Crónicas escritas, durante el Concilio Vaticano II, por Martín Descalzo, enviado especial en Roma por La Gaceta del Norte. Martín Descalzo tuvo el buen acuerdo de remitir al ahora Beato Lolo, cada día, un ejemplar de las mismas, para que Lolo siguiera el día a día de aquella primavera de la Iglesia.