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INDICADORES DE RESULTADO E IMPACTO. GUÍA BÁSICA

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CONCLUSIONES

CONCLUSIONES

Y, de la misma manera, se han empezado a medir las emisiones de gases de efecto invernadero como el CO2 o el metano cuando hemos comprendido la amenaza que el efecto invernadero supone para los ecosistemas terrestres de los que dependemos. Se han empezado a elaborar los datos diferenciando por sexos cuando la igualdad de género se ha convertido en una cuestión social ineludible.

El desafío a los sistemas de indicadores de la Agenda 2030:

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El principal desafío de la Agenda 2030 es que propone un sistema integrado de indicadores que recoge las 17 dimensiones de los ODS correspondientes a campos temáticos de acción muy diferentes y cuyas fuentes de información se hayan muy dispersas. Proponen además que se recojan informaciones referidas a los objetivos inéditos (dentro de un nuevo modelo mental que es el del Desarrollo Sostenible) y formulados de maneras muy específicas, que hasta ahora la información disponible es bastante incompleta.

Por ejemplo, para medir la meta:

1.4 De aquí a 2030, garantizar que todos los hombres y mujeres, en particular los pobres y los vulnerables, tengan los mismos derechos a los recursos económicos y acceso a los servicios básicos, la propiedad y el control de la tierra y otros bienes, la herencia, los recursos naturales, las nuevas tecnologías apropiadas y los servicios financieros, incluida la microfinanciación.

Se proponen 2 indicadores:

1.4.1 Proporción de la población que vive en hogares con acceso a los servicios básicos

1.4.2 Proporción del total de la población adulta con derechos seguros de tenencia de la tierra: a) que posee documentación reconocida legalmente al respecto y b) considera seguros sus derechos, desglosada por sexo y tipo de tenencia

Lo primero que se observa es que la información de los indicadores no cubre completamente la información necesaria para saber si se está cumpliendo o no la meta, deja fuera, por ejemplo, el acceso a las nuevas tecnologías apropiadas y los servicios financieros, incluida la microfinanciación. Si consultamos cómo se miden estos indicadores en el caso español (Capítulo 2) veremos que el INE tiene disponible el indicador 1.4.1 Proporción de la población que vive en hogares con acceso a los servicios básicos, sin embargo, para el 1.4.2 nos encontramos el rótulo (Explorando fuentes de datos).

De este modo, en España. Si queremos medir actualmente el progreso de la meta 1.4 solo lo podemos hacer con el indicador 1.4.1, lo cual ofrece una visión bastante incompleta del conjunto de la meta ODS. Esto es porque estamos buscando la llave (el indicador) donde ya hay luz (la información ya previamente disponible, aunque sea de manera parcial o limitada) y ello porque iluminar toda la calle, de manera duradera en el tiempo y con la misma metodología, para todos los 231 indicadores que necesitamos para todos los países sería extraordinariamente costoso.

Además, al tratarse de una agenda multiactor y multinivel, la Agenda 2030 requiere, que esta información esté disponible al nivel más desagregado posible, lo que quiere decir que la luz tendría que ser lo suficientemente intensa para no solo abordar toda la calle, sino para poder ver con suficiente luminosidad en cada adoquín del acerado, lo cual encarece muchísimo el proceso. De hecho, en el ejemplo tratado, el conjunto de indicadores relacionados con el indicador 1.4.1 solo está disponible a nivel de comunidades autónomas, no provincial o municipal.

De modo que, la Agenda 2030 presenta el desafíos a los sistemas de información estadística a todos los niveles de seguir ampliando las farolas bajo las que vamos buscando la información (“Explorando las fuentes de datos”), pero de momento contamos con las que contamos y nos vemos obligados bien a buscar y probar suerte a ver si su luz alcanza a encontrar lo que necesitamos, bien a encender nuestras propias lámparas en zonas oscuras con la esperanza de que la luz alcance para encontrar lo que necesitamos.

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