EL SEMANAL HUMANS OF MARINA Nยบ366 06/06/2016
Carlota, de 21 años, trabaja en un restaurante japonés
Podría escribir un reportaje acerca de cómo surgieron los tatuajes, de cómo la gente empezó a perforarse la piel, de cómo empezaron a teñirse el pelo, explicar los orígenes de todo esto. Pero, seamos sinceros, a nadie le interesa; y, a quien le interese, puede ir a Google y encontrarlo con un solo click. Por eso, cuando me decidí a hacer un reportaje sobre este campo, creí que sería interesante centrarme en los problemas que tienen las personas con tatuajes, piercings, dilataciones, chicos con pelo largo o teñido, etc., a la hora de encontrar trabajo. Como muchos, suponía que me encontraría con gente que lo ha tenido difícil a la hora de buscar empleo por llevar tinta en la piel o agujeros enormes en las orejas. Sin embargo, la realidad es otra muy distinta. Os presento a Humans of Marina, un grupo de personas que responden a estos criterios y que se identifican con este nombre por frecuentar la zona de Marina, en Barcelona.
Más allá del físico
Javi, carnicero en Pirineu en Boca
De todas las personas entrevistadas, a la única a la que alguna vez le han puesto pegas para algo ha sido a Javi, de 26 años y carnicero en Pirineu en Boca (Barcelona). Cabe decir también que, de todos, es el que más tatuajes y perforaciones lleva en el cuerpo, teniendo hasta las manos con dibujos. Según él mismo cuenta, cuando hizo la entrevista de trabajo para su actual empresa, su físico le echó para atrás al jefe, quien, finalmente, decidió darle una oportunidad tras haberle preguntado al chico qué podía aportar él a la empresa y recibir una respuesta inusual: “¡Color!”. Y, a día de hoy, Javi es el encargado del establecimiento. Eso sí, el septum se lo tiene que quitar para trabajar, no vaya a ser que algún cliente se encuentre una bola de piercing entre la carne. Pero este no ha sido el único impedimento con el que se ha tropezado el joven carnicero, a quien le ha costado un poco más que a los demás mortales alquilar un piso o pedir una hipoteca para su actual vivienda. Porque claro, si en un banco, entre todos los señores y señoras que van a renovar sus cartillas y ver cuánto les han “robado” ese mes, vemos a un chico joven lleno de tatuajes y piercings, pues claro, no inspira tanta confianza como lo hacen las personas con traje. Cae de cajón esto.
En relación a esto de los trajes… ¿de verdad una persona con camisa y corbata inspira más confianza que otra que va con una camiseta enseñando sus tatuajes y piercings? Para aclarar dudas de este tipo, me acerqué a hablar con Anskar Caballero, que rige un negocio de piercings y tatuajes en Cerdanyola del Vallès, Barcelona. Anskar lleva muchos años en el sector y ha vivido en sus propias carnes el que te rechacen por ir perforado y tatuado (de hecho, por haber de quitarse todos los abalorios que llevaba en la cara –casi una veintena- fue por lo que se decidió a dedicarse a esto: como él no podía llevarlos, quería que la gente sí pudiera. Pero, volvamos al tema de los trajes. Mientras hacía el reportaje no me encontré a ningún notario, a ningún abogado, a ningún trabajador del ayuntamiento, por ejemplo, que llevase tatuajes o piercings. Esto no significa que no los haya. El propio Anskar explica que por su estudio pasan muchísimas personas que tienen que ir a trabajar con traje.
¿Hay gente que se borre tatuajes pormotivos laborales? Pues sí. Este profesional cuenta cómo mucha de esta gente que entra por la puerta de su negocio no lo hace sólo para tatuarse, sino que también lo
hace para borrarse tatuajes. Así que, muchas de estas personas que acuden a Anskar es para borrarse “tatus” porque se les ven con el uniforme de trabajo, especialmente policías. Además, aparte de gente que quiere borrarse “errores del pasado” marcados en la piel, también hay quien todavía está dispuesto a tatuarse, pero hasta ciertos sitios del cuerpo. Es decir, si la persona en el trabajo tiene que enseñar del codo para abajo, el dibujo no puede pasar de ahí. Anskar incluso ha llegado a atender a gente que iba con el uniforme para ver justo hasta dónde llegaba este para finalizar ahí su nuevo tatuaje. Con esto, vemos que a mucha gente la obligan o bien a quitarse la tinta de la piel o a que no la enseñen. Pero, ¿habrá casos que sean al revés? Es decir, ¿habrá gente a la que alientan a tatuarse o perforarse por trabajo? Vaya tontería diréis. Pues no os riais porque sí, hay jefes que te incitan a esto. El señor Caballero explica que una vez le apareció por el estudio un chico que quería un piercing en la ceja. . Lo raro viene cuando, viendo lo nervioso que estaba, Anskar le pregunta que si está seguro de hacérselo, a lo que él le contesta que se lo hace porque, según su jefe, mejora la imagen de su trabajo (trabajaba en una discoteca).
Silvia es tatuadora en La Embajada Tattoo
¿Qué requisitos ponen a estas personas en el trabajo? A Javi, por ejemplo, le mandan quitarse el septum, ya que, trabajando con comida, es peligroso que por alguna razón se pudiese caer. Motivos de higiene. Sin embargo, las dilataciones están siempre en su sitio. Otro caso es el de Pol, barbero de 20 años. Este joven también lleva un piercing en la nariz, aunque bastante más pequeño que el de Javi. Según él, sale de él mismo quitárselo para trabajar. En cuanto a los tatuajes, afirma que no hay problema alguno en que se le vean los de los brazos, ya que en el sector de la barbería están muy aceptados. Además, Pol lleva el pelo largo, por lo tanto tiene que llevarlo, sí o sí, perfectamente peinado y utilizar productos para dar una imagen de “acabo de peinarme” permanente y evitar que se salga un solo pelo de sitio. Asimismo, él es barbero, por lo que los tintes están “prohibidos”, a no ser que sean de colores naturales, como el negro, que es el que él utiliza. Sola es comercial y también tiene que cumplir unas normas, como la de ir vestida formal cada día, a pesar de no trabajar de cara al público.
Y tú, ¿qué haces cuando ves a una persona con tatuajes, piercings y pelos de colores, por la calle? Quizás para los que somos más jóvenes no nos resulta tan llamativo ver a personas con estas características por la calle. A pocos de nosotros se nos ocurriría girarnos a mirar a alguien así solo por llevar un brazo tatuado, por ejemplo. ¿O no? Quizás creemos que todo el mundo es así y, en realidad, no lo es. En palabras de Pol, el barbero, “las generaciones más jóvenes sí que son más tolerantes, las mayores no, y las personas de edad mediana pueden elegir rechazar o adaptarse porque no encontrarán fácilmente a un profesional que no vaya tatuado/perforado (en mi ámbito)”. Sin embargo, Javi, el carnicero, discrepa de esta opinión. Según él “todo mejora poco a poco” Además, ambos afirman haberse sentido observados por la calle. Según Pol, esto “acaba siendo tan común como el cuántos años tienes, ya que la gente ve extraño conocer a alguien tan joven con tantos tatuajes”. Pol tiene 21 años y es barbero y peluquero
Hasta ahí todo correcto, si no fuera porque unas mujeres –no tan mayores- hicieron un comentario en el que se mostraban sorprendidas porque una persona tatuada leyese. Por tanto, esto evidencia que todavía queda mucho para que este tema sea aceptado por la sociedad en su totalidad (quizás que pase, por lo menos, una generación).
¿Hay una edad adecuada a la que empezar a tatuarse o hacerse piercings? Legalmente, a los 16 años puedes acudir a un salón de tatuajes y piercings y hacerte lo que quieras, siempre y cuando vayas con tu tutor/a legal y te lo permita. Así, no puedes comprar alcohol hasta los 18 pero sí puedes hacerte algo que será de por vida. Incongruencias legales. Pero, ¿realmente hay chavales de 16 años que acudan con sus padres para que estos les firmen la autorización con el fin de hacerse un tatuaje? Sí, sí que los hay. Es más, los hay de incluso menos edad que entran allí con estas intenciones. Volvemos a recurrir a Anskar para que nos explique
experiencias suyas con estos temas y, como la mayoría de lectores sabrán, hay de todo en la viña del señor. Así que, en este campo, también se puede uno esperar cualquier cosa. Pues bien, un buen día, Anskar Caballero abrió su estudio, como hace cada día. Todo normal hasta que llegaron un padre y su hijo de 14 años. Y, ¿qué querrían un padre y un niño de 14 años? Querría un pendiente el chavalito (cosa que sería, quizás, más “habitual”)? No, no quería un pendiente, ni un piercing en la ceja, ni en el labio. Quería un tatuaje en toda la espalda. Pero, por si esto no fuera poco, el padre ratificaba la decisión del crío. Obviamente, no vamos a entrar en juicios de valor sobre si el progenitor estaba en lo correcto o no actuando de esta forma. Eso sí, Anskar se negó rotundamente a tatuar a este niño, ya no solo por la edad, sino porque a los 14 años el cuerpo no se ha desarrollado en su totalidad. Con esta pequeña anécdota, también se puede ver cómo los profesionales que trabajan en esto no están solo para escuchar qué quieres, hacértelo y cobrarte, sino que, muchos de ellos (no todos porque, obviamente, existen muchos Sola es comercial y tiene que ir vestida de manera formal
que lo único que quieren es ganar dinero y te hacen la mejor chapuza que pueden) aconsejan antes al cliente sobre si debería o no hacerse un tatuaje o un piercing. Si el cliente sigue insistiendo, no hay más remedio que hacer lo que pida –excepto en casos como el niño de la espalda-.
Algunos datos relevantes Según datos extraídos del diario Público, “el 26% de la población española entre los 19 y los 29 años luce algún tatuaje en su figura”. Asimismo, actualmente, en España son un 26% los jóvenes de entre 18 y 29 años que tienen un tatuaje, es decir, uno de cada diez españoles lleva tinta en la piel. En cuanto a los piercings, según el diario Público, un 31% de españoles entre 18 y 29 años, de ambos sexos, reconoce llevar algún tipo de piercing. ¿Y qué sucede con los funcionarios? Según declaraciones de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSI-F) al diario 20minutos, “ni en el sindicato de funcionarios CSI-F, ni en los sindicatos CCOO y
UGT tienen constancia de casos específicos de quejas presentadas por o contra funcionarios o trabajadores que lucían tatuajes.” Además, “no existe una normativa específica, ni siquiera para los trabajadores de Sanidad y no existe ningún tipo de conflicto a este respecto”, explican desde CSIF.
Un paso adelante Como habréis podido comprobar, las personas entrevistadas para este reportaje no han tenido casi ningún problema a la hora de encontrar trabajo. Sin embargo, esto no significa que no exista gente que se haya tropezado con esta dificultad. Por ello, para avanzar, lo primero que se tendría que hacer es que los jefes de las empresas, las personas que contratan, se abriesen un poco más de mente y no juzgasen a sus candidatos por esto. Un cambio es posible. Ana López González Estela trabaja en una peluquería