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LA CAJA DE PANDORA, por medio de la transformación mágica de sus páginas, los personajes y acontecimientos que ilustra y el texto explicativo, trata de dar alguna idea del encanto de la mitología griega, de sus hermosas historias y de la cultura impresionante que la creó. La caja de Pandora empieza aquí debajo con una representación de los olímpicos. En las páginas que siguen a ésta, se han escogido distintos temas que ilustran algunos de los elementos más importantes de la mitología griega. Son, en este orden: El Mundo Antiguo; los poemas épicos de Homero; El teatro griego; Los cuentos de héroes; Los juegos olímpicos y Atenas; Mitos de amor y El oráculo de Delfos. Los mitos que enmarcaron la gran cultura clásica de Grecia siguen vivos. Conocer mejor estos mitos es saber más sobre nosotros mismos y nuestro mundo. Son cuentos de dioses y héroes, de amantes y monstruos, de aventura y tragedia, de valor y traición en un mundo en el que incluso los dioses se comportan a menudo de forma detestable, lasciva y engañosa. Pero son también historias de gran belleza, porque los dioses fueron siempre bellos para los griegos.

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EL MUNDO MITOLÓGICO DE LOS DIOSES era el antiguo Mediterráneo. Los dioses mayores vivían en el Olimpo, una montaña auténtica en el extremo norte de Grecia y simultáneamente un mundo mitológico por encima del mundo, desde el que los dioses podían mirar lo que ocurría en el mundo de abajo o incluso ir a visitarlo. Ese mundo era el hogar de muchos seres distintos. Estaban los inmortales, los antiguos habitantes de la tierra áspera, del río y de la montaña, de la isla, del bosque y de la costa. Estaban las nueve gracias, las tres musas e innumerables ninfas de muchas clases. Se las adoraba, pero sin solemnidad; recibían ofrendas de miel, fruta, leche, aceite. Entre ellas vivían pastores, campesinos, gente sencilla y también los híbridos que tanto amaban los griegos: los centauros, mitad humanos, mitad caballos: los sátiros, mitad macho cabrío, mitad hombre. Estas gentes del campo tenían una sabiduría especial y se enviaba a los héroes, e incluso a veces a los dioses, a que fueran criados por ellos.Esparcidas por el terreno salvaje de la península griega, en las islas y en las líneas costeras, se encontraban las ciudades, el verdadero hogar de los seres humanos, los centros de las grandes sagas familiares que constituyen una parte importante de la mitología griega. La sociedad griega no era como la nuestra; los seres humanos convivían más íntimamente con sus dioses e inmortales. Las categorías podían confundirse: Dioses, inmortales y mortales amaban y crecían juntos. Los seres podían cambiar de clase: transformarse de mortales en dioses, estrellas, montañas, flores e incluso canciones. Era un mundo fluido, inestable y

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siempre cambiante, y muchas de las historias giran en torno a esa momentánea metamorfosis. En un principio, creían los griegos, no había barreras entre los diferentes habitantes del mundo. Cuando Cadmo abandonó su larga búsqueda de su hermana Europa y construyó Tebas, la primera ciudad de Grecia, Apolo levantó las murallas para él, le dio el alfabeto y los tonos que constituyen la escala musical, y todos los dioses olímpicos asistieron a su fiesta nupcial cuando se casó con Armonía, la hija mortal de Afrodita y Ares.

Más tarde, los habitantes de la Tierra se volvieron arrogantes e irrespetuosos; Zeus trató de reprenderles, pero su actitud no sirvió de nada. Finalmente, Prometeu, cuya falsedad e insolencia no conocían límites, rogó el propio fuego del Olimpo y les enseñó a los mortales a usarlo, liberándoles de la dependencia de la generosidad divina. 3


Zeus estaba furioso. Ordenó a Hefesto que hiciera una bella mujer, enviándola a la Tierra con una caja que contenía todos los males que ahora nos afligen, hambre, lucha, miseria, agotamiento. Llamó a la mujer Pandora (Todos los Regalos) y le dijo que no abriera la caja. Por supuesto ella la abrió, y todos los dolores de la mortalidad salieron velozmente y volaron cual nube negra por encima del mundo, aposentándose y creciendo por todas partes. Pandora cerró de golpe la caja justo a tiempo para mantener segura en ella la esperanza. Después de esto, aun cuando los humanos florecieron y se fundaron las ciudades, la sencilla mezcla de lo humano y lo divino había terminado. Los dioses individuales todavía amaban y ayudan a las personas pero ya no festejaban, comían o bebían en conjunto. Había amargas competiciones en el Olimpo acerca de qué humanos merecían favor y apoyo. Los dioses luchaban asimismo entre sí, y las grandes tragedias y aventuras nacen de su toma de partida. EL HADES era el otro reino de los dioses. Hades era el tercer hermano de Zeus y Posidón. La tierra de los muertos tomaba el nombre de ese Dios. Hemes llevaba las almas ahí. Luego, Caronte, el barquero, las cruzaba por las aguas del Leteo, que borraban todos los recuerdos de la vida. Las almas de los bondadosos quedaban libres de pasear por los Campos Elíseos. Tenían éstos una existencia nebulosa, sin alegrías pero serena. A los malvados se les reservaba el castigo eterno. Prometeu, a casusa de su impudicia y engaño, estaba encadenado y un gran águila le devoraba las entrañas eternamente. Sísifo se 4


esforzaba siempre en impulsar su gran roca hacia la cumbre de una colina, sin fin para ver, cómo volvía a caer cuando llegaba a la cima. Tántalo que robó néctar y ambrosía del Olimpo y se los dio a los mortales, está eternamente sumergido en un agua que no puede beber, tentados por uvas que no pueden alcanzar. Pero el submundo guarda dentro de sí una gran belleza: Persefoné hija de Deméter y reina de esta tierra oscura. Hades la violó y la llevó a su reino. Deméter estaba tan desolada que descuidó sus deberes y vagó por el mundo enloquecida, así que las plantas se marchitaban y los animales y las personas se morían lentamente, de hambre y sed. Finalmente, Zeus ordenó que Perséfone fuera devuelta a su madre a condición de que no consumiese nada en el Hades. Pero ingirió seis semillas de granada, y por tanto debía pasar seis meses uno por cada semilla con su esposa. Regresa cada primavera, y el placer de Deméter quedó expresado en el renacimiento de la tierra. Por eso hay invierno y verano.

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Unos pocos grandes héroes quebraron las reglas del Hádes: Bajaron y regresaron de él. El más famoso de ellos fue Orfeu, el juglar. Cuando su amada Eurídice murió, él quedó tan destrozado que se atrevió a emprender un terrible viaje. Tocó la lira ante el trono de Perséfone, y la música fue tan embelesadora que los condenados olvidaron sus tormentos y Hades, se apiadó. El dios le impuso a Orfeo solamente una condición: Que no mirara a su mujer mientras estuviera en el mundo inferior. Él retrocedió por el camino oscuro hasta que estuvo bajo el Sol, volviéndose impaciente y excitado. Demasiado pronto. Eurídiceles seguía de cerca, pero aún no había atravesado las puertas. Ante sus angustiados ojos, se desvaneció en las sombras para siempre. LOS POEMAS ÉPICOS DE HOMERO permanecen entre nosotros. Ilíada cuenta con la larga historia de la guerra de Troya, y Odisea narra el viaje de regreso de Ulises (Odiseo) a su hogar al final de la guerra, viaje que duró diez años. Estos poemas son extraordinarios, no solamente bellos y complejos. Nos cuentan mucho de lo que sabemos sobre el pensamiento griego que subyacen a este pensamiento, y además, por su profundidad, nos enseñan muchas cosas sobre la vida cotidiana, la vestimenta, los alimentos y la religión. EL SITIO DE TROYA marca el fin de la época de los héroes, no provocado por los seres humanos sino por los propios dioses. Zeus, disfrazado de cisne, violó a Leda y de su pasión nació Helena, la mujer más bella que jamás se hubiera visto.

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Luego París, príncipe de Troya, se encontró en la poco envidiable situación de tener que juzgar quién era más adorable: Hera, Atenea o Afrodita que se le aparecieron desnudas en el monte Ida ofreciéndole sobornos: poder, sabiduría o la mujer más bella del mundo. Él entregó la manzana dorada, símbolo de su elección, a Afrodita, y ésta le recompensó con Helena esposa de Menelao, rey de Esparta. La pareja huyo a Troya. Menelao convocó a todos los príncipes de Grecia a que le ayudaran a recuperar a su mujer. Los griegos sitiaron Troya durante diez años, pero no pudieron abatir sus murallas. Los dioses se mostraron tan implicados como los mortales; cada uno favorecía a determinados guerreros en particular. Tras muchas indecisiones, Aquiles, el más valiente de los griegos, que había permanecido malhumorado en su tienda rehusado a luchar, volvió a la guerra y mató a Héctor, héroe de los troyanos. Furioso por la muerte de su amigo Patroclo, deshonró a Héctor arrastrando su cadáver alrededor de las murallas de Troya. En venganza, Afrodita guió la flecha de Paris para que penetrara en el tendón de Aquiles, su único punto vulnerable. Tras muchas pérdidas y carnicerías, los dioses resolvieron renunciar a participar en el asedio, dejando el campo libre a una lucha limpia entre los mortales griegos y troyanos. ULISES, rey de Ítaca, fue quien finalmente decidió el conflicto con un truco. Una mañana los troyanos despertaron, vieron partir las velas de los barcos griegos en el horizonte, pero en las llanuras, debajo de la ciudadela, había un regalo honorable, un enorme caballo de madera. 7


Contentos, lo arrastraron al interior de la ciudad. Pero el caballo no era ningún tributo: dentro de su cuerpo hueco había una escogida tropa de guerreros que al caer la noche salieron en tromba, abrieron las puertas de Troya desde el interior y el ejército griego, que volvía protegido por la oscuridad, incendió y arrasó completamente la ciudad.

ODISEA es muy distinta a Ilíada. Ulises, es un nuevo tipo de héroe. Su viaje no se efectúa hacia la inmortalidad del Olimpo sino hacia su hogar, rumbo a su amada mujer Penélope y su pequeño reino rocoso de Ítaca. Los dioses habían dejado libre el campo de batalla de Troya, creando así espacio para algo nuevo, un héroe plenamente humano cuya

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propia psicología es más importante que sus patrones divinos. La astucia de Ulises había provocado la caída de Troya, y por esta razón muchos de los dioses olímpicos no sentían amor por él. Pero no fueron principalmente los dioses los que le retrasaron en extraordinario viaje. La historia de Odisea la conduce su propia lujuria, sus estupideces y sus amistades. Gracias a su valor y su experiencia consiguió por fin lo que ambicionaba. Durante diez años su barco se esforzó por encontrar el camino entre los peligros del mar Mediterráneo. Le atacaron tormentas y monstruos: entre ellos, las sirenas, cuyas dulces voces seducían a los marinos y les llevaban a la muerte; el torbellino oscuro de Caribdis; el cíclope, un vicioso gigante de un solo ojo; la adorable bruja Circe; la languidez inducida por las drogas de las Islas del Loto; la cálida bienvenida de los viejos amigos. Triste, solitario, perdido, pero con determinación, luchó durante su larga búsqueda. Entre tanto, en Ítaca, Penélope aguardaba y confiaba, conservando su hijo y su reino, creyendo siempre en ele regreso de su amado. Muchos pretendientes suyos deseaban que volviera a casarse, y en esos largos años la amenazaron y la utilizaron. Ella les engañó diciendo que no podía casarse hasta haber tejido una mortaja para su hombre. De día tejía, y por la noche deshacía lo hecho. Finalmente, Ulises regresó a su hogar. Disfrazado de mendigo, y con su hijo Telémaco, luchó y derrotó a los pretendientes de Penélope en una lucha espectacular en el gran salón de su palacio. Penélope, casada y desconfiada, 9


reconoció por ultimo a su hombre. Aun cuando otros héroes tardaron menos que Ulises en volver a su hogar, tras la guerra, ninguno de ellos alcanzó la alegría que él y Penélope se habían ganado. LA POESÍA Y EL TEATRO GRIEGO, ambos sofisticadas formas artísticas, han traído los mitos griegos hasta nosotros a través de la reelaboración de las historias. La gran épica de Homero, la compleja lírica de Ovidio y la enorme altura y magnificencia de las grandes tragedias teatrales han dejado una huella indeleble en la literatura y el teatro. La tragedia surgió de una antigua actitud religiosa hacia los mitos. El término <<tragedia>> proviene de la palabra que designa a una cabra, el animal sacrificado en las dionisíacas, los antiguos festivales de exceso y abandono celebrados en honor de Dioniso. Dentro de estas festividades había canciones rituales interpretadas por una voz solista y un coro. Gradualmente se le añadieron otros personajes, vestuario y dialogo, y poco a poco la tragedia se separó de sus raíces, y se convirtió en una forma artística. Sus reglas (por ejemplo, los asesinos siempre se representan fuera del escenario) son obligatorias. Las tragedias siempre enfocaban los temas contemporáneos de moralidad, poder, ley y amor apelando a las antiguas historias. De esta forma, los mitos no sólo se recordaban sino que se desarrollaban, se esclarecían y acababan cargados de una profundidad emotiva y psicológica que les ayudaba a sobrevivir, y que desde luego los han preservado, tanto como su expresión, para nosotros. ESQUILO es el más antiguo de los grandes escritores trágicos atenienses. Las siete tragedias suyas que han sobrevivido (fue 10


autor de más de noventa) se centran en Prometeo, Perseo y otros héroes, pero especialmente en el tema de la venganza y la justicia tras los diez años de la guerra de Troya. Antes de conducir al ejército griego a la guerra, Agamenón rey de Micenas, sacrificó a su hija Ifigenia para conseguir buenos vientos rumbo a Troya. Clitemnestra, su esposa, no se lo perdonó nunca. A su victorioso regreso, ella y su amante Egisto le asesinaron a traición. Había tomado un baño y Clitemnestra le cosió las mangas de la camisa para que se enredará al vestirse, siendo apuñalado en esta postura humillante.

Orestes, hijo de Agamenón, y su hermana, Electra, vengaron la muerte de su padre matando a su madre y al amante de ésta. El castigo de los dioses fue severo: el asesino habría de ser perseguido durante toda la vida por las Euménides, las Furias. Orestes huyó de Micenas y buscó la expiación de su falta, su liberación de las Furias y la anulación de la justicia de los dioses. Finalmente fue a absuelto, y su actuación 11


acabó siendo justificada por la súplica de Atenea. Pudo heredar su trono y reinó con alegría y autoridad. SÓFOCLES es el más famoso de los trágicos atenienses. Amigo y discípulo de Esquilo, fue honrado como poeta y hombre de estado y ejerce una profunda influencia sobre nuestra época porque fue quien inmortalizó la tragedia de Edipo, que dio su nombre a la teoría central de Freud. Sófocles, en una serie de tragedias, apeló a las crónicas de Tebas, el último lugar donde los dioses habían hecho celebraciones conjuntas con los mortales. Generación tras generación, todo acababa en tragedia. El padre de Edipo, rey de Tebas, supo por un oráculo que sería asesinado por su propio hijo; para evitar ese destino hizo que se le quebraran los pies a su hijo en su nacimiento, ordenando que se le abandonara desnudo; pero Edipo fue rescatado y creció y Corinto. Tal como se había predicho, Edipo mató a su padre sin saberlo, y, tras resolver el enigma de la Esfinge, se le ofrecieron la corona de Tebas y la mano de la reina viuda, Yocasta, su propia madre. Cuando el horror del parricidio y el incesto salió a la luz, se cegó a sí mismo y abandonó Tebas guiado por su hija, Antígona. Para él, no había expiación ni alivio. Murió en Ática. EURÍPIDES es el tercero de los grandes trágicos. Contemporáneo, amigo y rival de Sófocles, fue famoso en su momento por el desagrado que sentía por las mujeres, aversión que se manifiesta en los personajes femeninos de sus tragedias. Al parecer de forma casi competitiva, escribió tragedias basadas en mitos similares a los tratados por los

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autores anteriores, dejándonos versiones de la historia de Orestes y de los mitos fundacionales de Atenas.

Pero cuando, a su vez, apeló la historia mitológica de Tebas en su obra Las bacantes, ocurrió algo mágico. Las bacantes eran devotas de Dioniso; el suyo era un culto salvaje y peligroso que alentaba a la posesión extática. Las dionisíacas, festivales en los que participaban los ciudadanos y de los que surgió el teatro trágico, eran una versión moderada y ritualizada del culto. Dioniso era hijo de Sémele y del propio Zeus, que le convirtió en dios. Ágave la hermana de Sémele, también tenía un hijo, Penteo, que llegó a ser rey de Tebas. Rehusó éste reconocer la divinidad de su primo, prohibió los cultos dionisíacos y trató de ilegitimar los salvajes ritos. Fue castigado por su madre por su irreverencia. Atrapado por un grupo de bacantes en pleno éxtasis, dirigidas por Ágave, le hicieron pedazos en un trance maníaco. De éste modo la tragedia

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rendía un irónico homenaje a sus raíces en los rituales dionisíacos. LOS RELATOS ACERCA DE LOS HÉROES están en el corazón de la mitología griega; por supuesto, tales fueron las historias que Homero utilizó, cambió, desarrolló y transformó cuando escribió Odisea. Originalmente, un héroe era hijo de un Dios y una mortal. Los héroes tenían poderes sobrehumanos y asistencia directa de sus progenitores divinos. La situación se fue complicando, y el héroe llego hacer un héroe factible de ser reconocido como divino después de su muerte, con el supuesto de ser adoptado en su propia tierra.

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Además, la cronología de los mitos y la de sus héroes se vuelve confusa, al igual que las genealogías de sus historias, pero todo esto debe tomarse como parte de lo mágico. Prácticamente todos los héroes griegos –se nos afirmafueron argonautas. Todos tomaron los remos al mandato de Jasón cuando éste condujo la nave Argo a la gran aventura de recuperar el Vellocino de Oro para Grecia desde Cólquida, en el mar Negro. Ahora bien, las historias cuentas que Jasón acabó con éxito su búsqueda por el amor que inspiró a Medea, la princesa maga, que usó sus enormes poderes para ayudarle. Más tarde, el despecho de ella maldijo su vida; ella le abandonó y huyó a Atenas en el carro de Helio, guiado por dragones. Muchos de los héroes de la mitología griega tienen características comunes: son hijos desposeídos, no reconocidos, que reconquistan sus reinos de las manos de usurpadores. Su infancia está imbuida de magia. Se educan lejos de las ciudades, en el campo, a menudo al

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cuidado de ninfas o centauros. Están protegidos por un dios en particular. Destruyen a monstruos. Y sus gestas son siempre memorables. Entre los héroes famosos se cuenta Perseo, quien mató a la Medusa, La Gorgona que podía convertir a la gente en piedra con una simple mirada y cuyo rostro todavía a nos mira de forma siniestra desde el centro del escudo de Atenea: Perseo entregó este reconocimiento a la diosa por agradecimiento porque ésta le permitió usar el escudo como espejo, para así habérselas con el monstruo sin tener que mirarle nunca directamente. También cuentan Belerofonte, que cabalgó en el caballo alado Pegaso y mató a la Quimera de tres cabeza; Aquiles, cuya madre le sumergió en agua mágica para que fuera invulnerable, excepto los talones, por los que le había sujetado; Cástor y Pólux, los hermanos mellizos de Helena, que compartían la inmortalidad, y muchos más. Pero los

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héroes más grandes fueron Heracles y Teseo. HERACLES era hijo de Zeus y Alemana, una mortal. Celosa de la pasión de su hombre, Hera engañó a Zeus haciendo que colocara a Heracles bajo voto de obediencia a su primo Euristeo. Aun antes de llegar adulto, Heracles había mostrado tanta fuerza que Euristeo le temía. Procurando liberarse de su primo menor, éste le hizo realizar los famosos y supuestamente imposible Doce Trabajos, entre ellos capturar las yeguas salvajes de Diomedes.Heracles logró llevar a cabo todos los trabajos.

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Liberado de su voto de obediencia y libre de emprender aventuras de su propia elección, vagabundeó por el mundo matando monstruos y apoyando causas justas. Estos actos valerosos y de utilidad pública, sin embargo, no apaciguaron a Hera. Por su causa, Heracles fue feliz. Experimentaba terribles ataques de locura, durante los que cometía asesinatos, incluyendo el de su amada primera mujer, Mégara, y sus hijos. Más tarde mató a Neso, un centauro que estaba violando a su segunda mujer, Deyanira. En venganza, el moribundo Neso le dio una túnica a Deyanira afirmándole que impediría que Heracles se volviera a casar con otra mujer-. Cuando Deyanira oyó que Heracles volvía a estar enamorado, le envió la túnica creyendo que actuaria como una poción amorosa; estaba impregnada de veneno mortal de la propia sangre de Neso, quemando las carnes de Heracles con el poder de un ácido. Pero Zeus, que contempló la agonía de Heracles, le salvó de la mortalidad apropiándose de él, conduciéndole al

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Cielo e instalándole en un trono cual un dios. TESEO era hijo de mortales. Le crió su madre pero en cuanto pudo acudió a la corte de su padre, Egeo, rey de Atenas. En Atenas, su padre le obsequió con una cálida bienvenida, pero Teseo se encontró con que había llegado a una ciudad entristecida. En aquel tiempo, Atenas pagaba un horrendo tributo anual a Creta: catorce jóvenes debían alimentar al Minotauro, el monstruoso toro del Laberinto.

Teseo se entregó voluntariamente como parte del tributo, a pesar de que ello significase enfrentarse a una muerte cierta. Ariadna, la hija del rey, que le amó, le hizo entrega de un 19


rollo de hilo escarlata. En las profundidades del Laberinto cretense, Teseo luchó contra el monstruo y lo mató, siguiendo luego el desarrollo del hilo para encontrar el camino de salida en la oscuridad. Al igual que Heracles, el triunfo no supuso la felicidad a Teseo. Abandonó a Ariadna, dejándola en la isla de Naxos, donde ella se suicidó. Más tarde se enamoró de Hipólita, reina de las Amazonas, y se casó con ella. Tuvieron un hijo: Hipólito. Cuando ella murió, Teseo se casó con Fedra, la hermana de Ariadna. Al igual que su madre, Fedra sentía pasiones perversas. Deseaba al hijo de Teseo y cuando se vio rechazada, le comentó a este que Hipólito había tratado de seducirla. Teseo maldijo a su amado hijo, e Hipólito fue destruido por un toro enorme que surgió e las profundidades del mar. Pero Teseo fue un gran rey: introdujo la democracia en Atenas, forjó las primeras alianzas entre las ciudades- estado de Grecia y fue favorecido por la inmortalidad de los héroes. METAMORFOSIS MÁGICAS- cambios de mortal a divino, de dios a lluvia dorada- ocurrían con frecuencia. Algunos de estos cambios son divertidos y encantadores, y otros, más oscuros. Las sirenas, cuyas voces irresistibles conducían a la muerte a los marinos a lo largo de la costa de Sicilia, fueron alguna vez bellas ninfas, ayudantes de Perséfone. Optaron por ser monstruos: cuando Hades raptó a Perséfone, se turbaron tanto que juraron vengarse de todos los hombres; les crecieron picos, alas y garras. Seducían y devoraban a los viajeros. 20


Medusa, la Gorgona a la que mató Perseo, fue con anterioridad una mujer adorable, pero ella y Posidón satisficieron su pasión en un templo dedicado a la virginal, Atenea, y como castigo, ésta la transformó en Medusa. Sus cabellos eran tan hermosos que Atenea decidió cubrir su cabeza con serpientes vivas. Los monstruos podían nacer por otros medios. Cuando los mortales hacían el amor con los dioses podían crear héroes, pero alguna perturbación podía generar monstruos. El Minotauro que devoraba a la juventud griega era un monstruo de esta clase. Su madre era Pasífae, mujer de Minos, rey de Creta. Se enamoró de un toro, y de tal pasión fue concebido el Minotauro. El gran Laberinto que hay en el corazón de Cnosos, la capital de Creta, fue construido para albergar a éste. Las ambivalencias, las mutaciones, las transformaciones mágicas podían dar origen a la belleza o a la funesto. 21


A veces, estas dos condiciones se conjugaban. De los mitos de sus héroes y de los cultos a sus dioses, del sentimiento de que todo fluía, de que la divinidad era posible y también lo eran las monstruosidades, del maravilloso estallido de la propia tierra, y de la mezcolanza de historia y mitología en una gran narración sin fisuras, los griegos desarrollaron un ideal de belleza humana que ha influido en todo el mundo occidental. Al igual que los dioses tenían características humanas, los humanos también podían ser, potencialmente al menos, divinos: no sólo en el sentido del espíritu encumbrado, sino también en el de sus poderes físicos y mentales. LOS JUEGOS EN HONOR DE LOS DIOSES reflejaba con toda claridad la creencia griega en la divinidad. Celebración en parte religiosa y física, en parte ceremonia sagrada o competición mundana, los juegos conjugaban todos estos aspectos, y los griegos no sentían que hubiese contradicción en ello. Había diversos juegos de este tipo en Grecia, pero los más famosos son los celebrados en honor de Zeus el Olímpico, señor de los cielos y la Tierra. Estos juegos pasaron del mito a la historia, sin fisuras. Hubo quienes sostuvieron que los fundó el propio Zeus para celebrar su victoria sobre los titanes. Otros han asegurado que los inauguró Heracles en agradecimiento a su padre Zeus después de que éste le limpiara los establos de Augias. Desde su comienzo, los juegos se entremezclaron con los mitos.

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En honor de Zeus, los juegos cumplían con un orden riguroso. Antes de su comienzo se declaraba una tregua sagrada: todas las guerras cesaba, y los viajeros a los juegos tenían salvoconducto en territorio de sus enemigos. La población de la ciudad de Elis hospedaba y juzgaba los juegos, y ofrecía los sacrificios, pero nunca competía. Sus habitantes acudían desnudos a supervisar los acontecimientos, como símbolo de que no se había sobornado, estando ligados a votos de imparcialidad y justicia. Los competidores se regían también por disciplinas religiosas: tenían que ejercitarse ritualmente, purificarse y jurar por Zeus que competirían honorablemente. Los juegos tenían lugar cada cuatro años y duraban cinco días. Había varios acontecimientos competitivos en el Olimpo: el pentatlón, los cinco deportes sagrados que 23


incluían la carrera, el salto, el boxeo, la lucha y el lanzamiento del disco; las carreras de caballo y concursos de poesía, elocuencia y bellas artes. Los únicos premios que se ofrecían eran coronas hechas de hoja de laurel, el premio que Heracles escogió para sí tras los Doce Trabajos. Pero las ciudades de origen colmaban de honores extraordinarios a los campeones olímpicos; según la tradición, de regreso a casa no entraban a la ciudad por ninguna de sus puertas, sino por una brecha hecha por las murallas abiertas a propósito. Se empleaba a poetas y a pintores para celebrar sus triunfos, y se les erigían estatuas en una pineda cercana al Olimpo, sagrada para el propio Zeus. ATENAS se convirtió lentamente en la ciudad predominante de Grecia. Su importancia pertenece más a la historia que a la mitología, pero sus ciudadanos no lo consideraban así. Incluso el desarrollo de lo que nos parece más moderno, la democracia se adscribía a los poderes particulares de su propia diosa virginal, Atenea. Su templo, el Partenón, que en griego significa Templo de lo Virginal y que se encuentra en lo alto de la Acrópolis, ha llegado a representar todo lo más bello del arte griego; los atenienses habrían considerado esto lo correcto. Atenea era hija de Zeus y Metis. Zeus, que reconocía la gran sabiduría de su amante, temía que cualquier hijo de ella fuera más poderoso que él en cuanto creciera, así que al descubrir su embarazo, se la comió. Más tarde sufrió un dolor de cabeza tan fuerte que ordenó a Hefesto que le

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abriera el cráneo. De esa herida surgió Atenea, ya adulta y armada.

Diosa de la sabiduría, la guerra y las artes liberales, Atenea fue una de las consejeras más íntimas e importantes de Zeus, dándole éste derecho a otorgar el don de la profecía, a prolongar la vida de los mortales y a lanzar sus propios truenos. Contrariamente a Artemisa, Atenea no rehuía la compañía masculina, y cuidó mucho a sus propios héroes, entre los más famosos de los cuales se contaron Jasón, Perseo y Odiseo. Su generosidad con Atenea fue notable: en tanto que ciudad suya, se convirtió en el hogar de la sabiduría y de todas las artes; se había ganado el derecho a dar nombre a la nueva ciudad y a ser su patrona tras competir con su tío Posidón.

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Ambos reclamaban ese honor, y los dioses, temiendo que estallara una guerra entre ellos, propusieron un arreglo pacífico: el derecho correspondería a quien proporcionara a la humanidad un regalo considerado el más valioso. Posidón aportó el primer caballo; Atenea ofreció un olivo. Los dioses juzgaron que la ingesta era más necesaria que el transporte, y que la paz, simbolizada por el olivo era más valiosa que la guerra, representada por el caballo. Atenea era representada a menudo con su armadura, pero sosteniendo una rueca o un huso en vez de una lanza. Esta idea –el poder y la victoria militar pueden combinarse con las artes, la sabiduría reflexiva y el conocimiento domestico- es subyacente a los logros de la cultura ateniense, y enlaza la larga historia de filosofía, conocimiento, democracia y belleza, con los que asociamos a Atenas, con los mitos griegos surgidos antes de que se crease la ciudad. LAS HISTORIAS DE AMOR también dieron forma al mundo clásico. Todos los mitos eran guías mortales, no dogmáticas, sino historias ejemplares de reprobación o aliento. Esto es particularmente cierto en las historias de amor, y se expresa con toda claridad en el mito de Eros y Psique. Eros dios del sexo, hijo de Afrodita, era a la vez un niño juguetón y un Dios poderoso. Amaba a Psique y pasaba las noches con ella como amante; pero sabía que ella no podía sobrevivir a la vista de su auténtica magnificencia, por lo que le prohibió que le mirara. Ella no pudo resistir la tentación, encendió una linterna y contempló su gloria. Él se desvaneció en la nada y ella se vio obligada a buscarle por todo el mundo. Su decidida búsqueda de la belleza verdadera de su amado

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terminó siendo premiada, y ambos amantes acabaron reunidos en el Olimpo en perfecta felicidad.

El amor no siempre tenía un final feliz. Casandra, princesa de Troya, era amada por Apolo. Él le otorgó el don de la profecía, pero después de recibirlo, ella rehusó consumar su amor. Los dones de los dioses no pueden ser recusados por éstos, pero pueden implicar una condena. Apolo, furioso, añadió al poder concedido de conocer el futuro el penoso aditamento de que nadie creyese una palabra de lo que Casandra afirmase. Por tanto, cuando ella profetizó la caída de Troya, fue tratada de lunática. Narciso se amaba a sí mismo tanto como su propia belleza: muchas fueron las horas que consumió en los bosques de Arcadia contemplando su reflejo en un estanque, al punto 27


que echó raíces en el lugar y se convirtió en una flor. Por su parte, Midas amaba tanto el oro que cuando Dioniso le ofreció un favor, pidió que todo lo que tocara se convirtiera en ese metal. Se le concedió ese deseo: los alimentos que consumía, la ropa que intentaba ponerse, incluso su amada hija, se convirtió en oro. Mientras cazaba, Acteón, vio a Artemisa bañándose desnuda. Tan enorme era el poder de su presencia, que la vista de su desnudes le resultó irresistible a Acteón: fue transformado en ciervo y sus propios sabuesos le cazaron y le mataron. El hermoso joven Jacinto atrajo el amor de dos dioses, Apolo y Céfiro (viento del oeste). Los celos que provocó entre ambos fueron fatales para él. Céfiro se valió de su aliento para desviar un disco que Apolo arrojaba, y éste golpeo a Jacinto en la cabeza y lo mató. Los dioses también sobrepasaban los limites correctos del amor. Para que pudiese huir del acoso de Apolo, la ninfa Dafne fue transformada en laurel, razón por la cual es laurel se convirtió en símbolo de victoria. Siringa, perseguida por Pan de modo parecido, pidió a los dioses que la convirtieran en junco; Pan confeccionaría sus flautas con aquel junco para poder oír siempre la voz de la amada a la que había perdido. Pero, a pesar de los peligros, el amor gozoso no era imposible. Endomión, eternamente joven, se encontró con Artemisa en sus sueños nocturnos en una ladera del monte Latamos deleitándose ambos entre sí. Por respeto a su pericia técnica y a su rectitud, los dioses consintieron en animar la estatua que Pigmalión había esculpido y de la que se había 28


enamorado. La ninfa marina Galatea transformó a Alais, su amante asesinado, en una fuente para poder gozar de él por siempre jamás. Alcíone y Caix, ahora aves marinas, se deslizan juntos, se aparean y crían a sus pequeños en primavera, en nido flotantes, mientras Eolo mantiene el mar en calma durante siete días en invierno para que empollen los huevos. La fidelidad de Penélope fue premiada cuando Ulises regresó a su hogar Ítaca. No hay que olvidar que a pesar de ser mundanos y sofisticados, las raíces de estos mitos se asientan en algo mucho más primordial.

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DELFOS era el centro –el <<ombligo>> le llamaban- del mundo griego. Aquí estaba el gran altar de Apolo, dios de la profecía, con templos, tesoros y juegos. Pero en su corazón existía una gruta natural y sin adornos. En la gruta se hacía presente una grieta humeante: la fuente del Oráculo de Delfos. El poder de Delfos es más antiguo que cualquier historia. Carece de principio. Todos y cada uno de los héroes griegos, tanto mitológicos como históricos pidieron consejos a Delfos. Para todas las decisiones importantes, y para muchas de las triviales, la gente se encaminaba allí, ofrecía regalos pródigos y consultaba el oráculo. La sacerdotisa entraba en la gruta, se sentaba desnuda sobre un trípode, inhalaba el vapor que salía del pozo y caía en un trance profundo. Cuando el vapor la envolvía, era poseída por convulsiones y aullaba los mensajes que oía en las profundidades. Los sacerdotes interpretaban sus delirios a los promesantes. Las profecías de Delfos solían ser ambiguas, engañosas, astutas. Sin embargo, se las veneraba con un respeto que se les negaba incluso a los propios dioses del Olimpo. Delfos era el corazón oscuro del mundo dorado.

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