5 minute read
Producción forestal más atractiva, rentable y resiliente
En la base de la industria del corcho está un árbol, el alcornoque, y un bosque, la dehesa. Francisco Almeida Garrett, ingeniero agrónomo y productor forestal, abrió camino a la innovación en este sector, al lanzar, en 2003, la primera plantación experimental de alcornoques en Portugal. El modelo se replicó posteriormente y lo desarrolló Corticeira Amorim, en colaboración con la Universidad de Évora, y es uno de los pilares del Proyecto de Intervención forestal del grupo. Llevando la tradición más lejos, fundamentándola en la ciencia y la innovación, Francisco Almeida Garrett es el primer invitado de una serie de charlas sobre el bosque y la producción forestal en Portugal, que hemos inaugurado en este número de Amorim News.
Hacer la producción forestal más atractiva, rentable y resiliente para quien está en la base es una cuestión estratégica para un conjunto cuyo futuro depende de más y mejor corcho. En Portugal y en el mundo, el bosque es un sector estratégico que, para Francisco Almeida Garrett, solo podrá desarrollarse si se apuesta por la «investigación y la innovación». De hecho, innovación es una palabra clave en la trayectoria de Almeida Garrett, que en 2003 fue pionero en el sector, al decidir hacer una plantación experimental de alcornoques y ensayar el fertirriego de estos árboles. Este proyecto precursor ha sido una de las inspiraciones para el Proyecto de Intervención forestal queCorticeira Amorim tiene en curso desde 2013. Pero antes de la innovación, la tradición. Francisco Almeida Garrett procede de una familia desde siempre ligada a la tierra y la dehesa ha tenido una presencia muy fuerte en su vida. La pasión y el respeto por el alcornoque le viene de lejos: «El alcornoque es el eslabón principal del sistema (la dehesa) y, desde un punto de vista económico y medioambiental, el sustento de todo, principalmente en las tierras más pobres y, permítame parafrasear a Vieira Natividade: «Ningún árbol da tanto y exige tan poco» o, como decía mi abuela: «con él siempre me he encontrado en los momentos difíciles». Esto es lo que siempre me ha llamado del alcornoque… y si ya da tanto con tan poco… ¡qué dará si le proporcionamos lo que necesita!»
A partir de esa sencilla constatación, Almeida Garrett inicia la que sería, quizá, la aventura de su vida. Mirando a su alrededor, en la propiedad de la familia, Herdade do Conqueiro, el ingeniero pensó que, aparte del olivar y la viña, había sitio para más. Había una zona con algunos alcornoques, y allí fue donde se me ocurrió la idea de empezar una plantación experimental: «Estaba intentado contrariar el declive que comprobaba en ciertas zonas de la dehesa y buscando datos relativos a las necesidades nutritivas del alcornoque… ¡y no había!» , recuerda. «También estaba bastante decepcionado con las tasas de éxito de las plantaciones de condensación en secano. Existían muchos datos para el olivo, árbol que, con relación al clima y fisiológicamente, se parece bastante al alcornoque. De hecho, al instalar un olivar intensivo y una viña aproveché los sitios donde había algunos alcornoques para ensayar el fertirriego de los alcornoques». Al tratarse de alcornoques, árboles resilientes por los que, por costumbre, es necesario esperar, los resultados eran una incógnita. Sin embargo, al cabo de ocho años, llegaron. Se pudo hacer la primera extracción de corcho (primera saca o pela) de bastantes árboles, y el camino, ya abierto, se manifestaba animador.
Un nuevo ánimo para el conjunto
El éxito de la experiencia, que reunía innovación y visión, suscitó rápidamente interés. Y la aproximación de Corticeira Amorim se produce enseguida. Con la participación de la industria corchera y la vertiente académica, fruto de la colaboración inmediatamente establecida con la Universidad de Évora para evaluar y validar el efecto del fertirriego en la plantación de alcornoques, el proyecto gana un nuevo ánimo. A consecuencia de la experiencia inicial de Almeida Garrett, se desarrollan, en los años siguientes, proyectos de referencia, tales como Regasuber, Irricork y GoRegaCork, que afianzan la colaboración entre Corticeira Amorim y la Universidad de Évora en la investigación del alcornoque. Las semillas del cambio estaban echadas y los primeros resultados estaban a la vista. Sin embargo, se necesitaban hechos, números, que validasen la experiencia. Las investigaciones desarrolladas por la Universidad de Évora en el marco de estos proyectos permitieron concluir que el riego aumentaba la tasa de supervivencia de los alcornoques de un 20 a un 90% y anticipaba el periodo de la primera extracción de corcho de los 25 a los 10años. Para los productores forestales, la cuestión de la rentabilidad, naturalmente, es esencial. Tras centrarse en el conocimiento profundo del corcho, Corticeira Amorim anunció, en 2020, que era prioritario concentrar los esfuerzos en el conocimiento del alcornoque, fuente de más y mejor materia prima, y garantía de la sostenibilidad del negocio. Dicha estrategia, que solo podrá tener resultados al hacer la producción de alcornoques más atractiva para todos, se ha traducido en ambiciosos proyectos de diferentes índoles.
Silvicultura de precisión
Uno de ellos sucede en Herdade da Venda Nova, en Alcácer do Sal, donde Corticeira Amorim desarrolló un «laboratorio vivo» con 100.000árboles. Se trata de una plantación con riego por goteo, ayudado por sondas extendidas por toda la finca, y con una estación meteorológica conectada a un satélite. Estas tecnologías permiten calcular la cantidad de agua necesaria para irrigar cada parcela, conforme a las condiciones climáticas. La idea consiste en evaluar este modelo de «silvicultura de precisión» para posteriormente poder difundirlo, compartir conocimiento y ampliarlo a otros productores forestales. No cabe duda de que en las dos últimas décadas hemos avanzado muchísimo en el conocimiento de este árbol único: el alcornoque. Pero aún queda mucho que hacer para ampliar el reinado del «rey del bosque». «Todavía queda un largo camino por recorrer en lo que a conocimiento del alcornoque y la dehesa se refiere, y las prioridades, desde mi punto de vista, son la genética, las necesidades nutritivas y las resistencias a las plagas y enfermedades», sostiene Francisco Almeida Garret.