Texto: Jn 20,19-31 - 2 de Pascua -AComentarios y presentación: Mariasun Gutiérrez. Música: Mozart. Sinfonía Nº 11.
El encuentro con Jesús resucitado es un regalo. Los discípulos no hacen nada para provocarlo. provocarlo Los relatos insisten en que es Jesús el que toma la iniciativa. Es él quien se les impone lleno de vida, obligándoles obl g ndoles a sal salirr de su desconc desconcierto erto e incredulidad. ncredul dad. Se pone repetidamente en sus labios un saludo significativo: “La paz con vosotros”. El resucitado les regala g la paz p y la bendición de Dios. Jesús sigue siendo el mismo. Esa era la paz que infundía cuando caminaba por Galilea. Este es también ahora el gran regalo que Dios ofrece a todos sus hijos e hijas por medio de Cristo muerto y resucitado: el perdón, la paz y la resurrección. José Antonio Pagola. “Jesús: aproximación histórica”.
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa,, con las puertas p cerradas por p miedo a los jjudíos.
Vivir “al anochecer”, “con las puertas cerradas”, “con miedo a las autoridades”, es seguir en lo antiguo, no haber visto ni experimentado al Resucitado. Vivir como personas ocultas, replegadas, a la defensiva, es propio de quien no tiene mensaje, alegría, ilusión ni vida que transmitir. Jesús abre las puertas que cierra el miedo, el formalismo, la inercia, la cobardía...
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: -«Paz a vosotros». vosotros».
Jesús no contempla la existencia humana como un espectador, desde fuera. Él está en el centro de nuestra vida, en el centro de nuestros dolores y alegrías, de nuestros anhelos, inquietudes y esperanzas. Sana, salva, libera... desde dentro, dando a todo sentido. Desear paz es ofrecer luz, confianza, esperanza de un futuro siempre nuevo que se abre con la Resurrección de Jesús.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Señor Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, enviado así también os envío yo» yo».
Jesús es nuestra alegría y nuestra paz. La armonía con nosotros mismos y con los demás, con la naturaleza y con Dios. Todos somos enviados a hacer lo que hemos visto hacer a Jesús, a continuar y actualizar su vida y su mensaje. El encuentro con Jesús resucitado transforma a las personas, llena la vida de alegría, g , ilusión y paz p auténtica. Libera del miedo, abre nuevos horizontes e impulsa a dar testimonio creíble de la Buena Noticia, a construir el Reino, a hacer visible su Presencia.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo;
El Espíritu es el gran don de la Pascua. Jesús nos envía su Espíritu, su Aliento, su Ánimo, su Vida para que nos empapemos de Él, y lo contagiemos y comuniquemos a los demás. demás De forma que el mundo identifique fe en Jesús con personas alegres alegres, sensibles y luchadoras por una vida mejor, más libre, plena,justa y feliz para todos. “El Espíritu no quiere ser visto, sino ser en nuestros ojos la luz”. (Urs (Urs von Baltasar)
a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
El perdón es fruto de la paz, es la virtud de la persona nueva y resucitada. Quien se siente y se sabe gratuita Q g e incondicionalmente perdonado p se capacita para perdonar. El perdón despierta esperanza y confianza en quien perdona y en quien es perdonado. Perdonar es parte de la misión encomendada por Jesús a todos sus seguidores y seguidoras: “Perdonaos unos a otros”. Todos estamos llamados a ser, de múltiples maneras, signos y fuente del perdónperdón-compañíacompañía-acogida... que es Dios.
Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Señor » Pero él les contestó: - «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado costado, no lo creo.» creo »
¿He visto al Señor? ¿Dónde, cuándo, en quién lo veo? ¿A quién se lo cuento? Es una suerte y un alivio que q en el Evangelio g aparezcan p personas p como Tomás,, personas que dudan, que tienen dificultades con la fe. Nos resulta fácil identificarnos con él. A veces nuestra fe quiere certezas -ver y tocartocar-, convencernos por la propia experiencia más que por la de otras personas. En esos momentos nos tranquilizará recordar que “la fe es la capacidad de soportar dudas”. (Cardenal Newman)
La duda puede tener también sus aspectos positivos. D d puede Dudar d significar i ifi que no ponemos nuestra confianza fi en cosas superficiales, que somos peregrinos siempre en búsqueda. Dudar puede significar que nuestra fe no se b basa sólo ól en llo que nos h han transmitido, t itid sino que, además de ser don de Dios, es también conquista nuestra, que pide nuestro "sí" personal, en medio de la ventolera de ideas que haya a nuestro alrededor, alrededor que pueden hacer tambalear nuestras seguridades en un momento determinado. Podemos aprender de la duda de Tomás a despojamos de falsos apoyos, a estar un poco menos seguros de nosotros mismos y aceptar la purificación que suponen los momentos de búsqueda e inseguridad.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» vosotros » Luego dijo a Tomás: - «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, incrédulo sino creyente.» creyente » Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
El empeño de Jesús le hace atravesar, en dos ocasiones, las puertas cerradas. Jesús se acerca a Tomás con amor y simpatía. p La misma actitud que q tiene con nosotros. Acompaña nuestra búsqueda y, cuando dudamos, está más cerca de lo que pensamos. Del más “incrédulo” brota una gran confesión de fe : “Señor mío y Dios mío”. Jesús sigue mostrándonos sus llagas, para que le reconozcamos en ellas y, como a Tomás, sigue invitándonos a tocarlas y a aliviarlas en tantas personas heridas en el alma y en el cuerpo.
Jesús le dijo: “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto visto”.
La duda de Tomás consigue el gran regalo de la última bienaventuranza de Jesús para los cristianos de todos los tiempos. p p Ojalá j que q las personas p que q no "ven" a Jesús puedan descubrirlo por el testimonio de quienes se consideran sus seguidores y seguidoras. Si el testimonio de los creyentes y de la comunidad eclesial fuera de unión, acogida, alegría, apertura, solidaridad, valentía, compasión, pobreza, servicio, entusiasmo, paz, ilusión, sinceridad... Si el testimonio fuera realmente EVANGÉLICO, seguramente no se necesitarían milagros ni apariciones para creer en Jesús.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías Mesías, el Hijo de Dios Dios, y para que que, creyendo creyendo, tengáis vida en su Nombre
El evangelio g está escrito «para p que q creáis» y así «tengáis g vida en su nombre». La fe provoca las actitudes propias de quien se sabe querido, protegido y acompañado. Nuestra fe y adhesión a Jesús se traducen en signos de vida para el mundo. Nuestros signos son vivir como personas resucitadas y resucitadoras, sin miedo, en paz, con entusiasmo y alegría, porque tenemos misión, porque Jesús está en medio de nosotros. ¿Soy consciente de que mi fe, si es auténtica, ha de traducirse en signo y misión?
Danos, Señor, aquella Paz extraña que brota en p q plena lucha como una flor de fuego; que rompe en plena noche como un canto escondido; que llega en plena muerte como un beso esperado. Danos la Paz de los que andan siempre, siempre desnudos de ventajas; vestidos por viento d una de n esperanza sp n núbil núbil. Aquella Paz del pobre que ya ha vencido el miedo. Aquella ll P Paz del d l libre lb que se aferra a la vida. Paz q que se comparte p en igualdad g como el agua y la Hostia.
Pedro Casaldáliga.