Rol del agente educativo

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Los agentes educativos son los responsables de la tarea diaria, de la planificación y evaluación en cada aula, de la selección de las actividades netamente pedagógicas y también recreativas. Para ser agente educativo se requieren características como las siguientes: solida formación pedagógica, preocupación por acrecentar la formación recibida, capacidad para organizar la tarea, capacidad para poner límites en función de las necesidades de los niñ@s y de las tareas, capacidad de escucha y atención, objetividad para evaluar los niñ@s, capacidad para adaptarse a situaciones imprevistas, actitudes de cooperación y solidaridad, responsabilidad y compromiso con el trabajo, creatividad, plasticidad, identificación con los objetivos de la institución, conocimiento y compromiso con la vida comunitaria, capacidad para canalizar adecuadamente las emociones, serenidad, sentido del humor, afectividad y posibilidad de demostrarla, confianza en uno mismo, seguridad y un aspecto exterior agradable. El agente educativo debe estar bien preparado para asumir la tarea de educar a las nuevas generaciones, y ello implica no sólo la responsabilidad de transmitir conocimientos básicos para el preescolar, sino también el compromiso de afianzar en los niños valores y actitudes necesarios para que puedan vivir y desarrollar sus potencialidades

plenamente,

mejorar

su

calidad

de

vida,

tomar

decisiones

fundamentales y continuar aprendiendo. Por ello el agente educativo especializado en la infancia debe trabajar por cambiar muchos factores que afectan su labor formadora, entre ellas su currículo oculto, es decir, las vivencias de su niñez, la forma como aprendió, tanto en su vida escolar como en el hogar, y las presiones que ejercen sobre él los padres de familia, la comunidad en general y las instituciones, en especial en lo referente a las exigencias de las innovaciones curriculares. El agente debe revaluar los viejos modelos de escuela que lo señalaban como la autoridad en el aula y el único poseedor del conocimiento. Así mismo, debe reconocer que asistir a talleres de actualización no es suficiente; es preciso que reflexiones de manera permanente acerca de los procesos que tienen lugar en el aula y asuma un compromiso de cambio continuo, ya que su formación es un proceso que nunca acaba.


El agente educativo debe interactuar con las instituciones y los padres de familia en lo que se refiere a las metas de desarrollo integral del niño. En la actualidad se maneja un concepto de jardín académico que es valorado más por consideraciones sociales y económicas que por una buena pedagogía. En muchas instituciones, con el apoyo de los padres, o inducidos por éstos, se da mayor importancia a la instrucción formal que a espacios para el desarrollo de la creatividad y el juego; los niños son sometidos a presiones excesivas, porque se cree que leer a los 3 años o intentar aprender una segunda lengua antes de que hable correctamente la lengua materna es un logro. Se cree que así se aprende, es decir, atiborrando al estudiante de conocimientos, sin considerar los criterios de socialización y desarrollo integral y, sobre todo, sin tener en cuenta la vivencia cotidiana del educador con los niños. Con el propósito de cambiar esta visión se deben diseñar programas educativos saludables, en los cuales se respete la individualidad del niño y su etapa infantil y se convierta su paso por el preescolar en una experiencia agradable y placentera. Ser agente educativo es tener la oportunidad de enfrentarse cada día a una caja de sorpresas: una sonrisa, el llanto, un logro, un interrogante difícil de responder, situaciones que hacen del ejercicio académico una labor gratificante y un reto permanente. En consecuencia los agentes educativos responsables para la educación para la Primera Infancia, deben adelantar procesos educativos intencionados, pertinentes y oportunos generados a partir de los intereses, características y capacidades de los niños y las niñas, con el fin de promover el desarrollo de sus competencias, liderando un cambio cultural que impulse prácticas pedagógicas acordes con este marco. Por lo tanto, se espera que los agentes educativos asuman su papel como promotores del desarrollo de competencias, a partir de la observación el acompañamiento intencionado, la generación de espacios educativos significativos y el conocimiento de quiénes son aquellos niños y niñas.


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