MAYAN MAGAZINE Edici贸n #1
Angel David Ceballos Hernรกndez Dayana Salazar Vargas Damaris Hernรกndez Heredia
EPOCA PREHISPANICAMéxico prehispánico es el período de la historia de ese país anterior a la conquista y colonización española a partir de 1519. Es necesario aclarar que México es un Estado moderno cuyas fronteras fueron fijadas a mediados del siglo XIX. Por lo tanto, la historia mexicana de la época prehispánica es la historia de los pueblos que vivieron en ese territorio, no la historia del estado mexicano en la época precolombina. Con la llegada de los primeros habitantes comenzó la Etapa Lítica durante el cual los grupos humanos eran nómadas, sobrevivían de la recolección, la cacería y la pesca y contaban con una tecnología lítica que fue mejorándose constantemente a lo largo de milenios. De esta época data la invención del molcajete, el metate y otros instrumentos asociados al aprovechamiento de las semillas; así como el desarrollo de armas de sílex y obsidiana entre las que destacan las puntas clovis, que supusieron un gran adelanto tecnológico por su eficacia.
En el sur de México y el noroeste de América Central se desarrolló la civilización mesoamericana. Mesoamérica fue un mosaico étnico y lingüístico compuesto por pueblos que compartían varios rasgos culturales, entre ellos la formación estatal, la arquitectura monumental, la escritura, el uso de calendario civil y ritual, y una economía basada en la agricultura del maíz. Las culturas mesoamericanas son las mejor conocidas del México prehispánico porque la evidencia arqueológica de su desarrollo ha sido investigada más intensivamente que en el caso de las otras áreas. Se toma generalmente como hito inicial de la historia mesoamericana la invención de la cerámica, que ocurrió aproximadamente alrededor del año 2500 a. C. La conquista y colonización española supuso el fin de esta civilización, y los pueblos mesoamericanos fueron sometidos desde entonces a un proceso de aculturación que prosigue en la actualidad.
¿Sabías Que? Un
reciente estudio de científicos mexicanos y británicos, publicado en la revista Science, reveló que una reducción del 25 al 40% en las precipitaciones anuales estuvo detrás de la desintegración de la civilización maya, sobre todo por el descenso en las tormentas veraniegas, que redujo la disponibilidad de agua.
EPOCA LITICA
Incertidumbre sobre el origen de los indígenas americanos
Poblamiento de América
La historia de México comienza con la llegada de los primeros seres humanos al territorio que actualmente corresponde a ese estado nacional. El momento en que esto ocurrió y los procesos históricos que le sucedieron es objeto de debate. En comparación con otras épocas de la historia prehispánica del país, las fases que antecedieron a las sociedades sedentarias de Mesoamérica han sido poco exploradas, lo que algunos autores atribuyen a que la arqueología mexicana —desarrollada en el marco de una relación muy cercana al Estado posrevolucionario— se concentró desde sus inicios a la exploración de zonas de monumentos arquitectónicos. Por esta razón, son pocos los datos y la evidencia arqueológica correspondiente a esos años, y todos son motivo de controversia.
El poblamiento de México está indisolublemente ligado con el poblamiento de América, que también sigue siendo ampliamente debatido por los especialistas. Las propuestas en torno al origen de los pueblos amerindios se dividen en dos grandes categorías. La que cuenta con mayor aceptación es la hipótesis clovis o teoría del poblamiento tardío, por ser la que cuenta con mayor evidencia de apoyo y con menos objeciones en cuanto a su fechamiento. La teoría del poblamiento tardío fue formulada por especialistas de las universidades estadounidenses, y básicamente señala que los seres humanos llegaron a América a través de Beringia alrededor 13500 años AP. Algunos grupos llegarían a desarrollar la cultura clovis —cuyo marcador más emblemático es la punta del mismo nombre, llamada en memoria del sitio epónimo en Nuevo México— y se convertirían en el origen de todas las industrias líticas indígenas posteriores.
Poblamiento de México En el caso de la antigüedad de los humanos en México, la obra de referencia es la investigación de José Luis Lorenzo. En 1967 publicó La etapa lítica en México, texto en el que plantea una propuesta de reconstrucción de la historia más antigua del país con base en ciertos hallazgos arqueológicos que fueron dados por buenos en su momento pero que han generado polémica. De acuerdo con Lorenzo, la Etapa Lítica comienza alrededor del año 35000 AP, con la llegada de los primeros seres humanos a México. Los indicadores más antiguos de esta presencia que fueron considerados
por el autor corresponden a El Cedral, donde se encontraron restos de mamutes (Mammuthus columbii) y equinos (Equus sp.) que tienen muestras de haber sido ingeridos por seres humanos. Los restos pertenecen a varios horizontes arqueológicos distintos, el más antiguo fue fechado por radiocarbono entre 30000 y 21000 AP y el más reciente entre 10000 y 8000 AP. Otros sitios que Lorenzo consideró para sustentar su propuesta son la cueva del Diablo (Tamaulipas), Teopisca (Chiapas) y Santa Lucía y Tlapacoya (estado de México).
ZONAS DE LA EPOCA PREHISPANICA Aridoamérica El desarrollo de las culturas agrícolas de Mesoamérica es tomada como el hito histórico que marca la separación de esta superárea cultural con respecto a Aridoamérica, ocupada por pueblos cazadoresrecolectores nómadas. Esto, como se expuso en el apartado anterior, ocurrió aproximadamente en el año 2500 a. C. El primero que empleó este término fue Paul Kirchhoff en 1954. Para diferenciar a los aridoamericanos de otros pueblos vecinos como los mesoamericanos y los indios de las praderas, Kirchoff distinguió los caracteres económicos (pueblos dedicados a la recolección de vegetales que combinaban de modo secundario con caza) y patrones de residencia (poblaciones nómadas) peculiares de la superárea. Incluyó en ella, además, a los pueblos recolectores y pescadores que tenían una agricultura poco desarrollada (como los pueblos de la sierra de Tamaulipas).
El paisaje aridoamericano es sumamente variado. Se extiende por planicies, montañas muy escarpadas, costas y mesetas. La vegetación y la fauna son igualmente diversas. Esto propició una fragmentación de las prácticas culturales, orientadas a la explotación eficiente de los recursos disponibles. Por ello, mientras los indios californianos disponían de madera y otros productos del bosque, los pueblos del desierto pasaban penurias en tiempos de crisis prolongada que incluso los llevaba a comer tierra o cortezas para engañar el hambre. Kirchoff también propuso una división de Aridoamérica (que algunos autores llaman Gran Chichimeca) en áreas culturales para facilitar su estudio. Las regiones distinguidas por Kirchoff son las siguientes:
Centro y California
Sur
Gran Cuenca Noroeste de Arizona
de
Baja California Costa de Sonora Oasisamérica
Oasisamérica fue la última de las superáreas culturales del México precolombino en desarrollarse. Es resultado de un lento proceso de introducción de las técnicas agrícolas de sus vecinos del sur los mesoamericanos. La antigüedad de la agricultura oasisamericana es debatida, pues los indicios más antiguos, encontrados en Bat Cave, Nuevo México, parecen tener entre 5000 y 3500 años de antigüedad.
Uno de los factores del tardío desarrollo de la agricultura en esta región es la carencia de agua. De hecho, nace en el corazón desértico de Aridoamérica, en los extensos territorios de Chihuahua y Sonora (México), y en Arizona, Nuevo México, Nevada, Colorado y Utah, en el suroeste de los Estados Unidos.
Sur de Texas Apachería Norte de México
Fueron muchos los pueblos que habitaron la región. Por su origen
lingüístico pueden ser agrupados en hablantes de taracahita, tanoano, hokano y yuto-nahua. Con base en esta diferencia lingüística y ciertas características culturales, Kirchoff estableció una división en siete áreas culturales. Con el avance de las indagaciones arqueológicas en Oasisamérica, en la actualidad se suelen considerar cinco áreas diferenciadas: Fremont, Patayana, Anasazi, Hohokam y Mogollón. De estas, las más importantes son las últimas tres, y las otras dos son periféricas y más tardías.
Esta imagen representa las Zonas del México Prehispánico y la ocupación de las culturas en ellas.
Mesoamérica El término fue propuesto por Paul Kirchhoff, en virtud de que las culturas antiguas de los que hoy es México no pueden estudiarse desde el enfoque geográfico de la actualidad. México como formación política nace en el año 1810, con la declaración de independencia. Antes de la llegada de los españoles, el territorio estaba repartido entre más de un centenar de pueblos, muchos de ellos extintos ya. A pesar de la fragmentación política, algunos autores (como el mismo Kirchoff, Christian Duverger, y antes que ellos, Alfred Kroeber) notaron que los pueblos que se asentaron al sur de los ríos Fuerte y Pánuco compartían un conjunto de prácticas culturales que los unificaba. Entre otras cosas, la subsistencia a base de maíz, la tecnología neolítica, los sacrificios humanos con fines rituales, la construcción de centros ceremoniales y la mitología común, la numeración vigesimal y la importancia de la cuenta del tiempo, son todos ellos elementos que la mayor parte de los autores consideran como parte de lo que Duverger llama "sustrato común de
Mesoamérica". Existe un acuerdo generalizado sobre la ubicación de Mesoamérica en la mitad sur de México (a partir de los ríos Sinaloa y Moctezuma-Pánuco) y una parte de América Central que incluye Guatemala, El Salvador, y el occidente de Nicaragua, Honduras y Costa Rica. No es una entidad geográfica estática a lo largo de sus 4 mil años de existencia. Sus fronteras, y en especial, la frontera norte, se contrajeron o expandieron en el transcurso de su historia, y alcanzaron su límite máximo en el Período Clásico, con el desarrollo de ciudades relacionadas con Teotihuacán en la planicie central mexicana.
Período Preclásico (aprox. 2500 a. C. - 200 dC)
El comienzo del Período Preclásico es definido casi siempre a partir de los indicios más antiguos de la fabricación de cerámica. Los más antiguos de ellos fueron encontrados en Guerrero, cerca de la localidad de Puerto Marqués, y se calcula que datan del año 2440 a. C.
Los primeros 1.300 años de este período son definidos como Preclásico Temprano. Se trata de una dilatada época en la que se van desarrollando lentamente los rasgos característicos de Mesoamérica. En este tiempo, los procesos de sedentarización y la práctica de la agricultura se hallan plenamente consolidados. No obstante, los mesoamericanos del Preclásico Temprano debían complementar sus actividades económicas con pesca, recolección y caza. La gente vivía en pequeñas aldeas de casas de barro, con una población reducida. Hacia el final de este horizonte
algunas de ellas crecieron en población y llegarían a ser dominantes, como El Opeño en Occidente; Tlatilco, Coapexco y Chalcatzingo en el Centro; y San José Mogote en Oaxaca.
El desarrollo de estas aldeas es considerado como el marcador del inicio del Preclásico Medio (1200-400 a. C.). La vida aldeana se volvió más compleja, y se establecieron redes de intercambio interregional entre las poblaciones dominantes. En virtud de esas redes, algunas de las grandes aldeas extendieron su influencia en regiones muy amplias de Mesoamérica. Durante este periodo tiene lugar el desarrollo de la cultura olmeca, que resume todos los desarrollos culturales de los mesoamericanos de aquel tiempo. De esta cultura son los primeros indicios de escritura y del uso de calendario. Debieron tener una estructura social muy compleja que les permitió desarrollar su escultura y arquitectura monumentales. Los principales sitios de esta cultura son La Venta, Tres Zapotes y San
Lorenzo, ubicados en la llanura costera del Golfo de México. También se ha encontrado evidencia de ellos en Teopantecuanitlán (Guerrero), y en Chalcatzingo (Morelos), y se presume que sus relaciones con las áreas oaxaqueña y Maya contribuyó con el desarrollo cultural de esas regiones.
La declinación de la cultura olmeca dio origen al periodo Preclásico Tardío (400 a. C.-150 d. C.). Se trata de una época de diversificación cultural y asimilación de los elementos olmecas en los sistemas culturales de cada pueblo. Con esa base dieron comienzo varias de las tradiciones más importantes de Mesoamérica. Sin embargo, Cuicuilco, en el sur del valle de México, y la Chupícuaro, en Michoacán, serían las más importantes. La primera llegó a convertirse en la mayor ciudad de Mesoamérica y principal centro ceremonial del Valle de México; y mantenía relaciones con Chupícuaro. La declinación de Cuicuilco es paralela a la emergencia de
Teotihuacan, y se consuma con la erupción del Xitle (circa 150 d. C.), que motivó la migración de sus pobladores al norte del valle de México. La cultura Chupícuaro es conocida sobre todo por su producción alfarera, cuyas huellas se han detectado por una amplia zona ubicada entre el Bajío y la cuenca lacustre. Período Clásico (aprox. 200 - 900) Este período está marcado por el apogeo teotihuacano y concluye con las migraciones nahuas y el establecimiento de centros regionales en el valle de México. Se divide en dos periodos: el Clásico Temprano y el Clásico Tardío.
El Clásico Temprano abarca los primeros 400 años del periodo, y coincide con la época de mayor apogeo de Teotihuacan. Durante este periodo se consolidó el proceso de urbanización que se observaba desde el Preclásico Tardío. De esta suerte, nacieron ciudades como Cholula, en el valle Puebla-
Tlaxcala; Monte Albán en los Valles Centrales de Oaxaca, Tikal y Calakmul en el área Maya (la primera ciudad, en Guatemala y la segunda en México). Las obras hidráulicas que permitieron la alta eficiencia de la agricultura mesoamericana también estaban bien desarrolladas en esta época.
La escena histórica fue dominada por los teotihuacanos, que convirtieron a su ciudad en el centro de una amplia red de intercambios comerciales que involucraban especialmente a todos los pueblos mesoamericanos y de Oasisamérica, de los cuáles se obtenía la turquesa, uno de los artículos suntuarios más característicos de la civilización mesoamericana. Los teotihuacanos monopolizaban la distribución de la cerámica Anaranjado Delgado, una de las más finas y apreciadas de la época, producida en Puebla, y las minas de
obsidiana, alabastro y otros minerales de vital importancia para la vida cotidiana de los antiguos mesoamericanos.
Estos productos eran intercambiados con otros pueblos por mercancía de la cuál los teotihuacanos no disponían en su área de influencia directa. Teotihuacan, además, fungía como gran intermediario entre las
diferentes regiones de Mesoamérica. La importancia de las rutas comerciales controladas por los teotihuacanos está reflejada en el crecimiento de poblaciones en el área Norte de México, que durante esta época queda integrada en la civilización mesoamericana. Entre estas ciudades se cuentan Altavista y Loma de San Gabriel.
Periodo Posclásico (800/900 Conquista española) El Posclásico es dividido por los arqueólogos en dos épocas, el Posclásico Temprano (800/900 - 1100), dominado por Tula y la cultura tolteca; y el Posclásico Tardío, tiempo del imperio mexica (1100 - 1521/1694). Siempre es conveniente aclarar que la calendarización es variable de acuerdo con la historia regional, dado que normalmente se toma como referencia lo que ocurría en el centro de México.
expansionismo de otros grupos beligerantes o por el desastre ecológico que ocasionó la caída de las culturas del Norte de Mesoamérica. A estos grupos se les conoce como chichimecas, un término recogido por los cronistas de Indias de sus informantes, y que equivale a bárbaro. La descripción de estos grupos como bárbaros no es muy adecuada, en tanto que, por principio de cuentas, muchos de ellos formaban parte de la esfera de influencia de Mesoamérica, y en última instancia, no constituían una unidad étnica.
Atlantes de Tula Comalcalco en Tabasco única ciudad maya construida de ladrillo cocido.
Se suele considerar que el Posclásico fue una época dominada por pueblos guerreros y sanguinarios que causaron la ruina de las culturas clásicas, característicamente pacíficas y entregadas a la religión. A la construcción de este arquetipo contribuyó de manera notable Román Piña Chan. Sin embargo, como señala López Austin en El pasado indígena, el belicismo también estuvo presente en los periodos anteriores, especialmente entre los mayas. Lo ocurrido durante el Posclásico sería la exacerbación del carácter guerrero de las sociedades mesoamericanas, debido en parte a la gran competencia entre Estados muy poderosos y a las migraciones.
Fueron muchos los grupos que llegaron a Mesoamérica durante este periodo. Entre ellos podemos contar a los tlahuicas, que ocuparon el valle de Morelos, y otros grupos de filiación nahua que se tomaron posesión de la cuenca lacustre de México y del valle poblano tlaxcalteca. Con ellos venía un grupo, comandado por Mixcóatl, que se asentó en Culhuacán y se mezcló con la población originaria, afín a la teotihuacana. Más tarde, el hijo de Mixcóatl, Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, partiría de Culhuacán hacia el norte, donde fundó Tula.
Las migraciones marcan la pauta del Posclásico Temprano. Se trataba de pueblos norteños que habían sido empujados hacia el sur, ya por el
Los toltecas iniciaron un proceso de expansión, que los llevó a establecer relaciones con otros Estados importantes, que también buscaban el respaldo de
Tula para legitimarse. Tal es el caso del efímero Estado mixteco de 8 Venado Garra de Jaguar, que tras derrotar a varios de los más importantes señoríos del siglo XI, forzó la unificación política de buena parte de la Mixteca bajo su persona. Para hacerlo, recurrió al prestigio de Tula como centro hegemónico, con el que estableció alianza. Sin embargo, 8 Venado fue asesinado y tras ello, la Mixteca entró en un proceso de desintegración. Más tarde, los mixtecos habrían de invadir el territorio tradicional de sus vecinos zapotecos, desplazándolos hacia el istmo de Tehuantepec, en el oriente.
La relación entre el Estado tolteca y los reinos yucatecos ha desconcertado a los arqueólogos. El extraordinario parecido entre Tula y Chichén Itzá es el motivo de ello. Se ha sugerido que Tula colonizó la península de Yucatán; o que cuando la élite tolteca fue expulsada de la ciudad, sus vínculos con los itzáes (pueblo de filiación maya que vivía a la sazón en Campeche) les permitieron ocupar por la fuerza la ciudad de Chichén. En cualquiera de los dos casos, los recién llegados habrían decidido edificar una
réplica de la antigua capital. La hipótesis contraria, sostenida por Piña Chan, convierte a Tula en una colonia y réplica de Chichén.
El fin de México Prehispánico La conquista de México-Tenochtitlan por parte de los españoles, ocurrida en 1521, suele ser tomada como la conclusión de la época precolombina de México. Sin embargo, es necesario hacer hincapié en que la conquista y el sometimiento a España no ocurrieron al mismo tiempo para todos los pueblos. La región oaxaqueña no cayó bajo el control de España sino hasta la década de 1560. El último reducto de la resistencia maya, en Tayasal, no se rindió hasta 1697.
LA CONQUISTA
La Conquista de México La Conquista de México se refiere principalmente al sometimiento del estado mexica o azteca, logrado por Hernán Cortés en el nombre del rey Carlos I de España y a favor del Imperio español entre 1519 y 1521. El 13 de agosto de este último año, la ciudad de México-Tenochtitlan cayó en poder de los conquistadores españoles, después de dos años de enconados intentos bélicos, políticos y conspirativos, en los que participaron junto con los españoles, los pueblos indígenas previamente avasallados por los mexicas, en un afán por rebelarse —aprovechando la alianza con los recién llegados— de las condiciones de sojuzgamiento en que vivían. Este hecho marcó el inicio de la colonización española y el nacimiento del México mestizo. Antecedentes de la conquista Las expediciones que antecedieron a la conquista En enero de 1516 murió Fernando el Católico y para entonces había transcurrido casi un cuarto de siglo desde los descubrimientos colombinos. Debido a la imposibilidad para gobernar de su hija Juana I, había nombrado en su testamento a su nieto Carlos I como su Primera expedición En Cuba, los españoles basaban su riqueza en las encomiendas y en la explotación de los nativos a quienes se les permitía esclavizar, pero debido a que la población nativa había sido diezmada por las campañas de conquista y las enfermedades, los colonos estaban ansiosos de conseguir nuevas oportunidades de medro. Fue así que tres amigos de Velázquez: Francisco Hernández de Córdoba, Lope Ochoa de Caicedo y Cristóbal de Morante se
organizaron para comprar dos naos con la intención de viajar hacia occidente. El gobernador Diego Velázquez pagó un bergantín, consiguiendo también los permisos necesarios ante los frailes jerónimos para realizar la expedición, pues era requisito contar con su visto bueno. El objetivo del viaje fue encontrar esclavos, sobre todo en el caso del gobernador Velázquez, pero los que encabezaron las naves pretendían descubrir nuevas tierras para poblar y gobernar. Contrataron como piloto mayor a Antón de Alaminos, los pilotos auxiliares fueron Pedro Camacho de Triana y Juan Álvarez «el Manquillo» de Huelva; como capellán viajó fray Alonso González y como veedor Bernardo Iñíguez.
El 8 de febrero de 1517 zarparon del puerto de Santiago tres embarcaciones con ciento diez hombres y navegaron por la banda norte de la isla de Cuba realizando diversas escalas. Al llegar a la punta de San Antón pretendieron poner rumbo hacia las Islas de la Bahía7 pero fueron sorprendidos por una tormenta en el canal de Yucatán, habiendo llegado los primeros días de marzo a la deshabitada Isla Mujeres. En dicho lugar encontraron diversas figurillas de mujeres desnudas dedicadas a la diosa maya de la fertilidad Ixchel. Posteriormente cruzaron hacia la costa norte de la península de Yucatán avistando Ekab, lugar que bautizaron como el «Gran Cairo». Fondearon las naves y los pobladores del lugar, con cara alegre y muestras de paz, se acercaron en canoas invitando a los recién llegados a tierra firme, diciendo (según la transliteración española original) «cones cotoch», «cones cotoch»; que significa: «andad acá a mis casas» (en realidad, parece que fueron recibidos con la expresión Maya Yucateca "koonex u otoch" donde otoch significa "pequeña
casa/choza" ) motivo por el cual lo llamaron punta Catoche. Al día siguiente, 5 de marzo, los expedicionarios españoles aceptaron la invitación y al desembarco el capitán Hernández de Córdoba tomó posesión formal en nombre del rey de lo que él creía una isla a la que bautizó con el efímero nombre de Santa María de los Remedios. Terminado el protocolo, los expedicionarios siguieron a los mayas tierra adentro donde fueron emboscados. En la escaramuza que siguió, murieron dos españoles y quince nativos. Hernández dio la orden de regresar a las embarcaciones, no sin antes haber capturando a dos indígenas, a quienes más tarde apodaron Julianillo y Melchorejo. Estos nativos fueron a la postre los primeros traductores mayaespañol.7sucesor, pero antes de que éste asumiera el trono, el cardenal primado Francisco Jiménez de Cisneros ejerció brevemente la regencia de Castilla. En Nueva España ya se tenían noticias de que en el territorio ignoto había pueblos "muy ricos en oro y otros metales preciosos". Como medio para hacerse de esas riquezas, se proclamó una ley que autorizaba el rescate de oro con la cual se promovía que los españoles viajaran a América para comerciar con los nativos, dando de sus ganancias el 20% o «quinto del rey» y a fin de lograr ese propósito y regular el comercio de las Indias Occidentales, se creó la Casa de Contratación en 1503. Esta fue controlada por el obispo de Burgos, Juan Rodríguez de Fonseca, quien a su vez designó como tesorero a Sancho de Matienzo y como contador a Juan López de Recalde. A la muerte del gran cardenal Cisneros en octubre de 1517, recayeron los asuntos ultramarinos del rampante Imperio español en el obispo de Burgos.
Años antes, en 1514, el almirante y gobernador de las islas del mar Caribe Diego Colón y Moniz Perestrello había sido llamado a comparecer ante el rey Fernando el Católico por su mala administración. Por ello el cardenal Cisneros envió como sustitutos a los frailes jerónimos Luis de Figueroa, Bernardino de Manzanedo, Alonso de Santo Domingo, y Juan de Salvatierra a la isla La Española. Diego Velázquez de Cuéllar era el teniente de gobernador de la isla Fernandina (Cuba), residía en Baracoa y estaba supeditado a las órdenes, más de nombre que en realidad, de Diego Colón.
Primera expedición
En Cuba, los españoles basaban su riqueza en las encomiendas y en la explotación de los nativos a quienes se les permitía esclavizar, pero debido a que la población nativa había sido diezmada por las campañas de conquista y las enfermedades, los colonos estaban ansiosos de conseguir nuevas oportunidades de medro. Fue así que tres amigos de Velázquez: Francisco Hernández de Córdoba, Lope Ochoa de Caicedo y Cristóbal de Morante se organizaron para comprar dos naos con la intención de viajar hacia occidente. El gobernador Diego Velázquez pagó un bergantín, consiguiendo también los permisos necesarios ante los frailes jerónimos para realizar la expedición, pues era requisito contar con su visto bueno. El objetivo del viaje fue encontrar esclavos, sobre todo en el caso del gobernador Velázquez, pero los que encabezaron las naves pretendían descubrir nuevas tierras para poblar y gobernar. Contrataron como piloto mayor a Antón de Alaminos, los pilotos auxiliares fueron Pedro Camacho de Triana y Juan Álvarez «el Manquillo» de Huelva; como capellán viajó fray Alonso González y como veedor Bernardo Iñiguez.
El 8 de febrero de 1517 zarparon del puerto de Santiago tres embarcaciones con ciento diez hombres y navegaron por la banda norte de la isla de Cuba realizando diversas escalas. Al llegar a la punta de San Antón pretendieron poner rumbo hacia las Islas de la Bahía pero fueron sorprendidos por una tormenta en el canal de Yucatán, habiendo llegado los primeros días de marzo a la deshabitada Isla Mujeres. En dicho lugar encontraron diversas figurillas de mujeres desnudas
dedicadas a la diosa maya de la fertilidad Ixchel. Posteriormente cruzaron hacia la costa norte de la península de Yucatán avistando Ekab, lugar que bautizaron como el «Gran Cairo». Fondearon las naves y los pobladores del lugar, con cara alegre y muestras de paz, se acercaron en canoas invitando a los recién llegados a tierra firme, diciendo (según la transliteración española original) «cones cotoch», «cones cotoch»; que significa: «andad acá a mis casas» (en realidad, parece que fueron recibidos con la expresión Maya Yucateca "koonex u otoch" donde otoch significa "pequeña casa/choza") motivo por el cual lo llamaron punta Catoche. Al día siguiente, 5 de marzo, los expedicionarios españoles aceptaron la invitación y al desembarco el capitán Hernández de Córdoba tomó posesión formal en nombre del rey de lo que él creía una isla a la que bautizó con el efímero nombre de Santa María de los Remedios. Terminado el protocolo, los expedicionarios siguieron a los mayas tierra adentro donde fueron emboscados. En la escaramuza que siguió, murieron dos españoles y quince nativos. Hernández dio la orden de regresar a las embarcaciones, no sin antes haber capturado a dos indígenas, a quienes más tarde apodaron Julianillo y Melchorejo. Estos nativos fueron a la postre los primeros traductores mayaespañol.
Segunda expedición
Al año siguiente el gobernador organizó una segunda expedición recuperando las naos del primer viaje, y añadió una carabela y un bergantín. Nuevamente fueron como pilotos Alaminos, Camacho y Álvarez, a los que se sumó Pedro Arnés de Sopuerta como cuarto navegante. Velázquez designó a su sobrino Juan de Grijalva como capitán general y como capitanes de los otros navíos a Francisco de Montejo, Pedro de Alvarado y Alonso de Ávila, quienes se responsabilizaron de suministrar pertrechos y bastimentos a las embarcaciones. En el viaje participó Juan Díaz, quien además de desempeñarse como capellán, escribió el Itinerario de la armada. El veedor fue Peñalosa y el alférez general Bernardino Vázquez de Tapia. Hacia finales de enero de 1518 las embarcaciones zarparon de Santiago, navegaron por la banda norte haciendo escala en Matanzas, en donde completaron sus abastecimientos. El 8 de abril dejaron este puerto y llegaron a la isla de Cozumel el 3 de mayo. Por la fecha, Grijalva bautizó el lugar como Santa Cruz de la Puerta Latina.
Cuando desembarcaron en la isla los nativos huyeron al interior de la misma, solamente contactaron a dos ancianos y a una mujer que resultó ser jamaiquina. La mujer había llegado dos años antes de forma accidental pues su canoa fue arrastrada por la corriente del canal de Yucatán y sus diez compañeros habían sido sacrificados a los dioses mayas. Esta mujer actuó como intérprete ya que algunos españoles conocían su idioma. En un pequeño templo, Vázquez de Tapia izó la bandera Tanto Monta y el notario Diego de Godoy de forma protocolaria leyó el requerimiento. Al poco rato se
acercaron los mayas e ignorando inicialmente la presencia de los españoles, el halach uinik realizó una ceremonia a sus dioses quemando copal. Acto seguido, Grijalva ordenó a Juan Díaz oficiar una misa. De esta forma se entabló una comunicación amistosa por ambas partes. Los españoles no pudieron rescatar oro, pero recibieron pavos, miel y maíz. Prolongaron su estancia en este lugar durante cuatro días. Después de abandonar Cozumel navegaron brevemente hacia el sur, exploraron Zamá (Tulúm), y la Bahía de la Ascensión, la cual creyeron que era el límite de la «isla de Yucatán». Grijalva ordenó cambiar de rumbo hacia el norte para rodear la península y dirigirse a las cercanías de Chakán Putum. Tal como lo hiciera la primera expedición, se abastecieron de agua en el lugar. Aunque en esta ocasión pudieron obtener de los nativos un par de máscaras adornadas con oro, fueron nuevamente advertidos de abandonar el sitio. Haciendo caso omiso, pasaron la noche escuchando los tambores de guerra y al día siguiente se confrontó una fuerte batalla. Esta vez el resultado favoreció a los españoles, quienes infligieron severas bajas a los mayas que terminaron por retirarse. A pesar de que los expedicionarios tuvieron sesenta heridos —entre ellos el capitán Grijalva que recibió tres flechazos y perdió dos dientes— la acción fue considerada una victoria contundente. Durante la batalla sólo murieron siete españoles, incluyendo a Juan de Guetaria. Más tarde la cifra aumentó, pues durante el viaje murieron trece soldados a consecuencia de las heridas.
Las embarcaciones se dirigieron hacia el oeste, llegaron a la Isla del Carmen en la Laguna de Términos, punto al que
bautizaron como Puerto Deseado. El piloto Alaminos pensó que ahí era el otro límite de «la isla de Yucatán». Prosiguieron su viaje llegando a la región de Tabasco, en donde habitaban los mayas chontales. Se apoderaron de cuatro nativos, a uno de ellos lo llamaron Francisco, quien les sirvió como intérprete del idioma chontal. El 8 de junio descubrieron el afluente al que nombraron río Grijalva y desembarcaron en Potonchán, donde Juan de Grijalva se entrevistó con el cacique maya Tabscoob, quien le obsequia unas piezas de oro. Animados por ello, pasaron el río Tonalá y un poco más al oeste Pedro de Alvarado tomó la iniciativa de navegar el río Papaloapan. Este incidente molestó a Grijalva y a partir de entonces hubo un distanciamiento entre ellos.
Tercera expedición
Sin haber recibido respuesta del nombramiento de adelantado, Diego de Velázquez organizó una tercera expedición. El gobernador consideró que su sobrino había fracasado en su misión y por tanto requería de un nuevo capitán. Después de ponderar sus opciones y a instancias de su secretario, Andrés de Duero, y el contador Amador Lares, optó por Hernán Cortés, quién entonces era alcalde de Santiago.
Ambos firmaron unas capitulaciones e instrucciones el día 23 de octubre de 1519. En los documentos que fueron redactados por Andrés de Duero, el preámbulo se contrapone a las 24 instrucciones. Tales contradicciones fueron, y han sido a través de los siglos, el motivo principal de la controversia que surgió como resultado de la insurrección de Hernán Cortés. Diego de Velázquez firmó como adjunto del almirante y comandante en jefe Diego Colón y Moniz Perestrello, pues todavía no había recibido nombramiento por parte del rey de España. El gobernador de Cuba temía que desde La Española o Jamaica alguien más se adelantara en una empresa similar.
Se lograron reunir en total once embarcaciones. Tres aportadas por Diego de Velázquez, tres por Hernan Cortés y el resto por los capitanes que participaron en la expedición. Pero a última hora el gobernador cambió de opinión y decidió destituir a Cortés, enviando a Amador de Lares a la entrevista y por otra parte bloqueando el suministro de insumos. Cortés decidió marcharse de Santiago evadiendo las órdenes y avisando al
contador Lares, quien transmitió las noticias al gobernador Velázquez. El día de los hechos éste se apersonó en el muelle para inquirir sobre la situación y Cortés, rodeado de sus hombres armados, lo interpeló «Perdonadme, pero todas estas cosas se pensaron antes de ordenarlas. ¿Cuáles son vuestras órdenes ahora?». Ante la evidente insubordinación Velázquez no respondió y los barcos zarparon de Santiago el 18 de noviembre de 1518 con dirección al occidente de la misma isla. Pararon en la banda sur del puerto de la Trinidad, durante casi tres meses se reclutaron soldados, asimismo se abastecieron de alimentos y de pertrechos.
Los capitanes designados por Cortés fueron: Pedro de Alvarado, Alonso de Ávila, Alonso Hernández Portocarrero, Diego de Ordás, Francisco de Montejo, Francisco de Morla, Francisco de Saucedo, Juan de Escalante, Juan Velázquez de León, Cristóbal de Olid y Gonzalo de Sandoval. Como piloto mayor nombró a Antón de Alaminos quién conocía la zona por haber participado en las expediciones de Hernández de Córdoba en 1517, de Juan de Grijalva en 1518 y de Juan Ponce de León a la Florida en 1513.
Cortés pudo reunir quinientos cincuenta españoles (de los cuáles cincuenta eran marineros) y a dieciséis caballos. Además, desobedeciendo las instrucciones de Velázquez, llevó doscientos auxiliares, algunos eran nativos de la isla y otros eran esclavos de raza negra. Mientras tanto en España, el rey Carlos I había firmado el 13 de noviembre de 1518, el documento que autorizaba a Velázquez a realizar la expedición.
Alianza con las totonacas e inicio de la guerra política
Cortés avanzando con ayuda tamemes, Códice Azcatitlan.
de
Cortés se dirigió hacia Quiahuiztlán y Cempoala, pueblos totonacas que eran tributarios de los mexicas. Los gobernantes o teuctlis habían conocido a Juan de Grijalva, logrando una buena relación con los españoles. El teuctli de Cempoala, Chicomácatl, fue descrito como un hombre gordo con poca movilidad para desplazarse pero que, al igual que el teuctli de Quiahuiztlán, recibió amistosamente al contingente español. En la entrevista, Cortés prometió ayudar a liberarlos del tributo a los mexicas, a cambio de sellar una alianza militar de españoles y totonacas. Ahí empezó la insidia política de Cortés que habría de permitirle capitanear una rebelión de pueblos sometidos que sería determinante en la conquista de los territorios del Imperio mexica.
Durante esos días llegaron, de forma regular, cinco recaudadores de Moctezuma para cobrar los tributos pero Cortés aconsejó no pagarles y ponerles bajo arresto. Con temor, los totonacas siguieron el consejo. El caudillo español jugaba un doble papel: se entrevistó con los recaudadores y puso a dos de ellos en libertad fingiendo no conocer la actitud de los totonacas, además envió un falso mensaje de paz al tlatoani de Tenochtitlan, prometiendo ayudarlo para someter a los «alzados». A la mañana siguiente, Cortés reclamó a los teuctlis totonacas el «escape» de los dos recaudadores, y fingiendo enojo, hizo conducir a los tres restantes a las
embarcaciones. La estratagema del caudillo era obtener el apoyo incondicional del pueblo totonaca y engañar a Moctezuma. Días más tarde, llegó una segunda embajada de Moctezuma, esta vez a cargo de Motelchiuh y dos sobrinos de Cacamatzin, que llegaron con regalos y agradeciendo el apoyo que ofrecía Cortés para someter a los «alzados». Éste habló de forma secreta con el teuctli de Quiahuiztlán, a quien dijo que ya podía considerarse libre de su yugo y le recomendó «liberar» a los otros tres recaudadores. Motelchiuh regresó feliz a Tenochtitlan con los recién liberados.
En Tizapancingo un grupo de mexicas comenzó a organizarse para someter a pueblos totonacas que dejaron de pagar tributo. Cortés asistió con la caballería y pudo vencerlos rápidamente, lo que convenció a los teuctlis de Quiahuiztlán y Cempoala de la efectividad de las fuerzas españolas y no dudaron en refrendar la alianza. Treinta pueblos totonacas se reunieron en Cempoala para sellar la alianza y marchar juntos a la conquista de Tenochtitlan, ofreciendo un gran número de tamemes para transportar la artillería de los europeos. Los totonacas aportaron mil trescientos guerreros a la empresa de Cortés.80 Sus comandantes principales fueron Mamexi, Teuch y Tamalli. El acuerdo se realizó sobre la base de que, una vez derrotados los mexicas, la nación totonaca sería libre. Las ciudades de Cempoala y Quiahuiztlán fueron bautizadas respectivamente como Nueva Sevilla y Archidona, pero dichos nombres no subsistieron.
Destrucción de naves y conato de deserción Después de la partida de los emisarios, Alonso de Grado y Alonso de Ávila fueron nombrados alcaldes sustitutos de la Villa Rica de la Vera Cruz. Poco después de dicho nombramiento, un grupo inconforme de amigos de Diego Velázquez decidió regresar a Cuba, entre los que estaban fray Juan Díaz, Juan Velázquez de León, Diego de Ordás, Alonso de Escobar, Juan Escudero, el piloto Diego Cermeño, y los marineros Gonzalo de Umbría y Alfonso Peñate. Ante la situación se celebró un consejo de guerra presidido por Cortés y organizado por el regimiento de la villa con el respaldo de los nuevos alcaldes. Como resultado Juan Escudero y Diego Cermeño fueron sentenciados a morir en la horca, a Gonzalo de Umbría se le cortó parte de un pie, y a los demás se le puso bajo arresto. Cuando los amotinados fueron puestos en libertad, se convirtieron en incondicionales del caudillo. Adicionalmente, como medida preventiva para futuras conspiraciones, Cortés mandó barrenar y hundir la mayor parte de los barcos. A manera de excusa se dijo que las embarcaciones eran «innavegables» y dicha declaración fue respaldada por los seguidores de Cortés. De acuerdo a la crónica de Díaz del Castillo, quienes pretendían desertar se vieron obligados a continuar en la empresa. Los que estaban a favor de la aventura, no necesitaban artificios para decidirse: Pues, ¿de qué condición somos los españoles para no ir adelante, y estarnos en partes que no tengamos provecho de guerra?
El alguacil mayor de la Villa Rica, Juan de Escalante, quedó al cuidado de la guarnición con un pequeño grupo de
soldados, en su mayoría viejos y heridos; las órdenes de Escalante incluían brindar el apoyo necesario al pueblo totonaca, ante eventuales hostilidades que perpetrasen los mexicas y vigilar la costa.
Mientras tanto, el gobernador de la isla de Jamaica, Francisco de Garay, envió una expedición de exploración con tres navíos y doscientos setenta hombres al mando de Alonso Álvarez de Pineda al Golfo de México. Después de haber navegado desde la Florida hasta el río Pánuco fueron avistados por Escalante, quien de inmediato avisó a su capitán. Cortés creyó que eran embarcaciones enviadas por Velázquez y decidió poner una trampa en la playa para capturar a los nuevos expedicionarios, pero la argucia sólo funcionó con siete hombres que desembarcaron en un bajel y el resto de la expedición pudo regresar a Jamaica.85 El 16 de agosto de 1519 Cortés con el resto de los españoles y un gran contingente de aliados totonacas comenzó la marcha hacia la ciudad de México-Tenochtitlan.
Alianza con los tlaxcaltecas Al inicio, la trayectoria de los conquistadores no fue fácil. Pasaron por Ixcalpan (Rinconada) y después Xalapa, donde fueron bien recibidos, así como Xicochimalco. Continuaron a Monte Grande, que tomo el nombre de Puerto de Dios, y siguieron a Teoizhuacán y Ayahualulco; cruzaron la Sierra de Puebla por el Cofre de Perote con abastecimiento muy limitado de agua; se dirigieron hacia el norte pasando por los poblados de Altotonga, Xalacingo y Teziutlán hasta llegar a Zautla, donde fueron recibidos por el gobernante local Olintetl. Cuando éste fue cuestionado para saber si era tributario de los mexicas, su respuesta fue: «¿Acaso existe alguien que no sea vasallo de Moctezuma?». Durante la entrevista Cortés intentó convencerlo para dejar de tributar y aceptar la corona española, pero Olintetl se rehusó pues en el lugar se encontraba apostado un grupo de guerreros mexicas; no obstante, los españoles fueron bienvenidos y hospedados. El tecuhtli de Ixtacamaxtitlán, quien también era vasallo de Moctezuma, envió una invitación a los españoles y trató de convencerlos de seguir su ruta hacia Cholula para evitar el cruce por territorios tlaxcaltecas, pero Mamexi advirtió a Cortés de una posible celada y le propuso enviar mensajeros de paz a los dirigentes tlaxcaltecas para conformar una alianza en contra de los mexicas. Cortés, convencido de la fidelidad de los totonacas, siguió el consejo y prosiguió el itinerario preestablecido. Tlaxcala era una confederación de ciudades-estados unidas en una república gobernada por los integrantes de un senado. Tenochtitlan, estaba organizada de forma similar a un imperio; desde 1455 el poderío azteca estaba conformado sobre la base de una triple
alianza cuyos integrantes eran los señoríos de Texcoco, Tlacopan, y Tenochtitlan, sin embargo éste último ejercía la hegemonía del poder. En esos años ambas confederaciones rivalizaron y comenzaron las guerras floridas en contra de Huejotzingo, Cholula y Tlaxcala. El objetivo principal del ejercicio bélico era la captura de prisioneros.
Bajo estas circunstancias de animadversión llegó Cortés al territorio de Tlaxcala al mando del ejército totonacaespañol, el cual era numéricamente muy inferior con respecto a la densa población de Tlaxcala que se conformaba por los pinomes, los otomíes y los tlaxcaltecas, quienes vivían asentados en cientos de pequeñas localidades. El senado de Tlaxcala ya estaba enterado de los españoles y cuando recibieron a los mensajeros se reunieron para deliberar la propuesta de Cortés. Los principales representantes eran Xicohténcatl Huehue «el Viejo», Maxixcatzin, Citlalpopocatzin y Hueyolotzin.88 Al igual que los mexicas, los tlaxcaltecas consideraban a los españoles como semidioses pues las noticias al respecto de sus caballos y sus armas los habían impresionado. Maxixcatzin se inclinó por sellar la alianza y luchar contra sus acérrimos rivales, pero Xicohténcatl Axayacatzin argumentó la posibilidad de que los españoles no fueran semidioses, creyendo que la ambición que habían mostrado por el oro, los pequeños hurtos en los pueblos, la destrucción de templos y el desprecio de leyes ancestrales evidenciaba más un comportamiento humano que divino. La resolución fue atacar a los recién llegados: de lograrse la victoria se daría crédito a la nación tlaxcalteca, en caso de derrota se culparía a los otomíes de haber actuado en desobediencia a las órdenes del senado y se firmaría la alianza.
El 2 de septiembre de 1519 un grupo de quince indígenas sirvió de anzuelo, se dejó perseguir por los extranjeros hasta el desfiladero de Tecóac, donde Xicohténcatl Axayacatzin había preparado una emboscada con un gran número de guerreros otomíes. Ante la situación el propio Cortés leyó el requerimiento pero no fue atendido. Al grito de «¡Santiago y cierra España!» se entabló la primera batalla, cuyo resultado fue favorable para los españoles a pesar de encontrarse en desventaja numérica. Durante la noche que siguió, Cortés y sus hombres consideraron por primera vez la posibilidad de que su reducido ejército fuese aniquilado, estableciendo su campamento en el cerro de Tzompachtepetl. Matanza de Cholula Antes de dirigirse hacia Tenochtitlan, Cortés llegó a Cholula, ciudad tributaria y aliada de los mexicas con una población de treinta mil habitantes, que tenía un arraigado culto a Quetzalcóatl. Los tlaxcaltecas no eran amigos de los cholultecas y advirtieron a los españoles no confiar en ellos. Una comitiva de cholultecas dirigida por los capitanes Tlaquiach y Ttalchiac, salió al encuentro del ejército de Cortés siendo recibidos y hospedados cuatrocientos españoles y cuatrocientos totonacas dentro de la ciudad, pero los dos mil tlaxcaltecas a quienes consideraban enemigos, debieron acampar en la periferia. Durante dos días el trato para los recién llegados fue hospitalario; poco después, las autoridades cholultecas comenzaron a evadir a Cortés y sus capitanes, ya que habían recibido en forma secreta instrucciones de Moctezuma para realizar una emboscada y aniquilar a los españoles. Una anciana que pretendía convertirse en la suegra de Malintzin confió a ésta lo que se tramaba y poco
después la intérprete por su parte alertó a Cortés.
A la mañana siguiente el conquistador, anticipándose, capturó a los líderes cholultecas. Con una señal prevista mandó a su ejército a realizar un ataque preventivo, provocando la llamada matanza de Cholula. Más de cinco mil hombres murieron en menos de cinco horas bajo el acero de las espadas españolas y la furia incontrolable de sus aliados tlaxcaltecas y totonacas. También se dio la orden de incendiar casas y templos. A pesar de haber sido una acción preventiva, muchas de las víctimas fueron civiles cholultecas que se encontraban desarmados. Pocos guerreros ofrecieron resistencia reaccionando hasta después de las dos primeras horas del sorpresivo ataque. Se sospechaba de veinte mil guerreros mexicas acampados en las inmediaciones de la ciudad para reforzar la emboscada; sin embargo, estos nunca aparecieron. Tras la victoria, los españoles se apoderaron del oro y las joyas, mientras que los aliados indígenas tomaron la sal y algodón. El contingente español, tlaxcalteca y totonaca permaneció en Cholula durante catorce días. Los cholultecas que habían sido tributarios de los mexicas, fueron sometidos y en la derrota, terminaron aliándose a las fuerzas de Cortés.
¿Sabías que? Deformaban las cabezas como decoración corporal atándose tablas. No era una técnica dolorosa y estaba más generalizada entre las élites.
Entrada y estancia en Tenochtitlan Moctezuma realizó muchos intentos para disuadir a Cortés de avanzar hacia Tenochtitlan. El tlahtoani envió regalos, embajadores e innumerables mensajes para convencer a los españoles de no visitar la ciudad pero todo fue inútil. Después de haber llegado al valle de México, el ejército compuesto por cuatrocientos españoles, cuatro mil tlaxcaltecas y dieciséis caballos entró el 8 de noviembre de 1519 a la ciudad de México-Tenochtitlan, construida en una isla del lago de Texcoco y unida a tierra por tres calzadas principales. Cortés y sus hombres fueron recibidos por el huey tlahtoani Moctezuma Xocoyotzin y un amplio séquito, en el que se encontraban el tlahtoani de Tlacopan Totoquihuatzin, el tlatoani de Tetzcuco Cacamatzin, Cuitláhuac, Tetlepanquetzaltzin, Itzcuauhtzin, Topantemoctzin, y algunos otros servidores. Tras una breve presentación, hubo un intercambio de regalos. Cortés entregó a Moctezuma un collar de cuentas de vidrio que se llamaban margaritas y el gobernante entregó al caudillo un collar con ocho camarones de oro. Posteriormente los españoles fueron alojados en el palacio de Axayácatl, cercano al recinto sagrado de la ciudad. Moctezuma era un guerrero experimentado, pero como hombre supersticioso, continuaba con la idea de que posiblemente los extraños visitantes eran semidioses. Se entrevistó de forma privada con Cortés y dio a entender, de acuerdo a diversas crónicas, la sumisión como vasallo del rey Carlos I de España.
Mientras tanto en la costa, siguiendo los consejos de los conquistadores españoles, los totonacas dejaron de pagar el acostumbrado tributo a los
mexicas. El calpixque Cuauhpopoca dirigió a los guerreros mexicas y comenzó el ataque contra los totonacas, pero estos fueron defendidos por la guarnición española de la Villa Rica de la Vera Cruz. Como resultado de la contienda, los españoles sufrieron siete bajas, entre ellas, Juan de Escalante quien logró incendiar la población de Nautla antes de la retirada de sus hombres pero murió más tarde a consecuencia de las heridas. Las noticias pronto llegaron a Tenochtitlan; desde la costa los mexicas enviaron a Moctezuma, junto con el reporte de la batalla, la cabeza decapitada del soldado español Juan de Argüello como prueba fehaciente de que los europeos eran seres mortales y no dioses. El tlahtoani, aterrado al ver la cabeza, prohibió las acciones militares y pidió mantener en secreto la noticia. De forma paralela mensajeros totonacas informaron los mismos sucesos a Cortés. Durante la breve estancia, los españoles habían descubierto accidentalmente tesoros escondidos en una de las recámaras principales del suntuoso palacio de Axayácatl; pero también habían valorado el posible riesgo de una emboscada por parte de los mexicas y por tales motivos decidieron someter a Moctezuma. El 14 de noviembre Cortés tomó como pretexto los acontecimientos de Nautla para arrestar al tlahtoani, exigiendo también castigo para los responsables. Sorprendido, Moctezuma negó haber ordenado el ataque y mandó llamar a Cuauhpopoca, los emisarios mexicas fueron acompañados por Francisco de Aguilar, Andrés de Tapia y Gutiérrez de Valdelomar. A partir de ese momento el tlatoani fue vigilado por una escolta española. Cuando regresaron los emisarios, el tlahtoani otorgó el privilegio de juicio a Cortés; el proceso fue breve y se sentenciaron a morir en la hoguera a Cuauhpopoca, a su hijo y quince
principales de Nautla. Para prevenir una sublevación, Moctezuma fue entonces sometido con grilletes y se le obligó a presenciar la ejecución. El pueblo mexica, en silencio y expectante, comenzó a dudar de su máximo dirigente por la sumisión mostrada. Permanentemente custodiado, Moctezuma continuó sus actividades cotidianas. Convivió con Cortés y sus capitanes, les mostró la ciudad y los alrededores. Durante los siguientes días el conquistador pidió al tlahtoani que abandonase a sus dioses y que prohibiese los sacrificios humanos. También averiguó los lugares de donde procedía el oro. Ante el asombro y disgusto de los sacerdotes mexicas, se derribaron las efigies de sus dioses, se impusieron imágenes cristianas y se celebró una misa en la cúspide del Templo Mayor. Se organizaron excursiones para inspeccionar las minas. Gonzalo de Umbría se dirigió hacia Zacatula en la región mixteca; Diego de Ordás hacia Tuxtepec y Coatzacoalcos; Andrés de Tapia y Diego Pizarro se dirigieron a la zona de Pánuco. Cortés también pidió a Moctezuma solicitar oro a todos los pueblos tributarios de los mexicas. Nuevamente el tlahtoani accedió con la esperanza de que a cambio de entregar esos tesoros, los europeos se retiraran de Tenochtitlan. Para facilitar su transporte y reparto, todo el oro fue fundido en barras por los orfebres de Azcapotzalco, separándose el quinto del rey.
Una pequeña comitiva de españoles fue enviada en búsqueda de oro a Tetzcuco. Los guías eran Netzahualquentzin y Tetlahuehuezquititzin, ambos hermanos de Cacama. Debido a un malentendido, se sospechó de una posible traición de
Netzahualquentzin, motivo por el cual fue sentenciado a morir en la horca. Cacama, exacerbado, intentó sublevarse con los señores de Coyoacán, Tlacopan, Iztapalapa, Toluca y Matalcingo, pero Ixtlilxóchitl, también hermano y a la vez enemigo de Cacama, lo traicionó. Los rebeldes fueron arrestados y Cortés decidió nombrar a Coanácoch como nuevo tlahtoani de Tetzcuco Días más tarde, Pedro de Alvarado torturó a Cacama para que éste entregara una mayor cantidad de oro, acción que fue denunciada por Bernardino Vázquez de Tapia durante el juicio de residencia de Alvarado.
Entrevista de los procuradores con el rey y el Consejo de Castilla Mientras eso ocurría en Tenochtitlan, los procuradores de la Villa Rica de la Vera Cruz, Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, habían llegado a Sevilla. Era octubre de 1519 cuando el obispo Juan Rodríguez de Fonseca se enteró de los acontecimientos, girando órdenes al contador de la Casa de Contratación Juan López de Recalde para incautar el tesoro que transportaban los procuradores. Fray Benito Martín había conseguido ya en la corte el título de adelantado para Diego Velázquez de Cuéllar y solicitó que se otorgara plena autoridad al gobernador de Cuba para castigar la insubordinación de Cortés.
Rodríguez de Fonseca aún tenía el control del Consejo de Castilla, el cual atendía los asuntos de las Indias, pero el obispo de Badajoz Pedro Ruiz de la Mota y el secretario del rey Francisco de los Cobos y Molina quedaron impresionados por el oro traído de México. El obispo de Badajoz abogó por Cortés ante el rey Carlos I. Por otra parte los procuradores acudieron a Martín Cortés, padre del caudillo, para tratar de conseguir mediante cartas una entrevista con el rey, quien al escuchar esta solicitud se mostró interesado en recibirlos y en conocer a los totonacas que habían traído en el viaje. Los emisarios de Cortés llegaron tarde a Barcelona en donde encontrarían al rey, pero éste, en constante movimiento, se había trasladado a Burgos. No obstante, pudieron contactar al abogado Francisco Núñez y al consejero del rey Lorenzo Galíndez de Carvajal, quien decidió apoyarlos.
Carlos I había sido elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, además de atender los asuntos de la Guerra de las comunidades de Castilla, debería hacer frente al conflicto de la reforma luterana y viajar hacia Aquisgrán donde sería coronado. Sin embargo, mostró gran interés en los asuntos de Indias. Cuando los emisarios de Cortés llegaron a Burgos la corte se había desplazado a Valladolid. En Tordesillas el monarca sostuvo una reunión informal con los procuradores, pero fue hasta el 30 de abril de 1520, en Santiago de Compostela, donde el comité del Consejo de Castilla escuchó finalmente a los procuradores.
El comité estaba conformado por el cardenal Adriano de Utrecht, el canciller imperial Mercurino Arborio Gattinara, el obispo de Badajoz Pedro Ruiz de la Mota, el arzobispo de Palermo Jean Carondelete, el arzobispo de Granada Antonio de Rojas Manrique, el comendador mayor de Castilla Hernando de la Vega, y el obispo de Burgos Juan Rodríguez de Fonseca. Además estuvieron presentes en la reunión el doctor Diego Beltrán, Luis Zapata, Francisco de Aguirre, Lorenzo Galíndez de Carvajal, Pedro Mártir de Anglería, Bartolomé de las Casas, Juan de Sámano, y Francisco de los Cobos y Molina. Se realizó una larga sesión en la que fueron cuestionados los procuradores Francisco de Montejo, Alonso Hernández Portocarrero y el emisario del gobernador de Cuba, Gonzalo de Guzmán. A pesar de que el obispo de Burgos acusó a Cortés y sus hombres como desertores y traidores, el 17 de mayo de 1520 el comité decidió aplazar la resolución hasta escuchar nuevas pruebas tanto de Velázquez como de Cortés.
Matanza del templo mayor Durante la ausencia de Cortés, en Tenochtitlan se debía celebrar la ceremonia en honor del dios Huitzilopochtli. Los mexicas pidieron permiso al capitán Pedro de Alvarado, quien otorgó el permiso correspondiente para llevar a cabo la fiesta de Tóxcatl, la cual era un extenso ritual en donde se hacía una estatua de Huitzilopochtli; sacerdotes, capitanes, así como jóvenes guerreros bailaban y cantaban desarmados. Alvarado mandó cerrar las salidas, pasos y entradas al patio sagrado, la entrada de Cuauhquiyauac (Águila) en el palacio menor, la de Ácatl iyacapan (Punta de caña), la de Tezcacóac (Serpiente de espejos) y entonces comenzó la masacre. «Dieron un tajo al que estaba tañendo el tambor, le cortaron ambos brazos y luego lo decapitaron, lejos fue a caer su cabeza cercenada, otros comenzaron a matar con lanzas y espadas; corría la sangre como el agua cuando llueve, y todo el patio estaba sembrado de cabezas, brazos, tripas y cuerpos de hombres muertos». El recinto del Templo Mayor, maqueta del Museo Nacional de Antropología (México). Fue una gran pérdida porque los asesinados eran los dirigentes que se habían educado en el Calmécac, los veteranos de guerra, los calpixques, los intérpretes de códices. La presencia de los extranjeros ofendía al pueblo de Tenochtitlan, pero era tanto el respeto que sentían por la figura del huey tlatoani, que nadie se había atrevido a contradecirlo. La matanza del Templo Mayor provocó una enorme indignación y los mexicas se lanzaron contra el palacio de Axayácatl. Moctezuma pidió al tlacochcálcatl (jefe de armas) de Tlatelolco, Itzcuauhtzin, calmar a la población enardecida con un discurso
en el que pedía a tenochcas y tlatelolcas no combatir contra los españoles. La rebelión ya no pudo ser detenida, la población ofendida por la actitud del tlatoani, gritaba «¡Ya no somos tus vasallos!». Además se encontraban irritados por el ataque alevoso a sus capitanes. Sitiaron el palacio durante más de veinte días, donde los españoles se atrincheraron llevando con ellos a Moctezuma y a otros jefes.
Expulsión de Tenochtitlan
los
españoles
de
De regreso en la ciudad y tras un enfrentamiento en Iztapalapa, Cortés pudo reunirse con sus compañeros en el palacio de Axayácatl desde el que se defendían de constantes ataques. De acuerdo a Díaz del Castillo, Cortés había llegado con más de mil trescientos soldados, noventa y siete caballos, ochenta ballesteros, ochenta escopeteros, artillería y más de dos mil tlaxcaltecas. Pedro de Alvarado había mantenido cautivo a Moctezuma, junto con algunos de sus hijos y varios sacerdotes. Después de estos sucesos ocurrió la muerte de Moctezuma Xocoyotzin. Fernando de Alva Ixtlilxóchitl afirma que fueron los españoles quienes asesinaron a Moctezuma por heridas de espada cosa que niegan los cronistas españoles. Díaz del Castillo dice que Moctezuma subió a uno de los muros del palacio para que hablara con su gente y los tranquilizara; sin embargo, la multitud enardecida comenzó a arrojar piedras, una de las cuales hirió a Moctezuma de gravedad durante su discurso. Moctezuma fue llevado al interior pero falleció tres días después a causa de la herida. Su cuerpo y el de Itzcuauhtzin, señor de Tlatelolco, fueron llevados fuera del palacio por dos sirvientes del tlatoani y arrojados a la acequia. La convivencia entre Cortés y Moctezuma había creado un vínculo de amistad y el tlatoani antes de morir pidió a Cortés que favoreciese a su hijo de nombre Chimalpopoca. Al morir, Cortés y los capitanes que habían arraigado a Moctezuma entristecieron. El palacio quedó cercado, sin agua, ni alimentos, y el Tlahtocan (concejo) eligió como nuevo tlatoani a un hermano de Moctezuma, Cuitláhuac. En esas
circunstancias, Cortés se vio forzado a abandonar la ciudad. Organizó el escape ordenando cargar la mayor cantidad de oro posible. Para impedir la huida de los españoles, los mexicas habían desmontado los puentes de los canales en la ciudad, Cortés utilizó las vigas del palacio de Axaycácatl para improvisar puentes portátiles.
joyas. Adelante marcharon Gonzalo de Sandoval, Antonio de Quiñones, Francisco de Acevedo, Francisco Lugo, Diego de Ordás, Andrés de Tapia, doscientos peones, veinte jinetes y cuatrocientos tlaxcaltecas. En el centro transportando el tesoro, Hernán Cortés, Alonso de Ávila, Cristóbal de Olid, Bernardino Vázquez de Tapia, la artillería, Malintzin y otras mujeres indígenas, Chimalpopoca con sus hermanas, los prisioneros mexicas y el grueso de las fuerzas españolas y aliadas. En la retaguardia Pedro de Alvarado, Juan Velázquez de León, la caballería y la mayor parte de los soldados de Narváez.
Sólo consiguieron salir los primeros ya que, descubiertos y dada la voz de alarma, fueron acosados desde canoas, muriendo unos ochocientos españoles y gran número de aliados, además de perder cuarenta caballos, cañones, arcabuces, espadas, arcos y saetas de hierro, así como la mayor parte del oro. Entre las bajas se encontraron el capitán Juan Velázquez de León, quién había sido fiel a Cortés a pesar de ser pariente de Diego Velázquez de Cuéllar, Francisco de Morla, Francisco de Saucedo,Cacama, dos hijas de Moctezuma y Chimalpopoca.
Avance hacia Tenochtitlan por el oriente Debido a que los tesoros fueron utilizados para conseguir los aprovisionamientos y se respetó además el quinto del rey, no hubo reparto de oro para los soldados. Algunos se inconformaron, entre ellos se encontraba Andrés de Duero, lo cual provocó el rompimiento de la larga amistad con Cortés. Éste decidió dejar partir a los inconformes de regreso a Cuba para evitar posibles sublevaciones y redactó ordenanzas militares y civiles para controlar a los que se quedaron.
Las fuerzas españolas comenzaron el avance hacia Texmelucan acompañadas por un gran contingente de tlaxcaltecas, quienes sumaron diez mil hombres bajo el mando de Chichimecatecle. El objetivo de Cortés fue realizar un bloqueo a la ciudad de Tenochtitlan. Los pueblos de Huexotla, Coatlinchan, Chalco, Amecameca, Tlalmanalco, Ozumba, y Mixquic, decidieron apoyar a los españoles proveyéndoles también de alimentos. Por su lado, Cuauhtémoc había ordenado cortar las líneas de suministro españolas en Chalco y Huexotla, pues el maíz de la zona era de vital importancia, pero las fuerzas mexicas fueron derrotadas por Gonzalo de Sandoval. Cuando las fuerzas españolas llegaron a Tetzcuco, el tlatoani Coanácoch huyó hacia Tenochtitlan para reunirse con Cuauhtémoc. Ixtlilxóchitl, enemigo y hermano del tlatoani, se convirtió en aliado incondicional de los españoles. Los tlaxcaltecas por su parte incendiaron el palacio de Nezahualpilli, en el cual se encontraban los códices texcocanos.
El 15 de febrero de 1521 Cortés consideró que la construcción de los bergantines debía terminarse cerca del lago. Un gran número de tamemes y aliados tlaxcaltecas transportaron las tablas desde Tlaxcala hasta las orillas del lago de Texcoco y se excavaron zanjas para poner las embarcaciones en el agua. En ese punto, Cortés ordenó un nuevo avance para someter a Iztapalapa. En el lugar hubo fuertes enfrentamientos con los mexicas, quienes defendieron el sitio por tierra y por agua cruzando el lago de Texcoco en pequeñas embarcaciones. Ixtlilxóchitl apoyó a los españoles con un número indeterminado de texcocanos, forzando el retiro de los mexicas y favoreciendo la victoria de los conquistadores.
Dato curioso. ¿Es verdad que los mexicas comían carne humana? Cuentan las crónicas que ciertos rituales implicaban el sacrificio de doncellas preparadas para el caso o guerreros capturados en batalla. La sangre era un tributo a los dioses y el consumo de la carne una excepción reservada a unos cuantos.
Campañas militares al norte y occidente de Tenochtitlan A continuación Cortés buscó cercar Tenochtitlan por el norte. Avanzó hacia Xaltocan, Acolman, Tenayuca, Cuautitlán y Azcapotzalco sin encontrar mayor resistencia, pero en Tlacopan, ciudad principal de los tepanecas, se libró una fuerte batalla. Tetlepanquetzaltzin y sus hombres fueron obligados a replegarse a Tenochtitlan y los tlaxcaltecas bajo las órdenes de Cortés incendiaron la población. Después de permanecer seis días en el sitio, Cortés intentó un avance por la calzada que habían usado para huir durante la Noche Triste, pero fue repelido. En este punto, el cuadillo español amenazó con destruir la ciudad y solicitó a los contrincantes su rendición. La negativa de los defensores de Tenochtitlan fue contundente y las escaramuzas continuaron. Ante eso Cortés decidió regresar a Tetzcuco. Sin embargo, las victorias conseguidas por los españoles y el fortalecimiento de la alianza con los tlaxcaltecas ya eran noticia en todo el Imperio mexica. Tributarios y enemigos fueron aumentando, lenta pero inexorablemente, las fuerzas de Cortés. Poblaciones enteras de las comarcas vecinas enviaron embajadores de paz para rendir tributo a la corona española y aliarse en el ataque a Tenochtitlan. La inercia avasalladora de la irrupción se había generado. Los nuevos aliados no sólo incrementaron la fortaleza bélica del conquistador a lo largo de esa etapa, sino que además cumplieron la tarea estratégica de espionaje e información al alto mando acerca de las concentraciones y movimientos de las fuerzas enemigas.
Sitio de Tenochtitlan Controlado el oriente, nororiente y sur, Cortés no dudo en reafirmar las posiciones en Tlacopan (Tacuba), Azcapotzalco, Tenayuca y Cuautitlán. El objetivo de aislar la ciudad se había logrado y ahora faltaba coordinar un ataque simultáneo a la ciudad desde todos los accesos, al igual que el asalto apoyado en los bergantines que había venido construyendo.
Poco antes de iniciar el sitio de la ciudad, Antonio de Villafaña, aún fiel a Diego Velázquez de Cuéllar, elaboró un plan para asesinar a Cortés y a los capitanes Sandoval, Alvarado y Tapia. Pronto Villafaña fue descubierto y sentenciado a la horca, por lo que el hecho no tuvo mayor repercusión. Tras el incidente, Cortés comenzó a reagrupar fuerzas; los bergantines estaban listos en Texcoco; solicitó hombres de Chalco, Tlalmanalco; envió mensajeros a Xicohténcatl Huehue y pidió refuerzos de Tlaxcala, Cholula y Huejotzingo. Entre los capitanes tlaxcaltecas viajaba Xīcohténcatl Āxāyacatzin (el hijo), quién nunca había querido ser aliado de Cortés. Pedro de Alvarado fue asignado al frente de Tlacopan. Cristóbal de Olid con el apoyo de Andrés de Tapia, Francisco Verdugo y Francisco Lugo por Coyoacán. Gonzalo de Sandoval, apoyado por Luis Marín y Pedro de Ircio, por Iztapalapa. Hernán Cortés quedó al mando de los bergantines desde Texcoco. Antes de iniciar el ataque se supo que Xicohténcatl no se encontraba en su posición, probablemente por estar coordinando sus fuerzas o realizando tareas de acopio. Cortés aprovechó la ocasión para acusarlo de traición y lo
sentenció a morir en la horca el 12 de mayo de 1521. Cortés siempre desconfió del capitán tlaxcalteca, quién había opuesto fuerte resistencia en las guerras confrontadas antes de ser aliados y con esta acción preventiva quiso eliminar la posibilidad de que sus más fuertes aliados se volvieran en su contra. Caída de Tenochtitlan La última ofensiva externa de las fuerzas leales a los mexicas provenía de los malinalcas, matlatzincas y cohuixcas. Cortés envió fuerzas a cargo de Andrés de Tapia y Gonzalo de Sandoval para detener su avance.
Los conquistadores españoles pensaron que los mexicas estaban totalmente debilitados y realizaron una incursión general a la ciudad. En una escaramuza Cortés fue capturado, pero fue valientemente rescatado por Cristóbal de Guzmán, quien por salvar la vida de Cortés cayó prisionero en manos de los mexicas. En franca retirada, algunos otros españoles fueron hechos prisioneros. De acuerdo con las costumbres de guerra de los mexicas, los prisioneros fueron sacrificados a sus dioses en lo alto de sus templos. Impotentes, sus conmilitones pudieron observar los hechos a lo lejos, reconociéndolos por la blancura de su piel. Sin embargo el hecho dio ánimo a Pedro de Alvarado, quien, en su afán de venganza, se colocó a la vanguardia para el asalto final. Al final del sitio, que duró tres meses, Pedro de Alvarado tomó la plaza de Tlatelolco. Los tenochcas que aún quedaban confrontaron las últimas batallas y fue entonces cuando los conquistadores pudieron observar,
horrorizados, que los mexicas no solo habían sacrificado a los prisioneros: además de extirparles el corazón, habían arrancado la piel de los españoles caídos para adornar sus templos u ofrendarla a su dios Xipe Tótec. En la refriega murieron algunos de los últimos señores y jefes mexicas. Los capitanes más destacados en la defensa del sitio por parte de los tlatelolcas fueron Coyohuehuetzin y Temilotzin, y por parte de los tenochcas Tlacutzin y Motelchiuhtzin. Cuauhtémoc se reunió en Tolmayecan con sus capitanes, intendentes y principales para deliberar la inminente rendición. El 13 de agosto de 1521 Cuauhtémoc salió de Tenochtitlan en una canoa, probablemente con la intención de negociar la rendición, pero fue avistado y capturado por el capitán García Holguín, mientras la ciudad caía en manos de los españoles y de sus aliados.164 Cuando Cuauhtémoc estuvo en presencia de Cortés, señaló el puñal que el conquistador llevaba al cinto y le pidió que lo matara, pues no habiendo sido capaz de defender su ciudad y a sus vasallos, prefería morir a manos del invasor.
La Nueva España La pugna entre Cortés y Velázquez para obtener el derecho de gobernar los territorios conquistados había sido estudiada en mayo de 1520, antes de la caída de Tenochtitlan, por el Consejo de Castilla. En esa ocasión se determinó aplazar el veredicto para que las partes involucradas presentaran más pruebas y argumentos. Fray Benito Martín siguió transmitiendo quejas de Cortés al obispo Juan Rodríguez de Fonseca para que éste apoyara a Velázquez, pero la Guerra de las Comunidades de Castilla había atraído la atención de todo el reino. Fue hasta abril de 1521 cuando Fonseca arrestó al procurador Alonso Hernández Portocarrero bajo la excusa amañada de haber seducido ocho años antes a una mujer llamada María Rodríguez. Portocarrero nunca fue puesto en libertad y murió en prisión. El siguiente paso del obispo de Burgos fue nombrar al veedor de Santo Domingo, Cristóbal de Tapia, como gobernador, sustituyendo la capitanía de Cortés. A pesar de que el cardenal Adriano de Utrecht desconfiaba de Fonseca, autorizó el nombramiento, pues se encontraba preocupado ante los acontecimientos relativos al discurso de la Dieta de Worms que había pronunciado Martín Lutero.219
En mayo de 1521 llegaron a Sevilla Diego de Ordás y Alonso de Mendoza con un cargamento de oro y portando la segunda carta de relación de Cortés. El oro fue confiscado por la Casa de Contratación, pero los emisarios lograron huir y se pusieron en contacto con Francisco de Montejo. Juntos lograron entrevistarse con el cardenal Utrecht y le mostraron la carta dirigida a Carlos I. En el documento, Cortés utilizaba por primera vez el nombre
de Nueva España. Había creído conveniente la denominación para bautizar al territorio recién conquistado, debido entre otros argumentos, a la similitud de climas con España. Además de notificar los avances de la conquista, los emisarios informaron al cardenal la confiscación del tesoro que se había efectuado en Sevilla y de las órdenes que Fonseca había girado para cerrar el paso a Ordás y Mendoza. La desconfianza de Utrecht aumentó, debido a que también había escuchado rumores de la pretensión del obispo de Burgos de casar a su sobrina con Velázquez. Tras las acusaciones, el cardenal investigó los hechos y ordenó a Fonseca abstenerse de intervenir en los asuntos de Cortés y Velázquez. Se revocaron las órdenes que había emitido el obispo, liberándose también los embargos de Sevilla.
De cualquier forma, las instrucciones enviadas a Cristóbal de Tapia llegaron a Santo Domingo a finales del verano de 1521. Se ordenaba a Tapia tomar la gobernación del territorio, sustituyendo del cargo a Cortés. A pesar de que la Audiencia de la Española no estaba conforme con la determinación, Tapia viajó a la Villa Rica de la Vera Cruz y fue recibido por el alcalde Rodrigo Rangel y por el regidor Bernardino Vázquez de Tapia en diciembre de 1521. Se enviaron mensajeros con las nuevas noticias a Coyoacán, en donde ya residía Cortés.
Con su acostumbrada diplomacia ante estas situaciones, Cortés envió una carta de bienvenida al veedor. La misiva fue llevada por fray Melgarejo y en ella se explicaba que los trabajos de conquista no habían sido concluidos, y por tanto, se excusaba de no poder asistir a la
entrevista personalmente. Los procuradores de las villas de Vera Cruz y Segura de la Frontera, coludidos con el plan, hicieron eco a las aseveraciones de su capitán. De manera atenta reconocieron la autoridad de Tapia, así como las instrucciones reales pero le solicitaron retirarse por el bien de los trabajos de la conquista. Tapia no tuvo más opción que acceder, y zarpó de regreso a La Española. Casi de inmediato arribó procedente de Cuba Juan Bono de Quejo. Velázquez lo había enviado con cartas en las cuales el nombre del destinatario era un espacio en blanco para ser llenado. Los documentos estaban firmados por el obispo Fonseca y en ellos se ofrecían beneficios a quienes aceptaran reconocer a Cristóbal de Tapia como nuevo gobernador. Para mala suerte de Velázquez, el veedor se había marchado a La Española, en donde había determinado no interferir más, por el bien de la conquista. En enero de 1522, el cardenal Utrecht fue nombrado sucesor del papa León X. A partir de entonces los asuntos de Indias fueron atendidos por el tesorero de Castilla, Francisco Pérez de Vargas. El nuevo papa, Adriano VI, ratificó al emperador Carlos V, la bula Exponi nobis fecisti y la intención de enviar frailes de la orden mendicante y frailes menores de orden regular a los territorios recién conquistados por Hernán Cortés.
LA COLONIA
La colonización española
El primer asentamiento español en el continente, fue fundado en la isla La Española. Tras esto, comenzó la colonización de Centroamérica. Al mando de Hernán Cortés, soldados españoles se abrieron paso a través del Imperio Azteca. Valiéndose de su superioridad armamentística y de las rivalidades entre los Pueblos autóctonos, los conquistadores lograron doblegar la resistencia azteca, masacrando a los nativos y sometiendo a los supervivientes a regímenes de trabajo forzado tales como la encomienda, la mita, el porteo o la esclavitud. Tras destruir los imperios Maya y Azteca en Centroamérica, los colonos fundaron el Virreinato de Nueva España, el 12 de octubre de 1535, que se extendería a través de Centroamérica, México y el sur de lo que actualmente es Estados Unidos. Una vez consolidado el poder en el Virreinato de Nueva España, comenzó la colonización de América del Sur. Al igual que en Centroamérica, los conquistadores se encontraron con la oposición de los nativos, y especialmente, la del Imperio Inca, los cuales, tras ser derrotados, fueron sometidos al mismo régimen de trabajo forzado. De esta manera, se fundaron tres nuevos virreinatos: Virreinato del Perú, Virreinato de Nueva Granada y el Virreinato del Río de la Plata. El dominio español de estos territorios se extendió hasta comienzos del siglo XIX. Durante estos trescientos años, América, tierra rica en recursos naturales, se convirtió en la proveedora de materias primas y metales preciosos de España y por ende del resto de Europa. Estos materiales extraídos de las colonias,
permitieron a España financiar sendas guerras en el continente europeo, mantener un elevado gasto militar y diplomático, y sobre todo, conservar su estatus de potencia hegemónica.