13 de abril: mercè rodoreda
El 13 de abril de 1983 moría Mercè Rodoreda, una de las mayores escritoras de la literatura catalana. Maestra del cuento y de la novela psicológica, retrata sus personajes como nadie con su característico estilo y con uso abundante del monólogo interior. Y claro, yo no tengo trabajo, ¿qué va a ser de mí? La puerta de la agencia se cerrará tras de mí con un golpe seco y diré... Oscar Arenas Larios, para servirlo a usted. Estoy espeluznado: hay cola para trabajar gratis, ¿quién va a querer a un redactor que necesita cobrar? Escribir lo puede hacer todo el mundo, no todo el mundo lo hará bien, pero todo el mundo sabe de letra hoy en día, y parece que a la que uno sea un poco espabilado puede llevarse un rinconcito de un escritorio con una Olivetti manchada de ceniza. Que no importa que te licencies, que estudies un máster, puede que no importe ni que te pongas esos tacones rojos que ya no te pones porque hacen ruido al andar y los hombres te miran. Pero, ¿y si mandara una carta para pedir trabajo cada día? Por supuesto, no sería la misma, eso sería hacerse pesado. La esencia sutil de las hojas secas de los plataneros de la plaza. Todas son hojas y todas pertenecen al mismo sitio, pero ninguna es idéntica. Del cuartucho con vistas a un patio de luces escuchimizado no hay demasiadas avenidas ni están demasiado llenas de hojas. Pero no puedo evitar oír su crujir, bajo mis pasos derrotados, incluso en abril, cuando los árboles reverdecen. ¿Cuántas hojas tiene que pisar uno para llegar a su destino? ¿Cuántas hojas hay que escribir para terminar, por fin, el libro? ¿Cien? ¿Ciento una? ¿Ciento dos? ¿Ciento tres? ¿Trescientas sesenta y cinco? Aloma insiste, abrazando sus rodillas enclenques, que creyendo en mí mismo todo es posible. Su rostro febril me ruboriza. Ella puede volar de flor en flor y probar las mieles de la novedad a diario, si quiere, porque es de buena familia. Tan buena, que yo vivo de sus letras: de los libros que me presta y de los cheques que me extiende ella bajo mano. Seguro que será mediante su familia que lograré una entrevista, porque nadie se va a fijar en el tipo cabizbajo que patea hojas secas por la calle con un cuaderno abultado bajo el brazo. ¿Y una vez allí, qué? Mire, este es mi portafolio. Muchas gracias, ya le llamaremos. Pero, ¿y si siguieran pensando en mí? ¿Y si pudieran sugerirme cómo debería ser mi próxima carta-hoja? El corazón me late más deprisa. Se lo cuento a Aloma. Ella se encoje de hombros en ese cuerpecito y mira por el ventanal, hacia la plaza y más allá, donde empieza la calle de les Camèlies.
22 de julio: flamenco
Que yo no tengo trabajo, no, que de letras yo sé, aaaay. Que no sé de ná de perras gordas, no, pero que sé de sentimiento... Te canto por soleare, por bulería, por fandango y martinete... Mi desgracia y mi tormento que con el hambre van muriendo... Si un año entero me diste pena, un año entero me pasaré cantándola, ay, pero después ya vendrá la alegría, ya viviremos de cualquier manera. Que cuando cante mi alegría, yo ya lo haré a tu vera, aaaay. Yo no soy Larios de Málaga, yo, que no soy Arenas de Sevilla, yo. Que nací lejos de Andalucía, lejos del arroyo, lejos de la blanca cá, pero año por vivir me que’an y echaré raíce donde quiera... Entre jornalero y olivare, vendrá la gitanilla y su romero, a contarme que el duende é lo que yo quiera, y yo le cantaré un arrebato flamencooo...
17 de agosto: postal
En el paro no hay vacaciones, pero yo he hecho una escapadita low cost...
Sr. Director creativo Agencia de Publicidad C/ Major 21 25007 Lleida, SPAIN
¡Hola! Te escribo esta postal desde El Paro (ojo, no es la isla griega, es el Abismo Español) desde donde mando cartas para pedir trabajo. Y si tengo que pasarme un año escribiendo cartas distintas cada día, pienso hacerlo. Que uno no se ha tirado cinco años estudiando y uno en agencia para terminar de vacaciones sin hacer nada. Que sí, que soy joven y hay que disfrutar... ¡Pero quiero disfrutar trabajando! Entrevístame, elige el origen de mi próxima postal y pronto descubrirás por qué es mejor que esté trabajando que de vacaciones. XXXOOO Oscar
26 de agosto: glíglico
Una propuesta de estilo de Rossalba Martínez. En el aniversario del nacimiento de Julio Cortázar... una de lenguaje glíglico, su habla imaginaria cuyo máximo exponente es el capítulo 68 de Rayuela. El glíglico cumple todas las normas gramaticales y sintácticas del español, pero incluye palabras inventadas, creando la nada menospreciable impresión de que existe un sentido tras el aparente caos.
¡Aburia! Me llamo Oscar Arenas Larios y soy trellente de remúrcicos. Me hallo rafrando trabajo en una esprímia de lomoplastia y para ello he escrito ciento diecisiete alevatradas de vitorbación. Y no dejaré de reescribir mis aletravadas, de forma retormunda cada día hasta llegar a las 365 para vedesar mi orfelunia para ensiclar alevos retormundos. Sobre mí te puedo miflear que me horceé en lomoplastia en 2012, que estoy terminando un quilómego y que tengo más de un año de terfumea en una esrimia multinacional. Puede que fedees que soy demasiado pezico, pero precisamente por eso mis ramuertas de contraremurciar y mi estemolia pueden hifralgar perfectamente la falta de terfumea que muchos me encigrean. Si me avozias, podemos viscerar las remúrcicas que ya he hecho. Sin embargo, al final lo que jefea es si seré sotral de hacer las que tú me graminees. ¿Por qué no me gligliceas un alevo retormundo en el que trellear esta misma alevatrada posturgia?
20 de octubre: tenemos que hablar
Esa frase que tanto miedo nos da. Sobre todo en parejas. ¿Por qué solo hablamos para decirnos lo malo? Apreciado Paro: Me encantaría poder sentarme contigo, tomarnos un café y discutir esto como dos personas mayores y no como dos adolescentes hormonados. Pero sé que no estarás a la altura de este momento, igual que nunca lo has estado para todo lo que he intentado hacer junto a ti. He estado pensando mucho en lo nuestro últimamente. Y cuando digo mucho y últimamente, quiero que lo entiendas en su definición más amplia: llevo días escribiéndote cartas como esta sin llegar a mandártelas, siempre eran distintas pero siempre buscaban una forma de decirte lo mismo: que no me convienes. Un año es más de lo que puedo soportar. Si te parece increíble que sea capaz de escribir tanto para nada, me gustaría que supieras que mis palabras solo equivalen a una décima parte de lo que he sufrido... para nada. Yo era muy feliz antes de conocerte. Trabajaba de redactor creativo, cobrando poco y soñando mucho: cada día era un reto, pero yo estaba en lo mío. Tú me sacaste de ahí. Casi a la fuerza, sin que yo te lo pidiera. Quieres que te dedique todo mi esfuerzo y mi motivación, que sea tuyo. Pero eso no lleva a ninguna parte. ¿Qué has hecho tú por mí? ¿Caer mal a mis padres? ¿No ayudarme en nada a final de mes? ¿Menospreciar mi book y mis proyectos? Es cierto que mientras estudiaba la carrera o el máster, e incluso mientras trabajaba, llegué a desearte con locura. A veces eras la salida fácil, la que siempre está ahí, el atractivo de la mala vida... Pero la posibilidad de que muchos me consideraran una víctima tuya me hacía recapacitar. Habías roto el corazón y la vida a muchos jóvenes (parece que te gustan así, maldito pervertido) y yo no quería ser el siguiente. Mal de muchos, consuelo de tontos; consuelo para animales que tropiezan siete mil millones de veces con la misma piedra. Ni siquiera has sido capaz de serme fiel: sé que tu fétido aliento me perseguirá igual que sigues a todas tus nuevas conquistas y no sé si tendré la suficiente fuerza para evitar caer en tus brazos de nuevo. Pero te aseguro que hoy no queda nada entre tú y yo. Quizá no deberíamos haber empezado, quizá debería haberte dicho que no más a menudo, quizá no debería haber hecho siempre lo que tú querías. Creo que ha llegado el momento de ser libre de nuevo y obedecer solo aquellas órdenes que merecen ser obedecidas. Hasta siempre, Oscar Arenas Larios
25 de noviembre: pimpinela
Una propuesta de estilo de Andreu Monfà. Pimpinela es un dueto de baladas argentino formado por los hermanos Lucía y Joaquín Galán. Uno de sus grandes éxitos es Olvídame y pega la vuelta, en el que está basada esta carta.
Hace trescientos veintinueve días que vivo sin él. Hace trescientos veintinueve días que no lo he vuelto a ver y aunque no he sido feliz, sobreviví sin mi director, pero al ir estudiando de pronto la agencia llamó... ¿Quién es? Soy yo... ¿Qué vienes a buscar? A ti... Ya es tarde... ¿Por qué? Porque ahora soy yo el que no trabaja aquí... Por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mis cartas, y paga las becas. Jamás te pude comprender... Vete, olvida mis ganas, mi book con ideas que no te mereces. Estás mintiendo, ya lo sé... Vete, olvida el motivo por el que me contrataste. Y no te sorprendas: lo escribiré todo, que yo para eso tengo experiencia... En busca de beneficios, del becario pasé, pensando en todos los premios que nunca gané. Al leer todas sus cartas, iguales, distintas, volví: porque entendí que yo quería un año de ideas así... Adiós... Escríbeme... No hay nada más que hablar... Solo un brief... Adiós... ¿Por qué? Porque ahora soy yo el que no trabaja aquí... Por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mis cartas, y paga las becas. Jamás te pude comprender... Vete, olvida mis ganas, mi book con ideas que no te mereces. Estás mintiendo, ya lo sé... Vete, olvida el motivo por el que me contrataste. Y no te sorprendas: lo escribiré todo, que yo para eso tengo experiencia...
16 de diciembre: wes anderson
Una propuesta de estilo de Josep Trota. Wes Anderson es un director de cine estadounidense con una puesta en escena muy teatral. Conocido por sus comedias de ritmo rápido, por una cámara casi hierática y por una dirección de arte cuidado hasta el más mínimo detalle. Diario de Tycho Swander, director creativo emérito de Westman & Brooks & Swander Sin duda, el oyente de mi dietario magnetofónico se sorprenderá si le digo que, ante el briefing de afrontar mi muerte con serenidad, hay un asunto que me impide dejar este mundo en paz. Esta historia que voy a contarle empieza en 1950. Se lee mejor con el humo de la pipa de marfil que me regaló David Ogilvy y con alguna pieza de cámara de Benjamin Britten de fondo. Pero puede que eso sean caprichos de un viejo arrepentido. Una tarde bochornosa de julio jugando en el desván, encontré en un baúl las 350 cartas para pedir trabajo de mi abuelo, Abraham Swander. El abuelo había llegado a Norteamérica desde la República de Brabatia Oriental a principios de siglo y, al encontrarse sin empleo, decidió demostrar su motivación, su capacidad de experimentación y su habilidad literaria para colocarse en cualquier sitio. Aunque el abuelo había muerto pobre después de cambiar de trabajo 349 veces en su vida, mi padre, Jordan Swander, decidió dar a conocer mi hallazgo y, desde aquel momento, mi abuelo es considerado el pedidor de trabajo más grande todos los tiempos y, por supuesto, también el miembro más ilustre de nuestra familia. Desde ese preciso instante, siempre hemos tratado de ver la luz del sol fuera de su sombra. Tanto es así que mi hermana Samantha llegó a ser la primera submarinista bajo el hielo antártico, mi hermano Bruno llegó a presidente del consejo mundial de los Scouts y mi prima Annabel fue elegida siete años seguidos como mejor mecanógrafia del país. Y yo mismo fui parte de esta carrera familiar al convertirme en socio fundador de una de las agencias de publicidad más reconocidas del país. Todo el que llevara el apellido Swander podía tratar de hacerle sombra a la memoria del abuelo Abraham. Era justo y eso sigue siendo una ley válida hoy en día. Pero ese licenciado que venía de parte de un profesor de máster amigo mío no lo llevaba. Se presentó en mi oficina un día con alerta meteorológica por lluvias. Bajo su frazo, su book y exactamente 350 cartas para pedir trabajo, todas escritas de distinto modo pero partiendo de base del mismo texto. Bajo el retrato del abuelo que presidía mi oficina de moqueta burdeos y mobiliario nogal oscuro, le pregunté si conocía a Abraham Swander. Frente a la mismísima peca en la barbilla del patriarca, negó conocerlo y osó citar a Raymond Queneau y a Joan-Lluís Lluís. Me enfurecí: ese insolente pretendía superar al abuelo sin siquiera conocerle. Le mandé de vuelta a casa con una propuesta de estilo a la que adaptar su carta difícilmente realizable y, antes de terminar el día, todas las agencias del país habían recibido una llamada mía similar a esta: «Operadora, póngame con Archibald Dufresne II, de Dufresne & Associated». Al otro lado de la línea, Dufresne, o quien fuera, respondía desde detrás de sus bigotes. «Hola, Dufresne, soy Swander. No, no pienso comprar tu agencia. Pero si se te acerca un mocoso llamado Oscar Arenas Larios contándote que ha escrito 365 veces la misma carta, ni se te ocurra concederle una entrevista. Está afiliado a un sindicato anarquista, tiene antecedentes penales y, además, le ha metido mano a mi hija». Evidentemente inventé cualquier cosa para joderle la carrera. Y parece que funcionó, porque no volví a oír a hablar de él porque a nadie se le ocurriría contradecir al director creativo más brillante del momento. Ahora, quién lo diría, en mi lecho de muerte, me preocupa más que nunca el futuro y esos jóvenes a los que las agencias ninguneamos y, en el mejor de los casos, esclavizamos. Solo espero que Arenas consiguiera trabajo pese a mis actos cuestionables. Era perfectamente capaz de ello aunque no conociera al abuelo Abraham.
23 de diciembre: f e l i c i t a c i ó n n av i d e ñ a ¡¡¡Hola!!! Te mando este christmas para desearte que pases unas muy felices fiestas y un próspero contrato nuevo. De hecho, te lo deseo con tanta intensidad que te escribiría una felicitación distinta cada día, para que pronto puedas encontrar trabajo. Y es que en estos tiempos de esperanza, tu licenciatura y tu máster deberían brillar con más fuerza que nunca y guiarte hacia otro año de experiencia laboral como el que ya viviste. Pero, si no es así, no olvides disfrutar de los tuyos para que nunca te falte motivación y asómbrate con cada cosa nueva que descubras para que tu sonrisa sea siempre la de un niño. Que los Reyes Magos te traigan buenas ideas para tu book y oportunidades laborales en forma de entrevistas y de nuevos retos. Hablando de retos... Quiero trasladar todos mis deseos para ti en una postal de la que te sientas realmente orgulloso, así que, ¿cómo quieres que te felicite las próximas Navidades?