Dibujar la tormenta

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Artistas Raúl Artiles Manuel Antonio Domínguez Emilio González Sainz Paco Guillén Fernando Gutiérrez Fernando Martín Godoy Teresa Moro Guillermo Peñalver

octubre - noviembre de 2017 Biblioteca Central de Cantabria Calle Ruiz de Alda, 19. 39009 Santander

Comisariado Mónica Álvarez Careaga

La evocadora idea de dibujar la tormenta que da título a esta exposición procede de un poema de la colección “Versos para dibujar” de Gloria Fuertes y hace referencia a las posibilidades infinitas que muestra el dibujo para imaginar lo desconocido, proyectar el futuro, transcribir el pensamiento, para aprehender lo visible y lo invisible. Los trabajos recientes de ocho artistas españoles en cuya obra el dibujo contemporáneo yel soporte de papel tienen un peso muy importante: Raúl Artiles, Manuel Antonio Domínguez, Emilio González Sainz, Paco Guillén, Fernando Gutiérrez, Fernando Martín Godoy, Teresa Moro y Guillermo Peñalver ponen de manifiesto como la práctica dibujística de los artistas españoles actuales se relaciona con la importancia de los procesos de ideación, privilegiados frente a la ejecución y el objeto final.

Esta muestra se hace eco de la vibrante evolución que vive actualmente el dibujo, sus soluciones híbridas, en las que se mezcla con el collage, la animación y lainstalación, sus nuevos códigos y funciones. Muchas veces caracterizado por su economía de medios, el dibujo puede ser solo un gesto o un acto mental, y es, indiscutiblemente, un médium que ha conseguido conquistar su propia autonomía entre las posibilidades elegidas por los artistas para mostrar su singularidad.


Raúl Artiles

Manuel Antonio Domínguez

Emilio González Sainz

Paco Guillén

Las Palmas de Gran Canaria, 1985

Villablanca, Huelva, 1978

Torrelavega, Cantabria, 1961

Las Palmas de Gran Canaria, 1974

Raúl Artiles vive y trabaja entre Gran Canaria (España) y Múnich (Alemania). Es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna, estudios que completa en la Hochschule für Bildende Kunste de Braunschweig. Trabaja generalmente en grandes formatos, presentando instalaciones de papeles al carboncillo con los que pretende desarticular la visión académica y decimonónica que adjudicaba al dibujo el rol de obra menor, dependiente de otras disciplinas. Recurre a menudo a la estética del souvenir, como posible estrategia representativa de la conducta del mundo contemporáneo. Sus obras se despliegan en el espacio rozando lo monumental, cuestionando el modo en que nos aproximamos a las imágenes en la era digital. Sus paisajes imaginarios constituyen visiones en fuga, dominadas por planteamientos catastróficos o visiones apocalípticas, no exentas de ironía, que sugieren una metáfora de la situación económica y política actual, a la vez que insinúan la posibilidad de una salida y un nuevo renacimiento.

Desde que iniciara su andadura expositiva a partir del 2000, la obra de Manuel Antonio Domínguez se encuentra reunida bajo el irónico epígrafe de Hombre Sin Cabeza (H.S.C.), una suerte de alter ego que constituye el eje figurativo de toda su producción. El artista plantea un análisis crítico de la masculinidad hegemónica y del tradicional reparto de roles que domina nuestras construcciones sociales y culturales. El modelo antropocentrista heredado es deconstruido a través de una narrativa vertebrada por composiciones y collages que incorporan fotografías, mapas o cartas encontradas en mercadillos, intervenidos con acuarela o gouache, y protagonizados por una serie de personajes que se enfrentan al canon heteronormativo y a la lógica racional, jugando con la idea de desubicación, pérdida o ausencia de conciencia. Su iconografía está poblada asimismo de construcciones o andamiajes precarios o inestables que funcionan como un hilo conductor que le ayuda a poner en tela de juicio el sistema binario de división de género y las relaciones personales.

Las acuarelas de Emilio González Sainz son parte de un proyecto que lleva por título “Tres rusos en el jardín”, donde el pintor evoca a tres de sus referentes literarios: Chéjov, Turgueniev y Tolstói. El paisaje imaginado se funde con referencias reales en unas composiciones de pequeño formato impregnadas de quietud y silencio, habitadas por figuras emplazadas en espacios abiertos que sugieren un jardín, un bosque o la cabaña rodeada de abetos y abedules donde supuestamente Chéjov se aisló para poder escribir. Los solitarios personajes que pueblan estos lugares, teñidos por una atmósfera de serenidad y melancolía, estrechan su vínculo con los ciclos vitales de la naturaleza. La luz de atardecer y una paleta suave, profundamente equilibrada, nos remiten a los paisajes característicos de los entornos rurales y marítimos del norte de Europa, a la vez que incorporan resonancias de otros periodos de la historia del arte occidental: de los primitivos italianos y flamencos, pasando por el romanticismo, hasta la pintura metafísica.

Paco Guillén vive y trabaja en Las Palmas. Es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Castilla-La Mancha con un máster en Producción Multimedia por la Universidad Politécnica de Valencia. Expone con regularidad desde finales de los noventa y en 2013 fue galardonado con el Premio Comunidad de Madrid. El dibujo constituye para él un campo de experimentación con el que reflejar su entorno cotidiano más inmediato, planteando interrogantes sobre la naturaleza del ser humano y su rol social, sus miedos, sus fobias, sus incertidumbres y, en general, los aspectos más absurdos de nuestra cultura. Utilizando los más diversos soportes, como el papel, la intervención directa sobre pared o la videoanimación, sus dibujos, concisos y sintéticos, suelen incluir textos caligrafiados con palabras o frases que incorporan una dimensión irónica y crítica, cuestionando el virtuosismo técnico como requisito fundamental para hacer arte.

Untitled (Serie Black Hole), 2015 Grafito sobre papel 110 x 400 cm

Serie La segunda generación, 2015 Collage y acuarela 29,7 x 21 cm

Sin Título (Serie Tres Rusos en el jardín), 2015 Acuarela sobre papel, 13 x 18 cm

No one knows how much of a loser I am, 2009 Tinta sobre papel, 50 x 70 cm

*Cortesía artista y Nova Invaliden Galerie, Berlín

*Cortesía artista y Galería Ángeles Baños, Badajoz

*Cortesía artista y Galería Siboney, Santander

*Cortesía artista y Galería José de la Fuente, Santander

Fernando Gutiérrez

Fernando Martín Godoy

Teresa Moro

Guillermo Peñalver

Oviedo, Asturias, 1973

Zaragoza, 1975

Madrid, 1970

Tarragona, 1982

Fernando Gutiérrez estudió Bellas Artes en la Universidad de Salamanca y ha mostrado su obra asiduamente desde 1993. Gutiérrez es un creador de paradojas visuales que ha desarrollado la mayor parte de su actividad artística desde presupuestos pictóricos. En los últimos años centra su producción en el dibujo, experimentando distintos procedimientos y técnicas como el diseño, la fotografía o el vídeo. Incorpora a su obra un gran número de personajes propios que reúnen características físicas y psicológicas humanas y animales, el collage articulado como proceso de trabajo y la animación como soporte. Interesado en la recepción y la distribución de las imágenes, Gutiérrez apuesta en la actualidad por un marcado carácter provisional en la estructura de sus propuestas, realizando distintos proyectos ambientales, alterando espacios y transformándolos temporalmente en paisajes mentales a través de envolventes intervenciones gráficas de carácter emocional, sensitivo y ocasionalmente lúdico.

Finalizados sus estudios de Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid y en la School of Visual Arts de Nueva York, se incorpora al panorama expositivo a partir del año 2003, recibiendo numerosas becas y galardones, entre los que cabe destacar el JustMag Premio Joven en 2015 o el de la Diputación Provincial de Zaragoza en 2006. Sus series de dibujos sobre papel, como “Imágenes de archivo” o “Políptico Campaña”, están producidas a partir de imágenes preexistentes de la más diversa procedencia. El artista crea una serie de obras explorando las posibilidades expresivas de la tinta china siguiendo el impulso sintético que caracteriza el conjunto de su trabajo. En riguroso blanco y negro, estas composiciones versan sobre el poder del ser humano frente al paisaje y el papel simbólico de la arquitectura, mostrando figuras humanas desprovistas de rostro o construcciones misteriosas en forma de cubos, monolitos, dunas, montañas o monumentos.

Esta artista de origen madrileño inicia su trayectoria expositiva a mediados de los noventa, una vez concluido su periodo de formación en Londres. Sus primeros dibujos de corte autobiográfico fueron dando paso a representaciones del mobiliario que caracteriza los llamados no-lugares y, en general, los distintos escenarios de la vida contemporánea. Teresa Moro trabaja en series abiertas, precedidas siempre de un largo trabajo de investigación y recolección de imágenes centradas en el mundo de los objetos, desplazando siempre el centro de interés hacia aquellos elementos en los que habitualmente no reparamos, como las atracciones cerradas, los stands de las ferias de arte vaciados de obras o los clásicos contenedores modulares de residuos que ocupan las calles de cualquier ciudad. La ausencia humana se materializa a través de las huellas que dejamos en lo cotidiano, planteando una reflexión sobre los efectos de la globalización y el consumo masivo. Hoy sus dibujos forman parte de significativas colecciones, como la del MoMA, el Museo de Arte Moderno, de Nueva York.

La base de las creaciones de Guillermo Peñalver son los recuerdos latentes, almacenados en forma de imágenes, que son reconstruidos a través de dibujos y collages de papeles recortados donde la naturaleza se confronta con la arquitectura y el cuerpo. El resultado son una serie de construcciones oníricas que plantean la eterna pugna entre naturaleza y cultura, lo orgánico y lo mecánico, lo racional y lo irracional, incluyendo en ocasiones referencias clásicas o su propio autorretrato. Sus espacios se encuentran invadidos por formaciones vegetales que adoptan la forma de un laberinto -metáfora del trabajo en el estudio- o crecen de forma desmesurada, proyectándose incluso hacia el exterior, enfrentando lo salvaje y lo doméstico. Estos paisajes construidos, más que una naturaleza idílica, reflejan la precaria relación que mantenemos con nuestro hábitat, en un momento en que “el Déjeuner sur l’Herbe de Manet se ha convertido en un autoservicio abierto 24 horas”, tal como señala el artista.

Sin título, 2016 Collage, impresión digital, tinta y acetato, 21 x 28 cm

Imágenes de archivo, 2013 Tinta china, 32 x 153 cm

Atraccion#5 Cuaderno de Artista 2, 2012 Acuarela sobre papel, 13 x 21 cm

Lluvia artificial, 2016 Papel recortado y lápiz de color sobre papel, 50 x 40 cm

*Cortesía artista y Galería Gema Llamazares, Gijón

*Cortesía artista y Galería Siboney, Santander

*Cortesía artista y Galería Siboney, Santander

*Cortesía artista y Galería Gema Llamazares, Gijón


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