Central Mayorista de Antioquia editada

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CENTRAL MAYOR ISTA DE ANT IOQU IA: MÁS DE 40 AÑOS ABASTEC I E N DO FAM I L IAS ANT IOQUE ÑAS

Las puertas de la mayor fuente de abastos en la ciudad de Medellín se abren cuando se supone que todos los ciudadanos se encuentran descansando en sus casas. Justo a las 2:30 a.m.

Ubicada al sur del Área Metropolitana, en el Municipio de Itagüí, justo en el Barrio Santa María, la Central Mayorista de Antioquia se encuentra en condiciones plenas para recibir decenas de camiones provenientes de distintas regiones de Colombia, los cuales deben descargar cientos de toneladas de mercancía.

Hortalizas, frutas, licor, insumos agropecuarios, productos cárnicos, etc., son algunos de los artículos con los cuales estos gigantes de las carreteras llegan dispuestos a abastecer miles de hogares antioqueños. (insertar sonidos de camiones)

La Central Mayorista no recibe únicamente a camiones “Doble Troque” ni a las imponentes “Mulas”, desde luego recibe a humildes agricultores procedentes de pequeños municipios antioqueños, los cuales deben vender lo que cultivan en sus parcelas y poder subsistir. (foto)

Poco a poco transcurre el tiempo y se aproxima el amanecer, los coteros se apuran para descargar los cientos de bultos que exhiben los camiones. Un cotero se encarga de descargar toda mercancía que llegue a la Central Mayorista. Por lo general se reúnen en grupos para poder agilizar estas descargas y poder ganar más dinero.

Un grupo de cuatro coteros puede ganarse en promedio unos 80,000 pesos por cada 10 toneladas descargadas. Es decir, unos 20,000 pesos por cabeza. LOS COTEROS : U N TRABAJO ¡PA’ BERRACOS!

Esta profesión no la ejerce cualquiera. Es uno de los trabajos más duros, exigentes y de más sacrificio. Las ganancias de los coteros dependen de cuanta energía y fuerza de voluntad tengan, ya que deben estar levantando demasiado peso y son propensos a sufrir dolencias físicas constantemente.


COM IE N ZA LA JORNADA…

Llegando la mañana, comienzan a llegar decenas de personas, se abarrotan las entradas principales y empieza la promoción de alimentos. Pero no hay problema, estarán listos 1,500 comerciantes para atender cálidamente a los clientes.

Dueños de tiendas de barrio, vendedores informales y amas de casa, son los principales consumidores de la Central Mayorista, aunque desde hace algunos años, miembros de grupos armados al margen de la ley también han estado inmersos en dicha Central. LA SEGUR IDAD EN LA PLAZA A finales de la década del noventa, Alirio de Jesús Rendón alias “El Cebollero” hizo presencia con un departamento de vigilancia privada legalmente constituido para proteger de extorsiones y hurtos a comerciantes y clientes de la Central Mayorista, pero entre voces se escuchaban rumores sobre la verdadera procedencia y recorrido de dicho grupo y de dicho sujeto.

En realidad, era una de las bandas criminales con más crecimiento durante esos años. Hombres de la mal llamada “Oficina de Envigado” y de la banda La Unión – Calatrava ubicada en el Municipio de Itagüí, cuyo máximo cabecilla sería identificado años después por la Fiscalía General de la Nación como Alirio de Jesús Rendón, alias “El Cebollero”.

Cuando sorprendían a un alguien hurtando alguna mercancía o robando a cualquier cliente, este supuesto departamento de vigilancia encabezado por alias “El Cebollero”, capturaba al presunto delincuente, lo ingresaban a la fuerza a algún vehículo y jamás se le volvía a ver en el lugar.

Aún después de haber transcurrido tantos años, tantas desapariciones, asesinatos y cadáveres N.N sin identificar en la morgue de la ciudad, la Central Mayorista de Antioquia es hoy en día una de las plazas de mercado más seguras de Medellín.

No obstante, persiste un leve manto de recelo por parte de los consumidores de la Central Mayorista. Es imposible que aquellos recuerdos de las noticias sobre estos sucesos que ocurrían allí se queden en el aire sin más ni más.


Muchos consideran olvidar dichos acontecimientos del pasado, otros todavía suponen que persisten estos hechos, pero al fin y al cabo lo único que importa es proveer de alimentos sus hogares o negocios, sin hacer preguntas para evitar problemas. Como dice el viejo adagio callejero: “Entre menos sepa, más vive”. EL AMB IE N TE DE LA CENTRAL

“Lleve la Arracacha”, “¡Se le tiene todo tipo de Cebollas señora!”, son algunas de las frases que se pueden escuchar caminando entre coteros con olor a muchas horas de trabajo, comerciantes contando dinero y clientes regateando precios. Se distinguen gritos de mercaderes ofreciendo sus productos entre pitos, frenadas y aceleradas de decenas de camiones. Una contaminación auditiva que puede ser olvidada por un instante debido a los olores frescos del campo, provenientes de frutas y verduras.

Por las dos entradas principales y 3 peatonales, habrán ingresado en el transcurso del día a la Central Mayorista de Antioquia unas 50,000 personas y más de 19,000 vehículos, contando entre carros particulares, camiones de carga, motos y servicio público.

Es así como damos paso, haciendo esta introducción, a nuestra corta experiencia recorriendo la Central Mayorista de Antioquia. Un pequeño trayecto en el que se sentía una atmósfera extraña, podías percibir como si decenas de ojos estuvieran observando nuestros movimientos y en el que una buena cuantía de aromas provenientes de camiones y bodegas, recorrían nuestros sentidos. Haciendo así de esta una experiencia corta, llamativa y única.

N UESTRA EXPER IE NC IA…

Son las 7:20 de la mañana y estoy con mi compañero de estudio, Alejandro Mejía, en frente de “Pacardil”, uno de los supermercados de la Central Mayorista, muy frecuentado por su variedad en productos y también por sus precios económicos. Llegamos a una hora en la que hay poco movimiento en el lugar, ya que desde las 2:30 a.m comienzan labores en la plaza.

-Bueno ¿Por dónde empezamos?- le pregunto a Alejandro. -Podríamos comenzar a hacer algunas entrevistas- me responde él.

Caminamos un poco y pasamos por una de las 60 cafeterías ubicadas dentro de la Central. En frente de ésta, se encontraba un oficial de vigilancia del lugar y mi compañero Alejandro sugirió acercarnos a él, una buen fuente, supusimos.


-Buenos días hombre. Nosotros somos estudiantes y estamos haciendo un reportaje de las plazas de mercado para una clase ¿usted nos podría responder unas preguntas? - le cuestiona Alejandro.

Después de un silencio y algunas miradas a su derecha e izquierda, nos respondió dubitativo:

-Pues, la verdad muchachos yo no estoy autorizado para suministrarles esa información ¿me entienden?

asentimos con la cabeza.

-Vayan a los locales y preguntan allá mismo - Nos sugirió el vigilante.

Ambos sacamos nuestros celulares y cámaras, nos dispusimos a grabar los sonidos del lugar, voces y gritos: “ ¡Ey, pasa la caja!” “¡cuidado, cuidado!”, camiones, pitos; y mi compañero Alejandro comenzó a captar fotos del lugar.

Pasamos frente a unos locales de frutas y unos coteros estaban bajando caja tras caja de un camión que había acabado de llegar, depronto nos miraron y continuaron en su labor, rodeamos una hilera de locales transitando entre camiones, cajas, empleados, clientes, comerciantes, tiendas, olores a verduras, carnes, polvo, sudor y desde luego se podía percibir el típico aroma a tierra fresca entremezclada con el ´smoke´ de la ciudad, todo esto acompañado por un incesante fragor derivado de el ininterrumpido tránsito de camiones por el lugar.

Pareciera una película que corre en cámara rápida, mientras Alejandro y yo caminábamos con tranquilidad, dejándonos sorprender por lo que pasaba alrededor y con nuestra mirada curiosa puesta en pequeños detalles que pudiéramos grabar en video, fotos o sonido.

Continuamos avanzando por el lugar y giramos a la izquierda, allí se encontraban varios locales de fruta fresca y enfrente de ellos costales extendidos en el piso con café, moras, naranjas, etc., algunos productos provenientes de distintos municipios Antioqueños y de algunas regiones de Colombia.


Al exterior de una bodega, cuatro adolescentes se encontraban deshojando mazorcas frente a un mesón de madera de unos dos metros de largo aproximadamente, mientras “chismoseaban” y reían placenteramente. Posteriormente, bajamos por una rampa de cemento y notamos reunidos a un grupo de jóvenes que no sobrepasaban los 25 años, sentados allí conversando, parecían que estuvieran esperando algo o tomándose un descanso, esto lo supusimos puesto que cuando estábamos próximos a entrevistarlos nos abordó un vigilante, el mismo al que nos acercamos a indagarlo cuando nos disponíamos a realizar nuestra investigación.

-¿Muchachos ustedes en sí que están haciendo? - Nos preguntó aquel cauteloso guardia, de téz trigueña, de un poco más de 1,60 de estatura y con un tono de voz bastante sosegado.

-Yo sé que son estudiantes pero es que miren aquí no se puede hacer eso ya de “la central” me están avisando por el radio, qué pilas ahí con el de “chaquetica” azul que está tomado fotos... me pasan los carnés por favor yo verifico - Nos comunicó mirando de un lado a otro.

En ese momento, de “la central” requirieron al vigilante por radio teléfono sobre la situación y él oficial muy cordialmente les respondió: “Tranquila base, ya verifiqué y son estudiantes de la Universidad EAFIT, cambio,”.

Entonces a continuación diría algo que nos cogería por sorpresa: “ Un vigilante de civil los ha estado siguiendo y las cámaras del lugar les han estado haciendo seguimiento también...”

- Ustedes no tienen cara de nada jóvenes, nos dijo mirándonos de arriba a abajo. Pero tienen que tener cuidado, que es por prevenir muchachos, ustedes saben que acá la cosa es seria y maluco que llegue a pasar algo.

- Sí hombre, que pena, tiene toda la razón - Dijo mi compañero Alejandro.

- Vean, ¿saben qué? Diríjanse al bloque 14 y hablan con la encargada - Nos sugirió aquél vigilante.

Él nos escoltó personalmente al bloque 14, donde fuimos recibidos en primera instancia por otro agente de seguridad, el cual por obvias razones estaba enterado de nuestra situación dentro de La Central. Nos indicó cual era la oficina a la que debíamos ingresar, subimos unas


escaleras y caminamos por un pequeño corredor, en el cual, otro vigilante nos indicaba con el dedo índice la ubicación de la oficina. Esta era la 14-221.

Tocamos la puerta, abrimos y nos hallábamos en una oficina muy pequeña, con 4 funcionarios de la Central Mayorista.

Hablamos con la persona encargada de otorgar los permisos para realizar cualquier actividad en el lugar. Esta persona era Dora Luz Hernández Sierra, Directora Comercial de la Central Mayorista de Antioquia.

Luego que la Doctora Hernández nos explicara el procedimiento a seguir para poder concluir eficazmente nuestro proyecto, nos despedimos y salimos de la oficina. En una carta se debe especificar todos los pasos que tenemos que seguir y los requisitos para poder hacer nuestro trabajo, incluso académico, además de llevar una carta firmada por el profesor de la materia y el jefe de carrera. Enviar un cuestionario con todas las preguntas que haríamos y a quien específicamente se las haríamos. Después de ésto nos responderían, si es posible realizarlo o no, en tres días hábiles, la Doctora Hernández nos explicó que la mayoría de dueños de bodegas y comerciantes eran bastante recelosos cuando llegaba alguien de improvisto a hacerles preguntas sobre cualquier tema relacionado con sus negocios. Adjuntamos l a carta a continuación (escanera carta y adijuntar l a)

Estando afuera del bloque administrativo, nos quedamos en silencio unos cuantos segundos escuchando los camiones, los gritos de los coteros y comerciantes y el olor típico que sólo puede sentirse en la Central Mayorista de Antioquia.

Puede observarse que dentro de la Central Mayorista hay un contraste un poco “clasista” entre las bodegas y supermercados. Estos se encuentran divididos por una calle en la que circulan automotores constantemente. De un lado se puede observan el imponente Supermercado Euro, Boom Supermercados y Pacardil. Una vez entras a cualquiera de estos tres íconos del mercado a bajo precio, observas más que todo mujeres, madres, señoras y una poca cantidad de señores. Todos tienen algo en común: Utilizan ropa casual y deportiva haciendo su mercado con la misma sintonía que se observa en estas grandes superficies; mientras que justo en frente de este supermercado, cruzando la concurrida calle, se encuentran camiones que ocultan decenas de bodegas con sus dueños inmersos en centenar de bultos y guacales, cajas donde se transportan frutas, vegetales y legumbres

La descripción de los personajes a este lado “obscuro” de la Central Mayorista es bastante distinta: Hombres musculosos, barrigones, gritones, con sus camisas sucias y pantalones rotos


que distan mucho de tener la pulcritud de las personas que hacen su mercado al otro lado de la calle. En esta misma línea se encuentran cafeterías y varias carnicerías.

La Central Mayorista de Antioquia según nuestra observación es un lugar de contrastes interesantes, un sitio impredecible, lleno de percepciones que alimentan nuestros cinco sentidos, todo eso un área lo suficiente extensa para poder apreciar todo.

Donde es dificil imaginar que sea tan hermético a la hora de indagar, pero también es comprensible por todo lo que solía pasar años atrás, como nos lo hicieron ver las personas encargadas, que es por seguridad tanto de las personas que allí laboran como las personas que como nosostros la visita a diario.


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