s igui ent e: “ En la c ar a p l a n t a r d e la e x t r e m i d a d distal del t e r c e r m e t a t a r s i a n o del pie d e r e c h o se a p re c i a n d e f o r m a c i o n e s c o n s i s t e n t e s en p r o l o n g a m i e n t o s late­ rales, r u go s i d a d e s y u n a p e q u e ñ a s al iente c ó n i c a de t r es m i l í ­ m e t r o s de a l t u r a , a n o m a l í a s q u e e v i d e n t e m e n t e n o c o r r e s p o n ­ d e n a e x o s t o s i s d e e d a d a v a n z a d a , ni a lesión t r a u m á t i c a , ni p r o b a b l e m e n t e , a lesiones e s p e cí f ic as l uéticas, t u b e r c u l o s a s o m i c ó s i c a s ” . C a b e p e n s ar q u e tales d e f o r m a c i o n e s t e n g a n p o r o r ig en u n a lesión c a u s a d a en vida p o r q u e m a d u r a s , o sea p o r el t o r m e n t o d e f u e g o q u e se le apl icó a los pies. Q u e C u a u h t é m o c suf r ió el t o r m e n t o del f u e g o p o r ó r d e n e s de C o r ­ tés, es cos a q u e nadi e d is c u te , y q u e q u e d ó d e s d e e n t o n c e s b a l d a d o de los pies y s o l a m e n t e p o d í a a n d a r m u y p o c o . MEDICINA FORENSE. E s t u d i o s o d o n t o l ó g i c o s . I) Se t r a t a d e un m a x i l a r s u p e r i o r f r a c t u r a d o . . . II) Se e n c o n t r a r o n ele­ m e n t o s e x t r a ñ o s . . . III) Se t r a t a de u n a m u j e r a d u l t a joven a p r o x i m a d a m e n t e de 25 a ñ o s . . . El d o c t o r F e r m í n R e y g a d a s M., e s t u d i ó las pi ezas ma xi l o d e n t a l e s , d i c t a m i n ó en r el aci ón a los d o s m a x i l a r e s s u p e r io r es , u n i d o s d e s a r t i c u l a b a s , d e i n t e g r i d a d casi c o m p l e t a y d e c i n c o


DOLORES ROLDAN p i ezas d e n t a r i a s i m p l a n t a d a s , tr e s m o l a r e s y d o s p r e m o l a r e s , lo s igui e nt e: D e s p ué s del e x a m e n visual d i r e c t o ba j o la a cc ió n de la luz e l é ct r ic a i n c a n d e s c e n t e y u l tr a vi o le t a, al u lt r a - p a c k , en r a d i o g r a f í a s y en u n m o l d e d e al i gn a to , d e la a r c a d a s u p e r io r : 1) Los m a x i l ar e s c o r r e s p o n d e n en e s t r u c t u r a y u n i f o r m i d a d de a s p e c t o y p r o p o r c i o n e s , al g r u p o m a y o r i t a r i o d e r es tos ó s e o s d e u n a sola p e r s o n a , lo q u e e l i m i n a t o d a p os i bi l i da d de q u e est e c r á n e o sea de u n e s q u e l e t o del s e x o f e m e n i n o . 2) Por c u a n t o a la e d a d c r o n o l ó g i c a las p o s i c i o n e s relativas e n t r e las z o n a s del m a x i l a r y el p a l a da r , p o r u n a p a r t e , y los lugares de i m p l a n t a c i ó n d e los m o l a r e s , p o r la o t r a , tal c o m o se o b s e r v an , i n di ca n q u e se t r a t a d e u n a p e r s o n a d e 21 a 2 5 a ño s. C o n f i r m a e s ta e d a d e! d o c t o r S. R. A t k i n s o n , d e a c u e r d o c o n la r elación e n t r e la s u t u r a y. el s e g u n d o m o l a r p e r m a n e n t e , el de sg a ste de las piezas y el d e s ar r ol lo del p r o c e s o al veolar . 3) Po r las m e d i ­ d a s t o m a d a s en la r e c o n s t r u c c i ó n d e la a r c a d a s u p e r i o r , esta c o r r e s p o n d e a incisivos c e n t r a l e s de 8 m m . d e a n c h o p o r 1 0. 7 m m . d e a l t o y s egún e st as m e d i d a s r es u l ta p a ra la ca ra un d i á­ m e t r o d e 1 7 . 1 2 c m. d e largo, c o n 1.71 m t . de e s t a t u r a , d a t o s c o n c o r d a n t e s c o n los o b t e n i d o s en o t r o s e s t u d i o s r elativos a los h ue sos . El e m i n e n t e o d o n t ó l o g o D o c t o r Félix del Paso, c o n t r i b u y ó t a m b i é n c o n u n val ioso e s t u d i o r o e n g e n o g r á f i c o , p a r a el cual se sirvió de r a di o g r a f í a s „ t o m a d a s p o r él m i s m o ; s e l e c c i o n ó 2 9 nega ti vo s, se p u d o d e t e r m i n a r p o r la igualdad de la e s t r u c t u r a ó s e a , las p iezas q u e p e r t e n e c e n a un m i s m o e s q u e ­ l eto; la p a r t e m á s i m p o r t a n t e de! e s t u d i o es la q u e se refiere al e x a m e n de los d i e n t e s y ma xi la re s: a t e n d i e n d o al t e j id o es­ p o n j o s o d e es ta p a r t e del e s q u e l e t o , las c a r a c t e r í s t i c a s de f o r m a , t a m a ñ o y ca lc if ic ac ió n revelan a u n a d u l t o j oven sin a n o r m a l i d a d e s ; el b u e n a s p e c t o d e los a l ve ol os y su r e gula ri da d en f o r m a y c al ci fi cac ión i nd ic an q u e la p é r d i d a de los d i e n t e s se s u f r ió d e s p u é s d e la m u e r t e , y q u e el s u j e t o t e n í a en vida sus d i e n t e s c o m p l e t o s t a m b i é n en el ma x i l a r i nf er ior , bien a l i n e a d o s y en o c l us i ó n n o r m a l . En lo q u e se refiere a los n u ­ m e r o s o s c u e r p o s e x t r a ñ o s d e c o n t e n i d o m e t á l i c o q u e se a d ­ v i er t e n en m u c h o s h u e so s , el a u t o r c o n c l u y e : “ S ol ic i to u n e x a m e n m i n u c i o s o y un análisis q u í m i c o de d i c h o s c u e r p o s , el e x a m e n d e la ti e rr a e x t r a í d a j u n t o c o n los h u e so s, o c u a l ­ q u i e r o t r o i ndici o q u e p u e d a a y u d a r a f o r m a r u n a c o n c l u s i ó n


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s o b r e e s t o s c u e r p o s e x t r a ñ o s , y q u e p o s i b l e m e n t e sea un n u e v o e l e m e n t o q u e a y u d e a la i d e n t if i ca c ió n d e los r e s t o s ” . Este análisis q u f í n i c o y e s p e c t r o g r á f i c o q u e sugirió el d o c t o r Félix dei Paso, f u e r e al i z a do p o r el in g en i e r o q u í m i c o I gnaci o Diez d e U rda nivia , en su d i c t a m e n e s ta b le c ió : 1) q u e d i c h o s o b j e t o s s o n de c o b r e n a t i v o y q u e en u n f r a g m e n t o d e h u e s o se d e t e r ­ m i n ó la p r es e n c i a d e c o b r e y h i e r ro; q u e la ti e rr a q u e se halló d e n t r o del c r á n e o reveló la p r e s en c ia d e ó x i d o f e rr o so - f é r r i c o y l i m o n i t a . 2) q u e el e x a m e n e s p e c t r o s c o p i o p r a c t i c a d o p o r el d o c t o r Isaac O c h o t e r e n a en el c o r t e h is t o l ó gi c o d e u n f ra g­ m e n t o de t ibi a, reveló la p r e s en c ia de i one s d e c o b r e y p e q u e ­ ñ í s i m o s cristales d e sales d e c o b r e en el s e n o del h u e s o , c o m o c o n s t a en el e s t u d i o d e los r es t os ó s e o s d e C u a u h t é m o c , f i r m a ­ d o p o r los d o c t o r e s Q u i r o z C u a r ó n y G ó m e z R o b l e d a y el p r o f e s o r L ib o ri o M a r t í n e z . 3) el p r o p i o i ng en ie r o Diez de U r da ni vi a di o los r e s u l t a d o s o b t e n i d o s en los e x á m e n e s q u e p a r a c o n t e s t a r a lo s o l i c i t a d o p r a c t i c ó en los h u e s o s q u e p r e ­ s e n t a n c o n c r e c i o n e s m e tá l ic a s, q u e f u e r o n : e x a m e n r a diológi ­ c o , q u í m i c o y e s p e c t o g r á f i c o , t o d o s los cual es revelar on la p r e s en c ia d e c o b r e y h ie rr o, el p r i m e r o en p e q u e ñ í s i m a s c a n t i ­ d a d e s y el s e g u n d o en p r o p o r c i ó n m a y o r . 4) el e x a m e n e s p e c ­ t r o g r á f i c o , de la t i e rr a c on q u e se e n c o n t r a b a n a p l a n a d a s tres c a ra s lat er al es de la f osa, r e v e l ó . t a m b i é n , la p r e s en c ia d e c o b r e y h i e r ro en p r o p o r c i o n e s s e m e j a n t e s a las de los h ue so s. Por ú l t i m o , la t ie r ra n e g r u z c a q u e casi l le n ab a la f os a , c u b r i e n d o a s í los r es to s ó se o s, se e n c o n t r ó i n t e g r a d a en p a r t e p o r c o m ­ p u e s t o s de h i e r ro . La i m p o r t a n c i a q u e ti e ne la e x i s t e n c i a , d e c o b r e y hi er r o s e p a r a d a m e n t e o f o r m a n d o c o n g l o m e r a d o s d e p o s i t a d o s en los h ue so s, c on s i st e en q u e ella p o r s í sola, c o n s t i t u y e u n a p r u e b a d e la a n t i g ü e d a d del e n t i e r r o , p u e s pa ra q u e ese h e c h o se h a y a p r o d u c i d o , es pr ec i so a c e p t a r q u e los h u e s o s , los o b j e t o s de c o b r e y la t ierra, c o n sus m a t e r i a s de h i e r r o , e n c e r r a d o s en la f os a , d e b i e r o n c o e x i s t i r en p r o x i m i d a d d u r a n t e siglos. En el c o n j u n t o de e st os t res ú l t i m o s e s t u d i o s t é c n i c o s , h a y s u fi c i e nt e s e l e m e n t o s q u e c o m p r u e b a n : a) la a n t i g ü e d a d s e c ul a r del e n t i e r r o , b) la i de n t i f i c a c i ó n del e s q u e l e ­ t o principal n ú m e r o 1, q u e es al q u e c o r r e s p o n d e la i n m e n s a m a y o r í a d e las piezas, c o n el de C u a u h t é m o c q u e j u s t a m e n t e se i d e nt if i ca p o r las c a r a c t e r í s t i c a s a n a t ó m i c a s del e s q u e l e t o y p o r la i n s c ri pc i ón de la p la c a d e c o b r e .


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EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS. La revisión q u e se hi zo de ios m a t e ri a l e s r e l a c i o n a d o s c o n los t r a b a j o s de e x c a v a ­ c ió n a r q u e o l ó g i c a e f e c t u a d o s p o r la p r o f e s o r a Eulalia G u z m á n , en la iglesia de I c h c a t e o p a n , G r o . , c o n f i r m a r o n las c o n c l u s i o ­ nes a las q u e llegó la C o m i s i ó n d e 1 9 5 0 . . . c ar ec ió de los c o n ­ t r ol e s q u e se c o n s i d e r a n ne ce s a r io s en c u a l q u i e r t r a b a j o de este t i p o . De a h f q u e la e x ca v a c i ó n c a r ez ca d e validez c ie nt í f i c a . El e m i n e n t e Ing. Civil d o n José A. Cuevas, D i r e c t o r de la Es cue la de I ng e n i e r ía de la U NA M y d i s t i n g u i d o esp ec i al i s t a en m e c á n i c a d e suelos, h iz o el e s t u d i o del e n t i e r r o de I ch ca te op an de a c u e r d o c o n el e x a m e n c o n s t r u c t i v o de sus e s t r u c t u r a s s u p e r p u e s t a s . Al d e m o l e r el a lt a r m a y o r se vio q u e ni és te ni sus u l t e r i or e s a m p l i a c i o n e s t e n í a n c i m i e n t o s p r o p i o s , o sea q u e t o d o s esos e l e m e n t o s c o n s t r u c t i v o s f u e r o n s o b r e p u e s t o s y q u e las s u b s i g u i e n t e s a m p l i a c i o n e s f u e r o n y u x t a p u e s t a s . Ai d e s t r u i r la p e a n a , se vio q u e el piso d e a d o b e q u e s eguí a , t e n í a su s up er fi ci e r e vo c a d a c o n u n a especie d e e st uc o , q u e n o p r e ­ s e n t a b a huel l as d e h a b e r s ido t o c a d a y c u y a c o n v e x i d a d , v ue l ta hacia a r ri ba , e v id e n c i a b a el se c ul a r e n j u n t a m i e n t o , c r e c i en t e del c e n t r o haci a las orillas. Si n o h u b i e r a e x is t i d o el m o m o z t l i , s ino un r el le no h o m o g é n e o en su lugar, la m a y o r pr es ión se h a b r í a p r o d u c i d o en el c e n t r o , d o n d e g r a vi tó el peso, de má s de 25 t o n e l a d a s , del a l t a r m a y o r y su ciprés. Las p ie dr as del m o m o z t l i f u e r o n c u i d a d o s a m e n t e a c o m o d a d a s , sin e s t r o p e a r el r e v o c a d o de b a r r o q u e c u b r í a el piso n a tu r a l de roca, q u e a p a r e c i ó c o m p l e t a m e n t e liso. La c o n s t r u c c i ó n de los diversos e l e m e n t o s d e la iglesia, p o r e t a p a s , revela p r e c a u s i o n e s in u si ta ­ das. Por má s d e t res siglos el e n t i e r r o p e r m a n e c i ó invi ol ado. N o h u b o ni p u d o h a b e r f r a u d e . El r e v o c a d o y el m o m o z t l i s on signos d e fi ni t i v o s d e id en t if i ca c ió n y de a n t i g ü e d a d , p u e s t o q u e t ie n en q u e ser p o r lo m e n o s a l g u n o s a ñ o s a n t e r i o r e s al p r i m e r alt ar m a y o r d e la iglesia, c u y a c o n s t r u c c i ó n d a t a de 1539.

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ESTUDIO DE LA IGLESIA. La p r i m e r a iglesia q u e se c o n s ­ t r u y ó en I c h c a t e o p a n era m u y p e q u e ñ a y p o s i b l e m e n t e e s t u v o d e n t r o del p a n t e ó n c e r ca del m o m o z t l e . . . La c o s n t r u c c i ó n de la iglesia de la A s u n c i ó n se inició, c u a n d o m u y t e m p r a n o en 1 5 5 0 . En 1 5 7 0 se c o n s t r u ía el a r c o toral. D i c t a m e n de la a n t i g ü e d a d del t e m p l o f i r m a d o p o r el a r ­ q u e ó l o g o A l e j a n d r o V o n W u t h e n a u e g re s ad o d e la c i e nt í f i c a


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o r d e n d e San B e n i t o: “ La f e c h a d e 1 5 3 9 , e s c u lp i d a en la pi e­ d r a clave, e s t a b a o c u l t a p o r u n a tr iple c a p a d e e s t u c o q u e c u ­ b r í a t o d a la p o r t a d a . La p o r t a d a lateral se c o n s t r u y ó en 1 5 3 9 , a n t e s q u e la pr incipal. Su a r c o c o no p i a ! le d a u n r aro got ici s­ m o . A r c o s s e m e j a n t e s los h a y en Ta xc o" y H u a ji n tl á n, este ú l t i m o h e c h o en 1 5 4 0 p o r el i n d í g e n a Miguel C h o n t a l . La c o n s t r u c c i ó n d e la capil l a es, y a c o m p r o b a d o , a n t e r i o r a 1 5 3 9 . Es ta f u e la p r i m e r a c o n s t r u c c i ó n d e la iglesia d e la A s u n c i ó n ; s eñala siete é p o c a s en la c o n s t r u c c i ó n , m o d i f i c a c i o n e s y a m ­ pli aciones. En la f a c h a d a p ri nci pal, la p u e r t a d a t a del siglo XVI11, la v e n t a n a p a r e c e se r m u c h o m á s r eci ent e. En la p u e r t a d e c e d r o a ú n en u s o , a p a r e c e la f e c h a 1 7 6 9 . A p r i nc i pi os del siglo p a s a d o se agregó el pretil d e a rc os i nv er t id os y r e m a t e s q u e c o r o n a n el t e m p l o . T re s d i f e r e n t e s vistas de d o s pi edr a s e n c o n t r a d a s e n la e x c a v a c i ó n d e la base del ciprés, u n a es u n f r a g m e n t o d e c apit el j ó n i c o , q u i z á del siglo X VI I , c u b i e r t o en p a r t e c o n h o j u e l a d e o r o ; la o t r a es u n sencillo capitel d ó r i c o de pi lastra, q u e c o ns e r v a a p l i c a ci o n e s al f r es co y q u e p u e d e a t r i b ui r s e al siglo X V I ; e m p o t r a d o s en lo a l to de un p u e r t a y u n a v e n t a n a , al gún s ig n if ic ad o sicol ógi co o s i m b ó l i c o t ie n e n s e n d o s í do l os . El a l t a r m a y o r s uf ri ó varias t r a n s f o r m a c i o n e s y tal c o m o se e n c o n t r a b a e n el m o m e n t o de d e m o l e r l o , p e r t e n e ­ ce al n e oc l ás i c o p o p u l a r del siglo X I X ; el c ipr és es un e j e m p l o de n e oc l á s ic o d e g e n e r a d o d e la s e g u n d a mi t a d del siglo p a s ad o , c o m o casi t o d o s los c i p r e ce s d e a q u e l l a é p o c a . En f u e n t e s d o c u m e n t a l e s d e 1 5 6 9 , y 1 5 7 0 - 7 1 , c o n s u l t a d a s p o r el a r q u e ó l o g o V o n W u t h e n a u , e n c o n t r ó el Pr oc e so de In­ qu is ic ió n a b i e r t o c o n t r a Diego Dí a z del Castillo, hijo de Bernal Dí a z del Casti llo, a c u s a d o d e mal c r i st i a n o p o r los s a c e r d o t e s , u n o d e ellos e n c a r g a d o d e I c h c á t e o p a n ; se le a c u s a b a d e q u e s i e n d o c o r r e g i d o r de a qu el lugar, 1 5 6 8 - 6 9 , se o p u s o s i s t e m á t i ­ c a m e n t e a la r e p a r a c i ó n del t e m p l o . A la p r e g u n t a VI, de la i n f o r m a c i ó n de esa d e f e n s a , d e c l ar a el P. F r a n c i s c o de Mo ya , ex Vicar io d e I c h c a t e o p a n , q u e al llegar al p u e b l o vio q u e la iglesia e s t a b a a r r u i n a d a y d e s b a r a t a d a “ e x e n t a y sin a d o r n o a l g u n o ” ; q u e di j o a ¡os n a t i v o s “ q u e n o era bien q u e t uviesen mal a d o r n a d a y d e s b a r a t a d a su iglesia. . . q u e la en ca la se n o c u b r i e s e n ” ; los cu al es d ij e r o n q u e er a m u y c o n t e n t o s d e h a c e r ­ lo, c o n t a n t o q u e este t es t ig o lo dijese p ú b l i c a m e n t e en la iglesia, p a ra q u e viniese a n o t i c i a d e t o d o s los indios del d i c h o


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DOLORES ROLDAN p u e b l o , y este t e s t ig o lo h i z o a s f e n p r e s e n c i a del d i c h o Diego D í a z, c o r r e g i d o r ; el cual s u p o q u e d e s p u é s envió a l lamar al g o b e r n a d o r y p r inc ip al es del d i c h o p u e b l o , y les dijo q u e lo q u e este t es ti go les h a b í a d i c h o a c e r ca d e la o b r a de la igle­ sia q u e n o lo hici esen sin su licencia, q u e el P. M o y a l ogró c o n ­ v e n c e r a Diego Dí az d e q u e n o se o p u s i e r a y así, d i c h o c or r egi ­ d o r “ v i n o a ello y a y u d ó e n d i c h a o b r a de la d i c h a iglesia p o r su p r o p i a p e r s o n a , y c o n su dil igencia y f a vo r, en q u i n c e d í a s se a c a b ó d e e nc a la r , c u b r i r y a d e r e z a r la d i c h a iglesia, y e st o r e s p o n d e a esta p r e g u n t a ” . Más i m p o r t a n t e es la d ec l a r a c i ó n de Diego M a r t í n e z , princi pal d e I c h c a t e o p a n , q u e se q u e ja c o n t r a el c o r r e g i d o r Dí az del Castillo, y q u e dice: “ Y u n d í a , e s t a n d o h a c i e n d o u n a r c o toral de n u e s t r a iglesia, a d o n d e di ce n misa, no s di jo n o hagáis iglesia, ¿ p o r m a n d o de q u i e n se h ac e? Y n o s o t r o s le r e s p o n d i m o s y a es la iglesia a nt ig ua , y la iglesia del p u e b l o iban allá a reedi fi carlo; y él nos r e s p o n d i ó q u e n o h i ci é s e m o s m á s en ella, y n o s o t r o s le d ij i mo s y si se cae y si se p u d r e , se mo j a ; y él nos r e s p o n d i ó “ m a l p a l a n z y m a g u e a s ” , q u e q u i e re de ci r “ c aí ga y p ú d r a s e ” , y este testi go se a d m i r ó de q u e tal o bi es e d i c h o ” . T o d o s est os d a t o s i ndican c l a r a m e n t e q u e la iglesia y a e r a a n t i g u a en 1 5 6 9 y era del p u e ­ blo; q u e los n at iv o s d e s e a b a n c o m p o n e r l a , p e r o q u e el c or re gi ­ d o r Di ego Dí az del Casti l lo, hijo del c o n q u i s t a d o r Bernal Dí a z del Casti llo q ui e n s a b í a q u e C u a u h t é m o c t e n í a p a r i e n t e s p o r p a r t e d e m a d r e en e st a r e gi ón, y q u e tal vez él, c o m o H e r n á n C o r t é s, s a b í a n q u e el c a d á v e r del R e y h a b í a s ido r e s c a t a d o del lugar d e su m u e r t e , se o p o n í a t e n a z m e n t e a q u e se re pa ra ra. L l a m a la a t e n c i ó n q u e e n t r e los e s p a ñ o l e s q u e f u n g i e r o n c o m o a u t o r i d a d e s de I c h c a t e o p a n en los p r i m e r o s a ñ o s d e la C ol o n i a , fi g u r e n d o s i n d i v i d u o s d e m u y c e r c a n o p a r e n t e s c o , c o n c o n ­ q u i s t a d o r e s t an d e s t a c a d o s c o m o Diego D í a z del Castillo hijo de Bernal Dí a z del Cast il l o, y L o r e n z o S u á r e z d e Peralt a o J u á r e z de Pe ra lt a, n i e t o d e J u a n J u á r e z h e r m a n o de d o ñ a C a t a l i n a J u á r e z e s po sa d e C o r t é s . Diego Dí a z era y a c o r r e g i d o r de I c h c a t e o p a n e n 1 5 6 8 y L o r e n z o S uá r e z al cal de m a y o r de d i c h o p u e b l o en 1 6 3 4 . El Prof. Ch á ve z O r o z c o c o m p r o b ó q u e p u e s t o s oficiales d e la c o l o n i a e ra n d a d o s a s ol ic it ud de q u i e n e s a s p i r a b a n a ellos. En el c a so d e c o r r e g i d o r o alcalde m a y o r , la s ol i c i t ud d e b í a pr ec is a r el iugar en q u e q u e r í a n servirlo; n o c a be d u d a q u e el hijo de Bernal Dí az del Castillo y el n i e t o de


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J u a n J u á r e z , c u ñ a d o de Co r t é s , pi di er on , r e s p e c t i v a m e n t e , p u e s t o s en I c h c a t e o p a n ; ¿ p o r q u é p er s on a s t a n c o n s p i c u a s t u v i e r o n i nt er és en irse a e n c e r r a r en I c h c a t e o p a n , p u e b l o sin p er s pe c ti va s a p a r e n t e s , s i t u a d o en u n a z o n a m o n t a ñ o s a y casi inaccesi ble? Bernal Dfaz t o d a v í a vivía en 1 5 6 8 y era un p e r ­ s o n a j e r e si de nt e en G u a t e m a l a , y de tan lejos vino el hijo, q u i z á p o r c o n s e j o d e su p ad r e, a o c u p a r el c o r r e g i m i e n t o de I c h c a t e o p a n , o t r a c i r c u n s t a n c i a in ex p l ic a bl e es q u e se o p o n í a a c u a l q u i e r m e j o r a en la iglesia. A c u s a d o de mal c ris tia no en 1 5 7 0 ; p r o b a b l e m e n t e a b s u e l t o , n u e v a m e n t e f u e c o r r e g i d o r de

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I c h c a t e o p a n en 1 5 7 8 ; q u i zá su p a d r e le h a y a d i c h o q u e en Ich­ c a t e o p a n t u v o C u a u h t é m o c su p a r e n t e l a m a t e r n a y q u e a ll í p o d r í a es tar s e p u l t a d o el h ér oe . C o r t é s t a m b i é n s o s p e c h ó algo semejante. ANALISIS DE LOS DOCUMENTOS. 1) Los d o c u m e n t o s d e I c h c a t e o p a n a c t u a l m e n t e c o n o c i d o s m o d i f i c a n la p o s t u r a inicial en rel aci ón a la t r a n s m i s i ó n de la i n f o r m a c i ó n s o b r e la t u m b a de I c h c a t e o p a n . En 1 9 4 9 - 5 1 , s i s e s o s t e n í a q u e se irat a b a de u n a t r a d i c i ó n oral q u e a d e m á s se a p o y a b a c o n c u a t r o m a n u s c r i t o s a t r i b u i d o s a M o t ol i n i a , má s c i n c o c u a d e r n o s es­ c r i t o s a f ine s del siglo XI X y p r i n c i p i o s del XX. A h o r a se t r a t a d e u n a versión q u e se h a c o n s e r v a d o p o r e sc r it o en 28 d o c u m e n tos q u e se p r e s e n t a n c o m o d e los siglos X V I , XVI I, XVI I I, XI X y XX. El h i s t o r i a d o r Luis Chá ve z O r o z c o , en su e s t u d i o p u b l i c a d o en m a r z o de 1 9 5 0 , t i t u l a d o D o n F l o r e n t i n o J u á r ez no p u d o ser el c r e a d o r de la t r a d i c i ó n de I c h c a t e o p a n , r e d u c e al a b s u r d o las a f i r m a c i o n e s de la C o m i s i ó n Oficial del I N A H , q u e según las c o n c l u s i o n e s de los i nt e g r a n t e s , el s e ñ o r J u á r ez t u v o q u e e st ar d o t a d o d e p o d e r e s e x t r a o r d i n a r i o s , p u e s t o q u e él i n v e n t ó la t r a d i c i ó n , c re ó el f ol c l or e , f or j ó los d o c u m e n t o s h al l a do s y que se siguen encontrando, y f i n a l m e n t e realizó el e n t i e r r o f r a u d u l e n t o , y t o d o e st o en el s e g u n d o t e r ci o del siglo p a sa d o , m u c h o s a ñ o s a n t e s de q u e diversos y c o m p e t e n t e s i n v e st i g a do ­ res l ocal izar an viejos d o c u m e n t o s en a rc hi vos d e Mé x ic o y de E s pa ñ a, c u y o s p u n t o s , t o t a l m e n t e d e s c o n o c i d o s en aquel la é p o c a , a u n p ar a los e r u d i t o s , c o i n c i d e n c o n los c o n t e n i d o s en la t r a d i c i ó n . E n t r e los d o c u m e n t o s a n t i g u o s e n t r e g a d o s p o r d o n S a l va d or R o d r í g u e z J uá re z, fi guran d a t o s q u e er an i g n or a ­ d o s n o sól o p o r el p u e b l o c o m ú n , sino i g no r ad os p o r los mis-


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DOLORES ROLDAN m o s e s t u d i o s o s , y q u e s ól o se ha n s a b i d o m e d i a n t e investiga­ c i o n e s d e p r i n ci p i o s d e este siglo. Esos p u n t o s , c o m o y a h e m o s vi st o, se ref i er en a! n a c i m i e n t o d e C u a u h t é m o c , a sus p a d r e s ; a la s i t u a c i ó n d e d e p e n d e n c i a e n t r e el s e ñ o r í o de la región de I c h c a t e o p a n y la casa real d e T e z c o c o , i n t e g r a n t e d e ¡a c o n f e d e r a c i ó n Mé xi c o- Te z co co - TI a c o p a n ; su ejecución cerca de Izancánac, a! r es cat e d e su c a d á ­ ve r y lu e go su c o n d u c c i ó n a su p u e b l o d e or i g e n; la llegada d e M o t o l i n i a y su i n t e r v e n c i ó n en el r e e n t i e r r o ; a la e di f ic a ci ó n d e la iglesia, d e n t r o dei p e r í m e t r o q u e h a b í a o c u p a d o el t e m ­ pl o p r e h i s p á n i c o , e t c. Pero, además, entre los documetos anti­

guos entregados posteriormente por don Salvador Rodríguez Juárez, f igu ra n d a t o s q u e e ra n i g n o r a d o s n o s ól o p o r el p u e b l o c o m ú n , s i no a ú n p o r ios m i s m o s e s t u d i o s o s , y q u e s o l a m e n t e se h a n c o n o c i d o m e d i a n t e i n v e st ig ac io n e s d e p r i n c i p i o s d e est e siglo: T L A C A T E C U H T L I NO E R A S I N O N I M O D E R E Y , C O M O S I E M P R E SE H A B I A C R E I D O Q U E EL T L A C A T E ­ C U H T L I E R A UN A L T O F U N C I O N A R I O Q U E A Y U D A B A A L S E Ñ O R EN E L G O B I E R N O , LO C O N F I R M A C H I M A L PA I N EN S US A N A L E S , S E P T I M A R E L A C I O N , P U B L I C A ­ DO EN P A R I S EN 1 8 8 9 , Y EL C O D I C E DE C U A U H T L I N C H A N , D E S C U B I E R T O EN 1 9 5 4 . E S T E D A T O ES M U Y IM PO RT A N TE P O R Q U E H A ST A HACE MUY POCOS AÑOS SE C R E I A Q U E T L A C A T E C U H T L I Y T L A T O A N ! E R A N LA M I S MA C O S A , Y ASI L O A F I R M O E N F A T I C A M E N T E EL D R. C A S O EN 1 9 5 1 , EN U N A DE S U S I N T E R V E N C I O N E S EN LA C O M I S I O N DE D I E Z H I S T O R I A D O R E S . - Pa ra escri­ bir C o a t e m o , e n vez d e C u a u h t é m o c , el a u t o r d e la falsifica­ c i ó n t e n í a q u e h a b e r c o n s u l t a d o el V o c a b u l a r i o N á h ua t l C a s t e l l a n o , d e F r a y A l o n s o d e Mo li na , y el A r t e d e la L e n g ua N á h u a t l , del P. I gnacio C a r o c h i , q u e se e d i t a r o n e n M é x i c o en 1892 y 1904; además debió hablar perfectam ente náhuatl p a r a s a b e r q u e las v oc al es o ó u se a p l i c a b a n i n d i s t i n t a m e n t e al s o n i d o i n t e r m e d i o n á h u a t l ou, y s a b e r t a m b i é n q u e las p a l a br a s C o a t e m o y C u a t e r n o son má s c e r c a n a s a ia p r o n u n c i a c i ó n c o r r e c t a de! n o m b r e del h é r o e , q u e n o C u a u h t é m o c . - La e x p e ­ d i c ió n de C o r t é s a las H i b u e r a s n o e r a del d o m i n i o p ú b l i c o en el siglo X I X ni a p r i n c i p i o s del p r e s e n t e ; d e ella e s t a b a n e n t e r a ­ d o s s ó l o los q u e r e c i b í a n e n s e ñ a n z a s u p e r i o r y e ra n a f i c i o n a d o s a ia hi st or ia . D o n F l o r e n t i n o n o era, c i e r t a m e n t e , p e r s o n a ilus-


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t r a d a n¡ r e l a c i o n a d a c o n e r u d i t o s d e los c e n t r o s d e c u i t u r a c o m o M é x i c o y Pu e b l a, en d o n d e se d i s p o n í a d e las o b r a s de Bernal D í a z , Alva I xt l i x óc h i t l , G o m a r a y T o r q u e m a d a . ( C o n t i ­ n ú a n m á s e j e mp l o s ) . U n o de los d o c u m e n t o s q u e d o n F l o r e n t i n o J u á r e z reci bió d e sus a n t e p a s a d o s , f u e c o n f i a d o a la m a e s t r a Eulalia G u z m á n , c o n el cu a l , los i ng e ni e r os Ignaci o D i e z d e U r da ni vi a y E d u a r ­ d o M u n g u í a , e f e c t u a r o n o x i d a c i o n e s m e d i a n t e a p l i c a ci o n es de ca lo r, r e s u l t ó q u e el pa pe l es de f i b r a s d e a l g o d ó n simi l ar a los e m p l e a d o s en el siglo X V I , se e sc ri bi ó c o n p l u m a de ave y p o r t i n t a j ug o vegetal, la f i r m a c o r r e s p o n d e al g r a fi s mo de f r a y T o r i b i o de B e n a v e n t e ; en las letras L y M, se h a y a n a n o m a l í a s s e m e j a n t e s a las q u e p o d r í a n adver tir se en ei d o c u m e n t o e s c r it o c o n t i n t a s i m p á t i c a , lo q u e es e n t e r a m e n t e n o r m a l (a p a r t i r del 6 d e f e b r e r o d e 1 9 7 6 , se p u b l i c ó en el p e r i ó d i c o Ex ce ls i o r q u e d ir igía el s e ñ o r J u l i o S c h e r e r G a r c í a , e n diez c a ­ p í t u l o s , t o d o s los d o c u m e n t o s y las e x p l i c a c i o n e s d e la m a e s t r a Eulalia G u z m á n , f á c i l m e n t e , los i n t e r e s a d o s , p u e d e n c o n s u l t a r ­ los). COM. INAH 1976

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ESTUDIOS SOBRE LAS PLACAS DE COBRE. La e v i d e n ­ cia i nd ic a q u e p u d i e r o n h a b e r s ido m a n u f a c t u r a d a s e n el siglo X V ! , a u n q u e e s t o n o se p u e d e a f i r m a r c a t e g ó r i c a m e n t e . Los p r i m e r o s e s t u d i o s q u í mi c os r e a l iz a do s p o r los in g e n ie ro s I gnacio Diez d e U rd an ivi a y Rafael lllescas Frisbie, y ei t é c n i c o Rafael M ol in a B e r b e y e r , d i c t a m i n a r o n q u e las t res piacas, las c u e n t a s y los ani llos s o n de c o b r e n at iv o . Se e n c o n t r ó h i e r r o y a l u m i n i o en p e q u e ñ a s p r o p o r c i o n e s ; p o r h a b e r p e r m a n e c i d o a m á s de 1 . 5 0 m e t r o s d e p r o f u n d i d a d , e s t u v i e r o n d u r a n t e m u c h o tiem p o a tem peratura, hu m edad y concentración de oxígeno y b i ó x i d o de c a r b o n o p r a c t í c a m e t e c o n s t a n t e s . Es to s o b j e t o s t i e n e n diver sos g r a d o s d e o x i d a c i ó n y p r e s e n t a n m a y o r c a n t i ­ d a d d e á c i d o c ú p r i c o q u e d e c u p r o s o . En las b a t i d u r a s d e s p r e n ­ d id as de los o b j e t o s n o se e n c o n t r ó a z u f r é , lo q u e significa q u e los h u e s o s y a e s t a b a n q u e m a d o s c u a n d o se d e p o s i t a r o n en la tumba. El p r o f e s o r O c t a v i o C a n o C o r o n a y los d o c t o r e s Ma rc os M o s h i n s k y y C ar l os G r a e f F e r n á n d e z , del I n s t i t u t o de Fí sica d e la U N A M , e s t u d i a r o n u n a e s c a m a d e s p r e n d i d a de la placa o va l a d a , c u y o análisis c r is t a l og r áf i c o a r r o j ó la p r e s en c ia de ó x i d o c u p r o s o y ó x i d o c ú p r i c o . Si la o x i d a c i ó n se h u b i e r a


DOLORES ROLDAN

p r o d u c i d o p o r un a g e nt e q u í m i c o en f o r m a artificial, la m a t e ­ ria o x i d a n t e h a b r í a d e j a d o r as tr o d e t e c t a b l e p o r el m é t o d o de d i f r a c c i ó n d e los r a y os X. El q u í m i c o F. B. R u f f o Pérez Pliego y el i n g e ni er o m e t a l u r ­ gista A l b e r t o C e r v a n t e s Be itr án, sug ir i er on uti lizar las m a t e ­ m á ti c as c o n los d a t o s d e ia q u í m i c a p a r a c a lc ula r el t i e m p o d e la f o r m a c i ó n de los ó x i d o s , e st o lo r eal i zaron los d o c t o r e s E n r i q u e B u s t a m a n t e Llaca, m a t e m á t i c o g r a d u a d o en Priricept o n , y el i ng eni er o y m a t e m á t i c o E s ta ni sl ao R a m í r e z , g r a d u a d o en el I n s t i t u t o P o l it é c n i c o de París. El d o c t o r B u s t a m a n t e m i ­ d i ó e s c a m a s q u e se d e s p r e n d i e r o n de las pl ac as d e c o b r e y q u e q u e d a r o n a d h e r i d a s a los a l g o d o n e s en q u e se envo lv ie ro n . Por su p a r t e d o n E s ta ni sl ao R a m í r e z , t a m b i é n m i d i ó las e s c a ma s c o n un e s f e r ó m e t r o . El d o c t o r B u s t a m a n t e a pli c ó las m a t e ­ m á t i c a s y e xp l i c ó q u e d e s p u é s d e ha be r se d e p o s i t a d o la c ap a de ó x i d o de e s pe s o r X í ndice L, del o r d e n d e 10 el evado a la m e n o s 6 p o t e n c i a , t o d a v í a se d e p o s i t ó u n a c a p a de e sp e s or q u e el c ál cu l o d a c o m o s u p e r i o r a 1 0 e l e v a d o a la m e n o s 13 p o t e n c i a ( cm/ s g) ; p e r o c o m o u n a ñ o es igual a 3 6 5 x 2 4 x 6 0 x 6 0 , igual a 3 . 1 5 p o r 1 0 a la m e n o s s é pt i m a p o t e n c i a , s e g u nd o s , el r e s u l t a d o a rr oj a algo m á s de 3 0 0 a ñ o s ; sin e m b a r g o , el t i e m p o de o x i d a c i ó n d e b e h a b e r s ido s u p e r i o r p o r q u e 1) la o x i d a c i ó n t u v o lugar en la o s c u r i d a d , cosa q u e la r e t a r d a ; 2) el c ál culo h e c h o se refiere s o l a m e n t e a la p r i m e r a fase d e la o x i d a c i ó n l ent a del c o b r e en ó x i d o c u p r o s o , s i m u l t á n e a m e n t e se e f e c t ú a la s e g u n d a fase, o sea la o x i d a c i ó n del ó x i d o c u p r o s o en ó x i d o c ú p r i c o , y es s a b i d o q u e en u n a e t a p a d a d a , el ó x i d o c ú p r i c o r e t a r d a la o x i d a c i ó n del c o b r e a ú n libre; 3) el o x í g e n o d e n t r o de ia t u m b a f u e d i s m i n u y e n d o , c os a q u e p u d o h a b e r r e t a r d a d o a ú n má s la o x i d a c i ó n ; 4) los q u í m i c o s Diez de Ur danivia y M ol i n a B e r b e y e r e n c o n t r a r o n u n e s p es o r d e ó x i d o c u p r o s o y c ú p r i c o , de 0 . 0 0 4 c m . , se t i e n e c o m o r e s u l t a d o un p e r i o d o de o x i d a c i ó n d e 4 2 3 a ñ o s. El i n g e n i er o y m a t e m á t i c o Et an is la o R a m í r e z t a m b i é n c al cu l ó la a n t i g ü e d a d d e la o x i d a c i ó n , r e s ul t ó u n a e d a d m í n i m a d e 3 8 7 a ño s . Las d o s c o m i s i o n e s oficiales ( I N A H ) , a n t e r i o r e s d i e r on c o m o a p ó c r i f a la in sc ri pc ió n de la p l a ca de c o b r e , ya q u e el t i p o d e letra, la o r t o g r a f í a y el t i p o de n ú m e r o s n o c o r r e s p o n ­ de al siglo XVI.


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La pl a ca de c o b r e n at iv o , f u e f o r j a d a en f r f o y, c o m o ha s i do c o r r o b o r a d o p o r los e x á m e n e s q u í m i c o s , c r i s t al og rá fi co s y los e s t u d i o s m a t e m á t i c o s , n o c o n t i e n e e s t a ñ o ni z in c , sus o x i ­ d a c i o n e s so n n a t u r a l e s y n u n c a e s t u v o e x p u e s t a a t e m p e r a t u r a s elevadas. A ú n p u e d e verse en la pl aca los g ol pe s q u e se le d i e r o n p ar a a p l a n a r l a y luego p o d e r e s c u lp i r los c a r a ct e r es u s a n d o u n cincel c u y a l í n e a de i m p a c t o es d e c u a t r o m i l í m e ­ t r o s , lo q u e i mp l ic a n e c e s a r i a m e n t e d e f i n i d a s l im i t a c i o n e s p a r a e j e c u t a r los t r a z o s d e los c a r a c t e r e s ; ai i n s t r u m e n t o n o se le d i o igual f u e r z a ni s i e m pr e se c o l o c ó p e r p e n d i c u l a r m e n t e a la p l ac a; la ir re gu la ri d a d de las r a ya s y su p os ic ió n en la serie c o n t i n u a d a ind ic an u n p u l s o p o c o hábi l, de! tal m a n e r a q u e el g r a b a d o r t u v o q u e r ec ti fi car a lg u na s líneas, r e s u l t a n d o un d o b l e t r a z o c o m o p u e d e verse e n la R y e n la e d e R e y, y en la o final d e C o a t e m o . Re s u l t a ilógico c o n s i d e r a r e st a inscr ip­ c ió n c o m o si se t r a t a r a de u n e s c r i t u r a m a n u s c r i t a , p u e s es u n g r a b a d o p r i m i t i v o . El e s t u d i o p a le o g r á f i co de la p l ac a o v a l ad a d e c o b r e n a t iv o de la t u m b a d e C u a u h t é ' m o c , f u e e x a m i n a d o p o r la e speci ali st a p r o f e s o r a A n a Ma. C o r t é s H e r r er a; el p r i m e r e x a m e n de las letras, la f e c h a , los signos d e s e p a r a c i ó n , r aya a la d e r e c h a de los mi llares y d e la le tr a e, n o c o n c o r d ó c o n los est ilos q u e se t i e n e n c o m o p r o p i o s del siglo X V I , lo cual se d e b e a la f o r m a d e las l etr as c u y o s t r a z o s s o n f o r z a d o s d e b i d o a las l i m i t a c i o n e s del m a t e ri a l e n q u e se g r a b ó y el i n s t r u m e n t o c o n q u e se h iz o la i ns c r i p c i ó n , el g r a b a d o r t u v o q u e m a r c a r sus t r a z o s c o n inci siones f o r z o s a m e n t e rect as; a l g u no s t r a z o s se a c e r c an d e m o d o i m p e r f e c t o al estilo g ó t i c o r e f o r m a d o en 1 5 1 5 p o r A i b e r t o D u r e r o , n o o b s t a n t e , p u e d e a dv e r ti r s e el t i p o d e e s c r i t u r a a q u e p e r t e n e c e la l e y e n d a q u e es el h u m a n í s ­ t i c o al c o m p a r a r t o d o s y c a d a u n o d e los c a r a c t e r e s g r a b a d o s en la placa, c o n los c o r r e s p o n d i e n t e s e j e m p l o s de la t a b l a q u e se h i z o c o n c a r a c t e r e s f o t o g r a f i a d o s d e d o c u m e n t o s m e x i ­ c a n o s de este t i p o de e s cr i t u r a p r o c e d e n t e s del siglo XVI . R e s p e c t o a las f e c h a s 1 5 2 5 y 1 5 2 9 , e x a m i n ó c e n t e n a r e s de d o c u m e n t o s i n d u b i t a b l e s del siglo XVI y l ocalizó n ú m e r o s s e m e j a n t e s . La r a y a a la d e r e c h a de los millares n o r e p r e s e n t a ­ ba en a qu e l siglo n i n g ú n c o n c e p t o m a t e m á t i c o ; n o era c o m a d e s e p a r a c i ó n s i n o p u n t o q u e era c o s t u m b r e p o n e r en las c a n t i d a ­ des a r b i t r a r i a m e n t e : 1. 5. 3. 0. D u e r o ; 1 . 5 3 0 Li br o del c o n t a d o r J u a n O j ed a ;


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DOLORES ROLDAN 1 . 5 8 5 , 1. 5. 8. 2, 1 5 8 3 , en el H i s p a n i c u m Civicum j u s ; en a q u e l l a é p o c a el p u n t o n o se u s a b a c o m o c o m a a r i t m é t i c a . La l e tr a e, s u s t i t u c i ó n d e la c o p u l a t i v a “ y ” e n t r e R e y y S e ñ or , se us ó c o n e st a f u n c i ó n a b u n d a n t e m e n t e en el siglo XVI . . . ( C o n t i n ú a n m á s e j em p l o s ) . AN ALISIS DE LA TRADICION O R A L V er s ió n 1. Registra la e x i s t e n c i a en la Iglesia d e la A s u n c i ó n de I c h c a t e o p a n del e n t i e r r o de un rey o p e r so n a j e i m p o r t a n t e , p r o b a b l e m e n t e s ur gió a m e d i a d o s del siglo XI X. . . V er s ió n 3. . . T r a t a en g e n e ­ ral s o b r e el origen c h o n t a l d e C u a u h t é m o c p o r l í ne a m a t e r n a .

Parece haber sido difundida a fines del siglo X IX o a principios del X X por personas ligadas con el grupo políticamente domi­ nante de Ichcateopan. D. Roidán.

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Los de la C o m i s i ó n I N AH , a j u s t a d o s al m e d i o p o l í t i c o d e su c í r c u l o niegan el me z ti z aj e t e n o c h c a - c h o n t a l d e C u a u h t é m o c , i g no ra n q u e b as t a c o n s u l t a r a C h i m a l p a i n , An al es de Tíat elolc o , Bernal Dí a z dei Castillo, y el C ó d i c e d e la Casa del Al fe ñi ­ q u e e n Pu e bl a , p a r a c o m p r o b a r l o . En r e s u m e n : en el n o r t e d e G u e r r e r o y s ur del E s t a d o d e M é x i c o n o exi ste u n a t r a d i c i ó n oral s o b r e C u a u h t é m o c q u e d a t e dei sigio X V I , q u e la t r a d i c i ó n oral es r e ci en t e, que parte

seguramente dei último tercio del siglo X iX y que fue comple­ mentada y enriquecida a partir de su difusión en 1949. . . D. Roidán.

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D. Roidán.

L os c o n t u m a c e s a s í son: al d o c t o r A l f o n s o Ca so le n e g ab a n la a u t e n t i c i d a d d e la t u m b a 7 d e M o n t e A l b á n , al s a c e r d o t e y d o c t o r Angel Ma. G a r i b a y K., le a t r i b u í a n i nv en c i ón d e la f i l o s o f í a y p o e s í a n á h u a t l ; en e st e c as o, sin n o m b r a r l a , s eñal an a la m a e s t r a Eulalia G u z m á n c o m o la e n r i q u e c e d o r a , d e s d e 1 9 4 9 , d e la t r a d i c i ó n . i n d e p e n d i e n t e m e n t e d e la t r a d i c i ó n oral d e i c h c a t e o p a n . . . e x i st e o t r a en los p o b l a d o s c e r c a n o s al r í o U s u m a c i n t a a ce rc a de! e n t i e r r o d e C u a u h t é m o c , c o n s e r v a d a p o r ia f a mil ia A l d e c o a , s e ñ a l a n . . . a C a n i t z á n . - I d e nt if i ca c o n i t z a n c a n a c . . . No c u e n t a c o n d o c u m e n t o s ni c o n o t r o s e l e m e n t o s q u e ia r e sp a ld e n, p e r o los d a t o s q u e i n c l u ye n o c o n t r a d i c e n la c r ó n i c a histór ica. E x t r a o r d i n a r i a i nvesti gaci ón realizó la C o m i s i ó n del I NA H, en el r e p o r t a j e d e Luis S uá r e z , a p a r e c i d o e n la revista S i e m p r e del 8 d e s ep. d e 1 9 7 6 ; a t e n i d o s a esa f u e n t e , es ob v i a su i gn o­ r an ci a d e q u e en esa m i s m a z o n a vari os sitios son s e ñ a l a do s c o m o t u m b a d e C u a u h t é m o c , p e r o en la i nvest igación h is t ór i c a


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COM. INAH 1 Q 7 6

ú n i c a m e n t e s e ña l an el lugar del a s e s i n a t o c o m e t i d o p o r C o r t é s e n las p e r s o n a s d e C u a u h t é m o c y va ri os s e ñ o r e s d e sus a c o m p a ­ ñ a n t e s . I t z a n k a n a c n o es e! lugar p re ci so del a s e s i n a t o d e C u a u h t é m o c , es cabal lo a s e n t a d o p o r el h i s t o r i a d o r S a l va d or T o s c a n o : “ G o m a r a es el ú n i c o c r o n i s t a q u e m e n c i o n a a lzanr k a n a k c o m o lugar d e la e j e c u c i ó n , si e x c l u i m o s la P r o b a n ­ z a Pax B o ló n M a l d o n a d o , a t e n d i e n d o a q u e é s t a m e n c i o n a a A ca li an ( I z a n k a n a k ) , los d o c u m e n t o s c h o n t a l e s p r i m i t i v o s en q u e e s t á i ns pi r ad a, c o n c r e t a m e n t e s e ña l an a T u x k a h á , e n las c e r c a n í a s d e la m e t r ó p o l i d e Acall an. A G o m a r a d e b e m o s , p o r ios m i s m o , u n e q u í v o c o h i s t ó r i c o q u e lleva y a m á s d e c u a t r o ­ cientos años de vida” . ESTUDIOS HISTOR/OGRAF/COS. La f i g u r a de C u a u h t é -

m oc com o héroe nacional se definió hacia finales del siglo *

X Í X , d e n t r o d e u n c o n t e x t o n a c i on a l i s t a g e n e r a l . . . Si la ve rs ió n s o b r e la t u m b a d e C u a u h t é m o c en I c n c a t e o p a n se inició en el siglo p a s a d o , es e x p l i c a b l e q u e el g r u p o p o l í t i c a y e c o n ó m i c a m e n t e d o m i n a n t e de esa c o m u n i d a d h a y a a p r o v e ­ c h a d o e¡ c l i m a genera! p a r a m a n i p u l a r l a en b e n e f i c i o p r o p i o . . . La c o y u n t u r a p o l í t i c a d e 1 9 4 9- 5 1 e x p l i c a t a m b i é n p o r q u é el s i gn if i c a do h i s t ó r i c o q u e a d q u i r i ó la p o l é m i c a s o b r e los hal laz­ gos de I c n c a t e o p a n f u e el d e u n e n f r e n t a m i e n t o e n t r e los r es ul ­ t a d o s d e la i nvest igación c i e n t í f i c a y el i n te r és p o l í t i c o d o m i ­ n a n t e en a q u el m o m e n t o . D. Roldan. , La C o m i s i ó n d e 1 9 7 6 , e n su a ma r i l l i s m o d e s c u b r e su abuli a d e n o h a b e r ll eg ad o, c u a n d o m e n o s , a c o n f r o n t a r el v o l u m e n • d e 5 5 2 p á gi na s e d i t a d o en 1 9 6 2 p o r el I N A H , f i r m a d o p o r diez historiadores (el d o c t o r G ó m e z R o b l e d a q u e se c o n t a b a e n t r e ellos, r e c o n o c i ó la v e r a c i d a d del g r u p o d e E. G u z m á n ) , y los d i c t á m e n e s del g r u p o d e Eulalia G u z m á n y A l f o n s o Q u i r o z C u a r ó n , ios c ua i es s o n de! d o m i n i o d e los i n t e r e s a d o s en p u b l i ­ c a c i o n e s d e las e d i t o r i a l e s C r í m i n a l i a S U P E R V I V E N C I A DE C U A U H T E M O C y A c o n c a g u a I C H C A T E O P A N LA T U M B A D E C U A H T E M O C , a m é n d e n u m e r o s o s f o l l e t o s ; es la r a z ó n d e su e v i d e n t e t er g iv e rs a ci ón l l a m a n d o c i e n t í f i c a s las c o n c l u s i o n e s d e los die z h i s t o r i a d o r e s d e I N a H , y a los d i c t á m e n e s d e VEINTISIETE CATEDRATICOS RECONOCIDOS MU ND Í A L M E N T E , q u e n o p e r c i b i e r o n n i n g u n a r e t r i b u c i ó n en este c aso, d a r l e el cariz d e p r o d u c t o d e p o l í t i c o s d o m i n a n t e s en a qu e l m o m e n t o .


348 D. Roldán.

DOLORES ROLDAN La C o m i s i ó n I N A H , d e 1 9 7 6 , en la r e c a pi t u l a c i ón d ec l ar a su i n c a p a c i d a d : “ EN C O N S E C U E N C I A , NO ES P O S I B L E EN E S T O S M O M E N T O S , A T R A V E S DE LA I N V E S T I G A C I O N C I E N T I F I C A , D E T E R M I N A R DE U N A M A N E R A P R E C I S A Y D E F I N I T I V A SI LOS R E S T O S C O R R E S P O N D E N A LOS DE C U A U H T E M O C ” .


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LAS ESTELAS DE B A LA N C A N , TAB. SON M A Y A S R E P O R T A JE D E L A R E VISTA M A Ñ A N A .

Fragmento de estela maya-Balancán.

En el año 1951, el reportero Carlos Argüelles, publicó en la Revista M añana, No. 447, su incursión en los m unicipios de Balancán y T enosique, T ab.; encontró en el rancho Reform a de Balancán, ruinas que, conocedor de la ru ta de C ortés hacia las H ibueras (R ep. de H onduras), llamó Acallan, y de dos este­ las, allí existentes, le inform aron, una sim bolizaba a Cuauhtém oc, y la o tra a un guerrero con su prisionero. A tendiendo a la seriedad del reportaje, estuve en esa com ar­ ca, en abril de 1977. A fortunadam ente el Presidente M unicipal de Balancán, señor A m brosio G onzález, me prestó su ayuda, y sin dificultades com probé, con la experta interpretación de mi


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DOLORES ROLDAN

Estela maya cronológica y astronómica-Balancán.

acom pañante, profesor Bernardo Pérez, que las estelas son m a­ yas. Por lo que respecta al conjunto de ruinas que destacan abajo de la m aleza, donde el señor Argüelles situó Acallan,


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Ruinas en Balancán, Tab.

confirm é su acierto durante mi últim a investigación de cam po para la presente biografía, en agosto de 1979, al recorrer estos lugares p o r el río U sum acinta, invitada por el señor Pedro Vega, escritor e investigador apasionado de los últim os m om entos de vida y su m uerte, del Rey Señor C uauhtém oc; el señor Vega me proporcionó el m apa de la Gran Acallan o H ueym ollan, que al norte llega al rancho R eform a de Balan­ cán, ya citado, y al sur a Tenosique. Este m apa y su explica­ ción, se encuentran en la página 195 de esta m ism a obra.


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DOLORES ROLDAN R O ST R O D E C U A U H T E M O C

Estudio del rostro de Cuauhtémoc, dibujado sobre el cráneo de sus restos encontrados en Ichcateopan, realizado por Diego Rivera.

Retrato de Cuauhtémoc, de los hermanos Alvarez Chimalpopoca.

Indígena de la Sierra de Puebla muy parecido a, Cuauhtémoc. Sr. Benjamín Roldán.

Son afines en la característica longitipo, el dibujo de Diego Rivera, el retrato de Cuauhtémoc y el del indígena de Puebla.

En ju n io 27 de 1972, en la REVISTA SIEM PRE que dirige el señor José Pagés, apareció el artículo: CON EL CRANEO DESCUBIERTO POR EULALIA GUZMAN EN IXCATEOPAN, DIEGO RIVERA HIZO UN ESTUDIO ANTROPOLO­ GICO PA RA RECON STRUIR EL V ERDA DERO R O S T R O D E CUAUHTEMOC. EL PIN TO R DIEGO RIV ERA , m idió los huesos del cuerpo para conocer la estatura del héroe. M eticulosam ente tom ó


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m edidas del cráneo: los frontales, el etm oides, etc.; usó el índice antropológico craneano o índice cefálico para caracteri­ zar la form a de la cabeza. Con estas m edidas com enzó a dibujar y llegó a proyectar el cráneo en su perfil; en algunos croquis estudió la m irada; luego dibujó la nariz y rellenando los m axilares esbozó la boca. Dos ensayos hizo. El resultado se identifica con las citas históricas: Bernal Díaz del Castillo: . . era de m uy gentil disposición así de cuerpo com o de faiciones y los ojos más parecían cuando m ira­ ban que eran con gravedad y halagüeños y no había falta en ellos. . . y la color tiraba m ás a blanco que la color y m atiz de los indios m orenos” . Tam bién de Teja Zabre: “ Debe recordar­ se que los m exicanos form aron un núcleo hum ano superior de guerreros y nobles, amos de to d o un im perio, y que Cuauhtém oc era dentro de su pueblo persona de calidad regia, con una larga ascendencia de reyes y sacerdotes, de familias selecciona­ das para el poder por la educación y la sangre. No es extraño que sus condiciones físicas, hasta en el color de la piel y la expresión de los ojos, dieran fe de su linaje y de su personali­ dad y causaran profunda im presión, no sólo en los conquista­ dores que lo llegaron a conocer ya vencido, sino entre sus propios súbditos y familiares y hasta sobre los mismos jefes y sacerdotes que lo designaron entre los parientes de M octezum a com o el único digno de ser jefe suprem o en la empresa guerre­ ra más difícil que había conocido la nación” . D. Roldan.

La descripción de Bernal Díaz del Castillo y los dibujos de Diego Rivera, ambos del rostro de C uauhtém oc, se acoplan íntegram ente en la característica longitipo, y la gravedad de la m irada, del retrato al óleo del siglo XIX, realizado con a n tiq u í­ simo bosquejo, en posesión, como herencia, de los herm anos Alvarez Chim alpopoca, últim os descendientes en línea patrilineal, del héroe. La idea dejada por Bernal Díaz del Castillo, el dibujo de Diego Rivera y el retrato , tienen plena com probación del bello rostro en la fo to del nativo originario de la Sierra de Puebla, señor Benjam ín Roldán. OTRO REPORTAJE MUY INTERESANTE DE LA RE­ VISTA SIEMPRE, del 8 de septiem bre de 1976, es el que hizo el periodista LUIS SUAREZ, de su incursión a Tenosique, Ta-


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1Boca del cerro. Tenosique, Tab.

basco, sobre la tradición m antenida allí, com o ara del sacrifi­ cio y tum ba de C uauhtém oc. De este m unicipio, en C anitzá, situado a la orilla del río U sum acinta, todos los habitantes, las autoridades m unicipales, y los m iem bros del C om ité Pro M onum ento a C uauhtém oc, que preside el profesor José Ma. Silva Trujillo, reiteran el hecho ancestral: “ EL ULTIM O A LIEN TO DE CUAUHTEMOC FUE EN TABASCO” , y m uchas narraciones del recorrido de C ortés hacia las H ibueras, inclusive la existencia hasta 1924, m uy discutible, del lugar donde crecía la ceiba del sacrificio. Ase­ guran que C anitzá es el mismo Itzancanac y tum ba del héroe. T radición trasm itida p o r un señor Aldecoa, español. Las aseveraciones sobre Canitzá son rebatidas p o r el señor Pedro Vega, ya citado, en el mismo m apa en que delim ita el área de Acallan, sitúa Izankanak en el lado opuesto a Cani­ tzá, y ubica el asesinato de C uauhtém oc en la com arca Akakja. Ver m apa y explicación en la hoja 195 de esta m ism a obra. El apasionado relato de la tradición conservada con p a trió ti­ co civismo, sublim a la talla de C uauhtém oc, y si en Ichcateo-


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Canitza, Tenosique, Tab.

pan la tradición es autenticada con estudios científicos, y un códice revelador, predecesor de otros, nadie niega a esta m ara­ villosa com arca su capítulo consagrado en la historia de la Patria. C uauhtém oc nació en Ichcateopan; su últim o aliento lo tuvo en Acallán; en el mismo Ichcateopan están sus restos m ortales, Y EN TODO MEXICO Y MAS ALLA, SE DILATA SU PO R­ TEN TOSA ENERGIA. Este reportaje del señor Luis Suárez, sirvió a los C om isiona­ dos del In stitu to Nacional de A ntropología e H istoria (INAH) 1976, para su dictam en nom inal, en el caso de los hallazgos de Ichcateopan.


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Esqueleto de Cuauhtémoc.

ULTIMO PERITAJE DEL DR. ALFONSO OUIROZ CUARON, EN EL ESQUELETO DE CUAUHTEMOC, EN ICHCATEOPAN, GRO. El 19 de septiem bre de 1978, el G obernador del Estado de G uerrero, Ing. Rubén Figueroa, nom bró al Dr. Alfonso Quiroz C uarón, para que ayudado por quienes creyera conveniente, integraran el esqueleto de C uauhtém oc (D escubierto por Eula­ lia Guzm án el 26 de septiem bre de 1949), sobre el mauseleo de m árm ol que m andó construir en el espacio de la tum ba ubicada en el interior de la iglesia de Ichcateopan. Ante la pre­ sencia de N otario Público, los doctores Q uiroz Cuarón, Acosta Vidrio y M artín del Cam po, sacaron los huesos de la urna de cristal. El cráneo tenía pegujos de plastilina. lim piado con m ucho cuidado, lo conform aron correctam ente, debido, obvia­ m ente, a que !os últim os com isionados oficiales del INAH en


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1976, que estuvieron m anipulándolo, no supieron o delibera­ dam ente lo deform aron, para publicar era cráneo de m ujer m estiza, no indígena. En seguida, los tres doctores tropezaron con la falta del TER CER M ETATARCIANO y EL ATLAS, que ellos m ism os, los tres doctores, catalogaron y fotografiaron para su publica­ ción en periódicos, y varias obras entre ellas: Rey y Señor C uauhtém oc de Moisés M endoza; Ichcateopan la Tum ba de C uauhtém oc de la E ditorial Aconcagua; la Superviven­ cia de C uauhtém oc, publicada p o r Ediciones Criminalia a cargo del Lic. José Angel Ceniceros, etcétera. Con la falta de esas piezas clave, quedó el esqueleto m odelado en el m au­ soleo. En este caso del Hallazgo de Ichcateopan, el prim er peritaje del Dr. Alfonso Q uiroz Cuarón, data de 1949; el últim o es el ya citado, tre in ta días antes de su ausencia física, acaecida en octubre de 1978.


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DOLORES ROLDAN E V O C A C IO N A C U A U H TEM O C

Com posición anónim a, siglo XVI, M anuscrito de Cantares M exicanos, Biblioteca Nacional de México. Este poem a apare­ ce incluido dos veces, con variantes insignificantes, en los folios 54r y 83r-v. La paleografía y la traducción al castellano se debe al D octor: M IGUEL LEON-PORTILLA De prisa, en un día, pasó la flor de la guerra.

O cuei achica, cem ilhuitl, o ye ehua ya in ílachinolxochitl

Tu palabra, C uauñtém oc, tu flor, nariguera, insigna de oro M otlatol, ti Q uauhíem octzin, aya m oteocuitlayacaxochiuh, resplandecen con luz de tlatlahuizcallehuatim ani ya. amaneceres. Tu flor de algodón con brillo de quetzal reluce. Al Cerro del Colibrí llenas de asom bro, ¡ea, ya, esforzaos!

In m ochcaxochiuh quetzaltica cueyohuatim ani. O titlam ahuizo H uitziltepetl, ¡xom ochicahuaca netle ye!

¿Que huei zo, tehuatzin tetoca, ¿Acaso tú, Señor, das cim iento, ye m opan o m antiaz tauh p o r ti seguirá siendo nuestra totepeuh? ciudad? Arderás de cólera, se dice, otra será tu recom pensa.

Yeh inach oc tim oxicoz: cequi m opatiuh yetiuh.

Tu dorado atavío de pieles, tu flor de algodón, con briiio de quetzal relucen.

O m oteocuitlayehuatzacaya, m ochcaxochiuh, quetzaltica cueyohuatim ani.

Al Cerro del Colibrí llenas de asom bro, ¡ea, ya, esforzaos!

O titlam ahuizo H uitziltepetl, ¡xim ochicahuacan netle ya!


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Con expresiva evocación de C uauhtém oc, de quien se pro­ clama que, si su lucha “en u n día pasó, la flor de la guerra” , en cambio su palabra, sus flores, para siempre vivirán. A nuncio de lo que para M éxico h ab ía de ser la figura de C uauhtém oc. JO R G E G U RR ÍA LACROIX

o


APENDICE

Las facultades psicológicas propias de los antiguos sabios m exicanos, dem ostradas y com probadas p o r C uauhtém oc y dem ás tlatoanis y tlacatecuhtis, al cruzar p o r últim a vez el río U sum acinta, antes de ser asesinados por C ortés, son facultades distorcionadas p o r escritores de ficción, para lanzar a la publicidad obras desorientadoras de visitantes extraterrestres, negándo­ les, en esta form a, a los habitantes pream ericanos la elevada cultura alcanza­ da p o r ellos. Estas publicaciones fantásticas carecen de disciplinas en historiografía, antropología y arqueología, ciencias indispensables para llegar a la in terpre­ tación m ás factible, de la alta cultura, con nexos evidentes en las altas cu ltu ­ ras orientales. Las investigaciones de los especializados rechazan las oscuras invenciones.

PARAPSICOLOGIA PREAMERICANA, La explicación de la habilidad ejercida hasta el mes de febrero de 1525, p o r los antiguos m exicanos, tiene su origen en la TELECIN ESIA (confundida con la LEV ITACION ), considerada en los poderes ocultos del hom bre (El pensam iento náhuatl h ab ía alcanzado el suprem o grado de la abstracción racional: D octor Miguel León Portilla), poderes que hasta ahora em piezan a ser estudiados y com prendidos en la parapsicología relacionada con la m ente hum ana en su facultad receptora y transm isora de energía (el hom bre es una antena); parapsicología que estudia lo paronorm al que se consideraba no ten e r explicación com o la telep atía, m agnetism o, sugestión, espiritism o, levi-


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DOLORES ROLDAN

tación (elevar el cuerpo), telecinesia (elevar objetos); la alucinación produci­ da p o r la ingestión (com unión divina) del peyote, hongos y otras sustancias psicotrópicas, agregados los efectos m agnéticos de la pirám ide y la punción con espinas, hoy acupuntura; chupar el tabaco encendido tam bién era ritual, sin com prender la magia, el español se aficionó y de ahí, el m undo entero. T odos estos substratos que desconciertan en este siglo, fueron del dom inio de los precolom binos, con pauta en su ciencia-religión, ubicación de la Dua­ lidad Divina, centro de la energía creadora de TODO EL COSMOS (sin energía no hay m ateria), e iherente el m icrocosm os-hom bre producto de la fórm ula: Sol, Tierra, Agua y Aire. (El d o c to r G utierre Tibón explica: “ No se tratab a de em baucadores, sino de m édium s m uy expertos que tal vez cono­ cían los efectos alucinantes de los hongos o del ololiuqui con la evocación de los m uertos, prácticas de todos los pueblos y de todas las épocas. La m ate­ rialización de los fantasm as, que tom an el aspecto inconfundible de la vida y que hablan, son fenóm enos m etapsíquicos de difícil explicación en el esta­ do actual de la ciencia. Los viajes al más allá tal com o lo relatan los hechice­ ros de am bos M octezum as - e l prim ero a C hicom óztoc, el segundo a Cincalco— hacen pensar que sabían cóm o com binar alucinaciones y mediumnidad: u n a convergencia que sólo el imaginarla produce escalofrío. Es digno de m encionarse que los reinos de u ltratu m b a de Dante están concebidos en form a análoga; no debido a la alta fantasía del poeta, sino a ia influencia árabe. Estas asom brosas coincidencias entre “el otro m u n d o ” de D ante y los árabes con el de náhuas y m ayas se debe, una vez más, a! fenóm eno de los arquetipos tan sagazm ente estudiados p o r Ju n g ” . La ciencia-religión, Dios-M atemáticas, no solam ente la alcanzaron Anáhuac y el T anhuantinsuyu o Perú, si tam bién había urbes maravillosas en C olom bia, E cuador, Brasil, Chile, etcétera, y la m anifestaban hasta los tehuelches o patagones sureños, lo mismo que los eskimales norteños, de nuestro C ontinente. Esta ciencia-religión tiene analogía p atente con las cultu­ ras de Naga (desaparecida), China, Japón , Babilonia, Egipto, etcétera, cuyo rastreo m ás antiguo lo encontram os en los datos del historiador hindú VALM IKÍ, del siglo IV a. C., asienta en el Ram ayana: LOS MAYAS, PA R­ TIEND O DE SU TIER R A DE NACIM IENTO EN EL ESTE COMO MISIO­ NEROS DE RELIG IO N Y CONOCIMIENTOS, FUERON PRIM ERO A BURNA Y ALLA INSTRUY ERO N A LOS NAGAS; DE BURNA FUERON AL DECCA EN LA INDIA, DE DONDE LLEVARON SU RELIGION Y CONOCIMIENOS A BABILONIA Y EGIPTO. Las investigaciones de los especializados de diferentes épocas y ciuda­ des, inclusive de M éxico, cuyas confrontas de la cultura pream ericana con asiáticas, las apoyan, además, en sus observaciones directas, nos dan ejem plos


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en filología, antropología y arqueología, precisan las radicales símiles de las lenguas m aya, quechúa y nahúa, preponderantem ente con naga, china y japonesa, lo mismo referente a rasgos étnicos, de sím bolos y de edificios. M uy notables son sus explicaciones de la cruz de la alquim ia en cotejo con la cruz pream ericana, ambas contienen el sím bolo de la dualidad: fem eninom asculino, luz-oscuridad, tierra-sol, agua-sol; tam bién la teoría del em brión de la vida germ inado en el m ar, y la astronom ía (de esta últim a, quien desee com probarlo, en el Museo de las Culturas en esta ciudad, se exhibe un calendario chino sem ejante a ios m esoam ericanos, amén de otros objetos). La am bición, ferocidad y destrucción causada por el europeo, abligó a ocultar su cultura desde a los tlatoanis hasta los m acehuales, pues aun los prim eros frailes, los clasificaban de endem oniacos; debem os al asom bro que les causó el m ito y la magia, en co n trar en crónicas e historias, principalm ente de Sahagún, Diego Durán y T orquem ada, tales descripciones. En el Calmécac, a cargo de ios tíam atinim e (m aestros) que cum plían al dar firm eza de piedra a los corazones y hacer sabios los rostros de los m omachitique (estudiantes), eran m aterias obligadas: el Tonalám atl, libro adivina­ to rio , la com plejidad del poder del dom inio m ental, las m atem áticas com pli­ cadas para el m anejo de la astronom ía; de este colegio salían los avocados para tlatoanis, tlacatecuhtlis y demás conductores de los pueblos; la enseñan­ za se com plem entaba con pruebas estoicas. De aquellos estudiosos egresados del Caimécas son brillantes ios nom bres de ítzcóatl, Tlacaláel, M octezum a Ilhuilcam ina, N ezahualcóyotl, Nezahualpilli, Cacam atzin, C uitláhuatzin, E hecatzin, T etlepanquetzatzin, X icoténcatl, Tem ilotzin, M octezum a II C uauhtem octzin, etcétera, todos, unos más otros m enos, dom inaron la cultu­ ra mágica. De N ezahualcóyotl sabem os que auguró la llegada del invasor europeo; y su hijo Nezahualpilli, heredero de su sabiduría, al explicarle a M octezum a X ocoyotzin, lo que anunciaba el com eta aparecido en 1515', le dijo: HA­ BRA EN TODAS NUESTRAS TIERRA S Y SEÑORIOS GRANDES CALA­ MIDADES Y DESVENTURAS, HABRA MUERTES INNUMERABLES, Y ESTO SERA POR PERM ISION DEL SEÑOR DE LAS ALTURAS, DEL DIA Y DE LA NOCHE Y DEL AIRE, DE TODO HAS DE SER TESTIGO Y LO HAS DE VER Y EN TU TIEMPO HA DE SUCEDER. YA NO ME VERAS MAS, PORQUE YO ME QUIERO IR A ESCONDER Y HUIR DE ESTOS TRABAJOS Y AFLICCIONES. Tezozóm oc nos dice que Nezahual­ pilli conocía las seiscientas artes de la nigrom ancia. M octezum a X ocoyotzin tenía sobre él, los augurios de la destrucción, desde 1509, sin em bargo, intentó detener a C ortés por m edio de los nigro-


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m antes de C uauhnáhuac (Cuernavaca), Y autépec, H uaxtépec, Ocuilan y T epoztlan (en T epoxtlan aún se encuentran). N um erosos actos de nigrom ancia se efectuaron durante el sitio de Tenochtitlan-T latelolco, el últim o se cita en la obra Procesos de Indios: TETLEPA N Q U ETZA LTZIN , SEÑOR DE TACUBA, EN COMPAÑIA DE O Q UITZIN, SEÑOR DE AZCAPOTZALCO, DE COANACOTZIN Y DEL SUMO SACERDOTE COATZIN, SUBIERON AL TEMPLO DE HUITZILOPOCHTLI; TETLEPA NQU ETZA LTZIN SACO SU ESPEJO ADIVINATO­ RIO, EN UNA CEREM ONIA QUE SE H IZO A ESPALDAS DE LAS CASAS DE LOS IDOLOS, PO RQU E CUAUHTEM OCTZIN ANDABA PELEANDO EN EL PATIO; EL ESPEJO OSCURECIO, EN DIAFANA PARTE MINI­ MA, LOS NOBLES V IER O N A TERRORIZA DOS UN ESCUALIDO GRUPO DE MACEHUALES. MEXICO ESTA PERDIDO, DIJO TETLEPANQUE­ TZA LTZIN. Fue C uauhtém oc bautizado con el signo astrológico de su náhual solar en el ocaso, presagio para su A náhuac; a ese destino él se enfrentó inflexible; abatido ju n to con la Patria, en la conciencia m exicana am bos se to m a n indes­ tructibles. U ltim o tlatoani tenochca no p o r m éritos m ilitares, si entre todos los candidatos, p o r joven, era el que m enos ten ía , ungirlo fue p o r el resultado del escrutinio de los teotlam acazqui, su dom inio m ental rebasó al de los demás. Esta cualidad y calidad fue su característica, im perturbable afrontó la lucha y soportó el torm ento de abrasarle m anos y pies con aceite, la con­ testación que dio a su com pañero de to rm en to es aplastante estoicism o: ¿ACASO ESTOY EN UN TEMAXCAL? (D ELEITE). La últim a prueba de su poder psicológico lo aplicó unido a los poderes de los dem ás señores, al cru­ zar el R ío U sum acinta en su fusión con el S. Pedro, en Tabasco; p o r m edio de la TELECINESIA , construyeron sobre el caudaloso río (aún, el más volum inoso de nuestra R epública), un puente increíble, tan to , que Cortés no pudo ocultar su aturdim iento, al citarlo en sus relaciones a Carlos V.: “ Púsom e en tan to estrecho este estero o ancón, que sería im posible poderlo significar, porque pasar p o r él parecía im p o sib le .. . pues pensar de volver atrás era m uy n o torio perecer to d o s .. . habíam os com ido todos los bastim entos que h ab ía en el c a m in o .. . llevaba yo m ucha gente y caballos, que dem ás de los españoles venían conm igo m ás de tres mil naturales; así que NINGUN SESO DE HOMBRE BASTABA PARA EL REMEDIO. . . por po strer rem edio determ inarm e de hacer una puente en él; m andé re p a rtirla m adera, la cual encargué cortasen y trajesen aquellos s e ^ r e s de los indios que conm igo iban. . . Los españoles y yo con ellos, com enzam os a hincar ia m adera. . . Era tal la obra que a todos pareció im posible de acabar, y com o los veía tan desm ayados, y estaban descorazonados y dejativos y porque ya


CODICE DE CUAUHTEMOC

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no com ían otra cosa sino raíces de yerbas, m ándeles que ellos no entendie­ sen en la puente y que yo (?) la h aría con los indios; y llamé a todos aquellos SEÑORES DE ELLOS, Y LES D IJE M IRASEN EN CUANTA NECESIDAD ESTA B A M O S.. . ROGABA MUCHO QUE ELLOS ESFO RZA SEN A SUS G E N T E S .. . y que pasada teníam os luego una m uy gran provincia que se decía A C A L A N .. . C om enzaron.luego a repartirlo entre sí, y DIERON TAN BUENA PRISA Y MAÑA, QUE EN CUATRO DIAS LA ACABARON de tal m anera que pasaron p o r ella todos los caballos y gente; y tardará más de diez años que no se deshaga si a m ano no la deshacen. . . LLEVA MAS DE MIL VIGAS QUE LA M ENOR ES CASI TAN GORDA COMO EL CUERPO DE UN HOMBRE, Y DE NUEVE Y D IEZ BRAZAS DE LA RGA (16 m ts.) Y CERTIFICO A VU ESTRA M AJESTAD QUE N O CREO QUE H A B R A N A D IE QUE SEPA D ECIR E N M A N E R A QUE S E PUEDA E N TE N D E R , L A O R D E N QUE E S T O S S E Ñ O R E S D E T E N U X T IT L A N QUE CONMIGO L L E V A B A , V S U S IN D IO S, T U V IE R O N E N H A C E R E S T A P U E N TE , SIN O QUE E S L A COSA M A S E X T R A Ñ A QUE N U N C A SE H A V IS T O ”. Evocación de la GRAN CULTURA ANTIGUA, la exponen nuestros herm anos nativos postergados en sierras y selvas, de su cosm ovisión y el tra­ tam iento de las enferm edades, basta citar dos ejem plos: En los A ltos de Chiapas, invocan a Cristo y ven al Sol o viceversa. Varios santos católicos son dioses de la tierra, ángeles de la m ontaña, cuevas y m anantiales. Jesucristo el Sol, y la Virgen M aría la Luna, son dioses de los trece niveles del cielo. En la Sierra Tarahum ara, las tres cruces que veneran son Réyenare el sol, M echaca la luna y S oporí la estrella de la m añana. Al pey o te le dicen tío , es herm ano de Cristo. C onceptúan las eferm edades com o fisiológicas y psicológicas. Al son­ dear el pulso o pasar un huevo p o r el cuerpo, de inm ediato diagnostican la gravedad, e in terp retan los sueños com o reflejo de las causas; d etectan en las partes enferma^ la poca o nula vibración y la estim ulan con masaje o ventosas al m ism o tiem po que im ploran la m ediación de C risto, la Virgen o los santos para que el espíritu arm onice con el cuerpo. La sangre de avecitas sacrifica­ das la u n tan al doliente. Com o en los tem axcales, calientan piedras y les arro­ jan agua que produzca vapor para bañar al enferm o. En las cerem onias en­ cienden ceras, quem an copal, riegan flores y yerbas. Adem ás de estos actos, m uchos otro s practican.


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INDICE Pag.

PROLOGO RADICAL INTRODUCCION ASCENDENCIA DE CUAUHTEMOC TRADICIONES Y DOCUMENTOS DE ICHCATEOPAN Y DE ALVAREZ CHIMALPQPQCA CODICE REVELADOR DE LA TRADICION DE ICHCATEOPAN CODICE DE CUAUHTEMOC (Biografía)

CAPITULO I DOMINIO DE LA GRAN CONFEDERACION DE ANAHUAC EN LAS COMARCAS ETC. PADRES DE CUAUHTEMOC CUAUHTEMOC TENOCHTITLAN Y TLATELOLCO CUAUHTEMOC INGRESA AL CALMECAC

CAPITULO n INVASION ESPAÑOLA TLAXCALA CHOLULA MEXICO CUAUHTEMOC, TLACATECUHTLI DE TLATELOLCO

CAPITULO n i DIEGO VELAZQUEZ ENVIA A NARVAEZ PRENDER A CORTES MATANZA EN EL TEMPLO MAYOR CUITLAHUAC UNGIDO TLATOANI DE TENOCHTITLAN CUAUHTEMOC Y CITLALLI

CAPITULO IV CÜAUHTEMOC SUCEDE A CUITLAHUAC CONSTRUYEN LOS BERGANTINES CUAUHTEMOCTZIN SE APRESTA A LA DEFENSA IXTLIXOCHITL ENTREGA LOS BERGANTINES, CORTES MAND¿ FABRICAR PROYECTILES CAPITANES MEXICANOS Y TLATELOLCAS ULTIMOS SUCESOS

11 15 17

18 20 23 29

29

29 30 30 39 50 63 63 72 75 78 89 95 95 97 114 116 119 119 126 130 136 158 163


185 DESTRUCCION Y CRUELDAD TZINMTZINCHA-TANGAXHUA (CALTZONTZIN) DE MICHOACAN, SE ENTREGA LLEGAN FR. PEDRO DE GANTE, JUAN DE TECTO Y JUAN DE AYORA AL REBELDE CRISTOBAL DE OLID, CORTES LO PERSIGUE PARA CASTIGARLO 1525, MARTES DE CARNAVAL, CORTES ASESINA A CUAUHTEMOCTZIN Y DEMAS SEÑORES, SIN PROBANZA CORTES TERMINA LA EXPEDICION A LAS HIBUERAS EL HIJO DE CUAUHTEMOCTZIN ES BAUTIZADO MOTOLINIA EN ICHCATEOPAN, EXHUMA Y REINHUMA LOS RESTOS DE CUAUHTEMOCTZIN SE COMPRUEBA LA EXISTENCIA FISICA DE JUAN CUAUHTEMOC CHIMALPOPOCATZIN, HUO DE CUAUHTEMOCTZIN Y CITLALLI CONFRONTA DE LAS OBRAS Y DOCUMENTOS QUE CONTIENEN CITAS DE FALSOS PARIENTES DE CUAUHTEMOCTZIN DENUNCIAS DE LA SUPUESTA CONSPIRACION DE CUAUHTEMOCTZIN EN CONTRA DE CORTES, PRESENTADAS PARA DEMANDAR PRIVILEGIOS

CAPITULO VI HISTORIA DE UNA NOTICIA POR MOISES MENDOZA, REPORTERO DE EL U NIVERSAL IXCATEOPAN EULALIA GUZMAN COMISIONADA POR EL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA OBJECIONES SIN FUNDAMENTO DE VARIOS HISTORIADORES INTERES PATRIOTICO DEL GOBERNADOR DE GUERRERO, GRAL BALTAZAR R. LEYVA MANCILLA INTERVENCION DEL DR. ALFONSO QUIROZ CUARON HALLAZGO DE LA TUMBA DEL EMPERADOR, 26 DE SEPTIEMBRE DE 1949 COMISION DESIGNADA POR EL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA VISITANTES DISTINGUIDOS (A ICHCATEOPAN): GRAL. LAZARO CARDENAS, CUAUHTEMOC CARDENAS Y GRAL. FRANCISCO J.M U JIC A CONFRONTACION DE LOS ESTUDIOS DE LA COMISION INA 1976, CON LOS RESULTADOS DADOS POR EULALIA GUZMAN Y ALFONSO QUIROZ CUARON REPORTAJE DE LA REVISTA MAÑANA REPORTAJE DE LA REVISTA SIEM PRE: ROSTRO DE CUAUHTEMOC

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ULTIMO PERITAJE DEL DR. ALFONSO QUIROZ CU ARON EN EL ESQUELETO DE CUAUHTEMOC, EN ICHCATEOPAN EVOCACION DE CUAUHTEMOC, TRADUCCION DEL DR. MIGUEL LEON PORTILLA APENDICE

356 358 361

FOTOS DE DOLORES ROLDAN Y EDUARDO MUNGUIA

F E DE ER RA TA S No. de Hoja

DICE

24 (En el Códice las siglas en ro jo :) E.D.C. 3 2 -------40 4 4 --------58 D.D. 1-62 65 (R e tra to :) M éxico a través de los siglos 96 (D ibujo:) Z. de Tlaxcala 109 (D ibujo:) Col. F lorentino 114 (Renglón 22 de arriba hacia abajo:) Cuitlahuaczin 1 1 7 -------166 OVIEDO 206 210 219 234 238

-------ANAL. 7 CUAHTEM OCTZIN ---------

243 (N ota (3 ):) José Alvarezv v A m ézquita 252 (T exto final:) y RALPH 297 -------Á 355 --------

DEBE DECIR

I.D.C. (E n el dibujo:) Códice Mendocino t (En la fo to agregar:) I. M arquina Explicación del plano atribuido a C ortés D.D. 1-66 (abajo del 62) M éxico a Través de los Siglos L. de Tlaxcala Cod. F lorentino C uitlahuatzin Fragm ento del escrito de Am ado A m ador C him alpopoca OVIEDO.-TRADIC. ALV. CHIMAL. MAPA No. 2 ANAL. TLAT. 7 (D ibujo:) Tira de Tepechpan CUAUHTEM OCTZIN Fragm ento del escrito de Am ado A m ador C him alpopoca José Alvarez A m ézquita Chimal­ popoca Y RALPH ROYS (F o to :) Fragm ento del cráneo F o to tom ada por el señor Luis Suárez


La impresión de este libro se terminó el día 30 de junio de 1980 en ios Talleres Gráficos de E D IT O R A V I LA, S.A., Sierra Mojada 315, México 10, D.F., con un tiro de 2,000 ejemplares, por cuenta y orden de E D IT O R IA L O R IO N , Sierra Mojada 325, México 10, D.F.


Maestra Dolores Roldán Calle del F ú tbol 178 México 21, D. F.

El 23 de febrero del presente año, 1980, se invitó al ofrecimiento de su códice (biografía) al Señor Rey Cuauhtémoc, en el recinto de sus dos nacimientos, ubicado en la Iglesia de Sta. Ma. de la Asunción en Ichcateopan, Gro. La presentación de la citada biografía, será en esta ciudad capital el

El mismo ofrecimiento llevado al Señor Rey Cuauhtémoc, el 23 de fe­ brero, se rememorará en esta ceremonia:

Ometecuhtli (Señor Dos) energía cósmica positiva, Omecíhuatl {Se­ ñora Dos) energía cósmica negativa, generadores del sol Tonatiuh, Coatlicue la tietra, Ehécatl el viento, Chalchiutlicue el agua, Xiuhtecutli el fuego; dualidad divina, gracias por darme rostro y corazón para grabar el Códice que ofrezco al último Tlatoani de Anáhuac: Cuahtemoctzin, hoy que se atan 4 79 años de su primer brote de la gran señora Cuayauhtitali, el 23 de febrero de 1501, y, también, de la atadura de 448 años de su nacimiento como semidiós, del vientre de Coatlicue, la tierra, parto asistido por la Ticitl, o partera Eulalia Guzmán, el 26 de septiem­ bre de 1949. Ambas solemnidades propias de Ichcateopan. En este día evoco la oración misma de su primer orto en 1501: “Seáis muy bien llegado, pluma rica, chalchíuitl precioso, vaciadizo de tu alta generación; ave que llaman Quecholli, ave que llaman Zacuan, ave v soldado del Señor de la Tierra que está en todas partes. Esta casa donde has nacido, no es sino un nido, es tu salida en el mundo, aquí brotas, aquí floreces, aquí te apartas de tu madre como el pedazo de piedra donde se corta; ésta es tu cuna y el lugar donde reclines tu cabe­ za; tu propia tierra otra es, en otra parte estás prometido, que es el cam­ po donde se hacen las guerras, donde se traban las batallas, para allí eres enviado; tu oficio es dar de beber al sol con sangre de los enemigos, r dar de comer a la tierra que se llama TlaltecutlL ¡Oh águila!, ¡Oh ti­ gre!, ¡Oh valiente hombre!, has llegado a este mundo, te han enviado nuestros dioses: Tu padre Ometecuhtli, tu madre Omecíhuatl, fuiste creado y engendrado en su casa. Te hace merced Quetzalcóatl que está en todo lugar.


Cuauhtémoc, esta oración tuya es hasta la eternidad, a ti que sobre el vientre, sobre el escudo, fuiste dado a luz como Gran Guerrero y vives desde siempre en el Códice Cósmico de Plumas Azules y Amarillas en el que nos dibuja el dador de la vida. Breve y firme pasaste por la gran Tenochtitan de pluma y alabastro que feliz m edía la vida, tendida en agua tranquila. Tenochtitlan de sau­ ces blancos, de serpientes blancas, de tigres blancos, de espadañas blan­ cas, peces blancos, ranas blancas; corazón del tunal y la piedra: morada del águila caudal, que su cabeza humilló ante los mexicanos fundadores de la gran ciudad, extendiendo sus alas iluminadas, por los rayos de Tonatiuh. Este lugar de nobles defendiste: de H uitzilopochtli tomaste el ropaje de plumas amarillas y de jades, y su flecha la serpiente de fuego xiuhcóatl lanzaste, en la guerra brilló: te pusiste la rodela como máscara; te dieron ios dioses flechas de obsidiana, sandalias de obsidiana. Fue el si­ tio de cascabeles, fue el sitio de batalla, por los cuatro rum bos se rom ­ pieron dardos, tem bló la Tierra, se elevó el canto del mexica cuauhtli, del tlatelolca cuauhtli, del mexica océlotl, del tlatelolca océlotl. Reti­ ñeron los teponaxtles, retiñeron los huéhuetl, rugió el tecziztli. El es­ pejo mágico de Tetlepanquetzaltzin reflejó el fin. Tu tilma de ayatl desgarrada aquel 13 de agosto de 1521, hoy es de plum a que no se rasga, de chalchíhuitl que no se quiebra, y el instante de ese día es tu eternidad. Nunca habitaste la fría región de las alas, región de lucha con el sol nocturno, no en vano tom aste las plumas de quetzal.

A quí estamos en tu Casa de las Flores; tu flecha xiuhcóatl está en­ hiesta, tu chimalli está enhiesto, tu teponaxtle de jade está enhiesto, tu cópil está enhiesto. Hay flores esparcidas en los tejidos de juncias y pal­ ma. Hoy despide fragancia el copalli en los popocaxtles, grato al alma, deleita, embriaga. T u corazón está ju n to al Dueño del Mundo, ju nto al Arbol Florido entre los hitzilihuitl preciosos. Grita el Dios Quetzalcóatl, se oye. Gritan sus aves divinas, se oyen. Te ofrezco tu códice de cantares, recogí los cantos en pensamientos de esmeraldas y flamas rojas, los entrelazo con ajorcas de oro. Adórna­ te, es collar ensartado con chalchíhuitl de energía de los que ya fueron borrados del Libro de la Vida, y se encuentran en donde de Algún Mo­ do se Vive. También se ensartan chalchíhuitl de energía de los que aún respiramos bajo el Póchotl verdinegro donde se deslizan las aves rojas.


El primer chalchíhuitl grabado en tu códice se llama Tzilancatzin, tu valiente tlacatecuhtli; tu cuerpo yacente envuelto con mantas de algodón y yerbas olorosas, a cuestas llevó por riscos y abismos. A su lado esplende la aureola de Motolinia, tu integridad física y espiritual en cristal de roca simbolizó. Igual de valiosos se ensartan: los silenciosos guardianes de Ichcateopan: Amado Amador Moctezuma Chimalpopoca, Mariano Moctezuma Chimalpopoca, José Amado Amador Moctezuma Chimalpopoca, José Francisco, José Amado, Margarito Zaragoza, Luis Parra, Pedro Espinoza, Gilberto Solano, Gilberto Tostado Alvarez, Florentino Juárez, Jovita Juárez, Salvador Rodríguez. Dilatan tu collar tus fieles: Eulalia Guzmán, Alfonso Quiroz Cuarón y sus veintiséis sabios, Diego Rivera (el pintor), Moisés Mendoza (periodista de El Universal), el estado de Guerrero, Saturnino Téllez Reyes, Angel Ma. Garibay K., Ramón López Velarde, Pedro Vega (tabasqueño) y yo, la macehuál, Dolores Roldán.

EXPLICACION: Este ofrecimiento se hace al cumplirse 479 años del nacimiento, de Cuauhtémoc, de la gran Señora Cuayauhtitalli, el 23 de febrero de 1501, y, también, al cumplirse 448 años, el 26 de septiembre de 1949, de haber sido desenterrados sus restos óseos por la maestra Eulalia Guz­ mán, debajo del altar mayor de la iglesia Sta. Ma. de la Asunción, en Ichcateopan. Se recuerda la oración con que lo recibió la partera al mom ento de nacer en 1501. Se describe su defensa de Tenochtitlan-México, frente a los invasores españoles, cuya capitulación fue el 13 de agosto de 1521. El ofrecimiento de su biografía al Señor y Rey Cuauhtémoc, es a nombre de los que hemos intervenido a m antener y respetar viva su memoria, y a demostrar a los opositores la autenticidad del hallazgo de sus restos y la tradición en Ichcateopan. Se nom bran: Tzilancatzin, el que rescató el cadáver y lo llevó hasta esa comarca, Motolinia, que con su firma autentica la veracidad de los restos. Los silenciosos guardianes del secreto (en Ichcateopan): Amado Amador Moctezuma Chimalpopoca, Mariano Moctezuma Chimalpopo­ ca, José Francisco, José Amado, Margarito Zaragoza, Luis Parra, Pedro Espinoza, Gilberto Solano, Gilberto Tostado Alvarez, Florentino Juárez, Jovita Juárez, Salvador Rodríguez. Los que intervienen desde 1949: Eulalia Guzmán, Alfonso Ouiroz Cuarón y sus veintiséis sabios.


Diego Rivera, Moisés Mendoza (periodista de El Universal), el estado de Guerrero, Saturnino Téllez Reyes, Angel Ma. Garibay K., Pedro Vega, Dolores Roldán, y en su poesía Ramón López Velarde.

EXPLICACION DE LA PORTADA DEL CODICE DE CUAUHTEMOC (BIOGRAFIA) FONDO COLOR PURPURA: Simboliza fuego del dios Xiuhtecuhtli CODICE DE: el color y la celosía, simboliza el pétlatl o estera jerárqui­ ca. CUAUHTEMOC: (nombre): Contiene los elementos del dios (¿uetzalcóatl, plumas de quetzal azul turquesa y cascabeles crotálicos de oro. ROSTRO DE CUAUHTEMOC: En el recuadro, ver las solapas. NAHUIOLLIN: Recuadro izquierdo, 4-movimiento, símbolo de sabidu­ ría nahúa; el color es del chalchíhuitl precioso o sangre preciosa del hombre. SIMBOLO FINAL: Chiconahui-calli ó 9-Casa fecha del nacimiento de Cuauhtémoc.


ROSTRO D E CUAUHTEMOC L a m ism a o b je c ió n que a u s te d le p u e d e m o tiv a r el r e tr a to de C u au h tém o c de la p o r ta d a , es la m ism a q ue m e a s a ltó ; n a ­ tu ra lm e n te d eb id o a la in flu e n c ia de las efig ies a p ó c rifa s e s te re o tip a d a s en c e rv e ­ ce ría s y c a le n d a rio s, ta m b ié n de e scu l­ tu r a s . O b serv án d o lo con d e te n im ie n to , lo ún ico que se p r e s ta a d u d a , es su a b u n ­ d a n c ia p ilo sa, c o n tra p u n to del p a tró n so m ático d ifu n d id o , q ue a r b itr a r ia m e n te re su m e a los p re a m e ric a n o s en la m p iñ o s . I n c lu ir en e sta B IO G R A F IA D O ­ C U M E N T A L , COMO A U T E N T IC O E L R O ST R O - D E C U A U H T E M O C H A S T A A H O R A C O N O CID O , no es p o r sim p a ­ tía e sp o n tá n e a n i a fá n p a trio te ro , p re v ia fu e la in v e s tig a c ió n o b lig a d a , al m a rg e n de su je r a r q u ía y tra d ic ió n c u a u h té m ic a , en p ro p ie d a d de sus ú ltim o s d e sc e n ­ d ie n te s en este siglo, los d o c to re s Jo sé A 'v a re z A m é z q u ita C h im alp o p o ca, L u is A lv a re z C h im alp o p o ca y la se ñ o ra S a ra A lv a re z C h im a lp o p o c a . E s copia a l óleo, d el sig lo p a sa d o , de a n tiq u ísim o b o s­ que.": ‘ re z a d o en p a p e l p e re c e d e ro . É n le 3 c o rre sp o n d ie n te s del co n ­ te x to " 'i 'r r i f i ? : . . e x p líc ita m e n te se sa-

tisfa'= - Izs g<miqpÉs. 1 Pasa a la solapa siguiente)


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cié Ja solapa anterior)

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E n e sta p re v ia e x p lic a c ió n del ro s tro de C u aulitém o e, es B é rn á l D íaz del C as­ tillo q u ie n o b serv ó la s : c a ra c te rís tic a s f-sicas de n a tiv o s, s e m e ja n te s o1 ig u a le s a los e u ro p e o s: 11. m V E N IA U N C A ­ C IQ U E M E X IC A N O ,’ S E D E C IA Q U IX T A L B O R , S E L E P A R E C IA A LO P R O P IO A C O R T E S . . . ”

S+

-

E s n o to ria la supervivene-ia de in d í­ g e n a s con ro s tro s p ilo so s. U n o ,.es el de M a ría S a b in a , con c e ja a b u n d a n te , cu y a fo to es co n o cid a en toefo el m u n d o p o r s e r la s a c e rd o tiz a cj.e\ lojs h o n g o s a lu e in ó g en es, en I lu a u h tla , O ax aea. Yo m e ag re g o a los e je m p lo s. * i i

Ig u a le s al bello ro s tro de a u té n tic o in d íg e n a , que tu v o como m odelo el a r ­ tis ta F e lip e S a n tia g o G u tié rre z C o rtés p a r a p in ta r su c u a d ro (í C abeza de I n ­ d íg e n a ” , e x iste n se m e ja n te s, e - in c o n ta ­ b le s: e sta o b ra con d a ta en 1849, se ex h ib e en la A ca d e m ia de S a n C a rlo s. DOLORES RO LD A N .


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