La periodista Olga Dragnic define como género de información a “todas las formas que se emplean en el periodismo, desde la noticia, pasando por la caricatura, hasta llegar al editorial”. El artículo editorial es un género de opinión por medio del cual el periódico como institución social examina, evalúa y enjuicia aquellos acontecimientos de la actualidad que considera relevantes desde un punto de vista social, político, económico o cultural que atañen a los ciudadanos, incluidos políticos y legisladores. Es, por tanto, el tipo textual por el que la empresa periodística juzga, a partir de su propia perspectiva ideológica, las noticias de trascendencia social. Su estudio tiene especial interés cuando queremos dilucidar las principales posturas en torno a los debates públicos, puesto que los editoriales son expresiones claras del posicionamiento ideológico de los propietarios y gestores de los periódicos.
"LOS EDITORIALES DESEMPEÑAN UN IMPORTANTE PAPEL EN MODELAR LA OPINIÓN PÚBLICA" LE (2009)
Los géneros periodísticos pueden definirse como las diferentes modalidades de la creación literaria destinadas a ser divulgadas a través de cualquier medio de difusión colectiva, en donde los distintos géneros son escritos con intención informativa o valorativa. Hablar de géneros periodísticos radica especialmente en su clasificación y función. Alex Grijelmo (2014) plantea una clasificación de las distintas modalidades que existen para la redacción de información.
El editorial, de forma obligatoria, debe versar sobre temas de actualidad. Refutar los argumentos en contra de la postura que defiende el editorial. Tener una clara postura que se defiende y argumentar por qué se llega a esa conclusión.
“ARTÍCULO PERIODÍSTICO SIN FIRMA QUE EXPLICA, VALORA Y JUZGA UN HECHO NOTICIOSO DE ESPECIAL IMPORTANCIA. ESTE JUICIO COLECTIVO E INSTITUCIONAL SE FORMULA DE ACUERDO CON UNA CONVICCIÓN DE ORDEN SUPERIOR QUE REFLEJA LA POSTURA IDEOLÓGICA DE CADA PERIÓDICO”. MARTÍNEZ ALBERTOS (1997)
funciones del editorial El editorial es una opinión donde se puede encontrar cualquiera, o varias, de estas cuatro funciones como explicación de los hechos e interpretación valorativa pero racional de cada situación. Aunque para exponer dichas apreciaciones, es necesario ubicar al lector en las raíces históricas, políticas y sociales de los hechos, para que el medio tenga una legítima fundamentación de sus interpretaciones.
Editorializar la información LOS 7 MANDAMIENTOS
La Confederación Nacional de Editorialistas de Estados Unidos en 1949, expone los principales aspectos que deben considerarse a la hora de escribir una editorial: •Deberá presentar los hechos completos y con honradez. El basar sus editoriales en verdades a medias es deshonesto e indigno. Nunca deberá engañar conscientemente a sus lectores, ni desfigurará una situación ni colocará a un individuo en una situación falsa. •Sacará conclusiones objetivas de los hechos enunciados; las basará en evidencias y en su concepto de lo que es el bien mayor. •Nunca se dejará llevar por su personal interés ni se valdrá de su influjo para buscar favores especiales, para él o para otros. Se mantendrá muy por encima de cualquier sospecha de corrupción, cualquiera que sea su fuente. •Comprenderá que no es infalible. Por tanto, en la medida de sus posibilidades dejará la voz de aquellos que no estén de acuerdo con él. Para ello habrá una sección de cartas del público o alguna otra cosa semejante. •Revisará con regularidad sus propias conclusiones a la luz de la información disponible. Cuando halle que están basadas en conceptos erróneos, deberá corregirlas sin vacilar. •Tendrá el valor de las convicciones bien fundadas y de una filosofía democrática de la vida. Nunca escribirá o publicará algo que vaya contra su conciencia. •Dará todo su apoyo a sus colegas en su adhesión a las más altas normas de integridad profesional. Su reputación está unida a la de ellos y la de ellos a él.
Se pueden diferenciar dos grandes grupos donde se ubican ocho tipos de editoriales. El primer grupo son los editoriales AS y lo forman aquellos editoriales en los que el autor realiza un análisis de la situación, esto es, un análisis de antecedentes (causas en forma de ejemplos históricos significativos, datos estadísticos, sociológicos, científicos, que ayudan al lector a entender por qué se ha llegado a la situación que se está enjuiciando) y de consecuentes (efectos en forma de plausibles escenarios futuros, proyecciones, prospectivas que permiten al lector valorar las posibles consecuencias de la situación). A este grupo pertenecen los tipos analítico o expositivo, explicativo, predictivo, admonitorio y crítico. El segundo grupo, que llamaremos editoriales NoAS, lo integran aquellos editoriales cuya argumentación emana de unas determinadas creencias tácitas y de una estricta jerarquía de valores, y no tanto de un análisis ponderado de causas y efectos. En el se incluyen los tipos combativo, apologético y de diatriba.
TIPOLOGÍA EDITORIAL
Para determinar la tipología del editorial a analizar se aconseja plantearse la siguiente pregunta: “¿Hace o no hace el editorial un análisis de la situación?” Responderla es crucial, puesto que determina si el editorial analizado pertenece al grupo de los editoriales AS o NoAS. Se trata, pues, de localizar en el texto cómo se materializan esos rasgos específicos, para así poder fijar el tipo exacto.
Para construir sus opiniones los periodistas frecuentemente emplean los siguientes tipos de argumentos: de autoridad, mediante el ejemplo, por analogĂa, de causalidad y deductivos.
Es aconsejable que el analista enumere las líneas del editorial y que subraye todos aquellos términos o expresiones que tienen “carga valorativa” (adjetivos calificativos, metáforas y otras figuras retóricas). Este subrayado valorativo será de gran ayuda más adelante cuando haya que justificar el tipo o tipos de editorial. La carga valorativa debe observarse en un sentido cuantitativo (número total de términos o expresiones valorativas), y en un sentido cualitativo (origen pragmático de esos términos y expresiones, es decir, sus significados cuando son usados socialmente).
la función expresiva Por lo general, un editorial concreto suele ser tipológicamente híbrido, es decir, es una combinación de dos o, incluso, tres tipos. Pero no todos los híbridos son viables. Los editoriales NoAS no plantean ninguna dificultad, puesto que sus rasgos específicos son muy distintos entre sí y no cabe la hibridación entre ellos por lo que es una condición única de los editoriales AS y es viable sólo si los rasgos de las tipologías no entran en contradicción. En el caso de editoriales híbridos, es necesario determinar el tipo principal y el subsidiario. Para fijar el tipo predominante es preciso observar la tesis, pues mantienen entre sí un estrecho vínculo. En el caso de los editoriales AS es pertinente que el analista se plantee una cuestión más: “¿Cómo de activada está la función expresiva?”. Si atendemos a los rasgos específicos, es posible distribuir los editoriales AS según un “gradiente de expresividad”. El gradiente va del polo negativo donde está el “más frío”, el analítico (AN), al polo positivo donde se ubica el “más caliente”, el crítico (CR), pasando en este orden por el explicativo (EX), predictivo (PR) y admonitorio (AD). Los colores fríos indican que la función expresiva está poco activa, mientras que los calientes muestran lo contrario.
Tras observar el grado de expresividad, ayudándonos del subrayado valorativo realizado en la primera fase, así como la inestimable guía de la tesis, estaremos ya en disposición de estipular con garantías el tipo principal de editorial.
PROCEDIMIENTO PRAGMÁTICO-DISCURSIVO PARA EL ANÁLISIS DE EDITORIALES El procedimiento es secuencial, consta de cuatro etapas bien diferenciadas, no independientes, y permite que el analista, mediante un juego dialéctico de preguntas y respuestas, alcance un análisis razonado y razonable de editoriales.
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La interrupción voluntaria del embarazo merece el reconocimiento que debe tener como derecho de las mujeres a gobernar su reproducción y no como una especie de aberración que apenas puede permitirse en casos límite. En su último acto público —como se dice, por no dejar— el ya hoy exfiscal general Eduardo Montealegre presentó ante la Cámara de Representantes este lunes el proyecto de ley para despenalizar el aborto en Colombia que había anunciado luego de echar para atrás la infame apertura de investigación por parte de su Fiscalía a una reconocida actriz por un aborto legal a mediados del año pasado. Aun cuando las motivaciones resulten deleznables, y así mismo y por eso mismo el proyecto nazca prácticamente muerto, el país no debería dejar pasar la oportunidad de debatir este tema en serio para avanzar más allá de la histórica pero tan torpedeada sentencia de la Corte Constitucional que
despenalizó el aborto circunstancias extremas.
para
tres
Porque aquel avance significativo que se dio en el año 2006 para la despenalización del aborto en tres causales —malformación del feto, condición de salud (discapacidad física o mental) de la mujer en estado de embarazo o acceso carnal violento, incesto o inseminación artificial no consentida—, si bien abrió las puertas a las mujeres para acceder en condiciones sanas y seguras al aborto de manera legal, es en nuestro parecer insuficiente. No solo para combatir los índices de abortos ilegales y en condiciones inadecuadas y peligrosas, que siguen siendo muy elevados en Colombia, sino más que nada para darle a la interrupción voluntaria del embarazo el reconocimiento que debe tener como derecho de las mujeres a gobernar su reproducción y no como una especie de aberración que apenas puede permitirse en casos límite.
Claro, a ese derecho se opone uno superior, el de la vida, y ahí es donde este debate toma caminos difíciles de transitar en lo sentimental y más bien absurdos en lo conceptual. Este no es un asunto de la vida opuesta a la muerte, al homicidio dirán algunos. Ni la mujer que decide abortar está siendo “premiada por su irresponsabilidad” ni la legalización del aborto lo “convierte en un método anticonceptivo” —los argumentos no son inventados, se escucharon tal cual en algunos de los debates radiales sobre el proyecto—. Abortar es una decisión difícil. Ninguna mujer lo escoge por gusto. La conciencia de estar dejando de soportar con su cuerpo una vida potencial que en ellas se está gestando, es un asunto muy serio como para tratarlo de manera tan alegre. Pero entonces salta la pregunta por esa vida, que aquí llamamos, y concebimos, como potencial, pero que muchos creen que es ya un ser humano que, entonces, sería asesinado. El proyecto fija el límite en las 24 semanas de gestación y ahí se ha generado el gran debate. En otros países, la mayoría, el límite legal se sitúa entre las ocho y las doce semanas. ¿Es un capricho ese límite? Por supuesto que no. La ciencia acepta que es en el séptimo mes cuando los fetos desarrollan todos los órganos que les permitirán vivir por sí mismos. ¿Que con los avances tecnológicos hoy al alcance de la mano pueden vivir, y lo han hecho, menores de seis meses de
gestación? Claro que sí. Y la madre podrá seguir decidiendo libremente si quiere intentarlo. Por favor, legalizar el aborto no lo hace obligatorio. Pero para el caso colombiano, además, extender el límite a las 24 semanas tiene una explicación adicional muy importante. Las estadísticas de los abortos practicados bajo las tres causales legales muestran que la gran mayoría de mujeres llegan entre la séptima y la octava semanas y apenas el 2% llegan después de la semana 20 de gestación. ¿Por qué dar cabida a ese porcentaje tan menor de mujeres? Como bien lo explicó Viviana Bohórquez, de la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, en Blu Radio este martes, esas mujeres que llegan tarde son precisamente las más vulnerables, las que menos información tienen, las más pobres, que piensan que deben pagar... Por ellas, quienes más lo necesitan, vale la pena el límite más amplio posible y científicamente válido. Sí, el proyecto quedó radicado sin quien vaya a defenderlo en el Congreso. Ya el Gobierno, además, tomó distancia de él. Pero el tema es crucial y este proyecto da en el clavo. Ojalá alguien sea tan valiente como para salir al rescate de su contenido. ¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.
A propósito del proyecto de ley que Eduardo Montelegre presentó a la cámara de representantes el último día de su periodo como Fiscal general, El Espectador aprovecha en este editorial para recordar la investigación que ese mismo año Montealegre abrió (y tuvo que detener) contra Carolina Sabino por un caso de aborto. El editorial es enfático y recurre repetidamente a la ironía (y otras figuras retóricas) por la situación especial del ex fiscal; también recalca que sin importar las culpas que se pretendan expiar con dicho proyecto que “nace muerto”, es un propósito importante y sugiere aprovechar la oportunidad para reabrir el debate, despenalizar el aborto, extender el límite a 24 semanas de gestación y, por fin, garantizarle a las mujeres (de diferentes condiciones socio económicas) su “derecho a decidir”, como reza el titular. "Derecho" como sustantivo abstracto de la justicia, que a modo de norma, elimine los vacíos jurídicos que existen respecto al tema. El Espectador también trae como contextualización informativa la sentencia del 2006 donde Corte Constitucional despenalizó el aborto en tres circunstancias, que el medio califica como “extremas”. En dos párrafos enfatiza que la decisión de abortar no es fácil, que ninguna mujer lo hace por gusto y que el posible escenario de legalizarlo no lo hace obligatorio o lo “convierte en un método anticonceptivo”. El contexto socio político que señala el editorial es desesperanzador, pues a pesar de toda la evidencia científica y las estadísticas de aborto ilegal del estado, pronostica que el proyecto quedó radicado sin que nadie lo vaya a defender en el congreso.
Pese a que el editorial señala enfáticamente los retrasos que viene sufriendo en el congreso el debido debate sobre el aborto con decisiones claras y justas; y la urgencia de que a la menor oportunidad, se legisle al respecto para garantizar, incluso al sector femenino más vulnerable, la oportunidad de decidir sobre su cuerpo, el propósito del medio es predecir el futuro. Aunque un porcentaje alto del contenido es contexto informativo y sociopolítico del aborto en Colombia, la tesis de este editorial busca justificar, a favor, los apartes más controversiales del reciente proyecto de ley radicado para despenalizarlo, como extender el límite a 24 semanas. Y sustenta al plantear la tesis, con argumentos de autoridad y cifras estadísticas esta necesidad, así: “esas mujeres que llegan tarde son precisamente las más vulnerables, las que menos información tienen, las más pobres, que piensan que deben pagar... Por ellas, quienes más lo necesitan, vale la pena el límite más amplio posible y científicamente válido.”
"Viviana Bohórquez, de la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, en Blu Radio este martes, esas mujeres que llegan tarde son precisamente las más vulnerables, las que menos información tienen, las más pobres, que piensan que deben pagar"
El editorial, aunque con una función expresiva bastante activa por la carga valorativa del texto (40 figuras retóricas) mayormente representada por la ironía, los adjetivos calificativos y el énfasis, hace Análisis de la Situación. Argumentando con antecedentes, datos estadísticos e información de profesionales en el campo de la salud y la mujer. El severo y sarcástico tono del editorial para señalar el paradójico acto del ex fiscal al presentar un proyecto para despenalizar el aborto, luego de la mediática investigación a la cantante meses atrás; y también al congreso donde asegura el proyecto “nació muerto”, clasifica este editorial como admonitorio y predictivo. Admonitorio como tipología principal por el tono recriminatorio que el editorial maneja contra aquellos que juzgan fuerte el aborto sin tener en cuenta las mujeres que sufren por no poder decidir; luego el editorial se ubica cerca del polo más caliente del gradiente de expresividad. Predictivo como tipología subsidiaria.
El Espectador manifiesta una ideología progresista que defiende el aborto, se mofa de las paradojas de la ley y que exige al ente legislador que sea “valiente” y que tome la oportunidad para garantizarle a todas las mujeres el derecho a decidir si abortar o no sin llamarlas homicidas, sin minimizar el aborto como una salida facilista y sobre todo, libremente.
"para darle a la interrupción voluntaria del embarazo el reconocimiento que debe tener como derecho de las mujeres a gobernar su reproducción" "Ni la mujer que decide abortar está siendo premiada por su irresponsabilidad ni la legalización del aborto lo convierte en un método anticonceptivo” "Por favor, legalizar el aborto no lo hace obligatorio." "el tema es crucial y este proyecto da en el clavo. Ojalá alguien sea tan valiente como para salir al rescate de su contenido."
Alcíbar Cuello, M. (2015). Propuesta pragmático-discursiva para analizar artículos editoriales: modelo y estrategias. Estudios sobre el Mensaje Periodístico. Vol. 21, Núm. 1 (enerojunio), 225-241. Madrid, Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense. El derecho de la mujer a decidir. (2016) El Espectador. Recuperado de: https://www.elespectador.com/opinion/editorial/el-derecho-de-mujer-decidir-articulo-624387 Forradellas J. (2013) Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria. Barcelona, España: Planeta S.A. Grijelmo, A. (1997). El estilo del periodista. Madrid, España: Santillana, S.A. TAURUS. Martínez Albertos, J. (1974). Redacción periodística; los estilos y géneros de la prensa escrita. Barcelona: A.T.E. Recuperado de: http://www.insumisos.com/LecturasGratis/martinez%20albertos%20jose%20-%20redaccion%20periodistica.pdf [Acceso 3 Apr. 2016]. Santamaría, L. y Casals, M. J. (2000): La opinión periodística. Argumentos y géneros para la persuasión. Madrid, España: Editorial Fragua.