Un cuento warao

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UNIDAD EDUCATIVA SAN MARTÍN DE PORRES CASTELLANO Y LITERATURA

Por Andrea Mata Segundo año

Porlamar, 31 de octubre de 2013


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Una espesa lluvia caía sobre las ramas del techo de moriche. Era de noche y Guayatamo se mecía suavemente en su chinchorro, que también era de moriche, la palma sagrada de los Waraos. Irremediablemente no podía evitar que, al soplar el viento, la lluvia le mojara la cara. Guayatamo era diferente a los otros niños indios de su comunidad, era solitario y poco amante del agua. Mientras todos los niños nadaban como peces en ese mundo de palafitos, a él parecía no gustarle para nada el agua; frecuentemente su dani (madre) lo perseguía para que se bañara y para que no desperdiciara el agua con la que contaba la comunidad. Él no comprendía el valor de ese preciado líquido.

Pero a Guayatamo no sólo le desagradaba el agua sino, en general, el mundo en que vivía, la naturaleza misma: los ríos, la pesca en los


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manglares, el comer las verduras sancochadas… todo su ambiente. El por qué de esto nadie lo sabía. Un día su familia decidió hacer un viaje hacia las Cataratas del Paraíso, lugar donde decían que había peces en abundancia. Lamentablemente para Guayatamo, y para su mayor desagrado, aqu{i también tendría que lidiar con la naturaleza.

Transcurrieron muchos días hasta que finalmente vieron a lo lejos como los jomakabas(peces) saltaban en el agua turbulenta del río. De pronto un fuerte temblor sacudió la canoa y todos cayeron al agua. Como pudieron, rápidamente se aguantaron a la canoa, pero Guayatamo no apareció. Fue una gran tristeza para los padres. Pero


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ellos pensaron: “él siempre quiso estar solo. La madre naturaleza se lo llevó”. ¡Pero que lejos estaban los padres de lo que realmente le había sucedido a su querido hijo! Guayatamo había nadado fuertemente hacia la orilla y ahora se encontraba perdido en la espesura de la selva. El pobre indio no sabía qué hacer, él era solo un niño, sólo pudo optar por tener calma y esperar. Estaba indefenso indefenso en una selva llena de animales salvajes.

Cuando ya llevaba muchas horas perdido comenzó a tener sed y fue entonces cuando recordó todos esos momentos en que había rechazado el agua y los momentos en los que la malgastaba.


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Entonces, de repente, le pareció ver un manantial. ¡ Jo, jo ! (agua, agua), gritó. Pero sólo era una fantasía, el producto de su imaginación.

El niño corrió en busca de aquel “manantial” de agua cristalina. ¡Estaba sediento! Y cuando ya estaba cercano al manantial, para su sorpresa, cayó en un profundo agujero negro. Cerró los ojos porque pensaba que sería el final. Repentinamente sus pies tocaron una suave grama. Abrió los ojos y se encontró en un mundo diferente: el cielo era de un azul intenso, todo parecía un paraíso; habían animales jugando y lo que más le llamo la atención… ¡LOS ANIMALES ESTABAN

HABLANDO!

El

solo

pudo

pensar

que

estaba


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completamente loco, ¡todo era tan bonito!. De repente un unicornio se le acerca y le pregunta que si estaba bien, le ofreció agua para que bebiera y se volvieron los mejores amigos. El unicornio le contó que había una bruja malvada que quería acabar con el agua y con la hermosa naturaleza, y que la única forma de detenerla era que fueran a una fuente de los deseos y utilizaran el último deseo para poder salvar al ambiente, así, la bruja se volvería buena. Guayatamo y el unicornio fueron juntos hasta la fuente, y juntos pidieron el último deseo. Entonces, la naturaleza y el agua, brillaron con gran esplendor. El unicornio agradeció a Guayatamo todo lo que él hizo por salvar a su mundo, y en agradecimiento le prometió llevarlo hasta donde se encontraba su familia.


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De repente empezó a escuchar la voz de su dani: ¡hijo despierta! Cuando abrió los ojos se encontraba aún en la selva. Pero su familia lo había encontrado. Se dio cuenta que todo había sido un sueño. Guayatamo se alegro mucho al ver a sus padres y a su hermanita. Desde aquel dia el niño cambió y empezó a valorar la naturaleza y el agua que tanto apreciaba su gente. Nadie supo por qué había cambiado Guayatamo.


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