Especialización en competencias docentes para Telesecundaria Módulo 1. Práctica docente y modelo educativo para Telesecundaria Unidad 4. Comunicación, lenguaje y aprendizaje
Profesora / Autora Ana María Prieto Hernández
Mayo de 2015 1
Tabla de contenidos
¿Por qué se dice que los humanos vivimos en un mundo de signos?.................................3
El papel del lenguaje en la vida individual y social……………………………………………….7
Lenguaje, constructivismo y educación por competencias……………………………….……9
Nuestra práctica docente y el desarrollo de competencias comunicativas………….…….11
Planeación para el desarrollo de competencias comunicativas……………….……………..13
Evaluación y seguimiento del desarrollo de competencias comunicativas……………….16
Referencias bibliográficas………………………………………………………………………….19
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¿Por qué se dice que los humanos vivimos en un mundo de signos?
“El signo es tal, en la medida en que significa algo (significado), sobre algo (referente) de alguien (emisor) y para alguien (destinatario). Que la escuela se constituya en un ámbito donde lectura y escritura sean prácticas vivas y vitales, donde leer y escribir sean instrumentos poderosos que permitan repensar el mundo y reorganizar el propio pensamiento”.
En todo proceso pedagógico es fundamental tener claridad sobre los procesos lingüísticos y de interacción comunicativa en virtud de que somos seres sociales, vivimos en el lenguaje y a partir de él modelamos nuestra identidad. La interacción dialógica no es lineal ni unívoca, los sujetos que participan se colocan indistintamente en el lugar de hablante (codifica, expresa) y/o escucha (decodifica, interpreta y reconstruye), dependiendo del momento en el proceso comunicativo. El mensaje está conformado por todos los elementos lingüísticos (significantes), explícitos (signos, grafías, palabras, imágenes, sonidos) e implícitos (gestos, entonación, actitudes, aspecto físico, vestuario, etc.), presentes en los actos de comunicación, los cuales posibilitan la construcción de significados y la negociación de sentidos. Cuando una persona se comunica con otra, la respuesta (feedback)1 implica una reconstrucción a partir de los referentes dados por el contexto y la historia de vida (evocación)2, que operan como filtro, y de la capacidad de interconexión que exista.
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La retroalimentación (feedback) está constituida por aquella información que sirve para verificar el nivel de comprensión o los efectos que
causa el mensaje en el interlocutor, lo cual permite aclarar el sentido del mensaje, precisar su intención; adaptarlo a las necesidades, capital léxico y marco referencial del destinatario. Son parte del proceso de retroalimentación los aplausos, sonrisas, bostezos, preguntas, inclinaciones de cabeza, etc. 2
La evocación implica la capacidad para recordar experiencias previas que permiten significar lo que se dice. La relación entre significante
y significado no siempre es unívoca, ya que puede darse el caso de que a un significante (signo) correspondan varios significados (polisemia y homonimia).
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Entendemos por comunicación la posibilidad humana de poner en común cualquier tipo de información (ideas, conceptos, sentimientos, emociones, etc.) y compartir contenidos a través de símbolos y sistemas de mensajes que se producen como parte de la interacción social. Sin embargo, para que la comunicación ocurra y las personas comprendan el mensaje es necesario compartir los códigos y utilizar los mismos sistemas de signos. Somos copartícipes de un proceso de mediación entre humanos y las experiencias personales impregnan la reconstrucción de significados. La empatía es parte del proceso comunicativo y en los espacios educativos es fundamental. Entre los obstáculos de conocimiento no sólo están los epistemológicos, sino también los epistemofílicos, como diría Bachelard. Si bien todos, por el simple hecho de vivir en sociedad, adquirimos competencias propias del lenguaje oral y gestual, el resto de las competencias comunicativas necesitan de procesos específicos de aprendizaje (como ocurre con la lectoescritura). La profesión docente requiere de una profunda comprensión de los mecanismos de la comunicación humana. No es suficiente lo aprendido en la vida social y en la actividad en el aula, es necesario ir mucho más allá para que seamos capaces de producir materiales de calidad, eficaces y eficientes. El lenguaje nos permite conocer, pensar y hablar de la realidad natural o social; nos permite aprehender y transmitir la cultura generada por la sociedad. Él es, ante todo, un instrumento utilizado por el hombre para interpretar esa realidad y darle significación. En este proceso se combina el pensamiento y el lenguaje, tal cual lo propone Vygotsky. La lengua cumple dos funciones básicas: ayuda a estructurar el pensamiento y sirve de instrumento de comunicación social. Por eso, saber una lengua es saber construir y reconstruir significados con ella para poder comunicarnos. La significación de un conjunto organizado de signos (código) depende de dos factores: 1. Convención o acuerdo social. Consenso que permite, por ejemplo, que “silla” signifique para todos un asiento individual con respaldo y, por lo general, con cuatro patas.
2. Propósito o intención. Para comunicar algo significativo, no basta con expresar un contenido semántico; además, es preciso que el interlocutor reconozca nuestra intención. Los lenguajes con los cuales nos comunicamos, no sólo son una creación social, sino que son una de las condiciones de existencia de la sociedad. La humanidad no podría existir sin comunicación. Lenguaje y cultura están íntimamente ligados, uno depende del otro para existir. Sin palabras el hombre no puede pensar racionalmente, éstas han desempeñado un importantísimo papel en todo el quehacer humano, en su formación y en el desarrollo de su pensamiento. En la medida que se amplíe el lenguaje, mayor será la capacidad del individuo para construir conceptos, adquirir conocimientos y elaborar significados; pues a la vez le sirve para trasmitirlos y expresarlos, ya que por medio de éste proyecta a los demás su mundo afectivo. El lenguaje nos sirve para construir nuestros pensamientos, echar a volar la imaginación, comunicarnos con los demás o con nosotros mismos; por ejemplo, cuando te hablas a ti mismo, en silencio, haces uso del lenguaje interior para dirigir o apoyar tus acciones, concebir ideas o incluso para felicitarte o reprenderte, como si dentro de ti hubiera dos personas: "¡Qué bien lo hiciste!"; "¡Te equivocaste...!" 4
Las palabras pueden asumir diferentes significados atendiendo a la entonación, las pausas, el volumen de voz y el contexto situacional, entre otros aspectos.
La comunicación es un acto de relación humana en el que dos o más personas intercambian un mensaje mediante un lenguaje o forma de expresión: es un proceso a través del cual un emisor elabora y estructura en un código (codificación) una serie de pensamientos, ideas, deseos, sentimientos (mensaje), que transmite a través de un determinado canal o medio (oral, escrito, gestual, de signos), a un receptor que organiza, comprende y reestructura ese mensaje (descodificación). La retroalimentación busca asegurar la eficacia del proceso comunicativo de forma bidireccional, verifica la forma en que el destinatario recibe el mensaje (verbal, escrito, gestual, gráfico, musical) y permite conocer cómo se están interpretando. Este complejo proceso incluye también el contexto en que se realiza el acto comunicativo, que aporta a la construcción de significados de manera importante.
La palabra comunicar significa “poner en común", es decir, compartir con los demás. Cuando nos comunicamos compartimos información: emociones, ideas, conceptos, advertencias, necesidades, órdenes, etcétera. No hay comunicación si yo hablo y tú no me escuchas, si me comunico con signos y tú no me ves, si tú me ves y me oyes pero hay mucho ruido, si te hablo en chino y no conoces la lengua, si te hablo y no hay respuesta (monólogo). En el proceso de comunicación los comportamientos no verbales juegan un papel fundamental: apariencia física, posturas, miradas, gestos, voz, énfasis, silencios, pausas, vestido, proximidad, etc. De Igual forma, en los mensajes gráficos (escritos o a través de imágenes) son bien importantes los colores, tipos de letras, tamaños y distribución en espacio. La comunicación tiene que ser interactiva y dinámica. El contexto comunicativo es el conjunto de elementos factores y circunstancias que hacen que un acto comunicativo se desarrolle de una determinada manera. Cuando un niño con un pájaro de juguete lo pone en la mano de la madre y simula que le ha picado provocando las carcajadas de ambos, hay comunicación pero no lenguaje. El lenguaje corporal es más una forma de expresión que un lenguaje estructurado. Cuando la profesora le dice a un niño que le pida al director un documento y el niño va hacia la dirección, reproduce perfectamente la frase, pero no lo encuentra, ha habido lenguaje pero no comunicación. La “competencia lingüística” se refiere al grado de desarrollo del lenguaje del que dispone una persona. La “competencia comunicativa” es la capacidad para interactuar. De todos los sistemas de intercambio de información empleados por el ser humano, el más importante se produce a través del lenguaje verbal (oral y escrito). 5
La comunicación está presente en todos los seres vivos. Las abejas, por ejemplo, informan a sus compañeras de la existencia de flores a través de bailes y movimientos corporales que indican la distancia y dirección de la flor. Animales superiores tienen formas más complejas y variadas de comunicación. Si observas a un perro con detenimiento podrás darte cuenta que emite diferentes sonidos para expresar temor, rabia y dolor; al mismo tiempo, su cuerpo también le sirve para comunicarse: se contornea para demostrar alegría, esconde la cola entre las piernas traseras en señal de sumisión, exhibe los dientes para manifestar agresión. Indudablemente, dentro del reino animal, el ser humano es el que ha desarrollado las formas más elaboradas de comunicación y ha ideado formas de intercambiar mensajes (señales de humo, sonido de tambores, mímica, lengua oral). No podemos imaginar la vida sin lenguaje. ¿De qué forma pensaríamos? ¿Cómo trasmitiríamos nuestras experiencias?
El acelerado avance de la ciencia y la técnica ha permitido desarrollar medios cada vez más sofisticados para comunicarnos: telefonía celular, redes satelitales que llevan los mensajes de un extremo a otro de la tierra en fracciones de segundo y hacen posible que veas en tu televisor, en vivo y en directo, un partido de fútbol o un concierto que está ocurriendo a miles de kilómetros de distancia, o te conectes vía Internet con museos, bibliotecas y otros usuarios de todo el planeta. El hecho educativo es esencial y profundamente comunicacional, es una relación entre seres que interactúan y se construyen en el diálogo reflexivo y la interlocución. De ahí que la incorporación de las prácticas sociales del lenguaje requiera que los docentes reconozcamos que el lenguaje se adquiere y desarrolla en la interacción social, lo que implica actividades individuales y colectivas que cobren significado para los alumnos. Está demostrado que la simple enseñanza de definiciones gramaticales o de reglas ortográficas no convierte a los alumnos en lectores atentos y críticos ni en escritores fluidos y expresivos. El proceso educativo requiere que el aula se convierta en un espacio en el cual los estudiantes sean estimulados para atreverse a probar nuevas formas de entender el mundo por medio del lenguaje; de interpretar, crear textos y discursos, de hablar y pensar, de comunicarse e interactuar. Esta unidad está enfocada en las nociones generales sobre los proceso de comunicación humana. Como educadores (comunicadores) debemos comprender e incorporar a nuestra práctica docente los complejos procesos mediante los cuales los receptores (estudiantes) re-construyen el sentido de nuestros mensajes a partir de lo que saben y del conjunto de sus experiencias que actúan como filtros. Este complejo proceso incluye también el contexto en que se realiza el acto comunicativo, que aporta a la construcción de significados de manera importante. Con el trabajo en esta unidad se espera que los estudiantes desarrollen competencias comunicativas, concebidas como la capacidad de una persona para comunicarse eficientemente, lo que incluye tanto el conocimiento del lenguaje (competencias lingüísticas), como la habilidad para emplearlo. 6
El papel del lenguaje en la vida individual y social
“¿Crees que esas líneas verticales son las palabras? ¿Esas curvas, esos ángulos, esos puntos...? No. Esas no son las palabras. Las palabras elementales están en la tierra y en el mar, están en el aire, están en ti.” Walt Whitman
El lenguaje está en la naturaleza misma del hombre, es un hecho fundacional de la condición humana y, por lo tanto, no es simple instrumento. El hombre es producto de su lenguaje, el cual nos permite crear, conocer, pensar y hablar de la realidad natural o social que nos rodea; nos permite aprehender, transmitir y transformar la cultura generada por una sociedad. A lo largo de la historia, los seres humanos han desarrollado diferentes maneras de expresarse, comunicarse e interactuar por medio del lenguaje; han establecido nuevas formas de usarlo para crear significados, resolver problemas y comprender aspectos del mundo por su intermediación. Estos modos de aproximarse a los textos (con y a partir de ellos), de producirlos, interpretarlos, compartirlos y transformarlos, constituyen las prácticas sociales del lenguaje.
El lenguaje es una herramienta para aprender, integrarse a la cultura e intercambiar significados en sociedad; su uso permite obtener y dar información diversa, establecer y mantener relaciones interpersonales, expresar sensaciones, emociones, sentimientos y deseos; manifestar, confrontar, defender, proponer ideas y opiniones, así como valorar las de otros. Como es una construcción humana colectiva, llevada a cabo por seres que están organizados en comunidades, la significación es un producto social. Representamos e interpretamos la realidad de acuerdo con nuestra experiencia subjetiva y cultural, las cuales están condicionadas por un conjunto de prácticas sociales propias de la comunidad a la cual pertenecemos. 7
El lenguaje se manifiesta en una variedad de formas que dependen de las finalidades de la comunicación, los interlocutores, el tipo de texto y el medio en que se concretan. Por ejemplo, la escritura de una carta, además de la elaboración de frases y oraciones, involucra la selección de expresiones acordes con los propósitos del autor, las circunstancias del destinatario, las referencias y contextualización del tema y el estilo propio del texto. Comprende también la utilización de convenciones gráficas como la puntuación, la distribución gráfica en la página y la tipografía. De manera semejante, una conversación requiere de entonación, intensidad, ritmo, velocidad y pausas para modular el significado de los enunciados, así como vocabulario y formas de expresión apropiados al contexto social donde la comunicación tiene lugar.
Cada práctica está orientada por una finalidad comunicativa, vinculada con una situación social particular. En general, la gente no habla sobre los mismos temas ni se comporta igual en un seminario académico, en la mesa familiar, en un debate televisivo, al hacer un trámite en una oficina o en la defensa de alguien en un juicio. Por ello, en esta unidad vamos a vivir una experiencia de aprendizaje que nos permitirá conocer el enfoque comunicativo y las prácticas sociales del lenguaje; pondremos en juego la lectura y escritura con imágenes, sonido y textos. La idea es que descubramos que la vida es un texto multimedia que integra diversos lenguajes que se leen (decodifican3), escriben (codifican), comprenden e interpretan.
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El proceso de decodificación pasa por el filtro de la experiencia que incluye el sentido propio de los signos (denotación) y el matiz
individual que cada persona construye a partir de sus propias e intransferibles vivencias, es decir, el significado subjetivo que se asocia a las palabras en sus usos concretos que depende del contexto lingüístico o la situación comunicativa (connotación). La comprensión es el proceso de decodificación de mensajes y reconstrucción de sentidos, concordantes con la intencionalidad comunicativa del emisor.
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Lenguaje, constructivismo y educación por competencias
“El hecho educativo es profunda y esencialmente comunicacional. La relación pedagógica es en su fundamento una relación entre seres que se comunican, que interactúan, que se construyen en la interlocución”. Daniel Prieto Castillo (1999) La incorporación de un enfoque basado en competencias impacta los principios pedagógicos que orientan las prácticas y estrategias metodológicas de enseñanza y de aprendizaje, con mediaciones didácticas que responden a las características y contextos de nuestros estudiantes. Las competencias ponen en acción conocimientos, procedimientos, destrezas, habilidades motoras y mentales, actitudes, sentimientos y valores, para alcanzar un desempeño que logra lo que nos proponemos mediante el empleo racional y eficaz de los recursos necesarios, en un contexto determinado. Las competencias son transferibles a situaciones diferentes, pues involucran la capacidad y disposición real, no sólo potencial, de ejecutar con éxito tareas de lo más diverso como: observar, establecer diagnósticos, planificar acciones, diseñar programas, dirigir equipos de trabajo, resolver problemas teóricos o prácticos, comunicarse, tocar un instrumento, moderar discusiones, contar historias, resolver un acertijo, crear prototipos, cocinar, jugar, bailar, pintar, leer, y mucho más.4 Una competencia básica es la comunicación. Decimos que una persona se comunica de manera competente cuando habla, escucha, lee y escribe con soltura. Pero saber comunicarse tiene que ver también con el manejo adecuado de los lenguajes verbales y no verbales; con la capacidad de hacer o seleccionar dibujos, esquemas, diagramas y gráficos efectivos; preparar tablas claras y útiles; hacer una elocuente exposición en público; discutir y conducir un debate; hacer un registro eficaz de lo que hacemos, leemos o escuchamos; preparar un resumen de una plana a partir de un documento de diez hojas o de una conferencia de hora y media; redactar un informe por escrito; poner en práctica una buena estrategia comunicativa de acuerdo con el tema que vamos a tratar, con las personas a las que nos vamos a dirigir, con su estado de ánimo, su cultura y el medio o soporte que vamos a emplear, ya sea oral, escrito, verbal, visual, digital, presencial o a distancia; y si somos ambiciosos, hacer todo eso en una o dos lenguas además de la materna; todas ellas son competencias comunicativas. ¿Por qué nos interesan las competencias? Porque deberíamos dejar de identificar el saber con una noción restringida de lo que es el conocimiento. Por desgracia, enseñamos para que nuestros alumnos recuerden en desorden datos, clasificaciones y nomenclaturas; describan hechos, eventos y estructuras sin organización; reciten de memoria trozos incoherentes de información que mal comprenden. En cualquiera de los niveles educativos es poco lo que nuestros alumnos aprenden sobre: cómo, por qué, para qué y cuándo. Deberíamos estar cansados de que muchos de nuestros pupilos sepan dar las respuestas correctas, pero no sepan hacer nada con sus conocimientos, no sólo porque el aprendizaje de los conceptos y los procedimientos ha sido defectuoso, sino porque el desarrollo de actitudes y valores ha estado ausente en nuestras aulas. 4
Vid. Gutiérrez Vázquez, Juan Manuel. Competencias y Educación I y II, La Jornada de Michoacán, 6 y 7 de marzo 2005. http://www.lajornadamichoacan.com.mx/2005/03/06/opinion.htm http://www.lajornadamichoacan.com.mx/2005/03/07/opinion.html
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La educación basada en competencias favorece y consolida la autonomía, aspira a formar ciudadanos capaces de aprender a conocer (cognitivo), hacer (procedimental), ser (ético) y convivir (actitudinal). Esta mirada integral de las competencias, frente a posiciones reduccionistas basadas en conductas observables y respuestas predefinidas, constituye un reto para los docentes interesados en impulsar procesos de formación que buscan dar respuesta a problemas reales de nuestro país y del entorno en el cual desempeñamos nuestra labor. La conceptualización sobre la naturaleza de las competencias y sus implicaciones para el currículum, la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación, son temas de discusión. Existen diversos enfoques que abordan el desarrollo de competencias, los más sobresalientes de acuerdo con Andrew Gonczi y Sergio Tobón, son: •
Conductista: enfatiza las competencias como comportamientos clave para la competitividad de las organizaciones. Entiende la competencia dentro de las conductas asociadas con la conclusión de tareas fragmentadas, no se preocupa por la conexión entre ellas e ignora la posibilidad del vínculo que podría propiciar su transformación. No es de extrañar la crítica a este enfoque positivista, reduccionista, por ignorar tanto los procesos subyacentes como los procesos de grupo y su efecto sobre la ejecución en un mundo real.
•
Funcionalista: enfatiza las competencias como conjuntos de atributos (habilidades, conocimientos y destrezas) que deben tener las personas para resolver dificultades y cumplir con los propósitos laborales o profesionales, enmarcados en roles definidos. Las competencias son conceptualizadas como características generales, ignorando el contexto en el que se aplican o ponen en juego. Se concentra en aquellos aspectos del individuo que son cruciales para una actuación efectiva. Prioriza los procesos subyacentes (conocimiento, desarrollo de capacidades, etc.) y ofrece las bases hacia características transferibles.
•
Sistémico (relacional e integrado): enfatiza las competencias como procesos complejos de desempeño, en actividades donde se da primacía a la formación de personas integrales. Pretende formar profesionales emprendedores con un compromiso ético, con calidad de vida para el desarrollo social y económico sostenible, en equilibrio con el ambiente y con el contexto. Considera combinaciones complejas de atributos (conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes y valores) y el papel que la persona le atribuye en una situación particular. En este enfoque la competencia es relacional, es decir, dependiendo de las necesidades de la situación se implicarán unos u otros atributos en la búsqueda de la solución más idónea. Concretamente se considera que la competencia es un conjunto estructural, complejo e integrado de atributos necesarios para la actuación inteligente en situaciones específicas. Desde el enfoque complejo la educación no se reduce a formar competencias, el sujeto busca la realización personal y aporta al tejido social.
Preguntarse por lo que se hace al platicar con alguien, al leer el periódico o redactar una carta; interrogarnos por los problemas que surgen al hablar, leer o escribir y los recursos que utilizamos para resolverlos; reflexionar en lo que se dice para convencer a los interlocutores; pensar en los motivos que nos llevan a participar en la interacción oral o escrita, ayuda a entender las prácticas sociales del lenguaje, a precisar las razones que justifican su presencia en el aula y a construir un ambiente de aprendizaje propicio para desarrollarlas. 10
Nuestra práctica docente y el desarrollo de competencias comunicativas
"También en el otro y en lo diferente puede realizarse una especie de encuentro consigo mismo. Con todo, nunca se ha hecho más necesario aprender a reconocer en el otro y en la diferencia lo común. En este mundo cada vez más apretujado se producen encuentros profundos entre culturas, religiones, costumbres y valoraciones distintas." Gadamer (1998:186) Cualquier transformación encuentra como punto de partida la recuperación sistemática, crítica y problematizadora de la experiencia construida. Por ello, resulta necesario saber dónde nos encontramos para reconocer el horizonte hacia el cual nos dirigimos y proyectar las modificaciones que deberemos impulsar, con la finalidad de alcanzar las metas propuestas. Los saltos cualitativos que comportan las grandes innovaciones no son saltos al vacío, se construyen desde una circunstancia concreta y disponen de una dirección específica. Los retos que enfrentaremos dependen de dos extremos: ¿dónde estoy? y ¿a dónde quiero llegar? De ahí la importancia de recuperar nuestras experiencias, como estudiantes y profesores, dentro de la asignatura de español. Emprendamos pues esta fase de nuestro trayecto formativo5. Español es una asignatura transversal cuyo propósito es lograr que los alumnos se expresen en forma oral y escrita con claridad y precisión, en contextos y situaciones diversas, y que sean capaces de usar la lectura y la escucha como herramientas para la adquisición de conocimientos dentro y fuera de la escuela, y como medio para su desarrollo intelectual y social. Está demostrado que la simple enseñanza de definiciones gramaticales o de reglas ortográficas no convierte a los alumnos en lectores atentos y críticos, ni en escritores fluidos y expresivos. El proceso educativo requiere que el aula se convierta en un espacio en el cual los estudiantes sean estimulados para atreverse a probar nuevas formas de entender el mundo por medio del lenguaje, de interpretar y crear textos y discursos multimedia; de hablar, escuchar y pensar, de comunicarse e interactuar.
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Entendemos por “trayecto formativo” al camino que les permite, tanto a profesores como alumnos, reflexionar, construir, reconstruir,
sistematizar y evaluar los conceptos, saberes, conocimientos y procesos que se manifiestan en las competencias desarrolladas.
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Tradicionalmente, el trabajo escolar con la lengua se ha circunscrito al tiempo destinado a la asignatura de español, cuando en realidad las capacidades comunicativas se desarrollan en el trabajo con todas las materias del plan de estudios y en todas las situaciones escolares formales e informales. El lenguaje se utiliza con fines de comunicación y expresión; por lo que a través de él se obtienen conocimientos y desarrollan habilidades, valores y actitudes, que conforman las competencias lingüísticas que permiten la interacción y comprensión exitosa del mundo social, cultural y natural. La intención es que los estudiantes utilicen la lengua, pero también reflexionen sobre temas relacionados con aspectos discursivos, sintácticos, semánticos, gráficos y ortográficos; así como algunos relacionados con los géneros y tipos de texto, las variedades lingüísticas y los valores culturales.
La cognición y el pensamiento sólo son posibles a través de la interacción mediada por el lenguaje, el cual se construye en el diálogo con los otros. Por ello, buscamos que los estudiantes se descubran como personas capaces de generar aprendizajes en colaboración de los demás, a partir de las prácticas sociales del lenguaje. En consecuencia, se aspira a que cada uno se apropie del lenguaje escrito para crear y expresar sus pensamientos en forma ordenada, fundamentada y lógica. Las actividades apuntan a despertar un espíritu crítico, abierto a la comunidad, reorientando nuestra práctica docente. Los materiales de telesecundaria invitan a que el maestro acompañe a los estudiantes en su proceso de aprendizaje, organice situaciones educativas acordes con su contexto, ofrezca experiencias y conocimientos para que los alumnos puedan interpretar, elaborar textos, plantear preguntas, buscar información, resolver problemas, investigar y comunicar. Por ello, en esta unidad pretendemos generar un espacio de reflexión sobre la enseñanza del español, con la finalidad de que los participantes contemos con elementos para innovar la enseñanza de la lengua en el aula.
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Planeación para el desarrollo de competencias comunicativas
"La planeación consiste en fijar el curso concreto de acción que ha de seguirse, estableciendo los principios que habrán de orientarlo, la secuencia de operaciones para realizarlo, la determinación de tiempo y recursos necesarios para su ejecución". Agustín Reyes Ponce
Uno de los instrumentos docentes para impulsar procesos educativos articulados y coherentes, que busquen desarrollar competencias en los alumnos a partir de aprendizajes significativos y situados en la realidad, lo constituye la planeación de la intervención didáctica, ya que posibilita establecer los alcances, determinar las formas organizativas más pertinentes, prever los recursos didácticos, administrar el tiempo de cada actividad y contar con elementos para la realización de una evaluación del proceso formativo. Para responder a tales exigencias, resulta necesario que el profesor (alumno de la especialidad) desarrolle competencias para la interpretación y articulación curricular (vertical, horizontal y transversal); el trabajo colegiado y colaborativo, el dominio del conocimiento disciplinario; el diagnóstico de las circunstancias, recursos y actores participantes del fenómeno educativo; la fundamentación, el diseño y programación de secuencias didácticas. Entendemos por planeación didáctica al proceso de anticipación de lo que el docente realizará en el aula para que sus estudiantes desarrollen competencias a través de los contenidos de determinada materia o asignatura. La planeación es un acto de imaginación y creatividad que nos permite visualizar las posibles respuestas de nuestros estudiantes a determinadas actividades; no es una camisa de fuerza, sino un plan de acción que vamos ajustando sobre la marcha en función de las situaciones que se van presentando. En tanto que la evaluación es un proceso transversal, es fundamental el dominio de capacidades para realizar el seguimiento sistemático del proceso formativo con la finalidad de potenciar sus posibilidades. Asimismo, el reconocimiento constante del grado de desarrollo de las competencias en el alumno permitirá que el docente pueda diseñar e instrumentar estrategias de fortalecimiento de las mismas.
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Uno de los propósitos de la enseñanza del español es acrecentar y consolidar las prácticas sociales del lenguaje y la integración de los estudiantes a la cultura escrita, así como contribuir en su formación como sujetos sociales autónomos, conscientes de la pluralidad y complejidad de los modos de interactuar por medio del lenguaje. Otro de los aspectos es determinar el lugar de la reflexión gramatical en el marco de la enseñanza y aprendizaje de la composición de los textos. La actuación del profesor en este sentido, si bien exige recurrir a los conocimientos que aporta la lingüística acerca de los aspectos que organizan los textos, requiere que estos conocimientos teóricos se conviertan en recursos didácticos para orientar a los alumnos sobre la reflexión de sus propios escritos, con ayudas específicas durante el proceso de composición y principalmente en el momento de la revisión. Para lo cual es necesario:
Identificar conocimientos previos, expectativas y manifestaciones culturales de los estudiantes.
Reconocer las competencias que requieren desarrollar los estudiantes en función de sus necesidades y posibilidades de aprendizaje.
Plantear actividades que permitan a los alumnos interactuar con objetos y lugares del entorno a fin de propiciar que expresen su cultura en la escuela (lengua, costumbres, tradiciones).
Proponer el uso de materiales que permitan poner en juego los conocimientos previos y construir otros.
Diseñar estrategias didácticas integradoras como proyectos, talleres y otros.
Organizar el trabajo para atender las necesidades de aprendizaje de los alumnos, considerando las características y condiciones del grupo6.
Podemos ayudar a mejorar la comprensión lectora promoviendo la participación en actividades en las cuales los estudiantes expongan sus ideas en forma oral o escrita, tales como: -
Debates. A partir de la lectura de un texto con tema polémico, una parte del grupo puede opinar a favor y otra en contra.
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Lectura comentada. El grupo discute a propósito de un texto leído por todos. En clase un estudiante puede iniciar expresando sus apreciaciones sobre el texto, comentando los sentimientos que le despertó, lo que llamó su atención y qué no le gustó. Después sus compañeros siguen conversando sobre: las ideas principales, los personajes que participan en la narración o su opinión sobre el contenido.
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Es muy importante conocer cómo está integrado el grupo y qué conocimientos y habilidades tiene cada alumno: quiénes leen y escriben con
facilidad, quienes tienen muchas dificultades para ello, quiénes son desinhibidos y quiénes tímidos. Si contamos con la información de los alumnos más avanzados y los que requieren ayuda, podremos decidir quiénes pueden apoyar a sus compañeros y hacer diferentes tipos de agrupación en el aula; así como organizar las actividades de aprendizaje de acuerdo a las necesidades y fortalezas de los alumnos para ofrecer apoyos diferenciados de acuerdo con sus necesidades.
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Reseñas de libros. Los alumnos leen un libro, puede ser un cuento o una novela corta, después se les solicita que escriban una narración donde describan brevemente el contenido del texto y una recomendación, favorable o desfavorable, sobre la lectura del texto, argumentando sus planteamientos (por ejemplo: “Si disfrutas las historias desgarradoras de amor, no puedes dejar de leer Cumbres borrascosas, de la escritora inglesa Emily Brontë”). Posteriormente cada alumno lee su reseña al grupo.
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Conferencias. Los estudiantes preparan un tema para exponerlo frente al grupo. Consultan en forma individual o en equipo uno o varios textos, leen con atención, identifican las ideas importantes, las resumen y preparan un guión para hacer su exposición en el que incluyan: nombre del tema, introducción, desarrollo (puntos claves) y conclusiones. También preparan el material para apoyar su exposición. Después siguiendo el guión exponen frente al grupo y responden a las preguntas que les hagan sus compañeros. Una buena forma de animar al grupo es que tú realices el primer ejemplo de conferencia, en el cual se incluya todo lo que esperas que ellos hagan, para que tus alumnos tengan así un modelo a seguir.
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Evaluación y seguimiento del desarrollo de competencias comunicativas
El ejercicio profesional de la práctica docente demanda el desarrollo e instrumentación de competencias para la planeación, la gestión y la evaluación educativa. La experiencia de evaluación ha estado presente en nuestra vida como estudiantes y docentes; en ambos casos, su propósito es la valoración de los logros alcanzados en el proceso de aprendizaje. En este sentido, contar con información sobre el avance y cumplimiento de metas es una necesidad y la evaluación de nuestras acciones pedagógicas se convierte en un proceso permanente con objeto de detectar fortalezas y debilidades. El seguimiento sistemático de nuestra labor dentro del aula permitirá potenciar sus posibilidades formativas. En la educación por competencias, el proceso de evaluación adquiere un sentido amplio. No sólo se consideran los conocimientos, sino también los procedimientos, habilidades, actitudes y valores en el contexto de una situación dada. Poseer una competencia se manifiesta mediante una respuesta integral reconocida como desempeño; de ahí que la evaluación sea concebida como algo más que la asignación de una calificación al final de un curso. La evaluación es un proceso transversal que nos permite reconocer el nivel de logro de competencias en el alumno, para diseñar e instrumentar estrategias de fortalecimiento de las mismas; es la base para adecuar el trabajo a la manera como los estudiantes van progresando. Si la evaluación formativa7 muestra deficiencias o carencias en cuanto a los aprendizajes esperados, será tiempo de hacer las rectificaciones y ajustes, motivar a los alumnos y examinar si los procedimientos son los más oportunos. Podemos comparar la evaluación formativa con los semáforos colocados a lo largo de un camino, ellos nos indican si podemos confiadamente seguir, si debemos avanzar con precaución o si es necesaria una revisión. Recordemos que la metacognición es la reflexión sobre los propios conocimientos y su proceso de elaboración. La reconstrucción del camino andado es una forma de aprendizaje y evaluación. Pedirle al estudiante que explique cómo hizo el ejercicio, de qué manera resolvió el problema, la actividad o tarea, solicitarle que piense en otra posibilidad o camino para hacerlo; es una buena manera de aprender y de evaluar. Cada alumno tiene características particulares y es distinta la forma como resuelve problemas, hace tareas, toma decisiones, explica y opina; por eso, es importante observar la forma en que cada uno realiza la misma actividad. Cuando un alumno se da cuenta en qué se equivocó, es más fácil orientarlo porque reconoce cuáles son las dificultades que tiene y analiza cómo las puede superar. Para los docentes, el principal problema consiste en decidir cómo evaluar los componentes o elementos de las competencias. Por ello, la planeación de la evaluación exige claridad sobre diferentes aspectos: competencias, resultados de aprendizaje asociados con ellas, evidencias y productos donde estén articulados los conocimientos, habilidades, actitudes y valores y que correspondan a su contexto.
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Cesar CoIl define la evaluación formativa como aquella que tiene lugar durante el desarrollo del proceso educativo para reconducirlo, y pretende: • Informar tanto al estudiante como al maestro acerca del progreso alcanzado. • Localizar las deficiencias observadas. • Valorar las conductas intermedias del estudiante pare descubrir cómo se van alcanzando los objetivos propuestos.
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La evaluación de competencias implica un proceso de acopio de información a lo largo del proceso de aprendizaje, mediante metodologías e instrumentos adecuados que permiten determinar con anticipación cuáles evidencias dan cuenta del desempeño del estudiante y guían la toma de decisiones en el aula. Los indicadores de desempeño y niveles de logro constituyen el pilar que posibilita el monitoreo del desarrollo para medir el grado de desarrollo de una competencia e identificar los elementos que requieren ser fortalecidas. La evaluación formativa deja que estudiantes y docentes conozcan desde el inicio los indicadores y las competencias a desarrollar; así como al final, analizar los logros alcanzados por cada uno para que sea posible consolidar o modificar los factores de los que depende su desempeño, así como revisar las estrategias utilizadas. En el proyecto didáctico que vamos a diseñar como producto final será necesario identificar los momentos, evidencias y productos que habrán de proporcionarnos información sobre el desempeño de nuestros estudiantes y nos permitan evaluarlos. Por ello, en esta unidad revisaremos nuestras prácticas de evaluación e intercambiaremos las experiencias que hemos tenido al aplicar algunos métodos e instrumentos en nuestra aula. Analizaremos las posibilidades de aprendizaje que genera la incorporación de la heteroevalaución, la autoevaluación y la coevaluación. El hecho de asumir un trabajo por competencias obliga a entretejer la evaluación como un proceso continuo con la intención de mejorar. Pero, si bien la evaluación se encuentra presente a lo largo del proceso educativo, tiene momentos clave. ¿Cómo y cuándo evaluar la asignatura de español dentro de la Telesecundaria? ¿En qué medida hemos llevado a cabo actividades de evaluación que nos permitan tomar decisiones respecto a nuestra práctica docente y brinden a los estudiantes la oportunidad de conocer su nivel de avance? ¿Por qué es importante que los estudiantes participen en la evaluación y revisión de sus producciones orales o escritas?, ¿con qué elementos cuentan para hacerlo? Para responder a las preguntas es necesario reflexionar en los cambios que han venido ocurriendo e identificar los mecanismos de evaluación que se proponen, reconociendo los parámetros, criterios de evaluación de las competencias, momentos y/o estrategias que corresponden a la función de: 1) Apoyar las decisiones docentes relativas al diseño y orientación de las situaciones didácticas. 2) Apoyar la organización del trabajo en el aula. 3) Soportar el uso de los materiales. 4) Conocer las necesidades de los alumnos en la construcción de aprendizajes. 5) Proporcionar información sobre el grado de avance de cada estudiante. 6) Ayudar a los estudiantes a identificar lo que aprendieron. 17
Algunos elementos importantes a considerar al momento de elaborar nuestro plan de evaluación son: La evaluación es permanente, por lo que debemos recabar información constantemente a través de distintos medios, las pruebas escritas son un recurso para evaluar pero no el único.
Observar lo que el alumno hace y dice al realizar una tarea. Reconocer los errores que hay en los trabajos y cuadernos de los alumnos. Identificar las cualidades de los trabajos que hacen los alumnos. La evaluación permite reconocer cómo aprenden los alumnos y no sólo lo que saben; hay que preguntar a los alumnos qué dificultades tuvieron para contestar un examen y analizarlo con ellos.
Devolver a los alumnos su prueba y pedirles que identifiquen cuál fue el error. Detectar los errores de la mayoría de los alumnos y reconocer la causa de los mismos. Provocar la discusión entre los alumnos respecto a la forma en que resolvieron el problema o tarea. Preguntarnos, a partir de la equivocación detectada, ¿qué necesitamos enseñar y dónde enfatizar? Quizá debamos iniciar con una actividad más sencilla y avanzar poco a poco subiendo de nivel.
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