LA EVALUACIÓN EN COLOMBIA La evaluación, como elemento regulador de la prestación del servicio educativo permite valorar el avance y los resultados del proceso a partir de evidencias que garanticen una educación pertinente, significativa para el estudiante y relevante para la sociedad. La evaluación mejora la calidad los diferentes tipos de evaluación existentes. Los resultados de la acción educativa en los estudiantes se evalúan a través de evaluaciones de aula internas, y evaluaciones externas. Durante el 2008, se abrieron distintos escenarios para discutir, opinar, compartir experiencias y hacer propuestas sobre la evaluación en el aula. Gracias a esto, el país obtuvo una nueva regulación y orientaciones sobre el proceso. Por otra parte, en el país se aplican periódicamente pruebas censales a los estudiantes de los grados quinto, noveno y 11, al finalizar cada uno de los ciclos de la básica y el nivel de media, con las pruebas SABER y de Estado. Los resultados de estas evaluaciones se entregan a los establecimientos para su uso en procesos de mejoramiento.
Gracias a los cambios constantes que atraviesa la sociedad de sus estructuras, relaciones sociales y la gran demanda de la educación para el desarrollo de cualquier actividad permitió hacer un proceso de movilidad hacia el mejoramiento de la calidad de la educación ofrecida a los estudiantes. La materialización de esta preocupación por la calidad de la educación en Colombia se dio a través de la evaluación que permiten realizar diagnósticos institucionales y conocer el estado actual de la educación, así como algunos de los factores de calidad asociados a la institución educativa.
Aunque actualmente contamos con métodos de seguimiento y mejoramiento continuo, considero que es importante tener en cuenta las siguientes consideraciones para mejorar la calidad educativa del país:
La actual cultura del país para el aprendizaje es errónea, pues “se aprende para la evaluación”. Es importante cambiar la forma de aprender y empezar a realizar el aprendizaje por las competencias, es decir, afrontar problemas de la vida diaria y encontrar soluciones con los conceptos que aprendió en las clases, pues estas competencias están inmersas en nuestras mentes. Debe haber claridad frente a que la evaluación del aprendizaje no tiene como propósito central la calificación, sino la verificación de un progreso, con el fin de hallar mecanismos para reforzar los avances y superar las dificultades. Por eso las evaluaciones tienen formas diferentes de expresar e interpretar los resultados. Más importante que el tipo de calificación que se asigne a una evaluación es el acuerdo que se establezca con los estudiantes con respecto a lo que se va a evaluar. Es indispensable que ellos sepan con anticipación qué les están pidiendo (velocidad, precisión, memoria, claridad de expresión, inventiva, procedimientos…), qué utilidad tiene esa evaluación y cómo se va a usar el resultado. De este modo los niños, niñas y jóvenes podrán ser partícipes de su propio proceso de aprendizaje y no sólo sujetos pasivos de una operación cuya utilidad no entienden, o peor aún, interpretan como un acto arbitrario.