Meditación del testigo interior Cierra los ojos e imagina una cueva que está cerca de ti. Acabas de entrar y dejas la entrada a tu espalda. Observa la cueva: ¿Es grande o pequeña? ¿Es oscura tal vez? ¿Está húmeda o seca? Siente el suelo, apoya tus pies firmemente sobre el suelo de tu cueva. Percibe su textura ¿Cómo lo sientes? Percibe los colores que te rodean, huele el aire. Ahora, te invito a avanzar hacia adelante y hacia la izquierda. Te alejas de la puerta y vas más profundo en tu cueva. Avanza hasta encontrar algún tipo de puerta o abertura que se encuentra a tu mano izquierda. ¿Cómo es esta puerta o esta abertura? Te propongo atravesar esa abertura o puerta. ¿Sientes el suelo? ¿Cómo es? Puedes mirar hacia tus pies y mirar el suelo. ¿Es pasto, arena, piedras…? ¿Qué es? Mira lo que te rodea: ¿Qué hay a tu alrededor? ¿Cómo es la escena que te rodea? ¿Qué distingues en la distancia? ¿Qué tiempo hace? Ahora te invito a llamar un animal, que no sea una mascota o animal de tu vida diaria. Tampoco que sea un animal fantástico. Lo miras a los ojos y, mentalmente, le pides que te lleve a la derecha donde está tu testigo interior. Por el momento te pido concentrarte en seguir al animal hacia la derecha… no anticipes el encuentro con el testigo. Ahora has llegado y estás frente a tu testigo interior. Míralo. ¿Cómo es? ¿Qué percibes de él o de ella? Pide a tu testigo interior que tome tus manos en las suyas. ¿Qué sientes? ¿Cómo sientes sus manos? A continuación te invito a entablar una conversación con él o ella. Te sugiero preguntarle: “¿Qué necesitas de mí para ser mi amigo/a y trabajar conmigo?”… Escucha lo que te responde. Ahora pregúntale: “¿Qué necesito de ti para que trabajemos juntos?”. Escucha lo que te responde. Si no entendiste bien lo que te dijo, puedes pedirle que sea más específico o que lo repita. “¿Qué necesitas de mi para ser mi amigo/a y trabajar conmigo?”… “¿Qué necesito de ti para que trabajemos juntos?” Las respuestas que te da pueden ser bajo la forma de palabras, de imágenes, de objetos… ábrete a él o ella y a su forma de comunicarse contigo. Guarda para ti estas imágenes o palabras. Ahora, te propongo que le preguntes algo sobre lo que acabas de vivir en este taller. Lo que piensa del diálogo que presenció sobre tu mundo interior, sobre tus aspectos. Tal vez tenga un mensaje que darte. Si quieres preguntarle algo más, lo puedes hacer ahora… Vas terminando esa conversación… Antes de despedirse, les invito a preguntar a su testigo interioren qué parte de tu cuerpo está ubicado/a. Este lugar es su hogar. Desde allí participa en tu vida y presencia todo lo que te ocurre. Cada vez que lo necesites, lo podrás encontrar allí. Toma tu tiempo para despedirte de tu testigo interior y regresar al mundo exterior. Si miras a tu izquierda, verás que el animal que te llevó hacia tu testigo interior te está esperando para acompañarte hacia la puerta o abertura por la cual ingresaste a este lugar. Te propongo seguirlo de nuevo y frente a la puerta, te despides del animal. Ahora atraviesas la abertura o puerta en el sentido contrario y de nuevo te encuentras en la cueva. Busca la luz que te indica la salida. Una vez que la veas, vas caminando hacia ella, despacito, tomándote todo el tiempo que necesitas. Caminando, te ubicas tranquilamente en el aquí y ahora. Cuando llegas a la entrada de la cueva, ya estás en el aquí y ahora. Cuando estés lista, listo puedes abrir tus ojos.