El nazareno tomasín

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EL NAZARENO TOMASÍN

Tomasín un niño de ochos años de edad, gran vitalidad con ojos claros y rubio vivía con su padre que trabajaba durante toda la jornada en los ferrocarriles en San Jerónimo, este hombre con su jornada de sol a sol decidió que su hijo viviera con las monjas de Santa Isabel. La ilusión de Tomasín, era salir de nazareno en la Hermandad de los Gitanos, ese año las monjas en tiempo de cuaresma, le dedicaron el tiempo a confeccionarle la túnica para que el Viernes Santo por la mañana su padre lo metiera en las filas de la corporación. Este pequeño hermano de los Gitanos llenaba de amor el convento anunciando su llegada con el ruido de su boca imitando un tambor. Tomasín poseía un calendario donde contaba los días para llegar la Semana Santa, pero faltando pocos días de cuaresma el muchacho cae enfermo, la medicina poco avanzada en aquellos entonces ,no le pudo salvar la vida déspues de varios días encamado. La noticia se difundió por todo el barrio sevillano de San Marcos, todos los vecinos acompañaron al pobre Tomasín hasta el cementerio. El velatorio fue concurrido por el número de personas, iba amortajado con su túnica de nazareno que no pudo estrenar, este acto fue muy doloroso para todos los cofrades presentes. El Jueves Santo en la calle Vergara donde vivía Tomasín el aire


era distintos los nazarenos de Montesión pasaban con la cabeza baja y algun que otro "armao" que pasaba se quitaba el casco en señal de respeto, faltaba el vecino más joven en la puerta de su casa. Llego las dos de la madrugada del Viernes Santo, cuatros hermanos de los Gitanos vestidos de nazareno atravesaban la helada plaza de Santa Isabel para enfilar la calle Enladrillada. Asombrosamente se abrieron las puertas del convento y un nazarenito con su antifaz puesto y portando una varita, salió del convento. Los hermanos no pudieron alcanzarlo quedansose estático a tal acto que estaban observando, el nazareno se perdía de los ojos de estos, por la oscura calle. Cuando decidieron seguirle era tarde habían perdido su rastro, solamente encontraron la varita tirada en el suelo, la recogierón y al día siguiente la llevaron al conevento. Cuando estos nazarenos llevaron la varita a las monjas, ellas se dieron cuenta que era la que debía portar Tomasín, pero era imposible por que estaba guardada en la caja fuerte del convento. Cuando fueron a tal caja se dieron cuenta que la vara no estaba, era la del desaparecido Tomasín que al fin pudo hacer la estación de penitencia con su hermandad.

Vicente Sánchez Cabrera


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