Rut la novia gentil de cristo

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RUT LA NOVIA GENTIL DE CRISTO ESCALONES HACIA LA GLORIA

por Brian J. Bailey


Título original: “Ruth: The Gentile Bride of Christ” Copyright © 1992 Brian J. Bailey Todos los derechos reservados. Publicado por Zion Christian Publishers. Título en Español: “Rut: La novia gentil de Cristo” 1.2.1 Derechos de autor © 1996 por Brian J. Bailey. Traducido al español por: Marlene Zacapa y Dawn Hewitt Edición: Carla Borges. Segunda edición en español impresa en abril 2006. Tercera impresión Agosto de 2010. Impreso en Waverly, NY. EE.UU. Todas las citas bíblicas encontradas en este libro han sido tomadas de La Santa Biblia, versión Reina Valera © 1960 Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que se indique lo contrario. Para mayor información o copias adicionales, por favor diríjase a: Zion Christian Publishers PO Box 70 Waverly, New York 14892 EE. UU. de Norteamérica Teléfono: (607) 565-2801 Fax: (607) 565-3329 www.zionfellowship.org

ISBN 1-890381-21-7


DEDICADO Al Señor Jesucristo, El Poderoso, el Señor de la cosecha de los días postreros, y a Audrey, mi querida esposa, quien ha demostrado a través de todo su sufrimiento, el amor constante de Dios, que caracteriza a una verdadera mujer de Dios y a una Madre Espiritual.


AGRADECIMIENTOS A Marlene Zacapa - Por su exelente trabajo en la traducción de este libro al español. A Dawn Hewitt – Por su diligencia y dedicación detrás de la computadora, para trabajar en la copia del manuscrito en español para su publicación. Estamos tan agradecidos por su disposición al poner de su tiempo en este trabajo. Al Pastor Peter Jurka – Quien a pesar de su ocupadísimo itinerario, estuvo dispuesto y tomó extensas horas de trabajo para preparar la copia en español del libro de Rut. A Gisela Casillas de Fragoso y Carla Borges por su valiosa ayuda en la revisión y edición del texto en español. Al equipo Editorial de ZCP- Carla Borges, David Kropf, Justin Kropf, Raquel Pineda.

Deseamos extender nuestro agradecimiento a todas esas personas queridas, pues sin sus muchas horas de inestimable ayuda este libro no hubiera sido posible. Estamos verdaderamente agradecidos por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro para la gloria de Dios.


PRÓLOGO Primero y fundamentalmente, el libro de Rut ejemplifica el segundo mandamiento; “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Esta ley del amor está retratada bellamente en la relación estrecha había entre Rut, la moabita y su suegra Noemí. Vemos muy claro en las Escrituras que la devoción fiel y constante de Rut hacia Noemí, fue purificada y profundizada a través del fuego de la tragedia y del sufrimiento profundo. Como resultado de muchos quebrantamientos, vemos que el amor de la una hacia la otra se purifica, hasta el punto en el que podemos ver cómo el amor puro de Jesús fluye a través de estas dos valientes mujeres. En segundo lugar, este libro cuenta la historia del amor profundo y permanente que Rut sentía por su difunto marido, Mahlón. La profundidad de este amor es evidente cuando consideramos, al estudiar las Escrituras, que el segundo matrimonio de Rut con Booz se llevó a cabo con el único propósito de preservar una simiente en Israel y una herencia para Mahlón. La buena voluntad que Rut tuvo al dejar atrás su tierra y a su pueblo, para asegurar una herencia para su difunto esposo, es ciertamente un testimonio de su fidelidad hacia él, hacia Dios y hacia Israel. En tercer lugar, vemos en la persona de Booz el amor puro de Jesucristo. En él también vemos al Pariente Redentor, al Hombre poderoso y al Señor de la cosecha, que nos trae el reposo con Dios, nuestro Esposo Celestial.


En cuarto lugar, a través de la unión de Rut y Booz, vemos la unión de la Iglesia verdadera con Jesucristo. Rut era una gentil, Booz era un hebreo. Y así como Jesucristo redimió a Su pueblo vemos que Booz redimió a Rut y se desposó con ella. En la misma forma, Jesús vuelve por una esposa. Él murió por todos, judíos al igual que gentiles, y Su Iglesia está conformada por todos los que serán Su amada Esposa.


ÍNDICE 1. Introducción ............................................................ 9 2. Escalones a la gloria ............................................. 11 3. El regreso de Noemí ............................................. 27 4. La cosecha de cebada ........................................... 31 5. El carácter de Booz ............................................... 35 6. La naturaleza afable de Rut .................................. 39 7. Manojos con propósito ......................................... 43 8. Comienza a nacer la esperanza ............................. 45 9. El pariente redentor .............................................. 55 10. La herencia perdida .............................................. 59 11. Booz tipifica a Cristo ............................................ 63 12. Rut tipifica a la Esposa de Cristo ......................... 67 13. El matrimonio de Booz y Rut ............................... 71 14. Las bendiciones para Noemí ................................ 75 15. La genealogía de David ........................................ 77 16. Conclusión ............................................................ 79



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1 Introducción El libro de Rut es una historia verdaderamente hermosa que cuenta la vida de una joven moabita. Es la historia de alguien que pasó a través de un valle de angustia, sufrimiento y humillación intensa; no obstante, al final se convirtió en la bisabuela del rey David. Siendo una gentil de nacimiento, Rut llegó a formar parte del linaje a través del cual el Salvador del mundo se manifestó. Ya que Él vino a redimir igualmente a judíos como a gentiles, ciertamente la sangre de ambos debía fluir por Sus venas. Rut es un tipo de la Iglesia gentil (no judía), que entra en las mismas promesas y relación de pacto con Dios que privilegiadamente disfrutó Israel con su Esposo celestial, Jehová, el Señor Jesucristo. Es importante, que en este momento consideremos el antecedente histórico de Israel. De acuerdo con los rabinos judíos, este libro tiene lugar durante el periodo en que los madianitas y amalecitas habían devastado la tierra de Israel. Fue un tiempo de sufrimiento intenso para el pueblo de Dios. No obstante, este sufrimiento fue infligido sobre ellos como retribución justa de parte de Dios, porque habían hecho lo malo a los ojos de Dios. “Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. Pues sucedía


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que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová” (Jue. 6:2-6). Debido al hambre, muchos israelitas huyeron a la tierra vecina de Moab. Entre aquellos que encontraron refugio en Moab había un hombre llamado Elimelec, su esposa Noemí, y sus dos hijos, Mahlón y Quelión. El libro de Rut relata la vida de esta familia, pero primordialmente la vida de la nuera de Elimelec. Rut, una joven gentil, llegó a la tierra de Israel después de la muerte de su marido Mahlón, y posteriormente se convirtió en una de las heroínas en la historia judía. Junto con Tamar y Rahab, ella es una de las tres gentiles en el linaje de Cristo. Rut es también una de las siete mujeres estériles en las Sagradas Escrituras. Rut, Sara, Rebeca, Raquel, la esposa de Manoa, Ana y Elisabet, todas ellas procrearon hijos en una etapa avanzada de su vida; sin embargo, todos estos hijos se convirtieron en hombres de transcendencia en la historia de Israel.


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2 Escalones hacia la gloria Este hermoso libro de Rut comienza con el relato de una peste de hambre que afectó seriamente a Israel. Debido a la invasión y ocupación de los ejércitos gentiles de Madián y Amalec, Israel estaba sufriendoun trastorno económico severo; ciertamente, eran tiempos difíciles. Así fue como, Elimelec, un esposo y padre, llegó a conocer las angustias de la privación económica, similar a la que acecha el mundo hoy. Para proveer a su familia, la solución de Elimelec fue salir de su tierra de escasez y penalidades, hacia una tierra extranjera donde prevaleciera la paz y relativa prosperidad. Frecuentemente, el Señor usa condiciones como éstas para realizar Sus más altos propósitos para Sus elegidos. Lamentablemente, Elimelec no pudo ver desplegado el plan divino de Dios, ya que murió en la tierra en la que era un extraño. Los nombres dados a los dos hijos de Elimelec y Noemí nos ayudan a ver el interés espiritual, y hasta la desesperación, de los padres en este momento de sus vidas. Mahlón significa criatura débil, y ciertamente su situación espiritual y material había sido considerablemente debilitada. Quelión, el nombre del segundo hijo significa: languidez o debilidad. Este nombre personifica el anhelo en el corazón de sus padres por su patria y los días de prosperidad del pasado, en los que habían conocido


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fertilidad espiritual verdadera en la casa de sus padres. La prosperidad anterior es aparente cuando consideramos los significados de los nombres de los padres. Elimelec significa Mi Dios es Rey, y Noemí significa placentera. Sí, su niñez había sido una de felicidad de gran comodidad, porque habían sido educados en los días cuando Israel disfrutaba de paz y reposo sin comparación. Era en los días cuando Débora la profetiza gobernaba la nación. Era un tiempo cuando la tierra había disfrutado de reposo por cerca de cuarenta años. Cuán importante es, que cuando estemos atravesando por un valle de pena y tristeza, permanezcamos constantes. Cuán importante es confiar en Dios, porque Él se especializa en la debilidad. Él dijo al apóstol Pablo en 2 Corintios 12:9: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Ahora, observemos por un momento la respuesta de Pablo: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”. Esta es la actitud verdadera y victoriosa de un “santo vencedor”. Bueno, había una porción similar de gracia que operaba en esta amada familia. El Señor estaba haciendo una obra especial en sus vidas a través de la muerte prematura de Elimelec. En Isaías 55:8-9 leemos: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. Verdaderamente, Sus caminos y Sus pensamientos son


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más altos que los nuestros, y no tenemos que dudar de Su sabiduría. ¡Debemos permitirle siempre a Dios que escoja por nosotros! Por lo tanto, en la sabiduría de Dios, Elimelec tenía que partir primero. Después vendrían los matrimonios de sus dos hijos Mahlón y Quelión, para luego enfocarse en quienes Él necesitaba para Sus propósitos, éstas eran Orfa y Rut. Más tarde, Mahlón y Quelión murieron. Al entrar en escena Orfa y Rut, podemos estar seguros de que Noemí naturalmente asumió que su vida iba a mejorar. No obstante, cuando estamos en las manos del Señor, una prueba parece siempre guiarnos a otra similar, pero de un matiz más profundo. De hecho la vida tiene un patrón; a menudo podemos entender mejor el recorrido de nuestra vida al mirar atrás, al hoyo del que hemos sido sacados. Al hacer esto, podemos ver la obra en particular que Dios tiene que hacer en lo profundo de nuestra alma y de nuestro espíritu, para quitar aquello que a Él le sea extraño. También, durante estos tiempos, somos capaces de ver nuestras circunstancias con ojos de fe y podemos apreciar los propósitos de Dios, y aquello que Él ha destinado para nuestras vidas. Para apreciar mejor el valle de desesperación por el que estaba atravesando esta familia piadosa, necesitamos detenernos por un momento para considerar parte de los propósitos del sufrimiento.


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Las bendiciones del sufrimiento Primero, es importante entender Job 5:6-7: “Porque la aflicción no sale del polvo, ni la molestia brota de la tierra. Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción”. Del mismo modo ocurre al considerar la vida espiritual. El apóstol Pablo, en Hechos 14:22 confirmando las almas de los discípulos, y exhortándoles a continuar en la fe, les dijo: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. En 2 Timoteo 2:12, Pablo también nos explica que solamente aquellos que sufren con Cristo reinarán con Él. Aunque los sufrimientos de Cristo abunden en nosotros, también debemos conocer Su consolación. 2 Corintios 1:4-5 dice: “El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación”. Los sufrimientos y las pruebas de fuego purifican a cada creyente que se someta a ellas. “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios” (1 P. 4:1-2).


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Es a través de los sufrimientos, cuando todo parece ser insoportable, que el Espíritu Santo forma el carácter y la naturaleza del Señor en la vida del creyente. Las siguientes son virtudes que solamente vienen a través del fuego intenso de las pruebas y del sufrimiento: La mansedumbre - Es una cualidad semejante a la verdadera santidad. La mansedumbre es el fruto del Espíritu Santo que puede aceptar (con sumisión de corazón, mente y espíritu) el abatimiento, el abuso y la aflicción. Una persona mansa tiene una naturaleza “de cordero”, que no profiere respuesta a los desengaños, burla, bromas y crueldades. La mansedumbre es un fruto del Espíritu Santo que le permite al que recibe este trato, transpirar una dulzura que le hace capaz de triunfar en todas las circunstancias. La paciencia - Es la habilidad de enfrentar la adversidad y las presiones, y vencerlas. El propósito de las presiones es mejor explicado al considerar el arte de la alfarería. Cuando la arcilla se saca de la tierra por primera vez, sale mezclada con arenilla, piedras pequeñas, sustancias vegetales podridas y otras sustancias extrañas. La arcilla que es puesta en la rueda del alfarero tiene que ser expuesta a la presión de las manos calificadas del maestro alfarero, hasta que todas las burbujas de aire o sustancias extrañas sean retiradas. Esto se logra hoy, como en los tiempos antiguos, mezclando agua con la arcilla y permitiendo que la mezcla permanezca en una vasija grande. Las impurezas se van al fondo, y el proceso se repite una y otra vez hasta que la arcilla de encima es purificada.


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¡Así también trata el Señor con nosotros! Él nos limpia y nos lava en el agua de la Palabra, después de esto somos puestos, hablando metafóricamente, sobre la rueda del Alfarero (Ef. 5:26). Allí, el Alfarero aplica con Sus hábiles manos presión y más presión sobre nosotros hasta que todas las burbujas de aire y materias extrañas restantes, son reveladas y luego retiradas. Si algo quedara en la mezcla después de que el vaso haya sido formado o moldeado sobre la rueda, al entrar al horno de fuego, el vaso sería estropeado en un grado u otro. Este proceso lo podemos comparar con el de los cristianos que se resisten a las presiones, o dejan la rueda cuando las presiones parecen grandes. Lamentablemente, esto los descalifica de una progresión posterior en el Reino. Para que la arcilla sea moldeada sobre la rueda, el alfarero la humedece con agua continuamente. En la misma forma, el agua de la Palabra nos preserva cuando experimentamos aquellos momentos de presión intensa. También, se nos provee de gracia abundante en el tiempo de nuestra necesidad. Es solamente por la gracia que podemos sobrevivir y permanecer en la rueda de presión. Aquellos que se apartan por sí solos de la rueda de Dios, lo hacen porque no se apropian de la gracia disponible. Vayamos ahora al área particular del sufrimiento que esta familia santa había sido llamada a soportar. Esta área fue la de las finanzas. La dependencia (Privación Económica) - Todos y cada uno de nosotros durante la jornada de nuestra vida al seguir firmemente a Dios, somos llevados a experimentar


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privación económica de una forma u otra. Personalmente, mi esposa y yo hemos tenido muchas de esas experiencias, y han sido enviadas por un Dios amoroso, de modo que podamos llegar a conocer al Señor como nuestro Jehová Jireh (el Señor que ve y provee). Mi esposa y yo hemos llegado a saber lo que es la falta de techo, el caminar por las calles sin lugar a donde ir, el pasar la noche en estaciones de ferrocarril, debajo de árboles o en nuestro carro. Durante estos tiempos de carestía, pudimos haber dicho que ésta no era la voluntad de Dios. En ocasiones cuando no tuvimos alimento, pudimos haber dicho que Dios no era justo o que no estábamos en Su voluntad. No obstante, nada de eso habría sido la verdad. Estábamos siendo probados para ver si servíamos a Dios por Sus bendiciones o por ser Él Proveedor. Por la gracia de Dios, tanto mi esposa como yo decidimos que buscaríamos Su rostro para recibir la gracia para permanecer fieles en aquellas pruebas, que a veces fueron de años de duración. El efecto que ha tenido sobre nosotros, y puedo asegurar que también sobre todos los que han atravesado por experiencias similares para Ssu gloria, es que el dinero y las comodidades materiales tienen muy poco significado. Como ministros se nos confían grandes sumas de dinero. Sólo cuando tenemos manos cubiertas de teflón, el dinero puede pasar a través de nuestras manos para llegar a aquellos que lo utilizan para el progreso del reino de Dios. Así fue también con Elimelec. El sendero de la privación económica debido a la peste de hambre y al saqueo de los madianitas, debe haber llevado a su familia


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a circunstancias muy reducidas. Circunstancias, sin embargo, que produjeron los aspectos nobles de carácter mencionados anteriormente, que eran requeridos en aquellos que serían parte de una de las historias más épicas de todos los tiempos. Estas virtudes, por encima de todo, producen una santa dependencia de Dios.

La pérdida Ciertamente, esta familia santa conoció lo que era perder a un ser querido. Primero, murió el padre, Elimelec. Después, murieron los dos hijos, Mahlón y Quelión. En un principio, la pérdida produce un sentido de aturdimiento, después un vacío, seguido por una soledad indescriptible que es muy difícil de soportar. Ésta, junto con la pena del darnos cuenta que no veremos al ser querido de nuevo, es suficiente para romper hasta el más duro de los corazones. La muerte hace que todo parezca vacío y sin sentido. De este modo, Noemí se encuentra a sí misma atrapada en un mundo de aturdimiento y dolor, que ella resume brevemente: “Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías”. (Rut 1:20-21a). Verdaderamente, en estas ocasiones de intensas pruebas, hay una tendencia a culpar a Dios por estas tribulaciones; de igual modo, hay una tendencia a dudar de Su amor y sabiduría. Sin embargo, el Señor puede arrancar toda la pena y volver nuestro lamento en baile. Los versículos 11 y 12 del Salmo 30 fueron puestos en un arreglo musical por un


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hermano cristiano de Nueva Zelanda. Esta composición nació desde lo profundo de su corazón la noche que salió del hospital, abandonando el lecho de muerte de su amada esposa, para regresar a un hogar donde aguardaban seis pequeñitos. “Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre” (Sal. 30:11-12). Esa misma noche, el Espíritu Santo cayó sobre él y bailó por toda la habitación, cantando estos versículos. ¡Sí, Dios es el Dios de toda consolación! Amado, no importa cuán profunda sea tu prueba, recuerda Lamentaciones 3:32-33: “Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres”. Mi amada esposa, quien ha sido llamada a pasar por mucho sufrimiento físico, ha sido confortada por el Señor en muchas oportunidades en que ha requerido cirugía (y ahora en su parálisis), por medio de la verdad de dos pasajes en la primera epístola de Pedro. “Que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 P. 1:5-7).


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¡El uso que Pedro hace de la palabra diversas es interesante! El término diversas significa matices multicolores o variados. Pedro menciona diversas tentaciones pero también una múltiple gracia, que quiere decir que hay un matiz especial de gracia que le queda perfectamente a cada matiz de tentación. “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 P. 4:10). Estamos hablando acerca de la gracia que coincide exactamente con el mismo color de la prueba. Por ejemplo, una prueba amarilla tiene una gracia de color amarillo. Y, como mi esposa dice a veces, cuando estamos pasando a través de una prueba oscura y densamente negra, “necesitamos gracia de un color negro”. Pero, consideremos por un momento un chal que nos envió una iglesia en Guatemala, al comienzo de una de nuestras pruebas. Tejidas en el chal estaban las palabras de Romanos 5:17: “Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. Sí, para poder reinar en esta vida sobre todas las pruebas, vicisitudes y tribulaciones de nuestro peregrinaje terrenal, necesitamos la abundancia de Su gracia. Pero, amado, esta abundante gracia está disponible solamente cuando hay una abundante necesidad. Las pruebas pueden mejorarnos o amargarnos. ¡La actitud es la clave! Romanos 8:28 funciona en todo momento. El Señor le


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susurró a mi esposa mientras sostenía a su padre moribundo en sus brazos, “¿Escoges creer?” Es solamente por un acto de nuestra voluntad y por la gracia de Dios que somos capaces de responder honestamente: “¡Sí Señor!”. En tales ocasiones, la gracia de Dios puede moverse poderosamente en nuestras vidas, hasta el punto de quitar la pena. En otra oportunidad, un tiempo después, mi esposa estaba entristecida por su padre, y el Señor gentilmente le reprochó diciendo: “Tomé la pena que había en ti, ahora no intentes tomarla de vuelta” (Is. 53:4). Dios puede poner paz en nuestros corazones de tal forma que podemos decir desde lo profundo de nuestro ser, “Amén a Ti, Amado Señor”. Para aclarar mi punto aún más, me gustaría relatar brevemente otra experiencia. Una mañana en la que habíamos ido a consolar a la tía de mi esposa, después de la muerte de su esposo, el Señor me dio la visión de un libro (el Libro de la vida). Yo vi el libro, y estaba abierto en un capítulo nuevo. La lección aquí es ésta: El Señor, aún en tiempos extremos de prueba, quiere que volvamos nuestra cara al viento y estemos preparados para seguir adelante, hacia nuevas experiencias con Él. No tenemos que morar o tratar de vivir en el pasado. Así fue para Rut. Su libro ahora se había abierto a un capítulo nuevo, a un nuevo destino. En dichas ocasiones viene una prueba nueva. Así, Orfa y Rut fueron expuestas a un gran desaliento ante los ruegos de Noemí pidiéndoles insistentemente que regresaran a su propia gente.


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Orfa, después de declarar sus intenciones de permanecer con su suegra, a quien amaba y respetaba profundamente, cedió a las tentaciones del realismo. Noemí no podía, por sí misma, darle la esperanza de otro marido, así que con renuencia, tristeza, y mucho llanto, Orfa regresó a su propia gente buscando su futuro. No contamos con un recuento Escritural o histórico con respecto a su vida posterior; pero tenemos razón para creer por experiencia, que el Señor la bendijo poderosamente en el nivel en el que ella eligió permanecer, así como hizo Dios con Esaú. Sin lugar a dudas ella se habría sentido justificada con su decisión, porque su visión fue cumplida a su satisfacción. Rut, sin embargo tuvo un propósito más alto. Este propósito significaba el tener que permanecer unida, no solamente a Noemí, sino también al pueblo de Noemí y a su Dios; el Dios glorioso de Israel, bajo cuyas alas ahora, con un ferviente propósito, ponía su confianza. Rut literalmente se apegó a Noemí y le suplicó que no le impusiera el abandono de la única vida que ahora le importaba. Qué paso de consagración es el que vemos en aquellos versículos maravillosos de Rut 1:16-18, cuando Rut declara con determinación que nunca dejaría a Noemí. “Así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos”. La declaración del amor y lealtad de Rut hacia Noemí nos muestra uno de los cuadros de amor más puros y desinteresados que se hayan escrito. Seguramente el versículo “Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos” (Cnt. 8:7),


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es un testimonio viviente de la fortaleza del amor y la devoción de Rut hacia su suegra. El afecto de una viuda joven hacia su suegra viuda, permanece el día de hoy como una contradicción fuerte a nuestro punto de vista moderno del amor. En un tiempo de absoluta oscuridad a nivel mundial, un tiempo en el que las relaciones constantemente son más tensas, hogares rotos y relaciones sin amor, es consolador reflexionar sobre la lealtad y el amor de Rut. Así ahora, por la gracia de Dios, busquemos emprender un estudio más profundo de este acto de consagración.

“A dondequiera que tú fueres, iré yo” La disposición de ir a dondequiera que Dios nos envía requiere una consagración profunda. Significa dar un paso hacia lo desconocido, así como Abraham en el pasado partió, sin saber hacia dónde iba (He. 11:8). Recuerdo cuando estábamos en Camerún, un amigo misionero nos dijo cuán difícil era trasladar a sus pastores de un área a otra, debido a la diferencia en las comidas, ¡incluso dentro del mismo país! Estas diferencias eran tan marcadas que les provocaba añorar sus aldeas, lo que hacía la obra de este misionero mucho más complicada. Sin embargo, Rut estaba dispuesta, con una fe resuelta, a ponerse en las manos de Dios para que la guiara, dirigiera, y llevara a circunstancias y condiciones de vida que eran extrañas y poco familiares para ella. La decisión firme de Rut de seguir a Noemí y a su Dios, junto con su disposición de identificarse completamente con el pueblo de Dios, le trajo una recompensa grande y eterna. Del mismo modo, al haberse rendido a la voluntad y a los propósitos de Dios,


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su hermoso e incomparable retrato fue puesto al frente de “los inmortales” en el registro de la historia.

“Y dondequiera que vivieres, viviré” Mucha gente es incapaz de viajar porque no están dispuestos a dormir en camas o en casas diferentes a las suyas. En Camerún, mi esposa y yo tuvimos que olvidarnos de la comodidad, mientras viajábamos en barcas excesivamente cargadas a través de los traicioneros mares hacia las islas. Una vez allí, fuimos hospedados en chozas de hierba con tejados resquebrajados y lagartijas que saltaban de arriba abajo sobre nuestro mosquitero. Hubo veces, en que mi esposa y yo tuvimos que quedarnos en chozas de estiércol de vaca con las tribus Masai del África Occidental. La consagración verdadera tiene que ser medida a través de nuestra disposición a abandonar toda comodidad. La consagración de Rut adoptó la forma de un servicio humilde y apacible desprovisto de orgullo y arrogancia. ¡Oh, que podamos aprender mucho a través de su ejemplo!

“Tú pueblo será mi pueblo” ¡Qué precio el que pagó Rut! Cuán difícil debió haber sido para ella olvidarse de su propia gente, y de la casa de su padre. No obstante, este es el prerrequisito de todo misionero. Salmos 45:10-11 nos muestra el corazón de Dios al respecto. “Oye, hija, y mira, e inclina tu oído; Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre; y deseará el rey tu hermosura; e inclínate a él, porque él es tu señor”.


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Hebreos 11:15 nos advierte de la trampa en que muchos caen mientras están en el campo misionero. “Pues si hubiesen estado pensando en aquella [tierra] de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver”. Para ser verdaderamente efectivos para el Señor, tenemos que identificarnos con aquellos que pertenecen a la tierra de nuestra adopción. Es muy claro el hecho de que Rut fue alguien que cumplió con este requisito, porque la fe que recién había descubierto le obligaba a vivir con el pueblo, “Cuyo Dios era el Señor”, y estaba dispuesta a aceptar cualquier alojamiento que Dios le escogiera.

“Tu Dios será mi Dios” Tenemos que cumplir completamente el primer mandamiento en Éxodo 20:3: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Esta no solamente era la consagración que una joven gentil, Rut, tenía que hacer, sino que también es para todos nosotros. Tenemos que abandonar nuestros ídolos, ya sean éstos de otra religión o aquellos que están encubiertos profundamente en nuestros corazones. Los ídolos de nuestro ego, parientes, nuestras ambiciones o posesiones, pueden ser un obstáculo para nuestra consagración total al Dios santísimo. Rut abandonó a todos sus dioses e ídolos nativos por el Dios vivo y verdadero, el Señor Dios de Israel. El Dios de Noemí, de ahora en adelante, sería su único Dios, al que serviría con todo su corazón. Si Rut hubiera regresado con Orfa a Moab, seguramente habría regresado a los altares de Baal. Pero ahora, con Dios en su corazón, ansiaba estar con aquellos de la misma fe preciosa que ella ahora tenía.


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“Donde tú murieres, moriré yo” Rupert Brooke en su poema “El Soldado” dice, “Habrá algún lugar en la tierra extraña que será por siempre Inglaterra”. Proféticamente, él estaba hablando de su muerte en batalla en un campo extranjero. Nosotros también tenemos que estar dispuestos a hacer esta consagración. Tenemos que estar dispuestos a morir y a ser enterrados en la tierra de nuestra herencia así como Rut, Abraham, Isaac, Jacob y José estaban dispuestos a hacerlo. ¡Oh, ser como Rut, dispuesta y firme con respecto a cada uno de estos cinco puntos de consagración! Rut estaba dispuesta a identificarse de tal forma con los israelitas y con su tierra adoptiva, que no habría lugar para siquiera un solo pensamiento que la hiciera anhelar regresar a su propia patria. Cuando consideramos el hecho de que Rut, como una moabita, no era una extranjera bienvenida en la tierra de Israel, nos hace aún más conscientes de su grado de consagración. La consagración total de Rut ilustra tan hermosamente el clamor que había en el escritor de cierto himno al contemplar la consagración de Jesús sobre la cruz cuando dice: “Esto, demanda mi vida, mi todo”.


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3 El regreso de Noemí Es obvio según las Escrituras, que Noemí era una mujer de renombre, porque cuando regresó a Belén, toda la ciudad estaba conmovida debido a su regreso y dijeron: “¿No es ésta Noemí”, pero su llanto quejumbroso era revelador, “No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso”(Rut 1:19-20). ¡Cuán a menudo tenemos que pasar por experiencias amargas en nuestras vidas! Y, cuán importante es conocer la clave para ser victoriosos. ¿Cuál es la clave para mantener la dulzura de Jesús en nuestros corazones y Sus pensamientos durante estas dificultades? Examinemos de cerca a uno que triunfó gloriosamente en presencia de la amargura. Su nombre era José. José fue traicionado por sus hermanos, vendido como esclavo, acusado falsamente, y puesto en prisión por muchos años. Todo esto ocurrió cuando era muy joven, pero cuando se reencontró con aquellos mismos hermanos, veintidós años después, los papeles se habían invertido; José ahora tenía potestad sobre ellos. Génesis 50:18-21 nos da una imagen clara de su humildad. “Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó


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a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón”. ¿Cuál fue su secreto? José fue capaz de reconocer la mano de Dios, hasta en las injusticias. Durante su cautiverio en prisión, cuando lastimaron sus pies con grilletes y fue puesto en cadenas, la Palabra del Señor lo estaba probando. No obstante, soportó porque se mantuvo su vista en Aquel que es invisible. Él se nutrió de la gracia de Dios. Nuestras actitudes son muy importantes, pues virtualmente determinan todo en esta vida. Filipenses 2:13-15 nos dice: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. No hubo murmuración por parte de José. Oremos para recibir la gracia que nos permita estar en la misma disposición durante las pruebas, ya sea en las grandes como en las pequeñas. Noemí bien pudo decir que había salido llena, pero el Señor la había traído de vuelta vacía. No obstante, los pensamientos de Dios son mucho más grandes que nuestros pensamientos.”Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos” (Is. 55:8). El plan de Dios, oculto para Noemí, se estaba moviendo inexorablemente hacia su conclusión.


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Todas las pruebas, tristezas y aflicciones eran necesarias para traer a Noemí y a Rut a ese lugar de bendición que excedería sus más grandes esperanzas. Amado, permanece firme en tu valle de aflicción, porque el Señor está trabajando para hacerte bien en tu postrer estado.



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4 La cosecha de cebada Ellas regresaron, se nos dice, en el tiempo de la cosecha de cebada, el tiempo de la Pascua y de la fiesta de los Panes sin Levadura. Era el comienzo de meses en el calendario judío, y ciertamente, era un tiempo de nuevos comienzos, tanto para Noemí como para Rut en el plan y propósito de Dios para sus vidas. Era primavera, y con toda certeza ninguna Escritura puede ilustrar mejor el cambio en sus vidas más que la de Cantar de los Cantares 2:10-12: “Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. Porque he aquí ha pasado el invierno, Se ha mudado, la lluvia se fue; se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola”. Una nueva sensación de alegría vendría pronto a sus vidas, y llegaría a través de un pariente, un hombre rico y poderoso de la familia de Elimelec; su nombre era Booz. Cuán inescrutables son los juicios de Dios, y Sus caminos ciertamente sobrepasan a los nuestros. El sendero que llevó a Rut y a Noemí a Booz, el libertador de estas dos viudas, no fue un encuentro directo, pero un tiempo de pruebas. Era un tiempo de humillación y abatimiento profundo para ambas, ya que ellas dos iban a ser más adelante probadas hasta que aparentemente no quedara ninguna esperanza terrenal.


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Ambas lo habían perdido todo; pero, en lugar de depender de la caridad de sus familiares, Rut tomó la iniciativa. Estaban desesperadamente en necesidad de alimento, pero afortunadamente para ellas era el tiempo de la cosecha en Israel, un tiempo cuando las espigas doradas estaban listas para ser cosechadas. Rut estaba muy consciente de que su suegra, ya de edad, era demasiado vieja para trabajar. Ella entonces pidió permiso, en humilde sumisión a Noemí, para ir al campo a espigar mazorcas de maíz en pos de aquel a cuyos ojos encontrara gracia. Esta, incidentemente, era la provisión de la ley para el pobre. “Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada. Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios” (Lv. 19:9-10). Después de que Rut recibió permiso de Noemí, quien ciertamente tuvo que haberse sentido humillada por el hecho que su nuera tuviera que proveerle, se introdujo en el campo y espigó en pos de los segadores. Mientras tomaba su lugar con los segadores, ninguna señal mostraba que Rut se avergonzara de lo servil de su trabajo. No hubo ninguna queja. Rut y Noemí tenían que vivir, y esta era su provisión. Pero como la providencia lo había señalado, Rut espigó una parte del campo que le pertenecía a Booz. ¡Oh, si pensamos que es por casualidad que suceden nuestras “pruebas múltiples”, fallamos en ver por el ojo de la fe, la guía providencial del Dios Todopoderoso! Rut había puesto su confianza en Él, y todos los que así hacen


La cosecha de cebada

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nunca serán avergonzados. Su ojo está en el gorrión, y ciertamente su ojo estaba también sobre Noemí y Rut. Él estaba trabajando, para cumplir Sus propósitos. En el corazón de Rut reposaba la esperanza mientras seguía a los segadores esa hermosa y resplandeciente mañana, reposaba en el corazón de Rut la esperanza. Y fue con confianza, gozo y abandono total a la voluntad de Dios, que ella tomó su lugar con los pobres y necesitados ese día. Rut ahora había puesto su vida entera en las manos de Dios, ella había venido a refugiarse bajo Sus alas y a poner toda su confianza en Él, ¡Ciertamente Él realizaría la obra! Estas cualidades divinas, escritas sobre las tablas de carne del corazón de Rut, son justamente parte de las cualidades que Jesucristo, nuestro Esposo Celestial, está buscando en Su Esposa. Recuerda, Él viene por una Esposa sin mancha y sin arruga. En vista de esto, hacemos bien en codiciar estas virtudes necesarias, mientras clamamos a Dios para que Él las desarrolle dentro de nosotros.



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5 El carácter de Booz En este punto de la historia, se nos da un conocimiento del carácter de Booz, quien es elegido por Dios para ser el esposo de Rut, y para ser parte del linaje, tanto de David como de Cristo. Aparte de que se informa que era un hombre de riquezas y poderoso, se nos muestra ahora el lado piadoso y misericordioso de su carácter (Rut 2:5-16). Su saludo a los segadores revela de inmediato su humildad, y la respuesta de ellos demuestra el gran respeto que le tenían. Booz reconoció a la más humilde de sus sirvientes. También vemos que era un hombre “temeroso de Dios”. Aún más, al reconocer que Rut no era ninguna de sus sirvientas regulares, vemos que él tuvo que haber conocido a todas las mujeres que trabajaban para él. Esta es una cualidad rara en un hombre de tal grandeza. Podríamos decir que él cuidaba y se interesaba por todos aquellos que estaban en su lugar de empleo, así como hace un pastor. El nombre Booz no significa fortaleza como en las columnas de Salomón en 1 Reyes 7:21(Boaz), sino más bien proviene de una palabra hebrea, mejor traducida como alacrita. Esta puede ser traducida como “gozoso, dispuesto a servir; rápido de acción o pensamiento”. El nombre dado a Booz fue acertado. Él tenía esa sensibilidad por las necesidades de otros; sello sobresaliente del buen liderazgo. Claramente se ve que él se dirigía rápidamente


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a estas necesidades percibidas; y esto se enfatiza en su actitud hacia Rut. Él primero está consciente de que no es ninguna de sus sirvientas, entonces averigua diligentemente con su sirviente quién era ella. A su vez, el sirviente le informa y añade esta recomendación (era diligente, concienzuda y honorable). Estas virtudes son vistas fácilmente cuando leemos, según las Escrituras, que Rut se presentó ella misma al mayordomo de Booz como la moabita. Aún sabiendo que Israel no poseía un amor natural por los moabitas, Rut se rehusó a tratar de ocultar su nacionalidad. Trabajó duro desde la luz de la mañana, descansando sólo por un corto tiempo en el tejado provisto para los trabajadores. Estos atributos ciertamente serían apreciados por cualquier terrateniente como Booz, que estaba interesado en cosechar el grano rápidamente. La mujer israelita trabajaba duro y por largas horas, pero era afortunada cuando esta faena laboriosa la hacían su esposo e hijos. Una viuda sin hijos en la posición de Rut dependía de las provisiones caritativas de la ley Mosáica. De acuerdo con esa ley, le estaba permitido recoger grano del campo de cualquier extraño. Y siendo así, Rut es dirigida por Dios al campo de Booz, su pariente redentor. El cosechar era un trabajo difícil y exigía muchas largas horas de tareas agobiantes bajo el ardiente sol. Los jóvenes se movían a través de los campos recogiendo manojos del grano y cortando los tallos con hoces. Estos racimos pequeños de grano eran entonces atados en


El carácter de Booz

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manojos llamados gavillas. Los hombres trabajaban rápidamente, y a menudo, una cierta cantidad de tallos caían sobre la tierra. Estos también podían ser recogidos, si ellos eran cuidadosos y tomaban el tiempo para hacerlo. Sin embargo, todo tallo que cayera estaba autorizado a permanecer donde cayera. Se le permitía a la gente pobre, que iba detrás de los segadores, espigar o recoger los tallos al azar. En muchos casos, estos tallos eran lo único que se interponía entre ellos y el hambre. Como hombre sensible y comprensivo que era Booz, se interesó por las necesidades de Rut, dándole la seguridad de un lugar para trabajar, y le dijo que permaneciera cerca de sus sirvientas. La forma en que se dirigió a ella es interesante (Rut 2:8-9); es la de un aciano hacia un subordinado más joven, que amerita favor y compasión. Asimismo, ya había encomendado a los jóvenes que nadie debía tocarla; porque mujeres con un predicamento como el de Rut estarían a la merced del capricho de cualquier hombre joven. Lamentablemente, esto sería verdad esencialmente porque era una moabita, y por lo tanto odiada por muchos. Más aún, Booz generosamente abre sus provisiones, de modo que Rut fuera atendida en toda forma. En el tiempo de la comida, le permitió comer con los segadores, y después dio la orden de que le permitieran espigar todavía más. Este hombre generoso también les mandó que dejaran caer algunos manojos de grano a propósito para ayudar a Rut en toda forma.


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¡Yo comprendo muy bien esta grandeza de corazón! En una ocasión de nuestras vidas fuimos destituidos, y yo fui a recoger manzanas en el tiempo de la cosecha al oeste del estado de Washington. No estando acostumbrado a tal faena, encontré el trabajo muy duro y exhaustivo, pero fui incapaz de llenar el contenedor requerido para recibir mi paga al final de la jornada. Sin embargo, el dueño de los huertos era un hombre como Booz que, viendo mi dificultad y dilema, misericordiosamente mandó a sus recolectores que llenaran mis contenedores y que después me pagaran la cantidad completa. Que el Señor tenga en memoria Su bondad y le dé una recompensa plena.


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6 La naturaleza afable de Rut La actitud de Rut hacia la bondad de Booz fue de humildad y servidumbre. Bajando su rostro, se postró a tierra. Esto es mejor caracterizado por las palabras de Jesús cuando dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5:3). Ese era el gesto de un mendigo verdadero que está muy agradecido por cada migaja que cae de la mesa del hombre rico. La naturaleza humilde de Rut fue revelada aún más al asombrarse por haber encontrado gracia a los ojos de Booz. Era una sorpresa para Rut que él se interesara por ella. Después de todo, era una extranjera despreciada a los ojos de Israel. La respuesta de Booz la entendemos mejor en estas palabras de Jesús “Asimismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas” (1 Ti. 5:25). “Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido” (Rut 2:11). Lo que hagamos por otros, aún siendo éstos miembros familiares, no es olvidado, ni quedará sin recompensa en el trono de juicio. Cuán a menudo hemos asistido a funerales donde el ministro comienza elogiando a un


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hombre justo, refiriéndose a él como: un buen marido y un buen padre. Nuestras acciones hacia aquellos que son nuestros compañeros de la vida diaria, y la manera en que afrontamos las responsabilidades, ocupan el primer lugar en la lista de las virtudes de la vida. Así fue como Rut y su cuidado hacia Noemí era de gran importancia para este hombre bueno y justo, Booz. La consagración de Rut hacia el Señor es digna de alabar ya que abandonó a sus padres y la tierra de su nacimiento para ir a un pueblo que no conocía, y puso su confianza en el Dios y Señor de Israel. La muestra de su amor hacia Noemí y su confianza en el Señor, pueden explicarse mejor con las palabras de 1 Juan 3:17: “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”. Tantos padres y especialmente maridos fallan en esta área. Para mayor tristeza, se preocupan por predicar o dar testimonio a otros, mientras descuidan a sus propias familias. Rut concluye suplicando a Booz, esperando encontrar favor ante sus ojos, aún cuando añade: “No soy como una de tus criadas”. Encontramos en estas palabras el clamor del corazón de un extranjero; un sentimiento obvio de soledad y de no pertenecer, “Cuando el extranjero morare con vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis. Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios” (Lv. 19:33-34).


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Pero Dios conoce el corazón de un extranjero. Como hemos mencionado ya en capítulos previos, el simple hecho que Rut se presentara ella misma al mayordomo como una moabita muestra, más que nunca, el sentimiento de no pertenecer. No importa cuán frecuentemente mi esposa y yo hayamos vivido en países extranjeros, siempre ha estado presente esa impresión de que somos forasteros, aun cuando hemos sido afectuosamente recibidos. Rut sintió esto en igual forma, porque verdaderamente había quemado todo puente detrás de ella.



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7 Manojos con propósito Regresemos por un momento a la naturaleza generosa de Booz, reflejada en su comportamiento para con Rut. Posteriormente veremos que Booz, como el pariente redentor, es un tipo del Señor mismo. Por lo tanto, en muchos de estos actos de misericordia registrados por parte de Booz, vemos el carácter del Señor y Sus tratos para con Su pueblo. Cuando andamos por la senda correcta, los manojos para alentarnos son muy característicos del Señor. Cuando estamos haciendo Su voluntad y el andar ha sido muy duro, solamente entonces, Él, en Su naturaleza misericordiosa, nos alienta levantando la carga. Frecuentemente, nos derramará una bendición inesperada que nos ayudará en nuestro camino. Cuan maravilloso es ser utilizados por el Señor como una de Sus manos extendidas para bendecir a otro hermano o hermana en tal forma. “El Señor ayuda a aquellos que se ayudan a sí mismos”, esta es una verdad que frecuentemente escuchamos citar al mundo, y Rut encaja muy bien en ese cuadro. Por su naturaleza laboriosa, ella abrió el camino para que el Señor la bendijera a través de Booz. Ese día, Rut produjo un efa de cebada, que es el equivalente a 4.8 galones de cebada. Esta es una cantidad fenomenal cuando consideramos que ella era mujer, y que tenía que espigar,


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y no cosechar el grano, y recoger lo que otros habían dejado caer. La belleza del carácter de Rut se ve con más claridad, cuando leemos que solamente tomó un poco para saciar su hambre, y después dio el resto a Noemí; tal era su naturaleza generosa y de manos abiertas. De este modo, no es sorpresa ver más adelante que Rut y Booz contraen matrimonio. ¿Por qué? Porque es un hecho que “cada oveja va a su pareja”, el de mentalidad generosa va al de corazón generoso. Aunque solamente se registraron los acontecimientos de un día. Rut trabajó diligentemente hasta el fin de la cosecha de cebada y de trigo, un periodo de varios meses. Esta, entonces, no es la imagen de alguien que tiene un impulso pasajero y de corta duración; para Rut, ésta era una forma de vida.


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8 Comienza a nacer la esperanza En la vislumbrante luz del alba, temprano en la mañana, vemos la esperanza de un nuevo día. Tan cierto es esto en el ámbito del Espíritu, que se nos dan vislumbres de luz para hacer nacer la esperanza dentro de nuestro ser. Están allí, para decirnos que un nuevo día espiritual está amaneciendo; y la oscuridad que hemos sido forzados a soportar, quizá durante años, va a dar lugar a que sobre el sendero de nuestra vida resplandezcan los rayos del Hijo de Justicia. Tal fue el caso para Noemí cuando se dio cuenta de que Rut había espigado en el campo de Booz, y que él había mostrado mucha bondad para con ella, ya que Noemí sabía que Booz era un pariente. Por lo tanto Noemí dijo: “Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos” (Rut 2:20). Parte del deber que ahora estaba sobre Noemí respecto a Rut, era que tenía que encontrar un marido para ella. Esto expresa ella diciendo en Rut 3:1: “Después le dijo su suegra Noemí: Hija mía, ¿no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?” En este punto, nos sería bueno considerar el significado espiritual de reposo.


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El reposo de Dios En la Palabra de Dios encontramos numerosos aspectos para esta verdad espiritual concernientes al reposo de Dios. El reposo cubre varios aspectos. Estos son: 1. Dios descansó de todas Sus obras en el séptimo día. 2. El cese de nuestras propias obras, de modo que Dios pueda hacer Sus obras a través de nosotros. “El que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, así como Dios de las suyas” (He. 4:10). 3. La misma tierra de Israel era conocida como el reposo de Dios para los Israelitas. El destino de su viaje era la tierra de Canaán. El estar en el desierto era estar fuera del reposo. 4. En ocasiones, Dios le prometió a reyes y a jueces piadosos que les daría descanso de todos sus enemigos. 5. Para una mujer, el matrimonio era considerado como un reposo, ya que su marido sería su cobertura, su protector, y su proveedor. En la historia judía, el asegurar el compañero de matrimonio para una jovencita era el deber del pariente más cercano. Normalmente eran los padres, y principalmente el padre, quien era el responsable. Pero en el caso de Rut, la responsabilidad era de Noemí. Sin embargo Rut, ahora viuda, y alguien que había adoptado la fe de los israelitas, debía acatarse a ciertas leyes que ahora serían su guía.


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“Entonces Noemí su suegra le dijo, Hija mía ¿no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?” (Rut 3:1). De nuevo tenemos la impresión de que Noemí tenía una obligación. Ella era la madre, y en el Medio Oriente esa es la costumbre. Cuando se hacen los arreglos de matrimonio, el padre es responsable del hijo, y la madre es responsable de la hija. El matrimonio es visto como un reposo, y en esencia el esposo es el proveedor y quien cuida de su esposa. Esto conlleva un sentido de seguridad para la esposa, así como un sentido de reposo. Quiero que veamos algo en el libro de Rut que es como muchos matrimonios en la Palabra de Dios. Estos matrimonios han sido ordenados por Dios; no obstante, ha habido pruebas tremendas para las jóvenes, para ver si calificarán o no para casarse con los hijos de Dios que jugarán papeles significativos en Su Reino. Así, vemos el cuidado con que Abraham instruye a su sirviente Eliezer en la elección de una novia para su hijo Isaac, y el temor reverencial con que Eliezer cumplió su misión (Gn. 24:2-4). Este pequeño libro vislumbra ese proceso del calificar, e incluso tenemos a dos mujeres a quienes se les dio la misma oportunidad para obtener reposo. Lamentablemente, Orfa optó por otro matrimonio en su propia tierra. Su dedicación a Dios no era tal, como para que la voluntad de Dios fuera lo primero en su vida, pero su matrimonio si lo era. Debemos tener mucho cuidado en este asunto. El matrimonio es maravilloso, pero vale la pena pagar el precio para obtener al que Dios ha escogido. En el matrimonio siempre hay un sentido de reposo; y cuando una mujer está casada, entra en ese reposo.


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“¿No es Booz nuestro pariente, con cuyas criadas tú has estado? He aquí que él avienta esta noche la parva de las cebadas” (Rut 3:2). Ahora, Noemí da a Rut instrucciones que parecen ser muy indeseables. No obstante, tenemos que entender que las costumbres aquí son diferentes, y esta práctica era aceptada completamente como un comportamiento correcto y apropiado. Realmente, lo que estaba haciendo era algo piadoso, y estaba haciéndolo bajo la dirección de su madre. “Te lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber. Y cuando él se acueste, notarás el lugar donde se acuesta, e irás y descubrirás sus pies, y te acostarás allí; y él te dirá lo que hayas de hacer” (Rut 3:3-4). Esta no había sido su idea o su pensar, porque ella estaba consagrada. Rut había rendido ya todos sus deseos y ambiciones personales para seguir a Noemí. Los dioses de Rut, su propia gente, y sus costumbres eran ahora cosa del pasado. Ni siquiera esta nueva costumbre, tan extraña para ella, detendría el corazón obediente de Rut de hacer la voluntad de su suegra. Ni la posibilidad de una humillación o de una derrota sería suficiente para hacerle volverse atrás de su buen consejo. ¡Oh, poder ser como Rut! Quien miró con ojos de fe más allá de sus circunstancias, ella pudo ver el galardón. Que bien entendió Rut que, bien vale la pena pagar el precio por el galardón, porque el premio es ganar a Cristo y convertirse en Su adorable Esposa. En cierto sentido, Noemí le estaba diciendo proféticamente a Rut qué hacer en esta situación. Rut no


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se estaba moviendo por sí misma; era Noemí quien estaba siendo su cobertura, dándole instrucciones explícitas. La idea de descubrir sus pies significaba ponerse completamente a sí misma bajo la misericordia de Booz, puesto que Booz tenía un poder tremendo. Si él lo hubiera deseado, podía haber ordenado la ejecución de Rut. En este sentido, tenemos una imagen que nos recuerda a otra hermosa heroína de la historia judía: Ester, quien también encontrándose en un momento de decisión, dijo con abandono total a su suerte, “y si perezco, que perezca” (Est. 4:16). La respuesta de Rut es igualmente resuelta. “Haré todo lo que tú me mandes” (Rut 3:5). De esta forma, comenzó a plasmarse todo el plan. Cuando las cosechas eran buenas, el tiempo de trillar y aventar era una ocasión de celebración. El grano había sido recogido sin riesgo alguno, y habría abundantemente para comer ese año. Mientras los granjeros y sus obreros esperaban turnos para utilizar la era para trillar, se unían en risa, canto y festejo. Y debido a que la tarea tomaba varios días, generalmente planeaban permanecer toda la noche. Ya que Booz tomaría parte en estas festividades, Noemí sintió que sería el ambiente ideal para recordarle de su deber familiar. De modo que esa noche, cuando todo estaba ya tranquilo, Rut se acercaría prudentemente al lugar donde Booz dormía. Levantaría cuidadosamente su manto, descubriría sus pies, y se acostaría. Al acostarse a sus pies, estaba apelando a él para hacerle su pariente redentor y que le proveyera la protección que se merecía como la viuda de su pariente.


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De este modo, Rut siguió todo el plan de su suegra. “Descendió, pues, a la era, e hizo todo lo que su suegra le había mandado. Y cuando Booz hubo comido y bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a un lado del montón. Entonces ella vino calladamente, y le descubrió los pies y se acostó. Y aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre, y se volvió; y he aquí, una mujer estaba acostada a sus pies” (Rut 3:6-8). Booz ahora estaba en peligro. Por ser un hombre muy piadoso y responsable de mucha gente, su reputación no podía ser manchada; así que inmediatamente él se turbó. “Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano” (Rut 3:9). En efecto ella estaba diciendo: “Yo estoy haciendo esto porque quiero que cumplas con el derecho de un pariente”. Tenemos que considerar lo que Rut estaba haciendo. También, tenemos que considerar lo que ella estaba pidiendo, y averiguar si hay alguna otra circunstancia en la Palabra de Dios que confirme su curso de acción. ¿Qué es un pariente? la raíz principal de esa palabra en hebreo significa “redentor”. Básicamente, en este sentido, significa que el próximo en la línea del parentesco tenía la obligación de despojar a la viuda de un miembro de la familia que no hubiera tenido hijos. Esa era la ley; y su obligación estaba planteada claramente en la ley. “Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y


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la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco. Y el primogénito que ella diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de éste no sea borrado de Israel” (Dt. 25:5-6). Todo el propósito era que si un hombre moría sin hijos, y su viuda era de edad casadera, entonces el próximo en la línea del parentesco estaba obligado a tomar a la viuda como esposa. Los hijos, y un hijo varón en particular, no serían suyos, sino más bien sería el hijo del que había muerto. Esto se daba para garantizar que el nombre del marido no fuera borrado. Era la ley de Dios en Israel, de modo que el que nacía de ese matrimonio heredaría todas las tierras del primer marido de su madre. El propósito era garantizar que el que había muerto mantuviera la herencia. Por supuesto, Booz tenía algo que decir al respecto debido a Deuteronomio 25:7-10: “Y si el hombre no quisiere tomar a su cuñada, irá entonces su cuñada a la puerta, a los ancianos, y dirá: Mi cuñado no quiere suscitar nombre en Israel a su hermano; no quiere emparentar conmigo. Entonces los ancianos de aquella ciudad lo harán venir, y hablarán con él; y si él se levantare y dijere: No quiero tomarla, se acercará entonces su cuñada a él delante de los ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en el rostro, y hablará y dirá: Así será hecho al varón que no quiere edificar la casa de su hermano. Y se le dará este nombre en Israel: La casa del descalzado”. Así, podemos ver en la Palabra de Dios que ésta era una obligación.


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Ahora podemos entender mejor algo de la dedicación de Rut, y del inmenso amor que le tuvo a su marido. Ella estaba dispuesta a renunciar a todo, incluyendo a su orgullo, para garantizar la herencia de su marido. Estaba dispuesta a postrarse a los pies de Booz, sabiendo que Booz podía hacerle cualquier cosa. En su posición, él pudo, muy fácilmente, haberle acusado de inmoralidad, y ella no habría sido capaz de defenderse a sí misma. “Extiende el borde de tu capa sobre tu sierva”. En otras palabras, pon tus vestidos sobre mí o cúbreme. Ahora tenemos que examinar este principio en la Palabra de Dios. En Ezequiel 16:3, Él está hablándole a Jerusalén, y está comparándola a una mujer. Está hablando de los padres en el versículo tres y de su origen y nacimiento. Habla también del hecho que ningún ojo se compadeció de Jerusalén. En el versículo seis dice: “Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres: ¡Vive! Te hice multiplicar como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy hermosa; tus pechos se habían formado, y tu pelo había crecido; pero estabas desnuda y descubierta. Y pasé yo otra vez junto a ti, y te miré, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores; y extendí mi manto sobre ti, y cubrí tu desnudez; y te di juramento y entré en pacto contigo, dice Jehová el Señor, y fuiste mía” (Ez.16:6-8). Por lo tanto Dios está diciéndole a Jerusalén, “Fuiste rechazada y vine y te elegí, y te desposé” (Jerusalén es el nombre de la ciudad celestial). Dios mismo utiliza la expresión “extendí mi manto sobre ti”, debido a que la


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costumbre era cubrir. La esposa era cubierta por el marido. Esto es lo que Rut estaba diciendo, “Reconoce que eres el pariente. Me postro delante de ti para hacer conforme a la ley de Dios en la que no debo desposarme por fuera, sino que debo casarme en la familia para preservar el nombre y la herencia de mi marido”. ¡Lo que Rut hizo fue algo tremendo! En Rut 3:10, Booz lo reconoce. “Y él dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos”. Rut trató a su marido con bondad y amor, pero cuando él murió ella mostró que no había quebrantado su primer amor o fe, como Pablo nos dice en 1 Timoteo 5:11-13 “Pero viudas más jóvenes no admitas; porque cuando, impulsadas por sus deseos, se rebelan contra Cristo, quieren casarse, incurriendo así en condenación, por haber quebrantado su primera fe. Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran”.



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9 El pariente redentor Con estas palabras, “¿no he de buscar hogar para ti?” toda una letanía de eventos se iba a desenvolver entonces. Para entender las acciones de Noemí, y por consecuencia las de Rut necesitamos examinar de nuevo las verdades respecto al pariente redentor como está enunciado en la ley de Dios. Deuteronomio 25:5-10 nos dice: “Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco. Y el primogénito que ella diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de éste no sea borrado de Israel. Y si el hombre no quisiere tomar a su cuñada, irá entonces su cuñada a la puerta, a los ancianos, y dirá: Mi cuñado no quiere suscitar nombre en Israel a su hermano; no quiere emparentar conmigo. Entonces los ancianos de aquella ciudad lo harán venir, y hablarán con él; y si él se levantare y dijere: No quiero tomarla, se acercará entonces su cuñada a él delante de los ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en el rostro, y hablará y dirá: Así será hecho al varón que no quiere edificar la casa de su hermano. Y se le dará este nombre en Israel: La casa del descalzado”. En efecto, Noemí estaba buscando matrimonio para Rut con Booz, porque él había mostrado bondad hacia


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las viudas, y estaba totalmente familiarizado con el estado de sus asuntos. Sus instrucciones a Rut podrán parecernos atrevidas e indecentes como para ser seguidas por cualquier mujer; no obstante, ella estaba siguiendo la ley. Estaba haciendo a Booz consciente de sus responsabilidades como el pariente cercano para tomar a Rut como esposa legítima. Rut estaba actuando en obediencia absoluta, y en sumisión completa a su suegra. Era un acto de consentimiento puro a las instrucciones de Noemí. El propósito de Noemí al requerir que Rut se acostara a los pies de Booz era poner a Rut en una posición de servidumbre y humildad delante de este gran hombre. En esta posición humilde, ella esperaría su decisión. Cuando Booz despertó a media noche y preguntó quien era, la respuesta de ella sólo provocó de los labios de Booz alabanza por sus acciones. Sus elogios estaban fundados en el siguiente hecho: Que ella había mostrado más bondad ahora que en el comienzo, en que se había dedicado a guardar la ley divina de Dios por su disposición a casarse con Booz, un hombre mayor, en lugar de buscar para sí misma a un hombre más joven. Esto requiere de mucho entendimiento de la ley, porque la bondad que Booz le atribuye a Rut es con respecto a su primer marido. Con todo lo que se cuenta podemos ver que ella tuvo que haber sido una esposa afectuosa y compasiva. Pero porque su marido había muerto sin hijos, no tenía herencia en Israel, y su nombre por lo tanto sería cortado. Booz estaba consciente de la razón de Rut para llegar a él en tal forma, y le agradó.


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Booz colmó a Rut de alabanza porque no se estaba tomando en consideración a sí misma en el hecho de este segundo matrimonio, sino que solamente consideraba la herencia de su primer marido. Pocos actos de devoción pueden ser tan grandes como aquellos de Rut la moabita. Cabe esperar que ahora seamos capaces de apreciar más que nunca su dedicación y consagración al Señor, quien virtualmente guió cada uno de sus pensamientos. Por esto, Booz dijo “Pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa” (Rut 3:11). Que tremendo testimonio para esta nueva convertida al Señor. La mujer virtuosa de Proverbios 31 es sólo un leve reflejo del incomparable carácter de Rut. ¿Cuál fue su recompensa por este coraje y esta devoción ejemplar? Su obediencia a las instrucciones de Noemí fue recompensada por Booz con: 1. Una promesa de contactar a aquel pariente que era aún más cercano que él en el parentesco. 2. Seis medidas de cebada para Noemí, significado de la recompensa por el consejo leal y divino que había dado. Podemos a veces no ser el participante principal en los planes de Dios, pero, al dar un consejo verdadero a aquellos que lo son, podemos, no obstante, ser notados y ser compensados por el Señor. Después que Rut le reveló todo lo que había transcurrido esa noche, Noemí dijo con seguridad: “Espérate, hija mía, hasta que sepas como se resuelve el asunto”, Rut 3:18. Hay un tiempo para actuar, y hay un tiempo para quietamente sentarse y esperar a que el Señor


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trabaje. Los santos maduros, como Noemí, esta madre preciosa de Israel, saben cuando actuar y cuando esperar con confianza, poniendo sus asuntos completamente y sin reservas en las manos del Todopoderoso. Así reposaron Noemí y Rut, y el Señor trabajó. Noemí entonces reaseguró a Rut que Booz no descansaría hasta que hubiera terminado este asunto ese mismo día. Puede parecer como que el Señor tarda eternamente para moverse. Pero recuerde, Él está preparando todas las cosas de modo que cuando el escenario final esté preparado, y Él se mueva súbitamente, pueda cumplirse la escritura: “Sion nacerá en un día”.


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10 La herencia perdida Como se afirmó anteriormente, había un pariente más cercano que Booz que, por ley, tenía que cumplir el deber de pariente redentor. Este hombre es buscado ahora diligentemente por Booz en la puerta pública de la ciudad, donde los asuntos de gobierno y de propiedad eran tramitados delante de los ancianos (Rut 4:1). Debido a la gravedad e importancia de este asunto, Booz tomó a diez hombres de entre los ancianos, diez siendo el número espiritual de la ley, porque esta transacción pertenecía a las leyes de Israel registradas en el libro de Deuteronomio. El pariente más cercano es informado acerca del deseo de Noemí de vender una parcela de tierra que antes le pertenecía a su marido, Elimelec. Se le solicita al pariente que la redima, y él asiente. Sin embargo, Booz le informa que al mismo tiempo que la tierra sea comprada se tiene que casar también con Rut la moabita, la esposa del difunto, de modo que pueda levantar el nombre del difunto sobre su herencia. Este es el momento en el que el pariente se rehusó por el temor de estropear su propia herencia. Esta renuencia le costó no solamente su lugar en la historia, sino también su lugar en el linaje de Cristo, el Mesías. Si examinamos cuidadosamente las páginas sagradas de las


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Escrituras, nos asombraremos sinceramente de la cantidad tanto de hombres como mujeres a quienes se les ha dado oportunidades de una gloria eterna, pero que la han perdido por al renuencia a pagar el precio (2 Jn. 1:8). Enumeramos algunos de estos que perdieron su recompensa como advertencia solemne para nosotros mismos, no sea que permaneciendo aún la promesa, algunos de nosotros seamos destituidos de ella. Caín perdió su primogenitura porque rehusó humillarse y seguir la amonestación del Señor para hacer el bien. Abel se convirtió en justo en lugar de él, y por supuesto, en el primer mártir. Cam fue maldecido y se convirtió en un sirviente por difamar a su padre, Noé. Él perdió la bendición más alta y la recibió Jafet, el hermano menor que fue ensanchado e introducido en la bendición del hermano mayor, Sem. Esaú fue el hermano mayor que vendió su primogenitura por un plato de lentejas, y así perdió su herencia y la recibió su hermano menor, Jacob. Rubén perdió su primogenitura y la recibió José debido al incesto. Saúl, por su desobediencia, perdió su trono y David fue quien lo recibió fue. En los tiempos del Nuevo Testamento, Judas perdió uno de los mayores galardones de todos: el privilegio de ser uno de los doce apóstoles del Cordero, perdió este galardón por su traición a Cristo, cediéndoselo a Matías. Bernabé perdió su posición, cediéndola a Silas debido a su disputa con Pablo acerca de Marcos. Entre las mujeres, podemos citar a Vasti, que perdió la corona


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real cediéndola a Ester, debido a la desobediencia a su marido, el Rey Asuero. Cómo necesitamos atender al a amonestación de Cristo a la Iglesia de Filadelfia: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Ap. 3:11). Así, Booz se convirtió en uno de los que heredaron las bendiciones debido a que otros rechazaron entrar en ellas. Esto, y en un sentido aún mayor, es verdad acerca de Israel, que no entró en las promesas de Dios, sino que hicieron camino para otra nación, la Iglesia. Esta Iglesia está conformada por todos aquellos que están dispuestos y son obedientes, y solamente ellos heredarán el Reino.



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11 Booz tipifica a Cristo En el carácter de Booz descrito en este libro, hay muchos tipos ocultos que se relacionan con nuestro precioso Señor Jesús. Para poder apreciar completamente el significado del episodio final, que retrata el matrimonio y la genealogía que alcanzó hasta el rey David, tenemos que enumerar estos tipos. Primeramente, Cristo es visto como el Hombre Poderoso, el próspero terrateniente, que tiene a Su disposición vastos medios por los cuales puede otorgar a otros los frutos de Sus labores. Sus actos de misericordia fluyen de un corazón generoso; y cualquiera podía venir y participar de Su generosidad. Él trata a Sus sirvientes con bondad y compasión, como se refleja en particular en los saludos que son intercambiados entre Booz y sus segadores. Siendo uno que temía a Dios, y uno que cuidaba del pobre, Booz andaba entre sus segadores, se dirigía amablemente a ellos, y se ganaba su respeto. En segundo lugar, Cristo es visto como el Señor de la cosecha. A lo largo de la Palabra de Dios, vemos cómo se enfatiza esta realidad. Cantar de los Cantares 8:12 nos muestra a Cristo, a través de la vida de Salomón, como Baal-Hammon, el Señor de la cosecha. Las parábolas del Reino lo retratan como el sembrador, y después, finalmente, como el que trae la gran cosecha en la parábola de la red.


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Pero, quizás, el Señor de la cosecha está mejor retratado en la parábola de los obreros. Aquí se muestra a Cristo como el Padre de familia que está buscando constantemente a aquellos que irán y trabajarán en su viña. Literalmente parece que no hay ningún límite en cuanto al número que Él ofrece emplear, mostrándonos la grandeza de Su riqueza y la abundancia de la cosecha por cuanto les dio a todos el mismo salario. Este es el mismo espíritu generoso que moraba en Booz, y que le hizo dar a sus segadores la orden de dejar caer a propósito gavillas extras para beneficio de Rut. También pidió a Rut que espigara solamente en su campo, y que permaneciera cerca de sus segadoras para su protección. Verdaderamente, estas acciones nos recuerdan al Señor de la Cosecha, a Jesucristo. Hasta cierto punto, el pariente redentor es peculiar en el libro de Rut. No obstante, este ministerio es revelado ciertamente en otros contextos. Porque vemos en la persona de Jesucristo, al que paga el precio para redimir a Su pueblo de su pobreza y traerlos a las riquezas de Su gracia a través de Su sangre derramada en el Calvario. Booz, como el novio, tipifica a Cristo. El novio siempre está asociado con un matrimonio, pero acertadamente sabemos que él necesita una novia. Cristo también, está buscando una Novia. Ahora, consideraremos las cualidades encontradas en Rut; porque como ninguna otra, su tierna belleza ejemplifica a la Esposa de Cristo. Ni en sueños Rut se


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imaginó que sería la esposa amada del señor del campo. Y como pudo haberse imaginado ella el honor de su posición en la historia al encontrar un lugar en la genealogía real de Jesús. Porque de su procedencia vino el rey David, el rey Salomón, todos los reyes de Judá, y por ende el Rey de reyes, el Señor Jesucristo.



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12 Rut tipifica a la Esposa de Cristo En todas las Escrituras, Cristo es llamado el Novio. Al dirigirse a Israel en el Antiguo Testamento, el Señor claramente afirma que Él está desposado con ella. Por lo tanto, Israel siempre supo de esa relación tan especial que disfrutaba con Dios. Quizás podemos verla mejor resumida en Isaías 54:5: “Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado”. Asimismo, Cantar de los Cantares es un libro dedicado a esa relación. Es una relación con el Señor que en un tiempo solamente Israel disfrutaba, pero ahora ha sido otorgada a la Iglesia. La Iglesia tiene el honor de convertirse en la Esposa de su Esposo Celestial. No obstante, es también claro según Cantar de los Cantares, que no todos los creyentes en Israel, ni en la Iglesia, están en ese Cuerpo denominado la Esposa. “Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, y las doncellas sin número; Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; Es la única de su madre, la escogida de la que la dio a luz. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la alabaron” (Cnt. 6:8-9). La Esposa de Cristo es un Cuerpo formado de creyentes de todas las edades y dispensaciones. Aquellos que


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pertenecen a esta compañía, que poseen esas características definidas en las Escrituras, solamente ellos formarán parte de esta gran compañía. Al Apóstol Juan se le concedió el privilegio de contemplar a la Esposa del Cordero. “Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Ap. 21:9-14). Es importante que recordemos que Juan, que estuvo tan cerca de Jesús durante su ministerio terrenal, fue llamado el discípulo amado. Esta cercanía le trajo revelación, y Juan nos cuenta en el libro de Apocalipsis de otra visión que recibió mientras estaba en la isla de Patmos. Es aquí donde Juan tiene una revelación de la cena de las bodas del Cordero. Aquí, también, él ve a la esposa del Cordero. “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de


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lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios” (Ap. 19:7-9). Así, hasta en este pasaje vemos una diferencia entre aquellos que están invitados a las bodas, y la Novia misma. Hemos titulado el libro, “Rut, la novia gentil de Cristo”, y su propósito tiene una doble connotación. Primeramente, deseamos mostrar que aún en el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo estaba esperando el día cuando los gentiles fueran incluidos en las promesas de Israel. En segundo lugar, a través de una observación más detallada de Rut, vemos en ella esas cualidades que son tan necesarias para calificar y convertirnos en una parte de ese grupo tan privilegiado al cual nos referimos. En vista de esto, ahora podemos considerar a Rut como a esa novia gentil, y podemos estudiar las virtudes que le permitieron ser aceptada en el linaje de David, y por lo tanto, el linaje de Cristo mismo. 1. Rut era reconocida por su virtud y pureza. “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida” (Pr. 31:10-12). 2. Ella era reconocida por su devoción y fidelidad hacia Noemí, y hacia su marido anterior, Mahlón.


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“Y los que están con él son llamados y elegidos y fieles” (Ap. 17:14b). 3. Rut había recibido mucha alabanza por su manera justa de vida y naturaleza laboriosa. “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Ap. 19:8). “Busca lana y lino, y con voluntad trabaja con sus manos. Es como nave de mercader; trae su pan de lejos. Se levanta aun de noche y da comida a su familia y ración a sus criadas, (Pr. 31: 13-15). 4. La Esposa de Cristo glorifica a su Esposo Celestial a través de la misma sabiduría y bondad que Rut mostraba. “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales” (Ef. 3:10). Las Escrituras nos dan una definición de sabiduría divina “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Stg. 3:17). Y cuando consideramos la sabiduría de Rut, uno puede fácilmente imaginarse este versículo en Proverbios 31:26, “Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua”. Busquemos, por la gracia de Dios, que estas virtudes nobles sean trabajadas en nosotros, para que podamos decir con Pablo: “Si en alguna manera llegásemos a ser contados dignos”, (Fil. 3:11, paráfrasis).


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13 El matrimonio de Booz y Rut Ahora el camino para el matrimonio de Rut y Booz está abierto. Booz ha comprado todo lo que era de Elimelec, pero al hacer esto, también compró a Rut la moabita, la esposa de Mahlón. Ahora ella sería su esposa, y levantaría el nombre del difunto sobre su herencia. Ciertamente fue un acto muy noble y generoso de este hombre poderoso, y como ya hemos mencionado, muchos en las Escrituras no estaban dispuestos a hacer lo mismo. Tal fue Onán, el segundo hijo de Judá. Génesis 38:7-9 nos dice: “Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y le quitó Jehová la vida. Entonces Judá dijo a Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y levanta descendencia a tu hermano. Y sabiendo Onán que la descendencia no había de ser suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en tierra, por no dar descendencia a su hermano”. Booz, en contraste, le mantuvo su promesa a Rut, y cumplió su obligación. Todos aquellos en la puerta, aquel día que presenciaron ese acto de benevolencia hacia estas viudas, pronunciaron una bendición muy significativa sobre Rut, quizás apenas comprendiendo cuán profundamente sería cumplida, (Rut 4:11-12).


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Esta bendición incluía la doble porción de Raquel y Lea, así como una bendición para Booz, para que fuera ilustre en Errata, significando fertilidad. Ciertamente ningún linaje le excedería en su fertilidad; pues en él estarían David y su hijo más grande, el Señor Jesucristo. Esto nos recuerda otra de las promesas de Dios en la que nos dice en Apocalipsis 5:9-10 que habrá una simiente de todo linaje, y lengua, y pueblo y nación. Estas bendiciones son un compendio de las promesas que Dios hace a Sus seguidores fieles. “Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré” (Is. 43:4-5). También leemos en Isaías 56:3-7: “Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco. Porque así dijo Jehová: A los eunucos que guarden mis días de reposo, y escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto, yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá. Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos” (Is. 56:3-7).


El matrimonio de Booz y Rut

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Podemos añadir estas promesas que fueron hechas al Señor, pero que están también disponibles para nosotros si caminamos con Él y hacemos aquellas cosas que le agradan. “Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre” (Sal. 91:14). También, otro versículo importante del que podemos recibir esperanza está en el Salmo 45:17: “Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones,por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre”. Si eso no fuera suficiente, ellas agregaron que su casa sería como la casa de Fares, el que Tamar le engendró a Judá. Esta era una indicación que todas las profecías que pertenecían a Judá fluirían a partir de esta unión de Rut y Booz. Judá prevaleció sobre sus once hermanos y fue elegido para llevar a cabo el linaje real, porque de Judá saldría el Príncipe de todos, el Mesías. (ver Miq. 5:2; Gn. 49:8-10; 1 Cr. 5:2). El matrimonio de Booz con Rut es un tipo de las Bodas del Cordero, cuando el Señor de gloria se una para siempre a Su Esposa (Ap. 19:7). Rut es sinceramente la historia de una joven que fue levantada de la oscuridad a una unión feliz con un gran hombre de Dios. Es la historia de su levantamiento de entre los andrajos a las riquezas, y de la pobreza a la abundancia, debido a este hombre, Booz. No obstante, más que todo, es un cuadro de la preciosa Esposa de Cristo, y las cualidades que nuestro Esposo Celestial busca en Su Esposa terrenal.



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14 Las bendiciones para Noemí Sin ser olvidados, entre todos los milagros que siguieron a la cautividad de Rut, estaban aquellos que fueron otorgados a la fiel Noemí. No debemos subestimar su papel en esta hermosa historia de la novia gentil de Booz. Imaginamos y contemplamos la hermosa devoción de Rut hacia Noemí, pero no debemos negar el carácter hermoso que ganó la admiración y el respeto de Rut, y en primer plano, de Orfa. Su ejemplo semejante al de Cristo, hizo que ambas muchachas estuvieran dispuestas a dejarlo todo, para seguirla a la tierra de su nacimiento, y para seguir a su Dios. Noemí fue bien recompensada por el fiel retrato de Cristo que desplegó. La mirada de las mujeres, después del nacimiento de un hijo a la feliz pareja, se volvió en alabanza derramada para Noemí. “las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel; el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos” (Rut 4:14-15). Este redentor no era Booz, sino Obed, que levantaría de ella la afrenta de no tener fruto de su vientre y le confortaría en su vejez. Porque Obed sería el restaurador y el sustentador de Noemí en su vejez.


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A través del testimonio fiel de Noemí, quien estaba ahora disfrutando verdaderamente de los frutos de su nombre: placentera, ahora, tenía por encima de todo esto, el amor de su devota nuera Rut, que le era mejor que siete hijos. Hablando figuradamente, esto significaba que Rut le era mejor que una multitud de hijos. Noemí entonces disfrutó de la bendición de la que disfrutan las mujeres ya de edad madura: el privilegio de cuidar de sus nietos. Las mujeres le dieron al niño significativamente el nombre de Obed, que quiere decir “servil”, aquel que viviría totalmente dedicado a su abuela. ¿Qué abuela desearía algo mejor que tal privilegio?


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15 La genealogía de David Este libro de Rut concluye con las generaciones desde Fares hasta David, diez en número. El propósito de esta información adicional es de importancia primordial, especialmente para legalizar la posición legítima de David como rey de Israel, y por lo tanto la de Cristo, como el superior de los hijos de David. Fares había nacido de una relación incestuosa entre Judá y su nuera, pero Judá lo desconocía al momento de la concepción. “Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá. Después Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita. Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas. Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enaim junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era dada a él por mujer. Y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro. Y se apartó del camino hacia ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí? El respondió: Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta que lo envíes. Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él” (Gn. 38:12-18).


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Aunque Judá se llegó a su nuera en ignorancia, el hecho fue el mismo; Fares nació de una relación que la ley de Moisés prohibía. Deuteronomio 23:2 nos dice: “No entrará bastardo en la congregación de Jehová; ni hasta la décima generación no entrarán en la congregación de Jehová”. Así, previamente a David, todos sus antepasados no habían sido elegibles para entrar en la congregación del Señor; y ciertamente David, si no hubiera sido el décimo desde Judá, tampoco habría calificado para ser rey. No obstante, se cumplió la ley porque David era la décima generación; también en una manera muy significativa, él era un hombre conforme al corazón de Dios. Cuan puntillosa es la Palabra de Dios en toda forma; y nos es ventajosa también, para que la ley de Dios sea escrita sobre las tablas de carne de nuestros corazones, y podamos también cumplir todo Su agrado.


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16 Conclusión Al concluir este pequeño libro, es importante recordar que una de las verdades centrales es el matrimonio. Se trata de dos jóvenes viudas, que por pura necesidad necesitaban casarse de nuevo para proveerse reposo y seguridad para sí mismas en la casa de nuevos esposos. Una de ellas, Orfa, regresó a su propia tierra y a sus dioses, lejos de las promesas del Dios verdadero. La otra, Rut, siguió intensamente a Dios y a través de muchas aflicciones, pruebas y tribulaciones fue recompensada por el Señor con un marido por excelencia, Booz. Es prometedor también notar las cualidades que hacen matrimonios eternos y de recompensa en Dios. Estas cualidades son reveladas a través del carácter de Rut, y como hemos planteado ya, son las mismas cualidades que Cristo está buscando en Su Esposa. Nosotros, por lo tanto, haremos bien en buscar que sean obradas en nosotros mismos. Debemos buscar las siguientes cualidades: 1. Una relación fiel y amorosa con un padre o madre en Israel (espiritual), que pueda ser un guía y consejero para el joven. 2. Un abandono completo a la voluntad de Dios. 3. Una determinación santa de mantener la ley y los mandatos de Dios en todo momento y bajo toda circunstancia.


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4. Una naturaleza laboriosa. Esta es manifestada también en la actitud de Rebeca, elegida para ser la esposa de Isaac, quien estuvo dispuesta a dar de beber agua a los diez camellos del sirviente de Abraham, Eliezer. 5. Un buen testimonio delante de Dios y del hombre como lo tuvo Rut. Estas cualidades nos ayudarán a calificar para tener un lugar en la compañía de santos que son la Esposa de Cristo. Porque nunca debemos olvidar que todas las cosas sobre la tierra son solamente tipos y sombras de las realidades eternas, espirituales y celestiales. Recuerde siempre la gran lección de amor que es ejemplificada en la devoción de Rut para con Noemí. Ojalá seamos retados por las Escrituras cuando se nos dice: “¿Cómo podemos decir que amamos a Dios, si no amamos a nuestro hermano?” (1 Jn. 4:20, paráfrasis). “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn. 15:13). Rut sacrificó su propia vida debido a su amor por Noemí y a su difunto marido. Ciertamente no hizo como habla Pablo de algunas de las mujeres de su día, que abandonan su primer amor y fe (Ver 1 Ti. 5:12; Ap. 2:4). El amor que Rut manifestó recibió una recompensa completa del Señor de gloria. Que ese mismo amor viva como una llama ardiente dentro de nosotros, fluyendo hacia nuestras parejas, familiares y nuestros vecinos. Si le permitimos a este amor divino que sea desarrollado en nuestras vidas, cuando veamos en aquel día Su rostro


Conclusión

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adorable y observemos aquellos hermosos ojos, escucharemos de sus labios preciosos: “Bien, buen siervo y fiel; […] entra en el gozo de tu señor” (Mt. 25:21). ¡Amén! Que así sea, amado Señor.


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