Ni contigo, ni sin ti

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Andrea Fernández Suárez Movimientos periodísticos y comunicación ciudadana

Ni contigo, ni sin ti El derbi asturiano de fútbol desde los ojos de un matrimonio

La competencia siempre está presente en una Liga de fútbol, pero hay partidos en los que la rivalidad alcanza las más altas cotas. Entonces da igual la categoría en que se celebre el encuentro, sabes que la atmósfera que se va a sentir dentro y fuera del campo sería comparable a la de una final de la Champions League. Sin exagerar. Estoy hablando de los derbis, esos partidos que señalas con un círculo rojo bien grande en la agenda cuando, allá por el mes de julio, se da a conocer el calendario de la nueva temporada; esos encuentros en los que la victoria vale mucho más que tres puntos y cuyo resultado puede condicionar tu estado de ánimo durante toda una semana. “Son los partidos que todo profesional quiere jugar”, remata Enrique Castro, Quini, ex jugador del Sporting de Gijón y el Fútbol Club de Barcelona, que de esto sabe mucho. Él ha vivido en primera persona el derbi por excelencia del Principado de Asturias. Sporting de Gijón y Real Oviedo no pueden vivir el uno sin el otro, podríamos decir que mantienen una relación de amor- odio. Históricamente, son los dos equipos de


fútbol líderes en Asturias, de ahí el estado de excitación que se vivía en toda la región cuando llegaba el día del derbi. “Por el ambiente ya se suelen vivir a lo mejor quince días antes del partido, en la calle, en cualquier cafetería o bar. En esos partidos al profesional no le hace falta motivación, los estás viviendo en la propia calle todos los días”, recuerda El Brujo Quini, apodado así por su extraordinario talento con el balón en los pies. La relación entre hinchas de uno y otro equipo es muy transparente a los ojos de la región asturiana. No puedo soportar que estés en la misma categoría que yo, pero echo de menos aquel ambiente festivo que se vivía cuando llegaba la ansiada jornada del derbi, piensan los aficionados de Sporting de Gijón y Real Oviedo. Pero dedicar un reportaje a esa relación no daría demasiado de sí, ni aportaría nada nuevo, sería una historia demasiado genérica y hasta me atrevo a decir que monótona. Todo cambia si acotamos el objeto de la historia. Si en vez de ser dos aficiones históricamente rivales, hablamos de un matrimonio aficionado al fútbol que, por casualidades del destino, cada uno de sus miembros ha resultado ser fiel seguidor del eterno rival de su pareja. Rosa María Suárez, sportinguista desde la cuna; Alfonso José Ramos, oviedista sea cual se la categoría en que milite su club. ¿Cómo viven ellos esa relación amor-odio que mantuvieron, mantienen y mantendrán los aficionados del Sporting de Gijón y el Real Oviedo? He concertado la primera entrevista con ellos en su domicilio, un terreno aparentemente neutral para hablar de rojiblancos y azules. Viven en Lugones, una ciudad en progresivo crecimiento situada a escasos 10 minutos de Oviedo y a unos 15 de Gijón. Sin embargo, desde el primer momento que pongo un pie en su casa puedo comprobar como uno de los dos equipos tiene un claro protagonismo. Una mesa redonda me recibe en el amplio y luminoso salón, donde Alfonso espera pacientemente sentado. A su espalda, sobre la repisa de una alacena me encuentro otra muestra de la futbolitis que se respira en esa vivienda: Dos balones de fútbol,


uno con la firma del delantero asturiano David Villa, actualmente en las filas del Atlético de Madrid, y otro con multitud de autógrafos de jugadores del Sporting. Mientras preparo el material para comenzar la entrevista, Rosa y Alfonso charlan animadamente de sus vacaciones de verano. Aún quedan algunos meses, pero ya tienen claro el mes y el destino que tocará visitar este año. Comienzo la charla con ellos con una pregunta muy general, para medir a qué me enfrento: - Si la relación entre sportinguistas y oviedistas ya es de por sí tensa, ¿cómo se vive esa relación siendo un matrimonio en el que cada uno es de un equipo distinto? Alfonso no duda en tomar la palabra para afirmar, sin atisbo de duda, que «con la mayor normalidad. La relación es normal y corriente, lo único que cuando hay derbi uno se ríe del otro», bromea. Y yo me pregunto- y les pregunto-: ¿Sólo cuando hay derbi o siempre que juegan ambos equipos? Ante esta cuestión es Rosa quien se adelanta para responder: - Normalmente, siempre que hay jornada de fútbol esperas que tu rival, en este caso el Oviedo- Alfonso puntualiza: “En este caso el Sporting”-, pierda. Aunque las circunstancias que rodeen al partido también son determinantes a la hora de decidir si vas contra tu eterno rival o A FAVOR de él, que puede suceder, no se crean. “Si nos influye en el resultado, a veces sin querer, vas en contra del rival del Oviedo”, reconoce Rosa. O en contra de tu propio equipo, dejo caer. Precisamente no hace mucho que se han enfrentado en Segunda División B, categoría en que milita actualmente el Oviedo, el Racing de Santander- actual líder del grupo- contra el filial del Sporting de Gijón. No fue raro observar a sportinguistas animando al Racing y a oviedistas apoyando... ¡al Sporting! “Vale, en ese caso yo sí iba con el Racing de Santander sólo por perjudicar al Oviedo (risas)”. Y Alfonso añade “igual de los oviedistas. Bueno, no, yo con el Sporting jamás. Antes muerto que sportinguista”, bromea el hincha azul. La conversación avanza fluidamente y la pareja está muy cómoda charlando del tema, hasta el punto de que se llegan a completar las frases. Aunque los piques también irán naciendo conforme profundicemos en la historia de su enfrentada


relación futbolística. ¿Y cómo viven el día a día de cada uno de sus dos equipos del alma? Porque derbis, en los últimos años, sólo hemos vivido los enfrentamientos entre el Real Oviedo y su filial. - Mucha gente de Asturias no considera ese enfrentamiento como un derbi, aunque sí lo es. Por mucho que les pese a los del Oviedo, están jugando en Segunda B-, opina Rosa y antes de que pueda continuar explicándose su marido la corta: - Opinan lo mismo los del Sporting. - Vamos a ver, ¿puedo hablar? - No. Y ambos se ríen, contagiando la sonrisa incluso a la entrevistadora. Por fin Rosa puede continuar contando su punto de vista de la situación. “Sigo opinando que, mientras el Oviedo no esté en una categoría igual a la del Sporting, para él va a seguir siendo un derbi el enfrentamiento entre Oviedo y Sporting B”. Pero Alfonso no es de la misma opinión y la grabadora y yo somos testigos de su primer debate futbolístico de la tarde. - Bah, no, de eso nada. Ni para el Oviedo, ni para los del Sporting, señala él. - Perdona, pero es que es un derbi. - Yo soy del Oviedo y para mí no es un derbi. - No, para ti no es un derbi porque consideras al Oviedo muy por encima del Sporting B. - No, porque nuestro rival es el Sporting, no el Sporting B. - Perdona pero vuestro rival ahora mismo es el Sporting B, que está en la categoría en la que estáis vosotros. Igual que lo son el Caudal, el Marino de Luanco, el Avilés. - Sí, y el Coruxo- concluye Alfonso. Intento darle un pequeño giro a la situación y matizo: ¿Sería un caso distinto si hablásemos de un Sporting B- Oviedo B? Alfonso no duda: “Sí, eso si. Sería un derbi de chiquillos”. Pero Rosa sigue en sus trece: “Pero es que no se da ese caso. El caso es que el Oviedo está en Segunda B. Y por mucho que les pese a los del Oviedo


están jugando contra el filial del Sporting. Y sigue siendo un derbi. Ojalá algún día sean capaces de estar en la misma categoría y entonces sí sería un derbi considerado de máximo nivel”. - Al paso que vamos… En Segunda B- bromea Alfonso. - En Segunda B se quedará el Oviedo. El Sporting, de momento, no está situación de bajar este año. Probablemente no subamos, pero bajar, tampoco. Hace mucho que no se vive el derbi asturiano propiamente dicho, pero los piques entre las aficiones de uno y otro equipo perduran. La rivalidad continúa, aun con cada equipo en una categoría diferente, y los hinchas de uno y otro equipo están pendientes cada domingo de lo que hace su rival para poder meterse con ellos. Alfonso Una alianza matrimonial y futbolística sostiene que es “porque eso va dentro del significado de ser aficionado de cada equipo”. Y Rosa coincide: “Esa rivalidad nunca se va a perder, independientemente de en qué categoría estén”. Escuchándoles hablar, empiezo a tener la sensación de que uno de los dos es más futbolero que el otro. Ante esta pregunta los dos contestan, casi al unísono: “Sí, por supuesto”. Y Rosa justifica su respuesta: “Desde siempre. A Alfonso le empezó a gustar el fútbol cuando empezó a salir conmigo. Hasta entonces yo creo que no sabía ni lo que era un balón de fútbol”. Alfonso coincide: “Nunca me gustó el fútbol. Y ahora me sigue gustando lo justo”. No le apasionaba al fútbol, pero siempre se ha declarado seguidor del equipo de su ciudad. “Yo fui del Oviedo siempre aunque no me gustase el fútbol”. Y su mujer matiza: -Si empezó a ver el fútbol fue por culpa del Barcelona- o gracias a él. -El Dream Team de Johan Cruyff. -Ahí está el quid de la cuestión de porqué a Alfonso le empezó a gustar el fútbol.


Dejamos de lado la actualidad y volvemos la vista atrás hacia los orígenes de los derbis entre Sporting y Oviedo. El 18 de agosto de 1907 se enfrentaron, por vez primera, un equipo de Gijón y uno de Oviedo, pero no fue hasta 1926 cuando Asturias presenció el partido que inauguraría una perenne rivalidad. La pregunta inicial en este bloque de interrogantes es obvia: -¿Por qué creéis que nació la rivalidad entre un equipo de fútbol de Gijón y un equipo de fútbol de Oviedo? Alfonso nos da la clave: “Porque la rivalidad no era sólo entre los equipos, sino entre las propias ciudades”. Y ¿por qué esa rivalidad? “Porque Gijón es incapaz de aceptar que una ciudad tan guapa y simpática como Oviedo sea la capital y ellos sean la sucursal”. Esa última expresión ya nos deja claro el autor de la respuesta. Entonces Rosa toma la voz cantante: -A ver, el número de habitantes que tienen ambas ciudades es muy similar. -No, tiene bastantes más Gijón. -¿Me dejas hablar? Esto que ves es una rivalidad matrimonial, ya independientemente del fútbol. -Es verdad, tiene más habitantes Gijón que Oviedo. -Creo que ambas ciudades, ¡déjame hablar!, pueden tener un número igual de habitantes. Con lo cual el que una sea la capital y otra no pues a unos les duele más que a los otros. En efecto, Gijón y Oviedo siempre han vivido enfrentadas más allá del panorama futbolístico. En temas políticos y económicos, sobre todo, no es raro escuchar comentarios del estilo “Tal o cual partido político favorece a tal o cual ciudad”. Un antagonismo que, si bien en términos deportivos- y siempre que se viva sin violencia- resulta comprensible y hasta lógico, pierde todo su sentido en otros ámbitos. Desde aquel primer enfrentamiento entre Sporting y Oviedo, celebrado el 6 de diciembre en el estadio de El Molinón y que finalizó con triunfo rojiblanco, mucho tuvo que llover hasta que Alfonso y Rosa experimentaran en su propia piel lo que


significa la palabra derbi. En un ejercicio de memoria, les pido que echen la vista atrás para responder a mi pregunta: ¿Cuál es el primer derbi del que tenéis recuerdo? Alfonso eleva la mirada al techo y suspira, esforzándose por recordar. “De la primera temporada que volvió el Oviedo a Primera División, después de tantos años en Segunda. Recuerdo el gol de Tomás en el Carlos Tartiere. Además creo que ganamos”. Efectivamente, el 8 de enero de 1989 el estadio carbayón volvió a acoger un derbi de Primera División, doce temporadas después del último. El Real Oviedo acababa de retornar a la elite y no defraudó a sus hinchas ante el eterno rival. Triunfo por un gol a cero, obra de Tomás González, tal y como recuerda Alfonso. -En el 89... Yo es que no me acuerdo- reconoce Rosa. -Que además fue el año en que nos casamos. Hace 25 años ya. -Ya, pues no me acuerdo de ese derbi. Yo de lo que sí tengo recuerdos es de cuando era una niña, debía de tener entre 12 y 14 años. Mi padre es muy del Sporting y tenía un compañero de trabajo que era muy del Oviedo. Yo en aquella época no seguía los partidos, pero sí llevaba a clase una carpeta con una foto del Sporting de Cundi, de Quini, de Ferrero, de Mesa... Y recuerdo que, cuando mi padre llegaba a casa el domingo por la tarde después de ver el partido de fútbol en un bar con su compañero del alma del Oviedo, sobre todo si era un derbi, dependiendo del estado de ánimo con el que llegase- contento, riéndose o cabizbajo, sin hablar- sabías como había sido el resultado. Y era muy simpático porque mi padre y su compañero de trabajo tenían una relación amor- odio. Se llevaban muy bien hasta que había derbi. Dependiendo de quien ganase ese partido suponía que durante 3 días no se hablasen, ya ganara mi padre- el Sportingo su compañero- el Oviedo. Rosa nos remite a su infancia, donde nació su pasión por el Sporting. Ya sabemos que Alfonso descubrió su interés por el fútbol en la década de los 80, cuando el Fútbol Club Barcelona de Johan Cruyff hizo historia a nivel mundial. Pero, ¿qué recuerdos tiene de su niñez? “De aquella época ninguno, ni siquiera me interesaba jugar al fútbol en el colegio, porque además jugaba muy mal. Yo jugaba al hockey y al baloncesto.”


Llegados a este punto, ponemos punto y final a la entrevista por hoy. Alfonso tiene unas gestiones que realizar y no quiere demorarse más. Antes de despedirme de ellos, concierto una nueva entrevista, aunque esta vez por separado. El Molinón y el Carlos Tartiere serán los escenarios de nuestros próximos encuentros. Respirando fútbol a la orilla del río Piles Gijón huele a mar y a fútbol a partes iguales; son dos elementos intrínsecos de la capital de la Costa Verde- que engloba todo el litoral costero asturiano-. En cualquier rincón de la villa se respira fútbol, una frase que repiten futbolistas, entrenadores, periodistas y aficionados cada temporada y no sólo los locales. Y el epicentro del latido futbolístico de Gijón no es otro lugar que el estadio de El Molinón, a unos pocos metros de la playa de San Lorenzo y ubicado a la vera del río Piles. Es día de partido y, a una hora para que suene el pitido inicial, los aledaños del renovado estadio gijonés ya están teñidos de color rojiblanco. Los aficionados sportinguistas charlan animadamente, comentando la alineación de su equipo y la necesidad de ganar ese encuentro para no descolgarse de los primeros puestos de la clasificación. El Girona visita esta tarde El Molinón y el ascenso a Primera División pasa por ganar. Sólo vale ganar. Me encuentro con Rosa en la puerta 0 del estadio gijonés, junto a las taquillas donde los aficionados más rezagados hacen cola para comprar sus entradas. Voy a vivir con ella el partido, pero antes damos un paseo alrededor de El Molinón pues una vez dentro hablar tranquilamente va a ser una tarea un tanto ardua.

Foto: www.realsporting.com

“Qué bonito ha quedado El Molinón tras la última remodelación”, comento, admirando las relucientes fachadas del estadio, una de ellas decorada con un gigantesco escudo del Sporting. “Efectivamente, ha merecido la

pena el tiempo que hubo que esperar para poder ver la imagen que tiene ahora: un campo de fútbol grande, uniforme, limpio, agradable”.


-¿Cuándo fue la primera vez que viste un partido del Sporting desde la grada? -La verdad es que tardé muchos años en ir a El Molinón. Creo que la primera vez que fui fue un regalo que me hicieron mi marido y mi hija por el día de la Madre. Hace unos catorce años, aproximadamente. Fue muy simpático ver a Alfonso en El Molinón viendo un partido del Sporting. -Y ahora ya eres una habitual de El Molinón. ¿Qué sientes cada vez que caminas por aquí, antes de un partido? -Hay situaciones diferentes; hay partidos a los que vas tranquilo, cuando no hay mucha impericia por ganar, vas buscando un buen partido que sea entretenido. Siempre que no tengas necesidad vital de puntos. Cuando si te juegas puntos importantes ya vas nervioso, con miedo a que tu equipo no sea capaz de sacar adelante al partido, a la vez ilusionada, si esperas ver un partido atractivo. -Imagino que la sensación sería distinta si en lugar de un Sporting- Girona estuvieras a unos minutos de vivir un Sporting- Oviedo. -Sí, en esos partidos ya no vas pensando tanto en la necesidad de los puntos, aunque sí influye evidentemente. Te olvidas de la clasificación y sólo te importa ese partido, sólo piensas en ganar a tu eterno rival. Aunque indudablemente en este partido el juego bonito es lo de menos, pueden ser partidos aburridos, aunque para eso está la afición, para animarlos. Al final casi te diviertes más con el ambiente que se vive en el campo, que con el propio desarrollo del partido en el césped. -¿Alguna vez viviste un derbi desde el campo de fútbol? -Si no tenemos en cuenta los Sporting B- Oviedo, que sí asistió a unos cuantos, no. No me tocó vivir un Sporting- Oviedo en directo. -¿Y en el Carlos Tartiere? -No, nunca. Ni siquiera estuve allí en conciertos. Tenía pensado ir a ver a Elton John, allá por el verano de 1992, pero justo unos días antes nació mi hija, con lo cual me tuve que quedar en casa. Y no pude pisar el Carlos Tartiere. -¿Qué sentirías si el Sporting no lograra ascender a Primera y el Oviedo si subiera de categoría, recuperando la próxima temporada el derbi asturiano?


-Hombre, ahí hay dos sentimientos: por una parte quieres que esa posibilidad llegue algún dia, pero luego tu corazón no quiere que tu rival esté en tu misma categoría o en una superior. Además de la decepción porque tu equipo no ascienda, envidia porque el rival te iguale en categoría e ilusión por poder disfrutar de nuevo de un derbi asturiano. Resta apenas media hora para que dé comienzo la contienda sobre el terreno de juego, así que nos dirigimos hacia la puerta de entrada y de ahí a la grada. Los aficionados van ocupando sus respectivos asientos mientras los jugadores de ambos equipos finalizan los ejercicios de calentamiento previos al encuentro. Entre aplausos y silbidos, los dos conjuntos se retiran a los vestuarios poco después. El sol brilla sobre un campo de fútbol que lleva poco menos de cien años viviendo partidos de todos los colores. De Primera División, de Segunda; emocionantes derbis, victorias épicas y dolorosas derrotas; ascensos y descensos de categoría, finales de la Copa del Rey, partidos de la Selección española y hasta tres encuentros durante el Mundial de España de 1982. El partido ya ha comenzado y los hinchas de la grada sur entonan las habituales canciones para alentar a su equipo, aunque en las últimas jornadas, como bien me comenta Rosa, el estadio está bastante más desanimado que en otras ocasiones. Pero todo cambia con la llegada de los goles rojiblancos y un solitario tanto del Girona que llevan el 3-1 al videomarcador. Y entonces se oye un cántico que todo el campo conoce y corea; un cántico que tiene como protagonista al eterno rival, el Real Oviedo. -Ya tardaban en acordarse del Oviedo-, observa Rosa. -¿Es muy frecuente que lo hagan? -Habitualmente casi todos los partidos, sobre todo si el Sporting va ganando. -Si esto fuera un derbi el intercambio de mofas sería continuo, ¿no? -Por supuesto, eso lo podemos ver cuando se enfrentan Sporting B y Oviedo, aunque sea a menor nivel. Es como un partido de tenis, estás más atento a girar la cabeza de derecha a izquierda para ver como los radicales de cada equipo tienen un intercambio de golpes verbales, que al propio partido-, ríe Rosa.


Finaliza el partido con vítores de la grada hacia su equipo. El Sporting ha ganado una batalla, pero la guerra por retornar a la elite del fútbol español prosigue. Con una gran sonrisa, Rosa se despide de mi para regresar, feliz, a casa. Atrás dejo el iluminado Molinón que resplandece en el anochecer gijonés. Después de este encuentro puedo confirmar que la parroquia sportinguista no puede evitar acordarse de su histórico rival durante los partidos en El Molinón. ¿Le ocurrirá lo mismo a los hinchas oviedistas? Un estadio de Primera jugando en Segunda B En la parte alta de la vetusta Oviedo, encajado en una pequeña hondonada junto al Parque del Oeste, se encuentra el nuevo estadio Carlos Tartiere, hogar futbolístico del Real Oviedo. Inaugurado en el año 2000, el moderno campo del conjunto azul sólo guarda en su memoria tres temporadas de fútbol en la elite, Foto: Wikipedia Commons pero su aspecto no es el de un campo de Segunda B. Como tampoco lo es su infatigable afición, capaz de batir todos los records de asistencia a los campos de fútbol en la categoría de bronce del fútbol del español. Desde la calle Alejandro Casona se puede contemplar el estadio en todo su esplendor, unos metros por debajo. Hacia él me encamino para reunirme con Alfonso. Se respira un ambiente de silencio y calma, pero aún se pueden escuchar los ecos de la goleada que el Real Oviedo festejó el día anterior ante el filial del Celta de Vigo. Las opciones de alcanzar los play-off de ascenso a Segunda División se agotan, por lo que el Real Oviedo se juega la vida en los próximos partidos. A los pies de la fachada que da acceso a la Tribuna principal me encuentro con Alfonso, concentrado sobre la pantalla de su teléfono móvil. “¿Viste que estadio más guapín tenemos?”, comenta a modo de saludo. Ya sabemos que Alfonso no es tan futbolero como Rosa, por lo que no esconde que tampoco es un habitual del


feudo oviedista. “La última vez que vine fue hace unos cinco años, en un partido que jugó la selección española sub-21 contra Polonia”. Un combinado nacional también estuvo sobre el terreno de juego en el primer partido que Alfonso vivió en el estadio azul, en este caso en el antiguo Carlos Tartiere, ubicado en el barrio de Buenavista. “¿La primera vez? El partido de inauguración del Nuevo Carlos Tartiere, en el Mundial 82. Un partido que jugó el Real Oviedo contra la selección de Chile”. El estadio original, construido en 1932, había sido reconstruido como motivo de la celebración del Mundial de fútbol en España. Nada queda de él en la actualidad y en el hueco que dejó el campo de fútbol se yergue ahora el Palacio de Congresos Princesa Letizia, diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava. -¿Qué sientes al pasear por aquí y recordar aquella época en que el Real Oviedo se medía con los más grandes en Primera División? -Nostalgia y esperanza de que vuelvan algún día aquellos momentos. -¿Alguna vez fuiste testigo directo de un Oviedo- Sporting? -Si, pero no me acuerdo. Fui una única vez al Carlos Tartiere a ver un derbi OviedoSporting, pero si te soy sincero no recuerdo ni qué pasó, ni cómo acabó el partido. Dentro de unos días se enfrentarán Real Oviedo y Sporting B en este mismo escenario, pero Alfonso ya nos explicó días atrás que, para él, eso no es un derbi propiamente dicho. Aún así, los aficionados de ambos equipos ya se frotan las manos ante la cercanía del encuentro. A buen seguro habrá un buen ambiente en el Carlos Tartiere, pero ¿cómo cree Alfonso que se viviría ese enfrentamiento si en lugar del filial fuese el primer equipo el rival? “Con más pasión y más rivalidad, como se vivieron los derbis toda la vida. Lo de ahora es mucho más descafeinado”. La posibilidad de que eso suceda podría estar muy cerca. El Oviedo lleva cinco temporadas peleando con uñas y dientes por lograr el ascenso a Segunda División. Este año no es diferente, pero en los últimos partidos el equipo parece haberse descolgado. Aún queda tiempo para remontar y luchar por el ansiado objetivo de regresar a la Liga de Plata. Si eso ocurriera y el Sporting no ascendiera a Primera, sportinguistas y oviedistas volverían a verse las caras. ¿Qué supondría eso?


-Sería todo un logro para la región; cuanta más rivalidad haya y más equipos estén arriba, mucho mejor para el fútbol y para Asturias en general. -¿Volverías a ver un partido en el Carlos Tartiere si se diera esa circunstancia? -Depende, no lo sé. Ya sabes que a mi el fútbol me gusta lo justo-, se ríe. El tiempo acordado para la entrevista se agota, Alfonso ha de marcharse a atender sus obligaciones y, a la sombra que proyectan los muros del estadio, damos por finalizada la conversación. Pasados unos días, vuelvo a reunirme con Alfonso y Rosa en el escenario de nuestro primer encuentro: el salón de su domicilio en Lugones. La puerta de la habitación de su hija, al fondo del pasillo, se encuentra abierta y al pasar junto a ella descubro una pared entera cubierta de pósters de fútbol de todos los tamaños. Aunque con un claro protagonista: el Sporting. Unas cuantas preguntas me vienen a la cabeza. Las incluiré entre los temas que ocuparán la última entrevista con el matrimonio. -La pasada semana dejamos la conversación en vuestros primeros recuerdos de los derbis entre Sporting y Oviedo. Tengo curiosidad ahora por saber cuál es último del que os acordáis. -Yo no me acuerdo de ninguno en concreto-, admite Alfonso. -Yo sí, me acuerdo de uno muy especial. El último derbi que yo disfruté fue un enfrentamiento entre Oviedo y Sporting en el Carlos Tartiere un 28 de octubre, no me acuerdo del año, sé que era mi cumpleaños. Estábamos viéndolo en un bar enfrente de casa. Y en aquel partido el Sporting ganó 0-2 al Oviedo. -Ah, si ya me acuerdo- refunfuña Alfonso por lo bajini. -Uno de los goles si no me equivoco fue de Villa. No recuerdo quien marcó el primero. Fue un bonito regalo de cumpleaños, más que nada porque estaba rodeada de oviedistas. La inmensa mayoría del bar era del Oviedo. Entonces me sentía... eufórica.


David Villa, uno de los iconos de la cantera rojiblanca, certificó la victoria del Sporting en el Carlos Tartiere aquel 28 de octubre de 2001. Un triunfo que había inaugurado Raúl Lozano, actual director deportivo del club gijonés, a los siete minutos de partido. Fue la última vez que el Sporting celebró una victoria en el estadio de su rival. Y es que la temporada siguiente, la 2002-2003, se disputaron los últimos enfrentamientos oficiales entre Real Sporting y Real Oviedo. El 18 de mayo de 2003 es la fecha del último derbi asturiano, que se llevaron los azules por dos goles a uno. Un triunfo que, sin embargo, no salvó a los carbayones del descenso a Segunda División B. Un tema delicado el de los descensos de categoría, posiblemente la mayor y más dolorosa decepción que un aficionado al fútbol puede llevarse durante una temporada, especialmente si eres hincha de un club modesto- los seguidores del Real Madrid o el Fútbol Club Barcelona te dirán que para ellos es peor perder una Liga o una Champions. Precisamente un descenso fue el motivo de la primera pelea futbolística que recuerdan Rosa y Alfonso: -Creo que la primera discusión fue cuando el Sporting bajó a Segunda División. Hubo amigos, muy amigos, que se rieron de mí. Entre ellos mi queridísimo marido y un gran amigo que también era del Real Oviedo. -Un poco-confiesa Alfonso. -Se rieron mucho-, puntualiza Rosa-. Me dolió bastante, pero bueno lo superé. Pero la venganza vino a los dos años si no me equivoco. Estábamos viendo un OviedoMallorca por la televisión, en el que el Oviedo se jugaba el descenso. Nosotros estábamos en casa; mi marido estaba viendo el partido, entre comillas, porque estaba sufriendo mucho. Yo me lo estaba pasando muy bien. Y de hecho el Oviedo acabó bajando a Segunda. Y me vengué un poco. Pero no fui tan cruel como ellos. -¿Y después de aquello? -Luego llegó el descalabro del Real Oviedo, pasó por muchísimos apuros económicos y acabó en Tercera División. Entonces en aquellas circunstancias no me podía alegrar, ya fue demasiado cruel lo que les pasó como para encima meter el


dedo en la llaga. Creo que nuestra rivalidad más acérrima duró las temporadas que ambos estuvieron juntos en Primera y Segunda División- explica Rosa. -Siendo así, ¿cómo viviríais ahora un derbi? ¿Juntos o separados? -Podríamos estar viéndolo juntos-, afirma Rosa. -Nos tiraríamos alguna pulla que otra, pero no habría ningún problema. -Y, ¿si estuviérais en el campo de fútbol? -Yo creo que ahí decidiría estar con mi equipo- sostiene ella y su marido asienteMás que nada por evitar problemas. Yo quiero disfrutar de ver jugar a mi equipo y poder cantar un gol. Si fuera al Tartiere y me sentara entre la afición del Oviedo como que me cortaría mucho a la hora de poder cantar un gol. Y porque soy pacífica. Y supongo que mi marido lo mismo. -Igual. -Podríamos ir juntos hasta el campo, cada uno con su camiseta, pero luego nos separaríamos para evitar conflictos. No entre nosotros... -Sino con terceros. Llegados a este punto de la conversación creo que es el momento oportuno para intrucir a su hija en el debate futbolístico. Tras ver los pósters de su habitación, deduzco que la niña salió sportinguista. Por eso les pregunto: ¿Qué supuso tener una hija a la hora de inculcarle ser de un equipo u otro? Rosa toma la palabra: -Bueno, al principio nada, porque mi hija pasó olímpicamente del fútbol hasta... -Hasta la Eurocopa del 2008- completa Alfonso. -Si, hasta que empezó a ver jugar a la selección española. Fue cuando empezó a gustarle lo que era el fútbol. Y a raíz de ahí no sé porqué decidió ser del Sporting. Quizás influyó el hecho de que su madre- yo- es muy futbolera y estaba todo el día viendo partidos del Sporting. -Estoy de acuerdo. -El ascenso a Primera...


-Ayudó mucho además- interrumpe él. -A mí me ilusionó muchísimo y aunque mi hija en aquellos días no lo entendía, luego si creo que le llegó a influir. Su padre es del Oviedo pero no lo vive de la misma manera que yo vivo los partidos. Mi marido es capaz de estar viendo un partido del Oviedo y dormirse. Supongo que eso también influye en que tu hija escoja un camino u otro, pero nunca se le llegó a influir. Yo recuerdo que, de pequeña, ella tenía su camiseta del Real Oviedo, cuando tenía 7-8 años. Y ella decía que era del Oviedo, pero yo creo que no entendía lo que eso significaba. ¿Y en la actualidad? ¿Qué supone para un matrimonio en el que cada miembro es de un equipo que su hija haya salido de uno y no del otro? -Pues que su padre esté hasta la coronilla de su mujer y de su hija. -No, de lo que estoy hasta la coronilla es de que hay fútbol a todas horas. Y da igual lo que sea. ¿Por qué no se puede ver rugby, con lo divertido que es?- bromea Alfonso. -Por eso en casa hay dos televisiones, para decidir qué es lo que quieres ver. A mi me gusta el fútbol, me gusta ver partidos entre equipos de Primera, Segunda, incluso de equipos de Segunda B. Y, por supuesto, los que juega el Sporting. Una relación amor-odio, no hay más Para ponerle el broche a la entrevista con Rosa y Alfonso vuelvo a recuperar la idea de amor-odio de la que hablaba al comienzo. Sporting de Gijón y Real Oviedo no pueden vivir el uno sin el otro, a pesar de que sea muy habitual escuchar a aficionados de uno y otro equipo clamar por la desaparición de su eterno rival. “Yo no quiero que el Sporting desaparezca, quiero que pierda hasta en los entrenamientos“, bromea Alfonso. Por regla general, la mayoría de los futboleros asturianos prefieren disfrutar de la rivalidad entre ambos. Así lo confirma Bernardino Serrano, popularmente conocido como Mino, ex central del Sporting de Gijón entre otros equipos: “Son dos equipos históricos, el poder estar ahí y vivir algún derbi más yo creo que tanto los sportinguistas como los del Oviedo lo quieren. Realmente a la gente le gusta vivir esos derbis y, para que se vivan, tienen que estar los dos en una misma categoría, si no, no se puede”. Y de la misma opinión es Paco Fernández, actual técnico del


Racing de Santander y exjugador del Real Oviedo: “Cuántos más derbis mejor ¿no? Ojalá estuviesen los dos en Primera, eso sería bueno para todos, hasta para la región”. Que los dos equipos retornen a Primera División sería un sueño cumplido para sus aficionados, pero también resultaría propicio para Asturias. -Sí, desde luego. Económicamente y para todo-, declara Alfonso. Y Rosa precisa: -Aunque te cueste admitirlo, porque siempre quieres que tu rival esté por debajo de ti, es importante que los dos equipos puedan estar en Primera. Por historia y por trayectoria ambos se lo merecen. Sólo que la situación económica en estos años es bastante mala para ambos clubes y es difícil poder mantenerse en Primera y no te digo ya ascender. -¿Dirías entonces que esa rivalidad entre sportinguistas y oviedistas es como un matrimonio? ¿Ni juntos, ni separados? -En cierto sentido sí- sostiene Alfonso. -Puedes decir que si desaparece uno de los dos equipos se perdería la magia del fútbol en nuestra provincia. No tendrías ningún rival con el que meterte, entre comillas. Una magia que el distanciamiento de categoría ha roto y que Asturias desearía recuperar algún día. Una magia que matiene unido ese matrimonio futbolístico que forman Sporting y Oviedo. Y, como todo matrimonio, también experimenta momentos de unidad, de afecto mutuo y de colaboración. Un ejemplo es la publicación cada Navidad del libro Un derbi solidario, que recopila relatos de periodistas de ambos equipos con el objetivo de recaudar fondos para organizaciones benéficas de Asturias. El diccionario de la Real Academia Española define derbi como aquel “encuentro, generalmente futbolístico, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen permanente rivalidad”. Sporting de Gijón y Real Oviedo cumplen a rajatabla esta descripción, pues su enemistad traspasa todas las barreras, hasta de la diferencia de categoría. Una rivalidad que se encuentra en el ADN de sportinguistas y oviedistas y que conforma una relación de amor-odio.


Rosa y Alfonso son parte de la gran sociedad simbiótica que forman los hinchas de uno y otro equipo. A través de sus palabras nos hacemos una idea más precisa de lo que significa el vínculo que comparten aficionados rojiblancos y azules. Una relación que no se puede romper. Un pulso continuo para medir cuál es el mejor equipo de la región. Sporting y Oviedo. Ni contigo, ni sin ti.

Ficha técnica Movimiento periodístico empleado: Nuevo Periodismo Norteamericano. Justificación: Contar esta historia requería de técnicas diferentes a las del periodismo tradicional. En primer lugar porque quería dar voz a dos personas que generalmente serían anónimas para los medios dentro de un mismo colectivo, que son los aficionados de ambos equipos. En segundo lugar, porque es una narración que se presta a contarla en primera persona para trasladar mejor al público lo que el periodista observa y escucha. Y, por último, porque reproducir la conversación con los dos protagonistas no podía realizarse con los rígidos esquemas de una entrevista convencional- directa o indirecta-. Sin embargo, disponerla como los diálogos de una novela si resulta mucho mejor y más sencillo de leer para el receptor. De ahí el empleo de elementos de la literatura y la dimensión estética, tan propios de este género periodístico.


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