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Especial: La Magia de la Navidad

Concepto original: Katish Mira - Producción: Amparo Duarte, José Fernando Yepes Fotografías: Julián Rozo / Javier Valdivieso - Locación: Dreams Home

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anela, anís, naranja y chocolate eran los olores que impregnaban toda la casa, lo que indicaba que había llegado Navidad. Mientras Angélica organizaba su habitación, escuchó el sonido del timbre; allí estaba esa voz que tanto amaba. -Hola tía, ¿ya llegaron todos? – preguntó una vocecita ansiosa y llena de alegría. Angélica se apresuró por las escaleras y vio a Juan, su primo, su mejor amigo.

-Juan apresúrate. Papá ya puso el árbol en la sala, vamos a decorarlo- le dijo, ambos salieron en carrera buscando los adornos, mientras Daniela la hermana mayor de Angélica los ayudaba en la tarea de embellecer el grandioso árbol. En ese momento, mamá preguntó si ya tenían listas las cartas para pedir sus regalos. Angélica sacó la suya, quería un oso, un carro rosado y una caja de colores y marcadores. Juan aún no estaba seguro, entonces había escrito en su carta que por favor le enviaran el regalo más genial de todos, e insistió que lo dejaría a elección de los duendes de la navidad. Daniela en cambio, sabía que quería un libro muy especial, uno que estaba agotado en las librerías, pero que seguramente en el polo norte podrían conseguirlo. Mamá recogió las cartas, las puso en un sobre y las llevó al buzón de la entrada. Cuando estuvo decorado el árbol, Mamá les pidió que se lavaran las manos para que la ayudaran en la cocina, donde prepararían un delicioso dulce navideño. Cocinar no era fácil, tenían que abrir huevos, verter leche, agregar harina, mezclar y lo más difícil: hornear. Pero estando juntos todo era divertido, así que no se preocuparon y se dejaron guiar.

Las maracas y panderetas comenzaron a sonar. Era la hora de la novena, y papá sacaba todos los instrumentos para hacer de este momento un concierto familiar. Abuelos, primos y tíos ya habían llegado así que todos se sentaron junto al pesebre y comenzaron la tradicional novena de aguinaldos. “Benignísimo Dios…” - comenzó leyendo el abuelo, luego la tía Cristina continuó con la consideración para todos los días. Después cada niño leyó un gozo mientras los demás cantaban “ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.” Angélica comenzó a morderse los dedos, aun no se sentía preparada para leer en público y Juan, al darse cuenta, se acercó a ella tanto como pudo. Cuando llegó su turno, Angélica leyó con naturalidad: “Ven, salvador nuestro, por quien suspiramos…” -repitió- mientras Juan le susurraba al oído para que ella no titubeara y así continuaron hasta terminar la novena.

La mejor parte era cantar villancicos, se unieron todos al unísono cantando al ritmo de la guitarra, maracas, flautas, panderetas y por supuesto las tapas de las ollas que tanto le hacían gracia a la abuela. Después de un rato se dispersaron. Los adultos siguieron a la sala mientras que los niños se sentaron en la banca del jardín intentando detectar una luz en el cielo o algo que anunciara la llegada del tan anhelado encuentro. Pero ni el tintineo de los cascabeles, ni el famosísimo HO-HO-HO se escuchaban en el frío de la noche que anunciaba una gran tormenta.

La abuela y mamá salieron de la cocina alegremente con sus delantales coloridos y portando bandejas. -Es hora de cenar- anunciaron. Todos se sentaron a compartir las delicias alrededor de la mesa. Angélica, ¿podrías pasarme los buñuelos? le dijo Juan mientras probaba las galletas. Comieron hasta quedar satisfechos, mientras Angélica continuaba mirando hacia el árbol, creyendo que quizás la navidad se podría adelantar. Claro que la llegada de los regalos no se adelanta nunca, pues parte de la magia está en esperar. La mayoría de los invitados se despidió debido a que la lluvia empezaba a arreciar, pero los tíos y su primo Juan se quedaron un rato más.

Los adultos seguían conversando amenamente mientras los niños se dedicaron a jugar a las escondidas. - Niños, parece que la tormenta no se detendrá-, les informó mamá, entonces todos tendrían que pasar la noche en casa de Angélica. Juan normalmente estaría encantado, pero era Navidad y quería estar en casa, así se lo manifestó a todos. - ¿Por qué no te quieres quedar conmigo? – preguntó Angélica quien por un momento había dejado de estar emocionada. - Yo si me quisiera quedar, pero si paso la noche acá y Santa no me encuentra en casa seguramente no dejará mi regalo-. Mamá comprendió la preocupación de su sobrino, así que lo abrazó y les explicó a todos: - la magia de la navidad es algo completamente inexplicable, ustedes solo deben creer-.

Los niños no se sentían completamente convencidos, pero al ver que no había otra alternativa se resignaron. La que había sido una magnífica espera se había arruinado por el mal clima. -Debemos creer en la magia de Navidad – repitió Angélica, quien estaba feliz de compartir más tiempo con su primo. Entonces, en un acto de fe sirvieron las galletas y un vaso de leche para Santa y rogaron a sus padres que los dejaran dormir en la sala, pues querían avisarle a Santa cuando llegara, que Juan se había quedado a dormir allí. Sus padres estuvieron de acuerdo y los dejaron quedarse en el sofá. Daniela les leyó a los niños un cuento de navidad y pronto se quedaron dormidos.

- ¡Despierta, despierta! Ya están acá. – Juan sostenía un regalo y se lo mostraba a Angélica quien nunca había perdido la fe. Ambos corrieron al árbol. Allí estaban todos los regalos pero en ninguno de ellos aparecía el nombre de su primo. De pronto, encontraron una carta que decía en letras grandes: PARA JUAN

“Querido Juan, gracias por dejarnos elegir tu regalo de este año. Esperamos que te parezca genial como a nosotros los duendes… deseamos que lo puedas disfrutar con todos tus primos. Que tengas una feliz navidad” P.D. Era muy grande, así que hemos decidido dejarlo en el jardín de tu prima Angélica. Atentamente Doty Dots.

En pocos segundos los niños estaban cruzando la puerta. Aún no salía el sol, pero allí bajo los faroles estaba un grandioso tren esperando a que todos jugaran con él. Definitivamente la magia de la navidad era algo inexplicable, pero absolutamente maravilloso.

Sofía Girón Con determinación para ganar

Sofía descubrió el golf a los seis años, con el ejemplo de su hermano Juan Miguel, quien compitió en el golf juvenil nacional. Es una joven de retos, por eso hace un año se propuso entrenar a fondo para lograr un alto nivel, con lo cual viene dominando varios torneos nacionales; entre ellos el Torneo Club Shalom (Cali), Torneo Club Militar (Bogotá), Copa María José Uribe (Bucaramanga) y Copa Camilo Villegas (Medellín). Su desempeño la ha valido ser la número uno del ranking nacional en la categoría prejuvenil, un logro que le dedica a sus padres por su apoyo y dedicación, como también al grupo de instructores de la Academia Pedro Russi.

Posee una personalidad exigente para superar sus expectativas y una disciplina que le permite combinar sus estudios con las jornadas de entrenamiento que se extienden los fines de semana.

¿Qué técnica le da resultados? Se manejar la velocidad con el drive, eso me permite alcanzar en promedio 245 yardas.

¿Cuál es su principal habilidad? El approach.

¿Dónde se ve dentro de 10 años? Estudiando Medicina. El golf pasaría a ser recreativo.

¿Qué es el golf para Sofía? Una forma de escapar del mundo. Yo entro a un campo de golf y me olvido de todo.

Sofía Girón Díaz Edad: 13 años Registro: Ruitoque Golf Country Club Padres: Luis Miguel Girón y Lina Díaz Hermanos: Juan Miguel Girón

Alejandro Arenas Promesa del golf nacional

La temporada del golf infantil viene cargada de nuevos talentos entre ellos, Alejandro Arenas Ochoa, quien el año pasado confirmó que está para grandes cosas al ganar su categoría durante el Abierto de Bucaramanga y haber clasificado al Campeonato Nacional Infantil.

Alejandro siempre fue un niño hiperactivo por eso, muy temprano, a la edad de 4 años inició en la academia de Golf Andalucía apoyado por el instructor William Cordero demostrando un sorprendente nivel competitivo. Su rutina contempla entrenamientos los días martes, jueves, viernes, sábados y domingos, combinando además la parte física. Últimamente trabaja para ganar más velocidad y mejorar el swing. “Con el profesor William analizamos todos los tiros, nunca dejamos nada al azar, para poder tener el mejor rendimiento en el campo de golf”, comenta Alejandro. Agrega que algo esencial en cada competencia es lograr una perfecta concentración, algo que también asimiló de sus instructores.

De su juego destacamos el driver con el cual pega largas distancias, controlando muy bien la ubicación, como también su desempeño en el green, habilidades que ha perfeccionado gracias al sacrificio de muchas jornadas en el campo de práctica. Alejandro no se cambia por nadie, ya que recientemente hizo “hoyo en uno” en el hoyo 7 del Club Campestre, en el marco de un clasificatorio al Nacional Infantil, una proeza que celebró con helado para todos los niños que participaron ese día.

Alejandro Arenas Ochoa Edad: 11 años Registro: Club Campestre de Bucaramanga Padres: Sergio Arenas y Mónica Ochoa Hermanos: Emiliano Arenas Ochoa Colegio Panamericano - Sexto grado

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