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LA CAÍDA DE LA BANCA VENEZOLANA

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Ene - Feb 2019 • Nº 467

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LA CAÍDA DE LA BANCA VENEZOLANA

NEGOCIOS / BANCA

El sector financiero de la antigua potencia petrolera se encoge sin remedio. Hoy sus 31 bancos viven de las comisiones que enmascaran pérdidas y los niveles de riesgo son altos e impredecibles. Ante ello, surge una de las grandes preguntas sobre el futuro inmediato de Venezuela: ¿es inminente la quiebra de estos bancos que ya soportan un prolongado sismo?

Por Omar Lugo, Caracas

El derrumbe histórico de la que alguna vez fue la cuarta economía más grande de América Latina deja hoy un rastro de familias rotas, patrimonios aniquilados, empresas quebradas y sectores enteros sumidos en la incertidumbre. Como el de los bancos, que languidece igual que una vela en medio de la tormenta.

En los últimos cinco años se ha acelerado el retroceso de la economía de Venezuela. Arrastrada por el colapso de su otrora poderosa industria petrolera, en la región solo por detrás de Brasil, México y Argentina, a tener hoy tiene un Producto Interno Bruto (PIB) equiparable al de un país centroamericano. Solamente entre 2013 a 2018 su PIB se ha encogido en 53% y, según bases históricas, su infraestructura y servicios sufren estragos semejantes a los que dejarían un desastre natural o una guerra de desgaste contra un ejército extranjero. Para el cierre de 2018, solo sigue activo el 20% del parque industrial del país, y de ese total, el 45% trabaja a menos del 20% de su capacidad, diagnostica

Conindustria, el gremio de industriales privados que reporta continuos cierres masivos de grandes y pequeñas empresas.

Para colmo de males, el último informe mensual del acosado Parlamento opositor revela que la hiperinflación anualizada llegó a 1.300.000% en el mes de noviembre. Este descalabro en los precios, que crecen 3% cada día, aniquila como un tsunami el patrimonio de las grandes mayorías. Desde agosto, el bolívar soberano ha perdido más de 90% de su valor en medio de sucesivas devaluaciones oficiales. Hoy la mitad de los hogares de Venezuela son pobres, según la respetada encuesta Encovi, que evalúa condiciones de la vivienda, servicios básicos, acceso a la educación, empleo y protección social. De acuerdo con el reporte que elaboran tres universidades locales, sólo 37% de los venezolanos tiene la capacidad de consumir bienes y servicios sin tener que depender de las ayudas sociales del Estado socialista. Desde 2015 a la fecha, más de tres millones de personas salieron del país empujadas por esta tragedia social, según cifras

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de la Organización Internacional para lasMigraciones (OIM) de Naciones Unidas.Chile, Colombia, Perú y España han sidolos principales destinos de esta diáspora,gracias a las condiciones que ofrecen pararegularizar a los inmigrantes.

Por todo lo anterior, una de las grandespreguntas sobre el futuro inmediatode Venezuela es si el sector financiero le

Una de las grandes preguntas sobre el futuro inmediato de Venezuela es si el sector financiero le seguirá al petrolero, a la industria, la agricultura y el comercio en la fila del desastre

seguirá al petrolero (según la OPEP, Venezuelaelaboraba, en promedio, 2.683.000barriles diarios de crudo en 2014, y enseptiembre de 2018 la cifra disminuyó a1.197.000, la mayor caída entre todos lospaíses miembro), la industria, la agriculturay el comercio en la fila del desastre.También, si es previsible esperar quiebrasen serie de los bancos peor preparadospara soportar este prolongado sismo.

Morir de cáncer

“La banca no puede ser una islade prosperidad en un archipiélago demiseria”, recrea el economista FranciscoFaraco, un veterano especialista en riesgobancario. Es que la enorme liquidez enel sector financiero y la propia crisis quese profundizó a finales del año dificultanorientarse, agrega Faraco sobre la prácticadel gobierno de Nicolás Maduro, a travésdel Banco Central, de crear dinero parafinanciar los gastos del Estado. Por ahora,son chorros de dinero sin respaldo, queoperan como una terapia de frío quemantiene vivo al sector financiero.

La intermediación del crédito es reducida respecto a años anteriores, pero se mantiene en torno a 50%, en medio de la distorsión monetaria y la alta liquidez. Como los bancos tienen el monopolio del sistema de pagos electrónicos, en paralelo a una aguda falta de efectivo en la calle, se ven favorecidos con los millones de transacciones que se hacen diariamente. Pero a la vez la expansión del dinero en poder del público alimenta una hiperinflación que va camino a situarse entre las diez más graves y prolongadas de la historia mundial.

“Los bancos no se mueren de infarto, se mueren de cáncer”, sentencia Faraco al advertir que no se pueden prever cierres súbitos de instituciones en los próximos meses. “No percibo ese riesgo como medible. El sector más débil es el de la banca pública. Pero como el gobierno es el que emite dinero, no va a dejar caer a sus propios bancos”, apuesta.

Sin embargo, cuando se analizan los números de la banca, se le ven de cerca las fisuras a la industria. “Estamos frente a un muerto maquillado”, señala en off un analista sobre los desequilibrios escondidos en los resultados financieros. La banca venezolana se mantiene en pie gracias a las comisiones por el enorme flujo de transferencias y pagos electrónicos que crecen exponencialmente. Sin esa muleta, la vasta mayoría de ellos, especialmente los siete que son propiedad directa del gobierno, estarían arrojando enormes pérdidas.

En el tercer trimestre de 2018, el apartado “Otros Ingresos Operativos”, que recoge el importe de las comisiones por pagos electrónicos, representó el 81,75% del resultado neto (ganancias) de toda la banca, según cifras oficiales. En algunos bancos, al quitarle esos ingresos operativos habría claras pérdidas. “No es normal que en un país la banca viva de las comisiones”, añade al respecto Faraco.

Otros también se han mantenido a flote gracias a la revalorización de sus activos en moneda extranjera, en medio de las vertiginosas devaluaciones del cambio oficial. “Pero cada vez más esas posiciones se van gastando y no se van reponiendo”, explica Faraco.

Además, los bancos o los banqueros accionistas no muestran todo su dinero duro por el justificado miedo de que el gobierno estatista les ponga el ojo y los obligue a inyectárselo a los bancos para capitalizarlos.

Revalorizar activos Hay otra vía por la cual los bancos han maquillado sus números: en abril de 2017 el gobierno les permitió revalorizar sus activos fijos, muebles e inmuebles, para elevar su patrimonio de acuerdo con parte de la inflación nacional admitida. De

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“Los bancos no se mueren de infarto, se mueren de cáncer”, sentencia el economista Francisco Faraco, un veterano especialista en riesgo bancario

esta forma, ajustaron en libros el valor de los activos que van alpatrimonio, lo que les permite mantener el índice de solvencia,un requisito legal para prestar.

Pero en medio de la depresión, la limitada demanda decrédito y la abundante liquidez, la medida ayudó a presionar másel dólar paralelo.

“Sería obsceno no ajustar los activos al valor real; no hacerloen una economía hiperinflacionaria sería absurdo”, defiende laanalista financiera María Inés Fernández, consultora y especialista

en banca, sobre esta medida que genera polémica. “Las revalorizaciones existen desde siempre en la práctica inflacionaria contable, es una práctica recurrente en mercados inflacionarios, es imprescindible”, insiste.

Pero en Venezuela no hay estadísticas oficiales de inflación, PIB ni comercio exterior o pobreza, ya que el gobierno las censura por razones de propaganda. Por eso, nadie sabe con qué criterios fueron revalorizados los inmuebles de la banca.

“Es sacarse un ladrillo de un bolsillo para metérselo en el otro”, replica Faraco. “Esa revalorización de activos no se ha visto en ninguna parte del mundo, excepto aquí”, remata sobre una práctica contable que -insiste- contraviene los principios de Basilea, las normas adoptadas (en 1974 y 2004) por las autoridades reguladoras bancarias mundiales.

Según datos de la Superintendencia de Bancos (Sudeban), al cierre de septiembre pasado el sector empleaba a 56.242 personas, contra las 71.351 al cierre de 2016. El número de oficinas

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En el tercer trimestre de 2018, el apartado “Otros Ingresos Operativos”, que recoge el importe de las comisiones por pagos electrónicos, representó el 81,75% de las ganancias de la banca. En algunos bancos, al quitarle esos ingresos operativos, habría claras pérdidas

con escasos visitantes se mantiene estable en 3.434, pero la cantidad de cajeros electrónicos ATM ha caído en un tercio hasta 6.846 al cierre de septiembre y los bancos más bien apuestan por estimular pagos electrónicos, ya que el efectivo no sirve de nada.

En las calles de Venezuela son frecuentes las largas filas durante horas frente a los bancos. Mayormente de ancianos jubilados que buscan cobrar en efectivo pensiones equivalentes a unos US$8 por mes, al cambio oficial “Dicom”, creado

por el gobierno en marzo de 2016 para intentar normalizar el precio de las tasas de cambio establecidos por la banca privada y el mercado ilegal, que cerró el año en 563 bolívares.

Mientras, las tarjetas de crédito han perdido su valor como palanca financiera, pues sus límites determinados por el gobierno equivalen, al cierre de 2018, a un máximo de $264 y un mínimo de $6. Esas cifras ya no alcanzan ni para las compras semanales de un hogar.

No solo eso: con una tasa de interés máxima congelada de 29% nominal, el dinero plástico también era una herramienta valiosa para usar sus líneas de efectivo y comprar dólares en el mercado negro. Por eso el gobierno es el primero que limita ahora el crédito.

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El mejor negocio que quedaba en Venezuela era financiarsecon los bancos para comprar dólares o bienes importados. “Hastahace tres años, el límite de crédito de mis tarjetas me permitiócomprar seis reses, hoy solo me alcanza para comprar dos kilosde carne”, ilustra un pequeño productor de ganado.

Límites a las transacciones

Es sabido que en Venezuela son frecuentes las filas para pagaren supermercados y tiendas. En el país no circulan monedasy hasta un refresco debe ser pagado por medios electrónicos,de modo que la escasez de efectivo a la vez sirve de oxígeno alsistema bancario, en medio del vertiginoso y constante aumentode la liquidez como política del Banco Central.

El efectivo es tan escaso que los billetesde banco se venden con prima enla calle: pagar con ellos puede suponerhasta un 50% de ahorro en los puestoscallejeros de Caracas o de las carreterasdel interior del país.

“Yo tengo cinco tarjetas del bancoProvincial (filial del español BBVA), conlímite de 300 bolívares cada una, que nome alcanza ni para tomar un café”, dicela empresaria María Carolina Uzcátegui,presidenta de Consecomercio, el gremiodel comercio y los servicios. “Hastacierto punto comprendo, porque cada vez que un banco prestadinero, no importa el plazo, pierde por la hiperinflación”, agrega.

Desde el cierre del tercer trimestre, todos los indicadores dela economía venezolana se agravaron, como los de un enfermoen coma que haya entrado en falla múltiple de órganos. “Lospuntos de venta han sido nuestro principal dolor de cabeza conla banca este año”, complementa Uzcátegui, un escenario donderesaltan los problemas por los límites a las transacciones electrónicas,la conectividad deficiente (Venezuela tiene el internet máslento de América y el Caribe, junto con Haití) y los altos costosde los dispositivos móviles.

Los bancos introdujeron sistemas de pago móvil a través deteléfonos celulares, lo que ayudó a aliviar el problema, pero tambiénestas facilidades se volvieron inútiles porque los límites diariosa las operaciones son ridículos frente al auge de los precios:el Mercantil Banco sólo permite Bs 2.000 diarios por persona. Lacifra equivalía a unos US$3 en el paralelo o casi US$4 del cambiooficial Dicom. Provincial permite 8.000 (unos US$10). Eso, enun país donde el sueldo promedio mensual de los trabajadores(US$8,5 por mes al cambio oficial) solo alcanza para pagar un

kilo de jamón o de queso.

El número de oficinas con escasos visitantes se mantiene estable en 3.434, pero la cantidad de cajeros electrónicos ATM ha caído en un tercio al cierre de septiembre

“Un ciclo hiperinflacionario como el que vive Venezuela dejaen mucha vulnerabilidad al sector financiero, porque obviamentese trata de un problema monetario”, comenta el economistaAsdrúbal Oliveros, socio de la consultora Ecoanalítica que, conapoyo de multilaterales, mide indicadores de la economía venezolana.“Pero en el caso venezolano hay un problema mayor porel entorno regulatorio. El sistema financiero tiene una estructuramuy rígida con control de tasas de interés, comisiones, encaje yadecuaciones patrimoniales para la entrega de crédito”, observa.

Además de lidiar con las tasas controladas, la banca estáobligada a prestar a intereses todavía más bajos unos fondosnominalmente destinados a fomentar la agricultura, el turismo y

la economía real.

la pequeña y mediana industria.

“La banca tiene enormes restriccionespara poder ajustar sus ingresos alritmo de la inflación, lo que aumentael grado de vulnerabilidad”, observaOliveros. “Yo no descarto que en 2019algunos bancos puedan tener problemas.Tampoco descarto que se puedaintentar procesos de fusiones”, proyecta.

De cerca, nadie es normalHay 31 bancos en Venezuela. Demasiados,comparado con el tamaño de

Cuatro grandes: el Venezuela (estatal) y los privados Banesco,Mercantil y Provincial (filial del español BBVA) encabezan elpelotón como exhaustos corredores de bicicleta en una montañaandina.

El resto son un montón de entidades pequeñas y medianas,la mayoría del Estado, cuyos números encubren pérdidas.

Uno de los analistas de riesgo bancario más contundentesen su crítica es Alejandro Cáribas, ex superintendente de Bancosde Venezuela. A su juicio, la morosidad ya se acerca al 3,0% (haybancos pequeños con hasta 29%), el indicador ROE (rendimientosobre el capital) no llega al 20% y en términos de dólares, labanca se ha reducido a una décima parte de lo que era en el año2000. “Medida por patrimonio, toda la banca venezolana es deltamaño de un pequeño banco chileno”, sentencia.

Para los próximos meses no hay elementos que indiquen, porejemplo, un aumento importante de las tasas de interés. Tampocose espera un alivio en las regulaciones al sistema, ni siquieragrandes mejoras macroeconómicas. Por eso Cáribas se atreve adecir que “con un millón 300 mil por ciento de inflación no hay

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Los siete bancos del Estado hubieran ganado apenas US$566.000 si se le restara del resultado neto los US$2,7 millones en comisiones

posibilidad de continuar. La banca va a llegar a un momento en que va a decir no puedo más, no puedo competir y los primeros que van a sufrir son los bancos pequeños y medianos”.

“Creo que sí puede quebrar algún banco, por lo menos en el segundo o tercer trimestre de 2019, después de los primeros resultados”, dice al observar que hay al menos uno de los grandes con serios problemas de pagos a sus clientes en una filial en las islas del Caribe, lo que puede ser “un gran detonante”.

Cáribas profundiza en la cuenta “Otros Ingresos Operativos” para ayudar a explicar cómo es que se mantienen en pie los bancos venezolanos. Ese apartado del “Margen Financiero Neto” aportó al conjunto de la banca US$9,2 millones, en el trimestre terminado el 30 de septiembre. Ingresos operativos que, como ya decíamos, básicamente corresponden a las comisiones por transacciones y que representan el 81,75% del total del resultado neto (ganancias) del trimestre, que fueron US$11,3 millones, detalla Cáribas.

“Algunos bancos, si les quitas los ingresos operativos por esas comisiones, darían pérdidas”, calcula. Y si ocurrieran quiebras o una crisis de liquidez, los ahorristas quedarían desamparados, pues la garantía legal a los depósitos del público,

que cubre el fondo estatal Fogade, equivale todavía a menos de un centavo de dólar, porque sigue en moneda antigua, advierte Cáribas. Y aunque fuera corregida de inmediato a la nueva moneda, solo cubriría cuentas hasta Bs 30.000, es decir US$39 al cambio paralelo, al cierre de diciembre. Era el mismo monto cubierto hace diez años, en la última crisis que arrastró casi una docena de bancos pequeños.

“Basilea recomienda que las capitalizaciones se hagan con aportes de los accionistas o ganancias acumuladas. ¿Cómo sería la situación en el cuadro de una crisis bancaria, qué le entregarán a los ahorristas?... Ladrillos”, ilustra Cáribas. Es una advertencia muy pertinente de cara a un 2019 ya signado por la incertidumbre.

Banesco reportó en el tercer trimestre de 2018 un resultado neto (ganancia) equivalente a US$2,0 millones, a la tasa del dólar paralelo. Pero si se excluye lo que le ingresó en comisiones por las transferencias de dinero, hubiera perdido US$278.108, según los reportes de la Superintendencia de Bancos.

Mercantil Banco hubiera perdido US$390.000 en el trimestre sin los US$947.513 que ingresaron por sus transferencias; el estatal Venezuela, el mayor del país en activos, reportó un resultado neto de US$1,7 millones, gracias a US$1,2 millones de las comisiones por transferencias.

En realidad, los siete bancos del Estado hubieran ganado apenas US$566.000 si se le excluyera del resultado neto los US$2,7 millones en comisiones.

Los 24 bancos privados reportaron en conjunto un resultado neto equivalente a US$8,7 millones en el trimestre, pero sin los US$9,1 millones de esos ingresos extraordinarios, en realidad hubieran encajado una pérdida conjunta de US$461.000.

Estos números, el entorno (la depresión económica lleva seis años y según un informe del parlamento opositor, el retroceso

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del PIB es de 29,8% solamente en el tercer trimestre de 2018) ylas regulaciones actúan como alarmas para indicar que el sectorestá llegando a sus límites de resistencia.

Luz que se apaga

Entre 2004 y 2010, en pleno auge de la llamada “revoluciónbolivariana”, de políticas populistas expansivas al amparo delos precios del petróleo, los banqueros venezolanos vivieron unagresivo boom económico y les fue muy bien. La banca fue unode los sectores que más creció. “Eso de alguna manera le damucha resistencia para enfrentar el ciclo hiperinflacionario. Tenemosbanqueros con posiciones en moneda dura significativa,que han constituido estructuras financieras fuera de Venezuela,eso les da un margen de resistencia superior”, explica el economistaOliveros.

Tampoco es optimista la economista María Inés Fernández: “Me parece que la banca está desapareciendo. Pero sin cambios sustanciales y ajustes en el patrimonio, la situación se puede alargar”

Banqueros por cierto como Juan Carlos Escotet, cabezadel grupo Banesco Internacional, con operaciones también enPanamá, Estados Unidos, República Dominicana, Puerto Rico,Colombia y España, donde es propietario de Abanca, convertidoya en el séptimo banco por patrimonio en la “madre patria”, con4.880 millones de euros y un activo de 57.192 millones de euros.

Mientras Banesco, ex principal banco privado de Venezuela,está intervenido por el gobierno desde mediados de año, en unproceso que según Escotet obedece a razones políticas y es “ilegaly desproporcionado”. Banesco tenía un patrimonio al cierrede septiembre de 2018 de solamente 442 millones de bolívares.Al cambio paralelo de septiembre, ese patrimonio equivalíaa US$2,1 millones… el precio de un departamento de lujo encualquier capital americana.

Hace tan solo cinco años, cuando comenzó el descalabrode la economía venezolana bajo el mandato de Nicolás Maduro,

Banesco era el buque insignia, con activos que equivalían a US$7.463 millones y patrimonio de US$579 millones. Pero hoy, todos los créditos otorgados por los 31 bancos grandes, medianos y pequeños sumaban apenas US$287 millones a septiembre pasado. Es decir, US$9,5 per cápita.

En 2013, todos los activos de la banca venezolana sumaban US$36.500 millones. En 2014, la cartera de crédito total de la banca era de US$15.723 millones, aunque la economía ya entraba en declive por la baja de los precios del petróleo y el descalabro de la endeudada estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

Entonces, ¿qué puede venir en 2019 para los ya malogrados bancos venezolanos?

“Están languideciendo (los bancos), en una muerte lenta, como una luz que se apaga”, ilustra el especialista Boris Ackerman, quien durante años ha estudiado el sector financiero venezolano con el modelo CAMEL (Capital, Calidad de Activos, Manejo Gerencial, Estado de Utilidades y Liquidez). “Se está encogiendo (la banca) desde el punto de vista de soporte de capital”.

“El saldo de patrimonio con respecto al activo total se hace nulo, sumamente bajo y expone a la banca a un problema de solvencia”, explica este consultor y profesor de la Universidad Simón Bolívar, de Caracas. “Solvencia es patrimonio sobre activos y la banca venezolana está en un problema: no tiene suficiente dinero propio para soportar el nivel de activos que maneja”, recalca Ackerman.

“El otro problema es la parte operativa. Al no tener acceso a divisas, hay un deterioro en la infraestructura, la posibilidad de atender a los clientes. Además, enfrenta una fuga de talentos”, agrega. “En este momento la banca venezolana es simplemente un sistema de pagos”.

Ackerman cree que probablemente los bancos más eficientes se fusionen o se venga un proceso de adquisiciones. “Que quiebren, podrían quebrar, pero no porque vayan a tener corridas de dinero, sino más bien porque no serán capaces de mantener una operación normal. Les sucede como a esos ciber cafés de barrio, cuyas computadoras quedaron obsoletas, con los teclados borrándose por el uso y sin renovación”, ilustra.

Tampoco es optimista la economista María Inés Fernández, quien también ha pasado a la banca venezolana por el tamiz del CAMEL y cuyo arqueo de datos ilustra parte de este reportaje. “Me parece que la banca está desapareciendo. Pero sin cambios sustanciales y ajustes en el patrimonio, la situación se puede alargar. Lo digo con tristeza, porque morir de mengua es casi más triste que desaparecer de un solo golpe”, resume esta profesora del IESA, de Caracas.

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