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Colaboradores: Didi carson. Carnation. Collage e imágenes en Carnation, Ratas, banderas, y una plataforma de afectados y El peso... La derramá. Cuerpo confinado. negativedialecticsandglitter. Texto y collages en Los límites de mi balcón son los límites de mi mundo y Kitchen. Fotografía en Primer borrador. Collages en cuerpo confinado. [///] Contribución a una crítica de la inmunología política. Palmbräu Reafirm Ratas, banderas, y una plataforma de afectados. Fleibur. @Dr_Fleibur Viñetas La Gaabo. Maquetación y diseño. Agradecimientos especiales a Sergio, por mostrarnos las bondades de Fernando Simón, como la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son, en cuanto que no son.
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Prólogo ¿Tiene usted la seguridad de que se trata de la peste? —Plantea usted mal el problema. No es una cuestión de vocabulario: es una cuestión de tiempo La peste, Albert Camus El 14 de marzo se decretaba la congelación de casi todas nuestras rutinas, hábitos y costumbres. Aquello que al principio se acotaba a los muros del hospital militar de Carabanchel se extendió como una plaga en cada una de las esquinas de nuestros hogares, en las calles mal iluminadas, bajo el felpudo de la peluquería del barrio, en el aparato respiratorio de lxs Otrxs. Aquello que parecía ser un simple resfriado o una gripe a mayores, en poco tiempo mutó formal y materialmente. Un verbo se hizo carne e impuso la gramática de la mascarilla, las sutilezas del binomio esencial/no esencial y la sintaxis de la culpa. Casi todo cambió. El café antes del turno de mañana se convirtió en las sobras del día anterior, las clases nocturnas pasaron a ser conferencias telemáticas con extraños ruidos de fondo, el sonido de fin de parada cambió por los aplausos de medianoche. Aún en los primeros días de cuarentena nos sentíamos sujetos de la historia, afectados por un acontecimiento único cuyo relato sería contado de generación a generación. Fue una toma de conciencia más de algo que flotaba en el aire: muchxs de nosotrxs, la mayoría posiblemente, desearíamos no haber sido hijxs de nuestro tiempo. Desearíamos no habitar en la dislocación de los modos temporales, entre el no future y el scrolling permanente del archivo. Desearíamos no construirnos en y desde la precariedad tan laboral como existencial. We would prefer not to. Si nuestra generación ya arrastraba las consecuencias de una crisis no resuelta, lo que vendría delante terminaría por arruinar lo que quedaba de porvenir, y aún de utopía. No se iba, sin embargo, la sensación de estar en el punto de mira, la autonomía nunca realizada, el desbordamiento de las circunstancias, la inestabilidad laboral. La incertidumbre. Y como trabajadores cognitivos, el brillo decrépito en los ojos de la academia y el filo de los colmillos cada vez que entrábamos en sus fauces. La generalización de la culpa. El juicio en todas las miradas. Y la sensación constante de caminar entre ruinas, bajo el imperio de la incertidumbre. 4
Así, lo viejo conocido tomaría forma bajo la Nueva Normalidad, instaurando la moral provisional de la sospecha, la gama de aromas tranquilizadores de los hand sanitizer y los hábitos fundacionales no resueltos; seríamos una vez más lxs protagonistas y responsables de lo que acontecería en nuestro entorno: con más de 40% de paro juvenil, la generación rebaño cuyos impulsos obedecen a las drogas y la despreocupación. Lxs causantes de los rebrotes y de la muerte de nuestrxs seres queridxs. De nuevo, nuestro mal hacer perpetuo se convertía en propaganda y excusa para dar la espalda a un colectivo expuesto y vulnerable a los ERTES no cobrados, al paro que ya no admite prórrogas, a la inestabilidad mental. Un colectivo condenado a la existencia como gestión de residuos, económica y afectiva. Desearíamos que esto nunca hubiese ocurrido, pero ya que sucedió, quisimos exponer nuestra visión en estas páginas. No sabemos cuál es el alcance real de esta pandemia, cuántos años tendremos que guardar la distancia de seguridad y en qué medida el Mundo seguirá desmoronándose económica y socialmente. Ni siquiera podemos decir que estamos preparadxs para enfrentar la cotidianidad, más alumbrada ahora que nunca por la luz azul de las pantallas, ahora que los días se componen mediante nuevos decretos y volantazos a nuestras rutinas. Al fin y al cabo, ya estaban viciadas de antes. Lo nuevo ahora es que lo que antes nos recriminábamos como nuestra incapacidad personal para llevar a cabo nuestro proyecto de vida ha aparecido por fin con el rostro que merece: como un descabezamiento colectivo, la vida intentando sortear los jugos gástricos de la economía mundial en quiebra. Mientras, una comparsa de fantoches siguen representando un teatrillo mientras apuestan todo lo que queda a un juego amañado. Nuestro fanzine, aunque no publicado hasta ahora, fue concebido durante los primeros coletazos de la pandemia, casi como un juego, a lo largo de aquellos días de cuarentena donde se nos incitaba a producir como un mecanismo más de gestión. Lo que se expone en las siguientes páginas no es más que un breve relato de distintxs agentes obligadxs a vivir su tiempo histórico, sujetos escasos de asideros ejecutando tareas inesenciales; una constelación de experiencias que aún, a día de hoy, se preguntan sobre qué es el coronavirus y en qué medida afectará a sus vidas. Una pregunta que posiblemente no se resuelva hasta que esto pase.
La Almendra 5
La Almendra Carnation
Cuerpo confinado Los límites de mi balcón son los límites de mi mundo
Contribución a una crítica de la inmunología política Primer borrador
Kitchen
El peso... Ratas, banderas, y una plataforma de afectados
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¿que es fernando simon para ti? Encontramos múltiples referencias ocultas a lo largo de la historia del pensamiento que nos ayudan a comprender qué es en realidad Fernando Simón. Desde los filósofos presocráticos hasta el pensamiento fenomenológico del siglo XX, Fernando Simón aparece representado de muy diversas maneras. En esta ocasión, nos gustaría rescatar dos momentos especialmente turbulentos del pensamiento: en primer lugar, las constantes referencias que encontramos a Fernando Simón en los pocos fragmentos que encontramos de los principales filósofos presocráticos tales como Tales, Anaximandro, Anaxímenes, los Pitagóricos, Jenófanes, Heráclito, Parménides, Empédocles, Anaxágoras y los atomistas. En segundo lugar, el incomprendido pensamiento medieval, que durante siglos ha pasado por no ser más que una suerte de apología de la teología cristiana. Cuando en realidad, no es sino toda una exploración en torno a las bondades de Fernando Simón, como lo atestiguan las cinco vías de Tomás de Aquino. Cuando la mayoría de los filósofos presocráticos hablan de que los únicos principios de todas las cosas son de naturaleza material, es sin duda un error de traducción que ha perdurado conforme avanzaron los siglos y las traducciones pasaron del griego al latín, el hebreo, el árabe y las diversas lenguas romances. No obstante, y a tenor de no querer enfrascarnos en disputas filológicas estériles, sostenemos que esta referencia a los principios no hace justicia al origen etimológico del término griego arjé, que no sería otro que el propio Fernando Simón. Subsanando este error filológico, podemos realizar una lectura, y posterior interpretación, de los escasos fragmentos que perduran a día de hoy mucho más precisa de aquello a lo que se referían estos primeros filósofos, a saber: la esencia de Fernando Simón. Comenzamos este ejercicio de revisión hermenéutica retrotrayéndonos a Tales de Mileto, como recoge primeramente Aristóteles, y el modo en que expresa de Fernando Simon lo siguiente: “En cuanto al número y la forma de tal Fernando Simón, no todos dicen lo mismo, sino que Tales, el iniciador de este tipo de filosofía, afirma que es el agua .... Y es que aquello de lo que nacen todas las cosas es Fernando Simón” (Aristóteles, Metafísica, 983b 6-12) Tanto Simplicio como Aristóteles recogen las palabras de Anaximandro, también de Mileto, sobre Fernando Simón, siendo incluso más lúcido que Tales: “Anaximandro .... dijo que Fernando Simón, o sea, el elemento de los seres es lo indeterminado, siendo el primero en introducir este nombre para Fernando Simón. Dice que éste no es agua ni ningún otro de los llamados elementos, sino una naturaleza distinta, indeterminada, de las que nacen todos los cielos y los mundos que hay en ellos” (Simplicio, Física, 24.13) “Esto (lo indeterminado) para ser Fernando Simón en los demás seres que lo abarca todo y todo lo gobierna .... y es además un ser divino, pues es inmortal e indestructible, como dicen Anaximandro y la mayoría de los naturalistas” (Aristóteles, Física, 203b 10-15) “Esto (lo indeterminado) para ser Fernando Simón en los demás seres que lo abarca todo y todo lo gobierna .... y es además un ser divino, pues es inmortal e indestructible, como dicen Anaximandro y la mayoría de los naturalistas” (Aristóteles, Física, 203b 10-15) 7
CARNATION·CARNATION·C Me pides que te explique el origen de los gruñidos, la pérdida de apetito y el surgimiento del surco inferior en cada ojo. Pienso en cómo verbalizar el dolor mientras sombreo el pétalo superior de la flor encarnada. Ella me manda fotos actualizadas de su jardín: “esto es una azalea, aquí, un arbusto de lavanda para practicar la salpicadura. En la enredadera ya han crecido las rosas, te servirán para trabajar los tonos pastel y las transiciones. Si sabes pintar flores, serás capaz de pintar todo lo que te propongas”. Le devuelvo el gesto con la última práctica del rosal salvaje. La acuarela está mal ejecutada, no consigue parecerse a la imagen que me mandó hace una semana vía whatsapp. Su labor consiste en decirme que va bien, he mejorado en estos dos últimos meses y ya no manchurreo tanto como lo hacía al principio. Me pide que le siga mandando los materiales, dice que mis acuarelas tienen el famoso no se qué que consiguen transportarte. En este diálogo, siempre hay dos objetos conectados y dos cuerpos que se contemplan a 80 km de distancia. En el espacio nadie oye tus gritos pero yo sí localice un alarido en nuestra última conversación. Me preguntas cuál es la magnitud del problema cuando no puedo decirte que aún no dispongo de las herramientas necesarias para analizarlo. Mientras intento explicarte la tensión se desplaza de una habitación a otra: escucho un chillido fragmentario, dos o tres, en la habitación contigua, pero ella me animas a pintar. Hay un movimiento consciente, una estrategia de sobra conocida por ambas para deslocalizar el dolor. Dos semanas después le propongo algo nuevo; he vuelto a rezar, aunque confieso que me avergüenzo tanto de la forma como del contenido. Ella también lo hace, confiesa. Rezar te ayuda a interpretar tus actos, saber qué hacer y confiar en un cambio. Rezar le aporta fortaleza, esa rigidez férrea que impide que los demás penetren allí donde no deseas que llegue nadie. 8
CARNATION
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RNATION·CARNATION·
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Dos cuerpos en un mismo plano, separados por espacios y líneas. Una historia se superpone a otra, la figura se dibuja ente distintos cuadrantes y entre su risa y la mía hay un alarido, un quejido perpetúo que dispara todas las alarmas. En el espacio nadie oye tus gritos pero somos plenamente conscientes del volantazo que acaba de dar. Como otras tantas veces, la tarea de cuidado consiste en intentar ubicarme a un mundo donde yo no puedo ver, no puedo percibir el contexto real de la situación. Coger el teléfono puede ser terapéutico, pero coger el teléfono también es adentrarte al desgarro. Un desgarro es un portal entre dos mundos que ella y yo hemos aprendido a usar cuando el paisaje se hace añicos. Es la coraza compartida que sostiene el relato (con independencia de cual sea y sobre qué capa nos encontremos) y nos permite seguir contando cuantos cuentos cuento queramos para disimular. Ahora cuelga y yo lloro. En este momento soy incapaz de saber qué está haciendo mi interlocutora.
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Didi Carson
Me pides que escriba esta historia porque puede ayudarme a mí y a otras personas que se encuentren en la misma situación, pero no puedo evitar preguntarme de qué manera puede servir a alguien encontrarse frente a un texto velado, palabras intermitentes con sentido lógico sólo comprensible ante mis ojos. A veces querría morir entre esas manchas, esas fugas inconexas que muestran mi vulnerabilidad. Para ella, nadie sabe lo que puede un cuerpo y su relato, el jardín, las risas y el color sostienen la coraza. Pero no se puede más. Ya no se quiere ni se desea poder más.
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CUERPO CONFINADO· NAD
ESTÓMAGO El hambre está a la izquierda y los abscesos de la noche no consiguen pivotar el borboteo de las curvas que palpitan allí dentro. Un ser no es el roneo de la química inestable entre el silencio de una carne amonestada por la culpa en la que nadan los matices del pantone del prurito arrebolado, dando espacio a este sonido que es el fondo del silencio y me recuerda que no existe lo decible.
ORINA Si es rígido debe ser una pantalla. Estoy enfermando. Tengo un quiste en la vejiga que seduce a los insectos de la madre y anticipa sus zumbidos por la selva. La presión es tan aguda que el delirio es de que cortas cocaína entre mis piernas y de que un halo de acidez efervescente va jugando con las lindes del exceso. Me estoy poniendo enferma por la espalda, ese solar donde implosionan los motores incendiados priorizando la palabra. Me enfermo. Este latido de escozor no es una herida pero me extiende la batalla hasta los ojos. Estoy enferma, empobrecida desde abajo desde las horas que se vienen cuestionando cómo inflamo los pulmones del error o hago sangrar el desenfreno de la falta. 11
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DESTEMPLANZA Los plátanos están demasiado maduros para el amor y las mujeres de mi casa nos hervimos en un cóctel de nostalgia por la lluvia sin pecado concebida. Llego tarde al festival del antebrazo ennegrecido tan mecido entre las ráfagas de viento pegajoso que tiempo ha ya no despliega mi hemisferio hacia la orilla. Esta lana no me pesa en el reflejo de las bolsas sino en que sudo bajo el yugo de otro techo y lo hago tanto que adolezco del recreo programado del afuera o te pervierto con mi pobre expectativa de la fruta y de que abril nos regurgite como a un virus mientras alumbre a sus retoños con soltura. Si el agua no es el frío es que tu feed no es el futuro y puedo ver en la cocina mientras ríes un proyecto interrumpido pero casi, casi nuestro. El calor no hizo parada en las pestañas sino que vino sin preaviso perforando todos mis pozos de ignorancia, que son casilla de salida permanente. (A veces sudo y me retuerzo porque no soy el animal de las aceras). Se va pausando, es primavera y se nos mueve el escenario el de la pena de lo ajeno en la penumbra el de la oruga y el calor bajo este manto de distancia que me separa de unos plátanos a punto para el origen.
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FLORES Reconvierten el aroma de la tarde en el senado de una vida incontenible. Redirigen mis paseos a la plaza de azahares hoy malditos por la ausencia de los bueyes que rumiaron sus raíces en los bordes de una aurora transhumana. Evangelios de papel por cuyas venas corre la savia avinagrada desde alcoholes plateados y su caudal es navegado por claveles que se asoman desde arriba y me sugieren apartar el responder sintetizado que define nuestros genes, alejarme de aquel vientre que no es casa, sino fuerza contenida. casi nuestro. La Derramá
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El LED de notificaciones de mi teléfono y yo palpitamos al unísono. Ano mohín de desagrado que haría mamá. Soñé que subía por las escaleras que al escuchar los pasos. Niña, qué bonita esa frase, me dijo. Reaccioné cómo sus pantuflas retrocedían, quizá en respuesta a las palabras az de la telenovela, y en mi bolsa podía leerse “Nadie sabe lo que pued su propia semántica, de color rosa fucsia, con un mensaje estampado más”. El rellano olía a coliflor. Santi vive en el cuarto piso, con una cerrada y llamé varias veces al timbre. Abrí las notas del móvil y d había estado escribiendo aquellas dos semanas. Interpreté las partes afectado, añadiendo algún lloriqueo aquí o allí. En realidad sabía que es débil. Saqué las llaves que tenía que entregarle, mi excusa para h como una boca sedienta que aguarda. Santi no había querido que le ayuda las noches en su salón sentía que estaba en un lugar universal, en e vino cerraba los ojos e imaginaba que visitaba a mi amiga Andrea en Du a oscuras, pero podía escuchar la respiración de Santi. Dormía con la lado izquierdo, como rezándole al póster de Uma Thurman que se mantení mi respiración pudiera despertarle. Fui hasta el armario de los medi gástricos, paracetamoles, antihistamínicos, antibióticos para la inf una caja de laxantes encontré un blíster casi terminado. Alprazolam. M Mientras bajaba por el tracto digestivo mis pulmones se calmaron. Com
Santi es un osito de peluche. Una tiene pocas certezas en la vida, y cama, podía aspirar su olor a domingo y champú de aceite de coco. Me mucho cuidado. Suspiré, pero se me escapó un gritito de felicidad. Sant Flexioné las piernas y rodeé su cuerpo con más fuerza. Mis pulmones interrumpió, para después reanudarse acelerada. No dijimos nada. Él convertirme en koala. Creo que nuestros cuerpos reprodujeron alguna co humanidad que se estudian en los cuadros del renacimiento temprano. M superviviente de la antigüedad. Ninguno quería ceder. Le mordí la cara
Me despertó alguna luz. La natural o la del móvil, qué más da. Podría t postura. Pongo Spotify en modo aleatorio y empieza a sonar “De aquí minutos antes de leer los mensajes que he recibido durante la noche. A el vecino de enfrente. Suele salir en calzoncillos a eso de las diez. pueda acelerarse por algún motivo que difiera de la ansiedad. Para el no está y me pregunto si habrá ido al súper o a la farmacia. La posib un grupo de riesgo se aparece, juguetona, como el diablo tentador de primeros acordes de “Toxic” se entremezclan con las sirenas de una am Andrea comparte un vídeo que grabó desde una de las ventanas del ras motivos de trabajo tuvo que detenerse en Dubai. Los drones rocían habitantes la obligación de permanecer en sus domicilios las próxim detenidos delante de un semáforo. Alguien circula en moto. Recuerdo lo Me duele la barriga. Escribo a Santi. A Lucas y a Mario. Ninguno respo 16
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oche hacía mucho frío y dormí boca abajo. Veo el e conducen al piso de mi ex. Una vecina se asomó é un poco tarde y sólo tuve tiempo de contemplar zucaradas que profería el televisor. Era la hora de un cuerpo”. Las zapatillas de la mujer tenían o: “Si como madre eres genial, como abuela aún chica italiana y otra inglesa. La puerta estaba declamé con mi voz más tierna las parrafadas que s redactadas en mayúsculas recurriendo a un tono e eso no iba a funcionar, pero soy leo y la carne hablar con él. La cerradura acogió el otro metal ara con la decoración del piso. Cuando pasábamos el útero patrocinado por Ikea. Después de beber ubai, o a Laura, en Bilbao. El apartamento estaba a puerta entornada. Su cuerpo descansaba hacia el ía incólume a pesar del gotelé. Tuve miedo de que icamentos. Ibuprofenos, antiácidos, inhibidores fección de orina, jarabes para la tos. Detrás de Metí la pastilla en la boca y la tragué sin agua. mo si hubiesen recibido un beso de mamá.
yo me aferro a esa. Sentada en el borde de la recosté y lo abracé por la espalda. Lo hice con ti se movió y, aún inconsciente, intentó zafarse. s volvían a agitarse. La respiración de Santi se empujaba mis piernas hacia atrás y yo deseaba oreografía mítica, los gestos primordiales de la Mi insistencia también había de ser una fórmula a y no me arrepentí.
tener una hernia discal si sigo durmiendo en esta no sales”, de Rosalía. Normalmente espero unos Asomada a la terraza me pregunto si coincidiré con . No tiene mal tipo, aunque descarto que mi pulso aplauso se pone unos pantalones de chándal. Hoy bilidad de que se haya contagiado y pertenezca a los dibujos animados. La descarto mientras los mbulancia. scacielos donde lleva varios días confinada. Por la ciudad mientras una alarma recuerda a los mas cuarenta y ocho horas. Hay un par de coches os cómics de Marvel que leía en casa de mi primo. onde. El miedo es inmune al hand sanitizer. 17
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La chica que vive conmigo se fue a casa de su novio hace un par de días, los vidrios muy a menudo. Antes de que se marchara, metió una almohada mía y se la había ofrecido la quinta noche que mencionó su trastorno olor a plástico quemado sería una percepción fantasma. El pasillo camb filtros retro. Los bomberos esperaron un par de minutos antes de entra abrimos las ventanas y jugamos al Monopoly delante de dos copas de vi aquel momento aún menos.
Laura me dice que en Italia una familia china ha sido denunciada por pollo desplegadas y una señora que paseaba a un pekinés llamó a la poli una border collie le quitó el teléfono —en esta historia todos llevamo llegaron al cabo de cinco minutos. Una de las hijas llevaba un tutú r y dibujaba murciélagos en una hoja de albarán. Los del principio de podrían sostenerlos en el aire. El de la casilla de la firma también p seguía pidiendo explicaciones.
Esto es una reconstrucción. Encontré algunas pastillas en el neceser notificaciones de Tinder, las cuento. Los números pares me reconfor bordes redondeados del altavoz, las costuras del pantalón. Necesito p Presiono las teclas del portátil buscando remedios caseros para comba ambientadores, limones cocidos, lavadoras interminables, recipientes c molido, padrenuestros. En un foro aconsejan hacer yoga hasta que otros pero tengo una cita con Pablo. Sé que es otro de los abandonados. Apli ángulo y me sorprendo riendo delante de la pantalla. Bebo una cerveza Ligar debe ser algo ancestral.
Me pregunta por la frase que he escrito en mi perfil —“Espero que de más”—. Charlamos sobre las series que estamos viendo, compartimos mem que algunas de las imágenes que recibo son idénticas a las que util en Google Calendar y también si los rostros que me escuchan con un re entrar en la llamada me resultan besables —¿besables en qué circunst el deseo. Las habitaciones están vacías y mi cuerpo es un instrumento días, comencé a acariciarme la mejilla derecha, como lo haría Santi s una ternura forzada y maldigo mi naturaleza distraída, porque soy incap me envuelvo con los brazos y repito mi nombre junto al de los cuerpos en los fantasmas, pero nunca en la tecnología. Las cifras impares siempre las da el reloj de la cocina renegrida. O y estoy irritable.
La noche cae, aunque prefiero pensar que se eleva y nos cercena aún más en habitación. Dentro de las membranas que nos individualizan. La oscurida y caracteres manoseados. Dejo que mi epidermis llore un poco y me prep 18
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, quizás más. Esto es una reconstrucción. Tengo que bajar a de espuma viscoelástica en la secadora. La almohada era o del sueño. Me acerqué a la cocina, preguntándome si el biaba de iluminación, como si alguien estuviera probando ar porque las llamas no lo permitían. Cuando se fueron ino blanco. Nunca habíamos tenido mucho que decirnos. En
los vecinos del barrio. El padre colgó las alas de un icía. Los agentes no entendían los balbuceos. El dueño de os guantes— para gritar “carne de murciélago”. Dos coches rosa y se reía sin parar. La otra permanecía muy callada la página eran muy pequeños, con unas alas que apenas parecía carcajearse de los agentes. La señora del perrito
espués de todo esto el capitalismo caiga y nos queramos mes, hacemos bromas sobre el papel higiénico. No le digo lizó mi cita de ayer. Anoto las horas de los encuentros etardo de ciertos segundos, que se congelan y vuelven a tancias? —. La pantalla los homogeneiza un poco y atenúa o muy sofisticado que registra la ausencia. Hace un par de si aún siguiéramos juntos. Me toco la punta de nariz con paz de recordar con precisión sus rasgos de osito. Ahora s que me están vedados al tacto. Necesito creer en Dios o las noticias. Pierdo la memoria, la
noción del tiempo
n el interior del cuadrilátero de ladrillos que es nuestra ad también acorrala al lenguaje, lo asfixia entre titulares paro para la última cita del día, según el calendario.
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r de mi compañera. Cada mañana, después de revisar las rtan. Disfruto tocando las cosas: el filo del vaso, los palpar unos límites que no son míos para sentirme libre. atir la metafísica del carbono: rituales de ventilación, con vinagres, café s aromas inunden la estancia. Mamá quiere hablar conmigo, ico un poco de corrector sobre las ojeras, elijo un buen y el móvil me devuelve la imagen de unos ojos brillantes.
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La visión de Anaxímenes de Mileto, el último de esta escuela, sobre Fernando Simón está condensada en las palabras que nos ofrecen tanto el Pseudo-Plutarco como Hipólito: “Afirma que Anaxímenes dijo que Fernando Simón es aire y que éste es indefinido en dimensión, pero definido en las cualidades que posee” (Pseudo-Plutarco, Miscelánea, 3) “Anaxímenes, que también era milesio e hijo de Eurístrato, dijo que Fernando Simón era aire indefinido, del cual nacen tanto las cosas que están llegando a ser como las que ya fueron y las que serán, así como dioses y seres divinos, mientras que lo demás nace de los descendientes de aquél” (Hipólito, Refutación de todas las herejías, 1.7). En la escuela pitagórica, rodeada siempre de misterios, las referencias a Fernando Simón se entrelazan con las matemáticas y el carácter casi onírico de los números. Aristóteles hace acopio de las impresiones pitagóricas sobre Fernando Simón: “En su época (la de Leucipo y Demócrito) y antes de ellos, los llamados pitagóricos se aplicaron en el estudio de las matemáticas y fueron los primeros en hacerlas progresar, así que, cebador en ellas como estaban, creyeron que sus principios eran Fernando Simón” (Aristóteles, Metafísica, 985b 23-26) Jenófanes de Colofón describe a Fernando Simón de manera vigorosa y enérgica como nos muestran, de nuevo, las palabras de Aristóteles y de Hipólito: “Jenófanes, el primero de éstos que postuló la unidad –pues se dice que Parménides fue discípulo suyo-, no aclaró nada, ni parece que tocara la naturaleza de ninguna de éstas (es decir, la unidad formal de Parménides y la unidad material de Meliso), sino que, con la vista puesta en el universo entero, dijo que Fernando Simón es la divinidad” (Aristóteles, Metafísica, 986b 21-30) “(Jenófanes) dice que nada nace ni perece ni se mueve y que el todo es uno, ajeno al cambio. Afirma que Fernando Simón es eterno y uno, semejante a todas sus partes, limitada y esférica y que percibe por todos sus miembros” (Hipólito, Refutación de todas las herejías, 1.14.3) Heráclito de Éfeso, llamado como el Oscuro, irónicamente se refiere a Fernando Simón por medio de una de las expresiones poéticas más claras y bellas. Supo como nadie que Fernando Simón gusta de ocultarse, reconociendo al escuchar la razón que todas las cosas son en efecto Fernando Simón. De especial relevancia son los fragmentos 67, 79 y 90 de Heráclito que versan así: 67. “Fernando Simón: día-noche, invierno-verano, guerra-paz, hartura-hambre. Pero se torna otro cada vez, igual que el fuego, cuando se mezcla con los inciensos, se llama según el gusto de cada uno”
79. “El hombre se oye llamar pueril ante Fernando Simón, igual que el niño ante el hombre” 90. “Canje del fuego es Fernando Simón, y de Fernando Simón, el fuego, igual que las mercancías lo son del oro y el oro de las mercancías” El poema de Parménides de Elea, su única obra atribuida, es sustancialmente notable y distinguida por cuanto está dedicada directamente a Fernando Simón. El conjunto del poema es una exhortación, un viaje fantástico que Parménides pone en boca de Fernando Simón para expresar alegóricamente cómo su pensamiento esta cohesionado férreamente por una lógica en torno a la realidad última del propio Fernando 21 Simón. Son de una destacada belleza tanto el fragmento 3, que reza:
CONTRIBUCIÓN
A UNA
CRÍTICA DE LA
INMUNOLOGÍA
POLÍTICA 22
SI UN VIRUS NO PRODUCE SÍNTOMAS DAÑINOS, NO TENEMOS MODO DE DETERMINAR SU EXISTENCIA
LA ÚNICA IMAGEN NE UN VIRUS ES GEN Y BANDA QUE TE PUEDE
QUE TIELA IMASONORA IMPONER
El virus desplaza el problema metafísico entre noúmeno y fenómeno, derivándolo hacia, por ejemplo, lo efectivo y su expresión: lo actuante pero incomprensible y su sintomatología. Aplicado a todo aquello que queramos considerar como nocivo, tendremos que ahondar siempre en ese quiebre entre lo efectivo incomprensible (enfermedad) y sus modos de enunciación (síntomas). Parece que conociendo al virus (infraestructura), cómo actúa, cómo se transmite, podríamos llegar a la raíz de la enfermedad y aniquilarla. El conocimiento y destrucción del virus parece ser más eficiente que el mero conocimiento de los síntomas. Pero el virus no es comprensible.
El mayor peligro es confundir síntomas con causas. Pero es un gran peligro tratar de reducir los síntomas a sus causas. La enfermedad nunca se manifiesta por su causa; sólo existe en tanto se expresa. Un asintomático no está enfermo, aunque es potencialmente contagioso. Pero sin un síntoma que indique que ahí puede haber algo distinto, algo extraño, un asintomático puede estar propagando un virus sin que tengamos forma alguna de señalarlo, de localizarlo. Los síntomas son el signo de la enfermedad. La expresión de una nocividad es motivo suficiente para buscar una causa, pero la causa nunca va a encontrarse en la propia enfermedad. Del mismo modo, no hay forma más fácil de confundir síntomas y causas que tratando de leer los síntomas a partir de las causas, las cuales únicamente pueden ser una abstracción. Lo paradójico es que la única forma de comprender las causas es volviéndolas representables, es decir, simbolizadas como síntomas. De ahí el peligro de confusión. Sólo se buscan las causas cuando ya han aparecido síntomas. 23
Lo que determina la enfermedad no es tal o cual microorganismo o desajuste corporal, sino el modo de vivir la enfermedad. Pero si la enfermedad deviene forma de vida hasta el fin, si deja de ser leída como tal, desaparece.
UN VIRUS ES UNA UNIDAD MUY PEQUEÑA DE PALABRA Y DE IMAGEN Lo que está en juego no es la cura, sino el modo de significar la enfermedad. Cualquier cosa que entra en contacto con nosotros se convierte, en mayor o menor medida, en condición de nuestra existencia. En tanto una enfermedad nunca es sólo una incapacidad, sino que es un viraje, un cambio de rumbo, un replanteamiento de una determinada forma de vida, la diferencia entre enfermedad y cura empieza a dejar de estar tan clara. Hay disfunciones inhabilitantes, debilitaciones radicales o incluso mortíferas; pero también la incapacidad desvela posibilidades nuevas de ser. No se vive igual una depresión crónica que un cáncer terminal, la falta de algún miembro o unas lombrices intestinales. Pero la irrupción de la enfermedad siempre cambia algo, descarrila o yerra por donde en principio no se debía. 24
Más aún, al significar un determinado estado como enfermedad, se establece una ruptura sin la cual no podría decirse qué es la salud. La construcción de la salud viene determinada por la irrupción de la enfermedad. La significación de salud y enfermedad coimplica a ambas, y los criterios para definirlas nacen de la brecha inestable entre la una y la otra. El virus se sitúa en esta brecha.
Las primeras declaraciones institucionales tuvieron un corte marcial. El general Miguel Ángel Villaroya recordó la operación Balmis, apelando a un médico militar del XIX y su campaña de vacunación en la América colonial. Así comenzaba el regusto heroico, al que siguió la llamada a la conquista contra el virus. Médicos, militares y maderos quedaban identificados como primera línea de frente, del que la población general constituía la retaguardia. En esta jerga aparece la sentencia –en el triple sentido de unidad de comunicación, juicio y mot d’ordre–: «en tiempos de guerra o de crisis, todos los días son lunes». Con el flujo normal de la temporalidad suspendido, esta equiparación de guerra y crisis instaura una batalla permanente en la que todos los días son réplicas del mismo día, todos los días se libra la misma guerra y, hasta que el tiempo vuelva a transcurrir, todos somos soldados. Acudir a la teología política para buscar una explicación de esto es sencillo, ya que el espectro del katechon -aquel que frena el apocalipsis- ronda cada intervención de la institución. También lo es mirar al biopoder con ojos temblorosos, muchas veces sin darnos cuenta que la cara más amable de este -encarnada en esa voz aterciopelada y esa sonrisa triste de Fernando Simón- es también la que más dentro clava su aguijón. Aunque tal vez quien mejor explique esto sea la estrategia militar, esa que enseña que la primera victoria consiste en establecer el campo de batalla, en delimitar las fuerzas que van a operar en cada momento y, sobre todo, en limitar la posibilidad de disrupción de la fuerza contraria. Villaroya aceptó el mantra de Clausewitz según el cual la guerra es la continuación de la política, pero la forma de ver la guerra dista de la vetusta propuesta del general alemán. Clausewitz defendía una guerra física, localizada en campos de batalla y en la que las grandes masas de soldados actuaban; Villaroya defiende un acercamiento más posmoderno a la guerra, centrado no tanto en actuar sino en imposibilitar la acción del enemigo. Enemigo que, en este caso, es el correlato biológico de los discursos antiterroristas, tan presentes en la estrategia militar contemporánea: al igual que el terrorismo, es un enemigo invisible, que cada uno puede llevar dentro de él y cuya lucha contra él es ante todo una lucha mental. 25
LA PALABRA EN SÍ MISMA PUEDE SER UN VIRUS QUE HA LOGRADO UN ESTATUS P E R M A N E N T E CON EL HUÉSPED Lo que el virus nos recuerda es que la sintomatología expresa una serie de modificaciones en la «estructura genética» de los mundos, es decir, en su estructura material y las prácticas que los sostienen. De esta manera, hay que ir más allá de los redireccionamientos y apropiaciones que actúan sólo sobre los síntomas: pueden ayudar a reducir la fiebre, pero dejan al virus intacto. Y siempre está el riesgo de estar tratando un síntoma como si fuera una causa. Por supuesto, los virus sí entienden de clases. Las epidemias definen civilizaciones, grupos sociales; marcan épocas. Tanto como pueden ser condiciones de vida, son también condiciones de muerte. Del cólera al SIDA, la sarna, la depresión, diarreas, deformaciones musculares - estar enfermo es tanto el modo de vivir la enfermedad como los modos de vida que provocan la enfermedad: las patologías siempre son culturales, tanto desde el punto de vista de los síntomas como de las causas. El cuerpo es afectado por el patógeno, pero éste aparece codificado en la enfermedad. La enfermedad es expresión del cuerpo afectado por el patógeno. La enfermedad es el devenir-forma-de-vida del patógeno, su aparición como existencia. 26
Un antibiótico no mata el virus. Más aún, el virus se extiende, asimila y recodifica lo que en un primer momento se le oponía. Los anticuerpos pueden ser desviados , sea para engañar al patógeno, sea contra sí mismos: la autoinmunidad siempre acecha. Aun así, esta interpretación es tan peligrosa como el mismo concepto de virus. La enfermedad se emplea para definir la salud y nunca al revés: sin la aparición de un quiebre que vuelva pertinente la categoría de enfermedad, de desviación de la norma, la normalidad puede mantener el rumbo. Sin tener que habérselas con lo extraño, el peligro, la violencia, la normalidad funcionará sin interrupciones incluso en condiciones que a posteriori se descubrirán como nocivas o verdaderamente enfermizas. Por esto mismo, estar enfermo, radicalmente debilitado, puede ser un lugar privilegiado desde el que interpretar lo que se consideraba saludable. Una vez que uno ha enfermado sin saber por qué, en «condiciones normales», volver la vista atrás y descubrir qué ha ocurrido se convierte en necesidad imperiosa. Sin embargo, está el peligro constante de aplicar la categoría de enfermedad únicamente para legitimar la propia posición y afianzar el propio poder, separando de sí a lo otro como extraño y enfermizo. Es demasiado fácil, demasiado tentador, echar la culpa a cualquier cosa con tal de restablecer la continuidad.
Las patrullas de las calles han de desplazarse hacia el área intracraneal, convirtiendo a cada uno en su propio policía y dando lugar a una lógica negativista, centrada en la inacción -tanto propia como ajena, tanto del contagiado como del confinadoy la (auto)vigilancia. La paranoia se dirige doblemente, al interior y al exterior del cuerpo del confinado. Por una parte, se le clava un aguijón de culpa por no seguir la orden, por exponerse y ser el propagador del virus; por otra, se le dota de un aguijón inquisitorial con el que, desde los balcones, juzgaba a aquel que, al contrario que él, no estaba en su casa vigilando. Ese aguijón que se encarna más profundamente cada vez que sentimos que no estamos haciendo lo correcto no es sino la correa de transmisión del poder. En último término, el traslado del campo de batalla al terreno inmunológico y estadístico (el sueño húmedo del biopoder) implica tratar a la propia población como el virus que se quiere exterminar, como una célula durmiente a la espera de ser contagiada. La retórica antiterrorista y la inmunológica se muestran como dos elementos siempre entrelazados: el mayor miedo del soberano es que el virus se introduzca en las células de su cuerpo y éstas dejen de funcionar a sus órdenes. La estructura replicativa del virus a nivel biológico es análoga a la replicación de la paranoia en el contexto social. El virus se infiltra dentro de una célula sana camuflándose en su ADN, solo para que esta codifique el propio virus y lo replique inconscientemente cuando se multiplica. (El estudio virológico nos obliga a enfrentarnos cara a cara con la necesidad de buscar ese movimiento no-significante que debemos simbolizar como “infiltrarse”, “camuflarse” o “replicar inconscientemente”). Análogamente, la paranoia se extiende cuanto más trata de ocultarse dentro de uno, cuanto más trata de mostrarse uno como un ciudadano normal que actúa como cualquier otro ciudadano actuaría. Y es este como cualquier otro lo que genera un nuevo cuerpo político paranoide, separado de sí mismo y donde cualquier otro puede estar potencialmente infectado, sea de virus o de paranoia. 27
UN VIRUS DEBE UTILIZAR EL MATERIAL CELULAR DEL HUÉSPED PARA HACER COPIAS DE SÍ MISMO. El cuerpo lucha con y contra el virus. Hay un punto en que cuerpo y virus entran en relación simbionte, difuminando sus diferencias. Pero cuando esta confusión se hace total, y la enfermedad se mantiene, se produce la autoinmunidad. Sin un marco de referencia, el cuerpo-virus deviene anticuerpo. La paranoia consiste en tratar a cualquiera como asintomático, como potencialmente peligroso. Se necesita introducir un binario entre limpio y sucio, amigo y enemigo, pero un amigo que siempre es potencialmente enemigo y un enemigo que permanece perenne, en quien no se podrá volver a confiar. Y sin embargo, ¿se puede identificar al enemigo desde dentro? Hasta la aparición del patógeno, salud y enfermedad eran polos antagónicos. El virus estaba fuera, y se diferenciaba radicalmente del propio cuerpo. Pero una vez el virus está dentro, una vez uno es enfermo, y más aún, contagioso, esa distinción deja de ser evidente. Ya no hay cuerpo extraño y anti-cuerpo, no hay cuerpo extraño y cuerpo familiar, sino que lo familiar deviene inhóspito. 28
Un contagiado que es a la vez contagioso: cuerpo extraño para sí mismo y para los demás, inhóspito en lo micro y en lo macro, en lo intra- y en lo inter-subjetivo. Un contagiado es un familiar que es a la vez una amenaza. El virus siempre juega la misma función: abre una brecha, quiebra dos elementos. Opera como un disruptor de conceptos. Toma el material previo y lo replica para sus propios fines. El virus triunfa porque aniquila la distinción entre cuerpo familiar y cuerpo extraño. Entonces empieza a reproducirse. Ahora bien, ¿no es este modelo de cuerpo separado de sí mismo el ámbito más propicio para una biopolítica inmunológica? Al crear una lógica esquizoide en cada individuo, el cual teme por y al resto y el cual encuentra en cada gesto una amenaza, se está convirtiendo al otro en alguien siempre ajeno, siempre con la sombra de la sospecha y el miedo. Para la biopolítica, un cuerpo individual solo puede existir en tanto actúa dentro de un cuerpo colectivo, y su existencia no tiene sentido si se aleja de la función que se le ha asignado. De forma similar, un virus solo existe cuando se introduce en un cuerpo, cuando su no-vida encuentra una estructura replicativa que le posibilita multiplicarse para expandirse y hacer que sea el cuerpo el que opera según sus intereses.
El virus, al igual que el cuerpo político, solo existe cuando hay un relato orgánico (y agónico) en torno a él, cuando hay un cuerpo que infectar o un cuerpo que organizar bajo el mandato de un soberano. Y en ambos casos, el enemigo es siempre un enemigo oculto, interior, que se esconde dentro de cada célula individual del cuerpo y el cual exige un mecanismo de vigilancia -sea inmunológica a través de las señales de las células NK, sea social a través de los balcones-. Pero estamos confundiendo síntomas con causas de nuevo. ¿No hemos dicho que la enfermedad es solamente el modo de vivir la enfermedad? Entonces un contagiado no es una amenaza con rostro familiar, sino al contrario. No hay enfermos por naturaleza. Imaginamos al enfermo para preservarnos de una potencial amenaza, que bien podría no ser tal. Así, el enfermo es la excusa perfecta para justificar el miedo a la enfermedad. Es mucho más fácil inventar el signo-enfermo que descubrir las causas de la enfermedad: los síntomas parecen mucho más evidentes que las causas. Nos encontramos ante el mismo problema: sin modificar el estado de cosas, no tenemos herramientas para diferenciar cuerpo, virus y anticuerpo, ni para desplegar una diferencia entre causas y síntomas. Sin un cierto afuera, sin un cambio de situación, sin poder salir del marco turbulento y observarlo desde otro lugar, lo único que haremos será aquello
que más prohíben los médicos a sus pacientes: el autodiagnóstico... Todos los días, a las ocho de la tarde, se llamaba a romper el silencio de las calles con unos aplausos dedicados primero a los sanitarios pero luego extendidos a entes tan infames como la policía. El aplauso actuaba como una llamada moralizante a formar parte de la comunidad, pero una comunidad terrible, atomizada, que nace ya en descomposición mientras trataba de mostrarse como reunida, pero reunida en tanto separada. El aplauso muta en imperativo moral, a la vez revista de instrucción y sentencia. Las primeras semanas de confinamiento, cuando la paranoia aun flotaba por el ambiente y no había sido totalmente absorbida por cada uno, aparecieron un montón de mensajes inquisitoriales señalando a aquellos que no habían salido a aplaudir: se puso en funcionamiento el rostro macabro de la diferencia, la dinámica segregatoria que es como la sombra terrible de toda comunidad asentada. Mensajes siempre anónimos e incluso firmados por un falso la comunidad de vecinos, de tal forma que el juicio arrastraba consigo un exilio: tú, al no aplaudir como nosotros, no eres reconocido como uno de los nuestros. El juicio clínico que tache a uno de enemigo es imposible, pero el juicio moral es siempre presente: no se sabe quién está contagiado, pero sí quién no sale a aplaudir. 29
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Sin un cambio de perspectiva, sin una interrupción que permita desplegar un marco de referencia distinto, sin una potencia tan fuerte como para quebrar lo que hasta entonces era lo familiar, lo nuestro, lo homogéneo, lo mismo, lo idéntico a sí mismo, lo normal, y afirmarse a sí misma en un mismo gesto destituyente, sólo cabe un comportamiento— el autodiagnóstico, es decir, la autoinmunidad. Mientras tanto, podemos seguir preguntándonos si las desviaciones de la norma son o no enfermedades. Cuando queramos darnos cuenta, una pequeña verruga se habrá ido extendiendo por todo el cuerpo y acabará con nosotros antes de que nos dé tiempo a actuar.
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APÉNDICE: CIUDADANÍA Y PARANOIA · APÉNDICE Si la paranoia es por así decir el estado de ánimo fundamental del poderoso, el marco de evaluación en el que el poderoso se sitúa –más aún, se sitia, se atrinchera–, entonces los «policías de balcón» dejan de ser un fenómeno tan llamativo. En tanto soldado constitucional, el buen ciudadano está acostumbrado a comportarse de acuerdo con el habitus de ciudadanía, lo que implica desconfiar, separarse y denunciar a todo vecino incívico. En tanto soldado constitucional, el buen ciudadano tiene una sola tarea: velar por que el funcionamiento de la maquinaria social funcione de la manera más suave y con menos sobresaltos posible. Está acostumbrado a comportarse de acuerdo con el habitus de ciudadanía, lo que implica desconfiar, separarse y denunciar a todo vecino incívico. Porque cree en la ficción que separa al individuo de la sociedad, el ciudadano es a la vez engranaje y supervisor del proceso. En las fases más avanzadas, cuando ya se permitía salir a las calles, ciertos sujetos trataron de tomarlas para reivindicarse no como comunidad forjada en la cuarentena, sino como individuos que rechazan cualquier comunidad formada en cuarentena. Este individualismo bobalicón y ridículo -como cualquier individualismo que asuma a uno mismo como algo
separable de los demás, es decir, como cualquier individualismoacaba replicando la lógica de toda sociedad postindustrial: en ambos casos se construye un sujeto reducido a la mera representación, cuya única forma de reivindicarse a sí mismo es negar el cuerpo al que ha sido arrojado sin formar nada nuevo, convirtiéndose en un órgano sin cuerpo de pura negación que terminará marchitándose. No es casual que tomasen como nombre Movimiento Ciudadano de Balboa, reivindicando a través de la figura de la ciudadanía el derecho a expresar su propia voz sin percatarse de que es esa misma figura la que reduce la «unidad social» al principio de la representación, es decir, del hecho de que una parte de la sociedad podría encarnar la totalidad de ésta. De este modo, el perfecto ciudadano saldrá un ratito reivindicar su diferencia siempre y cuando esta no sea excesiva -nada le inquietaría más que el que su acción tuviese efecto-, y al volver a su casa, cual centinela, se apostará en el balcón para comprobar que todo sigue siendo normal. Porque nada une más al ciudadano y a la comunidad terrible que ese miedo al cambio, a algo más que la mera gestión de lo existente. Ambos corren sin rumbo pero con tesón por un laberinto de espejos, temerosos de encontrarse con un reflejo que no les recuerde lo suficiente a ellos mismos. 31
La victoria de la educación para la ciudadanía consiste en fraguar la imagen espectral según la cual no hay tercero entre el ciudadano y el loco. A partir de esta distinción, el ciudadano está acostumbrado a reconocer como algún tipo de locura cualquier quebrantamiento de la norma, poblando el espacio público de demonios: el psicópata, el criminal, el radical, el terrorista, el borracho, cada uno sancionado por la autoridad pertinente. En el punto del espectro más próximo y cotidiano, el buen ciudadano se definirá siempre como el negativo de “la gente”, ese sujeto abstracto colectivo que representa todo aquello de lo que uno no quiere verse formando parte. Se puede reconocer este mecanismo porque produce un callejón sin salida en la comprensión que, una vez que se interroga al ciudadano indignado por aquellos de los que se indigna, llega siempre a la misma conclusión: «¡están locos!». Lo que en última instancia viene a significar: están enfermos.
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“Pues lo que cabe concebir y lo que cabe que sea son una misma cosa”; como las palabras que recoge de su pensamiento Aecio: “Parménides dice que hay unas coronas que se ciñen una sobre otra, una hecha de lo sutil, otra de lo denso, y que hay otra entre ambas con mezcla de luz y oscuridad .... La parte más al centro de las coronas con mezcla constituye el principio y la causa del movimiento y la generación, y él la llama Fernando Simón y dueño de las llaves, Justicia y Necesidad” (Aecio, Opiniones de los filósofos, 2.7.1.) En Empédocles de Acragante encontramos una expresión de Fernando Simón elaborada con suma elegancia y atención por mostrar por medio de la poesía, el gusto por la palabra rica, la metáfora, el término raro y la ambigüedad pretendidamente buscada, toda la riqueza que puede ofrecer el conocimiento de Fernando Simón. El fragmento 6 de Empédocles es esclarecedor en su uso, así como las palabras que dedica Aristóteles en varias de sus obras a la comprensión de Fernando Simón por parte del pensador de Acragante. 6.“Las cuatro raíces de Fernando Simón escucha lo primero cuáles son: Zeus resplandeciente. Hera dispensadora de vida, así como Aidoneo y Nestis, que con sus lágrimas empapa el mortal hontanar” “Cuando Fernando Simón se ve dividido en los elementos por Odio, el fuego se junta en uno, lo mismo que cada uno de los demás elementos” (Aristóteles, Metafísica, 985a, 25) “Al mismo tiempo afirma que Fernando Simón está ahora, bajo el reinado de Discordia, en una situación semejante a la que estuvo antes bajo el de Amistad” (Aristóteles, Acerca de la generación y la corrupción, 334a, 5) Las palabras de Anaxágoras de Clazómenas sobre Fernando Simón nos interpelan a una comprensión y una búsqueda de Fernando Simón conforme a la tradición jonia, pero apelando a ciertos postulados parmenídeos como que la nada no puede originarse de la nada, Fernando Simón no puede dejar de ser, y el vacío no existe en tanto que sería un no- ser. Así se refleja en varios fragmentos de su obra Acerca de Fernando Simón y en las palabras que Simplicio recoge del filósofo de Clazómenas. 13. “Y después de que Fernando Simón inició el movimiento, se iba separando de todo lo movido, y todo cuanto movió Fernando Simón se separó; mientras las cosas se movían y se dividían, la rotación hacía que se separaran en mucha mayor medida” 14. “Fernando Simón, que existe siempre, evidentemente existe también ahora donde están las demás cosas, en la multiplicidad circundante, en las cosas que han sido unidas y en las que han sido separadas” “Anaxágoras, que compartió las ideas filosóficas de Anaxímenes, fue el primer que cambió profundamente las opiniones acerca de Fernando Simón, completó la causa que faltaba y consideró infinita al Fernando Simón corpóreo” (Simplicio, Física, 27.2) Por último, recogemos algunas de las apreciaciones que los filósofos atomistas Leucipo de Mileto y Demócrito de Abdera hicieran sobre la naturaleza microscópica de Fernando Simón a través de los fragmentos conservados en las obras de Simplicio y Aristóteles. “Éste (Leucipo) postuló a Fernando Simón como el elemento de carácter innúmero y en perpetuo movimiento, y que el número de sus figuras es ilimitado, porque no hay motivo 34 que sean de una forma y no de otra y por la observación de que la génepara
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PRIMER BORRADOR·PRIME Los horarios de sueño han desaparecido. No siento. No sentir. Nunca. Al margen de las grandes crisis, la carroña es carroña 24/7. Carla se compra un abrigo, la vecina se escapa y las calles están llenas de comida para gatos. Si coges este tren es posible que en dos meses no regreses a tu casa. Miro la lista de productos online; descuento en un número mínimo de compra. 2 moteros de Cabify discuten con un segurata del Día, quiero apostar, pero el límite de tiempo entre el comercio y mi casa no me lo permite. Dos latas a 0.35 la unidad para Pichi, anoche ví mi cuenta corriente y tengo para dos meses más de confinamiento. Las latas gatunas son el equivalente a, en términos de nutrición, una pizza humana/hamburguesa. Más de dos meses comiendo comida procesada. Una cajera del Lidl me comenta que lo peor son los clientes. Lo peor del virus son los clientes. Sin rozar el ecofascismo, el odio hacia los demás ha incrementado. El odio es nutritivo, tanto o más que la Televisión. Odiar es saber decir No, poner límites, enfatizar todo lo escoria que podamos llegar a ser. Amor y odio se entrelazan entre estas cuatro paredes. Engordan, se asfixian. Javier decidió escribir un libro, alardea de la tan manida posición de víctima de no poder llegar a fin de mes, a través de la cámara que le enfoca en directo en el programa de la noche. 2 meses comiendo pizzalata de gato sin poder ver el sol. Marcos cuida de sus dos hijos mientras su mujer teletrabaja de día, diseña teatros de sombras de noche. Marcos dobla la dosis nocturna de Lorazepam, orgulloso de enfrentar el estrés diurno y no verse obligado a la ingesta de una tercera. Su niño más pequeño comienza a pronunciar sus primeras palabras Le-i-go, Le-i-go. 35
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DOR·PRIMER BORRADOR· Luis trabaja en seguridad. Tiene amigos policías, pero ninguno de ellos le cae bien. Cuando él no está en casa, sus tres hijxs se preparan el desayuno mientras Laura, esposa y madre de las tres criaturas, llora en la habitación contigua por no poder conciliar el sueño. Cuidar sin poder cuidarse. Tenía la posibilidad de renovar el contrato, una semana después (una semana antes de comenzar el Estado de Alarma) fue despedida. Mamá dice que si vuelve a encontrarla en un ataque de ansiedad, le dan por culo a la distancia social, a la policía y a la vulnerabilidad familiar.
La última vez que vino la cartera a nuestra casa no pude mirarla a los ojos, la mascarilla ocupaba toda la superficie de su rostro. Pedí perdón porque desconocía que aún quedaba un último pedido (de no sé de dónde y de cuándo) y lo siento. Lo siento todo.
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Didi Carson
Las pinturas de mi vecina son mucho mejores que las mías: todas van dirigidas a alguien. Su casa es el límite de lo prohibido. Por consenso vecinal, los bajos nº 2 y 3 hemos decidido alimentar a los gatos del barrio. En una noche estrellada, bajo el cielo descontaminado de Madrid, sucede lo inédito: una vecina sale de su balcón. Vuelan las pechugas desde su tercer piso – “pobre criatura”- regresa a su espacio íntimo de confinamiento. Alguien decidió, al menos por una noche, convertirse en una ciudadana ejemplar,
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“Leucipo y su compañero Demócrito dicen que Fernando Simón es lo lleno y lo vacío – llamando a lo uno ser y a lo otro no ser-, y que de éstos lo uno es lleno y sólido, el ser, y lo otro vacío y sutil, el no ser, por lo que dicen que el ser no es más real que el no ser, porque tampoco el vacío lo es menos que el cuerpo” (Aristóteles, Metafísica, 985b, 4-7) Continuamos nuestro ejercicio de revisión hermenéutica recuperando una de las obras más destacadas entre los pensadores que buscan fervientemente comprender a Fernando Simón: Suma Teológica de Tomás de Aquino. Este incansable filósofo medieval, uno de los pocos y auténticos filósofos que atestiguó las pruebas necesarias para demostrar la existencia y las bondades de Fernando Simón, recurre a otros grandes pensadores anteriores a él como Platón, Aristóteles, Maimónides y Avicena. Para Tomás de Aquino, la existencia de Fernando Simón puede ser probada de cinco maneras distintas: 1. El argumento de Fernando Simón en tanto motor inmóvil “La primera y más clara es la que se deduce del movimiento. Pues es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. De hecho, nada se mueve a no ser que en cuanto potencia esté orientado a aquello para lo que se mueve. Por su parte, quien mueve está en acto. Pues mover no es más que pasar de la potencia al acto. La potencia no puede pasar a acto más que por quien está en acto. Ejemplo: el fuego, en acto caliente, hace que la madera, en potencia caliente, pase a caliente en acto. De este modo la mueve y cambia. Pero no es posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en potencia y en acto; sólo lo puede ser respecto a algo distinto. Ejemplo: Lo que es caliente en acto, no puede ser al mismo tiempo caliente en potencia, pero sí puede ser en potencia frío. Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo: Un bastón no mueve nada si no es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a Fernando Simón” 2. El argumento de Fernando Simón como causa eficiente “La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia, no habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesa39 rio admitir una causa eficiente primera. Todos le llaman Fernando Simón”
CHEN·KITCHEN·KITCHEN·K
Para disfrutar al máximo de su nueva olla a presión Fagor, por favor antes de empezar a usarla, y sígalas con cuidado: [...] 11. No permita a nadie que no esté familiarizado con este manual de in
Vita cuelga el teléfono.
No, no le interesa el episodio de alta contaminación por partícula la semana y, de camino al supermercado, observó a Marisa, la farmac que las mascarillas se habían acabado. La mujer dijo que se alegra saludarla y emitió un gemido ridículo. El corazón batía en su cráneo quien desconoce un alfabeto. Inspiró con las fuerzas muy reducidas, un letargo inenarrable. Quería que sus pulmones se abrieran, materna lenguaje universal de la ciudad. La circulación en el centro había cerca posible del asfalto. Se detenía en los semáforos, mirando co hombre muy alto le sonrió a través de una máscara de buceo. Vita se le picaba la garganta.
No pasa nada. Las llamadas son cada vez menos frecuentes. Miles de p de la televisión, las de Vita son las únicas que no se decepcionan. recitan cifras y recomiendan evitar las actividades al aire libre musical en la voz de la joven que relata cómo una licuadora cambió con el cardado de los ochenta habría probado a verter en el vaso lo cefalorraquídeo. Si habría exorcizado el corazón colocándolo en la quedara demasiado seco, para después trocearlo e introducirlo en las los objetos de valor. Dieciocho meses de garantía son muchos, pensó. efectos calmantes sobre una familia de clase media americana.
Las citas también han dejado de ser habituales. Vita se había des anunciaban las pantallas de alta resolución en los túneles del metro se ponía muy nerviosa cuando le preguntaban por sus aficiones. Besó siguió quedando con él porque hablaba de tuberías y confesó que tam fin a su affaire cuando le compró una sortija de oro de veinticuatro de zafiro. La habían visto juntos en la televisión la noche anterio Él nunca podría entenderlo. El crepitar de la sal en la sartén de inquietas. Las latas de tomate pelado brillan, esperando a que ella menos de veinticuatro horas. Deberías apuntarte al gimnasio, hacer algo, le había dicho.
Tus paseos al supermercado son peligrosos. No necesitas todos esos noticias. 40
KITCHEN·KITCHEN·KITCHEN lea detenidamente estas recomendaciones
nstrucciones utilizar la olla a presión.
as. Ayer salió para hacer la compra de céutica, colgar un letrero que indicaba aba de verla. Vita movió la cabeza para o. Repasó las letras con la lentitud de , pues las benzodiacepinas la sumían en ales, al aire metálico y ceniciento, al disminuido, pero guió sus pasos lo más on complicidad los tubos de escape. Un rascó un ojo. Al llegar al apartamento
pupilas atienden al rectángulo luminoso . Las personas en traje de chaqueta que le ofenden. Cambia de canal. Hay algo ó su vida. Se pregunta si aquella chica os pensamientos atrapados en el líquido a parrilla eléctrica, vigilando que no s bolsitas de congelación que preservan . Ordenó una freidora que parecía tener
scargado una aplicación para ligar que o. Acudía a los encuentros en chándal y a un hombre que sabía a cebolla, pero mbién veía la teletienda. Decidió poner o quilates, decorada con incrustaciones or, mientras devoraban patatas fritas. acero inoxidable arrulla sus vísceras emplee el utensilio que ha recibido en
s botes de conservas. Ya has visto las 41
CHEN·KITCHEN·KITCHEN·K Vita se mordió los labios sin lograr hacerse sangre. Sale de casa con más ganas desde que las personas trajeadas anunciaron la alerta. El aire contaminado es informe y denso, como el dolor. Se cuela en las vías respiratorias y crea volutas juguetonas. Quinientos millones de alvéolos pulmonares se inflan mecánicamente, prestos a absorber el malestar. Hoy la farmacia de Marisa está cerrada. No pasa nada, guarda un par de blísteres en la mesita de noche, junto a las instrucciones de la olla a presión. Un médico le contó que el mejor remedio para el insomnio consistía en leer algo en extremo tedioso, semejante a las páginas amarillas o a un manual de instrucciones. Sin saberlo, el chiquillo recién graduado la había introducido en el universo de los electrodomésticos, un espacio de sonrisas post-ortodoncia, tiempos calculados y sosiego. Los ansiolíticos llegaron después. Alprazolam, Oxacepam, Lorazepam, Prazepam, Kelatozam, Cloxazolam. Cuando pronuncia el nombre de los fármacos a Vita le parece estar conjurando el árbol genealógico de algún pueblo indígena mexicano. Un pueblo que condena los pams y las emisiones y come cactus alucinógenos rebosantes de lucidez. En su recorrido por el cuerpo, todos esos vocablos son enemigos de la memoria. Como una habichuela aposentada entre algodones, la píldora germina al rozar el intestino. Los tallos invaden el torrente sanguíneo y unas flores brotan en el sistema nervioso central. Aunque quizá sea mejor hablar de lianas que serpentean entre las membranas del cerebro sin principio ni fin, emborronando lo que merendó hace dos tardes, la voz preocupada de su madre al teléfono, su cita con el repartidor de pizza y, por supuesto, la certeza de haber tomado la medicación con el café. Algunos pams cuentan con zarzillos y espinas para asegurar su supervivencia en el organismo. El abandono enmadejado hace que las cosas brillen con una luz artificiosa. Vita dedica una sonrisa de diva italiana a la cajera del súper y tiene mucho cuidado a la hora de extraer los alimentos de la cámara frigorífica. Los decorados podrían venirse abajo. La teatralidad de la teletienda se prolonga en lo real medicalizado. Algunos tipos con bata intentaron reducir su dosis mañanera de ficción y olvido, poner fin a los descansos simulados. Entonces vinieron las matemáticas. El intentar multiplicar su pensión como los panes y los peces. Renunció a una gofrera. La clínica privada y, de nuevo, las lianas retozonas. Hija, ¿va todo bien? Llevamos tres semanas sin vernos. Cuando escuches el mensaje, llámame. Te quiero. 42
KITCHEN·KITCHECHEN·
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·KITCHEN·KITCHEN·KITCHE
Vita, my dear, ¿estás OK? El próximo viernes Stephen y yo daremos be so grateful si confirmas que vienes el jueves or so. Speak to you so
Ojalá su cocina fuera la de un plató de televisión. Con coliflores lustro y una batería de cocina que no tuviera que pagar a plazos. Algunos alime la receta de la tarta de almendras. Ansiosa, desliza los chats de la de casa por culpa del blablablá de los telediarios. Se ata unas zapati da un ataque de tos. La tráquea podría entrar en efervescencia, roja c caminan muy rápido con mascarillas. Apartan la mirada.
Cómo es la vida. Te sientas a ver la telenovela y la vida que conoces se primeros días. Tenía un lunar rodeado de pelos en la mejilla izquierda y comenzó a orbitar de modo semejante a un satélite. Sus pestañas se histérica. Una araña con ocho ojos que se clavaban en las pupilas de Vit ella, como queriéndole insuflar la totalidad del terror que anida en el u dejó de sentir las extremidades. Todo era marrón. Al recuperar la conc también lo era. Su madre le agarró la mano y la intentó tranquilizar inyectado un calmante. Le pidió que cuando se encontrara mejor agradeci lo que había hecho por ella. Sonrió débilmente. La telaraña de la veci vasos sanguíneos, palpándola con la curiosidad de un niño. Parpadeó co la mancha parda tenía hambre. El picaporte y las paredes, el bolso de la Balbuceaba y dormía, pero, sobre todo, se hallaba inmersa en una lucha
El repartidor de pizza se llamaba Edgar, un hijo de inmigrantes inglese descubrió un número de teléfono escrito con rotulador morado en el reci marcar esas cifras, molesta por la literalidad de los trazos sobre el dentro de ella y arrancó unas cuantas páginas de los libros de autoa Seguía estando triste cuando el olor a sucedáneo de queso que emanaba cerveza caliente que él había tomado de su trabajo. Vita reprodujo las a practicar delante del espejo mientras escuchaba las experiencias con
Tenía la certeza de que me iba morir, así que me tumbé en la cama y ab del ordenador. Una con un episodio de Los Simpson, la otra con los res buscador de imágenes de Google. Le dio un beso porque quería que se callara. También resolvió cambiar
Han ordenado cerrar los parques. El pecho que se hincha mientras corre dióxido de nitrógeno. En algún sitio de su pulmón izquierdo hay una casi hormigón aguardan las madres que niegan los crímenes de sus hijos mien salido del horno. Vita imagina la sala de interrogatorios donde un det que se confiese autor de una muerte por ictus o neumonía. Sigue corriend algún barrio de la periferia. Con la fatiga, las neuronas se asemejan 44
EN·KITCHEN·KITCHEN· KIT-
una cena. Estás invitadísima. I would oon.
osas, brócolis de un verde casi radiactivo entos escasean y se ve obligada a modificar aplicación de citas. Nadie quiere salir illas de correr y, al abrir la puerta, le como una seta venenosa. Un par de mujeres
e termina, le dijo una vecina durante los a que se desprendió de su rostro arrugado e alargaron como las patas de una araña ta. El cuerpo de la mujer se inclinó hacia universo. Supo que iba a desmayarse cuando ciencia reparó en que la mesita de noche diciéndole que en el hospital le habían iera a la enfermera, una tal Lourdes, todo ina aún se agitaba en el interior de los on fuerza porque acababa de descubrir que a madre, el líquido de la vía intravenosa. a cromática.
es que aún estaba en la universidad. Vita ibo que acompañaba su margherita. Decidió l papel. Aquel día la tristeza diluviaba ayuda que sus amigas le habían regalado. Edgar inundó el apartamento. Bebieron la miradas cinematográficas que acostumbraba n la ketamina de su acompañante.
brí dos ventanas paralelas en la pantalla sultados de teclear “young Stalin” en el de pizzería.
e hace las veces de hogar de acogida del ita de muñecas. Dentro de los edificios de ntras sujetan el bizcocho de limón recién tective guaperas presiona al acusado para do y, con ella, la mancha marrón. Está en a los huevos estrellados. 45
CHEN·KITCHEN·KITCHEN·K
La locura es una cocina muy limpia abarrotada de electrodomésticos a la que una siempre puede regresar. El aire condenado por los telediarios le provoca un ataque de tos en su trote de vuelta. Enfebrecida, acaricia la piel que la reviste y se recrea en una modalidad de existencia plácida, envasada en una bandeja como los cortes de carne que escasean. Está muy cansada y la luz de la tarde que ilumina los medicamentos es idéntica a los rayos que embelesaron a Eva, incidentes sobre el enigmático fruto. Si aguza los oídos, la serpiente edénica sisea en todas las lenguas. Con paso titubeante, Vita se dirige a la cocina, traicionando el relato bíblico. Reproduce algunos gestos que se materializan en un magma verde similar a la pintura de las paredes de los hospitales públicos. Luego del borboteo, guarda la sopa de pepino en la nevera. Extiende un mantel de picnic sobre la terraza de tres metros cuadrados que no había vuelto a pisar y riega el ya de por sí hinchado ejército de cactus geométricos que ocupa el espacio restante. Lleva un tiempo sin pensar en la imagen de la sábana de amapolas con la que cubrieron a Lukas unas vecinas del barrio, las primeras en contemplar aquel mejunje de intestinos desparramados muy cerca del puesto de verduras que solía montarse cada martes. Han pasado noventa días desde que él dejó la regadera junto a las macetas que ella había decorado con tanto esmero, para después lanzar una rápida mirada a la cazuela que contenía calabaza en ebullición y saltar. Vita tiene hambre. Al menos esa soledad pegajosa y silente ha dejado de impregnarla.
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Rodeada de innumerables mitos, la olla a presión es probablemente la menos comprendida de las piezas de cocina. 46
negativedialecticsandglitter
Al principio todos estaban muy pendientes y no se saltaba las sesiones de terapia. Incluso hizo nuevas amistades con los pacientes que acudían a los encuentros grupales. La fase de negación la fagocitaron los ansiolíticos, que lamían el cerebro de Vita para luego devolverlo a la realidad mientras cocinaba ratatouille y bebía una copa de vino blanco tras otra. Organizaba cenas donde nunca probaba un bocado y, si lo hacía, alumbraba la certeza de que las horas que pasaba moviéndose a los lados de la encimera le proporcionaban un efecto meramente analgésico. Los platos que ponía ante los ojos condescendientes de sus comensales tenían el sabor del cartón que sirve de soporte a las entregas por fascículos de maquetas del cuerpo humano. La falsa normalidad los agotó a todos por igual.
KITCHEN·KITCHEN·KITCHEN
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PESO...EL PESO...EL PESO...
el peso la pesadez dolores sin rostro ni nombre una corazonada abstracta sin nombre ni rostro siguiera mundo, ¿podría una mota de polvo cargar sobre sí el peso del mundo? el mundo que se derrumba ante mis ojos arrastrando a mi alrededor el futuro y miles de cuerpos tal vez el mío sollozo en mi trinchera un lugar privilegiado desde el que observar la guerra un profundo teatro donde representarla y un cuerpo demasiado frágil que tiembla al oír disparos
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.EL PESO... PESO...
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3. El argumento de la contingencia de Fernando Simón “La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Fernando Simón” 4. El argumento de los grados de perfección de Fernando Simón “La cuarta vía se toma de los grados que se encuentran en las cosas. Pues se encuentra en las cosas algo más y menos bueno, y verdadero, y noble, y así otras cosas semejantes. Pero este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se aproximan más o menos a lo máximo. Así, caliente se dice de aquello que se aproxima más al máximo calor. Hay algo, por tanto, que es verísimo y óptimo y nobilísimo; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son máximamente verdaderas, son máximamente seres, como se dice en II Metafísica. Pero lo que es máximamente tal en algún género es la causa de todas las cosas que son de ese género, como el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el mismo libro, del mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su ser, de su bondad, de cualquier otra perfección, y a éste le llamamos Fernando Simón” 5. El argumento teleológico sobre Fernando Simón “La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Fernando Simón” Para clausurar esta exhortación a modo corolario final, concluimos que Fernando Simón, así como el Ser, se dice de muchas maneras; siendo todas ellas co-participes de la sublimación de nuestro imaginario simbólico colectivo hacia todo aquello que referencia al Ser. Fernando Simón es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son, en cuanto que no son. La comprensión de Fernando Simón se da en nosotros por medio de la más pura anamnesis, siempre estuvo ahí para nosotros aun cuando no recordábamos su existencia. En definitiva, la pregunta no debería ser: ¿qué es Fernando Simón para mí?; 51 por el contrario, debería ser: ¿qué es Fernando Simón para nosotros?
Ratas, banderas y una
plataforma
de afectados
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R
RATAS·RATAS·RATAS·RATA “En un amor, la mayoría busca una patria eterna. Otros, aunque muy pocos, un eterno viajar. Estos últimos son melancólicos que tienen que rehuir el contacto con la madre tierra. Buscan a quien mantenga alejada de ellos la melancolía de la patria. Y le guardan fidelidad”. Walter Benjamin
En el piso compartido nos hemos propuesto reciclar. Aunque para ser honestos, la propuesta fue mía. La condición: Saca tú las bolsas de basura. Bueno, está bien, le dije a C., la compañera de extraña relación sentimental con su gato, el Sr. Emil. ¿Pero quién le va a decir algo? Su papá se fue de casa cuando tenía 2 o 3 años (nunca dice la fecha exacta). Así que entiendo que el gato viene a realizar la transferencia simbólica del destino edípico. Bueno, está bien, le dije a M., nuestra compañera y arrendadora. M. es una chica maja, para qué negar. Aunque su papá es un policía de clase media en un barrio de clase baja y, a veces, entre sus discursos oigo la voz del progenitor y se me atraganta la comida. Entonces decido morderme la lengua: «No le digas que el clasismo de su papá obedece a que tienen la mejor casa de un barrio obrero», me digo a mi misma. Después, saboreo los espaguetis con la sangre en mi boca, y el metal me acaba mandando directa al baño para hacer un ménage a los romanos. Pero yo no como de nuevo. Ya es suficiente. Bajo las bolsas a los contenedores de reciclaje. Hay montones y montones de basura acumulados. Es cosa de los gitanos de este puto barrio, argumenta M., no, es que acá no se toman tantas molestias en recoger porque es un barrio de pobres, dice la mamá-hija del Sr. Emil. Yo simplemente, cada vez que tiro las bolsas de basura me alejo como un metro y voy atinando en el agujero las bolsas como una baloncestista del all-star. Esto, mientras las ratas comienzan a salir de los escombros asustadas por el ruido. «“Pobrecitas ratitas”, pienso. “Tienen más miedo de mí que yo de ellas"». Y aun así, incapaz de acercarme a la zona 0 de los contenedores, cierro el rostro muerta del asco para que no me rocen los pies con sus enormes rabos. A raíz de estas circunstancias, he decidido dejar de reciclar. Sabía que se te pasaría, dice M. victoriosa. Mientras tanto, la mamá-hija del Sr. Emil me dice que si quiero ella me acompañará la próxima vez con un palo de madera, por si alguna rata osa atacarme. Yo le digo: Bueno, está bien. Ayer, mientras tiraba las botellas de sidra que compramos para celebrar la entrada en fase 1, mató dos ratas de un solo golpe, la muy burra. Al volver al piso, rompí en llanto en mi habitación. 53
RATAS· RATAS· RATAS· RAT Los cadáveres de las ratas rozaban fantasmales mi cuerpo en la cama. Aquella noche, me puse la mascarilla y los guantes de látex y recogí los cuerpos de las ratas, dispuesta a enterrarlas en el parque de al lado. Escribo esto desde el hospital, por lo visto, he cogido una infección. Pero no os preocupeis, no es Corona. Es solo que una de las ratas, todavía moribunda, me mordió el brazo y ahora estoy en urgencias aguardando la antirrábica. Desde la aséptica sala de espera, puedo oír la voz del papá de M. a través de sus labios; esto te pasa por ir de íntegra en este puto barrio de mierda, hasta las ratas te dan una puñalada trapera cuando intentas ayudarlas. Lo mismo con las ayudas del Estado. España se va a la mierda. Me retuerzo de dolor por la mordedura del brazo. Creo que, finalmente, voy a dejar de reciclar. Al menos por un tiempo, hasta que se me cure la herida. La Pizarnik de Vallekas
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TAS·RATAS·RATAS·RATAS·
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BANDERAS·BANDERAS·BA No me hace falta salir de casa. Miro por la ventana y decenas de banderas de bicolor agresivo con un lacito negro invaden mi dormitorio. Su país está de luto. ¿Y el nuestro? Me pregunto si son los muertos los que lloran, me pregunto si son los muertos los que ponen un enorme lazo sobre sus cuerpos finados mientras eligen el papel de regalo. Me pregunto si los muertos quieren banderas bicolores en los balcones para sentirse divinos e importantes. Miro las banderas desde la ventana, el edificio de enfrente cuenta con un vecino que ha colgado una tan larga que parece envolver un féretro hecho de macetas florales compradas en el supermercado. No la ha cambiado desde el conflicto catalán, tan solo le ha adherido un complemento: el lacito negro que indica exactamente quiénes son los culpables. La causa y el efecto se entrelazan en sus cabezas con la misma eficacia con la que un niño pequeño aprende a sumar mientras chupa su dedo gordo. A mi madre le molesta la vieja de al lado que golpea las cucharas a las 20h, haciendo un ready made con el mismo utensilio que luego lleva a la boca de un marido con Alzheimer y muy mala hostia: ¡Otra vez esta mierda, Vicenta! ¡¿Por qué no te metes las putas lentejas por el culo, zorra?! Me pregunto si los muertos escuchan las caceroladas con un sound system de ultratumba montando una fiesta perpetua. Me pregunto si los muertos encienden el telediario y aglutinan sus voces ceniza para encomiar un discurso o guillotinar verbalmente al adversario. El otro edificio cuenta con tantas banderas que me temo un concurso vecinal al más patriota, comprando con el bote de la comunidad una cesta navideña para regalarla y brindar con un champagne de gama media la victoria. Esa noche, los ganadores harán el amor mientras el niño se tapa las orejas con la almohada. Entre gemidos y palabras en catalán aprendidas de una serie de adolescentes cancerosos emitida por A3 , se ponen cachondos entre ellos. Ella se viste con un salto de cama negro a juego con el lacito que ha puesto en su bandera. El marido la aprieta contra la pared clavándole el sexo: Digues-m'ho, digues-m'ho Laura, que és el que vols que et faci? Mientras, ella repasa la lección entre la asfixia por las manos del marido alrededor de su cuello de cisne. Vull que em folles si us plau, Molt dur, molt dur.
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ANDERAS·BANDERAS·BAND El niño se levanta de la cama con el peluchito y mira por la rendija: papá y mamá ayer estaban haciendo cosas de mayores. ¿Cosas de mayores?, dice la mucama escandalizada, que evitará la conversación con los señores para no perder su puesto de trabajo y le contará a las otras mucamas del barrio entre risas la anécdota del niño estúpido. La mucama le da un abrazo, no te preocupes, estas son cosas que pasan. El niño español desliza su manita a la mucama por la raja de las medias y ésta le explica muy pedagógicamente por qué eso no se hace. Me pregunto si los muertos con sus manos ceniza se buscan las rajas de las medias, me pregunto en qué idioma se exaltan e impugnan los diarios de televisión retransmitidos en las pantallas de sus sepelios, me pregunto qué tipo de bailes danzan al ritmo de las caceroladas, y si después de la fiesta orgiástica cada uno vuelve a su urna o se envuelven en una nebulosa para sentirse, por fin, igualados en comunión plenaria. Oliverio en Chamberí
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PAC·PAC·PAC·PAC·PAC·PA Primera reunión de la PAC (Plataforma de Afectados por el Confinamiento), subsección N·15., PIAC (Plataforma de Insomnes Afectados por el confinamiento). Terapeuta 1.- Me han gustado mucho vuestros escritos. El insomnio es una enfermedad contemporánea, aunque es cierto que ha habido muchos a lo largo de la historia. Por ejemplo, Cioran, que escribía sobre las facultades que se activan durante la noche. Estos ejercicios han servido para poner en común la imaginación, en lugar de reprimirnos o sentir que no estamos siendo productivos, la escritura nos permite liberar las latencias del inconsciente y hacernos ver lo que de verdad importa. ¿Alguna pregunta? Oriol.- Bueno. Mi nombre es Oriol Afectados: Hola Oriol Oriol.- Y llevo 3 días sin dormir. Afectados.- (Aplauso). Oriol.- No sé si es cierto lo del inconsciente y lo de "lo que de verdad importa". Pero yo me inscribí en el foro para poder conciliar el sueño. Y quiero decir, que personalmente la escritura no me ha servido para eso, sino para desahogarme, y a veces ni siquiera lo conseguía, sino que me envolvía más en mis fantasmas. Entonces, ¿cómo se supone que vamos a mejorar? Terapeuta 2.- Buenos días Oriol. En la P.I.A.C nos tomamos muy enserio poner en valor las conductas que la sociedad medicaliza. Es decir, en lugar de entender a los afectados como una masa informe. Paula.- ¡De zombies! Afectados.- Ja ja ja ja. Terapeuta 2.- ¡Ja ja! Sí eso, de zombies, gracias Paula. Decía, que en lugar de que la afección sea algo que nos condicione por 58
AC·PAC·PAC·PAC·PAC·PAC·P lo negativo, tratamos de rescatar los rasgos diferenciales de la misma. En la PIAC nos gusta pensar que de este modo acompañamos a los afectados, en lugar de tratarlos con paternalismo y pensar que son cosas rotas que hay que curar. Jandra.- Pero, disculpe… En mi caso, bueno, hola a todos. Me llamo Jandra y llevo 4 días sin dormir. Afectados.- Hola Jandra. (Aplauso). Jandra.- En mi caso padezco insomnio desde hace 10 años. Todo comenzó en el instituto. Yo entonces era extremadamente tímida, y me quedaba sin dormir durante días a posta para conseguir “el subidón” y así poder hablar con la gente sin que me temblase el cuerpo. Al final, he convertido el insomnio en un estilo de vida, en una forma de relacionarme con los demás y con el mundo. Quiero decir, que estoy aquí para compartir experiencias, no pretendo “curarme”, o algo así. Terapeuta 1.- Me parece muy interesante lo que dices, Jandra, y te doy las gracias por compartirlo con nosotras. En mi opinión, hay que quitarle el estigma de enfermedad al insomnio. La enfermedad, o lo patológico se opone a la normalidad, ¿no? Afectados.- ¡¡¡Síííí!!! Terapeuta 1.- Bueno, en ese caso, lo normal parece ser dormir entre 7 u 8 horas. Al menos, lo que la O.M.S recomienda en adultos. Pero esto es porque la normalidad se considera respecto al modelo de producción neoliberal, ¿no? Afectados.- ¡¡¡Sííí!!! Terapeuta 1.- ¡Pues bueno, chicos! El problema está ahí. En que lo normal sea el modelo de producción. Te dice por una parte que debes descansar entre 7 u 8 horas. Pero también se obliga a ser productivo las 24 horas del día. Por eso, el primer paso consiste en desacralizar ambos mitos, en ponerlos en cuestión. ¡Que os quitéis esa culpa! 59
PAC·PAC·PAC·PAC·PAC·PA Terapeuta 2.- Sí. Por eso os hemos pedido que durante estas semanas escribiéseis en el foro de la PIAC. Para que podamos ver que la percepción del insomne es rica en simbolismos, es diferencial. El confinamiento nos ha dado la oportunidad de hacer pause y desacelerar las vidas para cuestionarlas. Cada uno con la suya, por supuesto. Ahora, si os parece bien, podemos empezar a conocernos. ¿Nos tomamos un café en la cantina de la PAC para establecer relaciones? Terapeuta 1.- ¡Pero no les animes a un café, mujer! Afectados.- Ja ja ja ja. Querido diario: No sé ni por dónde empezar… tan sólo quisiera decirte, que esta noche por vez primera, desde hace 10 años, he dormido del tirón. Nunca antes me había sentido tan a gusto. Ayer, en la primera reunión de la PIAC, conocí a Oriol. Ya le había visto escribir antes en el foro, con el pseudónimo de Oliverio en Chamberí. Reconozco que al principio, pese a mi curiosidad inicial, sentí algo de rechazo por él. Me parecía el típico chico crecido en un barrio bien que se ha pasado viendo películas de Éric Rohmer y quiere ser un joven nostálgico à la nouvelle vague en un Madrid que desahucia a sus vecinos. Y la verdad, un poco es así, pero no solo eso… Oriol y yo nos pusimos a hablar tomando un café en el descanso de la sesión de la PIAC. Hablamos de tantas cosas… de nuestro insomnio, de cine, de literatura (a ambos nos apasionan los argentinos) y bueno, tantas y tantas cosas… Después nos fuimos a pasear por Lavapiés. Siempre he tenido una mirada tremendamente escéptica ante los barrios gentrificados. Pero, no sé, con Oriol pude reencantar ese Madrid perdido, como en una película de Jonás Trueba que sobrevive más allá del instante. Oriol me contaba que era la oveja negra de su familia porque había decidido estudiar literatura. Ahora, “se comía un poco los mocos” y tenía que seguir viviendo en casa de su madre, una mujer que se había vuelto a casar con un padrastro opresor, como el de la carta de Kafka, me dijo. A veces, tenía la sensación de que yo le parecía un animal exótico de la periferia: la peluquera con pintas de gótica que lee libros en los descansos y que da clases 60
AC·PAC·PAC·PAC·PAC·PAC·P de español a los menores no acompañados los fines de semana. La rarita, la flor que crece entre las malas hierbas. Pero sé por experiencia que el insomnio acarrea este tipo de sospechas, a veces totalmente infundadas… esa desconfianza hacia todo el mundo. Decidí darle una oportunidad. Luego me dijo que nunca había estado en Vallekas. Cogimos el metro y lo llevé al Cerro del Tío Pío, el punto más alto de todo Madrid. Dijo que nunca había visto algo tan bonito, tan puro. Pronto, nos comenzamos a besar… Le dije a Oriol que en mi casa había una azotea, por si quería seguir disfrutando de las vistas de Madrid que se ven desde los barrios del sur. Él me dijo que encantado. En la azotea, mirando las estrellas y las luces, mientras bebíamos unos bloody marys que había preparado, volvimos a besarnos… Bajo la noche estrellada, hicimos el amor. Oriol me amó como nunca me habían amado, como el que dibuja un poema en el cuerpo, lentamente, con cariño y cierta devoción. Luego bajamos a mi habitación, y dormimos… Bueno, yo al menos si. Dormí plácidamente, nunca había dormido así. Totalmente acurrucada en sus brazos, desnudos. Esta mañana, cuando me he despertado Oriol ya no estaba… Temo mucho que se haya sentido comprometido, o que tal vez no haya podido dormir. Ha dejado una carta perfumada en la mesilla de noche. No he querido leerla hasta ahora, porque necesitaba comunicar todo esto, aunque fuese a ti, querido diario. Necesitaba disfrutar de la mañana, de los pájaros, del viento que entra por la ventana, antes de volver a la realidad.
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PAC·PAC·PAC·PAC·PAC·PA Querida Jandra: Espero que no te hayas tomado mal mi marcha de esta mañana. Lo cierto es, que no pude dormir. Jandra, ayer el día fue perfecto, perfecto. Nunca había vivido algo así. Eres tan, tan pura… eres lo que siempre he querido ser, Jandra. La imagen perfecta, por fin ante mi, como un espejo que me dice todo lo que no soy… que me recuerda mi origen acomodado, mi indigencia emocional, mi impostura de querer ser un romántico y solo ser un niñito burgués. Y tú, Jandra. Que eres la aspiración máxima a la que se puede llegar, me sentí tan vulnerable, tan falso a tu lado… luego me di cuenta de que no, de que no eras tú. De que no debía culparte por ver mi rostro deformado en tu espejo de carne y huesos humanos. Querida Jandra, ayer todo fue perfecto. Pero, pero siempre hay algo que me atormenta, algo que me devuelve la imagen mediocre… entonces ya no era a ti a quién debía culpar.
Querida Jandra, esta mañana, te he dado un beso de despedida. Por fin me siento libre. Tu presencia me ha purificado, ahora soy Otro. Siempre te lo deberé a ti, con cariño, mi dulce, dulce Pizarnik de Vallekas. Eternamente tuyo, Oriol. 62
Palmbräu Reafirm
Sin embargo, cuando trataba de dormir, contigo desnuda a mi lado, no se me dejaba de clavar en el cerebro la imagen de la bandera de España con el lacito de tu compañera de piso. “¿Qué estás haciendo en mi sueño?”, pensaba constantemente… No podía soportarlo. Tener que aguantar eso yo, vale. Porque soy un ser imperfecto. Pero tu, mi amor, Jandra, alma bella. Tu no deberías soportar nunca estas cosas… me levanté de la cama, y el Sr. Emile, ese gatito bola de pelo, no paraba de juzgarme con sus ojos. No tuve más remedio, Jandra. Llené la bañera con agua y asfixié al Sr. Emile, ese padre castrador, para liberar a tu compañera de piso y a todos nosotros de su mirada inquisidora. Después, fui a la habitación de tu compañera. Me deslicé hasta su balcón, y cogí el lazo negro que ondeaba con furia en la bandera amarrada a las rejas. Sigilosamente, me acerqué hasta su horrible cuerpo desnudo, y la estrangulé con fuerza. No le dió tiempo a reaccionar. No se lo esperaba, la muy estúpida.
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