ENFERMERÍA arte y ciencia del cuidado
LA PALEOPATOLOGÍA AL SERVICIO DEL CONOCIMIENTO Los remedios empleados con fines terapéuticos surgieron ya con los seres humanos primitivos como un medio más de defensa y supervivencia de la especie. Lo razonables es pensar que el hombre primitivo tuviera padecimientos y que necesitara de sus semejantes para intentar aliviar o solucionar sus dolencias. La propia historia de la humanidad se funde con la historia de los intentos por remediar la enfermedad y evitar la muerte. Las primeras etapas del ser humano tuvieron lugar en un mundo hostil en el que la supervivencia era difícil y la esperanza de vida corta, a juzgar por los estudios de los restos y reconstrucciones analizadas. Los estudios de Paleopatología demuestran tumores óseos, callos de fractura, huellas de osteomielitis, signos degenerativos articulares, así como sífilis y tuberculosis ósea en restos óseos y momificados.
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Además, en los fósiles de distintos yacimientos europeos y africanos, se han encontrado malformaciones esqueléticas, como asimetrías de la pelvis o sindactilias, así como evidencias de huesos fracturados, algunos de los cuáles mostraban consolidaciones con alineamientos más que aceptables. En general, los estudios revelan casos de anomalías congénitas, lesiones traumáticas, inflamatorias, degenerativas y neoplásicas.
¿CÓMO SE TRATABAN LAS DOLENCIAS EN LA PREHISTORIA ?
Por imitación a los animales, lamer las heridas o lamérselas al herido debió ser una práctica habitual durante la prehistoria. De ahí al uso del agua para lavarlas, el barro para calmar las picaduras de insectos, piedras calientes para aliviar el dolor músculo-esquelético, el uso de emplastos orgánicos preparados a base de restos vegetales y animales y el aumento del conocimiento de las propiedades de las plantas medicinales; todo ello iría a favor de la evolución de los cuidados de los enfermos. La casualidad junto a la actitud creativa haría, probablemente que el hombre prehistórico creara alguna férula tosca, y que sus ventajas se pusieran de manifiesto. Por contener una hemorragia, curar una herida o inmovilizar o reducir una fractura, también realizaría amputaciones de miembros y dedos. De la observación de las consecuencias de cada tratamiento, se repetirían las experiencias que aportasen mejores resultados.
Como en los pueblos primitivos actuales, se supone que los tratamientos antiguos se amparaban en ritos y creencias sobre la muerte y la enfermedad. La combinación de elementos mágicos y prácticos sería la característica fundamental de esta medicina primitiva. El origen del cuidado se remonta a las primeras actividades humanas relacionadas con la supervivencia, la ENFERMERÍA el Arte y la Ciencia de CUIDAR
crianza, la alimentación y la protección ante las inclemencias de un medio hostil y adverso. En ese medio, el fuego se destaca como elemento fundamental en la preparación de los alimentos y en la utilización de las prácticas de sanación. Al igual que en los pueblos primitivos, en la antigüedad probablemente se creía que los espíritus malignos eran los causantes de todas las enfermedades y, con una alta probabilidad, serían las mujeres las encargadas no solo de cuidar a las crías, sino de dedicarse a los enfermos de cada tribu, conocedores e investigadoras de las posibilidades que ofrecía la naturaleza para el arte de la curación.
LAS PRIMERAS SANADORAS DE LA ANTIGÜEDAD
Desde Egipto y Fenicia a través de la isla de Creta, llegó la civilización a los griegos. Los cuidados están centrados en el mantenimiento de la vida. La figura de la mujer, como madre de familia y como conocedora de tolo lo que tiene que ver con el hogar, es la promotora de la higiene y de una adecuada alimentación. Hay un término que define a estas curanderas: saludadoras “las que daban salud a los enfermos”. La función de estas curanderas era médica y veterinaria. También realizaban ceremonias sagradas de curación, bajo la advocación de distintas diosas de la Salud. Por ello, muchas plantas medicinales adquirieron nombres de deidades, como ambrosía, altea, artemisa, helenium, iris, matricaria, melisa, menta, panacea, sabina, véneris o zea.
Los griegos eran politeístas, veneraban a Apolo, el dios del sol, también dios de la salud y de la medicina. En esta cultura, la mujer participaba como cuidadora, además de dedicarse a las funciones del hogar y a las de sanación.
Epígona, mujer de Esculapio, que fue considerado el principal sanador de la mitología griega, era conocida como “la que reconforta”. Entre sus hijas, ENFERMERÍA el Arte y la Ciencia de CUIDAR
Higea, “diosa de la salud”, Panacea, “restauradora de la salud”, que utilizaba aguas y hierbas con propiedades medicinales, Meditrina, “conservadora de la salud” y Laso, que personificaba la “recuperación de la enfermedad”. En al mitología griega se relatan prácticas utilizadas en la curación de las heridas y hechizos para contrarrestar enfermedades. En la Odisea, Helena de Troya administra a Ulises y sus compañeros “una poción para aliviar el dolor”, preparada muy probablemente a base de opio. Los templos, visitados para la limpieza y las curaciones, eran verdaderos centros de curación y alivio.
Epidauros fue el más famoso, llegó a albergar hasta 500 pacientes y era atendido por sacerdotisas y sus asistentes. Los enfermos se sometían a rituales, ceremonias y baños de purificación y limpieza, complementados con dietas y recintos específicos para el sueño “el sueño terapéutico”. La curación del cuerpo iba libada a la curación del alma. En este contexto, la mujer-cuidadora, limitó su papel a cuidar a los enfermos del oikos, la familia y sus esclavos. Sólo las sacerdotisas, esclavas y prostitutas eran iniciadas en los misterios de las distintas artes. Las funciones de enfermería eran probablemente realizadas por esclavos-enfermeros. La isla de Cos fue un importante centro de aprendizaje médico, e Hipócrates, su gran sabio.
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En el siglo I, Galeno fue la figura más importante de la medicina. Aumentó el número de medicamentos de la triaca en más de setenta. A pesar de la independencia de las mujeres romanas, el principal papel de la mujer enfermera correspondía casi exclusivamente al cuidado de los niños y la atención de los partos. Los primeros grupos de mujeres dedicadas a la curación estaban formados por diaconisas y viudas y, más tarde, vírgenes, presbíteros, canónigas y monas, aunque realmente sólo las diaconisas y las monjas se dedicaban a la enfermería. Las primeras diaconisas podían estar casadas, viudas o ser vírgenes. En el año 60 d.C. Febe se reconoce como la primera diaconisa y primera enfermera visitadora, siendo mencionada por san Pablo en el Nuevo Testamento. Las diaconisas proporcionaban atención física y espiritual, colaboraban en el bautismo, visitaban y cuidaban a los enfermos, les llevaban comida, dinero y vestido. Para asumir este rol de enfermera era necesario poseer una motivación religiosa, ya que el auto sacrificio, la obediencia, la humildad y el desprendimiento de las cosas materiales formaban parte de sus vidas.
En el año 370, san Basilio fundó el primer hospital en Cesárea, y Fabiola fundó el primer gran hospital de Roma, en su propio palacio, en el año 400. Fue una de las matronas romanas más conocida. San Jerónimo lo describió como nosocomium, un lugar donde se cuidaba enfermos. Otras mujeres de gran inteligencia, como Paula y Marcela, dedicadas al estudio de las Escrituras, también forman parte de este origen de la enfermería. ENFERMERÍA el Arte y la Ciencia de CUIDAR
LA CURACIÓN DURANTE LA EDAD MEDIA
Las curanderas del medievo no sólo dominaban el arte de la curación, sino el de la intuición y la inspiración. Los sacerdotes cristianos las acusaron injustamente como brujas, las torturaron, asesinaron y quemaron en la hoguera. Ellas eran las descubridoras, conocedoras y mantenedoras de las tradiciones relacionadas con las hierbas medicinales y su uso en bálsamos y otros productos medicinales.
A la creación de los primeros hospitales de épocas anteriores le siguieron hospicios, albergues y hospitales que ofrecían cuidados médicos y espirituales. En el año 580, el obispo Masona (571-606) funda en Mérida (Badajoz), un xenodoquio, el primer hospital español conocido en el que se manifestaba la labor de la enfermería. El hotel Dieu de París se fundó hacia el año 650 por San Landry, obispo de París. Comenzó como casa de la caridad y acabó por convertirse en un gran centro de curación, atendido por la orden de las hermanas agustinas. Hacia el año 1000 ya funcionaba el hospital de San Miguel de Pamplona y en él se describen las figuras del padre canónigo hospitalario y del padre canónigo enfermero. En 1123 se fundó el Saint Bartholomew y cuatro años después, en Roncesvalles (Navarra), aparece la figura del canónigo enfermero.
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En este período de la Edad Media, la mujer era obligada a casarse muy joven y muchas veces contra su voluntad. Sobre ella recaía todo el trabajo relacionado con la administración del feudo, incluido el cuidado de los enfermos y los primeros auxilios. En la base estaba este precepto: “ si uno de tus sirvientes cae enfermo, tu misma dejarás de lado todos los quehaceres y con gran amor y caridad lo cuidarás”. La partera y el ama de cría eran las encargadas de atender a la mujer embarazada, el alumbramiento y el recién nacido. Sólo en casos especiales se buscaba la participación del barberocirujano.
Durante el siglo XII destacó la figura de Hildegarda de Bingen (1098-1179), una abadesa benedictina, que introdujo notables medidas de higiene. ENFERMERÍA el Arte y la Ciencia de CUIDAR
Conocida como “ la profetisa del Rhin” fue una destacada autoridad en medicina. Sus conocimientos abarcaban la ciencia médica, la enfermería, las ciencias naturales, la botánica de plantas medicinales y la filosofía espiritual y religiosa. Escribió dos volúmenes de medicina: Liber Simplicis Medicinae y Liber Compositae Medicinae y el LIber Operum Simplicis Hominis, sobre temas de anatomía y filosofía. Predijo la auto infección y le dio al cerebro el papel de regulador de todos los procesos vitales. Muchos monasterios se fueron convirtiendo en hospitales monásticos y la sabor de la enfermería se administró por hermandades monásticas o sociedades religiosas. Las diaconisas o monjas atendían a las mujeres y los monjes se encargaban de los hombres. Una de estas organizaciones fua la orden de las Hermanas de la Caridad, fundada por San Vicente de Paul en Francia. Jóvenes solteras, inteligentes, refinadas y con interés por los enfermos pobres fueron la base de estas órdenes. Así nacieron diferentes órdenes, como la de los Franciscanos o la de las Claras Pobres o Clarisas, dedicada especialmente a los leprosos. Mientras, las órdenes seglares de enfermería se organizaban de un modo muy simple. Grupos de dos a cuatro miembros vivían alrededor de iglesias y hospitales desde donde cuidaban a los enfermos. En este contexto histórico, los árabes crearon grandes hospitales con un sistema de enseñanza de estudiantes, enfermeras y enfermeros. La organización incluía asilo para huérfanos, salas de convalecencia, cuartos de lectura, capilla, cocinas, biblioteca y consulta externa. En 1417, en las Ordinacions o Reglamentos del hospital de la Santa Cruz de Barcelona aparece la división de enfermería de forma muy clara y se describe de forma minuciosa el puesto de enfermero. La historia iba configurando cambios en el cuidado de los enfermos y en el modo en que los médicos y enfermeras complementaban sus conocimientos en el arte de curar.
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