No me fue fácil aceptar cuidados durante mucho tiempo porque creía que era un signo de inmadurez, de dependencia total y horrible. “Ay no sé, un poco needy no?” pensaba siempre cuando alguien de mi círculo aireaba sus problemas y pedía apoyo y compañia y aunque se lo diera -yoquese también quiero mucho a la gente-, siempre lo hacía con algún tipo de recelo. Yo no quería pedir eso ni ser así. Está mal eso. Yo guay yo mira yo ayudo yo me río yo consejos. Yo lo otro no. Pues bueno a ver, resulta que sí, y que darme espacio para aceptar cuándo estoy mal aunque sea en público y no ir a esa fiesta o ay mi juventud se escapa entre mis dedos, era en parte lo que necesitaba para admitir que tenía (y tengo) que romperme un poco para saber qué quiero y sentirme mejor realmente, y que en estos ratos o días (o meses) no soy ningún ser horrible al que evadir a toda costa, solo que estoy más suave muy pesado y los chistes me salen peor que de costumbre.
El cuidar es un acto ligado a la feminidad. La mayoría de mi circulo de amigas sienten a veces cómo la fuerza se les va al aplicar tantos cuidados en el resto de personas, llegando a olvidar los cuidados de una misma. Al ser “femenino” también se considera algo “débil”. Intento escapar de esto, no sentirme una especie de masa pegajosa cuando arranco en estallidos de infelicidad y corriendo le escribo a mis amigas por whatsapp textos muy largos sobre lo echa mierda que estoy en ese preciso instante y lo mucho que las quiero y las necesito. No quiero que los cuidados sean algo negativo como me han hecho pensar muchas personas de mierda. Quiero cuidar y ser cuidada porque creo que la sociedad puede mejorar y que debemos empezar con nuestro circulo. Dejar de ver como algo egoista el pedir ayuda en un día malo, comprender los espacios y reflexionar sobre nuestros errores y nuestra implicación con nuestros vinculos.
Losientomuchísimo. Febrero 2019.