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AMÍLCAR SALAZAR
DELITO CDMX CDMX CRÓNICAS 1988-2013
Libros del Futuro EDICIÓN PARA MÓVILES
Libros del Futuro EDICIÓN PARA MÓVILES 2
Delito CDMX. Crónicas 1988-2013 Primera edición, diciembre de 2018 © Amílcar Salazar Derechos reservados conforme a la ley ISBN en trámite Editado en México Libros del Futuro Ciudad de México 3
A manera de PRÓLOGO Por Mariano Albor Maestro en derecho, ensayista de temas filosóficos y jurídicos Ex presidente de la Barra Mexicana-Colegio de Abogados Artículo publicado en unomásuno, 3 de mayo de 1988
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l Ministerio Público es un ente todopoderoso que padece astenia. Era casi previsible que una historia sobre las relaciones entre los ciudadanos y las autoridades ministeriales –protagonizada y narrada por el reportero Amílcar Salazar– fuera una sucesión de estampas estremecedoras. Entre estas, el periodista relata una decena que es clave: como un personaje activo de un drama nocturno y sordo que tiene lugar en una agencia investigadora –parece que está inmerso en un esperpento de Valle-Inclán–, se entera y da cuenta de qué manera los funcionarios, entre palabrones y sarcasmos, se juegan a un volado dizque jurídico el destino de un ser humano. Éste solo explica simultáneamente el absolutismo y el raquitismo de una institución que es urgente revisar para modificarla. 4
A diario, la vida social le entrega al MP los jirones más desgarrados de su existencia. Son los hechos que de alguna manera han quebrantado aquello que los juristas llaman pomposamente los bienes jurídicos tutelados por la ley: la vida, el patrimonio, la libertad; es decir, aquel abigarrado conjunto de categorías sociales que están incluidas en los tipos penales. El catálogo amplísimo de previsiones delictivas que hay en las leyes mexicanas no es otra cosa que la vía ancha y cómoda por la cual el MP, investigador legitimado por definición, transita en la vida íntima y de relación de los miembros de la comunidad. Hurgador por naturaleza, con la Policía Judicial bajo su mando y la facultad de decisión sobre vidas y haciendas, el MP se levanta ante nuestra vista como una obra faraónica: es el poder absoluto. Y como todo poder político-jurídico indiscutible, está lleno de imperfecciones y debilidad. A cambio, ostenta esa fuerza jurídica inusitada que es el derecho a castigar (jus puniendi) y que le da perfiles muy característicos al ejercicio del poder político. La flaqueza del MP se expresa de maneras muy diversas; sencillas unas, complejas otras: la falta de honradez atribuida al pobre nivel de las prestaciones económicas; el ejercicio de esa pequeñez humana nutrida de nombramiento y placa, que se convierte en esa rudeza cruel y necesaria de la que es objeto el ciudadano, cuando está su disposición como denunciante o indiciado; el tuteo ofensivo, la falta de ortografía, redacción y conocimiento jurídico, que convergen en un punto: el MP está al asalto de la libertad.
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Por lo demás, queda claro, tal como lo sugiere el trabajo de Amílcar Salazar, esa falta de consistencia orgánica tiene efectos multiplicadores; un mal foro, una pésima judicatura… ni hablar de los servicios penitenciarios. La realidad así lo acredita. Admitámoslo sin rubores. Si el resultado hostil de las carencias es preocupante, desde un plano crítico lo es más, todavía, el impulso de su fuerza inflexible. El flujo misterioso de este poder soberano está en la Constitución General de la República. Se trata de una disposición que los juristas admiten sin chistar cuando –ciertamente– hace mucho tiempo que debió ser objeto de un debate serio y responsable. Se trata del fenómeno conocido como el “monopolio de la acción penal”. El gobierno utiliza esta facultad exclusiva y, como instrumento, un catálogo de leyes en el cual se considera delito un número interminable de conductas sociales. Esto obviamente nos acerca más al despotismo que a la libertad, y disminuye sensiblemente el sentido democrático de la justicia. No se trata de pedir ingenuamente, como se ve, la abolición del MP; lo que se quiere, en aras de la modernidad y de un mejor destino social, es modificar el costoso monopolio de la acción penal que propios y extraños han admitido de manera tan cándida. La cuestión jurídica: ¿puede el particular acudir a los tribunales penales sin la intervención de los órganos públicos? La libertad y la democracia se juegan una porción de su futuro en la respuesta. Mariano Albor El criticable monopolio de la punición unomásuno, 3 de mayo de 1988 6
Las arbitrariedades del Ministerio Público
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uchos ángulos ofrece a la reflexión el reportaje de Amílcar Salazar sobre el funcionamiento del Ministerio Público. Los abogados penalistas que se refirieron a este desde posiciones críticas destacaron aspectos de esa institución que por décadas han permanecido fuera de la atención de la sociedad que la padece. ¿Es compatible con la libertad y la dignidad ciudadanas que el MP ostente el monopolio de la acción penal?, ¿es aceptable que ni siquiera el derecho de amparo proceda en su contra? Desde luego, muchas consideraciones cabría formular antes de responder a estas y otras preguntas, pero una primera conclusión es que resulta absolutamente necesario que las organizaciones de la sociedad civil libren una discusión seria y comprometida sobre las atribuciones de las agencias del MP. Éstas ya no deben ser más omnipotentes reductos vedados a la crítica consecuente de la ciudadanía. La información contenida en el reportaje de Salazar valida una presunción que muy pocos se atreverían a negar: en las agencias del MP campean la corrupción y el influyentismo, que inevitablemente confieren un carácter de clase a la procuración de justicia: hay justicia o, peor aún, impunidad para los ricos e influyentes, y en cambio se aplica con toda dureza la ley al ciudadano común, el cual recibe además un trato prepotente, que se vuelve despótico con aquellos acusados que no tienen la fortuna de tener con qué asegurarse un trato benigno. 7
Los especialistas consultados por Amílcar Salazar coinciden en señalar que el MP, como está estructurado en la actualidad, es una instancia anacrónica y paternalista. Cabe agregar que, por lo tanto, resulta incompatible con las ambiciones democráticas de nuestra sociedad contemporánea. Sin embargo, no existen, no pueden existir, recetas unilaterales y simples que proporcionen inmediata solución a un problema que se viene arrastrando desde hace décadas. Tampoco parece suficiente que sólo se trate de aceptar un mecanismo anquilosado. Parece claro que se requiere de un cambio profundo, de fondo, en el sistema de administración e impartición de justicia, y éste no deberá provenir de una decisión tomada en las alturas de la cúpula estatal. Se impone un debate amplio y razonado, entre especialistas y sectores representativos de la sociedad y el Estado, que siente las bases de una reestructuración del sistema y lleve a una justicia no sólo más estricta, ciega y expedita, sino también más justa y humana. Para alcanzarla, la democratización tendrá que incluir, necesariamente, a las agencias del MP. Editorial unomásuno, 5 de mayo de 1988
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EL UNIVERSAL, 20 de julio de 2008
REINCIDENTE POR NATURALEZA Fotografías de Eloy Valtierra
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l juez 64 penal adscrito al Reclusorio Preventivo Sur de la Ciudad de México, Eduardo Mata Carrillo, sopesa el legajo que contiene el caso de Óscar N. –“delincuente habitual” según un informe de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal– y dice al reportero: –Antes de que acabe julio, quizá en un par de semanas, podré dictar sentencia: falta que me lleguen unos datos que pedí a los otros reclusorios donde este muchacho estuvo preso. 9
–¿Cuántos años le dará? –Por su delito, lo usual sería fijarle entre 40 y 70 años. –¿Ahora sí se quedará en prisión...? –Bueno, es verdad que el hombre es un reincidente: acababa de salir del Reclusorio Norte, pero ahora sí cometió un homicidio y ya no será como antes. –¿Qué le ha dicho él? ¿Ha dado algún argumento a su favor? –No puedo contarle nada al respecto. Lo atendí por amabilidad. JUZGADO Y RECLUSORIO Afuera del cubículo del juez –“su señoría”, lo nombran todos los abogados que lo visitan–, se encuentra un área de oficinas casi tan llena como un vagón del metro. Detrás del mostrador, la hidra compuesta por familiares de reos, testigos y litigantes apenas tiene donde moverse entre angostos pasillos y escaleras del edificio de juzgados construido en 1979. Entre muros de ladrillo rojo y una gran ventanilla enrejada que limita al juzgado con el reclusorio, la sensación de encierro contrasta con la frescura que se percibe en el exterior ante la verde cordillera que rodea al pueblo de San Mateo Xalpa, Xochimilco. A dicha demarcación capitalina le toca albergar a este centro de reclusión para varones con extensión de 22 hectáreas y que, según informes oficiales, aloja a 6 mil 200 internos, estando diseñado para recluir a sólo dos mil 900 –un sobrecupo del 113 por ciento–. Escritorios setentones, máquinas de escribir, monitores de cómputo, disquetes de 3.5, lápices, bolígrafos, cerros 10
de expedientes. Ningún letrero por ninguna parte y de todo hay que preguntar a quien se deje. Es la justicia penal que así trabaja, y que a decir de un abogado que se enoja a causa de una audiencia cancelada, “asusta a quien no conoce”. EL CASO El reportero pregunta a juez, abogados, policías, testigos y familiares de protagonistas del caso de Óscar, “capitalino sin RFC ni CURP nacido un 30 de abril de 1979, educación hasta el primero de secundaria, 1.92 metros, tez apiñonada, tatuaje en brazo”, según se lee en su ficha policial. Antes de enfrentar este proceso por homicidio calificado, Óscar ya tenía en su haber cuatro ingresos a cárceles del Distrito Federal; todos ellos por delitos de robo. Óscar es un reincidente; uno de los “33 de cada 100”, según cifras del gobierno del Distrito Federal, que al momento de ser arrestados por algún delito se descubre que ya cuentan con antecedentes carcelarios. El juzgado da seguimiento al parte de la policía preventiva número 800445164 y a la averiguación previa GAM4T1/1155/0805 del ministerio público; cuya causa se remonta a los sucesos ocurridos el pasado viernes 23 de mayo, a las 5:30 horas, sobre la avenida Eduardo Molina en su cruce con Sabino Crespo, colonia Constitución de la República, delegación Gustavo A. Madero. 11
Foto: Eloy Valtierra / Eikon
Se trató de un funesto amanecer para Angélica –30 años, enfermera del IMSS recién trasladada de provincia hacia esta capital, esposa, madre, transeúnte, usuaria del transporte público–, en cuyo recuerdo una mano devota ha clavado un pequeño crucifijo sobre la corteza de un árbol próximo al sitio donde Óscar la asaltó y acuchilló. LA APREHENSIÓN Sorprendido por los testigos del delito que había cometido, Óscar quiso huir o defenderse, pero sus puñoss fueron como las ramas de un árbol atrapado en la furia de un vendaval. Sus contrincantes resultaron ser maestros de boxeo. Eran dos ciudadanos que no profesan la idea de que el miedo deba ser un motivo para no acudir en defensa de una mujer que es agredida. –¡Les doy lo que quieran, pero déjenme ir! –suplicó Óscar, pero le respondieron con nuevos puñetazos. El delincuente sólo dejaba escapar gemidos, espalda a 12
Foto: Eloy Valtierra / Eikon
tierra sobre el camellón de Eduardo Molina, poco iluminado corredor central donde 20 metros atrás, entre rocas de concreto abandonadas, se agitaba el cuerpo agonizante de Angélica. No muy lejos de ahí, arrojado al piso por quien aún pensaba poder huir por la escalera de un puente peatonal, estaba el arma con la que, segundos antes y en un solo impulso, había atravesado un tórax femenino (“cuchillo de cocina tipo sierra con extensión de 15 cm”, lo describió la policía). Precisos, suficientes para apabullarlo, fueron los golpes que le descargó el joven Esteban López –29 años, fornido púgil con 1.54 de estatura–, apoyado por uno de sus maestros, Fernando González, con 69. Atendiendo los gritos de la víctima, atribuidos más a la sorpresa que a una eventual resistencia al atraco, los boxeadores afrontaron bien la casualidad de estar presentes a cien metros del teatro del crimen, mientras iniciaban prácticas en un singular gimnasio callejero. 13
Foto: Eloy Valtierra / Eikon
Vista la escena a la distancia, dando aquellas siluetas la impresión de que se suscitaba una riña, pronto fue bañada por el resplandor de una torreta policial. Llegaba la unidad P0404 del sector Quiroga de la SSPDF, descendiendo los oficiales 718997 y 745125, Miguel Ángel Muñoz y Ramón Méndez Toro. A ellos tocaba encargarse de la débil resistencia de Óscar. “Pero ya era pan blandito”, dijeron los héroes ciudadanos. LOS TESTIGOS Muñoz y Méndez, patrulleros, recuerdan: –Nosotros también le metimos sus guamazos al tipo, no se crea: era muy alto y bien duro de músculos… Luego, muestran la pantalla de un teléfono celular donde se ve una de las fotografías que tomaron a Óscar (quinta imagen de la serie) poco antes de la llegada de otras unidades policíacas y de conducirlo ante el ministerio público. 14
–¿Le vieron algo raro? ¿Les dijo algo? ¿Estaba drogado?” –Bueno, estaba como muy turbado, enojado y… ahora sí que algo madreado, ¿no? Pero no, estaba normal. A lo mejor el cuate no andaba pacheco por la hora, tan tempranito, pero es cuando, más o menos, salen a robar para ir a comprar su droga. Por lo que toca a Esteban y Fernando, ambos recuerdan de manera especial algo que el aprehendido les dijo, repetidamente, cuando ya se aproximaba la patrulla: –Nos decía: “¡déjenme ir o mátenme!” y parecía hablar en serio. –Quizá una sensación de soledad, de abatimiento… –Pues algo así, pero ya no averiguamos… EL HISTORIAL Con sólo 29 años de edad, Óscar ya suma a su currículo delictivo, agregando con esta causa un total de cinco entradas y salidas de reclusorios capitalinos. La primera vez que pisó el Reclusorio Norte, acusado de robar a un transeúnte, fue en octubre de 1997, cuando tenía escasos 18 años. Allá permaneció durante cinco meses, hasta que el juez 13 Penal (marzo de 1998) lo declaró “absuelto” y “sin obligación de pago de multa”. Pero el joven Óscar sólo preservó su libertad durante 46 días. Vuelto a sorprender robando a otro peatón, ahora con uso de violencia, volvió al Reno (julio de 1998), donde el juez 14 penal le dictó sentencia de “5 años, 3 meses y 15 días”, una condena que cumplió hasta quedar libre (enero de 2003) a la edad de 24. 15
Foto: Eloy Valtierra / Eikon
Sin embargo, ahora sólo permaneció en libertad los primeros ocho meses de dicho año, ya que en octubre fue otra vez arrestado por robo a transeúnte. De acuerdo con sus fichas policiales, fue enviado primero al Reclusorio Oriente y un año después a la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla. De aquella tercera etapa, sólo su actual juez, quien tiene acceso a su expediente, podría dilucidar cómo fue que Óscar –con todo y sus antecedentes, estando sentenciado por los jueces 72 y 74 a purgar “6 años, 10 meses, 15 días”– logró quedar en libertad en octubre de 2006; es decir… cuatro años antes. Acercándose a su cuarto periodo, Óscar ahora sólo se mantuvo en las calles durante 90 días, para regresar a su primer confinamiento (Reno) el 19 de noviembre de 2006, tras ser arrestado en la tentativa de asaltar a otro peatón. Pero algo “sorprendente” –la opinión es de Marco Antonio Nava, penalista consultado por este diario– sucedió durante el cuarto proceso de Óscar: 16
El multijuzgado recibió una sentencia bastante menor que las anteriores: “1 año 6 meses”, por parte de un juez penal cuyo número y nombre no figura en archivos públicos de la partida 7885/RN/2006 del Reno; donde por otra parte se anota un nuevo dato que despierta “otra sorpresa”, tratándose de un ciudadano pobre: el presunto pago de una multa por “973 mil pesos”. Así fue que, teniendo Óscar escasas 90 horas de haber dejado aquella cuarta cárcel, no dudó en bloquearle el paso (y la vida) a Angélica. ¿QUÉ DICE ÓSCAR? El Reclusorio Sur sería algo así como su nueva casa y por ello no quiere que se le moleste... “No es mi deseo que mi defensor de oficio, Lic. José Félix González Olivares, proporcione ningún tipo de información y tampoco quiero ser entrevistado por ningún periodista por así convenir a mis intereses”. Por medio de esta declaración manuscrita dirigida a El Universal –cuya fotocopia es entregada por Óscar Jiménez, jefe de abogados de oficio del penal–, Óscar responde al repetido intento por entrevistarlo y de brindarle un espacio equivalente al de su contraparte para difundir su voz. Jiménez, defensor que tampoco accede a hablar a nombre de su defendido, explica: –La verdad, se enojó un poquito cuando le preguntamos. Nos comentó que no quiere saber nada de periódicos, que ya bastante han hablado cosas de él, que ya lo han puesto como de lo peor, para aún darles entrevistas. Se cuestiona al funcionario respecto a la autenticidad del escrito o de las circunstancias en que pudo haberse 17
elaborarlo dentro de prisión. A simple vista, se aprecia una letra y lenguaje cuidadosos, casi judicial; sin embargo, el abogado reitera que fue redactado por la mano del propio Óscar: –La escribió y firmo él solito, sin ninguna presión: llevaba uniforme beige, pelo corto, un cuate bastante alto y en su brazo izquierdo, creo, tenía un tatuaje… LETRA Y ROSTRO Víctor Raúl Piña Arreguín, psicografólogo y analista de la personalidad, revisa la carta de Óscar y opina: –No tengo elementos para cotejar si se trata o no de su letra. Percibo, eso sí, que el escrito se hizo con toda lentitud, cuidando trazos, sintaxis, ortografía. Podría haber sido dictada o copiada de algún lado, por alguien que conoce de leyes. Probablemente, ésta no fue la primera que escribió, sino una segunda o tercera, hasta lograr esta pulcritud… El experto en “rasgos de movimiento, forma, espacio, dirección, presión y relieve de la escritura”, lamenta no tener a la mano el original de la carta, donde “podríamos ver, en la presión ejercida al reverso del papel, señales de emoción, de su estado de ánimo”. Pero el psicólogo muestra mayor interés en la serie de fotografías carcelarias, procediendo a elaborar lo que, en su profesión se conoce como “análisis de rostro”: “Vemos rasgos faciales recurrentes en todas sus edades: siempre esa mirada que llamamos: sanpaku –donde la tensión afecta su nervio óptico; normal en personas que viven bajo tensión–. La zona inferior de los labios, sobre todo el derecho, tiende hacia abajo, lo que nos habla de 18
tensión emocional fuerte, con mezcla de nostalgia, depresión, abandono. “Sobre la ceja se aprecia un área hundida con dos líneas, mismas que nos indican: presión, tensión, agresión; aparte, un nivel de enojo muy fuerte. La parte superior de la oreja tiene una discreta terminación en punta, que es común en personas que no controlan bien sus impulsos, ya sean estos positivos o negativos. “En el rostro no encontramos simetría: del lado izquierdo, parte íntima, vemos mucho sufrimiento; mientras que en el derecho, área social, se percibe esa mucha tensión que parece enfrentar por las situaciones que padece, día con día. “En la última foto, donde ya tiene 29 años, se ve una mirada penetrante, fuerte, aguda; mientras que a la altura de los labios se advierte mayor cansancio, sometimiento, testarudez y, claro, una tensión muy explicable”. A manera de resumen, Piña Arreguín dice advertir en la secuencia de rostros un “factor psicológico recurrente”; el cual define como: “una misma puesta en escena de su vida”. –Identifico un factor que predomina: este hombre acarrea una vida con factores adversos de tipo social, económico, imágenes de la niñez, indefinida presencia de los padres… Un rostro que, además de preguntarse “¿por qué no tuve una vida diferente?”, muestra sucesivos semblantes que preservan casi idénticos factores psicológicos. Una secuencia altamente repetitiva. –¿Será por ello que reincide? –Los factores que te guían… marcan y, difícilmente, escapan –concluye. 19
EL UNIVERSAL, 27 de julio de 2008
DE LAVACOCHES A ZAR DEL SECUESTRO
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ntes de comprarse autos de lujo distintos para cada día de la semana –su preferido, un BMW rojo convertible–, el jefe de una de las células de secuestradores más activas de México, Los Bernardo, operaba un modesto local de lavado automotriz en el cruce de las calles 499 y 414, en San Juan de Aragón, Distrito Federal. Los datos fluyen, para reconstruir un historial delictivo, desde informes policiales hasta la toca penal 7/2008 del Segundo Tribunal Federal, documento de 418 páginas al que tuvo acceso el reportero. 20
Corría 1999 cuando Bernardo, alias El Guanatos –hoy prófugo de la acción de la justicia– empezaba a convertirse en leyenda, no sólo por su habilidad para burlar a las policías, sino por mantenerse los últimos seis años con su foto (sin datos personales que ayuden a identificarlo) en el cartel de “los más buscados” por la Procuraduría General de la República (PGR). Un periodo como fugitivo sólo menor por un año al que también ha gozado otra figura hecha a la luz de la delincuencia organizada, el conocido “agricultor” y prófugo del penal jalisciense de Puente Grande, Joaquín El Chapo Guzmán. Un caso de triple secuestro cometido en 2001 contra ciudadanos de los rumbos de Santa Fe, Bosque de Reforma y Tlalpan; sobre el cual abogados del bufete Carrancá, Araujo, Acosta y Riquelme; quienes siguen la causa de oficio de las víctimas, se preguntan por qué la autoridad, si bien ya ha echado el guante a los cómplices, no ha hecho lo propio con quien, según la orden de aprehensión, es “el jefe”. Su captura es “inminente”, es la única respuesta obtenida por denunciantes que han visitado oficinas del titular de la PGR, Eduardo Medina Mora, y del secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna. “¿DÓNDE TIENES EL CHIP?” Desde el auto en que lo llevaban, escuchó el ruido del zaguán de la casa que, 48 días después, sabría que era una “de seguridad” de Los Bernardo, en la colonia La Cebada, en San Lorenzo, Xochimilco. “Antes de entrar a la casa, me cubrieron la cabeza con una toalla. Luego, caminé aproximadamente ocho pasos sobre piso firme y subí por una escalera hasta un primer 21
nivel. Al meterme a una habitación, me ordenaron desnudarme. Eran dos hombres, que no pude ver sus rostros porque tenían pasamontañas. “Después me estuvieron tocando, preguntándome que dónde tenía el… chip, a lo que contesté que no tenía ninguno. Uno de ellos dijo que iba a traer un escáner para buscármelo, cosa que no hizo, pero hubiera resultado inútil. “Durante mi cautiverio, se estableció una rutina para darme alimentos. Entre nueve y diez de la mañana, me daban como desayuno un vaso de leche y pan. Entre las dos y tres de la tarde, atún, sándwiches o pasta con tortillas calientes, como recién compradas. Entre ocho y nueve, otra vez leche y pan. “Cada tercer día me daban permiso de bañar, a jicarazos; pero como ellos lo hacían antes, comencé a recoger del piso sus cabellos, guardándolos en las bolsas de mis pants; así lo hice siempre, sustituyéndolos hasta el último día, cuando me bañé para salir. “Me subieron a un vehículo, al parecer Minivan, que abordé con tres sujetos que, por la voz, identifiqué como los mismos que me habían secuestrado. Circularon por unos minutos y me pidieron que bajar con la mirada al piso, que caminara derecho y que tomara un taxi. “Al regresar a casa, me enteré que, como rescate, había dado cuatro millones de pesos que había proporcionado la aseguradora. Asimismo, supe que mi padre había sido víctima, por la angustia, de un infarto agudo al miocardio, quedando con altos niveles de glucosa y tensión arterial. “Pero ya quiero olvidarme de todo y… no guardo ningún rencor”. 22
“DEMASIADO PARA MÍ” –Tenemos a tus hijas secuestradas; queremos diez millones de dólares, no des aviso a la policía… ¿En cuánto tiempo te hablamos? Recuperándose de la sorpresa, el padre de familia apenas pudo articular una respuesta: –En dos horas… –dijo, sólo para poder enfriar la mente. Cuando volvieron a marcar, les comentó que la suma era demasiado alta para su capacidad económica. La demanda del sujeto bajó a la mitad, pero la respuesta fue similar: “es demasiado para mí”. El regateo –mezcla de espera, terror y angustia– se prolongaría durante dos meses. Al final del proceso, la cifra en efectivo que guardada en una maleta se arrojaría desde un solitario puente de la Vía Tapo, resultaría bastante menor, pero sí la máxima que pudo reunir el agobiado hombre: –Sólo les junté 8 millones 940 mil… pesos –dijo y el secuestrador no tardó en tomarle la palabra. “NO LE PAGUES A HACIENDA” –¿Dime cuánto pido por tu rescate? ¿Quieres que negocie contigo o con alguien de tu familia? El hombre que se ocultaba debajo del pasamontañas fue directo al punto: al negocio, situación que al secuestrado le permitió conservar la entereza, en bien de su salud. –Los negocios… ahora los manejan mis hijos. Pero yo podría hablar con ellos… Dicho lo anterior, lo sacaron del cuarto para subirlo a una camioneta, tenderlo sobre el piso y taparlo con una 23
cobija. Veinte minutos de andar a toda marcha, llegando a una avenida ruidosa, le extendieron debajo de la manta su propio teléfono celular, previamente marcado con el número de uno de sus hijos. –Estoy bien… pero necesitas pagar mi rescate: hay que conseguir dinero. Mi amigo (…) puede prestarte 300 mil pesos, hay otros 150 mil en casa, en mi closet tengo los 15 mil euros para pagar a Hacienda… Al parecer, el hijo intentó aclarar que el pago al fisco era imprescindible, en virtud de que, justamente, ese día, les estaban reclamando el pago. Sin embargo, el secuestrado alzó la voz, para hacerse entender: –Escúchame bien, oye lo que te estoy diciendo: no le pagues a Hacienda. Tiene que servirte a mi rescate. La conversación cortó de improviso, porque el enmascarado retomó el teléfono, sólo para redundar al interlocutor: “Escuchaste bien…? ¡Mantente cerca del teléfono y te hablamos luego!” La voz del chantajista era gangosa, como de quien tuviera un fuerte catarro, pero sólo era actuación. PRIMEROS PASOS Con anterioridad a su etapa de acusado por la comisión de unos diez secuestros, Bernardo trabajó como eficaz agente inmobiliario, aguerrido líder de microbuseros y buen comerciante, según cuenta un investigador de la Policía Federal que asegura seguir “muy de cerca” sus pasos –tanto que, de manera extraoficial, se compromete con un demandante de justicia: “no pasarán ni dos meses para que lo agarremos”. En 1992, Bernardo ingresó por única vez a la cárcel, siendo joven escolta del entonces subprocurador, Javier 24
Coello Trejo, involucrándose en un caso de violación tumultuaria que tuvo gran difusión mediática; a grado tal que durante un programa televisivo, el propio indiciado –recuerda un experto del bufete– “confesó en forma tranquila sus delitos de violación”. No obstante lo anterior y estando sentenciado a cumplir 40 años, un juez no identificado del Primer Tribunal Colegiado del Primer Circuito dio un vuelco al caso en junio de 1995, declarando “insubsistente” la sentencia y ordenando su “libertad inmediata y absoluta”. Hábil para librar toda persecución, el líder de Los Bernardo –banda que la autoridad declara “ya inexistente”, creada a partir del “desmantelamiento”, de otra, Los Tiras, que mantuvo en cautiverio a hermanas de una popular cantante mexicana– ha podido presenciar en libertad la estela dejada por su trayectoria. LA BANDA Sin presentarse nunca, al menos de manera pública, Bernardo ha visto el “suicidio” en prisión de su antiguo compañero de celda, Ariel, alias El Tacuche; el arresto de cinco ayudantes (Juan, José, Canciano, Tomás y Anita) y los procesos que estos han venido sosteniendo en tribunales. El pasado once de julio, la jueza federal Silvia Carrasco Corona dictó sentencia de 60 años a Mendoza, capturado por la AFI durante 2005; sin embargo, ninguno de los protagonistas y testigos que asistieron a la audiencia dio razón del paradero de Bernardo. Algo similar ocurrió el 30 de abril anterior, cuando el magistrado “de hierro” Ricardo Paredes Calderón (fama ganada por sus condenas de genocidio para al ex presidente Luis Echeverría y de delitos contra la salud para el 25
anciano general de la Sedena, Jesús Gutiérrez Rebollo), ratificaba penas sexagenarias para los cómplices.
Foto: Eloy Valtierra / Eikon
Los reos apelaron el dictamen que los dejaría encerrados hasta el año… 2068. Gastaron sus ahorros en abogados; sin embargo, la intentona falló: seguirán a la sombra, quizá sin desear que un día les alcance el legendario patrón, quien entre trapazos y cubetadas de agua vertidas en un auto-lavado fue reclutando a algunos de ellos para ejercer el delito más temido por la sociedad.
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EL UNIVERSAL, 17 de agosto de 2008
DE MEAVE A LEGARIA: TESTIGO EN FUGA
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osendo, protagonista y testigo de un singular caso que hasta hoy no se resuelve, pudo huir porque fue más rápido y astuto que las policías de esta capital.
Una vez que puso en manos de un médico a su primogénito del mismo nombre –joven de 18 años ya casi muerto a consecuencia de dos balas que traía alojadas en la cabeza–, consoló a su otro hijo (Eric, de 14) y a la sobrinita (Ariana, de 8) que los había seguido al paseo dominical –medianamente herida por esquirlas de vidrio–. Después, el padre de familia se despidió de su asombrada (tercera) esposa, Leticia (de 36), mediante una promesa que resultaría falsa: –Voy al cajero por dinero, no tardo… 27
Y se esfumó, aparentemente por su voluntad, entre luces y sirenas policiales que ya rodeaban el Hospital Pediátrico Legaria del GDF, situado entre las colonias Argentina Antigua y México Nuevo, en la delegación Miguel Hidalgo. Abandonaba también, sobre la rampa de urgencias, la camioneta familiar que le había servido como ambulancia y con la que diez minutos antes había escapado ileso de una ráfaga de balas de calibre sorprendente –.762, legalmente reservado a fuerzas militares–. Armas –quizá mal– disparadas por un trío de desconocidos, rostros cubiertos con pasamontañas, quienes acelerando sobre la cercana calle Ignacio Allende no sólo sorprendieron a Rosendo y familiares, al llegar a su apartamento de callejón Río San Joaquín, sino lesionando a una vecina que miraba por la ventana (Miriam, de 28) y a una bebé que dormía dentro de su casa (Noemí, de 3) y quien hasta hoy libra una batalla por sobrevivir. Anochecía el domingo 27 de julio. Jornada de consulta ciudadana que a partir de las 19:50 horas cambiaba la tonalidad del saldo “blanco” que, hasta entonces, auguraban los jefes policiales del Distrito Federal. LA HUIDA Tras el reporte telefónico de vecinos, una clave de alerta fue emitida en la frecuencia policial: “Repórtense, oficiales: un zeta seis con (impactos de) equis trece…” Primero al sitio de la balacera y luego al Hospital, arribaron las unidades P13-38 y P14-23 del Sector Tacuba de la SSP-DF, a cargo del suboficial Ignacio Verduzco Romero. Ambas patrullas rodearon la vacía y agujerada (30 impactos a la vista) camioneta de Rosendo: otrora flaman28
te Murano 2004 de color oro, placas LZG 8722 del estado de México y valor en factura –según puede leerse en el formato de tenencia 2008 que aun adeuda– de 379,300 pesos. Llegaron también las unidades 2817, 2348, 2349 y 2351 de la Policía Judicial del D. F, seguidas por el agente del ministerio público del área, Manuel Paredes Montejano. Más adelante, personal de la Fiscalía de Homicidios de la PGDF, junto con criminólogos, peritos e inspectores. Vestíbulo y acera hospitalaria se llenó de médicos, enfermeras, camilleros, familiares de víctimas, fotógrafos, una nube de curiosos. Pero nadie pudo –o quiso– dar cuenta pública del paradero de Rosendo. MÉDICOS, POLICÍAS Y TAXISTAS El caso de Rosendo (y sus razones para escapar), un rompecabezas que tiene muchas piezas extraviadas: –Entre el barullo, se les ha de haber pelado –expresa el policía auxiliar 570713, adscrito al Hospital. Joven guardia que si bien no estuvo ahí la noche del suceso, piensa que por razones de seguridad debería existir sobre su mesa “al menos un teléfono”. Taxistas del sitio contiguo al sanatorio dispersan versiones; entre estas, la que se rescata del chofer de la unidad LD57212: –Esto se puso hasta el copete y fue difícil darse cuenta. Del huido, pues yo no lo vi correr o tomar taxi, pero los compañeros dicen que no huyó, ¿cómo iba a dejar así a sus hijos?, sino que se lo llevaron los mismos narcos que venían persiguiéndolo. –Trayendo a su hijo en brazos, el padre lo acostó con personal de camillas, pero ya no pudo hacerse nada: 29
traía exposición de masa. Cuando el médico de guardia, el doctor Pozo, salió a la calle para preguntar por la familia, el hombre ya se había ido –informa Arturo Capistrán Guadalajara, director del nosocomio. El especialista en pediatría asegura que no le fue necesario llamar a la policía, ya que “apenas habíamos recibido al chico, todo ya estaba repleto de patrullas”. “A la esposa me parece que la detuvieron los agentes. Esto se lo digo porque esa misma noche también atendimos a otra niña del señor, quien traía heridas por esquirlas de bala y cristales de auto. Para quedarse con la niña, se buscó a la abuelita”. Sobre la averiguación previa, sólo el agente del MP, Manuel Paredes, podría dar detalles, de no ser porque –así lo afirma– “ya no tengo nada en mi computadora”. Comenta que al momento que una investigación se turna a la Fiscalía, “el sistema me retira el acceso”. –Pero algo debe recordar… –Bueno, sí, pero sólo lo que todo mundo sabe: que el hombre se marchó, dejando embarcada a su familia. ¿QUIÉN ES “ROSENDO”? Sólo gracias a un breve informe de la SSP-DF, la opinión pública ha podido saber que el “sospechoso de huir” de la escena de un suceso que cobró una vida, dos lesionados y que aún mantiene en el hospital a la pequeña Noemí, tendría… nombre, edad y oficio. “Rosendo” sería el presunto vendedor de teléfonos celulares, 38 años de edad, sedicente dueño de un local de la Plaza Meave, ubicada sobre Eje Central Lázaro Cárdenas, pero donde nadie confirma haber conocido en ningún lugar o tiempo. 30
Un enigmático ser que ya no habita su pequeño apartamento en una unidad habitacional contigua al Panteón Francés de San Joaquín, que sus vecinos niegan haber visto. Un espectro que –eso sí– dejó un cruento rastro de su existencia en el Hospital Legaria y muchas dudas respecto a posibles ligas de sus agresores con el contrabando, la piratería, el robo y la clonación de celulares en el perímetro de Meave, entre otras hipótesis no oficiales. El Universal no ha podido comprobar que la Procuraduría de Justicia del D. F. tenga una mínima idea del paradero, vínculos o, siquiera, media filiación de “Rosendo”. A la solicitud formal de este diario para contribuir al esclarecimiento del caso mediante la difusión de una fotografía, retrato hablado o descripción física de alguien que sólo verbalmente se cita como “buscado”, la autoridad de Comunicación Social responde negativamente, argumentando: “se afectarían las investigaciones”. Tampoco se atiende la petición de conocer una historia y/o reporte de la participación de agentes judiciales y del ministerio público en la zona de los hechos. Con escasos 24 días en su puesto como Fiscal de Homicidios de la PGJDF –llevaba 9 cuando ocurrieron los hechos–, Joel Alfredo Díaz Escobar accede de manera afable a un diálogo informal, pero solicita “un poco de tiempo para continuar con la investigación del caso, terminar de consolidar las líneas que llevamos y así dar mejores respuestas”. –¿Cuánto tiempo? –En eso andamos. 31
EL UNIVERSAL, 7 de septiembre de 2008
LA OBSESIÓN DE MOISÉS
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n apenas siete días –entre los domingos 10 y 17 de agosto–, la vida de Moisés, con apenas 25 años de edad, dio una voltereta: Pasó de ser el hosco hijo único que se encerraba en la habitación que tenía en casa de su madre –a quien había convertido en víctima de su temperamento y obsesiones–, a dormir bajo un puente de una ciudad ajena (Zapopan) y luego a habitar una celda de “observación” del Reclusorio Norte, donde hoy ni su defensor público quiere conocerlo. 32
–Ni vaya a decir que me pasen su expediente, ¿eh?, que por chamba ya tengo para dos años –se excusa el robusto abogado que muy probablemente –“dentro de un mes, más o menos” calcula una secretaria– tendrá la obligación de atender la solicitud de defensa. Así se llevará el caso de Moisés, acusado confeso de homicidio, quien al día siguiente de golpear con una piedra y acuchillar de muerte a Margarita, anciana consejera de su madre, fue voceado en calles del Distrito Federal por un vendedor de periódicos que sugería la aparición de un “nuevo mata-viejitas”. Un cruento suceso que despertó la inquietud de vecinos de Coacalco, estado de México, y de la colonia Casas Alemán, en Gustavo A. Madero –respectivos domicilios de victimario y víctima– pero cuya oportuna resolución hizo recordar a investigadores de la Coordinación Territorial GAM6 y a otros miembros de la Policía Judicial capitalina la importancia de actuar “dentro de las primeras 48 horas” de cometido un delito. Así lo acepta Octavio Ortiz, comandante que tuvo a su cargo la persecución del homicida: –No perdimos ni un segundo y… mire: ya lo tenemos en la cárcel. LA HUÍDA Las leyes que guiaban el comportamiento de Jeremías no parecían ser de este mundo. Sin embargo, había tenido la lucidez de abandonar el teatro del crimen –la casa de doña Margarita– sin dejar huellas. Ahora, tenía claro que debía deshacerse de lo que, según pensaba, era la única evidencia que podía incriminarlo. Salido de una boca del Metro colindante con la Central 33
de Autobuses del Norte, llegó a este paradero de transporte y antes de comprar un boleto sin regreso para viajar hacia una ciudad que tal vez eligió al azar, la llamada Perla Tapatía, se acercó a un tambo de basura de forma octagonal y arrojó el envoltorio que llevaba dentro de su maleta: un bolsa de supermercado bien cerrada. El mismo empaque que contenía, ya usado, el instrumental que tres horas antes había comprado en una tienda cercana a la casa de su víctima: guantes para lavado de trastes y dos afilados cuchillos de cocina. Armas que dentro del propio baño comercial, minutos antes de cometer el homicidio, había escondido debajo de cada pierna de su pantalón, aprisionados las hojas entre zapatos y calcetines. Dos piezas textiles se agregaban al envoltorio tirado a la basura: una pequeña jerga y una prenda no identificada, quizá playera o camisa con mangas largas, en virtud de que estas venían impregnadas de sangre; sustancia vital de una mujer que al abrir su puerta no imaginó que el hijo de su aconsejada llegaba para callarla para siempre. SUS “RAZONES” PARA MATAR En los presumibles sueños de este joven, doña Margarita habría aparecido como: “una diabla que me odiaba, que la traía contra mí, que se interponía entre mi madre y yo”, según dijo a la policía. Y es que el motivo por el que Margarita ganó la fobia juvenil fue que no solamente era la amiga familiar que con mayor frecuencia visitaba a su madre en el domicilio mexiquense, sino que externaba críticas por el desaseado aspecto y conducta del hijo, quien en los tres años recientes, desde que desertó súbitamente de la buena carrera de informática que cursaba en un plantel del Po34
litécnico, se había transformado en un temible dictador doméstico. Según reportes de vecinos y familiares, la madre “divorciada o viuda, maestra de unos 48 años”, se había convertido en la virtual esclava de su hijo, quien sin hacer nada en casa y sin salir de esta –encerrado a veces en su cuarto durante semanas– se adueñaba del salario femenino, del control de los pasajes, de la despensa, del menú y de todas las decisiones; por supuesto, de las llaves de la casa, que sólo usaba para que la madre cumpliera de manera estricta con su jornada y para eventuales visitas… como fue la última –a finales de julio– de doña Margarita. –¿Cómo dejaste que te hiciera esto? Ya córrelo. No lo dejes seguir así –advertía esta dama a la mamá, quien al parecer respondía: –Está enfermo, deprimido, tengo qué ayudarlo… Si bien no ha podido saberse si las sugerencias de Margarita llegaron a ser consideradas por la madre, sí llegaron a oídos de Moisés, quien el domingo 10 de agosto, víspera de su “venganza” y posterior huida hacia el estado de Jalisco, debió pasar una noche muy larga planeando los detalles. 48 HORAS SIN MAMÁ No habituado siquiera a salir de casa, la enorme Guadalajara debió haberle resultado muy compleja al joven prófugo, toda vez que no se apartó ni por tres calles del negocio donde alguien le ofreció un trabajo de mozo: una marisquería de la avenida Copérnico, muy cerca de donde la depauperada base de un puente vehicular le servía como nuevo hogar, en compañía de otros chicos que vivían “en situación de 35calle”.
Y fue desde ese negocio donde a las pocas horas de haber llegado ocupó el teléfono para hablar no con su madre, ya que esta no contaba con el servicio (el último aparato lo había roto el propio Moisés, junto con algunos muebles, durante un arranque histérico), sino con una vecina suya que le pedía llevarle un mensaje: Que Moisés le mandaba saludos y que estaba bien, que “por Guadalajara” y que por favor le enviara dinero por interpósito de una tienda de muebles… Esa llamada bastó para que cinco agentes judiciales que aún no cerraban la averiguación previa identificaran el origen, contactaran a sus colegas tapatíos, y marcando las seis de la tarde de viernes 15 tomaran carretera hacia el occidente del país. Sorprendido en plena calle, Moisés no opuso resistencia física, pero sí de tipo legal, planteando la percepción errónea de que “un delito cometido en una entidad no tiene validez en otra”; exigiendo, asimismo, la presencia de un abogado. Y éste muy pronto podrá atenderlo en la cárcel más poblada de la capital.
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EL UNIVERSAL, 21 de septiembre de 2008
FISCALES POR NECESIDAD
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na pistola Glock de 9 milímetros –arma detonada en tiempos y calles distintas, aunque por la misma mano homicida: la de un presunto narcomenudista de Tepito y la colonia Obrera Popular apodado El Checo– permitió que dos mujeres humildes pudieran conocerse y aliarse en pos de un derecho que, hasta hoy, no creen haber alcanzado: la justicia.
Lilia y Gloria –aquejadas por los homicidios de hermano e hijo, respectivamente–, han debido fungir como fiscales sin nombramiento, activas en la vida real, abocándose a empujar la labor de policías, ministerios y defensores públicos, jueces, magistrados e instancias paralelas; a fin de poder detener, consignar y enjuiciar al victimario de sus familiares, actualmente preso en el Reclusorio Oriente. 37
Gloria, impulsora de las principales gestiones que han orientado toda una causa contra El Checo –iniciada en 2003 y aún no concluida– es directa en la apreciación de una historia cuyo final “satisfactorio” no llega y que ha convertido en obsesión de vida. Dice esta aguerrida dama: “Saúl de 32 años, alias “El Checo, es un multihomicida y no le tengo ningún miedo, porque después de que mató a mi hijo, ya me siento muerta en vida. “Se le conocen 13 asesinatos, al menos, casi siempre actuando por la espalda y a sangre fría, como lo hizo con Mario y con Alberto (nombres de sus víctimas). “Si no fuera por nosotras, que desde el día que lo capturaron (durante un enfrentamiento con judiciales mexiquenses) nos plantamos ante el MP, día y noche, para que no fueran a dejarlo ir… ahorita estaría libre y matando gente. “A los jueces ya les quedó claro cómo mató a los nuestros; sin embargo, lo juzgaron como si fuera una blanca palomita, y no como a un narcotraficante; además de que no han acusado a sus cómplices: Ismael, El Cape, y Enrique, El Pecas, entre otros. “Se cree influyente, amigo de policías, jueces y narcoabogados. Dice que pronto saldrá de prisión o que se va a fugar. No decimos que no le tenemos miedo, pero lo único que nunca podrá matarnos es algo que vale mucho: nuestra verdad”. El ESTILO “CHECO” Gloria sería una madre viuda con dos hijos, como otras, pero ella no ha podido olvidar el 1 de octubre de 2003, cuando mataron a su Mauro, quien tenía 32 años. 38
Amanecía afuera de su casa, en San Salvador Xochimanca, Azcapotzalco, cuando oyó el tronido de un arma de fuego y algunos gritos. Al asomarse por la ventana, divisó la camioneta de Mario con la puerta trasera abierta hacia lo alto, mientras que éste yacía al filo del arroyo. Adelantándose a sus hijas para llevarlas a la escuela, el joven padre había salido para acomodar las mochilas dentro del vehículo, cuando fue atacado por El Checo –“muy a su estilo”, acota la madre, especificando: “por la espalda y pegándole el cañón a la altura de su cabeza”. El móvil del crimen fue muy discutido durante el proceso, con distintas hipótesis que no modificaron el agravante de “alevosía y ventaja” practicado por el pistolero: Éste lo habría “confundido” con Ricardo, hermano de la víctima, quien trabajaba como agente judicial. Otra tesis fue que el agredido habría sido elegido al azar y/o como producto de una “prueba de valor” entre cómplices. Finalmente, que existía llana o antigua enemistad entre vecinos (o familias) que “se caían mal”. –Por los motivos que fuera, lo mató y eso es lo que cuenta –sentencia Gloria. “SE SINTIÓ TERMINATOR” Lilia, hermana menor de Alberto, la otra víctima de El Checo anotada en este proceso, no tenía idea de quién podía ser el delincuente, pese a que resultaría su funesto vecino en la Cerrada de Norte 69, en Azcapotzalco. Había divisado, eso sí, el flamante vehículo Audi de color plata que se estacionaba cerca de su domicilio, sin imaginar que era propiedad de quien les amargaría la llegada de 2004; precisamente, mientras todos en el vecindario celebraban año nuevo. 39
Con 40 años cumplidos al día de su muerte, Alberto estacionaba momentáneamente su viejo Jetta 1998 sobre esa calle, con objeto de esperar la salida de su esposa e hijos de la fiesta familiar. No consideró –o juzgó de poca importancia– que le tapaba la salida al deportivo de El Checo; quien festejaba el año a bordo del auto y en compañía de sus cómplices. Quizá Alberto sí escuchó la amenaza de que se moviera o iba a “valer madres”, tal vez la ignoró o actuó de manera lenta; lo cierto es que al causar el enojo del manejador del Audi, azuzado por amigos que los retaban a verse “como Terminador”, no dudó en poner en práctica su oficio de tirador. Sin bajarse de la unidad, apenas deslizando el quemacocos, alzó su consentida Glock y disparó sin falla al cráneo de su nueva víctima. Luego, aceleró el coche –que sí hallaría espacio para moverse–, comentando a sus amigos: “ya valió madres: me voy”. Y se fue. Pocos conocidos supieron de él hasta que dos años después, un 14 de febrero de 2006, tras enfrentar a policías en la autopista México-Querétaro –incidente donde fallecería por balas oficiales una hija suya, con apenas 3 años de edad– fue detenido y trasladado a esta capital. Lo esperaban Gloria y Lilia, con un puñado de papeles. ROSARIO JUDICIAL DE LILIA Y GLORIA No parecen pocas las razones que aducen estas mujeres para juzgar de “sospechoso” el comportamiento del juez 64 penal, Eugenio Ramírez y Ramírez, durante el proceso “123/04, acumulado 70/06” en contra de El Checo. 40
1. Ramírez no sólo se tardó… cuatro años en dictar sentencia –una vez que ellas lo acusaron con la Comisión de Disciplina del Consejo de la Judicatura del D. F.–, sino que entregó un dictamen que las dejó “completamente insatisfechas”, firmando “bajo protesta” 2. Si bien ordenó 35 años de cárcel para el doble homicida, el cobro de la sentencia causó una “llamada de atención” de la magistrada del Tribunal Superior de Justicia, Lilia Minerva Duarte González, quien al advertir que Ramírez penalizó… sólo uno de los homicidios, anotó lo obvio: que debió “penalizar ambos”; es decir, sentenciar a 70 años y no como lo hizo: –en palabras de las afectadas– “cobrar dos crímenes al precio de uno”. 3. Pero con todo y opinión oficial adversa, Duarte sólo citó en su toca penal 1582/2007 las “deficiencias” de un juicio que, a la vez, decía no tocarle modificar a ella, “aún a sabiendas de la impunidad que se crea”. Así lo dejó anotado, pese al poder que su jerarquía le otorgaba. 4. Los motivos de la Cuarta Sala Penal para no hacer total justicia: las inconformes “únicamente se pronunciaron respecto a la culpabilidad del encausado, sin pronunciarse respecto a que el juzgador punió sólo por un delito”.
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EL UNIVERSAL, 3 de agosto de 2008
ATADAS A DELINCUENTES
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l pasado 25 de julio, el dictamen en su contra de un magistrado pudo traer a la mente de Paulina un recuerdo de los años ochenta, cuando apenas era la enamorada novia de un morelense divorciado y sin oficio, llamado Zenadio.
Y es que el tiempo convertiría a su prometido no sólo en mujeriego, sino en cerebro de una organización criminal que al principio se fundó con puros familiares –hijos y sobrinos de él, primo y hermana de ella–, pero que después fue nutrida con violentos socios llegados de los cárteles del narcotráfico de Ciudad Juárez y de Colombia. 42
–Yo sólo soy su esposa –dijo Paulina, alias Pao, a uno de los grupos de agentes de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) que lograron el arresto simultáneo de casi todo el clan, incluido el jefe, tras catear las ocho casas de seguridad que ya poseían en el Valle de México. Semanas después, frente al juez de un reclusorio mexiquense, la cuarentona señora de Zenadio buscaría matizar la actividad que realizaba con las víctimas de secuestro: “a mí sólo me tocaba cuidarlos y darles de comer”. Buscaba aminorar el peso de la sentencia que el juez estaba por dictarle: 44 años de cárcel, tras de la cual la indiciada, todavía inconforme y asesorada por abogados, sometería a un prolongado juicio de apelación. Pero al concluir este proceso, el Cuarto Tribunal Unitario del Segundo Distrito ratificó la sentencia dictaba hace un lustro: Paulina sólo podrá dejar la cárcel, considerando a su favor los 60 meses que lleva presa, hasta cumplir los 78 años de edad. Casos como el anterior resultan frecuentes en nuestra realidad delictiva: mujeres que por el hecho de ser esposas, concubinas, novias o simples amigas de delincuentes, terminan involucrándose en actos criminales; inclusive, incorporándoles un sello propio. 43
NIÑERA Y AFANADORA A sus 24 años, Rita apenas puede leer –estudió hasta el quinto grado de primaria–, pero ya enfrenta un voluminoso expediente donde se le ratifica una sentencia de 60 años de cárcel. El cargo: “privación ilegal de la libertad en la modalidad de secuestro”. Y es que “un día de un año que no recuerda” –según se desprende del documento emitido en abril de 2008 por el Segundo Tribunal Federal– la fue a buscar a la cocina su esposo, Jorge, para darle una instrucción: –Vas a ir a cuidar a un niño –le dijo, parcamente, antes de explicarle cómo llegar a un domicilio de la colonia Reforma Laboral, al sur de esta ciudad. Le advirtió que aparte del trabajo indicado, “harás la limpieza y, de vez en cuando, irás al Walmart que está cerca, para comprar algunas cosas”. El hombre no le dijo –así lo aseguró al juez– que se trataba de la casa de seguridad de una banda de secuestradores y que allá se toparía con su cuñada Edith y con sus dos sobrinos, Daniel y Julieta; todos ya integrados a labores domésticas de la célula. Y en los cuartos de un “hogar” que posteriormente sería cateado por agentes de la AFI y de la Procuraduría General de la República, Ana tuvo a su cuidado al menos a cuatro jóvenes víctimas de secuestro, a quienes –dijo–, trataba bien y hasta les cumplía antojos. Del niño secuestrado, Ana recuerda que “no comía carne y había que hacerle verduras”; mientras que de “dos güeritas”, no olvida: “lo que más comían eran tortas de mostaza con atún y queso” y que “a cada rato iba a la tienda a comprarles paletas de la marca Magnum”. 44
Un trabajo… como el de ama de casa, pero con discretos honorarios. Sí, porque ni marido ni cuñado llegaron a pagarle algo más que cinco mil pesos. SIN REJAS QUE LAS SEPAREN Mujeres que visitan a sus respectivos esposos en los reclusorios de Distrito Federal suelen ser forzadas y/o invitadas a fungir como cómplices en los negocios ilícitos que éstos ejercen intramuros: la extorsión telefónica, por ejemplo. El viernes 20 de junio, ni María o su media hermana, Lilia, imaginaron que al cruzar la puerta automática de una sucursal del banco HSBC de la colonia Doctores, con la idea de cobrar el botín de una extorsión (10 mil pesos), agentes de la Policía Judicial del D. F. procederían a arrestarlas, convirtiéndose así en internas primerizas del penal femenil de Santa Martha Acatitla. Y es que una de ellas, convencida por su esposo preso en el Reclusorio Sur, Pedro, accedió durante 36 meses consecutivos a cobrar los importes de extorsiones telefónicas que, desde diferentes chips de celulares, hacía el marido desde la comodidad de la prisión. La amenaza para las víctimas de Pedro era la ya consabida: “Si no quieres que te secuestremos, paga”. Y pagaron aquellos que, en conjunto, hicieron reunir a esta pareja “alrededor de 100 mil pesos –dijo la policía–. TÍA APROVECHADA Brígida ya no trabaja como mesera de una cantina de la calzada Vallejo, en virtud de que desde el 24 de mayo se encuentra recluida en Santa Martha. Su esposo, Ismael, reo del penal Oriente, fue parcialmente responsable de ello. 45
El modo de operar de este dueto consistía en que el marido seleccionaba, directorio telefónico a la mano, a sus potenciales víctimas para llamarles, haciéndose pasar por un “comandante” que había detenido a equis familiar… etcétera. Para liberar al supuesto pariente, el interlocutor proponía a la víctima el pago de un “entre”, mismo que cobraría Brígida, en un sitio concurrido. La diferencia fue que la mujer envío a cobrar el dinero de una extorsión a un sobrino suyo de 17 años, sin saber que por denuncia previa del extorsionado también harían su aparición en el punto del encuentro, la explanada del Centro Médico “La Raza”, una cuadrilla de agentes de la PGJDF. El sobrino dijo que por querer ayudar a su tía se había metido en ese lío; que lo habían mandado a recibir un dinero y sin decirle nada. Él está libre y ella presa –como el tío Andrés, quien ya no tiene esposa que pueda visitarlo–. ENTRE MUJERES La extorsión no perdona ni a las esposas de los reos. En pleno 10 de mayo de 2008, Aurora y Rosalba, mujeres de dos internos de Santa Martha, fueron detenidas por policías judiciales tras la extorsión, secuestro y robo de una comerciante que tiene un local de comida en las afueras del penal y cuyo marido también se encuentra preso. –Debes cooperar con 20 mil pesos para que ya no le sigan pegando y no lo maten– había sido la instrucción para la víctima, pero quien decidió ignorarla. Sin embargo, días después, circulando sobre calzada Ermita Iztapalapa a bordo de la camioneta que le servía 46
para trabajar, fue interceptada por dos sujetos armados, quienes después de encañonarla se la llevaron con rumbo al estado de México. Al llegar al ámbito de los secuestradores, vio con sorpresa que allá se encontraban Aurora y Rosalba, reclamándole su “falta de cooperación”. A falta de efectivo, el cobro bajo amenaza (“tu marido ya no amanece vivo el domingo”) sería darles la camioneta, razón por la cual se trasladaron hasta su domicilio, a fin de que pudiera entregarles la factura. Con la denuncia correspondiente, el ministerio público ordenó la captura de ambas mujeres, captándolas a su salida de la visita conyugal, y luego remitiéndolas –curiosa vecindad– al Santa Martha (zona femenil) de sus esposos.
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EL UNIVERSAL, 5 de octubre de 2008
CHICOS DE CUIDADO
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esús festejaba sus 18 años en El Castillo del Abuelo, un antro situado en la avenida San Francisco, municipio mexiquense de Los Reyes La Paz, cuando alguien que le tenía mucha confianza le advirtió: “Felicidades; pero, ahora sí, aguas: ya pueden meterte al tambo grande” Desinhibido y en compañía de sus amigos, el miembro –posible líder– de una banda delictiva juvenil autonombrada: Los Malosos, repuso: “¿Entambarme a mi? No, yo me llevo primero a los que me pongan enfrente”. El diálogo anterior –recabado por agentes de la Fiscalía de Homicidios de la PGJDF– resultaba premonitorio del destino de este hombre que dejaba de ser muchacho. Jesús estaba a semanas de convertirse en una figura del crimen, al presumiblemente asesinar a balazos a tres adolescentes –dos jovencitas y un varón– en el mismo barrio donde residía: la unidad Ermita Zaragoza, en Iztapalapa. 48
Jesús –bajito y delgado, orejas puntiagudas, mirada difusa y cejas gruesas– no tramitaba aún su credencial del IFE, pero ya podía verse, el pasado 26 de agosto, posando para fotógrafos de barandilla, sosteniendo con la zurda un revólver como los de policía: .38 Smith & Wesson. Misma pistola que le incautaron agentes judiciales capitalinos al momento de su arresto. Mismo rostro y actitud severa con la que –se quejaron por igual–, “nos amenazó de muerte”. Cruzada la edad con la que su caso sería atendido por un Consejo Tutelar, hoy enfrenta un juicio –para adultos– en el Reclusorio Oriente. “IVANCITO” EL TERRIBLE En el entorno de los centros de reclusión para menores –Narvarte y Tlalpan–, algunos jóvenes se disputan curiosos liderazgos con base en el número de internamientos y/o de reincidencias que han tenido, así como por la gravedad de sus delitos. Adosado a su nombre de pila el diminutivo que la policía suele aplicar a estos jóvenes, el “Ivancito”, de 17 años, es uno de ellos; destacando por la agresividad con la que ha actuado desde que se supo de él, cuando tenía 14. Remitido al CT el 29 de agosto de 2007 por robar a un transportista, este precoz adolescente ya contaba con seis acusaciones anteriores de homicidio; todas ellas ligadas a situaciones de robo en padilla, extorsión y uso de armas de calibre superior. Pese a su historial, la PGJDF ha hecho varias veces del conocimiento público que el CT lo ha venido liberando de manera sucesiva; siempre bajo la consideración de que se trata de un menor de edad. 49
Agentes de la Coordinación Territorial Iztapalapa 9, jactándose de conocer muy bien a Iván, lo describen como un ser desgarbado y poco musculoso, pero que no va a ninguna parte –estando libre– sin llevar consigo una pistola y suficientes balas. Cuentan, asimismo, que entre los tatuajes que le gusta lucir sobre su cuerpo, yergue sobre su espalda una figura de águila con dos alas que contrastan entre sí: una de ángel, otra de diablo. EL HUGUITO Y SUS DOCE VECES Pese a contar con 17 años, Hugo es considerado por la policía como un delincuente de “alta peligrosidad”. Ingresado por última vez al CT el 11 de octubre de 2007, este joven ya ostentaba el mayor número de reincidencias delictivas en casos de menores de edad, sumando un total de doce reclusiones desde 2003. Ducho en el manejo de armas de fuego, al historial de Hugo se suman tres acusaciones por homicidio; el primero de ellos cometido el 19 de febrero de 2003, cuando el enfrentarse a policías que lo sorprendían descargando un camión robado, mató a una niña de 11 años. Las otras dos muertes las causó en su barrio: la zona conocida como El Hoyo, en Iztapalapa, en agravio de dos pandilleros rivales. Desde que tenía 13 años, Hugo dirige su propia banda, con diferentes y rotacionales cómplices, operando tanto “afuera” como “adentro” del CT, al estilo de los reclusorios para mayores. “Niño” al final de cuentas, la última vez que fue atrapado, durante un robo fallido (11 de octubre de 2007), portaba una pistola de juguete. 50
EL UNIVERSAL, 2 de noviembre de 2008
TUMBAS DEL CRIMEN
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acen en silencio, como todos los muertos, pero han dejado una estela de misterio y un sinnúmero de preguntas de interés judicial, criminológico y de seguridad pública que aún esperan ser respondidas en juzgados. Las muertes de El Comandante Pantera, El Caníbal de la Guerrero y El Pipen. Tres casos aislados, pero que siguen abiertos, independientemente de la ausencia definitiva de sus protagonistas. Personajes del crimen cuyas vidas se entretejen con leyendas. Enigmas policiales que sólo parecen venirse develando, pausadamente, mediante relatorías de terceros. EL SACERDOTE DE LA SANTA MUERTE Lejos de la ostentación con la que caracterizó su corta vida, de sólo 26 años, la tumba del predicador radiofó51
nico del culto de la Santa Muerte –Jonathan Legaria, Comandante Pantera– luce un catafalco en forma de casita de muñecas cuyo techo de dos aguas apenas rebasa los 30 centímetros. Una discreta sepultura para un hombre que cobró fama al edificar en un céntrico barrio de Tultitlán, México – sin permiso municipal alguno– un “santuario de la fe” con 38 metros de altura, creado para adorar al icono de una secta que, entre sus adeptos, ha venido atrayendo a narcomenudistas, secuestradores y demás delincuentes urbanos. Jonathan, también conocido por sus radioescuchas como Padrino Endoque, frustró su meta de convertirse en arzobispo y/o primer líder de esa cofradía, al ser ejecutado por desconocidos –“vestidos de negro”, dijeron testigos– mientras conducía una camioneta Cadillac último modelo, cuyas portezuelas mostraban sendas imágenes de la también llamada Niña Blanca. Ello ocurrió el pasado 31 de julio. Ráfagas de balas calibre 9 milímetros, disparadas desde 52
rifles AK-47 y AR-15, cortaron de tajo la existencia del catequizador, al igual que la de una de las dos jóvenes que lo acompañaban, Marisol Montoya, con 24 años. Un suceso que hasta hoy no ha podido aclarar la Procuraduría de Justicia del Estado de México, pese a la exigencia –y ofrecimiento de recompensa– por parte de la madre de Jonathan, Enriqueta Vargas, quien asegura que el difunto se mantenía al margen de toda actividad delictiva. “Mi hijo no era traficante, adicto, ni nada negativo”, jura la mujer, quien con el apoyo de la joven viuda, Constantine, debió adquirir por 88 mil 320 pesos –un día después del homicidio– una pequeña tumba para El Padrino en el panteón Jardines del Recuerdo, en Tlalnepantla. Adornando su fosa (número 100-3 del área: El Perdón de los Pecados) una diminuta efigie de la Santa Muerte, al igual que una fotografía que lo asemeja con un actor de cine, permite recordar a este hombre que, además de su culto –según cuentan quienes lo conocieron–amaba los autos de lujo, las motocicletas, las chamarras de cuero y todos los placeres de la tierra. “EL CANÍBAL” DE LA GUERRERO Arropado por su familia –especialmente por su hermana Claudia–, pero también por damas desconocidas que le llevan muchas flores, José Luis Calva Zepeda reposa dentro de la fosa 18, línea 25, lote A-13 del panteón de San Nicolás Tolentino, en Iztapalapa, uno de los más grandes de la urbe. Aquí, el sepulcro del extraño hombre de letras y habitante de la colonia Guerrero que en octubre de 2007 adquirió el tétrico mote de El Caníbal, es mantenido en buen 53
estado por los sepultureros, quienes orientan a los visitantes, inclusive “gente de fuera”, que acostumbra visitarlo. Tras descubrirse que Calva Zepeda había matado y descuartizado, inclusive “cocinado y comido” partes del cuerpo de su novia, Alejandra –además de recibir otras acusaciones por el homicidio previo, en circunstancias parecidas, de otras dos mujeres–, su caso despertó el interés de la prensa mundial, agregándose a ciertas listas de presunto “canibalismo”. Pero el destino no dejaría que este individuo de 40 años, preso en el Reclusorio Oriente, oyera a un juez dictarle una sentencia. Impulsado por el remordimiento y/o por el agobio del propio encierro, manos hasta hoy no bien identificadas pusieron a su alcance el cinturón con el que pudo ahorcarse y llevarse a la tumba sus secretos. EL “HOMBRE BOMBA” En concordancia con el todavía desconocido “patrón” o “contratante” que mandó poner en sus manos la bomba que al explotar le costó la vida, Juan Manuel Mesa Campos, alias El Pipen, es ignorado por completo dentro del gran panteón San Lorenzo Tezonco, en Iztapalapa. Sin poseer ninguna cruz o placa, debajo un montículo de tierra que sólo es localizado gracias al acucioso sepultu54
rero que se da el tiempo de calcular los límites inexistentes del terreno –“fosa 36, línea 12, lote A-13”–, reposa la única víctima fatal del muy conocido “bombazo” de avenida Chapultepec, suscitado el 15 de febrero pasado. Presunto narcomenudista de Tepito, acusado de ser el operador de un presumible y fallido atentado contra un jefe policial capitalino, vinculado con supuestos intereses del narcotráfico o del contrabando local; más adelante, con jerarcas del narcotráfico de índole nacional –confrontadas, hasta hoy, todas las tesis–, El Pipen no ha recibido, que se sepa, la visita de ningún familiar o amigo desde que fue sepultado aquí, con gran despliegue mediático. De no ser por un alejado hermano suyo, quien acudió desde provincia para encargarse del sepelio, pagando 170 pesos por derechos de inhumación dentro del cementerio propiedad del GDF; Mesa Campos podría hallarse dentro de la fosa común que, a unos metros de la tumba, tiene este panteón. Además de algunos particulares que a su alrededor sí poseen lápidas, El Pipen tiene enfrente otro camposanto pelón: reposan ahí los “desaparecidos” del terremoto de 1985.
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EL UNIVERSAL, 24 de agosto de 2008
ROSTROS DEL DELITO
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ostros duros, delincuenciales, que asustan y causan incertidumbre. Semblantes que expresan orígenes, anhelos, carencias, frustración, enojo, tensión, ira, violencia. Miradas impávidas que cuestionan heridas sociales, retan a la ingenuidad, a la hipocresía, a la arbitrariedad o a la capacidad de sorpresa, dejando un insondable hueco en el alma. –¿Por qué lo hicieron? –es la pregunta común que el ciudadano se hace al mirarlos, obteniendo respuestas múltiples o un simple y llano silencio. Consultados por El Universal, expertos en fisiognomía –ciencia auxiliar de la psicología que estudia las faccio56
nes del rostro para emitir planteamientos acerca de la conducta– hurgan en archivos policiales recientes de la ciudad de México y elaboran respectivos estudios de psicología del rostro a ocho ejemplos típicos de la delincuencia que opera en la metrópoli. “El rostro es la huella digital de todas las emociones que reunimos a lo largo de la vida”, dice el psicólogo y grafólogo Víctor Raúl Piña Arreguín, titular de un equipo multidisciplinario integrado para esta publicación. El especialista presenta sus casos a manera de hipótesis, a falta de una posibilidad real de hacer estudios directos: investigaciones que, por otra parte –comenta– “difícilmente se llevan a cabo en nuestro pobre sistema carcelario”. –Las causas de la reincidencia delictiva radican en que dentro de las prisiones no hay trabajo psicodinámico, psiquiátrico y/o de terapia familiar que busque reintegrar a la sociedad a esta gente: seres humanos que frecuentemente estigmatizamos, pero que no nos tomamos el tiempo de escuchar y analizar. Hipótesis psicológicas –como hipotéticas son también las versiones judiciales– de hombres, trágicamente comunes, que el lector podrá confrontar, quizá reconocer. APENAS SALIÓ DE LA CÁRCEL Y ROBÓ Roberto tenía seis horas de haber dejado el Reclusorio Norte –quizá apenas el tiempo que le tomaría ingerir trasladarse desde Cuautepec, barrio bajo, 57
hasta Tacubaya–, cuando al deambular frente a un tianguis puesto en las afueras de una estación del Metro, se le hizo fácil arrebatarle dos martillos neumáticos a un vendedor de herramienta, quien al instante buscó a un par de policías. Lo detuvieron calles adelante, llevando consigo no sólo la mercancía, sino la boleta de liberación del penal donde anteriormente había estado internado tras robar en una casa un estéreo y una televisión. HIPÓTESIS: Tiene serios problemas con la figura de autoridad, necio e impositivo. Puede tender al exceso y consumir alcohol o drogas. Se distrae de sus actividades con facilidad. No es muy inteligente y resuelve de una manera práctica e instintiva las situaciones que se le presentan. Signos de mucha agresión, tanto la que aloja en sus recuerdos, como la que es capaz de prodigar. VIOLABA A HERMANA DE SU CONCUBINA Alí –nombre árabe que lo identifica como “suave, cordial y sagaz”– mantenía oculta y bajo secuestro a su concubina. Ello, con la intención de chantajear a la hermana de esta, una joven estudiante de secundaria, y obligarla a sostener relaciones sexuales a cambio de “tiempos” para visitar a su sometida pariente. La situación fue repitiéndose, hasta que el agresor pasó del chantaje a la violación. La víctima terminó por denunciarlo, ingresando a la cárcel y sin derecho a la libertad bajo fianza. Su proceso está en curso. HIPÓTESIS: Inteligencia superior con muy escaso manejo de valores. Capacidad de manipulación y probable58
mente violento. Habilidad para comunicarse, manejar dobles vidas, embromar y ganarse a sus víctimas. Fuerte y estructurado, con rasgos de timidez que disimula y que quizá oculten violencia intrafamiliar. Se moviliza bajo gran tensión y siempre al filo de la navaja. ROBAR COCHES, SU MAYOR DEBILIDAD A sus 32 años de edad, Sebastián tiene una experiencia delictiva que lo ha llevado a estar cinco veces de prisión. Detenido recientemente tras robar una camioneta de lujo que sería ubicada gracias a contar con localizador satelital, cometió siempre delitos del mismo tipo, empleando armas blancas y de fuego. Al ser perseguido por policías preventivos por espacio de media hora, estrelló la unidad que conducía contra siete vehículos, hiriendo a inocentes. Hoy aguarda la presumible quinta condena que le impondrá un juez penal. HIPÓTESIS: Guarda recuerdos de agresión infantil y mucho resentimiento. Grados variables de tensión, agresión y sarcasmo frente a la vida. Persona que ha evolucionado poco y se desenvuelve de manera instintiva, sin contener sus impulsos. Escaso manejo de valores y respeto a las reglas. Ambivalencia entre los dos hemisferios del rostro, que lo lleva a cambiar constantemente en su manera de ser, aunque sin alejarse de un patrón predominante. 59
SECUESTRADOR EN JEFE Con el apoyo de su hermano y un grupo de cómplices que obtenía de entre sus propios familiares, El Tyson encabezaba a la célula delictiva que habría ejecutado, al menos, cinco secuestros en esta ciudad. Un anciano, una esposa embarazada, un niño de ocho años, una chica de 19 y un joven empresario fueron sus víctimas, a quienes mantenían atados en casas de seguridad del perímetro de Iztapalapa. Una operación coordinada con agentes de la policía judicial capitalina logró su captura, trasladándosele al Reclusorio Oriente, donde se le enjuicia. HIPÓTESIS: Inteligencia y habilidad para influenciar a sus semejantes. Escaso manejo de valores convencionales. Persona que piensa bien sus acciones antes de llevarlas a cabo. Ser dominante que logra imponer sus puntos de vista. Fuerte tensión emocional, controlada de manera indistinta.
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EL UNIVERSAL, 19 de septiembre de 2008
LETRAS SECUESTRADORAS
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ingirse víctimas de una enfermedad, ver dañada su relación de pareja, lograr que los hijos recuperen la figura paterna, expresar arrepentimiento o, simplemente, asegurar que ya están rehabilitados, son algunos de los argumentos que secuestradores presos en cárceles del Valle de México ofrecen a las autoridades con objeto de conseguir una “preliberación” –beneficio jurídico bajo el cual un número indeterminado de reos obtiene su libertad”–. Así lo muestran los manuscritos con los que cuatro secuestradores juzgados han intentado conmover a alcaldes de prisiones y a jueces, pese a que la legislación actual desestima el trámite de libertad preparatoria para los casos de delitos graves como el secuestro. Cartas de puño y letra que, en la opinión de un grafólogo consultado por El Universal, permiten obtener diversas 61
hipótesis de personalidad antisocial y psicopática; inclusive, de “alta peligrosidad”. Mentira, capacidad de manipulación, impulsividad, depresión, angustia, manías, tensión y agresividad son algunos de los rasgos gráficos –signos de conducta– que el experto Víctor Piña Arreguín identifica en las cartas escritas por un jefe y tres colaboradores de diferentes bandas. Psicólogo con especialidad en perfiles delictivos, Piña Arreguín se congratula que, en los casos que se presentan, las autoridades hayan desechado las súplicas: –Si a estos sujetos un mal juez o jefe de prisión tuviera la ocurrencia u oportunidad de liberarlos, no dudo que volverían a las calles para cometer el mismo delito: secuestrar. Luego, describe los casos que, junto con su experiencia clínica en reclusorios, le han permitido elaborar un perfil del “secuestrador típico”: CRUELDAD REFINADA “La actividad de secuestrar sólo puede llevarla a cabo alguien que posee una personalidad antisocial muy particular”, asegura Piña Arreguín, y abunda: “El secuestro supone convivir durante semanas o meses con el plagiado, observar su deterioro físico o psicológico y no dejarse influenciar por nada. “Supone ejercer presión con crueldad refinada, sin dejarle sentir a la víctima que puede escapar o salir con vida sin que antes alguien haya pagado por su rescate. “La angustia del secuestrado, la súplica, los ruegos de la familia son vistos por el secuestrador, pero de un modo alejado e impreciso: sus emociones sólo están ligadas al 62
cálculo racional que hace para garantizar el éxito del plagio. “Una vez que el secuestro ha concluido, el plagiado deja de existir en su memoria, no queda perturbado por la acción o por la secuela que haya podido dejar en la víctima. “En el secuestrador sólo existe el interés por el dinero del rescate, o su equivalente, por encima de cualquier otra consideración”. TRAZOS DELATORES (cartas 1 y 2) Los autores de estas cartas podrían acusar de delación a sus respectivas manos derechas –las mismas diestras que han utilizado para escribir–.
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En la primera carta, el grafólogo detecta: “desorden, confusión, suciedad, ilegibilidad, desigualdad de espacio, movimiento y desproporción en la presión, dirección y partes esenciales de las letras”. A partir de la segunda misiva, tras observar “trazos regresivos y angulosos” –señal de agresividad– Piña Arreguín deduce que se trata de un delincuente del tipo “blando”: aquél que, no dejando de ser violento, puede estar medianamente dispuesto a mejorar algunas condiciones del cautiverio o a brindar cierto apoyo a la víctima”. Una hipótesis equivalente unificaría a ambas: “tendencia a la deshonestidad, a mentir repetidamente, a estafar; características de personas que no asimilan los valores establecidos, que tienden a la búsqueda de beneficios personales y al propio placer que les genera causar daño”. MENTIRAS PELIGROSAS (cartas 3 y 4) Llenar una hoja de papel dejando un margen superior estrecho “habla de un defectuoso contacto social”, asegura el grafólogo, entre otras particularidades de la palabra escrita: “El trazo extremadamente cuidado suele ser expresión de mentira y de cinismo; los caracteres estrechados, inclinados y sobrealzados pueden indicar envidia, ingratitud, avaricia…” Con relación a las siguientes dos cartas –coincidentes en rasgos de “rigidez, dureza, intransigencia, terquedad, agresividad”–, el especialista cree que ambos delincuentes serían del tipo “duro”: aquellos que amenazan y maltratan a sus víctimas “sin reparos éticos o morales”. 64
“Grandes mentirosos los dos –dice el entrevistado–, el autor de carta 3 no poseería “buena comunicación con el medio”, asimismo, “cuando se encuentra bajo presión, su carácter puede variar, llegando a desconcertar a quienes lo rodean”. Finalmente, la carta 4 mostraría a un “ejemplo” de líder: “Gusta de controlar y de hacer tareas estructuradas por él mismo; exige que se le tome en cuenta, revela una personalidad dominante que lo conduce a desenvolverse de manera impositiva. Carencia de valores. Tensión y agresión contenida. Un hombre de alta peligrosidad”. 65
Diario 24 HORAS, 1 de marzo de 2013
RECUERDOS EN EL ASFALTO
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rma Arely Garcés Flores, madre de una de las 14 víctimas de atropellamiento que cada día se suscitan en la Ciudad de México, proyecta instalar un diminuto monumento póstumo (un cenotafio) junto al carril del Metrobús que recorre la avenida Insurgentes, a la altura de la calle Monterrey, en la colonia Roma. El ícono callejero honraría la memoria de Ulises Núñez Garcés, oficinista de 20 años que el pasado 25 de enero fue arrollado por una unidad de ese sistema de transporte y cuyo conductor fue liberado bajo fianza por un juez, aún contando con antecedentes penales por el delito de “robo a transeúnte”, según consta en un documento oficial. 66
Dice Irma Arely a 24 HORAS: –Quisiera poner sobre el camellón no una simple cruz que pueda parecer anónima, sino poner algo para que a ninguna otra persona le pasara lo que mi hijo y que ninguna otra familia sufriera lo que nosotros… Por ahora, la agobiada mujer emprende algo que considera prioritario: lograr que el jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, la apoye en su reclamo de justicia contra la empresa paraestatal que opera la Ruta 1 del Metrobús. De acuerdo con familiares de Ulises, la tarde del viernes 25 de enero, con la luz del semáforo a su favor, el joven cruzaba Insurgentes, sin percatarse de que el transportista ignoraba la señal roja y seguía de largo, para causarle con un golpe en el cráneo el mal que cinco días después lo llevaría a la muerte, el 30 de enero. –Sé que ninguna indemnización me devolverá a mi hijo; pero necesito protestar contra el salvajismo de esos choferes que se salen con la suya, aunque sean delincuentes –puntualiza la señora Garcés Flores. Hasta hoy, la versión oficial del incidente muestra contradicciones: si bien el concertador político del GDF, Alejandro Martín Juárez, y el fiscal de la procuraduría local, José Rodríguez, han reconocido ante Irma Arely que el conductor de la unidad “se pasó el alto”, el director de Metrobús, Guillermo Calderón, acusa al fallecido de haber cruzado la calle “con imprudencia”. METROBÚS, SECUENCIA TRÁGICA El cenotafio de Núñez Garcés formará parte de un sinnúmero de pequeños monumentos –cruces y capillitas, especialmente– que la ciudadanía viene erigiendo en 67
distintas calles y jardines de esta ciudad; una metrópoli donde se suscitan cada año 17 mil accidentes de tránsito, equivalentes a un promedio de mil 700 muertos, cuatro por día. En el caso del Metrobús, la cifra de víctimas de choques o atropellamientos es de 50 por año; un promedio de una por semana. Como ejemplos recientes, el 30 de enero, otra unidad del Metrobús arrolló a un policía de tránsito en el cruce de Paseo de la Reforma e Hidalgo, causándole lesiones, mientras que el 25 de febrero, en la colonia Narvarte, 16 personas resultaron heridas durante el encontronazo entre otra unidad y un auto compacto. 68
MICROBUSES, LÍDERES EN ACCIDENTES Los 35 mil microbuses que circulan en el Distrito Federal encabezan las listas de accidentes del transporte, mostrando que durante 2012 la policía tomó conocimiento de 907 choques de estas unidades, de los cuales resultaron un promedio de 17 víctimas por semana. Como ejemplos recientes, el 6 de febrero fue arrollada por una unidad de la Ruta 60 la ciclista Isle Mariel Alonso Leal, en cuya memoria se erigió un peculiar cenotafio –una bicicleta pintada de blanco– en la esquina de Aztecas y Delfín Madrigal, demarcación de Coyoacán. Dos semanas después, el 25 de febrero, la estudiante Stephanie Alba Leal, y su madre, Dolores Leal Zúñiga, fueron atropelladas en la colonia La Forestal, en Gustavo A. Madero, por un microbús de la Ruta 18 cuyo conductor se dio a la fuga, dejando a su primera víctima muerta sobre el pavimento y a la segunda con lesiones graves. ICONOGRAFÍA MILAGROSA El termino Cenotafio tiene origen griego y se refiere a “tumbas vacías” o a monumentos funerarios que las personas erigen en sitios próximos al de la muerte; comúnmente se ven en carreteras, pero la costumbre se extiende a zonas urbanas. De acuerdo con el presbítero Hugo Rodríguez, de la Parroquia San Juan de Iztapalapa, “son una muestra de religiosidad, ligada al catolicismo, y una costumbre tan antigua como la propia fe.” “Desde el siglo XIX la gente pintaba cruces en los lugares donde moría la gente, y luego los familiares del muertito iban y ponían una santa cruz de madera o de metal, o bien una casita con flores, o ahora he visto hasta capi69
llas grandes para rezar y guardar recuerdos…”, añade el párroco. Cuando un alma fallece, “todo tiene una explicación”, agrega Rodríguez: “cuando le cerramos los ojos al difunto, la idea que tiene la gente es que así se evita que el muertito pueda elegir con la vista al siguiente en morir. “Igual pasa cuando cubrimos un cadáver con una sábana blanca, recordando la túnica que envolvió el cuerpo del redentor, algo que además de crear una barrera simbólica entre la vida y la muerte, sirve para alejar del morbo y de la vista de los niños el aspecto de las gente que muere de manera tan fea”, concluye el entrevistado.
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EJE CENTRAL, Blog “El Ciudadano Invisible”. 23 noviembre a 28 de diciembre de 2010
MP COYOACÁN EL NEGOCIO DEL “PERDÓN” Parte I POR UNA CAGUAMA EN AYUNAS La ciudad que se promueve como “de vanguardia” no lo fue tanto con un grupo de jóvenes preparatorianos de la demarcación Coyoacán; uno de los cuales –Ernesto, único mayor de edad dentro de la palomilla– ha sufrido una pesadilla judicial como resultado de la idea que tuvieron una tarde de ocio: tomarse unas cervezas. Se le vino encima un proceso por “corrupción de menores”, mismo que también afectó a dos mujeres, madre e hija, quienes antes de presentarse voluntariamente con el ministerio público no tenían ningún antecedente criminal. 71
El delito de Carmen y Verónica, de 63 y 42 años: poseer las escrituras de la casa en cuya accesoria comercial operaba la lonchería que – según declaración única de agentes judiciales– sirvió cerveza a los jóvenes. Este blog periodístico de EJE CENTRAL presenta a partir de esta semana la historia del arresto, encarcelamiento y acoso policial contra tres ciudadanos por parte de un grupo de agentes judiciales del Distrito Federal, contenida en el expediente COY-2/01602/09-11. Una de las 2,525 quejas por “detención arbitraria” que, de acuerdo con la Comisión de Derechos Humanos del D. F. se han integrado contra policías en los últimos cinco años. Un caso que –de acuerdo con dos penalistas, Enrique Canseco y Rolando Castillejos– debió caerse en menos de 72 horas; sin delito flagrante y acusadores firmes; pero que por motivos inexplicables, “burocracia u obvia mala fe”, supone el segundo abogado, aún se mantiene abierto, para insomnio de los involucrados. 72
El asunto dio lugar a los afectados para presentar una queja contra funcionarios del Gobierno del D. F. con folio 13473, pero que –de acuerdo con personal administrativo del llamado “bunker” de la policía judicial– todavía no llega hasta el escritorio del procurador capitalino, Miguel Ángel Mancera, en virtud de que este se encuentra “en trámite” desde el 9 de noviembre pasado. Pero mientras el procurador se entera, recapitulemos. FUTBOLITO, BILLAR, REFRESCOS Y… CERVEZA Ernesto, de 26 años, estudiante de una universidad privada, no imaginó el lío en que se metería: convertirse en “corruptor de menores”, al acudir junto con Mariela, Jorge y Rubén; compañeros de su plantel en el nivel de preparatoria, 17 años los tres; a un café internet-lonchería denominado El Zótano (con z), ubicado en la colonia Los Reyes, demarcación de Coyoacán. Objetivo: jugar futbolito, billar, beber refrescos y solamente él –manifestó a las autoridades– una cerveza tipo caguama. Eran las 14:30 horas del miércoles 4 de noviembre de 2009. Nunca sospechó el joven que tres horas después de haber salido del negocio, alrededor de las 18:30 horas, Mariela se sentiría algo enferma y que perdería el conocimiento durante unos minutos. –¡Le dieron como convulsiones! –declararon testigos. Ello habría sucedido mientras departía el grupo sobre cierto camellón que hace las veces de parque público, localizado frente al colegio de la avenida Pedro Henríquez Ureña, mismo barrio de Los Reyes. 73
Y en esas estaban los tres varones, bastante asustados viendo a su amiga recostada sobre el césped, cuando pasó por esa área la patrulla número 56020 de la Policía Auxiliar. La situación se les complicaba. DE LA PINTA ESCOLAR A LA VIDA REAL –¡Se siente malita; no tenemos idea de qué tiene! –dijeron los muchachos a la célula de uniformados, Vicenta Paz y José Rico, quienes procedieron a tomar conocimiento de los hechos y a llamar a una ambulancia. Pero llegó primero una enfermera de la escuela, quien aplicó los primeros auxilios a la chica y pudo constatar que esta se reponía, tras sufrir lo que consideró un desmayo. Llegaría también el padre de Mariela, quien al enterarse de que aquello tenía qué ver con la acción extraescolar de “tomarse una chela”, se enfadó con los jóvenes; especialmente con Ernesto, a quien si bien ya conocía, reclamó que siendo el mayor no hubiera actuado con responsabilidad. Fue suficiente para que los uniformados, testigos del diálogo, sugirieran al padre la procedencia de detener a Ernesto y de asegurarlo dentro de la patrulla; acción con la que el padre de familia estuvo de acuerdo. –Híjole, si te acusan de corrupción de menores, ya vete buscando a un abogado –le advirtieron los oficiales, poco antes de trasladarlo a la agencia del ministerio público. Sería su primera visita a una delegación.
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“UNA CAGUAMA YO SOLITO” Las causas del desmayo de Mariela nunca quedarían claras, jurídicamente hablando. Un parte médico elaborado en la Clínica Londres –a donde sería trasladada antes de acudir como testigo ante el MP– la excluiría de hallarse bajo el efecto de drogas o de alcohol: “aliento normal, palabra articulada con diálogo coherente y congruente, coordinación aceptable”. Al único del grupo a quien, efectivamente, se le notó un “estado alcohólico”, fue al propio Ernesto; estudiante que nunca negó haber bebido cerveza. –Me tomé una caguama yo solito, pero… ¿eso qué? Misma declaración que sostuvo ante el ministerio público, luego ante un juez. Misma versión que hasta hoy mantiene. LA “BOLA DE NIEVE” El padre de Mariela nunca levantó cargos formales contra Ernesto; dejándolo – según él– en un simple “susto”, una vez que vio repuesta a su hija y se retiró de la agencia del ministerio público. Todo hubiera terminado ahí. Pero no contaban los afectados con que el agente del ministerio público y su grupo de agentes de investigación, actuarían por su cuenta, en calidad de “autoridad responsable”, y consignarían a Ernesto bajo el cargo infamante. No sólo eso. El asunto se convertiría en una bola de nieve (o de fuego), dada la severidad con la que se asentaron en actas juicios poco fundamentados. 75
La severidad del MP tenía –a juicio del penalista– un verdadero destinatario: ir en pos del “antro” donde a la jovencita (siempre ausente de las declaraciones) se le habría “obligado a beber cerveza”. Un acoso judicial “extraño” por parte de investigadores en contra de las dueñas de una casa particular que “utilizaba su cochera para operar un antro de vicio”, y a quienes se les solicitó se presentaran ante el MP con escrituras en mano. Una suerte que golpearía destinos, reputación y capacidad de sorpresa de tres ciudadanos. Baste ver que el joven Ernesto estuvo internado durante 40 horas en el Reclusorio Oriente, al lado de un hombre que acababa de balacear a otros ciudadanos por asuntos de venta de drogas. Las dueñas del inmueble donde se encuentra el negocio –¡cuyo administrador nunca fue llamado a declarar!–, vistieron durante dos días el uniforme del penal de Santa Marta Acatitla, ámbito de emociones urbanas tan fuerte que les trajo, casi como gracejada de la vida, la suerte de compartir un pasillo con la tristemente célebre Juana Barraza, (a) La Mataviejitas.
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Parte II DE AMAS DE CASA A COMPAÑERAS DE LA MATAVIEJITAS Continuamos con la historia iniciada la semana anterior en este blog periodístico de EJE CENTRAL. El lector debe situarse el 5 de noviembre de 2009, dentro de la Penitenciaría del Distrito Federal, ubicada entre las pobladas fronteras del barrio de Santa Marta Acatitla, Iztapalapa, y las de Ciudad Nezahualcóyotl, estado de México. Una enorme colonia penal que tolera la costumbre irregular –sancionada internacionalmente– de mezclar reos en prisión preventiva con sentenciados por delitos. Carmen y Verónica tenían menos de 24 horas de haber ingresado al sector femenil de dicha cárcel cuando distinguieron, de entre los muchos rostros de prisioneras que las rodeaban, uno que habían visto con anterioridad en periódicos y en noticieros de televisión. –¿Será? –Sí, mamá. Sí es. El cuchicheo de las recién llegadas, quienes en ese momento eran encaminadas hacia un área de concentración, fue suficiente para que la dueña de aquél rostro se les quedara viendo e inclusive les sonriera. Madre e hija –ama de casa con 63 años y vendedora de joyería con 42, respectivamente– ahora estaban en un mundo que les resultaba insólito: cruzando sonrisas con la asesina serial que posee el mayor número de sentencias por homicidio en la historia delictiva de México; Juana Barraza, (a) La Mataviejitas. 77
Otras reclusas con historial delictivo severo –no pocas de ellas con aspecto y actitud menos amigable que la Barraza– convivieron con ambas ciudadanas entre el 5 y el 6 de noviembre de 2009; dos días y respectivas noches, casi eternas, que duró su encarcelamiento. Constataron, de paso, la precariedad y saturación de dormitorios y áreas comunes de esa prisión, en una estadía que culminó cuando el juez quincuagésimo penal las tuvo enfrente y, tras analizar su expediente y la acusación, se tomó el tiempo de escuchar sus versiones. Explicaron que estaban acusadas de “corrupción de menores” por un MP de Coyoacán, tras presentarse voluntariamente para mostrarle las escrituras de su casa. Toda la historia que aquí se narra. El jurisconsulto no disimuló su contrariedad, solidarizándose con las ciudadanas, y concluyó sin demora: “falta de elementos de consignación por parte del agente del MP”, anotó. Luego, ordenó su liberación, sugiriéndoles: –Yo que ustedes, me quejaba con el procurador. Y así lo hicieron, cuatro días después de haber salido del penal –todavía sujetas a la apelación posterior del ministerio público–, pero sin imaginar que la queja llegaría a estancarse; es decir, a permanecer “en trámite” a lo largo de un año, según ha podido constatar este medio. ¿Cómo fue que Carmen y Verónica se incorporaron a esta aventura? Vayamos al origen. POR RENTAR LA COCHERA 30 años de esfuerzo necesitó invertir Carmen para materializar dos sueños: forjar una familia unida, con 19 78
miembros, y edificar una casa de tres plantas en el barrio que contribuyó a fundar, Los Reyes, en la demarcación Coyoacán. Hace tres años, un familiar suyo perdió el empleo y se las vio difíciles, inmerso en la actual crisis económica que sacude al país. Así fue que, para apoyarlo, aceptó cederle en comodato el sótano de su casa, a fin de que lo convirtiera en accesoria; concretamente, un área de 250 metros cuadrados conformada por rampa subterránea y cochera. La entrevistada solicita a este medio no revelar el parentesco de su familiar, acotando que no por ello debe presumirse un encubrimiento: “se trata de un proceso en curso; ojalá me comprenda”, dice. El caso es que el nuevo negocio, denominado El Zótano (con z), abrió bajo el giro de lonchería y café Internet, actividades contempladas en la licencia delegacional que muestra al reportero, número 209/2007, así como certificado de uso de suelo folio ESMA212560. Lo anterior, a fin de servir emparedados, pizzas, hamburguesas, malteadas y café, entre otros, en el caso de menores de edad; así como cigarrillos y cerveza, tratándose de adultos. Dada su proximidad con preparatorias y universidades privadas, el administrador incorporó a su negocio servicios de Internet y fotocopiado, además de entretenimiento extraescolar: tres futbolitos y dos mesas de billar. En tres años de operación, el local no tuvo ningún problema con la autoridad delegacional –así lo asegura el familiar de Carmen–; sin embargo –añade– sí logró despertar el interés de “funcionarios públicos” que no iden79
tifica, aparentemente ligados al ámbito judicial, quienes habrían comenzado a visitarlo para lanzarle indirectas. “COMO TODO EN MÉXICO” Es el familiar de Carmen quien ofrece al reportero su versión de los hechos. Se respeta su petición de anonimato y se citan sus declaraciones de manera textual: “Todo comenzó por donde comienza todo en México: por dinero. Te voy a contar, aunque de momento no voy a revelarte nombres ni pruebas; de hecho, algunos ni siquiera me los sé. “Sólo te diré que un día comenzaron a llegar tipos muy raros, malencarados, ya sabes: tipo guarura. Se tomaban unas cervezas, jugaban billar y veían el movimiento, luego te hacían la plática. “Que si esto era buen negocio, que cuánto dejaba, qué cómo andaba de permisos… Eran preguntas que me hacían seguido, mitad en serio mitad en broma, como buscando que les siguiera el juego. Pero yo nomás me hacía el que no capiscaba. “Primero me hice el tonto, pero ante la insistencia, era obvio lo que buscaban, me empecé a molestar y les dije que qué se traían, hasta que me la soltaron un poquito más directa. “Vas a tener qué juntarte una lanita, me dijeron, que le echara un poquito de imaginación, ya sabes, a fin de llegar a una cantidad. “Pero yo siempre tuve una postura: nada de mordidas, te lo juro. Y así se los dije: lo único que yo puedo darles gratis (no dudes que no sentí horror) son las chelas, el billar, alguna pizza… Si quieren dinero, neta, que trabajen como uno, digo”. 80
Fue así como –según versión del inquilino– los sujetos se habrían marchado con las manos vacías. Pero todo cambiaría para este empresario en ciernes. Dos meses después del encuentro que narra, tuvo conocimiento de que la autoridad buscaba al dueño del “antro” que habría servido cerveza a una estudiante menor de edad. Historia ya narrada. Fue entonces que telefoneó a un abogado, quien le habría sugerido –así lo asevera– “mantenerse a la expectativa”, presumiblemente en espera de una averiguación judicial en su contra, pero que para su sorpresa “nunca se ha presentado”. La averiguación nunca cita al gerente del “antro” y solamente enfila sus dardos contra las propietarias del inmueble que le brindaba espacio. QUERÍAN HABLAR CON LA DUEÑA DE LA CASA, NO CON EL INQUILINO Es momento de dar voz a Verónica, quien debido al problema legal que la aqueja ha debido pasar un año sin poder trabajar y recibir ingresos. Así, ha tenido que sostener su propia defensa jurídica, recurriendo apenas a la asesoría de un par de abogados que han querido apoyarla. Verónica no duda en calificar de “arbitraria” la actuación del ministerio público y de todas las autoridades que han desoído su reclamo y quejas. –Más que simples errores o abusos, se han cometido contra de nosotros delitos concretos. Pero en este momento ya no sé si me interesa seguir adelante, ganarles y hacer justicia, o solamente anhelo poder volver a vivir mi vida tranquila: que me dejen trabajar, pues; con eso me conformo –manifiesta. 81
Pero el caso en contra suya y de su madre sigue, así que no tiene más remedio que seguir recordando. Ahora cuenta cómo fue que, de pronto, la madrugada del 5 de noviembre de 2009 –estando El Zótano cerrado y sin la presencia del gerente– el exterior de su hogar se llenó de autos de la procuraduría capitalina. “Tocaron a la puerta varios hombres que se dijeron agentes judiciales, adscritos a la Coordinación Territorial COY-2. Los acompañaban muchos otros, que rodeaban la manzana, aunque ninguno hizo nada más que quedarse parados. “Atendimos la visita mi mama, mi papá, mi hijo y yo. Nos dijeron que tenía que presentarse el dueño de la casa, porque en la accesoria se había cometido un delito. “Preguntamos que cuál delito, pero no respondieron. “Sin negarse en ningún momento, mi mamá le informó que ella era la dueña del inmueble, pero no la gerente del café Internet, mismo que, se les dijo, a esas horas ya se encontraba cerrado. “Pero el agente del MP no preguntó por el inquilino, ni por su nombre ni por nada. Tampoco parecía interesado en buscarlo o en hablar con éste. “Por esa razón nosotras tampoco le dimos ninguna información al respecto… y eso hemos de reconocerlo. “Más adelante, sabríamos que por recomendación de su abogado, nuestro familiar no se presentaría, a menos que se le requiriera de manera oficial; cosa que jamás hizo el MP, ni el juez, ni nadie… y hasta la fecha. “El MP sólo parecía interesado en decirnos lo siguiente: 82
“Que el gobierno estaba confiscando bienes de delincuentes y que era muy probable que les quitaran su propiedad por el delito que se cometió en la accesoria. “Una y otra vez le preguntamos que cuál había sido el tal problema, pero nunca se nos informó. “Se retiraron, no sin solicitarnos que nos presentáramos en la delegación al día siguiente, llevando las escrituras de la casa con el fin de acreditar la propiedad, cosa que aceptamos sin problema. “Pero ahora vemos que nuestro error fue presentarnos”. La próxima semana veremos cómo fue que la Coordinación Territorial COY-2 llevó a cabo una averiguación previa por demás misteriosa.
Parte III POR UNA BOTELLA DE AGUA Y UNAS PAPAS Nota: Personal de confianza del procurador capitalino, Miguel Ángel Mancera, confirmó hoy a EJE CENTRAL que el funcionario atenderá de manera “personal” la denuncia periodística aquí publicada, relativa al comportamiento irregular en contra de tres ciudadanos por parte de un grupo de agentes de investigación y ministerios públicos de la demarcación Coyoacán. 83
–El procurador se entrevistará con ambas partes (denunciantes y fiscalía) y actuará conforme a derecho –dijo la fuente, que informó estar abocada a integrar la documentación necesaria para estos encuentros. El abogado de la ciudad podrá dar una resolución a la denuncia relatada en este blog, y que tuvo su origen en la sede de la Coordinación Territorial COY-2 de la propia PGJDF, amplio edificio situado en las calles de Tecualiapan y Zompantitla, colonia Romero de Terreros. Dentro de ese inmueble quedó “atrapada” –término común dentro del ámbito burocrático–, la averiguación previa número COY-2/01602/09-11, iniciada hace… 401 días, pero que desde entonces no avanza, retrocede o siquiera se moviliza; aún cuando de su resolución ha dependido la paz y reputación de tres personas acusadas de un delito infamante: “corrupción de menores”. El expediente contiene las acusaciones contra un estudiante de preparatoria cuyo mayor delito (no comprobado) habría sido el de compartir tragos de cerveza con su novia, menor de edad; así como las de dos amas de casa que no sólo enfrentaron 48 horas de cárcel en un penal de alta seguridad, sino que viven bajo una amenaza de papel: la “extinción de dominio” sobre el inmueble que habitan y en cuya accesoria comercial se habría servido la bebida. Una historia narrada en entradas anteriores. LA AGENCIA COYOACÁN, BAJO EL OJO CIUDADANO El seguimiento de esta historia por parte de este blog de EJE CENTRAL ha permitido recibir correspondencia de otros ciudadanos que se llaman “afectados” por agencias del ministerio público capitalinas, las que han actuado –según refieren– con84abuso y negligencia.
De entre estas denuncias, destaca una que tiene similitud con la ya narrada; al encausarse –bajo una acusación nimia–, contra un joven estudiante y que también apunta a la misma agencia COY-2. La fuente informativa pide mantenerse bajo reserva, pero ha sido verificada correctamente por este medio. EL CASO SEVEN ELEVEN Corría el mes de junio de 2010 en la demarcación Coyoacán. El lugar y día exacto no se precisa, porque así lo pide Martha N., madre del joven en edad universitaria. Ella esperaba en el auto al muchacho, quien había bajado para llegar hasta la puerta de un negocio de la cadena Seven Eleven, en busca de una botella de agua. Pero ocurrió la casualidad de que, minutos antes, dos jóvenes habían salido de la tienda sin pagar una bolsa de botanas. Ello dio pie para que –entre la confusión de un empleado del negocio o de los patrulleros que llegaban al sitio del suceso– detuvieran al joven, bajo el cargo de “robo agravado en pandilla”. El traslado de los detenidos se encauzó hacia la agencia investigadora COY-3, pero el equipo que operó las averiguaciones fue el del mostrador vecino, COY2. En estas oficinas del Ministerio Público se generó un expediente acusador que la denunciante considera “insólito” en contra de su hijo. “CASI IGUALITO NOS PASÓ” Seis meses después de una “aventura” familiar que, según indica, les ha costado un gasto enorme en abogados y un fuerte desgaste emocional. 85
Martha siguió en EJE CENTRAL la historia anteriormente publicada y encontró similitud con la propia. “A nosotros nos pasó lo mismo: si bien no hubo ratificación de denuncia por parte del establecimiento, los del Ministerio Público, por iniciativa propia, siguieron con el proceso, y tres meses después del hecho, le giraron orden de aprehensión. “Y en lo que fueron peras o manzanas, lo tuvieron sus 40 horas en el Reclusorio Oriente. Al final de éstas, obtuvo su absolución del juez por falta de elementos. “Pero quien te paga el desgaste emocional, físico, y económico? ¡Nadie! “Se rumora que los agentes judiciales se hacen pasar por visitadores o abogados para hacer de las suyas y presentar a la gente ante el MP con engaños. Se llevan la módica cantidad de 5 mil pesos por cada ingreso al reclusorio”. DE ESTUDIANTE A PANDILLERO Para Alberto N, hijo de Martha, recordar lo sucedido implicar revivir un caso que ahora le afecta profesionalmente, más allá del tormento de “recordar la injusta detención, luego la aprehensión y traslado al reclusorio por medio de engaños, más lo vivido allá adentro”. Estudiante a mitad de una carrera, dice haber destacado por ser de los mejores promedios de su grupo, y es por ello que también ha decidido dejar su experiencia en el pasado… o cuando menos eso intenta. Justamente, el día que lo aprehendieron para llevarlo al reclusorio –tres meses después del suceso en el establecimiento–, él estaba estudiando para un examen que tendría al día siguiente. 86
–Llegaron dos judiciales a la casa, haciéndose pasar por notificadores del ministerio público, para pedirle que se presentara en esa oficina, para firmar el documento de finalización del proceso. Ello, porque la parte acusadora no ratificó la denuncia –cuenta Martha. “Las palabras de mi hijo fueron: si es para terminar de una vez por todas con este asunto, con mucho gusto voy. Incluso, yo misma lo llevé, no sin antes decirle: deja eso y ahorita que regresemos le sigues; vamos a darle fin a esto de una vez. “Lo que sucedió de ahí en adelante fue horrible: llegando a la oficina, vimos que estaban los otros dos chicos, a quienes también habían citado. Los pasaron a las galeras, les hicieron exámenes médicos, los subieron a una patrulla y los llevaron al reclusorio. “Yo me di cuenta solo hasta que vi pasar la patrulla, con mi hijo en el interior. Salí corriendo de ahí, persiguiendo a la patrulla hasta el reclusorio, tratando de averiguar qué era lo que estaba pasando. “Contacté a mi abogado, quien llegó de inmediato a la puerta de aduanas del Oriente, en dónde nos mostraron, por fin, la orden de aprehensión por el delito de: robo a comercio, agravado en pandilla. “Durante las 40 horas en las que mi hijo estuvo dentro del reclusorio, fue testigo de diversas situaciones que no tenía por qué vivir a su edad; desde la venta de drogas, golpizas de los custodios a los presos como bienvenida, intento de violación a uno de los chicos que arrestaron junto con él. “También convivió con estrellas de la delincuencia como El asesino del Metro, que por ahí andaba. Se dio cuenta 87
que los empandados no están todo el tiempo empandados; que la fajina es en cualquier zona del reclusorio, no importa si es en el pasillo de asesinos. LOS ABOGADOS Y EL “SIGILO” Este reportero ha podido observar que no son pocos los abogados que suelen negarse a la publicación en la prensa de denuncias contra ministerios públicos y que sugieren a sus clientes mantener “sigilo”, aún cuando estos hayan sido víctimas de una injusticia. Lo anterior, quizá porque los profesionales suponen un daño a su relación personal con las distintas instancias judiciales y que requieren visitar para la atención de sus diversos casos. Tal vez acostumbrados de sobremanera a resolver asuntos judiciales mediante acuerdos en privado, ven también con cierta normalidad prácticas como la repartición de dádivas entre personal de las agencias, que inclusive tienen en el argot sobrenombres como: “impulso procesal” o el clásico: “tráete unos chocolates”. “RASCÁNDOLE… ENCUENTRAN” Después de su experiencia, Martha no tiene ninguna dificultad para sumarse a la creencia popular de que muchas agencias del ministerio público actúan, con relativa facilidad, como fábricas transformadoras de inocentes en culpables. Y ahora cuenta a este medio –como desde entonces lo ha venido haciendo frente a todo familiar o amigo– algunas de las irregularidades que observó en su paso por la agencia Coyoacán. “La primera detención fue en COY-3. Igualmente, cuando lo citaron y aprehendieron. Pero el proceso fue lleva88
do en el juzgado 24, al lado de COY2; el MP que acusó era el de COY-2 y los judiciales que aprehendieron a mi hijo también reportan al 2. ¿Curioso, no? “Según me comentaba mi abogado, se dan a la tarea de rascar en los expedientes, y separan aquellos que pueden ser negocio fácil. Les dan para adelante y… bueno, las consecuencias ya las conocemos. “Todo esto debe ser previa autorización de la autoridad correspondiente y responsable de mantener a salvo esos expedientes… el MP. “Cuando comenzó el proceso y el MP se dio cuenta de que las cosas no iban a ser tan sencillas, curiosamente una de las secretarias se acercó a nosotros y de manera insistente sugirió que buscáramos al representante legal de la cadena Seven Eleven, para pedirle que no otorgara el… perdón. “Incluso, la mujer se ofreció a darnos los datos, nombre, teléfono de oficina y celular del responsable legal; datos que de hecho son confidenciales y se mantienen en un sobre cerrado y bajo resguardo. “Le tomamos la palabra, por supuesto, ya que de acuerdo a lo que nos comentó nuestro abogado, era la vía más rápida para terminar con todo. “Cuando hablamos con la representante legal de la tienda, ella nos comentó – para nuestra sorpresa– que no tenía notificación alguna del evento o cuando éste sucedió. “Sin embargo, dos semanas antes, al estar ella ratificando una denuncia, uno de los agentes judiciales se acercó a la representante legal con el expediente, comentándole que estaba pendiente su firma para continuar con el 89
proceso. Ella firmó, como en la mayoría de los casos lo ha hecho. “La conclusión es que ambas partes, judiciales y representante de la empresa, ya saben que por cada perdón otorgado la cuota para la víctima es de, mínimo, 7,500 pesos. Esto, ahora, multiplíquelo por tres y verá.”
Parte IV y última COMPRANDO EL “PERDÓN” DE LA JUSTICIA En audios de EJE CENTRAL, madre de estudiante encarcelado por “robar papas” narra cómo fue que le vendieron el “perdón” para su hijo, mientras que este recuerda su “aventura” de 36 horas dentro del Reclusorio Oriente. 90
EL PROGRAMA “Ministerio Público Transparente” de la Procuraduría General de Justicia del D. F. muestra tonos diametralmente distintos ante los ojos de ciudadanos como Martha y su hijo Alberto –o bien los de Carmen y Verónica– cuyas historias hemos iniciado en entradas anteriores de este blog de EJE CENTRAL. Relatos que ya despertaron, al menos, el interés del procurador Miguel Ángel Mancera por indagar en torno a ciertas averiguaciones previas llevadas a cabo por las agencias del Ministerio Público 2 y 3 de Coyoacán –todas fallidas ante jueces penales y caracterizadas por encausarse contra estudiantes y amas de casa–. Una sucesión de expedientes similares que han venido llegando a este espacio periodístico; entre ellos el narrado en nuestra entrada anterior, de Alberto N. –adolescente acusado de robar unas papitas en un Seven Eleven– y que a decir de especialistas parece revelar un mecanismo de extorsión en contra de ciudadanos sin antecedentes delictivos –Un patrón de personas y familias de clase media, o al menos con los suficientes recursos como para adquirir el perdón que (de manera explícita) se les ofrece –opina el penalista Roberto Juárez. Un mecanismo para obtención de recursos ilícitos que involucraría a personal de agencias del ministerio público, juzgados y autoridades penitenciarias, pero de manera especial a diversos bufetes de abogados que prestan asesoría jurídica a supermercados y a las llamadas “tiendas de conveniencia”. Pero –gracias a la magia multimedia de este blog– serán los afectados quienes narren de viva voz el periplo judicial sufrido por su familia a mediados de 2010. 91
“LA CADENITA EMPIEZA EN LOS DESPACHOS JURÍDICOS” En nuestro primer audio, Martha N. narra cómo fue descubriendo que la detención de su hijo formaba parte de un negocio de extorsión que involucraba a autoridades judiciales, pero que se orquestaba desde el despacho jurídico de Seven Eleven –negocio que primero acusó y luego otorgó un “injustificado, pero conveniente perdón” a su hijo (escuchar audio). “SE HACEN RICOS A COSTA DE METER SUSTOS” Prosigue Martha con su relato, el cual señala a un grupo de abogados y autoridades involucradas y cuyas generales, dice, son del pleno conocimiento de la PGJDF: “todas ellas se encuentran oficialmente anotadas dentro del expediente”, añade (escuchar audio). “NOS ENVOLVIERON POETAS DE LA MENTIRA” Como “poetas de la mentira” califica Alberto N., estudiante universitario, quien en el siguiente audio cuenta cómo fue que mediante engaños por parte del personal de las agencias Coyoacán 2 y 3 fue llevado en calidad de interno al Reclusorio Oriente; todo ello mientras –afuera– se llevaban a cabo las negociaciones para vender el “perdón” de la empresa (escuchar audio). “CONTRA LA PARED Y TE SUELTAN PATADAS” Narra el estudiante de la UNAM cómo fue que, de pronto, ya en el interior del Oriente, alguien le dijo a él y a sus presuntos cómplices: “háganse a la idea, chavos, ya están en la cárcel” (escuchar audio). “LA COMIDA: NO TAN MALA” La experiencia carcelaria que solamente había visto en el cine, tocó vivirla en carne propia a este joven, quien 92
continúa narrando algo de lo que alcanzó a ver adentro (escuchar audio). VUELTA A LA LIBERTAD, 36 HORAS DESPÚES No por haber permanecido entre 36 y 40 horas dentro del reclusorio, Alberto ha dejado de acudir como cliente a la tienda donde lo involucraron: “el que nada debe, nada teme”, dice, con la serenidad del joven que tiene toda la vida para recuperarse (escuchar audio).
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unomásuno, 28 de abril a 4 de mayo de 1988 (resumido)
EL OMNIPOTENTE MINISTERIO PÚBLICO
E
s como un juego de fútbol donde los contendientes luchan por el triunfo. Unos presionan, otros aflojan y todo se hace bajo la mirada de un árbitro que, en este terreno, recibe el nombre de Agente del Ministerio Público. Este actúa, por lo general, en compañía de quienes serían sus “abanderados”: secretarios, mecanógrafas, agentes judiciales... 94
Y es un “juego” que tiene un tiempo máximo legal de 24 horas, que tiene como escenario una delegación de policía y en el que muchas de sus prácticas, no necesariamente todas justas, se hacen válidas; desde fintas y empujones hasta patadas y golpes bajos. Nada es tan equitativo como la Procuraduría del Distrito Federal presume en sus boletines de prensa. Ambas partes suelen protestar, gritar, amenazar o hasta llorar; sin embargo, aquí sólo cuenta una decisión personalísima: la del árbitro. –¿Puede compararse al árbitro? –Bueno… de poder se puede, pero depende de su ética –responde a unomásuno el agente del ministerio público adscrito a la quinta agencia investigadora. –¿Qué posturas asumen estos árbitros? –Ellos adoptan la parte acusadora, porque indebidamente dan por hecho que todo aquél que llega ante ellos cometió un delito. Olvidan que su función es básicamente recabar los elementos para una averiguación, cosa que apenas hacen –explica a este diario Eduardo Vesga, coordinador del bufete jurídico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Cuando la disputa no se resuelve a nivel de la averiguación previa, el árbitro podrá consignar al indiciado a un reclusorio, donde este continuará dentro de un tira y afloja por su libertad. El acusado ya estará ante un juez penal, pero con la presumible desventaja de que se apoyará fundamentalmente en el informe del árbitro. “Por ello es importantísimo que una averiguación quede muy bien construida”, dicen los abogados, ya que en caso de estar malhecha o ser malintencionada, se perju95
dicará a todo un proceso y que se condene a un inocente. O al revés: que un delincuente quede en libertad, por “falta de elementos”. –¿Investigan los ministerios públicos? –Pienso que no muy bien… En realidad, muchos no salen de su escritorio y todo lo mandan traer por medio de peritos o por agentes judiciales; no van a comprobar un caso por cuenta propia, salvo en los muy especiales o los que tienen impacto en la opinión pública –dice David Chacón, penalista de la UAM. Apoyan esta opinión Eduardo Luengo Creel y Alejandro Ortega, miembros de la Barra Mexicana Colegio de Abogados (BMCA): –¿Investigar? Bueno, lo que políticamente les interesa que se investigue, sí lo hacen excelentemente y hasta con lujo de detalles. Pero lo cotidiano… ni lo toman en cuenta. Otro abogado de la UAM, Eduardo Viesca, apunta: “Pensemos que los MP´s investigaran… Bueno, sí, pero ¿de qué serviría si para ello se apoyan en la Policía Judicial? Todos sabemos bien cómo opera esta y que calidad puede esperarse de sus investigaciones… Abogados, penalistas y maestros de derecho cuestionan la actividad que se realiza en las 44 agencias investigadoras de la Ciudad de México, al igual que en el resto del país, donde diferencias más o diferencias menos, operan en igualdad de circunstancias. Los entrevistados coinciden en apuntar que los agentes del MP son “ultrapoderosos” y ostentan poderes que “escapan incluso al judicial”. 96
Dicen Luengo Creel y Alejandro Ortega, de la BMCA: “Al ostentar el monopolio de la acción penal, el MP es el verdadero quinto poder, es el hijo de la dictadura. Los juristas deberíamos preguntarnos si el MP actual es lo que la sociedad necesita, ya que, en realidad, este tiene la sociedad a su merced. Tenemos que preguntarnos si un sistema que empieza por destruir la dignidad del hombre es bueno para esta. Pensamos que la figura del MP es parte de un sistema penal que debería entrar a discusión.” El MP es “tan omnipotente” que ni siquiera procede en su contra la figura del amparo, puntualizan. “Si, por ejemplo, un MP consigna a alguien por fraude, y lo largo de todo un proceso se demuestra que la acusación era falsa, el individuo afectado ya no podrá hacer nada contra ese MP por el agravio cometido en su persona; por el daño moral, la pérdida de imagen y de dignidad que la consignación le significó. Nadie puede decirle nada o reclamar a un MP, y tampoco puede demandársele”. Rematan Luengo Creel y Ortega: “Han subvertido el procedimiento penal, convirtiendo al MP en un tribunal inquisitorial, inscrito dentro de un sistema absolutamente devastador: en diez minutos un hombre se convierte en un expediente, en un trámite, en una cifra…” Redondea David Chacón: “El poder del MP está inspirado en una figura paternalista que tiene que ver con la presidencialista, y es cuando surge la actitud vanidosa y prepotente que tienen muchos agentes: hay que verlos moverse en las calles, en 97
los bares, en sus vehículos. Ante cualquier problema de tránsito, necesariamente sacan la charola. –Pero algunos dicen no tener mi carro… –Puede haber algunos… Pero será porque esos nuevos, que apenas inician carrera. BEBÉ MUERTO, PAPÁ CONSIGNADO… –Es albañilito el cabrón… –No, vendía ropa en Tepito; dice que tiene nueve meses de no trabajar; que gana unos diez mil pesos diarios… –Humm… yo gano igual y no dejo morir a mis hijos… –Yo que tú lo consignaba: ese hijo de la chingada no tiene perdón de Dios. Fíjate nomás en la criaturita, pobrecita… ¿Y qué dice la necropsia? Desnutrición y anemia. ¡Qué poca madre! –Sí, cómo se les ocurre darle sopa y gelatina a un bebé de dos meses. ¡Consígnalo al desgraciado! –Pero el niño estaba desnutrido... –¿Voy a creer que no tuvieron para darle otra cosa de tragar? Es puro pocamadrismo; mira nada más al niño en las fotos, si parecía biafrano el pobrecito. –Para mí que lo dejaron morir de hambre… adrede. ¡No querían al bebé! –Entonces…. ¿qué hago? –¡Que se vaya la cárcel el hijo de su chingada madre! ¡Consígnalo! El diálogo se da en torno al escritorio del licenciado Manuel Gracia Ríos, agente del Ministerio Público adscrito a la tercera agencia investigadora de la Delegación 98
Cuauhtémoc. Además del MP; participan el secretario, dos mecanógrafas, un agente judicial y otros dos desconocidos. El reportero de unomásuno está presente. –¿Qué opciones tiene para decidir sobre este caso? –se le pregunta al agente del MP. –Tengo dos: consignar por homicidio… sea intencional o imprudencial, o dejarlo libre por falta de elementos. –¿Y qué hará? –En eso estamos… –¿De qué documentos consta su expediente? –Tengo la necropsia, el informe del perito, los de la Policía Judicial, la declaración de los padres; ya tengo todo. –¿Tienen abogado? –No, qué van a tener. Sin que nadie se preocupe por ellos –afuera están tres familiares que aseguran desconocer el asunto–, en un rincón de la agencia investigadora se encuentran detenidos los padres del niño Luis Adame Escobedo, fallecido según los peritos de la Procuraduría del DF, a consecuencia de “asfixia, encontrando anemia y desnutrición en grados avanzados”. Ambos padres del fallecido llegaron hasta la delegación remitidos por un hospital de urgencias. No hay parte acusadora, excepto la que a partir de ahora ejerce el MP. –¿Por qué el cargo de homicidio cuando nadie acusa a los padres? –Eso dicta la ley, se sigue oficio… –A lo mejor fue un accidente… –¿Usted cree? No, qué va
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–¿Va mandar los padres a la cárcel? Tienen otros dos hijos… –Consignaríamos solamente al padre, es cabeza de la familia. Además, fue él que le dio sopa y gelatina al niño, lo que lo intoxicó. La madre estaba en la cocina cuando falleció… Pero no me haga caso, aún no he decidido... –¿Va a decidir usted solito? –Bueno, también le voy a pedir opinión a mis superiores… –¿Quién es su jefe? –El licenciado Chapa Bezanilla, el señor director de Averiguaciones Previas. Precisamente, estoy esperando su llamada. Él me dirá que hacer, es un caso muy delicado porque se trata de un bebé. –¿Se siente usted como si fuera un juez? –No, un ministerio público sólo se encarga de la averiguación, de investigar... -¿Y lo ha hecho? –Claro; ya tenemos un expediente completo, sólo falta sólo la decisión, repito. Sonríe el funcionario para liberar tensiones. Viste guayabera beige, zapatos negros y pantalón café. Es moreno, de cabello oscuro y ondulado, bajo de estatura y algo robusto. Dice que para llegar a ser MP se requiere saber muchas cosas: “cómo canalizar a la gente, conocer y entender sus problemas”, en virtud de que, dice, “se cometen errores por inexperiencia”. También comenta que algunos denunciantes llegan a su agencia con el afán de meter a 100
alguien a la cárcel: “para que les paguen alguna deuda, para que le demos un susto… pero nosotros les decimos: no es agencia de cobros ni estamos para asustar a nadie, así que mejor que se arreglen solitos…” Transcurre el tiempo, pero la llamada de Chapa Bezanilla no llega. Falta media hora para que se venza el plazo máximo de 24 horas que un MP tiene para la consignación, y es cuando el titular de la agencia se decide. –¡Consignamos…! El padre del fallecido estalla en lágrimas. El MP eleva la mirada, pero solamente para hacer un comentario al reportero: –Anótele, amigo: aquí la cosa es cruel, y aunque uno lleve tiempo en esto, también se le arruga el corazón. SIN INFLUENCIAS O DINERO, UN PELIGRO LA GARRA DE LA JUSTICIA… Parece definitivo, dicen penalistas, el tener nexos en las agencias del MP para resolver trámites o defender a un detenido; sea con el secretario, con las mecanógrafas, con los agentes judiciales o con el propio titular. Sin embargo, hay algo que también es importante y va de la mano de lo anterior: tener dinero. “En México, la aplicación de la ley está de acuerdo con el nivel social de la persona involucrada. En otras palabras, si tienes dinero, tienes justicia. El penalista solamente es eficaz en la medida en que conoce bien nuestro sistema de procuración de justicia: vicios triquiñuelas pillerías. En México, todo esto es determinante, porque cuenta más las relaciones y los recursos que el delito mismo”, asegura Jorge Fernández, maestro de la Facultad de Derecho de la UAM. 101
A pedido de unomásuno, el catedrático, enumera las deficiencias fundamentales en las agencias del MP: “Hay un trato descortés o déspota y una gran falta de disposición del personal para atender al público, principalmente al agraviado. Hacen nada o muy poco por éste, principalmente cuando su condición social es baja. “Cuando hay dinero de por medio; es decir, cuando el involucrado es rico e influyente, el MP agiliza todo, buscando resolver el caso ahí, a nivel de averiguación previa, evitando consignar al juez, o en su defecto, procurando que la documentación llegue al juzgado en condiciones que a este le convengan. “Muchas veces, en función del nivel social del indiciado, no recaban los elementos necesarios o suficientes para consignar o para dejarlo libre, sino que practican su labor ya con un prejuicio de inocencia o de culpabilidad, según. Lo mismo hace la Policía Judicial: procura que las cosas no pasen de la agencia, evitando que el caso llegue a manos del juez y, cuando no tienen más remedio, buscan que ya vaya todo construido a su manera. “El simple hecho de que existan tantos abogados que prometen a sus clientes resolver todo en la agencia del MP, profesionistas que ni siquiera conocen los juzgados verdaderos, es prueba de que todo o mucho se arregla nivel de averiguación previa. Estos abogados arreglan las cosas no porque sepan mucho de derecho, sino porque tienen contactos dentro de las agencias. Son chapuceros y tramposos; claro, porque el medio se los permite.” –¿Qué pasa si un abogado honesto, o ajeno a la agencia del MP, intenta defender a un inocente? La respuesta es de David Chacón, del bufete jurídico de la UAM: 102
“Vas con el MP y apenas si te toma en cuenta, con suerte te recibe en el mostrador. No te dejan hacer nada, salvo estar presentes en la declaración del detenido, y eso porque ya la Procuraduría se los exige. Pero uno ve como otros abogados que sí tienen amistad con el MP se meten hasta su privado, le llevan documentos, pruebas, se ponen a platicar en voz baja y llegan a un arreglo….” Habla un abogado que pide ser denominado “Salvador” –tal fue el acuerdo de confidencialidad para la entrevista–, pero quien promete a sus clientes resolver “la mayoría de los casos” a nivel de averiguación previa, es decir, “que el caso no escape del control del MP”. “El acta de un MP es como el cimiento de una casa, y es que si el detenido llega al reclusorio bien declarado, lo sacamos de volada. Yo, por ejemplo, cuando tengo a algún detenido y no conozco a nadie en el MP; me estoy toda la noche, llamo por teléfono y empiezo a mover influencias; hago cualquier cosa, porque sé que si te lo declaran mal… te amuelas”. –¿Gana bien un abogado? –se le pregunta a “Salvador” –Pues mira, las etapas de carrera de un abogado son tres: Trabajas mucho y no ganas nada, Trabajas medio y ganas algo, Ganas mucho y no haces nada. Yo estoy en la segunda, pero no me quejo: la abogacía es una carrera noble, siempre está la gotita José Lavanderos, abogado con 12 años de experiencia, dice a unomásuno que la función del MP es “terriblemente mala, así de simple”. Luego explica: “ha existido siempre esa actitud déspota ante el público, y hay muchas corruptelas; pero con la crisis, en vez de mejorar, empeora”. 103
–¿Qué tiene qué ver la crisis? –Pues que todos tienen mayor necesidad de sacar dinero. Entonces, si solicitas ayuda y eres pobre, ni te van a pelar; pero si te ven con dinero, las cosas cambian. Por otro lado, el MP tiene esa mentalidad de órgano acusador: a ti te consignaron y te jodes. Hay que hay que verlos actuar en los casos de despojo contra inquilinos, donde asumen una actitud de acusadores en su grado más extremo, con mínima sensibilidad social. En minutos convierten a un arrendatario en un delincuente y todas las posibilidades para defenderlo se hacen nulas, ya sea por posiciones de clase o porque simplemente el casero les da su mordida. “AQUÍ SE LO GUARDAMOS, LIC” Cada año, considerando cifras de 1987, las 45 agencias investigadoras del MP en el Distrito Federal inician 171 mil 811 averiguaciones, las que equivalen a 183 mil 546 delitos, destacando el de robo, 55 por ciento; lesiones, 16; daño en propiedad ajena, 11 por ciento. De estas, surgen elementos para consignar a 22 mil 354 personas, las cuales –dicen los penalistas entrevistados– más del 90 por ciento son de bajos recursos. Este es uno de ellos. –¡Está borracho, rompió un vidrio en la estación Pantitlán, queremos que lo consigne! –dicen, casi exigen, dos inspectores del Sistema de Transporte Colectivo Metro al agente del MP adscrito a la primera agencia investigadora, Lorenzo Garzón Medina. –¿Viene el representante legal del Metro con ustedes? –pregunta el MP. 104
–No, pero está son nuestras credenciales –responden, mostrando gafetes del STC. Los empleados del Metro buscan que se consigne al joven que traen atenazado. Este dice llamarse Raúl Montes, tener 25 años y ser estudiante. Es moreno, tiene el cabello ondulado, viste ropa barata y porta un morral al hombro. Trae un evidente moretón en la mejilla izquierda y al lado de su párpado derecho se aprecian manchas de sangre. El MP no dice nada a ese respecto, y se concreta a exponer: –Para proceder, sería necesario que venga el representante legal... –Sí, pues ahorita le hablamos por teléfono, faltaba más, licenciado; de lo que se trata es de que no se nos vaya escapar este hijo de la chingada –escupe el empleado; alto, cabello rizado, camisa a cuadros, mezclilla y botas. –Se lo cuidaría, pero no puedo detener al joven... –No le hace; aquí nosotros le detenemos al cabrón en lo que llega nuestro representante –ataja el otro, robusto playera blanca y tenis. –¿Qué hiciste? –pregunta el reportero al acusado. –Rompí un vidrio en el Metro, fue accidental. –¿Tomaste? –Sí, pero no tanto; me empujaron; luego estos señores me pegaron… Incómodos por el diálogo periodístico, los inspectores piden permiso al MP para conducir al detenido hacia la antesala de la agencia, bajo el pretexto de que allá espe105
rarán la llegada del abogado. El MP acepta y el personal de la agencia los deja acomodarse como en casa. El reportero comenta al MP que “al parecer” los inspectores no solamente golpearon al joven, sino que lo trataron de extorsionar; al no tener dinero para escapar de sus captores, estos decidieron traerlo a la delegación. Pero el MP se reserva comentarios y apenas dice: –Bueno… pues si fuera cierto, él tendría qué levantar cargos… –Pero ¿no vio cómo estaba golpeado? Ahora tiene miedo y no hay quien lo defienda… Garzón Medina busca relajar el diálogo y comenta: “mire, la verdad es que para mi estas cosas son del diario; no hay por qué espantarse, todo mundo quiere meter a alguien a la cárcel, sucede inclusive entre familias… –Pero al joven… ya lo incomunicaron. –No lo vea así, tómelo con calma… Si este amiguito es inocente, seguro que quedará libre, no se preocupe.” ENTRE LA SALUD Y LA JUSTICIA Ricardo Sánchez franco, hospitalizado, decidió darse de alta él mismo. Descalzo y con la bata del hospital de urgencias de Balbuena, salió de su cuarto, bajó las escaleras y llegó a la acera, pasando inadvertido para un centenar de personas, entre enfermeras, médicos, paciente y de su propio custodio, un agente de la Policía Judicial. –La verdad, me descuidé –se disculpó este guardia. El hombre, de 26 años, había sido internado a consecuencia de una herida causada por arma blanca, y se encontraba ahí, en calidad de detenido, por su presunta 106
responsabilidad en un caso de robo y lesiones, a juicio del agente del MP adscrito al nosocomio. Pero la fuga no era la primera, “ni quizá la última” que ocurre en este tipo de hospitales. “Existen dos problemas básicos: insuficiencia de custodios, con apenas dos para todo el hospital, y una falta de coordinación entre el personal de salud y la agencia del MP”. Lo anterior lo reconoce la propia agente adscrita al Hospital de Balbuena, Lilia Robledo, así como su secretaria, Laura Rodríguez. “Es difícil poner de acuerdo la medicina con la investigación policiaca, y las fugas llegan a darse porque médicos y enfermeras “protegen a los enfermeros del propio MP y de los agentes judiciales”, aseguran. “El personal de salud no entiende que muchos de estos pacientes son peligrosos, por tratarse de delincuentes; nosotros les hemos encontrado tijeras escondidas a varios, y se les decimos a las enfermeras; que se cuiden de ellos, que son peligrosos, que son criminales… “Y, claro, los delincuentes se siguen haciendo los enfermitos, los delicados, con tal de no bajar a comparecer… Pero un día de estos van a matar a alguien allá arriba y ya no estarán ahí las enfermeras diciéndonos: háblales bonito.” ENTRE SECRETARIOS Y MECANÓGRAFOS… –Le voy a pedir un favor –dice el funcionario al reportero–, si quiere que siga hablando, prometa no publicar mi nombre, ¿acepta? Ponga que soy un simple jefe de departamento, al cabo somos 16. Y se acepta el trato, porque este hombre está declarando que lleva ya muchos años en la Procuraduría del DF 107
sin poder escalar peldaños, que se siente congelado, que en la institución no hay un mecanismo definido de ascensos, ni carrera policial, ni escalafón ni estímulos… –Pasan los años y uno, que tiene experiencia, no ve nada claro y a veces mejor se va. Es la política a la mexicana, los equipos de trabajo. El funcionario asegura que la Procuraduría está cubriendo las guardias en las agencias del MP con “pura gente nueva, sin experiencia”. –¿Cometen errores? –Sí, muchísimos, y es por la misma inexperiencia, falta de educación o de carácter. Un MP debe de ser enérgico, saber mandar, exigir al personal, a los judiciales: “Haz esto rápido y bien o te levanto acta”. Si no lo haces, eres apático, dejado y te ven la cara. Hay agencias donde el MP parece estar pintado por andar en Babilonia… y claro, el personal que tiene callo, llámese mecanógrafa, secretarios o judiciales, se dan vuelo sacando billetes. Aquél ni en cuenta, pero anda en boca de todos: es un pobre buey, pero qué bueno que lo tenemos como jefe”. SE LO ENCARGO, MI LIC Los abogados revolotean en torno a la Mesa de Trámite 11 del Sector Central de la Procuraduría. –¿Como está, mi lic? –Bien, abogado, ¿cómo va la chamba? –Ahí jalando, mi lic. Y, entre paréntesis, ¿cómo va mi asunto? –Ya mero sale, abogado, pero me sigue faltando el peritaje; me dijeron que ya lo tenían… 108
–Ahí se lo encargo, mi lic, que no me lo vayan a dormir porque el cliente anda rete desesperado. –Vamos a ver si podemos hacer algo; manténgase en contacto, abogado. –Sí, mi lic, cómo no, ahí me estaré echando mis vueltas. –Pues aquí seguimos… –Gracias, mi lic, un gusto pasarlo a saludar… ARMSTRONG VA AL ESPACIO… En la sala de espera de la octava delegación, cierto individuo hace sonrojar hasta a los robustos y bragados agentes judiciales. “Hijos de su pinche madre, ya verán cuando salga, les voy a poner una putiza que su mamacita se va acordar… ¡Alto el espacio, vuelo al espacio…! Desgraciados, se van a encontrar con la horma de sus chanclas, putos… ¡Alto el espacio, vuelo al espacio…! –¡Ya cállate, buey, que hay damas! Ubicada a escasos 20 metros de la barandilla, la galera se encuentra a oscuras. Y no es que esta sea la costumbre en agencia, sino que el personal apaga la iluminación para que el público no se sonroje: el hombre está completamente desnudo, sin un trapito que pudieran darle por ahí. Así llegó, o mejor dicho, así lo trajeron los patrulleros que lo arrestaron sobre Insurgentes Sur, minutos después de haber roto los cristales del Tribunal Superior de Justicia. –Está loco –define el agente adscrito a la agencia, Raúl Mendiola–, ahorita estamos esperando a que lleguen los peritos psiquiátricos para que determinen si está tras109
tornado y lo podamos remitir al Fray Bernardino para que se junte con los suyos… jeje. –¿Lo van a mandar al manicomio, así nomás? –¿Y luego? No lo puedo consignar. Está loco. Drogado no, porque ya lo vio nuestro médico. Está loco, loco de remate… –¿Sabe su nombre? –Creo que dice que es Neil Armstrong y que ya se va al cielo… jojo. Es imposible saber su nombre, no trae identificación. Pero ya no le haga caso, es un loco y ya. ¿O me va a desmentir?
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NOTA DEL EDITOR Los nombres de todos los presuntos culpables fueron modificados y sus rostros bloqueados para este libro, de acuerdo a lo estipulado en el marco jurídico 2018.
AMÍLCAR SALAZAR Delito CDMX. Crónicas 1988-2013 Primera edición, diciembre de 2018
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