SUMARIO CIVILIZACIONES
Conoce sus dioses pag.3-5
La triple alianza pag.13-14
Conoce su pueblo pag.7-8
Guerrero legendario pag.15-16
Conquistas aplastantes Conquistas aplastantes pag.17-18 pag.10-12
LOS 10 DIOSES AZTECAS MAS IMPORTANTES Teniendo una fuerte predisposición al dogma y la adoración, los Aztecas también desarrollaron un complejo sistema de autoridad relacionado con personas físicas ligadas a la religión. Este modelo de gobernación se basaba en cargos electos por el Rey de turno (el Tolteca es el más conocido)
Yacatecuhtli
con delegados de gobierno y consejeros de la nobleza. Eso sí, por encima de estas personas estaban las divinidades a las cuales se rendía culto. A continuación, veremos a los 10 dioses Aztecas más interesantes y relevantes de su mitología.
y por esa razón los ciuda-
danos le hacían ofrendas Curiosamente, los Aztecas regalándole esclavos a camtenían los denominados dio- bio de su bendición. Lo que ses viejos. Yacatecuhtli era destaca de esta deidad es la uno de ellos. Representaba desproporción de su nariz, la protección para mercade- que servía como guía/indires y viajeros, cación. La figura de Xiuhtecuhtli corresponde a la categoría ya mencionada de los dioses Aztecas ancianos. Su figura en forma de guerrero y de colores pasionales como (rojo y amarillo) le daban ese toque de virilidad que los guerreros y soldados buscaban.
Coatlicue Al igual que su antecesor, Coatlicue tenía forma de serpiente (ésta sí de manera integral) con cuatro manos y tres cabezas. Ella representa la vida y la muerte a la vez, por lo que se la considera la diosa de todos los dioses, así como la guía espiritual del renacimiento.
Xiuhtecuhtli
Esta deidad representaba el fuego y el calor, y por ende era sumamente respetado por sus feligreses. También era patrón de los guerreros, reyes y del tiempo.
Metzli
Seguimos en la senda de los dioses con alguna característica reptil. El nombre en sí, significa: “la diosa de la serpiente en la cara”. Es la diosa de la luna, cuyos poderes compartidos con la serpiente que la tutelaba, dominaba el agua. Provocaba desmadre y tempestades, pero bendecía y regaba las regiones Aztecas.
Ahuiateteo
En este caso se presenta una peculiaridad: Ahuiateteo está dentro de un grupo de dioses Aztecas que representan el Así, los últimos eran los vicio, el placer y los excesos terrenales. representantes de la muerte y Junto con otro grupo de los Tzitzimila sequía. me, formaban un conglomerado de deidades que representaban lo opuesto los unos de los otros.
Xipe Totec Pintado de rojo y amarillo, con cara de pocos amigos, esta deidad es la masculinidad y virilidad de los Aztecas.
También simbolizaba la juventud y aurora. También dios de la abundancia, pues Xipe era el encargado de regar con agua los campos de maíz de las tierras Aztecas.
Cihuacoatl
Entre las diosas Aztecas más importantes encontramos a Cihuacoatl, la primera deidad en dar a luz, y por ello se la considera la diosa del naci- Se especula con el llanto a miento. La leyenda dice también que la hora que tuvo el primer se la conoce como “La Llorona”, sin parto, pero no se ha confirsaber muy bien su origen. mado a día de hoy.
Ixtlilton
Era un dios ocioso, representaba el juego y la diversión. Era el patrón de las festividades Aztecas. Por otra parte, también era el dios de la cura, pues llevaba a cualquier mal herido o enfermo a su templo para sanarlo, así como a curar a los niños recién nacidos con alguna deficiencia.
Mictlantecuhtli De aspecto totalmente extravagante y payasil, contrasta con lo que representaba la deidad de la muerte Azteca. Esposo de la diosa de la muerte, Mictlantecuhtli era amo y señor de las almas que iban a parar a su “infierno” particular. Un sitio de sombras y tinieblas que los Aztecas querían evitar a toda costa.
Quetzalcóatl Era un poco el dios del todo: la vida, fertilidad, sabiduría, del día y la noche, los vientos. Es seguramente uno de las deidades más relevantes de los Aztecas por todo lo que representaba. Es una especie de serpiente con plumas y a la vez con forma humana.
TENOCHTITLAN
ORGANIZACION SOCIAL
L
a sociedad se dividió en veinte clanes llamados calpullis, donde la religión influía de un modo preponderante, constituidos por grupos de personas vinculadas por parentesco, divisiones territoriales, la advocación a un dios en particular y continuación de antiguas familias unidas por un lazo de parentesco biológico y religioso que derivaba del culto al dios titular. Cada clan contaba con tierras, un templo y un jefe o calpullec. Se dividían en tres clases; nobles, gente común y esclavos.
Nobles
(pīpiltin) Los pīpiltin ([pī] pil-tin, «nobles», es una forma de plural formada por reduplicación a partir del singular: pil-li, «noble») eran la élite dirigente que controlaba tanto el gobierno, como la religión. Pagaban tributos y tenían tierras propias que eran trabajadas por los campesinos.
Gente común Esclavos (Mācēhualtin) A este grupo de la gente común (mācēhualtin) pertenecían los artesanos, los comerciantes y los campesinos o el simple pueblo. Estos eran la base de todos los aztecas porque sin ellos se derrumbaría el sistema.
(Tlātlācohtin) Los tlātlācohtin (forma plural de tlācohtli, «esclavo») eran prisioneros de guerra, personas que habían cometido un delito o bien personas con grandes deudas a las que no les era posible pagar a corto plazo y se autoempleaban como sirvientes de aquellos a quienes les debían.
Conquistas aplastantes
E
ARMAS QUE EMPLEABAN
l ejército mexica no era una masa como las arrojadizas (venablos, jabalinas, dardos, flechas) y de hombres desordenada sino que las cortantes (macahuitl, teputzopilli) se estructuraba en unidades de unos 8.000, a su vez subdivididos en batallones de 200 a 400 efectivos cada uno según el calpulli (barrio) a que pertenecían. Pese a las cifras fantásticas que suelen leerse, se calcula que la población de Tenochtitlán era inferior a 200.000 habitantes, por lo que, teniendo en cuenta que el funcionamiento de una ciudad obliga a que el número de combatientes bascule entre un 8% y un 15% como máximo, cada miembro de la Triple Alianza (Tenochtitlán-Texcoco-Tlacopan) podía aportar unos 20.000 individuos; no obstante, los ejércitos rara vez podrían reunirse al completo y no superarían los 40.000, cifra ya considerable de por sí.
LA GUERRA LA GUERRA CONVENCIONAL. FLORIDA. Las guerras de conquista (o más bien sometimiento, ya que no se invadía el territorio permanentemente) empezaban con una curiosa ceremonia: un embajador mexica llevaba al señorío rebelde una pasta blanca, plumas, un escudo y dardos; el señor desafiado se embadurnaba con la primera, se adornaba con el plumaje y regalaba al enviado un macahuitl y un escudo decorado de forma especial, constituyendo ese ritual la aceptación de la declaración de guerra. Los tlaloques o gobernantes locales debían aprovisionar al ejército en su marcha hacia el frente. Una vez en éste, se desplegaban los guerreros y una arenga de su general era respondida con gritos y tronar de caracolas para impresionar al enemigo. Luego, mediante pequeños tambores que los mandos llevaban a la espalda, se transmitía la orden de ataque
Las guerras floridas eran completamente distintas en concepción y desarrollo a las de conquista. Primero porque se llevaban a cabo en fechas fijas (salvo ocasiones excepcionales), normalmente al inicio del mes. Segundo porque se pactaba con el enemigo la localización del campo de batalla (a menudo un terreno neutral) e incluso el número de combatientes que participarían. Y tercero porque su puesta en práctica también revestía características singulares: dado que se trataba de coger prisioneros, no tenían sentido las formaciones por armamento y cobraban mayor importancia las acciones personales; algún autor incluso apunta a la posibilidad de que hubiera algún tipo de arte marcial hoy perdido (los mayas, por ejemplo, parece que tenían uno) que se aplicara en los enfrentamientos personales para reducir al adversario.
En las primeras líneas se situaba la infantería ligera (campesinos armados precariamente, con piedras y hondas más lanzadores de jabalinas y de dardos con atlátl -propulsor-), cuya misión consistía en diezmar las filas contrarias; detrás iban los guerreros de choque, armados con lanzas no arrojadizas, macahuitl y mazas. No obstante, eran formaciones flexibles en las que a veces se cambiaba esa disposición y en las que no faltaban tácticas ocasionales que recordaban un poco a las caracolas de la caballería europea, atacando y retrocediendo para incitar al contrario a romper su formación.
Los combates resultaban sangrientos, lejos de la imagen de limpieza que se suele tener de ellos, y a menudo los derrotados sufrían un duro trato: por ejemplo, Izcoátl cortó una oreja a cada cautivo de Xochimilco y al tomar Azcapozalco saqueó la ciudad, provocando una masacre sin importar la edad ni el sexo de sus habitantes; Tlacaélel quemó vivos a los que capturó en Cholula, etc. La destrucción del templo era otra acción habitual de evidente simbolismo
TRIPLE ALIANZA
El cronista Ixtlilxóchitl habla de las primeras alianzas entre Topiltzin (882-959), penúltimo señor de Tollan (cdmx) y otros dos gobernantes, Iztaccuauhtzin y Maxtlatin, aunque de estos no dice donde regían. Chimalpahin es más preciso y menciona que la primera Triple Alianza en el valle de México estaba formada por Tollan-Xicocotitlan, Otompan y Colhuacan. En esa época, la triple alianza tenía como rivales a la confederación formada por Xaltocan, Coatlichan y Azcapotzalco. Tras el declive de Tollan-Xicocotitlan, la segunda Triple Alianza fue integrada por tres pueblos ribereños del lago de Texcoco: los colhuas de Colhuacan, los tepanecas de Azcapotzalco y los acolhuas de Coatlinchan. Sus rivales fueron la liga conformada por Xaltocan, Tepotzotlán y Cuauhtitlan. En 1272 surge la alianza otomíana de Metztitlan-tepicoloyo-Tototepec, que apoyando a Yacanex señor de Tepetlaoztoc —quien pretendía controlar el Acolhuacan— inicia la guerra para destituir a Huetzin, elegido como tlatoani de Coatlichan (la cabecera del Acolhuacan). Huetzin al ser apoyado por sus tíos de Tenayocan (Tenayuca) y derrotar a sus adversarios, cede a favor de Texcoco para que sustituya a Coatlinchan en la Triple Alianza. La cuarta conformación se da en 1344, cuando Azcapotzalco comienza a manipular la política del centro de México, utiliza a sus tributarios y mercenarios, los mexicas, para que conquisten a Colhuacan en este año y lo reemplacen, de esta manera los tepanecas controlarían dos sedes, quedando la confederación Texcoco-Tenochtitlan-Azcapotzalco. A la expansión tepaneca se le opondrá la confederación norteña de Toltitlan-Tepotzotlan-Cuauhtitlan, aunque no por mucho tiempo, pues junto con Xaltocan son sometidos en 1367. La conformación tenía una función esencialmente económica (con la consiguiente repartición y distribución de los tributos obtenidos de otros pueblos, que en el caso de la última Triple Alianza correspondía a 3/6 partes para México-Tenochtitlan, 2/6 para Texcoco y 1/6 para Tlacopan); jurídica (el triple lugar de los tribunales) y militar (para unir tropas y derrotar a enemigos poderosos).
TLAHUICOLE UN GUERRERO LEGENDARIO Era de origen otomí, nacido en uno de los pueblos del norte de Tlaxcala. Su nombre significa «El de la asa de barro», pues siempre cargaba un asa de barro cocido. Participó en muchas batallas de la guerra florida contra los mexicas y llamó la atención por su valor y gran fuerza. En una de estas guerras murió un hijo del gobernante Moctezuma Xocoyotzin, lo que originó que enviara un poderoso ejército contra Tlaxcala; en ese combate realizado en 1504, triunfaron los tlaxcaltecas. En uno de tantos combates fue hecho prisionero. Moctezuma, impresionado por su valor, le devolvió la libertad, pero Tlahuicole no la aceptó. Entonces lo hizo jefe de uno de los ejércitos que trataron de invadir el territorio del pueblo Purepecha Tlahuicole ganó fama de atrevido, valiente y temido guerrero, en su calidad de capitán provisional de los mexicas. El valiente guerrero pidió morir en combate ya que no quiso quedarse como capitán mexica por no traicionar a Tlaxcala, y tampoco quiso regresar a su tierra natal ya que eso significaba una falta de honor, pues según la costumbre si un hombre caía preso en la guerra, tenía que vencer o morir. Y así, Tlahuicole le dijo a Moctezuma que prefería la muerte. Quería morir pero no como los demás, sino como lo que era: un valiente. Viendo Moctezuma el deseo de Tlahuicole, le preparó grandes fiestas, bailes y banquetes en preparación de su muerte. Fue llevado al Temalácatl (rueda del sacrificio gladiatorio), atado de la cintura a una piedra circular, se le proporcionó un macuahuitl (del nahuatl: espada) y un chimalli (del nahuatl: escudo) para que se defendiera. Mató a ocho guerreros, hirió a otros veinte y por fin lo vencieron. Posteriormente fue sacrificado ante Huitzilopochtli, dios de los mexicas
EL INICIO DEL FIN DE UN IMPERIO
En 1519 -el año I Caña según el calendario azteca-, Cortés y su gente arribaron a la costa mexicanaTenochtitlán, donde se impusieron con rapidez a los hostiles indígenas de la zona. Como parte del botín de guerra se recibieron veinte jóvenes indias, entre las que se encontraba la que sería conocida como Malinche, o doña Marina, una doncella que dominaba varias lenguas indígenas y que pronto aprendió el castellano, con lo que resultó crucial para Cortés en sus designios de invasión. El conquistador engendró con ella a su hijo Martín, considerado el primer mestizo de la América continental. En su camino hacia la capital del Imperio azteca, los españoles lograron el apoyo de los nativos totonacas de la ciudad de Cempoala, que de este modo se liberaban de la opresión azteca.
Ante la marcha imparable de los conquistadores y espantado por la carnicería de Cholula, Moctezuma, el tlatoani azteca, optó por ganar tiempo y les franqueó la entrada a Tenochtitlán en noviembre de 1519. En los días posteriores a su llegada, Cortés se dedicó a pasear por las calles para elaborar su estrategia de conquista. Con su objetivo presente, supo aprovechar la excusa de un confuso complot indígena para apresar al emperador y convertirlo en su rehén. Sin embargo, Cortés hubo de abandonar apresuradamente la ciudad a comienzos de 1520 para hacer frente a una expedición de castigo enviada desde Cuba por Diego Velázquez.
Conquista total Cuando Cortés regresó a Tenochtitlán, el 24 de junio de 1520, encontró la ciudad sublevada contra Alvarado, quien, afectado por la tensión y el ambiente conspirativo, había ordenado la muerte de algunos notables aztecas que le parecieron sospechosos. Durante unos días, los españoles intentaron utilizar a Moctezuma para calmar los ánimos, pero fue en vano. El tlatoani fue lapidado en una comparecencia ante sus súbditos. En la llamada Noche Triste, el 30 de junio de 1520, Cortés y sus hombres se vieron obligados a huir de la ciudad, acosados por los aztecas, que les provocaron centenares de bajas. Pocos días después se libró la batalla de Otumba. Frente a los feroces guerreros jaguar y águila, los de Cortés pudieron recomponerse y hacer un uso efectivo de la caballería contra los aztecas.
El regreso a Tenochtitlán no fue, esta vez, una simple exploración, sino una campaña militar en toda regla. Los saqueos permitieron a cada conquistador español mantener un séquito propio formado por mujeres, criados y esclavos. A finales de abril de 1521 comenzó el asedio final a la capital mexicana. En la lucha se impuso la superioridad técnica europea, pero sobre todo el desgaste provocado entre los sitiados por las enfermedades llegadas del Viejo Mundo -la viruela fue un auténtico caballo de Troya- y las penurias de todo tipo. La caída de Tenochtitlán arrojó un saldo terriblemente desigual en pérdidas humanas: murieron cien españoles por cien mil aztecas.
SIGUENOS