Durante diez años, Ricardo Salas ha compartido con nosotros su talento y ha sido pieza fundamental de la familia Estilo México. Hoy, nuevamente nos reunimos con él para conversar sobre su despacho y sobre el espacio de trabajo de un diseñador.
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No es necesario presentar a Ricardo Salas. Su obra, su trabajo y su experiencia hablan por sí solos. Esta publicación ha dedicado varias entrevistas a este diseñador que siempre tiene algo nuevo que decir y que compartir. Su personalidad amable y su espíritu conversador, permite que las pláticas fluyan fácilmente. Siempre es un gusto charlar con él sobre diseño gráfico, editorial e industrial. Pero, como él mismo explica, la base de todo el trabajo, así como el origen del éxito y del reconocimiento, vienen de la época en que realizó sus estudios de diseño en Italia. Por lo que, para él, es importante que conozcamos un poco sobre esa etapa de su vida: “Vengo de una familia de provincia donde los valores (incluida la estética) son muy fuertes. En mi caso, tuve educación de rancho donde en casa todo era perfecto: los modales, la mesa, cómo se come, etc., así que tenía buenos valores que se desarrollaron aún más en la universidad. Cuando estudié en Milán, tuve suerte porque caí en un lugar donde el diseño se estaba expandiendo, en una escuela donde –en ese entonces– estaban los mejores profesores en Italia. Primero, estudié Diseño industrial pero siempre me impactó la gráfica también. Mi preparación universitaria fue muy plural. Empecé con Industrial pero también con interiorismo, en un país donde todo es estético y la forma es un tema importantísimo. La arquitectura también me gustaba, pero nunca la estudié. Me quedé con las ganas. Luego, estudié Gráfico. Después, se me dio la oportunidad de tomar un máster en Suiza, donde estudié Gráfica ubicada en tipografía y animación tipográfica. Era genial lo que hacíamos en multimedia. Filmabas una palabra y la descomponías. Lo que hoy haces en dos segundos (¡dos!) en la computadora, allá lo hacías en dos semanas. Al final, tenías 30 segundos de dos semanas de trabajo. Esta educación me dio muchas posibilidades y variantes para, en México, no detenerme. Cuando volví, aquí no se hacía diseño industrial. Todos los industriales terminaban en arquitectura, gráfico, interiorismo... Yo pude trabajar en Gráfico y, poco a poco, empezar a hacer Industrial, por mi cuenta, como hobby. Hoy en día, la relación del espacio, la traduzco en mi trabajo gráfico”.
Así comenzó la historia del despacho de diseño Frontespizio que ha publicado decenas y decenas de libros, así como exitosos proyectos de diseño. Hoy en día, Ricardo está enfocado en un proyecto editorial propio que es una extensión –un segundo tomo– del libro Continuidad, que realizó hace casi 20 años sobre la obra de su estudio, para agregar el trabajo que han ido añadiendo a su portafolio recientemente. Pero quiere mostrar el trabajo de una forma diferente, presentando los objetos con los que trabaja cotidianamente: A través de su espacio de trabajo. Claro, la oficina de Frontespizio tiene que ser un lugar ideal para talentos creativos como Ricardo y su equipo. Por supuesto, cuentan con un sistema de cómputo totalmente nuevo que le ayuda a realizar más eficientemente sus proyectos. Pero todo el entorno es importante. “Tener un buen espacio de trabajo ayuda a vincular una realidad, a acercarte al cliente y resolver de qué manera vas a realizar cierta propuesta de diseño (imagen corporativa, folleto de servicios, trabajo de edición, etc.). Ahí, el cliente te da una propuesta: El tema a resolver, el material, etc. pero, a veces, olvida encontrarle una perspectiva clara. Nosotros lo ayudamos con ello. Y el espacio ayuda”. Hace poco, el despacho de diseño Frontespizio tuvo una renovación. Pero, ¿por qué ahora? ¿En qué consistió? Qué mejor que el propio Ricardo para describir esta transformación: “El cambio empezó hace dos años. Fue todo un proceso de remodelar, mover, arreglar y tener todo listo. Organizamos para poder ampliarnos en una sola línea. El cambio de este espacio corresponde al cambio constante. Me gusta mucho cambiar. Incluso, frecuentemente, muevo la posición de los muebles. Es una inquietud que siempre he tenido. El hecho de tener la posibilidad de cambiar un espacio es también renovarte. Y renovarte es una cosa esencial, parte de nuestra filosofía de trabajo. No le tengo miedo al cambio. Ahora, tenemos el gozo del paisaje con la nueva terraza. Tienes un paisaje de la Ciudad de México, con su riqueza de tonos brutales que cambian constantemente. Además, tenemos muy buena ubicación: Nos da el sol toda la mañana. En realidad, el espacio de mi oficina es pequeño, pero la conexión con el patio hace que se amplíe”.
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“Renovarse es esencial, es parte de nuestra filosofía de trabajo. No le tengo miedo al cambio”.
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La oficina de Ricardo es, ciertamente, pequeña, pero es evidente la presencia del buen gusto y la pasión por el arte. Pinturas, esculturas, piezas de arte objeto y antigüedades, conviven con libros, proyectos, computadoras y elementos cotidianos de trabajo. Cada pieza tiene un porqué y una razón para estar en la oficina del director de Frontespizio. Esta área muestra el espíritu del despacho de varias maneras: “El espacio refleja luz, claridad. Trato que el espacio donde se trabaja esté bien estructurado, bien organizado. Que sea compatible con el proceso de trabajo. Crear un espacio agradable para quien trabaja ahí, es imprescindible. Tanto Eleazar –mi mano derecha y columna vertebral de la oficina– como Begoña y Cristina –parte del equipo– tienen sus espacios de trabajo limpios, claros, en orden. Cuando entro a un espacio donde está todo amontonado, con las cosas encimadas, y no hay orden o criterio, entiendo que las ideas de quien lo habita no están muy claras, desde ese punto de vista. Y se refleja. En nuestra profesión, es muy difícil tener todo en orden porque, constantemente, estás utilizando, sacando y demás... Pero, nosotros tenemos una disciplina muy clara: Todos los días, al terminar, dejamos todo acomodado. Así, al día siguiente, es mucho más fácil retomar el trabajo. Una vez, durante un viaje con Tulia (mi esposa), llegamos a un hotel en el que nos íbamos a quedar varios días. Era un hotel bellísimo de los años cuarenta. Constructivista, completamente limpio, minimalista. Pero, la gente que llevaba el hotel no tenía esa visión y tenían muchísimas cosas en la decoración. Así que empezamos a quitar cuadros, arreglos, todo lo que sobraba. Y nos quedamos con lo básico. El puro paisaje decoraba el cuarto. Me di cuenta que los objetos ocupan un espacio en tu cabeza y tienes que tener mucho cuidado en que estos objetos incidan en lo positivo, no en lo negativo. Pero eso no significa que tengas que ser siempre minimalista. A mí, por ejemplo, me encanta estar rodeado de objetos. Pero hay que cuidar cuáles sí deben estar y cuáles no. Depende”.
Pero, ¿qué objetos tienen un significado especial para Ricardo en su oficina y que siempre están acompañándolo en su despacho? Rápidamente, da un vistazo a su propia oficina para contemplar a sus mudos compañeros de trabajo. “Los objetos de mi oficina tienen un significado muy fuerte. Algunos me acompañan siempre, como un angelito barroco que está frente a mi escritorio. Lo puse sobre un cubo. Donde estoy yo, está él. Es un ejemplo de esos objetos que son parte de ti. Otro, es un cuadro de Jan Hendrix que tengo cerca siempre. Uno más es mi escritorio. Sería imposible que lo dejara. Es una mesa que diseñé hace más de 25 años y es parte de lo que es mi propio trabajo. En cambio, hay cosas que saco y luego guardo. Llegado el momento, se van a descansar y yo descanso de ellas. Así es mi relación con mi espacio y qué me dice. La decoración en Frontespizio es muy básica. Corresponde a una forma de vida actual. No me gustan los espacios grandes (a no ser que tengan un propósito). Prefiero los espacios contenidos. Nuestro espacio abarca el área de trabajo (de diseño) donde están Begoña, Cristina y, eventualmente, donde vienen freelancers, autores, correctores, historiadores o gente que se involucra en diferentes proyectos. Siempre tenemos cuatro o cinco libros simultáneos en proceso. Tenemos espacio para que todo mundo trabaje. De repente somos ocho o diez, aunque de base somos cinco. Para Frontespizio, el espacio siempre ha sido un elemento paralelo a nuestra formación. La volumetría (espacio arquitectónico donde te mueves) ha sido muy importante. Dentro de mi trabajo aplico esta volumetría de manera bidimensional en los proyectos editoriales. Es una parte de mi inquietud. Siempre estamos trabajando en varios libros a la vez. Te cuento que en 2008, hicimos 32 libros. Pero, en 2009, con la crisis, fueron seis. No sé cómo le hicimos... Hoy, editamos alrededor de quince libros al año, en promedio. Además, hacemos folletería, imagen corporativa o actividades de imagen. Pero hay cosas que no hago, como empaques. Es
“La computadora sólo es un superlápiz. Lo que importa es lo que tienes en la cabeza”.
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Los objetos en la oficina de Ricardo: El favorito: Mi angelito. El irremplazable: Mi Mac. El más raro: Mi ángel de la guarda [otra vez]. El más necesario: La mesa. El que falta: Un sistema de proyección multimedia. Si Frontespizio fuera:
bonito pero no es algo que me apasione. No hay nada como los libros. El trabajo de componer una página, seleccionar una tipografía y meterme en el argumento del libro me enriquece mucho. Nunca copio un libro de otro”. Pero Frontespizio no solamente se trata de diseño editorial. Ricardo también tiene pasión por el diseño industrial: “Ahora estoy en una producción de cerámica. Me encanta el diseño de objeto. Me tiene cautivado. Ya tengo un proyecto en producción con Nouvel. Es una serie de vasos de vidrio que vamos a presentar en Milán. Si ves la forma del vaso, está ligada a la estructura de la Continuidad, con la que trabajo mucho” Hablando de trabajo, ¿cuándo llega la inspiración? ¿ese brote de ideas que se pueden convertir en objetos reales y tangibles? “Siempre tengo mi agenda conmigo, en ella dibujo
todo el tiempo, la llevo a todos lados para trabajar. La uso para mis inquietudes. Voy haciendo mis bocetos en ella…”. Y ya para terminar esta conversación, Ricardo nos adelanta que se unirán dos nuevos espacios hermanos del despacho y que fueron el detonante para concluir esta renovación de Frontespizio. “En realidad, el proyecto de remodelación comenzó hace 20 años (risas). Siempre tuve la intención de subir la oficina al último piso de esta casa. Ahora es una realidad porque tenemos la intención de abrir dos nuevos espacios. Un seguimiento de Frontespizio. En primer lugar, esto será también Frontespazio, dedicado a la arquitectura y que llevará mi hijo Luca que es arquitecto. Y Frontespezie –de gastronomía– que llevará Mateo, mi otro hijo, chef, con un restaurante con vista a la calle. Me emociona mucho el proyecto”.
Un color: Azul grisáceo claro [Pantone 2708]. Y negro. Una emoción: Alegría. Una personalidad: Luminosa. Música: De piano. Clásica. De Chopin.
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[Diseño + Arquitectura + Gastronomía]
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