Nacional

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Reportaje

EL Otro lado del burka ¿Libertad religiosa? ¿Sumisión de la mujer? Fátima Ramos del Cano Irene Sánchez López Carmen R. Sandianes Álvaro Méndez Macías Fernando Sosa Barrado

¿Derechos o imposiciones?


Dos miradas de

Lo que Occidente no comprende Fátima Ramos MADRID Aamaal (esperanza), Baasima (sonriente), Dilshad (de corazón alegre), Faatina (fascinante, encantadora, cautivante), Haneefa (verdad, creíble), Kamila (completa, perfecta), Mahasin ("que maravillosa"), Nabiha (inteligente), Malak (ángel), Phedre (aquella que brilla), Rakhshanda (brillante), Taslimah (pacificadora)… A pesar del significado de sus nombres, no siempre les es posible mantenerse sonrientes, esperanzadoras o brillantes. Muchas de ellas ni siquiera tienen la opción de hacer oír su voz, silenciada por siglos de educación, tradición y religión. Sin embargo, de vez en cuando el cine y la literatura nos acercan testimonios desgarradores de mujeres desgarradas, a las que ya solo les queda pensar que tal vez, salir a la luz ayude a otras mujeres. Este doloroso arte, esconde un deseo irrefrenable de acción, de cambio de situación, de empatía y solidaridad con quien tan sólo ha de tomarse la molestia de observar. Tomémonos pues un breve tiempo para agradecerles la enorme valentía de sus testimonios artísticos. El concepto de “honor” El afgano Khaled Hosseini, exiliado en Estados Unidos, se nutre de la dramática historia de su país para recrear la vida de dos mujeres, condenadas a sufrir los rigores de la política y la sociedad afganas. En “Mil soles espléndidos”, no sólo refleja la dureza de la justicia musulmana para con las mujeres, sino que nos introduce el siguiente tema a tratar: el uso de diversas prendas que oculten los rasgos de las mujeres. “Mariam no lo entendió entonces. No sabía lo que significaba la palabra harami, bastarda. Pero, por el modo en que Nana pronunció la palabra, Mariam dedujo que ser una harami era algo malo, aborrecible, como un insecto, como las cucarachas que correteaban por el kolba (…).A veces, decía Nana, desearía que mi padre hubiera tenido agallas para coger uno de sus cuchillos y

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Without voice / SHIRIN NESHA T

hacer lo que le exigía el honor. Tal vez habría sido mejor para mí (…)”. “Pero también los hay aquí, Mariam, esos hombres débiles, en este mismo barrio. Hay un maestro que vive calle abajo, Hakim se llama, y veo a su mujer Fariba caminando sola por la calle y sólo con un pañuelo en la cabeza. La verdad, a mí me avergüenza ver a un hombre que ha perdido el control sobre su mujer. (…) Mariam, algunos de mis clientes traen a sus esposas a mi tienda. Las mujeres vienen descubiertas, me hablan directamente, me miran a los ojos sin vergüenza. Llevan maquillaje y faldas. A veces esas mujeres incluso ponen los pies delante de mí, para que les tome medidas, mientras sus maridos se quedan mirando. Lo permiten. ¡No les importa que un desconocido toque los pies desnudos de sus mujeres! Creen que son hombres modernos, intelectuales, por su educación, supongo. No se dan cuenta de que están mancillando

su nang y namus, su honor y su orgullo (…). La médica se había quitado el burka y Mariam vio que tenía los cabellos plateados, los párpados caídos y pequeñas bolsas de cansancio alrededor de la boca. Quieren que operemos con el burka, explicó la doctora, señalando con la cabeza a la enfermera de la puerta. Por eso tiene que vigilar. Cuando vienen, me tapo. Lo dijo en un tono pragmático, casi indiferente, y Mariam comprendió que esa mujer ya había superado la etapa de la indignación. Vio en ella a una persona que se sabía afortunada por el mero hecho de seguir trabajando, porque era consciente de que aún podrían arrebatarle muchas más cosas (…)”. El uso del burka La periodista Reyes Monforte no dudó en novelar una de las más dramáticas historias radiofónicas de nuestro país. María Galera, mallorquina de nacimiento y af-

Women of Allah (5) / SHIRIN NESHA T


la misma realidad gana por amor, se encontraba atrapada en dicho país sin remedio. Monforte vio la noticia publicada en un diario español y no dudó en ponerse en contacto con su familia en España para intentar mantener una conversación vía radiofónica. Y lo consiguió. “Un burka por amor” es el resultado de este encuentro. “María se cambió rápidamente. A ella misma la sorprendió la destreza que había llegado a adquirir a la hora de ponérselo. En ese momento su mente se vio ocupada por un recuerdo en forma de imagen: el del primer día que se puso el velo islámico porque así se lo pidió su marido y porque así lo sentía ella, después de haberse convertido al Islam (…) María se sentía feliz y además se veía guapa. Quizá porque Nasrad le iba a gustar que la mujer que amaba

llevara velo, como todas las mujeres honradas y decentes en su país, algo que, sin duda, le haría muy feliz. Y de eso se trataba (…)” Samira Makhmalbaf es miembro de una de las familias más influyentes de la Nueva Ola del cine iraní (familia machacada políticamente, y como ella misma reconoce, convertido en nómada a causa de la censura. “Mi padre vive como un gitano para poder hacer el cine que le interesa”). Además, son los fundadores del Movimiento para la Educación niños afganos (ACEM) Su cine pesudodocumental, nos deja ver las verdades de un país rodado por sus propios habitantes, lo que le da un tono hiperrealista. En “A las cinco de la tarde” Samira Makhmalbaf nos remite a la caída del régimen talibán en Afganistán.

Women of Allah (3) /SHIRIN NESHA T

Waris Dirie, no más silencio en el desierto Waris Dirie (“Flor del desierto”) nació en el desierto de Somalia. Es hija de una familia nómada musulmana que se pasaba la vida yendo de un lugar a otro, en constante búsqueda de agua para los camellos. A los cinco años le practicaron la circuncisión femenina. Cuando su padre le quiso hacerse casar con un hombre mucho mayor que ella, decidió huir. En 2001 creó la fundación Desert Dawn, destinada a ayudar a los niños de Somalia y a erradicar la práctica de la mutilación genital femenina. Tan sólo un breve fragmento de la primera de las obras basadas en su vida basta para comprender la gravedad de dicha tradición, que no hace sino cortar el alma de las mujeres. “(…) Llegó el momento de la ablación, es decir, la circuncisión, de mi hermana mayor, Amam. Yo, como todas las hermanas menores, sentí envidia, celos de que ella entrara a formar parte de este mundo de adultos que todavía me estaba vedado. (…) En Somalia se cree que entre las piernas de las chicas existe algo malo, partes del cuerpo con las que nacemos, pero que no son limpias. Estas cosas tienen que extirparse, de modo que les cortan el clítoris, los labios internos y gran parte de los labios externos de la vulva, luego cosen la herida y dejan una cicatriz donde antes estaba el órgano genital. Sin embargo, los detalles de ritual son un misterio, algo que nunca se explica a las chicas. Sólo saben que, llegado el momento algo especial les sucederá. En consecuencia, todas las chicas somalíes aguardan expectantes la ceremonia que las trasformará de niñas a mujeres. (…). La gitana acudió. En nuestra comunidad se la considera muy importante,

no sólo porque posee conocimientos especializados, sino también porque gana mucho dinero con las ablaciones. El pago por este procedimiento supone uno de los mayores gastos de una familia, aunque se ve como una buena inversión, pues sin él las niñas no pueden entrar en el mercado matrimonial. (...). Con los genitales intactos, son indignas, zorras inmundas que ningún hombre se rebajaría a tomar por esposa. De modo que la gitana, como la llaman algunos, es un miembro importante de nuestra sociedad, aunque yo la llamo la Asesina, por todas las niñas que se han muerto en sus manos. (…) Sentí la hoja embotada atravesar mi piel, de arriba abajo, serrándola. Sinceramente, cuando pienso en ello, me cuesta creer que me ocurrió a mí. No existen palabras para describir lo que se siente. Es como si alguien te rebanara el muslo o te cortara el brazo, sólo que lo están haciendo en la parte más sensible de tu cuerpo. Sin embargo, no me moví ni un centímetro. Quería que mamá se sintiera orgullosa de mí (…)”. En 2002 abre la Conferencia Mundial contra la Mutilación Femenina con el ya conocido como “Waris Manifesto”, en el que exije, entre otras cosas, que todas las comunidades religiosas adopten una postura clara en contra de la práctica de la mutilación genital o la consideración de dicha práctica como una tortura y no como un mero elemento cultural.

El régimen ha tenido una dedicación obsesiva a regular todo lo que pueden hacer o decir las mujeres, hasta tal punto que más de una cuarta parte de la legislación trataba exclusivamente del comportamiento de las mujeres. En público, las ciudadanas del califato sólo pueden mostrar las manos y los ojos, y el burka se considera la manera más decente de vestir. Además, deben llevar calcetines blancos y tienen prohibido hacer ruido al caminar. La conducta del sexo femenino no está menos regulada. Las mujeres no pueden reír en la calle, deben caminar cinco pasos por detrás de su marido (u otro familiar varón) y no pueden levantar la voz fuera del hogar. Cuando están entre las paredes de su casa no pueden tampoco sentarse si hay algún varón de pie. Tienen prohibido acercarse a las ventanas y hablar salvo que alguien les pregunte. Resulta indescriptible el gesto con el que Noqreh, nuestra heroína de la cinta, reacciona al oír sus pasos, por vez primera c o n unos z a -

patos de tacón. Sin embargo, lo sigue haciendo a escondidas, su satisfacción sigue estando ahogada, al igual que sus aspiraciones. A pesar de la caída del régimen, y de la reapertura de las escuelas para mujeres, Noqreh no tiene más remedio que ocultar a su padre que asiste a la misma, y mucho menos reconocerle que, su fin último no es otro que llegar a ser Presidente de la República. Su hermana, Hana Makhmalbaf, nos dejaba para el recuerdo una de las escenas más hirientes del cine de los últimos tiempos con su película “Buda explotó por vergüenza”. Baktay, una niña afgana de seis años, es instada por su compañero Abbas a hacerse la muerta para evitar que el resto de compañeros la acaben lapidando de verdad, a imagen y semejanza de sus mayores (de igual forma que es obligada a cubrirse la cabeza con una bolsa de papel al grito de impura). ¡Muérete Baktay, muérete!. Si no nunca te dejarán en paz. Demasiado duro para digerir. Lo cierto es que Siddiq Barmak tampoco se queda atrás. Su película “Osama” regresa al Afganistán más prohibitivo, para relatarnos la vida de una familia en la que tan sólo han sobrevivido a la guerra abuela, madre e hija. Para poder sobrevivir, la más joven de la familia, de apenas doce años, se ve obligada a hacerse pasar por chico (Osama) y

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así poder trabajar. Una vez descubierta su verdadera identidad, Barmak consigue que al espectador se le remuevan las entrañas. La mutilación genital femenina, ablación o salindé “Moolaadé”, palabra africana con que el director de cine Ousmane Sembene titulaba la segunda película de su trilogía sobre los heroísmos cotidianos en África, significa protección, derecho de asilo. Así, en África, quien pide moolaadé pide asilo, y quien da moolaadé está protegiendo a quien huye, siendo esta protección inviolable e incuestionable por los miembros de la comunidad en la que se invoca. Y es que, sin leyes escritas, ni complejos reglamentos meticulosamente articulados, el moolaadé es una convención oral con valor jurídico pleno que, transmitida de ge neración en generación a través de leyendas narradas, posee unas reglas y decretos que toda la colectividad conoce, reconoce y respeta incondicionalmente. Es precisamente solicitando moolaadé como da comienzo la

película de Sembene. Unas niñas africanas huyen del rito de la ablación y se refugian en casa de una mujer del pueblo, Colle Ardo Gallo Sy. No es casualidad. Colle es conocida en el poblado por ser una firme detractora de dicha práctica, habiendo impedido unos años atrás la ablación de su propia hija. En la actualidad, niñas de más de veinticinco países africanos son sometidas a la ablación o “salindé” como parte de unos ritos tradicionales de purificación en los que mueren gran parte de las pequeñas (por hemorragias, infecciones o complicaciones de índole similar). Sembene quiso emplear su película como revulsivo para concienciar al público espectador europeo, porque, ¿qué sucedería si sus personajes cobraran vida y buscaran refugio no en casa de Colle, si no en la frontera de alguno de los países de la Unión Europea? En el caso de España, si se presentaran solicitando refugio se toparían con una Ley de Asilo que, desde el año 2007 (y como consecuencia de la Ley Orgánica

Agencia AP

para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres), incluye una nueva Disposición Adicional para que dicha Ley de Asilo sea de “aplicación a las mujeres extranjeras que huyan de sus países de

Libertad de expresión Shirin Neshat, reconocida artista visual iraní, logra transmitirnos a través de su obra tanto fotográfica (en la que ella misma se hace víctima) como audiovisual, la rabia contenida que la llevó centrar su carrera en la absoluta falta de libertad de las mujeres. Si bien es cierto que cuenta con la ventaja de haber abandonado su país antes de la Revolución Islámica, es precisamente el impacto que le produjo ver la situación a su vuelta lo que convierte en especialmente evocadora a su obra. Sobran las palabras...

Fotograma de su film “Women Without Men”

De izquierda a derecha: Rebellious Silence, Women of Allah (1), Autorretrato y Women of Allah (2) 4

origen debido a un temor fundado a sufrir persecución por motivos de género” (incluyéndose en este apartado, no sólo la mutilación genital, sino también los casos de prostitución forzada, de

explotación sexual, de persecución motivada por la orientación sexual, de crímenes de honor o de otra violación grave de sus derechos fundamentales por motivos de género).


La cárcel de la libertad

El aroma de la libertal / SOCIEDADPOÉTICA

Carmen Sandianes MADRID

El islam puede fascinar y despertar odio al mismo tiempo. Puede llegar a irritar a quienes no lo conocen y sembrar inquietud entre la población que considera esta religión a años luz del cristianismo. Muchos piensan que quienes pertenecen a esta cultura, forman parte de una esfera dentro de la sociedad que puede perjudicar, de algún modo, a la evolución de Occidente. Como muchos pueden saber, el islamismo gira en torno al Corán, su libro santo y sagrado. Este libro para los musulmanes significa mucho más que el compendio de valores y normas morales de su religión. Para los que creen en él, es un modo de ser, una comunidad. De cualquier manera, un detalle susceptible de ser nombrado ahora es la diferencia que existe entre árabes y musulmanes. No se refieren a lo mismo y no lo son. Se puede ser árabe y no ser musulmán o profesar la religión islámica y vivir en cualquier parte del mundo. El islam, a diferencia de otras religiones monoteístas hace una

clara distinción entre las obligaciones personales del creyente y las prescripciones comunitarias. Las obligaciones son los considerados “pilares del islam” e íntimamente ligados a éstas, están los fundamentos de la fe que son los valores religiosos básicos para los musulmanes y en los que creen firmemente: un Dios único, los profetas y los libros revelados, los ángeles considerados como “en-

viados”, la Resurrección de los cuerpos y la Ley de Dios. Sobre las obligaciones personales, los musulmanes ven imprescindible la profesión de fe; las cinco oraciones rituales; el ayuno durante todo el mes del Ramadán, que corresponde al noveno mes de su calendario; la limosna, como derecho que poseen los que no tienen nada o muy poco, sobre los que tienen

Mujeres musulmanas en el barrio de Lavapiés / A.MATO

mucho y la peregrinación a La Meca como acto esencial e imprescindible que debe ser realizada al menos una vez en la vida. Dentro de este tema, hay una pequeña parcela que causa indignación dentro de la población: el tema del niqab o del hiyab. Es un gran dilema y no son muchos los que piensan como Belkasim Elahmir, un joven musulmán procedente del norte de Libia. Él

dice que es frustrante no permitirle a la población conocer otras maneras de pensar y otras formas de actuar respecto a estos temas. No todos los musulmanes son iguales y hay que ser buenos conocedores de un tema para poder emitir un juicio de valor. Según Belkasim, el hiyab es algo personal, es una elección que realizan las mujeres como un acto para demostrar su personalidad. Además, “ellas piensan que mostrar su pelo y parte de su cuello a los hombres es una demostración de osadía, ya que sólo deben mostrarse sin él, ante su marido y éste, es el único que puede disfrutar de todo su esplendor”, tal y como comenaba el joven libanés. De cualquier manera, no en todos los países se actúa de la misma manera, ni los actos de la gente se rigen por las mismas leyes ni pautas sociopolíticas. En el país de Belkasim, hay mujeres que llevan parte de la cabeza cubierta y hay otras muchas, que no lo llevan. Usar el hiyab no les impide realizar perfectamente sus tareas. Y lo lleven o no, entre ellas tienen los mismos derechos y obligaciones. 5


Colección “mujeres de Alá / SHIRIN NESHA T

“El hiyab no es una prenda de/para musulmanes, sino más bien un estilo de vida. Mi mujer decide llevarlo y yo respeto su opinión, no obstante sé que hay muchas chicas que están forzadas a usarlo pero cuando van a trabajar se lo quitan” decía Belkasim quien se detenía a hacer una reflexión sobre el uso que hacen las monjas de la toca. “¿Por qué ellas no causan revuelo?, ¿por qué ellas pueden usar la toca e ir casi cubiertas en su totalidad sin crear controversia en la opinión pública? No me parece justo”. Por otro lado, el niqab es una cara del extremismo y el desconocimiento (real) islámico. El uso de esta prenda puede producir graves problemas. El hecho de que no puedas ser reconocido, el hecho de poder ser invisible para algunos momentos y tan importante para otros, hace que el niqab se convierta en una prenda misteriosa y al mismo tiempo fascinante.

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A pesar de todo lo que pueda parecer, las mujeres musulmanas son muy respetadas, el problema es la falta de conocimiento y la ignorancia por parte de la sociedad ante estos temas que van más allá, de una mera cuestión religiosa. Aunque resulte curioso, y en parte extraño, la opinión que emitió Djamel Sabeur no deja a nadie indiferente. ¿Por qué? Porque él también es musulmán. Vive en Francia aunque sus padres son de Argelia y difiere en algunos puntos con Belkasim. Para Djamel, el hiyab dentro del islam, está obli gado, pero no de la misma manera el burka, que resulta más bien una fuerte recomendación. Se autodenomina como tolerante y dice que él respeta a las mujeres musulmanas, lleven o no cualquier tipo de vestimenta o prenda que les cubra el pelo, el cuello, parte o toda la cabeza. “Respetaría cualquier decisión por parte de mi esposa, pero nunca la obligaría a hacer nada que ella no quisiera”. Sin em-

Jóvenes paseando en Madrid / J. GÓMEZ

bargo, Djamel también tiene palabras de defensa a su religión y considera que lo más importante para los musulmanes es actuar conforme a aquello que te hace sentir a gusto, seguro y protegido además de tener una fe desbordante. Cambios Djamel piensa que la aparición de toda la controversia que suscita el tema del hiyab o del niqab es debida a los atentados del 11-S. “Desde aquel día, hubo un antes y un después. Las mujeres llevaron hiyab y burka durante miles de años y nunca hubo ningún tipo de problema, pero de repente y tras dicha fecha, la situación cambió, el contexto es otro, es distinto y la gente valora determinados temas de manera diferente”. De la misma manera que Belkasim ponía el ejemplo con las monjas, Djamel lo hace con los judíos residentes en Francia. “Francia es uno de los países que más lucha y

defiende la libertad e igualdad de condiciones entre personas ya sea en el ámbito político, la esfera social o dentro del campo de las religiones. Aunque se suponga que en Francia todos somos libres de vivir (o no) la religión como guste, el desgaste continuo que muchos musulmanes sienten en determinadas regiones geográficas o países occidentales es completamente distinto. Los judíos han estado llevando la kipá durante años y no ha habido “cruzadas” en contra de ellos por ese tema en concreto”. Las opiniones de estos chicos, coinciden en cuanto al uso de estas prendas en organismos públicos. Son rotundos: “¡No se debería permitir! Ellas deberían de quitárselo no sólo por razones de seguridad, sino también por respeto a las personas que allí se encuentran. Si todos están siguiendo unas normas (estén o no recogidas en algún documento oficial) ellas deberían cumplirlas igualmente”.

Lo que no se puede dejar pasar por alto, es que tanto en el ámbito religioso como político, siempre hay un porcentaje de aquellos que llevan la religión hasta el extremo. Ahí es donde los límites quedan difusos en la distancia y los pro blemas se aproximan a nuestra sociedad. Resulta extraño como a veces el papel de las minorías es más influyente que el de la mayoría y aún siendo un pequeño porcentaje del total, son capaces de producir sensaciones negativas extremas. Esto sucedía en la película de “Doce hombres sin piedad” de Sidney Lumet donde al principio del film se veía a un sólo hombre defendiendo a un chico culpable de asesinato y al final de la misma, sólo había un hombre que votaba en contra. Lo que para Djamel Sabeur es más relevante de todo lo que ha querido compartir para realizar este reportaje, es que una mujer musulmana es libre para llevar lo que considere oportuno y con lo que ella se sienta más cómoda y que nadie -ni siquiera su maridopodrá imponerle el cómo salir vestida. Estos comentarios acerca de los derechos de las mujeres que profesan una religión u otra, son de una etnia o de otra o vivan en la país que sea, vierten un halo de luz sobre el islamismo. ¿Será verdad todo lo que oímos, vemos o nos hacen creer los medios de comunicación?, ¿donde estará el límite entre el islamismo y el islamismo radical? Sorprende ser partícipe de los pensamientos de los musulmanes, habitantes de países en donde la tradición islámica es mucho más fuerte desde tiempos de Alá y que poco tienen que ver la idea preconcebida de muchos occidentales. Suliman Youseff, nació hace 26 años en Arabia Saudí y cumple a raja tabla con los cinco pilares básicos del islam, así como con los fundamentos de fe. Desde hace tres años viven en Gran Bretaña y su religión nunca le ha impedido hacer una vida normal, relacionarse con quien ha querido y ser una de las personas más queridas, entre su grupo de iguales. Él admite las diferencias


entre culturas, pero no considera que haya que etiquetar a una u otra como buena o mala, simplemente distintas en algunos aspectos y no tanto en otros. Sobre el tema del hiyab o del niqab, tiene las ideas muy claras: “Es una cuestión de respeto hacia la familia y a su marido, no obstante no existe en ningún verso del Corán, la oración que indique que la mujer está obligada a llevar alguno de ambos. Entiendo que si ellas deciden ir con la cabeza al descubierto están en su firme derecho y como tal lo respeto. Las mujeres para nosotros, son lo más importante. De todas formas, si me preguntases qué me gustaría a mí, te respondería que si mi mujer llevase el hiyab estaría muy orgulloso”. Las fronteras La presencia de musulmanes en Europa y el problema que resulta de la convivencia de varias culturas y religiones entre las mismas fronteras, recomienda que como tema delicado que es, que se trate con suma prudencia y rigurosa delicadeza. Que existan millones de musulmanes en Europa poco tiene que ver con la creación de fuerzas de oposición violentas en contra de nuestro sistema occidental, simplemente hay que ver el islamismo como un elemento de integración y de identidad para estas personas. Esta religión puede ser interpretada y vivida de muchas formas y la mayoría de ellas no son extremas.

Si se analizase a la sociedad musulmana marroquí y se comparase con la musulmana argelina se percibirían numerosas diferencias entre la forma que tienen de vivir el islam unos y otros. Y aunque Arabia Saudi parece que lleva la batuta, por la importancia que tuvo en la aparición de esta orientación religiosa y por los escándalos que se han producido en la esfera sociopolítica y religiosa, no se puede decir que todos los árabes musulmanes ejerzan la fuerza de la misma manera ni manifiesten su ideología con las mismas formas. Las diferencias ideológicas sobre cómo vivir el islam se reflejan sólo en las comunidades más asentadas. El núcleo de población más importante se localiza en la C. Madrid, seguido de Cataluña y Andalucía. Sus países de origen suelen ser el Magred y Palestina, Siria, Líbano. Los procedentes de Oriente Próximo suelen ser universitarios, muchos de ellos becados por sus respectivos países. Su número tampoco es siginificativo pero a pesar de lo dicho es casi imposible medir la presencia islámica en España. La situación social de los musulmanes en nuestro país poco tiene que ver a la de las comunidades francesa, inglesa o alemana, por citar algunas y así pues, la población española es ambivalente con respecto a la presencia musulmana. La cuestión sigue siendo si los musulmanes desean integrarse, fusionarse o “superponerse” y para responderla, debemos es-

Manos pintadas con henna / I. Sánchez

perar pero no ser tan escépticos.Las consecuencias de todo ello no son totalmente previsibles, pero la realidad sirve para recordar a los inmigrantes musulmanes que deben ser conscientes de dónde están y quiénes son. Si bien es cierto que los musulmanes piden respeto hacia toda su comunidad, ese mismo respeto que exigen, debería no ser puesto en entredicho cuando alguien visita determinadas zonas o paises en donde prima su cultura. Nos pueden llegar comentarios, experiencias contadas en primera

o tercera persona, pero al final sólo queda fiarse de la información que se quiere transmitir. La que no interesa ser contada, queda en el cajón de sastre. El islam es una religión diferente a la nuestra pero nadie es quien, de hacer un juicio moral basándose sólo en lo que puede ver y/o conocer. ¿Dónde están los límites? Pues como todo, depende de nuestras ideas preconcebidas, nuestra educación, el contexto en el que vivamos, el presente. Si para la sociedad occidental el uso del niqab o del hiyab es sinó -

nimo de cárcel asbtracta, para muchos musulmanes, es una muestra de libertad, una demostración de los derechos que tienen las mujeres que eligen si usarlos o no. Poco tienen que ver estas declaraciones con la idea preconcebida entre la población. Si no queremos que nadie tome decisiones en nombre de las mujeres musulmanas, y menos los hombres musulmanes, hay que entender que los occidentales tampoco pueden decidir qué es lo que ellas deben o no usar.Es una cuestión de respeto mutuo.

Mezquita azul, Estambul, Turquía / P. SANTOS 7


Diferentes culturas

El Islam, la mujer y el velo

las prendas más relevantes y a su impacto, uso y aceptación dentro del Islam

El burka

Mujeres musulmanas en Lérida /EL PAÍS

Irene Sánchez MADRID

El Islam, como todas las religiones, se ha ido configurando a lo largo del tiempo a través de costumbres, ideologías, creencias e instituciones. Pero sus tradiciones, pese a tener muches elementos del cristianismo, nos son

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ajenas, extrañas y a veces incluso retrógradas. Este es el caso del hijab, pañuelo, burka y demás prendas que utilizan muchas mujeres musulmanas para cubrirse el cuerpo. Pero no todas las prendas son iguales ni tienen el mismo significado y uso. EL Islam está muy ex-

tendido en todo el mundo, y no en todos los lugares tienen las mismas tradiciones ni costumbres. Pese a tener un elemento común unificador cada sociedad tiene su propia idiosincrasia. Lo mismo pasa con las prendas de vestir y la “rigurosidad” de las mujeres a la hora de cubrir sus cuerpos. Y den-

tro de cada sociedad hay elementos como el estatus social, la posición económica, el ámbito de procedencia (si es rural o urbano), el nivel cultural o el propio ordenamiento jurídico que marcan importantes diferencias entre unos y otros. Por eso es importante hacer una aproximación a

El uso del burka no es mayoritario en las mujeres musulmanas, pero es muy significativo, ya que hoy en día su uso es obligatorio para todas las mujeres afganas que se encuentran bajo el régimen talibán .En un gran manto que cubre todo el cuerpo de la mujer con una rendija a la altura de los ojos para poder ver. Esta prenda procede de los pueblos preislámicos tribales de la península arábiga. En estas sociedades tanto hombres como mujeres se cubrían todo el cuerpo con grandes túnicas para protegerese de los grandes vientos desérticos y de las altas temperatura (al igual que los Tuareg, los hombres del desierto, que cubren todo su cuerpo y rostro para protegerse del sol y las tormentas de arena). Además las mujeres utilizaban unas máscaras para cubrir su rostro cuando había ataques de las tribus enemigas. La razón era simple, así no podían diferenciar a las mujeres jóvenes ya que en los asaltos eran comunes los secuestros de mujeres en edad de procrear. Esta prenda se introdujo en Afganistán en el siglo XX, cuando el rey Habibullah (1901-1919) impuso el uso del burka a todas las mujeres de su harén para evitar que fueran contempladas por los demás. Así se convirtió en un atuendo que diferenciaba a las

Hijab

Al-amira

El shayla

El khimar

El chador

El niqab

El burka

La palabra hijab significa velo en árabe. Ccubre completamente la cabeza y el cuello de las mujeres. El tipo más usado en Occidente deja la cara al descubierto.

Es un un velo de dos piezas. Está compuesto por una pieza ajustada en la cabeza en forma de gorra, usualmente hecha de algodón o poliéster, y un velo ajustado en forma tubular.

Es un velo largo y rectangular muy usado en los países del Golfo Pérsico. Con él se envuelve la cabeza y se pliega o fija en los hombros.

Es un velo en forma de capa que se extiende hasta la cintura y cubre el cabello, el cuello y los hombros completamente pero deja el rostro al descubierto.

Uusado por las mujeres iraníes fuera del hogar, es una especie de manta que cubre todo el cuerpo. Usualmente se acompaña interiormente con un velo más pequeño.

Velo que cubre el rostro pero deja al descubierto los ojos. Sin embargo, se puede usar con un velo adicional para cubrir completamente el rostro.

También llamado burqa, es la vestimenta que más cubre a las mujeres. Abarca todo el cuerpo, con sólo una rejilla en la cara para permitir la visión.


en un solo espacio mujeres de clase alta hasta que en los años 50 se extendió a toda la población. Bajo el mandato de los talibanes el burka se convirtió en obligatorio para las mujeres. El regreso al islamismo más fundamentalista por parte de los talibanes como respuesta a la occidentalización de sus costumbres (tanto por parte de los soviéticos como de los norteamericanos y británicos) trajo consigo la absoluta sumisión de la mujer, su pérdida de derechos y su exclusión de la vida pública, cuyo mayor símbolo es la imposición del uso del burka. Cabe destacar que el uso del burka o del niqab no está contemplado en el Corán, ni en las Sunnas, ni en las tradiciones sobre la vida de Mahoma (llamadas Hadith).

El hijab

El hijab, que se puede traducir por velo o cortina, es la prenda más utilizada por las mujeres musulmanas. Es un pañuelo que cubre la cabeza dejando al descubierto el óvalo del rostro. El origen de esta prenda se remonta a la cultura de la península arábiga preislámica, donde las mujeres se cubrían la cabeza como signo de respetabilidad, ya que diferenciaba a las mujeres libres de las esclavas. Cuando Mahoma instauró el nuevo régimen religioso se con-

tinúo manteniendo este símbolo. Pero además lo convierte en un precepto religioso, y al usarlo se denota una sumisión a Dios, es decir que la mujer ya no pertenece al hombre sino a Dios. Una de las características del Corán, el libro sagrado musulmán, es que sus preceptos no solo regulan la privacidad y la espiritualidad de los creyentes, sino que también establece las pautas de la vida en comunidad, es decir, que regula tanto el ámbito público como el privado. Y en los países musulmanes esta regulación se ha llevado hasta sus últimas consecuencias. Por ello es importante las interpretaciones que se hacen de él. En el caso concreto del velo, aparece siete veces en el Corán, pero las interpretaciones de estas aleyas distan mucho de coincidir. En una de las primeras citas referentes al velo, Mahoma lo nombra al hablar de la conducta que deben mantener los creyentes al acercarse a hablar con él o con sus esponas: “ Y cuando les pidáis algo a ellas hacedlo detrás de un velo: es más puro para vuestros corazones y para los suyos. No podéis ofender al enviado de Dios ni casaros jamás, después de él, con sus esposas. Ello es, para Dios, un gran pecado.” (Corán, 33, 53). Con este versículo aparece la idea de que la mujeres deben cubrirse la cabeza, e incluso todo

Concentración de mujeres en Afganistán/ AGENCIAS

Interpretaciones y realidades. El burka como instrumento de diferenciación Fátima Ramos

Resulta peligroso intentar acercarnos a la cultura islámica de la mano de su libro sagrado. “Las interpretaciones no siempre son fiables, y simplemente por la entonación cambia. Debemos tener en cuenta que existen hasta 18 formas de leer el Corán”, afirma Gustavo Turienzo Veiga. Sus palabras no deben caer en saco roto. Nos encontramos con el profesor en las conferencias de Feminidad Islámica de la Casa árabe de Madrid. Doctor cum laude en Filología Árabe por la Universidad Complutense de Madrid y en la actualidad es Director de Estudios y Publicaciones de la Fundación del Mundo Islámico. Sus palabras, que como veremos en ocasiones pueden no encajar dentro de lo políticamente correcto, están fundamentadas en años de estudios y, sobre todo, en su propia experiencia. El doctor Turienzo viaja habitualmente por territorio musulmán en busca de la continua renovación de sus conocimientos. Si hacemos una primera aproximación a las fuentes árabes, nos daremos cuenta cómo la mujer es apenas mencionada, apareciendo tan sólo en casos excepcionales o, curiosamente, como protagonistas de hermosas poesías. Vayamos por partes. A continuación, transcribiremos algunas de las aleyas referidas a la mujer en El Corán “Te preguntan acerca de la menstruación. Dí: “Es un mal. ¡Manteneos pues, aparte de las mujeres durante la menstruación y no os acerquéis a ellas hasta que se hayan purificado! “( Sura 2, aleya 222)

siglo XIII describe mujeres de rasgos exóticos, con largos y frondosos cabellos color azabache, y rollizos muslos, pero muy pocos de estos versos se han traducido todavía”, nos aclara de nuevo Gustavo Turienzo. “Estas mujeres además eran las más valiosas desde un punto de vista comercial. En “Los viajes de Suleiman”, se nos narran las peripecias de un comerciante y su largo camino hasta llegar a China. Describe detalladamente los mejores productos con los que comerciar y los más rentables y requeridos eran, en este orden, joyas, caballos y mujeres”. En los tratados de derecho musulmán, la religión es considerada un hecho social, y no acatar sus pautas supone la destrucción del esfuerzo comunitario para con Dios. Turienzo afirma sin dudar que “el velo es una muestra de beligerancia. Lo emplean como forma de evitar ser confundidos, y para un hombre supone un grave problema de conciencia mostrar a sus mujeres en público (incluso para los altos cargos o los embajadores)”. Para terminar, y una vez preguntado por la actual situación española, Gustavo Turienzo apuesta por una integración basada en la vía educativa. “El uso del velo debería ser prohibido en los espacios públicos, pero no debemos inmiscuirnos en el ámbito privado, donde nos podemos enfrentar incluso a cuestiones púdicas, y es bien sabido que el integrismo en el Islam siempre ha surgido como una reacción”.

“Dí a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran con el manto. Es lo mejor para que se las distinga y no sean molestadas”( Sura 33, aleya 59)

Jóven con henna / ENTRECULTURAS

“En la sociedad oriental, el pelo de la mujer equivale a los senos en el mundo occidental. Es un símbolo sexual, por ello son tan estrictos con el uso del velo. La poesía del

Conferencia Feminidad Islámica / F. R

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su cuerpo, pero muchas interpretaciones afirman que esta lectura es incorrecta, y que aquí la palabra hijab se refiere a una cortina y no a una prenda. Es más, las veces en las que se alude al hijab no hace referencia explícita a cubrirse el rostro o la cabeza. Las otras referencias al velo que se utilizan para establecer que las mujeres deben cubrirse la cabeza por voluntad divina, se refieren al atuendo femenino pero sin especificar que daban cubrirse el rostro o la cabeza, sino más bien que sean discretas y pudorosas. Por ejemplo: “Profeta: di a tus mujeres y a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se ciñan sus velos. Esa es la mejor manera de que sean reconocidas y no sean molestadas. Dios es indulgente, misericordioso.” (Corán 33, 53). “Y di a las creyentes que bajen la vista con recato, que sean castas y no muestren más adorno que los que están a la vista, que cubran su escote con el velo y no exhiban sus adornos sino a sus esposos, a sus padres, a sus suegros, a sus propios hijos, a sus hijastros, a sus hermanos, a sus sobrinos carnales. Que no batan ellas con sus pies de modo que se descubran sus adornos ocultos” (Corán 24,31) Aquí la palabra velo parece más apropiada, aunque literalmente se refiere a el jumur, una tela larga con la que tradicionalmente se cubrían hombres y mujeres en la peninsula arábiga, en donde las altas temperaturas obligan a protegerse del sol y el calor. Pero el versículo no obliga acubrirse la cabeza, sino el pecho con los pañuelos para la cabeza. Por ello, al hacer una lectura más profunda del Corán,

Hombre azul /MACO 10

podemos disentir de la interpretación mayoritaria musulmana, y ver como el libro sagrado establece una vestimenta recatada y púdica, unas exigencias de atuendo que se pueden encontrar en ámbitos tradicionales judíos, cristianos, hindúes, etc. Estas corrientes más revisionistas del Islam afirman que el ocultamiento del cuerpo femenino, así como su vinculación con la Ley de Alá, son fruto de las interpretaciones rigurosas, fundamentalistas y decontextualizadas del Corán, más que de las prescripciones sagradas. Para poder entender por qué el uso de este tipo de vestimenta femenina está tan extendido y aceptado, debemos hacer una pequeña referencia a la corriente mayoritaria del Islam, los sunnitas o sunníes. Para ellos la interpretación de las escrituras está exclusivamente en manos de los Imanes, siendo muy estrictos al respecto. Por lo tanto, aunque cada vez menos, la lectura, comprensión e interpretación está en manos del clero musulmán. De esta forma vemos que la traducción de la palabra hijab como velo, en vez de cortina, ha llevado a extrapolar este precepto de Mahoma como un imposición divina de Alá a las mujeres para que cubran sus cuerpos. La globalización nos ha llevado inevitablemente a una sociedad multicultural en donde religiones, costumbres e identidades conviven y están destinadas a entenderse. Pero la realidad es que no se entienden, sino que se enfrentan y todos los esfuerzos se focalizan en imponer lo propio porque es lo justo, porque es lo bueno, y porque es lo que se tiene que hacer. Así nos encontramos con una sociedad que en vez de

Mujeres tuareg /DIARÍO DE UN NÓMADA

aprovechar la riqueza cultural se condena al odio y a la incomprensión. Cada uno piensa que “lo suyo” es lo mejor. Para Occidente la mujer que decide utilizar el hijab o velo islámico acepta una condición de inferioridad respecto al hombre. La lucha inconclusa por la igualdad de derechos, de oportunidades y de estatus en los países de tradición judeocristiana marca

nuestra visión de las mujeres musulmanas. Desde nuestra perspectiva la mujer es igual en todos los aspectos y los ámbitos, y al aceptar que se establezcan prerrogativas a los hombres en la esfera pública estas aceptando, de facto, una desigualdad contra la que llevamos siglos enfrentándonos. No nos parece justo que una mujer deba cubrirse el pelo o el cuerpo por voluntad divina o humana, ya que al hacerlo acepta una sumisión ante el hombre ¿Por qué una mujer debe cubrirse para evitar las miradas y deseos impuros de los hombres? ¿Por qué la belleza de la mujer debe quedar relegada al ámbito privado?¿No somos acaso parte del espacio público? Pero la realidad es que miles de mujeres musulmanas deciden, estando en ámbitos que se les permite hacerlo, eligen llevar el hijab voluntariamente como símbolo de su fe. Dejando de lado los sistemas totalitarios y la imposición de cubrir el cuerpo, para los musulmanes detrás del hijab se esconde una visión superior de la mujer. La mujer es pura y bella, y como tal hay que protegerla del

exterior, de la maldad, la impureza y los malos deseos e intenciones que nos rodean. Por ello al ir tapada consigue protegerse de esa impureza, de esa corrupción que la rodea. Para el Islam la sociedad gira en torno a la protección de la mujer porque, en palabras de su propio Profeta Mahoma, si la mujer se corrompe, toda la sociedad se corrompe. Siguiendo esta lectura de la concepción islámica de la mujer, las esposas, hijas, hermanas y madres son sujetos mucho más puros y sagrados que cualquier hombre, y como tal se sienten en la obligación de protegerlas, de cubrirlas como una joya que solo con mirarla le transmites tu impureza y tu deseos de poseerla. Así la mujer musulmana, como bien preciado que se considera, decide por sí misma taparse, protegerse del mundo exterior. ¿Por qué no entendemos esa valoración de la mujer? ¿Por qué no podemos respetar que vistan como quieran? ¿Por qué debemos mirar a las otras culturas bajo un prisma etnocentrista? ¿Por qué no aceptamos que las mujeres que visten velo lo hacen por que son musulmanas y se sienten orgullosas de serlo? Sea como sea debemos acepetar que compartimos un mismo mundo, un mismo espacio y una misma realidad y deberemos llegar a pautas comunes con las que todos estemos conformes, pero para ello debemos hacer un esfuerzo de comprensión, de entendimiento y dejar fuera todos los prejuicios.


A ciegas

OPINIÓN

Fernando Sosa MADRID “Porque soy una joya, la cual no está al alcance de gentuza” Con esta frase responde “Nnia” en un foro sobre mujeres musulmanas cuando se la pregunta sobre el porqué lleva hiyab. Sin duda unas palabras reveladoras que encierran tras su manto un mundo de costumbres, sentimientos e ideas. Antes de profundizar en el análisis del tema, me resulta cuanto menos curioso que desde los medios de comunicación, instituciones políticas e incluso en la calle se plantee un debate cuyo objeto de discusión no es del todo conocido por igual. En este caso el cuerpo del discurso no es otro que la prohibición del burka en espacios públicos. Fruto de las migraciones internacionales se ha llegado a una sociedad internacional heterogénea y compleja en valores culturales. Esto nos hace convivir en nuestro día a día con todo tipo de actores, con todo tipo de pensamientos e ideas, propios y particulares, de la condición de ser de cada uno. Y nosotros como personas que viven y participan de esta red cosmopolita, lo vemos, y lo disfrutamos, lo entendemos y lo compartimos, somos occidentales, nosotros estamos a otro nivel. Pero, en realidad es así o ¿seguimos mirando raro a alguien por no compartir nuestra misma manera de asomarnos a la ventana de este mundo multirracial? Lo cierto es que me hace hasta gracia cuando veo a los partidos políticos

de nuestro país, en particular, y del mundo, en general, tratar de politizar la islamofobia con ejemplos como el de la prohibición del burka. ¿De verdad son estos partidos, representados por los máximos exponentes en política de nuestro país, y del mundo, conocedores de la opinión de la mujer musulmana al respecto? Mi opinión es que no. Hay que ser respetuosos, ya que, al centrar la atención sobre este tema, estrella, del burka, se podría incentivar esa islamofobia que acabaría derivando de alguna forma en envoltura de racismo. Refiriéndome también a la libertad de culto y de conciencia, decir que todo el mundo es libre de profesar su devoción y admiración por su Dios de la manera en que invitan a hacerlos los respectivos textos sagrados de cada religión. Partiendo de la base teórica, el ejercicio práctico resulta paradójico pues, citando un versículo del Corán, nos damos cuenta de que su único profeta Mahoma no quería el burka para la mujer, y es que, como reza dicho Libro Sagrado, la mujer se tiene que tapar el pelo, pero no la cara y las manos para que puedan reconocerla. ¿Entonces cuál es el problema? El problema está en las costumbres. Unas costumbres rígidas e inflexibles que inexorablemente obligan a hacer las cosas bajo un patrón tradicional y con el que la nueva mujer musulmana, en su mayoría,

Colección “Mujeres de Alá” / SHIRIN NESHA T

Ceguera / M. GORDON

no parece sentirse reflejada. La idea de esta costumbre está en que el pañuelo, el burka y demás prendas de la indumentaria femenina musulmana no son un símbolo de sometimiento al marido, ni a la familia ni a la sociedad como muchos creen, es, según las fuentes consultadas, la forma de demostrarle a Allah que desean ganarse el paraíso y que quieren obedecerle, es someterse a Allah, no al marido. (Aquí nuestra visión etnocentrista vuelve a salir para ser consciente de lo limitada que es a la hora de entender estos principios y ver lo mediatizada que está) “Una mujer que se viste mostrando todo su cuerpo, usando cosas apretadas y transparentes, ¿que pretende? Respeto no va a tener, las miradas de todos si va a tener, va a estar en la cabeza de los hombres que la usarán para sus miles de fantasías, no será considerada como una persona seria, y al momento de casarse un hombre bueno no escogerá a una mujer así” Confesaba la hermana Besfa en el foro de mujeres musulmanas ¿Y son estas costumbres suyas más fuertes que las propias costumbres de los países en los que residen? Es decir, ¿deben primar sus creencias, frente a la inseguridad que genera quién se esconde tras el velo? Lo cierto es que la mayoría de espacios webs analizados para realizar este artículo (musulmanas.org, foro.enfemino.com, islamenlinea.com…) y en los que tienen voz tanto hombres como mujeres de dicha religión afectados ante esta problemática, demuestran que la gran mayoría de inmigrantes musulmanas que residen en España, y las españolas que han decidido pasarse al bando de las creencias del credo islámico, no son partidarias de ir cubiertas bajo un manto que las oprime y

encarcela, haciéndolas caminar por la vida a ciegas. La mayoría de ellas apoyan las iniciativas de los ayuntamientos españoles que han decidido regular esta prenda. Y es que, para ellos algo como el burka es un atentado contra la dignidad de la mujer y por tanto una ofensa al islam. Por tanto y tras estas reflexiones habría nuevamente que sentarse dejando los prejuicios fuera de la casa y empaparse de estas ideas para recapacitar otra vez, pero en esta ocasión desde un conocimiento mayor del hecho, los antecedentes y el por qué se nos ofrece una visión desde los medios algo distorsionada de lo que es la realidad, pues… de qué estamos hablando, al fin y al cabo? ¿Cuántos casos hay? ¿Cuántos burkas? ¿Merece la pena armar tanto alboroto? Lo cierto es que el frente de debate continúa abierto. Luchamos por la tolerancia de otros valores que no casan con los nuestros o hablamos de una ofensa contra la mujer y de sus posibilidades de ser mirada al mismo nivel que un hombre. Si es la segunda, tráeme el mechero que seré yo quien prenda fuego a esos valores discriminatorios. Si es por la primera seré quien llevé la bandera de la tolerancia hacia la cima más alta. Lo cierto es que para poder ser legal, tienes que adaptarte a las reglas que te proponen para poder jugar sin trampas, y desde los nuevos aires que insuflan a esta corriente progresista que procede del Islam parecen que se quieren aceptar y erradicar unos valores que parecen ir en contra de lo sagrado, pero hasta que todos los jugadores de la vieja guardia no acepten dichos requisitos no hablaremos de abolición de dichas costumbres en un sentido pleno. La mujer musulmana, no quiere ser partícipe de un mundo que sigue viendo a ciegas. 11


OPINIÓN

Álvaro Méndez MADRID

ING Direct y el Burka

El burka sonaba lejano. Lejano e indiferente. Pero en las últimas semanas parece estar más cerca y ser más dañino que nunca para nuestros principios constitucionales, éticos y morales. Pero, ¿sabe realmente la gente lo que es el burka? ¿Sabe la gente diferenciar las churras de las merinas o el sushi del sashimi como hace ese gran banco que hace fresh banking?Una mera búsqueda de imágenes con Google mostraría lo que es el burka, y una breve investigación posterior daría respuesta a su procedencia, uso y situación actual (y no, no nos referimos al uso del mismo al estilo Marilyn Monroe o con toques eróticos o sexuales como muestran algunas de las imágenes pertenecientes al resultado de la búsqueda). Pero ojo que no defiendo el burka o, mejor dicho, no lo defiendo más allá del derecho que tiene cada persona a decidir cómo vestirse, sin perjuicio de las exigencias en materia de admisión, claro. Góticos, pokeros, gente con gorras hechas a medida para niños como ese del chiste al que sus compañeros de clase le llamaban cabezón y que no podía perseguirles porque se metían por calles muy estrechas… Hay decenas de estilos hoy en día. Y el burka puede ser uno de ellos. ¿Por qué no puede una mujer que haya decidido ella misma, sin presión externa alguna, ponerse un burka sin esperar miradas inquisitivas, rechazo, crítica y marginación? Si es su cultura, nadie se lo impone y así lo quiere ella, ¡adelante! “¡Dejad que las mujeres se burkeen!”. Y sí, de seguro que hay en el mundo alguna mujer que le encanta el burka. ¿Y es que acaso no hay gente que le encanta que le den patadas en sus genitales mientras mantienen relaciones sexuales, que se tatua el cuerpo entero o se lima los dientes para parecer el rey de la selva? ¿No

podemos, tan progres que decimos que somos, admitir que hay gente diferente en el mundo y que habrá cosas que no entendamos pero en las que no nos tenemos que meter más allá de emitir un juicio de valor personal? Y es que quizás aquí es donde está la clave. Una clave unida con esa imposibilidad de la mayoría de la población de que se les meta en la mollera que una cosa es un iPhone 4 y otra es un iPod touch 4G. Porque estoy casi al cien por cien seguro de que el verdadero problema no es el burka, el cual no plantea duda alguna en cuanto a su implicación en la discriminación de la mujer cuando ésta no ha decidido llevarlo voluntariamente. El problema está en la generalización, en tomar un ejemplo extremo como es el del burka y considerar que todo lo demás es lo mismo y que hay que rechazarlo y expulsarlo de la sociedad. Me refiero al hiyab o “velo islámico”. ¿Por qué? Pues porque mientras que el burka es sushi y es churra, el hiyab es merina y es sashimi. Y saber diferenciarlo es absolutamente concluyente e imprescindible a la hora de determinar si eres ahorrador o no ahorrador. Una cosa es ser musulmán y otra es ser árabe. Lo primero implica pertenecer a la religión islámica y, lo segundo, ser de países árabes. Por lo tanto, puede haber árabes no musulmanes, así como musulmanes no árabes. En segundo lugar, el burka no es islámico ni aparece en El Corán, el libro sagrado de los musulmanes; el burka es una prenda procedente de códigos tribales de etnias arábigas. No es un símbolo religioso por mucho que las personas que lo llevan puedan ser musulmanes. Pero da igual; aquí en España da igual. Todos son los mismos moros y los mismos delincuentes, traficantes de droga, vagos y

Manifestación en París en defensa del uso del Hijab/ AGENCIAS 12

Manifestación en Londres en defensa del uso del Hijab/ AGENCIAS

maleantes. Y no es así. Se tiende a gene ralizar pero la generalización debería considerarse uno de los pecados capitales, aunque con la Iglesia Católica nunca se sabe, que tan pronto te eliminan el Limbo, niegan la existencia del Diablo o afirman que Adán y Eva no existieron pero que se cuenta su historia para que se entienda mejor cómo Dios creó el mundo. En fin,… ¿Dónde está entonces el problema? ¿En el burka? ¿En el hiyab? ¿En el Islam? ¿En ING Direct? (no, ahí no, que sólo hay una alta rentabilidad asegurada). ¿Dónde entonces? ¿No estará el problema en nosotros mismos? ¿En ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el nuestro? ¿Qué pasa con las monjas y sus vestimentas? ¿Qué pasa con todas esas señores mayores (sobre todo en los pueblos) que se ponen un pañuelo en la cabeza? ¿O qué pasa con todas esas personas que van con rosarios y crucifijos enormes? Dejemos vivir en paz a la gente y como les dé la gana. Dejemos que la gente se vista como quiera si así libremente lo han elegido. Dejemos de querer que el mundo sea como nosotros lo entendemos, pues nuestro entendimiento puede no ser el correcto. Aprendamos que más allá de lo que conocemos y nos rodea hay muchas cosas más, mundos por descubrir; y que

nuestro mundo no es El mundo, sino que “la verdad está ahí fuera”. ¿Y tú? ¿Eres ahorrador o no ahorrador?

Protesta de Londres/ AGENCIAS



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