El cambio no es solo climático
Hay quienes piensan que el cambio climático es un invento. Alrededor de los últimos años la mayor parte de gobiernos tanto locales como globales han ido posicionándose a favor del continuismo de prácticas obsoletas y que dan rienda suelta a la oposición contra la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI). Una de las principales lógicas y de las más comunes que alientan esta postura de desconocimiento es el consumismo. Las formas en las que se desarrollan o no nuestras prácticas medioambientales vienen gestadas desde unas políticas y costumbres a las que nos hemos adoctrinado con cada administración. Sin embargo, es momento de poner estas cuestiones en debate, reinterpretar viejas dinámicas, hacer nuestro aporte y mentalizarnos en pro del cambio.
El cambio climático afecta a todas las escalas sociales sin discriminación. Sin embargo, el contraste está en que no todas tienen los recursos para afrontar los riesgos y consecuencias que estas conllevan. Si bien todas las naciones tienen parte de culpa frente a esta problemática, los que menos responsabilidad tienen son los más afectados, ya que son asentamientos ubicados en zonas más vulnerables y que no disponen de recursos que sirvan para protección o adaptación. En el grupo de naciones que menos aporta a la problemática del cambio climático se encuentran las de nuestro continente latinoamericano con el aporte de aproximadamente 10,51% de las emisiones totales en la tierra, siendo participe nuestro país Ecuador con el 0,67%, todo esto en contra de los porcentajes generados por las potencias mundiales como China 27%, Estados Unidos 13% y tanto la India como la Unión Europea con 7% respectivamente.
El 67% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) son generadas en las ciudades a pesar de ser las que más PIB concentran a nivel mundial (70%). Uno de los problemas viene dado por el excesivo crecimiento de la mancha urbana y el abuso de suelo duro construido que favorece la generación de islas de calor. Queda entonces en evidencia que un modelo de ciudad que aliente la generación de gases de efecto invernadero y una indisposición a mitigar esta problemática no puede seguir adelante, por lo que es imperativo tomar cartas en el asunto y empezar a planificar y generar políticas públicas que reviertan esta situación con soluciones no solo de corto o mediano plazo, ya que las verdaderas consecuencias de malas prácticas ambientales revelan sus secuelas hasta aproximadamente 50 años en el futuro.
Si bien en el Ecuador el problema sobre los GEI no es tan alarmante como en otras naciones, no deja de ser importante y necesario el accionar inmediato de los gobiernos o administraciones para empezar a mentalizar a un país en desarrollo hacia el crecimiento tanto social como productivo con enfoques responsables con el medio ambiente y un cambio de mentalidad que irá cosechando sus frutos tanto a corto como largo plazo. El cambio climático es cada vez más evidente y las personas y el entorno que las rodea empiezan a sentir su impacto tanto en la salud, economía, recursos naturales, especies animales y demás ámbitos. Es acertado reconocer que el cambio climático tiene un coste, pero el no actuar pronto también lo tiene, la pérdida de biodiversidad, materia prima y sectores de producción son un ejemplo, el hombre mismo se enfrenta a presenciar como su esperanza de vida se minimiza y como el mantenimiento de todo lo antes mencionado tendrá costos significativos que bien pudieron usarse para prevenirlos.
Actualmente el MAE (Ministerio de Ambiente del Ecuador) está desarrollando un Plan Nacional de Cambio Climático que busca un cambio de la matriz energética y productiva del país en pro de contribuir a la reducción de GEI a pesar de que nuestro país tiene un aporte de emisiones marginales. En base en lo antes mencionado se postulan unos posibles objetivos estratégicos en áreas de acción prioritarias:
Información y capacidad de acción: Romper los obstáculos del conocimiento en favor de una sociedad mas consciente de lo que esta sucediendo con su entorno y fortalecer la capacidad de las instituciones tanto públicas como privadas.
Biodiversidad: Consolidar la administración y uso responsables de recursos naturales y biodiversidad, además de incrementar la cobertura forestal dentro del suelo urbanizado. Vulnerabilidad: Robustecer los sistemas y planificaciones de manejo y reducción de riesgos y acondicionamiento en base al cambio climático. Desarrollo Urbano: Fomentar el uso eficiente de los recursos en ámbitos como el transporte y la energía, además de un mejor tratamiento de desechos y aprovechamiento de recursos naturales.
Energía y Transporte: Promover la suficiencia energética y modos de transporte alternativos que conviertan la movilidad en un derecho más eficiente y sostenible.
Se postula imperativa la necesidad de los gobiernos o administraciones a recurrir a un plan de acción de adaptación y mitigación que permita hacer frente al cambio climático, entendiéndose como adaptación a las actividades que buscan apaciguar la vulnerabilidad ambiental, social y económica frente al cambio climático y mitigación como las actividades que pretenden aumentar los esfuerzos para menguar los efectos de los GEI.
Las acciones mencionadas incluyen estrechar la brecha que separa los sectores económicos, sociales, políticos o productivos (por mencionar algunos) con el cambio climático y su evolución. Además de ayudar a reducir cualquier posible impacto en sectores como la agricultura, el desarrollo urbano, recursos hídricos, energía, salud, entre otros. Si bien, alcanzar una eficiente adaptación al cambio climático es un gran reto, se debe abarcar un alcance total en el territorio (ciudad en nuestro caso), sin que se genere ningún tipo de discriminación. Es importante identificar oportunidades que apoyen la reducción de emisiones y profundice más bien un análisis de estrategias y desarrollo de tecnologías que tomen como punto de partida los contextos y se adapten a las realidades en que se desenvuelven.