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EL VEDADO EXCELENCIAS DE LA ARQUITECTURA RESIDENCIAL
from Amano Magazine No.10
by amanoempire
BY / Por Madeline Menéndez | PHOTOS/ Fotos Néstor Martí
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Al comienzo de la segunda mitad del siglo xix, una urbanización, distante de los anteriores ensanches habaneros, se configuraba imponiendo su indiscutible singularidad. Próximo a la desembocadura del río Almendares nacía El Vedado, reparto que contaría con las ventajas de un sitio asociado al paisaje costero. Un trazado regular, girado para el mejor aprovechamiento de las brisas, la introducción del arbolado en calles, parques y paseos, el diseño de sus calles, aceras y parterres que facilitaría años más tarde la llegada del automóvil, la reserva de manzanas para asegurar los servicios y espacios públicos, serían algunos de los muchos aspectos novedosos del proyecto urbano.
A lo largo de sus 150 años de existencia, El Vedado acumuló el amplio y variado repertorio arquitectónico que lo ha caracterizado, dotándolo de una increíble riqueza. A inicios del siglo xx ya sería reconocido como el barrio más elegante de la ciudad, y ha mantenido en el tiempo su condición de espacio preferido por los habaneros, tanto por sus ambientes atractivos y agradables como por la centralidad adquirida con el paso de los años.
Los portales y jardines delanteros, exigidos por el proyecto urbano, favorecieron la coherencia de la imagen resultante, a lo que contribuyó la excelente arquitectura insertada en sus manzanas, independientemente de la variedad tipológica, la expresión formal y la jerarquía de las edificaciones. Si bien se asocia a El Vedado con el barrio de las élites y la aristocracia de las primeras décadas de la República —criterio fundamentado en la magnificencia de las residencias incorporadas durante la segunda y tercera décadas del siglo xx—, antes, y sobre todo después de esa etapa, contó con edificaciones diseñadas para diferentes grupos sociales.
No tan ostentosas, aunque portadoras de indudable elegancia y alta calidad constructiva, otras manifestaciones de la arquitectura residencial, principalmente las creadas para la creciente clase media, ocuparían buena parte de los espacios urbanos. A ellas se sumaron edificios de apartamentos en diversas modalidades, desde los más lujosos hasta los más modestos. Las ventajas del novedoso urbanismo posibilitaron que allí convivieran en total armonía el espectacular palacete republicano, la sobria casa quinta neoclásica, la atractiva villa ecléctica, las modestas casas gemelas —en ocasiones en hileras— e, incluso, la vivienda más pobre, en ciudadelas ocultas al interior de la manzana, flanqueadas por portales de expresión ecléctica. Armonía y coherencia logradas gracias a los imperativos del ordenamiento urbano y a la indiscutible calidad del hecho constructivo.
A la expresión del eclecticismo, indudable dominante de la imagen urbana, le seguiría de cerca el art deco de los años 30 y 40, que aportaría nuevos atractivos a la barriada. La modernidad dejaría también su impronta en los 50 con la aparición de construcciones en altura, los edificios tipo torre, algunos con la alternativa de la propiedad horizontal. De este modo, determinados sectores de El Vedado quedarían marcados por el nuevo perfil, en especial su frente costero, cuya silueta identificaría a la ciudad desde el mar.
Como toda ciudad viva, El Vedado y su arquitectura asimilarían los cambios impuestos por las nuevas circunstancias asociadas al desarrollo socioeconómico, cultural y tecnológico. A la par que se incorporaban las manifestaciones de la modernidad, el amplio y variado repertorio residencial heredado seguía su propia evolución, que implicaba reformas y transformaciones.
Mientras algunas casas bajas alcanzaron los dos niveles —en aras del confort y la especialización espacial extrema—, años más tarde muchas de las que ya contaban con las dos plantas buscaron las vías para independizarlas y lograr una vivienda en cada nivel. La creciente entrada de autos al país impuso la necesidad de crear garajes en distintas alternativas, y muchas de las antiguas cocheras se adecuaron a estos fines. La paulatina extensión del servicio de alcantarillado propició la creación de baños en posiciones más funcionales, como el popular baño intercalado. La naciente losa de hormigón armado posibilitó la sustitución de muchos de los originales techos en pendiente por los de tipo plano. Estas y otras motivaciones derivaron en importantes acciones constructivas mediante las cuales la arquitectura residencial se actualizaba, sin afectar la autenticidad y relevancia del conjunto urbano.
Si bien una parte de la alta aristocracia habanera, en especial las generaciones más jóvenes, comenzarían luego a asentarse en el naciente reparto Miramar —del otro lado del río—, la instalación de novedosos servicios en calles principales de El Vedado lo irían convirtiendo en componente importante del sistema de centralidades capitalinas, reforzando la preferencia de la ciudadanía por el barrio.
Después de 1959, la salida del país de muchos propietarios hizo inevitable la refuncionalización de residencias. Una parte de la arquitectura más relevante ha podido ser conservada, al acoger instituciones culturales, sedes diplomáticas, centros administrativos o de servicios, entre otros. Pero las decisiones de cambios son muy delicadas, y deben primar factores como las características tipológicas del inmueble y su categoría patrimonial, así como otros aspectos relacionados con su emplazamiento al interior del tejido urbano, en los que influyen la tradición de uso y la conveniente rentabilidad de las inversiones.
La conservación del uso residencial llevando la original casa unifamiliar a la modalidad multifamiliar, constituye una alternativa muy azarosa para la arquitectura, en especial para la de altos valores patrimoniales. Sin embargo, no deja de ser una opción oportuna, siempre que tenga como base un proyecto respetuoso y bien conducido. La conveniente y deseada preservación de El Vedado impone complejos retos. Las reparaciones y ampliaciones en los inmuebles, el desarrollo de negocios y servicios particulares, y los recientes mecanismos de compra y venta de viviendas, de efectos ventajosos en el orden socioeconómico, presentan a la vez riesgos notables, por lo que demandan una eficiente gestión urbana.
No puede ignorarse la repercusión positiva que los cambios de propietario están teniendo en lo relativo al rescate de apreciables viviendas que parecían destinadas a la ruina total. Gran parte de las residencias de El Vedado, aun aquellas cuya expresión urbana, tan acoplada al armonioso contexto, las hace imperceptibles, son dignas de los tratamientos más cuidadosos, capaces de asegurar su preservación como legado para las futuras generaciones. Del mismo modo, antiguos establecimientos comerciales que habían perdido o debilitado su función original se han podido recuperar, mejorando la tradicional centralidad de determinadas avenidas y esquinas de manzanas.
El Vedado y su espectacular arquitectura constituyen un privilegio para La Habana, proclamada Ciudad Maravilla. La protección de sus valores patrimoniales y una mayor exigencia en el control de las intervenciones contribuirán a la merecida conservación del sin par barrio habanero. ▪