La noche, Pretextos y Estrategias
- Airada me habló la noche y al levantarme, con ansiedad y la tensión ligeramente alta, partí veloz en coche hacia la costa. Tenía que llegar lo antes posible a la zona en la que sobresale la montaña mágica que domina el paisaje y la historia de los antiguos poblados marítimos. Es el área en donde se pierde la cordillera prebética en el mar, y su imponente presencia, es leyenda y desaparición precipitada.
Paré a repostar en una gasolinera, compré víveres en un supermercado y realicé todo el trayecto vigilada por un peñasco transfigurado en sospecha y presagio.
Encontré a su doble, esta vez, un encuadre sin pretensiones que el azar puso en mi camino, y en el frenético ir y venir desde el Cabo San Antonio la carretera se convirtió en un lecho de piedras, un recorrido inmemorial transitado por las sandalias aladas que conquistan la intimidad de los pastores y los poetas que allí viven.
Es un tiempo ausente, como el rostro de los viajeros que viven en escenografías, en clichés, en simulaciones que borran sus rasgos.
Y al amanecer, con la caricia de las nubes, un regreso en el que germina el aliento de su presencia y la opacidad de su entorno.
- “No se como lo hace pero siempre acaba encontrando el encuadre preciso”. Cuando vió que estaba trabajando sobre el paisaje de Jávea, humillado constantemente por la omnipresencia del Montgó, decidió ayudarme enseñándome sus fotos. Había mirado con atención mi trabajo, un cuaderno de apuntes en el que diariamente dibujo y al acabar, me dijo sin tapujos que no estaba describiendo un paisaje sino ilustrando desde una realidad vital relacionada con quién sabe qué experiencias, y que lo hacía hasta llegar a un punto, en el que el trazo se vuelve herida y los contornos se perciben como cicatrices.
Sin darte cuenta, continuó, componen una doble historia que comienza en la placentera descripción de un paisaje que podría ser idílico y acaba en una obsesión recóndita en donde el caos aparece como anhelo, un afán discreto pero contundente que acaba ganando la partida.
Tenía razón. La noche anterior había soñado que caminaba con los zapatos al revés y esa colocación errónea y consciente, producía una permanente molestia a la que ya estaba acostumbrada. Normalmente alguien me aconsejaba sobre la correcta utilización del calzado y nunca hice caso, pero al llegar al estudio mis dibujos, inicialmente plácidos, se convertían poco a poco en un laberinto de ecos irreconocibles, un amago de furia quizá controlada, una molestia.
Al día siguiente, tras la ducha, cuando al vestirme me puse las bragas al revés, sentí que algo no encajaba pero ya estaba acostumbrada a esa sensación. También me equivoqué con los zapatos.
Pepe RomeroHay una montaña en La Marina Alta que lo ve todo
Hay dibujos que son puertas, fotografías que son ventanas y montañas que son casa.
El Montgó, monumental y ciclópeo, protector y referente, inerte pero vivo, tiene mucho de gps, de pertenencia, de adn. Hay tantos Montgós como ojos lo miran. Es como una galaxia de planetas distintos que encuentran su sol en la extraordinaria cima. Es esa multiplicidad la que contagia esta exposición. Y siempre sin el estiramiento academicista, más bien con la naturalidad de quien disfruta de un buen arroz a sus pies mientras nos lo enseña en animada conversación.
Lola Pascual se acerca al Montgó como si le acariciara una ladera, pero también como si practicara espeleología en sus entrañas. Sus obras amplifican y aproximan un fenómeno natural con un ecosistema inspiracional que no parece agotarse. Su omnipresencia. Su palpable y supuesta aridez. Su relación con el mar…
Vemos dibujos en los que a partir de unos magnéticos trazos, como si de unos engañosos esbozos se trataran, capta el alma del macizo, su sistema nervioso. Luego superpone, embrolla, colorea… en una suerte de zoom que nos acerca y aleja, que tan pronto es un simple avistamiento como encuadra todo el entorno habitado.
Su trabajo permite, también, tocar su superficie. Una recreación epidérmica, pausada, de la montaña, desde su perfil hipnótico y desde la visión microscópica. Vemos y sentimos la piel del Montgó de tal manera que se disparan los sentidos y la abstracción se convierte en la mejor de las realidades posibles.
Ana Guillén certifica con sus fotografías la ubicuidad del Montgó. Hay una montaña en La Marina Alta que lo ve todo. Y a partir de esa certeza despliega su narración. Lo hace con una mirada distinta, original, la que sabe encontrar lo especial, lo particular, en la cotidianeidad. La que halla oro donde el resto ve rutina o escenas comunes.
Un enfoque sugestivo que tiene mucho de cinematográfico, sobre todo en las imágenes realizadas desde un vehículo. También de reto inspirado, buscando la prominencia desde cualquier encuadre, sea dentro de un supermercado o a través del casual agujero de una valla publicitaria. Están ahí, pero hay que verlos.
Su singular manera de conjugar el verbo mirar le permite jugar con el Montgó, retratando su versión lo-fi o revistiéndolo de un aire fantasmal sobre el que resulta imposible no fabular. Además, consigue lo más difícil, capturar su presencia en el día a día de la gente. Sea cuando se bañan en la playa, ponen gasolina al coche o se toman algo en un bar. ¿En un interior? Sí, ya dije que la mirada de Ana iba más allá.
Rafa Rodríguez Lola PascualDoctora en Bellas Artes. Ha sido profesora en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia, formando parte del Centro de investigación “Arte y Entorno” de la UPV, dentro de la línea: Obra gráfica, participando en diversos proyectos de investigación y propuestas expositivas. Desde 1980 y hasta la actualidad realiza exposiciones individuales y colectivas, en Galerías y Ferias de Arte contemporáneo nacionales e internacionales, actuando en ocasiones como comisaria. Su obra, en los últimos años se centra en el papel como soporte fundamental y orgánico y en el libro como espacio de creación y se encuentra presente en diversas colecciones y museos nacionales e internacionales.
Ana Guillén
En los últimos años su práctica artística se centra la fotografía. Su obra se caracteriza por poner el foco en esos lugares que pasan desapercibidos, donde nadie mira, revelando y dialogando con el espectador desde otra realidad cotidiana, sugerente e interesante que invita a participar en la narración que nos presenta.
Vinculada siempre al arte y el patrimonio, ya sea desde la conservación y restauración como desde el diseño de proyectos expositivos. Es licenciada en Historia del Arte por la Universitat de València y diplomada en Conservación y Restauración de Bienes Culturales por la Escola de Conservació y Restauració de Bens Culturals de Catalunya.
© De las imágenes:
Lola Pascual, Ana Guillén
© De los textos:
Pepe Romero, Rafa Rodríguez
Del 9 de juny al 2 de juliol de 2023
Horari: dimarts a dissabte de 10:30 a 13:30 h. i de 18:00 a 21:00 h.
Del 17 de febrer al 18 de març de 2023
Diumenge i festius de 10:30 a 13:30 h. (dilluns tancat)
La Casa del Cable - Duanes de la Mar · Xàbia
Horari: dimarts a divendres de 10:00 a 13:00 h. i de 17:00 a 20:00 h. Dissabte de 10:00 a 13:00 h.
Espai d’Art A. Lambert - Carrer Major, 41 · Xàbia