1 minute read

Cuarta escena

Next Article
Segunda escena

Segunda escena

La arquitectura de esta escena es una reconstrucción imaginaria del espacio litúrgico del siglo XVI. Para ella hemos usado elementos como la fachada de la iglesia, la portería y una capilla de Huejotzingo; un altar de Tepoztlán; la pintura de la iglesia de Itzmiquilpan, y una bóveda de casetones similar a la de Actopan. El friso de este último panel es un grutesco como los que cubrían templos y conventos.

La mayoría de las edificaciones definitivas de iglesias y conventos corresponden con la segunda mitad del siglo XVI. La rica decoración que hoy vemos corresponde en su mayor parte con ese período.

La ceremonia que llamamos “el volador”, claramente de origen prehispánico, siguió en uso a lo largo de la época colonial. Los voladores que antiguamente usaban disfraces de águilas, de monos e incluso se cubrían con grandes flores, fueron reinterpretados como ángeles. Estos ángeles bajados del cielo sustituyeron nociones antiguas como la de las almas de los guerreros que descendían de la casa del sol.

Pronto, los pueblos indígenas tomaron la iniciativa y se hicieron cargo de muchos aspectos de su propia vida religiosa. Los mismos frailes habían observado lo intensa que era la religiosidad mesoamericana antigua y optaron por adaptar muchas de las antiguas prácticas a las celebraciones cristianas. Uno de los aspectos más llamativos del cristianismo indígena era la participación en las procesiones.

Los estandartes que este grupo lleva, delante de las andas de san Sebastián, estaban hechos de madera, plumas y oro, y los hemos trasladado de las páginas de un códice tetzcocano.

This article is from: