VECINAS

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Vecinas



Vecinas Julissa Jáuregui

superficial y poco riguroso al abordar el tema de las migraciones, utilizando un lenguaje incorrecto que desinforma (‘avalancha e invasión de inmigrantes’) o deshumaniza a sus protagonistas (‘sinpapeles’ o ‘ilegales’ para referirse a las personas migrantes).

Absetou, Aminata o Maimouna, pueden ser Luisa, María o Isabel, pueden ser tú o yo. Las mujeres que aparecen en este periódico mostrando sus rostros, su historia, compartiendo sus vivencias, son mujeres que en un momento tuvieron que salir de Mali por distintas razones. Ese mejor porvenir, a base de su propio esfuerzo, lo encontraron en Alcarraz, Binéfar y Mataró, localidades de Cataluña y Huesca.

Estos estereotipos acaban siendo también en gran medida responsables de actitudes racistas y xenófobas, o nos impiden ver los matices de historias complejas e interesantes, comunes o enriquecedoras a las nuestras.

Las migraciones son consustanciales al ser humano, no es un fenómeno nuevo sino que, por el contrario, ésta se da de manera continuada en la historia, donde encontramos a personas que han sido clasificadas por naciones y estados como: legales, ilegales, con papeles, sin papeles, lo que se traduce en seres visibles o invisibles, aquellos que tienen o no espacio en la esfera pública, en ese mapa que nunca es el territorio.

Por ello, es importante y necesario cambiar también los discursos que ven las migraciones como un problema para el receptor y transformarlos en términos de necesidades, oportunidades y derechos.

Actualmente nos encontramos en un entorno a veces hostil para los y las migrantes. Tras años de crecimiento económico, la llegada de la crisis ha supuesto que nuestras vecinas venidas de otros países, sean vistos como las ‘otras’ creando ya con ello distancias, fronteras, miedo y un clima de conflicto. Son vistas como una amenaza: aquellas que llegan a quitarnos el puesto de trabajo, las que ocupan las plazas del colegio de nuestros hijos y con ello las ayudas del estado, las que trabajan por un salario menor al establecido, las que traen sus ‘costumbres’ y no son capaces de adaptarse cuando en realidad exigen una asimilación; y así se podría realizar una gran lista.

Para la transformación de discursos, no hay nadie más indicado que las propias protagonistas, nuestras vecinas. Es en esta labor de convivencia, donde se hace clave el mutuo reconocimiento, la auténtica razón y significado de la palabra ciudadanía. El espíritu de esta publicación es precisamente este: ser un puente que tiende una vía, que abre las ventanas e invita a entrar. Buscamos dar cabida, espacios y vías a las actitudes y conductas que fomenten la convivencia y la solidaridad, en sociedades culturalmente diversas y globales como la nuestra, y que debemos integrar en común en nuestro cotidiano para contribuir a una ciudadanía global basada en los derechos humanos un vecino más.

Los medios de comunicación, y el discurso político en este sentido, han influído en el imaginario colectivo. A menudo dan un tratamiento

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Absetou Traore 37 años, vecina de Alcarraz

Supo desde pequeña que se iba a dedicar a la medicina. Su padre contribuyó a rescatar la medicina tradicional de Mali y ella se hizo enfermera por la Universitat de Lleida, donde también realizó, entre 2014 y 2015, un máster sobre Educación por la Salud. Absetou, que habla un perfecto español con acento catalán, comenta que al llegar a Alcarraz hace 14 años no vio muchas diferencias con su pueblo natal, porque en ese entonces Alcarraz era un pueblo muy pequeño. Allí ha sido madre de tres hijas y descubrió el pan tumaca que tanto disfruta. “Cuando vi que con pan, aceite y tomate se podía hacer una comida dije ¡qué listos son! Me pareció estupendo, algo tan sencillo y rico”, dice entre risas. Para ella, las mujeres son la base de todo. Cree que si las mujeres se educan y saben de sus derechos y deberes pueden educar a la familia y la familia es, finalmente, la sociedad. “Formar a las mujeres es formar el mundo entero”, comenta convencida de ello. Tras la muerte de su padre espera retomar la dirección del centro de medicina tradicional en su país combinándolo con la ciencia moderna para mejorar la salud materno-infantil.

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Naminata Berté 36 años, vecina de Mataró

Como muchas mujeres llegó con el apoyo de su esposo, que ya había migrado antes. Cuida de su hogar conformado por sus dos hijas e hijo de dieciséis, doce y seis años nacidos en Mataró, por ello es responsable en la Asociación Bandenya de transmitir la cultura de Mali a niños y niñas españoles de origen maliense a través del arte, las tradiciones, la música y sus danzas. «Para mí es muy importante que los niños nacidos aquí, como los míos, no pierdan su cultura de origen», comenta mientras recalca lo vital que es ver a sus hijos salir adelante y compartir junto a ellos momentos de alegría. A pesar de vivir desde hace 19 años en Cataluña no hay ni un solo día en que no recuerde a su madre en Sikasso, la tercera ciudad más grande de Mali. Tampoco puede olvidar el momento de gran felicidad al nacer su primer hijo que se mezcló con el sentimiento de melancolía por no tener a su familia a su lado. Para ella la presencia de la mujer en la sociedad es muy importante «La sociedad sin la mujer es una sociedad sin vida».

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Djeneba Diakite 30 años, vecina de Mataró

Soñó desde pequeña con trabajar en un banco, por eso decidió ser economista. Sus días estuvieron dedicados al estudio y por eso tomó la decisión de no casarse, hasta obtener su título. A pesar de la dedicación y esfuerzo, como muchas mujeres españolas, se encuentra en búsqueda de empleo y se dedica al cuidado de su hogar. Desde hace 4 años vive en Mataró, habla muy bien el español, está aprendiendo catalán y se ha sacado el carnet de conducir. «Tengo ambición, no quiero quedarme en casa, quiero seguir formándome», cuenta mientras pide silencio a sus dos niños, nacidos en Mataró, que juegan en casa. Djeneba defiende que la educación, el bienestar de la familia y el desarrollo de la sociedad depende de las mujeres «la mujer es la base de la sociedad», afirma con total seguridad. Para ella la libertad de decidir, acceso al empleo, educación y sanidad junto al nivel de vida que tienen las mujeres en España es una de las diferencias respecto a las mujeres que viven en Mali. A pesar de las dificultades que existen en su país, Djeneba reconoce a todas aquellas personas que como ella, a base de esfuerzo, han conseguido ser profesionales. «Hay quienes piensan que en África no hay intelectuales, personas con formación, creando el prejuicio de que las africanas no tenemos estudios», señala.

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Fatoumata Kamissoko 30 años, vecina de Mataró

Mientras sus dos hijos de siete y cuatro años, nacidos en Mataró, revolotean en casa, Fatoumata ríe a carcajadas al recordar sus primeros días, cuando pensaba que no sería capaz de aprender el idioma. Desde pequeña quedó fascinada con los deslumbrantes peinados y trenzas que llevaban las mujeres, por eso estudió peluquería y tras obtener su título abrió su establecimiento en Bamako. Hace 7 años que salió de la capital de Mali en búsqueda de un mejor futuro en Mataró. Allí trabaja como peluquera en su casa, atendiendo a mujeres de diversos países de África así como a españolas. Ese es su mayor deseo, volver a tener su propia peluquería. Para ella es muy importante que sus hijos estudien. Respecto a Mali destaca la facilidad que tienen aquí los niños para acceder a la educación, distingue que: «tengas dinero o no aquí los niños sí pueden estudiar». Extrañar a su familia es inevitable, suspira al recordar a su madre a la que desearía traer para que esté a su lado, teniendo claro que su hogar hoy en día está en Mataró.

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Ramatou Sangare 36 años, vecina de Mataró

Es Auxiliar de Geriatría y Presidenta de la Asociación de Mujeres de Mali en Mataró. Cree que la asociación es fundamental para la defensa de los derechos de las mujeres malienses, permitiendo una mejor integración en la sociedad de acogida y conservando, a su vez, la cultura y las tradiciones de origen. Trabaja en labores de limpieza y como muchas mujeres que son madres y trabajadoras confiesa lo difícil que es conciliar ambos ámbitos. Ramatou no ve diferencias entre las mujeres españolas y malienses. «Con las demás madres, comparto el té, conversamos del día a día, de nuestros hijos, todas tenemos los mismos apuros», afirma mientras recuerda con gran ternura a sus amigas de la escuela de infancia en Bamako. Su felicidad es la de ver a sus dos hijos, nacidos en Mataró, en la universidad, por ello espera tener salud y trabajo que le permitan pagar sus estudios. Entre risas nerviosas confiesa que hay algunas noches que no puede dormir pensando en ello, sin embargo, como mujer luchadora, está convencida de lograrlo.

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Aminata Togola 48 años, vecina de Mataró

Si existiese la profesión de viajar, Aminata la hubiese elegido. Es hija de malienses que migraron a Costa de Marfil para trabajar y así mejorar sus condiciones de vida. En 2008 y 2011 viajó a Mali, para abrazar su cultura, conocer sus orígenes y sus paisajes que había aprendido a querer y valorar gracias a sus padres «la gente en Mali a pesar de ser muy humilde intenta compartir con todo el mundo lo poco que tiene». Aminata llegó a Mataró hace 25 años, es una de las primeras mujeres africanas en este municipio. Es Auxiliar de Enfermería y desempeña su profesión en un centro de discapacitados «es muy gratificante servir y ayudar a los demás», declara en presencia de una compañera de trabajo. Defiende las capacidades que tienen las mujeres a las que considera valientes, cuidadoras, trabajadoras, capaces de conseguir lo que se propongan. En esta lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres no ve diferencias entre las nacidas en Mataró y en Mali, cree que para lograrlo todas deben de trabajar sin que el origen suponga un obstáculo. Mientras ríe de manera contagiosa, expresa el deseo de contar con un local donde las mujeres malienses puedan reunirse y formarse, convirtiéndose en un espacio que permita conservar la cultura de origen de los nacidos fuera de Mali.

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Maimouna Toure 31 años, vecina de Binéfar

Su color favorito es el azul, porque le recuerda al agua que es tan escasa en Mali. En el 2005 Maimuna hizo las maletas, cogió de la mano a su hija, y juntas salieron de Mali para iniciar una nueva vida en Binéfar donde su esposo las esperaba impaciente. Diez años después, tiene otras dos niñas nacidas en este municipio. Actualmente trabaja en el equipo de limpieza del Ayuntamiento de Binéfar. «Mi trabajo es cuidar la ciudad y mantenerla limpia», confiesa mientras se oye de fondo música africana. A pesar de estar a gusto en su empleo, que le permite estar más tiempo con sus hijas, admite que le gustaría tener un negocio dedicado a la comida africana Si hay algo que le gusta a Maimuna es la cocina. Se luce preparando toda clase de platos africanos: confiesa que es muy buena en los fogones. De 2005 a 2007 fue cocinera en un restaurante de Lleida; un trabajo con el que disfrutaba, pero que tuvo que dejar porque el largo trayecto hasta casa y las jornadas interminables eran incompatibles con el cuidado de sus hijas. Cuenta los días para tomar el avión y visitar a su madre a la que tanto extraña, piensa disfrutar al máximo el mes que estará en Mali donde espera, cuando sea mayor, volver.

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Fatoumata Tounkara 37 años, vecina de Binéfar

Fatoumata reparte sus días entre el cuidado de sus niños, dos nacidos en Mali y una en Binéfar, su labor como mediadora en Médicos del Mundo, sus trabajos como manipuladora en un almacén de frutas, profesional del arte de la Henna y Presidenta de la Asociación de Mujeres de Mali en Binéfar. Hace doce años que llegó a Binéfar y hace cuatro colabora como mediadora enfocada en la población subsahariana para sensibilizar y prevenir la mutilación genital femenina.Trabaja con la Henna desde su natal Mali y lo sigue haciendo en el que actualmente es su municipio, en bodas y bautizos y también en las ferias de los pueblos haciendo tatuajes que son muy solicitados sobre todo por los niños que quedan encantados al saber que no duele y que durará unas dos semanas. «Soy una persona a la que le gusta aprender todo, además aprendo muy rápido», repite mientras se define como una mujer luchadora. En el entusiasmo que desprende por seguir aprendiendo, sueña con trabajar en una organización que le destine a Mali y otros países para que pueda sensibilizar y enseñar lo que supone la ablación, «sólo consiste en perjudicar a las mujeres», afirma de manera contundente.

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Vecinas

Vecinas es un proyecto colaborativo entre la fotógrafa Angélica Dass y el Alto Consejo Maliense en España, centrado en aproximar a todos las historias de diferentes mujeres nacidas en Mali, que han migrado a España. Iniciado desde una colaboración con la ONG Alianza por la Solidaridad, el proyecto se articula como una narrativa puzzle hecha con piezas propias y ajenas, intentando contrarrestar el imaginario estereotipado y reduccionista que se construye todos los días en los medios de comunicación sobre la migración subsahariana y muy particularmente sobre las mujeres subsahrianas migradas. En el proyecto se entrelazan fotos de archivo de sus vidas en Mali, con imágenes contemporáneas, rastreando similitudes y particularidades de vidas, expectativas y luchas, bagajes y horizontes femeninos pero no sólo, nexos entre lugares y costumbres, lo cotidiano, los deseos, las memorias. El objetivo final es generar un periódico de edición única, donde las participantes podrán regalar a sus vecinas su propia historia, su verdadera historia. Se completa así una narrativa particular pero común, global pero personalizada en cada una de ellas, más allá de estereotipos, clichés o visiones reducidas de quienes son realmente Ellas.

Absetou Traore Naminata Berté Aminata Togola Djeneba Diakite Fatoumata Kamissoko Fatoumata Tounkara Maimouna Toure Ramatou Sangare Idea y Fotografías Angélica Dass Asistencia y reproducciones Marian León Textos Julissa Jáuregui Edición de textos Ekain Larrinaga Coordinación editorial Juan Valbuena Diseño underbau Preimpresión Eduardo Nave / Control-P Impresión Rotomadrid S.L.

www.mujeresdemali.tumblr.com www.angelicadass.com

Proyecto

ONGD

Ejemplar de distribución gratuita

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