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sector salud
Cuatro claves de la gobernanza del sector salud
RAMIRO GUERRERO
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Decano de la Escuela de Economía y Finanzas de la Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas de la Universidad Icesi La confianza en el sistema de salud se merece colectivamente. Y se construye con el aporte de todos: desde el médico en el consultorio, pasando por administradores y directivos de IPS, EPS e industria y, por supuesto, el Estado regulador y supervisor. La base de una buena gobernanza es la adecuada rendición de cuentas de cada actor por la tarea que se le asigna. Para reflexionar qué tan bien o mal estamos en este punto, conviene repasar brevemente cuatro modelos de rendición de cuentas que resultan relevantes en el sector salud.
Uno de ellos es el modelo de la rendición de cuentas política, que se usa típicamente cuando el Estado es el encargado de prestar directamente el servicio de salud. Se supone que si la calidad del servicio se deteriora, en las siguientes elecciones la gente vota por otro partido que lo administre mejor. También existe el modelo de rendición de cuentas ´corporatista´. En este, los estamentos (stakeholders) interesados en el servicio tienen representación en los órganos de gobierno de la entidad que presta el servicio, y los representantes canalizan las exigencias de sus representados. En los órganos de gobierno de los servicios de salud
de las universidades públicas, por ejemplo, suele haber representantes de profesores, estudiantes, empleados administrativos, etc. Un tercer modelo es el de la rendición de cuentas de mercado. Ahí la entidad tiene que estar a la altura de las expectativas del usuario (cliente). Si no lo está, este se va con su plata (UPC) para otra parte. Finalmente, en profesiones de alta complejidad técnica, como lo es la medicina, donde la autonomía profesional es un valor central, existe la rendición de cuentas ante pares. El comportamiento del médico debe estar a la altura de los estándares técnicos y éticos que sus pares más respetados aprobarían.
Se supone que todas estas formas de rendición de cuentas le ponen una sana presión a los prestadores y administradores del servicio para hacer las cosas bien. La verdad que todas son muy imperfectas en la práctica, aquí y en todas partes. Pero por lo menos debería haber un concepto claro de qué formas de rendición de cuantas usar y para qué cosas.
La seguridad social en Colombia tiene un origen de estilo corporatista (en el consejo directivo del ISS había representantes de empresarios y trabajadores). Con la Ley 100 el sistema hizo más énfasis en la rendición de cuentas de mercado, tanto por parte de IPS (ante los pagadores) como de las EPS (ante los afiliados). Pero los hospitales públicos preservaron la inercia de un modelo de gobernanza corporatista y estatista. Luego la ley estatutaria consagró la autonomía profesional. Y cuanto mayor es la autonomía para tomar decisiones que afectan la salud de las personas y las finanzas del sistema, mayor es el deber de rendir cuentas ante la sociedad por la responsabilidad depositada.
La rendición de cuentas de mercado tiene muchas limitaciones. Hay que ayudarle con mucha información para el usuario, y aún así no basta. Hay que complementarla con regulación y vigilancia. El Ministerio de Salud y la Superintendencia de Salud se han especializado en esto último. Sobre la función de regular y vigilar, su rendición de cuentas debe ser política, pues la regulación es una función indelegable del Estado. Las secretarías de salud, en cambio, no solo regulan, sino que se involucran en la prestación y compiten en el mercado de servicios con organizaciones privadas. Su multiplicidad de roles no ayuda para una rendición de cuentas más clara. Los aseguradores y prestadores tienen juntas y asambleas que típicamente están diseñadas para rendir cuentas a los socios, pero ante la sociedad y el Estado deben responsabilizarse primordialmente por los resultados en salud de su gestión.
Los modelos de rendición de cuentas sirven para esclarecer el deber ser de la gobernanza de todas las entidades del sector, privadas y públicas, incluyendo el Invima, el IETS y las secretarías locales. Y sirve también para que cada entidad se pregunte cuál es la mejor forma de rendir cuentas, dada la misión que el sistema de salud le encomienda y los recursos con que cuenta para ello.

