CONTIGO… ¡sigo tus señales!
[haz espacio] Estamos llenos de señales: las hay que marcan nuestros pasos en la ciudad, las que nos permiten cruzar o no una calle, las que nos dejan girar o nos impiden dar la vuelta cuando conducimos, las que nos indican las paradas obligatorias o las pausas necesarias para ceder el paso... Algo parecido nos sucede en nuestra vida: son muchas las señales que nos topamos todos los días y que nos dicen y sugieren cuál es nuestro camino, las oportunidades que tenemos, los giros en la vida, los replanteamientos, las pausas, los silencios. Dios está en muchas de ellas, no obligando, pero sí alentando nuestro camino y diciéndonos que, incluso cuando no lo sintamos, Él se encuentra a nuestro lado. Incluso cuando tomemos una dirección y nos equivoquemos, incluso ahí.
Y tú… ¿estas dispuesto a confiar y dejarte guiar por Dios? ¿Confías en Él en tus cambios en la vida? ¿Le pides sinceramente que oriente tus pasos? Canto
[espacio de la oración] Salmo 15
Protégeme, Dios mío que me refugio en ti; yo digo al Señor: “ Tú eres mi bien”. Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
Multiplicad las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios.
Por eso se me alegra el corazón se gozan mis entrañas y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad.
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Me enseñarás el sendero de la vida, me saciaras de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
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[espacio de la Palabra] La Palabra: Lucas 1, 1-4; 4, 14-21
Querido Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por que él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
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Hay muchos signos de la presencia de Dios… muchas señales que nos indican qué hace y cómo obra en nuestra vida. Señales que nos orientan, animan, susurran y guían. Otras que nos desconciertan y eso nos da miedo. Otras señales que aparecen en nuestra vida nos apuntan a otros caminos, otros modos y otras formas de ser y vivir… ¿estás dispuesto a abandonar el miedo, a alejarte de lo fácil, de lo sencillo? ¿Estás preparado para afrontar tu vida con Dios, a confiar en Él, a abandonarte en sus brazos? Haz tuya la oración/canto…
Escucha bien lo que hoy te digo, sal de tu miedo y óyeme, pues cuando aún no habías nacido Yo en ti ya me fijé.
Tendrás autoridad sobre los pueblos para plantar y derribar, tú te alzarás pues con mi fuerza en voz del pobre te transformarás.
Oh, mi Dios, sabes que el miedo me frena, mira que no sé expresarme, aún soy pequeña, déjame.
Oh, mi Dios, no desmayaré de nuevo, aunque el peligro me aceche, sé que tú me salvarás.
NO TENGAS MIEDO, A TU LADO YO ESTARÉ, DONDE TE ENVÍE, JUNTO A TI ME SENTIRÁS, EN TU BOCA MIS PALABRAS YO PONDRÉ, NUNCA TE ABANDONARÉ. (2)
NO TENGAS MIEDO… NO TENDRÉ MIEDO, A MI LADO TÚ ESTARÁS, A DÓNDE VAYA, JUNTO A MÍ TE SENTIRÉ, Y EN TUS MANOS SIEMPRE ME ABANDONARÉ, SÓLO EN TI CONFIARÉ. (2)
[espacio del corazón] Pon palabras a lo que has sentido y lo que Dios te ha dicho… Es el momento de dejar que Dios haga espacio en ti y , si lo deseas, compartir con los demás aquello que Dios te ha dicho y te ha hecho sentir hoy.
Canto:
Oración: Padre nuestro.
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