Lo que leo , fabulas

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FABULAS TRABAJADAS EN –LOQUE HAGO LO QUE SOY –

RESPETO, IGUALDAD, EMPATIA, COMPETANCIA LINGÜÍSTICA. Color violeta.

Escuelas de Artesanos Arantxa Arcos y Elsa Díaz, 4º B Hemos escogido una fábula perteneciente al libro Fábulas de Esopo, la cual se llama:


1. La liebre y la tortuga “Un día una liebre orgullosa y veloz, vió como una tortuga caminaba por el camino y se le acercó. La liebre empezó a burlarse de la lentitud del otro animal y de la longitud de sus patas. Sin embargo, la tortuga le respondió que estaba segura de que a pesar de la gran velocidad de la liebre era capaz de ganarla en una carrera. La liebre, segura de su victoria y considerando el reto imposible de perder, aceptó. Ambos pidieron a la zorra que señalara la meta, a lo que esta aceptó, al igual que al cuervo para que hiciera de juez. Al llegar el día de la competición, al empezar la carrera la liebre y la tortuga salieron al mismo tiempo. La tortuga avanzaba sin detenerse, pero lentamente. La liebre era muy veloz, y viendo que sacaba una gran ventaja a la tortuga decidió ir parándose y descansando de vez en cuando. Pero en una de las ocasiones la liebre se quedó dormida. La tortuga, poco a poco, siguió avanzando. Cuando la liebre despertó, se encontró con que la tortuga estaba a punto de cruzar la meta. Aunque echó a correr fue demasiado tarde y finalmente la tortuga ganó la carrera". Esta fábula nos enseña que el trabajo duro, la perseverancia, la constancia y el esfuerzo nos llevarán a nuestras metas, aunque sea poco a poco, si no nos rendimos. También nos permite ver cómo la arrogancia, la falta de constancia y el exceso de seguridad en uno mismo nos puede llevar a perder oportunidades y a no alcanzar nuestras metas. The hare and the turtle "One day a proud and fast hare, saw how a turtle walking along the road and approached him. The hare began to mock the slowness of the other animal and the leng of its legs. However, the turtle responds that he was sure about he can win the race despite the high speed of the hare. The hare, sure of her victory and considering the challenge impossible to lose, accepted. Both, asked to the fox if she can set the goal, and she accepted, as well as the raven to act as a judge. When the day of the competition arrived, at the start of the race, the hare and the turtle left at the same time. The turtle advanced without stopping, but slowly. The hare was so fast and seeing that it took a big advantage to the turtle, he decided to stop and rest from time to time. But on one ocassion the hare fell asleep. The turtle advanced little by little, but withou stopping. When the hare woke up, the turtle was going to finish the race. Althought he started running, it was to late and finally, the turtle won the race."


The fable teaches us that the perseverance, the hard work and the effort, lead us to do our goals, even if little by little, if we don´t give up. It also allows us how the arrogance, the lack of constancy and the excessive security in oneself can lead us to lose oportunities and to not complete our goals.

Adrián Company IES Veles E Vents (Torrent) La rana que quiso ser buey Había una vez una rana que no se gustaba nada de nada. Todos los días del año se acercaba al estanque más cercano para ver su reflejo en las aguas y se deprimía contando todos sus defectos ¡Qué fea y vulgar se sentía!

Detestaba su gigantesca boca de buzón que, por si fuera poco, emitía sonidos carrasposos que nada tenían que ver con los dulces trinos de los pajaritos. También pensaba que el color verde lechuga de su cuerpo era feísimo, y estaba obsesionada con las manchas oscuras que cubrían su piel porque, según ella, parecían verrugas. Pero sin duda lo que más le repateaba era su tamaño porque el hecho de ser tan pequeña le hacía sentirse inferior a la mayoría de los animales. Cada mañana, después de contemplarse en el estanque, regresaba a su casa lamentándose de su mala suerte. La ruta de vuelta era siempre la misma: sorteaba unas cuantas piedras, recorría el camino de setas rojas con lunares blancos, y atravesaba la pradera donde vivía un viejo buey. En cuanto lo veía, la rana no podía evitar hacer un alto en el camino y quedarse pasmada mirando su imponente figura.


– ¡Ay, qué suerte tiene ese buey! ¡Me encantaría ser grande, tan grande como él! Harta de sentirse insignificante, una tarde de primavera reunió a su pandilla de amigas ranas y mandó que se sentaran todas a su alrededor. – Escuchadme, chicas: ¡Se acabó esto de ser pequeña! Voy a intentar agrandarme lo más que pueda y quiero que me digáis si lo consigo ¡No me quitéis ojo! ¿De acuerdo? Las amigas se miraron sobrecogidas y empezaron a negar con la cabeza para que no lo hiciera, pero no sirvió de nada pues nuestra protagonista estaba completamente decidida. Sin esperar ni un minuto más, se concentró, cerró los ojos, y aspiró por la boca todo el aire que pudo. Poniendo boquita de piñón para no desinflarse, preguntó a las otras ranas. – ¿Ya? ¿Ya soy tan grande como el buey? Una de ellas contestó: – ¡Para nada! Te has hinchado un poco pero ni de lejos eres tan enorme. La rana seguía encabezonada y se estiró como una gimnasta rítmica para tratar de retener una cantidad de aire mayor. Su pequeño y resbaladizo cuerpo se hinchó por lo menos el doble y adquirió forma redondeada ¡Parecía más pelota que batracio! – ¿Y ahora? ¿Lo he conseguido, chicas? ¡Las ranas del corrillo se miraron atónitas! Pensaban con franqueza que su amiga estaba loca de remate, pero ante todo debían respetar su decisión y ser sinceras con ella. La más pequeña le dijo: – ¡Qué va! Has crecido bastante pero el buey sigue siendo infinitamente más grande que tú. La rana no estaba dispuesta a rendirse tan pronto. Dejó la mente en blanco y res Había una vez una rana que no se gustaba nada de nada. Todos los días del año se acercaba al estanque más cercano para ver su reflejo en las aguas y se deprimía contando todos sus defectos ¡Qué fea y vulgar se sentía!Detestaba su gigantesca boca de buzón que, por si fuera poco, emitía sonidos carrasposos que nada tenían que ver con los dulces trinos de los pajaritos. También pensaba que el color verde lechuga de su cuerpo era feísimo, y estaba obsesionada con las manchas oscuras que cubrían su piel porque, según ella, parecían verrugas. Pero sin duda lo que más le repateaba era su


tamaño porque el hecho de ser tan pequeña le hacía sentirse inferior a la mayoría de los animales. Cada mañana, después de contemplarse en el estanque, regresaba a su casa lamentándose de su mala suerte. La ruta de vuelta era siempre la misma: sorteaba unas cuantas piedras, recorría el camino de setas rojas con lunares blancos, y atravesaba la pradera donde vivía un viejo buey. En cuanto lo veía, la rana no podía evitar hacer un alto en el camino y quedarse pasmada mirando su imponente figura. – ¡Ay, qué suerte tiene ese buey! ¡Me encantaría ser grande, tan grande como él! Harta de sentirse insignificante, una tarde de primavera reunió a su pandilla de amigas ranas y mandó que se sentaran todas a su alrededor. – Escuchadme, chicas: ¡Se acabó esto de ser pequeña! Voy a intentar agrandarme lo más que pueda y quiero que me digáis si lo consigo ¡No me quitéis ojo! ¿De acuerdo? Las amigas se miraron sobrecogidas y empezaron a negar con la cabeza para que no lo hiciera, pero no sirvió de nada pues nuestra protagonista estaba completamente decidida. Sin esperar ni un minuto más, se concentró, cerró los ojos, y aspiró por la boca todo el aire que pudo. Poniendo boquita de piñón para no desinflarse, preguntó a las otras ranas. – ¿Ya? ¿Ya soy tan grande como el buey? Una de ellas contestó: – ¡Para nada! Te has hinchado un poco pero ni de lejos eres tan enorme. La rana seguía encabezonada y se estiró como una gimnasta rítmica para tratar de retener una cantidad de aire mayor. Su pequeño y resbaladizo cuerpo se hinchó por lo menos el doble y adquirió forma redondeada ¡Parecía más pelota que batracio! – ¿Y ahora? ¿Lo he conseguido, chicas? ¡Las ranas del corrillo se miraron atónitas! Pensaban con franqueza que su amiga estaba loca de remate, pero ante todo debían respetar su decisión y ser sinceras con ella. La más pequeña le dijo: – ¡Qué va! Has crecido bastante pero el buey sigue siendo infinitamente más grande que tú.


La rana no estaba dispuesta a rendirse tan pronto. Dejó la mente en blanco y respiró muy, muy profundamente. Entró tanto aire en su tripa que se oyó un ¡PUM! y la pobre reventó como un globo al que pinchan con un alfiler. – ¡Ay, ay, qué dolor! ¡Socorro! ¡Ayudadme! Las amigas corrieron a su lado ¡Se asustaron mucho cuando la vieron tendida boca arriba en el suelo y con un agujero en la barriga! – Esto duele mucho ¡Haced algo o me desangraré! Por suerte, una de las ranas era doctora y conocía bien los recursos que ofrecía la madre naturaleza. Buscó a su alrededor y encontró una tela de araña sin dueña para usarla como hilo de coser, y con ayuda de unos palitos, la operó de urgencia. Gracias a su habilidad como cirujana, consiguió salvarle la vida. La rana herida se recuperó en unas semanas y desde entonces cambió completamente de actitud. Jamás volvió a sentirse mal consigo misma y se dio cuenta de que ser una pequeña rana tenía sus ventajas: podía nadar en el estaque, dar brincos espectaculares, jugar al escondite tras las hojas de nenúfar, y otras muchas cosas que el buey jamás podría hacer ni en sus mejores sueños. En definitiva, descubrió que uno es mucho más feliz cuando se acepta tal y como es. piró muy, muy profundamente. Entró tanto aire en su tripa que se oyó un ¡PUM! y la pobre reventó como un globo al que pinchan con un alfiler. – ¡Ay, ay, qué dolor! ¡Socorro! ¡Ayudadme! Las amigas corrieron a su lado ¡Se asustaron mucho cuando la vieron tendida boca arriba en el suelo y con un agujero en la barriga! – Esto duele mucho ¡Haced algo o me desangraré! Por suerte, una de las ranas era doctora y conocía bien los recursos que ofrecía la madre naturaleza. Buscó a su alrededor y encontró una tela de araña sin dueña para usarla como hilo de coser, y con ayuda de unos palitos, la operó de urgencia. Gracias a su habilidad como cirujana, consiguió salvarle la vida.


La rana herida se recuperó en unas semanas y desde entonces cambió completamente de actitud. Jamás volvió a sentirse mal consigo misma y se dio cuenta de que ser una pequeña rana tenía sus ventajas: podía nadar en el estaque, dar brincos espectaculares, jugar al escondite tras las hojas de nenúfar, y otras muchas cosas que el buey jamás podría hacer ni en sus mejores sueños. En definitiva, descubrió que uno es mucho más feliz cuando se acepta tal y como es. Moraleja: Es absurdo intentar cambiar para convertirnos en algo que jamás seremos. Cada persona nace con unas cualidades diferentes y lo bueno es saber cómo aprovecharlas. Siéntete orgulloso de cómo eres y disfruta de las capacidades que tienes ¡Seguro que son muchas más que tus defectos! Se puede aplicar en la actualidad en casos de gente que no se acepta tal y como es y quieren ser personas que realmente no son.

LA ENCINA Y EL JUNCO


En una amplia pradera crecía una encina que cada día daba las gracias a la madre naturaleza por los muchos dones que había recibido. Tantos eran que se consideraba a sí misma como el árbol perfecto. De todas sus cualidades una de las que más valoraba era la de ser alta, ya que le permitía no perderse ni un detalle de lo que sucedía a su alrededor. También se sentía muy satisfecha por haber nacido hermosa, y siempre que tenía ocasión, presumía de su recortada copa formada por multitud de brillantes hojas verdes. Sí, era esbelta, guapa, y además gozaba de una salud envidiable para producir cientos de riquísimas bellotas al llegar el otoño, pero puesta a elegir, lo que más le gustaba de sí misma era su enorme y grueso tronco que le hacían sentirse fuerte, segura e imbatible. Tener tantos atributos tuvo con el paso del tiempo una consecuencia negativa: la encina empezó a creerse superior al resto de las plantas y comenzó a comportarse de manera insolente, especialmente con las que consideraba más débiles. ——— Unos metros más abajo de donde vivía, en un pequeño humedal, habitaba un joven y delicado junco. A diferencia de su vecina era muy fino, y como no tenía ni hojas ni flores, pasaba totalmente desapercibido a ojos de los demás. Un día, la encina se dio cuenta de su existencia y empezó a meterse con él. – ¡Eh, junco!… ¿Qué se siente cuando uno es frágil e insignificante? El pobre se quedó perplejo ante una pregunta tan desagradable. – Bueno, pues no tengo mucho que decir salvo que vivo tranquilo y contento. Al escuchar la contestación, la encina empezó a reírse con desprecio. – ¡Ja ja ja! Desde luego con poco te conformas. No entiendo cómo se puede ser feliz rodeado de tanta humedad, plantado en ese lodo negro y pegajoso. ¡Puaj, qué asco! El junco le respondió con humildad. – La verdad es que me habría gustado más haber nacido en la pradera como tú, pero como bien sabes soy una planta acuática y necesito estar permanentemente en el agua para poder crecer. La encina soltó otra risotada y siguió burlándose. – ¡Ja ja ja! ¿Crecer?… ¡Pero si mides menos de medio metro! Mírame a mí: yo sí soy un árbol estilizado, bello, y… ¿te has fijado en mi poderoso tronco? ¡Alucinante! ¿verdad? Tú, en cambio, eres flacucho como un alambre. ¡Ay, qué vida tan miserable te ha tocado vivir!


El junco sabía de sobra que no era el más forzudo del lugar, pero tenía muy claro que eso no le hacía peor que nadie. – Sí, soy bajito y delgado, pero tengo dignidad y una virtud que tú no tienes. La encina dio un respingo y preguntó en tono socarrón. – ¡No me digas!… ¿Y se puede saber cuál es, listillo? – ¡Pues que soy muy flexible! La encina estalló en carcajadas. – ¡Ay, qué risa, esa sí que es buena!… ¡Flexible!… ¿Y de qué te sirve eso, si se puede saber? Perdona, pero ser así de blando es horrible, todo el día moviéndote de un lado a otro como un tentetieso y doblándote cada vez que sopla una ligera brisa… ¡Qué mareo y qué tortura! – Bueno, pero en determinadas situaciones puede ser muy positivo… – ¡¿Positivo?!… ¡Positivo es tener un tronco grande y bien plantado como el que tengo yo! Apenas sonaron estas palabras el cielo se oscureció, se cubrió de nubes, y estalló una de esas tremendas tormentas que aparecen cuando nadie las espera. Como es lógico todos los animales corrieron a ponerse a cubierto para protegerse de la lluvia, el viento y los relámpagos, pero las plantas y los árboles no pudieron escapar. Su única opción era limitarse a resistir y esperar a que escampara. Desgraciadamente, sucedió lo peor: el aire enfurecido se transformó en un huracán descomunal que arrancó de cuajo la encina de la pradera y la lanzó sin piedad al fondo de un acantilado. Ni su belleza, ni su altura, ni su enorme tronco, sirvieron de nada cuando se presentó el ciclón. El pobre junco también sufrió muchísimo y soportó como pudo el azote de la tempestad: se retorció, se balanceó de un lado a otro y sufrió graves daños, pero gracias a su enorme flexibilidad, sobrevivió. Una vez pasado el peligro lo primero que hizo fue mirar su maltrecho tallo de arriba abajo y quejarse de dolor. – ¡Ay, estoy lleno de moratones y tengo algunas raíces rotas! Pero enseguida levantó la mirada, observó el agujero donde durante años había estado la encina, y reflexionó: – Lo que los demás ven como un defecto a mí me hace sentir orgulloso e incluso me ha salvado la vida.


La moraleja es que todos tenemos cualidades que nos distinguen y nos hacen especiales. Siéntete a gusto con ellas y saca partido de tus talentos, pero nunca menosprecies a los demás por no ser como tú. Escuelas de Artesanos Blanca Pérez e Irene Ferreiro

La mariposa y la

araña erase una vez en un bosque una mariposa y una araña. Un día el viento soplaba muy fuerte y una mariposa no podía volar...El viento la arrastró a una cueva fría y oscura y ella cayó en la telaraña de una araña.La mariposa, atrapada,pidió a la araña de no matarla y de liberarla.la araña decidió liberarla porque tenía mucha compasión por ella....


Muchas días después, la araña salió a dar un paseo, pero sin darse cuenta, cayó en un hoyo,en ese momento, por suerte, pasaba la mariposa que se dio cuenta del accidente y,moviendo sus grandes y hermosas alas lo más rápido que pudo, voló a salvar la araña y la llevó de vuelta a su telaraña...Desde aquel día la mariposa y la araña fueron amigos para siempre. La moral es "quien encuentra un amigo encuentra un tesoro" Rencricca Giada (ITALIA)

Lana y la abuela La historia comienza con una pequeña niña llamada lana y una anciana que es su abuela. Lana crece en la casa de su abuela durante toda su vida y gradualmente se distancia cada vez más de ella. Comienza a salir con amigos, siempre está hablando por teléfono y nunca escucha a su abuela. Un día, su abuela le preguntó si quería salir con ella a almorzar, al principio él dijo que no, pero luego se convenció y caminaron hacia un restaurante. Mientras caminaba, la abuela hablaba con Lana pero ella no la escuchaba porque siempre estaba hablando por teléfono, luego la abuela no le habló hasta el final del almuerzo. Los días pasaron y Lana salió cada vez más con sus amigos y fue cada vez menos con su abuela. Un día sonó el móvil de Lana, era un número desconocido, un caballero que le dijo que su abuela había sido hospitalizada. Lana se apresuró al hospital para ver cómo estaba su abuela. Cuando llegó el médico, le dijo que su abuela había tenido un accidente grave y que no lo había logrado. En ese momento, lana se dio cuenta de que podía pasar mucho más tiempo con su abuela en lugar de quedarse al móvil.

La moral de esta historia es pasar el mayor tiempo posible con sus seres queridos porque la vida está llena de sorpresas inesperadas


Lana Manni (Italia) EL ZORRO Y LA GANSA

Un zorro había capturado una linda gansa gorda que dormía junto a un espejo de agua. Mientras la gansa rugía y silbaba, el zorro se burlaba de ella: «Sí, sí, patalea también», dijo el zorro, «pero si en vez de ser yo quien te tiene en la boca, fueras tú quien me sostuviera, ¿qué harías?» «Bueno», dijo el ganso, «es fácil decirlo. Juntaría las manos, cerraría los ojos, rezaría una plegaria de acción de gracias y te comería. El zorro unió las manos, hizo una cara solemne, cerró los ojos y pronunció la plegaria de acción de gracias. Pero mientras lo hacía, el ganso abrió las alas y se largó, alejándose sobre el agua. «Haré una regla de vida», murmuró el zorro, lamiéndose los labios secos, «no pronunciaré nunca más una oración de acción de gracias hasta que no tenga presa en el vientre» Greta Proietti


COLOR VERDE. Angelica Di Pietro EL ELEFANTE Y EL RATÓN Un día como tantos en la sabana, un gran elefante dormía la siesta. Unos ratoncitos jugaban a las escondidas a su alrededor, y a uno de ellos, que siempre perdía porque sus amigos lo encontraban enseguida, se le ocurrió esconderse en las orejas del elefante. Se dijo: -A nadie se le ocurrirá buscarme allí, ¡por fin ganaré! Entonces se escondió, pero sus movimientos despertaron al elefante, que muy molesto pues habían perturbado su sueño, pisó la cola del ratoncito con su enorme pata y le dijo: -¿Qué haces ratón impertinente? Te voy a aplastar con mi enorme pata para que aprendas a no molestarme mientras duermo. El ratoncito, asustado, le suplicó llorando: -Por favor elefante, no me pises. Si me perdonas la vida yo te deberé un favor. El elefante soltó una carcajada y le respondió: -Te soltaré solo porque me das lástima, pero no para que me debas un favor. ¿Qué podría hacer un insignificante ratón por mí? Entonces el elefante soltó al ratón. Sucedió que semanas más tarde, mientras el ratoncito jugaba con sus amigos, se encontró con el elefante atrapado bajo las redes de un cazador. Estaba muy débil porque había luchado mucho para liberarse, y ya no tenía fuerzas para nada más. El ratoncito se puso a roer las cuerdas y después de un rato, logró liberarlo. El elefante le quedó sinceramente agradecido, y nunca más volvió a juzgar a nadie por las apariencias.


La moraleja de la fábula: nunca hay que juzgar a nadie por su apariencia, sin conocerla. Las cualidades que no se ven a primer vista son las que definen a una persona

La jirafa y el gusano. Un día una jirafa, mientras comía las hojas, vio a un gusano unido a una de ellas. Entonces la jirafa le preguntó : “ ¿Qué haces aquí pequeño gusano? “ Él contestó: ” Quiero llegar en la parte superior “ “Pero tu eres pequeño, yo nací con el cuello largo por tanto puedo llegar alto “ replicó la jirafa. “ No quiero tener el cuello largo sino quiero volar” dijo el gusano. La jirafa lo observó y se echó a reír. Seis días después, mientras comía, sintió la voz del mismo insecto “ Hola “ le dijo, pero ella no lo vio entonces el insecto se hizo notar diciendo : “ Estoy aquí arriba “ y la jirafa vio a una hermosa mariposa volar en el aire. El insecto siguió “ Te burlaste de mí pero ahora puedo volar más que tú! “ después de decir eso despareció y la jirafa se sorprendió.


Moral: nunca debemos abandonar nuestros sueños, sólo porque alguien se ríe de nosotros. A veces se tiene que tener el coraje de cambiar y afrontar a estas personas.

Figliolia Raffaella ROJO.

Escuelas de Artesanos 4A Shuya Xia

El zorro sigue detrás del león todo el día. Con este pequeño seguidor, el león también se siente cada vez más increíble. Además, el zorro habla de cosas buenas con el león todos los días y ya ha engañado la confianza del león. Temprano en la mañana, el león estaba de muy buen humor. El zorro aprovechó la oportunidad para decir: "Mi venerable rey león, escuché que el río al otro lado de la montaña es muy hermoso. Será mejor que te lleve allí para disfrutar de la vista ". El león aceptó felizmente y llegó al río con el zorro. El zorro empujó al león al río mientras el león no estaba prestando atención. El río era profundo. El león se ahogó en el río por un tiempo. Resultó que el zorro había estado tratando de conquistar el trono del león. Todo fue un plan de zorro. Después de que el león murió, el zorro heredó el trono del león. Esta historia nos dice: Debemos estar atentos a aquellos que nos rodean todos los días para asentir.


Había una vez un hombre muy pobre que vivía en una ciudad muy mala , él quería a todos así aparecer como un verdadero rico vistiendo vestidos de diseñador y relojes costosos. El hombre era muy audaz y se jactaba de lo que tenía. Un día cuando él fue a caminar de los ladrones secuestraron a su madre y pidieron en rescate una gran suma de dinero, él respondió que no tenía todo ese dinero y así los ladrones mataron a su madre y él lloró por días enteros. La moral es nunca ser lo que no eres Bonomino Tommaso –

Érase una vez un pueblo situado en América del Sur, era muy grande y muy conocido para los habitantes que eran muy malos ... cada noche una persona desaparecía de ese pueblo y los habitantes pensaban que había un asesino, de hecho antes de ir a dormir siempre cerraban las puertas. Un día fue al pueblo un anciano que gritaba por las calles " dejen de ser malos y el monstruo nunca volverá a atrapar a uno de ustedes cada noche". Los habitantes no creían en los monstruos pero le escucharon y en aquella noche nadie desapareció... desde aquel día, cada habitante era más bueno y desarrollaron un gran temor por los monstruos...La moral es "ser bueno, donde las dan, las toman" lattanzi Edoardo

La mujer estaba hospitalizada desde hacía algunos meses en la clínica para enfermos graves. Su mirada extenuada se detenía sobre el gran arce, que podía ver desde la ventana de su habitación en el segundo piso. El otoño se había descolorado para colorear de naranja las hojas, una tras otra. Luego, día tras día, las hojas a cader. "La última hoja" - dijo la mujer - "cuándo caiga la última hoja, moriré". La paciente se había vuelto tan débil que apenas podía levantar la cabeza y mirar por la ventana. Miraba el árbol de la mañana a la noche. Lo hacía ávidamente, come si ella también chupara la savia restante. Al final del árbol quedó una sola hoja. La mujer la veía claramente desde la ventana de la clínica. Una noche una fuerte tormenta barrió la ciudad, arrancando y sacudiendo árboles, troncos, ramas, semáforos y carteles publicitarios. Al amanecer, la mujer oyó que su último día había llegado, se volvió hacia la ventana buscando con la mirada la hoja. Había ocurrido un milagro: ¡la hoja, esa última hoja todavía estaba allí! ¡ Había desafiado la tormenta y había ganado! Una ola de esperanza arrasó a la mujer. Fue invadida por una fuerza rebelde y salvaje: " Si la hoja frágil había resistido a la violencia de la tormenta, ella también podría haber venicido su enfermedad! Sólo después de que se recuperó y después de que los médicos sorprendidos declararan que estaba curada, la mujer supo que en aquella noche tempestuosa su marido había pintado la hoja sobre el vidrio de la ventana. LA MORAL NUNCA DEJES DE ESPERAR

Arcadi Gabriele


Las mulas y los ladrones IES Veles E Vents Carlos Usó Díaz Dos mulas bien cargadas con paquetes andaban con dificultad por el camino. Una cargaba sacos con dinero y la otra llevaba granos. La mula que llevaba el dinero andaba con la cabeza erguida, como si supiera del valor de su carga, y movía de arriba abajo las campanas sonoras sujetadas a su cuello. Mientras tanto, su compañera seguía con el paso tranquilo y silencioso.

De repente unos ladrones se precipitaron sobre ellas desde sus escondrijos, y en la riña con sus dueños, la mula que llevaba el dinero fue herida con una espada, y avariciosamente tomaron el dinero sin hacer caso del grano. La mula que había sido robada y herida se lamentó sus desgracias. La otra contestó: “Estoy en efecto muy contenta de que fui despreciada, pues no he perdido nada y tampoco me hicieron daño”

Moraleja: si llamas la atención en exceso, al final llamarás la atención de gente que solamente te dañará y te quite lo que tanto alardeabas de tener. Ejemplo: alguien que pueda tener mucho dinero, una gran vida social y que alarde de él y venga alguien y se haga pasar por un amigo suyo para una vez tenga su confianza darle la puñalada trapera y quitarle el dinero de alguna forma o darle fama negativa para que todos los grupos de amistades que tuviera le dieran la espalda. carlos usó


Fabula: Había una vez una zorra que llevaba casi una semana sin comer, había tenido muy mala suerte, le robaban las presas y el gallinero que encontró tenía un perro guardián muy atento y un amo rápido en acudir con la escopeta. Ciertamente estaba muertecita de hambre cuando encontró unas parras silvestre de las que colgaba unos suculentos racimos de doradas uvas, debajo de la parra había unas piedras, como protegiéndolas. Al fin va a cambiar mi suerte, Pensó relamiéndose, Parecen muy dulces. Se puso a brincar, intentando alcanzarlos, pero se sentía muy débil, sus saltos se quedaban cortos los racimos estaban muy altos y no llegaban. Así que se dijo: para que perder el tiempo y esforzarme, no las quiero, no están maduras. Pero resulta que si la zorra hubiese trepado por las piedras parándose en dos patas hubiese alcanzado los racimos, esta vez le faltó algo de astucia a doña zorra, parece ser que el hambre no la deja pensar. MORALEJA Hay que esforzarse para conseguir lo que se desea pero pensando primero que es lo que queremos y como conseguirlo, no sea que nos pongamos a dar brincos cuando lo que necesitamos es estirarnos, perdamos el tiempo y el esfuerzo. LAURA LEÓN Y ARIANA MORAWSKI ESCUELAS DE ARTESANOS 4º A Y B ariana morawski

El HUMANO Y EL SERPIENTE Erase una vez, en un bosquecillo, un un humano y un serpiente que debían cruzar un río porque el puente estaba demasiado distante, tenían que encontrar una manera para llegar al otro lado. El humano, con sus brazos, podía fácilmente nadar para atravesar el río pero el serpiente se ahogaría, Entonces dijo a el humano si podía llevarlo con él y le prometió que no lo matará, el humano confío en él y lo llevo al otro lado Pero en el momento que el se estaba disculpando para no haber sido amable desde el principio el serpiente lo mató... eso porque no hay que fiarse de alguien conocimiento su naturaleza, su forma de ser, porque no cambiará para nada y nadie. Asia Proiett


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El pollito y el lobo

Erase una vez un pollito que vivía en un bosque porque su madre lo había abonado y quando era inverno el pollito tenía frío entonces buscaba un refugio para dormir tranquilo. Un día el pollito estaba buscando un refugio pero no lograba econtrarlo entonces una vaca que estaba paseando por allí lo vio y lo ayudó lanzándolo en un charco de barro para calentarlo. Después de unos minutos el pollito se estaba ahogando y gritaba. Un lobo al sentir sus gritos se le acercó y lo ayudó pero tenía un plan preciso o sea de


ayudarlo pero después comérselo. El lobo lo llevó a un río, lo limpió y luego se lo comió. Moraleja: No todos los que te ayudan son buenos. Simone Manunza AZUL

LOS TRES CERDITOS

Había una vez 3 cerditos que eran hermanos y vivían en lo más profundo del bosque. Siempre habían vivido felices y sin preocupaciones en aquel lugar, pero ahora se encontraban temerosos de un lobo que merodeaba la zona. Fue así como decidieron que lo mejor era construir cada uno su propia casa, que les serviría de refugio si el lobo los atacaba. El primer cerdito era el más perezoso de los hermanos, por lo que decidió hacer una sencilla casita de paja, que terminó en muy poco tiempo. Luego del


trabajo se puso a recolectar manzanas y a molestar a sus hermanos que aún

estaban en plena faena. El segundo cerdito decidió que su casa iba a ser de madera, era más fuerte que la de su hermano pero tampoco tardó mucho tiempo en construirla. Al acabar se le unió a su hermano en la celebración. El tercer cerdito que era el más trabajador, decidió que lo mejor era construir una casa de ladrillos. Le tomaría casi un día terminarla, pero estaría más protegido del lobo. Incluso pensó en hacer una chimenea para asar las mazorcas de maíz que tanto le gustaban. Cuando finalmente las tres casitas estuvieron terminadas, los tres cerditos celebraron satisfechos del trabajo realizado. Reían y cantaban sin preocupación -“¡No nos comerá el lobo! ¡No puede entrar!”. El lobo que pasaba cerca de allí se sintió insultado ante tanta insolencia y decidió acabar con los cerditos de una vez. Los tomó por sorpresa y rugiendo fuertemente les gritó: -“Cerditos, ¡me los voy a comer uno por uno!”. Los 3 cerditos asustados corrieron hacia sus casas, pasaron los pestillos y pensaron que estaban a salvo del lobo. Pero este no se había dado por vencido y se dirigió a la casa de paja que había construido el primer cerdito. – “¡Ábreme la puerta! ¡Ábreme o soplaré y la casa derribaré!”- dijo el lobo feroz. Como el cerdito no le abrió, el lobo sopló con fuerza y derrumbó la casa de paja sin mucho esfuerzo. El cerdito corrió todo lo rápido que pudo hasta la casa del segundo hermano. De nuevo el lobo más enfurecido y hambriento les advirtió: -“¡Soplaré y soplaré y esta casa también derribaré!” El lobo sopló con más fuerza que la vez anterior, hasta que las paredes de la casita de madera no resistieron y cayeron. Los dos cerditos a duras penas


lograron escapar y llegar a la casa de ladrillos que había construido el tercer hermano. El lobo estaba realmente enfadado y decidido a comerse a los tres cerditos, así que sin siquiera advertirles comenzó a soplar tan fuerte como pudo. Sopló y sopló hasta quedarse sin fuerzas, pero la casita de ladrillos era muy resistente, por lo que sus esfuerzos eran en vano.

Sin intención de rendirse, se le ocurrió trepar por las paredes y colarse por la chimenea. -“Menuda sorpresa le daré a los cerditos”, – pensó. Una vez en el techo se dejó caer por la chimenea, sin saber que los cerditos habían colocado un caldero de agua hirviendo para cocinar un rico guiso de maíz. El lobo lanzó un aullido de dolor que se oyó en todo el bosque, salió corriendo de allí y nunca más regresó. Los cerditos agradecieron a su hermano por el trabajo duro que había realizado. Este los regañó por haber sido tan perezosos, pero ya habían aprendido la lección así que se dedicaron a celebrar el triunfo. Y así fue como vivieron felices por siempre, cada uno en su propia casita de ladrillos. La fabula nos da a entender que hay que hacer las cosas bien y hay que esforzarse para hacer las cosas porque es que las hace sin ganas y rápido no le salen bien. Por ejemplo para el trabajo de día a día si tu trabajas en una empresa y haces las cosas calmado y esforzándote no te echaran pero si lo haces mal y rápido te echaran Pablo Hernández Casado IES Veles e Vents Pablo Hernández

El envidioso. Un joven llamado Alfonso vivía en una bonita casa de paredes blancas y tejado colorado, situada en las afueras de la ciudad. La vivienda estaba rodeada de


jardines floridos, sonoras fuentes de agua, y un enorme huerto gracias al cual disfrutaba todo el año de verduras y hortalizas de excelente calidad. Alfonso era un tipo privilegiado que lo tenía todo, pero curiosamente se sentía frustrado por no haber podido cumplir uno de sus grandes sueños: llenar su propiedad de árboles frutales. Durante meses había intentado cultivar distintas especies empleando todas las técnicas posibles, pero por alguna extraña razón las semillas no germinaban, y si lo hacían, a las pocas semanas las plantas se secaban. Con el paso del tiempo el hecho de no tener un simple limonero le produjo una sensación de fracaso que no podía controlar. El huerto de Alfonso estaba delimitado por un muro de piedra tras el cual vivía Manuel, su vecino y amigo de toda la vida. Él también tenía una casa muy coqueta y un terreno donde cultivaba un montón de productos del campo. Podría decirse que ambas propiedades eran muy parecidas salvo por un ‘pequeño detalle’: Manuel tenía un hermosísimo ejemplar de manzano que despertaba en Alfonso feos sentimientos de rabia y celos. – ¡Qué fastidio! Manuel tiene el manzano más impresionante que he visto en mi vida. Si la calidad de nuestra tierra es igual y regamos con agua del mismo pozo, ¿por qué en mi huerto no prosperan las semillas y en el suyo sí?… ¡Es injusto! En lo de que era impresionante Alfonso tenía toda la razón. El árbol superaba los quince metros de altura y era tan frondoso que sus verdes hojas ovaladas daban en verano una sombra magnífica. Ahora bien, lo más bonito era verlo cubierto de flores en primavera y cargadito de frutos los meses de verano. Si todas las manzanas de la comarca eran fantásticas, las de ese manzano no tenían parangón: una vez maduras eran tan grandes, tan amarillas, y tan dulces, que todo aquel que las probaba las consideraba un auténtico manjar de los dioses. Por fortuna Manuel era dueño de una obra de arte de la naturaleza, pero su amigo Alfonso, en vez de alegrarse por él, empezó a sentir que una profunda amargura se instalaba en lo más hondo de su corazón. Tan fuerte y corrosiva era esa emoción, que en un arrebato de envidia decidió destruir el maravilloso árbol. – ¡Hasta aquí hemos llegado! Contaminaré la tierra donde crece ese maldito manzano. Sí, eso haré: echaré tanta porquería sobre ella que las raíces se debilitarán y eso provocará que el tronco se vaya destruyendo lentamente hasta desplomarse. ¡Manuel es tan inocente que jamás sabrá que fui yo quien se lo cargó! Así pues, una noche de verano en la que salvo los grillos cantarines todo el mundo dormía, se deslizó entre las sombras, trepó por el muro cargado con un saco lleno de basura, avanzó sigilosamente hasta el árbol y vació todo el contenido en su base. Cometida la fechoría regresó a casa, se metió en la cama y durmió a pierna suelta sin sentir ningún tipo de remordimiento.


A partir de ese momento la vida de Alfonso se centró en una sola cosa: conseguir derribar el esplendoroso árbol de su amigo. El plan era mezquino, miserable a más no poder, pero él se lo tomó como algo que debía hacer a toda costa y no le dio más vueltas. Cada atardecer recogía deshechos como las pieles de las patatas, las raspas de los pescados que guisaba, las cacas que las gallinas desperdigaban por todas partes… ¡Todo acababa en el saco! Al llegar la noche, como si fuera un ritual, saltaba el muro y lanzaba los apestosos despojos a los pies del árbol. – ¡Hala, aquí tienes, todo esto es para ti! De regreso a su hogar se acostaba con una sonrisa dibujada en el rostro. En ocasiones los nervios le impedían dormir y permanecía despierto durante horas, regodeándose en su maquiavélico objetivo: – La muerte de ese detestable manzano está muy cerca. Será genial ver cómo se pudre y acaba devorado por las termitas ¡Je, je, je! ¡Qué equivocado estaba el envidioso Alfonso! Al concebir su macabro proyecto se le pasó por alto que cada vez que echaba restos de comida o excrementos sobre la tierra la estaba abonando, así que el resultado de su acción fue que el árbol ni se pudrió ni se secó, sino que al contrario, creció todavía más sano, más fuerte, más altivo. En pocas semanas alcanzó un tamaño nunca visto para un ejemplar de su especie, sus ramas se volvieron extremadamente robustas, y lo más increíble, empezó a dar manzanas gigantescas como sandías. Su dueño, consciente de que eran únicas en el mundo, pudo venderlas a precio de oro y se hizo rico. Durante años y a pesar de la evidencia, Alfonso siguió cometiendo la torpeza de echar desperdicios sobre las raíces del manzano. ¡El muy mentecato seguía convencido de que algún día lo vería desparecer! Como te puedes imaginar nunca logró su propósito y su amigo Manuel vivió cada vez mejor.

-Moraleja :La envidia es un sentimiento que corroe por dentro y no nos deja ser felices. Recuerda que es mucho más bonito alegrarse de la buena suerte de los que nos rodean y compartir con ellos su felicidad.

Abel Grau Ángel IES Veles e Vents FB2


En esta vida no tenemos que ser envidioso, la envidia es mala y cuando tienes envidia te sale toda tu maldad contra esa persona le coges odio , recelos, ya te parece cualquier acción suya mala. Abel Grau -

El lobo con piel de oveja Un lobo pensó un día cambiar su apariencia para así obtener comida de forma más fácil. Ni corto ni perezoso, se metió dentro de una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor. Al atardecer, fue llevado junto con todo el rebaño al granjero, donde le cerraron la puerta para que ningún lobo entrara a comerse a las ovejas. Sin embargo, en la noche, el pastor entró buscando la cena para el día siguiente, tomó al lobo y creyendo que era un cordero, lo sacrificó al instante. Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.


Karoline Herrera Arias

Ies Veles e Vents. Caroline Herrera 

Mireia García y Nil Tameroglu Escuelas de Artesanos 4A Estaba un cuervo posado en un árbol y tenía en el pico un queso. Atraído por el aroma, un zorro que pasaba por ahí le dijo: -¡Buenos días, señor Cuervo! ¡Qué bello pumaje tienes! Si el canto corresponde a la pluma, tu tienes que ser el Ave Fénix. Al oír esto el cuervo, se sintió muy halagado y lleno de gozo, y para hacer alarde de su magnífica voz, abrió el pico para cantar, y así dejo caer el queso. El zorro rápidamente lo tomó en el aire y le dijo: - Aprenda, señor cuervo, que el adulador vive siempre a costa del que lo escucha y presta atención a sus dichos; la lección es provechosa, bien vale un queso.


Moraleja: No se debe dar crédito a palabras aduladoras que se hacen por interés. mireia garcia 

El hámster y el cocodrilo Erase una vez ,en una gran ciudad, un hámster que estaba por su cuenta. En un día soleado, estaba relajado y quería visitar a un viejo amigo que vivía no muy lejos. En la calle ,se cruzó en una rejilla que debajo tenía una alcantarilla ocupada por anímales salvajes. Dado que era un hámster ,pasó entre los agujeros y se cayó en la cabeza de un cocodrilo. El reptil estaba a punto de comerse el pequeño roedor que lo convenció a no hacerlo porque no lo habría saciado. El cocodrilo se echó a reír y dio razón al pobre hámster. Los dos hicieron amistad y el reptil llevó a destino el roedor y en el momento de despedida, el cocodrilo estaba por caer en una cascada de la cloaca h el hámster ,con su agilidad, le lanzó una barra de hierro para aferrarse y le salvó la vida. Los dos amigos transcurrieron el resto de sus vidas juntos. moraleja: quien encuentra un amigo ,encuentra un tesoro Giorgi Pierluigi -

El león y el ciervo vanidoso

Desde el nacimiento los ciervos envidiaban el Rey León por el poder que tenía sobre todos los animales que estaban cerca de él. Un día uno de los ciervos que se llamaba Barnard decidió ir al lugar donde estaba el rey y ver todos sus movimentos para encontrar un momento donde él habría dejado sin vigilancia su corona ... Barnard seguí muchos días


observando todo ,hasta que un día el rey fue con su familia para encontrar a su tío y dejó su corona en el centro de la sabana ,entonces Barnard la robó . Después haber robado la corona fue a su casa y se presentó a su familia con esta corona sobre la cabeza para sentirse más importante, pero todos le respondieron " si eres ti mismo serás siempre lo mejor, sin dudas"... Por eso decidió de devolver lo que tenía al Rey y, desde hace ese momento, se sintió perfecto Moraleja : " mejor ser tú mismo que parecer ser otra persona." Iannilli Anna

Érase una vez, en una granja muy lejos de aquí, un pollito, Pollito, que estaba siempre a un lado, solo. Él era un poco feo y tenía las plumas un poco oscuras. Sus días eran aburridos y hacía siempre las mismas cosas. Por la mañana se despertaba muy pronto y salía de su casa para ir al paseo después volvía a casa , comía y pasaba cada hora de la tarde sentado, pensando. Él no tenía hermanos y sus padres fueron trasladados en otra granja cuando él era muy pequeño porque el dueño del establo había decidido que en la granja podían haber solo animales hasta los 8 años. Desde esa ley solo quedaban pocos pollitos. Ellos no querían estar con Pollio porque era diferente a ellos tanto emocionalmente como físicamente. Un día Pollio decidió que no podía seguir estando solo y intentó a hacer amigos. Cuando fue a las casas de los otros pollitos ellos empezaron reírse de él y sin vacilar él escapó. Luego algunos días la granja organizó un concurso de belleza y los pollitos para molestar Pollio lo inscribieron. Pollio se encontró al centro de la pasarela y con coraje empezó a decir: -Es la verdad, no soy muy bonito pero una cosa que me gusta mucho de mí es que tengo un excelente lado humano y nunca haría hecho lo que vosotros hicieron. Y se fue. Los jueces decidieron de recompensarlo con la victoria.


MORAL: LAS APARIENCIAS ENGAÑAN Panci Giorgia –

La bruja y la princesa

Erase una vez una princesa de un reino lejano que amaba leer, de hecho, cada noche, antes de dormir, leía una fábula, en particular la de las princesas como ella. Toda la población la aclamaba por este talento excepto la bruja, que vivía al otro lado del reino. Ella siempre había estado celosa de la princesa por motivos diferentes y uno de estés era que la bruja no sabía leer y un día decidió de tomar medidas, entonces, con un hechizo, robó todas las fábulas, encarcelando todos los protagonistas de ellas y dejando las páginas de los libros vacías. La única cosa que se podía ver era a la solución a este problema, o sea que la princesa tenía que superar algunos retos. A medida que se superaban, la bruja empezaba a conocer de verdad la princesa, la cual le hizo entender que se podía leer también por las imágenes y día tras día nació una hermosa amistad entra ellas, la bruja aprendí a leer y se convirtió en una bruja buena, decepcionada por sus comportamientos, y, finalmente, los libros recuperaron sus fábulas. Moral: “no juzgar un libro da su portada”... hay que conocer las cosas antes de dar un juicio porque no siempre se tiene razón Panattoni Valentina -


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